núm. 7 noviembre de 2009 - anahuac.mx · hoy sólo le pido a dios que no permita que en tu vida...

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��Núm. 7 Noviembre de 2009

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Directorio C.P. David E. Gómez Fuentes, M.A. RECTOR Dr. Alejandro Montano Durán VICERRECTOR ACADÉMICO Lic. Ernesto Ramos Cordero, M.ED. VICERRECTOR DE PROMOCIÓN Y DESARROLLO Lic. Karen Beaton Arves, M.ED. COORDINADORA DE IDIOMAS L.C.C. Ma. Del Rosario Acosta Rivera RESPONSABLE DE LA PUBLICACIÓN

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Pasan los días y tú me quieres más, llenas mi vida de detalles

Que me hacen soñar, risas, juegos y momentos especiales

Momentos que hacen ser de mi vida una hermosa y alegre fiesta de placer.

No se cuándo comenzó todo, cuándo llegaste a mi vida,

Pero llegaste a ella sin avisarme, ni pedirme autorización

Sólo se que estás en ella y ya nada lo puede remediar

Eso que tú sientes por mí, eso que te hago sentir.

Tú compañía me hace feliz, pero un día el momento llegó

En el que tú dijiste…TE AMO

Y me preguntaste si yo correspondía a tu amor.

Esa pregunta todo lo cambió, calla, no hables, no digas ni una palabra más

No quiero terminar con esta bonita amistad.

Por el bien de los dos, es mejor separarnos,

Antes de herirnos es mejor separar nuestros caminos,

Ese amor que tú sientes, yo no puedo cambiarlo.

Pues no siempre en el amor salimos triunfando.

Quiero ser sincera, no quiero ser egoísta

Quero ser como tú eres, que perdonas, que amas.

Gracias por ese amor, ese amor que yo no puedo corresponder

Que tú has confundido, pues yo solo mi amistad te puedo brindar

Yo no puedo darte más.

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Sólo quiero agradecerte, por esta bonita amistad

Por el tiempo que me regalaste y porque siempre me supiste escuchar.

Porque fuiste más que un amigo, fuiste el hermano en él que yo pude

confiar.

Y una palabra de aliento siempre me supo dar.

Hoy sólo le pido a Dios

Que no permita que en tu vida haya dolor,

Que sientas en tus labios el dulce sabor

De un cariño que no puedo darte yo.

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UN MOMENTO….

Un momento me bastó para volver a ser feliz. Había llorado tanto y aun así no

podía sacarte de mi mente. Todas las noches en mis sueños aparecías dándome

de nuevo el amor que algún día me diste, pero que en realidad ya no me dabas.

No podía explicarme cómo tanto cariño se había ido tan rápido de nuestras

vidas. Pensamos que el nosotros era para siempre y me dolía en el alma saber

que ya nunca volverías porque un nuevo amor se había puesto en tu camino y

habías decidido seguirlo. Pero aun así de nada servía que siguiéramos luchando

por estar juntos, nos hicimos tanto daño que, aunque intentáramos hacer crecer

de nuevo el amor, las heridas del ayer vendrían a separarnos nuevamente.

Así que tomé la decisión de olvidarte, una decisión difícil de tomar.

Iba a olvidar a la persona que me enseñó el amor en todos los

sentidos, a la persona que le entregué todo mi ser sin excusas.

Pensé que moriría en el intento, era tanto mi dolor saber que ya no eras mío

y que me esperaba una gran soledad en mi destino. Mi vida se había ido contigo,

todas mis ilusiones y mis sueños estaban junto a tI. Ya no volvería a ser feliz, ya

no. Nunca iba a encontrar a una persona mejor que tú, mejor que tu sonrisa,

mejor que tus besos, mejor que tu mirada, mejor que tu forma de ser.

Estaba cansada de sufrir por los recuerdos que de mi mente se apoderaban y

que cada segundo eran más y más. No soportaba la presión de saber que tenía

que borrarlos porque sólo me perjudicaban y podían llegar a matarme.

Así fueron largas semanas de dolor, hasta que un día, cuando mi corazón

estaba sin fuerzas para palpitar, decidida a vivir en la tristeza por el

resto de mi vida, a saber que simplemente ese era mi destino sufrir por tu

ausencia. Sabía que había tenido al amor de mi vida en mis brazos y no había

podido valorarlo ni entregarle todo el cariño que se merecía y al contrario

lo hice sufrir, lo hice llorar y yo misma sin darme cuenta lo fui alejando

poco a poco de mí sin pensar el error tan grande que cometía.

Ese día, un momento me bastó para volver a ser feliz.

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Sostuviste mi mano con gran delicadeza, me llevaste hacia tI y poco a poco tus

brazos fueron cubriendo todo mi cuerpo. Mis piernas no resistían, no paraban de

temblar, había pasado ya mucho tiempo de no tener contacto físico contigo.

Mi corazón palpitaba fuertemente como nunca antes lo había hecho y las lágrimas

empezaron a cubrir todo mi rostro. Levantaste mi cara y me miraste fijamente

haciéndome olvidar todo. Tu mirada me mostraba el mundo del amor, un mundo

en el que había dejado de creer. ¿Cómo podía ser posible que mi vida ya no viera

ese mundo? Si es lo más hermoso, puro y verdadero que puedes ver durante

toda tu existencia. Todo era tan inexplicable que muchas interrogantes empezaron

a inundar mis pensamientos. Tu rostro cada vez se acercaba más al mió. Mi

corazón seguía palpitando a gran velocidad. Pensé que me desvanecería en tus

brazos porque ya no tenía fuerzas para sostenerme. Y me diste un gran beso. Un

beso como ninguno otro. Tus labios tan suaves tocando mis labios, sedientos de

amor, hicieron que recobrara fuerzas para poder besarte con toda la pasión que

en ese momento surgía. No lograba entender por qué pasaba, pero era tan bello

que me concentré en el amor que brotaba de nuestra piel con la magia de un

beso. En unos instantes me recargué en tu hombro y no pude aguantar el llanto.

