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DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD “B” Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibi- do todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos se- an mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siem- pre con ustedes hasta el fin del mundo". “Con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor” Dt 4,32-34.39-40: “El Señor es el úni- co Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra” Sal 32: “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como he- redad” Rm 8,14-17: “Han recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: !Abbá!” Mt 28,16-20: “Bautizándolos en el nombre del Pa- dre y del Hijo y del Espíritu Santo” 3 de junio de 2012 ORANSLECTIOLectura del Evangelio de san Mateo

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Page 1: OL Domingo de la Santísima Trinidad B · ginas del Nuevo Testamento nos hablan a cada paso de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo. ... El misterio de la Santísima Trinidad es

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD “B”

Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibi-do todo poder en el cielo y en la tierra.

Vayan, y hagan que todos los pueblos se-an mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siem-pre con ustedes hasta el fin del mundo".

“Con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor”

Dt 4,32-34.39-40: “El Señor es el úni-co Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra”

Sal 32:  “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como he-redad”

Rm 8,14-17:  “Han recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: !Abbá!”

Mt 28,16-20: “Bautizándolos en el nombre del Pa-dre y del Hijo y del Espíritu Santo”

3 de

juni

o de

201

2✠ORANSLECTIO✠

Lectura del Evangelio de san Mateo

Page 2: OL Domingo de la Santísima Trinidad B · ginas del Nuevo Testamento nos hablan a cada paso de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo. ... El misterio de la Santísima Trinidad es

¿Qué dice el texto en sí mismo?1. Lectura lenta y atenta del texto2. Silencio3. Releer4. Reconstruir el texto5. Entender el sentido del texto en sí:

Catequesis DominicalLA PALABRA DE DIOSSan Pablo nos recuerda el fundamento trinitario de la vida cristiana: el bautizado entra a formar parte de una familia, la familia de Dios: el Padre es Dios, Jesucristo es el primogénito, el Espíritu Santo es el amor familiar, el “nosotros” divino. Por eso el cristiano llama a Dios ¡Abbá!, ¡Padre!, porque nos ha adoptado como hijos en el Hijo, que nos hace hermanos y coherederos; y nos co-munica el Espíritu, que habita en nosotros y nos hace capaces de saborear consciente y amorosa-mente todo ello.

A muchos cristianos el misterio de la Trinidad les echa para atrás. Les parece demasiado complicado y prefieren dejarlo de lado. Y sin embargo las pá-ginas del Nuevo Testamento nos hablan a cada paso de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo. Ellos son el fundamento de toda nuestra vida cris-tiana.

Explicar el misterio de la Trinidad, no es que sea difícil, ¡es imposible!; precisamente porque es misterio. Pero esto no quiere decir que sea un mi-to o que no sea real. Seguramente nosotros tam-poco sepamos explicar qué es la electricidad, pero todos sabemos que existe y sabemos utilizarla y aprovecharnos de ella.

Lo mismo que un niño puede conocer y tener gran familiaridad con su padre, aunque no sepa decir

muchas cosas de él, nosotros podemos vivir tam-bién en una profunda familiaridad con el Padre, con Cristo, con el Espíritu y tener experiencia de estas Personas divinas. No sólo podemos: estamos llamados por Dios a ello en virtud de nuestro bau-tismo. No es un privilegio de algunos místicos.

Podemos conocer al Padre como Fuente y Origen de todo, Principio sin principio, Causa última y absoluta de la vida, que no depende de nada ni de nadie. El Hijo es engendrado por el Padre, recibe de Él todo su ser: por eso es Hijo; pero el Padre se da totalmente: por eso el Hijo es Dios, igual al Padre, de la misma naturaleza del Padre. Nada tiene el Hijo que no reciba del Padre; nada tiene el Padre que no comunique al Hijo. La personalidad del Hijo consiste precisamente en recibir todo del Padre; y el Hijo mira al Padre en un movimiento eterno de amor, gratitud y donación; y el Padre mira complacido al Hijo, su imagen perfecta, su expresión, su Verbo. Y ese abrazo eterno de amor entre el Padre y el Hijo es el Espíritu Santo, que procede de ambos.

El Espíritu nos da a conocer a Cristo y al Padre y nos pone en relación con ellos. Las Personas divi-nas viven como en un templo en el hombre que está en gracia. Estamos habitados por Dios. Nunca estamos solos. Las Tres divinas Personas viven en nosotros, nos conocen y nos aman; los Tres quie-ren vivificarnos y ser conocidos y amados por no-sotros para mantener un continuo diálogo personal de amor. Somos templo suyo, templo vivo y habi-tado. Vivimos, nos movemos y existimos en el seno de la Trinidad; y los Tres habitan en nosotros por la gracia. ¿Se puede imaginar mayor familia-ridad? Todo nuestro cuidado consiste en permane-cer en esta unión vital y mantener esta conversa-ción amistosa.

