nordeste antioqueño: territorio en disputa . entre la acumulación del capital y la alternativa...

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El libro Nordeste Antioqueño: Territorio en Disputa, representa un muy importante aporte a las investigaciones que se han venido realizando en el país con el propósito de identificar y caracterizar las configuraciones asumidas por el proceso de neoliberalización en nuestro país, y de avanzar hacia un mayor entendimiento de los rasgos adoptados por la formación socioeconómica capitalista durante las ultimas décadas (...)

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  • NORDESTEANTIOQUEO:TERRITORIO EN DISPUTAEntre la acumulacin del capital y la alternativa campesina

    Freddy M. Ordez GmezAutor

    Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo - CAHUCOPANA

    Bogot, DC. Julio de 2011

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  • ISBN: 978-958-8341-31-6Julio de 2011Bogot, Colombia

    Coordinacin editorial Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHUCOPANA

    Autor Freddy Ordez Gmez

    Colaboradoras ngela Castellanos Catalina Quiroga Cristy Lozano Francys Crdenas

    Correccin de estilo Sal Gmez Mantilla

    Diseo y diagramacin Doris Andrade B. (Apoyo Editorial GMJL)

    Fotografa de la portada Catalina Quiroga

    Impresin y terminados Gente Nueva Editorial

    Freddy Ordez Gmez Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHUCOPANA.Carrera 10 No. 15-39. Oficina 507Telefax (57 1) 334 03 80Pgina web: www.prensarural.org E-mail: [email protected]

    Impreso en Colombia Printed in Colombia

    Esta publicacin es un subproducto del proyecto Diseo de un Plan de Ordenamiento Territorial Alternativo para las comunidades rurales en resistencia de los municipios de Remedios y Segovia, que cont con la financiacin de Misereor y el apoyo acadmico del Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos, ILSA. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden o no coincidir con las de Misereor, ILSA y CAHUCOPANA.

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  • Dedicatoria

    Este texto est dedicado a todas y todos aquellos que han participado en la regin del Nordeste Antioqueo

    en el sueo de construir un territorio campesino. Pero especialmente a aquellos que no estn, su ausencia,

    tiene diversos orgenes, algunos de ellos nos los arrebat la guerra sucia, el crimen auspiciado por el Estado y sus grupos paramilitares...

    a ellos nuestro reconocimiento, como parte de esta historia.

    Las lneas que as se encuentran, son el resultado de pasos de campesinos y campesinas,

    que creen en la organizacin poltica y comunitaria, que creen en la Corporacin Accin Humanitaria

    por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHUCOPANA, y quienes a travs de sus aportes,

    estn construyendo el sueo de la alternatividad territorial y un modelo de desarrollo diametralmente diferente al del capital

    y que hemos materializado en la Zona de Reserva Campesina del Valle del ro Cimitarra.

    A todos ellos dedicamos estas letras inconclusas para que continen haciendo historia.

    CAHUCOPANA

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  • Contenido

    Prlogo ................................................................................................................ 11Presentacin ................................................................................................... 21

    1. Introduccin ................................................................................. 23

    2. Conceptos y elementos previos .............................................. 27 Espacio y capital ........................................................................................... 27 Lecturas sobre la tierra y el territorio ...................................................... 34

    3. Proceso de construccin territorial del Bajo Nordeste desde la racionalidad capitalista .......... 43

    El Bajo Nordeste Antioqueo ................................................................... 43 El capital ingls y el nacimiento de la Frontino Gold Mines .............. 48 Finales del siglo XIX y consolidacin de una geograf a regional de

    acumulacin .................................................................................................. 52 La construccin territorial capitalista en el siglo XX y expresiones

    organizativas del proletariado ................................................................... 56 La violencia y los intereses econmicos en el Nordeste ...................... 63 La garanta para la acumulacin de capital: creacin y

    consolidacin de un modelo paramilitar ................................................ 70 El final del siglo XX: violencia paramilitar y circulacin de capital... 80 Antioquia: desplazamiento, despojo y concentracin de la tierra ..... 88 Profundizacin en la acumulacin ligada al capital minero ............... 94

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    4. Alternativas y resistencias territoriales del campesinado: Cahucopana y la Zona de Reserva Campesina ........................................................................................ 107

    El Plan de Desarrollo Integral de Derechos Humanos para el Magdalena Medio ........................................................................................ 108

    La Zona de Reserva Campesina del Valle del Ro Cimitarra .............. 114 La defensa de los derechos humanos y el surgimiento de

    CAHUCOPANA .......................................................................................... 118

    5. A manera de conclusiones ........................................................ 123

    6. Bibliografa ................................................................................... 127 7. Anexos .............................................................................................. 139 Anexo 1. Condiciones socioeconmicas subregin Nordeste

    Antioqueo ................................................................................. 141 Anexo 2. Marco Normativo de las Zonas de Reserva Campesina .... 144 Anexo 3. Regiones de Antioquia y coeficientes de Gini.

    Ao 2004...................................................................................... 147 Anexo 4. Gini municipal Nordeste AntioqueoAo 2006 ................. 148 Anexo 5. Desplazamiento Forzado Nordeste Antioqueo.

    Perodo 1998-2011 ..................................................................... 149 Anexo 6. Veredas de Remedios pertenecientes a la Zona de

    Reserva Campesina del Valle del Ro Cimitarra .................. 150

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  • Prlogo

    Jairo Estrada lvarez*

    El libro Nordeste antiqueo: Territorio en disputa, representa un muy importante aporte a las investigaciones que se han venido realizando en el pas con el propsito de identificar y caracterizar las configuraciones asumidas por el proceso de neoliberalizacin en nuestro pas, y de avanzar hacia un mayor entendimiento de los rasgos adoptados por la formacin socioeconmica capitalista durante las ltimas dcadas. Se trata de manera especfica, en este caso, del nordeste antioqueo: un territorio que condensa de manera ejemplar tanto la tendencia histrica de la acumulacin capitalista, basada en el ejercicio abierto de la violencia, como formas de resistencia y de construccin local de alternativas y de poder popular, que tienen como soporte los acumulados de la organizacin obrera y del movimiento campe-sino de la regin.

    De ello da cuenta precisamente CAHUCOPANA, una organizacin popular que ha logrado, en medio de la ms intensa guerra, no slo sobrevivir y resistir, sino ante todo elaborar y proyectar la idea de que an en las con-diciones ms adversas, cuando se tiene la firmeza, la voluntad y la decisin poltica, es posible trabajar creativamente desde la cotidianidad para contri-buir a superar las estructuras que pretende imponer la organizacin social y espacial capitalista y, al mismo tiempo, para atender las preocupaciones,

    * Profesor asociado del Departamento de Ciencias Polticas de la Facultad de Derecho, Ciencias Pol-ticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia y Director del Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos, ILSA.

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    las limitaciones y las carencias del da a da, con fundamento en el potencial dispuesto y desplegado por la organizacin, la cooperacin y la solidaridad de los sectores populares. Se trata de una autntica experiencia de poder localizado, que enaltece la historia del movimiento campesino y resalta el indiscutible lugar que ste tiene cuando se quiere pensar con seriedad la historia colombiana de las ltimas dcadas, bien sea a nivel nacional, o en el mbito local.

    Justamente ah se encuentra el valor acadmico y poltico de este libro. Nos encontramos frente al relato, la voz y las propuestas analticas y de teorizacin, formulados desde el campo de las clases subalternas. En ese cometido debe reconocerse la comprometida y juiciosa labor del joven investigador Freddy Ordoez.

    Los alcances del libro pueden dilucidarse con mayor fuerza, cuando hacemos un acercamiento a algunos de los tpicos de las transformaciones del capitalismo colombiano durante las ltimas dcadas. Por las caracters-ticas del trabajo preparado por CAHUCOPANA, quiero hacer nfasis en la reorganizacin geogrfica del proceso de acumulacin, apoyndome en algu-nas reflexiones de mi libro Derechos del capital. Dispositivos de proteccin e incentivos a la acumulacin en Colombia, publicado en el ao de 2010. All constat que durante las ltimas tres dcadas el pas ha vivido un incesante proceso de cambio y reconfiguracin de su formacin socioeconmica, en el que se ha interrelacionado la intensificacin con la expansin geogrfica de la relacin social capitalista, y que tal proceso se encuentra inmerso y es parte a la vez de nuevas dinmicas de la acumulacin que trascienden (y hacen estallar) la frontera nacional para adquirir dimensiones regionales y transnacionales.

    La conjuncin entre la lgica capitalista y la lgica territorial trans-curre a travs de una doble va, interrelacionada, y en diferente escala, en la que se encuentran las dinmicas externas con las dinmicas internas de la acumulacin. No se trata simplemente de la imposicin de una exterioridad (aunque tambin lo es). En sentido estricto, es un mismo proceso complejo, contradictorio, conflictivo, desigual y diferenciado que da cuenta, por una parte, de nuevas formas de constitucin y de reproduccin de la relacin social capitalista, de una especie de racionalizacin forzada, arbitraria, del

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    modo de produccin. Por la otra, de la renovada estructuracin del proyecto hegemnico, de la (re)conformacin especfica del poder clase.

    La imposicin de una nueva lgica territorial de la acumulacin ha trado consigo el surgimiento y el despliegue, no concluido, de una nueva espacialidad capitalista. Tal espacialidad se fundamenta, por una parte, en la extensin de la relacin social capitalista a territorios anteriormente no sometidos en forma directa o abierta a las dinmicas de la acumulacin; por la otra, en la redefinicin del papel de territorios ya vinculados a ellas. Ambos procesos se encuentran interrelacionados contradictoriamente, y articulados, en forma desigual y diferenciada, a los circuitos transnacionales de la acumu-lacin capitalista. La produccin de nuevas dinmicas regionales, no slo ha transformado el proceso de acumulacin en su conjunto, sino la forma como ste se inserta en el proceso general de transnacionalizacin y desnacionaliza-cin. En Colombia se est asistiendo a una transformacin profunda del paisaje social regional, en diferentes escalas, incluyendo los paisajes urbanos.