Esto era lo que mi corazón añoraba, ésta era la medicina perfecta para curar mi

alma, éste era el remedio para volver a la felicidad. Me secaste las lágrimas y me

diste un gran abrazo. Yo respondí dándote uno también con toda la fuerza que mi

ser tenía. Me volviste a llenar de vida. Volviste a hacer que creyera en una razón

por la cual vivir. Tu mirada otra vez está fijamente a la mía. Sonríes y tus labios

tocan lentamente mi mejilla. Me dices que ésta es nuestra despedida, aquella que

nunca tuvimos porque estábamos llenos de coraje en el momento en el que nos

separamos. En esos instantes lo único que pude hacer fue sonreír y volver a

llorar. ¿Por qué llorar si debería estar feliz? Pues, simplemente porque me daba

cuenta que era la última vez que tocaba tus labios, la última vez que te tenía tan

cerca y la última vez que nuestros corazones sentían la esencia del amor de un

nosotros. Besé tu mejilla y dije gracias. Tenía tanto que agradecerle. Junto a él

crecí, viví, descubrí, sentí, lloré, reí, jugué, soñé, y lo mejor, conocí el significado

del verdadero amor.

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Dimos la media vuelta y cada uno continuó su camino. Caminos que alguna vez

fueron uno solo, pero no era su destino seguir juntos. A pesar de saber que en

verdad era la última vez que te tenía tan cerca de mí, volví a sonreír.

Recobré fuerzas para poder seguir avanzando en mi destino asÍ como tú

avanzabas en el tuyo. Ese día, nuestra despedida, logró que pudiera quitar ese

nudo que me tenia atada a ti y que me hacia sufrir tanto. Seguí mi camino, pero

ahora llena de vida, llena de ilusiones, llena de metas y llena de felicidad.

Sigo recordando nuestros bellos momentos juntos, ya no llorando, sino sonriendo.

Dándome cuenta que sólo un momento, un mágico momento me bastó para volver

a ser feliz.

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CUARTO CONCURSO DE ENSAYO

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El pasado 5 de octubre se realizó la Ceremonia de Premiación del Cuarto Concurso de Ensayo

“Ensayando en Valores”, el cual tiene como finalidad desarrollar las actividades de lecto-escritura

entre el alumnado de licenciatura.

En esta ocasión participaron 18 alumnos con sus ensayos, resultando ganadores

Juan Carlos Rendón Aguilar, alumno del primer semestre de la licenciatura en Filosofía con el primer

lugar, quien ganó con su ensayo titulado “ La valentía de Platón a nuestros días”. Él se hizo acreedor

de una Cámara Canon powershot, con capacidad de 32mb y 7.1 megapixeles y de su diploma que lo

acredita como tal. El segundo lugar lo obtuvo el alumno de tercer semestre de la carrera de

Ingeniería Química, Samuel Zapién Castillo, quien recibió un Ipod Shuffle con capacidad de 4 gb, y

el tercer lugar fue obtenido por José de Jesús Martínez Contreras, alumno también de la licenciatura

en Filosofía, quien también recibió un Ipod Shuffle con capacidad de 1 gb.

Este evento fue organizado por la Coordinación de Idiomas, la cual es dirigida por la Lic. Karen

Beaton A., a través de su área de Español, de la cual es responsable la Lic. Rosario Acosta Rivera.

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La valentía: de Platón a nuestros días� �“A los de buen juicio para el gobierno de la ciudad y a los decididos les toca regir las ciudades, y lo justo es que ellos tengan más que los otros, los que gobiernan más que los gobernados”. Esta es la idea de justicia de Calicles. En el “Gorgias” Platón nos relata algunos diálogos entre Sócrates y sus amigos. Primero con Gorgias, continua con Polo, y después entra en dialogo con Calicles.�Calicles no es en absoluto, el único que ha dirigido su mirada en esta superioridad, también otros pensadores como Herbert Spencer, Nietzsche e incluso Darwin han encontrado esa constante en la naturaleza. El que es más fuerte tiene la facilidad sobre el que es débil. Pero entonces nos topamos, como Calicles, con las leyes puestas por el hombre, que se contraponen a la ley natural. Al ser más los débiles acomodan las reglas de forma tal que queden limitados aquellos a quienes por naturaleza les corresponde más.�Y es que, observando a la naturaleza podemos ver que Calicles no está en un error.� El león más fuerte exige y gana su comida, y en las manadas son los machos más fuertes los que ganan su derecho a aparearse. Y si así es como actúa la naturaleza, por tanto, aunque no es una conclusión definitiva, sabemos al menos que así actúa la naturaleza. ¿No será que así es como el hombre, que no vive al margen de la naturaleza, sino que la refleja en cada aspecto de su vida, debe regirse también?¿O que las leyes de la fuerza se deben establecer para dar paso a una superación como especie, muy al estilo de Nietzsche?¿O quizá el valor, que toma el centro de la conversación, y que será el que aquí trataremos nosotros pueda tener un sentido trascendente, que no solo sea ubicado en cuanto a la fortaleza física o al poder que procede del dinero o de posiciones ventajosas, sino también en cuanto a la posición respecto a las propias creencias, al crecimiento propio, espiritual y psíquico, y el control de nuestro ser ordenándolo hacia un bien mayor?�Para poder entender los puntos anteriores debemos tener en cuenta los puntos de vista de Calicles y Sócrates, y también echarle un vistazo al contexto del dialogo. Hacia el final