1º L

ectio

PREPARACIÓN:• Señal de la Cruz• Invocación al Espíritu Santo:

Ven,  Espíritu  Santo,  llena  los  corazones  de  tus  4ieles  y  enciende  en  ellos  el  fuego  de  tu  amor.  Envía,  Señor,  tu  Espírituy  todo  será  creado.

R/.  Y  renovarás  la  faz  de  la  tierra.

Oh  Dios  que  iluminas  los  corazones  de  tus  4ieles  con  la  luz  del  Espíritu  Santo:  concédenos  sentir  rectamente,  según  el  mismo  Espíritu,  para  gustar  siempre  el  bien  y  gozar  de  su  consuelo.  Por  Jesucristo  Nuestro  Señor.R/.  Amén.

• Avemaría (prender vela icono)• Gloria• ¡Silencio! Dios va a hablar

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LA FE DE LA IGLESIALa fe en la Santísima Trinidad

(232, 234, 236, 237, 260)

Los cristianos somos bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Antes respondemos –nosotros mismos o nuestros padri-nos– "Creo" a la triple pregunta que nos pide con-fesar nuestra fe en el Padre, en el Hijo y en el Es-píritu: "La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad" (S. Cesáreo de Arlés).

Hay un solo Dios verdadero –“Si Dios no es úni-co, no es Dios”–, pero en Dios hay tres Personas distintas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, pero no son tres dioses; sino que son tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. Esto es un misterio que nos ha revelado Jesucristo y le llamamos el Misterio de la Santísima Trinidad, que consiste en que existen tres Personas distintas y un sólo Dios verdadero. Es decir, que Dios es uno en esencia y trino en Personas.

El misterio de la Santísima Trinidad es el miste-rio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe". Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos.

El fin último de todas las acciones de Dios es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad en el Cielo. Pero ya des-de ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: «Si alguno me ama –dice el Señor– guardará mi Palabra, y mi Padre le ama-rá, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn 14,23).

La gracia de Dios (cf. 1996 – 2000)

Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder libremente a su llamada:

ser hijos de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina y de la vida eterna. La gracia nos santifica: es el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma –en el Bautismo– para curarla del pecado y santificarla.

La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida tri-nitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como "hi-jo adoptivo" puede ahora llamar "Padre" a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo Él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligen-cia y las fuerzas de la voluntad humana, como de toda criatura.

La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfec-ciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir en-tre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la llamada divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas sea en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación.

LOS TESTIGOS DE LA FESan Gregorio Nacianceno

“No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la Unidad me posee de nuevo”.Beata Isabel de la Trinidad

“Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvi-darme enteramente de mí misma para estable-cerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda tur-bar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente des-pierta en mi fe, en adoración, entregada sin re-servas a tu acción creadora”.

1º L

ectio

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San Juan de Ávila

“Ensanche vuestra merced su pequeño corazón en aquella inmensidad de amor con que el Padre nos dio a su Hijo; y con él nos dio a sí mismo, y al Espíritu Santo y todas las cosas”.

Compartir en CristoContemplación, vivencia, misión:Entrar en sintonía con los sentimientos de Cristo, comporta apreciar su profundo deseo de que toda la humanidad entre en sintonía con Dios Amor. Por Cristo, Dios se ha revelado como “uno” y “vivo”, no abstracto, como Padre con su expresión perso-nal (el Verbo, el Hijo engendrado) y con la expre-sión del amor mutuo entre el Padre y el Hijo (el Espíritu Santo “espirado”). Pero la misión de Jesús tiende a que todos los “bautizados” entren en esta familiaridad con Dios: recibir su presencia de inhabitación, participar en su misma vida divina. La vida, cuando se vive así, se concreta en decir “Padre” a Dios, con la voz y el amor del mismo Hijo, gracias al Espíritu Santo. Pero esta actitud filial se demuestra en mirar a los demás con la mi-rada amorosa de Jesús (mandato nuevo del amor) y afrontar la vida amando (bienaventuranzas).

En el día a día:Quien vive esta realidad de fe (como María, que fue la primera en recibir el mensaje trinitario) bus-ca siempre hacer la voluntad de Dios y vivir siem-pre en actitud relacional con él y con los hermanos. Se vive la vida trinitaria de Dios Amor con el gozo de saberse amados por él y capacitados para amarle y hacerle amar (cfr. Lc 10,21).

evangeliodeldia.org"Danos a profesar la verdadera fe

reconociendo la gloria de la eterna Trinidad"

