observatorio cultural n25

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  • OBSERVATORIO CULTURALIS

    SN: 0

    719-

    1853

    E D I C I N E S P E C I A L

  • REVISTA OBSERVATORIO CULTURAL

    EditorCristbal Bianchi Geisse

    Comit editorialClaudia Guzmn Mattos, Matas Zurita Prat, Mara de los ngeles Tapia, Elas Faras Caballero, Jorge Pujado Torres y Dayana Arrepol Zuiga

    Coordinadora generalClaudia Guzmn Mattos

    Gestin de contenidosMatas Moscoso Salvo

    Produccin y coordinacin editorialMiguel ngel Viejo

    Direccin de arteSoledad Poirot

    Diagramacin y DiseoAracelli Salinas Vargas, Bestiario Estudio de Diseo

    Correccin de estiloPilar Saavedra Fernndez

    Supervisin de textosAldo Guajardo Salinas

    Logstica y administracinNicols Castillo Avendao

    DEPARTAMENTO DE ESTUDIOSJefe del DepartamentoMatas Zurita Prat

    Coordinador de la Seccin de Observatorio CulturalCristbal Bianchi Geisse

    Coordinador de la Seccin de Estadsticas CulturalesJuan Carlos Oyarzn

    Coordinadora de la Seccin de Polticas Culturales y EvaluacinClaudia Toro Caberletti

    [email protected]

    Observatorio Cultural n25. Diciembre 2014, Chile. Registro de Propiedad Intelectual n 248304ISSN 0719-1853

    IMGENES PORTADA Y EDITORIAL

    Monumento Editado. Utilizando el video, la fotografa digital y los nuevos medios, Andrs Durn elabora una instalacin que crea una ficcin a partir de monumen-tos ubicados en el centro de Santiago, ocultando las caractersticas propias del personaje o escena que es-tos representan, y cubrindolos encementados por sus propias bases o pedestales. As, estatuas de prceres civiles y militares son parte del material intervenido por el artista, dejando solo algunos fragmentos a la vista, para provocar al espectador y hacerlo pensar acerca de nuestra identidad y memoria colectiva. Durn reflexiona sobre los cdigos que se utilizan para designar las poses en este tipo de escultura, y al borrar la identidad, cataloga su propia versin de los monumentos.

    Las obras incluidas en la portada y contraportada lle-van por ttulo: Prcer sentado 1, Prcer de pie 3, Prcer de pie 1, Escena mitolgica 2, Escena mitolgica 1, Ecuestre 1, Escena mitolgica 3. La obra de la editorial corresponde a Escena mitolgica 2.

    Andrs Durn Dvila es Licenciado en Artes Visuales de la Universidad ARCIS y tiene estudios previos de Arquitectura. Ha expuesto en Chile y el extranjero, destacndose entre sus montajes "Casa cartel" (2001), "Terreno baldo" (2002), "Mensuls" (2003 IV Bienal de Mercosur Brasil), "Ejercicios para distraer la mirada" (2012). En 2005 fue nominado al Premio Altazor en la categora Mejor Instalacin y Video Arte. Su obra se ha desarrollado bajo un imaginario ligado a lo urbano, enfocado en problemticas como el habitar, lo esce-nogrfico y las ocupaciones informales en la ciudad. Sus obras siempre buscan generar una experiencia con la imagen, ya sea por medio de la fotografa, el video y/o los medios digitales. Utiliza diferentes mecanismos para intervenirla, rearticularla y presentarla, dejando en evidencia su propia construccin como imagen.

    Fuente: Coleccin de Arte Contemporneo, Galera Gabriela Mistral, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

    OBSERVATORIO CULTURAL 25EDICIN ESPECIAL

  • SUMARIO

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    MEDIOS, CULTURA Y SOCIEDAD EN CHILE: DE LOS SENTIDOS COMUNES A LAS APERTURAS REFLEXIVASPor Claudio Salinas Muoz

    LECTORES Y BIBLIOTECAS: DESENCUENTROS, DESAJUSTES Y EMERGENCIASPor Ren Jara R.

    URBICIDIO O LA PRODUCCIN DE OLVIDOPor Fernando Carrin M.

    NUEVOS MODELOS CREATIVOS DESARROLLADOS POR JVENESPor Nstor Garca Canclini

    LA ACCIN TIENE LA PALABRA: LAS ARTES EN LA ERA DE LA POSDISCIPLINAPor Mara Jos Contreras Lorenzini

    LA PRCTICA EDITORIAL ALTERNATIVA: REVISIN DE LA BARRA DE HERRAMIENTAS Por Francisca Garca B.

    EL ARTE DE LA PERFORMANCE EN CHILE: LA HERENCIA DE LA ESCENA DE AVANZADA Y LA NUEVA GENERACINPor Sophie Halart

    PRCTICAS DE EMANCIPACIN EN LA POESA Y EL CINE CHILENO ARGENTINO Y CONTEMPORNEOPor Constanza Ceresa

    MECANISMOS PERFORMATIVOS DE LA INSTITUCIONALIDAD EDUCATIVA EN CHILE: PASOS HACIA UN SUJETO CULTURALPor Alejandro Carrasco

    EL ARTE DE SER AMATEUR: DISTANCIA Y PARTICIPACINPor Luca Vodanovic

    ARTE COMO PRODUCCIN DE CONOCIMIENTO SOCIAL Por Sidsel Nelund

    HA LLEGADO LA HORA DE RELEER A PARRAPor Csar Cuadra

  • 136

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    LOS TALLERES ARTSTICOS EN EL TRABAJO CON USUARIOS DE DROGAS Por Len Gomberoff

    EXHIBICIN DE CINE CHILENO EN SALAS: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE UN PROBLEMA PERSISTENTEPor Jorge Letelier Flores

    ANTRTICA? Por Paola Vezzani Gonzlez

    ARQUEOLOGA DE AYSN: DONDE LO RARO ES LO IMPORTANTEPor Francisco Mena

    MUSEOS Y PBLICOS: APUNTES SOBRE UNA RELACIN DISTANTEPor Malena Bastas Sekulovic

    LA EXTRANJERIDAD INMIGRANTE PERUANA EN CHILEPor Mara Emilia Tijoux

    EL DISEO Y LA EDUCACIN TECNOLGICA EN CHILE Por Eduardo Castillo

    CULTURA Y ECONOMA: ITINERARIO DE DOS CONCEPTOS Por Toms Arizta

    EL NORTE EXTICO Y LA NECESIDAD DE HISTORIA Y ARCHIVOS DESDELA PERIFERIA CHILENAPor Rodrigo Ruz Zagal

    EL DEBATE DE LOS HISTORIADORES Y EL USO REFLEXIVO DE LA HISTORIAPor Daniela Jara

    LA CULTURA COMO PROBLEMA: NI ARNOLD NI FLORIDAPor Jaron Rowan

    MALL DE CASTRO, PATRIMONIO Y CALIDAD DE VIDAPor Lorenzo Berg Costa

    84ARTE PBLICO EN LA CIUDAD: MS ALL DE UN ORNAMENTO PROBLEMTICOPor Daniel Opazo O.

  • 4 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

  • PRESENTACINDesde el mes de mayo del ao 2011, el Departamento de Estudios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha editado y publicado peridicamente, en formato digital, la revista Observatorio Cultural, cuyo objetivo es difundir artculos de expertos que, desde diversas discipli-nas, dan a conocer y articulan puntos de vista especficos en torno a la cultura y el arte.

    En esta ocasin, llegada la edicin nmero 25, desde el Consejo de la Cultura decidimos conmemorar esta corta pero prolfica vida, otorgndole una oportunidad a la versin impresa y publicando una seleccin de los artculos y columnas de mayor inters, que permitan establecer una mirada transversal de la institucionalidad cultural y de las polticas pblicas en cultura.

    Uno de los principales ejes que motivan el trabajo de Observatorio Cultural es el de entregar a artistas, cultores, investigadores, gestores culturales y a la ciudadana en general un estado actual de las discu-siones y estudios relevantes que se realizan en Chile y en el extranjero sobre la cultura y los temas asociados a ella. Nos referimos, entre otros aspectos, a la capacidad que tiene la cultura en incidir en el desarrollo a nivel local y global, a las prcticas discursivas en los estudios sobre el arte contemporneo, a la vigencia o renovacin de las estrategias que los Estados y gobiernos han implementado para el fomento de las disciplinas artsticas y su inclusin en nuestras sociedades como un derecho de los ciudadanos, y a la importancia que ha cobrado el patrimonio en las decisiones de poltica cultural a nivel mundial. Este inters por acercar la reflexin acadmica a la ciudadana y hacerlo bajo una plataforma digital que multiplique su acceso a ms lectores, permite valorar este proyecto editorial en sus contenidos y tambin en sus formas de difusin.

    Para nuestra institucin es un privilegio contar con un proyecto editorial comprometido con la divulgacin del pensamiento crtico, el debate de las ideas y la interrogacin permanente sobre el campo del arte y la cultura en la actualidad. La continuidad de esta revista a lo largo de tres aos refleja nuestro inters como institucin por seguir aportando con ideas y distintas miradas a los debates que se tienen sobre la cultura, tanto en los mbitos acadmicos como en los espacios ciudadanos y las instituciones vinculadas al sector.

    Confiamos en que Observatorio Cultural seguir aportando a la vincu-lacin entre autores y lectores, difundiendo ideas y multiplicando disensos, porque entendemos que una de las mayores riquezas que puede tener un pas reside en la libertad de compartir diferentes visiones, que propongan nuevas interpretaciones y miradas para la construccin de mejores sociedades, fundadas en su diversidad cultural y sus expresiones artsticas.

    Claudia Barattini ContrerasMINISTRA PRESIDENTA

    Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

    5

  • 6 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

  • PRLOGOLa posibilidad de reflexionar y volver la mirada sobre la propia poca que se habita ha sido una de las principales caractersticas de la mo-dernidad, actitud interrogativa inaugurada con la pregunta kantiana sobre qu es la ilustracin?, que auscultaba las condiciones y particu-laridades de, en ese entonces, un nuevo carcter de poca. Esta condicin inherente a nuestro tiempo, ha posibilitado la constante y permanente reflexin en un amplio rango de campos y disciplinas, donde la cultura ha sido parte relevante no solo de las discusiones respecto del arte y la cultura, sino como elemento transversal en problemticas propias de las ciencias sociales. En este sentido, Amrica Latina ha construido una tradicin destacable de produccin intelectual a modo de adaptacin, complemento o de-rechamente como crtica a las teoras europeas o norteamericanas.

