notas sobre unidad 1.rtf

Download Notas sobre Unidad 1.rtf

If you can't read please download the document

Upload: paulvalley

Post on 06-Sep-2015

3 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Apuntes de una materia.

TRANSCRIPT

Las Lanzas Coloradas (Arturo Uslar Pietri)

464

31

Introduccin

(sobre la novela histrica)

Lukacs

Fue la Revolucin francesa, la lucha revolucionaria, el auge y la cada de Napolen lo que convirti a la historia en una experiencia de masas, y lo hizo en proporciones europeas. Durante las dcadas que van de 1789 a 1814, cada una de las naciones europeas atraves por un mayor nmero de revoluciones que las sufridas en siglos. Y la rpida sucesin de estas transformaciones confiere a los cambios un carcter cualitativo muy peculiar, borra la impresin general de que se trata de fenmenos naturales, hace visible el carcter histrico de las revoluciones con mucha mayor claridad de lo que suele suceder al tratarse de un caso aislado.

Y la diferencia entre un ejrcito mercenario y uno de masas es precisamente cualitativa en lo que respecta a la relacin con las masas de la poblacin. Cuando no se trata de reclutar pequeos contingentes de dclasss para un ejrcito profesional (o de obligar a ciertos grupos a enrolarse), sino de crear un ejrcito de masas, el significado y el objetivo de la guerra deben explicarse a las masas por vas propagandsticas.

As se crean las posibilidades concretas para que los individuos perciban su propia existencia como algo condicionado histricamente, para que perciban que la historia es algo que interviene profundamente en su vida cotidiana, en sus intereses inmediatos.

Slo a consecuencias de la Revolucin y de las guerras napolenicas lleg a ser el sentimiento nacional una vivencia y posesin del campesinado, de los estratos inferiores de la pequea burguesa, etc.

Scott se encuentra entre esos grandes escritores cuya profundidad se expresa preponderantemente en sus creaciones artsticas, profundidad que ellos mismos no entienden con frecuencia porque proviene de una autntica plasmacin realista de la materia, que en muchos puntos se opone a sus concepciones y prejuicios personales.

la extensa descripcin de las costumbres y de las circunstancias que rodean los acontecimientos, el carcter dramtico de la accin y, en estrecha relacin con esto, el nuevo e importante papel del dilogo en la novela.

Es fcil observar cmo estas concepciones opuestas del hroe nacen de los requerimientos fundamentales de la epopeya y de la novela. No solamente en el aspecto de la composicin es Aquiles la figura central de la epopeya, sino que sobrepasa adems con mucho a todos los otros protagonistas; es verdaderamente el sol alrededor del cual giran los planetas. Los hroes de Scott tienen, en cuanto figuras centrales de la novela, una funcin enteramente distinta. Su misin consiste en conciliar los extremos cuya lucha constituye justamente la novela, y por cuyo embate se da expresin potica a una gran crisis de la sociedad. Mediante la fbula que tiene por centro de accin a este hroe se busca y se encuentra un terreno neutral en que se pueda establecer una relacin humana entre las fuerzas sociales que se hallan en extremos opuestos.

La poetizacin romntica de la realidad histrica es, en cambio, siempre un empobrecimiento de esta autntica, especfica y verdadera poesa de la vida histrica.

qu le queda por hacer al poeta? se pregunta Manzoni. Qu queda? La poesa: s, la poesa. Pues despus de todo, qu es lo que la historia nos proporciona? Datos que, por as decir, slo nos son conocidos desde fuera; pero lo que los hombres hicieron, lo que pensaron, los sentimientos que acompaaron sus planes y proyectos, sus xitos y catstrofes, las palabras con que tratan de hacer valer sus pasiones y su voluntad frente a las pasiones y a la voluntad de otros, palabras con que expresaron su ira, su tristeza, con las que, en breve, manifestaron su individualidad: la historia pasa casi en silencio por encima de todo esto; y ste es justamente el terreno de la poesa.

Todo escritor autnticamente original que plasma una nueva concepcin acerca de un asunto cualquiera se ve obligado a luchar contra los prejuicios de sus lectores. Pero la imagen histrica de una conocida figura de la historia, tal como vive en el pblico, no tiene que ser forzosamente equivocada. Inclusive al aumentar el verdadero sentido histrico y los conocimientos histricos, esa imagen ser cada vez ms correcta. Sin embargo, tambin esa imagen correcta puede ser en ocasiones desfavorable para el objetivo que persigue el escritor al representar con fidelidad y autenticidad el espritu de una poca. Ya tendra que ser una casualidad muy feliz si todas las manifestaciones vitales conocidas y certificadas de un famoso personaje histrico respondiesen a los fines de la literatura. (Por amor de la sencillez se presupone que la imagen histrica es correcta y que la tendencia del dramaturgo o novelista que elabora la historia se dirige realmente a la verdad histrica.)

la relacin del escritor con la historia no es nada especial o aislado, sino que constituye un importante elemento de su relacin con la realidad total y, particularmente, con la sociedad. Si consideramos todos los problemas que derivan en el drama y la novela de la relacin que mantiene el poeta con la realidad histrica, no descubriremos un solo problema esencial que fuese exclusivo de la historia. Esto, por supuesto, no significa que esa relacin se pueda identificar con la relacin hacia la sociedad actual. Muy por el contrario, consiste en una complicada accin recproca entre la relacin del escritor con el presente y su relacin con el pasado. Pero una ms detallada investigacin terica e histrica de este problema revela que en esta accin recproca lo decisivo es la relacin del escritor con los problemas de su propia sociedad.

Pushkin rechaza tambin la manera romntica de Vigny y Vctor Hugo de colocar a los grandes hombres en el centro de sus exposiciones histricas para caracterizarlos luego mediante ancdotas verdicas o aun inventadas. As nos ofrece una irnica y fulminante caracterizacin de la figura de Milton en el Cromwell de Hugo y en el Cinq-Mars de Vigny. Establece drsticamente el contraste entre el huero efectismo romntico y la profunda y autntica sencillez histrica de Walter Scott.

