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V I C T O R I A O C A M P O

T A  CrC) T Fx i i V J V y JA .  L^

EN LAS BARRANCASDE SAN ISIDRO

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Diseno de tapa:

M A R I A C R I S T I N A B R U S C A

Coordinaci6n general:

K O H , M A H . R E A L

Piimeia edici6n: mayo de 1961

Segunda edici6n: maxzo de 1983

ISBN 950-9092-02

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Queda hecho el dep6sito que maica la ley 11.723

Ediciones Funda ci6n SUR

Tucuman 685

Buenos Aires

Estas paginas fueron escritas a

pedido del seilor Krishna Kripa-.ani, secretario de la Sahitya Aka-

demi de New Delhi, para ser pu-

blicadas en la India, con motivo

de l cen tenario de Tagore .

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A un ingles,

a un amigo de Tagore,

a un amigo de la India

A un amigo:

Leonard K. Elmhirst

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fJ>

BY T H E O P E N R O A D

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In the joy of your heart may you

jeel the living joy that sang ong spring

morning sending its glad voicg acrossa.n hundred years *.

TH E GARDENER - TAGOR E

He is singing God's praise under

the trees by the open road  **.

FRUIT CATHERING - TAGORE

En sep t iem bre de 1924 se anunc i 6 que Ra-

b indrana th Tagore pasa r ia por Buenos Ai-

res,  rumbo a Lima . Desde ese momento , los

que conociamos sus poemas a traves de laspropi as traducc iones d el autor, o la francesa

de Gide, empezamos a esperar al poeta. Su

llegada seria el gran acontecimiento del afio.

Para mi, fue uno de los grandes acontecimien-

tos de mi vida.

Hac ia re la t ivamente poco t iempo que yo

habia vis to en letra de molde mis escritos .

Colaboraba en  La Naci6n,  Los temas de los

* Que en la alegria de tu coraz6n puedas sentir la alegrlaque cantaba, una manana de primavera , lanzando su voz

dichosa a traves de centenares de anos.

** Bajo los arboles, en el camino abierto, esta cantando

la alabanza de Dios.

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i4 V I C T O R I A O C A M P 0

tres primeros articulos publicados, ta l vez ten-

g a s ig n i f i c a d o re c o rd a r lo , e ra n : D a n te , R u s k in

y Gandhi . Es te u l t imo en marzo de 1924 .

El cuar to a r t icu lo iba a t i tu la rse  La alegria

de leer a Rabindranath Tagore.  C u a n d o l elleg6 el turno al poeta bengali, iba pues a

encontrarse en buena compafiia , y ya con

un compatr io ta . Los nombres de l poe ta f lo -

rentino, del ensayis ta ingles y del indio que

se enfren ta r ia , s in a rmas , con e l Imperio

Bri tan ico e ran , por lo menos , ind ices de mis

preferencias , s ino de mi capacidad.

Antes de seguir adelante, y una vez por

todas , una ac la rac i6n : cuando me re f ie ro en

primera pe rsona a mis es tados de an imo, mis

experiencias , mis sentires y pensares , no es

por ego t ismo, n i porque me f iguro que en s i

estas cosas sean excepcionales , Todo lo con-

tra r io .  Que el lector de nuestras la titudes re-

cuerde a que l lo de Vic tor H ugo : " . . .qu and

je vous parle de moi, je vous parle de vous.

Co mm ent ne le sentez vous pas? Ah insense,

qu i crois qu e je ne suis pas toi " Ade mas,

agregare, haciendolas mias , las palabras deTe i lha rd de Chard in : " Je vo is c la i rement

que ma force ne tient pas du tout a ce que

j ' a i  invente  quo i que ce so i t, ^m ais s imple -

ment au fait que je me suis trouve  resonner

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO l5

c o n v e n a b le me n te a u n a c e r t a in e n o te h u ma i -

ne et religieuse, qui est partout dans l 'a ir

actuellement, e t ou les gens se sont reconnus

et retrouv es " Dar te stim onio de estas expe

riencias cuyo escenario es el laboratorio in-

te r io r de l se r humano ex ige hab la r en p r i

mera persona. Este pues, como otros , sera

un testimonio de mis reacciones frente a la

grandeza ajena.

La de 1924 fue, en San Is idro, una pri-

mavera c la ra y t ib ia de muchas rosas . Yo

pasaba las maflanas en mi cuarto, con las

ven tanas ab ie r ta s , leyendo a Tag ore , pensan-

do en Tagore , e sc r ib iendo a Tagore ca r tas

que nunca mandaria . Los o lo res de un ja r-din, en septiembre, se mezclaban a mis des-

pertares . De este leer, pensar, esperar, es-

c r ib ir nac ie ron la s pag inas que publ ic6  La

Naci6n.  En rea l idad , e ra un a ca r ta a Tagor e

trans formada en a r t icu lo . No imaginaba yo ,

en aquellos dias , que el poeta seria mi hues-

ped en las barrancas de San Is idro. Ni me

atrevia a suponer que tal dicha podia exis-

tir para mi fuera del suefio. Y que una vezlograda me parece r ia na tura l y empezaria a

sufrir por otras razones.

He vue l to a re lee r aque l la ca r ta -a r t icu lo .

Nunca la inc lu i en los vo lumenes de   Testi-

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16V  I  C T O R I A O C A M P O

monios  por tener s iempre la in tenc i6n de

consagra r a Tag ore u n l ib ro ( la rgo o corto ,

n o i m p o r t a b a ) .

En e l tex to a que a lud o hay a lgo as i como

un paralelo entre uno de los escritores fran-

ceses mas represen ta t ivos de nues tro inqu ie toOcc id en te y e l poe ta benga l i , re presen tan te

no s61o de Orien te s ino de 'u n pue n te " in the

ma k in g " e n t re O c c id e n te y O r ie n te , T ra n s -

c r ib ire aqu i pa r te de esas pag inas . L levaban

como epigrafe este verso de Tagore: "Los

ojos s61o ven el polvo y la tierra, pero sien-

ten con el coraz6n y conocen la alegria " .

En una conferencia dada en la Universidad

de Birmingham, en 1911, y publicada mdstarde con el titulo de  La conciencia y la vida,

Bergson nos habla de la alegria en los siguien -

tes terminos: "Los fil6sofos que han e specu-

lado sobre la significaci6n de la vida y sobre

el destino del hombre no han observado bas-

tante que la Naturaleza se ha tomado el tra-

bajo de instruirnos por si misma sobre tal

punto. Nos advierte c on una senal precisa

cuando nuestros destino estd logrado. Esa se

nal es la alegria. Digo la alegria, no digo elplacer. El placer no es sino un artijicio ima-

ginado por la Naturaleza para obtener del ser

viviente la conservaci6n de la vida;  no ind ica

TAGOR E EN LAS BARRANCA S DE SAN ISIDRO 17

la direcci6n en que esta se lanza.   Pero la ale

gria proclama siempre que la vida ha tenido

exito,  que ha ganaclo terreno, que ha. con-

seguido una victoria:  toda gran alegria tiene

un acen to t r iunfa l" .

Esto mismo se puede aplicar a los libros.

Los hay de dos categorias: aquellos cuya lec-

tura nos proporciona un placer, y los que n os

dan alegria. Asi, por ejemplo, las horas de di-

cadas a la lectura de  Du C6te de chez Swann

han sido, para mi (y supongo que para mu-

chos),  horas de placer; tam bien horas de an-

gustia cuando me identificaba con sus perso-

najes. Pero horas totalmente desprovistas de

alegria. Proust, el prodigioso, nos obliga a vi-

vir, "au ralenti" y bajo una forma solidifi-

cada, sensaciones que el ser humano no tolera

sino gracias al movimiento de "acelerando"

que las acomp ana y gracias a su fluir.

La velocidad de nuestros suenos nos permi-

te acumular en algunos segundos o minutos

una serie de actos, de didlogos, de aconteci-

mientos, una mezcla de lugares distantes en

tre si, que ex igirian largos viajes en el espacio

y en el tiempo si los transpusieramo s al estado

de vigilia. Si pudieramos disminuir, como en

el cinema t6grafo, la rapidez de una de esas

pesadillas -en que cada didlogo se enriquece

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18 V I  C  T O R I A O C A M P O

con mil interpretaciones laterales, y alusiones

simultaneas, y en que cada acontecimie nto

se ramifica en abrumadores detalles- hasta

hacerla durar varios anos, ;en que purgato-

rio trerhebundo se convertiria y c6mo se pa-receria a Proustl

El jadeo incesante de las sospechas de

Swann acechando los pensamientos de Odet-

te ,  que no consigue captar,  nos. llega de manera

precisa y tan prolongada que acaba por aho-

garnos. Los tormentos de la pasi6n amorosa

-la variedad que Stendhal llam6 "amour-

passion"- no han sido, hasta ahora, analiza-

dos con tanta minucia y agudeza. "En el amo r

de Swann -escribe Ortega y Gasset- hay de

todo: puntos de cdlida sensualidad, pigmentos

violetas de desconfianza, pardos de costum-

bre, grises de cansancio vital. Una sola cosa

falta: amor".

Teniamos, cuando adolescentes, una insti-

tutriz que resumia los consejos que nos'"daba

sobre nataci6n gritdndonos d'esde la orilla:

"Respirez sous l'eau''. Nunca nos explic6 su

tecnica. . . ni seguimos sus consejos. Supongoque nos recomen daba el "crawl".

Leyendo a Proust he recordado la voz de

Mlle. S. diciendo: "Respiren debajo del agua".

Tan imposible resulta respirar en la atm6sfera

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 19

de amor-pasi6n de Swann como seguir las ins-

trucciones de aquella buen a mufer. La asjixia

se apodera del lector sensible. Y cada vez mds,

a medida que se multiplican y prolongan las

zambullidas. Nos vemos obligados a cerrar ellibro para subir a la superficie y recobrar el

aliento. P ero volvemos a abrirlo, tan apasio-

nante resulta seguir en sus meandros a ese

genio del andlisis de lo inasible.

Nos hemos ido muy lejos de quien deseo

hablar hoy. Tan le jos como Paris de Calcuta,

como el Bois de Boulogne del Maidan, como

Versailles del Taj Mahal. Cuando Baudelaire,

en uno de sus mds nostdlgicos poe mas, quisodar la sensaci6n de una inmen sa lejania, la

que separa la infancia de la edad adulta, es-

cribi6:

Mais le vert Paradis des amours enfantines ,

L'innocent Paradis plein de plais irs furtifs ,

Est-il deja plus loiri que l 'Inde et que la

ChI ne . . .

Es una falsa lejania. . . tanto en el caso de

la infancia, como en el de la India.

Precisamen te despues de haber evocado esa

R e c h e rc h e d u t e mp s p e rd u ,  tan incomensura-

blemente exenta de alegria, es cuando me

parece m ds manifiesta y mds "sensible au

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20   V I  C T O R I A O C A M P O

coeur" la alegria de entrar en la obra de Ra-

bindranath Tagore; la alegria de  se r  un poco

Tagore, despues de haber sido Proust, puesto

que pertenecemos a la raza de los que se iden-

tifican con los personajes de las obras que leen

y la de los que se transforman en la musica

que oyen (fen6meno temido por Tolsioy).

Si. Entrar en los poema s de Tagore, al salir

de la novela de Proust, es el bano del viajero

rendido y polvoriento despues de una trave-

sia del desierto oc cidental. Es respirar aire

puro debajo de un drbol secular despues d'e

una prolongada permanencia en una gran

ciudad.  Ciudad bella y fascinante, pero ex-

haladora de miasmas. Es sentarse en la casa

del amigo despues de un dia agotador pasado

entre descon ocidos tan atentos a nuestras ver-

dades fragmentarias que ignoran- la suma to-

tal de nuestro ser.

En el pr6logo que precede a la traducci6n

de   Los cIen poemas de Kabir  (traducidos por

Tagore),  Joaquin Gonzdlez dice, pensando en

S a d h a n a :  "|Pero si esta es nuestra manera de

sentir y ver los problema s de la divinidad "La India n o estaba lejos de Joaquin Gonzdlez,

ni lo esta de quienes se han acercado a Tagore

leyendo su obra.

Sad hana (T he realiz ation of life) ,  nos ex-

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 21

plica el propio autor, es un conjunto de lec-

ciones que ponen a los occidentales en con-

tacto con el antiguo espiritu de la India, tal

como se revela al hombre en los textos sagra-

dos y tal como se manifiesta en la vida actual.

Para los Occide ntales, dice Tagore , los es-

critos religiosos d e la India no parecen ofre-

cer, en general, sino un interes puramen te

retrospectivo y arqueol6gico  *. Para nosotros,

anade, son de una importancia vital.

Sospecho que los que no conceden a los

U p a n i s h a d s ,  o a las ensenanzas de Buda, mds

que un valor  a rqueo l6g ico  son forzosamente

los mismos que despojan al Evangelio de su

significado profundo y van s6lo a la letra. Elcontenido espiritual de estas doctrinas, de esta

sabiduria quec la fuera de su entendim iento,

que pertenezcan a la fauna de los libres pen-

sadores y ateos, com o a la de los fandticos y

dogmd ticos. En esto, se asemejan .

"Ganards dando", "No codiciards", leemos

en los  U p a n i s h a d s .  Ya es el Evangelio. Bajo

distintas constelaciones, en distintas latitudes

y epocas, son los mismos pensamientos que

prosiguen su camino sobre las ondas humanas

que los propagan de alma en alma; son los

i Esto, que era cierto cuando Tag ore lo hizo notar (en

1921),  ha dejado de serlo,

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0 9 V I C T O R I A O C A M P O

mismos pensamientos que utilizan hasta los

obstdculos para hacerse fuertes y lanzarse a

explorar caminos nuevos que siempre conver-

gen en la regi6n "d ont l'esprit humain n'a

jamais su le nom".La esencia del ferviente  S a d h a n a  es lo que

Santo Tomds llam6 "apetito de  unidad .

Gide a quien deben los franceses una ad-

mirable traducci6n de  Gitarija li ,  senala que

estos poemas no exigen del lector occidental

ninguna preparaci6n para leerlos. Se puede

decir otro tanto de la obra entera de Tagofe.

Pero si bien no es particularmente necesaria

una preparaci6n de tipo erudito, creo indis-

pensable cierta sensibilidad y una madurez

(awareness)  espiritual, que nada tiene que ve r

con los anos, para vislumbrar su alcance.

Entre los dramas de Tagore,  C h i t r a ,  inspira-

do en un episodio del  Ma h a b a ra ta ,  es uno de

los mds bellos y singulares.

Chitra era hija unica del rey de Manipu r.

El rey la educa c omo si fuera varon. Chitra,

en su disfraz varonil, encuentra un dia, en el

bosque, a Arjuna, y se enamora de el. Arjunani la mira. Chilra clesesperada, pide a los dio-

ses del Amor y de la Eterna Juventud que le

concedan , durante un tiempo, tan deslum-

brante hermo sura que Arjuna se le rinda. Los

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 23

clioses acuerdan a Chitra u n ano de belleza.

Arjuna cae en la celada y adora a esa de scono-

cida cuyo nombre ignora. Pero Chitra, a poco

andar, comprend e que se ha creado una riva l

peligrosa: su propio cuerpo. Arjuna, sin saberquien es Chitra, empieza pbr su lado a in-

quietarse. Suplica a su amada que le diga su

nombre; que le de algo mds duradero que e?

placer, algo que pueda pe rdurar incluso en  eS

dolor. Como se  verd,  Arjuna le estd pidiendo

a Chitra "alegria" (la alegria que describe

Bergson y que, a la inversa del placer, n o

muere con el dolor). El ano no ha terminado

aun y Arjuna ya estd echando de menos, en

Chitra, lo que sus brazos no han logrado

aprisionar, lo que sus besos no han podido

alcanzar.

