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Novena Carta de FreireTRANSCRIPT
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NOVENA CARTA
Contexto concreto-contexto terico
En esta carta voy a tomar como objeto de mi reflexin no slo las relaciones que el
contexto concreto y el terico establecen entre s, sino tambin los modos cmo
nos comportamos en cada uno de ellos.
El sentido, o uno de los sentidos principales, que me motiva a tratar este tema es
el de subrayar la importancia de la relacin en todo lo que hacemos en nuestra
experiencia existencial en cuanto experiencia social e histrica. La importancia de
la relacin entre las cosas, de los objetos entre s, de las palabras entre ellas en la
composicin de las frases y de stas entre s en la estructura del texto.
La importancia de las relaciones entre las personas, de la manera como se unen
la agresividad, la amorosidad, la indiferencia, el rechazo o la discriminacin
subreptici o abierta. Las relaciones entre educandos y educadoras, entre sujetos
cognoscentes y objetos cognoscibles. Dejemos claro, desde luego, que el objeto
de esta carta no es tratar todo el conjunto de las relaciones que ensayamos y en
que nos involucramos diariamente sino algunas de ellas, que estn englobadas en
las que se dan entre el contexto concreto y el terico, en relacin el uno con el
otro.
Creo que una de las afirmaciones que es preciso hacer es que la relacin en s, ya
sea en el mundo animado o en el inanimado, es una condicin fundamental de la
propia vida y de la vida con su contrario.
Sin embargo somos los nicos seres capaces de ser objeto y sujeto de las
relaciones que trabamos con los otros y con la historia que hacemos y que nos
hace y rehace.
Las relaciones entre nosotros y el mundo pueden ser percibidas crticamente,
ingenua o mgicamente percibidas, pero hay en nosotros una conciencia de estas
relaciones en un nivel que no existe entre ningn otro ser vivo con el mundo.
Entre nosotros, la prctica en el mundo, en la medida en que comenzamos no slo
a saber que vivamos sino a saber que sabamos y que por lo tanto podamos
saber ms, inici el proceso de generar el saber de la propia prctica. Es en este
sentido en que por un lado el mundo fue dejando de ser para nosotros el simple
soporte sobre el que estbamos, y por el otro se transform o se ha venido
transformando en el mundo con el cual estamos en relacin y del que finalmente el
simple mover en l se ha convertido en prctica en l. Es as como la vida se ha
ido transformando en una accin en el mundo desarrollada por sujetos que poco a
poco han ido ganando conciencia de su propio hacer sobre el mundo. Fue la
prctica la que fund el habla sobre ella y su conciencia, prctica. No habra
prctica sino un puro mover en elmundo si quienes estaban moviendo en el
mundo no se hubiesen hecho capaces de ir sabiendo lo que hacan al mover en el
mundo y para qu movan. Fue la conciencia del mover lo que promovi el mover
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a la categora de prctica e hizo que la prctica necesariamente generase su
propio saber. En este sentido la conciencia de la prctica implica la ciencia de la
prctica implcita o anunciada en ella. De esta forma, hacer ciencia es descubrir,
desvelar verdades sobre el mundo, los seres vivos y las cosas, que descansaban
a la espera de ser desnudadas. Es darle sentido objetivo a algo que nuevas
necesidades emergentes de la prctica social plantean a las mujeres y a los
hombres. 114
La ciencia, quehacer humano que se da en la historia que hacen mujeres y
hombres con su prctica, no es por eso mismo un a priori de la historia.
La prctica de la que tenemos conciencia exige y gesta a su propia ciencia. Por
eso no podemos olvidar las relaciones entre la produccin, su tcnica
indispensable y la ciencia.
Una de las ciencias que ms se ha beneficiado con la produccin segn dice
Adolfo Snchez Vzquez es la fsica. Su nacimiento como tal es tardo: en su
estado caracterstico no la conocieron ni la antigedad griega ni la Edad Media. El
escaso desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad esclavista griega y en
el feudalismo determinaban que en aquellas pocas no se sintiese la necesidad de
crear la fsica.
