NuevosMitos= _ REVISTA LITERARIA

DIRECTOR: GREGORIO MIRO D.

SEPT. 1°,1910.=NUMEROS. 7A Y

LA TIPOGRAFÍA MODERNA

acaba de recibir el surtido máscompleto de tarjetas de visitay esquelas para matrimonio.

TIPOGRAFÍA MODERNA —PAN

Año5ºPanamá, 1ºde Septiembre de 1910Nos.71 y 72

1,5Nuevos Ritos 1%

Revista Quincenal Ilustrada d

Las Garzas .

Para Víctor Manuel Alvarado, que sueña a ratos.

En el cristal azul de la serenatristeza de la noche, no hay ningunainquietud . .'. . El amor y la fortuna

,florecen bajo de la Luna llena.

Silenciosas, corno ánimas en pena,á orillas de la diáfana lagunadormitan, embrujadas por la Luna,las garzas sobre el oro de la arena . . . .

Mañana cuando el Sol prepare el vuelebrillará su pupila ebria de cielo,y en su mudez eterna, sin un grito,

abriendo al aire su plumón de seda,alzarán una blanca polvaredaen los campos de luz del infinito .

RICARDO MlRÓ.

Barcelona, Marzo 1910 .

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DEL PASADOA LUIS C. URBINA.

En una de esas tardes del otoño mexicano, cargadas de hu -medad, de ráfagas agudas como estoques, de perspectivas tur-bias, de cielo plomizo, emprendí con mi amigo Lucio— poeta lu-minoso en su modestia—un paseo por el bosque de Chapulte-pec. Era en el instante de las primeras vaguedades del cre-púsculo. En el vasto recinto gravitaba una melancolía honda.Las nubes derramaban en la atmósfera apariencias de brumashiperbóreas ; en las ramas de los grandes árboles—árboles mi-lenarios—el viento tenía sonoridades de cascadas, ó imitaba elrumor hervoroso de la lluvia, ya amenazadora, La concurren-cia era escasa, y los coches y los automóviles pasaban con unacomo fugaz displicencia, ante el silencio de la vida humana y lapolifonía orquestal de la naturaleza, bajo el mutismo dominadordel "Castillo". Una gran mancha de rojo desteñido sugería laidea de la presencia invisible del sol, cerca del ocaso.

La alegría optimista de Lucio, ficticia, pero ya en él una se-gunda naturaleza, parecía esa tarde escondida en el más pro-fundo de los pliegues de su espíritu, para dejar surgir toda esaenfermiza sensiblidad—tan llena de nostalgias indefinibles—propia, como un doloroso bien, del verdadero artista . Hablabapoco, cual si su espíritu, en comunión íntima con el aspecto de-solado de las cosas, recogiera en la delicadeza de sus fibras elmisterio de las sutiles armonías de aquella hora . . . . Y de pronto,siguiendo sin duda un monólogo interior, mientras nos interná-bamos por una de las calles más desiertas, dijo:

El recuerdo tiene á veces impiedades felinas ; se torna deacariciante en cruel ; tortura, desgarra. Le quita al pasado su

velo azul, su luz ilusoria, y desnudando adorables íconos, brutalmente les arranca su belleza de ensueño Hace apenasunos minutos veníamos en el tranvía eléctrico, entre una mul-

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titud heterogénea de pasajeros, empleados los más de oficinaspúblicas y comerciales, de regreso á sus hogares, en los pueblos vecinos . El carro volaba ; las casas huían ; el paisaje se mo-dificaba con brevedades de segundos . Tan sólo allá en el fon-do, la serranía, del color ceniciento del aire, se alzaba y se per-día en las opacidades del cielo, con la arrogancia de lo inmuta-ble. La concurrencia, tan ajena á lo exterior como al ambienteinterno, iba absorta en sus propias preocupaciones, las cotidia-nas, deseosas tal vez de llegar al término del viaje-- --El tranvíavolaba siempre: los enormes edificios de los barrios centralesdesaparecieron; las mansiones rústicas, ,y las quintas ,y palace-tes sucedíanse vertiginosos, á lo largo de la gran calzada . Y yopensaba en cómo la costumbre hace todo indiferente ; me ima-ginaba esos rostros, impasibles 6 tediosos hoy, quince años an-tes, al contemplar de súbito la aparición y fuga de un carroeléctrico, deslumbrándolos á su paso, ó en la voluptuosidad ex-quisita que habrían reflejado, viajando entonces en él, los pri-meros. Así también para el automóvil, ese supremo lujo delocomoción, llegará la época de la vulgaridad, de su democra-cia, y las clases ricas, con el perfecto afán de lo raro, inventa-rán otro medio, aunque sea menos rápido, menos cómodo, de;lucir sus elegancias viajeras en los torneos mundanos

Lentamente, en tanto que Lucio hablaba—penetrados porel grave recogimiento de aquellos sitios—trazamos una parábo-la en el bosque, al través de avenidas y senderos, llenos ya de-noche . En ellos albeaba á ratos el mármol de una estatua.Varios coches, á lo lejos, encendían sus linternas, verdes ,y ro-jas, moviéndose entre los ramajes con mariposeos de luz. Estábamos ahora casi al comienzo del paseo, junto al flanco

izquierdo del castillo; y de sus cien ventanas abiertas caían hasta nos .otros, con el secreto de los silencios evocadores, los fragmen-tos de una historia, mezcla de tristezas y de triunfos, de deses-peranzas luctuosas y de entusiasmos heróicos . . — Lucio prosi-guió:

—Pensaba en eso, por pensar en algo, cuando posé dis -traído la vista en una pareja femenina, de edades distintas, ma-dre é hija quizás, sentadas cerca, frente á nosotros Po,sé distraído la vista ; pero luego, mis ojos se quedaron allí fijos-Tú no te diste cuenta de nada, absorto como estabas en la con-templación de los paisajes de afuera. Al principio, el artistaadorador de; lo plástico, alerta siempre en nosotros, hízomecontemplar exclusivamente, á la joven : una deliciosa niña decatorce años, ya con aspecto y encantos de núbil . Su busto, decurvas finas y nobles ; su rostro oval, á la manera de lospre-ra-faelistas, blanco, con leves matices rosas, bajo el cabello casta¡lo, eran, en verdad, hechiceros . La niña me miró, halagada„en su naturaleza femenina, de mi contemplación ; y poco á poco„aquellos sus ojos, de un verde oscuro cargado de humedades,radiosas—como los inmóviles de Mona Lisa —fueron clavándoseen mí con tenacidad obsesionante . Es que me recordaban algo,no preciso aún en la memoria, pero que la intrigaba poderosa-mente. Yo los había visto otra vez, muchas veces....¿dónde?Y, por un impulso instintivo, miré á la madre .

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Una señera de edad indefinible, treinta ó cuarenta años,ricamente vestida de negro . En su cara de contornos blandoshabía una vejez prematura . O la maternidad la marchitó cuan-do estaba en la plena primavera ; 6 un amor demasiado intensodejó en ella los surcos (le las pasiones corrosivas ; 6 las conti-nuas convulsiones to r mentosas, no confesadas, de ciertos hoga-res, exteriorizaron sobre aquella carne perecedera los doloresriel espíritu . Pero como á cada paso encontramos de esossemblantes —donde se encierran complicados enigmas psíqui-cos--no me hubiera interesado el que observaba, á no ser porlos ojos. Con el mismo tinte verde obscuro de los de la hija,no obstante su beatitud inexpresiva, me intrigaron más . Losconocía ; me eran familiares . Y mi recuerdo trabajaba en unaconfusa, niebla de acontecimientos pretéritos . Nada solucionéen ese momento. Pujamos . La pareja siguió . . . . Y ahora herecordado. Esa mujer, rudamente macerada por el. tiempo,fué quizás mi primer entusiasmo amoroso, cuando los veinteanos ponían en mi cerebro mil líricos idealismos . Ella, porsuerte, tampoco me reconoció : también sobre mí ha llovido mu-cho; la lluvia amarga de todos los escepticismos.

La encontré una tarde como la de hoy, junto con una ami-ga, en estas mismas avenidas. Volví á verla en los siguientesdías . Vivía en una quinta del pueblo inmediato. Hubo flirt,luego cartas ; luego una entrevista tímida en un baile ; luego paseos vespertinos aquí, con la vigilancia indulgente de la acompañante, y, por último, la audacia de un beso . Después . . . . sefué de la capital, no la vi más, y el encadenamiento complicadodo los acontecimientos de la diaria existencia, borró del recuer-do esa trivial aventura de adolescente . . Pero de ella quedóvolando por la. prensa hispano-americana una estrofa, de since-ridad juvenil, recitada por tí al cabo de tantos años. La escri-bí la tercera tarde que acudió la joven al llamado de mi admi-ración, aún lejana. Te, agrada, dices,. porque es un matiz desentimiento. Tu definición es exacta : cuando la hice no se habíacristalizado en mí el amor-deseo . Era la heroína tan exquisita-mente bella, ó tal vez más, que la hija, y yo, entonces, un verda-dero poeta.

"Pasaste. Yo estaba callado : me viste,y entró hasta mi alma—la dócil, la tristecautiva que llora soñando en la luzun largo destello de, estrella de oro,cual suele en la noche fugaz meteororayar á lo lejos el pálido azul "

Y pienso en lo exacto del título de unos versos tuyos : Aereperennius . En verdad, sólo la palabra de arte, esencia del al-ma, mantiene eternamente jóvenes las imágenes y los sueñosdel pasado, más durable ; así que la materia, carne, ó mármol,6 bronce, pues hasta en la piedra y el metal el tiempo

envejece. La hija también será transformada tristemente por losaños, y esos versos perdurarán ; con toda su sugestión degraciay de juventud femeninas . Sin embargo, hace una semana, alrepetirme tú esa estrofa, ya olvidada, creí, desdeñándola ; queno valía lo que en mi recuerdo el beso real, ardiente, lleno devida, dado más tarde á su inspiradora, cuando era tolla esplen-dor de mujer virgen . . . . Y Seguiría creyéndolo, sin ese encuen-tro cruel como la ironía .

DARÍO HERRERA.

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Y i 1,sCapullo de Poema.

Haydée, la rubia Haydée, la rubia niñade blanca tez . y de facciones griegas,la de ojos como el cielo tan azules,la de sedosa y áurea cabellera,estaba grandemente enamoradade Mario, quien moríase por ella.

El alma de los dos, qu' era una sola,de pasión desbordante estaba llena;tan honda simpatía los juntabaen el delirio de su fiebre inmensa,que diríase que hubieran apuradodel néctar del amor la pura esencia.

Juntos el mundo lo miraban sóloal través de sus dulces soñarrerascon esa lente rosicler y falsaconque suele mirar todo el que sueña,y qu' el tiempo que corre, y la desdicha,muy pronto y con crueldad tornan en negra,

De sus dos corazones el engarcese hacía con la más honda' vehemencia:y del cariño en el ardiente efluviola llama era tara fúlgida y tan recia,que Mario ya temía que a su amadale quemase la carne marfileña.

11.

La logró sorprender en un pasillo~y por casualidad—la vez primera;en un corto pasillo entre dos cuartos,por donde iba a pasar con ligereza.P, por casualidad mucho más grande,s' encontraban cerradas las dos puertas .

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La dulce virgencita encantadorallevaba un vaso de agua en su derecha.Mario llegó, se lo quitó jugando,bebióse la mitad del agua fresca,y apartándolo luego de sus labiosle dio la otra mitad á su princesa.

Y Haydée reía—sofocando el ruido-de aquella peregrínica ocurrencia,cuando sintió que de repente Mariosobre su boca divina de fresaun beso le estampaba, tan quemantecomo la chispa de corriente eléctrica-

Sintió la virgen núbil que su sangrese iba en una oleada á la cabeza;tuvo un rápido vértigo, una cosanotó, como una extraña borrachera Y despertó la celestial cariciauna honda sensación, profunda y nueva.

El otra vez un ósculo queríay ella puso su boca á la defensa:

Que nos pueden oír ¡Suéltame pronto!Mira que mamá se halla en la otra pieza! . . ..Y al fin se le evadió: salió corriendo,ruborosa de cándida verguenza.

El tiempo volador pasó muy prontodejando atrás la singular escena:pero viendo los dos enamoradosque se amaban por cierto muy de veras,pensaron en que uniese sus cariñosdel matrimonio la floral cadena.

Haydée, la rubia Haydée, la soñadora,de la hermosura soberana reina,Haydée la blanca como blanco lirio,y Mario, el solo bien de su existencia,no sabían la horrible desventuraque iba á cortar su bendición eterna.

Una tarde teñida de celajes,en esa hora en que la noche llega,le fueron á decir al pobre amanteque su novia se hallaba muy enferma.Y ya cuando llegó, su Haydée queridaera de horrible calentura presa.