La ultima noche llega. En la escena final,

Chitra, despojada de su mdgica belleza fisica,

convertida en aquella joven en que no par6

mientes Arjuna, le revela su nombre y su

ongen. Le dice: "If you deign to keep me by

your side in the path of danger and daring,

if you alloio me to share the great duties ofyour life, you will knotu my true  self.  . A".

i Si te dignas llevarme j un to a ti por el camino del

peligro y de la brav ura, si me permites com partir los grar>des

deberes de tu vida , conoceras mi verdadero ser .. ."

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24 V I C  T O R I A O C A M P O

La obra termina con estas palabras de Arjuna:

"Beloved, my life is full*".

Arjuna y Chitra han encontrado, por fin,

lo que arioraban: eso que por falta de un vo-

cablo mds adecuado, por falta de un vocablomenos manoseado, se llama alegria  ( jo ie) ,

aquella alegria que era llanto en Pascal. . .

letizia che trascende ogni dolzore*.

De nuevo surge ante nosotros el rostro an-

gustiado, sen sual, patetico de Swann, Ese ros

tro en que se refleja e l aspecto cam biante de

las cosas que ningun esfuerzo hum ano con-

sigue fijar ni retener: voluptuosidades o tor-

mentos, limitaciones de un coraz6n que no seentregay exige vanamente la entrega total del

ser arnado.

Arjuna, ansioso de alcanzar su esencia in-

variable y divina> pasa a traves del aspecto

cambiante de las cosas (Maya) sin mutilarse

en ellas. Swann se desangra. "]Q ue' puedo ha-

cer con lo que no me permite alcanzar la in-

mortalidad " leemos e n la  Br i ha d - Ar a nya ka

U p a n i s h a d .  Este es el grito d e Arjuna y el del

,gran poeta que le presta su voz. Este es el gritode Tagore en sus mds transparentes poemas.

Este, por ejemplo:

i Bienamado, mi v ida ha alcanzado su p lenitud .

2 Paradiso . Canto XXX , Dant e.

Tagore  1N 75 - 7b

su segunda fotografia

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Hstudiante cn Londres

l879-80

Tagore en San Isidro, con Victoria Ocampo. Noviembre, 1924.

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Tagore  conAlber tEinstein. Berlin, 1930.

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 25

"Your questioning eyes are sad. They seek to know

my meaning as the moon would fathom the sea.

"I have bared my life before your eyes from end to

end, with nothing hidden or held back. That is

why you know me not .

"If it were only a gem, 1 could bre ak it in to a hun -dred pieces and string them into a chain to put

on your neck.

"If it were only a flower, round and smalI and

sweet, I could pluck if from its stem to set it in

your hair.

"But it is a heart,  my beloved. Where are its shores

and its bottom?

"You know not the limits  oi  this kingdom, still you

are its queen.

"If it were only a moment of pleasure it would

flower in an easy smile, andyou could see it andread i t in a moment.

"If it were merely a pain it would melt in limpid

tears, reflecting its inmost secret without a word.

"But it is love, my beloved.

"Its pleasure and pain are boundless, and endless

its wants and wealth.

"It is as near to you as your life, but you can never

wholly know it. K

1 "Tu s ojos tristes estan llenos de preg untas . Buscan mi

pensamiento como la luna quisiera hundirse en el mar.

"Sin esconder ni retener nada, he desnudado mi vida, desdeel principio hasta el fin. Por eso no me conoces.

"Si fuera s61o una gema, podria partir la en mil peJazos y

hacerte un collar.

"Si fuera s61o una florecilla re dond a y dulce, podria arran-

carla del tallo y poner la en tu p elo.

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- 0 V I C T O R I A O C , A M P O

lC6mo es que el dolor desconsolado de no

poder conocer  de l todo  el coraz6n de quien

queremos, lo mismo que el dolor de no poder

hacerle conocer  de l todo  el nuestro, resultan

exentos de amargura ciiando es Tagore quien,nos habla de ellof En lugar de amargura, jCjue'

ilimitacla confianza En lugar de dolor, ;q ue

bdlsamo de ternura Nos vemos libres de ese

continuo sospechar y padecer en la sospecha

que es el suplicio de Swann. Y si volvem os los

ojos hacia aquello, nos parece co sa ajena a

nuestro verdadero ser.

T u m'h a i d i se rvo t ra t to . a l ibe r ta te '

pe r tu t te que l le v ie , pe r tu t t i ' i modi

che di ci6 fare ave i la pote stat e *.

A la recherche du temps pe rd t i   se nos antoja

un titulo melanc6licamente simb6lico y nues-

"Pero es un coraz6n, amada mia, <>D6nde estan sus costas y

su fondo?"No conoces los lirnites de este tu reino, aunque seas su

emperatr iz .

"Si fuera s61o un momento de placer, floreceria en una

sonrisa facil y podrias verla y comprenderla en un instante.

"Si fuera s61o un dolor, se fundiria en claras lagrimas, refle-

jando sin palabras su mas intimo secreto."Pero es amor, amada mia .

"Su placer y su dolor no tienen lirnites, y no tienen fin sus

ansias y riquezas.

"|Esta tan cerca de ti como tu vida misma, pero tu nunca

podras llegarlo a conocer del todo

l Canto XXXI, Paradiso. Dante .

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO  Zt

tra alegria desborda al sentirnos "du c6te' de

chez Tagore".

Escribi es to en 1924, y pien so ahora quesI Tag ore hub iese conoc ido a Prous t , no ha -

bria podido escribir sobre el nada mas cer-

tero que los s iguientes parrafos de   Sadhana:

". .  . en la l i te ra tu ra europea mo der naf a l ta la

v is i6n comple ta de l hombre , que t iene s in

emb argo senc il lez y g randeza . E l hom bre apa-

rece, en vez, como un problema psicol6gico, o

como la encarnaci6n de una pasi6n que es in-

tensa por ser ano rm al, y que se exh ibe bajo

el resplandor feroz de una enfatica luz arti-fic ial. Cuando la atenci6n del hombre se li-

mita y concen tra en la inme dia ta vec indad

de un se r , como ind iv iduo humano , la s mas

hondas ra ices de su na tura leza no encuen tran

un sue lo pe rmanente , y su esp ir i tu e s ta s iem-

pre al bor de de la inan ici 6n . . . Entonc es el

hombre p ie rde su pe rspec t iva in te r io r y mide

su grandeza por su tamaflo y no por los lazos

v i ta les que lo unen con e l in f in i to . . . "

He mencionado en el curso de estas refle-

xiones nuestra facultad de convertirnos en la

musica que oimos y de someternos al cambio

que esta conversi6n  pued e produ c ir . Un d irec -

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28 V I C T O R I A O C A M P O

tor de orquesta , hombre de talent.o, aguda in-

teligencia, y ex profesor de matematicas , Er-

nest Ansermet, me decia hace poco que cuan-

do algo se transforma en musica, en lo que

se llama gran musica, se borran las diferencias

entre el dolor y la alegria , entre la pena y la

d icha ; todo lo t ransmutado a l lengua je mus i-

cal se s iente como deleite . ^No sera, en parte ,

porque sabemos y aceptamos que las costas y

las profundidades de la musica son insonda-

bles , impenetrables? Tagore lo sabia y acepta-

ba, no s61o en mate ria de musica. "E l am or

es e l mis te r io s in f in , porque n inguna o tra

cosa lo exp l ica" , d i jo . Y tambien : "Cu and o

e l amor renunc ia a todo l imite a lcanza laverd ad . . . " Pe ro es te u l t im o pen samie n to lo

tradu jo de su maes tro , Rabir .

L lama la a tenc i6n que e l un ico lazo v i ta l

de Prous t con el in f in i to (qu ie r o dec ir e l

un ico que acuse ) aparece c la ramente cuan

do hab la de mus ica . Medi tando sobre "ce t te

grande nu i t impene tree e t decouragean te de

notre am e que nous p renon s pou r d .u v ide e t

pour du nean t" S y exp l icando que la mus ica

nos revela sus ocultas riquezas, Proust com-

prueba que algunas frasesitas musicales estan

i "Esa gran noche imp enetr ada y descorazonado ra de

nues tra alma, que tom amos por el vacio y la nach a."

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO   W

como ligadas a su realidad. Tal vez nuestra

verdad f ina l sea la nada -susp ira - y ta l vez

sean inexistentes nuestro:> sueilos. Pero si pe-

recemos, llevaremos como rehenes esas divi-

nas cautivas , "y con eilas la muerte se torna

men os amar ga, men os inglor iosa. . . quiza

me n o s p ro b a b le " .

" Q u iz a me n o s p ro b a b le . . .  " Parece como si

le hub ie ran a rrancado a Prous t e s ta confes i6n .

Menos amarga, menos ingloriosa, eso era fa-

cil de admitir. Pero al final de la frase viene

e l "qu iza menos p robab le" , que se nos an to ja

le cost6 un esfuerzo.

El primer impacto de una frasesita de una

sonata a menudo oid.a puede destrozarle elcoraz6n, a fuerza de resucitar e l pasado. Pero

pron to reacc iona Prou s t-Swann y empieza a

hablar de la magia del dolor y de la * ' 'vanidad

de sus sufr imien tos" . Pron to empieza a ex-

plicar que la musica le ha revelado la riqueza

de su p rop ia a lma , y p ron to a reconocer la

deuda que tenemos con los g randes compos i-

tores; e llos han buceado en "las espesas ti-

n ieb las inexploradas" pa ra t rae rnos a lguna

chispa de lo que esconden.

Esas chispas arrancadas de las tinieblas son

alegria . Y a los poemas de Tagore les debe-

mos,  les debo yo, e l haberlas descubierto, e l

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30 V I C T O  R I A O C  A M P O

haber descubierto su sentido, e i scntido de la

alegria , que es uno de ios descubrimientos

mayores que e l hombre puede hacer en su

vida. Por eso trate de decirselo a Tagore en

una carta , que se transform6 en articulo. Poreso quise darle la bienvenida con la palabra

alegria en lo.s labios.

Ahora, en su Centenario, me parece nece-

sa r io recordar en publ ico lo mucho que mu-

chos occidentales le debemos y desearia que

estas palabras llegaran a las gentes de ia tie-

rra donde nac i6 y mu ri6 . Es la mejor man era

de escribirle de nuevo una carta , de hablarle .

Ahora , como en aque l la p r imavera ca rgada

de rosas , es ta cerca de mi, porque me ayud6

a pasar "from the unreal to the real" , de lo

irreal a io real, que es el mundo del espiritu.

11

E L B A L C 6 N

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"Lovers, while they au>a it one ano-

ther, shall  find,  in tnurmuring them [the

poems], this love o{ God a magic gulf

wherein their own tnore bitter passion

may bathe a nd renew its youth." *

W . B . YE AT S

" , . .thou didst press the signet of eter-

nity upon many a fleeting moment."   "

R AB I NDR ANAT H T AGOR E

La lectura del Gitanjali, cuando este libro

cay6 en mis manos, me fue doblemente pre-

ciosa porque atravesaba una de esas crisis delas que imagina la juven tud que nunca po-

dra salir con vida. Ese breve libre de poemas

no pudo l legar a mi en momento mas opor-

t u n o .  Yo no creia en Dios, en el Dios venga-

dor , ex igen te , mezquino , implacab le , l imitado

que hab ian t ra tado de imponerme . Pero la

inc redu l idad ocupaba un lugar inmenso en mi

vida. Y ese lugar i nm enso era un inm enso

* "Los amantes , mientras se esperan uno al o tro , encon-trar;in, al murmurarlos [los poemas], ese amor a Dios que

es como un golfo m%ico do nde su propia y mas amarga

pasi6n puede banarse y renovar su juventur ."

** " . . . pus is t e el sello de lo eterno en muchos instan tes

efimeros."

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34 V I C T O  R I A O C A M P O

vac io , una con tInua presenc ia de Dios por

a u s en c ia. L a a u s e n c ia l i a b la b a : " S 6 1 o h u b ie ra s

podido confia r te a mi . S61o conm igo puedes

hab la r . S in mi quedaras pe rd ida en la so le -

dad. S61o un dios pod ria en ten de r tu sobre-

h u ma n a c o n g o ja " .

A b r i e l  Gitanjali  en ese estado de an im o.

"They come with the ir laws and the ir code

to bind m e fast; bu t 1 evade the m for ever,

for I am only waiting for love to give my-

self up at las t Into his ha nd ." *

El amor de que hab laba Tagore en sus

poemas no e ra e l que me angus t iaba ; pe ro se

d ir ig ia a Aque l a qu ien se pod ia hab la r deese amor profano y, para mi, sagrado; ese

amor que segun Peguy, el gran cat61ico, es

como " la imagen y e l comienzo , e l cue rpo y

e l ensayo" de o tro amor. Otro amor en donde

ya no domina esa sangre de la arteria , esa

sangre de la vena que tan pesados y terrenos

nos vue lven . Yo e ra e l "g ib ie r t raque dans

les ba t tues" por e l que rezaba Peguy . Es taba

amasado con una hum ilde a rc i l la , y lo sab ia .

Por eso Uoraba de a legrla y de e n te rnec im ien-

i Vienen con sus leyes y su c6digo p ara atarm e

estrechamente; pero yo me escapo para siempre, porque s61o

espero al amor para entregarme al fin en sus manos.

Gitanjali.

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 35

to al leer unos poemas que llegaban a mi de

tan alto y de tan lejos s in darme la sensaci6n

de la extranjeria .

"By all means they try to hold me secure

who love me in this world. But it is other-wise with thy love which is greater than

theirs , and t hou keepest me free." *

jD io s d e T a g o re -p e n s a b a y o - , D io s q u e

no qu ie res ponerme a cub ie r to de nada y que

no temes ni me reprochas el olvido en que te

dejo jDios ocult o qu e sabes que s iem pre te

busc are jDios que sabes qu e hacia ti s61o va-

mos por los camin os de la libe rtad jDios que

me en t iende y a qu ien yo no en t iendo

"T hy swo rd is wi th m e to cu t a sunde r my

bonds, and there shall be no fear left for

me in the wo rld ." ^

Rec uer do e l mo me nto y e l lugar en qu e

esto sucedia. Estaba apoyada en una chimenea

de marmol b lanco , en un cuarto tap izado de

seda gris claro. La casa ya no existe. Ni los

que me rodeaban en aque l los d ias . Ni e l poe ta

i Los que me aman, en este mun do, hacen todo cuanto

pueden por re tenerme; pero tu no eres asi en tu amor, que

es mas grande que el de ellos, y me das libertad.   Gitanjali,

2 Tu espada esta conmigo par a cortar mis atad uras y

para mi no puede haber ya miedo en este mundo.  Gitanjali.

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36 V I G T O R I A O C A M P O

cuya voz me traia el don de mis propias la-

gr imas como no hubie ra pod ido hacer lo e l

abrazo fra te rno de l mas in t imo amigo . Las

imagenes que se ag i tan todav ia en m i mem o-

ria dejaran de exis tir, e llas tambien, tan facil-

me n te , t a n i r r e me d ia b le me n te , c o mo lo q u elas ha precedido en la nada. Pero el  Gitanjali

que me hac ia l lo ra r quedara .

Sin saber a ciencia cierta s i pensaba en Ta

gore o en su Dios, repetia:

"If it is not my portion to meet thee in this

my life , le t me ever feel that 1 have mIssed

th y s ig h t - l e t m e n o t fo rge t fo r a mo m e n t ,

le t me carry the pang of this sorrow in my

dreams a nd in my w akefu l ho urs , " *

Iba de una poema a otro con avidez de

abeja:

"It is the pang of separation that spreads

throughout the world and g ives b ir th to

shapes innumerab le in the in f in i te sky .