De esta manera se produce en Vigny un expreso subjetivismo frente a la historia, un subjetivismo que en ocasiones llega a la exageracin de considerar que el mundo exterior es incognoscible por principio.

La prctica artstica de Vigny se muestra plenamente de acuerdo con esta teora. En efecto, los grandes personajes histricos de la poca son los hroes de sus novelas, y correspondiendo a la labor de la fantasa popular estn representadas mediante una serie de ancdotas pintorescas acompaadas de reflexiones moralistas. La decorativa modernizacin de la historia sirve para ilustrar una tendencia poltica y moral del presente.

El contacto con los problemas histricos de la poca produce con Stendhal menos una nueva novela histrica que una prosecucin de la novela crtico-social del siglo xvin, slo incluyendo determinados elementos del nuevo historicismo para intensificar y enriquecer sus rasgos realistas.

Esta continuacin de la novela histrica en el sentido de una consciente concepcin histrica del presente constituye el gran logro de su sobresaliente coetneo Balzac. Este es el escritor que elabor de la manera ms consciente el enorme empuje que la novela haba recibido con Walter Scott, y cre con ello un tipo superior y hasta entonces desconocido de la novela histrica.

Decadencia a partir, entre otros, de Nietzsche

La historia como proceso total ha desaparecido, y en su lugar queda slo un caos ordenable a discrecin. El historiador se enfrenta a este caos con conscientes puntos de vista subjetivos. Unicamente los grandes personajes de la historia representan puntos firmes en este caos, hombres que salvan de su aniquilamiento una y otra vez, de manera misteriosa, a la humanidad.

Sobre Salamb

Flaubert vemos que quera resucitar con un rigor programtico un mundo desaparecido, un nudo que nada nos importa. Y fue precisamente esta falta de relacin la que signific para Flaubert un punto de atraccin. Por su profundo odio a la sociedad moderna busc con apasionada actitud paradjica un mundo que no guardara relacin alguna con el suyo, que no tuviera ningn vnculo, directo o indirecto, con l.

En los debates sobre la novela histrica aparece la modernizacin del lenguaje con frecuencia como oposicin antinmica del arcasmo. En realidad, son tendencias estrechamente vinculadas que se condicionan y complementan mutuamente. Tambin aqu la necesidad de la modernizacin lingstica procede de la concepcin ahistrica y antihistrica de sentimientos, creencias e ideas de los personajes. Cuanto ms vivo es el acceso histrico-concreto al ser y a la conciencia de una poca pasada, como sucede en la novela histrica clsica, tanto ms natural ser para la sensibilidad potica el evitar los giros lingsticos que deriven de un mundo afectivo e intelectual enteramente extrao al del periodo pasado, giros que no nos aclaran los sentimientos, creencias e ideas de personas de, otros tiempos, sino que imponen en estas personas nuestros sentimientos, ideas, etctera.

privatizacin de la historia

Esta tendencia a privatizar la historia es caracterstica del periodo en que se inicia la decadencia de la gran literatura realista. Claro est que se manifiesta asimismo en la novela de actualidad, aun all donde algn notorio acontecimiento histrico es integrado en la accin.

Los novelistas carecen ya del vigor (y con frecuencia de la voluntad) para vivir la historia como historia del pueblo, como un proceso de desarrollo en que el pueblo ha jugado el rol principal, ya sea activa o pasivamente.

En Walter Scott, se cre a partir de la vida misma una nueva manera de ver la sociedad, a saber, histricamente. La temtica histrica fue un resultado orgnico, casi necesario del surgimiento de la expansin y de la profundi- zacin del sentimiento histrico. La temtica histrica de Walter Scott slo expresa este sentimiento, el sentimiento de que la verdadera comprensin de los problemas de la sociedad contempornea slo puede darse a partir de la comprensin de la prehistoria, de la historia del surgimiento de esta sociedad. Y por ello, segn hemos visto, esta novela histrica, expresin potica de la historizacin del sentimiento vital y de la creciente comprensin histrica de los problemas de la sociedad actual, ha llevado necesariamente a una forma superior de la novela de actualidad, como sucedi por ejemplo en Balzac y en Tolstoi.

para los escritores modernos lo atractivo de la historia es justamente su extraeza.

El propio Marx ha determinado con precisin la relacin que se da entre escritor y clase. Tampoco hay que imaginarse que los representantes democrticos son todos mercaderes o que todos adoran a los mercaderes. Por su situacin cultural e individual pueden estar separados de ellos por un abismo infinito. Lo que los convierte en representantes de la pequea burguesa es que en sus cabezas no rebasan las limitaciones que aqullos no rebasan en toda su vida, por lo que son llevados tericamente a las mismas tareas y soluciones que aquellos otros que se ven movidos prcticamente por el inters material y la posicin social. Esta es en general la relacin de los representantes polticos y literarios de una clase con la clase que representan.

Para nuestro problema, la transformacin de la democracia burguesa progresista y revolucionaria en un liberalismo cobarde y comprometido y cada vez ms reaccionario es lo que viene a ser el hecho ms significativo. Pues al estudiar autores tan importantes, honestos y artsticamente sobresalientes como son Flaubert y C. F. Meyer, hemos podido ver que la cuestin central de la crisis del realismo en la novela histrica consista justamente en el alejamiento de la vida popular, de las fuerzas vivas de esta vida, es decir, en el aspecto artstico, que consista en un distanciamiento del pueblo parecido al que se produca tambin en los campos poltico y social durante este periodo de la burguesa.

Al independizarse lo psicolgico, desaparece toda crtica social.

Doblin formula el dilema de la novela actual, incluida la histrica, como sigue: La novela se crea en la lucha entre ambas tendencias: figuraciones imaginarias con un mximo de elaboracin y un mnimo de material, y figuraciones novelsticas con un mximo de material y un mnimo de elaboracin.

