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¿Orientalismo o Latinoamericanismo? Una revisión a Edward Said y las propuestas latinoamericanas Introducción Los estudios poscoloniales nacen como una invitación a buscar nuevas formas de pensar y actuar políticamente. Según Grüner, el contexto lo ameritaba, el ambiente en el que se desarrolló la crítica poscolonial es el de un mundo en el que comienzan a caer los regímenes autoritarios, se crean nuevas dinámicas debido al efecto del mass media que va muy de la mano con el orden económico transnacional que comenzaba a gestarse. En este sentido, para Grüner, la crítica poscolonial va encaminada hacia el análisis de formas culturales que reflejan, mediatizan o desafían las relaciones de dominación y subordinación, es por ello que la perspectiva poscolonial tiene una carga política y crítica innata (Grüner, 2002). Esta crítica surge a finales de los años setenta, principalmente en universidades estadounidenses e inglesas, producto de hijos de refugiados o inmigrantes extranjeros, en algunos casos provenientes de territorios colonizados. En aquellos años dominaba la crítica anticolonial, que CastroGómez (1998) encasilla en los conceptos de marginalidad, alteridad y tercermundismo. Para los pensadores poscoloniales, la crítica anticolonial no hacía más que reproducir el esquema de dominación y la configuración binaria (dominadodominante) a la que esta postura reducía la sociedad. De esta manera pues la crítica poscolonial mostró la persistencia de tradiciones coloniales en los sistemas modernos así como el uso político de las representaciones sobre el otro que las ciencias sociales generan (CastroGomez, 1998). En palabras de Florencia Mallon (1994) la crítica poscolonial es una escuela nacida en el tercer mundo para explicar el tercer mundo. Esta misma autora señala las principales características del método poscolonial, que se distingue de sus predecesores (el método marxista y anticolonial por ejemplo) al incorporar nuevos métodos como el análisis de textos y la crítica literaria. En este punto se marca una línea que mantiene a los estudios poscoloniales en constante debate y esto es debido a la finalidad que buscan sus adeptos: el análisis de textos o un propósito y acción política. A mi parecer tal separación no es tan tajante como la pinta Mallon, no puede haber acción política sin un previo análisis de textos; un análisis de textos no puede estar completo sin darle un uso político, tal como sugiere Said (Said,2002) Ahora bien, ¿cómo se relacionan los estudios poscoloniales con Latinoamérica? Florencia Mallon señala que el primero en hacer alusión al esta perspectiva en América Latina, es Gilbert Joseph en un estudio sobre el bandidaje latinoamericano. Joseph se plantea el problema de depender de documentos suministrados por el Estado, orientados Marvin Ivan Trejo Mendez 5° semestre 1

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¿Orientalismo o Latinoamericanismo? Una revisión a Edward Said y las propuestas latinoamericanas

Introducción

Los estudios poscoloniales nacen como una invitación a buscar nuevas formas de pensar y actuar políticamente. Según Grüner, el contexto lo ameritaba, el ambiente en el que se desarrolló la crítica poscolonial es el de un mundo en el que comienzan a caer los regímenes autoritarios, se crean nuevas dinámicas debido al efecto del mass media que va muy de la mano con el orden económico transnacional que comenzaba a gestarse. En este sentido, para Grüner, la crítica poscolonial va encaminada hacia el análisis de formas culturales que reflejan, mediatizan o desafían las relaciones de dominación y subordinación, es por ello que la perspectiva poscolonial tiene una carga política y crítica innata (Grüner, 2002).