de la conversación entre Sócrates y Calicles el primero toma la palabra y termina en un monologo, en el que lo resume todo, pasando rápido por la diferencia entre lo agradable y bueno y pasa a observar que las cosas buenas deben llevar un orden, y termina aceptando que para ordenar el cuerpo y el alma hay que castigar ciertas pasiones que de otra forma no se podrían corregir, y que por fin, llegando a esta bondad se podría gozar de la felicidad en la vida. Durante todo el trayecto de la conversación la palabra griega�ανδρεíα,�que se traduce al español como valor o valentía, encuentra un lugar especial. �Nos enfocaremos al sentido socrático que corresponde al de tener el valor de aceptar que tenemos pasiones que no nos llevarán a nada más que a nuestra destrucción. Debemos observar que ahora el cambio que se da en la forma de entender esta palabra no corresponde al cliché de las películas de acción donde el protagonista es más valiente entre más esforzado o atrevido sea. Es el cambio entre un héroe valiente cuyo valor es medido por el numero de “malos” que mata y entre al hombre sensato que se hace frente a sí mismo. Es la diferencia entre la valentía de aparente arrojo a lo desconocido ante la valentía de un verdadero arrojo al camino de la virtud. �Y es que nos podemos perder en esta idea que la sociedad se crea, y que conviene a la falta de conciencia popular y terminar por no ver esta idea del valor interior en absoluto. �Ahora bien, tampoco debemos pasar por alto que nuestra sociedad está regida en un grupo de normas y en un código moral que proviene de la ideología cristiana, que a su vez fue traída desde un continente donde ésta misma se consolidó sobre la base que estos personajes propusieron y otros afianzaron más tarde. Es por esto que me cuestiona que la comunidad de esta era postmoderna adopte con tanta facilidad esa cobardía frente a sí y que tenga en tanta estima la valentía de pantalla que, a mi parecer, nada vale. Usted tendrá su propia opinión, y la mía puede o no gustarle.�Continuando con este tópico tomemos en cuenta que en esta cultura de base cristiana los valores son elogiados y muy “ponderados” a la hora de decir palabras bonitas, y copiosas alabanzas les son dadas a aquellos que son importantes, pero poco de esto� refleja sinceramente la valentía de la

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que estamos hablando. Antes es más fácil que las personas piensen cosas completamente contrarias sobre estas virtudes que tanto alaban, y está esto muy claro para cualquiera que observe la incoherencia de las actitudes de la gente.�Por eso hoy la reflexión de estos temas y de la cultura de vida cristiana (no siendo necesario practicar la fe católica o ninguna otra, sino simplemente respirar en el ambiente de nuestra cultura)�nos lleva a ver la valentía socrática, valorarla y vivirla, desde los ojos modernos, donde se necesita más valor para no hacer lo que el mundo nos apremia, solo porque nos es casi exigido por la sociedad.�Claro que también hará falta en algunos casos una adecuada educación que no forme a la persona con un código moral impuesto, sino uno que sea comprendido y desde la comprensión sea aceptado. Creo que esto es un punto vital, pues la valentía que propone Sócrates, y que yo apoyo, no se logrará sin la aceptación de un propio código moral que

exija a la misma persona el autocontrol y la fuerza de voluntad. Este era precisamente el primer problema de Calicles, entender que la bondad de los actos no siempre corresponde a nuestros apetitos y a nuestros deseos o dolores.��Aprendamos a movernos en la dirección en la que nuestro espíritu realmente encontrará el crecimiento. No nos dejemos arrastrar por las pasiones que nos esclavizan. Encontremos la verdadera libertad. Y así como Calicles convenzámonos de que es mucho más valiente el que se hace frente, el que se anima a crecer, el que no se esconde en una apariencia de fuerza exterior para disimular que no puede dominar lo que tiene dentro. Entendamos que los verdaderos dolores y necesidades a satisfacer son aquellos que nos conducen por un camino deseable. Y finalmente seamos nosotros los que controlemos estas hambres y no éstas a nosotros. ¡Caminemos con los pies de la razón!� �

�Levesque�(Juan Carlos Rendón Aguilar)�

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LA PÉRDIDA DE LA PALABRA

( Phineas)

El ser humano no llega de manera aislada a este mundo.

Desde el momento mismo de su concepción, se generan una

serie de interacciones e interrelaciones que le dotan de un

revestimiento de carácter social, y que se manifiesta en la

ineludible convivencia dentro de un grupo conformado por

individuos que ostentan elementos en común, y en el cual se

desarrollará con la aspiración de tender hacia la plenitud.