En sus ojos brillaban los fulgoresde un delirio febril . . Su cabelleraen desorden cubría la almohada .-y el estuche divino de sus perlas,el nombre de su amado balbuceabacon indecible y singular terneza .

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IV.

Cuidándola, á la orilla de su lecho,pasó la noche en inquietud suprema.De pronto fue á tocarla . estaba fría,más fría que el acero ó que la piedra!Dolor inenarrable . .! llorar quiso,y no pudo llorar, tal fué su pena!

Ay!, ella para siempre descansaba;su faz estaba verde y cadavérica.Había hecho connubio con la Parca,su tálamo sería la fosa hueca.Haydée . . ya no era Haydée. Qué persona,que grande del mortal es la miseria!

Muy triste Mario, sollozando mucho,tomó, para besarla, su cabeza;y entonces . . parecióle que mirabacomo un adiós de despedida tierna,una vaga y dulcísima sonrisajugueteando en los labios de la muerta.

V.

Aquel beso doliente, aquel segundo,dado en el colmo de amargura acerba,recordóle aquel otro, ya lejano,que de todo pasar le dió en V ausencia.Qué contrarias caricias; qué distintoel beso de la Vida al de la Inercia!

VI.

. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..Y Mario la siguió queriendo siempre;

pues, cuando la pasión es verdadera,no vuelven á la Nada los amoresaunque vayan los cuerpos á la tierra

A. ESQUIVEL DE LA GUARDIA .

La Visión del Pasado.Al otro día, domingo, levantamos nuestras tiendas, y en

minamos hacia Occidente por el valle de Cherith, dimos comienzo á nuestra peregrinación por Galilea . Pero, fuese quela consoladora fuente de la admiración se hubiese secado en mí,ó que en mi alma, arrebatada en un momento á las cimas de laHistoria y sacudida por ásperos escalofríos de emoción ; ya no

pudiese complacerse en aquellos tranquilos y yermos caminosde Siria, ello es que sentí siempre indiferencia ,y cansancio,desde el 'país de Efraín basta el país de Zabulón.

Cuando aquella noche acampamos en Bethel, la luna llenacomenzaba á mostrarse, tiras los montes negros de Gilead . Elfestivo Potte me enserió el suelo sagrado en que Jacob, pastorde Bersabé, había visto en sueños una escala luminosa, hincadaá sus pies y arrimada á las estrellas, por la cual subían y baja-ban, entre tierra y cielo, ángeles silenciosos . Yo bostecé

formidablemente murmurando : — Tiene gracia!

Y así bostezando atravesé la tierra de los prodigios . Lagracia de los valles me aburrió tanto como la santidad de lasruinas. En el pozo de Jacob, sentado en las mismas piedras enque Jesús, cansado como yo de andar por aquellos caminos ycomo yo bebiendo del cántaro de una samaritana, había cosehado la nueva y pura manera de adorar ;, en las proximidadesdel Carmelo, aposentado en la celda de un monasterio, oyendode noche el viento en el ramaje de los cedros que abrigaron áElías y las ondas vasallas de Hiram, rey de Tiro; galopando conel albornoz al viento por la planicie de Esdrelón; reinando dul-cemente en el lago de Genesareth cubierto de silencio y de luz,donde quiera el tedio marchó á mi lado, compañero fiel que á ca-da paso me apretaba contra su pecho, debajo de su manto pardo .

A veces, sin embargo, como un perfume delicado .y grato

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me llegaba del remoto Pasado y agitaba levemente mi alma co-mo una brisa lenta agita un cortinaje muy pesado Entonces, fumando delante de mi tienda, trotando por el lecho secode los torrentes, veía con deleite pirones sueltos de aquella anti-güedad que me aprisionaba : la terma romana donde una criatu-ra maravillosa de mitra gualda, se ofrecía lasciva y pontifical;el hermoso Manasés . llevando la mano á la espada llena depredrería ; mercaderes en el Templo desdoblando los brocados deBabilonia; la sentencia del Rabi con una rúbrica brillante, enun pilar de piedra á la puerta Judiciaria; las calles iluminadas ..griegos danzando la calabida Y entonces, experimentaba un deseo angustioso de sumergirme en aquel mundoirrecuperable . ¡Cosa risible! Yo . Raposo y doctor, que gozaba todas las dulzuras de la Civilización, sentía nostalgia deaquella bárbara Jerusalén, por donde pasara en un día del mesde Nisam, siendo Poncio Pilatos Procurador de Judea.

Después, estos recuerdos agonizaban como una lámpara ála cual le faltase el aceite . En mi alma solamente que libancenizas, y delante de las ruinas del monte Ebal ó bajo las po-maradas que perfuman á Sichem,, no hacía otra cosa que sinobostezar.

Cuando llegamos á Nazaret, que aparece en la desolaciónde Palestina como un ramillete posado en la piedra de una sepultura, ni siquiera me interesaron las hermosas judías porquienes se bañó de ternura el corazón de San Antonio . Con sucántara bermeja al hombro, subían por entre los sicomoros de,la fuente donde María, madre de Jesús, iba todas las tardes,cantando como ellas, ,y como ellas vestida de blanco Elalegre Potte retorciéndose los bigotes, les murmuraba madri-gales en voz baja . Ellas sonreían bajando las pestañas grandesy negras . Era aquella suave modestia ante la que San Anto-nio, apoyado en su bordón, ,y sacudiendo la barba, suspiraba."¡Oh! Virtudes claras, heredadas de María, llena de gracias" .Yo, en cambio, sólo murmuraba secamente ; "Remilgadas" .A través de caminos donde la viña ,y la higuera abrigan casashumildes, como cuadra á la dulce aldea de Aquel que enseñó lahumildad, trepamos al monte de Nazaret, batidos siempre porel viento que sopla la Idumea . Allí Topsius, quitándose el go-rro, saludó aquellas planicies, aquellas lontananzas que Jesús,ciertamente, iría á contemplar, concibiendo en presencia de suluz y de su gracia las incomparables bellezas del reino deDios . . El dedo del docto historiador me iba señalando todos loslugares religiosos, cuyos nombres sonoros caen en el alma conuna solemnidad da profecía ó con un fragor de batalla: Esd

redón, Eudor, Salem, Tabor . .Yo miraba, liando un cigarro . So-bre el Carmelo sonreía. una blancura de nieve; las planicies dePerca fulguraban en una polvareda de oro ; el globo de Caiphaera todo azul; una tristeza cubría á lo lejos las montañas azulesde Samaria ; grandes águilas revoloteaban sobre los valles Bostezando murmuré:

—Bonita vista.

Al fin, una madrugada, comenzamos á descender hacia Je-rusalem, Desde Samaria á Ramah fui mes agasajados por esosgrandes y negros chubascos de Siria, que no tardan en produ-cir rugidores torrentes entre las rocas, bajo los almendros en

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fan después, junto á la colina de Gibeah, donde, en otro tiempo bajo los cipreses de su jardín, David tañia el arpa, mirandoa, Sión, todo se vistió de serenidad y azul y ole una agotaciónengólfose en minina, como un viento triste en una ruina...........YO iba á Jerusalem : ¿á cuál?' ¿Sería aquella aloe un dia contem-pié resplandeciendo suntuosamente al sol de Nizam, con sustorres formidables, y al`Termplo color de oro ,y color de nieve, y'el Acta llena de palacios y Bezetha regada por las aguas d

e Enrogel ?

¡El Kurds, el Kurds! -- gritó el viejo beduino con la lanza en elaire,anunciando por su apodo musulmán la ciudad del Señor.

Galopé todo trémulo, pronto distinguí allá abajo, cercadel Cedrón, á la ciudad sombría, llena de conventos y agazapada en sus murallas caducas, como una pobre cubierta de píojos que para morir se arrebuja en los harapos de su monteo,junto al quicio de una puerta. Bien pronto, las herraduras denuestros caballos golpearon las lozas de la calle Cristiana ....,Después, al penetrar en nuestro cuarto, claro y alegre consu

tabique de ramajes azules, todavía un instante fulguró en mimemoria cierta sala, con candelabros de oro y una estatua de.

Augusto, donde un hombre togado extendía el brazo diciendo:"César me conoce bien"

ECA DE QUEIROZ .

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Espejísmos de amor..

1.

Se oculta el astro—rey tras la montaña,En tenues lumbres se adormece el valle,En tanto que los copos irisadosDe mil nubes coronan el paisaje.

Tañe la esquila la oración de quedaCon notas clara_, dulces é insinuantes;Y regresan los bueyes del trabajoRumiando sin cesar, lentos y graves.

Por ¡aplaza del pueblo sólo cruzaBella mujer de fúnebre ropaje . . ..Esa es la viuda de José, un soldado

Muerto recientemente en el combate.

Flotan embriagadores los perfumesQue emanan de los huertos y los cármenes;Y el sentir ale la tórtola el suspiroCan orne requiere al demorado amante,El murmullo de plácida corrienteQue nos cuenta su historia inexplicable,Pienso en. mi amor: en la mujer que adoro,Vuelve á ni¡ mente su apasible imagen,Y sonando en mi próxima ventura,Respiran mis pulmones mucho aire,Para exclamar confiado y sonriente:i Oh! qué bella y alegre está la larde!

II.

Aún cantan los gallos ; la mañana[ale ofusca con su luz que reverbera;El pueblo ha despertado á los repiquesDe las Campanas, porque es día de ;'Y todos van á misa preso ososA lucir sus mantones ó chaquetas .

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Por la plaza del pueblo cruzan juntosUn par de novios; la mujer no es bella . . ..Es la viuda del quinto, que hace tiempoTrocó su lutos por alegres telas.

Sube hasta mí la penetrante aromaDel timonero en flor; de las ovejas

El lúgubre balar . . ..¿Por qué se quejan?.

Y al sentir de la tórtola el suspiroCon que despide al retenido amante;

El monótono hablar de la corrienteQue nos cuenta una historia lamentable,Pienso en la ingrata, en la mujer que adoro,Vuelve á mi mente su impasible imagenY al contemplar mí grande desventura,Del ayer y el presente los contrastes;

Al pensar que faltó á sus juramentosA pesar de mi amor fiel y constante,Me parece tan triste esta mañanaComo estaba de alegre aquella tarde . . ..

AIZP UR U AIZP URU.

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EL ARTE EN LA AMERICA LATINA

Por JOHN BARRETT, Director de laOficina Internacional de las RepúblicasAmericanas.

La gran mayoría de los norteamericanos y europeosquese interesa en el progreso del arte se ha ocupado tanto enel estudio de este asunto en relación con el mundo septentrional,que no ha podido darse cuenta cabal de lo que acontece ,y seestá haciendo realmente en este sentido en toda la América La-tina . En las veinte progresistas, ricas y prepotentesRepúbli-cas que se extienden desde México ,y Cuba—por el Sur—hastala Argentina y Chile, hay muchas ciudades, centros, institutosy organizaciones que acaso hayan consagrado más atención aldesarrollo del arte en todas sus manifestaciones que otras cm -poraciones análogas en los Estados Unidos ,y en muchos paíseseuropeos.

Descendiente el latinoamericano de los latinos de la EuropaMeridional, tiene un temperamento más artístico que la gene-ralidad de los sajones ó teutónicos . Siempre que cuenta conrecursos suficientes, su primera ambición es hacerse rodearde un medio ambiente atractivo . Aun cuando la fachada de suresidencia no sea elegante . el interior por lo general revela eldeseo de estar circundado de obras de arte ó decorado cuyacontemplación proporciona deleite y, además, si las circunstan-cias se lo permiten generalmente procura embellecer el exterior y los alrededores . Los latinos—acaso más que ningunaotra raza—,parecen haber adaptado su estilo arquitectónico ásu medio social y, si bien en muchos casos han tenido que luchar con los elementos de la naturaleza que son antagónicos ala belleza y armonía de la construcción, casi siempre han logra-do efectuar cierta combinación que desde luego revela su ten-dencia artística.