Esta crítica surge a finales de los años setenta, principalmente en universidades estadounidenses e inglesas, producto de hijos de refugiados o inmigrantes extranjeros, en algunos casos provenientes de territorios colonizados. En aquellos años dominaba la crítica anticolonial, que Castro­Gómez (1998) encasilla en los conceptos de marginalidad, alteridad y tercermundismo. Para los pensadores poscoloniales, la crítica anticolonial no hacía más que reproducir el esquema de dominación y la configuración binaria (dominado­dominante) a la que esta postura reducía la sociedad. De esta manera pues la crítica poscolonial mostró la persistencia de tradiciones coloniales en los sistemas modernos así como el uso político de las representaciones sobre el otro que las ciencias sociales generan (Castro­Gomez, 1998). En palabras de Florencia Mallon (1994) la crítica poscolonial es una escuela nacida en el tercer mundo para explicar el tercer mundo. Esta misma autora señala las principales características del método poscolonial, que se distingue de sus predecesores (el método marxista y anticolonial por ejemplo) al incorporar nuevos métodos como el análisis de textos y la crítica literaria. En este punto se marca una línea que mantiene a los estudios poscoloniales en constante debate y esto es debido a la finalidad que buscan sus adeptos: el análisis de textos o un propósito y acción política. A mi parecer tal separación no es tan tajante como la pinta Mallon, no puede haber acción política sin un previo análisis de textos; un análisis de textos no puede estar completo sin darle un uso político, tal como sugiere Said (Said,2002)

Ahora bien, ¿cómo se relacionan los estudios poscoloniales con Latinoamérica? Florencia Mallon señala que el primero en hacer alusión al esta perspectiva en América Latina, es Gilbert Joseph en un estudio sobre el bandidaje latinoamericano. Joseph se plantea el problema de depender de documentos suministrados por el Estado, orientados

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desde luego al control social, para realizar su investigación. De esta manera comienza un largo debate entre la perspectiva poscolonial y el análisis marxista que imperaba en aquel entonces.

De una manera o de otra, la perspectiva poscolonial vino a renovar los Estudios Latinoamericanos hechos en Estados Unidos, hasta entonces dominados por los estudios de área (a los que posteriormente abordaré de manera breve), mediante la deconstrucción de las epistemologías vigentes y la apertura de nuevos espacios de acción política (Castro­Gómez, 1998). Mignolo señala tres movimientos que han dado forma a los Estudios Latinoamericanos como el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos lo concibe hoy en día (Mignolo, 1998). El primero abarca de 1960 a 1968, este momento tiene su centro en la revolución mexicana y la revolución cubana, ambos hechos caracterizados por la emergencia del subalterno frente a la historiografía clásica que por mucho tiempo los consideró pasivos, como en el caso mexicano con los grupos campesinos e indígenas. El segundo momento va de 1968 a 1979, éste se encuentra marcado por la aparición del estudiantado como actor político a nivel mundial y con él los movimientos contraculturales (por ejemplo el rock, el reggae, el movimiento punk, etc.). Por último, la tercera etapa comienza en 1980 (Mignolo no especifica cuando termina) caracterizada por la revolución nicaragüense, la amplia difusión de la teología de la liberación y el desarrollo de los medios de información.

Estos tres momentos van de la mano con lo que Florencia Mallon propone como principales puntos a tratar por el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos: el cuestionar el concepto de nación, teniendo en mente que es una creación de elite; la naturaleza cambiante, migrante del subalterno y la necesidad de acceder al vasto conjunto de las masas. Mallon también señala dos principales objetivos del Grupo: el representar lo subalterno como y donde aparezca mediante el estudio de los límites del Estado y reconocer la contribución de la gente a su historia.

A continuación expondré algunas de las principales ideas propuestas por Edward Said en su libro “Orientalismo” y cómo éstas se relacionan con la producción de ideas similares en América Latina. Posteriormente expondré dos ejemplos en los que se aborda la problemática de la construcción de una América Latina a través del ojo occidental. El primero es el libro de Edmundo O’Gorman “La invención de América”, que si bien es anterior a la propuesta de Said, considero que es un buen ejemplo de cómo se construye un ente exterior y diferente a Occidente. El segundo ejemplo es una compilación de artículos titulada “Moros en la costa: orientalismo en Latinoamérica”, declarada abiertamente saidiana. Mi propósito no es hacer una crítica ni mucho menos un análisis, pues considero que carezco de las herramientas para realizarlo en este momento. La

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finalidad de este trabajo es exponer diferentes posturas, similares en un punto por la temática y a partir de allí plantear preguntas que puedan ser respondidas más adelante.