It is this sorrow of separation that gazes in

silence all night from star to s tar and beco-

i Si no es mi destino encontrarte en esta vida, sienta

yo siempre, al menos, que me ha faltado verte. No me dejes

olvidarlo un s61o instante; no me quites de mis suenos las

punzadas de esta pena, ni de mis horas despiertas.

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 37

mes lyric among rustling leaves in rainy

darkness of July.

I t i s th is overspread ing pa in tha t deepens

into loves and desires , into sufferings and

joys in human homes; and this it is thatever melts and flows in songs through my

poe t ' s hea r t , " *

jDios de Tagore , pensaba yo , qu ien ignora ,

s in sa be r a veces nom brar la , la angus t ia de la

separac i6n ;Y ese ape t i t o de un idad qu e tan-

to en Occ iden te como en Orien te es amor

* *

Tagore lleg6 a Buenos Aires diez ahos des-

pues de esa lectura y esas juveniles lagrimas,

un jueves , 6 de nov iem bre de 1924, Mi en-

cue 'ntro con Gandhi, en la biografia de

Ro m ain R ol land , y e l de Tago re en ca rne y

hueso tuv ie ron lugar e l mismo ano . Goin-

cidencia esta que, a l igual de muchas otras ,

1 La espina de la separaci6n atraviesa el mun do y hace

nacer formas innumerables en el cielo infinito.

Su pena es quien mira en silencio las estrellas de lanoche, y quien se pone lirica con las rumorosas hojas, en

la sombra Uuviosa de juIio.

Su dolor es el que se derrama sobre todas las cosas, el

que se sume en amores y deseos, en sufrimientos y alegu'as

en los hogares humanos; es el que fluye, derretido en ran-

ciones, de mi coraz6n de poeta.

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38 V I C T O R I A O C A M P O

marcaron mi v Ida y d ibu ja ron en e l la curvas

precisas hasta el punto de hacerme sospechar

que esa v ida es taba compues ta de an temano ,

como las flguras de un mosaico.

Las pa labras "Sw ara j" , "Ahim sa" , "Sa tya -graha" , "Swadesh i" no me e ran desconoc idas ,

desde hacia ocho meses, cuando "El gran Cen-

t ine la" (as i le l lamab a e l M aha tm a a Tago-

re) ent r6 en aguas del Plata . Estaba yo ente-

rada de los puntos prIncIpales sobre los cuales

dIsc repaban los dos hombres que moldeaban

la Ind ia , a pesa r de la mu tua adm irac i6n y a

pesar del comun fervor que los unia en de-

fensa de su pa tr ia . Tagore e ra pa r t ida r io de

la mas amplia coperac i6n en tre Orien te y Oc-

cidente. GandhI veia la necesidad de utilizar,

pa ra ob ten er mejoras y jus t ic ia , una fo rma

espec ia l de no-cooperac i6n fren te a l Imperio

Bri tan ico (un ica a rma admit ida y cons ide ra -

da legitim a po r el) . La c am pana de no-co-

operacI6n se inici6 en 1920, o sea cuatro afios

antes del viaje de Tagore a nuestra tierra .

Esa f6 rmula pa rec ia inqu ie ta r a l poe ta en

c ie r tos aspec tos : "Ningun pueb lo puede sa l-varse separandose de los otros . O salvarse jun-

tos,  o desaparecer" , escribia . No temia, creo,

la ideologi 'a de GandhI, a quien consideraba

como uno de los grandes hombres de la epoca,

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

s ino a los gandhianos " e tr iqu es" , a la de forma-

ci6n fatal que sufre s iempre una doctrIna al

pasar de las manos del maestro a las masas.

"Que Tagore h i le como los o tros y que

queme sus ropas ex tran je ras . Hoy por hoy ,este es el deber" , escribia Gandhi. Tagore ni

qu em 6 sus ropas (fabricadas con tejidos eu-

ropeos) ni hil6, que yo sepa.

Gan dhi j i de un lado , Gur udev , (e l maes tro -

poeta) del o tro . . . M uchos no sabi 'amos a

cual preferir, a cual admirar mas. Casi s imul-

taneamente aparec ian en mi v ida -v ia je ros

que llegaban de aquel pais misterioso y leja-

n o -  pa ra p lan tea rnos es te p rob lema: a r te o

santid ad. Yo veia clar am ente qu e uno de elloscolocaba la perfecci6n en el objeto, en la obra

de arte, en su creaci6n, es decir fuera de si

mis mo (cosa pro pia del a rtjs ta *) . El o tro

ponia la perfecci6n exclusivamente en sus

1 ". . .en mi propi a natural eza se libra cons tanteme nte u na

guerra civil entre mi personalidad de artista creador, que

debe necesariamente ser solitaria, y la del idealista, que debe

realizarse por medio de obras de otro caracter, que exigen

un vasto campo de colaboraci6n con un vasto grupo de

hombres. El conflicto se plantea, en mi, entre esas dos fuer-

zas opuestas de mi caracter y no, como en el caso de P., entremi temp eramento ind ividual y las c i rcunstancias que me ro-

dean. Como esas dos fuerzas antag6nicas son en mi igual-

mente natura les, no puedo deshacerme impunemente de una

de e llas a fin de simpHficar e l prob lem a.. ." (Carta de Ta

gore a Rom ain R olIand, deI 2I de febrero de 1924, 8 meses

antes de su Uegada a Buenos Aires.)

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40 V IC T O  R I A O C A M PO

actos, es decir, en si misnlo (actitud p rop ia del

santo) . Un escritor,  un  pintor s61o es g rande

en la me d id a en que log ra belleza (perfecci6n)

en el  ob je to c reado . Su v ida p uede no pa r t ic i -

p,ir  de esa pe rfecc i6n ,  no  alcanzarla , incluso

ser muy iraperfecta .  Por lo  con tra r io , un san-

to no exis te - en c u a n to a s a n t id a d s e r e f i e re -

si no ha  pues to labelleza  (la  perfecci6n) en

su p rop ia v ida ,  en sus actos.  Su o b ra  de  arte

ha  de ser su vida,

Yea ts cuen ta ,  en el p re fac io  del  Gitanjali,

q u e unc o mp a t r io t a  deT a g o r e  ledijo, re-

firiendose  al poe ta :  He is the  first am on g

our saints who has not refused  to live, but has

spoken  out of  Life  itself,  and tha t  is w hy wegive him our lo v e " *.

L o  que acabo  de exp l ica r sobre a r te ysan

t idad  no imp l i c a  que se d e s p re o c u p ara T a g o

re  de la  perfecci6n  del " se r" o que la  subor-

d in a ra mo me n ta n e a n ie n te ,  sin  resquemores ,

a  la o tra pe rfecc i6n . F ue  su cons tan te d rama .

Lo se . Puedo a f i rmar que he vis to desarrollar-

se este drama ante  mis ojos . Qu ier o sencilla-

mente ac la ra r  que p a ra G a n d h i to d o  se s im-

plificaba, pues jamas conoci6  ese t i ro n e o en-tr e  el  a r t is ta y el  san to - o el  idealista,  pa ra

i Es el primero de nuestros santos que no ha rehusado

vivir, pero ha hablado desde la Vida misma, y por eso lo

amamos,

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V * < Y

Poerna d e Tagore escriio e n San  Isidro, Publicado en henga i '(1925) en un libro, Puravi, dedicado a Victoria  Ocampo. Tra-

ducci6n de Tagore. En este manuscrito se ve la manera  enque  Tagore eorregia sus poemas, formando dibujos a l unir

las palabras  borradas,

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I

Tagore cOn la  Comtesse Mathieu  de  Noailles, Francis

Croissety Victoria Ocampo. Inauguraci6n  de su  primera

exposicion  de pintura  en  Paris, Galerie Pigalle. 2 de  mayo,  1930.

UT T iHAYAN

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^4>^ni  >U jf&c**ht,  vk ^*U* >Afe*%-wi

turh& tvkJ  mM,  ^tsut  MiU  mky

Fragmento  dc la iiltima carta de  Tagore a  Victoria Ocampo.

1940.  Vijaya es la traducci6n sanscrita de  Victoria.

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Poema  de Gitanjali que es cotno una plegaria en Santiniketan.

Fotografia de un manuscrito.

T A G O R E E N L A S B A R R A N C A S D E S A N I S I D R O  41

e mp le a r e l t e rmin o q u e s e a p l ic a b a T a g o r e -

que angustiaba casi constantemente al poeta.

Gandhi no e ra in f in i tamente sens ib le a la be -

lleza formal del mundo, como lo era Tagore.

G u a rd a b a to d a sureserva  deenergfa y deamor para bellezas no-tangibles .  tsta,  por Io

menos, es mi vis i6n de los dos hombres que

con .N eh ru han estado en la cima de la ndi a

en nuestro s iglo.

De esta lucha que desgarraba a Tagore, lu-

cha s ilenciosa que yo presencie yadivine in-

tu i t ivamente , cuando tuve ocas i6n de v iv ir a

su lado, encuentro confirmaciones en dos car-

tas que me escribi6, despues de supart ida .

La pr imera , fe cha dae n 13 de enero de 1925 ,

lIeva el me mb re te de l Gui l io Gesare . Ci ta re

un pasa je : "A menudo me ha encontrado nos -

talgico; no era tanto por la India cuanto por

esa reaIidad que vive en mi' y de la cual pro-

viene mi libert ad in terio r. Se oscurece total-

mente cuando por una raz6n uotra mi aten-

ci6n  sedirige demasiado hacia  mi p rop ia

persona. Mi verdadera morada esta alli donde

llega, de lo

que me rodea, ese llamado queexige  de mi' lo mej or qu e tengo por qu e eso

me induce inev i tab lemente  ap o n e r m e en

contac to con louniversal. Mi espiritu tiene

que tener un n ido a l que pucda ba ja r l ib re -

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-I2 V I C T O R I A O C A M P O

inentc Ia voz del cielo, el cielo que no tIene

m<'is atrac tivo s q ue la luz y la liber tad . En

cuanto hay la menor senal de que el nido se

convierte en un celoso rival del c ielo, mi es-

p ir i tu , como un ave migra to r ia , t ra ta de con-

ducir su vuelo hacia una dis tante orilla . Cuan-

do mi libertad de luz esta oscurecida cierto

tiempo, s iento como si soportara el peso de

un disfraz, como la mafiana en su disfraz de

niebla. No me veo a rru ' mismo, y esta oscuri-

dad, como una pesadilla , parece sofocarme

con su pesado vacio. A menudo le he dicho

que no tengo l ibe r tad de renunc ia r a mi l i

be r tad , porque mi Amo rec lama esa l ibe r tad

para su propio, servicio. Hubo tiempos en queolvide esa obligaci6n y me permiti andar a la

der iva acep tando a lgun c6modo cau t ive r io .

Pero cada vez termin6 en catastrofe y fui im-

pulsado a l campo raso por a lgun a irado po-

der, a traves de mu ros der rui dos . . .

Le aseguro a usted que a traves de mi llega

un rec lamo que no es mio . E l rec lamo de un

nino a su madr e t iene un or igen sub l ime - n o

es el de un individio: es el de la humanidad.Los que traen algun especial mensaje de Dios

son como aque l n ino : s iempre que ob tengan

amor y devoci6n sera para un fin mas alto

que para su mero goce. No s61o el amor, s ino

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 48

tambien los golpes y los insultos , e l abandono

y el rechazo caen sobre ellos no para hacerlos

polvo s ino para encender sus vidas en una

l lamarada mas re fu lgen te" .

Esta carta tiene su explicaci6n. La enfer-medad de Tagore nos hab ia ob l igado a su se -

c re ta r io y amigo ing les , Leo nard K. Elmh irs t ,

y a mi a velar por su restablecimiento. Seguia-

mos 6rdenes expresas de los medicos. Yo ha

b ia ins is t ido mucho para que e l conva lesc ien-

te pro long ara su estadia en San Is idro (por

una mezcla de mo.tivos altruis tas y egoistas ,

desde luego) . Tam bie n ins ist iamos am bos ,

Elm hirs t y yo , pa ra q ue no se cansa ra rec ib ien-

do demas iados adm iradores y curiosos . Nues -t ra p reocupac i6n , ta l vez muy occ iden ta l , h izo

que Tagore se que ja ra de no poder v iv ir a

puertas ab ie r ta s pa ra todo v is i tan te , como en

su pa tr ia . Por o tro lado , mis compatr io tas me

acusaron de secuestrar al poeta en la quinta .

Pero"s i de jabamos la puerta ab ie r ta a todas

horas , Tagorse se fatigaba de tal modo que

resolvimos desobe decerle y restr ingi r e l nu-

mero de horas  hdbiles.  Viv iamos pues en un

tira y afloja per pet uo.

Cuando se quedaba en su cuarto , e sc r ib ien-

do ,  y s61o in te rrumpia su labor pa ra caminar

en e l ja rd in , me joraba v is ib lemente ; pe ro la

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44 V I C T O R I A O C A M P O

conciencia le remordia. Su misi6n no consis-

tia en pasar una vida placentera. Nosotros ,

por nues tro lado , ten iamos la mis i6n de no

desobedec er los consejos de los medic os. . . y

eso s ignificaba desobedecer a Tagore.

Este precario estado de salud nunca mas

desapareci6 del todo.x

En agosto de mismo afio (1925) el poeta

me esc r ibe desde San t in ike tan : "Romain Ro-

l land ha descubie r to un sana tor io en Su iza .

Esta cerca de su casa y alli me iuternare todo

e l t iempo que juzgen convenien te los medi

cos. Me gustaria tanto que usted estuviera alli

pa ra da rme la b ienven ida . Pe ro supongo que

no va a suce der. . . M e dice usted en su cartaque s ien te tan to que yo no haya podido pro-

long ar mi estadia hasta el final d el ver ano en

esa linda casa en las barrancas del rio. No se

imagina us ted cuan am enu do lo he deseado

yo mismo. Fue a lgun espe j ismo de "deber"

e l que me a rranc6 de aque l r inc6n apac ib le ,

con su insp irac i6n y su oc io apare n tem ente

futil ("seeming ly futile idli ng") ; per o hoy

descubro que mi cesto, mientras yo estaba

alli ,  se llena ba diar iam ent e de timidas flores ,

poem as qu e florecian a la sombra- de horas de

pereza . Le puedo asegura r que la mayoria de

ellos conservaran su frescura mucho tiempo

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 45

despues que las torres laboriosamente cons-

truidas de mis obras beneficas se hallan de-

rrumbado en e l o lv ido" .

Esos dos pasajes de sus cartas reflejan de

manera fiel los estados de anirno a que he

a lud ido . Por un lado e l sen t imien to apremian-te del deber, la necesidad de ponerse incon-

d ic iona lmente a l se rv ic io de l Amo, de cumplir

la mis i6n que e l Amo le ha encomendado . .

Por o tro lado , e l sen t imien to de que e l deber

que se impone a s i mismo es un espejismo;

que ese espe j ismo le impide pe rmanecer en

un r inc6n apac ib le donde , ba jo un oc io apa-

ren te , encontraba r ica insp irac i6n pa ra esc r i -

bir poemas; poemas cuya frescura sobreviviria

a las torres laboriosamente construidas de sus

obras beneficas .

Pero estas cartas ' y otras llegaron despues

de la estadia de Tagore en San Is idro. Y vuel-

vo ahora a esos dias de noviembre en que des-

embarc6 , con gr ipe , en nues tro puerto . Esa

dolencia y el diagn6stico de los medicos me

dieron la ocasi6n deseada, aunque nunca es-

perada, de acercarme a el.

Decidimos, con X., irlo a ver, o pasar apreguntar por su salud al Plaza Hotel. Su se-

cretario, un ingles rubio, de ojos celestes y

nariz resping ada, delgado y alto, Leona rd K.

