novela de navidad

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  • 5/26/2018 Novela de Navidad

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    Para el padre Alberto Hurtado

    Protector de los nios

    Aqu en la Tierra

    Como En El Cielo

    Enrique Lafourcade

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    Novela

    de Navidad Enrique Lafourcade

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    Navidad de Navidades

    y todo Navidad...

    Viento Joven

    I.S.B.N.: 956-12-1741-4.

    Iaedicin en esta coleccin: octubre del 2005.

    Obras Escogidas

    I.S.B.N.: 956-12-1740-6.

    Iaedicin en esta coleccin: octubre del 2005.

    1965 por Enrique Lafourcade Valdenegro.

    Inscripcin N 29.957. Santiago de Chile.

    Derechos de edicin reservados

    para todos los pases.

    Editado por

    Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

    Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

  • 5/26/2018 Novela de Navidad

    5/100

    Telfono 8107400. Fax 8107455.

    E-mail: zigzag zigzag.cl

    Santiago de Chile.

    Impreso por Imprenta Salesianos, S.A..General Gana 1486.

    Santiago de Chile.

    PRLOGO PARA LA PRESENTE EDICIN

    Entre los muchos libros que he perpetrado figura esta Novela de Navidad como un grito. La primera

    edicin apareci en 1965. La quinta edicin en 2001.

    La escrib para dejar un testimonio de nuestras realidades mayores, escondidas, tristes. Esta vez

    eran los nios desamparados, hambrientos de felicidad y cario, sin hogar, hambrientos adems delhambre del pan de cada da.

    La infancia, los penosos esfuerzos por entrar en una adolescencia que tarda en venir, la soledad. Estas

    cosas, tales momentos, ciertos instantes que aqu aparecen sin maquillajes, no han sido invenciones

    de un escritor sino visiones, revelaciones, de unos aos duros, feroces. Han transcurrido treinta y

    nueve y ese entonces sigue siendo este ahora, acrecentando un realismo mgico y trgico. La

    condicin humana de los humillados y ofendidos se exacerba, en el hombre. Esa soledad de

    gritos y susurros.

    Me ha parecido oportuno y hasta urgente esta sexta edicin de esta novela-espejo en un pas

    aparentemente justo, en una democracia integrada al nuevo mundo de la legalidad internacional,

    los desarrollos tecnolgicos, la ciencia, la intercomunicacin de pueblos, las acciones de

    proteccin de la infancia en una serie de gobiernos que han intentado perfeccionar la

    democracia en la tierra sacndola del estado rumiante de los desfiles y gritos de "no pasarn" y

    gritos de "venceremos", en sus ambiciosos y confusos intentos por integrarse al nuevo mundo.

    Los nios tienen su tiempo, su espacio, sus interrogaciones, enternecer a todo el mundo, viven

    su hambre de amor materno, paterno, su necesidad de ternura. Respiran sus limitadas existen-

    cias como una de las bellas artes. Tienen urgencias de una casa, un rincn, un barrio, un hogar, una armoniosa

    familia, en una ciudad, en los pueblos, en los campos. Aman sus races.

    Creen, an. en la Virgen Mara, en el Viejo de Pascua, en el Nio. Son los abandonados, los olvidados. Se buscan,

    siguen soando. En el dolor, sin hogar, en las cotidianas humillaciones, a tientas, como nios ciegos, continan

    jugando, y llorando y riendo; con sus manos extendidas hacia las manos de Jess.

    Enrique Lafourcade

    Octubre de 2005

  • 5/26/2018 Novela de Navidad

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    PRLOGO

    PARA LA SEGUNDA EDICIN

    Han pasado treinta y seis aos desde que la Editorial Zig-Zag. en 1965, editara por vez primera

    Novela de Navidad. Era otro Chile. Los protagonistas de esta obra, imaginarios o reales, hoy ya deben

    ser hombres, padres de familia. Quiero creer que sus hijos o sus nietos alcanzaron un destino ms

    grande.

    Porque el libro habla del mundo de la infancia abandonada, y de sus luchas por sobrevivir en la

    Cosmpolis, cantando en las "micros" y autobuses, mendigando en las calles, durmiendo de

    da, a salto de mata, bajo los puentes del ro Mapocho, merodeando picaros y desesperados por

    bares, tabernas, restaurantes. Nios de corazn limpio, sin embargo, contaminados por un

    mundo de ladrones, cafiches, prostitutas, explotadores. "Rapuncel" vendiendo ramitos devioletas en II Bosco a las dos de la maana. "Juanito" ofreciendo masticables y dolopironas.

    Sobre todo, cantando a capella, a veces en dos, a grito pelado.

    El nio -todos los nios del mundo- nace y llora. Otros aseguran que la partera lo hace llorar

    golpendolo fuertemente en el trasero para que respire, "para probar que est vivo".

    Manerita de probar que uno est vivo! El hecho ms o menos genrico, I avalado por una

    antigua tradicin, es que todos venimos al mundo y recin dados a la luz ("Dado a los das",

    dicen los franceses), comenzamos a llorar. Tenemos el llanto adentro, como si ste fuera

    consubstancial al ser humano. En cambio, aprendemos a cantar. Nos esforzamos por cantar. La

    madre, la abuela, el colegio, los otros nios, nos ensean el canto, desde las rimas bobas y lascanciones de cuna hasta las rondas y las coplas picaras. Desde Los pollitos dicen" hasta "La

    nia Mara". Cantamos de nios, cuando tristes y desesperados, o en instantes de alegra.

    Somos nios-cantores, como avecillas que trinan, pan, gorjean. Hay una transparencia profunda

    en este acento, una franca y honda acentuacin de la vida.

    Novela de Navidad habla de esta fe. Al menos, esa fue mi intencin. Naci en una oscura noche de

    invierno cuando yo vi a uno de estos "pelusitas". Hora: tres de la maana. Lugar: la puerta de II

    Bosco, en Alameda, frente a San Francisco. Llova. El nio, seis o cinco aos, hecho un ovillo, contra

    una cortina metlica, en un hueco que un perro habra despreciado, contra la cortina, lloraba

    suavemente. No era un nio-pordiosero. El mundo de los "giles" que daban una limosna no parecaexistir para l. Se trataba de una criatura indefensa en lucha con la lluvia, el fro, la soledad. Me estremeci la

    imagen. Egostamente, no hice nada. Pero me fui con esta visin. I Creo que esa noche comenz

    a germinar este libro. Los nios-juglares abandonados, con vagos padres o parientes, ese lumpen

    proletario que se agrupa, solidario, para no morir. Y la gran ciudad spera, violenta, que parece

    rechazarlos. Y ellos, empeados en que puentes, ro, sitios eriazos, respiraderos de la calefaccin, fuentes,

    tuberas abandonadas, sean su hogar.

    Los vi en el sucio ro haciendo fuegos. Flacos, ateridos, envueltos en sus perros como en frazadas y

    cobertores.

  • 5/26/2018 Novela de Navidad

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    El duro pan de cada da se lo ganaban cantando canciones a la moda. Nada de baladitas y rondas.

    Conocan canciones de cuna, pero sus letras les eran tan extraas como si llegaran de otros idiomas y

    pases. En cambio, ese que "la mat porque lo engaaba" o el ebrio que castiga a su familia. Boleros,

    tangos, I rock, corridos mexicanos en especial. Memorizaban de las radios, al paso. Nios sin padres ni madres,

    decan las canciones. Nios encarcelados. Todo era melodramtico, del folletn cotidiano. El J'attendraide moda en

    esos aos, de nuevo, lo transformaron en "el ato Andrs". Otra cancin deca algo as como: La felicidad . ja .

    ja . ja. Ja.!

    Instintivamente encontraban aquello que los retrataba, el diagnstico de sus existencias.Los nios vivan en ese subterrneo de la vida. Y eran parte de la enorme familia

    hispanoamericana de los humillados y ofendidos.

    Pero lo que Novela de Navidad trata de decir, es algo ms que el pintoresquismo srdido de estas

    criaturas sin padres. Entre estafadores y explotadores, policas y ladrones, fros, fugas, peleas,

    enfermedades, vive la esperanza.

    "Juanito" ama vagamente a "Rapuncel". Y todo el grupo suea con un viaje al norte "donde siempre

    hace calor" y para hacer este viaje, entregan dinero a un tal "Don Jaime" quien les ha prometido

    comprarles un bote. El norte es el Paraso. Iquique, luminoso. Antofagasta. Todos sus ahorros, todo lo que

    obtienen de sus cantos, pasando hambres sin cuento, van a "Don Jaime" y al mtico bote de la

    liberacin. Viene la Navidad. Encuentran a otro extrao nio, abandonado, y que habla un lenguaje

    misterioso. Pero no voy a contar la historia.

    Apenas, insistir en esta idea, la de la esperanza. Veo hoy, veintitrs aos despus, a otros nios que suben a

    otras "micros" de la macrocosmpolis santiaguina. A veces en parejas, con guitarras y flautas. Son ya

    adolescentes. Inician con seguridad su comercio narrativo-musical. Nios y adolescentes picaros,

    lazarillos de Tormes y "Periquillos Sarnientos" estn insertos en todas las grandes tradiciones

    literarias. El lenguaje coloquial, coprollico de los protagonistas de Novela de Navidad es

    necesario. Habra sido imposible dar la atmsfera de dilogo autntico sin utilizar este

    repertorio de palabrotas, algunas soeces. Pero en los labios de estos infantes suenan limpias. La vida, la

    sucia vida exterior no logra contaminarlos. El viaje al Pas del Sol los har salir de este Pas de la Noche

    donde desfallecen. "Rub", el redentor, viene a verlos para la noche de Navidad. Habla "una lengua que

    jadea y gime /y que comprenden slo bestezuelas" pero los nios ya estn entendindola. Y

    cuando en el fondo del pozo todo parece derrumbarse, el canto vuelve a unirlos. La Noche de la Natividad

    establece de nuevo los derechos del Amor sobre la tierra y esos nios recuperan el aire.

    De los muchsimos libros con los que he agredido a generaciones de lectores, ste es uno que amo.

    Ojal la razn del por qu lo quiero tanto, brote de su lectura.

    Enrique Lafourcade 1988

  • 5/26/2018 Novela de Navidad

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    -Esta no es la casa. Vive mucho ms all.

    -No. Vive aqu. Tiene que cambiarse a veces el Trompa.

    -Pero viva con la Emilia...

    -P'tas que soi bien porfiao, Cocoliso!

    -Si el Juanito dice que es aqu, debe ser aqu -intervino, conciliador, un tercer muchacho.

    -Yo soy amigo del Trompa. Amigo de verdad... Dicen que el Trompa es medio maraco... susurr el

    Cocoliso.

    El Juanito empu las manos, agresivo:

    -Guarda, guarda..., no te encalills conmigo...Los pies desnudos de los tres nios dejaban leves marcas en el barro ya casi seco de la calle.

    Medioda. El sol iba evaporando I las humedades, deshaciendo charcos tornasolados de aceite.

    -Entramos o no?

    El Juanito mir al Alel, sin entender. Ese Cocoliso era muy..., y un da... Ya le haba pegado varias

    veces, pero el Cocoliso no tena arreglo. Pasaba repitiendo que el Trompa y l... El Juanito sinti

    que se le llenaban los ojos de lgrimas. Espantado, parpade varias veces.

    -Vamos, Alel... T, espera afuera...

    -Por qu?

    -Por hocicn... Por eso -grit el Alel, perdindose por el corredor obscuro de la casa.

    Don Jaime no se haba levantado de su catre de bronce . revuelto entre cuatro frazadas, con una

    barba de dos das, dejaba ver sus enormes pies de plantas rosadas. "Patas de futre", pens el

    Juanito, aproximndose.

    -Qu horas son, cabros?

    -Casi las doce. Trompa -contest el Alel.

    -P'tas que es tarde! A ver... -se incorpor quejndose-. Dnde mierdas puse los cigarrillos? -Miraba por el cuarto lleno de botellas vacas, colillas, una bacinica saltada, ropas sucias, un paraguasabierto, con una ala rota-. Quin me tom los cigarrillos?

    El Juanito los descubri en el suelo, y corri a entregrselos. Don Jaime resoplaba en el lecho. Obeso,blanco, nariz filuda, rbitas hundidas con los globos de los ojos saltados hacia adelante.