Said, Orientalismo y Latinoamericanismo

Edward Said, intelectual palestino, cumplía con los requisitos (previamente mencionados) para escribir desde la postura poscolonial: había crecido en territorios dominados por una potencia europea, en este caso Inglaterra, estudió en universidades de primer mundo, desde donde lanzaría su crítica contra dominación de los suyos que combinaría con una campaña de activismo pro­palestino. Entre sus influencias se encuentran Fanon, Cesaire, Ernst Robert Curtius, Erich Auerbach y por supuesto Foucault, de quien recoge la noción de arqueología y genealogía. Al respecto, Mendieta señala que Said fue más allá que Foucault al considerarse un “intelectual comprometido que dice la verdad al poder dominante” (Mendieta, 2006)

De acuerdo con Mendieta, cuando Said escribió “Orientalismo” lo hizo pensando en una trilogía de libros, que posteriormente sería completada con “The Question of Palestine” y “Cubriendo el Islam”. A grandes rasgos, Orientalismo trata sobre la construcción europea de oriente. Es un régimen de producción de conocimiento. Mendieta reconoce tres significados del concepto orientalismo propuesto por Said (Mendieta, 2006). El primero se refiere al nombre de una serie de disciplinas, al respecto Said sostiene que en Occidente, desde tiempos remotos, se han creado disciplinas con la finalidad de conocer de mejor manera al otro, al oriental, comenzando por los estudios lingüísticos, posteriormente los estudios arqueológicos y literarios, de donde se desprende una enorme cantidad de disciplinas destinadas a estudiar más de la mitad del mundo. El segundo significado se refiere a lo que Said denomina la “geografía imaginaria”, la distinción entre Occidente y Oriente, que no tiene otro fundamento más que el ideológico, una creación mental para remarcar las diferencias entre un lado y otro. Por último, el significado fundamental de la obra de Said, Oriente como complemento de Occidente. Sin Oriente, el Occidente que conocemos no tendría razón de ser, y viceversa. Es mediante este último significado que se puede entender la crítica de Said, no como una crítica que apunte a deshacer prejuicios sobre el otro, el oriental, sino a deshacer los prejuicios que el occidental tiene sobre sí mismo. Said afirma su propuesta al asegurar que su obra sería malentendida si pensamos en el Orientalismo como un plan maquinado y malvado de occidente para dominar y remarcar las diferencias entre él y el otro.

Sin embargo, no olvidemos que la teoría de Said esta diseñada para un área en específico del mundo, ¿como se puede relacionar entonces con Latinoamérica? Mignolo señala que, el Tercer Mundo vendría a ser el equivalente geo­cultural del orientalismo una

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vez que Estados Unidos se alza como nación dominante a nivel mundial. Sin embargo también menciona que históricamente, América Latina no se construye como Oriente sino como un margen de Occidente (Mignolo, 1998). Entre que si son peras o manzanas, Mendieta nos proporciona un panorama general del latinoamericanismo, prácticamente desde sus inicios. Para el autor, el latinoamericanismo viene a ser “el nombre que se da a las formas de conocimiento, actitudes ideológicas y espejos espectrales” (Mendieta, 2006). Mendieta considera que Latinoamérica no puede ser analizada de la misma manera que Oriente, pues para empezar ha sido pensada por más de cuatro sujetos diferentes: Estados Unidos, Europa, la misma Latinoamérica y los latinos (hablantes de lenguas romances). Cada uno de ellos viene a conformar un tipo de latinoamericanismo distinto: el primero, que tuvo su periodo de mayor actividad entre 1848 y 1898, fue consolidado por los latinos, para Mendieta se trataba de una manifestación cultural de una confrontación geopolítica (Mendieta, 1998). Fue una construcción hecha desde Europa que buscaba contrarrestar la creciente influencia anglosajona en el mundo. Como principal consecuencia, se creó una identidad criolla y a la vez un sistema binario: se presentaba a la cultura anglosajona y a la latina como opuestas y casi incompatibles, a los primeros se les veía como seres fríos, calculadores, sin tradiciones culturales; a los segundos se les veía como seres perezosos, anclados en una larga tradición cultural.