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46 V I C T O R I A O C A M P 0

Elmhirst, nos recibe abajo, en el hall, y nos

habla de sus problemas. Despues de un mi-

nucIoso examen los medicos han dado su diag-

n6stico: el coraz6n del enfermo no esta en

condiciones de soportar el cruce de la Cordi-

l le ra . Tendra que renunc ia r a Lima . Sera ne -

cesario telegrafiar al pres iden te Legui a qu e

su inv i tado no puede l legar has ta e l Pe ru . Ta-

gore tIene que descansar, en el campo, antes

de volver a embarcarse.

In me d ia t a me n te l e p ro p o n g o a Mr . E lmh i r s t

que vengan los dos a San Is idro. Pondre una

quin ta a d ispos ic i6n de Tagore . Le p ropongo

esto antes de reflexionar- sobre c6rno voy a

a rreg la rmelas pa ra cumplir mi p romesa . Yo

no tengo n in gun a qu in ta en San Is id ro y no

.se s i mis padres me prestaran la suya. Pero

estaba resuelta a mover cielo y tierra con tal

de encon tra r le a Tag ore un re fug io agradab le

y t ranqui lo pa ra su conva lecenc ia .

Despues de es ta conversac i6n pre l iminar

con Mr. E lmhirs t , sub imos a l departamento

que oc upaba Tag ore , y su sec re ta r io nos de j6

solas en la sala . iQue puede resultar de esta

e n t re vi s t a - m e p re g u n ta b a y o c o n p a n ic o -?

No articulare palabra. Sentia ese vertigo de

Ia huida que acomete a los timidos cuando la

TAGO RE EN LAS BARRANC AS DE SAN ISIDRO 47

suerte pone a su alcance lo que mas han de-

seado en la vida.

El ob je to de mi angus t ia abrev i6 e l ma les -

ta r de la e spera . En tr6 cas i inmedia tamente

a la sala . Entr6, s ilencioso, le jano, con no seque inabordab le mansedumbre . Es taba en e l

cuarto, y no estaba, En su porte hay algo de la

altivez de las llamas. Algo de ese desden sobe-

rano con que miran a qu ien la s mira . Pe ro

una dulzura avasalladora mitiga la altivez de

este hombre . A  pesar de sus  63  affos (Ia ed ad

de mi padre , p ienso) n i una a rruga en la

fren te , como s i n in gun a preocupac i6n hub ie ra

podido a l te ra r la t ranqui l idad de esa p ie l do-

rada . E l pe lo b lanco y abu nda nte , ond ulad o ,cae,  como en las cabezas de los pajes, sobre

un cue l lo f i rme y redo ndo . Adm irab les p ro-

porciones de la cabeza y del cuello, La parte

baja de la cara esta oculta por la barba y eso

da mayor importanc ia a la pa r te a l ta . La na -

riz , los huesos de-los p6mulos y de la frente ,

reve lados por la p ie l t i ran te , t ienen una be -

lleza casi excesiva, como los ojos negros, con

sus parpados perfectos , a menudo bajos . Los

ojos,  la p ie l conse rvan una ex tra r ia juven tud .

Al con tradec ir los , la aureo la b lanca de l pe lo

y la barba solem ne los subr ayan . Es alto. Ca-

min a b ie n . S us ma n o s e x t ra o rd in a r i a m e n te

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48 V I  C  T O R I A O C A M P O

"racees" y expresivas, se mueven con una gra-

c ia len ta que me sorprende . Pa recen tener un

lengua je p rop io .

Ahos despues , descubri , v iendo ba i la r a

Mrinalini Sarabai, que las manos de los bai-

larines indios tienen, en efecto, un idioma,

e l mismo que hab laban la s de Tagore .

Como lo habia previs to, la presencia real

de ese hombre , tan in t imo a mi coraz6n ,

cuando no sabia de el mas que sus poemas,

me paraliz6. A los pocos minutos, me levante

para desped irme , con asombro de mi com-

panera que sab ia que yo hab ia sonado con

esta entrevis ta .

Corr i a casa de mis padres . No pudie rono qu is ie ron pres ta rme la qu in ta de San Is i -

d ro . Se me ocurr i6 en tonces ped ir socorro

a l marido de una pr ima hermana , que ten ia

otra quinta a pocas cuadras de la nuestra:

Mira lr io . Me la p res t6 por una semana . Co

mo Tagore p ro long6 su es tad ia , se la a lqu i le

por la temporada , Volv i a l ho te l corr iendo

tambien , l i te ra lmente . Le anunc ie a Elmhirs t

que dentro de dos dias estaria todo arreglado

para rec ib ir a Tag ore en un lug ar apac ib le .

La qu in ta e ra g rande , la casa tambien , p in -

tada con cal, y de persianas verdes. Era una

casa nueva, copia de las casas vascas. Desde

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 49

los balcones del primer piso y desde el corre-

dor de l piso bajo se veia el rio y un a tipa

redonda y coposa en primer plano, a la de-

recha. Era la epoca de las flores mas abun-

dantes y perfumadas: rosas y espinillos . Las

f lores - p e n s e - se ran por lo menos d ignas

de mi huesped .

El dia de la partida de Tagore para San

Isidro, 12 de noviembre, lleg6 por fin. Yo

nohabia vue l to a ve r lo . Almorzaba , e sa ma-

nana, en casa de gentes importantes , que

siempre invitaban a los viajeros ilustres . No

asis ti a l a lmuerzo.

Cuando fui a buscarlo, a las tres de la tar-

de,   se hab ia desencadenado un vendava l quebarria con violencia la calle Cailao. Arran-

caba las hojas nuevas de los platanos, hacia

revolotear papeles sucios y levantaba polvo

de las veredas. El cielo, amarillento en algu-

nas partes y plomizo en otras , aconsejaba a

los t ranseuntes qu e se d ie ran pr isa . D ura n te

e l t rayec t6 e l au to es tuvo envue l to en remo-

iinos de polvo. Por contraste , la casa, a l en-

trar, era un sedante. Olia a cera y a flores

frescas. El s ilencio, ahondado por el ruido

del viento en los .arboles (ese ruido que pa-

rece de mar donde hay casuarinas), las rosas ,

las ram as de esp inilIo co or oro e n. la soleda d

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50 V I C  T O R I A O C A M P O

bIanca de los cuartos nos acogieron en cuan-

to se cerr6 la puerta de entrada.

Aquella tarde el c ielo se puso cada vez

mas amari l len to , con nubarranes oscuros .

Nunca habia vis to nubes tan pesadas, tanamenazantes y a la vez tan radiantes . El ama-

rillo azufre y los grises plomo y perla redo-

blaban el verdor de la barranca y de los ar-

boles . El rio reflejaba a su manera y en su

idioma acuatico lo que veia alla arriba. Mi-

ramos con Tagore, desde el balc6n del que

seria su cuarto, e l c ielo, e l rio, la tierra en

traje de primavera (los sauces, en el bajo

habian sacado de su madera raillares de ho-

jitas tiernas) .

"Tengo que mos tra r le e l r io" le hab ia d i-

cho yo a Ta,gore, llevandolo al balc6n, ape-

nas en tramos . Y todo consp ir6 conmigo para

que e l e spec tacu lo fue ra sorprendente . Era

como si hubiesen puesto reflectores en el c ie

lo ,  detras de las grandes nubes que se ribe-

teaban de luz.

Aque l ba lc6n iba a se r  su  balc6n. Desde

ahi iba a ver, du ra nte esos meses de novi em-bre y diciembre, " les soirs , voiles de vapeurs

roses" (com o el otr o poeta, en otro balc6n,

ju nt o a otr o rio a ngosto : e l Sena) . Y lo re-

cordaria: "No he podido verme l '"bre de mi

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 51

deca im ien to -m e esc r ib ia desde San t in ike -

tan-. En este .es tado de debilitamiento fis ico

mi i rnag inac i6n a m enu do vagabund ea y vue l-

ve a aque l ba lc6n de San I s id ro . . . Tod avia

recuerdo in tensamente la luz de la madru-

gada sobre los grupos de extranas flores azu-

les y rojas de su jardin, y el juego constante

de los colores sobre el gran rio que yo nunca

me cansaba de mirar desde mi balc6n soli-

ta r io . "

Yo sab ia muy b ien que lo un ico que podia

ofrecer a Ta go re era un b alc6n con vis ta al

r io .  Que ese paisaje era el unico regalo digno

de el y que no lo olvidaria .

Cuando los ocho d ias que en p r inc ip io te -

n ia que pasa r Tagore en la qu in ta se t rans -

formaron en meses , no puedo asegura r que

en mi fue ro in te rno no bendec ia esa g r ipe

opo rtun a , que por o tro lado me in qu ie ta ba .

Yo no v iv ia en Mira lr io . Dormia en la qu in ta

de mis, padr es . Pero iba dia ria me nte a casa

de Tagore y a lmorzaba , o comia con e l . Co

m o m i  cocinero  y toda la gent e que estaba

a mi se rv ic io hab ia pasado a Mira lr io , inc lu -so cacerolas , cubiertos y platos , no me que-

daba otro remedio. Feliz cocinero, feliz mu-

camo y muc ama , pensaba yo . En la med ida

de lo posible , yo queria que Tagore se s in-

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52 V I C T O R I A O C A M P O

tiera como en su propia casa. Mi presencia

c o n t in u a p o d ia mo le s t a r lo - t e mia y o - . Me

elimine en ciertas ocasiones por esa. Me ha-

bria retorcido el coraz6n para serle agradable.

Pero lo c6mico y triste a la vez es la in-

terpretaci6n dada por Tagore a este sacrificio

que hacia yo, desapareciendo a ratos , para

dejarle ente ra libe rtad *.

E n u n l ib ro d e R a n i C h a n d ra ,  Alapchari

Rabindranathj  en que la au tora t ransc r ibe

conversac iones con Tagore ( t raduc idas a l in -

gles por Kshitis Roy en 1942, es decir des-

pues de la muerte de l poe ta ) me encuen tro

con es to (hab la Rabindrana th , ju l io de 1934):

"El o tro d ia rec ib i ca r ta de .Vijaya^ , nada

mas que unas lineas en una tarjeta postal:

'Esc r ibame s i puede ' . Contes te , p id iendole

que v in ie ra aqu i a v is i ta rnos .

"Recuerdo que Vijaya no sab ia b Ien que

hacer para serme util . Me di6 asilo en su

casa, en medio de toda clase de  confort  y

lujo. Para hacerlo, debi6 de gastar dinero a

mano s llenas. Y sin emba rgo , le parecia q ue

no es taba hac iendo bas tan te -s iempre a la

expec ta t iva , como en puntas de p ies , pa raatender a mis menores necesidades. Estaba

i Lo des cubr o en 1960 , despues de e sc ri ta s , en 1958 , e sta s

p a g in a s .

2 V ic to r i a .

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 53

dispuesta a hacer cualquier sacrificio por mi.

"Pertene c ia a la a r is toc rac ia a rgen t ina - y

a un 'exclusive set ' , no habituado a frecuen-

ta r pe rsonas fue ra de su g rupo- . A menudo

invitaba yo a alguien a tomar el te . Vijaya

hac ia cuan to le corresponde hacer a una bue-

na dueha de casa. Pero no aparecia . Esto me

l lam6 la a tenc i6n como a lgo ex trano . Un d ia

le hable a Elmhirs t del asunto: '^C6mo es

que vienen personas a vis itarnos y que Vijaya

no parece tener ganas de verlas? Deben de

pensar que la ausencia de la dueila de casa

es rara ' . Al dia s iguien te, me enc ont re con

Vijaya sirviendo el te con una sonrisa en 3os

labios. Yo observaba c6mo nuestros vis itantes

se senti an in tim idad os po r su posici6n social

y tamb ien por su inna ta a r is toc rac ia .

"Vijaya es una pe rsona a l tame nte cu l t ivada ,

muy le ida e in formada . A parec ia a me nud o

para asis tir a discusiones sobre varios temas.

A menudo se que jaba : ' ]Por que no habra .

ap ren did o usted el espafiol M i ingl6s no es

sufic ien temente bueno pa ra un in te rcambio

in te lec tua l ' . Yo tambien lamentaba mi igno-

rancia de su idioma.

"Las m ujeres poseen algo . . . un don de

emoci6n, en ellas . Cuando la emoci6n con-

cuerda con el caracter de un individuo, la

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54 V I C T O R I A O C A M P O

combinac i6n puede resu l ta r una cosa he r-

raosa, una cosa maravillosa. Un caso tipico

era el de Sis ter Nivedita [la inglesa, Marga-

re t Noble , d i rec to ra de una escue la en Lon-

dres , que ded ic6 su v ida a VIvekananda] .

Verdaderamente , sen t ia venerac i6n por Vive-

kananda y por eso le fue facil adoptar su reli-

gi6n y su patria com o propia s . Dej6 su tie rra

y a su gente para estabIecerse en la India. De

la India hizo su hogar, y am6 a la India y a

los Indios con alnia y vida. S61o se puede sen-

tir, no describir, lo genuino que era ese amor.

Su valor, su sacrificIo de s i misma eran algo

que no cesaba de sorprenderme .

"Yo la v is i taba a me nu do . . .

"Si la emoci6n es s61o un exceso de senri-

mien to , puede fac i lmente degenera r en pa -

ta1etas . Cuando esta equilibrada por el ca-

racter, se convierte en  tour de jorce  [en fran-

ces en el texto].

"Duran te mis v ia jes en e l ex tran je ro , he

notado que las gentes , a lli , tra tan de dar una

forma tangible a sus emociones a traves de

una acci6n positiva o de un servicio. He te-

nido la suerte de recibir amor y afecto y con-

fianza de mis arnigos allende los mares . Tome

por e jem plo a Vijaya . Las p r ime ris imas pa -

T A G O R E E N L A S B A R R A N C A S D E S A N I S lD R O   'J'J

labras que me d i jo fue ron : '^Que puedo

hacer por usted? '

"Para mi v ia je de vue l ta de Argen t ina , e l la

me tom6 dos camarotes de lujo en un lujoso

barco i ta l iano . Cuando yo pro tes te que eso

no era necesario, no se dej6 persuadir. Dijo

que uno de los camarotes me serviria de es-

c r i to r io y e l o t ro de dormitor io . Es to e ra un i-

c a me n te  su  manera de expresa r su ca r inosa

preocupac i6n por mi . Hizo a lgo mas . Habia

un s i l l6n que me resu l t6 muy c6modo mien-

tras fui su huesped. Insis ti6 para que yo me

lo llevara. Cuando se vi6 que la puerta del

camaro te no e ra bas tan te ancha pa ra da r le

paso,  convenci6 al capitan del barco que lah ic ie ra saca r , pa ra pe rmit i r le la en trada a l

mueble . Cuando todo se a rreg l6 , me d i jo , s in

mas : 'Aqui podra descansa r cuando se s ien ta

fatigado'.

"Duran te mi u l t ima g ira por Europa , e i la

estaba en Paris . H abi a traidO' yo una colec-

c i6n de mis p rop ias p in turas . Despues de ha -

berlas vis to, dijo: 'Los criticos de pintura

paris ienses tienen que verlas ' . Ha de haber

gas tado una fo r tuna pa ra o rgan iza r aque l la

expos ic i6n de p in tura .

Por estas cosas digo que las mujeres, en Oc-

cidente, expresan su amor a traves de accio-

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56 V I   C  T O R I A O C A M P O

nes positivas , a traves de algun servicio tan-

gible . Su amor es una cIase de amor que eleva,

que enaltece, Hay otra clase de amor, que uno

encuen tra en mi t ie rra , que Io ahoga a uno

en sus lugubres sen t imien tos . Tengo la im-

presi6n que mucho de lo que podri 'amos es-

perar de nuestras compatriotas se despilfarra

en llorosas emociones".

