notas de habermas
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Una selección de Citas del libro de Jürgen Habermas: Problemas de legitimación del capitalismo tardío.TRANSCRIPT
Selección de citas del libro Problemas de legitimación
del capitalismo tardío, de Jürgen Habermas:
Sólo cuando los miembros de la sociedad experimentan
los cambios de estructura como críticos para el patrimonio
sistémico y sienten amenazada su identidad social,
podemos hablar de crisis. Las perturbaciones de la
integración sistémica amenazan el patrimonio, sistémico
solo en la medida en que esté en juego la integración
social, en que la base de consenso de las estructuras normativas
resulte tan dañada que la sociedad se vuelva
anómica. Los estados de crisis se presentan como una
desintegración de las instituciones sociales (p.23).
En las sociedades tradicionales, las crisis se presentan
si y solo si ciertos problemas de autogobierno
no pueden resolverse dentro del campo de posibilidades
circunscrito por el principio de organización; así
aparecen situaciones de peligro para la integración sistémica
que amenazan la identidad de la sociedad. En
las sociedades del capitalismo liberal, en cambio, las crisis
se vuelven endémicas porque los problemas de autogobierno
temporariamente irresueltos, generados en
periodos más o menos regulares por el proceso de crecimiento
económico, por sí mismos ponen en peligro la
integración social. Los problemas de autogobierno socialmente
desintegradores, que se repiten de manera pe
riódica, crean, junto con la inestabilidad permanente
de un cambio social acelerado, la base objetiva para una
conciencia de la crisis por parte de la clase burguesa y
para expectativas revolucionarias en el caso de los asalariados:
hasta entonces ninguna formación social había
experimentado en tal alto grado el temor y la esperanza
de una repentina transformación del sistema, por
56más que la idea de una subversión concentrada en un
punto del tiempo, la idea del salto revolucionario, contraste
extrañamente con la forma de movimiento de la
crisis del sistema, que es permanente.
En su marcha sacudida
por crisis, el proceso de acumulación entrega
por cierto el secreto de la «contradicción» ínsita en este
modo de producción. El crecimiento económico se
cumple a través de crisis que sobrevienen periódicamente,
porque la estructura de clases desplazada y traducida
al sistema de autogobiemo económico ha transformado
la contradicción de los intereses de clase en una
contradicción de imperativos sistémicos. Al escoger esta formulación
empleamos el concepto de «contradicción»
en dos lenguajes teóricos diferentes. Para evitar malentendidos
haremos una digresión en que procuraremos
aclararlo. P.58
La categoría de contradicción ha ido perdiendo su
significado, y hoy se la emplea a menudo para designar
«antagonismo», «oposición», «conflicto». Pero según
Hegel y Marx, los conflictos no son más que la forma
de manifestación, el aspecto empírico de una contradicción
lógica que está en su base. Los conflictos solo
pueden conceptualizarse con referencia a las reglas eficaces
y operativas por virtud de las cuales surgen pretensiones
o intenciones incompatibles dentro de un sistema
de acción. P.58
Con otras palabras: las estructuras profundas de una sociedad
no son estructuras lógicas en sentido estricto. Por
otra parte, en las enunciaciones siempre se emplean
contenidos proposicionales; la lógica que pudiera justificar
que se hablase de «contradicciones sociales» tendría
que ser, entonces, una lógica del empleo de contenidos
proposicionales en actos de habla y en acciones.
Debería abarcar relaciones de comunicación entre sujetos
capaces de lenguaje y de acción, y ser, por tanto,
antes una pragmática universal que una lógica''^. P. 59
Cuando, en un ambiente
dado, se plantean más problemas que los que está en
condiciones de resolver la capacidad sistémica de autogobierno,
aparecen contradicciones deducibles lógicamente
que obligan, so pena de desaparición, a transformar
las estructuras sistémicas (a la modificación o al
abandono de elementos que hasta entonces habían formado
parte de su «patrimonio»). Estas «contradicciones
» se plantean con referencia a problemas de conservación
de patrimonio; por eso no se refieren a limine,
como las contradicciones dialécticas, a relaciones de comunicación
entre sujetos o grupos de sujetos capaces
de lenguaje y de acción. (p.60)
La crisis económica
constituye el primer ejemplo (y quizás el único),
en la historia mundial, de una crisis sistémica caracterizada
por el hecho de que la contradicción
dialéctica entre miembros de una trama de interacción
se cumple en los términos de contradicciones sistémicas
insolubles estructuralmente, o problemas de autogobierno.
Mediante este desplazamiento de los conflictos
de intereses al plano del autogobierno, las crisis
sistémicas adquieren una objetividad rica en contrastes: p. 63
poseen el carácter de catástrofes naturales que irrumpen
en medio de un sistema de acción racional con
arreglo a fines. Mientras que en las sociedades tradicionales
los conflictos entre clases eran mediados por
formas ideológicas de la conciencia, y de ese modo poseían
la objetividad de una trama de no-conciencia en la forma
de un destino fatal, en el capitalismo liberal la oposición
de clases es traducida de la intersubjetividad del
mundo-de-vida al sustrato de ese mundo-de-vida: la ideología
residual secularizada del fetiche-mercancía es de
hecho, y al mismo tiempo, el principio operante de autogobierno
del sistema económico. Por ello las crisis
económicas pierden aquel carácter de destino fatal, asequible
a la autorreflexión, y alcanzan la objetividad de
acontecimientos naturales contingentes e inexplicables. Y estos
requieren, antes de que el núcleo ideológico que se ha
deslizado a la base pueda ser destruido mediante la reflexión,
de una investigación que objetive los procesos
sistémicos. P. 64
Mientras que la planificación global manipula las
condiciones marginales en que las empresas privadas
tienen que adoptar sus decisiones, y lo hace para
corregir el mercado perturbado por efectos secundarios
disfiíncionales, el Estado reemplaza el mecanismo
del mercado dondequiera que crea y mejora las
condiciones de valorización del capital acumulado en
exceso:
a) «Fortalecimiento de la capacidad competitiva
nacional», organización de bloques económicos supranacionales,
aseguramiento imperialista de la división internacional
del trabajo, etcétera.
