obrist los trabajos de las mujeres en la cer mica griega

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    Los trabajos de las mujeres en la cermica griega.Una mirada con gafas violetas.*

    Lic. Katia Obrist

    MACARIA. (...) para una mujer lo ms hermoso es, junto alsilencio, el ser prudente y permanecer tranquila dentro de la casa

    (vv. 476-477)1

    Si pensamos la relacin de las mujeres con el trabajo en la Atenas clsica es muy

    posible que consideremos el trabajo como trabajo domstico, realizado por las mujeres

    en el interior del oikos. Esta asociacin est vinculada a una imagen que predomina en

    las fuentes textuales que han llegado hasta nosotros -como la que ilustra el epgrafe2-,

    que muestra a la mujer recluida, y tambin con que los estudios acadmicos han

    destacado este aspecto de la vida de las mujeres de la Antigedad, basados en esas

    fuentes.

    Se trata de una representacin que, adems, vino acompaada de una marcada

    separacin de los espacios y tareas de acuerdo al sexo: en Grecia tuvo lugar, como en la

    mayora de las sociedades antiguas y modernas, una separacin de espacios sexuados: la

    poliscomo espacio pblico y poltico- y el mundo de fuera del oikoseran los lugares

    de los hombres, y el oikos, el mundo de dentro, un mbito esencialmente femenino

    aunque dominado por el varn. Segn este modelo, a las mujeres de la casa les estaba

    reservada una parte del oikos, el gineceo, al que pocos hombres podan acceder y en el

    que ellas trabajaban y se ayudaban entre s, sobre todo en el hilado y tejido y en la

    crianza de los nios.

    En realidad, la condicin de las mujeres en el mundo antiguo es un asunto

    complejo de abordar pues sobre l se dispone de poca informacin certera y mucho debe

    hipotetizarse. Debido a esto, los especialistas sealan la importancia de ser cautelosos

    * Una versin previa de este trabajo fue leda en las II Jornadas sobre historia de las mujeres yproblemticas de gnero, en la Universidad de Morn, 31 de octubrede 20091La cita est tomada de la edicin Les Belles Lettres de Eurpides, LasHerclidas, vv. 476-477 (1976).La traduccin del texto griego nos pertenece.2

    Citamos otros ejemplos, entre tantos: Herodoto, II, 35; Jenofonte, Econmico. 35-36; Eurpides,Herclidas, 41-43,Andrmaca, 597-600; Fenicias, 193-194; Esquilo, Siete, 200-202; Sfocles,Edipo enColono, 330-345. 7

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    con las afirmaciones, como as tambin la necesidad de atender a la metodologa

    empleada para la investigacin. En efecto, en los ltimos aos, los avances en los

    estudios sobre las mujeres de la Antigedad han llevado a que algunos investigadores

    comenzaran a matizar algunas afirmaciones generales respecto de este tema como, por

    ejemplo, las que refieren a la demarcada divisin de espacios segn el gnero y al

    confinamiento de las mujeres al interior del oikos (COHEN, 1989; BROCK, 1994;

    SCHEIDEL, 1995; IRIARTE, 2002).

    En este sentido, con respecto a lo primero, se considera que la distribucin de

    espacios y tareas segn el gnero3no habra sido tan estricta como tradicionalmente han

    sealado los historiadores de la Antigedad. Un abordaje ms integrador del asunto

    muestra que el mundo exterior y el mundo interior, aunque definidos, eran adyacentes y

    permeables; de hecho, en trminos econmicos su relacin no era de oposicin sino ms

    bien de complementariedad e intercambio. Con esto no pretendemos afirmar que a la

    mujer se le reconoca un lugar social y poltico en el mbito pblico equiparable al de

    los hombres. Pero s que su presencia fsica en ese mbito y el conocimiento de lo que

    en l aconteca era mayor de lo que se suele afirmar, ms all de la posibilidad de

    acceso legtimo a la esfera pblica a travs de otras formas, como por ejemplo la

    religin.

    En relacin con lo segundo, el confinamiento de las mujeres al interior del oikos,

    es importante considerarlo un idealsocial y tico. Este concepto nos permite sostener

    que cuando se afirmaba que a la mujer le corresponda estar adentro se pona en

    ejecucin un mecanismo de control de la conciencia femenina, del comportamiento

    femenino y de la sexualidad femenina. Pues debemos tener presente que las fuentes

    antiguas fueron producidas en un universo masculino, el patriarcado4, y que la mirada

    que transmiten esas fuentes es una mirada masculina.