    Su palidez provocaba un respeto supersticioso en los nios, que le observaban con recogimiento, mientrasencenda uno de los cigarrillos.

    -Trajeron algo? -interrog, entre dos gemidos que parecan originarse en el vientre.

    -Poco, Trompa. Anda muy mala la cosa... Anoche no hicimos nada...

    Don Jaime les arrebat los billetes que le tenda el Juanito Los mir desdeoso.-Una porquera! Toda la noche para recoger esta basura

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    Cmo creen que con esto yo voy a poder vivir?

    --Hoy nos va a ir mejor, yo creo... Anoche estaba lloviendo...

    Esperen sentados el bote, entonces... Si me traen de a poco, esperen sentados el bote, eso es lo que les

    digo... Ni en cien aos logramos juntar la plata...

    -No... No. Vamos a trabajar fuerte esta semana, Trompa murmur, asustado, el Juanito.

    -S, le pondremos duro y parejo... -agreg el Alel. -Un bote no cuesta una nonada... Eso digo. No cuesta

    una migaja... Cuesta plata! Miles de pesos... Oyen? Cientos de pesos... Un bote blanco, nuevo, con olor a

    barniz y a alquitrn... Con dos remos, y un lugar para poner una vela... Quieren vino? Psame I esa

    botella del fondo... No, sa no! Ah es donde yo meo... Si quers tomrtelo... Je, je, je!... Esa, sa...

    Esa tiene vino... Voy I a tener que botar esas botellas, digo yo, porque echan olor... Ta ms

    hediondo esto...

    -Cuando tengamos el bote puedes mear pa afuera -dijo el Alel.

    Iba a agregar algo, pero se detuvo aterrorizado. El Trompa le observaba con sus dos ojos legaosos,de venas rojas, y produca rpidos guios, moviendo las cejas peludas, cubiertas de gruesas canas.

    -No hay vasos. As, en la botella. Yo primero, cabritos. En orden. Ah Toma, ahora al Juanito...

    Los arrapiezos tragaban de la botella por turnos, limpindose luego con las manos, y stas en las

    cabezas hirsutas. -No vino el Cocoliso? -Qued afuera...

    -ndense con cuidado, cabros... Los "pescas" los pueden agarrar una de estas noches, y despus,

    voy a tener tres Cocolisitos en vez de uno, digo yo... Tres Cocolisitos...

    -A m no me la gana nadie a correr -asegur con orgullo el Alel.

    -Y los otros? Viene el Turco?

    -Anoche anduvimos con l, en el Bosco. Con el Ramrez y la carlinita... Creo que el Turco hizoalgo, algo grande... Se estaban comiendo unos pasteles como a las cuatro de la maana, en laAlameda, por ah frente a Bandera.

    Con tal que venga... Si se me empiezan a correr, no hay bote... Como que me llamo clon JaimeVsquez Palermo.

    -No podramos?

    -Qu?

    -No podramos verlo, ver el bote?

    -Quien se los va a mostrar a ustedes...? Yo? No puedo salir de aqu hasta unos das... Ni unapalabra a nadie que me han visto, entienden? Si dicen algo, no hay bote...

    -No... No diremos... Pero la Emilia.

    -Esa perra!... Van a irme a buscar unos pantalones que se me quedaron donde la Emilia. Ledicen que van de parte ma. pero callado el loro... No saben dnde vivo..., entendido?

    El Juanito entreabri la ventana. Un poco de sol iluminaba el suelo pringoso, cubierto deescupitajos y vmitos secos.

    -Poda dejarnos dormir aqu, don Jaime. Ahora que no est con la Emilia. Ta rebueno esto! Y

    hasta sol tiene!-Je, je!... Soy un hombre slito... Nada de cabros. No caben dos aqu, eso digo, eso es lo que

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    siempre digo. Un hombre solito vale ms que dos... Adems, creo que me voy a mudar

    luego...

    -Hace tiempo que queremos dormir en alguna parte, Trompa.

    -Qu? Ya se aburrieron de la buena vida, al aire libre, bajo el cielo, mirando las estrellas? No

    hay vida como esa. Digo yo... Y si quieren tener bote! hay que endurecer el pellejo

    -cabros... Bien duro, mejor... Ademas... Dnde esta el vino? -Anoche hizo ms fro, Trompa...Son jvenes... Tienen toda la vida por delante...

    - Pero, cuando haga mucho fro, podamos... Por aqu, en el suelo, nos colocamos.... no escierto. Alel? En cualquier parte. . .

    Don Jaime beba, chorrendose l a s dos o tres barbas de tocino.

    -La Rapuncel no vino. Nos ayudaba reharto; no es cierto, Juanito?

    -Porque es bonita -murmur ste, pensativo.

    -Anda "trabajando" por el parque Forestal -agreg el Coco-liso, mirando el suelo. Siemprehaba por all algn cigarrillo rubio, a medio quemar. A veces, hasta sus monedas. Cuando erachico se encontr un aro que tena dos brillantes y una perla. Despus, don Jaime se lo quit.

    -La Rapuncel es una porquera -asegur el Juanito, dando un pequeo salto, como un gatojoven. El Cocoliso y el Alel lo imitaron. El Juanito corra, y sus compaeros, como tocados porsecreta electricidad, iban tras l. Media cuadra, en la cual el Juanito iba con un pie en la acera, yel otro en la calle, seguido de los otros "cojos". Cuando llegaron a la esquina, se sentaron en laacera, en la cuneta, junto a un resumidero tapado por una reja de fierro.

    -Andan ratones all abajo.

    -Cmo lo sabes?

    -Una vez dorm all -susurr el Cocoliso-. La tapa estaba suelta -mostr la alcantarilla. Y memet a ver si haca menos fro. Me corrieron los ratones. Mira -mostr un brazo-, tenanhambre.

    -Una vez, cuando yo era chico... -comenz a hablar el Alel...

    -Cuando era chico! -ri el Juanito, observndolo.

    Ni te verai Alel! -ayud el Cocoliso.

    -... yo tuve un ratn... Le daba de comer pan con agua.

    Pero la Euristela me lo mat... P'tas que era mal genio la Euristela! -La Euristela era tumam?

    -No creo -repuso gravemente el Alel-. Pa m que era una comadre, no mas... Qu me voy a

    acordar!

    -La Rapuncel es una cochina -insisti el Cocoliso. El Juanito tuvo ganas de ponerse a llorar. Se

    mordi los labios. Con lo bonita que era la Rapuncel, con esas trenzas largas que tena y los

    ojos de gringa, y ahora estaba ms grande, y tena lindas piernas, y saba ms cosas, y era

    calentita, cuando dorman todos debajo del puente Po Nono, entre los sauces, con los perros,

    en el verano. Y una noche le haba regalado un perro. uno de sus perros, y la Rapuncel se puso

    a besarlo, a l. no al perro. Y otros le hacan cosquillas a la Rapuncel, hasta que se quedaron

    dormidos. Y ahora, la cabra estaba grande, tena casi diez aos, y era una cochina, que haca no

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    s qu cosas por cien o docientas gambas a cualquier maricn que andaba por el parque,

    cualquier viejo de esos que ya no se les para... Puchas que era linda la Rapuncel!...

    -No habls ms... Mejor vamos a un rotativo a ver si nos dejan entrar.

    -Es que no entiendo nada... A m me gusta ir al teatro Santiago.

    -Ves, ves lo que te pasa -grit triunfalmente el Juanito

    -hay que aprender a leer, Coco..., eso es... Te lees los letreros y vas sabiendo lo que dicen...

    -Yo conozco todas las letras -murmur, orgulloso, el Aleli

    Pero no s juntarlas. Y los letreros los cambian muy rapidos... -Esta es de unos gallos que

    asaltan un banco... Eso me gustara a m... Asaltar algo grande

    -murmur el Cocoliso.

    -Espera. Don Jaime nos tiene prometido una custion "gorda"

    -Psch! Don Jaime... Pura boca, el viejo.

    -Guarda. El viejo es "firmeza".

    Si. pero, y el bote? Cunto tiempo llevamos trabajando para don Jaime?

    Lo tiene, Lo tiene, Cocoliso. Me mostr un dibujo el otro da.

    -Vamos a estar viejos cuando nos entregue el bote -gimi el Alel.

    Pasaron suaves, delicados en su trnsito, con pies desnudos y giles, oprimindose contra el

    muro de la casa, como ratones. El Juanito iba adelante y cada cierto trecho se detena para

    escuchar. Alguien, en el segundo piso, cantaba. La voz sala por la ventana entreabierta. Abajo,

    no se vean luces. El Alel salt el primero, trasponiendo la muralla con destreza. Luego, el

    Cocoliso. Al final, el Juanito, no sin antes observar cuidadosamente la calle. Comenzaba el

    verano, y los rboles cubran con sus hojas verdes los focos elctricos. El jardn estaba

    hmedo. Haban regado el csped. Juanito retorci los pies, feliz, resbalndose en medio del

    pasto. De pronto, se estremeci. Haba pisado un caracol, que lanz un gemido, un cric

    modesto que para los otros caracoles fue un aullido pavoroso de espanto y miedo, de casa

    derrumbada, de pulverizacin. Las tres sombras se acercaron ahora a la terraza de baldosas

    blancas y negras, encerada. Junto a ella, el saln con sus ventanales de alto a bajo, abiertos. El

    Juanito haba distribuido a su gente. Rpidos, entraron, cogiendo al azar objetos, yguardndolos en la bolsa de arpillera. El Cocoliso se hizo un lo tratando de meter en ella un

    candelabro de bronce. El Juanito le pidi que lo dejara sobre la mesa. En su lugar, tomaron una

    radio, ceniceros de plata, figuras de porcelana. El Alel haba ido a la habitacin vecina, a

    explorar. El Juanito forcejeaba para abrir un pequeo escritorio de nogal. voz de la sirvienta,

    arriba, les daba confianza. Pero no podran quedarse por mucho tiempo. El Cocoliso quera

    bajar un cuadro del muro, un retrato de una seora vestida de blanco, con la cabeza envuelta

    en flores y dos angelitos, atrs, volando y sosteniendo un lienzo, El Juanito lo amenaz con un

    puo. El condenado escritorio no se abra. La criada se haba callado. El juanito so inmoviliz.

    Ahora comenzaba de nuevo a cantar. Dnde andara el Alel? La bolsa no estaba llena. Ese

    saln slo tena objetos enormes, panos, sillas, mesas, candelabros.

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    -Dnde se meti el Alel? -murmur el Juanito, aproximndose a la puerta. La voz de laempleada era ahora ms ntida, all arriba. De pronto, en el pasillo, caminandodespreocupadamente, apareci el Alel.-Ven conmigo -murmur extendiendo la mano al Juanito.Al fondo del pasillo, una pieza.

    -Mira!El Juanito abri los ojos, maravillado. Tras l, el Cocoliso, tambin sorprendido. La habitacinestaba llena de juguetes, trenes elctricos en el suelo, sobre la alfombra. Barcos de todasclases, aviones grandes y chicos, muecas, monos mecanicos. casitas de papeles de color,sables y fusiles de plstico, esferas de vidrio con un paisaje invernal adentro. un pequeoacuario con media docena de microscpicos peces azules, un helicptero , tanques yautomviles. Los tres se arrodillaron en ese acto espontneo, de devocin, en esa liturgia quetienen los amos cuando se disponen a jugar. Al principio, tomaban los objetos, con cuidado,apenas si se atrevan a tocarlos, como si les fuera a dar la corriente en cualquier instante. ElJuanito prefera barcos. Comenz a juntarlos. Barcos de vela y de vapor, grandes y pequeos,algunos casi perfectos, con sus botes salvavidas. y el timon y el ancla, y hasta un pequeo

    marinero en la cubierta. El cocoliso coleccionaba aviones. Especialmente, bombarderos decuatro motores. El Alel, los tanques que hizo caminar y chocar unos con otros. El Juanito.ensimismado, mova los barcos , sobre aguas imaginarias.

    -Nadie va a jugar con el tren? -interrog Cocoliso, mostrando la enorme extensin de la va,con sus puentes y tneles, y la maquina negra, al frente de ocho o diez carros.