Con este complejo de problemas se relaciona estrechamente la cuestin de la conexin con el presente. Es necesario recalcar una vez ms el contraste que existe entre la novela histrica contempornea y sus precursores inmediatos. La novela histrica de los humanistas de nuestro tiempo mantiene un vnculo ineludible con los grandes problemas de actualidad de nuestros das. Esta novela histrica, a diferencia de lo que sucede con la de tipo flaubertiano, est dispuesta a plasmar la prehistoria del presente. Esta actualidad, en su amplio sentido histrico, constituye uno de los mayores adelantos logrados por la novela histrica de los humanistas antifascistas; seala el inicio de un viraje en la historia de la novela histrica.

en la novela histrica se crean plasmaciones de mayor alcance, de vigor ms incisivo, cuando la relacin que guarda el escritor es ms profunda y compleja y menos directa, abstracta y parablica al menos con ciertos aspectos de la vida popular del presente. Esto se manifiesta de manera interesante y muy caracterstica para la posicin nueva de esta novela histrica justamente en las figuras positivas. Ya el mero hecho de que se puedan crear personajes positivos tiene extraordinaria importancia.

(final)

La novela histrica de nuestro tiempo debe, pues, negar ante todo radical y bruscamente a sus precursores inmediatos y aniquilar enrgicamente de sus propias creaciones toda tradicin de estos precursores. El necesario acercamiento a la novela histrica de tipo clsico que resulta de esta negacin no significar meramente un renacimiento de esta forma, y ni siquiera una simple afirmacin de estas tradiciones clsicas, sino que, segn hemos mostrado con nuestro estudio, y si se nos permite aplicar una expresin de la terminologa hegeliana, ser una renovacin en la forma de una negacin de la negacin.

***

Historia e imaginacin literaria. Las posibilidades de un gnero (No Jitrik)

es preciso, ante todo, renunciar a la esperanza de un modelo nico de comprensin.

la frmula novela histrica, que parece ser muy clara, puede ser vista, desde la perspectiva de la imagen que presenta, como un oxmoron.

la verdad puede ser ms plena por la intervencin de la mentira, o ms densa; en cambio, la verdad que no pasa por esa prueba puede aparecer como ms superficial, o fragmentaria, o sin fundamento.

la racionalidad histrica va a entrar a la novela como su fundamento mismo, no slo como su nutriente, su atmsfera o su campo de representacin; en otras palabras, la verdad histrica constituye la razn de ser de la novela histrica que, en consecuencia, no se limitar a mostrar sino que intentar explicar. Esto es, precisamente, lo que la distingue de cualquier otra novela que pueda legtima-mente extraer su material de la historia.

un intento por espacializar el tiempo: tomar un tiempo concluido y darle una organizacin en un espacio pertinente y particular.

si toda novela es referencia de un ya sabido o ya acontecido, la novela histrica es la novela por excelencia puesto que el saber histrico es el modo ms pleno y total del saber, porque es reconstitucin, aadidura, completamiento.

as como el romanticismo se vuelca al pasado para paliar su angustia por el presente, la novela histrica intenta, mediante respuestas que busca en el pasado, esclarecer el enigma del presente.

la novela histrica es una tpica y clara respuesta a una crisis especfica que involucra a la sociedad y a los individuos

Xicotencal, de 1826, apenas, es la primera novela histrica latinoamericana, no muy lejos de la publicacin de las novelas de Walter Scott, Chateaubriand y las ms romnticas de Vigny, Dickens, Hugo, Manzoni y los dems.

todo protagonista de novela histrica tendr un marcado carcter trgico,

tres rasgos propios de la novela histrica, el protagonista como hroe trgico, el carcter gentico de la novela y su proyeccin intencional.

la posicin de Cervantes sea ms compleja porque, en Numancia, se habra acercado ms a una suerte de reflexin sobre la nacionalidad, as sea como un lugar vacante, presentada como advertencia respecto de lo extranjero en trminos alusivamente modernos, no a la manera en que los poemas caballerescos presentaban lo extranjero. Ese elemento, el de la nacionalidad, quiz no relevado en las lecturas del siglo XIX, es un ingrediente de la novela histrica posterior en su sentido ms general y caracterstico, al menos como se presenta en Amrica Latina.

una simtrica y correlativa potenciacin de novela y de historia, propia del romanticismo, es la condicin fundamental para el surgimiento y el desarrollo que lleg a tener la novela histrica;

en su conocido libro La novela histrica distingue entre dos tipos; uno, de la novela que llama democrtica, encarnada bsicamente en la obra de Walter Scott, y otro, de la que llama reaccionaria u oscurantista, la ms tpicamente romntica, como la de Vigny.

la novela histrica termina por evadirse de lo circunstancial romntico que le permiti surgir conservando algunas marcas de origen y se prolonga en el tiempo modificndose, adecundose, remodelndose segn decisiones que se nutren de nuevos requerimientos, de nuevos saberes.

lo que se censura es la violacin originaria, no el hecho de la esclavitud que se impuso o de la derrota, lo que se censura es el carcter sexual de la imposicin. As, es necesario, para la novela histrica, que pase mucho tiempo para que ambos aspectos sean recuperados y se vaya ms all de las opciones la blanca, una colonia feliz; la negra, una colonia oprimente; la blanca, unos indios arcdicos; la 37 negra, una cultura sombra que estaba esperando un castigo, aunque, claro, el proceso, tanto en sus aspectos iniciales como en su desarrollo, incluso en el modo de la censura, es diverso segn los pases y los modos de conflicto entre los factores que intervienen.

Como se dijo, el modelo de la novela histrica para Amrica Latina es oportuno, ms que impuesto groseramente.

la novela histrica latinoamericana no se pregunta por el ser ni por el destino de los individuos ni por su procedencia mtica sino por lo que es una comunidad frente a la identidad bien establecida y operante de otras comunidades.