El segundo latinoamericanismo surgió, según Mendieta, después de la segunda guerra mundial, con la “Ley de Educación de Defensa Nacional” de 1958 en Estados Unidos. Este tipo de latinoamericanismo creó los “estudios de área”, que básicamente se limitan a recoger y difundir información sobre los países del tercer mundo. Se buscaba aprender de las otras culturas de manera que se pudiera conocer sus vulnerabilidades y la posibilidad de que se convirtieran en puntos de conflicto para Estados Unidos. Cabe señalar que la idea de primer, segundo y tercer mundo jugó un papel muy importante en el desarrollo de este tipo de latinoamericanismo. Dentro de esta corriente, el latinoamericanismo de estudios de área, se crearon dos versiones diferentes: la que veía a América Latina como la tierra del subdesarrollo, es decir la versión de los tecnócratas; y el latinoamericanismo tercermundista, el que romantizaba occidente y exotizaba lo latinoamericano.

Posterior a la revolución cubana y a la reunión de obispos de Medellín, momento en que se sentó el programa de la teología de la liberación en América Latina, se desarrolló un tercer latinoamericanismo, en el que se sitúa a Latinoamérica en oposición a Estados Unidos, es un latinoamericanismo anticapitalista y antiimperialista. Según Mendieta, es un “latinoamericanismo desarrollado en Latinoamérica para explicar la situación latinoamericana a los latinoamericanos y a los Estados Unidos” (Mendieta,2006). Por último, el cuarto latinoamericanismo que reconoce el autor es el que surge entre los años

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setentas y ochentas del siglo pasado. Mendieta lo etiqueta de “post­latinoamericano, trasnacional, diaspórico y post­cultural”, se trata de una crítica naciente entre los latinoamericanos que habitan Estados Unidos. Este tipo de latinoamericanismo se encuentra ligado directamente a las repercusiones y la migración de latinos hacia Estados Unidos.

Como acabamos de ver, hay muchas formas de imaginar y crear a la América Latina, creo que puede haber tantas formas como diversidad cultural y animal hay en estas tierras. Tal como acabamos de ver, cada grupo imprime su sello particular y la forma como será América Latina: la subdesarrollada con los estadounidenses, tradicionales y perezosos con los latinos, anticapitalista y antiimperialista con los mismos latinoaméricanos, etc. Pareciera que el estereotipo latinoamericano cambiara tan rápido como lo hace lo subalterno: dependiendo del lugar en que se encuentre y frente a quien se vea mostrará una faceta u otra.

A continuación expondré los dos ejemplos mencionados en la introducción, de manera que podamos relacionarlos con las propuestas de Said y de Mendieta.

Edmundo O’Gorman y “La invención de América”

Victor Bravo hace referencia a O’Gorman como un punto de partida en el estudio del proceso de construcción de América desde Europa, para Bravo tanto Said como O’Gorman describen el proceso de construcción cultural del centro a la periferia(Bravo, 1999). En su libro “La invención de América”, O’Gorman describe la manera en que el descubrimiento de América fue un largo proceso y no un suceso como lo muestra la historiografía oficial. Mediante el estudio de documentos antiguos O’Gorman relata la manera en que Cristóbal Colón “se monta en su macho” y afirma que ha llegado al extremo oriental de la Tierra tal como se le conocía en aquellos tiempos. Cabe mencionar que la concepción de la Tierra en su época era la de una gran isla, rodeada por mares, por lo que la idea de navegar en dirección occidente y llegar al oriente de la isla de la Tierra parecía factible. Hay que tener en cuenta también la ideología católica dominante, que no admitía la existencia de otros mundos excepto el que dios había creado y que estaba documentado en la biblia. De esta manera, cuando Colón llegó a la isla de San Salvador creyó que había llegado a Asia, al extremo oriental de la Tierra. Nunca se detuvo a meditar sobre la existencia de otras tierras pues el concepto que tenía de la Tierra se le había presentado como una verdad indiscutible, comprobada por la ciencia de la época y avalada por las instituciones religiosas. Admitir la existencia de tierras que no aparecían en las santas escrituras y que se encontraban habitadas significaba tirar por tierra las creencias católicas, pues en ese momento la iglesia no admitía la existencia de otros