    Dado que la tendencia de la acumulacin se encuentra vinculada con el abandono del proyecto poltico econmico de la industrializacin diri-gida por el Estado y que la propia dinmica de este proyecto entr en crisis y no pudo responder a las demandas por nuevas formas de acumulacin, la produccin de una nueva espacialidad se encuentra asociada con la reorga-nizacin geogrfica de los circuitos de la acumulacin. En efecto, mientras que en la fase capitalista anterior el eje de la reproduccin se encontraba en la regin andina, en el tringulo Bogot, Cali y Medelln, con salidas a los mercados internacionales por Barranquilla y Buenaventura, en la fase actual se observa un desplazamiento hacia nuevos lugares del territorio nacional, hacia la Amazonia, la Orinoquia, el Pacfico y el Atlntico, as como un ensanchamiento de la regin andina a esa nueva dinmica de la acumulacin. Esa transformacin del paisaje ha producido (y contina) produciendo una nueva economa1, que ha socavado y prcticamente liquidado el viejo aparato productivo y de prestacin de servicios, para provocar la emergencia de algo distinto que ya no se fundamenta en la produccin nacional y mucho menos

    1 La expresin nueva economa no se usa en consideracin a que se estuviese asistiendo a un tipo de organizacin de la produccin-reproduccin basada en el cambio cientfico-tcnico. Simplemente, lo que se busca es registrar una ruptura frente al tipo de economa de la fase capitalista anterior.

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    en la organizacin nacional estatal de la actividad econmica. Se ha tratado de la muerte del proyecto poltico-econmico del capitalismo productivo y del mercado interno.

    Las bases de esa nueva economa descansan sobre la insercin plena y sin condiciones en las dinmicas transnacionales actuales de la acumulacin capitalista. Esas dinmicas vienen produciendo, entre otros, una demanda creciente por energa y por materias primas de origen natural, presiones para el acceso a fuentes de agua y recursos de biodiversidad, exigencias para la gene-racin de oxgeno, nuevos requerimientos a la disposicin de la produccin agrcola dado el cambio climtico, y nuevas articulaciones con las empresas transnacionales criminales. Asimismo, exigen una organizacin distinta de los procesos de produccin (industriales) y de prestacin de servicios. As como una creciente disposicin hacia la lgica especulativa que impone el capitalismo financiarizado.

    En consideracin a lo anterior, lo que se ha venido observando durante las ltimas dcadas es un alistamiento del territorio, organizado, en gran medida, en funcin de esas dinmicas transnacionales, que vienen produciendo un reordenamiento territorial a escala planetaria, imponiendo una nueva divisin internacional capitalista del trabajo, con fundamento en los dispositivos de poder y de dominacin activados por lo que bien ha sido caracterizado por Samir Amn como el imperialismo colectivo.

    Para tal alistamiento se ha conjugado en el caso colombiano, el diseo de las polticas de neoliberalizacin, con la preparacin del marco jurdico-institucional correspondiente, y el ejercicio de la violencia. Nueva economa, alistamiento del territorio y acumulacin violenta han ido de la mano.

    Todo indica que la nueva economa, la que est emergiendo de las dinmicas territoriales de la acumulacin, posee en lo esencial los rasgos de una economa de enclave, es decir, de una economa cuya disposicin res-ponde ms a la nueva organizacin del capitalismo transnacional que a su articulacin de acuerdo con una lgica de reproduccin nacional.

    Mltiples son los pilares de esa nueva economa en el caso colom-biano: a) Energa (hidrocarburos, hidroenerga, agrocombustibles); b) recursos

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    minerales; c) fuentes de agua, recursos de biodiversidad y vuelo forestal; d) agronegocios; e) produccin de cocana; f ) plataformas para la exportacin de bienes y servicios; g) economas de aglomeracin en centros urbanos de alta densidad2. Esa nueva economa despliega sobre el colchn de la sobre-explotacin y la precarizacin de las condiciones de vida y de trabajo de la poblacin, el deterioro de la economa campesina y del trabajo rural, y la expropiacin de bienes comunes al conjunto de la sociedad. Todo ello, inmerso en la tendencia financiarizadora de la acumulacin capitalista.

    La constitucin especfica de los pilares de la nueva economa se ha venido llevando a cabo a partir de mltiples dinmicas de la acumulacin. Si tales dinmicas se examinasen por separado, pareciera ser que responden a un principio de desenvolvimiento autnomo y conducen a una nueva orga-nizacin social local de la reproduccin capitalista. Aunque esa perspectiva resulta til para comprender algunos de los rasgos de la historicidad reciente de la acumulacin capitalista, es insuficiente para una comprensin ms compleja del proceso que se encuentra en curso. En realidad las dinmicas regionales son las piezas del nuevo rompecabezas del proceso de acumulacin transnacional que se viene llevando a cabo durante las ltimas dcadas en nuestro pas. Es cierto, eso s, que al tratar de dilucidar el lugar de esas piezas dentro de la tendencia general de la acumulacin, resulta ms fcil develar su articulacin con procesos especficos de alcance transnacional, que la interrelacin entre ellas mismas.

    En el corazn de la acumulacin regional se ha encontrado la lucha por la tierra. Su fundamento ha sido una redefinicin sustancial de las relacio-nes de propiedad en el campo basada en la expropiacin (y el desplazamiento forzado) de millones de campesinos, de comunidades negras y de pueblos y comunidades indgenas3. Tal expropiacin ha desnudado cuando menos la candidez de posturas intelectuales y polticas que de tiempo atrs, aduciendo

    2 En el caso de las fuentes de agua, los recursos de diversidad y el vuelo forestal, an estn por desatarse con toda fuerza las dinmicas de acumulacin. En el caso de los otros pilares, pese a sus trayectorias histricas distintas, es evidente que ya se han erigido como tales y que se encuentran en procesos expansivos.

    3 De esa forma se ha incrementado dramticamente el ejrcito industrial de reserva en las ciudades receptoras de los continuos flujos de desplazamiento forzado, generando una presin adicional sobre las ya precarias condiciones del mercado de trabajo.

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    mayores niveles alcanzados del desarrollo capitalista, desdecan de la cuestin agraria y de la existencia de movimientos asociados con ella. Evidentemente las dinmicas de la acumulacin transnacional, al tiempo que han redefinido la cuestin agraria, han puesto la tierra y en el territorio en un lugar central. En los territorios en disputa y objeto de expropiacin se encuentran justamente las fuentes de la nueva economa que se est constituyendo. Ello explica en gran medida el papel del paramilitarismo en la historia reciente colombiana y, en general, la tendencia del conflicto social y armado.

    La nueva geograf a del capital, la que ha emergido de la mano de las nuevas dinmicas regionales de la acumulacin, ha demandado la ocupacin de nuevos territorios, as como la desocupacin o la reocupacin de otros. La conformacin de esa geograf a, la necesidad de transformar radicalmente el paisaje social a fin de dar respuesta a la dinmica expansiva del capital, de dar cuenta de su lgica territorial, explica, en buena medida, el ncleo duro de la fase actual de la violencia capitalista. Desde all, se explican tambin la imbricacin del ejrcito estatal con grupos narcotraficantes y fuerzas parami-litares, de stas con empresas transnacionales, la intervencin imperialista a travs del Plan Colombia y la instalacin de bases militares estadounidenses en el territorio nacional; asimismo, algunos desarrollos legislativos, para darle un cauce institucional al proceso. El ciclo de violencia de los ltimos treinta aos, adems de producir una mayor concentracin de la propiedad sobre la tierra, ha provocado ms de cuatro millones de desplazados forzosamente y decenas de miles de vctimas. En general, ha se tratado, sin duda, de genuinos procesos de acumulacin por despojo.

    An faltan elementos para una reconstruccin de la verdad histrica sobre las dinmicas regionales de la acumulacin y el ejercicio de la violencia que las ha acompaado. No obstante, la evidencia existente permite afirmar que sta se fundament en acuerdos polticos y alianzas entre el Estado, el paraestado, el capital transnacional, y el paraguas de la ayuda estadounidense. Tales acuerdos y alianzas se llevaron a cabo a travs de diversos mecanismos, con sus especificidades propias, de acuerdo con las particularidades econ-micas, polticas, sociales y culturales de las respectivas regiones.

    En la produccin y activacin de una maquinaria del terror, de la muerte y del exterminio f sico y moral, es decir, en el disciplinamiento y el

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    control social basado en la violencia, se encuentra una de las claves del cambio en el balance de poder clase y de la tendencia de la acumulacin capitalista en Colombia.

    El alistamiento y la nueva disposicin del territorio han demandado igualmente una nueva geograf a de la infraestructura. La reduccin del tiempo de circulacin, es decir, la tendencia a la anulacin del espacio por el tiempo, se ha convertido en la actualidad en una de las claves de las nuevas posibilidades de la valorizacin capitalista. La infraestructura producida histricamente por el capitalismo colombiano estuvo concebida, en lo fundamental, en funcin de una organizacin del proceso de produccin-reproduccin basada en el mercado interno, aunque con salidas a los mercados internacionales. Tal dis-posicin cumpli una funcin histrica; pero se agot. Uno de los principales lmites de la actual valorizacin capitalista se ha encontrado precisamente en la insuficiencia de la infraestructura existente.

    La dinmica actual de la acumulacin que, como se ha visto, articula la escala regional con el nivel transnacional, demanda corredores infraestruc-turales que garanticen circulacin de las mercancas y, sobre todo, que aceleren la velocidad de rotacin del capital. Pese a que hay un retraso evidente en el desarrollo de tal infraestructura y ello genera malestar en algunas facciones capitalistas, lo cierto es que en materia de infraestructura se encuentra en curso una transformacin sin precedentes. Ese sector se ha convertido en uno de los espacios de salida a la sobreacumulacin de capital.

    Si se juzga por los planes gubernamentales y los diseos preparados por diferentes instituciones, en ellos se aprecia un despliegue infraestructural encaminado a darle salida a la produccin al exterior, ms que a la bsqueda del mejoramiento de la comunicacin interna. Las nuevas carreteras, los ejes multimodales, las lneas de ferrocarril, los oleoductos, los gasoductos, los puertos (secos, fluviales y martimos), los nuevos aeropuertos, estn conce-bidos en gran medida en ese sentido. La expansin y modernizacin de la infraestructura se ha convertido en otro de los escenarios de los procesos de privatizacin, dado que la modalidad contractual predominante para la financiacin de los proyectos son los contratos de concesin.