La ciencia fsica surge en la Edad Moderna con Galileo Galilei correspondiendo a
las necesidades prcticas de la industria naciente.26
Destaco la necesidad de que, dentro del contexto terico, tomemos distancia de lo
concreto en el sentido de percibir cmo se encuentra implcita su teora en la
prctica ejercida por l, teora que a veces ni sospechamos o escasamente
conocemos.
El profesor Adao Cardoso, bilogo de la Universidad de Campinas, me cont que
una vez fue invitado por un joven indgena, del interior de la Amazonia, a aprender
a utilizar el arpn en la pesca. Respondiendo a la interrogacin provocadora del
cientfico que le preguntaba por qu no le tiraba el arpn al pez sino que lo tiraba
entre este y el costado del barco respondi: "No, yo le tir al pez. Usted no vio
bien porque a veces los ojos mienten." El indgena 26 Adolfo Snchez Vzquez, Filosofa de la praxis, Barcelona, Crtica
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explicaba el fenmeno de la refraccin a su manera, en el plano de la "ciencia"
que su prctica le permita.
Gracias a su prctica y a la prctica de su aldea el joven indgena tena intimidad
con el fenmeno y lo operaba acertadamente. Sin embargo no tena la razn de
ser del fenmeno.
An hay algo ms que me gustara comentar en relacin con esos dos contextos y
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cmo nos comportamos en ellos. Comencemos por el contexto concreto.
Pensemos en los momentos importantes de un da nuestro en el contexto de lo
cotidiano.27
Despertamos, tomamos nuestro bao matinal y salimos de casa hacia el trabajo.
Nos cruzamos con gente conocida o no. Obedecemos a los semforos. Si estn
con luz verde, cruzamos la calle, si estn en rojo, esperamos. Hacemos todo eso
sin preguntamos ni una sola vez por qu lo hicimos. Nos damos cuenta de lo que
hacemos pero no indagamos las razones por las que lo hacemos. Eso es lo que
caracteriza nuestro operar en el mundo concreto de lo cotidiano. Actuamos en l
con una serie de saberes que al haber sido aprendidos a lo largo de nuestra
sociabilidad se convirtieron en hbitos automatizados. Y por actuar as nuestra
mente no funciona epistemolgicamente. Nuestra curiosidad no se "activa" para la
bsqueda de las razones de ser de los hechos. Simplemente se cree capaz de
percibir que algo no sucedi como era de esperarse o que se proces de modo
diferente. Es capaz de avisarnos bien pronto, casi instantneamente, de que algo
est equivocado.
Andemos un poco ms y veamos cmo nos movemos en el contexto concreto de
nuestro trabajo, en el que las relaciones entre la prctica y el saber de la prctica
son 27 Vase Karel Kosik, Dialctica de lo concreto, Mxico, Grijalbo, 1973.
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indicotomizables. Pero aun siendo as, dentro del contexto prctico, concreto, no
actuamos todo el tiempo epistemolgicamente curiosos. Hacemos las cosas
porque tenemos ciertos hbitos de hacerlas. Incluso asumiendo la curiosidad
tpica de quien busca la razn de ser de las cosas, con mayor frecuencia que en la
situacin descrita de la experiencia de lo cotidiano, la mayor parte del tiempo no lo
hacemos. El ideal de nuestra formacin permanente est en que nos
convenzamos de, y nos preparemos para, el uso ms sistemtico de nuestra
curiosidad epistemolgica.
La cuestin central que se nos plantea a nosotros, educadoras y educadores, en
el captulo de nuestra formacin permanente, es la de cmo hacer para, partiendo
del contexto terico y tomando distancia de nuestra prctica, desentraar de ella
su propio saber. La ciencia en la que se funda. En otras palabras, es cmo desde
el contexto terico "tomamos distancia" de nuestra prctica y nos hacemos
epistemolgicamente curiosos para entonces aprehenderla en su razn de ser.
Es revelando lo que hacemos de tal o cual forma como nos corregimos y nos
perfeccionamos a la luz del conocimiento que hoy nos ofrecen la ciencia y la
filosofa.