Pero a lo largo de todo este extenso proceso de evolución

grupal y comunitaria, el ser humano tiene que valerse de

ciertos códigos sistematizados que le hagan posible la

efectiva expresión de sus ideas y necesidades para alcanzar

exitosamente los objetivos planteados en lo personal y en lo

colectivo. De ahí, que resulta quimérica la noción aislada de

hombre y comunicación, pues ésta ha dejado ya de ser una

herramienta dispuesta al servicio del hombre, sino que más

allá, se ha convertido en todo un arte imprescindible para la

preservación de todo lo humanamente concebido. No es

exagerado conferir tanta importancia a la comunicación y al

uso responsable, inteligente y adecuado de los medios y

procesos para llevarla a cabo. Entender la capital relevancia

de promover una comunicación efectiva resulta tan simple,

como lo es el hecho de evocar a la humanidad en una

hipotética situación en la que no exista manera alguna de

comunicarse; simplemente seria irreal. Desde el preciso

instante en que son introducidos dos elementos a de un

sistema, es fundamental buscar las instancias que sean

precisas para lograr su coexistencia incluso si operan bajo

condiciones y con miras distintas. Dichos elementos deberán

entablar de alguna u otra forma, vínculos de comunicación

que permitan su propio funcionamiento como individuos y

como conjunto, de otra manera, si no se propicia o si

resultara imposible desarrollar cualquier tipo de

comunicación, la consecuencia sería caótica. Si somos

analíticos, podremos caer en la cuenta que todo problema

generado y todo desastre experimentado provienen

invariablemente de la ausencia o deficiencia de

comunicación, ya sea entre seres humanos, o entre el ser

humano y los procesos naturales. De ahí, que es pertinente

que el hombre aprenda a comunicarse con sus semejantes

de una manera clara y ordenada, y aunque parezca extraño,

también debe comunicarse con la naturaleza; pero

obviamente no una comunicación lingüísticamente

concertada, sino bajo el entendido que comunicar es un

camino de dos vías en el que se tiene que aprender a

interpretar los signos manifestados por el emisor, y a la

inversa, emitirlos con la riqueza suficiente para que el

receptor pueda realizar su labor en el ciclo de la

comunicación. Es decir, la comunicación conlleva un

ejercicio de entendimiento recíproco hacia la persona o

proceso con el que se relacione, y en caso que se trate de un

ente inanimado, involucra también el respeto de su

desenvolvimiento natural y de la búsqueda de áreas de

concordancia. La comunicación no es exclusiva del ser

humano, pues cualquier conjunto organizado precisa de

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comunicación entres sus miembros para conservar dicha

organización. Así, los animales que constituyen manadas,

colonias, enjambres y demás, deben tener formas expresivas

para que sea posible mantener unido al grupo, por lo que es

necesario desarrollar formas de comunicación. El hombre ha

sido dotado no solo de una anatomía y fisiología apta para

expresarse, sino que también ha sido facultado con

habilidades intelectuales de índole superior que le posibilitan

infundirle a sus expresiones cierto grado de sistematización

hasta llegar a construir los complejos códigos de

comunicación que usamos actualmente, es decir: nuestro

lenguaje. El lenguaje es un elemento cultural inmaterial que

ha estado acompañando al hombre a lo largo de toda su

existencia, y lo podemos ver vigente en todas las etapas de la

evolución de la humanidad, pero manifestado de distintas

maneras de acuerdo al propio bagaje cultural de cada grupo

social. El lenguaje es tan complejo como el hombre mismo, y

no sólo conlleva el habla, sino también las grafías y la

expresión corporal. De ahí, que el impedimento físico para

hablar no conduce a la imposibilidad de comunicarse, pues

se han desarrollado distintos medios para homologar los

diversos sistemas de lenguaje que puede haber, según los

recursos y condiciones que se presten. El lenguaje está

íntimamente relacionado al concepto de hombre como ser

físico y trascendente, pues es útil tanto para la expresión de

necesidades mundanas y elementales, como para el

desarrollo científico y así también, para la catarsis de las

emociones e ilaciones de pensamiento más sublimes, propias

de la dimensión espiritual del ser humano. La riqueza del

lenguaje es tal, que no conoce límites para la expresión de la

razón humana. Siempre existirá una articulación gramatical

para dar a conocer las experiencias más intrépidas, los

sentimientos más arraigados y los razonamientos más

elevados que el hombre puede conocer. Lo maravilloso del

lenguaje es que una misma idea se puede intensificar o

matizar, realizando una correcta selección de palabras para

expresarla. Es asombroso cómo el lenguaje siendo algo tan

humano, puede llegar a tener alcances infinitos. El hombre

se ha percatado lógicamente de la magnitud de la relevancia

del lenguaje y en general de la comunicación, pues se ha

dado a la tarea de asentar mediante el respaldo legal, el

derecho puro que tenemos todos los seres humanos a

comunicarnos libremente, ya inclusive en la cúspide del

triunfo del Siglo de las Luces, es decir, en la Declaración de

los Derechos del Hombre y del Ciudadano, legado perenne

de la Revolución Francesa de 1789, se ponía de manifiesto

que la comunicación libre y responsable de pensamientos y

opiniones constituye uno de los derechos más preciados para

el hombre; asimismo, nuestra Carta Magna nacional recoge

en su artículo sexto la garantía de la libertad de expresión

para el pueblo mexicano. Para el infortunio de la sociedad

entera, actualmente se nos presenta una situación crítica de

pobreza en nuestro lenguaje. Cotidianamente se escuchan

frases y términos que rayan en lo infame y que erosionan la

grandeza del inmenso monumento construido a lo largo de

generaciones y generaciones de hombres que han estado

dispuestos a perfeccionar nuestra lengua para que siga

vigente, dinámica y activa. Así como es digno de asombro el

encontrar en nuestro lenguaje uno de los legados más ricos

que hemos edificado para nuestro bien, igualmente es

asombroso ver como vamos perdiendo literalmente las

palabras queriendo desplazar la maravilla de nuestro

lenguaje por términos vagos que suenan más como vicios de

la lengua y que dañan a nuestra cultura. Es verdaderamente

lamentable darnos cuenta que se ha perdido el gusto por el

virtuoso hábito de la lectura, es penoso que los

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representantes de las instituciones y dependencias más

importantes de nuestro sistema de organización social usen

un lenguaje mediocre, viciado y que ya no transmite nada.

Resulta angustiante reconocer que la única gramática que

aprendemos es la de aquéllas palabras que atentan contra

nosotros mismos, que fomentan la cultura de la mentira y que

deterioran nuestra dignidad. Es triste saber que se ha

perdido el interés por la redacción y por el discurso elocuente

y objetivo, rechazando de esta manera el tesoro que se nos

ofrece en el hábito de cultivar y practicar plenamente nuestro

lenguaje, dejando esta tarea en manos de unos cuantos

“anticuados” que se preocupan por la preservación de una

lengua que se resiste a perecer en las fauces de la

indiferencia y la irreverencia en el ámbito de la comunicación.