Cuando iban los admiradores de Tagore a

tomar el te con el, yo desaparecia, en efecto,

para deiarles entera liben.ad, Gambie de tac-

t ica en cuan to me d i io Elmhirs t aue a Taeo-

re le extraflaba mi au<=encia. Desde luego,

nun ra h e ten ido Dre iu inos de c lase. como no

los he tenido de raza. Por lo tanto no se meha orurrido aue aleruieu r>ndiera fieurarselo.

Y si n embat0-o, as< es . F.n Ta eo re, que vem'a

de un nafs aun divid ido en castas faun nue

en su familia combatieran ese atraso^ la in-

te rnre tac i6n e ra na tura l , aunque to ta lmente

eqiiivocada.

L.o cierto es que cada instante na*ado leios

de Gurudev me parec fa i r remediabIemente

des per dic iad o, p erd ido . Era al,ax> asi como si

despues de haber sacado la grande me con-

tentara con llevar el bille te en el bols illo, s in

atreverme a cobrarlo. Maldecia mis escru-

pulos.

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 57

Desgarrada entre mi discreci6n y mi avi-

clez, entre mi timidez y mis deseos de no per-

der ni una migaja de aquella "presencia",

iba a menudo a hablar con el cocinero, o al-

guno de los otros dos s irvientes para conso-

larme. Ellos tenian el privilegio de vivir masque yo con mi huesped.

Poco a poco aprend i a conocer pe rsona l-

men te a Tago re , a ad iv ina r sus "mood s" (es -

tados de animo) . Poco a poco Tagore domes-

tic6 al joven animal salvaje y d6cil a la vez

que era yo, y que no dormia, de noche, en el

piso de baldosa, detras de su puerta , como un

perr i to cua lqu ie ra , s implemente porque es ta -

ba fuera de los usos y costumbres.

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III

E L S O L I T A R I O D E P U N T A C H I C A

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"There are some who have sat speech-

less for ages in thy shadow ; let me utter

their song."

G l T A N J A L I

Tagore ya no iba a moverse de San Is idro.

S6.1o iria p or u na sem ana a Mar d el Plata, a

Chapadmalal, la estancia de Martinez de Hoz,

puesta a mi disposici6n por sus s iempre hos-

pItalarios duefips , En un diario de aquel le-

jano mes de nov iembre , descubro que lo l la -

maban "e l so l i ta r io de Punta Ghica" . E l 23d e n o v ie mb re , " L a N a c i6 n " p u b l i c a u n me n -

saje del poeta a Rusia: "Hay quienes suefian

con acortar el camino del exito en su afan de

obtener la l ibe r tad pa ra e l hombre va l iendo-

se de la fuerza. fistos s61o con sigu en forjar

pa ra la humanidad una cadena con in f in i tos

anillos de violencia. El modo mas rapido para

iluminar la propia casa puede consis tir en

pegarle fuego . Pe ro e l inmenso resp landor

del exito se le compra al Poder de las Tinie-blas pagandolo con la bancarrota final de la

luz",

A pesa r de que Tag ore hab ia dec la rado a

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62 V I C T O R I A O C A M P 0

los periodis tas , desde su llegada: "Soy un

educador y un poe ta , no un po l i t ico" ; a pe -

sar de que habia puntualizado, hacia ya tres

anos, que Gan dhi y el tomaban de rro te ros

diferentes , yo veia que las luchas politicas dela Ind ia y de l mundo lo l lenaban de zozobra .

En esa epoca, yo era muy ignorante en mate-

ria de politica inte rnac iona l y nacion al (lo

soy aun), con sus altibajos , sus grandes intri-

gas , 'sus traspies , sus Inesperados virajes , sus

6te toi que je m'y mette,  sus chan chull os dis-

frazados de virtuosas indignaciones, su des-

vergonzada egolatria nacionalis ta , sus concu-

piscencias disfrazadas de fervor patri6tico.

Los discursos grandilocuentes de los politicosde todas layas, con sus promesas interesadas,

me aburr ian . La ment i ra aburre s iempre ,

aunque hay qu ienes dec la ran que cuan to mas

grande mas facil resulta hacersela tragar a las

masas.

S in embargo , e s taba bas tan te a l corr ieh te

de lo que pasaba en la India, y mi descubrI-

mien to de Gandhi , mi admirac i6n por e l , ha -

b ian con tr ibu ido no poco a que t ra ta ra deins tru irme sobre los p rob lemas de su nac i6n .

Yo no me a trev ia a menc ionar e s tos p rob le

mas de lan te de Tagore por miedo de he r i r lo

y de decir a lguna tonteria . Ademas, s i e l es-

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 63

taba padeciendo por los grandes conflictos de

su patria , no me correspondia a mi sacarle el

tema y en tr is tece r lo con preguntas , por mas

que esas p regu ntas no n ac ie ran de mera cu-

r ios idad , s ino de un apas ionad o in te res . N oteng o alma de peri odis t a barat o (los hay no-

bles) y jamas he apro vech ado la estadia , en

mi casa, de grandes escritores o musicos, para

exprimir los como l imones a f in de poder

ofrecer, mas tarde, a l lector ese jugo en forma

de ins ip idas l imonadas .

En mayo de 1924 , Romain Rol land temia

para la salud de Tagore los efectos de un via-

je cansador. Decia en su diario: "La salud

de Gurudev es ta abso lu tamente  minada  por

las preocupaciones de este aho pasado. Sufre

del est6mago y de insomn ios. A mi pare cer,

esta agotado. Esto no tiene nada de extrafio

para los que son testigos de la vida que lleva.

En Santiniketan esta acaparado las tres cuar-

tas partes del tiempo por los vis itantes . Ora

los turis tas americanos u otros , que lo han

puesto en su lis ta de curiosidades; ora buena

gente de Calcuta o de otras partes , que vie-nen a descansar varios dias al Ashram y a ha-

cerle vis itas inte rm ina bles , a la moda ind ia. . .

Es un desfile continuo, desde las seis de la

manana hasta las diez de la noche".

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64 V I C T O R I A O C A M P O

Este agotamiento era patente. Las cartas

qu e llegaban de la Ind ia (o de Ingla terra )

so l ian ensombrecerlo , cambia r sub i tamente

su humor. Yo aprend i a conocer los s in tomas

y rondaba la casa, en esas ocasiones, como

alma en pena , s in an imarme a en tra r a sucuarto y a p regunta r le : "^Que pasa?"

Algu na vez, en ca r ta a su que rido amigo

ing les C. F . Andrew s , hab ia a lud id o Ta gore ,

cum grano $alis,  a " la penosa respo nsabi lidad

de tener que ve la r por un poe ta" . Algo de

eso iba a conocer yo por experiencia . Tagore

tenia, a veces, reacciones de nino; como que

los poe tas son los hombres que han guardado

intactos ciertos rasgos de la infancia. Y parte

de la grandeza de los grandes hombres radica

tamb ien en que son no s61o homb res com o

los demas, s ino nino s. Si fueran perp etua -

me nte justo s , sabios, infalibles en u na .pala-

bra , los admira r iamos mas , pe ro los amaria -

mos menos .

Un escritor frances ha dicho: "La perfec-

tion jette le froid".

No tuve ocas i6n de hab la r pe rsona lmente

con G an dh i. L o vi y lo oi hab lar en Par is , end ic iem bre de 1931 . Volv ia de una Mesa Re-

donda en Londres . Pese a que nad ie como e l

me ha dado la impres i6n de una pe rfecc i6n

TA&OR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO <*>

interior, de un acuerdo entre palabras y actos

que lindaba con la santidad, su presencia no

helaba. Se soportaba su perfecci6n s in ago-

b io . Habi a en to r no a su pe rsona una a tmos-

fera que llenaba de confianza y de alegria a

qu ien e ntra ba en ella . "Ba lsam o" es la pa-labra que nos sugeria . Ta l vez hub ie ra en

el algunos vestigios de imperfecci6n fatal en

todo lo hu m an o. . . O la perfecci6n de los

santos no hi ele . . .

He ido a hurgar en los archivos de los dia-

rios para buscar comentarios sobre el es tado

de salud de Ta go re. Los medicos (Castex y

Bere te rv ide ) hab ia n proh ib ido que se cansa -

ra . El poeta tenia que resignarse a un reposo

casi absoluto, hasta que se repusiera comple-

tam ent e. Esa no s61o era la op ini 6n de nues-

tros medicos, puesto que desde la lndia, a su

regreso , me esc r ibe Tagore : "Hay an imales

que finjen estar muertos para salvarse dei

pe l ig ro de la muerte . Los medicos me acon-

sejan que s iga ese ejem plo y me ord ena n que

nunca mas me mueva, hable, reciba vis itas

- e n u n a p a la b ra, q u e te n g o q u e c o m p o r ta r -

me como s i ya me hubiese m uer to" . En es taslineas aparece su  humour  h a b i tu a l . P e ro

cuando , en San Is id ro , E lmhirs t y yo ten ia -

mos que obligarlo a seguir las prescripciones

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66 V I C T O R I A O C A M P O

medicas, era otro cantar: se fastidiaba. No ha-

bi 'a manera de llegar a un acuerdo. O bien

Tagore nos reprochaba tener a raya a los v i

s i tan tes con tra su vo lun tad , o b ien quedaba

rend ido despues de un d ia pasado en tre ad-

miradores o curiosos que llegaban en cara-

vana . Yo temblaba de miedo de d isgus ta r lo .

Pero ,  t em blan do y todo , lo d isgus tab a . . . A

veces me rebe laba , me impac ien taba y me

dec ia a mi misma: " jQ ue demonios Las gen-

tes,  por mas poetas que sean, mueren en

Orien te como en Occ iden te cuando no saben

o no q u ie r en cu ida rse . Y s i e l no qu ie r e cu i-

darse, pues lo cuida re yo a la fuerza " Aq ui

sa lia a re luc ir lo que D rieu iba a l lamar: "T a

mora le de nurse ang la ise" .

Pe ro . . . e l tem or de d isgus ta r lo m e coh i-

bia con frecuencia. Por eso fue grande mi

alivio al recibir de el, a poco de estar en San

Is id ro ba jo mi t imida tu te la , una ca r ta de

la que citare algunos pasajes: "Anoche, cuan

do ie di las gracias por lo que comunmente

se l lama hosp i ta l idad , e spero que us ted ha -

bra sen t ido que yo dec ia mucho menos de lo

que pensaba .

"Sera dificil que usted entienda que in-

mensa carga de soledad llevo conmigo. Una

carga que ha s ido especialmente impuesta a

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 67

mi v ida por mi sub i ta y ex traord ina r ia fama .

Soy como un desdichado pais donde, en un

dia poco auspicioso, se ha descubierto una

mina de ca rb6n , con e l re su l tado de que se

descuidan sus flores , se ta lan sus bosques y

queda desnudo an te la desp iadada mirada de

una mult i tud de buscadores de te soros . Mi

prec io en e l mercado ha sub ido muy a l to y

mi va lor pe rsona l se ha oscurec ido . Tra to de

rescatar ese valor con un ansia dolorosa que

cons tan t emen te me pers igu e , . . H oy s ien to

que este don precioso me viene de usted, y

que es usted capaz de valorarme por lo que

soy y no por lo que con tengo ."

Es ta ca r ta me t ranqu i l iz6 y me l len6 dealegria .

En Mira lr io , Tagore esc r ib ia por la ma-

nana, paseaba en el jardin, o venia a pasear

en mi ja rd in . Desde e l ba lc6n de su cuarto ,

miraba con la rgav is ta , a ten tamente , los o rne-

ros y benteveos. Leia a Hudson. Por la tarde,

l legaban la s ca ravanas de admiradores . A me-

nudo se sentaba en el pasto, debajo de un

tipa, cerca de la barranca, y hacia sentar en

semicirculo a sus vis itantes . Les hablaba en

ingles . Habia que traducir. Esto lo hacia ge-

nera lmente un sehor Barros , vendedor de la

casa Maple; otras veces lo reemplazaba yo. A

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68 V I C  T O R I A O C A M  'P  O

veces ilegaban vis itas imprevis tas . Muchos

te6soIos. Una manana, se present6 una se-

nora (yo no conocia a casi nadie de las per-

sonas que desfilaban a diario por la quinta)

que ins is t i6 pa ra se r rec ib ida inmedia tamen-

te .  Tagore , burlando la v ig i lanc ia que t ra ta -bamos de es tab lece r pa ra p ro tegerlo , rec ib i6

a ia madrugadora . Supimos luego , por e l mis -

m o,  que iba a ped ir le la in te rpre tac i6n de

sus suenos. La sen,ora en cuesti6n sofiaba con

elefantes . Habia elefantes en la India, ergo,

Tagore debia saber que s ignificaba sofiar con

esos paquidermos . E lmhirs t y yo cambiaba-

mos miradas : e ra una ocas i6n exce len te pa ra

l lamar a l o rden a nues tro conva lec ien te . S i

lo t ra taban como a un ad iv ino vu lgar , ya nohabria descanso en la casa. Aquello no tenla

sen tIdo . . . Ta m bie n hab ia vacas, y monos , y

viboras , y toda clase de pajarracos en la India.

Y otras senoras podl an sofiar (^por que no?)

con o tros an imales y p resen ta rse a p r imera

hora a Mirairio, como la de los elefantes , para

saber que anunciaban esos sueilos .

La verdad es que yo me sentia un poco

consternada por la clientela que solia solici-ta r en trev is tas , pe ro la bondad de Tagore e ra

inagotab le y no se a l te raba por e i t iempo per-

d.ido.

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

He releido, es tos dias , e l libro de Romain

Rol land sobre la Ind i a (1915-1943) . Tag ore ,

Gandhi , Nehru . Encuentro en e l , sobre la

es tad ia de Tag ore en la Arg en t ina , re f lex io-

nes no de l todo exac tas desde nues tro pun to

de v is ta . Lo que Tagore y L . K. Elmhirs t pu-d ie ro n " in t e rp re t a r " s u b je t iv a me n te , c o mo

dir ian los a lemanes , lo que c reyeron en trever

durante su estadia , no esta s iempre de acuer-

do con la rea l idad . Tra ta re de da r somera -

mente unos e jemplos .

"M i o jeada a Am erica de l Sur -esc r ibe Ta

g o re a R o m a in R o l l a n d - n o es r e c o n fo r ta n te .

La gen te se ha enriquec ido de repen te , y no

ha ten ido t iempo de descubrir su a lma . Es

las t imoso ve r su abso lu ta dependenc ia de Eu-

ropa pa ra sus pensamien tos , que deben l le -

garles totalmente hechos. No les averguenza

enorgu l lece rse de cua lqu ie r moda que cop ian ,

o de la cu l tu ra que compran a aque l Cont i -

n e n t e . . , "

<iPero d6nde"ibamos a  comprar  nues tra cu l

tura, s i no en los paises de donde venimos,

de que somos hijos yherederos forzosos? ^Aca-

so la cu l tu ra europea no es tambien la nues t ra? ^Podemos l imita rno s a la cu l tu ra qu ichu a ,

o guarani, o de los indios comechingones? Lo

que nacera entre los herederos de esta cultu-

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70 VICTORIA O C A M P O

ra , en tierras americanas, e l tiempo lo dira .

Pero toda  Am^rica,  desde el norte hasta el

sur , no pued e negar la cu l t u ra eu rope a s in

renegar de s i mismo. El caso de la India fren-

te a Ing la te rra e s to ta lmente d is t In to .

Lo que ocurr ia en la Argen t ina con v ia je -

ros como Tagore y ElmhIrst en el afio 1924

es que tenian datos muy deficientes y vagos

sobre nues tra America La t ina en fo rmac i6n

y de origen  espanol.  N o a c e r t a b a n a c o mp re n -

der el a lcance de lo que veian y oian, cosa

muy exp lIcab le . E l  melting pot  a rgen t ino e ra

raucho mas dificil de descifrar par a ellos qu e

el   melting pot  n o r t e a m e r ic a n o (q u e p o r o t ra

parte hab ia p rovocado en Tagore reacc iones ) .