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mundos, eso únicamente existía entre los paganos. Aunque Colón, renuente, aceptó la existencia de otros mundos para comprobar que durante su primer viaje llegó al extremo oriente de la isla de la Tierra, fue Americo Vespucio el que comprobó la suposición y el que aceptó que realmente se trataba de otro mundo. En un viaje por el sur del continente (lo que ahora es Brasil), Vespucio admitió que se trataba de una gran masa de tierra, otro mundo. Sin embargo, para dar explicación a este hecho se propuso que se trataba de una segunda gran isla que no había sido tomada en cuenta por los pensadores de la época. Lo anterior responde a un intento de la ideología dominante, el catolicismo, por mantener su coherencia al mantener una imagen del mundo prácticamente inalterada. De esta manera se daba independencia a cada una de las partes: Europa podía seguir manteniendo el dogma de la unidad del género humano, mientras que la explicación del nuevo mundo y sus habitantes se pospondría. En este punto O’Gorman señala que surge la necesidad de conceder a estas tierras un sentido propio, un sentido específico que de sentido de ser también a las potencias occidentales. Para Díaz Maldonado, la propuesta de invención de América de O’Gorman se resume a dos vertientes: la geográfica y la moral, ambas en estrecha relación. El asimilar una cuarta región en el mundo (América) llevó al europeo a comprender que el mundo no era algo dado y hecho sino algo que podía conquistar y transformar a su gusto, según Díaz Maldonado.

La propuesta de O’Gorman se orienta mas, aunque al inicio se mencionó que no tiene relación con Said, hacia la parte filosófica de la construcción de un espacio geográfico y como esta construcción obtiene su razón de ser de quien la creó pero que a la vez otorga también un sentido a la existencia de su creador. A continuación trataremos el tema del estereotipo desde la perspectiva del “Orientalismo”, propuesta en el libro “Moros en la costa”.

Moros en la costa

Silvia Nagy­Zekmi, editora del libro “Moros en la costa”, reúne más de diez autores que, partiendo de las propuestas de Said, hacen un análisis de las prácticas orientalistas en Latinoamérica. Tal como lo indica la editora, en América Latina no es lo oriental lo que se representa o el oriental, sino el indígena o lo latino frente a lo europeo o estadounidense. En la introducción al libro, Nagy­Zekmi aclara que no importa tanto la temática oriental (al menos la mitad de los títulos hacen referencia al Oriente como estereotipadamente lo conocemos) sino la construcción que se hace de una diferencia personificada por un ser exótico. De alguna manera se establece una relación con el Orientalismo de Said y Foucault al asegurar que la visión eurocéntrica y el discurso colonial han penetrado en algunos autores para que éstos hablen en favor de Europa o de Estados Unidos, exotizando al otro. Así por ejemplo tenemos a Rubén Darío hablando de tigres de

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bengala, jarrones de porcelana china y biombos de seda del Japón; Nagy­Zekmi va incluso siglos atrás, mencionando como prácticas orientalistas los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz, los diarios de viaje de Alexander von Humboldt (en los que se hace una comparación directa con Oriente) e incluso al mismo Colón que llegando a América creyó haber llegado a la India.

