número uno de la revista ocurrencias hípicas

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Ocurrencias Hípicas la revista del equipo del Cura nº1 El aprendizaje en Equitación, Historia del Caballo...contada en primera persona, El ajuste de la pierna al caballo, Aliados y enemigos del jinete, La responsabilidad del profesor de Equitación * La Equitación es hacer gestos correctos para que el caballo me entienda * nº1

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Nuestra revista sale a la luz pues los miembros del equipo hemos considerado que este sería el formato ideal en el que condensar nuestras ideas, escritos, estudios y tribulaciones sobre equitación, y sobre todo, nuestra forma de considerar al caballo, para nosotros nexo de unión y vínculo que compartimos.

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Page 1: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Ocurrencias Hípicasla revista del equipo del Cura nº1

El aprendizaje en Equitación, Historia del Caballo...contada en primera persona, El ajuste de la pierna al caballo, Aliados y enemigos del jinete, La responsabilidad del profesor de Equitación

* La Equitación es hacer gestos correctos para que el caballo me entienda *

nº1

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Contenidos

4 editorialUnas palabras sobre la revista, la Equitación y el miedo al cambio del ser humanoTomás Mateo Cubero

OHmagazine

16 Historia del Caballo...contada en primera personaLo que nadie te cuenta pero lo que todo el mundo debería saber sobre la Equitación y el caballoJosé Manuel Sales Pons “El Cura”

38 El ajuste de la pierna al caballoAnálisis de la construcción del cuerpo humano para su aprovechamiento a caballoFernando Morote Ibarrola & María Rodríguez Sánchez

60 Aliados y enemigos del jineteLa mayoría de jinetes viven bajo el control de sus enemigos. Solo podrá derrotarlos si se une a sus aliados.Tomás Mateo Cubero

nº1

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104 La responsabilidad del profesor de EquitaciónQué debe tener en cuenta todo profesional ecuestre en sus clasesFernando Acedo Lluch

118 breve historia del caballo AáUnas líneas sobre esta emblemática razaTomás Mateo Cubero

134 Historias de un vaquero en el exilioO por qué alguien deja de ir a concursos de vaquera, ferias y romerías.Tomás Mateo Cubero

ContenidosOHmagazine

84 El aprendizaje en Equitación86 - Cómo aprendemos y cómo debemos aprender a montar bienFélix Lara Canovaca94 - Teorías generales sobre el aprendizaje aplicables a la equitaciónMarcos Nuñez García-Delgado

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editorialTienes en tu pantalla, querido lector, el primer número de la revista del equipo Ocurrencias Hípicas. Dicha revista ha visto la luz pues los miembros del equipo hemos considerado que este sería el formato ideal en el que condensar nuestras ideas, escritos, estudios y tribulaciones sobre equitación, y sobre todo, nuestra forma de considerar al caballo, para nosotros nexo de unión y vínculo que compartimos. Nuestras reuniones son apasionantes, dan lugar a debates interminables y nos sirven para aprender muchísimo. A través de esta revista, queremos compartir con todos vosotros, un resumen de lo que vamos estudiando.

Cada uno de nosotros vive y siente el caballo de un modo particular, pero en todos los miembros del equipo permanece inamovible nuestro respeto y amor incondicional al animal con el que todas las horas nos parecen pocas.

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Insólita, (PRE)Foto © Tomás Mateo Cubero

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En todos nosotros, reside el afán de conocer más y mejor al caballo, para montarlo con más cariño, maestría, y si se puede, perfección. Al menos, en ese camino estamos. Tal modo de ver el caballo y la equitación es quizás lo que llamó la atención del creador de este singular equipo, nuestro maestro, amigo y guía en tantas cosas: El Cura.

Fue él quién nos fue seleccionando e incorporando en este proyecto con una clara intención: darle un impulso a la equitación española en aquellos aspectos que más necesitada está.

Y tras esta breve presentación del equipo, paso a explicaros brevemente el contenido de nuestra revista. Empiezo diciendo lo que el lector no va a encontrar aquí: noticias y resultados de competiciones. Para eso, está internet, llena de webs que informan en tiempo real de lo que ocurre en dichas competiciones. Tampoco aparecerán por aquí reportajes de la más rabiosa actualidad, pues nuestro carácter trimestral le hace carecer de sentido. Lo que sí encontrará por aquí todo aquel que decida ojear estas páginas virtuales, es un conglomerado de artículos referentes a biomecánica del caballo, entrenamiento, técnica, enseñanza y todas aquellas materias que rodean a la equitación. Conozco a mis compañeros, y se que cada artículo escrito de su puño y letra encierra detrás horas de estudio, citas y consultas a fuentes, y estas, más internacionales que nacionales.

Por otra parte, he de advertirte, amigo lector, que probablemente, en estas páginas que siguen, encontrarás ideas y conceptos que te chocarán, o que incluso rechazarás de plano. Si eres joven jinete o amazona, lo que leas aquí, es muy probable que contradiga aquello que tu profesor de equitación te enseñe. Si eres persona que monta a caballo desde hace años, puede que lo que leas en estas líneas vaya en una línea muy distinta de lo que llevas practicando tanto tiempo. Y si eres profesor, es probable que incluso te sientas ofendido.

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Matilda (CDE)Foto © Tomás Mateo Cubero

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Me refiero a todos esos dogmas, que parecen inquebrantables, y que se refieren a: "talones abajo, nunca pases la mano interior más allá de la cruz, agárrate con las pantorrillas, etc..."

¿Pero y si resulta que todos esos conceptos están obsoletos y simplemente se siguen asumiendo porque se van transmitiendo de profesores a alumnos sin que nadie se pare a pensar que ya es hora de cambiarlos? Pero si tú, como yo en su día, caíste víctima de esos dogmas, ¿te has planteado probar otros modos de montar?

Aquí se trata de estudiar, investigar y probar, hasta llegar a aquello que funcione mejor. Y para mi, lo que funciona mejor es simplemente lo que hace que el caballo esté más feliz y trabaje mejor, aunque por mi parte implique mayor coste en entrenamiento, sacrificio o incomodidad a la hora de montar, y con un claro objetivo: que mi comunicación con el caballo sea tan sutil, que solo él la perciba. Si se consigue esa comunicación, a todos los aires, sobre cualquier terreno y en cualquier situación, todo es posible para el binomio, sea disfrutar de una salida al campo o afrontar con exito una competición. Ese es el reto, que por cierto, no es nada fácil, y en el que trabajo cada día.

Pero si para ello tengo que prescindir de los dogmas, porque hay otras cosas que me dan mejor resultado, prescindo de ellos y adopto lo que sin lugar a dudas es más beneficioso para el caballo. Y ahora es cuando te preguntas que si hay cosas que funcionan mejor. ¿Por qué nadie habla de ellas?

Muy sencillo: el cambio, requiere esfuerzo.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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El ser humano, aun a pesar de no encontrarse bien en un lugar o situación, es capaz de adaptarse antes que apostar por cambiar aquello que no sepa controlar. Ni más ni menos que aquello de:

"es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer". Esta es, probablemente, la frase más triste que pueda pronunciar un ser humano. Si además la aplicamos a la equitación, lamentable y evidente signo de mediocridad.

No aspirar a mejorar, equivale a estancarse, es decir, a pudrirse. En la mayoría de campos de actuación del ser humano hemos incorporado la ciencia, pero en la Equitación nos seguimos encontrando eso tan manido de "esto se ha hecho así de toda la vida". Pero estoy seguro de que todos aquellos jinetes y entrenadores que aun propugnan tales métodos, como la famosa Escala de Entrenamiento Alemana, totalmente desfasada en el mundo ecuestre y en los caballos de hoy, pero aún defendida por no pocos profesionales, así como otros métodos tradicionales aun plenamente usados por no pocos profesores de muchas hípicas, si enfermasen, querrán acudir a los mejores profesionales de la sanidad, que les traten con los mas modernos tratamientos, y que les prescriban los últimos avances en medicamentos. ¿Cómo se sentirían si esos médicos o farmacéuticos que los tratasen, les atendieran con métodos y fármacos "de los de toda la vida"?. Huirían, e incluso denunciarían tal despropósito. En cambio, en lo suyo, siguen erre que erre, como si el tiempo no hubiera pasado.

Salir de los paradigmas establecidos, requiere varios ingredientes, y por desgracia, no los vemos a menudo:

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Salon du cheval d’el Jadida, MarruecosFoto © Tomás Mateo Cubero

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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-Creer en que hay posibilidad de mejorar algo. Si no creemos en un destino, jamás nos encaminaremos a él.

- Esfuerzo. Trabajar por cambiar lo de siempre, no es fácil y habrá que derribar barreras.- Riesgo. Lo desconocido implica riesgo: ¿y si me equivoco? ¿Y si caigo mal a alguien por decir lo que pienso?- Motivación. Para hacer un esfuerzo de cambio importante, hemos de tener una fuerte motivación, pasión y fe en nosotros mismos y en las ideas que nos mueven.- Continuidad. Un cambio que realmente marque un antes y un después, no se hará rápido y requerirá de mucho empuje y por mucho tiempo.

¿Y en cuántos profesores, jinetes y en definitiva profesionales ecuestres encontramos estos ingredientes? En pocos, porque estos valores chocan de pleno con la inmediatez de resultados a la que hoy se adhiere la mayor parte de la población, que ha dejado de mirar hacia el medio y el largo plazo para centrarse en obtener un éxito, por frágil que sea, cuanto antes mejor. Y como no, por la comodidad: es más cómodo y asequible montar como se ha hecho siempre, sin hacernos preguntas, sin estudiar ni reflexionar, que hacerlo del modo que va acorde con estos valores de los que hablamos arriba.

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Si tu, eres mujer u hombre que por el motivo que sea te subes a un caballo, y aun lo sigues haciendo con ilusión y ganas de mejorar, no te creas nada de nadie, ni siquiera de lo que leas aquí: investiga, estudia y prueba hasta la extenuación hasta conseguir lo que te funcione. No sigas el camino del dogma, el fácil, que solo puede llevarte al estancamiento. Hoy día con internet puedes acceder a material abundante de calidad (aunque deberás manejarte en inglés y francés), y vídeos de grandes jinetes. Hoy más que nunca, contamos con los mejores caballos de la historia y con más información que nunca. En cambio, muchos jinetes siguen haciendo lo mismo de siempre... no tiene sentido.

Para terminar, tras estas líneas introductorias que resumen el espíritu de nuestro equipo, y como no, de nuestro maestro, que espero te ayuden a ti a iniciar tu propio camino de investigación y mejora de lo ecuestre, te dejo con unas líneas de George Bernard Shaw, que bien pudieron haberse pensado para la Equitación:

"El hombre razonable se adapta al mundo; el poco razonable se empecina en tratar de que el mundo se adapte a él. Por lo tanto, todo progreso depende del hombre poco razonable."

Por último, dejo la puerta totalmente abierta a consultas, sugerencias y escritos. Gracias por pasarte por nuestras páginas y esperamos que satisfaga tus expectativas.

[email protected]ás Mateo Cubero

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Tomás Mateo Cubero

Foto © Tomás Mateo Cubero

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Historia del caballocontada en primera personapor José Manuel Sales Pons “El Cura” con fotos de Tomás Mateo Cubero

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Las siguientes interrogaciones nos conciernen a todos, pero se habla muy poco de ellas, aunque en el fondo, todos nos planteamos:

¿Por qué el caballo es nuestra pasión?

¿Qué tiene el caballo que no tengan otros animales?

¿Qué ha supuesto a la Humanidad?

¿Qué supone hoy?

Al intentar profundizar y buscar respuesta a estas cuestiones llegamos a la conclusión de que efectivamente, el caballo es una maravilla de diseño. Y para demostrarlo haremos un repaso histórico del caballo, desde su aparición en la Tierra hasta nuestros días.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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El caballo aparece hace aproximadamente 55 millones de años. El tamaño del primer caballo –hyracotherium- era el de un conejo actual, con muy pocas cosas en común con los caballos de hoy: la evolución ya se encargó de ir adaptándole a los tiempos en que se fue desarrollando a su entorno. Entonces, ¿cómo pudieron sobrevivir los mamíferos diminutos –antepasados del hyracotherium- a los reptiles gigantes? Como dice A. J. Toynbee: “la armadura que salvó la vida de los mamíferos no fue física, sino psíquica”.

Damos un gran salto en el tiempo y nos plantamos en el Neolítico, hace aproximadamente unos 5000 años. En aquella época el caballo ya estaba domesticado, pero en función del aprovechamiento de su leche –de las más apreciadas, si no la que más-, de su carne como alimento, de su piel, huesos y tendones para otras aplicaciones no menos importantes. Quizás por entonces debió ocurrir el gran descubrimiento: el caballo como instrumento de transporte. ¡Menuda faena que nos iba a quitar! ¿Cómo y dónde debió ocurrir?

Puesto que no hay acuerdo entre arqueólogos, paleontólogos, historiadores, etc, me atrevo a exponer una hipótesis sobre este paso trascendental hacia “esa otra ocupación” del caballo en función de lo que ha supuesto para la humanidad. Por aquella época –alrededor del 3000 a.C.-, Europa se había convertido en un gran bosque después de la última glaciación, razón por la que el caballo acabó desapareciendo de este continente. En cambio, fue una especie muy numerosa antes de dicha glaciación, como nos lo muestran las pinturas de las cuevas de Lascaux y Altamira y el cúmulo de huesos de Solutré, pero acabó desplazada hacia Oriente para poder seguir viviendo –o mal viviendo- en su hábitat natural, la estepa. Y estepas había en la Europa Oriental y se extendían hasta Asia Central. Siguiendo a Pietrement, el mayor estudioso del origen y domesticación del caballo, con la salvedad de que vivió a finales del s. XIX, “esa otra ocupación” del caballo debió iniciarse en las estepas arias.