Aunque las casas particulares y edificios públicoscaracterísticamente de poca altura ,y de espesas paredes que abundanen las poblaciones ,y ciudades pequeñas de la América Latinano le parezcan muy hermosos ni interesantes al viajero, sin

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embargo, silos compara con las desvencijadas y feúcas resi-dencias que se encuentran en la, generalidad de las ciudades y

pequeñas poblaciones de algunas partes de Ios Estados Unidos,tendrá que reconocer que dichos edificios tienen mucha que ad-mirar en cuanto á su simetría y su adapción al medio en quehan sido construídos . Si este mismo viajero culto y observador penetra en estos hogares cuyo exterior está, desprovisto cíeatractivo, encontrará allí preciosos patios, pórticos,corredoresespaciosos y abiertos, decorados con antiguos mosaicos quedesde luego le Izan, de halagar y producir un deleite

verdaderamente estético- Muchas veces, durante mis largas peregrinaciones por toda la América Latina, tuve ocasión die ven- Urca, o-sita de adobe muy baja que, vista por fuera, parecía una

humilde choza ó cabaña, pero al entrar en ella contemplé muchas cosas que desde luego daban una idea; clarividente de comodidad,reposa y' cultura-

Las calles angostas y Ias casas muy baja ; que se, encuen-tran en las ciudades y poblaciones latínoamericanas más anti-guas son, en gran parte, la resultante del estado que

predominó hace muchos años cuando se hacía necesario proteger á lasfamilias ,y cuando el pueblo permanecía relativamente mu

y poco tiempo en las calles. Estando ahora mejor organizada la sociedad ,y más pateaste el Gobierno, se advierte la, loable propensión á hermosear las ciudades construyendo calles más anchas,extensos parques y edificios más altos, aunque rara vez Ilegan . áesa desairada altura en las fábricas que tanto destruye la be-

lleza arquitectónica de muchas ciudades y poblacionesnorteamericanas. No hay município latinoamerícano que deje de t

ener su plaza central, en la cual hay, por Lo menos, una estatuaó fuente y, á medirla que la ciudad se ensancha se aumenta, elnúmero de éstas . El município latínoamericano muestra, sumodesagrado al contemplar ciertos sitios públicos en lasciudadesamericanas desprovistos de estatuas y fuentes y algunas vecesese todo paísaje atrayente.

En las ciudades más populosas de muestrasRepúblícashermanas se echa de ver el predominio de la influencia artísti-

ca en un grado aún mayor del que se advierte en lasciudadesanálogas de los Estados Unidos. Por ejemplo, el que visite Laciudad de México en la actualidad, no puede menos de com -prender los esfuerzos que allí se hacen á fín de que resulte unade las capitales hermosas del mundo . Teniendo en, cuenta elnúmero de sus habitantes y su situación, preciso es reconocerque progresa más en este sentido que cualquieraciudad norteamericana, con excepción de Washington, y quizás ni en Méxi-co, á pesar de su. gran población india, se encuentre la mitad. delas deficencias arquitectónicas que se echare de ver caer. nuestra,Capital Nacional- A fe que las avenidas y calles de lacapítalmexicana, no están afeándose mediante fa fabricación de los e

dificios denominados araña-cielos, y otros para oficinas yestablecimientos, que se construyen con frecuencia, en

Washington, sin que la autoridad municipal tenga, voz ni voto en ta cues-tión de gusto y armonía con el medio ambiente.

Sería, en verdad urna, tarea muy grata salir con un norteamericano que estuviera interesado en el estudio del progresodel arte, pero que jamás hubiese estado en . los países situados

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al sur de los Estados Unidos, y- hacer un viaje con él á Río Ja-neiro, Montevideo, Buenos -Mires, Santiago y Lima y, si luegola excursión se extendía hasta la Habana, Caracas, Bogotá, laPaz. Quien, Asunción, San José de Casta Rica y la ciudad deGuatemala, aun en los puntos más remotos tendría ocasión dever- mapas de adehala artístico que le Causarían verdaderoasombro- En que acaso le habia de producir la impresión másprofunda sería el progreso en el arto :municipal. Es verdade-ramente maraviIloso lo que Rio Janeiro y Buenos Aíres han he-cho en este sentido. Baste decir que luan gastado millones demillones de pesos en oro, trazando bellísimos parques,anchu-

rosos bulevares y nuevas avenidas . También bar, gastado lassumas correspondientes en la construcción de

edificios públicos, la erección ¿In estatuas y otras obras de ornato público áfin que la apariencia de las ciudades resulte interesantenosólo á los que en ellas residen permanentemente, sino tambiénal visitante . No han vacilado ante los cuantiosos gastos ysacrificios consiguientes á la construción de anchas avenidas a

tr a vés del centro de una sección cíon Ia ciudad que fuésólidamente edificada, con tal de hacer desaparecer las calles angos-tas y proporcionar una magnífica entrada á un edificio ó par-que público central . Aun tratándose de la construcción degrandes muelles y almacenes á lo largo de sus bahías y puer-tos , siempre han estudiad o el aspecto artístico de los mismos.En ninguna de estas ciudades se permite fabricarresidenciasó edificios de negocios sin la aprobación de una comisión de ar-te que esté completamente segura de que el efecto general ennada se aminora. Seria absolutarnente imposible erigir en laAvenida de Mayo de Buenos Aires los repulsivosedificios públicos y Particulares que se encuentran en Washington, ,pongopor caso Verdad es que en ante particular las grandescapitales latinoamericanas siguen el ejemplo de París.

Por más que la gran distancias que se encuentran las capi -tales y ciudades de la América Latina respecto de los centrosartísticos de Europa, así como de la s vias por las cuales suelenviajar los norteamericanos les impiden estar al corriente de losadelantos que han hecho los latinoamericanos en el ramo deinstrucción y en las bellas artes, es un hecho no obstante que

generalidad de, las mansiones de los latinoamericanos acaudala-dos y cultos contienen un pri moroso decorado y están embelle-cidas con pinturas, cuadros frescos y grupos de estatuas,hechos por artistas del país de notable, habilidad ó comprados enEuropa bajo la dirección de peritos en la materia- Es evidenteque hay muchasexcepciones, lo mismo que acontece en el casode los Estados Unidos, De cuando en cuando se encuentra, unpropietario que llena su residencia de toda clase de adornosque demuestran que él no posee un temperamento artístico,pero no puede negarse que el promedio de las mansiones delos latinoamericanos cultos revela un concepto preciso de loque es realmente bello en el arte. Cumple agregar que en dichos paises la proporción ríe escultores esextraordinariamentegrande si se tiene en cuenta el número de habitantes, y sus ar-tistas han producido obras a verdaderamente maravillosas.Aunque es cierto—como acontece tambien en los EstadosUni-

dos—que en los parques latinoamericanos hay-estatuasy gruposque distan mucho d e ser perfectos, es innegable que el mérito

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de ellos es superior al de los que se encuentran en el promediode las ciudades de los Estados Unidos . En todos los colegiosy escuelas de las Repúblicas Americanas hay secciones de pin-tura, dibujo y arquitectura que cuentan con todos los elemen-tos modernos y á las cuales concurren muchos alumnos

Los famosos negociantes en obras de arte de París ,y deotras capitales europeas anuncian que sus patrocinadores dela América Latina les piden constantemente las mejores obrasy la última expresión del arte . No hay para qué decir queesta demanda no es tan grande como la que procede de los Es-tados Unidos, por la sencilla razón de que este último paíscuenta, más años de existencia, está más desarrollado y tieneuna proporción mayor de ciudadanos acaudalados que puedenhacer grandes adquisiciones, pero si se investigase el caso, seencontraría que el promedio de los latinoamericanos patrocinan el arte en un grado que arenas pueden igualar !os hombresde idéntica posición en los Estados Unidos . En las escuelasde arte de Europa hay un número considerable de jóvenes deambos sexos latinoamericanos que hacen sus estudios con verdadero entusiasmo y notable aprovechamiento.

Finalmente, diré una palabra acerca del arte en cuanto po-dría influír en las relaciones del América del Norte y la del Sur.Hasta ahora el contacto que hemos tenido con nuestras Repúbli-cas hermanas y sus pueblos ha sido casi por completo comer-cial, es decir, sólo nos liemos ocupado en hacer conquistasmercantiles y hemos obtenido por resultado que la generalidadde los latinoamericanos —con su sentido artístico innato —haconsiderado á los norteamericanos meramente como hombresde negocios más 6 menos empedernidos, con muy poca sen -sibilidad, gusto 6 concepto artístico y, por tanto, ha creído queel pueblo ,y el medio ambiente de Europa siempre le habían deser más interesantes ,y estar más en armonía con sus ideas ,ysentimientos. Loa latinoamericanos no han tenido una ideaexacta del progreso que se ha hecho en el arte en todos losEstados Unidos ,y, en consecuencia, lao obras de los artistasamericanos no les inspiran el respeto que de seguro les inspi-rarían si hubieran estado en más íntimo contacto y hubierancambiado impresiones sobre el asunto . En vista de lo que dejoexpuesto, cualesquiera esfuerzos que se hagan para desarrollar relaciones artísticas— r in- decirlo así—entre 1s EstadosUnidos y sus naciones hermanas mediante la organización declubs y sociedades de arte ó mediante la reunión de artistasde, la América del Norte y de la del Sur, ejercerán una saluda-ble y decisiva influencia á fin de obtener una mejor inteligenciaentre nosotros ,y las naciones situadas al sur de los EstadosUnidos. A propósito de lo que acabo de exponer, acaso ni)esté fuera ole lugar manifestar que cuando el señor Elihu Roothizo su famoso viaje por la América Meridional loa

latinoamericanos le dieron una espléndida ,y cordialísima bienvenida nosólo por el hecho de ser el Primer Ministro del Gabinete de los

Estados Unidos, no sólo por ser un eminente estadista de estepaís, sino por ser un profundo erudito, gran jurisconsulto yhombre de bellísimas prendas é interesante personalidad . O, loque es lo mismo, les atrajo tanto el aspecto artístico de su carácter como su poder como hombre público .

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Siempre que nuestros artistas y hombres de letras hanido á la América Latina han sido objeto de recepciones muchomás cordiales que nuestros hombres de negocios ,y represen-tantes mercantiles . Prueba de ello son las finísimas atencionesque se le prodigaron al señor Archer M . Huntington cuandoestuvo en Buenos Aires en 1902 . Espero sinceramente quelas obras de arte que los Estados Unidos enviaron á la exposi-ción de Buenos Aires y á las de Santiago, Chile, contribuyan államar la atención de los latinoamericanos hacia el progreso delarte de los Estados Unidos y venga ello á servir de base parala creación de relaciones más íntimas en el porvenir . Al termi-nar este articulito sobre "EL ARTE EN LA AME RICA LA—TINA", deseo hacer constar que ha sido escrito accediendo ála sincera petición del Director de esta Revista y que no pre-tende ser más que una ojeada superficial y precipitada sobreun tema importantísimo que, si se desarrollase cumplidamen-te, estoy seguro de que la América Latina despertaría profun-dísimo interés en todos los círculos artísticos de los EstadosUnidos y de Europa .

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SONETO CAPRICHOSOA Angel de Estrada (h .)

Tus imágeues múltiples se cincelan, se curvanY divinas estatuas en su casto impudor,Son sensuales y puras, y los ojos conturban,pues les presta tu espíritu movimiento y calor.

En "La Nave" idealizas lo vulgar de los viajes,Que allí ponen tus cielos y tu tizar su espleudor;Los "Recuerdos" son hondos, subjetivos paisajes;En "La Voz" es sublime por el Arte el amor.

LA ILUSIÓN es tu numen, y en tu ensueño se ocultaLa increada belleza, que en tu libro resultaDel augusto cousorcio de la línea y la luz,Y ante ingratos silencios en tus páginas cantaSu victoria la Forma, por lo mística santaComo todas las glorias que han tenido su cruz! . . ..

DARÍO HERRERA.

(Inédita)

Callao-Julio-1910 .

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La Moderna Panamá1671—1675

CAPITULO XXIX

Actitud de los jefes españoles después de la derrota .—Medi-das tomadas por el Virrey del Perú.—Preparativos en Españapara una empresa militar contra los piratas.—Fundación de lamoderna Panamá .—Muerte del Gobernador Antonio Fernándezde Córdoba y Mendoza .—Progresos urbanos en la nueva pobla-ción .

Actitud de los jefes españoles después de la derrota .—Con-sumada la derrota del ejército español en las sabanas de Matasnillos, don Juan Pérez de Guzmán siguió con gran número defugitivos hasta Capira, de donde continuó á Natá, Villa de losSantos y Penonomé con el propósito de recoger en esos pueblosgente y armas para la empresa de volver sobre Panamá y casti-gar, si posible era, á los piratas. Los intentos del Gobernadorno tuvieron, sin embargo, cumplimiento, pues el ánimo de los panameños había decaído grandemente después de los recientessucesos en que tan mala parte llevaron, siendo, por otro lado,absoluta la carencia de armas y municiones conque llevar á ca-bo una empresa del carácter militar que las circunstancias requerían .

Por su parte Alonso de Alcaudete marchó á Portobelo áproveer su defensa, con la orden del Gobernador de no entre-gar la plaza sino en cenizas, dado que en los planes del enemigoestuviera también el apoderarse de ella . Pero Morgan se limitóá enviar, á su regreso á Chagres, un navío con los prisioneros deSanta Catalina, pidiendo una fuerte suma por el rescate ' del casetillo de San Lorenzo en cambio de no arrasar hasta sus cimientos los muros y defensas; mas no obstante la negativa que se dioá sus exigencias de que no se le daría un solo maravedí, ni des ,

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fruyó la fortaleza ni fue á Portobelo á tomar venganza por' laenérgica respuesta de Alcaudete.