    - Esto es pa los grandes replic, serio, el Juanito. En la pieza, junto al lecho, haba unapequea lamparita roja. En la penumbra, los tres, sobre las alfombras tibias, movan sustrofeos. La flota de barcos, saliendo de un puerto. All estaba l, Juanito, sobre la cubierta. Enese velero enorme, de tres mstiles. En medio del temporal, amarrado al palo mayor, como en

    esa pelcula que vieron. El Alel rea mientras sus tanques se iban unos contra los otros.

    El Cocoliso lanzaba aviones contra el muro. De pronto, se abri la puerta, y la luz fue hecha.Una luz cegadora, amarilla. All los tres, tirados sobre las alfombras, en medio de los juguetes,sin atreverse a abrir los ojos.-Qu hacen aqu? -grit la empleada-. Qu estn haciendo en la pieza de don Juan Carlos?Seora! Ladrones! Voy a llamar a los...!La mujer obstrua la nica salida del cuarto. Pero el Juanito, el primero, se lanz contra ella,contra la piedra que cerraba la caverna, contra el gigante del ojo impar. La mujer, al tratar decogerlo, dej libre la pasada, y por all se dispararon el Alel y el Cocoliso. El Juanito le mordiuna mano, y salt tras ellos. Abrieron la puerta de calle, y luego, corrieron por el jardn hasta el

    muro.Al caer al otro lado, en la penumbra, casi se tiran encima de una pareja, una empleadadomstica que se daba besos y abrazos con su galn. Atrs, lejos, los gritos. Ahora eran dos lasque gritaban.-Apretemos, mierda! -orden el Juanito, moviendo las delgadas piernas con celeridad.Corrieron hasta la esquina, y desde all, a la izquierda, hacia la avenida Vitacura, buscando losrincones ms sombros.-!Pa'l Mapocho! Pa'l Mapocho! -chill el Juanito, con el aliento cortado. Conoca ya esto,pronto andaran los radiopatrullas y por mucho que uno corriera, el auto se las ganabasiempre. El ro, al fondo, era la salvacin. Los sauces. Llegaron a Vitacura, Luego, por laCostanera hacia el centro. Ya no daban ms, pero corran siempre, los labios estrechamenteapretados, las miradas duras. No se detuvieron sino al llegar a la orilla del ro, tirndose debruces en la tierra, entre las basuras y las hojas, cubiertos por las ramas protectoras de lossauces.

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    Durante diez minutos, descansaron. Las respiraciones iban tranquilizndose. El Cocolisoaraaba los montones de hojas, hundiendo las manos all.-No viene nadie, ya... Acabo de mirar. El Alel observ al Juanito, como si no escuchara. -P'tasque tuvimos mala suerte -rezong el Juanito, sorbiendo los mocos y escupindolossonoramente luego.

    -Lo peor es que perdimos el saco, que era de don Jaime! -agreg el Alel. Y volviendo la carahacia el Cocoliso-: Y a este gallo, qu le pasa? Tenis miedo, todava, Coco?El Cocoliso lloraba, estremecindose, enterrando los puos y la cabeza entre los altos de hojas.

    -i A este huevn todava le gusta jugar con juguetes! -murmur el Juanito, alzando loshombros, despectivo, y con un resplandor de lgrimas en los ojos, que se apresur a reprimir.El Alel se aboton su andrajosa chaqueta, amedrentado. Haba tenido la precaucin deguardarse un pequeo conejo de felpa amarillo y caf, que algn da iba a mostrar al Juanito.

    Estaban frente al Bosco y ya casi era la hora del amanecer Por el fro. A esa hora comenzaba ahelar. Un viento que vena desde las montaas con nieve. Tenan que ponerse a bailar, nada

    como el baile para el fro, a bailar rock and roll y twist. y otros bailongos, moviendo lascaderas, y saltando como locos, para el fro y tambin para los que vieran adentro los queestaban tomando una botella o dos, calentitos adentro, detrs de los vidrios. A veces tenansuerte y alguien los convidaba. O les soltaba unos billetes, y corran a comprar un pastel alNegro Bueno, si es que estaba abierto, o a otro lugar como se, o al mismo Bosco, unhot-dog, aunque muchas veces, cuando andaba don Paolo de malas, o una de las mujeres, nolos dejaban entrar y les tiraban la peor salchicha que haba o el pan aejo, aunque les costabalo mismo que a los de adentro que podan comrselo calentito.-Nos estamos helando, Cocoliso -murmur el Juanito, apretado contra el vidrio, temblandoentero.El Alel no dejaba de bailar, con la boca abierta, una boca jugosa, de labios gruesos y grandes

    dientes blancos. Bailaba mirando hacia adentro, moviendo su cabeza enorme, despropor-cionada para el cuerpo, con los cabellos sucios, negros, gruesos y erizados.-Vamos pa otro lado, mejor -sugiri dbilmente el Cocoliso, recostado en el suelo, con lacabeza entre las rodillas.-A ste se le enfra la pela -grit el Alel, interrumpiendo su danza para lanzarle certeramenteun escupitajo blanquecino sobre la nuca rapada del Cocoliso.-Guarda, huevoncito! No porque sei ms chico... -Mira! Mira quin viene!El Cocoliso alz la vista. La Rapuncel, andrajosa, con las manos llenas de flores.-Todava anda vendiendo violetas sta! -Quiubo, Rapuncel? Dnde te habai medido? La

    muchacha alz la nariz, como si no los conociera. Era pequea, tan raqutica como ellos, pero

    con una hermosa cara blanca, y unos cabellos rubios, y largos, trenzados. Se pona violetas en

    la trenza. Una vez, el Juanito le haba echado un perro amaestrado que l tena, el Titn, queera enorme, y que cuando lo mat en la carretela pareca un cordero descuartizado.

    Le ech el Titn a la Rapuncel, all abajo del puente Po Nono, donde se juntaban a veces. Y el

    Titn le tom la trenza y comenz a retroceder arrastrndola. Eran como quince los que

    estaban all.

    P'tas que se rieron! Y la Rapuncel que chillaba como si el Titn le estuviese mordiendo un

    brazo... Todava estara enojada?

    -Todava andi enojada conmigo, Rapuncel?

    La muchacha volvi el rostro hacia otro lado, espiando un descuido de la nia que

    atenda las mesas, para entrar a ofrecer sus violetas.

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    -Al Titn lo atropellaron -explic el Juanito. -Perro maricn! -agreg el Cocoliso, sobndose

    una cicatriz en el tobillo derecho.

    -Si te pilla don Paolo te corre a patadas, Rapuncel. El viejo anda de malas. Mejor no te metas

    naa...

    El Alel quera entrar con ella.

    -Ahora! -grit la muchacha, abriendo las puertas. Con rapidez fue de mesa en mesa

    depositando en cada una dos o tres violetas marchitas e inodoras. Algunos rechazaron con

    violencia el presente. Uno le solt un billete de a quinientos. Otro, algunas monedas. El Alel, por

    su lado, tenda las manos, unas manos negras en el dorso, negras y con escamas, y costrones, y

    blancas y casi rosadas en la palma.

    Extenda esas palmas de ncar esas palmas marinas. La Rapuncel iba ahora ms adentro, hacia

    la zona peligrosa. Andaba el turnio, el Mauricio, que era como perro. La muchacha retir otro

    billete por all. Ms monedas.

    -El turnio! -chill el Alel cuando ya el Mauricio lo haba cogido de las greas.

    La Rapuncel se escurra hacia la puerta. All la pesc don Paolo. Le alcanz a dar una patada en

    el trasero, que tir a la muchachita contra la caja, y haciendo volar por los aires el resto de sus

    violetas.

    -Pa fuera, mierdas! aullaba don Paolo. -P'tas con los cabros jodidos! rean dos viejosrojos, hinchados de vino y sueo. El turnio traa arrastrando al Alel, que daba alaridos como silo mataran. Lo sac de un empujn, estrellndolo contra el vidrio de la puerta. -Turnio culiao!explot el nio, moviendo con desesperacin los brazos.

    Era de microscpica estatura, pequesimo, con una enorme caja craneana cubierta de pelos.Don Paolo y el turnio se quedaron observando a los muchachos que se estremecan de fro. Depronto el Alel comenz a moverse y a bailar, de nuevo con la boca abierta y hmeda,contorsionndose y haciendo gestos, de piernas, brazos, caderas, boca, ojos.

    Una danza del odio, y de la obscenidad, dirigida a don Paolo y al turnio y que stos parecieroncomprender, pues, confusos, dieron media vuelta, entre las carcajadas de los parroquianos. ElAlel lanzaba rayos usando sus manos radas, sus ojos de esclertica congelada, su vientrehundido, sus huesos de cermica.Bajaron por Diez de Julio, desde Vicua Mackenna, a breves pasos, saltando de la vereda a lacalle, corriendo entre los transentes, observando el suelo, donde a veces solan encontrarse

    monedas.En Portugal, el Alel "tore" un automvil, escurrindolo con un gil movimiento, en el ltimoinstante. El conductor fren su auto y comenz a gritar algo.Pero el Alel, el Juanito y el Cocoliso iban ya lejos. El Alel era un experto Se quedaba inmvil,frente al vehculo que vena desde lejos. Se desplazaba a la derecha, luego a la izquierda. Unavez, en Providencia, hizo chocar a uno. El Cocoliso, que tena un pie malo, y no poda moversetan rpido, lo admiraba. Tan chico el Alel, y ya poda hacer esa gracia. El Juanito, a veces, leacompaaba. Pero el Juanito era ms gordo, pesaba por lo menos dos kilos ms. Una vez loatrepellaron. Les fue bien, porque la mujer que manejaba muy nerviosa, les entreg algunosbilletes, con los cuales almorzaron un festn de hot-dogs y pasteles y hasta les sobr algo paracomprarle a don Jaime una botella de su vino favorito.

    -Una vez lo hice con una motoneta murmur el Alel, orgulloso -. Y me le atrevo a un camin. -Ah que no!

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    -A que s! Con el prximo camin que pase, vas a ver...-Ya pus, Alel. Vamos donde la Celeste... S o no?-Bueno, otro da lo ensayo con el camin. Pa ver si tienen buenos los frenos de aire.Anduvieron media cuadra ms, doblaron a la derecha hasta la calle Ricantn, y por all, conseguridad, ubicaron la casa de doa Celeste.

    -T crees que nos va a conocer? -interrog el Juanito, trmulo, mientras golpeaba la puerta.-Pa mi que nos va a reconocer murmur el Alel, convencido.-Pero hace un montn de tiempo que no venimos. Como dos meses.-La Celeste debe estar vieja -fue todo el comentario del Cocoliso.Se oyeron pasos. Descorrer de cerrojos. -A quin buscan. -A la seora Celeste respondi elJuanito. -Clientes? Tan chiquititos?-Llmela. Dgale que es Juanito.Se abri la puerta. Pasaron por un corredor hmedo, de paredes descascaradas, lleno deplantas puestas en maceteros. Al fondo, un patio, con dos naranjos. Una artesa de lavar. Unallave, Un perro.Pasa por aqu, Juanito murmur, cariosa, la vieja. Una anciana que tena en la frente una

    protuberancia rosa, que los nios observaban fascinados-. A ver si est despierta -agreg.

    A ver si est despierta -repiti el Juanito, mordindose las uas sucias, un poco nervioso.-Hace harto que no venan -dijo la vieja, oprimindose el globo blando de la frente. -Andbamos trabajando -explic el Alel.-S, andbamos tra... -el Juanito se interrumpi, aterrado. La cabeza de la Celeste habaemergido por la puerta. Tras sta, el cuerpo envuelto en sedas. Un rostro purpreo, con loscabellos enrollados en onduladores metlicos. Juanito? Esti ah?

    -S, Celeste -replic el nio, sintiendo, maldita suerte!, que le venan ganas de llorar.-No te veo muy bien. Sin anteojos, apenas veo. P'tas que esti grande, Juancho! -Yo soy el

    Alel. -Yo soy el Cocoliso. -Tomaron desayuno, chiquillos? Los tres nios se miraron,asombrados.