    3Con el concepto de gnero(en oposicin al de sexo) intentamos subrayar el carcter cultural que rige lasrelaciones entre los sexos y rechazar las explicaciones de carcter biolgico que han insistido en unainferioridad intelectual y en una superioridad intuitiva y moral de las mujeres, han justificado suexclusin del derecho a la igualdad legal y econmica, y han obstaculizado su acceso al mbito pblico.De este modo, el gnero se define como una forma de asignacin a los seres humanos de propiedades,prcticas y funciones imaginariamente ligadas al sexo; en estos trminos, lo femenino y lo masculinoconstituyen patrones de actitudes, valores y comportamientos, propios de los hombres y propios de lasmujeres, que se espera que los seres humanos observen y reproduzcan (LAMAS, 2000:65-84).4 Entendemos el patriarcado, ante todo, como un sistema de dominacin basado en relaciones socialessexopolticas fundadas en una ley patriarcal, conformadas por un saber patriarcal (MORGADE, 1995: 26-

    27) y organizadas en instituciones patriarcales y en una solidaridad intragnero establecida por losvarones, que habilita a stos, de modo individual y colectivo, a oprimir a las mujeres tambin en formaindividual y colectiva, y a apropiarse de su fuerza productiva y reproductiva (F ONTELA, 2007).

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    En funcin de estas ideas resulta ingenuo, seala COHEN(1989: 3-15), creer que

    podemos extraer un cuadro de las condiciones de vida reales de la mayora de las

    mujeres de la Antigedad a partir de las fuentes existentes, sin cuestionarlas. Con esta

    afirmacin, este especialista pone el acento en la falta de una mirada crtica adecuada en

    los estudios y seala, para ilustrarla, una serie de vicios investigativos en el

    tratamiento del asunto. En primer lugar, hay que considerar que si bien el ideal de

    reclusin habra tenido mujeres reales que lo practicaban, sera una minora; slo una

    pequea fraccin de todas las mujeres disfrut de un nivel de riqueza que les permita

    una vida recluida y tranquila. El problema est en extender la situacin de unas pocas

    mujeres a las dems la mayora, por cierto5. En segundo lugar, la afirmacin de

    algunos investigadores de que las mujeres estaban absolutamente excluidas de la esfera

    pblica, social y econmica surge de confundir la separacin de los espacios con la

    reclusin y el aislamiento. Si bien es cierto que hay una designacin de espacios para

    cada gnero, de esto no necesariamente se sigue que las mujeres vivan en total

    aislamiento, segn han sealado algunos investigadores a partir de los modelos

    presentados en las fuentes existentes, sin cuestionarlos adecuadamente6. En tercer lugar,

    tambin menciona el hbito de confundir ideologa y normas ideales, por un lado, y la

    vida de la sociedad, por la otra, es decir, confundir el ideal con la vida real de las

    mujeres (COHEN, 1989: 3-4). Por ltimo, observa como un descuido frecuente el hecho

    de sostener un preconcepto acerca de cmo vivan las mujeres y, a causa de ello, ignorar

    5 Este artculo de Cohen result disparador en esta importancia de matizar algunas afirmacioneshabituales relacionadas con la vida de las mujeres de la Antigedad, y es una fuente de referenciahabitualmente citada en las investigaciones para cuestionar la imagen estereotipada de la mujer recluidaen el espacio interior (BROCK, 1994, SCHEIDEL, 1995/96, LEWIS, 2002, LISSARRAGUE, 2003, PICAZOGURINA, 2008). Resulta significativo el eco que han recibido sus declaraciones a pesar de que P OMEROY,casi quince aos antes, sugiere algo semejante: ella reconoce una diferencia de status entre las mujeres yafirma que su situacin se agudiza a medida que se asciende en la escala social: La represin de los

    aristcratas por la democracia en el siglo V a. C. acarre la represin de todas las mujeres, pero recayms pesadamente sobre las aristcratas, que tenan tiempo y medios para hacer y disfrutar de desplieguesde riqueza (1990: 96); a pesar de que afirma que las mujeres, cualquiera que fuese su clase, trabajabanprincipalmente en la casa con objeto de guardarla (p. 89), es importante entender esta afirmacin enrelacin con una norma ideal, pues ms adelante despeja cualquier confusin: Las mujeres ricasaceptaban mejor el permanecer en casa y enviar sus esclavas a hacer gestiones, pero las mujeres pobresque carecan de esclavas no podan ser sometidas a reclusin () (p. 98).6Las crticas de Cohen estn especialmente dirigidas a FLACELIRE(Daily life in ancient Greece, 1965) ya Tyrell (Amazon, a Study of Athenian mythmaking, 1984), pero tambin a algunos estudios que afirmanque en el perodo clsico el estatus social y poltico de las mujeres atenienses fue ms bajo que enperodos anteriores de las historia griega (como el estudio de CANTARELLA, Pandoras Daughters, 1987).No discute esta afirmacin general pero s uno de sus argumentos: el que se refiere a que una formaparticularmente marcada de ese carcter marginal de las mujeres del perodo clsico fue su

    confinamiento en el interior de los hogares y su exclusin de la vida social, pblica y econmica (1990:3). Una crtica en este sentido va dirigida a Ruth PADEL(en CAMERONy KUHRT(eds.)Images of Womenin Antiquity, 1983).