Medidas tomadas por el Virrey del Perú .—La caída de Pa-namá produjo una gran alarma en las colonias hispano–america-nas, sobre todo en aquellas que por su posición geográfica esta-ban expuestas también á la agresión de los piratas, ufanos, sinduda, por el éxito alcanzado . En el Perú causó un verdaderoestupor, pues encontrándose los enemigos en las riberas del Pa-cífico, con una base de; operaciones excelente, no era aventuradosuponer que hicieran de sus aguas campo de sus nuevas hazañas,paralizando el tráfico, manteniendo la incomunicación con Euro-pa y destruyendo el comercio del litoral. Bajo esta impresiónel Virrey Conde de Lemos proveyó los medíos de la defensa delterritorio y con grandes trabajos, venciendo la repugnancia delvecindario, organizó en Lima una fuerza para reconquistará Pa-namá, A los pocos días salió del Callao la armada del Surconstante de doce naves, aumentadas después con las que, conducien-do las tropas levantadas en su gobierno por el Presidente deQuito, se le incorporaron en Guayaquil . La expedición la man-daba un niño de siete años, el Marqués de Sarria, hijo primogé-nito del Virrey, nombrado por éste en atención á la repulsa demuchos jefes y de la juventud limeña de concurrir á la jornada.Las fuerzas llegaron al Istmo cuando los piratas habían abando-nado el territorio, sirviendo, empero, los víveres y otros efectosque condujo la escuadra, de socorro muy oportuno y necesariopara los infelices moradores de la arruinada ciudad.

En la misma armada del Sur llegó á Panamá don FranciscoMiguel de Marichalar, Alcalde del Crimen de Lima, encargadopor el Conde de Lemos de deponer y procesar á Pérez de Guz-mán y de asumir en su reemplazo el mando del país.

Preparativos en España para una empresa militar contralos piratas.—Las infaustas noticias de los sucesos de Panamá,trasmitidas por el Gobierno de Cartagena, llegaron á España enJunio de 1671, La Reina Gobernadora, Doña Mariana de Aus-tria, y los altos funcionarios de su Consejo deliberaron . sobre laempresa de recuperar la ciudad é infligir un duro castigo á losautores de los desafueros cometidos contra la Corona por pira-tas de una nación con la cual se había celebrado hacía poco untratado de paz. El Embajador de España en la corte de Lon-dres, Conde de Molina, recibió las instrucciones de elevar anteSu Majestad inglesa una enérgica protesta, en tanto que en la Pe-nínsula se llamaba á las armas los contingentes de reserva paraenviar 3 .000 infantes y 3 escuadrones de caballería á Tierra Fir-me en la escuadra que se aderezaba y que debía conducir elPrincipe de Montesarcho ; pero estando en estos afanes se reci-bieron noticias de que los piratas habían salido del país, de mo-do que los preparativos para la campaña contra ellos se suspen-dieron, y únicamente salió á principios de Agosto una escuadrillade tres buques con 120 hombres á cargo del Sargento Mayor deBatallas, don Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza, nom-brado por la Reina, Gobernador y Capitán General de TierraFirme.

Fundación de la moderna Panamá .—En los primeros díasdel mes de Diciembre de 1671 llegó á Portobelo el nuevo gober-nante don Antonio Fernández de Córdoba, quien además de las

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instrucciones propias del cargo que venía á desempeñar, trajotambién la comisión de levantar la ciudad en sitio donde pudie-ran erigirse defensas y fortificaciones poderosas que hicieran dela fundación en proyecto una plaza inexpugnable . En obedien-cia á esta disposición y previas consultas con las autoridades, sedecidió fundarla nueva población en la pequeña península echa-da á las faldas del cerro Ancón, en el puerto del mismo nombre,luchando, empero con la obstinación de los panameños que noquerían abandonar las desoladas ruinas que poco antes consti-tuían sus cómodos y felices hogares.

El acto de, la fundación tuvo lugar el sábado 21 de Enero de1673 con el solemne aparato de la asistencia en cuerpo de todaslas autoridades civiles y militares del reino y ante numeroso con-curso. El Obispo de la diócesis, doctor Antonio de León, asisti-do de chantres y canónigos y con el ritual de pompa, bendijo elcentro de la plaza principal y señaló el sitio para el edificio dela Catedral así como el del cementerio anexo . En seguida se hi-zo la designación de los solares para los conventos y edificiospúblicos, y á los particulares se les señaló aquellos para la cons-trucción de sus casas en las calles trazadas ya de antemano porJuan de Betin y Bernardo de Ceballos, Ingeniero Militar de lasIndias el primero é Ingeniero Mayor de la ciudad el segundo.

Muerte del Gobernados' Antonio Fernández de Córdoba yMendoza.—No cupo en suerte al señor Fernández de Córdobaver muy avanzadas las obras de la construcción de la ciudad quehabía fundado, pues á. los dieciséis meses de su gobierno y dos ymedio después de la ceremonia de la bendición del sitio y repar-to de los solares á los vecinos, rindió la vida el 8 de Abril de1673 á consecuencia de enfermedad contraída por el excesodel trabajo y los desvelos causados en la mudanza y fortificaciónde la ciudad, la cual dejó delineada y abiertos los cimientos delos muros y los fosos.

Luis de Losada Quiñones, Oidor de la Audiencia asumió elPoder y continuó la obra de la ciudad, á la cual se habían traslada-do, á mediados del año, la Real Audiencia, la Tesorería, Oficialesreales, el Cabildo y tres de las cuatro compañías de infanteríade la guarnición . La obra continuó bajo el gobierno del Obisposeñor Antonio de León, quien por orden del Virrey del Perú,Conde de Castellar, que pasaba para Lima, tomó el mando delpaís hasta la llegada del titular.

Progresos urbanos en la nueva población—En 1674 se en-cargó en propiedad de la Gobernación de Panamá don AlonsoMercado de Villacorta, Ingeniero, Mayor General de los realesejércitos y antiguo gobernante de las provincias de Buenos Airesy Tucumán, quien dio impulso vigoroso á las obras de las mura-llas y baluartes. de la nueva ciudad y á la final instalación de lospobladores.

Habiendo Antonio Fernández de Córdoba, de acuerdo conla orden real, atendido más á la defensa de la plaza que á la co-modidad de los habitantes, hizo del sitio una ciudadela capaz decontener solo, en agrupación ordenada, la población urbana dela vieja ciudad; pero como al nuevo establecimiento acudieronmuchos forasteros á quienes se les adjudicó solares y fueron losprimeros en levantar sus casas ya que los moradores de la arrui-

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nada ciudad se manifestaban remisos en abandonarla, resultóque cuando al fin lo resolvieron no quedaban solares que ofre-cerles en el recinto morado, y se hizo necesario la formación delarrabal de Santa Ana, con bohíos o ranchos de paja que podíanser fácilmente quemados como medida militar en caso de unainvasión enemiga.

La nueva ciudad de Panamá vino á ser en su época una plaza de primer órden a la cual protegían sólidas murallas que ro-deaban su recinto, armadas con artillería de bronce y coronadaspor 17 garitas á distancia unas de otras de doscientos á trescien-tos pies . Por el lado de tierra la defendían cuatro baluartes lla-mados la Merced, Jesús, San José y San Carlos . Estas se ha-llaban entre la ciudad propiamente dicha y el. continente del cualla separaba un ancho y profundo foso desde la Altarazana hastael baluarte de San José, atravesable sólo por un puente levadizocolocado en el postigo llamado Puerta de Tierra, que se levanta-ba á las primeras horas de la noche y era lugar de asiento de unpiquete de vigilancia . Con posterioridad se construyó tambiénen el arrabal el fuerte llamado "Mano de Tigre " .

Hacia el mar la ciudad tenía por salidas la llamada Puertade Agua (el Taller) y cuatro postigos más, defendiéndola comoaditamento natural, una serie continuada de rocas que la bajamarea dejaba al descubierto en una extensión de más de una mi-1 a . Y aun cuando en la pleamar á buques de no mayor cala-do les sería fácil aproximarse á tiro de cañón é intentar el des-embarco de una fuerza enemiga en botes, era esto exponer lasnaves y la gente al fuego de las murallas y al de las descargas defusilaría de la guarnición y del vecindario. Así, el sitio escogi-do y fortificado de manera tal creó en los panameños la confian-za de una segura protección contra los futuros ataques de los pi-ratas. Y tan costosos resultaron los trabajos erigidos, que elConsejo de Indias cuando examinó las cuentas de los gastos oca-sionados, escribió inquiriendo si las fortificaciones levantadas lohabían sido con oro ó con plata!

La población urbana de la ciudad quedó á su vez distribuí-da en seis calles trazadas de Este á Oeste, á saber : de Santo Do-mingo, de San José, de San Antonio, de Córdoba, de San Jeróni-mo y de San Juan de Dios; diez calles trazadas la mitad de Norteá Sur y la otra de Sur á Norte : de la Merced, de San Blas, de SanIgnacio, de Santiago, de Santa Bárbara, de Torralaba, de San Pe-dro, de San Pablo, de San Miguel y de San Francisco : una callellamada del Palacio y la Plaza Mayor.

En la nueva ciudad además de la iglesia Catedral tuvieronsitios preferentes y extensos para edificar sus conventos las ór-denes monásticas de San Francisco, Santo Domingo, San Juande Dios, de la Merced, Agustinos, Mercenarios y de las MonjasConcebidas.

En el extremo hacia el Sureste de la cíudad se erigió la for-tificación principal con sus bóvedas y cisternas, las casas del Pre-sidente, de la Real Audiencia y la Cárcel .

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CAPITULO XXXVIII.

Importantes sucesos políticos yreligiosos acaecidos á mediados delsiglo XVIII

1749–1764

El Obispo Francisco Javier de Luna y Victoria—Precaria si-tuación del Darién .--Extinción de la Real Audiencia de Panamá.—La Comandancia General de Tierra Firme El <<fuego chico».—Cambios en los gobiernos civil y eclesiástico.

El Obispo Francisco Javier de Luna y Victoria .—Duranteel gobierno del Mariscal Montiano vacó la sede episcopal de Pa-namá por haber sido trasladado al Cuzco Don Juan de

Castañeda. Para llenar la vacante se nombró en 1750 al Deán de laiglesia de Lima, Don Felipe Manrique de Lara ; pero trasladadotambién éste antes de venir _á Panamá á la Sede de Guamanga,fue electo en su reemplazo el doctor Juan de Laborde, precisa-mente cuando acababa de morir en Méjico, donde residía . Lue-go fue escogido en su reemplazo el doctor Valentín Morán, quienprefirió el Obispado de las Islas Canarias que se le ofreció igual-mente. Debido á tales contratiempos resolvió el Rey nombrarpastor de la grey istmeña al doctor Francisco Javier de Luna yVictoria, canónigo de la Catedral de Panamá, ascenso que causóentre los miembros peninsulares del cabildo eclesiástico no po-co desagrado, porque Luna y Victoria era criollo, nativo delpueblo de San Isidro de Capira, hombre de color que había as-cendido en la escala jerárquica de la iglesia por sus merecimien-tos individuales, por su virtud y posiblemente por su fortuna,adquirida cuando joven en trabajos manuales y rústicos . A pe-sar del encono de los sacerdotes españoles, corroídos por la en-vidia, Luna y Victoria tomó posesión del cargo el 15 de Agostode 1751.

El nuevo prelado diocesano hizo á su costa la obra terminaldel edificio de la Catedral ., enriqueció esta iglesia con alhajas yornamentos valiosos, la dotó de campanas, y aunque fue trasla-dado á la sede de Trujillo en 1759 con inmensa pesadumbre delvecindario panameño, siguió costeando, por medio de apodera-do, los trabajos hasta concluir el edificio el 3 de Diciembre de1760, como consta en la inscripción que se ostenta en la fachadaprincipal.

La universidad que él había fundado continuaba sin obs-táculo, de modo que al abandonar Luna y Victoria su patria pa-ra acudir adonde se le destinaba, el establecimiento siguió sumarcha regular bajo el rectorado del padre Juan Antonio Giral-da. Las clases de Física, Metafísica y Lógica estaban á cargo delpadre Ignacio Peramos, de la Compañía de Jesús, como el ante-rior .

Por estas obras, como por las muchas de caridad que ejerciócon los pobres, se hizo el señor Luna y Victoria digno de la gra-titud de sus conterráneos, para quienes fue motivo de intensopesar la noticia de la muerte de tan ilustre varón acaecida enTrujillo el 11 de Marzo de 1777, cuando había sido elevado alArzobispado de Charcas .