    -La vieja les va a preparar un rico desayuno. -Queramos hablar contigo, Celeste -exclam elJuanito. -No tengo tiempo... Ests grande! Bien grande! Espera, voy a ponerme los anteojos...Mm! Eres el mismo,.. Grande, flaco y feo... P'tas que eres bien feo, Juanito! La vieja les va adar pan con mantequilla... Si quieren vino, tambin hay algo... Y ahora, me dejan, porqueestaba durmiendo.Me acost al amanecer ...P'tas que hace fro, Juancho! Me meto a mi camita, bien arropada...Eso, eso voy a hacer. No se preocupen, la vieja les prepara desayuno... La Celeste habacerrado la puerta de su pieza antes que el Juanito pudiese agregar algo. Los tres nios

    siguieron obedientes a la vieja hasta un cuarto al fondo del pato.El Alel la observaba ir y venir, sacando pan, queso, huevos. Se le haca agua la boca Con elhambre que tenan!-La Celeste no es la misma de antes -explic la vieja, friendo los huevos.-Qu? La cambiaron? -interrog el Alel. -No. Es la misma -asegur el Cocoliso, que acababade verla por primera vez.

    -Antes se preocupaba de ti, no es verdad? Bueno, a veces... -Antes era ms chico -gritdesafiante el Juanito-. Ahora es distinto.

    -Claro, ahora somos todos grandes -dijo el Alel. -Pa qu traern chiquillos al mundo si no lospueden cuidar como Dios manda! Eso es lo que yo me digo! -Me puede dar ms caf conleche? Claro, claro... Seguro que el pobrecito no ha comido en dos das...

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    El Alel hizo un gesto, como defendindose de esa compasin. Tragaban en silencio. El Juanitoobserv, con el rabo del ojo, el corredor y la pieza clausurada de la Celeste.

    -Est bien? Digo, Celeste... No est enferma? -Esa tiene siete vidas... Toma como unacondenada... Y el Marcelo le quita todo lo que gana. Y le pega encima... -Pero a ella le gusta -

    explic el Juanito. -Debe gustarle, digo yo... Eso, digo yo... Porque ya lleva un buen tiempo conel Marcelo... Y no creo que vaya a corregirlo-Seguro, Juanito, que no tiene un diez. Si no, tehabra dado algo-Te habra, a lo mejor, comprado zapatos... Mira cmo andas con esos piesasquerosos! Y ahora que viene la Pascua! -Yo creo que pa la Pascua me los compra... -Psch!Los zapatos son pura hueva de pije, afirm rotundo, el Cocoliso.-Too porque tienes una pata de combo -dijo, cruel el Alel.-Ya, chiquillos. Terminen el pan, y se escapan. Tengo mucho que hacer, y ya casi son las doce.Los nios seguan mascando el pan aejo con mantequilla. El Cocoliso rasp la paila de loshuevos. Y unt miga en el aceite caliente.-La Celeste no nos hizo caso.-Hay que pillarla en la buena... Hoy era mal da. El Marcelo no ha venido.

    -Y qu diablos tena en la cabeza? -interrog el Alel.-P'tas que eres bien ignorante, Alel!...-Parecan culebras...El Juanito cerr los ojos, sintiendo que las condenadas lgrimas de nuevo iban a tratar de salir.-Mejor vamos a ver a don Jaime.-Sin plata. Nos descresta...-Pero el Cocoliso le llev ayer una buena tuca...-Sin plata, nos va a pegar -volvi a repetir el Juanito, dando una ltima mirada al cuarto de sumadre.-Ay! Ay, Diosito! Por Dios, Seor mo! P'tas que duele! Como caballo!-Aguanta.

    -Ay, p'tas que duele!-Ya sali!El Cocoliso, la boca entreabierta y llena de sangre, mir el diente que le exhiba, triunfal, elJuanito. Haban conseguido sacrselo, el maldito y condenado.-Dmelo.-No. Voy a guardarlo.-Es mo. es mi diente.-Dicen que si lo guardo tendr suerte.-Dmelo, pus. pesao...-Mejor te enjuagi la boca. Est coloriando. El Cocoliso se arrodill y aproxim la cara a lacorriente de agua gris. Su rostro, como el de un animal, tragaba grandes sorbos. El Juanito y el

    Alel, de pronto, le empujaron, y el cuerpo del Cocoliso cay en medio del agua. Era tan escasaque apena si alcanzaba a cubrirlo.-P'tas que son!-Chis, ahora s que se te va a quitar la cara hinchada. Coco.

    -Ta rica el agua.-Debamos baamos tambin.-Pa qu? Ya es muy tarde. Son como las seis -replic el Alel.Pero hace reharto calor.-Es porque viene la Pascua -grit el Cocoliso. tendido de espaldas en el lecho del ro. sobre lasgrandes piedras rectangulares. sintiendo que el agua le resbalaba por la ropa, por la cabeza,por entre las orejas y los dedos de manos y pies.

    La Pascua! La Pascua! Qu tiene que ver la Pascua? Este tonto no piensa sino en la

    Pascua.Podamos buscar un gato y tirarlo al agua -sugiri el Alel. mirando en derredor.

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    -Son puros perros, De dnde vai a sacar un gato?Andan algunos -asegur el Alel al Juanito.-Tirar un perro no es gracia. Les gusta baarse. Mira! Alla anda una gata. "La Carlota chica".Esa rajua.-Vamos a cazarla -grit el Ale saltando entre las piedras y los matorrales de sauces. "LaCarlota chica" los haba visto y corra buscando refugio. El Juanito le tir una piedra y la gata

    salto, cayendo en un charco. Al sentir la humedad reaccion como si hubiese experimentadouna descarga elctrica. Los nios se tiraron al suelo, rindose. "La Carlota chica" corra ahora,Mapocho abajo, por el amplio y caliente lecho de piedras del ro.-P'tas que son bien tontos los gatos -fue el comentario del Cocoliso, siempre revolcndose enel agua pardusca.El Juanito mir el diente del Cocoliso y se puso a examinarlo con profunda atencin. Habaencontrado un alfiler y con ste escarbaba la picadura, sacando de la caverna el sarroamarillento.-Ta ms picaso...-Dame el diente, Juanito -grit el Cocoliso, abriendo la boca y tragando un sorbo de agua sucia,con sabor a tierra.

    -Tai leso vos... Primero quiero ver si me da suerte. Traen suerte.El Cocoliso se aproxim al Juanito, que segua abstrado, frente al talismn.-Me est doliendo, Juanito. Palabra que me est doliendo.-Los ratones se comen los dientes. Se los llevan y le traen a uno un regalo.El Cocoliso mir al Juanito con asombro. Todas las cosas que saba!-Es cierto -confirm el Alel.-Esta noche lo vamos a dejar. Yo creo que "la Eliana" lo pesca y quin sabe qu regalo...-Pa m que a "la Eliana" la mataron. Ayer andaban los perros detrs...-"La Eliana" no es tonta. Nadie la ha podido cazar. Te acuerdas cuando le pusimos la trampa?-Porque es un ratn mgico -murmur el Juanito, muy serio.-Y qu pas?

    -Nada. Don Jaime nos empuj pa adentro.-Quin es don Jaime?-Don Jaime es el Trompa..., quin va a ser?-Cllate! Estoy hablando con ste. Contesta t...-Quin es don Jaime?-el Trompa -replic el Juanito, serio. No era para anclarse" con bromas con "la pesca". Y menoscon el Basilio, que tena fama de maricn y decan que era el que haba hecho llorar a laRapuncel.-Quin es don Jaime?-Un amigo.-Dnde vive?

    El Juanito apret los labios. No iba a traicionar al Trompa. Adems, prefera la furia del Basilio ala de don Jaime, que era ms maricn que el Basilio. A ver si el Alel se quedaba callado.-Si no me contestan, habr que darles unos guascazos, cabritos.-No s dnde vive.-De aqu van a la Correccional. Y peladitos, entienden? Mejor me dicen quin es el Trompa.-Nosotros no sabemos nada -murmur el Alel. -Y por qu se metieron adentro?-Nos empujaron.-S, el Trompa nos empuj.-Y no saben quin es.-Es un viejo. -Qu edad tiene?-No s, ms de veinte aos -dijo, pensativo, el Alel. -Pa qu los empuj?-Psch!, quin sabe pa qu sera!...El Basilio mir al Juanito. Estir el brazo y le dio un violen to golpe en la cara. El Juanito rodpor el suelo chillando. Para qu los empuj? insisti el Basilio, ahora al Alel. Para que

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    viramos si estaba la Rita. Quin es la Rita? Una novia que tiene don Jaime.-La que canta tangos -agreg el Juanito, sobndose la cabeza.-A ver a la Rita, eh? A otro con estas historias... Y qu hacan con los abrigos? Los pescaroncuando iban saliendo con dos abrigos.-Porque haca ms fro...

    -Pero no eran de ustedes.-Es que nos equivocamos, jefe -murmur, conciliador, el Juanito.-S, Jefe. Nos equivocamos -agreg el Alel. -Ladroncitos de abrigos.-Creamos que eran de don Jaime. -Dos abrigos. -Tiene varios, jefe.-La Rita dice que no los conoce.

    -Es ms, la Rita... No nos va a conocer! -protest el Alel.-De aqu a la Correccional...-Viene la Pascua, jefe -murmur, aterrado, el Alel.

    -Que tengo que ver yo con la Pascua?-La Rita puede decirle quienes somos...-S, ella nos conoce...

    El Basilio tecleaba en una vieja mquina, indiferente a la angustia de los nios, chupando uncigarrillo medio aplastado.-Creamos que eran los abrigos de don Jaime volvi a insistir el Juanito.-Van a estar encerrados algn tiempo. Varios aos. Les har bien.El Alel comenz a llorar suavemente. -Crtala, Alel! -grit el Juanito.-Mamerto!Juanito se estremeci. El Mamerto era el viejo que los pelaba.

    El que haba pelado al Cocoliso.-Mamerto! Dnde est ese condenado?

    -Se fue. Basilio -explic otro de los detectives, que beba pensativo una cerveza.

    - Y quin nos pela a estos pollitos? -El Mamerto le dej sangrando la cabeza al Cocoliso-explic el Alel.-Lo pelaron con granos y too -agreg el Juanito. -Yo podra, pero el Mamerto deja las mquinascon llave y a stos no hay tijera que les entre.-Habr que esperar hasta maana. Psalos al calabozo. Al catorce? -S, mtelos en lacatorce. -Son puros maricones! grit el Juanito. -No te harn nada... Estn durmiendo. -Sontodos maricones! confirm el Alel, aterrado. La celda catorce tena la peor fama. El Basiliosonrea.-Estn durmiendo, cabritos... Si no los despiertan, no pasa nada.El Juanito y el Alel bajaron la cabeza. En mala hora haban entrado al Black and White. En malahora se le ocurri al Juanito salir con los abrigos. En mala hora el Alel se enred en uno y cay

    al suelo, y la vieja que venda nmeros de la lotera empez a gritar y vino el mozo y luego loscarabineros, y despus de la comisara, "la pesca" y el Basilio, y para colmo de males, lacatorce...-Tendrn que esperar hasta maana pa la peluquera -grito el Basilio, al fondo, sentado sobreel escritorio.El Mamerto no apareci al da siguiente. El Basilio juraba que iba a despedirlo. Escribi unoficio a mquina que hizo llegar a su jefe, en el segundo piso.

