ordenes de la ayuda

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Ordenes de la ayuda Este es un documento elaborado en base a los libro de Bert Hellinger: Órdenes de la Ayuda. Está construido en forma de notas que nos expresan conceptos básicos en el trabajo terapéutico. I. Introducción Ayudar es un arte que requiere de un saber hacer, que se puede aprender y practicar y requiere del poder sintonizar con aquel al que se ayuda. Lo cual significa que podamos entrar en contacto y reconocimiento de aquello que, para aquel que pide ayuda, es verdaderamente significativo y no necesariamente que hagamos lo que el otro piensa que le ayudaría y que debemos hacer por él. Sabemos que las personas que vienen en busca de ayuda, con frecuencia nos traen su queja, su problema, junto con sus ya elaboradas hipótesis de causas y razones de los mismos, como también de cual ha de ser la solución. Y es que es justamente toda esta elaboración que se ha creado alrededor de un evento lo que hace que se encuentren atrapados en el mismo. Así pues, en nuestra práctica se trata, de que nuestro hacer como ayudadores de otros, les permita elevarse a una posición más amplia e incluyente en su perspectiva. Esto hace a la ayuda como profesión distinta a la ayuda que se da cotidianamente en las relaciones humanas. En este tipo de ayuda desde el punto de vista de las constelaciones familiares, no es útil crear un vínculo con aquél a quien ayudamos, no es útil involucrarnos con él. El vínculo hace que perdamos la posibilidad de ayudar, puesto que perdemos la distancia necesaria para contactar con las necesidades reales del otro y lo importante al dar ayuda es tener la mirada fresca para encontrar el punto relevante que ha de tratarse y poder actuar sobre el mismo. La ayuda es un elemento natural y vital en el equilibrio de las relaciones humanas y todos los seres humanos necesitamos de la ayuda de otros y a la vez los otros necesitan de nuestra ayuda. No somos entes individuales y es solo a través de la ayuda que se nos presta desde el mismo momento en que nacemos, que podemos desarrollarnos. Dependemos de ese haber tomado y recibido para crecer y desarrollarnos. Sólo en la medida que hayamos tomado de otros, estaremos preparados para dar y servir. Servimos y somos servidos y en el servir y ser servidos crecemos. Así pues el servicio no solo sirve al otro, sino que nos sirve a nosotros mismos y cuanto más servimos en el momento y las condiciones adecuadas, más recibimos. II. Los cinco órdenes de la ayuda 1. El primer Orden de ayuda Solo podemos dar aquello que tenemos y solo podemos esperar y tomar aquello que realmente necesitamos. Se trata pues de ayudarlos con lo que realmente necesitan y no de la forma se nos pide o exige. De nada sirve dar lo que el otro no necesita realmente, ni tomar lo que no necesitamos. Como tampoco esperar de otros que nos den aquello que no nos pueden dar, porque no lo tienen. Tampoco podemos tomar algo que otro no debe darnos, porque es a esta persona a la que le corresponde tenerlo y si lo tomáramos, le quitaríamos algo que solo ella puede tener o llevar. Así pues dar, recibir y tomar tiene sus límites. La ayuda ha de ser humilde. Es una ayuda que no espera nada y no se involucra en el dolor. Es importante tener en cuenta el efecto de determinadas palabras y pensamientos. Lo fundamental en el trabajo es distinguir si aquello que hago fortalece o debilita a quien me pide

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  • Ordenes de la ayuda

    Este es un documento elaborado en base a los libro de Bert Hellinger: rdenes de la Ayuda. Est construido en forma de notas que nos expresan conceptos bsicos en el trabajo teraputico.

    I. Introduccin

    Ayudar es un arte que requiere de un saber hacer, que se puede aprender y practicar y requiere del poder sintonizar con aquel al que se ayuda. Lo cual significa que podamos entrar en contacto y reconocimiento de aquello que, para aquel que pide ayuda, es verdaderamente significativo y no necesariamente que hagamos lo que el otro piensa que le ayudara y que debemos hacer por l. Sabemos que las personas que vienen en busca de ayuda, con frecuencia nos traen su queja, su problema, junto con sus ya elaboradas hiptesis de causas y razones de los mismos, como tambin de cual ha de ser la solucin. Y es que es justamente toda esta elaboracin que se ha creado alrededor de un evento lo que hace que se encuentren atrapados en el mismo. As pues, en nuestra prctica se trata, de que nuestro hacer como ayudadores de otros, les permita elevarse a una posicin ms amplia e incluyente en su perspectiva. Esto hace a la ayuda como profesin distinta a la ayuda que se da cotidianamente en las relaciones humanas. En este tipo de ayuda desde el punto de vista de las constelaciones familiares, no es til crear un vnculo con aqul a quien ayudamos, no es til involucrarnos con l. El vnculo hace que perdamos la posibilidad de ayudar, puesto que perdemos la distancia necesaria para contactar con las necesidades reales del otro y lo importante al dar ayuda es tener la mirada fresca para encontrar el punto relevante que ha de tratarse y poder actuar sobre el mismo.

