oei nieto cap1

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1 Capítulo 1. La OEI y la formación del sistema de relaciones internacionales. 1.1. Los estudios sobre la organización económica internacional 1.1.1. La organización económica internacional y la OEI A menudo discutimos sobre temas cuyo significado no es el mismo para todos. Tenemos en mente un concepto que no se corresponde con el de nuestros interlocutores, lo que dificulta el debate sosegado, la crítica rigurosa y, en su caso, el consenso y la obtención de conclusiones compartidas. Todo ello entorpece la convivencia y hace más difícil nuestra comprensión de la realidad, particularmente ante asuntos complejos, de gran amplitud y susceptibles de enfoques ideológicos distintos, como sucede en el ámbito de las relaciones internacionales. Con el fin de aclarar lo mejor posible el ámbito de estudio cubierto por este libro conviene realizar algunas precisiones terminológicas previas. Los diez capítulos que lo componen se van a centrar en el estudio de la organización económica internacional, recurriendo fundamentalmente al enfoque analítico propio de una disciplina académica denominada Organización Económica Internacional (OEI). Para esta última reservaremos el uso del acrónimo y de las letras mayúsculas, por tratarse de un nombre propio que denomina una asignatura incluida en la licenciatura de Economía o Ciencias Económicas. Por el contrario, utilizaremos el mismo término con minúsculas (organización económica internacional) cuando hagamos alusión al objeto de estudio específico de la disciplina denominada OEI. Dicho objeto de estudio coincide en buena medida con lo que tradicionalmente se conoce como relaciones económicas internacionales. El enfoque académico específico de la OEI pone el énfasis en aquellas relaciones económicas internacionales que se desarrollan sobre una base institucionalizada, es decir, en aquellas relaciones internacionales que se encuentran reguladas por los principales organismos internacionales de carácter económico y de alcance cada vez más global o mundial, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Para algunos estudiosos del tema puede resulta exagerado referirse a la existencia de una organización económica internacional, porque ese término transmite la idea de un orden

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Organización económica internacionalJose Nieto

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1

Capítulo 1. La OEI y la formación del sistema de relaciones internacionales.

1.1. Los estudios sobre la organización económica internacional

1.1.1. La organización económica internacional y la OEI

A menudo discutimos sobre temas cuyo significado no es el mismo para todos. Tenemos en

mente un concepto que no se corresponde con el de nuestros interlocutores, lo que dificulta

el debate sosegado, la crítica rigurosa y, en su caso, el consenso y la obtención de

conclusiones compartidas. Todo ello entorpece la convivencia y hace más difícil nuestra

comprensión de la realidad, particularmente ante asuntos complejos, de gran amplitud y

susceptibles de enfoques ideológicos distintos, como sucede en el ámbito de las relaciones

internacionales.

Con el fin de aclarar lo mejor posible el ámbito de estudio cubierto por este libro conviene

realizar algunas precisiones terminológicas previas. Los diez capítulos que lo componen se

van a centrar en el estudio de la organización económica internacional, recurriendo

fundamentalmente al enfoque analítico propio de una disciplina académica denominada

Organización Económica Internacional (OEI). Para esta última reservaremos el uso del

acrónimo y de las letras mayúsculas, por tratarse de un nombre propio que denomina una

asignatura incluida en la licenciatura de Economía o Ciencias Económicas.

Por el contrario, utilizaremos el mismo término con minúsculas (organización económica

internacional) cuando hagamos alusión al objeto de estudio específico de la disciplina

denominada OEI. Dicho objeto de estudio coincide en buena medida con lo que

tradicionalmente se conoce como relaciones económicas internacionales. El enfoque

académico específico de la OEI pone el énfasis en aquellas relaciones económicas

internacionales que se desarrollan sobre una base institucionalizada, es decir, en aquellas

relaciones internacionales que se encuentran reguladas por los principales organismos

internacionales de carácter económico y de alcance cada vez más global o mundial, como

el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del

Comercio.

Para algunos estudiosos del tema puede resulta exagerado referirse a la existencia de una

organización económica internacional, porque ese término transmite la idea de un orden

2

mundial basado en unas normas estables y generales y en unas instituciones u organismos

mundiales que regulan las relaciones internacionales. Pero lo cierto es que esas normas o

reglas existen, aunque su carácter no sea universal ni definitivo y aunque a menudo

podamos discrepar sobre determinados aspectos de su contenido. Además, el alcance y el

contenido de los sistemas de normas y reglamentaciones que rigen la organización

económica internacional han ido ampliándose con el paso del tiempo, en un intento de

adaptarse a los cambios del proceso de internacionalización y globalización de las

relaciones económicas en el mundo.

Nuestro trabajo científico debe empezar por conocer el origen y el funcionamiento del

modelo de relaciones económicas internacionales actualmente vigente, para posteriormente

ofrecer, cuando sea posible, una crítica y, en su caso, unas alternativas sólidamente

fundadas. Dicho de otro modo, nuestra opinión sobre las características y las consecuencias

del orden, o del desorden, existente en las relaciones económicas internacionales no debe

impedirnos estudiar con rigor la formación y desarrollo de los organismos internacionales

que regulan la economía mundial. Esa es la tarea fundamental de la OEI: analizar el papel

de los organismos económicos internacionales en la economía mundial; conocer su

funcionamiento, sus objetivos y las posibilidades de acción que ofrecen; y valorar en qué

medida los organismos multilaterales puedan ayudar a resolver los principales problemas

de la economía mundial.

Por ello, las páginas que siguen se centrarán en el estudio de aquellas relaciones

económicas internacionales cuyo desarrollo se debe a la existencia de instituciones y

organismos mundiales, esencialmente económicos, ya sean de carácter comercial,

financiero, de cooperación o de integración económica. Las referencias a los principales

organismos económicos en los que se apoya el sistema de relaciones internacionales se

realizarán desde una perspectiva histórica, si bien la atención se centrará en comprender su

situación actual y el papel que desempeñan en la economía mundial.

Es bien conocido que las relaciones económicas internacionales están sometidas a un

creciente proceso de internacionalización, o globalización, que es como se denomina

actualmente a la profundización y extensión del proceso histórico de internacionalización

económica. Aunque la globalización abarca múltiples aspectos de las relaciones

internacionales, es habitual identificarla con la creciente apertura y liberalización de las

3

relaciones económicas, lo que ha afectado en particular al comercio mundial y más

recientemente, con especial intensidad, a las finanzas internacionales. Sin embargo, el

proceso de globalización o de internacionalización de las relaciones económicas a escala

mundial se inició con la apertura de nuevas rutas comerciales en el siglo XV y experimentó

un cambio cualitativo decisivo en el siglo XIX, tras la revolución industrial.

Posteriormente, durante los siglos XIX y XX, hemos asistido a una expansión continua,

aunque irregular, de la internacionalización de las economías. En la actualidad, el progreso

técnico aplicado a la producción, los transportes, las comunicaciones y el sector financiero

ha marcado el inicio de una nueva etapa en la historia de la internacionalización, bautizada

como la era de la globalización. Esa nueva etapa, que comenzó en los años 70, ha adquirido

rasgos propios en la década de los 90 y seguirá experimentado transformaciones decisivas

en los próximos años.

Para entender el actual proceso de globalización económica es indispensable conocer el

papel que han desempeñado los organismos internacionales creados tras la II Guerra

Mundial. Esta será una de las tareas fundamentales de las páginas siguientes. Aunque la

globalización ha modificado las tareas tradicionalmente desempeñadas por esos organismos

internacionales, sus objetivos, sus funciones y sus formas de actuación apenas han

cambiado en los últimos años. De hecho, una parte importante de las críticas que reciben

los organismos internacionales aluden a su escasa adaptación al contexto actual de la

economía mundial1. Algunas opiniones más radicales mantienen, incluso, que los actuales

organismos multilaterales deberían desaparecer, puesto que son la base de un sistema de

relaciones internacionales insostenible, además de injusto.

Es fácil entender que los organismos económicos internacionales se hayan convertido en el

centro de las críticas de quienes apuestan por unas relaciones internacionales radicalmente

distintas2, dado que desempeñan una tarea fundamental en el mantenimiento del actual

orden económico mundial. Aunque existan discrepancias sobre la naturaleza, alcance,

1 Berzosa (1994, en De la Iglesia, 1994, p. 244), ya se refería a esa “falta de transformaciones en

profundidad” de los organismos internacionales con motivo de sus primeros 50 años de existencia. Véase

también Berzosa, Bustelo, De la Iglesia (1996). 2 El auge de los movimientos antiglobalización refleja la opinión de diversos colectivos (no sólo los

antisistema) sobre los organismos internacionales y el orden mundial. Aunque el desconocimiento y la

demagogia están muy presentes en el discurso dominante, también existen críticas rigurosas a la

globalización y planteamientos muy útiles para comprender el proceso general de internacionalización

económica. Véanse Martínez González-Tablas (2000), Palazuelos (1998) y referencias en el capítulo 7 de

este libro.

4

objetivos e instrumentos de los organismos económicos internacionales, conviene aclarar

dos cuestiones previas. En primer lugar, los organismos internacionales sólo regulan

aquellos aspectos de la economía mundial contemplados en su mandato y en sus

documentos constitutivos: no se les puede responsabilizar de todos los males que aquejan a

la economía mundial, puesto que no forman parte de un hipotético gobierno mundial. En

realidad, los responsables finales del funcionamiento de los organismos internacionales son

sus países miembros, aunque indudablemente unas naciones tienen más influencia que

otras. En segundo lugar, un mundo crecientemente globalizado necesita instituciones y

normas internacionales adecuadas. Sin los organismos internacionales la situación de la

economía mundial sería indudablemente peor.

Las discrepancias y los diferentes enfoques doctrinales sobre la naturaleza de las relaciones

internacionales se producen en un ámbito de las ciencias sociales que está abierto de

manera natural al debate. Es más, los análisis sobre esos temas han de ser necesariamente

plurales, en consonancia con el carácter multidisciplinar de las relaciones internacionales.

A mitad de camino entre la economía, la ciencia política y el derecho internacional, la OEI

es una rama de la economía internacional, que se apoya en los estudios de comercio y de

financiación internacional y recoge otras aportaciones, como los análisis teóricos y

empíricos sobre el funcionamiento de diversas formas de cooperación y de integración, y

sobre el papel desempeñado por las instituciones que lideran esos procesos3. Sin embargo,

ese interés preferente de la OEI por estudiar los aspectos institucionales no debe hacernos

perder de vista el propósito fundamental de nuestra tarea investigadora, que consiste en

comprender los fundamentos de las relaciones económicas internacionales y valorar sus

límites y posibilidades. Para ello, nuestra visión de la economía mundial debe incluir,

también, el análisis de los elementos estructurales que ejercen una mayor influencia en las

relaciones económicas internacionales y determinan su carácter e implicaciones.