    Mientras tanto, cuando abrieron la catorce, se produjo un tumulto, y entre detenidos quesalan y los que entraban, visitantes, detectives y funcionarios, el Juanito y el Alel seescurrieron como ratones, pegados a los muros, saltaron por una ventana a un patio y all, porotra ventana a la calle, todo en menos de un minuto y sin que nadie pareciera verlos. El Juanitocorra hacia la estacin Mapocho, hacia el puente Independencia, al lecho del ro, a los saucesverdes y frescos de la maana, sauces an llenos de pequeas gotas, de diamantes

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    temblorosos y frgiles como luces del amanecer. El Juanito y el Alel, sumergidos en las ramasverdes y tiernas de los sauces, con los cuerpos pegados a la tierra hmeda y helada,descansaban de su fuga y carrera.-Nos libramos de ser igualitos al Cocoliso -murmur el Alel.El Juanito, sin responderle, se acariciaba sus largos, hirsutos y grasientos cabellos, con los ojos

    fijos en el agua. Un da de stos iba a pasar por all un pez.El Cocoliso mir a sus hermanos, sin entender. Siempre le decan cosas raras, seguro queporque era tan chico y feo, y tena un pie malo. El ato era el ms bravo, todo porque anduvopor el Caupolicn boxeando hasta que casi lo mataron. El ato viva por ah, en algn lugar,pero a veces, cuando andaba "en apuros", llegaba a ver al Cocoliso al puente Po Nono, a supuente, y al del Juanito y el Alel. Le quitaba los cigarrillos -cuando el Cocoliso tena alguno- y laplata, y todo lo que pudiera serle til, el desgraciado, todo porque tena como diecisis aos, yhaba boxeado en el Caupolicn, y era alto, no como el Cocoliso, enclenque, con su cabezaenorme y rapada, llena de granos secos. Y el ato se esconda entre los sauces, medioborracho, como llegaba casi siempre, y una vez bajaron los carabineros al ro con escaleras ylazos y el ato

    tuvo que esconderse en la cloaca, donde viva "la Eliana", y como era medio gordo, quedatajado all y comenz a gritar, y entre el Juanito y el Alel, apenas pudieron sacarlo. Y de llapa,el ato le peg al Cocoliso unas buenas bofetadas, como para demostrarle que era boxeador.Le tiraba un derechazo y el Cocoliso iba a dar al suelo.Se paraba el Cocoliso, y al suelo de nuevo.Y el otro hermano que tenia, el Pequen, que andaba por los catorce aos, se rea y no hacanada por ayudarlo. Hasta que el Juanito intervino y el Alel pesc unas piedras, y slo asconsiguieron que lo dejara tranquilo aunque el muy maricn lo dej con la boca rota, y todoporque lo haban salvado de los verdes, que si no, ahora andara... Lo mejor, tal vez, habrasido... Porque ese ato no serva para nada y cada vez que lo vea le comenzaba a pegar "por

    feo", deca, como si l tuviera la culpa de la cabeza, y las piernas cortas y chuecas, y el piemalo, que se lo haba reventado una micro, haca ms tiempo, y que no lo llevaron al hospitalporque la madre andaba curada, la Carmela andaba ms curada. Y el Pequen que admiraba alato tampoco se preocup de l nunca. Ahora llegaban los lindos al Puente, cuando andabanen apuros, para que los escondieran Y todava se burlaban los condenados.-Cuando crezca van a ver -murmur entre dientes, golpeando con una rama de sauce el aguaachocolatada.-Cuando crezca! Le oste, ato? Le oste, al perla? -vos vai pa enano -dictamin el ato.Soy chico todava... -Vos no crecs ms -asegur el Pequen. el cocoliso los miraba angustiado.Sera posible?-el juanito me dijo que iba a crecer.

    -el juanito.....y quien es el juanito?-el Juanito era tan chico como yo, y ahora es ms regrande... -te vamos a llevar al circo..., esovamos a hacer... mira la mansa ni que cabecita

    Cuando crezca no se va a notar que es tan grande -se defendi el Cocoliso, palpndose lacabeza.-Podamos ganar unos pesos con ste... Sabs cantar? -Guarda, ato, guarda... No te encalillsconmigo.-No te encalills,.., no te encalills... Lo oste, Pequen? Es bien optimista el Cocoliso... Con underechazo, te mando medio a medio del ro.-No es gracia. Too porque eres ms grande, y sabs box.-Ya, crtala, ato. iEl Pequen intervino para calmar al hermano.

    -Chis, vos tambin... Onde saliste... Tambin te doy un derechazo...

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    -Mejor nos vamos, ato.-Tenis plata?El Cocoliso volvi a negar.

    -Estos andan siempre con plata, pero se la saca don Jaime... Sern pelotas!-Don Jaime nos est guardando la plata.

    -S, en la guata.-Cuando juntemos bastante, nos vamos a comprar... -No conocer a don Jaime... Aos que loconozco. Si lo vuelvo a ver le voy a dar un derecho y un izquierdo, as... Dile t que si lo veo...,el gordo ms maricn! -Qu te ha hecho? -Pregntale al Pequen... -Ya, vamos, pesao...El Cocoliso los mir alejarse. Treparon por las piedras hasta el puente; menos mal que el atono le peg. Y ahora que estaba solo... Dnde andaran el Juanito y el Alel? Tena ms sueo...Iba a irse al Forestal, y all, al sol, a dormir se ha dicho... Ese da era viernes. Buen da. Siemprese haca algo el viernes... Una vez pescaron una cartera con cuarenta lucas. Le dieron la mitada don Jaime, y se gastaron el resto... Comieron chocolates como dos das seguidos..., qutiempos! Fue un viernes, como se...a lo mejor.Primero iba a dormir, aunque tena ms hambre... Mir entre los sauces pensando. Una vez

    haban guardado por all una lata de sardinas. La enterraron y luego no supieron dnde... A lomejor se la haba llevado el ro en la crecida..El Cocoliso subi hasta el puente, y cojeando, se alej por el Parque Forestal, en busca de unsitio donde dormir hasta la tarde.Le despertaban los gorriones y zorzales. Era la tarde y los condenados pjaros tenan ungritero en las ramas de los lamos blancos, entre las encinas y pltanos, acomodndose, endisputa sonora, entre los huecos, cruces, oquedades suaves, estableciendo sus fronteras deplumas. Las ramas areas, suspendidas en el aire rosado del da poniente, envueltas en nubesprpuras de crepsculo.El Cocoliso abra los ojos. Dnde? Qu era lo primero que iba a contemplar? Hojas derboles... Ya el pasto estaba helndose, el pasto verde, tibio, fragante. Maldita noche que

    vena. A despertar! Seguro que el Juanito, en algn otro lugar, estaba en las mismas. Y el Alel.Ese tonto prefera el puente Pursima a pesar de que la banda del Chano le haba pegado dosveces por invadir "su puente". El Cocoliso se dio varias vueltas por el csped. Estabanllegando las parejas, mientras se iban las empleadas con los coches y los estudiantes. Pronto se

    juntaria un buen grupito de enamorados. Haba que irse hacia el centroi mejor. A la entrada delos cines. Siempre caa algo. Como un da que estaba frente al Rex, y lleg una seora que sebaj de un auto elegante y se le qued entre el auto y la vereda una pulsera de piedrasbrillantes... Nunca haba visto tan contento a don Jaime! A pesar de que el viejo era hartodifcil de contentar... se puso a chupar las piedras. Despus les dio un mordisco no sabia

    para qu, y despus le dio al Cocoliso unos billetes y un trago de vino. Y los asegur a los tresque con dos cositas como stas el bote iba a estar listo antes de lo que se imaginaban.Comenz a arrastrarse cojeando del csped a los senderos de maicillo ojo alerto al parque alos rboles. Andaban los carabineros como moscas en esos das. Como era casi la primavera los"verdes" se iban a los parques detrs de las empleadas. Andaban "tiras" tambin, viendo sipillaban a una parejita, o a uno de ellos. Malditos... Un da* cuando fuera grande... Don Jaimeles haba prometido una pistola, claro que al Juanito, que era el mayor. Con una pistola ningn"tira" se atrevera ni a mirarlo. Contuvo un escalofro. Ya iba, cada vez ms, ennegrecindose elForestal. Al centro, a lo mejor a los juegos Diana, o al Rex, o qu saba l.. A mirar por lascalles... A veces aparecan moneditas.. o billetes... Tena ms hambre... El Juanito, seguro queandaba cantando por ah... Le haba dado con la lesera, y pasaban con el Alel, dale que dale,debajo del puente, y como el Juanito saba leer, tena un cancionero, y venga una y otra vez lahistoria... Claro que el Juanito cantaba apenas medio ronco, con la voz ronca, y el Alel tenauna voz de pito; voz de tarro y voz de pito. Pero estaban aprendiendo. Y se turnaban. Un da landuvo tambin metindose, pero el Alel se comenz a rer. Todo porque eran ms grandes, y

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    no tenan la cabeza que tena l... "Cabeza de genio" le haba dicho don Jaime... Qu crestassera lo que quiso decir? Te acordas, mi chinita.. del puente Pezoa. El poda ser tan buenocomo el Alel, que con la cuestin del puente se daba una facha... Andaban trabajando en lalnea El Golf-Estacin Central, que era la que ms renda... Seguro que I si se iba a la Alameda, yesperaba una micro, iban a pasar, ms orgullosos, todo porque eran artistas. Como la

    Rapuncel, que 1 trabajaba sola, claro que como era bonita... Y tena algo de voz la Rapuncel...Y saba montones de cosas... Una cosa con una pera

    madura que cantaba movindose como un gato, y todos se rean y recoga que era un gusto...Y el Juanito, que andaba como tonto detrs de la Rapuncel. Era ms el Juanito. Haba das enque ni se acordaba del bote. Y cuando don Jaime iba por el puente Po Nono, y se afirmabaarriba, en los fierros, mirndolos, el Juanito comenzaba a traspirar, porque, cuando don Jaimese enojaba... Y eso que don Jaime nunca haba bajado al ro. Porque era tan gordo, seguro... Yalo vea l bajando, con esa guata ms grande que... "Ningn caballero -deca- baja a..."Caballero! No porque tuviera un reloj con cadena..., que adems se lo haba levantado el Alela un viejo a la salida del restaurant Santiago..., y el tal don Jaime, en vez de venderlo, para elasunto del bote..., se lo haba dejado... Como si todos no estuviesen trabajando por lo mismo,por "la causa" deca don Jaime...El Cocoliso saltaba. La pata dura tena no s qu. un hormigueo... Por suerte ahora iba acomenzar el calor... Porque, lo que es el invierno... Puchas que dola, a veces...-Cuando seamos grandes.El Alel mir hacia lo alto del Puente Po Nono, Pasaban los estudiantes de la Escuela deDerecho, mujeres con bolsas de verdura, automviles.-Cuando tengamos el bote -agreg el Juanito, mordindose los labios.-Pa mi que el bote es puro cuento de don Jaime.El Juanito mir aterrado al Alel, sintiendo que podra haber algo de verdad en lo que deca.Nadie estaba seguro Don Jaime no contestaba con precisin. Se les "corra" en el asunto delbote Un da vieron una foto.-Pero la foto... No te acordai de la foto?-Hay tantas fotos de botes... Pa m que la saco de una revista,

    le hemos dado plata durante dos aos. _pa m que habra que verlo insisti el Alel. -Si peroen Valparaso.. hay que ir al puerto pa eso... -Podemos ir.-;Cmo? Dicen que est relejos.-Yo fue una vez. En un camin. No est tan lejos. -Con el Cocoliso no vamos a llegar ni a Renca.Con la pata mala.-En un tren de carga -sugiri el Alel.-S, podra ser... Pero, primero, a conseguir la plata. Una vieja con la cartera llena.-Nos vamos en un tren de carga. Salen en la noche. Nos pegamos una dorma, y ni sentimoscuando...-Y t crees que en el puerto vamos a encontrar el bote...?-Primero le pedimos las seas a don Jaime. Si existe, tiene que estar amarrado en algn sitio.-Y cmo vamos a saber que...?-P'tas que eres bien!... Apenas lo veamos... No vas a reconocerlo? Un bote que hemos vistono s cuntas veces. Yo, apenas lo vea..., seguro que...-Claro, un bote blanco...-Va a estar amarrao a la orilla del agua... Lo desamarramos y listo...-Listo qu?-Listo el bote!El Juanito y el Alel se revolcaban entre las hierbas hmedas, bajo los sauces, con los ojosllenos de imgenes, aguas verdes, olas de perfiles espumosos, grandes peces dorados, y unpuerto, las colinas de Valparaso, subiendo y bajando, mviles.

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    Navegaban...-Y cuando estemos bien adentro, sabs qu ms?-S...-Nos deshacemos de... Un buen empujn y al agua el gordo!

    -Don Jaime?-El mismo guatn de mierda... -Don Jaime, si lo sabe...-Se va a ahogar. Ese se va pa'I fondo gritando... Cmo nos vamos a rer.-Y si se salva? Y si sabe nadar?-Si sabe nadar, lo seguimos... Porque, para eso va a tenerremos el bote... Con un remazo en el coco..El Alel se sonri, paladeando la imagen. -Es que si nos ve alguien... Don Jaime tiene amigos...Hay que andarse con cuidado... -advirti el Juanito.-Es un gordo muy maricn.... Abusa de nosotros porque somos chicos... Cuando tengamos elbote, pa qu vamos a querer a don Jaime? Adems, nos puede hundir el bote... T, y yo... -Y

    el Cocoliso...-S, el Cocoliso... Aunque con la pata...-No tenemos pa qu separarnos, Alel...