    En nuestro pas, no han sido muchos los espacios estables y de carcter permanente que han posibilitado la reflexin y la crtica cultural. El periodo posdictadura ha visto nacer y morir una serie de publicaciones, tanto impresas como digitales, nacidas al alero de principios muy similares a los nuestros y, que por diversas razones, han naufragado en su intento.

    En este sentido, nuestra publicacin digital Observatorio Cultural ha in-tentado ser una plataforma articuladora de discursos de diversa na-turaleza referidos al campo cultural en su ms amplia consideracin, profundizando en las diversas prcticas artsticas y sus problemticas actuales, la institucionalidad y sus perspectivas, el patrimonio y sus valoraciones en la sociedad contempornea, as como tambin sus mltiples posibilidades de ingreso transversal como lo son el gnero o el territorio entre otros.

    Es por esto, que la presente edicin especial, que celebra las 25 publi-caciones desde 2011, se circunscribe en un esfuerzo institucional por impulsar y estimular la reflexin sobre el campo cultural, y plantea a su vez una serie de desafos a futuro, como lo es la articulacin efectiva entre el mundo acadmico y la institucionalidad pblica cultural y el consecuente fortalecimiento de la relacin entre la reflexin terica y la implementacin de polticas pblicas para el desarrollo y el fomento cultural de nuestro pas.

    Esperamos que esta seleccin de artculos pueda gatillar ciertas dis-cusiones, conversaciones y ser un material de apoyo a la generacin y circulacin de contenidos para el sector cultural.

    Matas Zurita PratJEFE DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS

    Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

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  • 8 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

  • EDITORIAL(...) y es penoso el hecho que el desacuerdo

    con la vida se convierta en cultura

    Reina Mara Rodrguez

    Desde sus inicios el proyecto editorial de Observatorio Cultural se ha hecho una serie de preguntas respecto del valor y necesidad de hacer de las artes y la cultura un objeto de investigacin y estudio. Es decir, un campo de trabajo legtimo para la construccin de cono-cimiento, la innovacin metodolgica y el facilitar nuevas formas de trabajo para la transformacin, el desarrollo y la inclusin.

    De este proceso hemos conocido y aprendido sobre las reflexiones contemporneas del sector. Por ejemplo, el anlisis del giro de ser un espacio de inclusin y encuentro hacia un lugar de tensin, crtica y diferencia; o bien, el debate que distingue el cambio de un paradigma de desarrollo cultural hacia uno de cultura para el desarrollo, donde confirma-mos el desafo de pensar al campo cultural y a nuestra institucin (CNCA) ms all del diseo de programas, fondos y polticas secto-riales, sino ms bien situada en el centro de una poltica de Estado, donde lo cultural permeara el ejercicio de la funcin pblica bajo una serie de principios simblicos, territoriales y afectivos que aportan a la construccin de un pas de entendimiento.

    Los contenidos publicados en Observatorio Cultural nos han enseado tam-bin a pensar nuestros contextos. Reubicando y desplazando la forma en que los medios y los mtodos tradicionales nos dan cuentan de los mismos. Al ocupar lugares de crtica, representacin y mediacin, la cultura y las artes ofrecen un potencial de invencin que hoy es estudiado por disciplinas como la ciencia, el urbanismo o la economa y reconocido por su rol de prevencin de escenarios complejos tales como la salud mental, el conflicto social y el medioambiente. Lo lti-mo cobra, nuevamente, especial relevancia por los excesos de violencia que somos testigos da a da desde todas direcciones del planeta.

    Hemos sostenido que ms que ser una plataforma de difusin y en-cuentro, este es un proyecto cultural en s mismo. Avizoramos en qu medida este espacio podra albergarse y ampliarse desde el Consejo hacia el proyecto de un nuevo Ministerio. El desafo de esta pregunta consiste en pensar de qu forma la institucin da espacio para ob-servarse desde dentro sosteniendo la crtica y la discrepancia y ser, a la vez, una herramienta de rigor para disear y articular nuestros contenidos, conocer los nuevos debates y apoyar en la innovacin de la poltica pblica.

    La seleccin de artculos para esta publicacin especial impresa N25 de Observatorio Cultural, expresa de forma clara nuestro esfuerzo por alcanzar esos objetivos.

    *

    Rodrguez, Reina Maria (agosto 2014). Palabras de aceptacin del Premio Iberoamericano de Poesa Pablo Neruda, Santiago, Chile.

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  • 10 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIALAVALANCHA DEL CAOS (DETALLE). NORTON MAZA. IMAGEN PORTADA OC 22.

  • 12 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

    NUEVOS MODELOS CREATIVOS DESARROLLADOS POR LOS JVENES

    los jvenes estn ocupando nuevas posiciones en el desarrollo social. algunas son seales de sus desventajas. En varios pases europeos y latinoamericanos el desempleo juvenil duplica la desocupacin promedio de la poblacin: en Espaa, por ejemplo, un 56% de los menores de 35 aos carecen de trabajo. Tambin los jvenes son mayora entre los migrantes latinoamericanos, en las esta-dsticas de la muerte violenta como soldados, sicarios o vcti-mas de la violencia urbana.

    Ya en un informe producido en 2010, la Organizacin Iberoame-ricana de la Juventud adverta que en Amrica Latina los jve-nes son el sector ms vulnerable a los trabajos irregulares, con el sueldo ms castigado en Mxico, Colombia, Ecuador, Pana-m y Per, mientras que el 50,3% de los adultos tiene empleos informales, en los jvenes de 15 a 29 aos el porcentaje sube a 82,4% (Caldern, 2010, p. 6).

    A partir de un estudio de la CEPAL que correlaciona datos se-mejantes con el avance educativo de los jvenes, Martn Hopen-hayn (2008) seala las siguientes paradojas: los jvenes tienen mayores logros educativos que los adultos, medidos sobre todo en aos de educacin formal, pero por otro lado menos acceso al empleo. Manejan con mayor ductilidad los nuevos medios de informacin, pero acceden en menor grado a los espacios con-sagrados de deliberacin poltica y estn menos afiliados a los partidos. Expanden exponencialmente el consumo simblico, pero no as el consumo material (p. 53).

    En otras palabras la juventud goza de ms educacin y menos acceso a empleo que la poblacin adulta. Ostenta ms aos de

    Por Nstor Garca Canclini

    escolaridad formal que las generaciones precedentes, pero al mismo tiempo duplica o triplica el ndice de desempleo res-pecto de aquellos. En otras palabras, estn ms incorporados a procesos consagrados de adquisicin de conocimientos y forma-cin de capital humano, pero ms excluidos de los espacios en que dicho capital humano se ejerce, a saber, el mundo laboral y la fuente de ingresos para el bienestar propio (p. 53).

    Avanzados de la creatividadSin embargo, algunos estudios de aos recientes muestran que los jvenes se destacan al usar recursos creativos. De dos ma-neras: por una parte, para crearse empleos en las artes, desa-rrollar editoriales independientes, festivales de msica y otras vas novedosas para difundir contenidos culturales, usando con ms intensidad que otras generaciones las tecnologas re-cientes. Por otro lado, los jvenes son quienes hacen trascender la imaginacin creativa ms all de las reas especializadas (las artes visuales, la literatura y la investigacin cientfica) o sea en las industrias, el diseo urbano, grfico y comunicacio-nal. Incluso en el reciclaje de objetos y mensajes que circulan en mercados alternativos.

    La importancia de estas actividades en el desarrollo social y cultural ha llevado a hablar de ciudades y economas creati-vas. Qu balance hacer, luego de dos dcadas de esta lnea de experimentacin sobre el papel de la creatividad como re-curso socioeconmico, acerca del desempeo de los jvenes en

    PUBLICADO EN ENERO DE 2014, OC 19.

  • Encontramos a jvenes que ensayan modos no convencionales de situarse en un paisaje cultural y socioeconmico en transformacin. Son un tipo peculiar de trabajadores, ni asalariados ni plenamente independientes. Trabajan en proyectos de corta duracin, sin contratos o en condiciones irregulares, pasando de un proyecto a otro, sin llegar a estructurar carreras.

    un modelo de trabajo y consumo distinto del que les asigna la reproduccin del orden social? Estamos realmente transitan-do, como a veces se afirma, del predominio de las industrias culturales a una economa creativa? El tiempo de los libros en papel y los discos est cediendo ante el avance del arte pblico, los festivales, la comunicacin en red y las descargas digitales?

    En Amrica Latina es difcil responder estas preguntas debido a la falta de estadsticas consistentes acerca de los creadores, los pblicos culturales y los movimientos de las industrias de la comunicacin. No son suficientes los estudios de rating sobre lo que se ve y se consume hoy. Necesitamos, por ejemplo, registros cuantitativos de las relaciones entre egresados de carreras ar-tsticas en universidades y desempeos profesionales, conocer la estructura de la oferta cultural confrontada con los hbitos de consumo de la poblacin.

    Nos impuls a realizar una investigacin en los ltimos tres aos, la percepcin adquirida en el estudio etnogrfico de que existen en muchas ciudades latinoamericanas miles de jvenes semejantes a los que en Estados Unidos, Gran Bretaa y otros pases son llamados trendsetters por su capacidad de marcar tendencias. En Blgica, Espaa y Francia se nombran como emprendedores por el modo de autoorganizarse por fuera de las instituciones y grandes empresas, y en Francia se les dice inter-mitentes, aludiendo a la discontinuidad continua en la que se suceden compromisos y proyectos (de Heusch, Dujardin & Rajabaly, 2011; Florida, 2010; Mc Robbie, 2007; Rowan, 2010).

    Fuimos seleccionando, entonces, mediante entrevistas y la tcnica de bola de nieve figuras clave en las artes visuales, las editoriales independientes, la msica y las prcticas digitales en la Ciudad de Mxico. Encontramos a jvenes que ensayan modos no convencionales de situarse en un paisaje cultural y socioe-conmico en transformacin. Son un tipo peculiar de trabaja-dores, ni asalariados ni plenamente independientes. Trabajan en proyectos de corta duracin, sin contratos o en condiciones irregulares, pasando de un proyecto a otro, sin llegar a estruc-turar carreras. Con frecuencia, movilizan sus competencias y su creatividad en procesos cooperativos, cada vez diferentes. Deben adaptarse a clientes o encargos diversos, a la variacin de los equipos con los que trabajan, al distinto significado que adquie-ren los oficios artsticos y culturales en escenas diferentes. Los limitados ingresos y la fragilidad de sus desempeos los obligan a combinar las tareas creativas con actividades secundarias1.