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Situación del Darién y de Veraguas—El gobierno del se-ñor Montiano, en cuya época se reedificaron las fortalezas dePortobelo y Chagres por el ingeniero Ignacio de la Sala, no estu-vo libre tampoco, á pesar de las precauciones tomadas paramantener el orden y la tranquilidad en el territorio, de sucesospor desgracia muy comunes ya en la historia del Istmo, que

contribuyeron á acelerar la ruina de sus principales pobla-ciones, á paralizar completamente la industria minera en elDarién y á detener los primeros pasos que en la amplia vía de laagricultura se había comenzado ya á dar en esa misma región ..En efecto, en 1750 fueron pasados á cuchillo los moradores yestancieros de algunas poblaciones del Darién por los indios' alza-dos nuevamente; al año siguiente los rebeldes atacaron el fuertede San Rafael de Terable, de cuya guarnición sólo lograron es-capar, heridos, dos 6 tres individuos ; tales escenas de sangrese

remitieron nuevamente en 1754, siendo esta vez los franceses, es-tablecidos con licencia del gobierno como colonos en la costa delNorte del Darién, los que perecieron alevosamente á manos delis naturales . Poco después asaltaron la población de Yavizalos chucunaques, y debido á esto se mandó erigir un fuerte paraprevenir futuros ataques, el cual vino á ser la residencia del Go-bernador de la Comarca.

En Veraguas marchaban las cosas de modo distinto, pues sibien sufría la provincia la hostilidad de los indios mosquitosque venían á la costa del Norte á pescar la tortuga de carey yverificaban algunas incursiones en el interior, se habían tomadoalgunas providencias para repeler cualquier ataque formal. Encambio los indios de la región se iban lentamente reduciendo ála vida de comunidad en los pueblos y abrazaban el cristianismo,gracias á los empeños de los misioneros.

Por ese tiempo (1755) se fundó el pueblo de naturales deRío de Jesús en Veraguas.

Decadencia del Istmo.—El estado angustioso del Daríén yel marasmo que dominaba á los habitantes de las demás comar-cas del país, marcaron el punto culminante de la decadencia delIstmo, pues la época que atravesaba éste formaba contrastecon el bienestar de años anteriores ; á la suma actividad comer-cial de antes debida al tráfico constante había sucedido ahorauna paralización completa por la supresión de aquél . Al puertode Panamá apenas llegaban del Perú, diez 6 doce navíos al año,con lo necesario para la subsistencia de los moradores ; como ha-rina, vinos, sal, menestras, otros comestibles y géneros ; al dePortobelo, con procedencia de España y puertos del Mar de lasAntillas llegaban otros tantos buques con efectos europeos, y has-ta con maíz y aves de Cartagena. Las rentas totales no pasabande $ 100,000 anuales, insuficientes para atender á las más urgen-tes necesidades de un gobierno aparatoso. El país se despo-blaba tan rápidamente, que en ese tiempo apenas si pasaban decuarenta los peninsulares vecinos de Panamá capaces de desem-peñar los más ínfimos empleos públicos ; el resto de los morado-res se componía de mercaderes españoles de todo género, y degente de humilde condición, en su mayoría negros y mulatos.

En las principales villas y pueblos la masa principal de lapoblación se componía de indios mezclados con las razas blan-ca y negra, gente pobre, cuya ocupación consistía especialmente

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en cuidar las estancias y sementeras de las vecindades y los ha-tos de vacunos que eran numerosos . No había en todo el paísun solo sujeto que tuviera $ 50,000 de caudal, pues las grandesfortunas de otros tiempos habían emigrado en busca de horizontes más amplios para sus negocios.

Extinción de la Real Audiencia de Panama.—Tal estadode cosas demandaba la implantación de un sistema de econo-mías en el gobierno de la colonia, por lo que se dispuso extin-guir el Tribunal de la Real Audiencia que continuaba funcionan-do en la Capital y que aparte del gasto que su rango ocasionaba,era fuente perenne de discordias entre las autoridades, contribu-yendo por otra parte al profundo malestar moral de los habitan-tes. Para llevar á cabo la medida se pidieron previamente in-formes sobre su ventaja 6 inconveniencia, informes que el señor'Montiano rindió del modo más desfavorable para la Corporación, corroborando con ellos los que con anterioridad había sos-tenido el Gobernador Alcedo en sus representaciones al Consejode Indias . En tal virtud, por cédula real de 20 de Junio de 1751se mandó extinguir la Audiencia de Panamá, que había funcio-nado con pequeños intervalos desde 1539, . supresión llevada ácabo el 11 de Noviembre del propio año, restituyéndose así lapaz y el orden turbados constantemente por los desafueros delos Oidores.

La Comandancia General de Tierra .Firme.—Panamá per-dió con la medida adoptada un punto más de su posición po-lítica dependiente ahora de otras Audiencias en el ramo de jus-ticia . El país quedó regido por un gobierno netamente militar,sometido á la autoridad superior del Virrey y Audiencia resi-dente en Santa Fé, como parte integrante del Virreinato de laNueva Granada. Los límites de la Comandancia se comprendíandesde el Atrato hasta tocar el territorio de la Capitanía Generalde Guatemala. Todo recurso de apelación se llevaba, sinembargo, á la Audiencia de Lima, por ser más fácil y periódica lacomunicación, y la Caja Real de esta ciudad continuaba suminis-trando los fondos precisos para ayudar al sostenimiento de laadministración pública en Tierra Firme. El Obispo siguió sien-do sufragáneo del Arzobispado de Lima. La Comandancia Ge-neral de Panamá incluía las provincias del Darién, Panamá, Por-tobelo y Veraguas . Las dos primeras tenían en la época, sincomprender los indios salvajes y los esclavos, 7856 vecinos yhombres capaces de empuñar las armas distribuídos en dos ciu-dades: Panamá y Natá; una villa, la de Los Santos, seis lugares ycatorce pueblos con 539 indios tributarios . Portobelo compren-día esta ciudad, el pueblo de Palenque, de negros libres, el lugarllamado Minas de Santa Rita y la venta de Boquerón, todo con1262 almas . La Provincia de Veraguas tenía tres ciudades : San-tiago, Remedios y Alanje, y 51 lugares de españoles con 4952 ve-cinos, fuera de 14 pueblos en que vivían 1735 indios reducidos.La población indígena de esta provincia era relativamente densa,y en su catequización por los religiosos se empeñaba con ardor elGobierno. Un número escaso de esclavos africanos, laboradoresde las minas, aumentaba un poco más el censo de población deesta Provincia.

El «fuego chico».—Montiano continuó en Panamá como go-bernante hasta fines de 1755, pocos meses antes de que una nue-

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va conflagración local trajera el luto y aumentara la miseria, engran parte del vecindario de la ciudad cuya mitad fue destruidael 21 de Marzo de 1756 por un incendio que comenzó á las tresde la tarde y redujo á escombros entre muchísimas casas par-ticulares los conventos de San Francisco, de Santo Domingo y de,las Monjas Concebidas de la Concepción, así como la iglesia pa-rroquial de San Felipe de Neri. Fue el segundo incendio sufri-do por la nueva ciudad, al cual se le llamó el <<fuego chico» paradistinguirlo del «fuego grande» de 1737.

En previsión de futuras y lamentables calamidades como laque se acababa de pasar, se prohibió por cédula expedida en1758 la construcción de edificios de madera en el recinto de laciudad propiamente dicha, lo que no fue óbice para que las lla-mas hicieran de Panamá campo para sus devastaciones frecuen-tes .

Cambios y ascensos en los gobiernos civil y eclesiástico .—En Junio de 1759 se encargó del gobierno de Panamá don Anto-nio Guill y Gonzaga, hombre piadoso de grandes virtudes cívi-cas, de reconocido talento y de experiencia militar, á quien seascendió en 1760 á Brigadier de los reales ejércitos y al año si-guiente á la Capitanía General. de Chile, en cuyo desempeño mu-rió en 1768. Lo corto del gobierno del señor Guill en Panamáfue generalmente sentido por el vecindario que supo apreciarsus buenas condiciones de hombre afable y recto á la vez.

El Brigadier don José Raón fue la persona que vino des-pués á regir el país, cuyas riendas tomó el 5 de Febrero de 1762,conservándolas sólo dos años, por la promoción que se hizo en élala Gobernación y Capitanía General de Filipinas . Su paso pore,1 Gobierno apenas dejó huella en el Istmo.

El mando pasó el 4 de Febrero de 1764 á manos del Briga-dier José de Arana v Garnica, Teniente Rey de la plaza, quiendesde el comienzo de su gobierno tuvo que hacer frente á la hos-tilidad del Gobernador de Portobelo, don Manuel de Agreda, pueshabiéndose expedido el 14 de Diciembre de 1763 una cédula porla cual se retiraban al Gobernador de Panamá ciertas antiguas pre-rrogativas de que gozaba bajo la autoridad del Virrey de NuevaGranada, pretextó el primero que tal disposición 10 nivelaba enposición política al segundo y rehusó obedecer sus mandatos,por- lo que fue necesaria la intervención de la Corte y la expedi-ción de una nueva cédula que estableciera el orden jerárquicoentre los Gobernadores de Panamá, Veraguas y Portobelo . Es-tas emergencias mantuvieron en germen cualquiera buena dispo-sición que tuviera Arana y Garnica á favor del país, en cuyoorando cesó el 14 de Agosto del citado año de 1764 por haberllegado el titular, Coronel de infantería, don José Blasco y

Oroz-co, en cuyo gobierno no ocurrió suceso digno de mención, salvoel intento de los indios del Chucunaque y del Bayano de asesi-nar á los moradores del Río Congo.

La silla episcopal de Panamá, vacante por esta época, fueofrecida á Miguel Moreno y Hollo, natural de Panamá, Canónigode la Catedral de esta ciudad y Comisario de la Inquisición deCartagena . Electo en 1763, tomó posesión del cargo poco des-pués, demostrando en su desempeño mucho celo é interesándo-se especialmente per todo aquello que contribuyera al brillo de

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la iglesia en su patria. A poco de sentarse en la silla tuvo lu-gar, el 20 de Enero de 1764, la inauguración del nuevo templodedicado á Santa Ana, en el barrio de su nombre, en Panamá,obra debida al desinterés y piedad de don Mateo de Izaguirre éIbarzábal, quien con sus propios recursos reconstruyó el edificio sobre el mismo sitio de su primera erección . Los años ha-bían llevado a la ruina casi . el templo; don Mateo lo levantó denuevo más amplio y hermoso, mereciendo por esta obra que re .velaba su fervor religioso y su desprendimiento, que el Rey deEspaña le otorgara el título nobiliario de Conde de Santa Ana,con el cual sirvió varias veces el cargo de Alcalde ordinario de.la ciudad.

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N U EVOS RITOS 601

ATLAS Y EL DOLOR.Fatigado y doliente, un peregrino,

Cubierto con la nieve de los años,Inclinaba su porte bajo el peso

De amargos desengaños.

Y cansado á la vera de un camino,Apoyado en su caña débilmente,Revelaba en sus ojos las angustias

De su dolor vehemente.

Por el mismo sendero ágil mancebo,Reposado y risueño su semblante,Ya sereno cargado con el mundo:

Es Atlas el gigante.

Como viese admirado que el ancianoSin ostensible peso se inclinaba,Trató de descifrar aquel misterio

Y así le interrogaba:

¿Por qué, buen hombre, la cerviz inclinasY sin peso aparente estás cansado,En tanto que yo cargo con el mundo,

Altivo y sosegado?

Atlas, Atlas, responde el peregrino,Tu fuerza muscular hace arroganteQue el mundo lleve como débil pluma,

Tu cuerpo de gigante:

Mas el peso terrible que me agobiaNo en el cuerpo, en el alma yo le siento:Me abruman, despiadados y crueles

Dolor y sufrimiento,

Asombrado y curioso á la vez, Atlas,Con lo que él juzgaba singular portento,Propúsole al anciano que cambiaran

Sus cargas al momento .

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Hízose el combio con presteza raraY por arte de hechizo sobrehumano,El anciano transfórmase en gigante

Y Atlas en anciano.

Libre ya de sus penas el primero,Las auras de la vida respirabaY sonriente y con potente brío,

El mundo soportaba.

En tanto Atlas, el gigante Atlas,Transformado en un viejo de repente,Sintió las penas en su pecho virgen

Y doblegó la frente

Y en angustia sumido, al que fue anciano,Así le dice con dolor profundo:Tu carga es muy pesada, me fatiga,

Y pesa más que el mundo.

ANDRES VILLARREALE.

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Para Rodolfo Chiari, excelente amigo.

No he podido jamás ver llorar á una mujer sin enternecer-me. Es una gran debilidad de mi naturaleza que procuro disi-mular cuanto puedo y de la cual no he hallado manera de liber-tarme con todo y el furioso atracón de ibsenísmo y

nitzcheanismoque me he dado. La mujer que llora tiene para mí un encan-to tal, la encuentro tan purificada y redimida, que muchas vecesha cesado mi cólera al ver correr lágrimas de sus ojos.