Las relaciones económicas entre los países afectan cada vez en mayor medida a sus

respectivos sistemas económicos internos, hasta el punto de que los gobiernos encuentran

dificultades crecientes para controlar su inserción en la economía mundial. Además, no

todos los agentes privados y públicos que operan en la economía mundial tienen la misma

3 Aún limitando el ámbito analítico de la OEI a los fenómenos económicos, las relaciones internacionales tienen

un fuerte componente político y social, diplomático y cultural, estratégico y a veces bélico, como corresponde a

los procesos de cooperación y de enfrentamiento entre los hombres y entre las naciones a lo largo de la historia.

5

fuerza ni utilizan los mismo métodos. Los gobiernos de los países más desarrollados y las

empresas multinacionales más poderosas ejercen un protagonismo mayor en la economía

mundial. Los organismos internacionales no son ajenos a esa circunstancia, al igual que no

pueden desvincularse del contexto histórico en el que actúan. Esa es una de las razones que

convierten los estudios de estructura económica mundial y de economía mundial en bases

fundamentales sobre la que levantar y enriquecer los análisis de carácter institucional

propios de la OEI. Conocer la estructura económica que subyace bajo el sistema de

relaciones internacionales es un paso necesario para apreciar mejor los elementos

esenciales de la organización económica internacional4. Entre esos elementos de la

organización económica internacional, la disciplina académica denominada OEI comienza

estudiando las etapas, los agentes y los procesos más relevantes de la economía mundial,

como veremos a continuación.

1.1.2. Origen y alcance de la OEI como disciplina académica

En España, los primeros enfoques académicos de OEI tuvieron como protagonistas a los

profesores Varela5 y Muns6. Más allá de nuestras fronteras, el estudio sistemático de las

relaciones internacionales se inició hace al menos un siglo. En concreto, Joaquín Muns

señala el inicio de la I Guerra Mundial (1914-1918) como el momento en “que empieza el

periodo de estudio de la organización internacional desde un ángulo teórico”, y sugiere que

antes de 1914 los estudios de OEI parecían tener dos características básicas. Por una parte,

esos estudios carecían de un cuerpo teórico consistente, es decir, se basaban en la obra de

pensadores individuales, más que en desarrollos teóricos formalizados sobre los aspectos

relativos al orden internacional. Por otra parte, se inspiraban en los planteamientos

idealistas sobre las relaciones internacionales, lo que equivale a afirmar que los autores de

las aportaciones más relevantes en materia de relaciones internacionales expresaban

fundamentalmente su voluntad y sus deseos sobre el orden mundial, si bien sus opiniones

fueron evolucionando progresivamente desde esas posiciones idealistas hacia

planteamientos más realistas. De hecho, tras el auge de los nacionalismos, del colonialismo

4 Los estudios de estructura económica mundial suelen prestar mayor atención al funcionamiento de la

economía internacional desde una perspectiva global. La OEI se centra preferentemente en el

funcionamiento de los organismos económicos internacionales y ha ido ganando peso como disciplina a

medida que se han institucionalizado las relaciones económicas internacionales tras la II Guerra Mundial. 5 Manuel Varela Parache, Catedrático de la Universidad Complutense, y Félix Varela Parache, Catedrático

de la Universidad de Alcalá (véanse referencias bibliográficas al final de esta obra). 6 Joaquín Muns, Catedrático de la Universidad de Barcelona. Véase Muns (1977, introducción). También

Muns (1991, en Varela, 1991, p. 42).

6

y de los enfrentamientos entre Estados soberanos en el siglo XIX, surgió y se extendió el

realismo, como modelo de análisis político aplicado al estudio de la organización

internacional.

Con anterioridad, en los siglos XVII y XVIII aparecieron las obras de filósofos y

pensadores como Penn, Bellers y Saint-Pierre, cuya preocupación esencial consistía en

aportar elementos que contribuyeran a evitar las constantes guerras entre las naciones y a

controlar las alianzas internacionales. Esos autores consideraban factible alcanzar la paz

mediante un esfuerzo colectivo y, para ello, proponían distintos esquemas de cooperación

entre las naciones. Esa misma línea de pensamiento continuó con Rousseau, quien insistía

en la necesidad de buscar una solución institucionalizada a los problemas internacionales,

aunque su visión adoptara tintes de claro pesimismo al reconocer la incapacidad de las

uniones políticas para frenar las guerras. Todo ello nos conduce directamente al origen y al

punto neurálgico de la cooperación internacional: el objetivo de evitar los enfrentamientos

bélicos. Sobre este tema, por paradójico que hoy pueda resultar, los planteamientos

filosóficos de Kant no se orientaban claramente por favorecer la cooperación frente a las

guerras, puesto que, en su opinión, la competencia entre las naciones podía ayudar a

resolver los asuntos internacionales7.

Al referirse al origen de la OEI como disciplina académica, el profesor Muns señala que

esos autores pioneros basaron sus reflexiones en sus ideas sobre cómo debería ser el

mundo, más que en el análisis objetivo de la realidad. Con los graves conflictos

internacionales de la primera mitad del siglo XX fueron abandonándose las concepciones

idealistas sobre los Estados y las relaciones internacionales. Se inició un periodo de mayor

realismo y comenzó a admitirse que la existencia de organizaciones internacionales era útil

para solucionar pacíficamente los problemas entre los Estados soberanos, que se habían

convertido en los protagonistas esenciales de las relaciones internacionales. Ello supuso un

gran avance para las relaciones internacionales, puesto que permitió el surgimiento de

instituciones mundiales e hizo posible el estudio de sus objetivos y funcionamiento, lo que

abrió el camino a la OEI.

7 La competencia entre las naciones no debía suprimirse. Por fortuna, con el paso del tiempo, esa

competencia se ha centrado en aspectos económicos, dejando los episodios bélicos como algo cada vez más

anacrónico, lo que no impide la existencia de múltiples conflictos bélicos y guerras de amplio alcance (como

la de Irak).

7

La aportación de Pitman B. Potter supuso el verdadero inicio de los análisis teóricos sobre

la organización internacional8, ya que en ella convergieron la evolución de una realidad

compleja (la organización internacional) y la propuesta de un método científico destinado a

aprehenderla (el realismo político). Su aproximación, más jurídica que política, estuvo

marcada por la creación en 1920 de la Sociedad de Naciones, de acuerdo con lo establecido

en el Tratado de Versalles, que puso fin a la I Guerra Mundial. La finalidad de la Sociedad

de Naciones consistía en ayudar a resolver de manera amistosa los litigios internacionales.

Funcionó hasta 1946, fecha en que fue reemplazada por Naciones Unidas. Ese relevo

denota el papel pionero que ejerció la Sociedad de Naciones en la formación de un sistema

de relaciones internacionales que ha llegado hasta nuestros días.

La obra de P. B. Potter fue decisiva para consolidar la idea de que las organizaciones

internacionales son fundamentales para cumplir dos objetivos. Primero, frenar las políticas

y acciones de uno o más países que resulten perjudiciales para otras naciones. Segundo,

completar aquellas políticas nacionales capaces de mejorar el orden internacional en su

conjunto. La necesidad de establecer una cooperación activa, basada en un sistema de

instituciones y procedimientos, u organización internacional, proporcionó la base

institucional para los estudios de relaciones internacionales y de OEI. En primer lugar,

porque el apoyo de las instituciones era un elemento esencial para el normal desarrollo de

las relaciones internacionales en su conjunto. En segundo lugar, por la convicción de que la

cooperación internacional facilitaba el objetivo final de salvaguardar la paz y la integridad

de los países.

Esas ideas básicas de Potter se completaron con los análisis más marcadamente políticos de

Morgenthau, en 1948, y de Claude, en 19569. Ese último autor consideraba que para un

país era más importante la defensa de sus intereses específicamente nacionales que la

cooperación que pudiera prestar en favor del mantenimiento del orden internacional en su

conjunto. De una forma más o menos explícita esa idea ha tenido y tiene numerosos

seguidores. Otros autores han apostado, por el contrario, por dar primacía al orden

internacional como requisito para la prosperidad de las naciones. Entre ellos pueden

8 Potter, Pitmat Benjamin (1948): An Introduction to the Study of International Organization. Appleton-

Century-Crofts, N. York and London (edición revisada y ampliada). Potter fue Professor of International

Law. Véanse referencias en: Muns (1991, p. 44). El enfoque realista pone el énfasis en los Estados como

protagonistas de la OEI. Véase también Revuelta (1996) y Mariscal (2003). 9 Revuelta (1996, p. 41).

8

destacarse diversas aportaciones de marcada vocación internacionalista, algunas de las

cuales derivaron hacia las tesis funcionalistas e institucionalistas que después de la II

Guerra Mundial servirían de base para el inicio de la integración europea (como veremos

en el capítulo 9).

En 1943, David Mitrany10 ya había esbozado lo que más tarde llegó a conocerse como

funcionalismo. En su opinión, para superar las guerras era preciso unir a los países, no

mediante la yuxtaposición territorial, sino a través de funciones, “que serán desempeñadas

por instituciones internacionales a las que se transferirán progresivamente las lealtades

nacionales que dividen a los hombres de forma tan sangrienta”11. La estrategia

funcionalista, seguida con particular pragmatismo por Jean Monnet12 para lanzar la

integración europea, resultaba factible si la transferencia de lealtades tenía un carácter

técnico, separado del contenido político, en el cual los gobiernos eran más reacios a ceder

capacidades de decisión más allá de sus fronteras. El resultado debía llevar al

establecimiento de una red de actividades y organizaciones internacionales capaces de

superponerse a las divisiones nacionales y de preparar los fundamentos de una autoridad

política única o de una asociación política más estrecha. En resumen, la adopción de

estrategias funcionalistas por parte de los países debía facilitar la realización de tareas

compartidas entre los distintos gobiernos y debía hacer más comunes los hábitos entre los

pueblos, “hasta llegar a hacer que las fronteras pierdan su sentido a base de superarlas con

el crecimiento de actividades y agencias internacionales comunes”, como señalaba

Mitrany, anticipándose al planteamiento institucional y funcionalista de Monnet.

Conviene reflexionar, aunque sea muy brevemente, sobre el significado y alcance del

término frontera y muy especialmente sobre la pérdida de vigencia que su acepción más

tradicional ha experimentado en nuestros días13. Puesto que la globalización supone un

golpe definitivo a la funcionalidad real de las separaciones de carácter político delimitadas

por las fronteras14, deberíamos preguntarnos sobre la conveniencia de que los organismos

10 Mariscal (2003, p. 131). Mitrany, D. (1975), The Funtional Theory of Politics, Londres, Martín Robertson. 11 Muns (1991, p. 47). Mitrany, D. (1966), A Working Peace System, Chicago, Cuadrangle Books. 12 Monnet fue la figura central de los denominados padres fundadores de la UE. Véanse referencias en Nieto

(2001). 13 José Luis Sampedro, “Desde la frontera”, 2-6-1991, Discurso en la Real Academia Española. 14 La integración europea, tal y como sugería la estrategia funcionalista de Monnet, se basa en la

desaparición de fronteras internas, empezando por las económicas. Véanse Pelkmans (1997) y Nieto (2001).