    1 Los resultados de esta investigacin, auspiciada por las Fundaciones Caroli-na y Telefnica, se hallan en dos libros: Cultura y desarrollo: una visin crtica sobre los jvenes (Buenos Aires, Paids, 2012) y Jvenes, culturas urbanas y redes digitales: prcticas emergentes en las artes, las editoriales y la m-sica (Madrid-Barcelona, Ariel, Fundacin Telefnica, Universidad Autnoma Metropolitana, 2012). Este ltimo volumen incluye, adems de una parte del estudio en la Ciudad de Mxico, la investigacin de temas semejantes en Madrid realizada por un grupo de antroplogos de la Universidad Nacional de Educacin a Distancia, coordinado por Francisco Cruces. Mediante semi-narios conjuntos de los equipos de investigadores de ambas ciudades fui-mos comparando los resultados, el tipo de cambios que manifestaban los comportamientos de los jvenes respecto de la historia cultural y social.

    Nos propusimos investigar en Mxico en qu consiste la innova-cin cultural y socioeconmica de estas prcticas creativas. Se-rn los individuos y pequeos agrupamientos creativos capaces de superar contradicciones del capitalismo si tienen suficiente iniciativa, capacidad de asociacin, mucha sintona con las tecno-logas avanzadas y pueden posicionarse en lugares privilegiados?

    Hay varias caractersticas de estos jvenes creativos que los habi-litan para desempearse en estos espacios y circuitos:

    a. Mayor apertura a lo que sucede fuera del propio pas, en gran parte del planeta

    b. Disposicin a estar conectado permanentemente, y por tanto a diluir la diferencia entre tiempo de trabajo y tiem-po de ocio

    c. Capacidad de ser un artista, un msico o un editor mul-titarea: esto significa, por un lado, usar simultneamente diversos medios y conexiones (se escribe en la computadora mientras se atienden las redes, Facebook, Twitter y, a ve-ces, tambin se tiene encendida la televisin). Por otro lado, esta versatilidad se muestra al ejercer oficios que aparecan separados en las prcticas artsticas tradicionales: el autor

    NUEVOS MODELOS CREATIVOS DESARROLLADOS POR JVENES 13

  • 14 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

    de una msica o una obra de arte visual puede ocuparse del diseo de objetos, de la publicidad y de promocin en red

    d. Habilidades mayores que en generaciones anteriores para establecer interacciones sociales a distancia y redes de coope-racin; en algunos casos, microcomunidades que expanden la posibilidad de conseguir trabajos y difundir los resultados; pasar del capital social referido a espacios nicos (barrio, escuela, fbrica) al capital vinculante (Putnam), el que per-mite inserciones mltiples en espacios diversos cambiando las identificaciones en las que se valorizan distintos capitales

    e. Hbitos de hipervinculacin, intertextualidad e interdiscipli-nariedad: en la estructura de las obras se incorporan proce-dimientos como el copy/paste, el control zeta y el bluetooth, o sea disposicin a la transparencia y al intercambio incesante.

    La versatilidad entre diversos oficios, formas de colaboracin y aun lenguas y pases es facilitada por las redes digitales, pero es tambin un requisito normalizado por la f lexibili-zacin de los mercados laborales y la incertidumbre acerca del futuro de los trabajos.

    Los comportamientos de estos jvenes muestran prcticamen-te un modo distinto de encarar las relaciones entre creativi-dad, interdisciplinariedad e instituciones culturales. En otro tiempo, la interdisciplina fue un programa epistemolgico o de interrelacin entre prcticas artsticas, lenguajes y formatos, con el propsito de renovar las obras y el conocimiento, solo practicado por minoras dentro del campo cientfico o arts-tico. Hoy ese estilo de trabajo se extiende en el sampleo y el remix musical, la intertextualidad en la escritura, la colabora-cin entre disciplinas y la combinacin de discursos visuales, literarios y tecnolgicos.

    Una consecuencia de esta reestructuracin interdisciplinaria, que moviliza por fuera de las instituciones, o entre ellas, a los creadores y difusores es un cambio de lenguaje. Las nociones de campo artstico, campo editorial y campo musical, tan utili-zadas en la sociologa de las artes y la literatura inspiradas por Pierre Bourdieu, ceden lugar a otras. Para describir el objeto de estudio o actuacin, los jvenes hablan de escena, entorno, cir-cuitos o plataformas, conceptos ms abarcadores. Mientras la nocin de campo aluda a un sistema especializado y autocon-tenido, con reglas peculiares que articulaban por ejemplo, en el campo musical a compositores, intrpretes, salas de con-cierto, promotores y espectadores, hablar de escenas o circuitos facilita, en cambio, incluir de modo ms flexible una diversidad amplia (y entremezclada) de actores internos y externos a lo que antes se llamaba campo.

    Las capacidades individuales y grupales de los actores jvenes no son suficientes para actuar en las escenas o entornos actuales. Debe implicar cambios en las instituciones y empresas que hacen circular los bienes y mensajes, as como nuevas disposiciones en los pblicos, espectadores, o, como se prefiere denominarlos de acuerdo con la fusin entre produccin y consumo, prosumidores.

    En las artes visuales la creatividad se redistribuye desde la emergencia de curadores y gestores que no solo estructuran el montaje de la exposicin, sino el sentido conceptual de un ar-tista o de varias tendencias e intervienen en el momento de la produccin, la autora y la difusin.

    En la msica el dj, los ingenieros de sonido y otros que pos-producen, a partir de materiales previamente creados por los artistas, modifican tambin los lugares de produccin, circula-cin y apropiacin. Pese a este carcter derivado de sus trabajos muchos djs se definen como creadores. Cambian, asimismo, la interaccin entre el momento creador, antes entendido como solitario e individual y las escenas de comunicacin, escucha, baile y fiesta. As como los restaurantes, bancos y tiendas de diseo configuran el sentido del arte al exponer obras, la msica hecha por jvenes circula cada vez menos en tiendas de discos incluso en discos y se mezcla con actividades desplegadas en cafs, medios audiovisuales, museos, centros culturales poli-valentes y sobre todo los sitios de internet y las redes sociales. El significado de los bienes artsticos y los criterios de valoracin se reformulan en escenas expandidas donde tambin juegan las modas de ropa, los gustos gastronmicos, los valores de veloci-dad y entretenimiento de las industrias culturales, las zonas hipster de la ciudad, como las colonias Condesa, Roma y el Centro Histrico en la megaciudad de Mxico.

    Entre los espacios y circuitos estudiados, la msica aparece como el mbito en el que la vieja estructura concentrada de la industria cultural (en este caso manejada por cuatro gigan-tescas majors) es menos sostenible. Desde la irrupcin de Naps-ter hasta la multiplicacin actual de redes P2P el intercambio va prevaleciendo sobre el lucro econmico. Autora colectiva, cooperacin entre compositores y audiencias, creaciones cola-borativas y ediciones a distancia entre msicos residentes en distintos pases son algunas de las innovaciones frecuentes en la escena musical. En sntesis, dos consecuencias son particu-larmente notables: a) la ampliacin del acceso a la creacin y comunicacin, diferenciando menos entre profesionales y afi-cionados; b) un cambio de horizonte, no solo de reglas, en la configuracin de la propiedad intelectual.

    Otra muestra del dinamismo en las transformaciones de la es-cena musical es la necesidad de distinguir, aun limitndonos a un arco entre 20 y 35 aos, tres generaciones: la digital, formada por bandas surgidas en la ltima dcada, que usan sobre todo redes sociales y plataformas web; la generacin de los compila-dos, partcipes a la vez de las reglas de la industria tradicional y de los circuitos digitales, organizados en forma autogestora; la generacin de los disqueros, compuesta por msicos integrados a la industria, algunos de los cuales negocian con los anteriores la insercin en redes digitales.

    Cmo modifica la innovacin tecnolgica el proceso creativo y los hbitos de las audiencias? La composicin en computadoras personales, el uso de plataformas online y trabajo en la nube aumentan la ya citada colaboracin a distancia y modifican la nocin industrial del copyright dando lugar a licencias con aper-

    NSTOR GARCA CANCLINI

  • tura parcial tipo creative commons. Como en las artes visuales y en el mundo editorial, las tecnologas digitales potencian el acceso a la informacin sobre ofertas culturales del propio pas y del mundo. Podramos decir que las radios y sobre todo los sitios de internet realizan una curadura de gustos musicales. Este pbli-co interactivo, con tantas facilidades de acceso y de recreacin de lo que escucha, es un difusor selectivo y expansivo: Face-book, Twitter, Youtube y los blogs extienden constantemente la circulacin de msicas y videos con msica, son orientadores de preferencias y convocan a los simpatizantes a agruparse.

    Pasamos de un periodo en el que el desarrollo cultural se con-ceba en forma lineal (creadores-intermediarios-pblicos) a otro en el que la creacin es reformulada como programacin, o sea manejo creativo de materiales preexistentes y de sus cambios en la circulacin. Ahora la creatividad cultural se halla tanto en la gestacin, como en la comunicacin y la recepcin, que se entremezclan sin un orden secuencial.

    De la carrera a los proyectosOtro cambio visible cuando comparamos a los productores cul-turales de hace veinte o treinta aos con los actuales es el trn-sito de una sociedad en la que se poda hacer carrera a otra en la que escasean las plazas laborales y, cuando se consiguen, son casi siempre nombramientos temporales inseguros. Los jvenes artistas y msicos declaran estar acostumbrados a organizarse en proyectos de corta y media duracin. Algunos realizan em-prendimientos independientes por conviccin, la mayora por necesidad. La creatividad y la innovacin, dos rasgos altamente valorados para conseguir trabajo, ms que las competencias pro-fesionales duraderas, contribuyen a dar a sus actividades esta periodizacin frgil. La presin de lo instantneo, lo que se des-

    cubre o se informa hoy, refuerza esta relacin con la tempora-lidad veloz de las biografas: todo es efmero, renovable y luego obsoleto, incluso los agrupamientos que organizan los jvenes para poder trabajar.