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    las huellas que se puedan registrar en las fuentes sobre formas de vida diferentes de las

    concebidas a priori.

    En efecto, numerosas fuentes documentan la presencia de mujeres fuera de la

    casa, y por diversos motivos. Sus actividades en el exterior muchas veces aparecen

    vinculadas a cuestiones domsticas; en otras ocasiones, sus salidas estn relacionadas

    con asuntos sociales, religiosos o familiares. Tambin habran salido buscando un

    beneficio econmico, ofreciendo algn servicio (como lavanderas, nieras, cocineras,

    etc.) o vendiendo productos7.

    Con el objetivo de profundizar en tales ideas, en este trabajo nos proponemos

    realizar una incursin por las imgenes de la cermica griega del perodo clsico

    relacionadas con las mujeres para examinar, en primer lugar, cul es el tratamiento del

    ideal de reclusin. La mayor parte de las escenas en el interior son representaciones en

    las que aparecen principalmente mujeres en un lugar que sin duda es el gineceo. En este

    sentido, se trata de imgenes que se corresponden con el ideal de encierro mencionado.

    Sin embargo, otras imgenes presentan escenas femeninas en el exterior, con lo cual

    podemos afirmar que la cermica griega no repite por completo este esquema o, mejor,

    obliga a matizarlo (LISSARRAGUE, 1992: 219). En segundo lugar, nos interesa

    detenernos en uno de los motivos que llevaban a las mujeres a salir de ese espacio: las

    actividades laborales. Para ello, comenzaremos con imgenes de actividades

    domsticas, pues muchos de los trabajos femeninos en el exterior eran una extensin de

    esas actividades en el interior del hogar.

    El inters en abordar el trabajo de las mujeres encuentra su justificativo en la

    relacin que presenta con la economa del oikos8. Muchas veces, la contribucin de las

    mujeres a sta ha sido pasada por alto en los estudios econmicos referidos al mundo

    7En su estudio sobre el espacio teatral, Rehm enumera una serie de motivos semejantes a los expuestospor los cuales las mujeres reales salan de sus casas (2002:54-56).8 Es importante sealar que la nocin de economa con respecto a la sociedad antigua no debeinterpretarse en los trminos actuales, del sistema econmico capitalista. A diferencia del mundomoderno, hay que considerar que el oikos griego era una unidad para la produccin, ya que en ella serealizan actividades productivas que atendan al consumo y al intercambio; pero all tambin tena lugar laproduccin de hijos que garantizaban la reproduccin del oikosy que permitan el intercambio con otrosoikoipara su reproduccin. En estos trminos, la unidad domstica estableca una relacin social para laproduccin y la reproduccin en la que la interdependencia de ambos aspectos defina su carctereconmico. Por esto, el oikosera la entidad bsica de la economa griega; la oikonomiaera el saber quetrataba sobre la administracin de esta clula social bsica y que procuraba el equilibrio de cada uno de

    sus componentes para su conservacin. El concepto de economa (oikonomia) con respecto al mundoantiguo, entonces, implica atender a los aspectos productivos y reproductivos que se desarrollan en lacara exterior del oikosy tambin en su cara interior (M IRN PREZ, 2004: 61-79).

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    antiguo. Sin embargo, adems de la crianza de los nios, las mujeres realizaban

    actividades destinadas al funcionamiento diario del oikoscomo el aprovisionamiento de

    agua, la molienda diaria de grano, el amasado y el horneado de pan, y otras tareas

    relacionadas con la produccin de la tierra que garantizaban la continuidad de la unidad

    domstica a mediano y largo plazo: sus actividades no estaban limitadas al interior del

    oikos, en donde se ocupaban de la elaboracin de la vestimenta y completaban la

    elaboracin del producto agrcola, lo almacenaban y garantizaban las adecuadas

    condiciones de higiene, humedad y temperatura que permitiera su uso en perodos

    mayores al ciclo agrcola; tambin salan al espacio exterior y colaboraban en el cuidado

    de los animales y en el trabajo de la tierra, al menos transitoriamente (S CHEIDEL,

    1995:207-213, 1996:1-9; PICAZO GURINA, 2008:113; LEWIS; 2002:83). Con estas

    actividades contribuan en la reproduccin del oikosy en la reanudacin de su ciclo de

    vida9. Como vemos, el trabajo que las mujeres desarrollaban estaba estrechamente

    relacionado con la economa del mundo antiguo, pues consista en una contribucin

    esencial al funcionamiento de la clula econmica y su regeneracin10.