    -No. Es cierto. En la buena y en la mala... Total, el Cocolisoes harto hombre... Nos ha dado la mano...-Sabs qu ms?El Juanito entreabri los ojos. Un ratn andaba escarbando

    las cascaras de sandas que tiraban los fruteros...-Este quiere morderme un dedo...-Sabs qu ms?-S, sultala...

    -Que no sabimos ni nadar, Juanito... Juanito dio una media vuelta, apoyndose en un codo. -Spasa algo... -Debamos aprender a nadar -concedi el Juanito, pensativo-T hai ido algunavez a una piscina? A la Escolar? All en la Estacin Mapocho... Una vez me met, de sapo...Tena un olor rebueno, y el agua era ms verde.

    -Pa mi que le echan algo para que los gallos se sostengan aflote.

    Seguro... Le echan no s qu custin verde, pa que floten. Pero, en el mar...-En el mar no hay necesid... Porque el mar es siempre verde...No lo hai visto nunca? -Nunca he visto el mar.

    -Es ms verde...-Dicen que cuando uno se cae al agua, lo comienzan a morder los pescaos...-Puede ser cierto. Porque, pescaos s que hay... Te acordi cuando fuimos a ver a don Pito?Ese que tiene el puesto de pescado en la Vega? Viste todos los pescaos que tena don Pito?...Todos sos andan en el agua... -Chitas, lo que hay que hacer...-S, no caerse del bote... Eso es lo que hay que hacer... Y con don Jaime corremos el peligro acada rato... -Tenis razn... Claro que tenis razn... Se mueve don Jaime y... Con el Cocoliso esdiferente... Adems, el Coco es ms rechico...-Vamos a planear el viaje... Hoy es lunes. Creo que podramos salir como el mircoles... Perohay que llevar algo de plata... Total, yo nunca he estao en Valparaso... A lo mejor no dejan nitrabajar all...-Trabajo hay... Pero te puede pasar una mano... Mejor pescamos una cartera...-Y, primero, hay que encontrar al Cocoliso... Maana voy a salir temprano... La que ms rindees El Golf-Estacin. -Andai ah porque..,

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    -En serio. Se ganan unos cuantos pesos...-Por la Rapuncel andi ah...El Juanito se qued serio, contemplando la gran rata de pelos alzados, ralos, con una cola deanillos grises y rojizos.

    Salen del hoyo...-Hay como cuarenta en el hoyo...-Son los fruteros que les tiran sandillas... Son como tontas para las sandillas...La rata escarbaba la pulpa roja, pegajosa, sanguinolenta y dulce.Las luces elctricas plidas, plidamente perdan sangre, elctricamente se iban por el alba,albas de linfa de color, heridas por el amanecer de pjaros y viento helado, y hojas que seentregaban a la lujuria de la putrefaccin en lo hondo, all arriba en lo hondo del aire, plidashojas de linfas cloroflicas, botando sangre, brotando sangre herida por los aceros delamanecer, hojas, de piedra, roca pura abandonada al delirio del aire que iba entrando gota agota de luz, plidamente elctrico, celeste y violeta, y celeste hoja putrefacta en lo hondo de la roca hmeda, celeste y blanco, linfa sonmbula, en lo hondo de la garganta del gallo.

    El nio se ergua solemne, fro, suntuoso en su severa ereccin dinstica, con sus andrajosprpuras, sus damascos labrados, sus viejos terciopelos tornasoles, sus pieles desnudas, finosvientres de gamuzas, sus guantes de Suecia, y sus anillos de piedras inencontrables, envueltoen luces heladas, que iban del ms plido azul al violento rojo sangre, bajo las 1 narices, y enlos ojos entreabiertos, de gruesas pestaas duras en las esclerticas, pupilas, iris, el resplandorencarnado del da que empezaba a salir de lo alto, detrs de la gran muralla azul pizarra, gris,brumosa. All, sentado en el banco de piedra. entre sus armios y visonest la seda y el linobordado estambre a estambre, el oro tejido a palillo, las prpuras ricas de su piel

    los duraznos y manzanas de su piel, sentado en real postura, los pies sin tocar el pavimento,los labios inocentes, con una pompa blanca c inocente de saliva de nio; los labios gruesos einocentes, blancos de roco, mostrando adentro la dentadura envuelta en el primer rayo desol. Nio de sombra actitud, en la plaza. nio desdeoso de los jardines y losestremecimientos, nio sentado en el banco de piedra escuchando el canto de los lujuriosos,los insistentes y lbricos desgarradores, niomuerto de fro...El Rub era pequeo, microscpico. Un ao. O dos, o tres. Gran cabeza colorada, cabellos

    rubios y pelusientos como los de un pato nuevo. Emita ruidos guturales.El Homero, algunos centmetros ms. Tambin muy rubio, plido. Tena una cara llena de

    arrugas. Un enano viejo. Cinco, seis, ocho aos?El Rub y el Homero iban juntos por la ciudad. Trepaban en los autobuses. Eran muy chicospara cantar. El Rub era muy pequeo para todo, para hablar, para el llanto. No llorabajams. Una vez el Homero lo encontr en medio del agua, rojo como una granada; haca unfro terrible y desde el da anterior no haban comido. Y el Rub silencioso, con su miradaceleste, un poco dura. El Homero le tomaba una mano. La madre le haba pedido que lovigilara. "Cuida al Rub -le dijo- Que no llore nunca." El Rub era muy chico, muy chico...Pareca como que acababa de nacer. La madre parti no saban a dnde... Al Norte... Al Polo..."Mi mam est en el Polo", repeta el Homero, cuando tocaban los timbres de las casas delbarrio alto, pidiendo restos de comida. El Rub tena una cara muy bonita. Y la gente del barrio

    alto, sensible a la belleza, les daba pan duro, unos porotos fiambres; a veces, hasta un vaso deleche.Cmo rea el Rub cuando tomaba leche! una risa como un gorjeo de pjaro. Se atoraba.Escupa la leche Tragaba por las narices. Se llenaba las mejillas prpuras de este alborpegajoso. Pero eso era pura casualidad. Casi nunca les daban. Un da tomaron vino. Fue en unaconstruccin. El Rub no quera tomar, pero los obligaron. El Rub anduvo enfermo como dosdas, con la barriga hinchada. "Que no ven que es chico! -gritaba el Homero. Y los maestros,

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    risa y risa... "Yo me lo tomo", peda el Homero. Y el Rub, como no saba llorar, no pudodefenderse... Un da se encontraron con un carabinero.-Qu andan haciendo ustedes? -El Homero mostr los dos tarros. -Dnde viven?-No sabemos...-Cmo? Estn perdidos?

    El Homero quera decirle que no tenian casa. -Tienen padres? -Mi mam est en el Polo...El carabinero pestaeaba, lento. En el Polo... Eran rubios losdos... Parecan de buena familia. A lo mejor.-Vamos andando...El Homero, el Rub y el carabinero se iban andando. En laComisara de Vitacura, nuevo interrogatorio...Estos no tienen a nadie...As no ms parece, mi primero...Y el cabro ms chico, es ms chico...-Puchas que es chico, mi primero, ah!Yo no haba visto nunca a un cabro tan chico...

    Parece un recin nacido...Al Homero:Este deba estar en una cuna, tomando leche.

    Que es una cuna? interrogaba el Homero. La leche la conoca.-La mam dicen que est en el Polo.-Debamos llamar a una Visitadora Social... Eso es lo que debamos hacer... Pobres cabros...Dales su plato de tallarines a cada uno...Una hora despus se escaparon. La Visitadora no lleg a tiempo. El Rub tena sueo y ya casino haba luz y el Rub tena miedo a la oscuridad. Haba que encontrar un hueco en medio dealgunas casas, y envolverse, abrazarse con el Rub, para resistir la noche y cerrar los ojos, por

    miedo a la oscuridad de afuera, entregarse a poderes de la oscuridad de adentro.Hasta que el da siguiente los despertara vivos. El da que llegaba con los pjaros. A veces lospjaros comenzaban a cantar en medio de las tinieblas. A veces vena un temblor y la muralla,el hueco entre las casas, se estremeca. Y los pjaros del San Cristbal y los otros cerros, queiban hasta La Pirmide, se ponan a cantar como locos. Y el Rub despertaba con miedo. Y elHomero sufra, porque la mam le haba pedido que el Rub no llorara nunca, y cuando alguientiene miedo... Por eso es que el Homero estaba tan flaco, y arrugado como un viejito... Ydesde que se fue la mam, quin sabe cuntos das que haban pasado...Era domingo. El Homero se daba cuenta de ello porque aparecan los vendedores de globos enel Parque, y las iglesias se llenaban de gente. Era bueno instalarse a la salida de la iglesia de LosLeones, aunque el Rub, muy tonto, les tena miedo a los leones de hierro, y no les quitaba los

    ojos de encima. Quin sabe dnde habra visto leones antes. Y all. a la salida de la misa deonce o doce, cuando empezaban a tener ms hambre, era un gusto. Las nias ms bonitas,rubias como el Homero,

    coloradas como el Rub. Y unos caballeros elegantes, y todo con unos libritos negros. Eraasunto de instalarse all, tomados de la mano. Y todos los rodeaban, se rean, decan...Pobrecitos Cmo permiten que...! Mira, si son dos guaguas! Y | venga plata. Uno que otrobillete, monedas... Y el Rub corra, gateaba, recogiendo. Y todos rean, las nias con el pelorubio, limpio, dorado. Los caballeros, vestidos de negro. Y la lluvia de monedas duraba comocinco minutos, hasta que se iban dispersando todos, se metan a los autos, o se alejaban, apie... Y ellos, contando las monedas. De all sala siempre, de la misa de once en la iglesia deLos Leones, el almuerzo. Pasaban al Roma, y compraban un pan bien grande. Y ms all,pasteles. Cmo le gustaban al Rub los pasteles, los dulces chilenos! Compraban leche, ytodava sobraba algo... De repente vean pasar, en un autobs, al Juanito y otro, canta que

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    canta. El Homero conoca al Juanito y lo andaba buscando. Si l pudiera cantar un poco... Conel Rub para pedir... Se haran ricos.... Sin duda.... El Juanito dorma, a veces, en el puente PoNono, all en la plaza Italia... Otras, en un hueco que haba por la iglesia de San Francisco,unas tapas de la luz, o no s qu, por donde sala aire caliente. Una vez, el Homero fue adormir all... El Rub todava estaba muy chico, aunque, cmo poda haber estado ms chico?

    Pero l se acordaba de su hermano, todo forrado con trapos sucios, legaoso, cubierto de cacay mocos, gritando en un rincn de la mejora, cuando la mam todava no haba tenido la ideade irse al Polo... Sch..., la mansa ni que idea!Sigui con la vista el autobs. Esa s que era vida! Cantar y recoger... Tendra que ver dndeandaba el Juanito. Claro que con el Rub, todo era una complicacin.,. Aunque bien aguanta-dor el chico... Eso haba que reconocerlo... Bien aguantador. Esperaron otra misa, pero parecaque no iba a haber ningna ms. El Rub estaba todo cubierto de betn blanco. Tenia ganas

    de hacer caca. Tuvo que llevarlo a un rincn. Chitas que era el Rub! No tenan ni papel!Haba un da de sol... Por suerte que iba a comenzar el sol,.. porque. cuando se fue la mama,pura lluvia. Lluvia y lluvia, todo el da... Y ms fro... Pero ahora, no s quin le haba dicho al

    Homero que todo iba a andar muy bien. Con sol. Que luego tendran fruta pa tirar p`arriba...Ahora, a toparse con el Juanito, que poda ayudarlos, y, a lo mejor, tena hasta cancioneros yles poda ensear algunas canciones, y aunque el Homero no tena muy buena voz quedigamos, le poda hacer la pelea... Lo nico que el Rub no saba hablar... Si aprendiera a deciralgo, ah s que todo iba a andar como se pide...-Cundo vai a aprender a hablar, Rub? -Ebas neiuq...El Homero le apretaba la mano con fuerza... Quin cresta iba a entender al Rub... Unossonidos raros... Como si fuera otro idioma... Y ya tendra que saber algo...