    Este sentido transitorio de los emprendimientos conspira contra el rendimiento en las prcticas culturales que requieren inver-siones cuantiosas y cuya capacidad de recuperacin econmica es lenta. Los patrones laborales y comerciales de la industria edi-torial, donde la produccin lleva meses y su sentido se nutre, en parte, de un catlogo formado durante aos, entran en conflicto con la intermitencia de los trabajos y las coacciones del mercado que propician la obsolescencia y la renovacin incesante.

    Una zona particularmente sensible a la aceleracin y la incer-tidumbre es el trnsito de las ediciones en papel a los circuitos virtuales. Por un lado, la bibliografa internacional y las decla-raciones de editores hablan de la posible sustitucin de los libros por la circulacin digital: vemos una preocupacin creciente por adecuar las editoriales y libreras para subsistir en un tiempo de produccin y transmisin en red de los contenidos. Por otro, los editores independientes entrevistados se aferran a proyectos en papel, se oponen al catastrofismo como parte de su resistencia a la tirana del mercado, defienden la produccin de libros concebidos para leer, para perdurar. Valoran los aspectos ar-tesanales de la produccin (la calidad del papel y el diseo, las innovaciones tipogrficas y el sentido cualitativo de la comuni-cacin interpersonal y la lectura estticamente justificada).

    Desde hace cuatro aos uno de los centros dedicados al arte joven en la ciudad de Mxico, el Museo Carrillo Gil, abre en el mes de diciembre un espacio de exhibicin, promocin y anli-sis para las editoriales independientes. En 2011 el Foro alberg a ms de sesenta editores de varios pases que ocuparon un piso entero del museo. Desde que uno entraba llamaba la atencin el ambiente festivo, la mezcla de revistas, fanzines, objetos vi-suales o publicaciones referidas al cine, el video y por supuesto libros: en muchos de ellos hay signos artesanales, como el visi-ble cosido a mano, portadas con marcas singularizadas, libros de artista junto a ediciones de aspecto convencional, pero que indican deseos de revitalizar el objeto editorial a partir de sus atributos clsicos. El libro ha muerto, larga vida al libro fue la consigna que titul el emprendimiento de este ao. El futuro no parece traer la sustitucin del papel por las pantallas, sino una convivencia con interacciones complejas entre ambos.

    Cmo est ocurriendo esta coexistencia de diversos hbitos, for-mas de agrupamiento, organizacin y estilos de trabajo? No es posible englobar los distintos procesos como si fuera el pasaje en bloque a una economa creativa que encuadrara a todos ni tam-poco como la desaparicin catastrfica de las industrias culturales y los tipos de comunicacin que las volvieron hegemnicas en la segunda mitad del siglo XX.

    Lo que encontramos, en cambio, es que las formas industriales y posindustriales (digitales) de producir y circular los bienes y mensajes interactan con hbitos comunitarios antiguos,

    Este sentido transitorio de los emprendimientos conspira contra el rendimiento en las prcticas culturales que requieren inversiones cuantiosas y cuya capacidad de recuperacin econmica es lenta.

    NUEVOS MODELOS CREATIVOS DESARROLLADOS POR JVENES 15

  • 16 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

    formacin de nuevas comunidades y tipos de negocio. Se com-binan el gusto por la cultura masiva con nuevas formas de trabajo artesanal, la bsqueda colectiva de soluciones innova-doras y los modos de compartir su expertise. Ms que sustituir un sistema por otro, los emprendimientos de los jvenes ensayan aprendizajes mltiples, relaciones de amistad junto con la cola-boracin con grandes instituciones, competencia, autoempleo e insercin imaginativa en redes prexistentes.

    El estudio de estos actores verstiles genera interrogantes acerca del tipo de sociedad que engendra el trabajo por proyectos ines-tables y discontinuos. Los testimonios de algunos entrevistados muestran el carcter ambivalente de estos cambios. Me deca una artista visual que trabaja a veces como productora cultural y otras como diseadora digital:

    Entre la licenciatura y la maestra estudi nueve aos. S ingls y francs y soy capaz de desempearme en distin-tos oficios. Pero no encuentro trabajo que dure: di cursos y hago trabajos con contratos temporales, y entre uno y otro puedo quedarme tres meses sin ganar nada. No puedo esperar que me den un prstamo para comprar un auto ni que me den licencia si quedo embarazada.

    Tambin hay que valorar, junto con la creatividad extendida, las consecuencias de esta reorganizacin social y econmica sobre la produccin cultural y el sentido de vivir juntos. Si bien este modo de trabajar por proyectos, contratando y descontratando

    gente, permitiendo a algunos liberarse de la rutina e innovar en tareas diversas, dinamiza la economa, tambin perjudica a muchos. En palabras de Richard Sennett, corroe el carcter y debilita la solidaridad social. A qu se refiere cuando dice esto? Corroe especialmente aquellos aspectos del carcter que unen a los seres humanos entre s y brindan a cada uno de ellos una sensacin de yo sostenible (Sennett, 2000, p. 25).

    La difcil sustentabilidad a mediano plazo de esta organizacin del trabajo creativo por proyectos ms que como carreras se aprecia tanto en el anlisis econmico como antropolgico de los jvenes estudiados en Mxico. Un equipo de economistas con los que hicimos el estudio, dirigido por Ernesto Piedras, estableci que los artistas visuales, editores independientes, msicos y artistas multimedia solo reciben de sus actividades creativas, en promedio, 23% de los ingresos que necesitan para sobrevivir. Completan sus recursos con becas, ayudas familia-res y trabajos temporales como docentes o en tareas de empre-sas de video, cine, publicidad y con frecuencia en actividades lejanas a sus proyectos creativos.

    En la investigacin antropolgica sobre artistas visuales, Carla Pinochet Cobos y Vernica Gerber (2013) indagaron qu alcance puede tener en las artes visuales el analizarlas como industria creativa, en qu sentido las ocupaciones y los emprendimientos de estos creadores son cuantificables. Ciertas producciones son remuneradas, algunas se insertan en el mercado, participan en ferias comerciales de arte y estimulan circuitos urbanos de turis-mo cultural. Pero cuando se presta atencin al carcter cualita-tivo de las experiencias creativas, a los espacios de convivencia, colaboracin y participacin comunitaria, se vuelven significa-tivas tambin prcticas no retribuidas que dan satisfacciones y crean sentido. El mundo artstico exhibe ndices de subempleo y precariedad semejantes a los del conjunto de la poblacin joven de la ciudad de Mxico; sin embargo, aunque los modos de re-solver las necesidades econmicas, como la obtencin de salarios y el consumo material, estn sometidos a presiones de inesta-bilidad y exigencia de trabajar en lo que aparece, sus usos de las tecnologas y los intercambios de bienes e informacin, confieren a los artistas una mirada peculiar sobre el presente y el futuro. Encontramos que no coinciden completamente con lo que ocurre en la economa creativa, el nivel micro de las econo-mas domsticas y las lgicas grupales e individuales.

    Las innovaciones tecnolgicas en los procesos culturales representan la mayor alteracin en los vnculos entre econo-ma y cultura. Reconversin digital de las empresas, cambios tecnolgicos en las maneras de producir y circular los libros, en el diseo grfico e industrial, organizacin reticular del trabajo, emergencia de nuevas profesiones y cadas de otras son algunos de los cambios que asignan protagonismo a los jvenes techsetters. El lugar en apariencia privilegiado que ocupan estos jvenes con alto nivel educativo y destrezas apropiadas para los actuales modos de trabajo y negocio no los libra de compar-tir con el resto de la juventud la falta de contratos laborales y salario fijo, de prestaciones sociales y seguridad ms all del corto plazo. No obstante, escribe Enedina Ortega Gutirrez

    NSTOR GARCA CANCLINI

    Ms que sustituir un sistema por otro, los emprendimientos de los jvenes ensayan aprendizajes mltiples, relaciones de amistad junto con la colaboracin con grandes instituciones, competencia, autoempleo e insercin imaginativa en redes prexistentes.

  • En cuanto al futuro, apenas existe a corto y mediano plazo: solo la mitad de los jvenes emprendedores, aun los univer-sitarios, piensa en el retiro laboral o en planes a largo tr-mino. Los jvenes techsetters, que actan desde su creatividad individual y cultura participativa, construyen un momento instituyente en la sociedad mexicana. Pero el bono demogr-fico y digital que representa esta masa de jvenes queda como algo difuso en una sociedad donde se deja la innovacin a las empresas privadas, sin una poltica digital, sin una agenda estatal y una legislacin que canalicen la accin creativa de los movimientos culturales.

    (2013), su uso f luido de las redes les habilita un universo de co-nexiones donde son valorados, son requeridos por coolhunters y les permite disfrutar cierta autonoma en la eleccin de sus ta-reas y la distribucin de su tiempo. Su versatilidad para cruzar fronteras disciplinarias y entornos culturales desorganiza las categoras habituales en los estudios cuantitativos. No basta, por ejemplo, saber cuntos disponen de internet en casa (en la ciudad de Mxico 42,3%). Hay que averiguar cuntos tienen acceso en otras escenas (amigos, cafs internet, escuelas) y cules son las diferentes lgicas de uso: qu temas o pginas les interesan y para qu necesidades profesionales, de asociacin o de juego las utilizan.

    REFERENCIAS

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    OC

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    MECANISMOS PERFORMATIVOS DE LA INSTITUCIONALIDAD EDUCATIVA EN CHILE: PASOS HACIA UN NUEVO SUJETO CULTURAL

    Nuevo paradigma en poltica educativa y sus tcnicas de gobierno

    chiLe esT consoLidAndo UnA poLTicA edUcAcionAL qUe no hA pRobAdo sUs venTAjAs en oTRos sisTemAs edUcAcionALes y cuya teora de la accin se plasma en mecanismos performativos de privatizacin, es-tandarizacin, examinacin y accountability (PEEA). Mientras en el mundo se avanza hacia la cuarta va de reformas educaciona-les, Chile consolida un paquete de reformas de segunda va me-diante estos dispositivos (Hargreaves & Shirley, 2009)1.