Las preguntas, por consecuencia, no son acerca de dnde se procede sino qu se es como nacin, actual o presunta, como realidad enfticamente afirmada y como proyecto ms sensato de construccin y, de manera derivada, qu quiere decir ser argentino, mexicano, peruano o lo que sea frente a identidades nacionales bien definidas, como la espaola, francesa, inglesa, italiana, que sirven por otra parte de unidades comparativas y de medida.

El diarismo satisface la sed de informacin verdadera; la novela, la de la informacin verosmil.

los grandes temas de la historia, lejana y cercana, que constituan quiz desde antes materia acumulada del imaginario social, recobran vitalidad y son apropiables; la novela histrica facilita esa operacin.

En un sentido general, la novela histrica europea, como lo sostiene y muestra Lukcs, convierte en protagonistas a figuras que son del comn, extradas de la masa o del pueblo, lo que presupone necesariamente observacin. Esto puede verse tanto en Walter Scott como en Victor Hugo y, por supuesto, en Michel de Zvaco: los hroes de las novelas histricas no tienen un referente histrico preciso, son constituidos siguiendo modelos humanos corrientes, elevados, de acuerdo con una lnea reivindicativa muy general, a hroes activos. En Amrica Latina, por el contrario y es casi una tendencia o una tentacin, los protagonistas tienen como referente a sujetos principales del acontecer histrico.

es necesario, por el contrario, considerar el peso que tuvo en Amrica Latina la teora del hombre representativo, surgida en el pensamiento saintsimoniano y que tiene en Facundo, de Sarmiento, una formulacin brillante.

Frente a cualquier novela histrica se abren dos preguntas primarias y elementales pero inevitables. La primera tiene que ver con la posible validez en lo histrico que pueda tener la novela; la segunda es relativa al cumplimiento de los requisitos propios de la novela.

respaldos o garantas epistemolgicas

en principio, la validez o invalidez de una afirmacin histrica en un texto tiene que ver con un cierto saber previo y con el peso que puede tener en el juicio que se emita.

tal vez sea Vicente Riva Palacio quien, el primero, se lanza a buscar en el material archivado de la Inquisicin para hallar las fuentes de su trabajo de novelista.

tambin es cierto que determinadas novelas histricas aparecen como resumiendo modificaciones y, por consecuencia, proponiendo modelos para la novela en su conjunto.

El referente es una imagen autnoma, el referido organiza otra nueva en la que aqulla, transformada, persiste y se reconoce. Y el proceso de transformacin, que en principio es uno solo pues responde a las exigencias retricas de la novela, va modificndose segn se modifican procedimientos escriturarios en general y novelsticos en particular.

la representacin se construye y no es natural, por ms espontneamente que funcione, y configura una tradicin que, a travs de diversas variaciones, afirma que es el nico mecanismo posible para vincular palabra con cosa o con realidad.

narrar es un universal, representar no.

La novela histrica, en consecuencia, sera un momento privilegiado en la historia de la representacin, un momento en el que el modo occidental de representar mediante palabras e imgenes se coagula de una manera ms precisa y particular lo que no quiere decir ms valiosa que en otros instantes, de mayor titubeo en cuanto al concepto central o de mayor tentativa, como por ejemplo el barroco o el expresionismo en este siglo.

a propsito de la novela histrica, lo que se representa es un discurso que representa otros discursos que, a su vez, dan cuenta de un hecho y permiten considerarlo como real y efectivamente acontecido.

la novela histrica no representa pasivamente sino que intenta dirigir la representacin hacia alguna parte, es teleolgica y sus finalidades son de diverso orden.

En toda la novela histrica europea, al menos del siglo XIX, y en gran parte de la latinoamericana, se destaca el hroe individual que sufre la intriga pero es capaz de vencerla o desanudarla: en ese sentido, el hroe ficcional es prcticamente indestructible.

cuanto temporalmente ms cerca est el referente ms posibilidades existen de que su contexto comparta el contexto de la escritura; si, en cambio, est lejos, se produce un juego de contextos que exige decisiones. De ello se puede extraer una conclusin: se dira que la mayor cercana respecto de la ubicacin temporal del referente retira algo de pesadez histrica, se produce una interaccin de contextos que lo aligera; a la inversa, la mayor distancia acenta la pesadez de lo histrico, lo cual implica paradjicamente menores posibilidades de transformacin del referente.

cuando la distancia temporal es mnima, es decir, cuando se hace novela histrica con lo casi inmediato y los dos contextos se mezclan, se podra hablar de una novela histrica catrtica, en la que se canalizan necesidades analticas propias de una situacin de cercana;

Lo que denominamos construccin del referente se sita en un campo previo para lo que interesa, que es el texto de la novela histrica; quiz todo lo que ha intervenido para construirlo determine lo que se haga posteriormente; en todo caso, es muy posible que haya una interaccin entre las dos etapas, por ms que, fenomenolgicamente, puedan ser descriptas por separado.

Garca Mrquez traduce a sus propios modismos el lenguaje de Bolvar

Se dijo ya que la historia que serva a la novela histrica era un saber discursivo; esto implica, ante todo, una mecnica de traduccin que genera un desplazamiento; en realidad no es cuestin de historia sino de historiografa, concepto que rene o engloba, justamente, el conjunto de discursos de lo histrico. A su vez, el concepto de historiografa no es inerte, no es un mero depsito: es una organizacin orientada, dirigida a una finalidad.

los documentos desocultados muestran, en sus relaciones recprocas, contradicciones en relacin con el poder que pretendan sustentar; eso permite a las novelas histricas trabajar sobre tales contradicciones para situarse en la problemtica presente del poder y socavar el poder que la historiografa defiende de manera imperfecta.