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En aquel entonces en el mundo había tres culturas florecientes, de las cuales procede toda la cultura occidental moderna, que son la Minoica, la Sumeria y la Egipcia. Aparte, los pueblos nómadas que se dedicaban poco o nada a la agricultura y, sobre todo, al pastoreo. Entre ellos los arios y los mongoles, bastante próximos los unos a los otros, pero de razas muy distintas. Aunque las tres culturas estaban relativamente próximas, el comercio entre ambas debió ser muy escaso. Basta recordar que la rueda era de uso común en Sumeria cuando en Egipto aún no la conocían, razón por la cual cuando en Sumeria ya había carros tirados por asnos y onagros, en Egipto solo disponían de burros de carga.

En Creta, cuna de la civilización minoica, casi todo el transporte era marítimo, por lo que la embarcación era el vehículo más importante. Como curiosidad también hay que decir que es la cuna del “recorte del toro bravo”. En todos los festejos importantes se incluía este espectáculo.

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Tumba de Nebamun, templo de Amón, Karnak

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En cambio, los nómadas de entonces, culturalmente estaban muy atrasados. Hoy podríamos decir que los arios eran entonces, además de incultos, unos catetos. Su única preocupación era poder sobrevivir en unas estepas con pastos muy pobres. Tan pobres que los caballos, parece ser, estaban en proceso de extinción. Según dicen algunos expertos en la materia, hoy en día es la única especie animal que sobrevive gracias al hombre (caso aparte del toro bravo). Cabe concluir que el caballo de entonces debía ser pequeño –del tamaño de un pony A- y bastante raquítico.

¿Cómo debió ocurrir entonces “el cambio de ocupación” del caballo? He aquí mi hipótesis. Los niños de entonces, seguro juguetones e inquietos como los de ahora, con la gran diferencia de que entonces no había guarderías ni escuelas, lo normal es que se pasaran el tiempo enredando con los animales domésticos que tenían a buen recaudo en los corrales del poblado. Y entre estos animales habría yeguas ordeñables, algunas de ellas viejas o muy mansas, que también debió haber. Lógicamente, casi todos los niños se dedicarían a montarse en lo que ellos considerasen que era “montable”. ¿Quiénes fueron los animales que se dejaron montar horas y horas por los niños?: las yeguas mansas que estaban allí para ser ordeñadas.

Naturalmente este hecho no debió pasar desapercibido por la gente adulta del poblado, y más de un padre debió pensar: “si esta yegua es capaz de aguantar horas en su lomo al pesado de mi hijo, podrá traerme el hato de leña que normalmente me toca cargar sobre mis hombros”. Pensado y hecho. Y claro, funcionó a la primera.

En el estupendo libro –en castellano- sobre la domesticación, Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond –gracias, sobrino Nacho-, aunque habla mucho del caballo no explica cómo se gestó esa “otra ocupación” del caballo, pero sí dice en cambio que

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Producto de la selección genética humana, el hombre ha conseguido en el caballo de hoy el compañero perfecto para romper los límites una y otra vez. Aquello que dijo Parmenides de “los caballos me llevan tan lejos como es mi deseo”, cobra hoy más vigencia que nunca.Foto © Tomás Mateo Cubero

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los niños, gracias a su innata curiosidad y ausencia de prejuicios, tuvieron mucho que ver con la naciente agricultura y domesticación de los animales. Insisto en que es un libro que vale la pena leer. A partir de ese momento hay un cambio de estatus en la especie equina: tan importante como la yegua es el caballo, y pasa de ser diversión o juego de los niños a instrumento de transporte de mercancías para el adulto. Un auténtico cirineo para el ario de entonces.

Dos problemas se plantearon al principio. Primero había que domar a yeguas y caballos para la nueva ocupación. No debió ser muy difícil si tenemos en cuenta que, como decíamos, eran del tamaño de un pony A y raquíticos, o sea, muy manejables. Segundo, en vistas a la nueva ocupación, había que buscarles pastos mejores para poder desempeñar correctamente su función. El caballo, que durante 55 millones de años (bueno, menos 5000 años) había vivido en plena naturaleza y más o menos de acuerdo con ella, de repente se encuentra a las órdenes del hombre. Y gracias a éste, no solo sobrevive sino que va a ser su mejor colaborador a lo largo de la Historia. Como decía más arriba, los arios eran incultos, y tal vez catetos por la vida que les tocaba llevar, pero lo suficientemente listos para darse cuenta de lo que les podía aportar: de momento era su cirineo antes de que este apareciera en la Historia (más o menos en el año 33 de nuestra era).

El hecho de buscar nuevos pastos, normalmente ocupados por tribus enemigas, les hizo tomar conciencia a los arios equitadores de dos aportaciones más que les hacían los caballos, por una parte les daba más poder frente a los rivales y por otra eran mucho más rápidos en los desplazamientos: ambas cualidades ideales para buscar nuevas conquistas. Y es lo que vinieron haciendo sin prisas pero sin pausas, siempre en dirección a Occidente. Los mongoles, que debieron descubrir la nueva ocupación del caballo por aquella época también, con muy buen criterio buscaron su expansión

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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El caballo, que durante 55 millones de años había vivido en plena naturaleza y más o menos de acuerdo con ella, de repente se encuentra a las órdenes del hombre.

Los niños, gracias a su innata curiosidad y ausencia de prejuicios, tuvieron mucho que ver con la domesticación de los animales.

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hacia el Oriente, con lo que no hubo interferencias entonces entre arios y mongoles.

Cuando los arios llegaron a Sumeria con sus caballos, los asnos y onagros –bestias de carga y transporte de entonces-, quedaron relegados. Cómo sería el carácter de este último -el onagro- para que en poco tiempo se extinguiera la especie. El caballo, a pesar de su tamaño y del corto número de ejemplares que había entonces, arrasaba allí donde iba.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Algunos siglos después los hicsos conquistaron Egipto con sus caballos, probablemente del tamaño de un pony B, siendo los dueños y señores durante varias dinastías faraónicas.

En 1350 a. C. se escribe, sobre tablillas, el primer tratado de fisiografía –sobre el entrenamiento físico- que se conoce: El entrenamiento del caballo hitita, cuyo autor –de la primera parte- fue Kikuli de Mitani (la última parte del texto se escribió 100 años después y no se nota el paso del tiempo). Algunas de las cosas

Historia del caballocontada en primera persona

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El Cura, Levado y Borja Fdz. Tubau en el campeonato de España de Salto 2013, BCN. Foto © Tomás Mateo Cubero

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que se dicen, lógicamente, se suscribirían hoy. Entonces aún no era el caballo montado sino tirando del carro. Una pena que el tal Kikuli no pensara en mejorar el tiro del caballo. Ha sido el peor error que ha cometido el hombre con el caballo: obligarle a tirar de un collar que le comprimía la tráquea y le dejaba sin respiración, razón por la que se llegó a la cuadriga tirando de carros muy livianos, para alejar el momento de la asfixia. El tiro racional –del collerón que permitió estirar el cuello y tirar de las espaldas y no de la tráquea- debió inventarse al principio del segundo milenio de nuestra era, siglos XI-XII. Se tardó muy poco –entre 1 y 2 siglos- en sustituir en las labores de campo al buey por el caballo, porque éste hacía el trabajo de 5 bueyes. Hasta entonces, el tiro pesado –las carretas- y la labranza eran trabajo privativo del buey.

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Volviendo atrás, en torno al cambio de milenio, entre el II y el I a. C. se empieza a montar el caballo. Ya había quedado demostrada en múltiples batallas la importancia de la caballería enganchada. El hombre había tomado conciencia de la aportación del caballo: le hacía poderoso, acortaba distancias, le hacía mucho más rápido pero sobre todo, lo hacía superior al infante. El caballo se había convertido en un signo de distinción. La principal utilidad del caballo era la guerra, o la conquista, tanto monta. Los primeros tiempos del caballo montado fueron un tanto curiosos: el guerrero se trasladaba a caballo pero para luchar, se bajaba del caballo y peleaba como un infante. Por fin el hombre montaba a caballo y esto pudo ser gracias a que el animal ahora era más grande –como un pony C de hoy- y también más robusto: ya podía llevar a lomos a una persona. Lamentablemente se desconocían demasiadas cosas sobre la manera ideal de llevarnos y conducirle. Era una época donde la técnica se desconocía y los problemas de fuerza se resolvían a base de aumentar el número de esclavos.

Como el caballo ha sido el mejor esclavo del hombre –como dijo D. Morris-, los problemas técnicos de tracción (fisiológicos para el caballo) se resolvían aumentando el número de caballos, hasta quedarse en la cuadriga (el tratado de Kikuli fue algo insólito).Es curioso ver, en las primeras representaciones de caballos montados, al jinete sentado en el centro del caballo. Se suponía que era la posición lógica. Se tardó bastante en descubrir que la posición fisiológicamente correcta para el caballo era la de ir sentado cerca de la cruz: vértebras con muy poco espacio intervertebral y costillas esternales (soldadas al esternón), lo cual suponía un soporte óseo muy importante. Jenofonte (siglo V a.C.), en su primer tratado de Equitación que escribió, Acerca de la Equitación, aún recomendaba sentarse atrás. También hay que decir que muchas otras recomendaciones siguen siendo válidas hoy, en pleno siglo XXI.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Siguiendo con los griegos que, aunque no fueron grandes jinetes, sí supieron descubrir los valores que aportó ya por entonces el caballo, muestra de ello son los ejemplos que expongo a continuación. El mito del centauro debió surgir cuando los escitas, de origen ario, invadieron la península helénica, cuyos primitivos pobladores se debieron quedar pasmados al ver correr como rayos a hombres con cuatro patas, o sea, lo que ellos considerarían mas tarde como centauros. Algo parecido debió ocurrir cuando en el siglo XV de nuestra era, Hernán Cortés en Meso América y Pizarro en Sur América, se enfrentaron a los indios.

La Ilíada, que debió circular de boca en boca de juglares mucho antes de plasmarla por escrito Homero (es una suposición), habla mucho de caballos –y mulas- pero enganchados, no montados. Y una de las profesiones que cita con más respeto es la de domador de caballos. Precisamente las últimas palabras del poema, son: “….. Héctor, domador de caballos”, refiriéndose a las honras fúnebres que se le dedicaron a Héctor.

Pero el domador de caballos más importante de La Ilíada tal vez sea Diómedes Tídida quien, según los estudiosos de la Hispania precristiana Quesada Sanz, Domínguez y Almagro, era el héroe ancestral de los caballistas ibéricos (nuestros antepasados).El lema de las caballerías griegas y romanas (yo creo que incluso de las modernas) está sacado de una frase, también de La Ilíada, en la que Hipóloco dice: “Recomendábame muy mucho descollar y quedar por encima de los demás y no menoscabar el linaje de los padres”. Estas son las enseñanzas hípicas de La Ilíada.

Pero los griegos nos han dado muchas más lecciones acerca del caballo. Heródoto, en su famoso sumario del retrato griego de los persas sobre la educación de los muchachos persas dice: “Ellos los preparan de los cinco a los veinte años para tres cosas, y tres cosas solamente: cabalgar, disparar el arco y decir la verdad”

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Pronto el caballo formó parte del deporte: las primeras carreras de cuadrigas datan de la 60 Olimpíada y las carreras de caballos se establecieron en la 68 Olimpíada. Posiblemente la frase que más me ha impresionado de toda la cultura helenística sea con la que comienza Parménides su famoso Poema, sin título pero que está considerado como el primer tratado de Metafísica de la Historia, o sea, que de hípico no tiene nada. Dice así: “Los caballos que me llevan, me llevaron tan lejos como es mi deseo” (versión de mi profesor –de hace medio siglo- Fernando Cubells). Creo que no se puede decir más ni mejor del caballo en tan sólo trece palabras. Es lo que el caballo ha supuesto para la Humanidad (y para cada uno de nosotros): ha hecho posible que seamos más fuertes, ir más lejos y ser más rápidos; en definitiva, el fiel colaborador que realmente nos ha ayudado a superar nuestros propios límites, es decir, ser más humanos.

Me resulta extraño que Aristóteles, para mí el filósofo del sentido común, no ponga ejemplos del caballo. En cambio Platón pone en boca de Sócrates (o San Sócrates) algunos ejemplos de caballos. Uno de ellos, muy parecido a lo que dice Temístocles de una manera más clara y concisa para nosotros, los caballistas del siglo XXI: “De los potros más inquietos se hacen los mejores caballos cuando se acierta a darles la enseñanza y manejo que le son acomodados” (Plutarco: Vidas Paralelas).

Acabo con otra lección que nos da Parménides a los caballistas de hoy: no hemos de guiarnos sólo por el mundo de la opinión –de los sentidos-, sino también por el mundo del conocimiento; no sólo saber ver, sino también saber lo que se debe saber (esto es lo difícil).

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Foto © Tomás Mateo Cubero

El caballo ha hecho posible que seamos más fuertes, ir más lejos y ser más rápidos; en definitiva, el fiel colaborador que realmente nos ha ayudado a superar nuestros propios límites

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El ajuste de la pierna al caballopor Fernando Morote Ibarrola &

María Rodriguez SánchezFoto © Tomás Mateo Cubero

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Creo que nadie podría disentir en que el jinete debe acoplarse al cuerpo del caballo para seguir todos sus movimientos en correcto equilibrio. El Centauro no es más que el reflejo mitológico griego de lo que siempre se ha perseguido a caballo: que el jinete y su montura sean como un mismo cuerpo.

