nuevas formas de enseñar historia, gracias a la ciencia

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Nuevas formas de enseñar Historia, gracias a la ciencia. Gerardo Mora - México. Septiembre de 2011. Es común la queja de los alumnos de que la clase de Historia es aburrida. Los métodos de enseñanza no han cambiado en siglos y le piden al alumno que memorice sin comprobar. Por eso se ha integrado a la Historia, en muchos planes de estudio, a las Ciencias Sociales. Aunque el problema sigue sin resolverse si la Historia se concibe como un conocimiento acabado que el alumno no debe cuestionar. Se sigue discutiendo si la historia es ciencia, “ciencia social” o no es una ciencia. Pero la ciencia se utiliza cada vez más en el conocimiento de la historia, tanto de los orígenes del hombre como la época contemporánea. Incluso se ha articulado la historia humana a la del planeta en una Historia Total, ello gracias a la ciencia. Podemos decir que en la actualidad la historia requiere de la ciencia, por lo que se requiere una cultura científica básica para comprender la historia. Por otra parte, la Psicología y la investigación han incursionado en la enseñanza y el aprendizaje de la Historia. Y, de acuerdo a los resultados obtenidos, han hecho importantes propuestas que influyen en los programas y libros escolares. Un ejemplo de ello es el modelo de educación histórica que orienta las nuevas prácticas docentes en la Escuela Normal Superior de México, ubicada en la capital del país. En el Distrito Federal hay más de 1500 profesores de Historia en las escuelas secundarias públicas, que atienden a adolescentes de entre 11 y 15 años. La asignatura se imparte en dos grados, con 4 clases de 50 minutos a la semana. Su aprendizaje es memorístico y con actividades poco significativas, lo que se refleja en las evaluaciones externas. En este contexto los estudiantes de la Licenciatura en Educación Secundaria realizan sus prácticas profesionales, durante el último año de estudios, por periodos de uno a dos meses. Aquí se enfrentan al desinterés por la Historia y el temor al cambio de rutinas docentes. Nuestra participación en los cursos virtuales de la OEI dedicados a la difusión de la ciencia nos aportaron los principios con los que diseñamos un modelo de “educación histórica”, similar a la “alfabetización científica” o “iniciación científica”: La historia requiere de la Ciencia para su comprensión y aprendizaje. La investigación científica aporta resultados que son aplicables a la enseñanza de la Historia, especialmente en el terreno de la motivación y el aprendizaje cognitivo. Los métodos de educación científica y difusión de la ciencia pueden adaptarse a la enseñanza de la Historia.

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Nuevas formas de enseñar Historia, gracias a la ciencia.

Gerardo Mora - México. Septiembre de 2011.

Es común la queja de los alumnos de que la clase de Historia es aburrida. Los métodos de

enseñanza no han cambiado en siglos y le piden al alumno que memorice sin comprobar.

Por eso se ha integrado a la Historia, en muchos planes de estudio, a las Ciencias Sociales.

Aunque el problema sigue sin resolverse si la Historia se concibe como un conocimiento

acabado que el alumno no debe cuestionar.

Se sigue discutiendo si la historia es ciencia, “ciencia social” o no es una ciencia. Pero la

ciencia se utiliza cada vez más en el conocimiento de la historia, tanto de los orígenes del

hombre como la época contemporánea. Incluso se ha articulado la historia humana a la

del planeta en una Historia Total, ello gracias a la ciencia. Podemos decir que en la

actualidad la historia requiere de la ciencia, por lo que se requiere una cultura científica

básica para comprender la historia.

Por otra parte, la Psicología y la investigación han incursionado en la enseñanza y el

aprendizaje de la Historia. Y, de acuerdo a los resultados obtenidos, han hecho

importantes propuestas que influyen en los programas y libros escolares. Un ejemplo de

ello es el modelo de educación histórica que orienta las nuevas prácticas docentes en la

Escuela Normal Superior de México, ubicada en la capital del país.

En el Distrito Federal hay más de 1500 profesores de Historia en las escuelas secundarias

públicas, que atienden a adolescentes de entre 11 y 15 años. La asignatura se imparte en

dos grados, con 4 clases de 50 minutos a la semana. Su aprendizaje es memorístico y con

actividades poco significativas, lo que se refleja en las evaluaciones externas. En este

contexto los estudiantes de la Licenciatura en Educación Secundaria realizan sus prácticas

profesionales, durante el último año de estudios, por periodos de uno a dos meses. Aquí

se enfrentan al desinterés por la Historia y el temor al cambio de rutinas docentes.