En el plano de la novela, el revisionismo da lugar a una teora de las lagunas histricas que los novelistas intentan llenar o cubrir;

el surgimiento y el esplendor de la novela histrica es congruente con determinados desarrollos cientficos que aparecen autnomos y aparentemente sin ninguna relacin con la literatura. Se podra decir an ms: la aparicin crtica de la historia est en el fundamento de todas las genticas, incluso del psicoanlisis que, como reflexin sobre el origen, implica un modo particular de historizacin.

la interpretacin se generaliza y se seculariza y va encontrando en el texto su lugar de operacin.

si la sociedad es el mal respecto de la naturaleza imagen que ocupa gran parte del imaginario romntico tratar de entenderla es ya describirla y dramatizarla, o sea, relatarla.

******

Las lanzas coloradas

UNA SOCIEDAD ESCLAVISTA

DE CASTAS

Un mulato, de su mismo color,

Por eso es que es buena la guerra. De la guerra salen los verdaderos amos.

Fueron una casta pintoresca, orgullosa, mrbida.

Alguna sangre del encomendero, algo de sangre de indio, algo de negro.

No se les deca nunca "t" con confianza o cario; solamente el "usted" de los padres o el "mi amo" de los siervos.

Cuando entre las esclavas jvenes alguna le gustaba, el capataz se la llevaba por la noche. Era un varn primitivo.

En medio de la naturaleza vital y fecunda, entre los siervos bestiales, junto al padre inaccesible, solos, de luto, hacan un fuerte contraste.

CAMPO Y CIUDAD (CARACAS)

Fernando observaba las gentes y la casa con curiosidad. All deba continuar su vida. All comenzaba un paisaje inusitado, y su existir cambiaba de pronto como enrumbado por un recodo sbito. Miraba el patio, claro, rodeado de corredores; las paredes encaladas de blanco, una palmera erigida en el fondo, las anchas sillas de cuero, la acogedora sonrisa de la seora y la comprensiva expresin del otro adolescente, y se senta en un mundo distinto e imprevisto. Cambiaba su horizonte, cambiaban las cosas que estaban en relacin diaria con su sensibilidad. Cambiaba su existir. Cuando don Santiago cruz la esquina diciendo adis, cuando el ltimo esclavo de "El Altar" hubo desaparecido, entonces comenz a comprender, a penetrarse de que cambiaba. Su presente dejaba en cierto modo de ser la continuidad de su pasado.

La ciudad estaba llena de conventos e iglesias; en cada familia haba una monja o un sacerdote; en las fiestas religiosas se arruinaba la gente, y aun la Iglesia se senta pequea y disminuida.

regresar a la vida desnuda.

se congreg la poblacin en la Plaza Mayor. Sobre un estrado se ley una orden del capitn general Guevara y Vasconcelos ofreciendo treinta mil pesos a quien presentara la cabeza del traidor Miranda, enemigo de Dios y del rey.

Y traidor a su pueblo -agreg don Bernardo con voz reposada-, porque esas insolentes expediciones las hace pagadas por los protestantes ingleses para entregarles estos territorios...

En las paredes, algunos papeles con dibujos. Uno representaba una mujer con una cadena rota entre las manos; debajo se lea: "Libertad"; en otro estaba dibujada una bandera amarilla, azul y roja; ms all un letrero anunciaba el perfil de Washington; otro a un Miranda, tan hermoso como era feo el que quemaron en la Plaza Mayor.

No! No en la Capitana General, sino simplemente en Venezuela.

Saba que la tierra de "El Altar" era suya, pero nunca lleg a pensar que entre l y toda la extensin que el nombre de Venezuela abarca pudiera existir un nexo, un nexo tan profundo como para obligarlo a dar su vida. Era un sentimiento un poco confuso, pero en cierto modo agradable.

Eso era la patria. La sangre de los hombres une y amasa la tierra vasta y dispersa. La une y la hace tierna como carne.

Por una escotilla, lento y majestuoso, un hombre sali a la cubierta. Lo llenaba una transparente serenidad. Vesta uniforme de general francs: casaca azul bordada de oro, pantaln blanco ceido, negras botas de campaa, bajo el brazo un sable corvo. Un instante permaneci quieto y erguido; en el lbulo de la oreja le temblaba un fino aro de oro. El viento vena ancho desde lo hondo del Caribe.

Inconscientemente evocaba las conversaciones de los viejos amigos de don Bernardo Lazola, inconscientemente tambin sospechaba una vaga semejanza.

En Caracas pasaron muchas extraordinarias cosas. El 19 de abril de 1810 se destituy al capitn general Emparan. El 5 de julio de 1811 se proclam la independencia de la Repblica de los Estados Unidos de Venezuela, y comenz la guerra. Miranda haba regresado al pas rodeado del prestigio de sus largos aos de lucha desesperada. Haba sonado la hora para toda aquella juventud que soaba con las grandes acciones.

Venan malos tiempos. La vida ordenada y fcil de la Colonia se haba roto. Por primera vez los criollos sentan el trgico gusto de la guerra. Empezaba el exterminio.

El general Simn Bolvar viene invadiendo. Sali de Ccuta. Anda por los Andes.

el ingls era despreocupado, desaprensivo y furiosamente igualitario, y, adems, aquel carcter enrgico, tan opuesto al de Fernando, ejerca atraccin sobre l.

l suspir aparatosamente. Como todos los hombres de la Europa de su tiempo, viva y padeca el romanticismo.

El ingls era otra especie de hombre. Pero tampoco. Si le gustaba la guerra, era una guerra que l no comprenda. Una guerra con bonitos uniformes, con generales llenos de medallas, con bandas que tocan marchas. No poda comprenderlo. Para l lanza y caballo, lo dems era estorbo; ni uniformes, sino desnudos de la cintura arriba; ni ms msica que los gritos; ni ms general que el que se lleva adentro.

Hasta hoy no ms dura el trabajo. Hoy nos vamos todos. Nos vamos para la guerra. Ustedes son mis soldados.