Como clara consecuencia de esto, hallo por demás decirosque nunca he podido hacer papeles donjuanescos, pues cuando lohe intentado, el arma esa de dos filos, terrible y sensible, me haatajado en mis propósitos . Y como si supieran mi debilidad,muchas mujeres á quienes he susurrado amores al oído, han sa-bido llorar á tiempo para ablandarme y alejarme,

Quiero contaros brevemente unos de estos casos que echópor tierra mis mejores anhelos y me obligó á seguir haciendovida de soltero, á pesar de mis obstinados deseos deingresar enla admirable y numerosa cofradía de San Antonio, el divino tau-maturgo.

Hará cosa de quince años estaba yo empleado en una pode-rosa empresa cuyos negocios se hallaban establecidos en un pue-blecillo de los muchos que salpican la vía férrea que va de estacapital á Colón . Allí conocí una preciosa muchacha, bella comoun sol, esbelta, garrida, de ojos incendiarios, pie pequeño y her-mosa y opulenta cabellera . Estaba comprometida, y su novio,que era marino, viajaba en esa época por los mares del Japón,Por de contado que mi corazón dió al verla un vuelco y quedóprisionero de la linda paloma que me propuse arrebatar al ma-rino, creyéndole indigno de poseer semejante tesoro . Preparé,pues, mis baterías y empecé á hacerla el amor con entusiasmoy

constancia ; pero fui mal recibido y calificado de dura manera miproceder con persona á quien debía respetar por sucompromiso. No desesperé sin embargo, Mañosamente me hice perdo-

NUEVOS RITOS 60i

nar, mostrándome arrepentido de mis propósitos anteriores yprometiendo enmienda completa . De este modo logré obtenerla amistad de la bella Angeles-que así se llamaba- y confiado enque la amistad es la puerta del amor entre hombre y mujer, es-peré paciente . Para mejor disimular apelé á un engaño ingenuoy comencé á hacer la corte á una chiquilla locuela y sentimentala un tiempo, amiga de, Angeles, que había ido á pasar ocho díasde recreo a su lado . Esta pobrecilla, no me recibió mal ; la hallédispuesta á ahorrarme la mitad del camino y flírté con ella deli-ciosamente durante su corta estadía en el pueblo, conviniendoconmigo, al marcharse, en sostener correspondencia por conduc-to de la amiga, la deseada, que gustosa en apariencia se prestó áservir de mediadora, pero que ya. comenzaba á sentir envidia ápesar de su compromiso, cosa muy de mujer y con la que yo ha-bía contado de antemano..

V-no entonces lo mejor de mi obra . Escribía largas cartasapasionadas y versos enloquecedores y sensuales, que si hoy lospublicara cono míos cualquier malqueriente, sería suficiente paraque cesara de emborronar cuartillas ; y todas estas muestras defingida pasión las leía yo á la mediadora, can un énfasis, unardor tal, viéndola en el blanco de los ojos á cada frase apasionadaque bien pudo comprender que no había en mí ningún amor porsu amiguita, sino que era ella la amada, y gozar coi el triunfo, nosin sobresalto tal vez, á causa de su compromiso que estaba envísperas de quebrantar, ya vencida á mí . Cuando pude com-prenderlo así por completo, cesé la farsa; bruscamente suspendíla correspondencia y le puse de manifiesto nuestra situación y loinevitable que era oponerse á los dictados del corazón . Todo es-to tan bien dicho, que la pobre vaciló sorprendida y temerosa,pues indudablemente para ella la situación era de una enormegravedad. Yo la instaba, la asediaba y el triunfo era cosa cierta.Callada y pensativa había abandonado sus manos en las mías yme miraba tiernamente, fijamente . Por qué se le ocurrió en esemomento oponer la última resistencia? Tal vez ella no conocíami debilidad, tal vez supuso que, como casi todos los hombresen igual situación, yo secaría sus lágrimas con mis besos. Tal vezsí; pero se equivocó y labró mi desgracia entonces— . Esperad!dijo, y entrando a su alcoba salió al poco rato llorosa, con unmontón de cartas, de cintas, da recuerdos de amor . Y me hallóentre sollozos de su compro, ¡se, de la bondad de sil novio, delcariño que la profesaba, del rudo golpe que él recibiría si ella letraicionaba. Y me enseñó sus cartas, amorosas, tiernas, senti-das, fechadas ya en Yokohama, ya en Hong Kong, ya en Manila,ya en San Francisco . Era una odisea amorosa la de ese marinosensible. Y lloraba y lloraba Angeles, y el corazón se me pusopequeñito y cuando ella me rogó que me fuera, que la olvidara-aunque deseando seguramente lo contrario, me atrevería hoy ájurarlo-salí, á punto de llorar yo también, loco, desesperado, mal-diciendo mi suerte, envidiando al marino.

Estuve sin verla varios días . Luego cambié de residencia, ycomprendiendo que había hecho una tontería pensé repararla.Escribíla varias veces y no obtuve respuesta . Me tendría comoun necio y de seguro me despreciaba . Tal vez seguía siendo fielal marino, pensaba yo á veces, dudando . Pero pronto meconvencí de mi torpeza . Una esquela de matrimonio, que vi por ca-sualidad en casa de un ..migo, me enteró de que se había casado,

NUEVOS RITOS POS

pero no con su prometido, no con el hombre que le escribía car-tas desde los puertos todos del Pacífico oriental, sino con un . in-glés, gerente de una gran compañía cauchera, llegado al pueblopocos días antes de mi salida.

A pesar de este y otros percances, no he podido contener lasensiblería de mi corazón, que le me pone del tamaño de unaavellana cuando una mujer llora ante mí. Sólo puedo aconseja-ros á vosotros, hombres fuertes, que tengáis mucho tiento enasuntos de amor y que creáis como palabra divina que cuandouna mujer llora, en cualquier situación y por cualquier causa, na-da desea ni agradece tanto como ser consolada oportunamente.

GUILLERMOANDREVE.

Nuevos Ritos . 609

.AI ver eso, el Sultán lo comprendíó todo,

Si Méhémet había solicitado con tanto empeño la -autorización para ejecutar él mismo la sen-tencía de los Jueces era, paraevitarle el suplicio á su padre, infligiéndoselo á sí mismo, Yesa mano que acababa de presentar al S ultán era suya.

Retiraos dijo el Jefe de los creyentes dírigiéndose a los-guardias.

Y luego, acercándose al joven ., agregó:

Te había juzgado mal, Méhémet, y te débo una compen-sación . A contar de hoy serás mi primer Secretario ; te con

sedo, además, el perdón de tu padre, y quiero que en recuerdo detu abnegación lilial se coloque en la casa de tu padre una placade mármol negro con una mano dorada en v Balee

---Esta es,--dijo mi dragoman- -la hístoria de la mano cortada, que habéis visto hace un momento

Y se bebió su décimacuarta taza de café á manera de con-cIusión.

M. DE BEJAN.

Nuevos Rit os 610

¡Oh relíquia en sus labios recogidaCon el último soplo de la vida

Con su postrer adios!¡Sublime redentor del triste mundo

iRecuerdo de un arcángel moribundo¡Oh símbolo de amor!

¡Cuántas veces las gotas de mi lloroHan resbalado por tus pies, que adoro,Desde el instante aquel

En que pasaste de su pecho inerteA mis manos, del beso de la muerte

Tibios aún los pies:

El cirio funerario derramabaSu tenue luz ; el cura murmuraba,

Un himno sepulcral;Tierno como la dulce cantinelaCon que arrulla la madre y se consuela

El ángel del hogar.

En su frente de nítido alabastroBrillaba aún con el fulgor de astro

La redentora. fé.En su rostro el dolor resplandecía

Y la muerte grabada ya teníaSu magestad en él,

Su cabellera el viento acariciaba,y á, cada movimiento mea velaba,

0 11w dejaba, ver,Su bello rostro de perfil hebreo,Cual flota sobre blanco mausoleo

La sombra de un ciprés .

NUEVOS RITOS 611

r7

Sor Filomena.Ya está hecho, por todos los diablos! rugió el obeso empre

sario, dirigiéndose á lit mesita de mármol en que el pobre tenorio ahogaba su amargura en la onda de ópalo de un vaso deajenjo.

El empresario-ese famoso Krau,-¿no conocéis lacelebridadde su soberbia nariz, un verdadero dije de coral ornado de ru-bíes alcohólicos?-el empresario pidió el suyo con poca agua.Luego, secó el sudor de su frente, ,y dando un puñetazo quehizo temblar la bandeja y los vasos, soltó la lengua.

"¿Sabes, Barlet? Estuve en toda la ceremonia.; lo he pre-senciado todo . Si te he de decir la verdad, fue una cosa con-movedora. No somos hechos de hierro "Contóle

lo que había visto . A la linda niña, la joya de su troupe, tomarel velo, sepultar su belleza en el monasterio, profesar, con suvestido oscuro de religiosa, la vela de cera en la mano blanca.Después, los comentarios de la gente :- ` ¡Una cómica monja . . ..¡A otro perro con ese hueso . . . . " Barlet, el enamorado ro -mántico, veía á lo alto y bebía á pequeños sorbos.

F.

Eglantina Charmat, mimada del público parisiense, habíasido contratada para una tournée por los países de América.Bella, suavemente bella, tenía una dulce voz de ruiseñor . Uncronista le bautizó en una ocasión con el lírico nombre de Filo-mena. Tenía los cabellos un tanto oscuros, ,y cuando se le des-ataban en las escenas agitadas, hacía con gracia propia, para recogérselos, el mismo encantador movimiento de la Reichenberg.Entró en el teatro por la pasión del arte . Hija de un comer-ciante bordelés que la adoraba y la mimaba, un buen día, elexcelente señor, después del tiempo de Conservatorio, la con-dujo él mismo al estreno . Tímida y adorable, obtuvo unavictoria espléndida . ¿Quién no recuerda la locura que despertóen todos, cuando la oímos arrullar, incomparable Mignon:

Connais-tu le pays oú fleurit l ' oranger ........?

NUEVOS RITOS 612

Festejada por nababs y rasáis, pudo, raro temperamento,extraña alma, conservarse virtuosa, en medio de las ondas deescándalo y lujuria que á continuo pasan sobre eso que lleva, lagráfica designación de carne de tablas . Siguió en una carrerade gloria ,y provecho . Su nombre se hizo popular . Las nochesde representación, la aguardaba su madre para conducirla ácasa . Su reputación se conservaba intacta . Jamás el Gil Blas seocupó de ella con reticencias ó alusiones que indicasen algo ve-dado, nadie sabía que la aplaudida Eglantina favoreciese á nin-gún feliz adorador, siquiera con la tierna flor de una promesa,de una esperanza.

Almita angelical encerrada en la más tentadora estatua derosado mármol.

ax. .x.

Era ella una soñadora del divino país lela armenia . ¿Amor?Sí, sentía el impulso de un amor . Su sangre virginal y ardien-te le inundaba el rostro con su fuego. Pero el príncipe de susueño no había llegado, ,y en espera de él, desdeñaba con impa-sibilidad las galanterías fútiles de bastidores y lasmisivas es-túpidas de los Cresos golosos . Allá en el fondo de su alma lo, can-taba un pájaro invisible una canción, vaga como un anhelo de ju-ventud, delicada como un 'fresco ramillete de llores nuevas . Ycuando era ella la que cantaba ponía en su voz el trino del avede su alma ; y así, era como una musa, como la encarnación deun ideal sonado y entrevisto, ,y de sus labios, diminutos y rojos,caían á gotas armónicas, trémolos cristalinos, arpegios floreosde melodía, las amables músicas de los grandes maestros, á toscuales ella agregaba la delicia de su íntimo tesoro . Juntabatambién á sus deleitaciones de artista profundos arrobamien-tos místicos . Era devota

-Pero no estáis escribiendo eso de una cómica?

. . . .Era devota . No cantaba nunca sin encomendarse á lavirgencita de h cabecera de su cama, una virgencita de primova comunión . 'Y con la misma voz suya con que conmovía á lospúblicos y ponía el estremecimiento de su fuerza mágica sobrepalcos ,y plateas interpretando la variada sinfonía de los amoresprofanos, lanzaba, en los coros de ciertas iglesias, la sagrada llu -via sonara de las notas dala música religiosa, interpretandotambién Ios deliquios del infinito amor divino; y así su espíritu, que va-gaba entre las rosas terrenales como una rosa de virtud iba á cor-tar, con las vírgenes del Paraiso, las margaritas celestes que perfuman los senderos de luz por donde yerran, poseídas de la feli-cidad eterna, las inmortales almas de los bienaventurados . Ellacantaba, entonces con todo su corazón, haciendo vibrar su vozde ruiseñor en medio de N tempestad gloriosa del órgano ; y sulengua se, regocijaba con alabanzas á la Reina María Santísimay al dulce Príncipe Jesús.