Tomando el símil que siempre emplea José Manuel Sales Pons, el jinete debe ser como una mochila bien ajustada al caballo (una mochila inteligente), y yo añado que el ajuste se hace con el arco que forman las piernas y la pelvis, y que abraza la caja torácica del animal. Por eso cuando montamos la pierna deja de tener la función locomotora o propulsora (pie a tierra ellas son las que nos llevan de acá para allá), y pasa a ser órgano para la sujeción al caballo.

Y sin embargo, la anatomía de hombre y caballo guardan entre sí muchísimas diferencias, como para que se puedan fundir ambas según el ideal del centauro. Una de las que primero salta a la vista es que la columna vertebral del hombre es vertical y la del caballo horizontal. La humana trabaja resistiendo la compresión ocasionada por el peso del cuerpo que se mantiene erguido; la equina trabaja resistiendo la flexión de un cuerpo alargado que se apoya en sus extremos anterior y posterior

¿Cómo podrían fundirse dos cuerpos tan distintos?

El ajuste de la pierna al caballopor Fernando Morote Ibarrola &

María Rodriguez Sánchez

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Hércules matando al centauro. Florencia.

Page 42: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

El caballo no evolucionó para ser montado, sino para huir de sus predadores. Y el hombre evolucionó para erguirse sobre sus piernas y caminar -y al tener las manos libres, ganó destreza en ellas. Y es que es normal, porque nunca se le ha oído a los paleontólogos que la evolución del hombre tuviese como fin diseñar una criatura capaz de cabalgar, y separar las piernas para que enmedio quepa – nada más y nada menos- el cuerpo de un caballo...

...¿O quizá sí? ¿Nuestra manera de caminar nos ayuda a poder cabalgar?

Mientras estamos de pie, nuestras rodillas están separadas sólo por unos pocos centímetros, y cuando andamos, las piernas avanzan alternativamente cada una en su plano vertical, pero nunca se separan estos planos entre sí más que esos pocos centímetros. Sin embargo, si nos agachamos hasta tocar la nalga con los talones, comprobamos que las rodillas se nos han separado. Esto ocurre porque el plano vertical de la articulación de la cadera no está alineado hacia adelante, sino que forma un ángulo de unos 15-20º con la dirección de avance.

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Page 43: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Evolución del ser humano y del caballo

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Al andar y echar un pie adelante, esa cadera se adelanta mientras la otra se queda atrás. Al rotar la una respecto a la otra, la que avanza sí queda alineada con la dirección de la marcha, y lo mismo le pasa al pie que se echa adelante:

Esta es la razón por la que las caderas se abren por delante, y vemos nuestras puntas de los pies más separadas que los talones cuando estamos de pie. Las dos articulaciones más importantes de nuestras piernas son la cadera y la rodilla. La rodilla sólo flexiona la pierna manteniendo la pantorrilla y el muslo en el mismo plano. Pero las caderas tienen muchos más grados de libertad en su movimiento y además no están alineadas hacia adelante -en la dirección de la marcha- sino que se abren por delante unos 15 a 20º. Es por eso que mientras estamos de pie y con los talones juntos, vemos separadas las puntas de nuestros pies: No son los pies los que se abren, es toda la pierna, porque la cadera está girada hacia afuera. Otra prueba de esto es que si nos agachamos y ponemos en cuclillas -sin forzar la pierna ni hacia dentro ni hacia afuera-, las rodillas se separan aunque estaban juntas mientras nos manteníamos erguidos de pie.

Por supuesto que estando en cuclillas podemos juntar y separar las rodillas gracias a los abductores (separan) y a los aductores (juntan) de la cadera, teniendo así muchas más posibilidades de movimiento de la pierna. Pero considero más normal y más cómodo flexionar las rodillas separándolas. En el caso de los ciclistas -que han de usar sus piernas para propulsión, (y no para fijarse a su bicicleta como sí ocurre en el caso de un jinete)-, los pedales se mueven siempre en el mismo plano vertical y eso obliga al ciclista a mantener en ese mismo plano el talón, la rodilla y la cadera; dando desde luego la impresión que la postura a caballo es más natural y cómoda que la que hay que adoptar en el sillín de una bicicleta para tener una pedalada eficiente.

Pero la gran diferencia entre el ciclista y el jinete es que el primero usa su pierna con función de propulsión, mientras que el jinete la

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En cuclillas las rodillas se separan si no forzamos las caderas.

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ha de usar para fijarse al caballo. Además la pierna no tiene función sensitiva en el caso del ciclista y, pero sí la tiene en el caso del jinete: yo puedo sentir a mi caballo con mi pierna, y a través de ella me llega información de las aceleraciones y deceleraciones que el caballo tiene, si está tenso o relajado, si está equilibrado o no, etc. Esta información no la puede proporcionar una bicicleta.

Al trotar a la inglesa o dar un salto a muchos jinetes se les ve que se ponen de puntillas sobre los estribos, y -aunque sea un gesto muy leve- eso les hace despegar las rodillas de las costillas del caballo, la pierna se le mueve en la montura y pierden equilibrio. Esto les pasa porque quieren usar la pierna igual que la usamos cuando estamos pie a tierra: con función propulsora. A caballo, no son mis piernas las que me llevan o las que saltan: Eso lo hace el caballo. Las piernas son para fundirme con él. Por eso la pierna la debemos manejar como si fueran brazos con los que abrazarnos a nuestra montura.

Gracias a esto, si flexionamos las rodillas, al separarse la una de la otra queda hueco entre ambas piernas para alojar el ancho del cuerpo de un caballo. Así pues el uso que hagamos de la pierna y la postura que con ella adoptemos determinará en mayor grado cómo de bien nos acoplaremos al caballo.

Si queremos dejar espacio para el cuerpo del caballo entre nuestras rodillas lo podemos hacer de 2 formas:

1.- Forzando la cadera a que gire más hacia afuera con sus abductores mientras mantenemos las piernas estiradas casi del todo y el ángulo de la cadera muy abierto. Esto resulta en un asiento más pesado y menos equilibrado porque nuestro peso descansa en la pelvis y las nalgas principalmente, y en menor proporción en los muslos en la pelvis. Así se desaprovecha el resto de la pierna que apenas tiene contacto con el caballo (y por tanto

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Sin restarle méritos al gran maestro Nuno Oliveira, hoy sabemos que este modo de montar no es el más efectivo: pelvis en anteversión (carga excesiva en el pubis) que no favorece ni el equilibrio ni el correcto avance del caballo (le frena); hombros atrás en exceso y piernas flojas y sin apenas contacto con el caballo (estribos muy largos). Obsérvese también el mentón prominente, única parte del cuerpo en la vertical, intentando compensar la excesiva curvatura descrita por la espalda.

Rodillas alejadas del caballo, nula aplicación de las ayudas de piernas, asiento atrasado y cuerpo inclinado hacia delante, intentando así impulsar al caballo. Es un claro caso de órdenes contradictorias: queremos que el caballo galope pero con nuestro cuerpo se lo complicamos.

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se siente menos al caballo y hay menos puntos de apoyo para equilibrarnos)

Este asiento pone más peso en las vértebras que en las costillas del caballo, y con más probabilidad puede originar contracturas y lesiones en los músculos del dorso (longissimus dorsi) y por tanto rigidez en el caballo. Las caderas se abren más hacia afuera al estar forzadas y hacen que las puntas de los pies miren más hacia afuera de lo normal, acercando lo espuela al costado del caballo y la espalda se queda casi siempre detrás de la vertical o abombada en la zona de los riñones

Los jinetes son más propensos que las amazonas a este tipo de asiento por las diferencias que hay entre la pelvis masculina y la femenina. Cuando vemos jinetes a los que les cimbrea la cabeza hacia adelante y atrás en cada tranco mientras su caballo trota vivamente, podemos decir que su asiento está “machacando” el dorso del caballo y que es incorrecto. Ese cabeceo del jinete son los latigazos que ocasiona el movimiento del caballo sobre la espina dorsal del jinete al unirse “clavada” a la del caballo. Es un defecto que suele verse en jinetes de doma clásica, especialmente en aires como el trote largo. Para evitar el incómodo cimbrear de la cabeza, el jinete la proyecta su barbilla hacia adelante dándole un aire circunspecto (que recuerda el retrato que hiciera Tiziano del Emperador Carlos I en la batalla de Mühlberg).

Este es el caso de montar con los estribos demasiado largos y nuestro fémur muy cerca de la vertical induciendo rigidez en los músculos lumbares del caballo. El asiento del jinete está “clavado” y no desliza sobre la silla. El resultado es que el caballo se invierte y deja los pies atrás. Puede que el movimiento de las patas sea muy vivo, pero no hacia adelante. Además los aires son poco saltados, y el caballo no se despega mucho del suelo ni en distancia ni en duración en las fases de proyección de cada aire.

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Para evitar el incómodo cimbrear de la cabeza, algunos jinetes proyectan su barbilla hacia adelante dándole un aire circunspecto que recuerda el retrato que hiciera Tiziano del Emperador Carlos I en la batalla de Mühlber

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Para paliar las carencias de este tipo de asiento, muchos jinetes contrarrestan el exceso de peso de su pelvis sobre las vértebras del caballo y las faltas de equilibrio que se ocasionan, apretando los talones contra la panza del caballo. Con esto consiguen tener una sensación de más contacto con el cuerpo de su montura y un punto más de apoyo (aparte de la nalga). Sin embargo, como tiene las caderas forzadas hacia afuera y la rodilla sólo flexiona en un solo plano, el resultado es que se les despega la rodilla de la montura y las puntas de los pies apuntan más hacia afuera y hacia abajo.

El talón es incapaz de descender y queda más alto que la punta del pie. Se ve con mucha frecuencia en jinetes de doma vaquera, que “amparan” con la pantorrilla el costado del caballo, pero la rodilla se despega totalmente.

Ninguna de estas variantes descritas permite un buen ajuste al cuerpo del caballo, ni dan un asiento con equilibrio. Tampoco reparten el peso del jinete uniformemente entre todos los puntos de contacto con el caballo.

2.- Una forma más correcta de ir a caballo es cerrando el ángulo de la cadera, adelantando un poco la rodilla, manteniéndola siempre en contacto con las espaldas del caballo y colocando la nuestra recta pero nunca por detrás de la vertical. Así, dejamos caer el peso de nuestro cuerpo más en las rodillas y en los muslos, que descansan sobre la parte superior de las costillas del caballo -liberando el dorso del caballo de mucha compresión y de excesivo esfuerzo, permitiendo que ondule en cada tranco, aumentando la impulsión y la rectitud, y sobre todo repartiendo uniformemente nuestro peso en una mayor superficie e contacto que es la que va desde el tobillo de una pierna al de la otra, formando un arco que abraza al caballo.

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Se ve con mucha frecuencia en jinetes de doma vaquera, que “amparan” con la pantorrilla el costado del caballo, pero la rodilla se despega totalmente.

Foto © Tomás Mateo Cubero

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En cualquier caso, cada persona tiene su propia postura que resulta de la combinación de su longitud de piernas, anchura de caderas, ángulos en las articulaciones, etc. Cada caso es particular. Y no sólo pasa esto con el jinete, sino también con el caballo: Cada uno tiene una relación de terminada entre su anchura y su profundidad. Hay caballos estrechos y altos, otros más anchos y con menor profundidad de caja torácica., Por tanto cada pierna tiene su propia postura correcta y ésta varía según qué caballo se monte.

En general, a mayor anchura o separación entre las rodillas, mayor flexión de rodillas. Por eso un mismo jinete ha de montar con estribos más cortos los caballos más grandes.

Podemos concluir que lo fundamental para un asiento correcto es la posición de la pierna y mantener siempre en mente que la pierna del jinete no tiene función propulsora, sino de fijación. Para ello hemos de cambiar la manera de usar la pierna. Mientras caminamos, corremos o saltamos usamos mucho más los gemelos, el recto interno y el bíceps femoral (todos en la cara posterior de la pierna). Pero montando, los músculos a usar son más el psoas ilíaco, el cuadriceps y el sartorio (cara frontal de la pierna). No sólo cambian los músculos que deben ser usados. También cambia la forma de hacerlo. Pie a tierra los músculos trabajan más en ciclos de contracción-relajación. A caballo debemos hacer que trabajen alargados pero activados y resistiendo tensiones.

Por cierto, no hay mejor ejercicio para entrenar y educar la pierna (y por ende el asiento) que trotar a la inglesa sin estribos. Muy recomendable empezar cada sesión con un par de minutos así.

De esta manera la pierna nos ajustará al cuerpo del caballo, uniéndonos a él, y repartiendo nuestro peso uniformemente en todo momento, para que le resultemos inquilinos cómodos al caballo (como jinetes hemos sentido caballos mas cómodos de

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Un ejemplo de pierna efectiva en doma vaquera: Rafael Jurado y Malandrín. Seguramente este caballo y su jinete podrían hacer frente a cualquier imprevisto que se presentase en su camino, tronco, zanja o cualquier otra cosa.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

Albert Hermoso: su correcto uso de la pierna hace que apenas estorbe al caballo en una situación difícil. Pero gracias a la sujeción de sus piernas apenas se desplaza atrás en la montura. Eso le permite que en el obstáculo que tiene que afrontar en unos metros, su asiento sea muy bueno (foto en la siguiente pagina)

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Foto © Tomás Mateo Cubero

Recién salido del salto anterior, Albert ya tiene un buen asiento, propiciado por la colocación de la pierna: presión justa sobre los estribos, contacto uniforme de las pantorrillas pero sin agarrarse con ellas y rodillas mirando hacia delante. En cuanto el caballo tome contacto con el suelo, esta postura le posibilitará tomar volver al asiento adecuado, “agarrado” a la montura con los aductores. Cierran el conjunto unas manos que acompañan perfectamente al caballo en el salto: hay contacto en las riendas, pero no retienen.