    Esta cuestin es importante, a nuestro entender, por dos motivos. Por un lado, no

    debemos olvidar que una gran parte de la poblacin del Mediterrneo antiguo estaba

    conformada por mujeres; por lo tanto, ignorar su presencia implica negar la existencia

    de un grupo humano sumamente significativo de la sociedad antigua. Por otro lado,

    consideramos necesario continuar la revisin de los estudios acadmicos, que

    tradicionalmente han omitido todo lo vinculado con las mujeres y han reproducido el

    discurso androcntrico de las fuentes11. Por el contrario, una investigacin que incluya

    9 Con respecto a la contribucin de las mujeres en la economa del hogar, LEWIS reivindica el trabajodomstico como parte del sistema econmico de la Antigedad: el trabajo domstico griego era demucha ms importancia que el moderno, pues inclua el procesamiento de materia prima molienda degrano, horneado de pan, hilado y tejido- como el cuidado de plantas y animales domsticos. Sin embargo,

    no se lo ha visto como un trabajo importante, y ha sido considerado mucho ms inferior que el trabajomasculino (2002: 61). Su afirmacin es atinada con relacin a la Antigedad, pero diferimos en que seamenor la importancia del trabajo domstico en la sociedad moderna.10Estas tareas que durante mucho tiempo no fueron consideradas econmicas se han ido progresivamenteincorporando en la revisin de algunos planteos de la Economa y en los modos en que debe entenderse laeconoma de la Antigedad. Segn NUSBAUMM(2005: 191-233), con el desarrollo de los estudios de lasmujeres y de gnero ha comenzado a tener lugar una revisin epistemolgica que trasciende el campo dela Economa y que compromete a las diversas disciplinas de la ciencia a reexaminar -adems de larelacin de las mujeres con la creacin del saber cientfico- la metodologa utilizada para fundamentar elconocimiento, las afirmaciones explcitas acerca de la condicin femenina y las diferencias de gnero, ylos presupuestos desde los que parte ese saber cientfico. Esta revisin tuvo lugar una vez que las mujeresingresaron en el mbito acadmico, comenzaron a tomarse como objeto de estudio y observaron que nobastaba con incorporar informacin en los currcula: las falencias tambin se encontraban en la

    metodologa y en los presupuestos.11 Al respecto, no quisiramos dejar de mencionar la sorpresa que nos causa observar que algunosinvestigadores que abordan la cuestin del trabajo femenino en la Antigedad incluyan las formas de vida

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    la participacin de las mujeres en la familia y en la sociedad contribuye a un

    conocimiento ms profundo de las formas de organizacin social y de los procesos

    histricos del mundo griego.

    En este sentido, nuestra mirada con gafas violetas (Varela 2005), impertinente

    y feminista, supone una manera de ver el mundo que problematiza el punto de vista

    masculino que ha predominado en las fuentes y en el discurso cientfico, observa la

    desigualdad en trminos de gnero y atiende a la discriminacin de las mujeres. En tales

    trminos, los anteojos del feminismo son impertinentes porque confrontan el orden

    establecido al poner en evidencia un rgimen jerrquico no percibido como tal- que a

    prioricoloca a las mujeres en las zonas inferiores, elabora marcas que identifican a los

    dominadores, por un lado, y a las dominadas, por el otro (OLIVA PORTOLS, 2005), y

    habilita un sistema de opresin individual y colectivo que legitima la apropiacin de la

    fuerza productiva y reproductiva de stas por parte de aqullos (FONTELA, 2007).

    El trabajo domstico de las mujeres

    Para los griegos, el trabajo era una actividad degradante y de la que se ocupaban quienes

    eran concebidos como lo otro: extranjeros, esclavos y mujeres. En stas, una de las

    virtudes ms valoradas era el amor al trabajo (philergia), esencial para la prosperidad de

    la casa, y simbolizado en la aplicacin al trabajo textil. La tradicin literaria las presenta

    supervisando la actividad domstica; por ejemplo, Jenofonte, en el Econmico,

    menciona como tareas femeninas tejer junto con las sirvientas toda la ropa que se utiliza

    en la casa, despachar a los esclavos que se ocupan de las faenas externas, vigilar a los

    que trabajan dentro de la casa, recibir lo que llegue, distribuir lo que se ha de gastar,

    prever lo que debe quedar de sobrante, medir el presupuesto en el lapso de tiempo

    previsto; saber quines tienen necesidad de ropa, vigilar el grano almacenado, ocuparse

    de los enfermos, sirvientes y familiares.En la cermica, los motivos femeninos centrados en las actividades domsticas

    se registran a partir del 540 a.C., pero comienzan a hacerse habituales desde comienzos

    del siglo V. Por su parte, LEWISseala que este tipo de imgenes aparece mayormente

    en vasos destinados a la exportacin a Italia y la Magna Grecia, en donde eran

    colocados en tumbas por los compradores (2002: 59).

    de prostitutas y hetairas como un tipo ms de trabajo (Lewis, 2002: 91-129). Nos preguntamos si no se

    trata de una falta de visin crtica por parte de los estudios actuales que valida la habitual afirmacin deque la prostitucin es el trabajo ms antiguo del mundo, y encubre de este modo el sistema de opresinejercido por el dominio sexual de los varones sobre las mujeres.

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    Fig. 1. a. Pxide tica, hacia 450 a. C., Pars, Museo de Louvre CA 587 (Lissarrague, 2003: 164).