Un día, empero, llegó el amado de su ensueño, el cual erasu primo y se llamaba el Capitán Pablo, Entonces comenzó elidilio . El viejo bordelés lo aprobaba todo, ,y ,1 señor capitánpudo vanagloriarse de haber desflorado con un beso triunfantela casta frente de lis de ta primaveral Eglantina . Ellafabricóinmediatamente dos castillos en el aire, con el poder de su gen-til cabecita : 1º, aceptaría la contrata, que desde hacía tiempole proponía el obeso y conocido Krau, para una tournée en América ; y 2º, á su vuelta, ya rica, se casaría .

NUEVOS RITOS 613

Concertada la, boda, Eglantina firmó la célebre contrata,con gran contentamiento de Krau, que en el día del

arreglo presentó más opulenta y encendida su formidable nariz;Qué negocio! ¡Qué viaje triunfal! Y en su imaginación veíacaer el diluvio de oro de Río Janeiro, de Buenos Aires, de San-tiago, de México, de Nueva York, de la Habana.

x.

También firmó contrata Barlet, ese tenorcito que a pesarde su buena voz, tiene la desgracia de ser muy antipático, porgastar en su persona demasiados cosméticos ,y brillantinas . YBarlet "¡por todos los diablos! " se enamoró de la diva . Ella, ápesar de las insinuaciones de Krau en favor del tenor, pagabasu pasión con las más crueles burlas . ¿Burlas en el amor?Mal hecho . En los buenos días de la Provenza del siglo Vi 11habría merecido versos severos del poeta lírico Favre d ' Uses yla Marquesa de Mallespine la habría condenado, pire su croe]dad, á dar, por lo menos, un beso en público, al . desventurado ,ymalferido adorador . Eglantina llevaba en su corazónla imagendel Capitán . Por la noche, al acostarlo, rezaba por él, leencomendaba en sus oraciones y le enviaba su amor con el.pensammiento .

El primer castillo aéro comenzaba á solidificarse . EnRío Janeiro ganó la diva crecidas sumas . El día de su benefi-cio recogió una cestilla de diamantes . El Emperador don Pedro q . d. D. g., le, envió un imperial solitario . En Montevideo,en Buenos Aires, en Lima, fue para la deliciosa Mignon la inacabable fiesta de las flores ,y del oro . Entre tanto, Barlet desalinaba de amor ; y más de una vez se inició en su contra la,mas estupenda silva . Pasaron meses . En vísperas de regre-sar, Krau recibió propuestas excelentes de Santiago de Chile,,y se encaminó para allá con su compañía . Eglantina estabaradiante de gozo . Pronto volvería á Francia, y entonces

Mas, un día después de leer una carta de París, al concluísla temporada del Municipal, la diva se quedó pálida .-Allá, enla tierra ele la porcelana y del opio, en la horrible Pekín, habíamuerto el Capitán . El segundo castillo aéreo se había venido alsuelo, rompiendo en su fracaso la ilusión más amada de la tris-te almita angelical . Esa noche había que hacer "Mignon", laquerida obra favorita ; tenía que cantar Eglantina con su aéreavoz arrebatadora:

"Connais–tu le pays oú fleurit l ' oranger?

Y cantó, nunca ¡ay! con mayor encanto y ternura. En suslabios temblaba la balada lánguida de la despedida, el gemidode todas tristezas, la cántica doliente de todas las desesperan-zas Y en el fondo de su sér, ella, la rosa de París, sabíaque no tenía ya amores ó ilusiones en la tierra y quesolamentehallaría consuelo en la Reina María Santa y en el dulce Prínci-pe Jesús .

x.~z

Santiago estaba asombrado . La prensa hacía comentarios.El viejo bordelés, que había acompañado á su hija. lloraba pre-parando sus baúles ¡Adiós, mi querida Eglantina?

NUEVOS RITOS 614

Y en el coro del monasterio estaba de fiesta el órgano, por-que sus notas iban á acompasar la música argentina de la garganta de la monja.

Un ruiseñor en el convento ; cuya verdadera Sor Filo-mena .!

Y ahora, caballeros, os pido que no soríais delante de laverdad .

RUBÉNDARIO

NUEVOS RITOS 615

ALTAS TRIBUNAS

L

Una vez acerquéme, compungido,á mi madre--mi madre fué, una santaque pasó por el mundo; bondad tanta,en otro corazón, no he conocido .

Valor la iba á pedir, consuelo, olvido,para seguir viviendo. En mi garganta,se anudaba la voz . Ella, con cuántapiedad oyó mi acento dolorido.

La iba á mostrar el mar de mi tristeza;la roca de mi duda, la malezaagresiva ;y hostil de mi fastidio;

á pedirla de amor una miradaque al radiar en mi senda desolada,me apartase del antro del suicidio!

1, 1.

--Madre, la dije—el fardo de la vidame agobia de tal modo que no puedoresignarme á vivir, ,y voy, sin miedo,á entrar en ]a región desconocida . . ..

Sálvame! — Su mirada condolidase alzó á compás de su tembloso dedoy---espera- -dijo con susurro quedo—Dios besará los labios de tu herida!

Después cogió en sus manos mi cabezay la apoyó en su seno, que el quebrantoenlutó en una vida de tristeza.

Y humedeció mi frente, mientras tanto,como con un bautismo de pureza,con el agua bendita de su llanto .

JULIO FLÓREZ.

NUEVOS RITOS 616

de Primavera

(Página de "Mi Libro').

Para mi querido amigo José EdgardoLefevre.

Entre las muchas razones que me inducen á la creenciacomún de que los antiguos hayan gozado de una perpetua sa-lud figura la del amor que ellos siempre consagraron á la Pri-mavera.

Para el neurasténico—ó para aquel que imagina estarlo, queen dicho caso viene á ser lo mismo la Primavera es la peor (lelas estaciones del arlo.

Para un sistema nervioso debilitado, esto es, contemporáneo, nada hay de más grave que esta atmósfera en que tiemblala inmensa fatiga de la Naturaleza . — Los nervios en tensión yla corteza cerebral irritada sufren por simpatía la faena delglobo, del mismo modo que produce vértigo la contemplacióndel equilibrista que atraviesa la cúpula del teatro sobre unhi-lo de hierro .--Pasa por las venas todo ese cansancio de una Na-turaleza que páre . Es un espectáculo demasiado violento parasentidos atinados ,y demasiado humillante para espíritus mor-tificados.

De lnvierno, tendido sobre una poltrona, con los pies al ca-lor de, la estufa de centelleante metal y entre las manos un vo -lumen intenso, yo me siento hombre . —Pero si el aliento gravede Mayo moribundo me asalta á la caída del. día, delante de unaventana abierta en plena campiña, yo me siento Naturaleza . --Entonces comprendo porqué los poetas ,y los héroes se convir-tieron en tales descubriendo y exaltando en sí mismos la partede naturaleza que contenían sus almas ; pero yo no perte-nezco á su rana.—La n atura naturans no es mi elemento .—Y esaNaturaleza jamás me inspiraría un himno védico y menos unaWaldweben . —Yo soy un hombre contemporáneo-

Y bien, la Naturaleza suscitadora de energía alepicureismonaturalístico de antiguos maestros me parece que produce unefecto absolutamente contrario en el perfecto contemporáneo.

Olvido, tedio, cansancio y suelo .

. . Esto creo que traen loscéfiros á todo sistema nervioso fatigado. —;Habéis acaso sufrido

NU EVOS RITOS - 61

la tristeza de un regreso sin haber partido?-- Esta sensaciónsingular de melancólico aturdimiento se presenta en ciertosdías más oscuros que los otros, en los cuales la estupidez delas cosas comunes supera á si misma hasta el punto de pare-cer nueva.—Es posible que nada haya mudado al rededor, quese esté destinado á encontrar siempre una vida estancada, enel mismo lugar, cada día que naco?,- Cuánta eternidad bit trans-currido de ayer á hoy para que todas las formas de esa vidahayan seguido precisamente como quedaron la . última vez, enuna inmovilidad de sepulcro?—Son éstos los pensamientos quese agitan durante la fatiga primaveral. --Fantasean en el cere -bro tres ó cuatro ideas rancias en lento ,y cansado

torbellino.—Las personas frecuentadas y de las cuales también se esperacualquiera distracción, son las de siempre, idénticas á las

etigies que de ellas la misma sociedad ha esculpido en el corazón.Continúan existiendo : dicen palabras oídas antes de que las

hayan pronunciado; cuentan hechos que ya. se, s : bao . , —Ennada ban cambiado ; siempre las mismas ideas, el mismo

vestido y hasta la misma amante.— Son más viejos que nosotros:antepasados de sí mismos ; se conocen hasta el fondo como cadauno sus propios bolsillos.

El mundo está petrificado ; nada lo haré mudar.—Una, me-lancolía incierta, una desesperanza . injustificada, una atonía delcuerpo ,y del espíritu . . . Se espera á ojos abiertos alguna co-sa oue debe llegar de lejos, una noticia cualquiera, absurda, im-provista, que s , recibe en la tarde volviendo á casa al descender del coche.--Acaso sin embargo en un rincón del mundo exis-ten tierras de sueño, países donde la gente sonríe de un mododiverso al de la otra gente, donde las casas no son de, piedra ,yel cielo es de un color diferente. del azul .—Yo creo que el viajoFaust vendiendo su alma al diablo no anhelaba amor y bellasdoncellas, como dice la cábala: él quería solamente engañar alaburrimiento, purgarse del veneno lento de la monotonía al pre-cio de la salud eterna.

Dulce dormir . . !Hé aquí la Primavera, toda la primave -ra para los que se, burlan como yo del murmullo del riachuelo ,ydel gorgeo de las avecillas y para quienes no conocen el cielosino en las formas caprichosas de retazos azules une Llenanlosvacíos entre techos y aleros, entre pararayos y caballetes .—Doshoras más de sueño ; esto es la Primavera .—Y ya es mucho.Yo no pretendo pedir otra cosa á los dioses,—los cuales parahacer llevadera esta vida han sido Inés que inteligentes supri-miendo una mitad merced á la genial transacción del sueño .--Dormir, dormir profundamente, dormir muchísimo, con lospuños cerrados y todas las fuerzas vitales hundidas en elsueño ; dormir soñando un poco ,y roncando bastante!—Guyde Maupassant elevó un himno á la cama, á este altar dela vida humana donde be nace y donde se muere, dondo sesueña y donde se sufre.--La leyenda cuenta que á los gran-des culpables se les privaba del sueño ; en las antiguas reli-giones las más gentiles entre las divinidades presidían elreposo de los justos.

Beranger olvidaba este único beneficio inestimable de la.Primavera, este don precioso que la jeunesse de I' annéellevaen su férvido seno, cuando repetía obstinado : "Mandit prin-

NUEVOS RUCOS-618

temps, reviendra tu toujours ".--Cuando solo por ella son dulces, inmensamente dulces, como un bálsamo divino á losmortales, aquellas albas . . . . por el entorpecimiento de losmiembros, por el crepúsculo de los sentidos y elsemidormirde la fantasía .--Esas horas de sueilo prolongado, tardo é in-cierto, perezoso ,y ligero, están llenas de una vida apenasentreabierta, en la cual los recuerdos confusos del día anterior se integran en los presentimientos del día que

nace.—En esas horas se resienten las punzadas del deseo que lleganhasta los íntimos ramales de la, existencia ; se oyen susurrosde voces indistintas, indefinibles que dejan un eco de todaslas músicas que se aman ; se repiran perfumes impregnadosde olvido . . . .—Felices ay! los que duermen en Primavera!

Se ha dicho también que la Primavera es la estación delos amores . — Sí, pero de un solo amor : aquel que yo tengopor mi enamorada . —No la conocéis y no os diré cómo sellama. . —Solamente algunos hombres y ciertas mujeres bellasla conocen . —Entre el vulgo afanado ella pasa sin ser vistaporquesu espíritu e; desdenoso.--Se tiende somnolienta enlas playas solitarias que incendia el Sol ; de noche reposaleve en los bosquecillos que bostezan á la dulce mirada dela Luna . — La violenta combustión de la vida se apaga sobresu ropaje de sueco como sobre un tejido de amianto. Y noson celosos sus amantes .—Guarda una felicidad hecha todade experiencia, de madurez y de sabiduría que solamenteella puede conceder .—Es un arte que aprendió allá enOriente en la patria de las religiones somnolientas y de los nar-cóticos que huelen como incienso- de una antigua Maga quela educó en el patio de un harem, bajo un pequeño pórticodonde una fuente repetía su tranquilo cacareo centenario .—Desde entonces desplegó su lento vuelo por el mundo ,y amólos poetas que nunca escribieron versos, á los apasionadosque jamás tuvieron amantes y á los pobres de grandes nom-bres y de pequeñas fortunas . Prodigó sus caricias imperceptibles ,y largas mientras en las trípodes cubiertas deorín humeaban las esencias que enervan .—Ella fue toda parasus amantes ,y sus amantes se dieron solamente á ella .—Pa-ra ellos, ella destiló los bálsamos benéficos del olvido ; paraella, ellos renunciaron á todas las vanidades en que el vulgoha cifrado su bien y á las cuales llama gloria, amor y ri-quezas . — Nos encontramos-no os lo he dicho?—en una densay enervante mañana de Primavera .---Desde aquel día nos vin-culamos para siempre con la muda elocuencia de una mira-da silenciosa, cambiándonos un bostezo dulce como una son-risa, sin que nunca más me haya abandonado oh! mi dulce,in¡ única, mi suprema amiga la Pereza!