    Con el propsito de iluminar la comprensin de estos cuatro mecanismos (PEEA) se emplea el concepto de gubermentalidad o tecnologas pblicas de regulacin. Etimolgicamente, guber-mentalidad es una palabra compuesta (gobierno + mentalidad) relativa al gobierno o conduccin de mentalidades (Foucault, 1979; Lemke, 2011). A la luz de la experiencia internacional, el impacto performativo de estos cuatro dispositivos o tcnicas de gobierno ser probablemente su capacidad para producir nuevos sujetos, vnculos y racionalidades. Gubermentalidad refiere a la relacin entre tcnicas de poder y formas de conocimiento. El poder para Foucault tiene implicancias positivas, esto es, pro-

    1. La segunda va refiere al uso intensivo de polticas de accountability, pri-vatizacin y estandarizacin examinada. En contraste, los pases en gene-ral avanzan hacia la cuarta va caracterizada por reformas que fomentan la confianza, promueven la pedagoga, accountability interna y la educacin pblica.

    Por Alejandro Carrasco

    ductivas en tanto produce nuevas formas sociales y tiene efec-to en trminos de subjetivacin de organizaciones y sujetos. Las relaciones de poder en este esquema suponen programas calculados de conocimiento conformados por tcnicas de re-gulacin de conductas. La agencia de los sujetos en este marco supone la autodireccin, autovigilancia, autoconduccin pero en un marco acotado de posibilidades de accin diseadas re-motamente y diseminadas mediante tecnologas pblicas de regulacin. Aqu se plantea que los mecanismos PEEA en su operacin conjunta ofrecen una nueva forma de gubermentali-dad del sistema escolar chileno2.

    Desde la ptica de legisladores, formuladores de polticas y gru-pos de inters, estos instrumentos de poltica pblica constitu-yen la respuesta poltica para mejorar la calidad y equidad de la educacin chilena3. Los dos ejes principales del funcionamiento de los dispositivos PEEA son, primero, el fortalecimiento de un Estado que sobrerregula y sanciona a distancia, pero al mismo tiempo instala a nivel local la responsabilidad privada por los

    2. El trmino tcnicas de gobierno o tecnologas pblicas de regulacin est en el centro de la definicin de gubermentalidad que introdujo Michael Fou-cault para dar cuenta de las relaciones entre tecnologas de poder, conoci-miento y prcticas discursivas, que hacen, producen y diseminan continua-mente el accionar del Estado en el conjunto de la sociedad.

    3. Paradojalmente, parte de estos mecanismos son la respuesta institucional a las demandas de los movimientos estudiantiles de mediados de los 2000 (Ley de Sistema de Aseguramiento de la Calidad, LGE, SEP). La paradoja est en el hecho que en lugar de responder a las demandas estudiantiles, estas medidas refuerzan lo que el movimiento estudiantil cuestion.

    PUBLICADO EN ENERO DE 2013, OC 15.

  • resultados y, segundo, la confianza en el principio de compe-tencia y autorregulacin de los mercados educacionales cuya estrategia de mejora escolar se basa en la eliminacin de las es-cuelas con menos condiciones adaptativas. Es probable que esta teora de la accin, sin embargo, impida mejorar la educacin y termine generando lo que Foley & Goldstein (2012), Alexander (2011) y Coffield (2012) denominan deterioros colaterales indeseados sobre la pedagoga, las escuelas y la sociedad en su conjunto.

    La evidencia internacional, que informa este artculo, coincide en sealar que las polticas globales basadas en mecanismos de privatizacin, accountability, estandarizacin y examinacin intensiva no han contribuido ni a mejorar la calidad de la edu-cacin, ni a disminuir las brechas educacionales entre distintos grupos sociales. Diversos estudios de pases que han implemen-tado este tipo de reformas durante los 90 y 2000 convergen en concluir que este tipo de reformas contribuye a crear mayor des-profesionalizacin, segregacin, aprendizajes mecnicos, des-moralizacin escolar, simplificacin del currculo, desafeccin acadmica y cvica, logros de corto alcance, relocalizacin de los propsitos educacionales, autonoma ilusoria en las escuelas y un nuevo ambiente moral en educacin que reconfigura los valores que una sociedad promueve, produce y transmite4.

    El efecto positivo (referido a su capacidad generadora) de estos cuatro dispositivos es la configuracin de nuevos sujetos edu-cacionales: un nuevo Estado en educacin, nuevos mercados, nuevas escuelas, nuevas nociones de aprendizaje, nuevos pa-dres, nuevos ciudadanos y modos de convivencia.

    1. PrivatizacinComo en otras reas, la disciplina econmica a inicios de los aos 80 contribuy a reconfigurar la organizacin del sistema escolar mediante su transformacin institucional de base5. El rgimen cvico-militar6 construy un mercado educacional intro-duciendo un conjunto de instrumentos de poltica pblica cuyo propsito era estimular la incorporacin de operadores educa-cionales privados restando influencia al Estado en la provisin educativa y otorgando a las familias un poder regulativo me-diante los vouchers o subsidio a la demanda. Posterior a su inicio, los cambios ms significativos al mercado educacional han sido

    4. Consultar: Willmot & Thrupp, 2005; Au, 2007; Mansell, 2007; MacBeath, 2007; Hargreaves & Shirley, 2009; Harris, 2009; Ravitch, 2010; Maroy, 2010; Ball, 2011; Sahlberg, 2011; Alexander, 2011; Hargreaves & Fullan, 2012.

    5. Ver Arizta, 2012 para otros ejemplos sectoriales sobre la manera en que las ciencias sociales, y en especfico la economa, hacen y crean nuevas forma-ciones sociales. La educacin como campo es solo una expresin ms de la relacin creativa y reflexiva entre conocimiento y sociedad.

    6. Trmino empleado por Hunneus (2000) quien ilustr empricamente la am-plia y decisiva participacin de civiles en el gobierno encabezado por la jun-ta militar. Son los civiles quienes disearon e implementaron las reformas tanto econmicas como constitucionales vertebrales del rgimen.

    la incorporacin del financiamiento compartido, la elimina-cin de la subvencin pareja en 2008 y la reciente creacin de la Superintendencia Educacional7. Es notorio que el conjunto de medidas tomadas durante los ltimos treinta aos han con-solidado la operacin del mercado educacional, o ms bien, lo han creado, lo han producido mediante la relacin performativa entre ciencia social y formas sociales (MacKenzie, Muniesa & Siu, 2007; Arizta, 2012). En tanto tcnica de gobierno, el merca-do hace que los propios sujetos enacten o produzcan ellos mismos la

    7. Reanudada la democracia, en 1992, la elite tecnocrtica de la Concertacin introdujo el copago o financiamiento compartido, vigente hasta hoy, que permite principalmente a los establecimientos particulares subvenciona-dos, adems de recibir el subsidio del Estado por nio atendido, cobrar a las familias una pago mensual de modo de aumentar los incentivos para la in-corporacin de privados al sector y aumentar el gasto global en educacin.

    En relacin con los estudiantes, un escenario de polarizacin y segregacin educacional tiene consecuencias en trminos de subjetivacin. Los mercados educacionales tienen efectos en la conformacin composicional de las escuelas. Mientras ms segregado y polarizado un sistema escolar, mayor homogeneidad habr entre los estudiantes al interior de las escuelas en trminos religiosos, econmicos, culturales, sociales o tnicos.

    MECANISMOS PERFORMATIVOS DE LA INSTITUCIONALIDAD EDUCATIVA EN CHILE: PASOS HACIA UN SUJETO CULTURAL 19

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    nueva lgica de coordinacin implementada mediante conduc-tas antes desconocidas8.

    En el caso de las escuelas el subsidio a la demanda les quita el finan-ciamiento y las obliga a competir para conseguirlo. Las escuelas devienen en organizaciones productivas que deben invertir tiem-po, recursos, energas en capturar y mantener su matrcula. Los directores de escuelas deben disear tcticas para navegar en las vicisitudes de los mercados locales. Las escuelas se transforman en unidades competitivas cuyo vnculo con las restantes escuelas locales no es ni de cooperacin ni sana rivalidad. El mercado las hace disputarse estudiantes, las escuelas se abocan a desarrollar acciones de exteriorizacin a fin de volverse atractivas para las familias emprendiendo estrategias de captura no necesariamente educacionales. Las escuelas al competir por su financiamiento y sobrevivencia incorporan prcticas que antes le eran ajenas9.

    8. Sin embargo, el mercado educacional ha generado polarizacin social, econ-mica y cultural en las escuelas, ha debilitado la educacin pblica, los estableci-mientos particulares subvencionados no obtienen mejores desempeos que los municipales (Bellei, 2007; Carrasco & San Martin, 2012) y la segregacin educa-cional por efecto del financiamiento compartido es mayor que la segregacin residencial (Valenzuela, Bellei y de los Ros, 2010).

    9. Por ejemplo, los directores aaden nuevas tareas de marketing, promocin, diseo de la reputacin, cuidado de las formas, vigilancia de su alumnado que deviene un recurso de exteriorizacin, despliegue de estrategias para capturar y fidelizar clientes, competencia abierta con otras escuelas, pro-gramas de entrenamiento a sus estudiantes para subir sus ndices de pro-ductividad va SIMCE (Carrasco, 2010).

    Respecto de las familias, la creacin de un mercado educacional hace de la educacin un bien escaso que no est asegurado para todos y debe ser conquistado. Sin embargo, como en cualquier mercado, no todos estn en igual posicin para adquirir el bien en juego. Las familias deben desplegar un conjunto de recur-sos para lograr cupos y ser admitidos. De este modo, el meca-nismo competitivo favorece a aquellas familias en posesin de un mayor stock de capitales materiales y simblicos al tiempo que limita las posibilidades de elegir de las familias que los po-seen en menor proporcin. As dicho principio de escasez trae aparejada la conformacin del sistema escolar en un espacio social jerarquizado en cuya dinmica de juego hay ganadores y perdedores10. Lo gravitante es que en esta disputa por cupos escolares las familias atraviesan, logren o no ser exitosos, pre-siones, ansiedades, decepciones, perplejidad, confusin o des-concierto. Las familias y los estudiantes deben autoconstruirse para enfrentar los procesos de bsqueda, postulacin, seleccin y admisin.