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Dos ejemplos de pierna efectiva: Franke Sloothak (arriba) y Michel Robert (abajo). Obsérvese también el binomio en conjunto: estos jinetes acompañan a sus caballos, les ayudan en su equilibrio, todo lo contrario de convertirse en fuerzas opositoras. La clave: el correcto uso de sus cuerpos.

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montar que otros, pero ¿cuántas veces nos hemos preguntado si nosotros le resultamos cómodos de llevar al caballo?).

La pierna además, debe ser un órgano sensitivo y sensible, porque es a través de ella que sentimos al caballo, su postura, sus cambios de velocidad y dirección, su estado de tensión o relajación. Y es a través de la pierna una de las formas más importantes de transmitir órdenes a nuestra montura. La pierna recibe y emite información en forma de mensajes táctiles para el caballo.

Una vez hemos encontrado esa posición de la pierna, no hay que cambiarla nunca, sea el aire que sea; sea el ejercicio que sea, hagamos lo que hagamos, que el caballo nos sienta siempre igual. Que le resultemos siempre fáciles de llevar a nuestras monturas nos hará mejores jinetes.

Y entonces el ideal centauro dejará de ser sólo mitología.

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Recomendamos muy vivamente el artículo de la Dra. Deb Bennett publicado en el nº 140 de EQUUS de Junio de 1,989 con el título Who is built best to ride? (¿Quién está mejor hecho para montar?) y que estudia las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres y las ventajas en inconvenientes de cada sexo para montar.

Fernando Morote Ibarrola &

María Rodríguez Sánchez

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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aliados y enemigosde amazonas & jinetes

Texto y fotos de Tomás Mateo Cubero

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Están ahí mismo, a nuestro alrededor y la mayoría de jinetes y amazonas no se dan ni cuenta. Quizá por ser algo tan obvio, han pasado a ser entidades con las que se convive sin prestarles mayor atención. Y por desgracia, la mayoría de las personas que montan a caballo, están poseídas por los furibundos enemigos del jinete. Si nos llevan a montar mal y a no progresar en nuestra equitación, ¿cómo pueden combatirse?

Evidentemente, dichos enemigos solo pueden ser derrotados por los poderosos aliados de jinetes y amazonas, aquellos que solo unos pocos usan a su favor y con tan buenos resultados.

Continuamente vemos cómo jinetes y amazonas de todo nivel se afanan por mejorar su nivel de equitación, y para ello, van a clase semanalmente, acuden a clinics, se guían por vídeos que buscan en internet, etc. Y todo ello es imprescindible, sin duda, pero se olvidan de un factor que es muy sencillo de poner en

Aliados & enemigos del jinete Texto y fotos de Tomás Mateo Cubero

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Foto © Tomás Mateo Cubero

Alex Crivillé, campeón del mundo de motociclismo en categoría de 500cc y actual jinete de raid: ¿alguien cree que solo entrenaba montando en moto?

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marcha y que les haría dar un incuestionable salto de calidad en su modo de montar y trabajar a caballo: el entrenamiento complementario.

Ese entrenamiento transcurre en su mayor parte pie a tierra y alejado del caballo, aunque también veremos que hay enemigos que podemos combatirlos junto a nuestro caballo sin tener que montarlo. Eso sí, antes de seguir leyendo este artículo, que no pretende otra cosa que la de ayudarte a mejorar en tu equitación (y que indudablemente, repercute en una mejora global de tu salud y vida diaria), déjame que te diga que estos aliados, aunque están al alcance de la mano de absolutamente cualquier persona, requerirán por tu parte un pequeño sacrificio.

Y aquí, es donde se que muchas personas, a pesar de que sepan de que pueden mejorar su modo de montar, no harán absolutamente nada y seguirán igual que estaban. El cambio es lo que más cuesta al ser humano, y la inmensa mayoría prefiere quedarse en la comodidad, en la rutina de lo que siempre ha hecho, y para no sentirse mal, se dirá a si mismo: "seguiré con lo de siempre, si total tan mal no me ha ido así". Pero hemos de ser conscientes de que tal actitud nos lleva a quedarnos en la mediocridad, a no experimentar por el miedo al fracaso, a preferir no arrepentirnos que equivocarnos. Si nuestros antepasados, desde aquellos primeros que salieron de África para empezar a poblar el mundo, hasta Cristobal Colón y otros grandes exploradores, hubieran pensado lo mismo, la humanidad no sería lo que es hoy.

Bien, pues indudablemente, a aquel que piense que es mejor lo malo conocido, puede que muy mal no le haya ido, pero la conformidad con lo establecido o lo que ya posea, lleva a la

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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mediocridad. En cambio, habrá un grupo de personas que por desconocimiento del tema, no sabrán que a través de cierto entrenamiento físico, pueden mejorar inmensamente su equitación, pero desde el momento en que sepan que hay otras alternativas, otros modos de enfocar la equitación, irán a por ella. Y claro, no lo saben porque nadie les ha hablado de ello. Sus profesores, solo les hablan de cómo ejecutar las ayudas, de la importancia de la media parada y de la cesión a la pierna. Y todo eso está muy bien y en efecto es importante, pero, ¿qué pasa si tu cuerpo no está preparado físicamente para ejecutar esas peticiones? ¿Y si hay un modo más eficaz y rápido de aprender a desarrollar estos ejercicios y que no consiste en intentarlo una y otra vez a caballo? Con nuestro cuerpo ocurre igual que con el del caballo, al que no le podemos pedir que ejecute un perfecto trote en extensión o mantenga un buen galope si no se le ha entrenado adecuadamente.

Este entrenamiento del que yo te hablo, hará que en muy poco tiempo puedas desarrollar con corrección todo lo que la equitación demanda de tu cuerpo. Lo que no podías hacer, te saldrá, y lo que te salía bien, te saldrá mucho mejor. Y no, no te estoy vendiendo ninguna pócima mágica ni ninguna píldora milagrosa: simplemente estoy aplicando la lógica: uso y aplico en la equitación lo que funciona en otros deportes, simplemente.

Es probable que tus profesores de equitación, únicamente te den clase en pista y a caballo. Es lo que hace la inmensa mayoría. Yo he dado clases con varios, y con todos igual. En cambio, he practicado diferentes deportes, y en todos, absolutamente en todos, hacía otras actividades: correr, gimnasio, elasticidad..etc.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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¿Por qué entonces no hacemos igual en la equitación? La respuesta yo la tengo muy clara: la mayoría de jinetes y amazonas no se consideran deportistas. Sus profesores menos aun. Me da mucha pena cuando voy a algunas hípicas y veo a profesores con sobrepeso, que además fuman mientras dan una clase...¡y lo peor es que además tienen el título de técnicos deportivos! No entiendo que unos tipos que fuman y a los que les sobran kilos, se llamen técnicos deportivos. Me pregunto si aguantarían cinco minutos de carrera continua, si levantarían 10 kilos en sentadilla o si pueden hacer una sola flexión de pectoral en el suelo. De deportivos no tienen nada.

Este tipo de profesor de equitación, en mi opinión, está totalmente desfasado, y tiende a la extinción. La RFHE se afana en promulgar los Galopes, en cambiar las titulaciones que regirán la enseñanza de la equitación, y todo eso me parece necesario y correcto. Pero no olvidemos el gran reto del siglo XXI en la equitación: QUE LOS JINETES SE CONSIDEREN DEPORTISTAS, QUE LLEVEN UNA VIDA DEPORTIVA, Y QUE CONSIDEREN A SUS CABALLOS ATLETAS, Y LES DEN LAS NECESIDADES ATLÉTICAS ADECUADAS.

Así que mis palabras van dirigidas a aquellas personas que son conscientes de que pueden mejorar su equitación y que están dispuestas a trabajar por ello, y a ellas les hago saber que vienen avaladas por mi propia experiencia y que les invito a que prueben por un par de semanas. Es gratis y solo pueden obtener beneficios. ¿Por qué no probar?

En cambio, se que mis palabras no calarán en aquellos que no tienen la más mínima intención de cambiar su ritmo de vida, no les interesa mejorar si ello supone un esfuerzo, o no están

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Foto © Tomás Mateo CuberoFoto © Tomás Mateo Cubero

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El gran reto de la equitación del siglo XXI es QUE LOS JINETES SE CONSIDEREN DEPORTISTAS, QUE LLEVEN UNA VIDA DEPORTIVA, Y QUE CONSIDEREN A SUS CABALLOS ATLETAS, Y LES DEN LAS NECESIDADES ATLÉTICAS ADECUADAS.Foto © Tomás Mateo Cubero

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dispuestos a poner de su parte, a hacer ejercicio complementario al de montar a caballo ni a cambiar sus hábitos. Si eres una de estas personas, no creo que te interese seguir leyendo. Puedes seguir montando como lo hacías hasta ahora, dejando todo el trabajo a tu caballo. Si algún día notas que te estancas, o te bajas del caballo cansado, o ves que hay cosas a caballo que te cuestan horrores conseguir, y decides ponerle remedio, vuelve a este artículo, y haz de los aliados del jinete tus mejores compañeros, y verás como tu equitación mejora notablemente.

Por supuesto, esto de lo que yo hablo es como cuando un médico recomienda hacer Yoga o Tai-chi a alguien que se recupera de una lesión o enfermedad: nunca ha de abandonar el paciente el tratamiento médico, sino que ha de complementarlo con Yoga o Tai-chi. Pues lo mismo digo yo: jamás recomendaré a nadie que deje de dar clase con su profesor habitual, sino que siga con él, pero a la par, incorpore a su vida estos hábitos. Probablemente, ese profesor tuyo, sepa mucho más de equitación que yo, pero el entrenamiento cruzado sirve para que todo lo que te propone ese profesor te salga mejor, más fácil y más fluido. Y este entrenamiento sirve para cualquier jinete de cualquier nivel y de cualquier disciplina. El que es buen jinete pasará a ser un excelente jinete, y el que era un jinete mediocre, podrá ser mejor jinete en poco tiempo.

Insisto en que nadie tiene por qué sorprenderse, que no acabamos de descubrir el tesoro oculto de la equitación: se trata simplemente de hacer lo que hacen la inmensa mayoría de deportes: combinar rutinas de entrenamiento cruzado. Es lo que hacen otros deportistas, y con excelentes resultados.

Yo, quiero mejorar cada día en cuanto hago, y el caballo no es una excepción. Y para ello, veo lo que funciona en otros

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Foto © Tomás Mateo Cubero

no acabamos de descubrir el tesoro oculto de la equitación: se trata simplemente de hacer lo que hacen la inmensa mayoría de deportes: combinar rutinas de entrenamiento cruzado

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deportes, y lo adapto y lo asimilo a la equitación. Por suerte, hay otros que antes que yo han reparado en esto, y como no, en otros países, ya es mucho más común que aquí.

Si de verdad nos tomamos en serio la Equitación, hemos de tener presente algo:

"SI QUEREMOS RENDIR BIEN, TANTO EL CABALLO COMO EL JINETE DEBERÁN TENER EL ENTRENAMIENTO ADECUADO".

En cambio, seguimos viendo caballos (especialmente en doma clásica), gordos y fuera de forma, así como jinetes que distan mucho de llevar una vida deportiva real. Peor para ellos porque no llegarán todo lo lejos que podrían como jinetes al igual que esos caballos, que por estar fuera de forma, nunca llegarán a ser todo lo buenos que podrían ser.

En mi editorial, hablo sobre por qué el cambio le cuesta tanto al ser humano, aun a pesar de que el cambio implique indudables efectos positivos. Pero como el cambio (aplicado con lógica, no se trata de aplicar un cambio sin más) además de implicar buenos resultados, requiere esfuerzo y riesgo, he aquí que muy poca gente se dispone a asumir ese cambio, es decir, siguen montando como lo han hecho siempre, y a lo sumo, dedicarán más horas. Pero claro, hacer durante más tiempo algo que está mal hecho, solo lo empeora. En definitiva, siguen sin poner a su favor a los aliados del jinete, y mantienen a su lado a los enemigos de jinetes y amazonas.

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sobrepeso menor agilidad y ligereza del jinete que se traduce en una peor comunicación jinete-caballo. A su vez afecta en que aunque parezca que un caballo puede con todo, pero unos kilos de más, si además manejamos mal nuestro cuerpo, desembocan en un caballo que trabaja peor. Influye también en una respiración defectuosa que se traduce en rigidez general del jinete.

rigidez

falta de tono muscular

falta de fondo

EL PEOR: estancamiento y falta de afán de superación en lo físico y mental. Este poderoso enemigo es el que nos impide mejorar en Equitación y en la vida en general

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de menor importancia en los músculos generales, es más grave en los paquetes musculares implicados en la monta: aductores, abdominales y lumbares.

la rigidez solo lleva aparejada desastrosas consecuencias: no podemos emplear las ayudas y además se la contagiamos al caballo

La falta de resistencia física hace que nos cansemos antes, y el cansancio implica poder montar menos tiempo o montar cansados, lo cual lleva a no aplicar ayudas correctamente y mal trabajo en general por parte del jinete

Enemigos del jinete

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peso ideal el jinete es ágil y lo que ordena su mente, su cuerpo lo ejecuta; a su vez respira mejor y ello le permite estar relajado y tener un tronco efectivo.

elasticidad y flexibilidad

musculatura ejercitada

resistencia

EL MEJOR: afán continuo de mejorar en lo físico y mental.