Ya no estaba ante doa Ins, ya no estaba ante la hermana del amo. Era una mujer desnuda que lloraba.

Slo saba que iba para la guerra. Pero an ignoraba si sera realista o republicano.

si la revolucin gana, de todos modos gasto mis reales, y si pierde, los godos me arruinan.

Hay hombres flacos del Llano, corianos de cabeza redonda, orientales parlanchines, hombres de Guayana.

Han venido de los cuatro confines, y la guerra los ha mezclado y confundido. Alguien cuenta una aventura; otro, su vida; alguno, un recuerdo que lo pone triste.

Aquellos hombres, de todos los extremos del territorio, reunidos para la destruccin de la guerra, se hablaban con amor de sus lugares. Se destruan los unos a los otros un poco inconscientemente. Sin quererlo, se haban venido de sus tierras, y el juego con la muerte les daba la tristeza de no verlas ms.

el cuerpo de un nio rebot sobre el altar y ech por tierra todos los cirios y las flores.

Un hombre cruzaba el umbral. Sobre un caballo negro, el pelo rojizo, la nariz ganchuda, los ojos claros, en el puo slido la lanza. Se oy una voz martirizada: Boves!

Yo har real en la guerra,

Ya tena algo maravilloso que contar: adonde llegara, en el confn del mundo que estuviera, ella podra contar a las gentes asombradas que haba sido la mujer de un jefe.

Lo nico que se atravesaba en el camino hacia su felicidad era ese Bolvar. Deba ser un mal hombre.

La narradora comenzaba a llorar;

Ms adelante, la algazara de una montonera de indios. Piel verdosa, una pluma de guacamay en el pelo dormido y un taparrabo sucio; el arco y las flechas a la espalda.

All estaban los indios. Tambin ellos eran venezolanos. El aspecto curioso lo diverta. Se pasaban de boca en boca taparas de aguardiente, que beban a grandes tragos vociferando en su dialecto.

brazos rojos con lanzas rojas.

La batalla se construye segundo a segundo como una sinfona.

Bolvar viene.

(como en La guerra gaucha)

Lugares de enunciacin inestables (Silvia Tieffemberg)

Ya a fines del siglo XVI un mestizo poda migrar de casta y convertirse en espaol gracias a las habilitaciones que otorgaba el Estado, a cambio de determinada suma de dinero, aunque tambin poda ser asimilado al criollo, en tanto ambos compartan el carcter relacional de estas nuevas identidades.

la semiosis colonial implica la coexistencia de interacciones entre (y de) la produccin cultural de miembros de tradiciones culturales radicalmente diferentes (Mignolo 2009: 181).

El general en su laberinto (Gabriel Garca Mrquez)

procuraba verse en el espejo lo menos posible para no encontrarse con sus propios ojos.

Siempre tuvo a la muerte como un riesgo profesional sin remedio. Haba hecho todas sus guerras en la lnea de peligro, sin sufrir ni un rasguo, y se mova en medio del fuego contrario con una serenidad tan insensata que hasta sus oficiales se conformaron con la explicacin fcil de que se crea invulnerable.

No bastaban sus aires de postrimeras para que creyeran que se iba, pues desde haca seis aos se deca que estaba mundose, y sin embargo conservaba entera su disposicin de mando.

En todo caso, no hubo una agona ms fructfera que la suya. Pues mientras se pensaba que muriera en Pativilca, atraves una vez ms las crestas andinas, venci en Junn, complet la liberacin de toda la Amrica espaola con la victoria final de Ayacucho, cre la repblica de Bolivia, y todava fue feliz en Lima como nunca lo haba sido ni volvera a serlo jams con la embriaguez de la gloria.

El Per, en poder de una aristocracia regresiva, pareca irrecuperable. El general Andrs de Santa Cruz se llevaba a Bolivia de cabestro por un rumbo propio. Venezuela, bajo el imperio del general Jos Antonio Pez, acababa de proclamar su autonoma. El general Juan Jos Flores, prefecto general del sur, haba unido a Guayaquil y Quito para crear la repblica in dependiente del Ecuador. La repblica de Colombia, primer embrin de una patria inmensa y unnime, estaba reducida al antiguo virreinato de la Nueva Granada. Diecisis millones de americanos iniciados apenas en la vida libre quedaban al albedro de sus caudillos locales.

A la hora de la siesta se metan en la cama sin cerrar la puerta, sin desvestirse y sin dormir, y ms de una vez incurrieron en el error de intentar un ltimo amor, pues l no tena ya suficiente cuerpo para complacer a su alma, y se negaba a admitirlo.

El general Simn Jos Antonio de la Santsima Trinidad Bolvar y Palacios se iba para siempre.

Tena las piernas cascorvas de los jinetes viejos y el modo de andar de los que duermen con las espuelas puestas, y se le haba formado alrededor del sieso un callo escabroso como una penca de barbero, que le mereci el apodo honorable de Culo de Fierro.

El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor, suspir de pronto. Quin dijo eso? Nadie, dijo Jos Palacios.

l no tom ninguna iniciativa, pues su mtodo de seduccin no obedeca a ninguna pauta, sino que cada caso era distinto, y sobre todo el primer paso. En los prembulos del amor ningn error es corregible, haba dicho.

Los peces tendrn que aprender a caminar sobre la tierra porque las aguas se acabarn, dijo l.

Al cabo de tantos aos de guerras, de gobiernos amar gos, de amores inspidos, el ocio se senta como un dolor.

Ya tenemos la independencia, general, ahora dganos qu hacemos con ella.

Era tan blanca que el resplandor de su cuerpo la haca visible en la oscuridad.

Durante la guerra a muerte yo mismo di la orden de ejecutar a ochocientos prisioneros espaoles en un solo da, inclusive a los enfermos en el hospital de La Guayra. Hoy, en circunstancias iguales, no me temblara la voz para volver a darla, y los europeos no tendran autoridad moral para reprochrmelo, pues si una historia est anegada de sangre, de indignidades, de injusticias, sa es la historia de Europa.