    De igual modo, en relacin con los estudiantes, un escenario de polarizacin y segregacin educacional tiene consecuencias en trminos de subjetivacin. Los mercados educacionales tienen efectos en la conformacin composicional de las escuelas. Mientras ms segregado y polarizado un sistema escolar, mayor homogenei-dad habr entre los estudiantes al interior de las escuelas en trminos religiosos, econmicos, culturales, sociales o tnicos11. Qu tipo de sujetos produce una sociedad un sistema esco-lar polarizado? Desde una perspectiva liberal comunitaria, la importancia de la mixtura social y cultural de las escuelas se relaciona con lo que Michael Walzer denomina la promocin de sociedades de la tolerancia. Walzer afirma que la tolerancia poltica, social y cultural no es abstracta, es una prctica que se trans-mite ms en trminos experienciales que curriculares. Y las es-cuelas constituyen la primera experiencia pblica de los nios donde interiorizan en trminos prcticos, es decir, cotidianos, los trminos de la convivencia con otros diferentes. Un sistema escolar polarizado despoja a los nios de la oportunidad prc-tica de convivir en la diferencia y de familiarizarse con otros modos de expresin distintos al que les circunda. Todava ms, Hannah Arendt plantea que la escuela es aquel lugar que se in-terpone entre la esfera privada (lugar protegido de maduracin de un ser humano nuevo) y el mundo como tal. La escuela es el lugar de trnsito de un espacio al otro. Dado que los nios (ser humano nuevo) desconocen el mundo, la escuela nos permite

    10. Hay evidencia mundial en sociologa de la educacin que las prcticas de eleccin de escuelas por parte de las familias difieren y se asocian a los recursos y prcticas culturales propias de cada clase social (Lauder et al., 1999; Ball, 2003; Reay et al. 2011; van Zanten, 2010). Siempre los padres intentarn usar sus recursos para mejorar la educacin de sus hijos y este mecanismo institucionalizara esa prctica natural.

    11. La evidencia emprica es slida en esto. Chile est entre el 3% de pases ms segregados del mundo en trminos educacionales. Sucesivos reportes de la OECD, PISA, TIMMS, que incluyen mtricas de segregacin, ubican a Chile en la posicin de mxima segregacin. Asimismo, los datos SIMCE mediante su caracterizacin econmica muestra anualmente la relacin lineal entre nivel socioeconmico y tipo de establecimiento escolar.

    La evidencia internacional, que informa este artculo, coincide en sealar que las polticas globales basadas en mecanismos de privatizacin, accountability, estandarizacin y examinacin intensiva, no han contribuido ni a mejorar la calidad de la educacin, ni a disminuir las brechas educacionales entre distintos grupos sociales.

    ALEJANDRO CARRASCO

  • introducirlos gradualmente en l. Si bien la escuela no es el mun-do, esta debe parecerse y representarse prcticamente como si lo fuera, de modo que los nios aprendan a vivir en l. Un sistema de escuelas polarizado y segregado dificulta esa posibilidad.

    2. EstandarizacinDesde una ptica de poltica educativa, la estandarizacin re-fiere al grado de imposicin que el Estado ejerce sobre directi-vos y docentes en sus niveles de autonoma profesional, tanto en el currculo como en los planes de mejoramiento escolar. Aunque es necesario que cada pas establezca nacionalmen-te los contenidos y estructura de transmisin de su currculo (como fomento del acervo cultural, memoria colectiva y co-nocimiento cientfico acumulado por una sociedad o poca), muchas decisiones curriculares especficas ocurren diariamen-te en cada aula, escuela, localidad y regin como respuesta a las demandas pedaggicas, culturales y entornos sociales de grupos de estudiantes. Estos ltimos se denominan estndares indicativos, pues sealan a cada escuela y profesor lo que la so-ciedad espera que cada estudiante aprenda a grosso modo sobre la naturaleza, lenguaje, historia, lgebra o el arte. Su carcter indicativo expresa la idea de que cada profesor y escuela tiene mrgenes de contextualizacin del currculo a la realidad cul-tural, ritmos de aprendizajes, mundo social, intereses y expe-riencias vitales de sus estudiantes. Sin embargo, en contraste con lo anterior, la estandarizacin a la que aqu se hace refe-rencia entra en el mbito de las tcnicas de gobierno, pues fija en espacios regulados de adaptacin la manera en que el currculo debe impartirse a nivel local. Se denominan estndares vinculantes pues otorgan estrecho margen a las escuelas y docentes para su organizacin curricular, lo que tiene implicancias en los modos de adquisicin del conocimiento, en la naturaleza misma de la pedagoga y en la expansin de las capacidades de pensamien-to de los estudiantes.

    En los ltimos aos, posterior a la reforma curricular de los 90, Chile ha avanzado hacia una creciente estandarizacin que abandona su carcter indicativo y cede a tcnicas de gobier-no que lo vuelven vinculante. El supuesto subyacente a este esquema es que los profesores y directivos no estaran en con-diciones de tomar decisiones pedaggicas y curriculares sus-tanciales en sus escuelas. El estndar debe uniformizar, regu-lar, homogeneizar lo que la cumbre del sistema concibe debe desplegarse en cada aula del territorio nacional. Esto insina una suerte de desconfianza en los juicios profesionales de pro-fesores y directivos. Y tiene lugar la presuncin de que las demandas educacionales de cada estudiante pueden ser abor-dadas con diseos provenientes desde el centro del sistema es-colar. Asimismo, muy relevante, en tanto tcnica de gobierno, para que el estndar curricular resulte en norma, es necesario hacerlo vinculante mediante su examinacin constante y de-finiendo consecuencias asociadas. Sin embargo, los estudios internacionales convergen en sealar que los sujetos que este dispositivo de poltica educativa produce son directivos y pro-

    MECANISMOS PERFORMATIVOS DE LA INSTITUCIONALIDAD EDUCATIVA EN CHILE: PASOS HACIA UN SUJETO CULTURAL 21

    fesores desprofesionalizados, desmoralizados y desmotivados ante la reduccin del juicio tcnico de su labor y la estructura-cin remota que el Estado ejerce sobre su trabajo (Ball, 2006; Alexander, Doddington, Gray, Hargreaves, & Kershner, 2010). Conviene despejar que la existencia de estndares no es pro-blemtica. Contrariamente, son necesarios y asisten la labor de directivos y docentes. Lo riesgoso est en el intento de hacerlos rgidos y sancionar su incumplimiento. Cuando sucede, el es-tndar vinculante deviene una norma de manufactura, un modelo totalizante que busca uniformizar y simplificar procesos com-plejos como la pedagoga. Una configuracin semejante ignora que la educacin es esencialmente una actividad cultural y que ocurre en el lenguaje. Chile, en contraste, parece avanzar hacia un marco creciente de estandarizacin cuya implementacin se asegura con tecnologas pblicas que lo harn medible, com-parable, testeable y auditable, en fin, vinculante.

    3. ExaminacinEl trmino examinacin (testing) se distingue del trmino eva-luacin (assessment). Mientras el primero es conducido central y estandarizadamente, y sus objetivos son medir el desempe-o para fines de responsabilizacin pblica; el segundo es una herramienta que los docentes y escuelas usan para sofisticar su juicio profesional para brindar apoyo pedaggico a sus es-tudiantes; por lo mismo est centrada en los estudiantes, no tiene otra funcin ms que monitorear su aprendizaje y sus re-sultados solo le incumben a las escuelas que los disean como artefactos de mejora escolar.

    Aqu se plantea que el Sistema Nacional de Medicin de la Cali-dad de la Educacin (SIMCE) corresponde ms a una herramien-ta de examinacin que de evaluacin educativa. Como tcnica de gobierno, la examinacin sirve ms a los propsitos de agentes localizados fuera de las instituciones escolares que a la escuela misma. Consiste en una tecnologa de control donde la escuela deviene en objeto de observacin, comparacin y seguimiento a gran escala respecto de parmetros fijados externamente12.

    Para visualizar la operacin de este dispositivo, resaltan al me-nos tres aspectos: (a) es obligatorio para todos los establecimien-tos educacionales con reconocimiento oficial; (b) sus resultados

    12. El SIMCE se inici en Chile en 1989 y su propsito original era apoyar las evaluacin educacional. En ese entonces su presencia en el sistema esco-lar era marginal. Progresivamente se expandi y fue ocupando el espacio vertebral que hoy tiene. En trminos de (a) escala: Chile es uno de los pocos pases del mundo cuya prueba de evaluacin de aprendizajes nacional es censal y no muestral no hay escapatoria; (b) alcance curricular: incluye varios subsectores: lenguaje, matemtica, ciencias, y recientemente edu-cacin fsica, ingls y tecnologa; (c) cobertura: el SIMCE se aplica en varios niveles donde dichos subsectores son examinados: 4 bsico, 8 bsico y 2 medio; y durante 2012 se ha incorporado 2 y 6 bsico; (d) frecuencia: todas esta mediciones se aplican cada dos o tres aos excepto en 4 bsico cuya medicin es anual desde 2007.

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    son pblicos, se envan a escuelas y familias, se difunden en pginas web y medios de comunicacin masiva; (c) sus resul-tados son usados por el Estado para mltiples propsitos en trminos de financiamiento, asignacin de recursos, interven-ciones, incentivos, rankings y clasificacin. En contraposicin a la mayora de los pases, Chile mide de manera censal, a ms temprana edad, ms subsectores de aprendizaje, ms niveles, con mayor frecuencia y con usos de rendicin de cuentas. Esto sugiere que Chile ha gradualmente implementado una poltica de examinacin intensiva en sus aulas y escuelas13.

    Cul es la base discursiva que da amplia legitimidad pblica al SIMCE? Oficialmente, el SIMCE tiene al menos tres propsi-tos fundamentales: (a) monitoreo de la calidad de la educacin para evaluar el efecto de las polticas educativas implementadas por el Ministerio de Educacin14: la experiencia internacional muestra, sin embargo, que para este propsito bastara el uso de pruebas muestrales. (b) Proveer informacin a los padres para elegir escuelas. Sin embargo, estudios muestran que la decisin de las familias es ubicua, multidimensional, se construye en el tiempo y en articulacin con mltiples agentes (materiales y no materiales) y est fuertemente vinculada y mediada por la posicin social que ocupan las familias en la sociedad15. La eleccin de escuelas ms que una prctica educacional es una prctica estratgica de diferenciacin social, donde el habitus de las familias y sus capitales estilizan las formas de la decisin y definen su eficacia. (c) La entrega de informacin a las escuelas y los profesores para la evaluacin y el diseo de estrategias de mejoramiento escolar y apoyo al aprendizaje de sus alumnos. Sin embargo, esta es una falacia metodolgica ya que el SIMCE no produce datos a nivel individual. Entonces, para qu agen-tes o instituciones el SIMCE constituye un instrumento til?