Eso es lo que llamo pensar la prctica, y es pensando la prctica como aprendo a
pensar y a practicar mejor. Y cuanto ms pienso y actu as, ms me convenzo,
por ejemplo, de que es imposible que enseemos contenidos sin saber cmo
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piensan los alumnos en su contexto real, en su vida cotidiana. Sin saber lo que
ellos saben independientemente de la escuela, para ayudarlos, por un lado a
saber mejor lo que ya saben, y por el otro lado para ensearles, a partir de ah, lo
que an no saben.
No podemos dejar de considerar las condiciones materiales desfavorables que
experimentan muchos alumnos de las escuelas de la periferia de la ciudad. Lo
precario de NOVENA CARTA 117
sus viviendas, las deficiencias de su alimentacin, la falta de actividades de lectura
de la palabra en su vida cotidiana, de estudio escolar, su convivencia con la
violencia y con la muerte, de la que casi siempre se vuelven ntimos.
Generalmente todo esto es tornado en consideracin muy poco, no slo por la
escuela bsica o de primer grado sino tambin por las escuelas de formacin de
maestros. Sin embargo todo esto cumple un papel enorme en la vida de los
Carlos, de las Maras, de las Crmenes. Todo esto innegablemente marca la
manera cultural de estar siendo de esos nios.
Cierta vez me busc cosa que sucede de vez en cuando un grupo de jvenes
que concluan la carrera de magisterio en una escuela de Sao Paulo.
Eran jvenes de clase media con buenas condiciones de vida. Se declaraban
asustadas, casi como si estuviesen siendo amenazadas, por la posibilidad de
asumir, ms temprano o ms tarde, alguna clase en una escuela de la periferia.
"Hemos hecho todo el curso sin que jams se nos haya hablado sobre lo que es
una favela. De los nios y nias de las favelas. Lo que sabemos de esas zonas de
la ciudad, ya sea por los peridicos o por la televisin, es que son escenario de la
ms absoluta violencia y que los nios pronto se transforman en marginales", me
decan ellas.
Las jvenes me hablaban de la favela como si ella se crease a s misma y no
como el resultado de la lucha por la supervivencia a la que las injustas estructuras
de una sociedad perversa empujan a los "expulsados de la vida". Me hablaban de
la favela como el rincn del desvi tico y como el lugar de los perdidos. Y me
hablaban casi sin esperanza de los nios y nias de las favelas.
Frente a todo esto, yo por lo menos, no veo otro camino para caminar con mi
legtima rabia, con mi justa ira y con 118 NOVENA CARTA
mi indignacin necesaria, que el de la lucha poltico-democrtica de la que puedan
ir resultando las transformaciones indispensables en la sociedad brasilea, sin las
cuales este estado de cosas se agrava, en lugar de desaparecer.
Es por eso por lo que para m, las grandes obras no son los grandes tneles que
atraviesan la ciudad de un lado al otro ni los verdes parques colocados en las
zonas felices de la ciudad. Tambin son todo eso, siempre que se le d prioridad
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al trabajo por la humanizacin de la vida de quienes han sido impedidos de ser
desde la
"invencin" del Brasil: las clases populares.
En el contexto terico, el de la formacin permanente de la maestra, es
indispensable la reflexin crtica sobre los condicionamientos que el contexto
cultural ejerce sobre nosotros, sobre nuestro modo de actuar, sobre nuestros
valores. La influencia que ejercen sobre nosotros nuestras dificultades
econmicas, cmo pueden obstaculizar nuestra capacidad de aprender aunque
carezcan de poder para "aborricarnos". El contexto terico, formador, jams puede
transformarse en un contexto del puro hacer, como a veces se piensa
ingenuamente. Al contrario, es el contexto del quehacer, de la praxis, vale decir de
la prctica y de la teora.
La dialctica entre la prctica y la teora debe ser plenamente vivida en los
contextos tericos de la formacin de cuadros. Esa idea de que es posible formar
a una educadora en la prctica ensendole cmo decirle "buen da" a sus
alumnos, ensendole a guiar la mano del educando en el trazo de una lnea, sin
ninguna convivencia seria con la teora, es tan cientficamente equivocada como la
de hacer discursos o peroratas tericas sin tomar en consideracin la realidad
concreta, ya sea la de las maestras o la de las maestras y sus alumnos. Quiere
decir, no NOVENA CARTA 119
respetar el contexto de la prctica que explica la manera como se practica, de la
que resulta el saber de la propia prctica; desconocer que el discurso terico, por
ms correcto que sea, no puede superponerse al saber generado en la prctica de
otro contexto.