9

internacionales adquieran ciertas funciones de alcance mundial en materias como el libre

tránsito de personas o de información, cuya situación no está exenta de controversia en el

actual contexto de globalización. El problema reside, obviamente, en delimitar el

contenido, el alcance y los instrumentos necesarios para ejercer esas nuevas funciones,

aspectos que difícilmente podrán consensuarse sin revisar simultáneamente algunos asuntos

esenciales del actual orden mundial. Por ello, cuestionar el carácter de los planteamientos

que subyacen tras el concepto tradicional de Estado nacional resulta esencial para analizar

con el mayor rigor e interés posible los fundamentos de la OEI. Asimismo, preguntarse

sobre los límites actuales de los Estados tradicionales es muy útil para el estudio de la

integración económica, cuya esencia se basa precisamente en la superación de las fronteras

nacionales para construir entre los países implicados un espacio de integración común. Los

avances experimentados por la integración económica internacional constituyen, como

veremos en el capítulo 8, uno de los rasgos más característicos de la economía mundial en

nuestros días. Aunque las transformaciones de la economía mundial van unidas a una

constante superación de las fronteras nacionales (o fronteras tradicionales), los gobiernos

no renuncian a controlar sus límites jurisdiccionales ni los flujos de personas, bienes y

servicios. Sin embargo, esas formas de control cada vez tienen menos impacto sobre las

transacciones económicas, comerciales y financieras15, puesto que las grandes empresas

multinacionales no se ajustan de un modo claro a los límites jurisdiccionales de los

Estados. La globalización ha reforzado el papel de algunos agentes económicos, como las

multinacionales, y ha potenciado determinados procesos internacionales, como la

integración económica. Esos cambios afectan a las fronteras nacionales y al papel de los

organismos internacionales en la economía mundial, aspectos, ambos, que no se han visto

favorecidos con los cambios recientes de la globalización.

Pero volvamos al origen de la OEI. Autores, como Levi, Guetzkow, Haas, Schmitter,

Myrdal y Tinbergen continuaron la línea de estudio iniciada por Mitrany y por Monnet.

Con ellos, las tesis funcionalistas han evolucionado hacia el neofuncionalismo, cuya

aportación específica consiste en centrar la atención en los elementos evolutivos y

dinámicos de los procesos institucionales, abordando éstos en su más amplia concepción

social, política y económica. Por ello, como señala Joaquín Muns, el funcionalismo y el

15 Martínez González-Tablas (2000) y Martínez González-Tablas (2003).

10

neofuncionalismo han permitido a la OEI estudiar desde nuevas perspectivas la

“constelación de influencias y grupos de presión que determinan la evolución de la

organización internacional”.

Otros autores, desde planteamientos radicalmente distintos, también han realizado

aportaciones destacadas a la OEI como disciplina académica. Ese es el caso de algunos

autores marxistas. Pese a reconocer la existencia de tendencias muy diversas capaces de

contrarrestar la dinámica capitalista, la mayor parte de los autores de tradición marxista han

considerado al capitalismo como un modo de producción en expansión, que tiende a ocupar

todo el espacio que le circunda (imperialismo) y que, por lo tanto, se apropia y se sirve de

las superestructuras organizadas para ese fin (instituciones internacionales). Los enfoques

marxistas analizan la economía mundial como un sistema interdependiente, si bien la

interdependencia adopta casi siempre formas desequilibradas de dependencia. Algunos

autores marxistas consideran los vínculos de dependencia y subordinación como principios

reguladores básicos de las relaciones internacionales. Otros ofrecen una visión global del

funcionamiento del capitalismo, aunque se centren en sus aspectos financieros (la

manifestación más rotunda de la globalización) o en sus aspectos productivos o

comerciales (a través del estudio de las empresas multinacionales). Gran parte de las ideas

y de los análisis generales sobre la globalización proceden de autores que, pese a sus

diferentes planteamientos, pueden considerarse de inspiración marxiana; este es el caso de

los trabajos sobre la economía política de la globalización y sobre el sistema económico

mundial16.

Además, otros estudiosos de la OEI han encontrado nuevas líneas de investigación teórica

y práctica gracias a la aparición de los fenómenos de integración internacional activados en

los años 60. Tras la entrada en funcionamiento de los tratados constitutivos de las

Comunidades Europeas, hoy Unión Europea (UE), los estudios de OEI, que hasta entonces

se habían centrado fundamentalmente en el funcionamiento de los organismos

internacionales, extendieron su temática al ámbito de la integración. Por otra parte, a partir

de los años 70 los estudios sobre los efectos de la crisis económica internacional ampliaron

16 Esos trabajos están contribuyendo a consolidar programas investigadores muy útiles para la comprensión

del complejo funcionamiento de la economía mundial, si bien su lógica preocupación por el análisis de los

procesos de producción y distribución va más allá del estudio de los problemas relativos a las relaciones

internacionales de carácter institucionalizado que constituye el centro de atención de la OEI. Sobre la

economía política de la globalización y el sistema capitalista mundial pueden verse Martínez González-

Tablas (2000); Martínez Peinado y Vidal-Villa (1995).

11

el campo analítico de la OEI hacia la internacionalización económica y sus consecuencias.

Ambos fenómenos, integración e internacionalización, han cobrado nuevo auge en los años

90 gracias al avance experimentado por la Unión Europea y a las aportaciones propias de

los estudios sobre la globalización.

1.2. Contenidos y enfoques teóricos de los estudios de OEI

Como propuesta sintética, José Manuel Revuelta17 define el Orden Económico

Internacional como “el conjunto de normas que regulan las relaciones económicas

internacionales”. Para ello, toma como punto de partida la definición previa de Dominique

Carreau, quien desde una perspectiva jurídica señala que “el Orden Económico

Internacional es el conjunto coherente de reglas jurídicas orientadas en función de

finalidades políticas, económicas y sociales del sistema”, pero matiza que ese concepto

debe ser esencialmente dinámico para reflejar la realidad económica y, especialmente, sus

constantes transformaciones.

J. M. Revuelta también recuerda que lo esencial para los estudios de OEI deben ser las

normas o reglas mediante las cuales las organizaciones internacionales regulan las

relaciones económicas en el mundo, aunque también debe ser fundamental “conocer las

características de dichas normas y quién ejerce mayor poder en su diseño y

funcionamiento”. De ese modo, la multiplicidad creciente de relaciones entre países otorga

un interés mayor a la OEI, puesto que las interrelaciones entre naciones y entre agentes

económicos en el mundo tienen cada vez un contenido más profundo, diverso y extenso.

Sin embargo, no todas las organizaciones tienen los mismos niveles de competencias ni

aplican normas de características similares. Además, dentro de los organismos

internacionales los métodos de funcionamiento difieren y los países, auténticos

protagonistas de la mayor parte de las decisiones finales, no tienen en todos los casos la

misma capacidad de decisión. El poder económico, político o demográfico suele

condicionar la presencia y la capacidad de presión de cada país en las relaciones

internacionales. Como resultado, las potencias hegemónicas y sus grupos de presión suelen

controlar los aspectos básicos de los organismos mundiales, así como la aplicación de sus

decisiones. Su poder se impone, incluso cuando en esas decisiones prevalece el principio

17 Revuelta (1991, en Varela, 1991, p. 60).

12

general de igualdad soberana entre Estados.

En los estudios de OEI es frecuente distinguir cuatro modalidades de cooperación

internacional, ordenadas de menor a mayor intensidad y complejidad. Las tres primeras se

refieren a fenómenos esencialmente cooperativos. La cuarta, denominada integración

económica, se refiere a procesos que incluyen simultáneamente fenómenos cooperativos e

instrumentos de naturaleza integradora18. Esas cuatro modalidades son:

a) La acción común. Mediante una acción común varios Estados deciden actuar de común

acuerdo, por un periodo de tiempo limitado, con la finalidad de alcanzar un objetivo

determinado. Esa acción suele conducir a un pacto o alianza de carácter temporal entre

dos o más países.

b) La reunión internacional. Es un modo de colaboración por el cual varios países envían

representantes nacionales a una reunión internacional convocada con el objetivo de

alcanzar un acuerdo sobre algunos aspectos concretos. Las reuniones internacionales

pueden conducir a conferencias o congresos internacionales y puede dar lugar a

procesos organizativos o integradores más amplios.

c) La organización internacional. Supone un avance importante sobre la acción común o

de la reunión internacional, puesto que requiere dos condiciones. Primera, la creación

de un órgano permanente, ya sea deliberatorio o legislativo. Segunda, la existencia de

un tratado o convención, cuyo contenido debe ser más amplio que el de un simple

reglamento, puesto que debe garantizar el funcionamiento de la propia organización

internacional.

d) La integración económica. Implica la creación de un espacio económico supranacional,

formado por las economías de los países que deciden integrarse de un modo parcial o

total. La integración se basa en la supresión de algunas fronteras económicas entre los

países que así lo acuerdan, al tiempo que levantan juntos nuevas barreras económicas

frente al resto del mundo. En sus fases más simples, como son los acuerdos

comerciales, la integración es básicamente una modalidad cooperativa. Pero en sus

fases más avanzadas, como lo demuestra el ejemplo de la Unión Europea, la integración

18 Como se explicará en el capítulo 8, la integración económica, en sus fases más avanzadas, se convierte en

un fenómeno distinto de la cooperación puesto que implica transferencia de soberanía a las instituciones

comunes creadas, así como la asunción de las decisiones que emanen de esas instituciones. Por el contrario,

en sus fases más simples, la integración es un proceso de naturaleza esencialmente cooperativa. De ahí surge

la ambigüedad en la clasificación de esta cuarta modalidad. Véase Nieto (2001). Revuelta analiza las

aportaciones de Bowett, Bennet y Dehouse y toma de este último las cuatro modalidades de cooperación

referidas. Revuelta (1966, pp. 39 y 45). Véase también Muns (1977, p. 7).

13

es un fenómeno más amplio y complejo que la cooperación internacional, puesto que se

basa en la creación de instituciones comunes capaces de ejercer una autoridad

supranacional sobre un espacio común formado por los países involucrados en el

proceso integrador.

El análisis de la lógica común que comparten las cuatro modalidades mencionadas ayuda a

entender por qué la OEI trata en particular los fenómenos cooperativos, con especial

énfasis en la cooperación multilateral, y también aborda el estudio de los procesos de

integración económica. Estos últimos han cobrado auge en las últimas décadas y, en

consecuencia, se han incorporado más recientemente a los estudios tradicionales de OEI.