    -Vamos, ms mejor, Rub...La ciudad era grande, luminosa. El aire, arriba, se llenaba de pjaros. Iba a dejar de llover. La

    cordillera tena menos nieve... No como antes, en que la nieve llegaba casi hasta abajo.

    Dnde ir? Todo Santiago era de ellos. Calles, plazas, parques... Meterse en una micro y aviajar se ha dicho... A la Quinta Normal... Pero ya el Rub conoca la Quinta... Y haba muchacompetencia, y una vez los corrieron unos cabros, a peascazo limpio... Y all fue cuando unperro mordi al Rub... La Plaza de Armas... Eso s que era lindo! El domingo tocaban msica...Pero, lo que es la mala suerte... No podan ir a la Plaza... Cada vez que iban un carabinero loagarraba, y venga el asunto de llamar a la Visitadora, y no s qu otra cosa, aunque por suertela tal Visitadora no vena nunca. Una mujer enorme, blanca, con dos grandes maletas. A laPlaza, ni pensarlo, a pesar de que el Rub se rea

    solo es cuchando la banda... Y haba ms globos... Si encontrara solo escuchando al juanito...tenia que ayudarlo el Juanito, porque ya

    no daba mas . el rubi y el asunto de que no saba hablar... y habia que tener un oficio en lavida, qu diablos! No iba a andar todo e el tiempo pidiendo limosna... Haba que ganarse lavida como dios manda hasta que la mama -Es ms, mi mama -regresara del Polo, aunque elcura de la parroquia de los leones un dia -con lo cual casi hace llorar al Rub, es mas el curadejo que la mam estaba en el infierno....

    -;Hai visto al Juanito?El Alel vena bajando de una micro, revolviendo los bolsillos de sus pantalones andrajosos.-Sents? Sents el manso ruido?El Cocoliso abra los ojos, como si la msica de las monedas fuera visible, materializada, duraen el aire.-Y un viaje solo, desde El Golf hasta la Estacin... Y apenas si me cant unas veinte canciones...-Puchas! Quin supiera cantar!-Y lo mejor es trabajar sin socio... No como el Juanito que anda con el Aristeo...

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    -El Aristeo canta a lo Gatica...-Muy Gatica ser, pero es mucho mejor solo...-El Juanito, lo que quiere... Sabs qu ms? -El Alel se aproxim, vido, al Cocoliso.-Pa m que el Juanito lo que quiere es casarse con la Rapuncel... -No?...-Claro,,, casarse con la cabra... Y, te dai cuenta? Sise casan, adis bote!

    -Qu se va a casar, ho! La Rapuncel no le hace...ni lo mira siquiera... Vamos a comernos unospasteles... Tengo para una docena...

    Vamos. Alel... -Voy a dejar un poco para entregrselo a don Jaime... -Hace das que no va avernos... Andar preso? No. Don Jaime es as...-El Juanito me dijo que lo vio en una Catedral-Lourdes... Que lo amenaz.-Es porque el Juanito ya no le lleva plata... -No. pus... Hay que ser correcto... Si queremos elbote... -Eso digo yo... La correccin antes que naa...Corrieron a una panadera que llenaba el aire de la Estacin Central con olor a pasteles.-Tenemos que irnos al puerto, de una vez por todas. Ya llevamos como un ao. o ms,trabajando para tener el bote...

    -Don Jaime dice que hay que tener...-S, s, paciencia... Puchas, hasta cundo! Fjate que luego viene la Pascua... Era pa la Pascuacuando pensbamos irnos al Norte, con...-Don Jaime dice que en un bote uno no llega nunca a Coquimbo...El Juanito mir al Cocoliso. Era muy retonto el Coco...-Nos vamos a ir por la orilla... Te cres que nos vamos a ir por dentro? Cuando no sabemos ninadar?-Bueno, si nos vamos por la orilla, te creo... Pero el Alel me dijo que el mar era ms hondo...Hai visto la laguna de la Quinta? Mucho ms hondo...-Vamos a ir a la Quinta y nos sacamos un bote... -Hai andao en bote?-Claro... En el Cousio, una vez, me pegu su remada...

    -Vamos a ir maana... Por ltimo, podemos pagar. Pa eso yo gano mi platita...Ayer anduve con el Alel, que est ganando un montn... -Psch..., el Alel no sabe ni cantar... -Me dijo que t con el Aristeo... Y qu es lo que hay con el Aristeo? -Nada... No hay nada...Pero, sabs qu ms? Me dijo que era mucho mejor trabajar solo... P'tas que me gustara queme ensearas, Juanito... -No tienes voz.Podra aprender, oye, Juanito... -Si supierai leer te emprestaba mi cancionero... -Podraaprender, oye... En serio te lo digo, Juanito... p'tas que nos hace falta una radio! -Y cmo?...-De sas de pilas, de esas chiquititas... Son rebuenas, oye... Un da me voy a levantar una... Losdomingos andan las empleadas con esas radios, por el Forestal...-Con una radio, claro que podras aprender -concedi el Juanito.El Cocoliso revolva los tarros de basura... Haban dormido hasta que el sol los hizo estornudar.

    -Se duerme bien donde lo de don Beno, ah? Ms abr-gadito...-S, pero don Beno... No le gusta que vayamos muy seguido... Dice que dejamos hedionda lamejora...-Don Beno es medio maricn... -ndale, oh!-Claro... El Aristeo anduvo con l...-Qu va a ser, ho! Don Beno es ms viejo!

    Si me levanto la radio... Sabs qu ms, Juanito? Sabs qu ms? Lo primero que voy aaprenderme es esa cuestin del puente Pezoa... Que es ms rebuena...-Eso ya no lo canta nadie... p'tas que eres bien ignorante, Cocoliso! Tenis que aprenderte laPrgola... Y pa eso, necesitas un socio...-Pa comenzar, con el puente yo creo que... -Adems, no tenis ni voz... Hay que tener voz, a loGatica..., si no, vai muerto.El Cocoliso carraspe, grave:

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    -Te acordas, mi chinita, del puente... El Juanito se puso a rer. -No pus, Coco! No es as!...Mira!-Te acordas, mi chinita, del puente Pezoa... donde te bes... El Cocoliso abri unos grandesojos legaosos y admirados. -P'tas que cantai lindo, Juanito! Quin pudiera cantar como...!T cres que con una radio?

    -Primero, tenis que aprenderte bien la letra. -Me s casi la mitad del Pezoa...-Y no grits tanto, Coco... A la gente no le gustan los huevones que gritan... Donde yo trabajo,en la lnea El Golf-Estacin Central, anda gente pije, Coco... No te van a dejar que grits... Y si teequivocai, vai preso...-Oye, Juanito... Sabs qu ms? El Alel tambin anda en tu lnea...El Juanito movi la cabeza, asintiendo. -Le dije que se fuera a la uoa-Vivaceta... Es ms elAlel,,,Encogidos, temblando suavemente, iban por las calles terrosas, por donde circulabanvendedores: el lechero, un viejo en un burro cargado de lea, una camioneta que reparta pan.-Tengo una hambre...

    -Te cris que yo no tengo. Coco... Podramos pedirle que nos diera un pancito. -Pa qu? No nosva a dar nada. Conozco a estos gallos. No sueltan ni una miga... Mira, lo mejor es que vamos atrabajar. Una vuelta y tenimos pa'l desayuno.-Me dejas ir contigo, Juanito? Me dejas? -Si no cantas, vas a ayudarme a pedir. Eso. Djametrabajar a m solo... Total, en Estacin Central-Avenida Egaa no son tan... Les gusta de todo.-Puchas que vive lejos don Beno.Caminaron al trote, en direccin a la avenida Irarrzaval. -Hace ms fro... Donde don Beno.Viste al viejo? Se prepar medio desayuno... Con su harina tostada y too... Y a nosotros... -DonBeno no tiene por qu darnos desayuno... Te cres que por tu linda cara te va a dar? Ah? -No... Tambin es cierto. -Ya, vivo el ojo.-Chitas que es bueno andar contigo, Juanito. No como el Alel que es ms... I Se detuvieronen Irarrzaval con Brown-Norte. -La casa ms relinda, Juanito... Esa, la viste? Juanito mir unaenorme casa al fondo de unos jardines. -Es un colegio, oye... Ese es el Manuel de Salas... Pah'ones con plata...-No te gustara ir a un colegio, Juanito? Te dai cuenta, en la mansa ni qu casita... All s queaprendera a leer.-Vamos... All viene una... Si va vaca, no te tirs. Hay que meterse en las bien llenas. Si no, tesacan de un ala. Con tal que no ande el Cirilo... Es un h'on de pelo rojo, que tiene una huasca. Elotro da... Te creers t que el h'on del Cirilo par la micro pa' huasquearnos?Un autobs se aproxim. Los nios silbaban, las manos en los bolillos de sus andrajos,observando la pueta trasera , iba bajando una seora. Otra mas el Juanito hizo un gesto alcoco liso. Furtivos y veloces, entraron Como pequeos animalitos, encogidos, sentados en la

    pisadera. El conductor cerro la puerta .El autobs comenz a moverse. El Juanito, los ojos cerrados, inici el canto:-Jams podr olvidar! -La noche en que te bese!El Cocoliso llevaba el comps con los puos, golpeando el suelo. Estaba entusiasmado. Era unhonor trabajar con el Juanito. El Cocoliso segua la letra religiosamente. Pareca que ya iba aacabarse. Era que el Juanito bajaba la voz al llegar a un paradero. All descendieron seispersonas. Y no suba nadie. Eso no era bueno porque... Ya, de nuevo el Juanito canta quecanta: -No s por quy Por qu te conoc, Por qu me enamor.El Cocoliso estaba cada instante ms excitado. El Juanito cantaba tan rebin; si l fuera "socio"podra llegar lejos. Ahora, el Juanito, terminando la cancin, se acercaba a la parte que elCocoliso conoca de memoria... Temblaba nervioso. Ahora, Cocolisol

    -Estas son cosas que pasan y... Deca Juanito. -Jams podl olvidar!Aull el Cocoliso, dando con los puos en el suelo del autobs.

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    El Juanito se detuvo, desconcertado. El autobs se detuvo.-La noche en que te mil...-Ya, pa abajo, cabritos! A ustedes les digo, pa abajo!El conductor les haca seas...-Ya pus, pesaos! No me hagan pararme...

    El Juanito tom de una mano al Cocoliso. Este, los ojos cerrados, balanceando la cabeza,cantaba lleno de fervor, sin oir ni darse cuenta de nada. jPa afuera! -Jams podl olvida!. Hasta cundo griti, cabro huevn?El Juanito consigui empujar al Cocoliso. Saltaron. El autobs se alej por Irarrzaval hacia elcentro. Estaban en la plaza Nuoa.-P'tas que eres bien. Coco! Te dije que no cantaras! La cagaste ms recag!... Si no sabscantar, h'von! -Era para ayudarte...-Qu me vai a ayudar vos!... Qu tenis que ayudarme! -Es que esa parte me la saba -murmur el Cocoliso, con lgrimas en los ojos.-Si no le pegai naa a la msica. Cocoliso... Qu tenis que abrir la boca! Me hiciste trabajarcomo dos cuadras y en vez de ir a recoger... el perla... Te pons a ladrar... p'tas que eres bien.

    Coco!...El Cocoliso se sent, anonadado por estos cargos, en el suelo. El sol de las diez de la maana leencenda la cabeza rapada, los granos secos, rojizos, amarillentos, con calidades de cermicas ymrmoles, oro y piedras finas, cpulas y rocas rabes sobre la enorme estepa, el crneomondo del nio, cuyo rostro se iba lavando con sus primeras lgrimas de aquel da infausto,lgrimas que abran camino, regueros traslcidos en la piel oscura, huellas del hombre, rastros,senderos del dolor.El Juanito se sent a su lado.No llors ms, h'on.-Sabs qu ms, Juanito? Sabs qu ms? Ahora no voy a poder ser tu socio!...