Por favor, carajos, djennos hacer tranquilos nuestra Edad Media!

Llova a mares, y un grupo de nios permaneci asomado en las ventanas de la calle para verlo dormir. Uno de ellos lo despert con voz sigilosa: Bolvar, Bolvar. l lo busc en las brumas de la fiebre, y el nio le pregunt: T me quieres?

Para su instalacin inmediata en Europa contaba con la gratitud de Inglaterra, a la que haba hecho tantos favores. Los ingleses me quieren, sola decir.

Su estatura oficial era de un metro con sesenta y cinco, aunque sus fichas mdicas no coincidan siempre con las militares, y en la mesa de autopsias tendra cuatro centmetros menos.

Mosquera es un pendejo y Caycedo es un pastelero, y ambos estn acoquinados por los nios del San Bartolom. Lo que quera decir, enjerga caribe, que el presidente era un dbil, y el vicepresidente un oportunista capaz de cambiar de partido segn los rumbos del viento.

Mientras se dirigan a la puerta, Garca del Ro dijo en voz baja: Ya tiene cara de muerto.

el general Jos de San Martn, libertador del Ro de la Plata,

En la noche, mientras tomaba el bao caliente, Jos Palacios quiso aclararle las dudas. Segn mis cuentas son treinta y cinco, dijo. Sin contar las pjaras de una noche, por supuesto. La cifra coincida con los clculos del general, pero ste no haba querido decirlo durante la visita. O'Leary es un gran hombre, un gran soldado y un amigo fiel, pero toma notas de todo, explic. Y no hay nada ms peligroso que la memoria escrita.

Al regreso se detuvo en una fonda del mercado, tom caf, y se llev la taza para evitarse la humillacin de que la destruyeran.

Dgame una cosa, primo, tambin usted me ve cara de muerto? Ibarra, acostumbrado a esas maneras, no se volvi a mirarlo. Yo no, mi general, dijo. Pues est ciego, o miente, dijo l. O estoy de espaldas, dijo Ibarra.

Los vnculos de clase o de sangre los identificaban y los unan.

La nica contrariedad que le caus su condicin de pardo fue el ser rechazado por una dama de la aristocracia local en un baile de gala. El general pidi entonces que repitieran el valse, y lo bail con- l.

Bueno, pero al menos all es la patria, dijo. No seas pendejo, dijo el general. Para nosotros la patria es Amrica, y toda est igual: sin remedio.

Aqul y ste no parecan ser dos recuerdos de una misma vida.

El general suspir al odo de Montilla: Qu cara nos ha costado esta mierda de independencia!

Tena una lnea de sangre africana, por un tatarabuelo paterno que tuvo un hijo con una esclava, y era tan evidente en sus facciones que los aristcratas de Lima lo llamaban El Zambo. Pero a medida que su gloria aumentaba, los pintores iban idealizndolo, lavndole la sangre, mitificndolo, hasta que lo implantaron en la memoria oficial con el perfil romano de sus estatuas.

El no la toc siquiera en toda la noche, pero le bastaba con sentir la resolana de su adolescencia.

La vaina es que dejamos de ser espaoles y luego hemos ido de aqu para all, en pases que cambian tanto de nombres y de gobiernos de un da para el otro, que ya no sabemos ni de dnde carajos somos, dijo.

Fue una corazonada. Esa misma noche recibi la noticia de que el mariscal Sucre haba sido emboscado y asesinado a bala por la espalda cuando atravesaba el tenebroso paraje de Berruecos, el pasado 4 de junio.

Despus del asesinato de Sucre ya no tuvo artificios de tocador para disimular la vejez.

Era tan riguroso en el manejo de los dineros pblicos que no consegua volver sobre este asunto sin perder los estribos. Siendo presidente haba decretado la pena de muerte para todo empleado oficial que malversara o se robara ms de diez pesos. En cambio era tan desprendido con sus bienes personales, que en pocos aos se gast en la guerra de independencia gran parte de la fortuna que hered de sus mayores. Sus sueldos eran repartidos entre las viudas y los lisiados de guerra.

Era el primer golpe de estado en la repblica de Colombia, y la primera de las cuarenta y nueve guerras civiles que habamos de sufrir en lo que faltaba del siglo.

Las oligarquas de cada pas, que en la Nueva Granada estaban representadas por los santanderistas, y por el mismo Santander, haban declarado la guerra a muerte contra la idea de la integridad, porque era contraria a los privilegios locales de las grandes familias.

Pues bien: todo eso es cierto, pero circunstancial, dijo, porque todo lo he hecho con la sola mira de que este continente sea un pas independiente y nico, y en eso no he tenido ni una contradiccin ni una sola duda. Y concluy en caribe puro: Lo dems son pingadas!

mientras pareca que slo actuaba en maniobras de gato escaldado para fortalecer al gobierno, lo que haca en realidad era planear pieza por pieza, con autoridad y mando de general en jefe, la minuciosa mquina militar-con que se propona recuperar a Venezuela y empezar otra vez desde all la restauracin de la alianza de naciones ms grande del mundo.

Su memoria visual era tan sorprendente, que poda prever un obstculo visto al pasar muchos aos antes, y aunque estaba muy lejos de ser un maestro en las artes de la guerra, nadie le superaba en inspiracin.

Visto al derecho, ya no era un jubilado en derrota huyendo hacia el destierro, sino un general en campaa.

Pareca convencido de que el movimiento continuo y el valerse de s mismo eran un conjuro contra la enfermedad.