    La ayuda es un elemento natural y vital en el equilibrio de las relaciones humanas y todos los seres humanos necesitamos de la ayuda de otros y a la vez los otros necesitan de nuestra ayuda. No somos entes individuales y es solo a travs de la ayuda que se nos presta desde el mismo momento en que nacemos, que podemos desarrollarnos. Dependemos de ese haber tomado y recibido para crecer y desarrollarnos. Slo en la medida que hayamos tomado de otros, estaremos preparados para dar y servir. Servimos y somos servidos y en el servir y ser servidos crecemos. As pues el servicio no solo sirve al otro, sino que nos sirve a nosotros mismos y cuanto ms servimos en el momento y las condiciones adecuadas, ms recibimos.

    II. Los cinco rdenes de la ayuda

    1. El primer Orden de ayuda

    Solo podemos dar aquello que tenemos y solo podemos esperar y tomar aquello que realmente necesitamos. Se trata pues de ayudarlos con lo que realmente necesitan y no de la forma se nos pide o exige.

    De nada sirve dar lo que el otro no necesita realmente, ni tomar lo que no necesitamos. Como tampoco esperar de otros que nos den aquello que no nos pueden dar, porque no lo tienen.

    Tampoco podemos tomar algo que otro no debe darnos, porque es a esta persona a la que le corresponde tenerlo y si lo tomramos, le quitaramos algo que solo ella puede tener o llevar. As pues dar, recibir y tomar tiene sus lmites.

    La ayuda ha de ser humilde. Es una ayuda que no espera nada y no se involucra en el dolor.

    Es importante tener en cuenta el efecto de determinadas palabras y pensamientos.

    Lo fundamental en el trabajo es distinguir si aquello que hago fortalece o debilita a quien me pide

  • ayuda. Todo aquello que fortalece es bueno. Tambin la pregunta sera: Lo que hago ante quien me pide ayuda me libera o me esclaviza? Hace libre a quien pide ayuda, o lo limita?

    2. El segundo orden de la ayuda

    - Solo se puede cambiar aquello que las circunstancias permitan.

    - Solo cambiar aquello que el cliente puede y necesita cambiar.

    La ayuda est al servicio de la supervivencia, del desarrollo y del crecimiento.

    El que ayuda ha de tener en cuenta los muchos eventos externos que no pueden ser cambiados. Como por ejemplo: Enfermedades hereditarias, las consecuencias de sucesos o de deudas. Si estos eventos no son tenidos en cuenta la ayuda est destinada al fracaso.

    Tambin hay que tener en cuenta a la hora de ayudar, los eventos internos que estn en juego, como son: el amor ciego, los mandatos sobre s mismo y las implicaciones familiares sistmicas, vinculadas al pensamiento mgico de cada persona.

    La necesidad de muchos terapeutas de cambiar el destino de su cliente, depende muchas veces no de que el cliente quiera o tenga la necesidad de cambiar su destino, sino de lo insoportable que le parece al terapeuta la realidad del cliente. En este caso si el cliente accede al cambio, lo hace por apoyar al terapeuta en su esfuerzo y el orden se invierte, siendo entonces el cliente el que ayuda y el terapeuta el que recibe la ayuda.

    A veces es difcil aceptar la realidad de que un cliente pueda ser peligroso para el terapeuta o para la familia o de que la muerte del mismo est cerca. La realidad de que est expuesto a un destino implacable. Si estamos de acuerdo con este destino tal como es, la ayuda se puede dar. En vez de tapar las circunstancias reales, estas se miran mutuamente con el cliente y se encaran. Querer cambiar las cosas debilita tanto al que pide ayuda como al terapeuta.