    Por otra parte, es importante resaltar que algunos de los megapro-yectos infraestructurales se encuentran incorporados dentro de una estrategia

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    ms compleja, de alcance suramericano, con la que el capital transnacional busca un mejoramiento de las comunicaciones entre los mercados de la regin y la conexin del Atlntico con el Pacfico. Desde esa perspectiva, la estrate-gia de desarrollo infraestructural de la actual fase capitalista en nuestro pas tambin debe ser comprendida como parte de la Iniciativa para la Integracin de la Infraestructura Suramericana, IIRSA.

    Durante los ltimos lustros se ha asistido igualmente al ensancha-miento de la infraestructura energtica, con miras a evitar situaciones como la presentada al inicio de la dcada de 1990, que condujo a la racionalizacin de energa y afect en forma sensible las condiciones de la reproduccin capitalista. De acuerdo con los proyectos de inversin en curso, el capital tambin se ha dispuesto para cubrir la creciente demanda de energa. La actividad energtica se encuentra conectada con los circuitos regionales (lati-noamericanos) de transmisin de energa. Estos circuitos, como la generacin misma de energa, tienden a ser controlados por empresas transnacionales con presencia en la regin. El pas tambin se ha erigido como un exportador de energa generada.

    Las demandas por la modernizacin de la infraestructura tambin se han extendido al sector de las telecomunicaciones. En este caso, las transfor-maciones ocurridas durante las ltimas dcadas en pas son igualmente signi-ficativas. Del monopolio estatal se transit a un negocio mayoritariamente en poder del capital transnacional. En el mismo sentido deben interpretarse, los impactos que las dinmicas regionales de acumulacin han generado sobre el negocio financiero. Las demandas por una creciente financiarizacin en el nivel regional son evidentes.

    En suma, como se ha visto, la tendencia de la acumulacin capita-lista ha tenido en los escenarios regionales unas expresiones inusitadas. Ello se explica en buena medida porque es en una nueva geograf a en donde se encuentran las fuentes de la acumulacin transnacional y las nuevas posibili-dades de la valorizacin capitalista. Esa nueva geograf a, unida a los desarro-llos infraestructurales y de abastecimiento de energa, al ensanchamiento de las telecomunicaciones y el negocio financiero han producido una profunda transformacin del espacio social. Se trata de procesos en pleno proceso de desenvolvimiento, no concluidos.

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    En este punto es conveniente sealar que la produccin de una nueva espacialidad no se ha circunscrito a los espacios rurales. Tambin las ciudades vienen siendo sometidas a una nueva hechura. Para eso se conci-bieron justamente los planes de ordenamiento territorial. Las redefiniciones del espacio urbano vienen operando con la lgica que aqu se ha expuesto. Un buen nmero de nuestras ciudades ha estado o est actualmente en obra negra. El capital ha desplegado y contina desplegando su potencial de inversin. Los espacios urbanos tambin contribuyen a resolver problemas de sobreacumulacin.

    En igual sentido deben considerarse las zonas especiales de comercio exterior, especialmente las zonas francas. Ellas son una expresin radical de cmo el capital viene reorganizando el espacio rural y urbano. En este caso, resulta novedosa la imposicin de un concepto de espacios deslocalizados, pero crecientemente transnacionalizados.

    Despus de la normalizacin impuesta por la violencia capitalista a las dinmicas de la acumulacin regional, est por verse cmo se configura-rn y desatarn los nuevos conflictos sociales y de clase. En muchos de esos territorios que hoy conforman la nueva espacialidad del capital apenas se est en el alba de las nuevas conflictividades.

    Las dinmicas aqu expuestas me llevan a aseverar que resulta insuficiente la caracterizacin de la tendencia de la acumulacin capitalista en trminos de un proceso de reprimarizacin de la economa. Aunque a primera vista pareciera ser as, dado precisamente al carcter histrico de la acumulacin, no hay retorno a formas de la organizacin capitalista de la produccin y del trabajo existentes en otra poca. A lo que hoy se asiste es al surgimiento y consolidacin de una nueva divisin capitalista del trabajo, basada en una tambin nueva organizacin trasnacional del proceso capi-talista de produccin-reproduccin. Tal organizacin le imprime su propia especificidad a la dinmica de la acumulacin de capital.

    Las configuraciones que asume la formacin socioeconmica no pueden ser explicadas de manera exclusiva considerando la lgica capitalista que se ha expuesto hasta aqu. Al mismo tiempo, resulta imperativo tener en cuenta la tendencia de las luchas sociales y populares, la manera como

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    las clases subalternas se organizan y, a travs de diversas formas, resisten y confrontan el proyecto del capital, y propugnan por la construccin de alternativas. La acumulacin capitalista, para ser comprendida, tiene que ser estudiada al fragor de la lucha de clases.

    El libro Nordeste antiqueo. Un territorio en disputa es precisamente una breve historia de la sangrienta acumulacin de capital a escala regional y, de manera simultnea, el testimonio fundamentado de la resistencia y el poder popular, ilustrados especialmente a travs del movimiento campesino. El libro permite entender a partir de un caso especfico cmo se constituyen y consolidan proyectos de dominacin de clase a escala regional y, en oposi-cin a ello, cmo se organiza y despliega el proyecto de las clases subalternas. En este ltimo aspecto, se trata de una investigacin que aborda en forma sistemtica la experiencia de construccin de una territorialidad campesina en el nordeste antioqueo para oponerla a la territorialidad capitalista. Esa territorialidad campesina se ha enmarcado dentro de aquellas construidas en la regin del Magdalena Medio y, a su vez, dentro de las que se dan en el Valle del ro Cimitarra. Se trata tambin del encuentro de experiencias propias y compartidas al mismo tiempo. Me refiero a las experiencias de la Asociacin Campesina del Valle del ro Cimitarra, ACVC y de la Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHU-COPANA, en sus luchas por la zona de reserva campesina.

    Para los estudiosos de proyectos alternativos y de la constitucin del

    poder de clase, la experiencia examinada en este libro es muy ilustrativa. Aqu se da cuenta, a escala local, de la posibilidad real de procesos de construccin de poder popular, de lo que representa el despliegue de la potencia del poder de resistencia y de transformacin inmerso en las clases subalternas, en este caso, en el movimiento campesino.

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  • Presentacin

    La Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHUCOPANA, es una organizacin campesina surgida en el ao 2004, orientada a la defensa y promocin de los derechos humanos, cuyo origen se relaciona directamente con los niveles de afectacin al campesinado a partir de la dinmica regional del conflicto y del modelo de desarrollo impuesto en el campo colombiano.

    La lectura sobre los derechos humanos elaborada por la Corporacin a lo largo de estos aos, implica el entendimiento de stos como una construc-cin histrica, determinada en gran medida por los avances del movimiento social en su exigibilidad, de all que tengamos como apuesta organizativa el reconocimiento y respeto de los derechos humanos del campesinado, tanto aquellos establecidos en los instrumentos internacionales de derechos huma-nos, como aquellos innominados.

    Dentro de los derechos que son propios de las comunidades campe-sinas, se encuentran el derecho a la tierra y al territorio, tanto por su garanta para ejercitar otros derechos (como la vivienda, la alimentacin, el mnimo vital, etc.) como por su esencialidad para la reproduccin ampliada de la vida y el desarrollo de aspectos como la economa, la sociedad y la cultura propia de los campesinos. Estos aspectos en un espacio histrico-social determinado por la vida campesina, configuran lo que podra llamarse un territorio campe-sino, que por estar construido en una lgica diferente a la de la acumulacin de capitales (determinante del territorio del capital) nos lleva a sealar al territorio como un derecho de los campesinos y campesinas.

    El accionar de estos aos nos ha permitido diversificar nuestros campos de accin hacia procesos de sensibilizacin de la comunidad nacio-

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    nal e internacional, formacin a dirigentes campesinos, interlocucin con autoridades y la adopcin de rutas de justiciabilidad de derechos. Ms recien-temente, hemos visto la necesidad de generar espacios de investigacin que se traduzcan en herramientas tiles para el quehacer de la Corporacin, as como para el campesinado y el movimiento social nacional.

    En lnea con lo anterior, CAHUCOPANA, presenta la publicacin Nordeste Antioqueo: Territorio en disputa. Entre la acumulacin del capital y la alternativa campesina del investigador Freddy Ordez, libro en el que se recogen algunas de las ms recientes reflexiones abordadas en nuestra accio-nar cotidiano en defensa de los derechos de las campesinas y campesinos del Nordeste Antioqueo, y en el cual se intenta evidenciar la construccin de nuestro territorio a partir de la dinmica de circulacin del capital y el uso de la violencia contra los sectores populares en el marco de esta, pero tambin las apuesta organizativas del campesinado orientadas a la generacin de una territorialidad alternativa a la impuesta.

    Finalmente queremos agradecer a la agencia de cooperacin Mise-reor por aportar los recursos necesarios para el desarrollo de esta investigacin y del proyecto en el cual se enmarc, de igual forma agradecemos el apoyo brindado por el Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos, especialmente por su director, Jairo Estrada lvarez, para la materializacin de esta publicacin.

    CAHUCOPANA

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  • 1Introduccin

    La construccin y configuracin del espacio y el territorio hacen referen-cia a elementos no solo f sicos, diversos factores sociales, econmicos, polticos, culturales, etc., participan en la estructuracin de lo territo-rial. En el caso de los factores econmicos, la geograf a crtica ha afirmado que el capital circula en el espacio y en el tiempo, creando su propia geograf a histrica, produciendo y reconfigurando las relaciones espaciales capitalis-tas; siendo el capital y los centros de poder, creadores y transformadores de espacios y determinadores de territorios, de acuerdo a sus propios intereses y lgicas (Segrelles, 1999). Es tal la magnitud del capital en la transformacin geogrfica, que la bsqueda de su acumulacin mxima, es el motivo central en el relato de la transformacin histrica y geogrfica del mundo occidental en tiempos recientes, y parece destinado a engullir a todo el mundo en el siglo XXI (Harvey, 2007, 137).