    El Triste escarbaba entre los andrajos, buscando el lugar donde picaba la condenada pulga. ElCarltos Gardel dorma. pe pronto se despertaba entre las nieblas hmedas de la maana, enmedio de ese aire celeste, gris, blanquecino. Echaba una mirada al agua del ro, que comenzaba averse. Daba unos tiritones largos que estremecan a la pirmide de nios y perros, bajo el puente PoNono. Los que abran los ojos comenzaban a gemir. Otros, ms violentos, se le iban encima,pellizcndolo. El Carlitos Gardel se acurrucaba, trataba de desaparecer, de irse achicando, perosegua con el cuerpo lleno de los malditos tiritones.-Crtala. Carlitos! Deja dormir! -Para de menearte, huevn! -Tengo fro...Los perros gruan. El Choco sac su cabeza entre las piernas de la pirmide y lanz unamenazador ronquido. Con el Choco haba que andar con cuidado. Una vez le parti un dedode un mordisco al Cara de Nio Rico. El Carlitos se aproxim. tratando de incrustarse en lamontaa de piernas, brazos, caras, colas, patas. Los que quedaban bien al medio estabansalvados. Pero l, a l siempre le tocaba afuera. Y entonces, cuando an haba niebla sobre elagua... Qu culpa tena! Qu culpa? Se levant. Las piedras del lecho del ro estaban heladas.Quemaban la planta de los pies. Se apart del grupo sombro, oscuro, que jadeaba, con gritos,risas subterrneas, sueos, "so que me estaban aplastando", mordiscos, vahos humanos,olores ftidos a perros que eran menos ftidos que el cuerpo hediondo de cualquiera de esosnios, sus costras de mugre, sus corazas y callosidades, sus lunares, abscesos, furnculospurulentos, llagas y costras,sus espaldares y cimeras, yelmos y vestimentas para la intemperie.

    La pirmide construida mano a mano, diente a diente, alzndose en un rincn del lecho, sobre laslajas pulimentadas, preservando el secreto, ese rion, esa zona clida, la tumba real, el rostro ysu mscara de oro, los pasadizos subterrneos, "mam, mamacita!". Los derroteros contrarabes jadeantes y codiciosos, contra espaoles "me est lamiendo el perro" boca contra boca

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    las piedras de la ley rotas por la luz, |i por el rayo de luz, las tablas violentas, el rayo de luzque caa desde las nubes, el pozo donde el hombre pensaba en Dios, junto al tigre "calienta tusmanos en la boca de los perros". La luz de los astros que bajaba por la linterna de obsidiana, laluz de las esmeraldas en el fondo del tigre, el llanto sin nombre, el grito de dolor..."Quin memete el dedo en el poto?" El suave dolor del nio annimo "no es el dedo, huevn!". El grito

    en el obscuridad "Yo voy contigo, pap". Las fuerzas contra las debilidades "Yo me voy con mipap... Si me oyen que rezo." "El Triste est rezando." " Ay, papacito!" La vieja pirmide en losaires celestes del puente de hierro, en la hora en que la luna descenda para morir. Laconstruccin de perros y nios flacos, de rodillas de piedras, de crneos de piedra. "Saca eltigre. Me muerde alguien". Su lenguaje rotundo, el de Dios, el del tigre. "Quin me muerde?""Un nio me muerde... Un nio con cola...! Ay, pap, papacito!" Con sus criptas llenas de

    joyas, con sus piedras colmadas de corazones secos, con sus bvedas cubiertas hasta lo alto deflores secas, de orqudeas arrastradas por el viento, de esqueletos de inmortales, donde unarisa destroza los ptalos petrificados, al inmortal putrefacto, arenoso, donde una risa altera elorden lquido de los pozos de sangre de los sacrificados. La gran pirmide de canes quemuerden en la noche, de nios que aullan vigilantes, mientras los canes los muerden sueo a

    sueo, diente contra la tierna carnecita sonrosada, tierna, los nios pasan tiernamente, al granperro

    negro "mtele la mano en la boca... Estoy caliente ahora... Me escond en el hueco, baj hastael rion... de la pirmide... So que era muy nio, que estaba en la cocina." Una corrienteelctrica una luz derriba el vaco, la cada. Alguien se agita afuera. Algo, como un batir de alas,se mueve en los extranios, en los extraperros de la antigua construccin, sobre las quemantesy glidas piedras planas del ro Mapocho.El Garlitos Gardel, contra el muro del tajamar, daba saltos, agitaba los brazos. Qu modo detemblar. El cuerpo no le obedeca. No tena control sobre l. Qu manera de dolerle la

    nuca! Las mandbulas... Seguro que se le iban a quebrar todos los dientes.De pronto alz los ojos. Un ruido suave, un rumor que persista. Algo, algo bajaba por elpuente. Algo oscuro, gris, un animal, una rata negra gigantesca, larga. Una mano... No, unaescalera... Una escalera! Dio un salto, comprendiendo. -Los curas, h'ones!La pirmide se estremeci como si un aire la trizara, como si una astilla de hielo, una espada enllamas, la hubiese partido. -Los curas! Los curas! -chill el Carlitos Gardel, remecien-do aperros y nios.

    La escalera ya haba topado las lajas del ro. Una sombra trataba de bajar.-Los curas! -gritaron ahora varios, desconcertados, aunque an sin atreverse a deshacer laslida geometra de sus sueos.

    De pronto, el miedo fue penetrando en la clausura, y la conciencia del atroz peligro. De sbitola pirmide explot, se derrumb en medio del terror de las epidermis fragmentadas, y deldeslumbramiento del centro tibio y escondido. La mitad de ios nios escaparon, dormidos,soando.

    -Apretemos, mierda! -orden el Juanito.-Los curas, maricones!

    Un grupo corra hacia el puente Pursima, por el lecho del ro. Otros salieron hacia las cloacas. Ya seadverta mejor el peligro. En medio de la luz, que iba transformndose en celeste, mostrando lasaguas del ro, las imgenes negras de los curas, presididas por una, regordeta. Ms escaleras.Linternas. Se escuchaba en el aire el zumbido, como de una mariposa, de los lazos.

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    Dos sacerdotes con lazos, con las sotanas atadas a la cintura.-Corran, h'ones! -grit de nuevo el Juanito, saltando entre las piedras, metindose al agua.-Al agua!-A la isla!-Agachen la cabeza! El lazo!

    Los perros aullaban dando brincos hacia todos lados, en enredo con las piernas desnudas delos nios, rodando nios y perros por los suelos, entre aullidos y sollozos. Ya haban laceado alChoco. El Alel y el Juanito iban por el agua hacia las islas, seguidos por tres sacerdotes conlazos. Bajaban ms por el puente, con sus linternas. El Cocoliso, con el Carlitos Gardel y elTriste, estaban sitiados; se pegaban al tajamar, como ratones, corriendo a uno y otro lado,entre los perros que aullaban y lloraban rasguando la muralla de piedra, impotentes. ElJuanito mir unos instantes la trampa.-Al agua, Cocoliso! -orden.Pero ya era tarde. El Cocoliso comenz a llorar. Unos gritos enormes, que coreaban los perros,con ladridos excitados, saltando de un lado a otro.-Pelala, Cocoliso!

    -No te dejs tomar, Coco...-Ya, Carlitos...El Carlitos Gardel haba llegado hasta el agua. Pero los sacerdotes los seguan a las islas.-A Pursima! A Pursima!

    -Andan en la camioneta... Nos van a seguir...-Corramos pa arriba, mejor.-No me dejen! No me dejen! -rogaba el Cocoliso, revolcndose, mientras los curas trataban de cogerlo. ElCocoliso giraba la cabeza de lado a lado, los ojos llenos de lgrimas, la boca blanquecina de saliva,tirando mordiscos a las manos serosas, debatindose entre las cuerdas.

    Los nios iban aguas abajo, cayendo y levantndose. Tras ellos las sombras negras cayendo ylevantndose. La luz era ms blanca. Los perros lloraban. El Cocoliso lloraba.El sacerdote regordete, de cabellos cortados al rape, logr atrapar al Cocoliso. Le sac las cuerdas. Lelimpi los ojos y la boca con un pauelo. El nio grua amenazador, mostrando los dientes.-Hijo, hijito... No comprendes que lo hacemos por tu bien?-No me dejen! No me dejen! -aull, debatindose frentico entre los brazos del sacerdote.-A Pursima!-Por tu bien, hijito..., por tu bien...El Carlitos Gardel comenz primero:-Volvi una noche, no la esperaba.El Triste:

    -Haba en su rostro tanta ansiedad.-Ya, se bajaron!El Carlitos Gardel:-Que tuve miedo de recordarle.-Sch! Sch! Cllense, cabros!-Djenlos!

    Ya, pa abajo les digo! -Schchchch!...El Triste:"Su felnia y su crueldad. P'abajo, mierdas! El chofer haba detenido el vehculo. -Corre,Carlitos! -grit el Triste, dejndose caer. Se metieron las manos en los bolsillos de lospantalones hechos tiras, grandes, que les nadaban en sus barrigas hundidas. -Sintate, ho...Estaban los dos sentados en la vereda, mirando el autobs que se alejaba.

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    -Ya no dejan trabajar en las micros, ho... -Y sta era El Golf-Alameda! De las mejores! -Sabsqu ms, Triste?-s?-Pa m que ya no les gustan los tangos... -Claro que gustan, Carlitos! Te acordai cuando noscantamos cinco al hilo en la Nuoa-Vivaceta?

    -Pero eso fue hace como un mes... Ya pas la moda... -T cres que el Juanito...-Claro... El Juanito hace sus buenos pesos... Hay que cantar agaticado... Si no, vay muerto.Puchas, y yo lo nico que s son tangos!...-Chis! Y qu me decs a m! -agreg el Carlitos Gardel, mirando melanclico el torrente deautomviles que iban por la Alameda.Era pobre, sucio, blanco, negro, tierno, duro, suave, duro, tierno, negro, blanco, sucio, pobre,era. Jams conoci una tarde entera de risa. Risa de entera tarde una conoci jams.Jams durmi sin despertar temblando de fro. Fro de temblandodespertar sin durmi jams. Soy nio, murmuraba entre dientes. Dientes entre murmurabanio soy... Pobre nio que llora, repetan unas mujeres que se esfumaban como sombrasabandonndolo a sus propias lgrimas. Lgrimas propias sus a abandonndolo sombras como

    esfumaban se que mujeres unas repetan.-Al Coco lo van a convertir en quin sabe qu...-Dicen que les dan duro...-No oh! Qu sabs t?-Chis, cres que no conozco a los curas? Son todos maricones!-El Triste anduvo por Colina... No es cierto, Triste?-Cierto.-Cuenta... Qu te hicieron?-Me daban hasta desayuno. Y me ensearon a leer.-A leer! Pa lo que sirve!-Seguro que te hacan algo... A lo mejor, cuando dormas...

    -Dormas solo?-No, Qu iba a dormir solo! Con treinta cabros...-Viste? Ah est la cosa...-Son buenos los curas, oye...-Qu van a ser buenos!-El padre Rebolledos-Ese es el peor...-Como bala pa'l lazo.Ese fue el que agarr al Coco. -Pa m que lo van a convertir en gato.,. En gato?-Claro...No saban? Los convierten en gato... Los llevan a la iglesia y les hacen no s qu cosasy ...

    -Lo has visto? -elCara de Nio Rico dice que lo vio...-P-tas, el Coco de gato! Con la mansa ni qu cabeza!-Puras historias... Yo cuando anduve en Colina...-Ah, y entonces, pa qu te arrancaste, ah?-Me cabri...-Si fuera tan bueno tu cura...-El padre Rebolledo es rebueno...-Y entonces, pa qu te viniste, digo yo?-S. pus, Triste... Si era tan bueno...-Al Coco no lo vamos a ver... -Hasta que llegue de gato...-Vos cres que los gatos que andan por...?-Claro! Todos!

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    -Crtenla... El Coco se viene antes de una semana.-Lo encerrarn en Colina? -Si no los encierran, ho...-Me vai a decir que no los encierran...-Si pods hacer lo que quieras... Como en una escuela...-Esa s que no te la creo...

    -Y te dan desayuno?-Y almuerzo... Y en la noche tambin...-Tres veces al da?-Sch, Seguro que en la noche se cobran...-Gratis te iban a dar t