    3. Tercer orden de la ayuda

    Cuando estemos trabajando con personas adultas, la posicin de ayuda til es aquella en la que nos aproximamos al otro como lo que es: un adulto. Y en caso de que la persona no se encuentre en esta posicin, acompaarlo para que la encuentre.

    Muchos psicoterapeutas y trabajadores sociales asumen a los pacientes como si fueran sus hijos e igualmente, muchas de las personas que piden ayuda van en busca de que quien les ayude se vincule a ellos como un padre o una madre. Cuando esto es aceptado por el terapeuta, este se queda atrapado en una larga relacin teraputica en la cual pretende ser mejor que el padre o la madre del paciente y por otra parte genera una relacin parecida a la que el paciente tiene con sus padres, en la cual pasa por muchas frustraciones y malestares, frustraciones y malestares que a partir del vnculo creado se transfieren al terapeuta. La actitud de desvalimiento por parte del paciente, genera en el terapeuta que lo asume en estas condiciones, un efecto de transferencia y contratransferencia. Y es as como muchos terapeutas se quedan en medio de la transferencia y la contratransferencia dificultndole a aquel a quien trata de ayudar crecer, posicionarse como adulto que puede despedirse respetuosamente de sus padres y del terapeuta, con un objetivo logrado.

    Otro aspecto que este vnculo teraputico genera, es que el paciente gana control sobre el terapeuta, lo cual lleva al terapeuta a sentir malestar y rabia o dicho de otra manera, frustracin. La solucin ante esto es hacer que el cliente sienta la misma rabia que se pueda estar sintiendo. Esto hace que el vnculo se rompa y permite que recuperemos el control de la terapia y que nos posicionemos en el lugar que nos corresponde de ayuda y acompaamiento, liberndonos y liberando al paciente de nosotros. Muchas veces el arte teraputico est en adelantarse al evento de malestar y frustracin, provocando y confrontando al paciente y negndose a asumir la transferencia y contratransferencia. Este es un concepto que puede ser muy chocante para aquellos terapeutas que basan su trabajo en los principios de transferencia y contratransferencia, pero hace las terapias notablemente ms cortas

  • y eficientes.

    Sin embargo hay situaciones en las cuales es necesario que el terapeuta se coloque por corto tiempo en la posicin del padre o de la madre del paciente y esto se hace particularmente cuando ha habido una ruptura temprana del vnculo entre padres e hijos, bien sea por muerte o separacin temprana de uno de los progenitores. En estos casos se acompaa al paciente hasta el punto de ruptura, permitindole conectar con el abandono que lesion el vnculo y acompandolo en la restauracin del movimiento vincular perdido hacia los padres.

    En estas situaciones, el terapeuta no pretende suplantar al padre o a la madre, sino que se posiciona durante el proceso como el padre o la madre, los tiene en cuenta y los mira con respeto en concordancia con sus destinos, sin ponerse por encima de ellos y sin vincularse con el paciente, simplemente llevndolo cada vez ms hacia ellos.

    Cuando alguien se queja de su situacin cuando era nio, est deseando que algo hubiese sido distinto a lo que fue. Si el terapeuta cae en este deseo y en la compasin, ambos quedan apartados de la realidad. Si consolamos y nos da pena lo que fue, caemos en la debilidad y esto no ayuda a nadie. Esto no quiere decir que no nos conmovamos cuando alguien ha sufrido una situacin difcil.

    Podemos acompaar a la persona en su dolor, pero aceptando lo que fue. Quien se queja pierde la fuerza y aquello que ocurri fue en vano y generalmente est fijado en aspectos secundarios de la relacin y est dejando de lado lo ms importante que ha recibido, que es la vida. Aqul que se queja de su pasado, permanece nio, nunca ser adulto. Se le pasa la vida ocupndose de un sin sentido y mueren de la misma manera. Para la vida los padres son irremplazables y perfectos. Ni les falta, ni les sobra. Han cumplido la tarea de traspasar la vida a la perfeccin. Si vemos a la humanidad y al mundo como tal, no hay nada ms grande que el traspaso de la vida. Y en el traspaso de la vida no hay fallo. Ante esto los padres siempre son perfectos.