En este punto, es importante detenernos para analizar las

evidentes causas que han provocado el detrimento del

lenguaje que se emplea comúnmente en nuestra época. El

primer paso, consiste en reconocer la suprema valía de

nuestro lenguaje, como la forma más significativa para

entablar la comunicación. No es justo menospreciar el

tiempo y el esfuerzo que ha destinado la humanidad en la

creación de lenguajes sistematizados que hoy en día nos

permiten desenvolvernos con mayor facilidad y naturalidad.

Una vez que se ha reconocido la importancia de la

preservación dinámica de nuestras formas de comunicación,

es conveniente entonces detectar las fuentes masivas que

propician las aberraciones en nuestra comunicación: la

irresponsabilidad de los medios de comunicación y el uso

inapropiado de las nuevas tecnologías de comunicación.

Pareciera que la mayoría de los medios masivos

de comunicación, en lugar de fomentar el análisis crítico y

constructivo de la información y de la práctica correcta de

nuestro lenguaje, por el contrario, alientan el quebranto del

vocabulario y del criterio de las personas, al admitir el uso de

términos inadecuados, de información poco fundamentada y

de redacciones pobres de contenido y lenguaje propio, pero

ricas en cuanto a propaganda y confusión se refiere. La

situación sugiere que muchos de los medios sólo se

preocupan por decir a la gente lo que quiere escuchar, sin

inquietarse por la manera en que lo hacen. La ortografía ha

dejado de ser un conjunto de lineamientos para escribir

propiamente, y se ha convertido en un lastre pesado que se

evita de sobremanera. Y es aquí cuando entran en cuestión

las nuevas tecnologías de comunicación: sobretodo el

Internet y la comunicación en línea. En lugar de que el

Internet y la multimedia impulsen la divulgación auténtica de

la información, se han convertido en espacios y medios para

contagiar las deficiencias del lenguaje, para adoptar y

practicar faltas de ortografía y concordancia y para enajenar

al individuo y propiciar que las relaciones sean cada vez más

frías y distantes. Los medios de comunicación y las nuevas

tecnologías no son en sí malas, por el contrario, han nacido

para facilitarnos las relaciones y para alentar la

comunicación, sin embargo, es el hombre quien bajo el

imperio de la pereza y la irresponsabilidad, hace mal uso de

ellos y provoca una avalancha de incongruencias que si no

detenemos, terminarán por arrasar con el patrimonio

lingüístico de la humanidad. El verdadero problema no radica

en que reemplacemos una letra por otra, o que gustemos de

emplear muchos términos coloquiales. El punto, es que se

nos ha llegado ha convertir en un mal hábito traducido en

defecto y como es tan natural escucharlos, decirlos y

tolerarlos, terminaremos por deformar grotescamente el

sentido original de la comunicación y del lenguaje. Ahora

bien, es importante detectar las líneas eficaces de acción

para evitar la pérdida de la palabra. Aunque luzca trillado, la

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lectura es indudablemente el elíxir perfecto para curar nuestra

aguda crisis de comunicación de calidad. Pues como lo

expresara oportunamente el propio “Manco de Lepanto”: “el

que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. En

efecto, la lectura ha sido, es e indudablemente continuará

siendo el medio por excelencia para la ampliación de nuestro

acervo cultural, para la adopción de un léxico más variado,

para generar confianza y fluidez en el habla y en la expresión

escrita, y simplemente para hallar en la maravilla del ingenio

de un autor, una historia que hable por sí misma y que incite

nuestros sentimientos y habilidades de pensamiento. La

historia como ciencia tiene su origen con la aparición de la

escritura; los documentos oficiales y compromisos legales

deben estar asentados por escrito para denotar su validez.

Esto nos habla de que la escritura es considerada como algo

muy importante, no sólo para el proceso de comunicación,

sino para el desarrollo de la vida misma del hombre, dada la

exigencia de responsabilidad y deber que conlleva, pues al

escribir algo, se pone de relieve el compromiso del autor para

emitir algún argumento, pactar un contrato, declarar cierta

información o atestiguar algún hecho; por tanto, la escritura

es un ejercicio excelente para plasmar de la manera más

explícita todo lo que se genera en nuestra mente, y es por

ende, otro medio para solventar la crisis de la palabra y la

comunicación. De igual forma, es recomendable el uso de

términos diversos y la adopción de un estilo propio más no

monótono para hablar y escribir; con esto no hago referencia

a que debemos expresarnos mediante el empleo exclusivo de

términos rebuscados y tecnicismos, con tal pomposidad, que

se torne complicada la transmisión efectiva de nuestras

ideas, pues sería tan perjudicial para el fomento de la

comunicación, como lo es el uso deficiente del lenguaje;

simplemente debemos tomar el lenguaje con la seriedad

meritoria, asumir nuestro rol como practicantes de la lengua,

y seguir trabajándola y perfeccionándola para heredar a las

generaciones venideras una lengua más pulcra y con áreas

de oportunidad al mínimo. Lo importante es ser claros,

precisos y consistentes sin desvirtuar lo establecido. Sería

insensato cerrar los ojos y hacer como que nada pasa, y

seguir hundidos en nuestro océano de fallas en la

comunicación. Si algo necesitamos como personas, como

sociedad y como país, son líneas de comunicación más

claras y más efectivas. Sencillamente reflexionemos sobre

cómo establecer funcionalmente nuestras instituciones

públicas, cómo atacar el grave problema de seguridad

nacional que constituye la inmundicia del crimen organizado,

cómo remediar una contingencia sanitaria que no hace más

que recordarle al hombre cuán vulnerable es, cómo reactivar

una economía caída, cómo hacerle frente a una inminente

crisis de valores, si la ciudadanía y sus representantes

políticos no están dispuestos a comunicarse, ni a pactar

acuerdos, ni a buscar por medio del diálogo el bien común.