En su paraso de Lima haba vivido una noche feliz con una doncella de vellos lacios que le cubran hasta el ltimo milmetro de su piel de beduina. Al amanecer, mientras se afeitaba, la contempl desnuda en la cama, navegando en un sueo apacible de mujer complacida, y no pudo resistir la tentacin de hacerla suya para siempre con un auto sacramental. La cubri de pies a cabeza con espuma de jabn, y con un deleite de amor la rasur por completo con la navaja barbera, a veces con la mano derecha, a veces con la izquierda, palmo a palmo hasta las cejas encontradas, y la dej dos veces desnuda en su cuerpo magnfico de recin nacida. Ella le pregunt con el alma hecha trizas si de veras la amaba, y l le contest con la misma frase ritual que a lo largo de su vida haba ido regando sin piedad en tantos corazones: Ms que a nadie jams en este mundo.

Tom el aire que le faltaba. Claro que todos son unos santos varones al lado del truchimn de Santander, prosigui. Sus amigos se robaban el dinero de los emprstitos ingleses comprando papeles del estado por la dcima parte de su valor real, y el propio estado se los aceptaba despus al ciento por ciento. Aclar que en todo caso l no se haba opuesto a los emprstitos por el riesgo de la corrupcin, sino porque previo a tiempo que amenazaban la independencia que tanta sangre haba costado. Aborrezco a las deudas ms que a los espaoles, dijo. Por eso le advert a Santander que lo bueno que hiciramos por la nacin no servira de nada si aceptbamos la deuda, porque seguiramos pagando rditos por los siglos de los siglos. Ahora lo vemos claro: la deuda terminar derrotndonos.

Ni tampoco se vaya con su familia para los Estados Unidos, que son omnipotentes y terribles, y con el cuento de la libertad terminarn por plagarnos a todos de miserias.

Cada colombiano es un pas enemigo.

All estaba tambin el basto mesn de caoba labrada, sobre el cual, diecisis das despus, sera expuesto en cmara ardiente su cuerpo embalsamado, con la casaca azul de su rango sin los ocho botones de oro puro que alguien iba a arrancarle en la confusin de la muerte.

Pues todos ellos iban a compartir para bien o para mal el resto de sus vidas, incluso la irona histrica de estar juntos otra vez en Venezuela, cinco aos ms tarde, peleando al lado del comandante Pedro Garujo en una aventura militar en favor de la idea bolivariana de la integracin.

*****

El general en su laberinto (Mara Pulido)

es imposible distinguir en una narracin aquello que es documentado de aquello que es inventado.

La historia transcurre entre el 8 de mayo de 1830, en que el general abandona la ciudad de Bogot y emprende su ltimo viaje, el que en teora lo conducir fuera del pas, a Inglaterra, pero que en realidad es un viaje hacia la nada, un viaje al encuentro con la muerte, y el 17 de diciembre del mismo ao en que se produce (en un conocido gesto garciamarquiano) la muerte anunciada a lo largo del relato.

Habra una ntima relacin, sugerida por Hegel, entre ley, historicidad y narratividad,

el discurso de la violencia perviviendo hasta el presente de la lectura y la enunciacin,

El modo narrativo cuenta una historia con etapas inicial, intermedia y final bien delimitadas (White 18). Impone a los hechos del pasado la forma del relato, la cual revela a los sucesos como dotados de una estructura y un orden de significacin.

El general Rafael Urdaneta se tom el poder el 5 de septiembre [...] Era el primer golpe de estado en la repblica de Colombia, y la primera de las cuarenta y nueve guerras civiles que habamos de sufrir en lo que faltaba del siglo.

Se narra desde un presente de violencia.

el problema de la deuda externa, la divisin interna entre facciones, el peligro del autoritarismo, la amenaza norteamericana.

En mi opinin la novela de Garca Mrquez est permeada de una sutil irona, pues narrando desde las convenciones que proporcionan una ilusin de verdad exhibe el problema del sujeto productor de conocimiento.

La novela nos confronta con la agona y la muerte de Bolvar (as como con la descomposicin de su proyecto utpico de integracin) pero al hacerlo nos confronta sobre todo con el presente de los pases hispanoamericanos.

La muerte de Bolvar es un trgico emblema de la agona de uno y otro de nuestros ideales de emancipacin y democratizacin.

OJO: DISCUTIR

El narrador de El general en su laberinto es un narrador omnisciente

De la generacin de criollos ilustrados que sembraron la semilla de la independencia desde Mxico hasta el Ro de la Plata, l era el ms convencido, el ms tenaz, el ms clarividente, y el que mejor conciliaba el ingenio de la poltica con la intuicin de la guerra

las fuentes de las que se sirve para proporcionar su biografa pertenecen a saberes no siempre muy fiables en cuanto a su cientificidad,

mediante la narracin de la decadencia, de la frustracin, de la anti-utopa, se lo extrae del tiempo mtico, cerrado, concluido, y se lo inserta en el tiempo histrico.

El general en su laberinto construye de forma sutil una oposicin entre memoria oral y memoria escrita. A pesar de la abundancia que signa su conocido afn por escribir cartas (una de las ms famosas de la historia continental es la Carta de Jamaica), Bolvar desconfa en la novela de la escritura: OLeary es un gran hombre, un gran soldado y un amigo fiel, pero toma notas de todo, explic. Y no hay nada ms peligroso que la memoria escrita (160). Pocos meses antes de morir fray Sebastin le pregunta si no piensa escribir sus memorias. Jams, dice Bolvar, sas son vainas de los muertos (203).

La posibilidad de escribir sus memorias va ligada al rencor y a los tiempos difciles.

a lo largo de toda la novela el personaje vive en un estado constante de enfebrecimiento, entra y sale de la fiebre, del sueo, de las pesadillas, del delirio, del insomnio, y es este estado de semiconciencia el que provoca la asociacin de hechos del presente con situaciones del pasado. Toda la historia parece haber sido un sueo: En cambio yo me he perdido en un sueo buscando algo que no existe (223).

La novela histrica de finales del siglo XX se escribe en nombre de la actualidad. Es una forma de reestructurar nuestro pasado en funcin de las necesidades del presente.