En el artículo “La sombra de Oriente en la independencia de América Latina” de Hernán Taboada, el autor hace referencia a lo que denomina “el primer orientalismo auténticamente americano”. La tesis del autor se funda en que durante la guerra de independencia en América Latina, existieron términos para designar al enemigo y establecer una relación con Oriente, por ejemplo en América del Sur se llamaba sarracenos a los realistas, a Miguel Hidalgo se le compara con Mahoma, etc (Taboada, 2008). Pero también se nos presenta una resignificación de esa relación con lo oriental por ejemplo a la hora en que los criollos utilizaron la categoría de “la reconquista” (nombre de la guerra emprendida por los españoles contra los moros en la península ibérica) para nombrar a su guerra contra los realistas. Taboada nos muestra también cómo los latinoamericanos son colocados o comparados en el mismo nivel que los orientales al afirmar que existe ( y así fue percibido en su tiempo) “una común desdicha de moros y amerindios a manos de españoles” (Taboada, 2008).

En “El oriente según Birobidján: o exercito de um homen só de Moacyr Scliar”, Csilla Ladanyi­Turóczy propone el estudio de un texto tomando en cuenta la construcción de la identidad de un muchacho ruso­judío que vive en Brasil y como esta identidad es exotizada por el autor. Sin embargo a pesar de estas consideraciones iniciales, la autora del texto se detiene en detalles que nada aportan al objetivo inicial como los compañeros del joven que describe el texto, sus aspiraciones y la imposibilidad de cumplir estas aspiraciones.

El texto de Ilarregui, “El mono gramático: orientalismo y poética de Octavio Paz”, nos permitirá dar un ejemplo para cerrar este apartado. En él se nos acerca a la poesía de Octavio Paz durante su estancia como embajador en la India. Ocupa un lugar importante en la reflexión del texto la manera en como Paz se expresa de la India y como usa sus elementos culturales para establecer una relación de similitud pero a la vez de diferencia entre India y México. Un ejemplo es la presencia de chiles como base de la comida India y los chapatis, una especie de tortilla; la diferencia se plantea en el hecho de que India recibió la influencia de Occidente desde tiempos remotos, en comparación a las culturas mesoaméricanas que por mucho tiempo permanecieron desconocidas. Como podemos ver, el libro “Moros en la costa” se enfoca más en la crítica literaria, sin embargo y a mi parecer, se trata de una crítica un poco exagerada, que trata de buscar lo oriental en

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América o como desde América se concibe lo oriental y no tanto a como opera esta forma de dominación. másmás

Conclusión

En el mundo globalizado en el que vivimos es difícil, por no decir imposible, que no ocurra una transferencia de conocimiento de un lado a otro, en nuestro caso que las ideas de Said sean tomadas por autores latinoamericanos. Sin embargo, tal como Mallon afirma, en este proceso de transferencia de conocimiento una teoría puede ser simplificada o tergiversada, sumiendonos en un constante debate sobre la manera correcta de utilizar la teoría (Mallon, 1991). Desde mi punto de vista, la manera correcta de utilizar una teoría tiene mucho peso, pues de otra manera estaríamos utilizando teoría que no siempre es pertinente o que no explica de buena manera determinada realidad. En este sentido me gustaría colocar la propuesta de O’Gorman al lado de la de Silvia Nagy­Zekmi, no con la finalidad de rechazar una o demeritar, sino para establecer una especie de diálogo entre ellas y con la propuesta de Said para posteriormente formular algunas preguntas.

O’Gorman por un lado, nos habla de una creación de América desde lo intelectual, en este sentido se acerca a la idea de Said respecto a que tanto la creación como el creador son interdependientes, uno no tiene razón de ser sin el otro. Lo podemos ver al momento en que se propone que la naturaleza de América pone en juego la misma naturaleza de Europa y el pensamiento dominante de la época: el catolicismo. Sin embargo, a mi parecer hace falta abordar la dominación de Europa hacia América, de qué manera se crea un estereotipo exótico sobre el americano o cómo es que Europa llega a poseer físicamente a América así como ideológicamente dándole el poder de hablar por ella, como en el ejemplo de Flaubert y Kuchuk Hanem expuesto por Said. Aunque claro tenemos que tener en cuenta que la propuesta de O’Gorman surge antes que la de Said. En el caso de Nagy­Zekmi pasa lo contrario: se aborda mucho la temática de la exotización, llegando hasta el punto de buscar lo exótico casi a la fuerza, el sentido de una entidad geográfica ideada o de una relación complementaria entre lo occidental y lo oriental están prácticamente ausentes, no siento que se cuestione el orden establecido de dominación sino que únicamente se pinta una imagen, una fotografía de cómo ocurren las cosas.