    Cuando aceptamos la situacin de quien pide ayuda tal y como es, dando un lugar a sus padres en nuestro corazn, hemos generado con ello el primer movimiento de sanacin que es la sanacin de la imagen de estos padres dentro de nosotros mismos y con ello, quien ha pedido ayuda gana fuerza para aceptar la situacin en toda su magnitud. No tiene sentido trabajar con alguien que no est dispuesto a dejar atrs las formas infantiles de percibir la vida.

    En el caso del trabajo con nios es importante que los terapeutas no se posicionen en el lugar de los padres. Siempre han de acompaar al nio, sabiendo que los padres estn detrs del nio y que ellos solo actan en representacin de estos. Si se lleva a los padres del nio en el corazn entonces el nio podr confiar y aquello que hagamos podr ser recibido por ellos.

    4. Cuarto orden de ayuda

    La aproximacin al paciente ha de ser sistmica y menos enfocada a lo personal. No construimos una relacin personal con l.

    -La empata

    El concepto de empata como la conocemos, est regida por un modelo de cuidador. Un modelo padres a hijos. Este es un tipo de empata que no ayuda realmente. La empata que ayuda es aquella que es sistmica y que incluye a todos los miembros de la familia. Cuando miramos a la familia, entonces sentimos quien en la familia requiere en realidad de nuestra empata, quien est olvidado o excluido. En la mayor parte de los casos el que menos requiere de empata es el cliente y mi labor es lograr que l sienta empata por otros en vez de que sienta empata de mi parte.

    En este caso hemos de tener en cuenta a todos los miembros de la familia, incluyendo aquellos que han sido excluidos, conscientes de la igualdad de todos los miembros del sistema. En cuanto tomamos partido por alguno de ellos, ya no podemos ayudar. No podemos estar en contra de los padres, o de la pareja o de la sociedad. Solo cuando todos son respetados con su destino y con sus implicaciones, nos mantenemos en el amor. Un prerrequisito para poder trabajar en la terapia es el

  • de poder ir ms all de los propios sentimientos, de los juicios y poder mira a aquellos con quienes trabajamos de una manera filosfica. Uno de los obstculos ms grandes a la terapia es la preconcepcin respecto al bien y al mal. El terapeuta tambin hace una distincin entre el bien y el mal partiendo de sus propios valores creados, tanto a nivel familiar, como de su propia escuela teraputica y al decirle a su cliente lo que es bueno para l, trata de volverlo miembro de su propia familia o de su propia escuela de pensamiento y as los alejan de sus propias familias. Un ejemplo de esto, es cuando el terapeuta se une a su paciente en la queja ante sus padres y los juzga a partir de sus propios valores. Al hacer esto, vuelve al paciente inseguro en relacin a su propia familia.

    Si logramos apartarnos un poco de los criterios creados sobre el bien y el mal y mirar todo esto desde el punto de vista filosfico, entramos en un plano en donde no hay bueno o malo, en donde no hay familias mejores o peores. No hay destinos mejores, ni peores. Si podemos asentir a este hecho, damos un paso hacia adelante en el cual acompaamos al cliente a asentir a su vida tal como es.

    Las situaciones en las que fcilmente tomamos partido, son por ej: Abuso sexual, violacin, asesinato.

    5. Quinto orden de ayuda

    Amor por cada ser humano tal como, no importa cuan diferente sea de mi. De esta manera el terapeuta le abre el corazn al cliente siendo parte de l. Aquello que se reconcilie en el corazn del cliente, tambin se reconciliar en su familia.

    Constelar a la familia conduce a unir aquello que estaba separado. Las constelaciones se encuentran al servicio de la reconciliacin con la vida y especialmente con los padres. Nos ponemos al servicio de todos sin hacer distinciones entre buenos y malos en la familia. No permitimos las quejas, sea cual haya sido la situacin.. En cuanto aceptamos quejas, estamos cayendo en posicin de padres y el paciente de hijo.

    Cuando un terapeuta se ala con su cliente en contra de algn miembro de la familia est al servicio del conflicto y de la divisin, no de la unificacin.

    III. La buena manera de ayudar

    Esta manera de ayudar se diferencia mucho del tipo de ayuda que hemos aprendido. No intentamos inmiscuirnos en la vida de las personas, ni en los misterios del alma. Cuando nos inmiscuimos, el alma se retira. Aqu intentamos caminar con el alma. Dejamos que sea ella la que nos lleve a lo largo del trabajo y lo hacemos libres de teoras, de intenciones, de emociones y de la empata tal como la conocemos. Nos ponemos en consonancia con el alma familiar y con la necesidad de la persona, otorgndole todo el espacio y el tiempo que necesite. Entonces esta alma nos muestra el camino y aparece la imagen que nos permite dar el siguiente paso. Muchas veces la solucin no es lo que aparece, sino el movimiento que lleva hacia la solucin.