    Fig. 1.b. (dibujo).

    Fig. 2. Pxide tica, hacia 450 a. C. (dibujo), Atenas, Museo Arqueolgico Nacional, TE 1623 (Lissarrague, 2003: 164).

    Fig. 3. a. Pxide tica, hacia 460 a. C. (dibujo), Londres, British Museum, E 773 (Lissarrague, 2003: 168).

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    Las figs. 1, 2 y 3 son imgenes de trabajo domstico; nos muestran el modelo de

    mujer virtuosa: el lugar es el gineceo y la mayora de los objetos que se manipulan estn

    relacionados con la actividad de hilado y tejido (husos, telar de mano y clatos). Todas

    ellas aparecen en pxides, especies de alhajeros, vasos exclusivamente femeninos, al

    igual que el lecito (perfumero) de la fig. 4, que tambin nos muestra un gran telar.

    Fig. 4. Lecito de figuras negras, 540 a. C., Nueva York, Metropolitan Museum of Art 31.11.10 (Lissarrague, 1992: 228).

    Fig. 4. b. (dibujo).

    La valoracin dada al tejido se explica a partir de su importante contribucin a la

    economa del oikosporque, adems de la elaboracin de vestimenta para los integrantes

    de la familia, las prendas confeccionadas podan ser vendidas en una situacin de crisis;

    en este sentido, los tejidos eran bienes altamente valorados12. De este modo interpreta

    LEWISel pao extendido y a punto de ser guardado en el cofre abierto a su lado en la

    fig. 1 (2002: 62-63).

    12Recordemos tambin que en Gortina la ley estableca que, en caso de divorcio, la mujer tena derecho allevarse con ella los tejidos elaborados durante su vida matrimonial.

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    Las imgenes suelen registrar algunos momentos del proceso de tejido. Algunas

    veces aparece el velln (sostenido por la mujer del centro, a la derecha, de la fig. 2),

    otras el descardado (primera silueta de la derecha de la fig. 5), el hilado (primera mujer

    de la izquierda de las figs. 2 y 3, y fig. 6), el pesado de la lana (mujer de brazos

    extendidos en fig. 5), el tejido (fig. 4) y el plegado del pao (figs. 1 y 4).

    Fig. 5. Pxide tica de figuras rojas, 460 a. C. (dibujo), Nueva York, Metropolitan Museum of Art 06.1117 (Lewis, 2002: 65).

    Fig. 6. Copa de figuras rojas, 490 a. C., Berln, Staatliche Museen PreussischerKulturebesitz 2289 (Lissarrague, 1992: 229).

    En el espacio privado tambin se habra llevado a cabo la preparacin de

    comida. OSBORNE13menciona como evidencia al respecto la recuperacin de objetos

    para moler el grano como piedras para molienda, a partir de excavaciones en sitios

    urbanos griegos. Una actividad semejante parece sugerida en la fig. 7; pero ms habitual

    habra sido el uso del mortero (fig. 8).

    13El artculo de OSBORNEes Economy and trade (Cambridge Ancient, History: plates to vols IV and V,1994), citado por Sian LEWIS(2002: 66).

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    Fig. 7. Copa tica de figuras rojas, 500 a. C. (dibujo), Berln,Staatliche Museen Preussischer Kulturebesitz 1966.21 (Lewis,2002: 67).

    Fig. 8. nfora tica de figuras negras, 540 a. C., SanPetesburgo, The State Hermitage Museum 2065 (CorpusVasorum Antiquorum).

    De todos modos, las escenas de mujeres cocinando o moliendo grano no eran

    habituales, especialmente si no era una representacin asociada a algn rito. Como

    puede apreciarse, estas imgenes se prestan a cierta ambigedad en lo que se refiere al

    espacio, a diferencia de la fig. 9, que claramente designa el espacio interior.

    Fig. 9. Lecito tico de figuras negras, 480-470 a. C. (dibujo), Haverford College (Lewis, 2002: 69).

    Otra actividad femenina que las imgenes incluyen en el mbito privado es la

    crianza de nios. Por ejemplo, en la fig. 2 se observa a dos nios, uno sobre los hombros

    de una criada y otro, al que una de las mujeres le extiende los brazos. Pero, como

    anticip al comienzo, sus trabajos no se limitaban a este espacio interior.

    Mujeres en el espacio pblico

    La aparicin de mujeres en el mbito exterior habra estado justificada por razones dediverso tipo. En primer lugar, algunas de sus presencias pblicas estn relacionadas con

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    asuntos religiosos, como la participacin en ritos y en sacrificios. Asimismo, cuestiones

    familiares, como la visita a vecinas, y a familiares o esposos presos, tambin habra sido

    un motivo que las llevaba a salir de sus hogares (COHEN, 1989: 7-8). Un caso destacado

    de la relacin de las mujeres con el espacio pblico tambin es el de casos judiciales 14.