    Ejemplo de lo anterior es el hecho de que en la actual fase del capita-lismo, se adopta desde la banca multilateral, especficamente desde el Banco Mundial, el concepto de Nueva Geograf a Econmica, para designar, de esta manera, lo espacial y sus transformaciones en esta fase del desarrollo y cre-

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    cimiento econmico, que estara construido a partir de las aglomeraciones urbanas, la movilidad de los factores de produccin y la integracin econ-mica; reflejos de las dimensiones de densidad, distancia y divisin, bases de la propuesta que sostiene el crecimiento econmico por aglomeracin y la equidad social por convergencia.

    Como una consecuencia de las intervenciones en lo espacial del capital, se tiene tambin que las definiciones de territorios, hechas por y para el capital y su acumulacin, son contrarias con las propuestas emanadas de quienes habitan los espacios y tienen sus propias configuraciones territoriales, como son los campesinos, afrodescendientes e indgenas1, lo que en ltimas se puede asumir como apuestas diferenciadas de clases contradictoras.

    Las lgicas capitalistas de definicin territorial incluyen la repro-duccin y expansin del capital, por medio de la acumulacin originaria, en su modalidad de acumulacin por desposesin, realizada en mltiples ocasiones por medio de la violencia y de la guerra, como ocurre en el caso colombiano.

    En el pas, la fijacin de los asentamientos urbanos y su posterior constitucin en entes administrativos territoriales, ha estado marcada por los flujos de capital y los intereses particulares de las lites y la clase dominante, quienes estructuran su propuesta de territorio. Municipios enteros se han levantado a partir de la explotacin petrolera, la produccin agroexportadora, el comercio internacional, las llamadas economas ilcitas y la extraccin de metales preciosos. Estas modalidades han permitido aumentar las tasas de beneficios de los sectores privados regionales y nacionales, las empresas transnacionales, las lites polticas regionales (gamonales) y del narcoparami-litarismo, en detrimento de sectores populares como el campesinado, quienes, por el contrario, han visto amenazados y vulnerados sus derechos a partir de este afn de lucro privado y de construccin territorial capitalista.

    1 Particularmente se hace referencia a aquellas sociedades cuya estructura interna y organizacin corresponde con las precapitalistas.

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    Segn lo anterior, este texto intenta evidenciar la importancia de los flujos y las lgicas del capital en la construccin territorial del Nordeste Antioqueo, especficamente de los municipios de Remedios y Segovia2; as como las alternativas a este modelo, enfatizando en la Zona de Reserva Campesina del Valle del ro Cimitarra, que los campesinos y campesinas han estructurado a travs de sus diversas apuestas organizativas, una de ellas es la Corporacin Accin Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueo, CAHUCOPANA3.

    Para lograr este objetivo, en primer lugar, se presenta el marco te-rico que gua la investigacin, realizando un acercamiento a la propuesta del espacio como producto social y, por ende, como resultado de las relaciones de produccin, los intereses de clase y las lgicas del capital. Seguidamente, se aborda el concepto de territorio como relacin de poder, resaltando la multidimensionalidad del mismo, los conflictos que ste presenta, la nocin de territorio campesino y la importancia de la tierra para su desarrollo. En un tercer momento, se presentan las configuraciones espaciales y construcciones territoriales del capital en el Nordeste Antioqueo y las valoraciones que adquiere dicha regin dentro de las lgicas capitalistas de acumulacin. Pos-teriormente, se presentan las apuestas territoriales campesinas, enfatizando en la Zona de Reserva Campesina del Valle del ro Cimitarra, que recoge las principales propuestas contradictoras del modelo territorial del capital. Finalmente se plantean algunas conclusiones.

    2 Municipios que conforman la llamada zona minera (segn Planeacin Departamental) o Bajo Nordeste (segn CAHUCOPANA) de la subregin Nordeste del departamento de Antioquia.

    3 En adelante CAHUCOPANA o la Corporacin.

    iNtroducciN

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  • 2Conceptos y elementos previos

    Espacio y capital

    La geograf a crtica presenta, como una de sus conceptualizaciones fundamentales, el espacio como un producto social (Segrelles, 1999). Al hablar de espacio, lo hacemos a partir de David Harvey, entendiendo que la categora se lee como espacio-tiempo; o como un espacio histrico-social, segn Joan-Eugeni Snchez, es decir, se toma como el medio natural transformado por los hombres en el curso de la historia (Snchez, 1979).

    Al hablar del espacio, en trminos de un espacio histrico-social, se debe entender que los procesos (sociales, econmicos, polticos, etc.) no se dan en un marco espacial esttico4, sino que, este mismo medio, debe ser considerado tambin como un proceso, que varia (relativo y relacional), un

    4 En palabras de Snchez, un medio natural (Snchez, 1979).

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    campo de ordenamiento espacial activamente producido, que cambia, a veces, de manera rpida y, a veces, muy lenta a lo largo del tiempo. El espacio debe considerarse dinmico y en movimiento (Harvey, 2007).

    En lnea con lo anterior, Jos Antonio Segrelles (2000), sostiene que el espacio es dinmico y est sujeto a un constante movimiento, expre-sndose en l las relaciones socioeconmicas, lo que no lo convierte en un simple soporte f sico, sino en un producto social y econmico, que expresa y transmite significados econmicos y sociales. En ese orden de ideas, las definiciones sobre el espacio no obedecen a la casualidad o al determinismo f sico, sino que, en las relaciones que estructuran el espacio, estn presentes las relaciones socioeconmicas y la dinmica capitalista; existiendo una deci-siva influencia, cuando no determinacin, de la circulacin del capital y los centros de poder poltico-econmicos, que crean y transforman el espacio, a la vez que estructuran territorios en funcin de dichos capitales y de los intereses de los centros de poder.

    Dos ejemplos representan las ms recientes propuestas de organi-zacin capitalista del espacio. El primero, las tendencias actuales de la acu-mulacin en Colombia, que segn Estrada (2010), dejaron de centrarse en la industrializacin y en la regin andina, particularmente en Bogot, Medelln y Cali, con salida hacia el exterior por los puertos del pacfico (Buenaventura) y el Caribe (Barranquilla), para desplazarse hacia la Amazonia, la Orinoquia, el Pacfico y el Atlntico, lo que produce una nueva economa que rompe con la fase capitalista anterior5. Esta nueva economa tiene sus bases en la inser-cin plena y sin condiciones de las dinmicas transnacionales actuales de la acumulacin capitalista, que demandan energa, materias primas de origen natural, acceso a fuentes de agua y recursos de biodiversidad, bosques para el mercado de carbono, produccin agrcola y nuevas articulaciones con las empresas transnacionales criminales.

    El segundo ejemplo, es la organizacin capitalista del espacio que presenta el Banco Mundial (2008), mediante la llamada Nueva Geograf a

    5 Fundamentado en la produccin industrial nacional y en la satisfaccin prioritaria de mercados internos. Vase el prlogo de la presente edicin.

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    Econmica, identificando como clave para el desarrollo, la necesidad e inevita-bilidad de la interaccin entre lugares avanzados y atrasados, lo que se traduce en la perpetuacin de la disparidad espacial del desarrollo econmico del capitalismo6. Como se mencion anteriormente, tres son las dimensiones del desarrollo segn el citado informe, que adems, se relacionan integralmente con el acceso a mercados: densidad, distancia y divisin. En lo correspondiente a la densidad, esta es leda no solo como densidad poblacional, tambin como densidad de capitales, entendindose que una y otra van de la mano: a mayor concentracin poblacional, mayor produccin econmica se tiene. Siendo el desaf o conseguir una densidad adecuada, encausando las fuerzas del mer-cado con el fin de alentar la concentracin y promover la convergencia en los niveles de vida entre aldeas y ciudades y grandes urbes (Banco Mundial, 2008). Es fundamental en la dimensin de la densidad el tema de la urbanizacin, que sera la manifestacin, a nivel local, de la concentracin de la produccin econmica a medida que los pases se desarrollan.

    La segunda dimensin, la distancia, se presenta como la ms impor-tante en el plano nacional, y hace referencia a la necesidad de acercar las empresas y los trabajadores a los sitios de densidad, mediante la movilidad de la mano de obra y la reduccin de los costos de transporte con inversiones en infraestructura (Banco Mundial, 2008).

    Finalmente, el Banco Mundial plantea la divisin como un obstculo a superar, puesto que sta, especialmente cuando hay impermeabilidad de las fronteras, diferencias de monedas y reglamentos, se vuelve un impedimento de la integracin y de la circulacin espacial del capital.

    Diversas y fundamentadas crticas han salido a la Nueva Geograf a Econmica7 y al informe del Banco Mundial. Frente a ste ltimo, los cues-tionamientos se han dado por ser el soporte acadmico de la especializacin productiva y de las disparidades regionales, la jerarqua de lo urbano y del modelo centro-periferia del comercio internacional, adems de creer que los

    6 El principal mensaje del Informe es que el crecimiento econmico ser desequilibrado. Tratar de dispersar la actividad econmica en el territorio significa desalentarla (Banco Mundial 2008, xi).

    7 Las crticas de Martin y Sunley (1996), sealan que la NGE, no es nueva, ni es geograf a, y que contienen poco espacio y demasiada matemtica. (Rojas, 2009).

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    procesos de concentracin, responsables del crecimiento regional, pueden ser infinitos (Rojas, 2009). El Banco Mundial, de igual forma, deja por fuera del anlisis espacial del desarrollo las dimensiones social, poltica, cultural y ambiental (Montory, 2009); y presenta, segn Jos Mara Caballero (Montory, 2009), una escasa o nula consideracin de cuatro de las dimensiones claves para el desarrollo, anteriormente trabajadas por el mismo Banco: pobreza, desigualdad, medio ambiente y descentralizacin.