ANTONIOBURGOS.

Génova.-1'910.-

NUEVOS RITOS - 619

A DON ERASMOEs flaca sobremanera

toda humana previsión,pues en más de una ocasiónsale lo que no se espera.

MARROQUIN

Robaste, don Erasmo, diez millonesen la " Prendaria", banco fraudulentofalsificando viejo documento;,y compraste, palacios y blasones.

A merced de tus joyas y doblones,y á pesar de tu escaso entendimiento,sueles pasar por hombre de talento,grandísimo ladrón de los ladrones.

Sueles pasar entro la honrada genteque te sabe adular con entusiasmocomo noble, cultísimo y decente.

Eres un hombre digno, don Erasmo;eres un hombre probo é inteligentey esta figura llámase SARCASMO.

FEDERICOESCOBAR

NUEVOS RITOS-820

La FelicidadEstábamos solos ; y el buen doctor, ufano del silencio

con que le escuchaba, repantigóse cómodamente en subutaca, encendió su pintoresca pipa tunecina, atusóse con pau-sado adernán sus largas melenas, crespadas y blancas,llennas de experiencia ,y continuó:

— La felicidad, como lit muerte, como el tiempo, comotodo lo muy grande, es algo liviano que voltea á nuestro al .rededor ,y se enreda continuamente á nuestros pies . Cuan-do la muerte aparece en la forma, de la espada, que amena-

6 del automóvil que atropella, podemos fácilmente esqui-varla ; que si acomete en el soplo del aire helado que

produce la pulmonía, 6 en el glóbulo sanguíneo que determina lacongestión, su emboscada es tan artera y sutil, que hemos derendirnos. Así la felicidad, generalmente se concreta, y esriqueza en el negocio próspero que explotamos, 6 gloria en elideal que timonea nuestros afanes, ó amor en la belleza de laesposa. Pero, á ratos, el destino peritísimo fabricador de

ironías, nos ciega los ojos del entendimiento, y fácilmente, comoen són de pasatiempo, extravía nuestros pasos, de suerte queperdemos en un instante lo mismo que imaginábamos tenercapturado y sujeto . . . . Yo no hablo de memoria, que, en apoyo

sustento de mi aseveración, voy á relatarle la . historia de unerror que bastó á destruir la felicidad de dos vidas.

Recogió sus recuerdos en una breve pausa, y prosiguió:

---Pronto hará treinta años que un gran amigo mío, PabloLazota, conde de Casatorrente, casó en Madrid con la marque-sita Alicia, una de las hermosas indiscutibles de su época . Be-lleza, discreción, donaire, virtud . . . . de todo había en aquellaadorable cabeza . ¡Yo lo aseguro ; yo, que la-conocí! Fue aquel,por tanto, uno do esos matrimonios que nuestros vecinos los

franceses, poco inclinados á las uniones puramente sentimen-tales, llaman «de corazón . Mi. amigo, en efecto, llegó al altarenamorado de Alicia hasta los huesos.

Cuatro 6 cinco meses después, el conde, cuyos negocios su-

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frieron un repentino y gravísimo revés, hubo de salir precipi-tadamente para Sabacoy, en Rusia, donde creo tenía un nego-cio de minas. La condesa, que se hallaba en cinta, no pudoacompañarle.

Al principio, los esposos se escribían diariamente ; luego,las cartas de Alicia empezaron á escasear y estos silencios malexplicados sobresaltaban á Pablo hasta el desequilibrio . El in-feliz andaba corno loco. A todos sus amigos íntimos les dirigíacartas lacónicas, desesperadas, que terminaban

invariablemente con esta pregunta: «Decidme la verdad: cómo sigue Ali-cia> Era su obsesión, ninguna respuesta le satisfacía . Hubodía en que me envió dos telegramas.

Cuando el conde supo que era padre, su felicidad se des-bordó; fue una delirante explosión de ufanía y orgullo, cual sitoda su raza se alegrase en él de tener un heredero más.

—Conviene, escribía á su mujer, que inmediatamente retra-tes al niño, hijo de mi alma . Quiero conocerle . ¿Cómo es? Ex-plícamelo. ¿Es rubio, es moreno? No me engastes . Díme,¿es cierto que se parece á tí ?

Transcurrieron varias semanas ; y el conde que rabiaba,preso en esos hilos malditos en que los negocios difíciles apri-sionan á los hombres, supo, por su suegra que Alicia estaba en-ferma. A esta noticia, Pablo respondió con el siguiente, tolegrama: «Espérame, dentro de los días salgo de aquí. Aliciaes lo primero.

¿Qué sucedió después ?

Yo no lo sé. Es uno de esos misterios tenebrosos inexpli-cables, cuya clave no aparece nunca . Lo cierto fué que alguien,evidentemente un enemigo M conde, imitando la letra de susuegra, escribió á éste una carta diciéndole que Alicia habíamuerto.

¡Horrible! Reconozcamos que el miserable que trató delastimar á nuestro pobre amigo, supo horirle en medio del pecho .

Es necesario saber cómo en Pablo era entonces la vehemen-cia de las pasiones, la violencia febril de los actos, para medirla enorme catástrofe moral que la pérdida de su adorada Aliciale produjo. ]+.n su lugar, otro hombre hubiera regresado á Madrid. El, atorrado, fuera de sí, no quiso averiguar los porme-nores de lo ocurrido, ni siquiera cerciorarsede laverdad . Hasta.de su hijo se olvidó . Sólo pensó en huír . Mucho después, he -mos sabido que, á la inedia hora de recibir la carta fatal, ,y yaen estado de absoluta inconsciencia, desapareció de la fondadonde se hospedaba; subió al primer tren que salía ; llegó á un,)norte de mar ,y se embarcó. El vapor donde tomó pasaje ibaá Calcuta.

Entre tanto, la marquesita Alicia se recobró pronto de suindisposición ; estaba contenta y el carmín de la salud salía ásus mejillas . Su hijo se criaba bien . Unicamente el silencioprolongado de Pablo la preocupaba . ¿A qué podía obedeceraquel eclipsamiento? Cansada de aguardar, escribió al eonsulado de España en Savatoy, pidiendo urgentemente noticias del

NUEVOSRITOS - 622

conde. La respuesta vino en seguida : Pablo había salido brus-camente de la ciudad, dejando en la fonda su equipaje . De na-die se despidió. De su paradero nada se sabía.

El dolor de Alicia fué indescriptible : un dolor tan intenso,tan definitivo, como el que semanas antes había zarpado las en-trados del conde . Presas de la incertidumbre más cruel ; ane-gadas en llanto, la marquesita Alicia y su madre decidierontrasladarse á Rusia, después de descubrir la realidad de todo loacaecido . Yo, como amigo íntimo que era de la familia, mebrindé á acompañarlas.

¡Qué peregrinación tan triste, tan silenciosa! Ninguno delos tres acertaba á hablar . Alicia, los codos puestos sobre lasrodillas, .y el rostro entre las manos, llorando sin consuelo. Yome ahogaba: sentía en la garganta esa opresión que debe deexperimentar el infeliz que se pierde en el fondo de unain ¡ni . Así atravesarnos á Francia, Alemania, y la mitad (leRusia. Y toda Europa nos pareció negra como un túnel . Yaen Savatoy, nuestras pesquisas resultaron infructuosas : la fu-ga de Lazota no había dejado rastro.

El narrador se interrumpió para encender su pipa, y continuó .

—Pasaron treinta. anos, amigo mío, ¡acaso más . . . .! Y elhijo de Pablo Lazota ; á quien todos lloraban muerto, ya era unhombre. Una tarde, el dios Azar reunió sobre un banco delcélebre parque de Luis XVI, en Montpellier, á dos españoles.

Ella, una anciana vestida de negro, con las mejillas fofaspor ausencia de dientes, los párpados enrojecidos por el muchollorar, ,y los cabellos blancos. Llevaba los pies metidos en vul-gares botas de paño, sus enanos marfiladas, llenas de distin-ción, tendían á cruzarse con ese gesto de inconsciente súplicaque deja en lo-; desdichados el infortunio.

El también era viejo ; pero por ciertos detalles adivinábaseque allá en sus mocedades debió de ser un gentil galán . Masaquello estaba ya lejos, ,y ahora, para andar, necesitaba apoyarse, en un bastón.

Al saberse compatriotas, se hablaron con esa simpatíaamistosa que permite entre los dos sexos la mucha edad ..

—Yo estoy aquí pasando una temporada, dijo ella.

El repuso:

- Yo estoy recién llegado de Indias.

Y prosiguieron.

— ¿Hace mucho tiempo que salió usted de España?

—Más de treinta años.

—¡Treinta años . . . .!

La anciana suspiró bajo la opresión de un recuerdo . Eltambién suspiró . Ella continuó:

—¿Tiene usted familia allá?

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—Un hijo, tal vez . . ..

Ella pensó:

- -Pablo al marcliase también dejó en España un hijo . ..

De pronto, los dos obedeciendo á un pensamiento, miráronse á los ojos . ¡A los ojos! ¡A lo que no envejece . . . ! Y sereconocieron . ¡Pablo. . . .! ¡Alicia....! Abrazáronse llorando. Ambos repetían:

¡Yo pensaba que habrías muerto, ,y vivías . . ..!

Meditando en esta mentira, sus cabellos se habían tornadoblancos.

Y el buen doctorconcluyó:

—Este caso y otros análogos me enseriaron á ser optimista. En general, la realidad es buena ; el dolor nace de noso-tros . Yo estoy cierto de que buena parte de nuestras pesadumbres son ilusionarias, y de que la ciencia del inundo se reduce, sencillamente, á saber hallar las alegrías . ¡Pero los hom-bres somos así! Nos creemos infelices, pensamos en el suici-dio, y, de pronto, al llegar á viejos, nos enteramos de que du-rante toda nuestra vida la felicidad caminó á nuestro lado.

EDUARDO ZAMACOIS

NUEVOS RITOS-821

Antonio Edgardo Burgos.

Vedlo ahí tal cual es. Un monisimo bombino que hace ri-sueña y agradable la vida de su padre, Don Antonio Burgos .

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Para entonces........(De Stechetti)

Eterno sobador . tal vez la suerteO el olvido cruel de sus amoresQuiere hacerlo buscar, con sus rigores,La paz entre los brazos de la muerte.

Nobleza á lucha obliga, y siempre inerteEl suicidio tendrá para él mayoresLazos con qué vencerlo, y los horroresDe la tumba amará para perderte.

Después mirará junto á su fosa,Sin flor y sin ciprés, la fementida,Llo r ando su pasado, tenebrosa

Y acaso no comprenda enloquecidaQue vale más la muerte que es honrosaQue maldita y sin fe gozar de vida!

ALEJANDRO DUTARY.

(Romeo)

NUEVOS RITOS 62f,

NOTASEl apreciable caballero Don John Barret, Director de laOficina Internacional de las Repúblicas Americanas, en Washing-ton, ha tenido la cortesía de enviarnos una traducción al espa-ñol del artículo intitulado El Arte en la América Latina queapareció en la revista "Art and Progress", que se edita en la capi-tal norteamericana.

El trabajo del señor Barret há sido comentado por muchosperiódicos dedos Estados Unidos por considerarse que da unaidea tan. nueva como instructiva de la civilización. latino america-na .

Las señoritas Débora y Helena María Henríquez, hijas denuestro buen amigo y colaborador don Juan Antonio Henríquez,han regresado al suelo patrio después de haber terminado bri-llantemente sus estudios en . Bruselas (Bélgica).

Las saludamos.

Istmica nueva revista literaria, ha venido á hacernos com-pañía. La dirigen los inteligentes jóvenes José Simón Rucaba-do y Adriano de la Guardia.

Largos días de vida y muchos triunfos deseamos á tan sim-pática colega.

Los señores Enrique J. Arce y Juan B. Sosa han accedidogalantemente á facilitarnos dos capítulos del Compendio de His-toria del Istmo de Panamá que próximamente entrará en pren-sa. Tratan de sucesos importantes desarrollados en los siglosXVII y XVIII.

La paciente labor llevada á término por los señores Arce ySosa en la investigación de nuestro pasado revela grandes ener-gías puesta al servicio de la Patria.

Oportunamente emitiremos nuestro juicio sobre libro tan.importante.

La simpática Edelmira, hija de Don Demetrio H. Brid, seunió en matrimonio con el culto joven Juan Francisco Patterson.

Que la felicidad los acompañe siempre son nuestros deseos .