    En tercer lugar, las mujeres tambin habran salido del oikospara realizar actividades

    relacionadas con el trabajo domstico, como traer agua de la fuente o atender a los

    animales. Por ltimo, las necesidades econmicas habran llevado a algunas de ellas a

    emplearse o a vender productos en el mercado (SCHEIDEL, 1996; BROCK, 1994; IRIARTE,

    2002). A continuacin, exploraremos las imgenes de la cermica tica cuya presencia

    femenina en el espacio exterior aparece vinculada al trabajo domstico, es decir,

    actividades productivas, esenciales para el funcionamiento del hogar y, en este sentido,

    una contribucin elemental a la economa del oikos.

    En la cermica, no podemos saber cul era la condicin econmica o el status

    social de las mujeres retratadas, pero lo que s debemos destacar es la presencia efectiva

    de mujeres fuera del oikos. En efecto, las imgenes que recrean la recoleccin de agua

    de la fuente15, a diferencia de las anteriores, ubican claramente a las mujeres en el

    espacio exterior. Por ejemplo, la fig. 10 nos muestra un grupo de mujeres recogiendo

    agua. Con respecto a esta imagen, LISSARRAGUEseala la dificultad de contentarnos

    con proyectar la oposicin masculino/femenino sobre la doble dimensin del espacio

    figurado, exterior/interior (1992: 222). Esta imagen corresponde a un pxide que

    muestra a mujeres muy alejadas del ideal no slo por el espacio en el que se encuentran

    sino tambin porque una de las mujeres cosecha un fruto del rbol, actividad sobre la

    que poca referencia existe en las fuentes en general16.

    14 A partir del estudio de discursos de derecho privado del siglo IV, MIRN PREZ destaca el

    conocimiento del mundo exterior que las viudas posean en los casos en los que los tutores no se habanocupado de su proteccin luego de la muerte de su marido. Para esta investigadora, estos casos judicialesdemuestran que en muchas ocasiones el gobierno del oikos se habra realizado conjuntamente, y queambos habran estado al tanto de los asuntos internos y externos a la unidad domstica. As como lastareas del interior del oikosal menos en Atenas- eran delegadas paulatinamente por el varn a su esposacuando haba demostrado que serva para ello, del mismo modo habra sido compartido el conocimientode los asuntos pblicos relacionados a l. Esta clase de comportamientos probablemente confirmaba laautoridad que estas mujeres posean en su oikos(MIRN PREZ, 2000a: 105).15 Las imgenes de fuentes son frecuentes en los vasos griegos, especialmente en las hidrias, entre losaos 530-500 a. C.16El rbol con la serpiente le aade, adems, una dimensin mtica a la imagen. Esta pincelada mticatambin se aplica a la fig. 3 en la que las mujeres tienen el nombre de heronas argivas. El deslizamientode lo cotidiano a lo mtico en estas imgenes no debe obligarnos a intentar una interpretacin enmarcada

    en lo mtico, en lo cotidiano o en el rito. En realidad, la plasticidad de la iconografa antigua se presta amovimientos hacia uno y otro plano, por lo que debemos evitar cualquier referencia absoluta(LISSARRAGUE, 1992: 220; 2003: 167).

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    Fig. 10. Pxide de figuras rojas, 460 a. C., (dibujo), Londres, British Museum, E 772 (Lissarrague, 1992: 219).

    La reclusin ha llevado en numerosas oportunidades a considerar que las

    mujeres que aparecen en el espacio exterior, como en la fuente, son esclavas17. Pero lasindicaciones para distinguir el statussocial son escasas; slo una hidria nos muestra una

    marca distintiva de las esclavas: los brazos tatuados (fig. 11). Evidentemente, las

    imgenes de fuentes en general intentan destacar el carcter colectivo de la actividad en

    torno al agua y el encuentro e intercambio entre mujeres (como en la fig. 12), y no el

    status de stas.

    Fig. 11. Hidria de figuras rojas, 470 a. C., Pars,Museo de Louvre CA 2587 (Lissarrague, 1992: 220).

    Fig. 12. Mujeres en la fuente (Corpus Vasorum Antiquorum).

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    Varios especialistas rechazan esta afirmacin (LISSARRAGUE, 1992: 222, LEWIS, 2002: 79), entre ellosCOHEN (1989: 7), cuya crtica va dirigida al estudio de Dyfri WILLIAMS, Women on Athenian Vases.Problems of interpretation en CAMERONy KUHRT(eds.), nota 7.

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    Otras imgenes relacionadas con el agua son las que refieren a su extraccin

    desde un pozo (fig. 13), las de lavado de ropa (fig. 14) y de aseo (fig. 15).

    Fig. 13. Copa tica de figuras rojas, 490 a. C. (dibujo),Florencia 76103 (Lewis, 2002: 75).

    Fig. 14. Plice tica de figuras rojas, 470 a. C., Pars, Museo deLouvre G547 (Lewis, 2002: 76).