    Jos Rojas (2009, 337), de la Universidad de Los Andes, en Mrida, Venezuela, difiere de la marcada diferenciacin que el Banco Mundial hace sobre lo urbano y lo rural, ya que asocia, al primero con el progreso y al segundo con el atraso:

    el supuesto que subyace a los economistas del Banco mundial parece ser que el mundo global es dinmico, progresivo, moderno, urbano y conectado. en cambio, el mundo de los territorios de los pases en va de desarrollo es rural, tradicional, lugarizado, conservador y resistente a los cambios.

    Es imperativo agregar tres elementos ms, a los reparos hacia la NGE y el informe del Banco Mundial, en primer lugar, ste plantea el mundo de lo rural, como un espacio que para lograr su desarrollo, debe inequvocamente construirse en funcin de los requerimientos del rea urbana ms prxima y desarrollada, es decir, disminuir su densidad o facilitarla al centro urbano8 para aumentar la de ste; reducir la distancia con lo urbano y eliminar las barreras que impidan la integracin y la extraccin de recursos requeridos por la ciu-dad. Lo anterior, presenta al campo en un contingente atrasado de reservas, en el que las polticas pblicas deben ser focalizadas (a quienes por extrema razn no pueden migrar) y orientadas hacia la integracin con la urbe.

    En segundo lugar, la espacialidad capitalista que se propone, reco-noce claramente la prolongacin en el tiempo de las divergencias entre los ingresos concentrados en determinado espacio y los niveles de vida y salarios

    8 Principalmente, mediante la migracin hacia la ciudad con fines urbansticos o mediante la pro-duccin - extraccin de riqueza en reas rurales para el desarrollo de la ciudad.

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    coNceptos y elemeNtos previos

    de los pobladores, lo cual se acrecienta a medida que pasa el tiempo y se aumentan los niveles de ingreso, esto se presentara de manera mucho ms clara entre las zonas rurales y urbanas.

    Finalmente, en el documento se presenta la falta de heterogeneidad en la lectura que se hace del espacio geogrfico, lo que implica, entre otras cosas, que se dejen por fuera miradas territoriales. Aunque, los plantea-mientos del Informe que indican que la ubicacin geogrfica y lo espacial son preocupaciones exclusivas de los sectores capitalistas, permiten inferir la determinacin de un modelo de territorio, a partir de la lgica del capital: el territorio capitalista; con lo cual, mediante la pretendida proyeccin terri-torial de las polticas econmicas y sociales, deja por fuera de la interaccin del territorio a mltiples actores en mltiples escalas, fundamentndose solo en la maximizacin de la ganancia, en la acumulacin, que es

    el motor que mueve el crecimiento bajo el modo de produccin capitalista. el sistema capitalista es, por consiguiente, fuertemente dinmico y expansivo; forma una fuerza permanentemente revolu-cionaria que, de manera continua y constante, remodela el mundo en el que vivimos. (Harvey, 2007, 256).

    La dinmica capitalista y el cambio espacial concomitante estn en estrecha relacin con las caractersticas de la circulacin del capital, cuyos rasgos centrales, presentados por Harvey, son resumidos por Montaez (2009):

    (1) el capitalismo requiere circulacin y expansin continua del capi-tal; (2) la ganancia o el lucro, principal motivacin de los capitalistas, tiene su origen en la explotacin del trabajo vivo; (3) la circulacin del capital se realiza en una relacin de clase; (4) la produccin capitalista necesita de una intensa y cambiante dinmica tecnol-gica y organizacional; y (5) la circulacin de capital es propensa a frecuentes crisis.

    Del primer punto sealado por Montaez, Harvey indica que la expansin capitalista es, simultneamente, intensificacin (de los deseos, de las necesidades sociales, del total de la poblacin, etctera) y expansin geo-

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    grfica, siendo sta, clave para la superacin de la naturaleza contradictoria del capitalismo, que requiere nuevos espacios para la acumulacin: para que el capitalismo sobreviva, debe existir o hay que crear nuevo espacio para la acumulacin (Harvey, 2007, 275), lo anterior, est ligado a las formas de hacer frente a las frecuentes crisis del capital reseadas en el quinto aspecto, las cuales llevan a ajustes espacio-temporales, debido a los excedentes de mano de obra y excedentes de capital, que se pueden absorber mediante la

    reorientacin temporal hacia proyectos de inversin de capital a largo plazo o gasto social [o] reorientaciones espaciales, mediante apertura de nuevos mercados, nuevas capacidades de produccin y nuevas posibilidades de recursos y mano de obra en otro lugar; o bien [] una combinacin (Harvey, 2004) de las dos.

    En lo que respecta a la acumulacin de capitales, David Harvey

    (2004), citando a Rosa Luxemburgo, afirma que esta acumulacin, puede tener origen en los sitios de la produccin de la plusvala, proceso entre los capitalistas y los trabajadores asalariados, lo que implica que, en la acumu-lacin, el derecho de propiedad se convierte en apropiacin de propiedad ajena; el cambio de mercancas en explotacin; y la aparente igualdad entre capitalista y obrero, en dominio de clase.

    Por otra parte, seala Harvey (2004), siguiendo a Rosa Luxemburgo, la acumulacin se realiza entre el capital y las formas de acumulacin no capitalistas, proceso que se desarrolla a escala mundial, cuyos mtodos son: la poltica colonial, el sistema de emprstitos internacionales, la poltica de intereses privados y la guerra. Bsicamente, organizando las formas de activi-dad preexistentes, conforme a los mtodos capitalistas, con el fin de penetrar el capital en nuevas esferas de actividad. Es en este accionar mundial que aparecen la violencia, el engao, la opresin y el pillaje.

    Para Hctor Mondragn, este nivel mundial de acumulacin, es simplemente la repeticin a una escala global y gigante, [de] la llamada acu-mulacin originaria que fund el capitalismo9 (Mondragn, 2010, 34), la cual

    9 Sobre la acumulacin originaria vase: Marx, C. (1986). El Capital. Crtica de la economa poltica. Fondo de Cultura Econmica, Mxico. Captulos XXIII y XXIV.

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    elimin la compenetracin del trabajador independiente con sus medios de vida e instrumentos de trabajo, al expropiar la tierra a la gran masa del pueblo, al separar a los productores de los medios de produccin y convertir estos en capital, al destruir la propiedad basada en el trabajo, la cual se extendi y se extiende mediante la acumulacin colonial, usando toda clase de mtodos violentos (Mondragn, 2010). Lo anterior, ha sido estudiado por el ya citado gegrafo David Harvey (2004), quien seala que no se estara ante la supe-racin de la acumulacin primitiva u originaria, sino que la persistencia y continuidad de las depredadoras prcticas acumulativas obligaran a hablar de la vigencia y desarrollo de las mismas en lo que titula acumulacin por desposesin.

    Es as como, no solo se expanden las lgicas capitalistas, sino que, se intensifican mediante la reproduccin de la desposesin, ya no nicamente expropiando al trabajador de los medios de produccin, sino mediante la creacin de nuevos mecanismos de acumulacin por desposesin como son: la mercantilizacin de la naturaleza en todas sus formas; la empresarizacin y privatizacin de instituciones pblicas y de bienes pblicos; la cesin al dominio privado de derechos de propiedad comunales; la captacin y con-centracin de tierras; la expulsin de poblacin originaria indgena, tnica y campesina, entre otros mecanismos10 que se combinan con las instituciones de crdito y capital financiero, que cuentan con el respaldo estatal, tanto en su componente poltico como militar.

    Mondragn (2010), ha titulado como acumulacin mediante la gue-rra a estas formas de acumulacin de capitales bajo el modelo de la despose-sin y cuyas bases se encuentran fundamentadas en la guerra y la violencia.

    10 Sobre la Acumulacin por desposesin aclara Harvey: Creo que, desde el principio, uno de los objetivos de la nueva flexibilidad era encontrar nuevos campos para la acumulacin de capital. Uno de los mayores impedimentos para esta acumulacin era el hecho de que el capital no se poda introducir en la salud, en la educacin, en la vivienda pblica, as que parte del programa de flexibilizacin era convertir todo esto en una mercanca para que el capital privado pudiese gestionarla. [] con el neoliberalismo, el capital utiliza a los gobiernos para privatizar [] Como la privatizacin abre nuevas oportunidades para la acumulacin, los capitalistas pueden decir que tenemos una economa muy dinmica, pero el precio que hay que pagar por ello es que la gente pierde sus derechos comunales en todos los dominios que se privatizan. Por esa razn yo le llamo a esto acumulacin por desposesin (Harvey, 2004, Jul.).

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    Por su parte, Jairo Estrada (2010), sostiene que en el pas, las formas de acumulacin y la nueva espacialidad capitalista, a partir del proceso de neoliberalizacin, se han presentado, mediante el despliegue de una nueva geograf a regional de la acumulacin, tendiente a la explotacin de recursos naturales y energticos y, a la creacin de plataformas para la exportacin, basada principalmente en el ejercicio de la violencia y el exterminio, articulada con la tendencia de la acumulacin a escala transnacional. Esta tendencia, ha tenido, segn este autor, una orientacin hacia la reorganizacin geogrfica del proceso produccin-reproduccin, surgiendo y desplegndose una nueva espacialidad capitalista, que se encuentra fundamentada en la [intensifica-cin y] extensin de la relacin social capitalista a territorios anteriormente no sometidos en forma directa o abierta a las dinmicas de acumulacin [y] en la redefinicin del papel de territorios ya vinculados a ellas (Estrada, 2010).

    La acumulacin y sobreacumulacin de capitales, como se ha indi-cado, implica el despojar y dejar a una gran cantidad de poblacin disponible como fuerza de trabajo a un precio muy bajo o casi nulo, a la vez que, organiza y reorganiza el espacio11 y configura y reconfigura territorios.

    Lecturas sobre la tierra y el territorio

    El espacio geogrfico comprende un todo multidimensional, al refe-rirse no solo a determinadas condiciones f sicas, sino tambin a relaciones sociales; como se relacion anteriormente, lo que identifica su articulacin y transformacin desde lecturas particulares y desde escenarios de poder, que remiten al concepto de territorio.