Viendo de esta manera el alcance de la comunicación como

medio para solucionar problemas mucho más tangibles y

preocupantes, podremos llegar a valorar la verdadera

importancia que constituye la promoción de una

comunicación de mucha más calidad, con ausencia de vicios

y orientada siempre hacia el bien. No debemos seguir

permitiéndonos subir al tren de la indiferencia y del

conformismo, corriendo al ritmo acelerado de una vida

carente de sentido. No podemos mantenernos apáticos ante

un problema que pareciera no ser serio, pero cuya causa y

consecuencia somos nosotros mismos, y que demerita

nuestra supuesta superioridad como raza sapiente. El

lenguaje, como medio primordial de comunicación humana

debe ser reflejo de nosotros mismos y debe conducirnos al

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encuentro de las soluciones pertinentes a los problemas más

agobiantes que presenciamos. No callemos por temor a

equivocarnos, pues la mayor equivocación, es no temerle al

silencio. Debemos provocar el resurgimiento en la práctica,

de la riqueza de nuestro lenguaje para pregonar nuestros

pensamientos libre y responsablemente, de tal manera que el

eco de la voz de quienes necesitamos romper el silencio

resuene por siempre en los oídos de la posteridad.

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EL VALOR DEL AMOR

(El Santillos)

En nuestra actualidad es muy difícil y raro a la

vez hablar sobre el amor y de la gran importancia que

éste tiene como valor para la mayoría de las personas.

Cuantas veces nos hemos hecho esta pregunta ¿Qué

es el amor? ¿Cuál es la importancia que tiene? ¿Será

acaso necesario practicar el amor? ¿Por qué?

Vivimos en una sociedad comúnmente conocida como

la cultura de la muerte, la cual se encuentra inmersa en

problemas, violencia, drogadicción, muerte, guerras,

maltratos, abusos, placer y consumismo, entre muchas

otras circunstancias que resultan muy perturbadoras

para la mayoría de las personas y que al parecer, nos

hacen caer en la cuenta de que el amor ya no es

indispensable practicarlo, y sobretodo, conocer cuál es

el verdadero sentido que tiene. El amor visto desde el

ámbito de la fe, se le conoce como caridad. La caridad

es una de las tres virtudes teologales propuestas en la

fe católica y mediante ella “amamos a Dios sobre todas

las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos”

(Cfr. CIC 1822). Y de estas tres virtudes el amor es el

esencial.

Un ejemplo que expresa una mayor claridad

acerca del amor, es el primer mandamiento de la Ley

enseñado por Jesucristo: “Maestro, ¿Cuál es el

mandamiento mayor de la ley?” El les contestó:

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con

toda tu alma y con toda tu mente. Este el mayor y el

primer mandamiento. El segundo es semejante a este:

Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos

mandamientos penden toda la ley y los profetas”. (Mt

22, 34-40). Todo queda resumido en una sola palabra,

que expresa más de lo que podemos decir. Para san

Pablo la caridad es una virtud que trasciende más allá

de nuestras capacidades humanas, la cual tiene que

ser el elemento fundamental en nuestro actuar: “La

caridad es paciente, es amable; la caridad no es

envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es

decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en

cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra

con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo

espera. Todo lo soporta. La caridad nunca acaba”. (Co

13, 4-8), “y tiene por frutos el gozo, la paz y la

misericordia”. (Cfr. 1Co 13).

El amor trasciende fronteras inimaginables,

ya que Dios mismo nos lo ha querido demostrar de una

manera tan inefable y con el mayor acto de amor que

tiene a la humanidad: “En esto consiste el amor: no en

que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que el

nos amó y nos envió a su Hijo como victima de

expiación por nuestros pecados”. (1Jn 4, 10). Y cuan

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grande fue el amor que Dios nos tuvo, que nos ofreció

a su Hijo Unigénito en sacrificio, para salvarnos de la

esclavitud del pecado de una manera tan admirable,

que nos resulta difícil comprenderlo: “Tanto amó Dios

al mundo, que le dio a su Hijo Único, para que todo el

que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”.

(Jn 3, 16). Es notable apreciar que en la Sagrada

Escritura Jesús da un valor sublime a este don, ya que

trasciende nuestra mentalidad y nuestras capacidades

humanas, es decir, nos lleva a actuar de una manera

sobrenatural. Así se expresa Jesús, cuando

dirigiéndose a sus discípulos, les hace tomar

conciencia de la importancia que debe tener este gran

valor: “Este es el mandamiento mío: que os améis los

unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).

Si para Jesús el demostrar y hablar de amor es algo

importante, tiende a pedir a todo aquel que crea en Él,

el ser testigo de esto que experimenta con su propia

forma de vivir y actuar: “Si alguno me ama, guardará

mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él, y

haremos morada en él”. (Jn 14, 23). “Pues el amor a

Dios consiste en guardar sus mandamientos”. (1Jn 5,

3). Pues el que ama es compasivo y lo manifiesta con

los hechos, es decir, que por medio de las obras

demuestra cuánto amor tiene hacia los demás: “Nadie

tiene mayor amor que el que da la vida por sus

amigos”. (Jn 15, 13). Pero no solo basta decirlo

solamente con palabras, sino con el corazón, es decir,

demostrarlo realmente. Y por medio del Evangelista

Dios nos habla de esta manera: “Si alguno dice: Yo

amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso;

pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no

puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos

recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios,

ame también a su hermano”. (1Jn 4, 20-21). Si de

verdad reflexionamos esto, nos damos cuenta que el

amor sobrepasa todos los demás valores, y que por

amor tenemos que hacer todas las cosas, sin esperar

nada a cambio, como nos dice el mismo apóstol San

Pablo: “hay mayor alegría en dar, que en recibir” (Hch

20, 35), de manera que la culminación de todas

nuestras obras sea el verdadero amor. No existe cosa

alguna por más difícil o fea que sea que el amor no

pueda vencer. El amor es algo eterno, y lleva al

hombre a contemplar los misterios más sublimes

terrenales y divinos que estén dentro de sus

capacidades, y aún aquellos que Dios le permite. De

manera que “Quien no ama no ha conocido a Dios,

porque Dios es amor” (1Jn 4, 8), y si sabemos que Dios

es amor, cabe mencionar que el verdadero amor

vence todos los temores e incluso a la misma persona

que lo experimenta.