    Un aspecto llamativo de estas imgenes es el inters que muestran los pintores, hacia

    comienzos del siglo V, en los temas domsticos, desvinculados de cualquier conexin

    mtica y religiosa. El nfasis en la temtica femenina no est slo dado por una

    demarcacin del mbito mediante objetos que contiene y controla a la mujer retratada

    sino tambin por la posicin curva en la que frecuentemente es captada, y que tambin

    se aprecia en las figs. 7 y 8. El carcter curvo, por oposicin a la posicin erecta

    masculina, es indicado por los etnlogos como una marca de la divisin de gnero de

    diversas tareas18. La cermica transmite algo semejante a lo que parece tener lugar en

    los trabajos agrcolas, en los que la posicin curva enfatiza el rol subordinado:

    actividades como cosechar con la hoz, atar el trigo, desherbar, espigar y ordear habran

    sido tareas asignadas a las mujeres mientras los hombres realizaban tareas erectascomo manejar el arado, cuidar las cabras, pescar y cazar (SCHEIDEL, 1996: 212-213).

    Como seala LEWIS, en la fig. 15 el nfasis no est en tomar el agua con las manos sino

    en la posicin de la mujer en la mitad de su movimiento (2002: 79).

    18 A la oposicin mencionada, pueden sumarse los opuestos duro/blando, derecho/inclinado yangular/redondeado (SCHEIDEL, 1996: 212).

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    Fig. 15. Hidria beocia de figura roja, 470 a. C., Pars,Museo del Louvre CA 1341 (Lewis, 2002: 79).

    Avanzando hacia otras tareas, una hidria de Miln (fig. 16) es especialmente

    llamativa no slo por presentar un grupo de artesanos, lo cual era rarsimo dado el poco

    valor que se le daba al trabajo; un aspecto particular de esta imagen es, adems, la

    presencia de una alfarera en el extremo derecho de la imagen. La ubicacin marginal de

    la mujer, en los bordes, sintetiza icnicamente el efecto de invisibilidad del trabajo de

    las mujeres que predomina en las fuentes en general, y que nos ha llevado a proponer

    una lectura a contrapelo de ellas.

    Fig. 16. Hidria de figuras rojas, 460 a. C. (dibujo), Miln, Col. Torno, De Annali 1876 (Lissarrague, 1992: 226).

    Por otra parte, tenemos algunas imgenes que presentan alguna relacin con la

    agricultura (fig. 17, 18 y 19), todas realizadas en el espacio exterior. Al respecto, es

    necesario considerar que las actividades agrcolas -propiamente dichas- llevadas a cabo

    por mujeres estn ausentes en la cermica. Sin embargo, los estudios antropolgicos

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    basados en mtodos comparativos con otras sociedades semejantes sugieren que la

    participacin de aqullas en los trabajos agrcolas de la Antigedad habra sido

    significativa (SCHEIDEL, 1995: 202-217; LEWIS, 2002: 83).

    Fig. 17. Copa tica de figuras rojas, 480 a. C., Berln, StaatlicheMuseen Preussischer Kulturebesitz F 2306 (Lewis, 2002: 84).

    Fig. 18. Lecito tico de figuraroja, 460 a. C., Naples H3353(Lewis, 2002: 54).

    Fig. 19. Plice tica de figura roja, 440- 430 a. C., Londres, British Museum, E 774 (Lewis, 2002: 85).

    Evidentemente, la ausencia de imgenes de este tipo se debe a la necesidad de sostener

    el ideal de reclusin. En efecto, todas las imgenes de temas agrcolas son

    protagonizadas por varones. Las nicas escenas conectadas con estas actividades son las

    que muestran a mujeres alimentando animales domsticos: gansos (fig. 17) y un cerdo

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    (fig. 18). Para LEWIS, otras imgenes relacionadas, como la cosecha de frutos (figs. 20,

    21 y 22), no representan tanto una escena cotidiana como una metfora de la doncella en

    condiciones de casarse. Acordamos con l en que no se trata de una escena cotidiana: la

    idealizacin de la actividad se observa, por ejemplo, en el elegante vestuario de las dos

    mujeres de la figura 20. De todos modos, esta afirmacin no invalida lo significativo de

    estas imgenes: hay que considerar que la metfora sealada se hubiera mantenido con

    personajes varones; sin embargo la cosecha de frutos es realizada por mujeres, y sto es

    lo relevante. En la fig. 19 encontramos una imagen referida a la horticultura, pero los

    falos cultivados sugieren una lectura jocosa. Por lo tanto, a pesar de los testimonios

    registrados en la cermica dudosos y cuyos sentidos son discutidos por los

    especialistas-, es posible afirmar que el trabajo agrcola llevado a cabo por mujeres

    tiende a ser silenciado en la cultura ateniense a travs de sus fuentes (LEWIS, 2002: 85-

    86).

    Fig. 20. 205877, New York (Ny), Metropolitan Museum,07.286.74 (Corpus vasorum antiquorum).