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el jinete se desenvuelve con soltura en cualquier situación y ante cualquier reacción del caballo. Gana más sensibilidad en todo cuanto hace el caballo, tiene más rapidez de reacción. Emplea mejor las ayudas y no da órdenes contradictorias. Se coloca sin dificultad en la montura de un modo adecuado y efectivo.

Si los músculos clave están trabajados, podremos emplearlos en todo momento sin molestias o tensiones. Podremos además ser más efectivos en el empleo de esos músculos fundamentales en el asiento y en la comunicación jinete-caballo

Ser más resistentes nos permite montar por más tiempo sin que se vean mermadas nuestras aptitudes.

aliados del jinete

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Otra gran ventaja del entrenamiento pie a tierra es que nuestra mente se puede concentrar al 100% en el ejercicio y el músculo que estemos trabajando, con lo que ejecutaremos ese ejercicio correctamente en poco tiempo, y sobre todo, desarrollaremos ese grupo muscular mucho antes y mejor. A caballo, nuestro cerebro se dispersa, porque entran en juego los sistemas de superviviencia, ya que tiene que repartirse en vigilar nuestro equilibrio; que el caballo no se salga de la figura que tenemos que marcar, del salto o lo que tenga que hacer; que no cambie de aire; tenemos que centrarnos en que nuestra pierna sea efectiva; que las manos no se agarren a las riendas; si hay más caballos en la pista que no nos interfieran; que el caballo no se asuste de ruidos o de cualquier otra cosa... la lista es tan larga que el cerebro no puede con todo y adopta orden de prioridades: ¿Y qué es lo primero para el cerebro? La supervivencia, y para ello, el cerebro interpreta que el cuerpo del jinete debe agarrarse con uñas y dientes a la montura, a las riendas y al caballo, y de ahí proviene el agarrotamiento del cuerpo, y si estamos dando una clase, por eso cuesta tanto trabajo seguir las indicaciones del profesor, y si nos encontramos en una competición, no la hacemos todo lo bien que querríamos, ya que el cerebro, no está diseñado para hacernos felices a caballo, sino que tiene una clara prioridad: supervivencia, y no entiende de otra cosa.

Un simple entrenamiento de asiento en suspensión, puede convertirse en una pesadilla si el alumno no cuenta con la buena tonificación de los músculos implicados y una resistencia adecuada, ya que se agarrará con las manos a las riendas, y con las rodillas o pantorrillas al caballo según su forma de montar, pues su cerebro le manda tal orden al notar que no va muy seguro e interpreta que hay que agarrarse a toda costa.

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Estirando aductores y preparándolos para el trabajo. Al igual que en absolutamente todos los deportes, es conveniente calentar y estirar los músculos, ya que no solo nos ayudará e evitar lesiones, sino que nos permitirá rendir mejor. Aún no he visto un solo profesor de Equitación que lo recomiende.

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En cambio, si empezamos desde el primer momento que nos dedicamos a la equitación, a trabajar y fortalecer los músculos que necesitamos para ir con soltura a caballo, avanzaremos mucho más rápido, y de un modo más divertido y seguro que si solo entrenamos montados a caballo.

El cerebro funciona bien si les damos las cosas paso a paso. Es decir, si pie a tierra trabajamos una serie de ejercicios que nos permitan ir seguros en la montura, su sistema de supervivencia, comandados por el cerebro reptiliano y la amígdala, no entrarán en juego, y todo el riego sanguíneo cerebral irá a las zonas en las que la creatividad se desarrolla. Mientras más activada tengamos la zona prefrontal del hemisferio cerebral izquierdo, menos intervendrá la amígdala. La amígdala está a su vez conectada con el área prefrontal medial del cerebro por el fascículo uncinado, y a mayor grosor de este, mayor es la capacidad que tenemos de controlar la amígdala, es decir, controlamos la tensión en la que entra nuestro cuerpo a poco que no sale todo como queremos a caballo (y pie a tierra y en la vida en general). Esto se consigue por supuesto con el entrenamiento progresivo, con el diálogo positivo con nosotros mismos y de nuestro profesor y con la continuidad. Por lo tanto, ser un excelente jinete no es causa de nacimiento, sino del adecuado entrenamiento .

Así pues, para ir paso a paso, lo mejor es entrenar músculos pie a tierra antes de empezar a pedir avances montados a caballo, e ir siempre parejos en la progresión: trabajar pie a tierra y a caballo, y conforme vayamos superando etapas, incluir nuevos ejercicios que son los que nos darán la llave para que todo sea mucho más fácil a caballo. Vuelvo de nuevo al ejemplo del galope en suspensión. Si pie a tierra trabajamos una serie de ejercicios

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adecuados durante dos semanas, cuando estemos en la montura, todo nos será mucho más natural y apenas serán necesarios unos minutos para habituarnos a la nueva postura. La ventaja es que solo nos tendremos que centrar en una sola cosa: adaptarnos al movimiento del caballo. En cambio, el trabajo muscular ya lo traeremos hecho, y si hemos hecho los deberes pie a tierra, contaremos con unos músculos fuertes, flexibles y resistentes y en un par de clases, es más que probable que el asiento en suspensión no se nos resista. Igualmente, se puede hacer con todo lo necesario en la equitación.

¿Y porqué casi nadie hace eso? Pues porque es más cómodo hacerlo todo a caballo, entrenar requiere esfuerzo y es duro, hay que sacar tiempo, ir al gimnasio o buscar al menos un lugar adecuado para poder entrenar, investigar sobre los ejercicios adecuados y los músculos implicados en la monta, cambiar hábitos, etc. Y además, el no entrenar equitación de este modo, tiene otra gran ventaja, argumentada por no pocos jinetes y amazonas: si cuando vamos montados, sale algo mal, siempre podemos echarle la culpa al caballo.

En cambio, el jinete que asume este modus vivendi, es proactivo: entrena por ser cada día más rápido, más hábil, más sensible, más elástico y más resistente. Y para ello, combina entrenamiento pie a tierra con entrenamiento montado. Y por encima de todo, mejora día a día porque sabe que es su responsabilidad todo cuanto acontece entre él y su caballo.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Investigaciones sobre el aprendizaje

Por Félix Lara Canovaca y Marcos Nuñez García-Delgadoaplicado a la Equitación

Uno de los aspectos que más no ha preocupado siempre en el equipo Ocurrencias Hípicas ha sido el del aprendizaje del ser humano, para poder aplicarlo con éxito en el ámbito de la Equitación. Las fases del aprendizaje, el contexto óptimo que debe rodearlo, su alianza con la cantidad de práctica óptima, así como la importancia del profesor en todo este proceso, son elementos que debemos tener en cuenta si queremos que el alumno/jinete alcance todo su potencial.

Foto © Tomás Mateo Cubero

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La constatación empírica de la utilidad de saber cómo aprendemos y cómo debemos aprender la tienen clara quienes practican algún deporte y han alcanzado cierta destreza, y sin embargo, no mejoran más y se sienten estancados e impotentes en una especie de umbral. Esto se debe en parte a las “mañas”(1) –la práctica intuitiva- que si bien les han permitido llegar a su actual nivel, también frenan una mejor práctica que requiere aprender nuevas formas de realizar el deporte. Es hasta que se toma conciencia de ellas y se las supera, que habrá una nueva mejoría en la práctica –y gozo pleno- del deporte practicado. Esto quiere decir que hay que desaprender las prácticas anteriores para aprender otras nuevas. En estas lides, sentencia el escritor Alvin Toffler, parafraseando a Herbert Gerjuoy, en su libro El shock del futuro: “Los analfabetos del S. XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”

Cómo aprendemos, y cómo debemos aprender a montar bien

“Ver a un gran profesor es observar una obra de arte genial” Linda Darling-Hammond

Por Félix Lara Canovaca

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(1)“Las mañas” que empleamos cuando montamos de manera instintiva nos llevan a hacer justo lo contrario de lo que necesitamos para montar bien. (Véase el artículo de Ocurrencias Hípicas: “El paso de peatón a jinete”)

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Ante este hecho, y particularizando –ahora si- para nuestro deporte hípico parece claro que tiene un camino más largo por recorrer el adulto que ha aprendido a montar por su cuenta que un niño o incluso un adulto que no haya montado nunca. Y es que, ciertamente, como dice José Antonio Marina, “La educación enseña en poco tiempo lo que la evolución en siglos”

Partiendo de la base de que el enseñar y el aprender son dos elementos indisociables, veamos en qué consiste el fenómeno de aprender y cómo los avances conseguidos en la comprensión de los procesos de aprendizaje deben orientar y mejorar la acción docente.

La toma de conciencia de la importancia del aprendizaje ha contribuido a la consolidación de un ámbito de estudio e investigación, la ciencia del aprendizaje, en el que convergen los esfuerzos de diversas disciplinas como la ciencia cognitiva, la neurociencia, la sociología, la antropología y la psicología de la educación, entre muchas otras.

En una aproximación al concepto de aprender, podríamos decir que más que recibir o acopiar información, consiste en un proceso en el que hay que CAMBIAR; dejar de hacer, pensar o ser como éramos antes del proceso de aprendizaje.

Sobre como aprendemos las personas, existe un prestigioso trabajo de investigación titulado How people learn. Brain, mind, experience and school llevado a cabo por el National Research Council NRC en los Estados Unidos.

La conclusión del informe del NRC en el apartado relativo a los aprendices y el aprendizaje apunta a tres principios básicos, que como no podría ser de otra manera nos llevaremos al terreno ecuestre:

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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El Cura dando clase en la Fundación Caballo Amigo en un día de perros

Foto © Tomás Mateo Cubero

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1.Los alumnos llegan a clase con ideas previas más o menos elaboradas sobre cómo son las cosas. Si estos conocimientos previos no se tienen en cuenta en el momento de plantear la enseñanza, se corre el riesgo de que no puedan asimilar los conocimientos que se le enseñan. (El profesor debe huir del monólogo en clase).

2.Para poder utilizar fuera de clase lo aprendido en ella, los alumnos deben:

a) Adquirir una sólida base de conocimiento. (Saber primero sobre ellos mismos como jinetes, y después de caballos –Noverim me, Noverim te-).

b) Comprender las ideas principales. (A caballo se comprende cuando se siente).

c) Organizar el conocimiento aprendido de manera que puedan recuperarlo y utilizarlo fácil y rápidamente cuando sea necesario (los jinetes de élite llegan a conseguir hacer bien, sin tener que pensar).

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3.Los alumnos aprenden más fácilmente y mejor cuando saben cómo aprender, o lo que es lo mismo cuando aprenden a aprender (por ejemplo, si dejamos clarísimo que una mano educada se consigue resistiendo con los dedos y no tirando con el bíceps; el alumno, primero sabe cómo hacer y después, a base de repetir (2), lo acaba aprendiendo).

Así, de los avances conseguidos en la comprensión de cómo aprendemos se obtienen directrices y orientaciones para mejorar la tarea de enseñar. La profesora Darling-Hammond de la Universidad de Stanford nos recuerda que los docentes “altamente eficaces” promueven el aprendizaje significativo de sus alumnos.

En esta línea el profesor de equitación debería complicarse –y no solo aplicarse o implicarse- en el empleo de “parábolas hípicas” (3) que ayuden al aprendiz a entender pero sobre todo a empatizar con los caballos, sintiendo lo que ellos sienten. Valga de ejemplo: pie a tierra; profesor y alumno; el primero guiando al segundo con una mano puesta en cada hombro, más bien en la parte lateral. Juntos recorren la pista trazando algunas figuras básicas de las que normalmente hacemos a caballo. –¿Fácil?-, pues que el paseo no termine hasta que el alumno comprenda, o más bien sienta, que la rienda exterior es la que coge –y no encoge- al caballo.

Sin duda el desafío es grande para los docentes, sea cual sea la disciplina que impartan. La propuesta de alejarse de un modelo de enseñanza informacional hacia uno transformacional para lograr aprendizajes significativos, es lo que catapultará a los alumnos a

OHmag

(1)

(2)Se maneja la cifra de 10.000 horas de entrenamiento para adquirir maestría en cualquier cosa.

(3)Las parábolas evangélicas son el mejor ejemplo de lo que dos mil años después definió Ausubel como aprendizaje significativo.

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encontrar nuevas formas de ser, de pensar y de actuar, lo que llevado a nuestro terreno se traduce en que monten bien y sean mejores personas.

Michel Robert y Pénélope Leprévost. Fotografía de Agence RB Presse

Félix Lara CanovacaOHmag

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El profesor/a de equitación, debería tener, además de los conocimientos propios de la disciplina, unos conocimientos básicos de cómo aprende el alumnado. De esta manera podrá enseñar de manera más eficaz. Sobre la forma de aprender del alumnado se han desarrollado diversas teorías de las cuales destacan las siguientes:

a)Empirismo

Esta teoría sostiene que el alumnado aprende por la experiencia. Procede del conductismo. Sostiene que el conocimiento está fuera, en la sociedad. Otros nos lo transmiten y nosotros nos apropiamos de él. Este conocimiento está en la realidad “ya terminado”. Por eso el sujeto lo único que puede hacer es incorporarlo a su mente. Según esta teoría una persona aprendería todo lo que se le enseña y además lo haría tal y como se lo enseñan. Esta propuesta, defendida inicialmente por los filósofos ingleses Locke, Berkeley y Hume, expone que cuando nacemos nuestra mente es como una pizarra en blanco, una tabula rasa, sobre la que se van escribiendo los resultados de nuestras experiencias.