Nuestra participación en los cursos virtuales de la OEI dedicados a la difusión de la ciencia

nos aportaron los principios con los que diseñamos un modelo de “educación histórica”,

similar a la “alfabetización científica” o “iniciación científica”:

La historia requiere de la Ciencia para su comprensión y aprendizaje.

La investigación científica aporta resultados que son aplicables a la enseñanza de la

Historia, especialmente en el terreno de la motivación y el aprendizaje cognitivo.

Los métodos de educación científica y difusión de la ciencia pueden adaptarse a la

enseñanza de la Historia.

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Este modelo, que aplican nuestros estudiantes con los alumnos de secundaria, tiene las

siguientes características:

Considera a la Historia como una forma de conocer el pasado, con procedimientos

para el análisis de fuentes primarias y la comprobación de hipótesis. La Historia no

son sólo los resultados sino el método para obtenerlos. Por ende, es necesario

aprender tales procedimientos.

El alumno no es un “recipiente vacío” que almacenará los conocimientos. Por el

contrario es un sujeto con procesos cognitivos contextualizados, que deben

conocerse por el profesor para lograr los aprendizajes esperados. Más aún, la

propia enseñanza debe estudiarse con métodos objetivos para mejorar sus

resultados. En consecuencia, el profesor requiere de conocimientos científicos

para intervenir en los procesos de enseñanza y aprendizaje, definiendo estrategias

didácticas adecuadas al contexto. Las más importantes son la interacción sensible y

racional con las fuentes primarias, el aprendizaje procedimental y la aplicación

práctica de conocimientos, “situada”.

Así como el científico estudia la realidad natural, el aprendiz de Historia debe

estudiar las fuentes primarias o vestigios del pasado. En principio debe conocerlas

de forma sensible, a través de sus sentidos, sentimientos y valores. Luego

analizarlas racionalmente, con inferencias sobre su origen y sentido, así como la

información que provean. A este proceso le denominamos “interacción”. En todas

las clases deben hacerse actividades de interacción con las fuentes históricas. La

reacción del alumno es diferente, no de aburrimiento, porque inicia un proceso

cognitivo -ajeno a su voluntad- que lo motiva y luego lo involucra.

También como el científico, el alumno aprende la “metodología de investigación” a

través de la práctica. Primero conociendo los procedimientos mostrados por el

profesor, luego aplicándolos en condiciones controladas (el aula) y, cuando los

domina, en condiciones reales en la escuela o la comunidad.

La utilidad patrimonial de la Historia es aprendida en la práctica “situada” en el

contexto social del alumno, en su vida familiar, personal o escolar.

El profesor empieza la clase de Historia con objetos e imágenes para causar la curiosidad

del alumno y activar los conocimientos previos. Pueden ser platillos gastronómicos,

fotografías, películas, música, ropa, juguetes o artefactos tecnológicos los materiales

educativos para lograr el interés en el tema a estudiar. Posteriormente, utiliza un

organizador gráfico para analizar la información histórica del tema. Por ejemplo, un

diagrama radial que el alumno irá formando con información obtenida de fuentes escritas,

visuales o materiales. Primero con ayuda del profesor, luego lo podrá hacer por sí mismo.

Y al final de la clase, se “comprueban” los resultados de cada alumno, quien los

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argumenta y corrige. Estas “clases interactivas” se complementan con talleres donde se

replican o representan las fuentes para exposiciones escolares, se difunden hechos

históricos mediante periódicos escritos o dramatizados, y se escenifican acontecimientos.

El curso se cierra con un “proyecto” de difusión organizado libremente por los alumnos y

que presentan a la comunidad escolar y familiar.

La aplicación de este modelo ha tenido buenos resultados tanto por la motivación lograda,

los aprendizajes procedimentales de esquemas lógicos, como el cambio de actitudes en

los talleres y proyectos. Cabe mencionar que las escuelas donde se ha practicado han sido

diversas en cuando a su alumnado. Contamos con evidencias probatorias. En síntesis, ha

sido gracias al acercamiento a la educación científica lo que ha permitido innovar en la

enseñanza de la Historia.