Tra te de poner en con tac to a l poe ta con

represen tan tes au ten t icos de este pa is . Por

e jemplo , con Rica rdo Gii i ra ldes . Era an tes

de la pub l icac i6n de  Don Segundo Sombra,

es decir an tes de su gran fama. U na vez, pudo

ir Tagore has ta la Facu l tad de F i losofia y Le-

tras . El estado de salud del convaleciente li-

mitaba la s pos ib i l idades de hacer le conocer

la Argen t ina y los a rgen t inos .

Una noche , mien tras conversabamos sen-

tados jun to a l ba lc6n , en su cuarto , mi hues -

ped manifes t6 e l deseo de o ir mus ica moderna

e u ro p e a . T e le fo n e e in me d ia t a me n te a J u a n

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

Jose y jos e M aria C astro, que en esa epoca

formaban pa r te de un cuarte to . E l cuar te to ,

con sus violines , viola y violoncello, se trasla-

da ron a la qu in ta . Tag ore es taba deprim ido

aque l la noche por a lguna ca r ta rec ib ida de

la India. Los musicos se instalaron, con sus

atriles , en medio del hall, abajo. Pero mi

huesped se qued6 en su dormitor io , con la

puert a en tre ab ie r ta . Su cuarto daba a una ga-

leria que daba al hall. Yo s61o pude sefialarles

con el dedo a mis amigos musicos la direcci6n

del lugar donde se hallaba: "Ahi esta . Les

ruego que lo d iscu lpen , no se s ien te b ien" .

No pude menos de sonre ir in te r io rmente

a l recordar c ie r ta anecdota con tada por e l

mismo Tagore en su l ib ro de recuerdos .

Cuando e ra joven es tud ian te , en Londres ,

una sefiora inglesa, amiga de la viuda de un

a l to func ionario ang lo- ind io , lo l iab ia inv i ta -

do a su casa de campo para que le cantara a

la esposa del ex funcionario un canto fune-

bre ,  compues to en memoria de l d i fun to . Des -

pues de una te t r ica ve lada en que a l mucha-

cho ham bri en t o (e l t ren l leg6 demas iad o ta r-de para alcanzar la comida, y era domingo,

creo) se le ofreci6 limon ada o algu n breb aje

similar, tuvo que ir a pasar la noche a una

posada ce rcana . Era p leno inv ie rno . T ir i tan-

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72 V I C T 0 R I A 0 C A M P O

do se acurruc6 bajo las frazadas y tiritando

se levant6 al alba, para volver a casa de la

viuda, AlIi, lo llevaron al descanso de la es-

ca l e ra ,de lan te de una pue rta ce rrada : la se-

nora esfaba indispuesta . Le seiialaron la puer

ta y le dije ron : "A hi esta. Can te."

Cierto es que mis amigos musicos no toca-

ron en el descanso de una escalera, ante una

puerta ce rrada . Debussy , Rave l , Borod in pu-

d ie ron en tra r a l cua r to de l poe ta por la hen-

d i ja de una puerta . Me quede s iempre con

las ganas de hacerle un chis te a Tagore a ese

respecto y decirle que el joven estudiante

ind io se hab ia to ma do su desqu ite , s in s iquie-

ra caer en la cuenta.

Borodin, e l ruso, le pareci6 menos oscuro

y enmaranado que los dos franceses . Yo re-

cordaba que Tagore hab ia esc r i to : "Es toy

convenc id o de que nues tra mus ica y la de

ellos [aludia a la musica eu rope a] m ora n en

departamentos comple tamente d ife ren tes , y

que no tienen acceso al coraz6n por la misma

p u e r t a . "

En suma, nues tra mus ica occ iden ta l le pa -

recia tan embrollada y s in pies ni cabeza como

las canciones bengalies que el me cantaba a

veces me parec ian , a l p r inc ip io , insoporta -

b lemente mon6tonas . Descubri , a s i que la

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO   lo

musica no es , como yo imaginaba, un len-

gua je un ive rs a l . . . Re la t ivam ente ; pues acabe

aficionandome a las canciones bengalies .

Desde luego, ni Debussy, ni Ravel, ni Bo

rod in , n i Fa l la e ran mus icos a rgen t inos . Toda

esa mercaderia sonora e ra importada . Pe ro^que hubie ra pod ido ofrece r le de la misma

calidad y  made in Argentina?  Na da. ^E1 folk-

lore local? Ric ard o y su gui tarr a fueron pues-

tos a contribuci6n. Esa vez se trataba de un

p la to nac iona l c ien por c ien to .

Tagore, que se habia quejado del frio a

comienzos de su estadia, se quej6, en diciem-

bre, del calor. Pedi entonces a mis amigos

Mar t inez de Hoz que me permit ie ran i r apasar unos dias con el a Chapadmalal. De

paso veria una estancia . Para alli salimos en

tren , con mis dos huesp edes y Ade lia Ace-

vedo . El lugar e s excepc iona lmente he rmoso ,

a unos ve in te k iI6metros de l At lan t ico , con

un parque magnif ico . Los Mart inez de Hoz

ha n s ido educados, de padres a hijos , en In-

glaterra . Su casa de la estancia esta amuebla-

da a la inglesa (p ero no a la inglesa de

mueble r ia , s ino con muebles an t iguos , au ten-ticos) . Ade mas fue o bra de u n arq uit ect o

ing les , y na tura lmente , hue le a "br i t ish" . Es to

des i lus ion6 a Tagore que esperaba una v i-

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74 y I  C  T O R I A O C A M P O

vienda criolla . Me hizo esta observaci6n:

"Vijaya, thIs house is full of u nm ean In g

th in g s " . 5 u imp re s i6 n , j u s t a d e s d e e l p u n to

de v is ta de un ex tran je ro que espera encon-

trar en una estancia algo esencIalmente crio-

llo, era s in embargo injusta . ^Que mueblesau ten t icamente a rgen t inos podemos jac ta rno=

de tener, salvo esos muebles de caoba y ebano,

llamados colonIales , tan s impaticamente feos,

que Hegan a ser graciosos y romanticos en los

ca r tones de F iga r i? Todo lo bueno que de

ellos se puede decir es que son como ciertas

muje res mte l ig en tes y desprovis tas de en-

can tos f isicos : cua ndo madu ran adqu ie ren

"carac te r" .

Es ev iden te que cuando Tag ore buscaba

fIs ionomia p rop ia a e s te pa is , no encontraba

as Idero . La Argen t ina desc r i ta por Hudson en

Alld lejos y hace tiempo  ya no existia en 1924.

Y el s61o conocia n ues tra tierr a a traves del

admirab le te s t imonio de aque l ing les , enamo-

rad o nuestro.* Pe ro ese ingles , vener ado por

Tag ore , se re fe r ia a un pasado bor rado con

tan ta mas rap idez cuan to que somos lo t rue

se l lama una nac i6n joven en p leno c rec i-

mi en to y evo luc i6n (y has ta revo luc i6n) .

As ir la pe rsona l idad nac ien te de una pe r-

sona, y con mas raz6n de un pais , no escosa

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

facil para nadie, y menos para los que vienen

de tan lejos en cuanto a costumbres, raza,

religi6 n (lease tam bie n prejuicios) . Desde

e l b a rc o me e s c r i b i a T a g o re : " N o so y u n

viajero nato. No tengo la energia y las fuer-

zas necesarias para conocer un pais extrafio

y jun ta r m a te r ia les de ju ic io en una amp lia

a re a d e n u e v a s e x p e r i e n c ia s . . . "

La ca r ta d ir ig ida a Ro ma in Ro l land en

1925 me apena todavia, s in verdadera raz6n.

Ta l vez porque s ien to que ahora hub ie ra po-

dido aclararle cosas que en aquellos anos no

pude, ni supe explicar. Pero por extrano> que

parezca, Tagore conserv6 de su convalecen-

cia en San Is idro una especie de nostalgia .Me escribe en varias ocasiones manifestando-

lo .  Y no e ra hom bre capaz de dec ir por ama-

bilidad lo que no sentia . "La imagen de esa

casa cerca del gran rio, donde usted nos aloj6,

con sus extranos macizos de cactos que se

inelinaban con gestos grotescos en una at-

m6sfe ra ex6 t ica y rem ota pa ra mi , a me nu do

vue lven a mi memoria como una inv i tac i6n

lanzada a t raves de una b a rre ra in franquea-

ble.  Hay experiencias que son como la is la

del tesoro, separada de la tierra firme de la

v ida inmedia ta , y sus mapas qu eda n s iempre

vagamente desc ifrados . Mi ep isod io a rgen t ino

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76V  I  C T  O R I A O C A M P O

es una de ellas . Posiblemente sepa usted que

el . recuerdo de aquellos dias luminosos y de

aquelIos tiernos cuidados han s ido cercados

por algunos de mis versos -los mejores en

su genero-; los fugitivos estan cautivos y le

a f i rmo que pe rdura ran , aunque no v is i tadospor us ted , separados por un id ioma ex trano ."

Esta carta, fechada en marzo de 1939, se

re fe r ia a l l ib ro de poemas en benga l i t i tu lado

Puravi.  Desde Calcuta, en 1925, me ha bia

anunciado la publicaci6n de esa colecci6n de

poemas : "Le mando un l ib ro en benga l i que

hubie ra deseado poner pe rsona lmente en sus

manos. .Se lo he dedlcado, a pesar de que no

sabra us ted nunca lo que con t ien e . Gran nu-

mero de esos poemas fueron escritos mien-tras estaba en San Is i dr o. , . E spero q ue este

l ib ro tendra la sue r te de pe rmanecer mas

t iempo a su lado que e l au tor . " Pa r te de

estos poemas ha s ido traducida del bengali

por el Sr. Kshitis Roy, conservador del Ra-

b in d ra -S a d an a (Mu s e o d e T a g o r e ) .

Tagore expresaba a menudo su nos ta lg ia

de nues tras ba rancas . Cuando tuvo lugar e l

Congreso de los Pen Club, en Buenos Aires ,me reproch6 que no lo hub ie ramos inv i tado .

Es taba , me dec ia , d ispues to a emprender e l

viaje a pesar de su edad y de su mala salud.

TAGOR E EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 77

En se t iembre de 1930 , Romain Rol land

escribe que Tagore esta como exilado en su

propio pais . De alli su necesidad de despla-

zarse, de viajar. Asegura que la juventud se

ha apartado de Tagor e y va hac ia Ga ndh i .

Que la India de 1930 no encuentra ya suimagen en una nove la como   The Home and

the  World.  Es to me recuerda la ocurrenc ia

de un ed i to r a rgen t ino . Se le p ropuso t radu-

c ir y pub l ica r  A passage to India.  ^Para qu e

t ra d u c i r l a - d i j o - p u e s to q u e la In d ia h a

dejado de ser la colonia ingIesa descrita por

Forster? El valor de  The Home and the W orld

no ha variado, como no ha variado el de  La

guerra y la paz  *, au nq ue Rus ia ya no vive

ba jo un reg imen za r is ta . La juven tud puedeig n o ra r mo me n ta n e a me n te c u a lq u ie r g ra n

nove la . Otra juve n tu d la redescubrira , cuan do

la ac tua l juven tud es te en la tumba .

Romain Rol land d ice tambien , en esa mis -

ma fecha, que el final de la vida de Tagore

es melanc61ico y que se ha puesto a pintar

para dis traerse. Que para dis traerse, as i mis-

mo, busca o acepta, en Paris , ias invitaciones

de c ie r tos g rupos mundanos "pocos d ignos deel". Esa  frivolidad  es c e n su r a da - d i c e - p or

i Desde luego, no comparo estas dos obras. Tagore eraante todo poeta.

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78 V I  C T O R I A O C A M P O

"nuest ros am igos franceses". E1 hech o es que

yo estaba con Tagore en Paris en la epoca a

que a iude Romain Rol land . Pe rmanec i6 a l l i

unos dias al llegar de Cap Martin. Yo me

ocupe de e l en Paris como me hab ia ocupado

en San Is idro. Es decir, lo llevaba y traia en

auto; le hacia zurcir y lavar la ropa; servia

de in te rmedia r ia e in te rpre te . Se pues con

quien andaba y a qu ien ve ia . Con todo e l

respe to que me merece Rom ain Rol lan d ,

deb o restablece r la verd ad d e las cosas . Y

para empezar , tengo que remonta rme a la

epoca en que l leg6 Tagore a Mira lr io . Ten ia

sobre su mesa un cuaderno donde esc r ib ia

en bengali sus poemas. No era, pues, unaind isc rec i6n m ira r lo . Ese cuad erno m e sor-

prendi6 y fascin6. Se divertia en seguir con

la p luma las borraduras , correcc iones o s im-

ples borrones, y en unirlos unos a otros . De

esas especies de garabatos surgian de pronto

caras , mons truos p reh is t6 r icos , pa ja ros , 'Vibo-

ras, jqu e se yo Los erro res o las frases q ue

cambiaba por otras , todas las palabras elimi-

nadas de los poemas renac ian en e l mundo

de la s fo rmas , nos sonre ian con buen humor

o hacia n muecas ir6nicas o se presen tab an

bajo el aspecto amenazante de un animal des-

cono cido. Le pedi que me dejara fotografiar

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN lS lDRO ^9

algunas de esas paginas, Por hacerme el gusto,

cons in t i6 . Es te cuaderno fue e l p r inc ip io de

la e tapa de Tagore -p in tor . De su neces idad

de trasladar al dibujo las palabras que le fa-

Uaban . A mi me encan taban sus "doodles"

(asi les llaman los ingleses a esos garabatos

que solemos hacer, pensando en otra cosa, o

cuando o tra cosa nos p reocupa) . Yo le fo -

mentaba e l "doodl ing" . Cuando se is a f ios des -

pues de su es tad ia en San Is id ro lo encontre

en Franc ia , e l "doodl ing" se hab ia t rans for-

ma d o e n p in tu ra .

Es taba yo en Paris cuando rec ib i un   tele-

grama de Cap Mart in . Tagore hab ia l legado

a l l i y me ped ia que lo fue ra a ve r u rgen te -

mente . Pa ra Cap Mart in sa l i en  auto,  ai dia

s igu ien te . Me queria mos tra r sus nuevos

"dood l ings" . Y tan curiosos me pa rec ie ron

que le p ropus e una expos ic i6n en Paris (como

s i yo d ispus ie ra de aque l la cap i ta l ) . T uv e

suerte , y gracias a mis amigos (sobre tod o

George H en ri Riv ie re ) a poco de ' l lega r Ta

gore se inauguraba su exposici6n en. ia   Ga-

lerie Pigalle.  La exposici6 n se organ iz6 bajolos auspicios de los Amigos de Oriente, y el

catalogo llevaba un prefacio de la Comtesse

Math ieu de Noa i l le s . Poco despues , se repe-

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f")  V  I C  T O R I A O C A M P O

tin 'a 3a misma exposici6n en Lon dres , y un

mes mas tarde en Berlin.

Duran te es ta e s tad ia en Paris , Tagore hab l6

por p r imera vez con su t raduc tor , Andre

Gide . As is t i a l encuen tro , pe ro por d isc rec i6n

me aIeje de ellos y me puse a mirar un castanoen flor que estaba jus to debajo de la ventan a.