Desde esa perspectiva, Francesc Granell19 define la OEI como “el conjunto de reglas,

instituciones y prácticas creadas y aceptadas por la comunidad internacional para la

regulación, sostenimiento y desarrollo de los intercambios internacionales”. Así entendida,

la OEI tiene una base claramente interdisciplinar, jurídica, política, económica, y debe

tomar en consideración otros ámbitos como el sociológico, el histórico o el geográfico. Su

método debe compatibilizar la reflexión acerca de los objetivos perseguidos por las

instituciones internacionales y el análisis sobre las variables que determinan su

configuración, funcionamiento y resultados. Esa metodología se ha aplicado

tradicionalmente a la cooperación internacional y se ha extendido más recientemente a la

integración económica, ampliando con ello la base analítica de la OEI a medida que ambos

fenómenos han cobrado auge en la organización económica internacional.

Los estudios de OEI pueden basarse en teorías de muy distinto rango, entre las que cabe

mencionar las siguientes: a) las teorías basadas en el determinismo geográfico; b) las

teorías basadas en el idealismo frente al realismo; c) las teorías funcionalistas; d) los

enfoques teóricos sobre la dinámica de sistemas; e) las teorías basadas en la

interdependencia; f) las teorías sobre los regímenes políticos. La OEI también recurre con

frecuencia a desarrollos teóricos característicos de las aportaciones institucionalistas, y con

menor frecuencia a los enfoques teóricos estructuralistas, dependentistas y marxistas. A

modo de síntesis, Revuelta considera que los fundamentos teóricos de la OEI pueden

clasificarse en tres grandes corrientes de pensamiento, denominadas realista, funcionalista

19 F. Granell es catedrático de OEI en Barcelona. Véase referencia en Revuelta (1996, p. 38). También

Granell (1991, en Varela 1991, pp. 205-222).

14

y radical20.

El enfoque realista destaca la acción del Estado (término que frecuentemente se identifica

con país o nación) como el centro de las decisiones y el protagonista internacional de

primera importancia. Desde esta concepción, las organizaciones internacionales permiten

mejorar las relaciones entre los países, puesto que armonizan intereses contrapuestos

mediante procedimientos pacíficos. Para el enfoque realista lo esencial son los Estados, o

países, puesto que ejercen un papel vital en el funcionamiento de las organizaciones

internacionales y sobre ellos recae finalmente la responsabilidad del orden internacional21.

Las teorías funcionalistas y neofuncionalistas consideran que las organizaciones

internacionales deben funcionar como mecanismos dinámicos, dotados de una cierta

autonomía con respecto a los países que las integran, puesto que su ámbito competencial es

de carácter supranacional. Desde esa perspectiva, la transferencia de capacidad de decisión

nacional a los organismos internacionales debe servir para canalizar los conflictos entre

países o Estados, y entre grupos de presión, evitando confrontaciones violentas. Con ello,

las instituciones internacionales recogen y canalizan intereses diversos en beneficio del

interés común. Esa visión pragmática de las teorías funcionalistas y neofuncionalistas es

compartida por el institucionalismo y es la base de los desarrollos teóricos y políticos en

favor de la integración económica.

En los planteamientos radicales se sitúan los autores marxistas, estructuralistas y

dependentistas. Aunque en muchos casos existen diferencias notables entre los

planteamientos de unos y otros, lo más frecuente es que compartan los mismos postulados

básicos en materia de relaciones internacionales. En concreto, marxistas, estructuralistas y

dependentistas parten del hecho de que los mercados exteriores son una necesidad del

sistema capitalista. Para acceder a esos mercados y controlarlos deben crearse

superestructuras que garanticen un determinado orden internacional. Esa tarea la pueden

desempeñar los organismos internacionales, por lo que a menudo se convierten en

instrumentos al servicio de los agentes más poderosos del sistema capitalista. Algunos

autores mantienen posiciones muy escépticas frente a la transformación en profundidad del

20

Revuelta (1996, p. 40). Cuenca (2004, pp. 6-7) al referirse a los estudios de OEI prefiere hablar de

enfoques marxista, institucionalista y estructuralista. 21 El realismo rechaza la idea de que la creación de instituciones suponga un recorte de la soberanía nacional

de los Estados. Mariscal (2003, p. 211).

15

sistema económico mundial, mientras que otros defienden la posibilidad de reformar el

papel de las instituciones internacionales para que actúen como auténticos reguladores de

las relaciones internacionales22.

1.3. Antecedentes y tipología de las organizaciones internacionales

A lo largo del siglo XIX se fue haciendo patente en Europa la necesidad de construir una

asamblea permanente de Estados soberanos como forma de facilitar la paz entre las

naciones. Las conferencias internacionales que se celebraron a partir del Congreso de

Viena (1814-1815) respondían, de modo embrionario, a la idea de poner en funcionamiento

un sistema de organización internacional23, puesto que los gobiernos de las grandes

potencias europeas percibieron la conveniencia de celebrar de manera periódica encuentros

de alto nivel.

Al concluir la I Guerra Mundial nació la Sociedad de Naciones, cuyo Pacto fue firmado el

28 de abril de 1919 y quedó integrado en el Tratado de Paz de Versalles. Con anterioridad,

en las décadas finales del siglo XIX24 fueron estableciéndose diversas comisiones

sectoriales o especializadas cuyas características y funcionamiento constituyen los

antecedentes de las actuales instituciones internacionales. Las más importantes fueron las

comisiones de navegación fluvial, especialmente la Comisión Central del Rhin, que había

sido creada en 1814, y la Comisión Europea del Danubio, establecida en 1856. Con el paso

de los años, la cooperación internacional fue extendiéndose desde el ámbito fluvial a otras

parcelas sociales y económicas, como el comercio, las comunicaciones, la sanidad o la

investigación. Así nacieron la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Unión Postal

General (1874), la Unión Internacional para la Explotación del Mar (1902), la Oficina

Internacional de la Salud Pública (1909), o la Oficina de Pesas y Medidas (1914). Sin

embargo, la proliferación de estos organismos de cooperación no garantizó un mejor

funcionamiento de las relaciones internacionales, puesto que ese objetivo requería la

22 Las teorías de la dependencia prestan gran atención a las relaciones entre países desarrollados y

subdesarrollados, considerando a éstos últimos países dependientes (o periféricos) de los primeros (o países

centrales). Véase Martínez y Vidal (1995). Otros autores ponen el énfasis en el papel de los agentes

económicos privados, especialmente las empresas multinacionales, cuya influencia en las relaciones

económicas se considera tan importante o más que la de los Estados, como se expondrá en el capítulo 7. 23 Revuelta (1996, p. 43). En 1867, el jurista escocés James Lorimer utilizó de manera pionera el término

organización internacional. En los años siguientes tuvieron lugar sucesivas reuniones y conferencias, la

última de ellas celebrada en Londres durante 1912 y 1913 para poner fin a la guerra de los Balcanes. 24 Muns (1977, p. 10). Potter (1948), ob. cit.

16

existencia de un marco institucional con reglas fiables y respetadas por todos, y no sólo un

aumento del número de organizaciones existentes.

Con el fin de establecer una tipología que resulte adecuada para nuestros estudios de OEI,

podemos clasificar los organismos internacionales según su contenido, carácter,

composición y finalidad. De ese modo, resulta posible referirse a los organismos

internacionales de acuerdo con las siguientes pautas:

- En función de su contenido podemos diferenciar los “organismos económicos

internacionales” de los restantes organismos que no tienen un contenido

específicamente económico.

- Según su carácter, los organismos y organizaciones internacionales pueden

diferenciarse en públicos y privados. Entre estos últimas figuran las ONG u

Organizaciones No Gubernamentales, así como otras muchas organizaciones privadas

con ánimo de lucro, en particular las que funcionan como grupos de presión económica

y política.

- Según su composición geográfica se pueden considerar las organizaciones de carácter

universal y las organizaciones internacionales, asumiendo que éstas últimas tienen un

alcance geográfico más limitado. Incluso, muchas organizaciones y organismos

internacionales tienen carácter regional, puesto que están integrados por países de un

mismo área, como es el caso de los organismos de integración económica regional.

- Según su finalidad es posible diferenciar las organizaciones de carácter general o

global, de aquellas otras que se consideran especializadas o de carácter sectorial.

También puede abordarse el estudio de las organizaciones internacionales analizando cómo

se organizan sus poderes legislativo, ejecutivo, judicial y presupuestario, así como los

restantes aspectos relativos a su funcionamiento. Las características y formas organizativas

que adoptan cada uno de esos poderes permiten conocer mejor las funciones y la

potencialidad de los organismos económicos internacionales25.

El poder legislativo de una organización intergubernamental se encuentra centralizado

normalmente en el órgano en el que están representados todos los Estados miembros. Las

25 Cuenca (2004, p. 12). Revuelta (1996, p. 35).

17

decisiones se adoptan por consenso o por votación. En este último caso puede haber

ponderaciones muy distintas en el número de votos atribuido a cada Estado miembro.

El poder ejecutivo de las organizaciones internacionales suele recaer en un funcionariado,

dotado por lo general de una Secretaría, cuya sede se encuentra en una ciudad de alguno de

los países miembros. Los funcionarios son funcionarios internacionales que dependen del

Secretario General o del Director, quien a su vez es elegido por los países miembros.

El poder judicial no siempre forma parte de todas las organizaciones internacionales. Sólo

existe en algunas de ellas y suele tener atribuciones muy distintas. Normalmente, los

órganos judiciales se encargan de dirimir diferencias entre los Estados miembros y, en

algunos casos, de proteger a los ciudadanos. Cuando una organización internacional no

dispone de un órgano judicial propiamente dicho, el convenio que la rige dispone los

mecanismos necesarios para la solución de diferencias.

El poder presupuestario puede variar mucho de unas organizaciones a otras. Por lo general,

existe una clara diferencia entre los gastos ordinarios, o de funcionamiento administrativo,

y los gastos extraordinarios, o de financiación de otras actividades complementarias o

comunes. Estos últimos suelen ser variables y, normalmente, se financian con las

aportaciones específicas de aquellos Estados miembros que estén dispuestos a colaborar en

dichos gastos.

Otro criterio para definir las actividades y el funcionamiento de las organizaciones

económicas internacionales es el mandato que reciben. Ese mandato viene recogido en

algunas ocasiones en los tratados fundacionales, mientras que en otras veces es objeto de

negociación entre los países miembros. Por todo ello, podemos concluir que la tipología de

las organizaciones internacionales es amplia y variada. Además, los procesos de

integración y cooperación económica que se han puesto en marcha en los últimos años en

distintas regiones del mundo han creado nuevas formas de organismos internacionales. El

más avanzado de esos procesos, la UE, es un extraordinario ejemplo de cómo el mandato y

el funcionamiento de sus instituciones resultan esenciales para el cumplimiento de los

objetivos comunes establecidos, como se verá en el capítulo 9.