Ante esto que encontramos en la Palabra

divina podemos decir que para el hombre el amor viene

a ser un medio y a la ves un fin con el cual le da un

toque especial a su misma persona y a los demás, así

mismo es también un reto pues si los hombres

realmente conociéramos el verdadero amor podríamos

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hacer de nuestro entorno algo diferente, es decir,

transformaríamos nuestra persona, familia y sociedad.

Sin embargo, en nuestro entorno y en nuestra

actualidad, es fácil malinterpretar el sentido verdadero

de ésta palabra, es decir, se rebaja el término a

conceptos meramente sexuales o placenteros. Y por

consiguiente las consecuencias de esto son graves y

degradantes para muchas personas. Hay que aclarar

que todas aquellas acciones que se oponen a lo

mencionado e incluso que conllevan a un sufrimiento

en medio del vacío existencial no tienen nada que ver

específicamente con el amor, sino que son

sentimientos contrarios que hacen de la persona un ser

irracional. En conclusión, el amor o caridad visto

desde el punto de la fe, nos debe llevar a la comunión

con los demás, no solo con aquellos que nos

relacionamos constantemente o diariamente, sino que

debe comprender a todos los miembros o personas

entre si, es decir, contribuye a la unión de los

corazones y los vincula indisolublemente a Dios, que

es nuestro único bien.

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# ��# ��# ��# �� La palabra, comunicación eficaz.

Hablar es un arte cuando se hace

bien en cambio cuando no nos comunicamos

de manera correcta pueden crearse

conflictos difíciles de resolver. Somos seres

humanos, entre otras cosas, porque tenemos

el privilegio del habla pero hay veces que

convertimos este privilegio en una

incompetencia. Muchos de los problemas

que debemos enfrentar día a día van

relacionados con la manera de expresarnos y

comunicarnos, otros, nos enfrentamos a la

incapacidad de ser escuchados. De algún

modo u otro todo tiene que ver con la

palabra, con la comunicación. No pretendo

demostrarles como hablar, yo misma tengo

problemas a la hora de expresarme pero

entiendo que la palabra es esencial para el

buen entendimiento. Pretendo hacer

conciencia de la importancia que se le debe

dar a la comunicación efectiva, no solo de

manera oral sino también escrita pues la

palabra ha sufrido innumerables cambios a lo

largo del tiempo haciéndola a un lado y no

dándole el lugar que debería ocupar. Los

tiempos cambian y con ellos la palabra va

deformándose. Reflexionando nos damos

cuenta que si pudiéramos comunicarnos y

usar ese don de la palabra de manera

correcta muchos serían los beneficios que

obtendríamos. El comunicarnos

efectivamente es esencial para lograr el éxito

ya sea en nuestra vida personal o

profesional, pues, pongámonos a pensar

aquélla vez que olvidamos decir un recado tal

y como era, cuando decidimos guardarnos

algo por temor a ser ridiculizados o cuando

dejamos a un lado las palabras correctas

para expresarnos de otra manera. Muchos

podemos pensar ¿por qué la palabra es

importante? Es una pregunta fácil de

contestar, ¿hemos pasado un día sin el uso

de la palabra? No, los que tenemos la

capacidad de hablar día con día la utilizamos

ya sea de manera efectiva o de manera

incorrecta, pero esta presente día a día. La

palabra no debe de ser menospreciada al

contrario hay que darnos cuenta de que sin

ella los conflictos serían mucho más

grandes. ¿Qué preferiríamos, hablar o pelear

a golpes? Yo sin duda alguna prefiero la

comunicación a través de la palabra que la

violencia y si esta comunicación es efectiva

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el problema será solucionado. Es por eso

que la palabra es muy importante y es por

eso que hay que darle el valor que merece.

No podemos olvidar que el ser

humano es el único con la facultad de hablar

que, si bien los animales pueden tener un

sistema de comunicación no tienen

propiamente un lenguaje como el que

tenemos nosotros los humanos. Las

palabras, consideradas como unidades

mínimas del lenguaje, son pedacitos de

imágenes, experiencias, tradiciones e

identidad de cada persona. A través de ella

los seres humanos nos comunicamos,

pensamos, opinamos, reflexionamos e

incluso peleamos. El uso adecuado de las

palabras será esencial para la comunicación

efectiva, ya sea de persona a persona o

dirigida hacia un grupo en específico. No sólo

debemos preocuparnos porque lo que

digamos suene de manera coherente o

impresionante sino que también sea

verdadero, que lo que decimos que haremos

lo cumplamos, que las palabras no queden

en el viento. Ejemplo de esto lo tenemos

diariamente, los políticos nos encantan con

sus palabras, saben lo que la gente quiere

escuchar y en la parte de colocar sus

palabras tienen una alta puntuación pero,

¿será igual la puntuación a la hora de los

actos? La historia demuestra que no, todo es

parte de ese encanto, que estés tan metido

en sus discursos, en sus promesas que te

olvides de si las han cumplido o no.

Antiguamente si alguien decía que haría

algo, lo hacía aunque tuviera que cruzar mar

y tierra para cumplirlo, desafortunadamente

los tiempos cambian y con eso los valores.