Todo esto implica una comprensin-errnea de la propia prctica de la teora. Los
paquetes a los que me rferi en una carta anterior son un excelente ejemplo de
esta comprensin errnea de la prctica y de la teora. Un ejemplo excelente de
cmo hasta los progresistas pueden actuar reaccionariamente.
Hace cuarenta aos, cuando era director de educacin del Servicio Social de la
Industria de Pernambuco, SESI,28 una de las luchas en las que me haba
empeado era la de enfrentar la insistencia con que los padres y las madres
proletarios nos exigan que sus hijos aprendiesen a leer desde el abec. A partir
del alfabeto, de las letras, y no de las frases que implican palabras en relacin
dentro de la estructura del pensamiento.
"Fue as, con el mapa del abec en la mano, memorizando las letras, como
aprendieron todas las personas que conozco que saben leer. Mi abuelo aprendi
as.
Mi padre aprendi as. Y yo tambin. Por qu mi hijo no?", me decan casi a coro
en los llamados crculos de padres y maestros que yo coordinaba. Fue participar
en aquellos encuentros, en aquellos debates, lo que por un lado me permiti ir
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tomando conocimiento de que la prctica social de la que formamos parte va
generando un saber propio, y por el otro, de que el "saber de experiencia hecho"
debe ser respetado. An ms, su superacin pasa por l.
Todava me acuerdo como fui aprendiendo a ser coherente y que la coherencia no
es connivencia. Por un lado Vase Ana Mara Freire, nota de la p. 61 de Pedagoga de la esperanza, op cit.
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yo ya defenda en aquella poca el derecho de las familias a la participacin en el
debate de la propia poltica educativa de la escuela, pero por el otro reconoca
mucho desacierto por parte de los padres, como por ejemplo la exigencia de que
alfabetizramos a los nios a partir de las letras, o las constantes solicitudes de
que fusemos duros con los nios. Muchos de los padres decan:
"Los golpes son los que hacen macho al hombre. El castigo es lo que hace que los
nios aprendan."
Estas ideas, o algunas de ellas, a veces eran compartidas por los maestros que en
la intimidad de su cuerpo "alojaban" la ideologa autoritaria dominante. En el
fondo, tanto (o casi tanto) como los padres, algunas maestras sentan miedo y
odio por la libertad, miedo de los educandos, y se cerraban para no percibir todo lo
que hay de demandante en el proceso de conocer, pero tambin de apasionante,
gratificante y provocativo en la alegra.
Mi paso por el SESI fue un tiempo de profundo aprendizaje. Aprend por ejemplo
que mi coherencia no radicara en atender, por un lado, a los padres y a las
madres que nos exigan los desaciertos referidos, ni, por el otro, callarlos con, por
lo menos, el poder de nuestro discurso. No podramos por un lado rechazarlos
diciendo un no contundente a todo, diciendo que no era cientfico, ni aceptar todo
para dar ejemplo de respeto democrtico. No podamos ser "tibios". Precisbamos
dar apoyo a sus iniciativas ya que los habamos invitado y les habamos dicho que
tenan derecho a opinar, a criticar, a sugerir. Pero por otro lado no podamos
decirles a todo que s. La salida era poltico-pedaggica. Era el debate, la
conversacin sincera con que buscaramos aclarar nuestra posicin frente a sus
pleitos. Ahora tengo en la memoria la cara de espanto, de sorpresa, de inters, de
curiosidad, de la enorme mayora de esas madres y padres de todas las escuelas
que mantenamos NOVENA CARTA 121
cuando les ped, durante las sesiones de nuestros crculos de padres y maestras,
que me dijesen si conocan algn nio que hubiese aprendido a hablar diciendo
F,L,M.