18

1.4. Método de la OEI y orígenes de la actual organización económica internacional

En sus obras sobre el tema, Antonia Calvo26 considera la OEI como una rama

independiente del pensamiento económico, que ha desarrollado una “metodología propia

sobre la manera de interpretar la realidad económica internacional y su estructuración y la

forma de llevar a cabo la docencia en las Universidades”. También señala que

tradicionalmente han existido dos formas de aproximarse a los estudios de OEI: una que

pone mayor énfasis en los aspectos jurídicos (Derecho internacional), y otra que centra su

atención fundamentalmente en los aspectos económicos (Economía internacional). El

enfoque jurídico ha tenido un mayor arraigo en Francia y se ha completado con otros

análisis de carácter sociológico, político y técnico. El enfoque económico, más propio del

Reino Unido, aparece más vinculado a la teoría económica y a los estudios de comercio y

de financiación internacional, sin olvidar su conexión con la estadística y las técnicas

cuantitativas. En las universidades españolas, la OEI también aparece vinculada a los

análisis de Economía Aplicada, Estructura Económica, e Historia e Instituciones

Económicas, así como a los estudios de Derecho Internacional Público.

La metodología de la OEI se ha enriquecido con los análisis relativos a la problemática

específica de las relaciones económicas internacionales, del desarrollo económico, del

medio ambiente, y de la economía de los procesos de integración entre países,

especialmente la UE. Cabe plantearse, incluso, si la OEI es una parte de los estudios de

Economía Mundial y de Estructura Económica Mundial, aunque, ciertamente, la entidad de

cada una de esas materias tiene suficiente consistencia como para mantener tradiciones

docentes e investigadoras propias.

A. Calvo insiste en la importancia de conocer el funcionamiento de la organización

económica internacional como condición cada vez más necesaria para el análisis

económico. Esa importancia de los estudios de OEI puede apreciarse a través del estudio de

cuatro componentes o vectores sobre los que se ha canalizado la expansión de las

relaciones económicas internacionales en las últimas décadas: profundización,

diversificación, globalización e institucionalización. Profundización, porque la

organización económica internacional afecta cada vez en mayor medida a los países del

26 Antonia Calvo es catedrática de OEI en la UNED. Véanse Calvo (1997 y 2001).

19

mundo e influye en un volumen creciente de materias y competencias que afectan a su

soberanía nacional. Diversificación, porque la organización económica internacional se

manifiesta y se implanta en un número cada vez más diversificado de campos y cristaliza

en multitud de formas, desde grupos de presión sólidamente constituidos a foros de

reflexión e intercambio de información. Globalización, porque la organización económica

internacional afecta a un número creciente de naciones y todas ellas deben hacer frente a

problemas comunes y coordinar sus intereses de manera global. E institucionalización,

porque la existencia de una organización económica internacional favorece la creación de

nuevas estructuras organizativas estables que completan la base institucional de la

economía mundial27. Esos cuatro componentes deben ser analizados desde una perspectiva

dinámica, ya que el análisis histórico es parte esencial de la OEI.

Desde esa perspectiva histórica, la economía mundial ha sufrido transformaciones decisivas

en los dos últimos siglos, entre las que destacan los procesos de descolonización, las dos

guerras mundiales, la configuración del mundo en dos grandes bloques antagónicos, o el

surgimiento de la etapa actual de globalización. Aunque la globalización no presenta aún

unas características definidas de manera completa, sí conserva gran parte de los rasgos

básicos que han caracterizado el proceso de internacionalización de la economía mundial

durante el último siglo. De hecho, la globalización ha acentuado el control que ejercen los

países industrializados y las empresas de mayor dimensión sobre el conjunto de las

relaciones internacionales. Ese doble efecto responde, probablemente, a un mismo

fenómeno de centralización y concentración del capital, del poder y de las actividades

económicas, que discurre en paralelo a la expansión de las relaciones económicas a escala

global o planetaria28.

El poder económico y político de los países más desarrollados y de los grupos económicos

de mayor dimensión ha actuado como freno en la adaptación de las organizaciones

económicas internacionales a las nuevas condiciones de la economía mundial. Además, la

actual organización económica internacional es heredera de la situación que existía al

finalizar la II Guerra Mundial, e incluso de los antecedentes que existían antes de esa fecha,

27 La creciente interdependencia de los países y la progresiva internacionalización chocan con la ausencia de

una organización internacional dotada de instituciones capaces de gestionar la globalización. El capítulo 10

recoge a modo de conclusión algunas ideas sobre la necesidad de un nuevo marco regulador de la

globalización. 28 Muchos especialistas coinciden en señalar que una de las grandes aportaciones de Marx consistió en su

formulación de las leyes y regularidades que conducen a la concentración y centralización del capital.

20

por lo que presenta una fuerte inercia a asumir cambios rápidos y profundos en su

funcionamiento. Aunque el orden mundial vigente se ha desarrollado esencialmente en la

segunda mitad del siglo XX, conserva rasgos heredados de las asociaciones gremiales del

final de la Edad Media, de la expansión comercial del Renacimiento y del surgimiento de

las primeras organizaciones económicas de ámbito mundial, en los siglos XIX y XX29.

La I Guerra Mundial dejó constancia de la dificultad existente para establecer unas

relaciones armoniosas entre las naciones de forma espontánea o natural. Esa misma

evidencia cobró nuevos ímpetus tras la II Guerra Mundial, por lo que muchas de las

naciones del mundo decidieron respaldar la creación de un nuevo marco de relaciones

internacionales, basado en la experiencia pionera que había proporcionado la Carta

Atlántica, firmada en 1941 por el presidente norteamericano F. D. Roosevelt y el primer

ministro británico W. Churchill. La Carta Atlántica establecía fundamentalmente objetivos

políticos tendentes a activar un sistema de seguridad general, aunque incluía también

objetivos económicos destinados a estimular el comercio entre EE.UU. y Reino Unido y a

facilitar el acceso de ambas naciones a los mercados de materias primas. Al concluir la II

Guerra Mundial tuvieron lugar diversas conferencias destinadas a plasmar el espíritu de la

Carta Atlántica. Destacan las celebradas en Dumbarton Oaks (del 21 de agosto al 7 de

octubre de 1944) y la de San Francisco (del 25 de abril al 25 de junio de 1945), de la que

nació la Carta de las Naciones Unidas y, con ella, la moderna organización económica

internacional.

La Conferencia de San Francisco supuso un paso decisivo en el establecimiento de un

sistema de organización internacional, político y económico, cada vez más amplio y de

mayor contenido y extensión. La crisis económica de 1929 y las conferencias de Lausana

(1932) y Londres (1933) no habían dejado una experiencia satisfactoria sobre las

posibilidades ofrecidas por los acuerdos de cooperación económica internacional. De

hecho, las medidas proteccionistas adoptadas por EE.UU. en los años 30, mediante la

adopción del arancel Smoot-Hawley,30 y las crecientes dificultades en los sistemas

internacionales de pagos, que motivaron la inconvertibilidad de las principales divisas,

29 Como la Organización Internacional del Trabajo (establecida en 1919), la Cámara de Comercio

Internacional (1920), el Banco de Pagos Internacionales (1930), o la propia Sociedad de Naciones (1920).

Véase nota 48. 30 Díaz Mier (2000, p. 22), entre 1929 y 1932 el comercio mundial descendió un 40%. Díaz Mier (1994, en

De la Iglesia, 1994, p. 169). Véase también el análisis histórico de Varela, M. (1991, pp. 95 y ss.).

21

anunciaban un panorama internacional poco propenso a la cooperación a gran escala. La

situación empezó a cambiar en julio de 1946, cuando EE.UU. firmó con el Reino Unido la

Ley de Préstamos y Arriendos31, en virtud de la cual el gobierno norteamericano aceptaba

una reducción de la deuda británica y concedía a sus socios británicos un préstamo

adicional, a fin de que este país suscribiera los acuerdos de constitución del Fondo

Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del

Comercio (OMC). EE.UU. también concedió préstamos a Francia, Italia, Bélgica, Holanda,

Luxemburgo, y otros países de Europa Occidental, pero no a la antigua Unión Soviética ni

a sus países de influencia. De esta forma, EE.UU., que ya era el líder indiscutible en la

escena internacional, comenzó a dejar constancia de su control sobre el nuevo orden

económico internacional que acababa de surgir gracias a los acuerdos de Bretton Woods,

negociados en 1944 entre 44 países, como vamos a ver en las páginas siguientes.

1.5. Etapas de la OEI: una propuesta de periodificación

1.5.1. Las cuatro etapas de la OEI

La dificultad que entraña distinguir y fechar las fases y periodos fundamentales dentro de

los procesos históricos no debe ser impedimento para delimitar tentativamente cuatro

grandes etapas en la evolución de la OEI. A esas cuatro grandes etapas debe añadirse un

amplio periodo previo de formación evolutiva de las características esenciales que definen

la actual organización económica internacional. Por ello, una vez caracterizadas las cuatro

etapas básicas de la OEI, que abarcan conjuntamente desde el inicio del siglo XIX hasta la

actualidad, se presentarán de forma resumida, en el epígrafe siguiente, los antecedentes o

“periodo previo” a esas cuatro etapas, que corresponde a los siglos XV a XVIII.

Finalmente, se tratarán de manera conjunta con más detalle los aspectos básicos de la

primera etapa (1815-1914) y de la segunda etapa (1914-1944), mientras que las etapas

tercera (1945-1973) y cuarta de la OEI (desde 1973-hasta nuestros días) serán abordadas

con mayor profundidad en los capítulos 3, 4 y 5 de este libro.

La primera etapa de la OEI se extiende desde 1815 a 1914, es decir, desde la consolidación

de la revolución industrial hasta el inicio de la I Guerra Mundial. Es una etapa de marcado

predominio de la concepción liberal de las relaciones económicas internacionales. Está

31 Calvo (2001, p. 20). Varela, M. (1991).

22

basada en el desarrollo de un orden económico internacional de carácter privado, con

limitada participación de los Estados en las relaciones exteriores, aunque éstos ejercen no

obstante un cierto control de los intercambios comerciales de cada país con el resto del

mundo. Como señalan los profesores Manuel y Félix Varela32: “(es) el periodo durante el

cual dominan los principios del laissez faire y la regulación de la vida económica estaba en

manos de las fuerzas impersonales del mercado”. También está marcada por el

funcionamiento del patrón oro y por la estabilidad que éste proporcionaba a las relaciones

económicas internacionales decimonónicas. Para los países suponía una seguridad

importante saber que el oro mediaba en la fijación de las condiciones de cambio de unas

monedas por otras y, en consecuencia, daba estabilidad, seguridad jurídica y posibilidades

de crecimiento al comercio mundial33.