    El SIMCE tiene una funcin pivotal para el funcionamiento de los otros dispositivos aqu examinados: privatizacin (infor-macin a los padres como motor de la competencia entre es-cuelas), estandarizacin (auditar el cumplimiento del currculo empaquetado) y accountability (hacer vinculante, individualizar,

    13. A excepcin de Inglaterra o algunos estados en EE.UU., en general los pases no usan mediciones estandarizadas tipo censal. La evaluacin del progreso de los aprendizajes de los alumnos, instrumento pedaggico fundamental, est localizado en cada escuela y aula y es responsabilidad de cada profesor y directivos. Las pruebas para monitorear el estado de la educacin nacional son muestrales, con frecuencia extendida, tardamente (14 aos), en muy pocos subsectores y sus resultados no son pblicos. Ninguno de los pases que muestran los ms altos desempeos educacionales del mundo tienen un sistema de medicin semejante al chileno (Hargreaves & Shirley, 2009). Finlandia, por ejemplo, se ha declarado un sistema escolar free-testing-zo-ne (Sahlberg, 2011).

    14. Para desvincular ambos objetivos, la nueva institucionalidad estipula que el SIMCE debe abandonar el Mineduc y trasladarse a la Agencia de la Calidad de la Educacin. Mediante esta medida se evitar que el Mineduc sea juez y parte, es decir, mientras un rgano implementar polticas el otro evaluar su efectividad.

    15. Elaqua Schenider (2009); Carrasco & San Martin (2012); Sonajen, Carrasco & Tironi (2012); Falabella, Sepannen y Raczynski (2012); Rinne, Carrasco & Flores (2012).

    ALEJANDRO CARRASCO

    responsabilizar, sancionar a los agentes educacionales). Es un eslabn en la conexin fundamental entre un currculo estan-darizado que debe cumplirse, su examinacin vinculante y las sanciones de su incumplimiento. De este modo, el SIMCE es un objeto que la sociologa econmica denominara, enactante, en el sentido que tiene independencia y vida propia, produce nuevas formas sociales impensadas, construye nuevas subjetividades y relaciones sociales. La examinacin intensiva ha devenido una prctica discursiva que es puesta en circulacin por una amalgama entre expertos, instituciones y agentes. El SIMCE prcticamente se ve y define como una dimensin constitutiva de las practicas educacionales, ha devenido en la educacin mis-ma, puesto que los resultados que ofrece son un insumo central para mltiples operaciones del sistema educativo.

    El isomorfismo del caso de EE.UU. en este respecto no es auspi-cioso. La historiadora Diane Ravitch, en una revisin sistem-tica de la investigacin estadounidense sobre el impacto de las estrategias de examinacin, ha sealado que el sistema escolar y sus autoridades han sido secuestrados por la creencia que la educacin consiste en su medicin. Ravitch (2010) advierte que estas estrategias estn daando la formacin cvica, la creativi-dad y la innovacin en las aulas norteamericanas.

    En el caso de Chile, la nueva Agencia de Calidad del rendimiento de las escuelas ser un dispositivo de Estado cuyas tecnologas de clasificacin de la calidad de las organizaciones escolares per-mitirn medir, clasificar, situar en un ranking, juzgar, sancio-nar. Un test censal, usado para comparar y rotular, tiene efectos performativos sobre el conjunto del sistema, escuelas y aulas puesto que el test deviene norma, principio regulador hacia al cual todos los sujetos deben orientarse al estar en juego su condicin misma. Las consecuencias de esta modalidad examinadora ten-dr efectos performativos sobre las prcticas de aula y el desem-peo de los docentes, esto es, cambios en la tica y agencia de los sujetos. Entre otros riesgos posibles, significa que los profesores podran orientarse ms a entrenar a sus alumnos para rendir sa-tisfactoriamente las pruebas y menos a ensear aplicando para ello su juicio profesional situado, tornando el rol mediador en una mera refraccin banal del estndar prefigurado; o que el currculo se restringe y anticipa a lo que ser testeado. Las artes, msica, ciencias son desplazados por lenguaje y matemticas testeados por el SIMCE. O tambin, que los agentes educacio-nales, ante la presin, estarn expuestos a simular o infringir la medicin16. A la larga, la examinacin en lugar de producir transparencia y objetividad, lo que los sujetos terminan produ-ciendo es opacidad e inautenticidad (Ball, 2006).

    Sin embargo, no debe malentenderse el argumento. Los sis-temas de evaluacin de aprendizajes son una pieza central en

    16. La literatura emprica en el mundo anglosajn lo ha reportado ampliamente. Recientemente, un estudio de la British Academy del Reino Unido report la existencia de un conjunto de estrategias para engaar los sistemas de medicin. Ver: Fooley & Goldstein (2012). Measuring Success.League Tables in the Public Sector.

  • los procesos educacionales, excepto cuando sus propsitos se invierten mediante tcnicas de gobierno de examinacin in-tensiva. Al restar originalidad, es posible que cada vez ms los nios chilenos aprendan en ambientes que no fomentan la creatividad, la sorpresa, ni innovacin y tiendan ms bien a constituirse en nios hbiles para responder pruebas, con ex-periencias curriculares restringidas y reducidas habilidades de pensamiento crtico.

    4. Accountability La tcnica de gobierno denominada accountability, o rendicin de cuentas, agrupa el conjunto de dispositivos previos. Es una suerte de matriz generadora de prcticas cuya mxima expre-sin de poder regulatorio est en la reciente creacin de la Agencia de la Calidad de la Educacin cuyo papel ser mltiple: crear estndares, aplicar el SIMCE, clasificar escuelas segn su desempeo, aplicar intervenciones o sanciones como el cie-rre de escuelas. Pese a la disponibilidad de estudios empricos, tanto en el Reino Unido (Perryman, 2006; Wolf & Janssens, 2007; Foley & Goldstein, 2012) como en EE.UU. (Webb, 2006; Nichols & Berliner, 2007), que desaconsejan su uso intensivo y estructurante como poltica de mejora escolar, Chile recin comienza un largo recorrido en esta direccin17.

    El diagnstico que justificara su uso es la constatacin que la educacin no mejora puesto que los agentes educativos no visualizan consecuencias por su desempeo (Beyer, Eyzaguirre & Fontaine, 2000). En trminos de su operacin y beneficios, se sugiere que si las prcticas educacionales son medibles a partir de estndares conocidos, comparables a gran escala y su in-cumplimiento sancionado, entonces los agentes educacionales encontrarn incentivos y presiones para ajustarse a lo que la sociedad espera de ellos.

    La teora de la accin que subyace a este modelo es que la pre-sin, la responsabilizacin y las consecuencias severas a quienes incumplen constituye la mejor estrategia para que los actores educacionales adopten, adhieran y ejecuten los estndares fija-dos desde el centro del sistema. Es lo que Ball (2011) denomina steering que consiste en una compleja reconfiguracin del Estado que refuerza su poder regulatorio, pero con nuevos mecanis-mos de mayor eficacia pues instala en los propios agentes edu-cacionales la responsabilidad de su ejecucin. Consiste en un proceso de performatividad y subjetivacin profesional donde el mecanismo de regulacin consiste en ejercer control remota-mente mediante estndares vinculantes examinados, que res-

    17. La reciente aprobacin por parte del Congreso Nacional de la Ley N 20.129 que introduce un Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educacin tiene en su estructura fundamental la creacin de dos nuevos or-ganismos: la Superintendencia de la Educacin y la Agencia para la Calidad de la Educacin.

    Los sistemas de evaluacin de aprendizajes son una pieza central en los procesos educacionales, excepto cuando sus propsitos se invierten mediante tcnicas de gobierno de examinacin intensiva. Al restar originalidad, es posible que cada vez ms los nios chilenos aprendan en ambientes que no fomentan la creatividad, la sorpresa, ni innovacin y tiendan ms bien a constituirse en nios hbiles para responder pruebas, con experiencias curriculares restringidas y reducidas habilidades de pensamiento crtico.

    MECANISMOS PERFORMATIVOS DE LA INSTITUCIONALIDAD EDUCATIVA EN CHILE: PASOS HACIA UN SUJETO CULTURAL 23

    tringen la libertad profesional de los agentes educativos a nivel local y en torno a los cuales no existe escapatoria. Los agentes educacionales incorporan la norma externa y se autogobiernan, automonitorean sus prcticas; ah la eficacia de esta tcnica de gobierno. Eso obliga a los sujetos a usar tcnicas de exterioriza-cin, a fabricarse y gestionarse a s mismos, de modo de cum-plir con el estndar regulatorio fijado externamente.

    Cada agente educacional deviene un sujeto que debe ejecutar decisiones ya tomadas por funcionarios del centro del sistema. Esta modalidad de poltica educativa ha sido denominada por Hargreaves & Shirley (2009) como deliverology. Mientras el centro confecciona y transfiere planes de gestin o mejora empaque-tados, a nivel local la nica responsabilidad es ejecutarlos con mxima fidelidad. Por el contrario, en la prctica la actividad

  • 24 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

    educacional a nivel local supone una complejidad tal que resul-ta imposible anticipar, protocolizar y disear desde la distancia la inmensa variabilidad e impredecibilidad que los actos de ense-anza y gestin cotidianos implican.

    La operacin a gran escala de la rendicin de cuentas o ac-countability supone una simplificacin, una abstraccin artificial de la prctica educacional que quita la singularidad y tiende a uniformizar una actividad humana cultural y socialmente configurada (Alexander, 2000).

    5. Conclusin: riesgos del nuevo paradigma educacionalLos dispositivos de PEEA articulan cuatro tecnologas de go-bierno que propagan su poder, granular y eficazmente, en cada escuela y aula. Estos dispositivos estn reconfigurando la re-lacin entre el Estado y la educacin mediante lgicas que po-dran repercutir en mayor desconfianza, sobrecarga, presin, menor subjetivizacin, desprofesionalizacin, comprometiendo la innovacin pedaggica y la confianza cvica en su base mis-ma de produccin.

    El supuesto fundamental de las actuales reformas educaciona-les en Chile es que la educacin no sucede como resultado de la motivacin de los estudiantes ni por el profesionalismo y voluntad de sus profesores y directores. La educacin en este nuevo paradigma debe funcionar por efecto de incentivos, com-

    petencia, presiones, clasificaciones, examinaciones, inspeccio-nes, consecuencias.