Luego de un cierto silencio, entrecortado por risas indecisas, luego de algunos
gentiles codazos en los brazos de los vecinos, como quien dice "a ver t", uno de
ellos dijo con la aprobacin de los dems: "Yo por lo menos ya he visto a muchos
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nios aprender a hablar pero nunca vi que ninguno de ellos comience diciendo
letras.
Siempre empiezan diciendo mam, pan, no, quiero"
Entonces me gustara que pensramos en lo siguiente: si mujeres y hombres
cuando son nios no comienzan a hablar con letras sino con palabras que
equivalen a frases cuando el beb llora y dice "mam", el beb est queriendo
decir: "Mam, tengo hambre" o "mam, estoy mojado". Estas palabras con las que
los bebes comienzan a hablar se llaman "frases monopalbricas", es decir, frases
de o con una sola palabra.
Pues bien, si es as como todos comenzamos a hablar Cmo es que entonces en
el momento de aprender a leer y escribir debemos comenzar a travs de la
memorizacin de las letras?
En rigor, nadie le ensea a hablar a nadie. Uno aprende en el mundo, en la propia
casa, en la sociedad, en la calle, en el barrio, en la escuela. El habla, el lenguaje
propio, es una adquisicin. Uno aprende el habla socialmente. El habla viene
mucho antes que la escritura, as como cierta "escritura" o el anuncio de ella viene
mucho antes de lo que nosotros llamamos escritura. Y del mismo modo que para
hablar es necesario hablar, para escribir es necesario escribir. Nadie escribe si no
escribe, del mismo modo que nadie aprende a caminar sin caminar.
Por eso mismo debemos estimular lo ms posible a los nios para que hablen y
para que escriban. Es de los garabatos, una indiscutible forma de escritura que
debemos 122 NOVENA CARTA
elogiar, de donde ellos parten hacia la escritura que debe ser estimulada. Que
escriban, que cuenten sus historias, que las inventen y que reinventen los cuentos
populares de su contexto.
Fue con plticas ms o menos de este estilo como fuimos transformando los
crculos de padres y maestros en un contexto terico en el que buscbamos la
razn de ser de las cosas.
Me acuerdo de una conversacin que tuve en particular con una madre
angustiada.
Me habl de su nio de diez aos al que consideraba "imposible",. "pendenciero",
desobediente, "diablico", insoportable. "La nica salida que me queda es
amarrarlo al tronco de un rbol en el fondo de la casa", concluy con cara de quien
estaba atando al nio en aquel instante. Y yo le dije:
"Por qu no cambia usted un poco su forma de castigar? Observe que no le digo
que acabe de una vez con el castigo. Pedrito hasta se extraara si a partir de
maana usted no hiciese nada para castigarlo. Slo le digo que cambie el castigo.
Elija alguna manera de hacerlo sentir que usted rechaza cierto comportamiento de
l.
Pero a travs de una forma menos violenta. Por otro lado usted primero necesita ir
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demostrndole a Pedrito que usted lo ama y segundo que l tiene derechos y
deberes. Tiene derecho a jugar, por ejemplo, pero tiene el deber de respetar a los
otros. Tiene derecho a pensar que estudiar es aburrido, cansado, pero tambin
tiene el deber de cumplir con sus obligaciones. Pedrito precisa lmites como todos
nosotros. Nadie puede hacer lo que quiere. Sin lmites, la vida social sera
imposible.
"Pero no es amarrando a Pedrito, o recitndole un sermn diario sobre los 'errores'
que ha cometido, como usted va a ayudar a su hijo a ser mejor. Para eso es
preciso cambiar poco a poco la forma de ser o de estar siendo dentro de su propia
casa. Es preciso ir cambiando las NOVENA CARTA 123
relaciones con Pedrito para que le cambie la vida a l tambin. Es preciso vencer
la dificultad de conversar con l."El padre de Pedrito haba abandonado el hogar
haca un ao. La madre trabajaba duramente lavando ropa de dos o tres familias
con ayuda de una hermana ms joven. Cuando nos despedimos me apret la
mano. Pareca tener esperanza. Un mes ms tarde ella estaba en la primera fila
del saln en la reunin de padres y maestros. En la mitad de la reunin se puso de
pie para defender la moderacin de los castigos, la mayor tolerancia de los
padres, la conversacin ms amistosa entre ellos y sus hijos, aunque reconociese
cun difcil era esto en muchas ocasiones, considerando las dificultades concretas
de sus vidas.