El aprendizaje para el empirismo sería realizar una copia de la realidad a través de la experiencia y de los sentidos.Los límites del empirismo son:

Marcos Núñez García-Delgado

Teorías generales sobre el aprendizaje aplicables a la equitación

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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1. No explica cómo se produce el paso del conocimiento desde el exterior al interior del sujeto.

2. No explica cómo se producen los conocimientos nuevos, es decir, aquellas ideas que nadie nos ha transmitido porque se desconocían.

3. No explica porqué ante una misma exposición, unas personas aprenden unas cosas y otras cosas distintas, e incluso hay sujetos que no aprenden nada.

Se ajustarían a este modelo aquellos/as profesores/as de equitación que piensan que el alumno/a debe reproducir exactamente aquellas instrucciones que se le dan, sin pensar por sí mismos. Las clases siempre tienen la misma estructura. El profesor/a expone sus conocimientos y el alumnado lo recoge tal cual se les transmite, sin dejar espacio a ninguna iniciativa por parte del discípulo/a que se ha de limitar a acatar. El mensaje es dado igual para todos/as dando por hecho que es recibido tal y como se comunica.

b)Innatismo

La mente posee conocimientos previos innatos que facilitan el aprendizaje. El sujeto desempeña un papel importante para el aprendizaje. Nace con los conocimientos innatos que le permiten organizar los datos que le proporciona la experiencia. El niño/a nace con unos recursos intelectuales sin los cuales no es posible acceder al conocimiento. El innatismo sostiene que la inteligencia y la habilidad nos vienen dadas de nacimiento y que por eso existen personas “listas y torpes”.

Los límites del innatismo son:

OHmag

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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1. Para muchos innatistas el progreso del conocimiento consistiría en un desaprendizaje, puesto que por la experiencia el sujeto iría eliminando determinadas capacidades que supuestamente son innecesarias.

Se ajustan a este tipo de modelos aquel profesorado de equitación que etiquetan al alumnado desde el principio en talentos o torpes. Normalmente se vuelcan en aquellos que tienen más facilidad para el aprendizaje, dándoles información y experiencias (por ejemplo asignándole los mejores caballos en las clases) de mayor calidad y cantidad que a aquellos/as a los que no consideran capacitados para aprovecharlos adecuadamente. Normalmente se complacen en que “tenían razón” en su valoración inicial del alumnado cuando realmente están haciendo valer el “efecto Rosenthal” o “efecto Pigmalión” de profecía autocumplida.

c) constructivismo

Promulgada por Piaget. El sujeto construye el conocimiento interviniendo sobre la realidad que lo rodea. Por lo tanto, el sujeto es un sujeto activo en el aprendizaje. Para él, el conocimiento no es un proceso de reproducción, sino de creación.

El conocimiento se produce a través de de lo que sucede en el interior del sujeto. Toma, por tanto, el punto de vista del sujeto. El aprendizaje, por tanto, debe realizarse mediante la actividad del educando. El profesor, por tanto, se debe centrar en facilitar que el alumnado haga anticipaciones y las pongan a prueba.

El sujeto construye sus explicaciones sobre lo que sucede en función de sus conocimientos anteriores y de su nivel de desarrollo intelectual. Por lo tanto, según Piaget, las acciones educativas no se deben hacer al margen de los conocimientos previos del individuo

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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El profesor de equitación debe procurar que el alumnado produzca la reconstrucción del conocimiento creando lo que llama desequilibrio cognoscitivo. Entonces el alumno reconstruye sus conocimientos para dar cabida coherente a las nuevas informaciones que recibe de su entorno llegando de esta manera a un nuevo equilibrio cognoscitivo.

Según la teoría constructivista, la tarea de aprendizaje debe tener lo que Piaget llama un desajuste óptimo. Esto quiere decir que la tarea ha de tener dificultad, pero no demasiada, pues desmotivaría al alumno y lo haría desistir. Tampoco debe ser de baja dificultad, ya que no se produciría aprendizaje. Según esto, el contenido que el alumno/a ha de aprender ha de superar su nivel de comprensión pero no hasta el punto de que le resulte imposible encontrar una solución a la actividad que le plantea el docente.

Dentro del modelo de aprendizaje constructivista, es muy importante la aportación realizada por Ausubel en la que define el aprendizaje significativo como aquel en el que el alumno pone en relación lo nuevo con el cuerpo de conocimientos que posee. Según Ausubel, aprender es “asimilar nueva información en los inclusores relevantes que existan en la estructura cognitiva provocando su crecimiento y modificación adicional” frente al aprendizaje memorístico en el que el material nuevo a aprender nos se pone en relación con la estructura cognitiva del sujeto.

d)teoría del aprendizaje social de Vigotsky

Según este autor, el conocimiento se encuentra en la sociedad y se aprende mediante la interacción social.

El profesor, para ayudar a su alumno, se debe situar en lo que llama zona de desarrollo próximo. Esta zona es todo aquello que el alumnado es capaz de realizar con la ayuda de alguien más capaz.

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Si se sitúa en la zona de desarrollo efectivo, aquella en la que el alumno es capaz de aprender por sí mismo, sin la ayuda de nadie, la labor del profesor sería del todo ineficaz. Si se sitúa más allá de la zona de desarrollo próximo, el alumno percibirá la tarea como inalcanzable y se producirá la desmotivación y el abandono.

De esta teoría se desprende una de las máximas que hemos de tener en cuenta a la hora de planificar y llevar a cabo nuestras enseñanzas. “No enseñar aquello que el/la alumno/a es capaz de aprender por sí mismo.” En acuerdo con esta teoría, Meirieu postula: “No se ha dado el caso de ningún ser humano que haya llegado a adulto sin que previamente hayan intervenido en su vida otros seres adultos”

De acuerdo con las teorías constructivistas y de aprendizaje social, el profesorado de equitación debería acompañar al alumnado en su proceso de aprendizaje ayudándole a construir su conocimiento enfrentándole a experiencias de aprendizaje programadas que les facilite integrar nuevos conocimientos a aquellos que ya poseen. Debería crear en sus clases un espacio de seguridad en el que el alumnado se sintiese libre de experimentar en libertad y de equivocarse sin miedo al fracaso en sus intentos de descubrir la realidad de la equitación.

OHmagMarcos Núñez García-Delgado

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La responsabilidad del profesor de Equitación

Por Fernando Acedo Lluchwww.abogadohipico.es

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La vida humana no es concebible sin responsabilidad, y los

deportes hípicos, aun en las más óptimas condiciones de doma,

temperamento y carácter del caballo, contienen en si mismos, un

riesgo inevitable y no eliminable jamás, que se crea y surge por el

hecho mismo de practicarse y las imprevisibles reacciones que a

veces tiene los animales, por circunstancias inexplicables o

inapreciables para el hombre en muchos casos.

La enseñanza de la equitación es una actividad que implica

una importante intensificación en la aplicación de la

responsabilidad civil, pues a diferencia de lo que ocurre en una

competición deportiva en la que el riesgo es aceptado por el

deportista, en las relaciones profesor alumno, el riesgo debe ser

previsto y evitado en lo posible por el enseñante, quien no

puede refugiarse en la inexperiencia o torpeza del alumno, ya que

su ignorancia y escasa destreza es inherente a su condición de

educando.

En la actualidad, en los supuestos en los que se produzcan

lesiones como consecuencia de un accidente durante una práctica

deportiva tutelada por un profesor, existe una probabilidad alta de

que los tribunales vayan a imputar al profesor una responsabilidad

La responsabilidad del profesor de Equitación

OHmag

Page 107: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Foto © Tomás Mateo Cubero

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civil por las lesiones que hayan podido sufrir sus alumnos, ya que

entienden que quien se lucra de una actividad deportiva que

genera riesgos y por tanto, susceptible de causar daños, debe

responder de dichos daños, máxime cuando sus clientes, son

personas inexpertas o en proceso de aprendizaje. En este sentido,

el artículo 1.104 del Código Civil, presume la

responsabilidad del profesor, cuando no despliegue toda

aquella diligencia que una persona normal deba adoptar en una

situación idéntica a aquella en que se encuentre el enseñante en el

momento del cumplimiento del contrato.

Para que el profesor, monitor o entrenador de

equitación quede exonerado de responsabilidad en caso

de accidente de alguno de sus alumnos, deberá acreditar en

primer lugar, su capacitación para ejercer dicha actividad,

pues aunque a diferencia de otros piases de nuestro entorno, aun

no existan en España, normas que regulen la exigencia obligatoria

de una titulación para dar clases de equitación, es evidente que

tratándose de un deporte de riesgo, la posesión de una

titulación emitida por un organismo oficial, es la mejor

garantía que puede ostentar el profesor para acreditar su

cualificación profesional.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

Page 110: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

La responsabilidad del profesor de EquitaciónPor Fernando Acedo Lluch

Page 111: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

En segundo lugar, un monitor

o entrenador, máxime si se ocupa

de menores de edad, debe

concentrar y asegurar al máximo las

p r e c a u c i o n e s y c a u t e l a s .

Consecuentemente con ello, deberá

tener en cuenta el grado de destreza

del alumno, la adaptación del

caballo para la enseñanza, el

correcto estado del recinto utilizado

para las clases, la obligatoriedad

de la utilización de casco con

tres fijaciones, así como la

adecuación para la enseñanza de las

m o n t u r a s y g u a r n i c i o n e s

empleadas. También resulta

esencial que el centro donde se

imparte las c lases, tenga

autorización administrativa para el

ejercicio de tal actividad.

Foto © Tomás Mateo Cubero

Page 112: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

El alumno tiene a su vez una gran responsabilidad: exigirle a su profesor pasión e implicación en cada segundo de la clase

Page 113: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Foto © Tomás Mateo Cubero

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Además de las medidas expresadas, sería conveniente que los

alumnos estuvieran en posesión de la licencia federativa, ya que

esta lleva inherente un seguro de accidentes deportivos que cubre

todos los gastos sanitarios derivados del siniestro y finalmente

recomendamos que el profesor suscribiese un seguro de

responsabilidad civil, para que en cualquier caso, quede a

salvo de toda reclamación indemnizatoria, ya que la

responsabilidad civil del profesor englobaría, además de los gastos

sanitarios (cubiertos por la licencia federativa), una indemnización

por los daños y perjuicios físicos y morales derivados del tiempo de

curación de la lesión y de sus secuelas.

La elevada cuantía de las indemnizaciones a las que puede

ser condenado un profesor de equitación en caso de accidente de

un alumno, exige un planteamiento serio y responsable sobre el

riesgo que conlleva el ejercicio de esta actividad. Ello implica

adoptar todas las medidas a nuestro alcance para evitar

accidentes, así como una necesidad permanente de

formación, con objeto de conocer y adoptar todas las posibles

medidas para la prevención de accidentes.

Por otra parte, la extraordinaria difusión de los seguros de

responsabilidad civil hace que la Jurisprudencia se muestre todavía

OHmag

Page 115: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Foto © Tomás Mateo Cubero

Page 116: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Foto © Tomás Mateo Cubero

más rigurosa con el agente productor del daño cuando el supuesto

de hecho no está previsto legalmente como de responsabilidad

objetiva. Tal difusión ha impuesto en la práctica un cambio de la

normativa jurídica de la responsabilidad civil, que ha contribuido

enormemente a una apreciación más flexible y benévola para la

víctima de los requisitos, que han de darse para que una acción u

omisión dañosa genere el deber de indemnizar, porque en último

término, el que paga es el asegurador.

Page 117: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

La actual tendencia de la doctrina y legislaciones modernas

hacia el sistema de la responsabilidad sin culpa, obliga al potencial

responsable a estar asegurado contra las consecuencias de su

actuar, lo que conducirá a que por el fenómeno de traslación de

los costes al precio del producto, las potenciales víctimas de los

daños, se aseguren con el pago del precio de las clases, la

percepción de la indemnización de la entidad aseguradora,

quedando a salvo el profesor en virtud de la póliza de

responsabilidad civil.

OHmag

Fernando Acedo Lluch es jinete de salto y abogado especialista en derecho ecuestre. Puedes consultar su página web, la cual cuenta con numerosa información gratuita y de enorme valor para toda aquella persona que tenga relación con el mundo ecuestre.También acaba de publicar el libro Conflictos legales en los deportes hípicos, publicado por la Ed. Reus

www.abogadohipico.es

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Ilustración extraída de Encyclopédie pratique de l'agriculteur, publicada por Firmin-Didot & Cia. tomo 5, 1877

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Historia del caballoangloárabe Texto y fotos de Tomás Mateo Cubero

breve

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Siempre he dicho que el verdadero amante del caballo, lo es de todo equino: da igual raza, capa, talla o disciplina, pues todo caballo es siempre poseedor de una serie de virtudes que lo hacen único con respecto al resto de especies. Pero indudablemente, todos tenemos nuestras preferencias. Las mías, están muy claras, y no puedo evitar ese sentimiento de flechazo ecuestre ante dos razas muy concretas: la árabe y la pura sangre inglesa. Pero he aquí que por fortuna, encontramos una raza que combina las mejores características de tan emblemáticas sangres: la del caballo angloárabe, mi perdición, y la de otros muchos que han sucumbido al caballo más versátil del globo.