    David Harvey (2007, 349) expone cmo, algunos capitalistas, por medio de sus decisiones de localizacin determinadas, modelan la geograf a de la produccin, dndole configuraciones espaciales especficas, estructu-rando coherentemente la produccin y el consumo dentro de un espacio dado, definiendo as, como territorio:

    11 Una de las propuestas ms recientes encaminadas a esta organizacin espacial funcional al capital es la Nueva Geograf a Econmica, planteamiento contenido en el Informe sobre el desarrollo mundial 2009 del Banco Mundial y al cual, anteriormente, se hizo referencia.

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    coNceptos y elemeNtos previos

    el espacio en el que el capital puede circular sin que el coste y el tiempo de movimiento excedan los lmites del beneficio impuestos por el tiempo de rotacin socialmente necesario. una definicin alterna-tiva sera la del espacio en el que prevalece un mercado de trabajo relativamente coherente (el espacio en el que la fuerza de trabajo puede sustituirse a diario con un rango de desplazamiento definido por el coste y el tiempo del movimiento diario de los trabajadores es un principio de desagregacin espacial muy importante bajo el capitalismo). la coherencia territorial se hace an ms marcada cuando est formalmente representada por el estado. las polticas que regulan el proceso de trabajo, la organizacin del trabajo, el nivel de vida de los trabajadores (polticas de seguridad social y similares), la regulacin y la remuneracin adecuadas del capital, etctera, son aplicables a todo el territorio. la coherencia se refuerza informalmente, aunque con fuerza similar, mediante la persistencia o la creacin de culturas y conciencias nacionales, regionales o locales (incluidas las tradiciones de lucha de clases) que dan un significado fsico ms profundo a las perspectivas territoriales.

    Harvey nos presenta como elemento central del territorio, un proceso productivo que permite la circulacin de capital en un espacio con configu-raciones especficas, de tal modo que, la movilidad de la fuerza de trabajo no represente lmites a la ganancia. El Estado brinda coherencia a ese proceso productivo mediante la regulacin y organizacin del trabajo, al igual que lo hacen las configuraciones sociales y culturales. Harvey plantea un territorio basado en la dominacin de clases y en las relaciones sociales de produccin propias del capitalismo.

    El investigador Bernardo Manano, define el territorio como:

    el espacio apropiado por una determinada relacin social que lo produce y mantiene a partir de una forma de poder. ese poder [] es concebido por la receptividad. el territorio es, al mismo tiempo, una convencin y una confrontacin. precisamente porque el territorio posee lmites, posee fronteras, es un espacio de conflictualidades (manano, s.f.(a), 3).

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    Por su parte, Fabio Lozano Velsquez (2009, 24), aludiendo a su origen latino y a su uso histrico poltico-militar, presenta el territorio como la interaccin de poder ubicada geoestratgicamente, es decir, espacial y temporalmente.

    A partir de lo expuesto por Manano (2009) y Lozano (2009), se puede sealar que el conflicto y la convencin contenidas en el territorio, reflejan un ejercicio de dominio, un ejercicio de poder y un decisivo fun-damento poltico del trmino (v. gr. lo que en la exposicin de Harvey es el territorio capitalista basado en la dominacin de clase). Si bien, es cierto que la relacin sujeto-espacio f sico, est dentro de su ncleo esencial, su centro est en las relaciones entre sujetos, presentndose intersubjetividad y confrontacin, donde el territorio se construye con y de frente a otros y otras12. Pero, tambin, donde unos dominan y definen, otros son dominados y aceptan definiciones o resisten y buscan transformar el orden territorial e invertir la relacin de dominacin, que se presenta, no solo en la dimensin poltica, sino tambin, en la social, la ambiental, la cultural y la econmica, dando cuenta de un escenario multidimensional. En palabras de Lozano:

    la delimitacin de un territorio, ms que el trazado sobre un espa-cio, implica la sealizacin de fronteras frente a otros. se trata de poner lmites a la accin de otros y, en la prctica histrica, de regir el comportamiento, la posibilidad y la forma de la vida de otros, sus semnticas y su comprensin de la existencia. el dominio terri-torial es ante todo un dominio sobre poblaciones ms que sobre tierras o terrenos an cuando implique a estos ltimos. (lozano, 2009, 28).

    La multidimensionalidad se encuentra presente en el territorio, no se habla solo de un espacio geogrfico o f sico y una nica lectura sobre este espacio, por el contrario, su conformacin implica espacios inmateriales (sociales, polticos, culturales) y diferentes lecturas a partir de las relaciones

    12 Algunos autores manejan el territorio como una construccin colectiva que le da significado a un espacio f sico, desconociendo o restando importancia del elemento conflictual en la creacin y mantenimiento territorial, as como a los antagonismos que se presentan por la definicin del territorio. Vase Osorio, F.E. (2009), Rojas Lpez, J.J. (2009) y Coronado, S. (2009).

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    coNceptos y elemeNtos previos

    sociales y de diversos intereses. Es por esto que, se afirma que existen mltiples territorialidades dentro de un mismo territorio, no solo se puede hacer una lectura de territorialidad a partir del espacio de gobernanza y administracin, sino que, se pueden presentar varios tipos de territorios, que estn en cons-tante conflicto. Considerar al territorio como uno es ignorar la conflictividad (Manano, 2009, 43).

    Basado en lo anterior, se puede afirmar que el capital define la configuracin de los espacios y construye y mantiene territorios, as como reterritorializa y desterritorializa, de acuerdo a sus intereses. A manera de ilustracin, hoy en da las grandes multinacionales de la minera y del agronegocio estn reconfigurando nuestros territorios rurales y urbanos (Zibechi, 2009, 323), con el objetivo de poder implementar proyectos como el monocultivo extensivo de agrocombustibles y la minera a gran escala. En Colombia las lites y los centros de poder poltico-econmicos subordinan a las comunidades campesinas a los modelos de desarrollo transnacional, haciendo uso de la acumulacin primitiva y, fundamentalmente, de la acu-mulacin por desposesin.

    En contradiccin con este modelo territorial capitalista, el campe-sinado concibe otras significaciones de territorio, entendiendo que la lucha por la tierra [que adelanta] es la lucha por un determinado tipo de territorio: el territorio campesino (Manano, s.f.(b), 2). Va Campesina, movimiento internacional que agrupa al campesinado de diferentes partes del mundo, ha propuesto, en la Declaracin de los Derechos de las Campesinas y Campesinos, que se reconozca el derecho a la tierra y al territorio como derecho humano de los grupos poblacionales campesinos (Va Campesina, 2009)13, esto a

    13 Indica el artculo IV de la Declaracin: Derecho a la tierra y al territorio. 1. Las campesinas y campesinos tienen derecho a poseer tierras, colectiva o individualmente, para su vivienda y para sus cultivos; 2. Las campesinas y campesinos tienen derecho a trabajar su propia tierra y a obtener productos agrcolas, a criar ganado, a cazar, a recolectar y a pescar en sus territorios; 3. Las cam-pesinas y campesinos tienen derecho a trabajar y a disponer de las tierras no productivas de las que dependen para su subsistencia; 4. Las campesinas y campesinos tienen derecho a agua potable y a instalaciones sanitarias adecuadas; 5. Las campesinas y campesinos tienen el derecho al agua para el riego as como a una produccin agrcola dentro de sistemas de produccin sostenibles con-trolados por las comunidades locales; 6. Las campesinas y campesinos tienen derecho a gestionar los recursos hdricos de su regin; 7. Las campesinas y campesinos tienen derecho a la ayuda del

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    partir del entendimiento de la economa o agricultura campesina, como un tipo de economa que no opera bajo las lgicas del capital, cuya finalidad no es la reproduccin ampliada del capital, sino de la reproduccin ampliada de la vida14. En este orden de ideas, la tierra no es concebida como un simple factor de produccin, sino, como la que permite la vida, como la que define, incluso, la situacin particular de ser campesino: Una persona campesina es un hombre o mujer de la tierra que tiene una relacin directa y especial con la tierra y la naturaleza a travs de la produccin de alimentos y otros productos agrcolas (Va Campesina, 2009); adems, la agricultura campesina no busca la maximizacin de la ganancia y la acumulacin de capitales.

    La apropiacin del espacio hecha por los campesinos, lo produce y lo mantiene a partir de sus relaciones sociales y de una lectura de poder diferente a la del capital. De la intrnseca relacin campesino-tierra-territorio, se deriva la necesidad de la categorizacin de la tierra y del territorio como derechos humanos de las campesinas y campesinos.

    En el pas, las organizaciones agrarias principalmente las campesi-nas propusieron en el Mandato Agrario, programa poltico del sector rural, la necesidad de garanta estatal del derecho a la tierra y al territorio:

    Estado, en forma de instalaciones, tecnologa y fondos, para gestionar sus recursos hdricos; 8. Las campesinas y campesinos tienen derecho a gestionar, conservar y beneficiarse de los bosques; 9. Las campesinas y campesinos tienen derecho a rechazar cualquier forma de adquisicin y conversin de tierras con fines econmicos; 10. Las campesinas y campesinos tiene el derecho a una tenencia de tierras segura y a no ser desalojados por la fuerza de sus tierras y territorios; 11. No se deben de permitir los latifundios. La tierra debe cumplir con su funcin social. Se deben aplicar lmites de propiedad en la tenencia de la tierra cuando stos sean necesarios con el fin de asegurar un acceso equitativo a las tierras; 12. Las campesinas y campesinos tienen derecho a tierras agrcolas regables para asegurar la soberana alimentaria para una poblacin creciente; 13. Las campesinas y campesinos tienen el derecho de mantener y fortalecer sus diferentes instituciones polticas, legales, econmicas, sociales y culturales, al tiempo que conserven el derecho a participar plenamente, si as lo deciden, dentro de las esferas y la vida poltica, econmica, social y cultural del Estado.

    14 La economa campesina se enmarcara ms en lo que se concibe como economa social, que para Coraggio produce sociedad y no slo utilidades econmicas, porque genera valores de uso para satisfacer necesidades de los mismos productores o de sus comunidades generalmente de base territorial, tnica, social o cultural y no est orientada por la ganancia y la acumulacin de capital sin lmites, tampoco basada en la explotacin del trabajo ajeno. La lgica de esta economa es otra: contribuir a asegurar la reproduccin con calidad creciente de la vida de sus miembros y sus comunidades de pertenencia o, por extensin, de toda la humanidad (Barbosa, s.f.). Vase tambin Coraggio (2009).