A la salida me apret la mano y me dijo: "Gracias. Ya no uso el tronco." Sonri
segura de s misma y se fue entre las otras madres que igualmente dejaban la
escuela.
Como contexto prctico-terico, la escuela no puede prescindir del conocimiento
de lo que sucede en el contexto concreto de sus alumnos y de sus familias.
Cmo podemos entender las dificultades durante el proceso de alfabetizacin de
los alumnos sin saber lo que sucede en su experiencia en casa, as como en qu
medida es o viene siendo escasa la convivencia con palabras escritas en su
contexto sociocultural?
Una cosa es el nio hijo de intelectuales que ve a sus padres ejercitando la lectura
y la escritura, y otra es el nio de padres que no leen la palabra y que, an ms,
no ven ms que cinco o seis carteles de propaganda electoral y uno que otro
comercial.
Cuando fui secretario municipal de educacin durante el gobierno de Luiza
Erundina
(1989-1991) en Sao Paulo, durante una de las tantas entrevistas que di, propuse
la posibilidad de que alguna empresa aceptase la idea de "plantar frases" en
lugares significativos de localidades 124 NOVENA CARTA
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iletradas, bajo la orientacin pedaggica de la Secretaria. La intencin era
provocar la curiosidad de los nios y de los adultos. Frases que tuviesen que ver
con la prctica social de la zona y que no le fuesen extraas. Frases que tambin
seran aprovechadas por las escuelas de los alrededores de la zona de la
experiencia.
Cuando viv y trabaje en Chile como exiliado, vi, entre sorprendido y feliz, frases
grabadas en los troncos de los rboles por los alfabetizandos en una zona de
reforma agraria en la que se desarrollaba un trabajo de alfabetizacin para
adultos.
La sociloga Mara Edi Ferreira denomin a aquellos campesinos: "sembradores
de palabras".29 No quiero que se piense que una comunidad que hoy es iletrada
maana se volver letrada slo porque "plantamos palabras y frases" en ella. jNo!
Una comunidad se va haciendo letrada en la medida en que as lo exigen sus
nuevas necesidades sociales de naturaleza material y tambin espiritual. Sin
embargo, antes de que ocurran estos cambios, es posible ayudar a los nios a
leer y a escribir utilizando artificios del estilo de "plantar frases".
La formacin permanente de las educadoras, que implica la reflexin crtica de la
prctica, se apoya justamente en esta dialctica entre la prctica y la teora. Los
grupos de formacin en los que esa prctica de sumergirse en la prctica para
iluminar en ella lo que en ella se da, y el proceso en el cual se da lo que se da,
son, si se realizan bien, la mejor manera de vivir la formacin permanente.30 El 29 Vase Paulo Freire, Pedagoga del oprimido, op cit.
30 La Secretaria Municipal de Educacin trabajo en la formacin permanente de sus
planteles de educadores y educadoras, en cooperacin con las Universidades de
Sao Paulo, Campinas y la Pontificia Universidad Catlica de Sao Paulo, durante toda
la gestin de Luiza Erundina por medio de los grupos de formacin a los que la
profesora Madalena F. Weffort sum su contribucin original.
NOVENA CARTA 125
primer punto que debe ser afirmado en relacin con los grupos de formacin, en la
perspectiva progresista en que me sito, es que ellos no producen sin la necesaria
existencia de un liderazgo democrtico, alerta, curioso, humilde y cientficamente
competente. Sin esas cualidades los grupos de formacin no se realizan com
verdaderos contextos tericos. Sin ese liderazgo cuya competencia cientfica debe
estar por encima de la de los grupos, no se logra la revelacin de la intimidad de la
prctica ni es posible sumergirse en ella, e iluminndola percibir los equvocos y
los errores cometidos, y las "traiciones" de la ideologa o los obstculos que
dificultan el proceso de conocer.