La segunda etapa de la OEI abarca el periodo de entreguerras, de 1914 a 1945. Es una etapa

de importantes desórdenes tanto políticos y sociales como económicos, monetarios y

comerciales. Son años en los que prevalecen fuertes restricciones a la circulación de

mercancías y de factores de producción, lo cual conduce a la introducción de diferentes

barreras a los intercambios internacionales de carácter arancelario y no arancelario. Entre

esas barreras figuran los controles de cambio, es decir, la exigencia de solicitar permiso a

las autoridades nacionales para realizar transacciones internacionales que impliquen el

cambio de monedas nacionales por monedas extranjeras. Este tipo de prácticas limitan las

relaciones económicas internacionales y contribuyen a generalizar el bilateralismo como

elemento regulador de los intercambios internacionales. En consecuencia, durante el

periodo de entreguerras no existió un marco de cooperación económica multilateral

consolidado, capaz de evitar la aparición de diversas guerras comerciales que agravaron

aún más los problemas creados tras la Gran Depresión originada en EE.UU. en 1929. En

esta etapa predominaba más la preocupación por resolver los problemas económicos

nacionales que por facilitar el establecimiento de un orden económico internacional estable.

Esa ausencia de normas internacionales viables, unida a los problemas económicos

existentes, explican que el patrón oro dejara de funcionar de manera progresiva entre los

años 20 y 30 del siglo XX y que el comercio internacional perdiera dinamismo y se hiciera

32 Varela, M. y Varela, F. (1996, p. 19). 33 En paralelo al comercio crecieron diversas formas de inversión internacional y, particularmente en los

años finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX, se produjeron importantes movimientos migratorios

que, sin lugar a dudas, tuvieron una importancia decisiva sobre el crecimiento de la economía americana y

sobre la creación de un nuevo marco de internacionalización de las relaciones mundiales. CEPAL (2002, pp.

18 y 30).

23

cada vez más dependiente de los controles establecidos por los gobiernos nacionales. En

resumen, la enseñanza fundamental de este periodo de la OEI puede expresarse de forma

sencilla: la ausencia de normas y organismos multilaterales resultó perjudicial para las

relaciones económicas mundiales.

La tercera etapa de la OEI se extiende desde el final de la II Guerra Mundial hasta el

estallido de la crisis económica de los años 70. Cubre el gran periodo de crecimiento

económico de la posguerra, desde 1945 hasta 1973, es decir, la edad de oro del desarrollo

mundial. En esta etapa se reconstruye un orden económico internacional neoliberal,

apoyado en la existencia de organismos multilaterales y liderado por EE.UU., que pasa a

ocupar un lugar hegemónico en las relaciones internacionales. El libre comercio y la

economía de mercado se convierten en los fundamentos del orden internacional dominante,

si bien muchas naciones permanecen al margen de ese orden internacional y adoptan

sistemas basados en el socialismo real y en el control estatal de la actividad económica. El

sistema de las Naciones Unidas, y en particular el FMI, el Banco Mundial y el GATT (o

Acuerdo General Sobre Aduanas y Comercio)34, ayudan a establecer un orden económico

internacional de carácter multilateral sobre el que se fundamenta el crecimiento económico

de la posguerra35. Dada su importancia, gran parte del contenido de este libro se dedicará al

estudio de esos organismos cuyas funciones fueron extendiéndose progresivamente a escala

mundial, aunque no abarcaron por igual a todas las naciones. Durante esta etapa se perfiló

una clara división del mundo en tres grandes grupos: países desarrollados36, países

socialistas con economías de planificación central y comercio de Estado, y países en

desarrollo y subdesarrollados del Tercer Mundo.

La cuarta etapa de la OEI comienza a principios de los años setenta y se extiende hasta

nuestros días. Como se explicará detalladamente en los capítulos siguientes, esa etapa se

inicia tras la ruptura del sistema cambiario fijado en Bretton Woods (1971) y la primera

crisis del petróleo (1973). Ambos hechos significaron la extensión internacional de la crisis

económica y el final del modelo de desarrollo económico propio de la posguerra. El 1 de

mayo de 1974 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración y el

34 El FMI y el Banco Mundial nacieron tras los acuerdos de Bretton Woods de 1944, mientras que el GATT

surgió en 1947, como se explicará los capítulos 2, 3, 4 y 5. 35 A veces se utiliza el término desarrollismo para hacer alusión al modelo de crecimiento acelerado y no

sostenible en el tiempo que caracterizó esta segunda etapa de la OEI. Véase Berzosa, Bustelo y De la Iglesia

(1996) y Palazuelos (1998). También Castaño (2000). 36 Países industrializados o países de la OCDE (véase capítulo 6).

24

Programa de Acción para el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional,

si bien esa Declaración sólo quedó en un catálogo de buenos propósitos, puesto que tres

décadas más tarde la economía mundial ha cambiado profundamente sin que los

organismos económicos internacionales se hayan adaptado con suficiente intensidad y

rapidez a esos cambios. Aunque la globalización ha dejado al descubierto la necesidad de

establecer una nueva organización económica internacional, los países que lideran los

organismos fundamentales del sistema de las Naciones Unidas son reacios a modificar las

bases actuales del sistema de relaciones internacionales. Pero antes de abordar estas

cuestiones, es necesario conocer la formación y desarrollo de la OEI, comenzando por una

visión sucinta de su periodo previo o de formación.

1.5.2. El periodo previo a las cuatro etapas de la OEI

El sistema de relaciones internacionales tal y como hoy lo conocemos empezó a gestarse

antes incluso del inicio de la revolución industrial en Inglaterra. Existe, por lo tanto, un

periodo anterior a las cuatro etapas de la OEI señaladas hasta ahora, puesto que el proceso

de formación de la economía mundial se inició, como han señalado diversos autores37,

entre los siglos XV y XVIII, tras la expansión del comercio que siguió al descubrimiento

de América y la paulatina apertura y explotación de nuevas rutas navegables en diversos

lugares del mundo.

Por supuesto, es posible encontrar antecedentes incluso de ese periodo previo a la OEI.

Como antecedentes premodernos del comercio internacional el profesor Ramón Tamames38

se refiere a los intercambios mediterráneos en la baja Edad Media, especialmente entre

ciudades italianas (Génova, Venecia, Pisa), a raíz de las últimas Cruzadas en el siglo XIII.

Esas ciudades servían de enlace con Oriente para el comercio de sedas, especias, plata, oro

y porcelana. Mientras, la ciudad de Brujas, en Flandes, se especializó en el comercio de

lana en bruto, paños, tintes y otros productos de amplio consumo, y ponía en contacto el

norte de Europa (las ciudades hanseáticas del litoral de Alemania y Escandinavia) con las

del Sur (las ferias de Castilla y los puertos de la península ibérica).

El auge de este comercio en el siglo XVI se vio eclipsado por las guerras europeas y por la

37 Véase como ejemplo Maddison (2001). 38 Tamames y G.-Huerta (1999, p. 27).

25

presión del imperio otomano. A pesar de ello, la formación de los primeros imperios

coloniales (Portugal con la ruta de las Indias y España, inicialmente en América) hizo

posible un cambio cualitativo esencial para poder situar los orígenes de la moderna

economía mundial en el siglo XVII. Con esos imperios coloniales se expandieron los

transportes y el comercio, al tiempo que aumentó el potencial geográfico, demográfico,

económico y político de España, país que configuró el primer gran imperio colonial39.

Sin embargo, España no pudo aprovechar su situación aventajada en la nueva economía

mundial que se estaba empezando a gestar, en parte por la mala política económica

aplicada durante ese periodo, pero también por las guerras de religión promovidas por

Carlos V con el fin de frenar la expansión del luteranismo. En ese contexto, finalmente

Felipe II prohibió a los holandeses (protestantes) comerciar con Amberes y Lisboa.

Holanda había proclamado su independencia de España (guerras de Flandes) y tanto

aquellos territorios como la propia Lisboa se encontraban aún bajo dominio español. La

pérdida de Flandes y su área de influencia atlántica hasta Portugal, así como la necesidad

de destinar mayores recursos a las guerras, se encuentra en el origen del declive del efímero

imperio español: un declive que coincide con la puesta en marcha de Holanda como nueva

potencia comercial internacional.

El nuevo capitalismo holandés, organizado por primera vez en la Historia bajo la forma de

compañías (la Compañía de las Indias Orientales se creó en 1602) activó el comercio

internacional e hizo posible la creación de industrias trasformadoras en los Países Bajos.

Como consecuencia de este nuevo impulso, Ámsterdam se convirtió en el primer centro del

comercio mundial y allí se creó en 1609 el primer gran banco comercial de la Historia, el

Banco de Ámsterdam. Estaba surgiendo lo que Wallerstein40 ha denominado la economía

mundo. Había nacido la forma embrionaria del capitalismo que eclosionaría más tarde en

Inglaterra con la revolución industrial. De hecho, en Ámsterdam ya funcionaba desde 1561

una Bolsa de Valores. Y su papel económico fue creciendo también por la presencia de los

39 Sin contar otras experiencias anteriores, como el Imperio romano. Oxfam (2002, p. 32) también sitúa el

origen de la globalización en el comercio mundial que siguió al descubrimiento de América. En la última

década del siglo XVI tuvieron lugar diversos episodios bélicos y actos de piratería (bendecidos por Isabel I

de Inglaterra), que unidos al comercio de metales preciosos y al tráfico de esclavos resultaron decisivos para

abrir una nueva etapa de internacionalización de la economía mundial. 40 Wallerstein, I. (1979): El moderno sistema mundial. México: Siglo XXI. La incorporación de los países en

desarrollo a la economía mundial data del siglo XV: “El comercio fue un medio de transferencia de

riqueza... el tráfico de metales preciosos desde el Nuevo Mundo fue un ejemplo temprano de globalización”

(Oxfam, 2002, p. 32).

26

judíos sefarditas expulsados de España y Portugal. Estos judíos ejercieron un papel muy

importante en el ámbito económico gracias a sus negocios de banca y joyería, pero

también destacaron en otros ámbitos (cultura, filosofía, religión y otras formas de

organización social).

En el siglo XVII, Holanda e Inglaterra tomaron el relevo de España en la hegemonía de las

relaciones internacionales. El imperio español demostró ser muy poco consistente. Desde el

punto de vista económico, España se había endeudado con los banqueros holandeses,

alemanes e italianos, lo cual impidió sentar las bases de un desarrollo económico mayor.

Desde el punto de vista militar, la derrota de la Armada Invencible (1588) ante las fuerzas

navales británicas significó un golpe definitivo para las aspiraciones coloniales españolas.