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    coNceptos y elemeNtos previos

    el derecho a la tierra y al territorio es parte fundamental de la vida y la cultura de los pueblos y las comunidades rurales. se garantizar este derecho a las comunidades afrocolombianas e indgenas y a los campesinos que han carecido de tierra o la tienen en cantidad insu-ficiente, as como a quienes la han perdido o a quienes tenindola estn amenazados de perderla como consecuencia de la violencia, el latifundio o la quiebra de los productores. (valencia, 2010).

    Como se puede observar, el derecho al territorio se presenta nti-mamente relacionado con el derecho a la tierra y, tal como afirma Manano, la reivindicacin de la tierra ha trascendido a la apuesta por un modelo de territorio y de lucha por este.

    Aunque no hay un derecho humano a la tierra para pobladores rura-les, en la discusin dogmtica y jurisprudencial se han dado avances importan-tes orientados cada vez ms a su nominacin. Para las comunidades agrarias, recientemente se han manifestado propuestas dirigidas a la consagracin del derecho humano en el sistema internacional, a partir de su vinculacin con otros derechos, en este sentido han girado las principales construcciones tericas y discursivas sobre este derecho15. Bsicamente, la estipulacin del derecho humano a la tierra para pequeos agricultores o trabajadores agro-pecuarios, pastores y pescadores artesanales16, a partir de su vinculacin y condicin para el ejercicio de otros derechos, desde una interpretacin sist-mica e integral de las disposiciones vigentes en los instrumentos de derechos humanos, ha sido planteada por organismos especializados de las Naciones Unidas, tales como el Consejo de Derechos Humanos, el Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentacin y el Relator Especial sobre el Derecho a una Vivienda Adecuada17.

    15 A manera de ilustracin, se citan los siguientes textos: Monsalve (2004: 41-57), Herreo (2004: 247-272), Mantilla (2002: 137-204) y Houghton (2007: 171-236).

    16 Generalmente, los anlisis incluyen a comunidades indgenas y tnicas, haciendo la distincin de los instrumentos de derechos humanos que consagran particularmente el derecho a la tierra comunitaria o propiedad colectiva de esta y su necesaria garanta y proteccin por parte de los Estados.

    17 Dentro del ms reciente informe del Relator Especial sobre el derecho a la alimentacin, Olivier de Schutter, este sealaba: El acceso a la tierra y la seguridad de la tenencia son esenciales para asegurar el disfrute, no solo del derecho a la alimentacin, sino tambin de otros derechos humanos, incluido el derecho al trabajo (de los campesinos que no poseen tierras) y el derecho a la vivienda.

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    La particularidad del reconocimiento de la titularidad colectiva del derecho de la que gozan los pueblos indgenas y tribales, ha servido de modelo dentro de las aspiraciones de reconocimiento explcito del derecho a la tierra para comunidades con relaciones similares, como son las de los pequeos agricultores o trabajadores agropecuarios, pastores y pescadores artesanales18 (Flrez & Ordez, 2011).

    Para el caso nacional, la transformacin de las zonas rurales generada por la explotacin capitalista de stas, el desplazamiento forzado y el despojo de bienes inmuebles, ha llevado a que el problema contemporneo del cam-pesinado no slo se [deba] a las expectativas frustradas de Reforma Agraria, sino a las dinmicas de ordenamiento del territorio en las zonas rurales del pas (CNRR - MH, 2009, 85). De all que el modelo de desarrollo territorial campesino, rivalice con el del capital:

    tenemos entonces una disputa entre el capital y el campesinado. las propiedades campesinas y las capitalistas son territorios distintos, son totalidades diferentes, donde se establecen relaciones sociales desiguales, que promueven modelos opuestos de desarrollo [] los territorios del agronegocio y los de los campesinos y de los indgenas son diferentes, se organizan de diferentes formas, a partir de dife-rentes relaciones sociales. as, mientras el agronegocio lo hace para la produccin de mercancas, los grupos de campesinos lo hacen, primero, para su existencia, para desarrollar las dimensiones de la vida. (manano, 2009, 42, 46).

    Esta apuesta territorial campesina tendra como elementos centrales la presencia poblacional de hombres, mujeres, jvenes, nias y nios, que viven en condiciones dignas, produciendo mercancas, cultura e infraestruc-

    Este factor hizo que el ex Relator Especial sobre el derecho a una vivienda adecuada llegara a la conclusin de que el Consejo de Derechos Humanos deba garantizar el reconocimiento de la tierra como un derecho humano en el derecho internacional relativo a los derechos humanos. El presente informe confirma esa conclusin, [] Los organismos internacionales de Derechos Humanos deben consolidar el derecho a la tierra (Naciones Unidas, Asamblea General, 2010: prrs. 4, 43).

    18 Vase Naciones Unidas, Asamblea General (2010: prr. 40, literal c [Recomendaciones]) y Houghton (2007: 172-173).

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    coNceptos y elemeNtos previos

    tura social, en un paisaje que se construye de manera heterognea; su punto de partida es la posibilidad del ejercicio de derechos humanos y fundamentales19, iniciando por el derecho a la vida, y los derechos conexos con el derecho a la tierra, como el derecho al trabajo, a la alimentacin, al mnimo vital y al desarrollo y el reconocimiento poltico del campesinado.

    Este territorio campesino se ha identificado con la implementa-cin y puesta en marcha de la figura jurdico-poltica de la zona de reserva campesina:

    en el caso del campesinado, la perspectiva jurdico-poltica se manifiesta en los aos noventa con la propuesta de creacin de la Zona de reserva campesina (Zrc). esta propuesta no contaba con normativas constitucionales particulares que lo favorecieran, pero estaba pensada como un instrumento para la conservacin ambiental y de la comunidad campesina. la Zona de reserva cam-pesina se propuso como una figura que ms all de asignar tierras, constituyera una forma organizativa para la defensa del territorio (cNrr - mH, 2009, 86).

    En sntesis, se tiene que el territorio debe entenderse como un todo multidimensional, en cuya definicin se encuentran mltiples terri-torialidades, que contiene como elemento central la conflictividad, reflejo de las diferentes relaciones sociales e intereses de clase. Conflictividad que en lo rural se materializa en la oposicin entre la apuesta de territorio del capital y el territorio campesino, siendo parte esencial de este ltimo, la tenencia de la tierra como derecho humano fundamental del campesinado, estrechamente ligado a lo que sera el derecho humano de los campesinos al territorio.

    19 La posibilidad del ejercicio de los derechos humanos por parte del campesinado y la garanta de stos por parte del Estado ha sido una constante en la lucha de las organizaciones campesinas, quienes han construido documentos sntesis e instrumentos que consagran dichos derechos, como son la Declaracin de los derechos de las campesinas y de los campesinos, adoptada por la Comisin de Coordinacin Internacional de la Va Campesina. Sel, marzo de 2009; y el Mandato Agrario, declaracin final del Congreso Nacional Agrario llevado a cabo en abril de 2003 y que fue avalado por las 14 principales organizaciones campesinas del pas.

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    Finalmente, tambin se puede decir que el capital en Colombia, durante su desarrollo, ha definido e implementado modelos territoriales orien-tados a la acumulacin y sobreacumulacin, haciendo uso de la violencia y el terror como elementos garantes de la acumulacin por desposesin, como es el caso de la construccin territorial del Bajo Nordeste Antioqueo.

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  • 3Proceso de construccin territorial del Bajo Nordeste desde la racionalidad capitalista

    El Bajo Nordeste Antioqueo

    El Nordeste Antioqueo es una subregin del departamento de Antio-quia20, se encuentra ubicada sobre la margen oriental de la Cordillera Central, al suroeste de la serrana de San Lucas y entre los ros Porce, Nech, Nus y Alicante. Los municipios que integran esta subregin son: Amalfi, Yal, Anor, Cisneros, Segovia, Remedios, Yolomb, Vegach, San Roque y Santo Domingo. Limita al norte con el departamento de Bolvar y la subregin

    20 El departamento de Antioquia en la actualidad cuenta con 125 municipios y ha sido dividido en 9 subregiones, cada una con particularidades socioeconmicas: Valle de Aburr, Bajo Cauca, Mag-dalena Medio, Nordeste, Norte, Occidente, Oriente, Suroeste y Urab.

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    del Bajo Cauca; por el sur, con las subregiones Oriente y Magdalena Medio; en el occidente, con la subregin Norte del departamento; y al oriente, con la subregin Magdalena Medio y el departamento de Bolvar. El Nordeste se encuentra dividido en bajo y alto21, aunque tambin desde la administracin departamental se suele dividir en cuatro zonas: Minera, Meseta, Nus y Ro Porce. (Ver Tabla No. 1).

    Tabla No. 1

    NORDESTE ANTIOQUEOPRINCIPALES INDICADORES MUNICIPALES

    Subregin Zona MunicipioAo de

    fundacinrea (KM)

    Poblacin (2005)

    Poblacin urbana

    (%)

    NBI Urbano

    (%)

    NBI Rural (%)

    Nordeste Minera Remedios 1560 2.008 22.914 36 37 54

    Segovia 1869 1.246 35.095 79 36 66

    meseta amalfi 1838 1.224 20.482 54 26 69

    vegach 1950 518 11.086 58 29 70

    yal 1888 483 6.273 47 21 66

    yolomb 1560 952 20.099 30 22 49

    Nus cisneros 1910 47 9.617 81 21 35

    san roque 1880 446 17.958 33 28 43

    santo domingo

    1778 274 11.418 19 18 32

    ro porce anor 1808 1.447 14.776 36 42 56

    Antioquia 63.612 5.682.276 76,10 15 47

    Nacin 1.141.748 42.888.592 74,35

    FUENTE: instituto geogrfico agustn codazzi, gobernacin de antioquia, instituto para el desarrollo de antioquia. (2007). Antioquia. Caractersticas geogrficas. Bogot: imprenta Nacional, pp. 10, 18.