    Las transformaciones culturales del funcionamiento del siste-ma educativo tiene consecuencias dobles. Mientras los mecanis-mos de privatizacin han generado polarizacin social y cultural, los mecanismos de estandarizacin y examinacin podran restringir el uso del currculo nacional e introducir en las aulas una l-gica de rutinizacin e inautenticidad; mientras con lo primero los sujetos son despojados de su condicin pblica, lo segun-do genera sujetos respondedores de pruebas, uniformizados y desprovistos de una experiencia educacional sustantiva. Como punto clmine, los dispositivos de accountability presionarn a los agentes educacionales para intensificar la orientacin de su prctica hacia las demandas que otros exteriormente les impo-nen, en lugar de volcarse hacia las demandas educacionales de los estudiantes que educan diariamente. Al hacerlo, es tanto la educacin misma la que se transforma, como lo que ella genera.

    El exceso de mecanismos de mercado para organizar el siste-ma escolar, la rigidez de los estndares, la sobremedicin de aprendizajes, los efectos performativos de las pruebas que cre-cientemente (des)profesionalizan el trabajo de los docentes re-percutirn en la mdula de la educacin. Consistir ms en una sociedad que vigila, controla, normaliza, examina sus aulas en lugar de potenciarlas como espacios de indagacin, creatividad y reconocimiento tico. Estas tcnicas de gobierno emplean una teora de la accin propia del neoliberalismo contemporneo en sus dimensiones poltica, econmica y cultural (Brown, 2005), cuyo fundamento antropolgico y esttico plantea riesgos re-lativos a la manera en que Chile, como sugiere Arendt, est haciendo transitar hacia el mundo a sus nuevas generaciones.

    El exceso de mecanismos de mercado para organizar el sistema escolar, la rigidez de los estndares, la sobremedicin de aprendizajes, los efectos performativos de las pruebas que crecientemente (des)profesionalizan el trabajo de los docentes repercutirn en la mdula de la educacin.

    ALEJANDRO CARRASCO

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  • 26 OBSERVATORIO CULTURAL 25. EDICIN ESPECIAL

    MEDIOS, CULTURA Y SOCIEDAD EN CHILE

    DE LOS SENTIDOS COMUNES A LAS APERTURAS REFLEXIVAS EN TORNO A LA TELEVISIN Por Claudio Salinas Muoz

    AceRcA deL impAcTo qUe TendRAn Los medios de comUnicAcin en LAs peRsonAs y, poR exTensin, en LA sociedAd y sobRe LA cULTURA, mucho se ha escrito ya desde fines de los aos veinte en el siglo pasado hasta nuestra contemporaneidad. Pero no porque exista mucha escritura aca-dmica y de divulgacin, podemos decir que las relaciones e in-fluencias estn acotadas con claridad y totalmente delimitadas.

    De lo que s estamos seguros es de los sentidos comunes sociales, polticos e intelectuales sobre la comunicacin meditica y la cul-tura, entre ellos: 1) los medios en particular la TV vulgarizan la cultura hasta convertirla en un mero sucedneo, 2) como se trata de comunicacin a grandes audiencias, la cultura pierde espesor y densidad, banalizndose, 3) las masas no pueden comprender, ni alcanzan a valorar estticamente los productos culturales, prefiriendo aquellos que no demanden esfuerzo intelectivo, 4) la cultura en TV no vende (Rodrguez Ferrndiz, 2012). En fin, podramos elaborar una lista an ms extensa con aquellas fra-ses que emanan no solo, como se cree, del vulgo, sino que sobre todo, de burcratas y acadmicos que siempre estn preocupados por lo que supuestamente le hace la TV con sus contenidos a la gente o, en el caso de los segundos, por mantener el rango de exclusividad para ensear la cultura. En cualquiera de los casos, lo que se evidencia es un desconocimiento de los significados y de la importancia social y poltica de los medios de comuni-cacin para la configuracin de las percepciones sobre nuestras democracias, para la construccin de nuestras memorias y para la produccin de unas identidades siempre cambiantes.

    Todos los sentidos comunes arriba sealados se ponen en ten-sin toda vez que en la TV sobre todo abierta, los programas llamados culturales obtienen altas sintonas en Chile, como si

    se tratara de algo excepcional o casual. Es ms, deberamos de-cir que esto no es reductible a pensarse como ancdota. Algu-nos magazines de horario prime, cada vez con mayor frecuencia, obtienen alto rating cuando proponen temas antes considerados serios o latosos. Para ilustrar estas afirmaciones podemos ejem-plificar con el programa de Red Televisin Mentiras verdaderas que se atrevi a dedicarle una hora al premiado documental El diario de Agustn, entrevistando en vivo y en directo a su director y pro-ductor: Ignacio Agero y Fernando Villagrn, respectivamente. Probablemente los casos ms significativos sean los programas que se han transmitido en relacin con la conmemoracin de los 40 aos del Golpe Militar, que van desde los periodsticos y documentales propiamente tales (por ejemplo Imgenes prohibidas, producido por Chilevisin), hasta series de ficcin basadas en libros como Los zarpazos del puma, de la periodista Patricia Verdugo (Ecos del desierto), transmitida tambin por Chilevisin.

    Qu es lo interesante de lo hasta ahora descrito? Primero, es-tamos hablando de ms de un programa, por lo que echa por tierra el sentido comn que establece que la cultura vende de modo episdico y casustico. Segundo, todos los productos televisivos, en sus distintos gneros y formatos, invitan al es-pectador a reflexionar, a estar de acuerdo o a disentir, no solo sobre el pasado, sino sobre todo de su presente. Pero en cual-quier caso, lo que queda proscrito es la pasividad del televi-dente frente a lo observado. Si furamos positivos, debiramos decir que estamos ante una tendencia que se podra profundi-zar en el corto plazo. Sin embargo, nada nos faculta para tanta temeridad: no nos olvidemos de que estamos frente a productos finalmente comerciales cuya lgica mercantil, dependiendo del momento, se torna oscilante. Y, adems, pareciera que existe

    PUBLICADO EN ABRIL DE 2014, OC 20.

  • La televisin no solo es un soporte por el que se envan masivamente unos mensajes: es una agencia desde la cual las personas y la sociedad por qu no decirlo extraen un repertorio de trminos que les ayudan a nombrar y referirse a la realidad. De ah que es importante reparar en los tipos de programas que se transmiten muchas veces, hegemonizando las parrillas programticas de las empresas mediales, en desmedro de otros programas que directamente podemos calificar como culturales.

    una compulsin por un bombardeo total con imgenes que no solo cuesta procesar, sino que pareciera, por su misma rapidez y abundancia, saturar toda posibilidad intelectiva. Esto implica que un esfuerzo tal por dar a conocer el pasado trgico necesita verificarse como una propuesta permanente, como una poltica televisiva sostenida, constante y dosificada en el tiempo.

    Pasemos, ahora, a revisar algunas reflexiones en torno al pro-blema de la comunicacin, la cultura y la sociedad, antes de proponer algunas salidas tentativas para la comprensin del debate y para situarlo en los contextos en que se produce.

    MediosLa clave, creemos, est en el sentido que le asignemos a los componentes de la trada: medios, cultura y sociedad. En efecto, si pensamos que los medios son estrictamente soportes para el envo de unos mensajes (concebidos solo como contenidos), nues-tra perspectiva supondr que los medios tienen efectos sobre una manera de estar de la sociedad que la concibe de modo pasivo, siempre dispuesta a ser moldeada por el influjo, cada vez ms incesante, del material meditico. La paradoja de esto radica en que la relacin con la cultura que se podra establecer es ms bien de corte impositivo y acrtico, es decir, que va desde los productores de mensajes a un pblico, a priori prefigurado. Estas nociones han sido desarrolladas hasta mediados del siglo XX y hoy reformuladas y actualizadas, en particular, aunque no exclusivamente, por algunos de los enfoques de la comuni-cacin de tipo administrativo e instrumental, simbolizados por la investigacin en comunicacin estadounidense, (CFR. Torrico, 2010; Lozano, 1997; Entel, 1995; Mattelart, 1997, Wolf, 1993 ) y cuyas preocupaciones centrales giraban en torno a medir los su-puestos efectos de los medios sobre las personas en una primera instancia para luego, en un segundo momento, caracterizarlos y provocarlos. La idea de manipulacin de las masas se trasluce en estas proposiciones.

    Bajo el paradigma anterior, los medios podran jugar un rol cen-tral en la promocin de la democracia y en la democratizacin de la cultura, posibilitando su acceso a millones de personas o bien, dicen los crticos en un pensamiento que ha sido califi-cado como apocalptico, los medios alienaran a las personas que los consumen, pues lo que se transmitira sera una vul-garizacin estandarizada y sistemtica de unos productos que han perdido todo abolengo y que no pueden incitar a ningn tipo de distanciamiento reflexivo de la sociedad (Eco, 1984). La clave aqu podra estar en alentar a los medios a entregar los marcos comprensivos (amplios y analticos) bajo los cuales estn leyendo la realidad y construyendo sus representaciones sobre la cultura, la historia y la sociedad.

    En nuestro pas y tambin en otras latitudes aquella pos-tura que sostiene la pasividad de la sociedad es la que campea, soterradamente, cuando hay que referirse a programas como los realities u otros cuyo motor es, por ejemplo, la justicia televi-sada (como La jueza). De todos modos, ni la televisin ataca a la

    gente, ni la gente es una tbula rasa dispuesta a ser colonizada incesantemente por los contenidos televisivos. Otra cosa es de-cir que aquellos programas son de mala calidad o bien lo ni-co que propondran a las audiencias seran unos personajes y sujetos estereotipados y en las situaciones ms anodinas. Otra cosa es manifestar, tambin, nuestro descuerdo por los mundos posibles proyectados en tales instancias, monotemticos y res-tringidos, construidos solo sobre los aspectos ms negativos de la sociedad, como si esa fuera la nica realidad imaginada. En todo caso, proponemos un acercamiento analtico al fenmeno, antes que demonizarlo y censurarlo sin ms1.

    1. Muchas de las quejas que el Consejo Nacional de Televisin recibe pueden ser clasificadas bajo el rtulo de problemas sobre el contenido de los progra-mas en los que la clave son el tipo de representacin de grupos, personas e instituciones. Es posible, sin embargo, advertir una ausencia: la contextuali-zacin y la problematizacin de lo que se ve en pantalla y, por cierto, una pre-ocupac