No creo que se estableciera entre los dos hom-

bres una ve rdadera comunicac i6n . jEx trano

pues la t raducc i6n de Gide de   Gitanjali  es

una de las mas perfectas traducciones que yo

conozca. Tagore pareci6 estar mas "a l 'a ise"

con Pau l Va le ry (que seguram ente ten ia me-

nos admirac i6n por e l que Gide) . Gide , que

estaba s iempre en relaci6n tan personal e

in t ima con sus lec to res , daba una impres i6n

contra r ia a la in t im idad cu ando uno conver-

saba con el. Al principio, por lo menos. Y

con Tagore no hubo s ino un pr inc ip io . Gide

deb ia de tener inh ib ic iones . Va le ry , tan  obje-

tivo  en sus escritos , tan impersonal, general-

mente, en su poesia , era de trato mucho mas

fac i l . Tagore s impa t iz6 inmedia tamente con

el .  Y a Valery (lo dice en su diario) le en-

cant6 el ingles que hablaba el poeta bengali.Fue ra de estos dos escritores , vi6 a Jea n Cas-

sou , a Mme. de Noa i l le s , a George Henri Ri-

viere. Almorzamos un dia , tambien, en casa

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 81

el Dr. Bour, con el abate Bremond y el abate

fugnier. A ese almuerzo asis tian Valery y la

>ndesa de Noa i l le s . Recuerdo que s i rv ie ron

n " c a n a rd a l ' o ra n g e " ; p e ro a u n q u e mu y

miga del buen comer, no recuerdo a ese pato

or su sabor delicioso, s ino porque mi vecino,[ aba te M ugnie r , s e inc l in6 hac ia mi y me

ijo:  "Pensar que este pato, en  ellos,  se va a

"ansformar en un po em a. . ."

De la s pe rsonas que acabo de nombrar ,

ja t ro por lo menos l levan en e l mundo de

las le t ras nombre s suf ic ien temente i lus t res

para no tener nada que env id ia r a l de Romain

Rolland. Ya se que las comparaciones son

odiosas y por eso pongo punto fianl a este

asun to .

Re pi to qu e en es to Ro ma in Ro l land se

equivoc6 . Nada podia haber de fr ivo lo n i de

censurab le en que Tagore a los se ten ta y p ico

de a f ios se apas ionara por la p in tu ra , aunque

en ese p rec iso mo me nto la Ind ia 'v iv i e ra un

momento dramatico . Sus leaders e s taban pre -

sos,  ya lo sabemos . Romain Rol land se la -

mentaba : " jTagore ha pa r t ido hac ia o tras

esferas " En efecto, Tag ore cuya natur alezaera doble, puesto que en el luchaban el artis-

ta y e l "Guru" , s iempre la ten te , e s dec ir dos

maneras de captar el llamado de la belleza y

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82 V I C  T O R I A O C A M P O

de la sab iduria y de responderle , pasaba por

una cris is en que el artis ta tenia " the upper-

ha nd " (la ventaja) . Si otro artis t a esta libr e

de este pecado, que le arroje la primera pie-

dr a. . . Qui ene s viven fuera de este domin io,no t ienen de recho a juzgarlo . Seguramente ,

duran te aque l los meses de a rreba to en que lo

quemaba la fIebre de traducir a l color sus

poemas , Tagore pensaba que sus acuare las

conservarian su frescura mucho despues que

las torres laboriosamente construidas de sus

obras beneficas se derrumbaran. Es el razo-

namiento de casi todos los artis tas .

IV

B H A L O B A S A

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"Thou hast niade me endless, suchis thy pleasure." *

G l T A N J A L I

Como ya d i je , duran te su es tad ia en nues -

t ro pa is Tagore fue rodeado por un remolino

de admiradores y curiosos de que era nece-

sa r io ex trae r lo . Pa ra da r un e jemplo de l in -

teres que suscitaba, por contagio, incluso en

las personas mas ajenas a toda actividad lite-

raria , o a toda preocupaci6n filos6fica orien-

ta l is ta , recu rr i r e a una anecdota q ue has tahoy no he conta do. Mi vieja Fani, (un a as-

tu r i a n a a d m i ra b le y a u to r i t a r i a q u e d u ra n te

cuarenta afios vivi6 a mi lado ejerciendo su

d ic tad ura y que me t ra t6 s iempre como a una

me n o r d e e d a d ) , h a b ia in t ima d o c o n T a g o re

a quien iba a vis itar todas las mailanas. Se

ocupaba de tener la ropa de l poe ta en o rden .

Conversaba con el, a pesar de que el s61o en-

tendia ingles , y ella espanol. La xinica paia-

bra ing lesa que conoc ia Fan i e ra "co lador"(porque s iempre lo ped ia yo en los ho te les

* Me has hecho  sinfin,  y ese es tu placer.

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^  V  I C T O R I A O C A M P O

y los barcos) . No creo que a base de esta pa-

labra pud ie ran habIa r mucho . Pe ro e l hecho

es que hab laban ; por senas , imagino .

Un dia me dijo Fani: "Le prevengo, sefk>-

ra, que las tunicas del senor Tagore estan

de zurcidas que da miedo. No es que yo ten-ga pereza de remendarlas , pero el sefior ne-

cesitari 'a ropa de lanita mas abrigada, para

cua nd o hace frio", A1 di'a s igu iente m e fui a

Paquin que, en esa epoca, tenia sucursal en

Bue nos Aire s . Yo- sabi 'a qu e en con tra ria alli

los generos de mejor calidad y mas durables

que se fabricaban en FrancIa . E leg i uno , de

lana marr6n , b land i ta , y le ped i a Alice , la

directora de la casa, que me hiclera copiar

exac tamente e l mode lo que le en tregaba . "Y

s o b re to d o -a g r e g u e - n o va y a u s t e d a d e cI r

a nadie, a nadie, me oye Alice, que yo he

encargado a esta casa un traje para Tagore ' . ' .

Al ice me ju r6 por lo mas sagrado que no

abrlr i ' a la boca . Que exp lIca r ia en e l ta l le r ,

pa ra a ta ja r la s hab ladurias , que se t ra taba

de un traje para un baile de disfraz, Pero

cuando yo ya sa l ia me pregunt6 : "^Y cuando

puedo Ir a San Is id ro pa ra la p rueba?" Lecontes te que no me v inIe ra con h is to r ias , ,que

no neces i taba p ruebas pa ra cop ia r lo que yo

le de jaba . Me mir6 , medio confusa , y acab6

CAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 87

3nfesarme que me pedia, como un favor

ial,  permiso para ir e lla misma a llevarle

iica al poeta y comprobar s i hacia falta

a rec t i f icac i6n , " jAy se fio ra -a g r e g 6 - ,

;ra por lo menos tocarle la barba." Un

sorprend ida , y d is i rnu lando mis ganas

ir ante ta l ocurrencia, le asegure que la

. de Taeo re e ra una ba rba b lanca c om o

las barbas y aue no teni 'a poderes mi1a-

grosos. Alice me dijo: "]A h sefiora, en las

foto2Taf1'as se par ece a Dios Pa dr e fDieu le

P^reY' . E l a rgumento me parec i6 ronc luven te .

^Quien era vo para privar a esa francca 1lena

de imaeinaci6n de arercarse al T^*os Padre

ind io v de toca r le la ba rba a hurtad i l la s , romolos fie^es toran abiertamente con sus labios el

pie de San Pedro? Y asi fue como Alice, di

rectora de la sucursal de Pacmin en Bue"Os

Aires (y un a de las pro bad oras mas habi1es

que be conoc ido en mi v ida ) te rm in6 p or

arrodillarse, con la boca llena de alfi1eres ,

a los pies del dis traido poeta, pai"a nivelar el

la reo de l t ra ie . Yo ya le hab ia advert ido a mi

huesped : "Tenga pac ienc ia . Es ta cos tu re ra

pide por favor que le dejen probar el traje .

Ademas , encuen tra que us ted se pa rece a c ie r-

tas estampas sagradas del culto cat61ico".

Tagore c re ia haberse las con una cos tu re -

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W  V  I  C  T O R I A O C A M P O

rita de barrio, temerosa de equivocarse y de

que yo se le reprochase.

Aco mp ane a la t r iunfa n te Alice (hab ia to -

cado la bar ba blan ca) hasta la pu ert a de calIe

recomendandole de nuevo s i lenc io abso lu to .

"Dios la libre, Alice, de hablar de esta prue-ba." Comp dos c6mplices , nos despedimos.

("Qu'il es t beau, madarae. J 'avais bien raison

de vouloi r le voir de pres ") Yo temia la cri-

tica de las personas austeras o sencillamente

rrialdicientes que se escandalizarian ante un

T a g o r e  ve'stido por Paquin.  S in c o n ta r - a h o -

ra lo descubro- aque l los amigos " se r ios" de

Rom ain R ol land q ue .se huf re ra n agarrado la

cabeza. Salvando las dis tancias , de tomar pre-

cauc iones Maria . Mae da lena n o hubie ra pa -

sado a la his toria . Yo las tomaba. Si Tagore

necesitaba un traje , seri 'a perfecto. Yo no era

sufic ien temente v ir tuosa pa ra rehusa rme ese

p lace r . Y Tagore , como es na tura l , no se pe r-

ca t6 de nada . La inocen te v ic t ima de nues tro

com plot (el de Alice y el mi' o), much os anos

despues, me mandaba todavi 'a fotos hacien-

dome no ta r que l levaba pues to e l t ra je becho

por la costurera de San Is idro. [Que buenas

telas se fabricaban en Buenos Aires

Yo soh'a hacer chistes sobre ciertas cosas

con Tagore , cuando su manif ie s to buen hu-

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 89

mo r me movia a abordar , en b rom a, un tema

que no hubiese tocado en serio, por corte-

dad : "Us ted deb i6 se r un muchacho muy

bue n mozo cuando es tud iaba en Ing l a te rra

- l e d i je una ve z - . Todas la s ing lesas deb ian

es ta r pe rd idamente enamoradas de us ted ,<mo?" Me mi r6 con aire grav e: "Of cour se "

(claro que s i), dijo. Y despues se ech6 a reir.

Le habia gustado Shakespeare, en su ju-

ven tud , de la misma m anera que a mi: "El

frenesi del amo r de Ro m eo y Juli eta , la furia

de la s lamentac iones impoten tes de l Rey Lear ,

el fuego devorador de los celos de Otelo, esas

eran las cosas que despertaban nuestra entu-

s ias ta admirac i6n . Nues tra res t r ing ida v ida

social, nuestro estrecho campo de actividades

es taban ce rcados con tan mon6tona un iformi-

dad que los sen t imien tos tempes tuosos nun -

ca encontrab an en tr ada . . . [n i sa l ida , supon-

go yo]. Asi que nues tros corazones, na tura l-

mente , deseaban con vehemenc ia e I choque

vitalizador de las emociones apasionadas de

la literatura inglesa. El nuestro no era el pla-

c 'er es tetico del arte literario, s ino la jubilosa

b ienven ida que nues tro es tancamien to dabaa una o la tu rbu len ta . . . "

Su afici6n a la natu ralez a era para m i u n

espejo tendido, donde yo veia reflejada la

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90V I C T O R I A O C A M P O

mi'a: "Cada palraera de nuestro jardin teni 'a

pa ra mi una pe rsona l idad d is t in ta" . "Ca lmate ,

coraz6n, estos gxandes arboles son plegarias ."

Su sen t imIen to de la l ibe r tad tambien :

"Quienes es tan en poses i6n de la au tor idad ,

nunca se cansan de demostrar los posiblesabusos de la libe rtad , y fun dam ent an asi sus

razones para no darla . Pero s in esos 'posi

bles ' abusos, la libertad no seria realmente

l ib re . Y la un ica manera de aprender a usa r

una cosa como se debe, es a . traves del mal

uso [y sus consecuencias]. En cuanto a mi,

puedo dec ir con ve rdad que e l poco dano que

resu l t6 de mi l ibe rad abri6 s iempre e l ca -

mino pa ra cura r e l dano . Nunca he s ido ca -

paz de aprender a lgo cuando han t ra tado de

obl iga rme a t ragar lo a la fue rza , t i randome,

menta lmente , de la o re ja . No he recog ido s ino

dolor, salvo cuando se me ha dejado en li

b e r t a d . Mi h e rma n o J y o t i r in d ra m e p e rmi t i a

tomar, s in reservas, mi propio camino hacia el

conoc imien to p rop io , y s61o en tonces mi na -

tu ra leza pod ia p repara rse pa ra que b ro ta ran

sus espinas, ta l vez, pero tambien sus flores .

Es ta experienc ia mia me ha l levado a temerno tanto el mal en s i, cuanto los intentos ti-

ranicos de crear el bien. Por la policia puni-

tiva, politica o moral, s iento un saludable

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN lSIDRO

horror . " De es ta manera de reacc ionar nace-

ria su repugnancia por los nacionalismos y los

to ta l i ta r ismos -sus de r ivados fa ta les .

Su concepto de la religi6n es el unico vale-

de ro , pa ra mi: "La re l ig i6n que l lega a nos -otros a traves de externas escrituras nunca se

hace nues tra ; nues tro un ico v incu lo con e l la

es el de la costumbre. Llegar a tener religi6n

in te r io r e s la g ran aven tura de la v ida en te ra .

En los ex tremos de l su fr imien to ha de nacer .

De la sangre de este sufrir tiene que vivir; y

entonces, traiga o no felicidad, e l viaje del

hombre te rmina en la a legria de l cumplimien-

to" .  "En las iglesias modernas, e l egoismo, el

od io ,  la vanidad en su aspecto colectivo de

ins t in tos nac iona les , no t ienen esc rupulos en

c o mp a r t i r e l h o me n a je r e n d id o a D io s ." " H e

descubie r to que buscaban e l mismo Dios que

es mi Dios -has ta cuando lo negaban" .

N o ,  la lndia de Tagore no estaba lejos de

la Franc ia de Pasca l , n i de mi America . Nada

habia en estos conceptos o estas confesiones

que no pu die ra yo susc r ib ir , que no fue ra in -

t ima me n te mio . S in h a b e r p o d id o a r t i c u la r -

los,  es tos pensamien tos , en es tado embriona-

r io , me hab ian hab i tado desde s iempre . Por

eso corr ian m is lagr imas a l encontra rm e con

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92V I C T O R I A O C A M P O

ellos , articulados por alguien que no me obli-gaba a " t ragarlos" .

Cas i nunca habMbamos con Tagore de es -

tos temas que me apas ionaban . Cuando es ta -

bamos solos , la timidez, la admiraci6n que me

embargaba me convert ian en una ado lescen-te (de l an t iguo mode lo , s in nada de l moderno

despar pa jo) . Tag ore pensaba que yo no daba

con las palabras inglesas adecuadas para ex-

presa rme . Pero no e ra e l id ioma lo que me

cohibi 'a : era el. Y tampoco me atrevi 'a a decir-

selo. C6mo iba pues a sospechar que la joven,

vestida de colores claros como el verano, que

tomaba en se r iosu pape l de enfe rmera de

un conval eciente rebeld e y que* se sentaba

diariamente junto a su mesa, callada a veces,

r Isuena s iempre , conoc ia su obra de memoria?

Bespues de su partida, Tagore me escrib.fa

desde e l Giu l io Cesa ' re : "Cuando es tabamos

jun tos , genera lmente jugabamos con la s pa

labras y tratabamos de dis ipar en risa las me-

jo res oportun idades que ten iamos de ve rnos

e l uno a l o t ro c la ramente . Esa r isa a menudo

pertu rba la a tm6sfe ra de nues tra mente , le -

vanta una polvareda a la superficie que s61onubla nues tra v Is ta" . Habi 'a una g ran d ife -

rencia entre nuestras respectIvas posiciones.