Un segundo aspecto que tiene que ver con la operacin de los grupos es el que se
refiere al conocimiento que los grupos deben tener de s mismos. Es el problema
de su identidad, sin la cual difcilmente se constituyen de manera slida. Y si no lo
consiguen a lo largo de su experiencia no les es posible saber lo que quieren con
claridad, como avanzar para tratar de conseguir lo que quieren, que implica saber
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para qu, contra qu, en favor de qu, de quin se comprometen en el
mejoramiento
de su propio saber.
La prctica de pensar y estudiar la prctica nos lleva a la percepcin de la
percepcin anterior o al conocimiento del conocimiento anterior, que generalmente
abarca un nuevo conocimiento.
En la medida en que vamos progresando en el contexto terico de los grupos de
formacin, en la iluminacin de la prctica y en el descubrimiento de errores y
equivocaciones, tambin vamos ampliando necesariamente el horizonte del
conocimiento cientfico, sin el cual no nos "armamos" para superar los errores
cometidos y percibidos. Este necesario ensanchamiento de horizontes, que nace
del intento de responder a la necesidad primitiva que nos hizo reflexionar sobre la
prctica, tiende a ampliar su 126 NOVENA CARTA
espectro. La aclaracin de un punto aqu desnuda otro all que igualmente precisa
ser descubierto. Esa es la dinmica del proceso de pensar la prctica. Es por esto
por lo que pensar la prctica ensea a pensar mejor del mismo modo que ensea
a practicar mejor.
En este sentido, el trabajo intelectual en un contexto terico exige poner
plenamente en prctica el acto de estudiar, del que la lectura crtica, del mundo no
puede dejar de formar parte, incluyendo la lectura y la escritura de la palabra. Leer
y escribir textos se complementan de tal modo ms que eso, se identifican en el
contexto terico que si son eficaces no cabe decir en ellos: "No s escribir, no
s leer."
Me gustara subrayar adems la importancia de la lectura de peridicos y revistas,
estableciendo conexiones entre los hechos comentados, sucesos, desmanes, y la
vida de la escuela. La importancia de ver ciertos programas de televisin,
debidamente grabados en video, de la confeccin deliberada de videos fijando
retazos de prcticas, hasta de unas sesiones de trabajo en grupo. Ningn recurso
que pueda ayudar a la reflexin sobre la prctica, de la que pueda resultar su
mejora en la produccin de ms conocimiento, puede o debe ser menospreciado.
Para evitar el riesgo de un negativo especialismo de los grupos de estudio en
cuantos contextos tericos, es importante hacer reuniones interdisciplinarias
peridicas, juntando diferentes grupos para el debate de un mismo tema visto
desde ngulos diferentes, aunque relacionados.
Sera una prctica interesante la permuta de programas entre diferentes grupos de
formacin, que incluyese videos sobre los trabajos de formacin de los propios
grupos. El grupo A le mandara al grupo B un video en el que habra grabado una
de sus sesiones de estudio y recibira otro material semejante de B. Ambos grupos
se NOVENA CARTA 127
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comprometeran a grabar sus reacciones frente a las actividades del otro. Las
experiencias de reflexin se ampliaran de manera extraordinaria.
En Tanzania, frica Ecuatorial, conoc una experiencia de enorme eficacia. Un
cineasta canadiense filmaba las discusiones entre una comunidad campesina y un
agrnomo sobre la produccin de la prxima temporada agrcola. A continuacin
le mostraba la pelcula a otra comunidad a 100 km de distancia y filmaba el debate
sobre el debate anterior. Despus regresaba a la comunidad anterior y les
mostraba la reaccin de los compaeros que ellos ni siquiera conocan.
De esta forma l disminua las distancias entre las comunidades, ampliaba el
conocimiento sobre el pas, estableca vnculos necesarios entre ellas y viabilizaba
un nivel ms crtico de la comprensin de la realidad nacional.
Dentro de poco tiempo, segn me dijo el cineasta, cubrira gran parte de Tanzania,
lo que ciertamente le creaba ciertos problemas con las zonas ms retrogradas del
pas.
Desafiar al pueblo a leer crticamente el mundo siempre es una prctica incmoda
para los que apoyan su poder en la "inocencia" de los explotados.
Quien juzga lo que hago es mi prctica. Pero mi prctica tericamente iluminada.