Habiendo considerado lo anterior podríamos preguntar ¿qué es más importante?¿la construcción estereotipada del individuo o la construcción ideológica de una región entera con fin de dominarla o de establecer una relación a partir de la cual uno se puede definir?. A mi parecer, un estereotipo carece de sentido si no existe antes una región geográfica imaginada y aunque ambos cumplen una función en el proceso de dominación, por mi

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parte colocaría la construcción ideológica de una región antes que la construcción del estereotipo en orden de importancia pues el otro no es extraño o diferente por su fisionomía o sus costumbres, sino porque vive más allá del territorio de la persona que está construyendo el estereotipo; aunque también hay que prestar atención a los procesos históricos. Por ejemplo, haciendo una suposición, el estereotipo del mexicano (un macho con sombrero, bigote, panza, traje charro que anda en burro y normalmente ebrio) carecería de sentido si no se le situara primero en un país, México, que de entrada es una comunidad imaginada, un constructo social en términos de lo que Benedict Anderson (1983) propone; posteriormente tendríamos que mirar en los hechos históricos, como la revolución por ejemplo que fue la “materia prima” para construir el estereotipo y por último tendríamos el estereotipo como producto de ambos elementos (geográfico e histórico).Para concluir sería bueno preguntarnos si en el contexto actual, ¿sería útil desarrollar conceptos relacionados con el latinoamericanismo con el fin de romper estereotipos o se debería trabajar en deconstruir las categorías geográficas dentro de las cuales nos encontramos, tal como puede ser país, estado, municipio...continente?

Bibliografía

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Díaz Maldonado, R. La filosofía de la historia de Edmundo O’Gorman. EN Revista de la Universidad de México. http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/3306/pdfs/25­28.pdf Consultada del 28 de noviembre de 2012 18:35 hrs.

Mallon, F. E. (1994). The promise and dilemma of subaltern studies: perspectives from Latin American history. The American Historical Review, 99(5), 1491­1515.

O'gorman, E. (1987). La invención de América: investigación acerca de la estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir. Fondo de cultura económica.

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Nagy, S. (2008, June 30). Moros en la costa: Orientalismo en Latinoamérica. Iberoamericana Editorial.

Taboada, H. G. (2008). La sombra del Oriente en la independencia de América. (S. Nagy­Zekmi)Moros en la costa: orientalismo en Latinoamérica, Madrid­Frankfurt: Iberoamericana­Vervuert, 25­40.

Castro­Gomez, S.(1998) "LATINOAMERICANISMO, MODERNIDAD, GLOBALIZACIÓNProlegómenos a una crítica poscolonial de la razón" EN: Teorías sin disciplina(latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate). Edición de Santiago Castro­Gómez y Eduardo Mendieta. México: Miguel Ángel Porrúa. 122­153998.

Mignolo, W. (1998) ESPACIOS GEOGRAFICOS Y LOCALIZACIONES EPISTEMOLOGICAS: LA RATIO ENTRE LA LOCALIZACIÓN GEOGRAFICA Y LA SUBALTERNIZACIÓN DE CONOCIMIENTOS

Grüner, E. (2002) Mundialización capitalista, poscolonialidad y sistema­mundo en la era de la falsa totalidad. En: Grüner, Eduardo, El fin de las pequeñas historias: De los estudios culturales al retorno (imposible) de lo trágico, Segunda parte: La globalización, o la lógica (no sólo) cultural del colonialismo tardío, cap. I, Paidós: Espacio del Saber 25, Argentina, 2002. pp.171­200.

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