Para que nos hagamos una idea de la importancia de la raza, hemos de tener en cuenta que el angloárabe es una raza propia, y cuyo studbook, es el tercero más antiguo del mundo, datando este de 1836. Además, nos encontramos con yeguadas de Aá por buena parte del globo, y siempre con una clara vinculación al deporte hípico en distintas variedades, pero especialmente en Concurso Completo de Equitación y en Resistencia Ecuestre.

La creación de la raza a priori, parece sencilla, pues no se trata más que de cruzar sangre árabe y sangre inglesa. Ahora bien, recordemos que los PSI llevan un fuerte caudal de sangre árabe en sus venas. Esta información nos dice mucho: estamos cruzando dos razas excepcionales que prácticamente beben de una sola y que se remonta a cientos de años atrás a una selección genética realizada en el desierto con la finalidad de correr, resistir y ser noble y fiel en el trato

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breve

Historia del caballoangloárabe Texto y fotos de Tomás Mateo Cubero

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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breve Historia del caballo angloárabeFoto © Tomás Mateo Cubero

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con el humano. Veamos, en qué momento y a quiénes, se les ocurrió tal idea.

Parece ser que los primeros intentos de cruzar ambas razas se remontan al año 1750, en Normandía, con unas yeguas inglesas - recordemos que el PRá Darley Arabian llega desde Siria a Inglaterra en el año 1704, punto de partida del PSI como raza - y algún semental árabe, pero no sería hasta 1836, cuando realmente se comienza a trabajar a conciencia la creación de la raza en los territorios de lo que hoy se conoce como La Sarre (y que pertenece a Alemania, si bien en su momento fue territorio francés, llamándose entonces Duc des Deux Ponts), pero sobre todo, en la zona del Limousin, en los Haras Nacionales de Tarbes y Pau.

Pero hemos de remontarnos al contexto histórico del momento, para poder entender en su justa medida lo que acontecía en el mundo ecuestre: el 17 de mayo de 1798 partía del puerto de Tolón un joven general llamado Napoleón Bonaparte, y que con el inicio de su inminente campaña en Egipto, influiría en desarrollo del orbe ecuestre de los próximos siglos. Si el colonialismo británico posibilitó la creación del PSI, igualmente ocurriría ahora con el francés, y si bien la ocupación francesa de Egipto no fue significativa en el tiempo (abandonan en 1801 en pro de Inglaterra), si que tuvo importantes consecuencias a diferentes niveles (como que el mundo pudo conocer el pasado faraónico). Sabemos que Napoleón se incautó de caballos de razas propias de aquellos lugares por los que pasaba, y a Francia llegaron caballos españoles, berberiscos, y árabes. En lo que nos interesa aquí, es decir, en lo ecuestre, hemos de saber que en 1806 llegaron a Pompadour cinco yeguas y cinco sementales árabes provenientes de Egipto, y poco a poco, fueron fraguándose los primeros cruzamientos de caballos árabes e ingleses.

Pero no sería hasta 1836, cuando Les Haras Nationaux - tras un periodo de inactividad, dicho organismo fue puesto en marcha de nuevo por Napoleón, si bien su origen es bastante más antiguo - ,

OHmag

Page 125: Número uno de la revista Ocurrencias Hípicas

Ernest Meissonier: Napoleón en1814 con un PRá

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Ilustración extraída de Encyclopédie pratique de l'agriculteur, publicada por Firmin-Didot & Cia. tomo 5, 1877Potro Pura Sangre Inglés.

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se pone manos a la obra reuniendo una serie de yeguas inglesas y algunos sementales árabes. Es por ello, que si bien es cierto que se crían caballos angloárabes por no pocos lugares del planeta, Francia ha sido no solo la cuna, sino el ejemplo a seguir en la cría del caballo Aá, así como en tantos otros asuntos ecuestres.

Indudablemente, todos estos esfuerzos se hacían en su mayoría con el afán de obtener un caballo versátil y poderoso para la guerra. Por entonces, el caballo es aun compañero y miembro del ejército, fundamental en las campañas, y el disponer de un caballo veloz, resistente, fuerte y noble, puede ser decisivo en el combate. Napoleón lo sabe y no duda en promover la cría de caballos, y el angloárabe como tal empieza a desarrollarse con estas premisas.

En 1842, ya habían nacido los potros que provenían de los primeros cruces de yeguas inglesas con sementales árabes, y en 1843, el veterinario francés Eugène Nicolas Gayot, al cargo de Les Haras Nationaux, viendo los resultados de esos potros, prosigue con los cruces de PRá y PSI con la idea de crear la que él pensó llamar Pura Raza Francesa, buscando con ello la creación de un caballo que aunase las mejores virtudes de ambas razas. No pasó mucho tiempo hasta que el resto de Europa se hiciese eco de las virtudes de la nueva raza, y parece que ser que incluso a España llegan algunos Aá a partir de 1850. Recordemos no obstante que las sucesivas serán décadas de singulares cruces de caballos, algunos con mayor o menor fortuna, en los que ganaderos y sobre todo militares, experimentarán con razas autóctonas y sementales foráneos, según los países.

Por fortuna, hoy, la selección del caballo Aá se hace en pro del deporte, pero si en esta raza tenemos el paradigma del caballo atleta, debemos tener en cuenta que nace de dos razas ya de por sí especialmente dotadas para el ejercicio físico, que se empieza a seleccionar para el mejor desempeño

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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Cruce de anglo-normando. Ilustración proveniente de los trabajos de Louis

Moll, Eugène Nicolas Gayot y François Hippolyte Lalaisse, 1861.

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posible en el combate, y que con la evolución del tiempo, pasa a ser criado para las carreras de resistencia y velocidad, para el salto y el cross. Y recordemos que las necesidades de un soldado de caballería, no son sino las de un jinete que compitiese a la vez en todas las disciplinas jugándose además el más valioso de todos los premios: su vida. Así, al caballo militar se le pedía que tuviese un buen físico, que fuese fuerte y resistente para poder soportar el peso de su jinete, su guarnición y sus armas. Que fuese veloz y explosivo para el ataque o la posible retirada. Que tuviese capacidad de resistencia para poder marchar durante días. Que contase con la audacia necesaria para poder moverse con rapidez y decisión y saltar sobre toda clase de obstáculos que podía encontrarse en el combate, como cañones, carros, cuerpos de caballos y de seres humanos. Y además, que contase con un carácter confiado y noble para que su jinete pudiese ir con él hasta el fin del mundo si fuera necesario, sabiendo que en su caballo tenía a su mejor aliado.

Y al describir las necesidades del soldado de caballería, me he dado cuenta que no he hecho sino enumerar las características propias de la raza angloárabe. Igual que el beduino del desierto fue sometiendo a una implacable selección que dio como fruto al PRá, caballo poseedor de las virtudes que tantas veces hemos enumerado en esta serie de artículos, en Francia, hace unos dos siglos, empieza a crearse el caballo angloárabe en respuesta a unas necesidades muy concretas y que desembocan hoy día en lo que podemos ver en las muchas ganaderías de caballos angloárabes que se reparten por el mundo, y por suerte, en nuestra península.

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Foto © Tomás Mateo Cubero

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un vaquero en el exiliohistorias de texto y fotos de Tomás Mateo Cubero

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Como tantos jinetes y amazonas andaluces, mis primeras horas serias a caballo fueron en el campo y con montura y cabezada vaqueras. Hoy, ya son muchos los niños que se inician en clubes hípicos y a la brida, pero en mi época, no era lo más común. El veneno del campo me entró hasta el corazón, y en poco tiempo, podía decirse de mi eso que dicen los vaqueros de la "afición desmedía", que no es otra cosa que querer estar todo el día a caballo, y cuando estás pie a tierra, no quieres hablar y oír más que de caballos.

El veneno fue en aumento, y años más tarde, en mi mayor afán de conocer la disciplina, fui admitido para hacer un curso de juez de doma vaquera, obteniendo el diploma correspondiente, y con las felicitaciones de los que fueron mis maestros en el curso, Pepe Fuentes y Manuel Carvajal. Recuerdo muchas de las anécdotas vividas en aquel fin de semana que duró el curso, impartido en las instalaciones de la malograda Formades en el Rocío. En el curso había jinetes con muchas más horas a caballo que el que escribe estas palabras, pero en cambio, las cuestiones más técnicas solían escapar a su conocimiento, mientras que servidor, estaba siempre al quite de las mismas. El segundo día, en la comida, se me acercó un grupo de los del curso y me preguntaron:

- ¿Y tú dónde dices que tienes el picadero?- ¿Picadero? ¡Pero si por no tener no tengo ni caballo ahora mismo!- ¿Y entonces cómo es que sabes todas las cosas esas de bípedo diagonal y suh muertoh?- Ah, eso es fácil: la Guerniere, Fillis, Podhasky, Pierre Chambry...¿No los conocéis?- Que va, quillo, ¿esos quiénes son?

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No me extrañó que no conociesen a los grandes teóricos de la equitación (yo por entonces aun no conocía a Licart, que cuando gracias al Cura lo leí, dejó arrinconados a esos otros escritores ecuestres), ya que nunca conseguí que aquellos jinetes con los que siempre había montado, se interesasen lo más mínimo por la lectura, ni siquiera por las obras de Álvaro Domecq o Antonio Miura. Por lo tanto, no era nada nuevo para mi que buenos jinetes de vaquera, mejores que yo, no tuviesen la menor idea de los escritos considerados como clásicos. Es una pena, porque esos libros les ayudarían a pasar de ser buenos jinetes a grandes jinetes. Por fortuna, en el curso nos dieron algunos apuntes que sirvieron para aclarar las ideas de muchos.

Pero el libro que más me sirvió a mí, para el examen de juez de doma vaquera, y para el mejor conocimiento de la disciplina en general, fue sin lugar a dudas, el de Juan Llamas, titulado precisamente, Doma Vaquera. Este libro hace un análisis pormenorizado de los distintos ejercicios que ha de realizar el caballo de vaquera de concurso, pero está salpicado de anécdotas que hacen mucho más deliciosa su lectura, así como impregnado del buen saber ecuestre de su autor, quien por cierto, tiene en su haber otras muchas obras interesantes.

Pero tampoco nadie había leído al maestro Llamas en aquel curso. "No tengo tiempo de leer", me decían todos. Manuel Carvajal solía ser bastante más severo en sus comentarios, cuando preguntaba algo sobre lo que casi nadie conocía la respuesta, ya que para él, se trataba de conceptos que todo profesional ecuestre debía dominar, y ciertamente, estoy de acuerdo con él. Se trataba de fundamentos mínimos de biomecánica y fisionomía del caballo. En efecto, conocer algo de estas materias, es fundamental para todo aquel que quiera ir más allá del simple paseo a caballo. Si no hay tiempo para leer y estudiar, hay que sacarlo, porque nos ayudará a entender mejor al caballo, y por tanto, a montarlo mejor.

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El caso es que el curso finalizó, todos vivimos una buena experiencia y cada uno tomamos nuestro camino. Yo no tenía mayor intención que la de haber aprendido un poco más de la disciplina, y sinceramente, no albergaba deseo alguno de ejercer como juez en los concursos. Pero recibí una llamada (no diré de quién, que este mundo de la vaquera ya está bastante "caldeao"), en la que me daban la enhorabuena por mi examen, y me invitaban a hacer las prácticas de rigor que son necesarias antes de validar el título y poder ejercer.

"Estamos necesitados de jueces buenos, con formación, y nos ha gustado mucho tu examen", me decían en esa llamada. Así que me animé y empecé a ir a algunos concursos, pero en simple calidad de "libre oyente", ni siquiera acudí como secretario, pues antes quería familiarizarme al máximo

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con todo el sistema de puntuación y ver si las calificaciones que yo iba anotando para mi mismo, coincidían con las de los jueces. Fui a concursos de cierta entidad, en pueblos grandes y no tan grandes, hasta que fui al de Jerez de la Frontera, todo un clásico. Y allí vino el parón a raya. Yo ya había visto "cosas raras" en los otros concursos, pero bueno, nada que me llamase excesivamente la atención. Pero creo que en un concurso como el de Jerez, es inadmisible que a caballos que ya son más blancos que tordos, les den con Tipex en las heridas hechas con las espuelas, antes de salir a concursar. Cuando me quedé embobado viendo tal escena, a pocos metros de la pista y a un par de horas de comenzar el concurso, el jinete me miró al ver mi cara de asombro y me dijo que esos espolazos que traía el caballo eran para que "esté un poquito más sensible a las ayudas". Por lo tanto, el primer precepto de la FEI ("el caballo es el soberano"), se quedaba a la altura del betún.

Más tarde, tuvo lugar el concurso. Yo iba haciendo mis calificaciones y al final, comparaba con las oficiales. Como en ocasiones anteriores, algunas veces me aproximaba al criterio de los jueces y otras no. Siempre pensaba que aquellas diferencias provenían más del fruto de mi inexperiencia que de otra cosa, hasta aquel concurso de Jerez. Inexplicablemente para mi, el jurado daba al que para mi sin duda había sido el peor jinete, uno de los puestos de cabeza. Aquel señor, estaba en las últimas posiciones de mi calificación, y por una razón bien sencilla: carecía de asiento alguno, fue durante toda la reprisse fatal colocado en la montura, por no hablar de que iba hasta jorobado y lo peor, en los cambios de pie, parecía que iba a caerse por delante de la montura de un momento a otro. Es cierto que muchos jinetes vaqueros han cogido la costumbre de querer ayudar en exceso al caballo en los cambios de pie, y se vuelcan demasiado sobre los hombros de uno y otro lado del caballo, pero lo de este jinete era demencial.