Paralelamente, Inglaterra y Francia comenzaron su expansión hacia Asia y Norteamérica y

tomaron el relevo de España y Holanda en el control del orden internacional que se estaba

forjando.

De hecho, Inglaterra ya había iniciado su expansión marítima y, en 1585, Walter Raleigh

fundó Virginia, primera de las trece nuevas colonias establecidas en Norteamérica. Poco

después, los corsarios ingleses buscaron nuevas rutas en América y las conectaron con el

Golfo de Guinea, en lo que sería el inicio del lucrativo tráfico de esclavos africanos41.

Inglaterra exportaba manufacturas de consumo de bajo nivel de elaboración hacia África

con el fin de adquirir esclavos, que eran enviados a América, lo cual permitía cerrar el

triángulo comercial llevando desde allí algodón, tabaco y azúcar hacia Europa. La corona

británica potenció su poderío naval de forma aplastante: militares y piratas contribuyeron a

consolidar un vasto imperio militar y comercial, que proporcionaba materias primas,

actividad, riqueza y un creciente poder a la pujante economía de la metrópoli.

En 1661 Inglaterra se reservó el comercio de productos británicos para su propia flota,

merced a la publicación por Cromwell de la Navigation Act, lo cual permitió su expansión

marítima definitiva. Además, en 1703 el Tratado de Methuen aseguró una alianza con

Portugal. A cambio de protección frente a España, y de preferencias comerciales para el

vino portugués, Inglaterra vinculó su actividad económica al imperio colonial de Portugal.

También aseguró su presencia en el comercio y en el contrabando con América tras la

41 Tamames y G-Huerta (1999, p. 30).

27

firma con España del Acuerdo de Utrecht en 1714 (que incluía una mención para mantener

Gibraltar bajo dominio británico). Con todo ello, los ingleses parecían mejor situados que

el resto de países europeos continentales para ejercer un control creciente sobre las

relaciones internacionales.

En los siglos XVIII y XIX la hegemonía británica se convirtió en indiscutible. En esos

años, los ingleses crearon el, hasta entonces, mayor imperio colonial y comercial del

mundo. La revolución industrial hizo posible el paso paulatino desde el mercantilismo

hacia la era del liberalismo, creando por primera vez las condiciones de una auténtica

economía mundial. El mercantilismo acabó con los monopolios y privilegios medievales,

pero estableció obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio. Esos obstáculos

tendrían que ser superados posteriormente para permitir el desarrollo del capitalismo

después del comienzo de la revolución industrial en Inglaterra. Se iniciaría con ello la

primera etapa de la OEI.

1.5.3. Primera y segunda etapa de la OEI: del librecambio y el patrón oro al

bilateralismo

A lo largo del siglo XIX, el crecimiento de la producción industrial, del comercio y de la

población europea impulsaron un cambio decisivo en las relaciones internacionales. El

Tratado franco-británico de Cobden-Chevalier42, firmado en 1860, significó el inicio de

importantes reducciones arancelarias, automáticamente extensibles a otras naciones a

través de la cláusula de nación más favorecida, lo cual contribuyó de manera fundamental a

consolidar el librecambio bajo la hegemonía comercial, financiera y marítima de Inglaterra.

Además, en el último tercio del siglo XIX comenzaron a gestarse muchas de las fronteras

modernas y, con ello, surgió la necesidad de afianzar instituciones y acuerdos capaces de

mantener ese nuevo orden mundial. Entre dichos acuerdos comenzó a hacerse necesario

uno capaz de facilitar las transacciones financieras internacionales, que cada vez eran más

importantes. De esa necesidad surgió el patrón oro, es decir, la utilización del oro como

patrón de cambio para las divisas de los países que realizan intercambios internacionales.

La vigencia del patrón oro se asocia con el mantenimiento de un cierto orden internacional

42 La débil situación financiera de los países europeos como consecuencia de las guerras napoleónicas fue

también un factor decisivo. Díaz Mier (2000, pp. 15-18). Díaz Mier (1996), Lobejón (2001).

28

que fue diluyéndose tras la I Guerra Mundial43.

El orden internacional basado en el patrón oro consolidó el desarrollo industrial y colonial

británico y permitió fuertes movimientos de población y de inversiones hacia América44.

Sin embargo, las colonias de Norteamérica empezaron a tener una pujanza económica

mayor de lo que podía imaginarse, lo cual se convirtió en la base de su futura

independencia. Aunque la aplicación práctica de las doctrinas del libre comercio

permitieron establecer una relación de intercambio muy favorable para los intereses

británicos, Inglaterra iría cediendo poco a poco el control de la economía mundial a

EE.UU. Fiel a la historia de la moderna civilización humana, un imperio con vocación

mundial iniciaría su auge y sustituiría a otro en declive. El nuevo imperio americano

tomaría, años más tarde, el liderazgo de la economía mundial.

Coincidiendo con la extensión de las ideas librecambistas en el siglo XIX, el patrón oro se

perfiló como el mecanismo más apto para mantener los equilibrios internos y externos de

las principales economías del mundo. Como han señalado Manuel y Félix Varela Parache,

fue concretamente en 1844, con la concesión del privilegio de emisión al Banco de

Inglaterra, cuando el sistema basado en el patrón oro adquirió su máxima eficacia.

Técnicamente ese sistema exigía dos requisitos: primero, que los países mantuvieran el

valor de su unidad monetaria igual a una cierta cantidad de oro; y segundo, que permitieran

la libre exportación e importación de dicho metal.

Tras una primera etapa de la OEI en la que predomina el liberalismo en los intercambios

comerciales y el patrón oro en las relaciones financieras, la I Guerra Mundial abrió un

segundo periodo de mayor inestabilidad en la economía mundial. Ya en 1870 y 1880

Alemania y Francia empezaron a adoptar políticas arancelarias proteccionistas, destinadas a

permitir el desarrollo de su industria frente a la inglesa. Además, en el Congreso de Berlín

de 1886 se ultimó la distribución de África entre las potencias europeas, lo que marcó el

inicio de nuevas tensiones internacionales. Puesto que los países europeos ya no podían

repartirse los nuevos territorios del mundo mediante acuerdos amistosos, la demarcación de

las respectivas áreas de influencia debería determinarse por la fuerza, a través de conflictos

43 Varela, M. y Varela, F. (1996). 44 Se trataba de un ajuste mediante la movilidad de factores productivos (trabajo y capital), que parece

diferenciarse de la actual situación de globalización, en la que los flujos financieros apenas tienen fronteras,

mientras que la movilidad internacional de las personas esta cada vez más controlada.

29

armados y a veces mediante guerras intensas y duraderas. Las razones de las grandes

guerras del siglo XX se explican, en muy buena medida, por ese afán de extender el control

sobre otros territorios.

Después de la I Guerra Mundial el librecambio dejó paso a una red en constante evolución

de acuerdos bilaterales, promovidos por razones no sólo económicas, sino también

estratégicas, políticas y coloniales. Además, a principios del siglo XX había surgido con

fuerza el socialismo real en los territorios del imperio ruso, lo cual contribuyó a modificar

de manera sustancial el orden internacional existente. Asimismo, otros cambios de índole

económico-financiera influyeron poderosamente sobre las relaciones internacionales. En

este sentido, el paulatino abandono del patrón oro puede considerarse como un factor

decisivo para entender el desorden económico internacional del periodo 1918-1939, que se

vio agravado con la Gran Depresión surgida tras la crisis bursátil de 1929 y la consiguiente

introducción de restricciones al comercio exterior por parte de muchas naciones.

Los límites a la importación (contingentes) establecidos en los propios acuerdos

comerciales, así como la exigencia de licencias de importación como requisito previo,

forzaron una gran rigidez en el comercio internacional. El comercio de Estado, o comercio

exterior controlado por las autoridades gubernamentales, convertía al Sector Público en

titular del comercio internacional, permitiendo su exclusividad en la adjudicación de

importaciones y en la autorización de exportaciones. La paulatina introducción de controles

de cambios terminó de perfilar un panorama de contracción de las relaciones económicas

entre países45. De hecho, muchas naciones fueron introduciendo diferentes medidas

destinadas a intervenir en los mercados de divisas y, en su caso, a reducir la disponibilidad

de divisas por parte de los importadores y aplicar otras medidas de control de cambios.

Como resultado, en el periodo de entreguerras aumentó paulatinamente la firma de

acuerdos internacionales de compensación de pagos, destinados a evitar pagos en oro o

divisas convertibles merced a la compensación de saldos dentro de las cantidades máximas

y mínimas a importar y exportar entre países. Esas medidas, generalizadas durante los años

30 y 40, tendieron a suprimirse tras la II Guerra Mundial. Sus efectos no eran positivos,

puesto que frenaban el comercio exterior y lo dotaban de mecanismos discriminadores que

45 Varela, M. y Varela, F. (1996, p. 30).

30

restaban eficacia económica a la libre asignación de recursos por parte de los mercados. A

partir de 1945 empezó a instaurarse un nuevo orden mundial, basado en gran medida en la

existencia de una importante estabilidad cambiaria y en la aplicación de normas

multilaterales que hicieron posible el crecimiento de los flujos comerciales y financieros.

Todo ello permitió la llegada de una nueva etapa de la OEI, caracterizada por el

crecimiento económico y la expansión de las relaciones internacionales bajo un sistema

regulado multilateralmente.

Diversos factores hicieron posible el surgimiento de la tercera etapa en la configuración de

la actual organización económica internacional. Entre ellos debe mencionarse el deseo de

corregir los errores de la etapa anterior, que había tenido efectos muy negativos sobre la

economía mundial, y la necesidad de establecer un nuevo orden posbélico, los acuerdos con

el liderazgo militar y económico norteamericano, así como el creciente papel desempeñado

por el dólar en la economía mundial. El sistema de Naciones Unidas, como veremos en el

capítulo 2, está en el origen de esa tercera etapa de la OEI. Con ese nuevo orden

internacional, además de los organismos multilaterales, también aparecieron o cobraron

más fuerza otros agentes que operan en la economía mundial, como las empresas

multinacionales, al tiempo que se activaron diversos procesos de cooperación e integración

económica en el mundo46. El conocimiento de las características de la tercera y de la cuarta

etapa de la OEI centrará a partir de ahora nuestra atención. A través de su estudio podremos

entender mejor la globalización47.