b) Consumo improductivo por parte del Estado
(industria espacial y de armamentos).
c) Orientación del capital, por razones político-estructurales,
hacia sectores que han sido descuidados por
la economía autónoma de mercado.
d) Mejoramiento de la infraestructura material (sistemas
de comunicaciones, organización escolar y sanitaria,
centros de esparcimiento, planificación urbana y
regional, construcción de viviendas, etc.).
e) Mejoramiento de la infraestructura inmaterial
(promoción general de la ciencia, inversiones en investigación
y desarrollo de proyectos, obtención de patentes,
etc.).
f) Incremento de la capacidad productiva del trabajo
humano (sistema general de educación, sistemas
de formación profesional, programas de difiísión cultural
y de escolarización, etc.). 71
g) Resarcimiento de los costos sociales y materiales
que genera la producción privada (ayuda a los desocupados,
gastos de seguridad social, mejoramiento del ambiente
natural deteriorado por la industria).
Mientras que el reforzamiento de la capacidad de
competencia en el mercado internacional, la demanda
estatal de bienes de uso improductivos y las medidas
de orientación de capitales abren o mejoran las posibilidades
de inversión, las restantes medidas (las mencionadas
al final) tienen sin duda un efecto promocional,
pero el propósito que persiguen es incrementar la productividad
del trabajo y, por tanto, el «valor de uso» del
capital (por vía de la provisión de bienes de uso colectivo
y la calificación de los trabajadores). (71-72)
universalistas de valores de la ideología burguesa, los
derechos civiles, y entre ellos el derecho a participar en
las elecciones políticas, se han generalizado. Por eso
solo en condiciones extraordinarias y transitorias es posible
prescindir del mecanismo del sufragio universal
para obtener legitimación. El problema que ello plantea
es resuelto mediante el sistema de la democracia formal.
La participación del ciudadano en los procesos de
formación de la voluntad política, es decir, la democracia
material, llevaría a la conciencia la contradicción
entre una producción administrativamente socializada
y un modo de apropiación y de empleo de la plusvalía
que sigue siendo privado. Para que esa contradicción
no sea tematizada, el sistema administrativo debe alcanzar
suficiente autonomía respecto de la formación
de la voluntad legitimante. Las instituciones y los procedimientos
de la democracia formal han sido diseñados
para que las decisiones del gobierno puedan adoptarse
con suficiente independencia de motivos definidos de
los ciudadanos. Esto se logra con un proceso de legitimación
que posee motivos generalizados (una lealtad
de masas difiísa en su contenido), pero evita la participación^.
El cambio estructural de lo que aparece como
«público»* (la «publicidad» burguesa) crea, para las instituciones
y procedimientos de la democracia formal,
condiciones de aplicación por las cuales los ciudadanos,
en medio de una sociedad que en sí es política, adquieren
el status de ciudadanos pasivos con derecho ala aprobación y al rechazo en bloque de los hechos
consumados^.
La circunstancia de que sigan siendo los particulares
autónomos quienes deciden acerca de las inversiones
encuentra su complemento necesario en el
privatismo civil del público de ciudadanos. (73-74)
conflicto de clases. He aquí
las consecuencias de esta inmunización de la zona originariamente
conflictiva: a) disparidades en los niveles
del salario, o recrudecimiento de la lucha por el nivel
de los salarios en el servicio público'^; b) una inflación
permanente, que provoca una redistribución regresiva
del ingreso en perjuicio de los obreros no organizados
en sindicatos y de otros grupos marginales; c) una crisis
permanente de las finanzas del Estado que genera penurias
en el sector público (es decir, pauperización de
los sistemas públicos de comunicaciones, educación,
construcción de viviendas y salud), y d) desequilibrios
en el crecimiento económico tanto sectorial (economía
agraria) como regional (zonas marginales) (76)
pudieron dilatar los plazos del ciclo
y transformar las fases periódicas de desvalorización del
capital en una crisis inflacionaria con oscilaciones
coyunturales atemperadas; por último, consiguieron filtrar
en buena medida los efectos secundarios disftincionales
de la crisis económica contenida, y distribuirlos
entre cuasi grupos (como los consumidores, los
escolares o sus padres, los usuarios de los medios de
transporte, los enfermos, los ancianos, etc.) o grupos
naturales con escaso grado de organización. Así se disolvió
la identidad de las clases y se fragmentó la conciencia
de clase. El compromiso de clases incorporado
a la estructura del capitalismo tardío hace de todos (o
casi de todos) participantes y subditos en una misma
persona; y naturalmente, la clara desigualdad (cada vez
mayor) en cuanto a poder y fortuna decide quién pertenece
más a una o a otra de esas dos categorías. (77)