El alma que ama a Dios jamás se sacia, más hablar de Dios es audaz: nuestro espíritu está muy lejos de un asunto tan grande... Cuanto más nos acercamos al conocimiento de Dios, más sentimos profunda-mente nuestra impotencia. Así le ocurrió a Abra-ham y también a Moisés: aunque que podían ver a Dios, en lo que le es posible al hombre, tanto uno como el otro eran el más pequeño de todos; Abra-ham se llamaba" tierra y ceniza ", y Moisés era de

palabra torpe y lenta (Gn 18,27; Ex 4,11). Com-probaba en efecto, la debilidad de su lengua para traducir la grandeza de aquel que su espíritu aco-gía. Hablamos de Dios no tal como es, sino tal y como podemos cogerlo.En cuanto a tú, si quieres decir u entender algo de Dios, deja tu naturaleza corporal, deja tus sentidos corporales... Eleva tu espíritu por encima de todo lo que ha sido creado, contempla la naturaleza di-vina: es allí, inmutable, indivisa, luz inaccesible, gloria brillante, bondad deseable, belleza iniguala-ble, donde el alma es herida, pero no lo puede ex-presar con palabras adecuadas.Aquí es el Padre, el Hijo y el Santo Espíritu... El Padre es el principio de todo, la causa del ser del que es, la raíz de los vivientes. Es aquel del que fluye la Fuente de la vida, la Sabiduría, la Potencia, la Imagen perfecta semejante al Dios invisible: el Hijo engendrado por el Padre, El Verbo vivo, que es Dios, y que regresa al Padre (1Co 1,24; He 1,3; Jn 1,1). Por este nombre de Hijo, sabemos que comparte la misma naturaleza: no es creado por una orden, sino que brilla sin cesar a partir de su sustancia, unido al Padre de toda eternidad, igual a él en bondad, igual en potencia, compartiendo su gloria...

Y cuando nuestra inteligencia haya sido purificada de pasiones terrestres y cuando deje a un lado toda criatura sensible, igual que un pez que emerge de las profundidades a la superficie, devuelta a la pu-reza de su creación, verá entonces el Espíritu Santo allí dónde está el Hijo y donde está el Padre. Este Espíritu también, siendo la misma esencia según su naturaleza, posee todos los bienes: bondad, recti-tud, santidad, vida... Lo mismo que arder está liga-do al fuego y resplandecer a la luz, así no se le puede quitar al Espíritu Santo el hecho de santificar o dar vida, no más que la bondad y la rectitud. San Basilio (v. 330-379), monje y obispo de Ce-sárea en Capadocia, doctor de la Iglesia Homilía sobre la fe

6. Frase o palabra clave

1º L

ectio

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4º Contemplatio

5º Actio

3º Oratio¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra?

1. Oración espontánea en voz alta(alabanza, intercesión, petición, acción de gracias…)

2. Rezo de algún salmo, cántico, preces, oración escrita…

El Dios uno y trino,misterio de amor,habita en los cielosy en mi corazón.Dios escondido en el misterio,como la luz que apaga estrellas;Dios que te ocultas a los sabios,y a los pequeños te revelas.No es soledad, es compañía.es un hogar tu vida eterna,es el amor que se desbordade un mar inmenso sin riberas.Padre de todos, siempre joven,al Hijo amado eterno que engendras,y el Santo Espíritu procedecomo el Amor que a los dos sella.Padre, en tu gracia y tu ternura,la paz, el gozo y la belleza,danos ser hijos en el Hijoy hermanos todos en tu Iglesia.Al Padre, al Hijo y al Espíritu,acorde melodía eterna,honor y gloria por los sigloscanten los cielos y la tierra. Amén.

¿Qué te ha hecho descubrir Dios?1. ¿Con qué te ha sorprendido Dios?

Disfrútalo, saboréalo.2. ¿Qué conversión de la mente, del corazón

y de la vida te pide el Señor?3. Resonancia o eco:

repite la frase que más te haya llegado.

¿Qué te mueve Dios a hacer?1. Pide luz a Dios2. Trata de fijar un compromiso concreto3. Revisión compromiso semana anterior

2º Meditatio¿Qué me dice el texto a mí?

1. Meditación en silencio (música)2. Compartir en voz alta

CONCLUSIÓN:• Oración final

Padre  bueno,  tú  que  eres  la  fuente  del  amor,  te  agradezco  el  don  que  me  has  hecho:  Jesús,  palabra  viva  y  alimento  de  mi  vida  espiritual.  Haz  que  lleve  a  la  práctica  la  Palabra  que  he  leído  y  acogido  en  mi  interior,  de  suerte  que  sepa  contrastarla  con  mi  vida.  Concédeme  transformarla  en  lo  cotidiano  para  que  pueda  hallar  mi  felicidad  en  practicarla  y  ser,  entre  los  que  vivo,  un  signo  vivo  y  testimonio  auténtico  de  tu  Evangelio  de  salvación.Te  lo  pido  por  Cristo,  tu  Hijo,  nuestro  Señor.  Amén.Padre  nuestro...

• Texto próxima semana• Encargados de preparar• Avisos• Canto

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