1.6. Agentes y procesos en la OEI

Los principales organismos económicos internacionales actuales se crearon entre 1944

(FMI y Banco Mundial) y 1947 (GATT), y dieron origen a la tercera etapa de la OEI, que

se extendió hasta la década de los años 70. No obstante, desde finales del siglo XIX ya

46 De la Iglesia (1994). La Carta Atlántica (1941) marcó el inicio de la cooperación política, económica y en

materia de seguridad entre Europa y EE.UU. Más tarde, en 1946, la Ley de Préstamos y Arriendos permitió

canalizar un importante volumen de ayuda norteamericana hacia el Reino Unido, lo que activó la

cooperación económica en Europa y reforzó la cooperación monetaria, como veremos en el capítulo 3. 47 García de la Cruz y Durán (2004, p. 54) se refieren a la globalización como el resultado de la expansión

del capitalismo a escala universal y como “el escenario de las relaciones internacionales y, simultáneamente,

el referente en el que se han de fijar los objetivos económicos de todos los participantes en la economía

mundial, tanto empresas, como consumidores y, por supuesto, los gobiernos de los Estados nacionales. La

globalización se caracteriza por la intensidad de la interdependencia entre todos los actores económicos,

superando los límites políticos y geográficos, de tal forma que la autonomía de las naciones se ve sometida,

se ha de acomodar, a la dinámica de la economía mundial”.

31

funcionaban algunos organismos de carácter mundial48, que ejercieron un papel pionero en

la moderna organización económica internacional. Además, en 1941, EE.UU. y el Reino

Unido firmaron la Carta Atlántica, una declaración de cooperación política, económica y de

seguridad que conduciría años más tarde al establecimiento de la OTAN y facilitaría la

firma de los acuerdos de Bretton Woods (1944) y la celebración de la Conferencia de San

Francisco (1945), del que nació el Sistema de las Naciones Unidas (como se explicará en el

capítulo 2).

Sin embargo, otras experiencias de cooperación internacional no prosperaron, como la

Conferencia Económica Mundial celebrada en Londres en 1933, en pleno proceso de

ruptura del patrón oro. De hecho, el abandono del patrón oro, la consiguiente fluctuación de

los tipos de cambio de las monedas y la posterior división del mundo en tres grandes áreas

monetarias (dólar, libra y franco) fue un elemento clave de la confusión creada en las

relaciones económicas internacionales en el periodo de entreguerras. Gran Bretaña

abandonó el patrón oro en 1931. Estados Unidos lo hizo en 1933, coincidiendo con la

Conferencia de Londres. Tras él, otros países del hemisferio occidental siguieron los

mismos pasos. Y finalmente en 1934 también lo abandonaron Bélgica, Francia, Holanda y

Suiza. Con ello, las relaciones financieras internacionales quedaron en una situación muy

precaria49, reforzando la crisis económica internacional y la reducción del comercio

mundial en esa década de los años 30. Los intentos de la Sociedad de Naciones de fomentar

la cooperación y los acuerdos multilaterales entre países no prosperaron. En consecuencia,

los efectos de la recesión económica se extendieron a los ámbitos social y político y

dañaron irreversiblemente el sistema de relaciones internacionales, que no pudo

recomponerse hasta 1945.

Con la creación de los organismos económicos multilaterales en la década de los años 40

surge también un nuevo tipo de agentes económicos que operan en el ámbito internacional

con el objetivo de ejercer tareas de regulación de las relaciones internacionales basadas en

48 En 1863 se creó el Comité Internacional de la Cruz Roja; en 1865, la Unión Telegráfica Internacional; en

1874, la Unión Postal Universal; en 1875, la Unión Métrica; en 1883, la Unión para la Protección de la

Propiedad Industrial; en 1902, la Unión Internacional del Azúcar; en 1903, la Oficina Internacional de la

Salud Pública; en 1905, el Instituto Internacional de Agricultura, entre otros organismos pioneros en la

escena mundial. 49 EE.UU., Reino Unido y Francia, mediante el Acuerdo Tripartito (antecedente del FMI), intentaron, sin

éxito, poner orden en las finanzas internacionales. Además, la introducción del arancel Smoot-Hawley

(1930) en Norteamérica frenó aún más el comercio internacional, contribuyendo a extender la crisis a escala

mundial.

32

la Carta de las Naciones Unidas. Esos agentes económicos internacionales, o instituciones

y organismos multilaterales, han jugado un papel decisivo en la evolución de la economía

mundial, pero no han sido los únicos agentes que han influido sobre la economía mundial.

Junto a ellos también han ejercido un papel destacado los Estados nacionales, auténticos

protagonistas del funcionamiento de los organismos internacionales, y las empresas

multinacionales, que se han convertido en el elemento más dinámico de la economía

mundial en las últimas décadas. Como se expondrá en el capítulo 7, los flujos

internacionales de capital y la inversión directa extranjera canalizada a través de las

empresas multinacionales han ganado peso en las relaciones económicas internacionales

hasta convertirse en los elementos que mejor caracterizan la actual fase de globalización.

Asimismo, la globalización supone un paso más en el proceso general de

internacionalización de las relaciones económicas que ha caracterizado la evolución de las

etapas de la OEI anteriormente descritas. Además de ese proceso general de

internacionalización, existen otros procesos que se desarrollan en la economía mundial y

han de ser tomados en consideración en los estudios de OEI. Entre ellos destaca la

integración económica internacional, puesto que ha permitido la creación, en diversas áreas

del mundo, de agrupaciones regionales de países que comparten algunos objetivos y

medios de acción comunes y que completan, de ese modo, los procesos de cooperación

internacional existentes en la economía mundial50.

Para facilitar el análisis de las organizaciones internacionales y de los organismos

económicos multilaterales más relevantes se ha incluido el Organigrama de las Naciones

Unidas (véase Cuadro 1, en el capítulo 2). Además, de forma sintética, A. Calvo51 ofrece la

siguiente clasificación de las organizaciones internacionales:

- Organizaciones internacionales de carácter general: Organización de Naciones Unidas

(ONU).

- Organizaciones monetarias y financieras: Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco

de Pagos Internacionales (BPI), Banco Central Europeo (BCE), Banco de los Estados

de África Central y Banco Central de los Estados de África Occidental.

- Organizaciones internacionales de financiación del desarrollo: Grupo del Banco

Mundial, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Organización de

50 Véanse capítulos 8 y 9. 51 Calvo (2001, pp. 23-26).

33

Naciones Unidas para el Desarrollo (ONUDI), y Fondo de la OPEP para el desarrollo.

- Organizaciones comerciales: Organización Mundial del Comercio (OMC), Tratado de

Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA o TLC), Tratado de Libre Comercio del

Asia Pacífico, acuerdos comerciales en América Latina y el Caribe, y acuerdos

comerciales de la UE con otros países terceros.

- Organizaciones regionales: Unión Europea (UE), Mercosur, Comunidad Andina, Unión

Aduanera Centroamericana, TLC, Asean.

- Organizaciones regionales de financiación del desarrollo internacional: Banco Europeo

de Inversiones (BEI), Banco Europeo de Desarrollo Regional (BERD), y bancos

regionales vinculados al sistema de Naciones Unidas.

- Organizaciones sectoriales: Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), y

acuerdos internacionales de productos básicos y materias primas, así como diversos

organismos de Naciones Unidas de ámbito sectorial.

- Organizaciones de consulta: Organización para la Cooperación y del Desarrollo

Económico (OCDE), Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el

Desarrollo (UNCTAD), Asociación Económica del Asia Pacífico, y otras agrupaciones,

como el G-752, que integra a los países más industrializados del mundo.

Además de esta clasificación, los organismos internacionales también podrían agruparse

por las problemáticas que tratan (demografía, migraciones, alimentación, energía,

comercio, ayuda al desarrollo o crecimiento económico)53. Asimismo, los estudios de OEI

pueden completarse con el análisis de la economía mundial y de las principales áreas

económicas del mundo54. De una forma convencional, los países del mundo pueden

agruparse en:

- Países desarrollados. Son los países pertenecientes a la OCDE (véase capítulo 6).

Algunos de ellos forman parte del Comité de Ayuda al Desarrollo. Los países de mayor

nivel de renta forman el G-7 (EE.UU., Japón, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia

52 Pese a tratarse de un foro informal, o que carece de un estatus institucional formalizado, el G-7 ejerce una

influencia muy importante en la cooperación y en la coordinación de gran parte de los principales asuntos

económicos internacionales. Se asocia al FMI y a la OCDE, aunque no pertenece a ninguno de esos

organismos. Surgió con el propósito de facilitar la cooperación en temas monetarios, si bien en la actualidad

ha extendido sus funciones a otros ámbitos cooperativos de los países desarrollados. 53 Cuenca (2004, p. 6) recuerda que existen otras formas de abordar la problemática de la OEI: globalmente

(desde el reparto del poder económico), desde los subsistemas (comercial, productivo, financiero), desde los

grandes temas de la economía mundial (ecología, subdesarrollo), por grandes áreas económicas. 54 Una aproximación sintética desde la perspectiva global pueden encontrarse en Berzosa (2002).

34

e Italia).

- Países en desarrollo y subdesarrollados. Constituyen el grupo más numeroso de países

del mundo. Algunos de ellos han alcanzado mayores niveles de desarrollo (los nuevos

países industriales), mientras que otros pertenecen al grupo de los Países Más Atrasados

(PMA).

- Países socialistas y otras naciones no clasificadas antes. Tras la caída del muro del

Berlín en 1989 el número de países socialistas se ha reducido extraordinariamente, si

bien destacan aún algunas naciones de difícil clasificación, como China.

Asimismo, los estudios de OEI pueden tomar en consideración la existencia de distintas

agrupaciones geográficas en el mundo, a partir del siguiente esquema:

- Europa, donde destacan los 25 países de la UE, los países de la EFTA (Suiza, Noruega,

Islandia y Lientchestein), los candidatos a integrarse en la UE (Bulgaria, Rumania) y los

que aún no forman parte de ninguno de esos grupos (Turquía y los países balcánicos).

- Rusia y su antigua área de influencia.

- China.

- India y los países del sudeste de Asia.

- Japón y la cuenca del Pacífico, incluidas Australia y Nueza Zelanda

- Norteamérica.

- Latinoamérica y el Caribe.

- El Mediterráneo (Oriente Próximo y Norte de África) y el África subsahariana.

Muchas de estas áreas geográficas están inmersas en procesos de integración regional, lo

cual permite abordar el estudio de la economía mundial a partir de la configuración de un

número creciente de áreas regionales de integración. La UE es, obviamente, el primer

exponente de esa estrategia. Finalmente, junto a los procesos de cooperación e integración,

la economía mundial reserva un lugar privilegiado para los agentes económicos privados,

en especial para las grandes empresas que mejor han sabido adaptarse a las condiciones de

internacionalización. Al no tratarse de agentes públicos ni de organismos multilaterales, los

estudios de OEI no siempre incluyen análisis específicos sobre las empresas

multinacionales. Sin embargo, su importancia en la economía mundial hace necesario el

estudio de sus características y funcionamiento, ya que, como se explicará en el capítulo 7,

sin analizar el papel de las multinacionales en la economía mundial no resulta posible

comprender la actual organización económica internacional.