    El Bajo Nordeste Antioqueo comprende los municipios de Remedios y Segovia, estos presentan una gran infl uencia de la regin del Magdalena Medio, a tal punto que muchas de las dinmicas econmicas,

    21 Esta es la divisin que de la subregin hace Cahucopana y la cual ser utilizada en este estudio.

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    proceso de coNstrucciN territorial del Bajo Nordeste desde la racioNalidad capitalista

    sociales, culturales y de la confrontacin armada, dependen u obedecen a dicha regin y a lo que suceda en la llamada capital regional del Magdalena Medio, Barrancabermeja, ms que al departamento de Antioquia como tal. El Bajo Nordeste es una zona rica en produccin minera y maderera, fue poblada por colonos desde mediados del siglo XVI, quienes arribaron, en buena parte, buscando la riqueza minera de Remedios; lo que se generaliz ms adelante con la presencia de la multinacional Frontino Gold Mines, que lleg al Nordeste en 1852, lo que atrajo colonos provenientes del Bajo Cauca, Crdoba, Sucre, Santander y Bolvar.

    La subregin, a pesar de ser, desde finales del siglo XIX, determinante en la produccin departamental y nacional de oro, ha presentado, y presenta en nuestros das, grandes contradicciones entre la riqueza de la tierra y las condiciones de vida de los pobladores, siendo en la actualidad, una de las tres subregiones ms pobres del Departamento, junto al Bajo Cauca y Urab (Gobernacin de Antioquia - Alianza de Antioquia por la Equidad [GA-AAE], 2008, 15). En la tabla No. 1, se pueden apreciar los altos ndices de personas con necesidades bsicas insatisfechas, especialmente en las zonas rurales, cifras que reflejan la cantidad de poblacin que se encuentra en la pobreza (38,9%) y en la miseria (45,1%) en el Nordeste.

    El Censo poblacional de 2005, dio como resultado un ndice de Condiciones de Vida, ICV, para Antioquia de 80,2 puntos22, siendo el cuarto departamento que oferta las mejores condiciones de vida (despus de Bogot, Valle y Atlntico); por otra parte, la subregin Nordeste tiene un promedio de 67,6 puntos de ICV, entre 1993 y el 2005, siendo la mayor inequidad aquella que se manifiesta en la diferencia de las condiciones de vida entre el campo y los centros urbanos (GA-AAE, 2008, 19).

    La subregin presenta, segn la Alianza de Antioquia por la Equidad (GA-AAE, 2008), un porcentaje menor de nios con bajo peso al nacer que el que se presenta a nivel departamental (7,28 y 8,97 respectivamente), igual ocurre con la tasa de desnutricin global para menores de cinco aos, que en el ao 2004, para Antioquia estuvo en 39,0% y para la subregin 34,3%.

    22 En un rango entre 0 y 100, donde los valores cercanos a 100 indican mejores condiciones de vida.

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    El anlisis de la seguridad alimentaria en el Nordeste arroja datos particularmente interesantes. Si se considera el riesgo de inseguridad alimen-taria, indicador que da cuenta de la percepcin que tienen los hogares de su estado nutricional, de sus hbitos y posibilidades del consumo de alimentos, a nivel departamental, en el 2004, el 77% de los hogares perciban que esta-ban en riesgo de inseguridad alimentaria, mientras que en la subregin el porcentaje fue de 74%. Los mayores porcentajes de este indicador parad-jicamente se encuentran en las zonas rurales. Segn el citado informe de la Alianza (GA-AAE, 2008, 25),

    el porcentaje de inseguridad alimentaria leve en la zona urbana es de 46,3% y en la rural de 59,8%; el porcentaje de inseguridad moderada en la zona urbana es de 20,9%, mayor que en la zona rural, que es de 2,6%. la inseguridad severa es significativamente mayor en lo rural que en lo urbano, los porcentajes de inseguridad severa son respectivamente 5,7% y 1,5%.

    Otro dato importante arrojado por el estudio de la Gobernacin, es el relacionado con las muertes maternas presentadas en la subregin, la cual registra la segunda mayor tasa de muertes maternas del departamento23, 117 por cada 100.000 nacidos vivos, para el ao 2005. A nivel municipal, en el periodo 2002-2005, Remedios concentr la mayor cantidad de casos: 370 por cada 100.000 nacidos vivos24 (GA-AAE, 2008, 28).

    En cuanto al empleo de calidad, el Nordeste presenta peores con-diciones que las departamentales, perceptibles parcialmente en los indi-cadores de afiliaciones al rgimen contributivo: 17,2%, frente a un 43,3% de Antioquia. Otros datos de inters sobre las condiciones socioeconmicas en la subregin se ensean en el Anexo 1.

    Por otra parte, el coeficiente de Gini, ha presentado una tendencia al incremento, al pasar de 0,76 en 1996 a 0,784 para el 2004, lo que permite

    23 La tasa departamental se encuentra en 64 casos por cada cien mil nacidos vivos. 24 Los otros municipios en que se presentaron decesos fueron Cisneros, 253 casos; Anor, 180 casos;

    Segovia, 168; San Roque, 72; y Amalfi con 59. En Santo Domingo, Vegach, Yal y Yolomb no se registraron muertes maternas en el periodo sealado.

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    proceso de coNstrucciN territorial del Bajo Nordeste desde la racioNalidad capitalista

    entrever tendencias a la concentracin de la tierra en la subregin y, por ende, la concentracin de la riqueza, lo cual va de la mano del aumento en la extraccin aurfera, que no resulta ser garanta de mejoras en las condiciones de vida de los lugareos:

    el Nordeste antioqueo se caracteriza por sus particularidades socioeconmicas que giran en torno a la minera, constituyndose centros urbanos en los cuales se manifiesta la cultura propia de este oficio, con su paradoja de regin rica en el orden econmico, pero, abandonada en su infraestructura y en su vida social y cultural [] el incremento en la produccin de oro no ha correspondido a la elevacin correlativa en los niveles de vida de la poblacin (comisin andina de juristas, seccional colombia [ccj], 1993, 20).

    Estas precarias condiciones socioeconmicas de los habitantes, reflejan lo que ha sido el proceso de configuracin espacial del Nordeste Antioqueo a partir de la acumulacin de capital, acumulacin que ha pro-longado en el tiempo la divergencia entre la riqueza generada y la apropiada privadamente, as como la baja calidad de vida de los pobladores, que se refleja en lo concreto, en las diferencias presentes en las condiciones de vida entre la poblacin urbana y la rural.

    En el mismo orden de ideas, los centros de poder poltico-econmi-cos, han llevado a que espacios de produccin capitalista, como el Nordeste Antioqueo, sirvan de base para la construccin de nuevos espacios de acu-mulacin y circulacin de capital, como es el valle de Aburr, tambin han ocasionado que las prcticas acumulativas se presenten mediante modali-dades depredadoras, de cooptacin y eliminacin de formas no capitalistas de produccin y a que se implementen nuevos mecanismos de acumulacin por desposesin.

    El capital ha logrado la conformacin de espacios de produccin de caractersticas particulares que llevan a hablar de construcciones territoriales propias, pero, de igual forma, se han construido territorialidades alternativas a partir de las propuestas campesinas en el Nordeste Antioqueo, estas dos sern presentadas a continuacin.

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    El capital ingls y el nacimiento de la Frontino Gold Mines

    La extraccin de riqueza con fines de comercializacin internacional fue un determinante temprano de la construccin territorial y las relaciones socioeconmicas de Antioquia y de sus subregiones25, especialmente desde inicios de la vida republicana del pas. Antes de que esto ocurriera, en la poca de la colonia, el departamento26 se encontraba aislado, en una parte, por las condiciones topogrficas, aunque principalmente, por el poco inters capita-lista en la regin. A pesar de esto, la subregin del Nordeste inici, en el Siglo XVI, su poblamiento con la fundacin de ciudades entorno a los yacimientos aurferos que atrajeron a los espaoles, como fueron los casos de Remedios y Yolomb en 1560. Esta colonizacin aurfera fue evidentemente lesiva para los africanos confinados a la esclavitud27 y para la poblacin indgena28, cuyos modos de produccin y territorios fueron alterados considerablemente a partir de la acumulacin originaria. A finales de dicho siglo, el proceso de poblamiento de los municipios del Nordeste estaba ms definido, ubicndose stos bajo la jurisdiccin del corregimiento de Mariquita y por fuera de lo que entonces era la provincia de Antioquia (tal fue el caso de Remedios)29.

    Con la llegada de la Repblica en el siglo XIX, se inici un proceso de estructuracin en el departamento y comenz la circulacin de capitales con el interior de Colombia, as como con el exterior, fundamentalmente gracias a la explotacin del oro.

    25 El departamento de Antioquia posee un rea aproximada de 64.000 KM, en la actualidad cuenta con 125 municipios y ha sido dividido en 9 subregiones.

    26 El departamento de Antioquia fue creado en el ao de 1830. 27 Se presume el arribo de afrodescendientes a Antioquia a partir del Siglo XVII. En la regin existe el

    Territorio Colectivo, asignado al Consejo Comunitario Porce Medio, en los municipios de Segovia, Zaragoza y Anor. Es necesario sealar que para la poca en que en el pas se aboli la esclavitud, en Antioquia esta no tena las dimensiones de otras zonas nacionales, incluso diferentes mviles haban llevado a que desde la Constitucin de Ccuta, de facto, la esclavitud en el departamento estuviese abolida.

    28 Parte de los pueblos indgenas que habitaron Antioquia antes de la llegada de los espaoles, eran los pertenecientes a la comunidad Embera. Actualmente en Segovia se encuentra el Resguardo indgena Tagual La Po de la tnia Embera Katio.

    29 Remedios entr a formar parte de la provincia de Antioquia en 1757. Por otro lado, el oro tambin fue el factor que motiv la fundacin de Santa Fe de Antioquia en 1541, Cceres en 1576, Zaragoza en 1581 y Guamoc en 1611. (Jimnez, 2002, 6-7).

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    proceso de coNstrucciN te