En aquella época, contábamos con el programa de Antonio Bustos en Canal Sur, A Caballo, el cuál retransmitió dicha prueba.

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Viéndolo repetido por internet, no me quedaba duda, aquel jinete carecía de asiento y no se estaba quieto en la montura.Así que me animé a escribir al presidente del jurado del concurso, y con todo el respeto, le preguntaba qué cuáles eran los motivos para puntuar tan alto a un jinete que iba descabalgado prácticamente y que tan desastrosa imagen ofrecía. Y me respondió que el caballo había trabajado muy bien. Entonces le devolví respuesta citando a alguien de autoridad incuestionable: Don Juan Llamas. Extraje de la página 252 de su libro Doma Vaquera el siguiente párrafo, que debería ser tenido en cuenta por todo jinete que se precie, de vaquera o de lo que sea:

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Respondí citando a alguien de autoridad incuestionable:"¡Qué bonito es ver a un jinete emplearse con corrección y con naturalidad, con ayudas que apenas se adivinan y dejando la impresión de que todo cuanto se hace es fácil!. En esos momentos, la Doma Vaquera se eleva sobre la vulgaridad, se llena de luz y de gloria, acelera nuestro pulso y nos envuelve en sensaciones que se clavarán en nuestra memoria"

D. Juan Llamas, de su obra Doma Vaquera

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"¡Qué bonito es ver a un jinete emplearse con corrección y con naturalidad, con ayudas que apenas se adivinan y dejando la impresión de que todo cuanto se hace es fácil!. En esos momentos, la Doma Vaquera se eleva sobre la vulgaridad, se llena de luz y de gloria, acelera nuestro pulso y nos envuelve en sensaciones que se clavarán en nuestra memoria".

Vamos, justo lo que muy pocos jinetes de vaquera (de competición), hacen. No obtuve respuesta de este señor a mi cita de Juan Llamas. Ahí empezó mi desencanto con la doma vaquera de concurso. Primero, con una mayoría de jueces que puntúan de un modo que no acierto a comprender (algunos hay serios y bien preparados, pero los menos). Segundo, con los jinetes. Muchos, cuentan con un sobrepeso considerable, y no se dan cuenta de la imagen dantesca que arrojan con su barriga cayendo prieta sobre la perilla de la montura. Por no hablar de que un jinete obeso le hace mucho más difícil las cosas al caballo (hablo de eso en mi artículo sobre la importancia de la forma física del jinete en esta misma revista).

Pero el problema que a mi más me cuenta asimilar, es que la mayoría de los caballos de vaquera de concurso, no andan. ¿Qué ha sido del paso amplio y cadenciado de los caballos de los vaqueros de campo? ¿Por qué no se evalúa en pista? Vemos en cambio a unos caballos que mientras van al paso en su reprisse andan con pasitos de bailarina. Pero esto no es más que la consecuencia del sometimiento excesivo que tienen esos caballos, que van totalmente por detrás de la vertical. Moverán el mosquero, pero no andan como han andado los caballos de los vaqueros de campo, que llevan los caballos con la cara adelante, y no detrás de la mano como la mayoría de vaqueros de concurso y aficionados. Yo no se si es por las dichosas fotos que hay en todas las ventas, esas en las que sale la típica cara de caballo cruzado con cabezada vaquera, con la barbilla casi dando en el pecho, que todo el mundo, quiere que desde el momento que monta al caballo, esté

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con la cabeza metida y el cuello mal flexionado. Vas por una feria o romería, y todo el mundo igual, recortando riendas y obligando al caballo continuamente a esta postura, que tiene consecuencias físicas desastrosas (lesiones de cuello y dorso), a la par que le inhabilita para andar con un buen paso, amplio, alegre e impulsado.

Así que estas, y otras muchas razones, han ido haciendo que me haya convertido en un jinete de vaquera en el exilio. Hace mucho que no voy a un concurso, y el campeonato de España de Vaquera de hace un par de años, que venía en un DVD de regalo en la revista Trofeo Caballo, lo vi en compañía del Cura en casa con la comodidad que brinda el sofá y una buena pantalla de TV, y con la posibilidad de detener la imagen así como la de moverla a cámara lenta, para poder analizar fríamente las diferentes reprisses. Nos dio mucha pena lo que vimos. Apenas un par de caballos y jinetes habían trabajado bien. Por suerte, uno de ellos, fue el ganador, cosa que nosotros no supimos hasta el final del DVD, lo cual me reconcilia en cierto sentido con los jueces.

Tampoco voy a caballo ya a ferias y romerías (y a pie tampoco). No soporto ver cómo una gran mayoría de supuestos aficionados tienen todo el día a su caballo con el cuello encogido, creyendo que por eso, lo llevan reunido. Me duele ver como lo cinchan, aprovechando la inmensa fuerza que manda el sistema de poleas vaquero, con una cincha tan estrecha, que es un despropósito para esa zona tan importante del caballo.

Pero si sigo montando por el campo. Eso no lo dejo por nada. Y no son pocas las veces en las que pienso en que quizás mereciese la pena diseñar una montura vaquera que no pesase casi 25 o 30 kilos como pesan algunas, y hacerla más cortita para que no dañase el dorso del caballo, y ponerle una cincha más ancha y que no oprimiese el pecho cuando vaya apretada. Y en lugar de llevar una cabezada vaquera con el típico bocado de asa de caldera, llevarla con un hierrecito de menos mando, para que

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el caballo pudiese sentirse animado a tomar el contacto y a ir siempre con alegría. Lo mismo un día me animo.

También me gusta mirar algunas fotos, de vaqueros de verdad, que en vez de tanta oreja afeitada y tanta montura brillante, tienen a su caballo fuerte y musculado. Ves en las caras de esos caballos que disfrutan con su trabajo, y los ves con el cuello estirado, con la grupa fuerte. Son jinetes que dejan su cincha con unos deditos de margen, porque cuidan a su caballo. Ese jinete vaquero que se pasa horas montado, en lugar de tener todo el día al caballo en su cuadra y montarlo un rato en la pista, jinetes que prefieren tener un solo caballo, pero bien atendido y entrenado, que no unos cuantos a los que solo montan un rato y trabajan sin sentido.

Cuando ves un jinete y un caballo vaqueros de los de verdad, no hay imagen hípica que se le aproxime. El problema es que esos jinetes no suelen andar por las pistas, y es una pena, porque ellos son el ejemplo que debería cundir en este singular mundo de la doma vaquera, que es fruto de una tradición ecuestre española única en el mundo. El día que estos vaqueros campen por las pistas de los concursos, volveré como espectador, y mientras tanto, seguiré siendo un vaquero en el exilio, pero eso sí, el campo, no me lo quita nadie.

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José Manuel Sales Pons. Entrenador de jinetes olímpicos, caballista incansable, y poseedor de la que probablemente sea la biblioteca ecuestre más completa de España. Por encima de

todo, muestra dos grandes intereses: aprender continuamente, y transmitir lo aprendido. Ha entrenado y participado en todas las disciplinas hípicas existentes, aunque su faceta más conocida se ha desarrollado en el campo del salto, si bien, le interesa todo aquello que hombre y caballo pueden hacer juntos.

Ha colaborado en diferentes medios de comunicación, aunque últimamente viene haciéndolo sobre todo en la revista Galope, donde le encontramos en las primeras páginas ofreciendo su

particular visión analítica sobre los ejercicios ecuestres que comenta, y los cuales suele acompañar con fotografías de él mismo a caballo, por lo que todo lo que escribe, cuenta con el peso de estar probado y comprobado. Paralelamente, se ha preocupado en formarse en materias complementarias que le

permiten llevar su equitación a un nivel más profundo, aprendiendo de las experiencias que pueden extraerse de libros sobre filosofía o historia, entre otros. Es por ello que hace especial hincapié en que es realmente necesario incidir en la educación de los más jóvenes jinetes. Su experiencia en este

campo, le avala, pues pocos profesores pueden vanagloriarse de contar con una experiencia como la suya y sobre todo, que sigue poniendo en práctica cada día. Sus alumnos son sus mejores credenciales, y todos coinciden en el gran valor de sus enseñanzas.

El Equipo Ocurrencias Hípicas está comandado por:

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FERNANDO MOROTE IBARROLA. Ingeniero Agrónomo.

Nacido en Sevilla hace 46 años. 

Comenzó a montar a caballo desde muy joven con maestros como

Antonio Ignacio Vargas, Enrique Bidón, Rafael Jurado, Jesús Píriz y

sobre todos ellos, José Manuel Sales. Su andadura como jinete se

inicia en las disciplinas de monta española y doma clásica en la que

llegó a participar en diferentes competiciones nacionales llegando a

entrenar caballos de importantes y afamados jinetes. Posteriormente

practicó la disciplina de salto de obstáculos, en la que ha competido

en numerosos concursos nacionales celebrados en los diferentes

clubes de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Es un apasionado por la biomecánica y la genética del caballo,

materias en las que viene realizando desde hace varios años un

profundo estudio.

FÉLIX LARA CANOVACA. Ingeniero Agrónomo. 31 años,

natural de Palma del Río donde ejerce como profesional

independiente.

Jinete practicante de varias disciplinas hípicas y apasionado de

los caballos y del estudio de todo lo relacionado con

ellos. Alumno de José Manuel Sales y aspirante a enseñante de

los fundamentos de la equitación y biomecánica, materias a las

que ha dedicado su estudio en los últimos años adquiriendo

importantes conocimientos.

Y los que hemos trabajado en este nº1 de la revista Ocurrencias:

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MARCOS NÚÑEZ GARCÍA-DELGADO. Maestro de

educación especial, técnico deportivo en equitación nivel  2 y

diseñador nacional de recorridos de saltos de obstáculos. Natural de

Jerez de la Frontera.

Ha practicado la equitación durante más de 35 años, muchos de los

cuales ha estado dedicado a la competición de saltos en la que ha

participado con éxito en numerosos concursos nacionales.

Ha sido director de equitación en varios centros ecuestres,

realizando labores de entrenador de caballos y profesor de alumnos

para concursos hípicos. Discípulo practicante de las enseñanzas de

José Manuel Sales Pons desde que lo conoció  en el año 1991.

Actualmente compagina la enseñanza de la equitación con el diseño

de recorridos para concursos de saltos de obstáculos.

FERNANDO ACEDO LLUCH. Abogado, especialista en

derecho hípico. Ha competido durante 18 años en concursos de

Salto de Obstáculos bajo la tutela de su segundo padre, José Manuel

Sales “El Cura”. También ha ejercido como Juez Territorial de salto.

Cuenta con experiencia en la resolución de conflictos jurídicos

relacionados con la actividad hípica, al haber trabajado para la Real

Federación Hípica Española, la Real Federación Española de Polo,

el Comité Organizador de los Juegos Ecuestres Mundiales, Jerez

2002, la Federación Andaluza de Hípica, la Federación Hípica Balear,

la Federación Hípica de Galicia, la Asociación Española de

Gentelmen Riders, la Asociación Nacional de Doma Vaquera, la

Federación Nacional de Asociaciones de Acoso y Derribo, la

Asociación de Alta Escuela Española, el Real Club Pineda de Sevilla,

la Real Sociedad Hípica de Granada, el Marbella Club Hípica y otros

tantos Clubes, empresas y centros ecuestres de toda España.

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TOMÁS MATEO CUBERO. Coordina la revista Ocurrencias

Hípicas, y se encarga también de su maquetación y de sus

contenidos fotográficos.

Amante del caballo en su variante más amplia, su afán de

conocimiento por la historia del caballo, le lleva a cursar la carrera

de Estudios Árabes en la Universidad de Sevilla para profundizar en

la historia del caballo árabe.

Juez de doma vaquera por la FAH, escribe artículos en la revista

Galope, ha trabajado en la oficina de prensa de SICAB 2013 y

dirige y presenta el programa de radio Hijos del Viento, desde el

que se difunden los valores de la Equitación y un conocimiento

general del caballo.

Últimamente se viene interesando por el estudio de la mente

equina y los procesos de aprendizaje del ser humano que

intervienen en la Equitación. Ha practicado numerosos deportes y

Artes Marciales (es cinturón negro de Karate Goyu-Riu), y

defiende la importancia de la forma física de la amazona y el jinete

así como la realización de ejercicios pie a tierra que complementen

al trabajo de monta. Acérrimo defensor de la Equitación como

forma de vida y fuente inagotable de valores para los jóvenes.

Desde el año 1999, Fernando Acedo viene escribiendo en las mas

prestigiosas revistas especializadas, como son la Revista Ecuestre,

Revista Trofeo Caballo, Revista Galope, Revista del Club de

Enganches, Revista de la Asociación Nacional de Doma Vaquera,

Revista de la Federación Andaluza de Hípica, Revista el Caballo y el

Toro, en las que ha publicado numerosos artículos, además de

mantener una sección de consultas legales para sus lectores.

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Ocurrencias Hípicaswww.ocurrenciashipicas.com

¿Qué es la Equitación para nosotros?

Un modo de vida que comporta una serie de valores fundamentales, como el respeto a animales, entornos y personas, el afán de superación sin pisar a los demás, la constancia y el deporte, el estudio y la formación permanente.

En esos valores vivimos y con el los nos comprometemos, y asumimos la labor de difundirlos al máximo número de personas posible.

Un camino de conocimiento y mejora de la persona, y una vía de comprensión de las necesidades de los caballos.

Uno de los mayores logros del ser humano, pero que ha de adaptarse a la época de su tiempo, y esta es ahora el siglo XXI.

La Equitación es aprender a hacer gestos correctos para que el caballo nos entienda