Hoy en día la palabra manipulada cambia

nuestra manera de ver las cosas. Oímos y

vemos palabras en televisión, en periódicos y

revistas, los medios de comunicación se las

han ingeniado para distorsionar la palabra,

para desvalorizarla y desafortunadamente

tomamos tanto en cuenta la opinión de estos

medios que poco a poco lo hemos hecho

nosotros igual. En los medios de

comunicación se expresa todo lo que se

siente, sin importar a quién se daña, cómo lo

decimos o hacia quién va dirigido; en la vida

diaria pasa lo mismo. Las personas ya

hablamos por hablar, y con cada palabra que

decimos acabamos incluso con la reputación

de alguien porque ¿cuántas veces no hemos

oído a alguien hablar mal de alguien que no

conoce? No hay nada de malo en expresarte

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siempre y cuando el valor que le des a la

palabra sea positivo. La palabra tiene un

valor por sí sola, valor que podemos cambiar

al agregar o quitar palabras, o dándole

énfasis a determinada palabra. Es por esto

que no es lo mismo hablar en diminutivo que

hablar normal. Al agregarle o quitarle

determinadas terminaciones o prefijos le

damos un nuevo valor a las palabras

modificando lo que queremos decir. Es

impresionante como un mínimo cambio

puede darle un nuevo sentido a todo lo que

decimos, es por esto que debemos tomar en

cuenta lo que decimos y pensar antes de

hacerlo pues no queremos crear confusiones

o conflictos por lo que hemos dicho.

Comunicarnos de manera efectiva se

ha convertido en un arte, no todos tenemos

esa cualidad. Pocas personas son aquéllas

que nos mueven con sus palabras, que nos

hacen querer cambiar por el simple hecho de

darnos una plática. Pocas personas captan

nuestra atención pues saben exactamente

que decir y como convencernos de algo.

Valorizan la palabra como lo que es, le dan

su importancia y con esto logran

comunicarnos exitosamente algún tema en

específico. No cabe duda que la

comunicación es una apertura hacia los

demás que es indispensable pues nos

permite compartir pensamientos y

sentimientos. Comunicarnos de una manera

correcta no es fácil, es un arte que debemos

pulir día a día pues la importancia que tiene

en nuestra sociedad es sumamente grande.

La comunicación no solo se da masivamente,

sino día a día y de muchas maneras, en la

mayoría la palabra es lo más importante.

Para muchos puede parecerles que el hablar

no tiene chiste, no es así porque hay tantos

ejemplos en los que se demuestra que al no

expresarnos de la manera correcta con las

palabras correctas podemos arrepentirnos de

por vida de lo que salga de nuestra boca. Mi

interés por el lenguaje cada día es más

grande, me impresiona el darme cuenta

como se deteriora cambiando e inventando

palabras o saltándonos las reglas de

ortografía. Debemos de hacer conciencia en

las personas, demostrarles como las

palabras son muy importantes a la hora de

una comunicación efectiva. Primero que nada

fomentando la lectura, creo que esto es

esencial para el entendimiento del lenguaje y

como está estructurado, así nos daremos

cuenta de que las palabras solo deben

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incrementar su valor no menospreciarlas y

dejarlas en el olvido. Porque gracias a una

comunicación bien hecha nos es posible vivir

en armonía día con día. El mundo está

basado en el lenguaje, no intentemos

dominar otros lenguajes antes que el nuestro.

¿Cómo querer hablar bien el inglés si aún no

entendemos la importancia de nuestro propio

lenguaje? Gran parte de esta desvalorización

es gracias a la flojera, nos da flojera hablar

bien, escribir bien, expresarnos

adecuadamente y esto se va pasando a las

personas que nos rodean, vamos dando el

ejemplo de que está bien lo que digamos

mientras nosotros nos entendamos. No es

así, aparte de saber lo que queremos decir,

debemos decirlo bien para que no haya

dobles interpretaciones que le den doble

sentido a nuestras palabras.

Salgamos y no queramos cambiar el

habla inmediatamente, sino reflexionemos y

démonos cuenta de todos esos pequeños

errores que nos han traído conflictos y,

pongamos de nuestra parte para cambiarlos.

Valeria Coss

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��

� El pasado 19 de octubre, en el Auditorio de nuestro Centro de Información, tuvo lugar la Ceremonia de Premiación de nuestro Cuarto Concurso de Cartel “En defensa de nuestro idioma”, en la cual participaron un total de 55 carteles. Este concurso tiene como finalidad fomentar entre la comunidad estudiantil la importancia de emplear correctamente nuestro idioma en toda clase de interacciones, tanto triviales como formales. Considerando que actualmente nuestro lenguaje se ha visto deformado y mutilado, y que ello está provocando que se pierda la esencia del mismo, la Coordinación de Idiomas, a través del Área de Español, organiza este tipo de eventos. En esta ocasión nos acompañó el Lic. Eduardo Meléndez Salgado, MDO , quien es Director de la división económico-administrativa; la Lic. Karen Beaton A., MEd, quien es la Coordinadora del Centro de Idiomas, así como la Lic. Martha Castañeda, asesora de los alumnos que participaron en el concurso. Los alumnos ganadores fueron:

• Jesús Farías Espinosa, alumno del primer semestre de la carrera de LAT, quien se ganó una cámara digital Canon powershot,

• Ana Marisol Ramírez Muñoz, alumna del tercer semestre de LFCP, quien obtuvo un Ipod con capacidad de 4gb, y

• Pamela Rendón del Ángel, alumna del primer semestre de LAT, quien ganó un Ipod con capacidad de 2gb.

Este evento fue organizado por la Lic. Rosario Acosta Rivera, responsable del Área de Español.

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Comentarios: [email protected]

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núm. 7 noviembre de 2009 - anahuac.mx · hoy sólo le pido a dios que no permita que en tu vida...

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