    Fig. 21. 206721, Adolphseck, Schloss Fasanerie, 39 (Corpusvasorum antiquorum).

    Fig. 22. 205648, San Simeon (Ca), Hearst Historical State Monument,5486 (Corpus vasorum antiquorum).

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    La informacin que podemos obtener de la iconografa sugiere que ciertas

    actividades laborales no eran tan ajenas a las mujeres como frecuentemente se ha

    afirmado. Sabemos que algunas actividades que ellas realizaban en el exterior tenan

    como finalidad el beneficio econmico mediante la contraprestacin de servicios o la

    venta de algn tipo de producto, pero esto no aparece registrado en la iconografa.

    Como afirma IRIARTE(2002: 175), cuando las mujeres se vean en la necesidad

    de realizar una actividad asalariada, sta se presentaba como una prolongacin de la

    ejercida en el mbito hogareo, ilustradas en la cermica: cocineras, lavanderas, nieras;

    nodrizas, comadronas; en el comercio, actividad fundamentalmente masculina, vendan

    guirnaldas y coronas tranzadas, alimentos y productos de la cosecha. Pero el empleo

    ms importante estaba relacionado con la actividad domstica del tejido. Como

    muestran las imgenes, todo el proceso, que iba desde el descardado de la lana hasta la

    elaboracin de las prendas, se realizaba en las casas. En funcin de estas destrezas, las

    mujeres tambin se empleaban como hilanderas, tejedoras o costureras. Estos trabajos

    cuyo producto comercializaban demuestran que las mujeres desempeaban tareas que

    excedan lo domstico (COHEN, 1989: 7-8; BROCK, 1994: 338; IRIARTE, 2002: 175-176),

    y que en muchas ocasiones representaba la nica forma de salir de una situacin de

    extrema pobreza.

    He intentado hacer visible la idea de que aquella imagen estereotipada de las

    ocupaciones femeninas forjada por un gran nmero de fuentes ticas entra en oposicin

    con las imgenes iconogrficas de poca clsica presentadas; es evidente, al menos, que

    no se puede realizar una afirmacin general acerca de la vida de todas las mujeres de la

    Antigedad. Las actividades realizadas por las mujeres en el exterior testimoniadas por

    la cermica, como vemos, no se corresponden con el estereotipo de la esposa recluida en

    el interior del oikos, procreadora y limitada a las labores domsticas. Ana IRIARTEseala otras evidencias que tambin ponen en crisis esa imagen, como los casos de

    Neera y Aspasia, hetairas que disfrutaron de los derechos de las esposas de ciudadanos,

    o la presencia de damas que asistan al saln de Aspasia y a otras reuniones pblicas

    adems de los actos religiosos (IRIARTE, 2002: 176-180). La funcin reproductora, a la

    que algunos investigadores han reducido la participacin econmica de las mujeres

    (SAINTE CROIX, 1988: 122), es en realidad un aspecto parcial de su compleja

    contribucin a la economa del oikos.

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    Palabras finales

    El tratamiento que han recibido las mujeres de parte de los escritores de la Antigedad

    no deja de generar interrogantes. Por qu razn los antiguos evitan las referencias a

    mujeres realizando trabajos en el mbito exterior, salvo como motivo de broma, o

    alusiones, como es frecuente en Aristfanes? La omisin de los trabajos en el espacio

    exterior puede explicarse a partir del hecho de que entra en oposicin con el ideal de

    reclusin referido, que deban imitar las mujeres respetables. De todos modos,

    creemos que la mencin de tales actividades es una prueba de su existencia real.

    Esto despierta otro interrogante: cul era, entonces, el motivo de la existencia

    de este ideal social y tico de reclusin? Como afirmamos al comienzo, la presencia de

    este ideal, tan alejado de la situacin real de la mayora de las mujeres, permita el

    control de la sexualidad mediante la sancin de los comportamientos esperados en una

    mujer, y la censura de actividades que podan exponerlas al encuentro con hombres

    ajenos a la familia. El ideal de reclusin funcionaba como un mecanismo de control y

    como una herramienta de juzgamiento del comportamiento de las mujeres, con el

    propsito de aislarlas del mbito pblico, de impedir su relacin con otros hombres y

    garantizar as la adecuada transmisin i.e.a los hijos legtimos- de la propiedad, de la

    ciudadana y del manejo de la ciudad.

    El retrato del trabajo de las mujeres griegas en los vasos ha mostrado a la

    cermica como una fuente de informacin sumamente valiosa. Los pintores las

    representan realizando una variada gama de actividades en el interior y en el exterior,

    todas ellas esenciales para el funcionamiento del hogar. Los esfuerzos en tales tareas no

    pasaron desapercibidos para estos pintores quienes, a travs de las imgenes de los

    vasos, plasmaron su sentimiento ambivalente hacia aqullas y bosquejaron la forma

    plstica de apartarlas del espacio atribuido a su naturaleza.

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