    No trabajamos con hiptesis preestablecidas, no pretendemos imponer respuestas al sistema. Vamos construyendo el trabajo paso a paso a partir de los movimientos que se generan. Es la misma constelacin la que va abriendo el nuevo camino y la nueva mirada.

    Dos maneras de aproximacin

    La primera consiste en trabajar de manera activa a todo lo largo de la constelacin y llevarla a una resolucin.

    La segunda consiste no en buscar la solucin, sino el movimiento justo que permita ir solamente hasta el punto en el cual el alma del paciente toma el mando y suspender en este punto la

  • constelacin sabiendo que este movimiento es suficiente para que el trabajo interior contine.

    IV. Observacin, percepcin, comprensin, intuicin y concordancia.

    La observacin: es aguda y se basa en los detalles. Busca ser exacta y por esto es limitada.

    La percepcin: necesita distancia, logra una impresin ms amplia y general, ve los detalles en relacin al entorno posicionndolos en su lugar. En relacin a la observacin es de campo, no es exacta.

    Por otra parte entiende el significado de lo observado y lo percibido.

    No existen reglas absolutas ni generales para constelar, lo cual implica que estos 5 criterios no pueden ser tomados al pie de la letra. La atencin y la capacidad de percepcin han de ser nuestras compaeras de trabajo. No podemos guiarnos por patrones rgidos. Cada constelacin es nica y debe ser tratada como tal.

    Me guo por la persona, sin pretensiones, simplemente percibindola de una manera ampla con la mirada puesta en la necesidad inmediata.

    Esta percepcin se da a partir de un estar centrado, abandonando pensamientos, intenciones, diferencias y miedos. Me abro a lo inmediato que me mueve desde dentro. Percepcin y accin se unen para acompaar a la persona a dar el siguiente paso requerido.

    La comprensin: se encuentra por encima de la observacin y la percepcin y depende de ellas. Ellas tres constituyen una unidad indispensable para actuar y sobre todo para ayudar de manera adecuada.

    La intuicin: que es el reconocimiento del paso que hemos de dar a continuacin. El reconocimiento es general, la intuicin lleva a una accin determinada.

    La concordancia: es una percepcin ms amplia y mucho ms profunda. Ella requiere que yo entre en sintona con el otro y pueda entenderlo. Para ello he de estar en sintona con sus orgenes, sobre todo con sus padres, con su destino, sus posibilidades, sus lmites. Tambin con las consecuencias de sus actos, sus deudas y finalmente con su muerte.

    Estando en concordancia me despido de mis ideas, juicios, de mi ego y de lo que debo y tengo. As entro en concordancia conmigo mismo y con el otro. As el otro puede entrar en concordancia conmigo sin perderse y sin necesidad de sentir miedo. Igualmente yo puedo estar en concordancia con l sin perderme a mi mismo, permanezco en concordancia sin ponerme a expensas suyas, conservando la distancia que me permitir percibir qu puedo o debo hacer para ayudarlo. Esta concordancia es pasajera y solo dura el tiempo que dura el movimiento de ayuda. Esta concordancia no pretende nada, se abre a la realidad del otro en toda su plenitud, sin buscar cambiar nada, con un respeto profundo por la vida, sin deseos de que le vaya mejor, solo acompandolo en los movimientos de su alma, aun cuando no nos guste mucho lo que hay o inclusive tal vez nos asuste.. Los deseos limitan, no liberan. Por esto cuando estamos en concordancia, asintiendo a lo que es, no hay transferencia y contra-transferencia. No hay relacin teraputica, ni se toman responsabilidades que corresponden a otros. Cada uno permanece libre y es a partir de esta libertad que es posible la ayuda.

    Ordenes de la ayudaI. Introduccin II. Los cinco rdenes de la ayuda 1. El primer Orden de ayuda2. El segundo orden de la ayuda3. Tercer orden de la ayuda4. Cuarto orden de ayuda5. Quinto orden de ayuda

    III. La buena manera de ayudarIV. Observacin, percepcin, comprensin, intuicin y concordancia.