Yo sabia quien era Tagore, sus libros me ha-

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 93

blan pro porc ionad o un con oc imie n to de . su

persona que su p resenc ia comple taba . Lo poco

que Tagore podia saber de mi, lo sabia por

in tu ic i6n . t in ica y exc lus ivamente . "Os co-

nozco, mu jer de un a tierra extr ana " , escribia

en un poema de Purav i que t radu jo y me   di6,a poco de llegar. Dudo que mi callar le dijera

mi ve rdadero pensamien to . Nues tra re lac i6n

fue ex tremadamente un i la te ra l . Cosa fa ta l

porque e ra 16g ica . Lo lamento porque e l no

habra sab ido nunca que oyendo , leyendo esos

poemas que venian de allende los mares , yo

hacia mias las palabras de St. John Perse y

pensaba : "M e vo ic i re s t i tuee a ma r ive na -

tale .  I1 n 'y a d 'h is to ire qu e de l ' am e" . (Hem e

aqui restituida a mi costa natal. S61o hay his-to r ia de l a lma) .

Tagore dudaba de nues tra comprens i6n de l

pensamien to o r ien ta l , por lo menos dudaba

en ciertas ocasiones. Una tarde, en Chapad-

mala l ( la e s tanc ia ) , en tre en su cuarto en

momentos en que te rminaba un poem,a , Era

un dormitor io g rande , cuadrado , con cort inas

de damasco rojo. Las ventanas de guillptina

se abrian sobre el parque verde tierno, en esemes,  y a lo le jos se juntaba ese verde con un

cielo s in nubes. Sobre los muebles de made-

ra preciosa brillaban afios de cera y de ga-

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'J4 V I C T O R I A O C A M P 0

muzas. Leguas y leguas de s ilencio nos ro-

deaban. Esos anchos s ilencios argentinos,

ahondados por la presencia de los teros y

de los benteveos, por los le janos balidos, mu-

g idos y re l inchos . Ha bia l lov ido unas horas

antes y el a ire ton ificante y efervescente de

esa costa del Atlantico parecia vibrar en los

pu lmones . "Es hora de l te" , le d i je . "Pero

antes de bajar, traduzcame, por favor, ese

poema que veo sobre su mesa ." Asomada a la

pagina, examinaba, s in poderlas descifrar, co-

mo rastros de patitas de gaviotas en la arena,

los delicados dibujos de las le tras bengalies .

Tagore empez6 en segu ida a t raduc ir , l i te ra l -

mente , me adv ir t i6 . Lo que iba t raduc iendo ,a veces con titubeos, me pareci6 tan tremen-

damente reve lador que le ped i que lo esc r i -

b ie ra , mas ta rde . Era como s i por milagro , o

casua l idad , en tra ra yo d irec t ame nte en con tac -

to con la materia poetica de lo escrito, s in

esos guantes que son las traducciones; tra-

ducc iones que nos impiden toca r la s pa la -

bras con las yemas desnudas de los dedos. Pa-

labras que s61o el poet a logra echa r com o u n

fragi l pu en t e en tr e lo in tang ib le y lo tang i-

ble,  entre la realidad intangible de la poesia ,

y la  irrealidad tangible  de la vida diari a .

A la mafiana s igu ien te , Tagore me en treg6

TAGORE EN LAS BARRANCA S DE SAN ISIDRO 95

en un sobre, escrito en ingles con su clara y

preciosa letra , e l poema de la vispera. Lo lei

de lan te de e l y no pu de ocu l ta r m i decepc i6n .

"Pero falta ta l y cual cosa, que usted dijo

ayer" , le reproche . "^Por que ha suprimido

usted ese algo que es como el caracu del poema?" Me contest6 que creia que eso no po-

dia interesar a los occidentales . Senti que una

ola de sangre me subia a la cara, como si me

hubie ran abofe teado . Desde luego , Tagore ha

b ia con tes tado a mi p regunta s in an imo de

afligirme, por convicci6n. Le dije , con una

v e h e me n c ia q u e n u n c a me h a b ia p e rmi t id o

con el, que estaba  horriblemnte  equ ivocado .

Otro d ia , s iempre en Chapadmala l , pues

allf no habia posibilidad de que llegaran vi-

s itantes , y las tardes eran nuestras , intente

traduc ir le unos poemas de Baude la ire . Te-

n ia cur ios idad de ve r c6mo reacc ionaria e l

au tor de  Gitanjali  al de  "Les jleurs du mal".

Le lei  L'invitation au voyage .  C u a n d o l le -

gue a

Des meubles luisants

Polis par les ans

Decoreraient notre chambre,

Les plus rares jleurs

Melant leurs odeurs

Aux vagues senteurs de l'ambre,

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96 V  I  C T O R I A O C A M P 0

Les riches plajonds,

Les miroirs projonds,

La splendeur orientale  . . .

me in te rrumpi6 : "Vijaya , I don t l ike your

furn i tu r e po e t" . (Vijaya , no me gus ta su poe-

ta de muebleria) . Por lo vis to, yo habia re-

ducido al gran poeta frances a la t6nica de

uri rematador a rgen t ino , anunc iando la ven ta

d e a lg u n " imp o r t a n te mo b la j e imp o r ta d o " .

Cuando vo lv i a ve r a Tagore , en Paris

(1930), e l deseaba que yo s iguiera con el su

gira . Iba a Oxfo rd, a dar conferencias . Na da

mas ten tador . Y ]c6mo s ien to todav ia haber

perd ido esa opo rtu n id ad de acompafia rk>

Pero yo ten ia c i ta en Nueva York con Waldo

Frank , pa ra hab la r de la pos ib i l idad de poner

en marcha una rev is ta b i l ing i ie . Le esc r ib i ,

pues , a Tagore pa ra exp l ica r le los motivos

que me Irnped ian i r , en ese momento , a In -

g la te rra con e l : "Waldo Frank ha experimen-

tado en e l norte lo que a lgunos de noso tros

sen t imos en el su r . Cuand o descubrim os qu e

compart iamos e l mismo es tado de an imo, la

misma sensac i6n de o rfandad , tambien pen-

samos que podia cesar algun dia en todo elcon t inen te por e l hecho mismo de que tan tas

personas la compart ian . Echamos de menos

a Eur opa , te rr ib lem ente , los dos . Y sin em-

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 97

bargo cuando v iv imos en Europa , sen t imos

que no puede da rnos la c lase de a l imento que

necesitamos. Algo nos falta . Sentimos, en una

pa labra , que pe r tenecemos a Am erica . Ame-

rica tosca, no sazonada, informe, ca6tica.

America que s ign if ica padec imien to pa ra nos

otros , y privaciones, pero por la cual esta-

mos dispuestos a sufrir, incl uso vo ciferan do

contra ese sufr imien to . Proyec tamos una re

vis ta bilingiie , que trate de los problemas

americanos y que a l mismo t iempo t ra iga a

America lo mejor que se pub l ica en Europa .

Puede resu l ta r una experienc ia p rovechosa ,"

La rev is ta , que todav ia no ten ia nombre ,

(Su r) , renu nc i 6 a se r b i l ing t ie . Hace t re in ta

afios que exis te ahora, pero todavia no estoysegura de haber e leg ido e l buen camino a l

no seguir a Ta go re en sus viajes (que hu bie -

ran te rm inad o en la Ind ia ) .

Abrace a Tagore por u l t ima vez en e l an-

den de la gare du Nord, en Paris (junio de

1930) . Su ami go C. F. An drew s lo acom pa-

i iaba , Y tambien su nuevo sec re ta r io , Aryam

(que fue d espues secre tario de G and hi) . Ya

no volveria a verlo s ino por carta . El s ill6nque le gustaba mas que su cama, y que tenia

en su cuarto de San ls idro, lo habia seguido

has ta San t in ike tan (ac tua lm ente se encue n tra

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98 V I   C  T O  R I A O C A M P O

en el Museo que alli se organiz6, despues de

su m uer te) , A ese s ill6n alu dia a veces en

sus cartas, con  hurnour:  "Paso la may or parte

de mis dias y una gran parte de mis noches

htmdido en su s ill6n, que al fin me ha ex-

p l icado e l sen t ido l i r ico de l poema de Bau-

de la ire que le imos jun tos" . A prop6s i to de

una salida de Ortega sobre la mujer, que yo

le hab ia con tado , me esc r ib i6 la rgamente , en

broma. La ca r ta te rminaba as i : "Se me ha

a d v e r t id o q u e n u n c a d e b e mo s b ro me a r c o n

una m uje r . Pe r o temo que a lguna de las ob-

servaciones de esta carta den muestra de fri-

vo l idad . Me lo pe rdonara us ted , pues ha de

c o mp re n d e r q u e u n h o mb re q u e n o e s u nprofeta y al qu e sin emba rgo se empefian en

tratar como tal, s iente necesidad, a veces, de

abandonarse a ataques de risa , a riesgo Incluso

de se r ma l in te rpre tado" .

Sab ia que a mi me gus taba re i r . Ignoro s i

les esta prohibido reir a los profetas cuando

la ocasi6n se presenta. Se me ocurre que esa

(la de no reir) ha de ser mas bien una carac-

teris tica de los falsos profetas . Tagore decia:

"La carga del yo se alivia cuando uno rie de

s i mIsmo" .

Habia todo un lado de la vida y de los con-

f l ic tos de Tagore que yo no es taba madura

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

para com prend er , en 1924 . Se me aparec ie -

ron c la ramente , en toda su magni tud , mas

ta rde .

Hace unos anos, fui a pasar dias a Darting-

ton Ha l l , con e l an t iguo sec re ta r io de Tagore ,

L . K . E lmh i r s t . Me mo s t r6 a lg u n a s c a r t a s d e

nues tro c om un am igo y le ped i pe rm iso pa ra

copiar y publicar dos pasajes de esa correspon-

denc ia . En 1924 , cuando nos sen tabamos con

Ta go re de bajo de, las tipas de la bar ranc a, o

cuando desde e l ba lc6n mirabamos los co lo-

res cambiantes del Rio de la Plata , esos pa

sa jes no me hubie ran impres ionado de la

mis ma ma n e ra . N o me h u b ie ra e s t r e me c id o

al leerlos como en 1956. Son estos:

"Ser torturado por la tirania es tolerable.

Pero ser enganado y llevado al culto de un

ideal falsificado es humillante para toda la

epoca que por azar esta sometidaa ello."

"Ha habido'tiempos en que la historia ha

jugado con los hombres y a traves de una

combinaci6n de accidentes ha magnificado los

rasgos de personas esencialmente pequenas

hasta una parodia de grandeza, no porque es-

tos hombres tengan un poder extraordinario

en si mismoS; sino porque se topan con una

extraordinaria debilidad en aquellos a quie-

nes gobiernan."

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100 V I C  T O R I A O C A M P O

Habia neces i tado andar mucho para com-

prender a fondo ese pesamien to , y sen tIr lo

como mio. Ya no estaba a la sombra de las

tipas flore.cidas . Miraba por una ventana una

fila de "yews" de un verde casi negro, a linea-

dos como centinelas a lo largo de un cespeding les . Era e l mismo mes de nov iembre que

nos hab ia reun ido a los t re s , Gurudev , E lm-

hirs t y yo en San Is idro . Pero ahora , a trein ta

y dos anos de dis tancia , los dos amigos del

poe ta se encontraban , s in e l , en Devonsh ire .

Nue s tro nov iem bre p r imav era l e s, en Ing la -

te rra , una es tac i6n humeda , b rumosa y que

ya linda con el invierno. Sin embargo, yo le

encontraba a ese otofio ingles , con su bruma

y su llovizna, un atra ctivo par ticu lar. Y no

estaba tr is te . , . a pesar de las tristes v erdad es

que acababa de lee r . Tris te , lo e s tuve te rr ib le -

mente cuando los tesoros de la juventud se

acumulaban en mis manos , inmovil izadas por

sus propios tesoros. Fue cuando la lectura del

Gitanjali  me hizo llorar lagrimas de libera-

ci6n. Yo tampoco acierto a traducir en pala-

bras c6mo y por que el Guia (< que nom bre

darle?) qu e rne cond uce a traves de tantosobstaculos, antagonism os y s inuosid ades, me

hace avanzar hac ia e l cumplimien to de l re -

c6ndito sentido de mi vida. Se, s in embargo,

TAGO RE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO 101

que a pesar de no estar en condiciones de des-

cifrar el diseflo de esta mi vida (enigm atico

com o el de todas las vidas) pu ed o ya contem-

plarlo s in desesperaci6n y casi s in melancolia .

Y debo pa r te de esta " sab idu ria" (que no es

mia , s ino una despertada in tu ic i6n que rec iboa ma nera de an tena) a dos hom bres nac idos

en un pa is le jano , y que pe r tenecen a una

raza , a una c iv i l izac i6n aparen temente d is t in -

ta de la mia : e l Ma ha tm a y Gu rud ev (Gan dhi

y" Tag ore ) .

El tes ti mo nio qu e hoy traigo es tan s61o un

"u t te rance o f fee l ing" , como d ir ia Tagore .

Algo que hubie ra pod ido se r poema, s i tuv ie -

ra el don de transformar en poemas una la-

grima o una sonrisa. Pero no lo tengo. Y la

lagrima permanece a l e s tado de Mgrima en

mis ojos , y la sonrisa de sonrisa en mis labios .

Cu and o se encu en tra u no a l borde de una

exten si6n de agua o de tierra s in limites vis i-

bles como el c ielo (oceano, pamp a, rio cuya

o tra o r i l la no se d is t ingue) , se t iene la im-

presi6n de estar al borde de un universo s in

fronteras , a l bor de de no se qu e ete rnid ad.

Nada nos de t iene , sa lvo nues tras humanas l i -mitaciones. El amor da al coraz6n esa misma

sensaci6n de espacio, de infinitud. Pero el

coraz6n es mas poderoso que los ojos .

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102 V I C T O R I A O C A M P O

Tagore nos cuen ta , en sus  Reminiscences,

que l leg6 un momento en su v ida en que " la

aparen te t r iv ia l idad de lo f in i to y e l apa ren te

vac io de lo in f in i to" desaparec ie ron . Desapa-

reci6 la sensaci6n de trivialidad de lo uno y

la de vacio de lo otro. Y a la alegria de al-

canzar lo infinito a traves de lo finito s61ose

Uega cuando el abismo que los separa se colma

de amor.

Wil l iam Blake pensaba eh lo mismo cuan

do esc r ib i6 : "Todo en la t ie rra e s la pa labra

de Dios" . Y Yea ts exp l ica , en su in tro ducc i6n

a la obra de Blake, que esa porci6n de lo crea-

do que podemos toca r con nues tros sen t idos

esta infectada por el poder de Satanas, unode cuyos nombres es "opac idad" ; mien tras

que la otra por ci6n , que s61o perc ibim os con

"the spiritual senses" es la unica   realidad.  Esa

rea l idad de que hab lan la s Upanishads .

En e l momento en que pe rc ib imos que la

aparente trivialidad de lo finito es tan falsa

como el aparente vacio de lo infinito, es tamos.

pr6x imos a da r por c ie r to que todo en la t ie

rra es la palabra de Dios.

Blake creia que los  acontecimientos natura-

le s  eran mensajes s imb61icos de los poderes

desconoc idos . Tagore tambien deb ia de c ree r-

lo ,  Pero nunca es facil descifrarlos .

TAGORE EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO

Lo que yo debo (occ iden ta l y americana)

a h o mb re s c o mo T a g o re y G a n d h i , e s c o mo

una res t i tuc i6n de b ienes que es taban en mi

herenc ia s in haber yo reparado en e l lo .

Ambos en treabrie ron pa ra mi esas puertas

de la percepci6n que nos separan de la   reali

da d  si pe rm anece n he rmetic ame nte ce rradas .

S i l as l imp ia ra mo s -d ic e B la k e - to d o a p a re -

ce r ia a l hombre como es : in f in i to .

S61o hay his t oria d el a lma.

San Isidro

junio-julio de 1958

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f N D I C E

P A G .

I. By the open road 11

II .  E1 balc6 n , 31

III .  E1 solitario de Pu nta Chica 59

VI .  Bhalob asa , 83