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122 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 71, 2010 Nogué, J. (ed.; 2007), La construcción social del paisaje, Biblioteca Nueva, Madrid, 343 p., ISBN 978-84-9742-624-4 Para la geografía, en diferentes momentos de su historia, el concepto de paisaje ha sido un elemento fundamental a través del cual se ha acercado a la comprensión de la realidad que viven los seres hu- manos. Fue un instrumento esencial en el recono- cimiento de países y naciones, pero también para la creación y consolidación de la geografía moderna a finales del siglo XIX (Wallerstein, 1996:29). A partir de la recomposición de los paisajes que componían las regiones en la geografía francesa en el siglo XIX, se documentó la conformación del territorio nacional, procedimiento que se siguió por muchos otros países para conocer sus territorios, entre ellos los de América Latina, y fue crucial para iniciar algunas propuestas que dieron origen a la geografía cultural de principios del siglo XX en algunas otras latitudes. Sin embargo, el uso de esta categoría, al igual que la geografía descriptiva y la cuantitativa, fue criticado durante la década de 1960 sobre todo por aquellos geógrafos que impugnaban por la generación de un conocimiento mucho más ana- lítico, que vinculara la geografía con los procesos sociales que se desarrollaban en el mundo (Massey, 1985). Se argumentaba que su carácter descriptivo no permitía adentrarse en el conocimiento de los procesos de transformación del espacio. A finales del siglo XX, en el marco de la discu- sión generada por el paso de la modernidad a la posmodernidad, se originó un reposicionamiento importante entre los geógrafos que se vincularon con los aportes de la geografía social, adoptando algunos elementos de la concepción sobre la pro- ducción del espacio (Harvey, 1989, Soja, 1989), basándose en el texto de Lefebvre que lleva ese títu- lo. Éste fue publicado en Francia desde 1974, pero dado a conocer en la literatura anglosajona hasta 1991, versión que se presenta con un comentario final importante del mismo Harvey (Lefebvre, 1991:425-432). Con esta discusión, y otras que fueron importantes en su momento, se pasa de una concepción estática del espacio a una dinámica, en donde éste, al igual que el tiempo, se transforma, se usa, se produce y por lo tanto cambia (Ramírez, 2003: 37-40). En ese contexto, sorprende y llama la atención la nueva mirada con la que el geógrafo español Joan Nogué presenta el libro de La construcción social del paisaje, que intenta, según él mismo argumenta, proporcionar una exploración metodológica y de pensamiento crítico que contribuya al debate sobre un tema novedoso que rescata al paisaje como un elemento clave para reconstruir la geografía cultural de inicios del siglo XXI. La interpretación que se da al paisaje como producto social que resulta de la transformación que ésta imprime sobre la naturale- za, derivando en lo que se denomina la dimensión cultural de la sociedad, es un elemento metodoló- gico innovador que es preciso aplaudir y reconocer. La manera como se habla no solamente de los espacios visibles, los que se ven y son evidentes, sino también de aquéllos que son invisibles, que no se ven o se ocultan; de los paisajes efímeros de las me- trópolis contemporáneas, de los que producen mie- do o de los que se generan a partir del sentimiento, presentes en lo que se llama la ciudad oculta, son entre otros temas que se mezclan con los paisajes del cuerpo, de género y de otros generados por la nostalgia o por el recuerdo. Todos ellos constituyen piezas claves en la conformación de una nueva geo- grafía que genera visiones alternas a la tradicional del paisaje descriptivo, material, real y evidente al que estamos acostumbrados a evidenciar. En esta visión se construye otra, que si bien incluye a los antes mencionados, también hace una geografía de lo que está sin estar, una de lo subjetivo que no se palpa pero se percibe, una geopolítica que evidencia

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Page 1: Nogué, J. (ed.; 2007), La construcción social del paisaje · del desarrollo social, económico, político y humano ... o naturales, no son importantes y ... La construcción social

122 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 71, 2010

Nogué, J. (ed.; 2007),La construcción social del paisaje,Biblioteca Nueva, Madrid,343 p., ISBN 978-84-9742-624-4

Para la geografía, en diferentes momentos de su historia, el concepto de paisaje ha sido un elemento fundamental a través del cual se ha acercado a la comprensión de la realidad que viven los seres hu-manos. Fue un instrumento esencial en el recono-cimiento de países y naciones, pero también para la creación y consolidación de la geografía moderna a finales del siglo XIX (Wallerstein, 1996:29). A partir de la recomposición de los paisajes que componían las regiones en la geografía francesa en el siglo XIX, se documentó la conformación del territorio nacional, procedimiento que se siguió por muchos otros países para conocer sus territorios, entre ellos los de América Latina, y fue crucial para iniciar algunas propuestas que dieron origen a la geografía cultural de principios del siglo XX en algunas otras latitudes. Sin embargo, el uso de esta categoría, al igual que la geografía descriptiva y la cuantitativa, fue criticado durante la década de 1960 sobre todo por aquellos geógrafos que impugnaban por la generación de un conocimiento mucho más ana-lítico, que vinculara la geografía con los procesos sociales que se desarrollaban en el mundo (Massey, 1985). Se argumentaba que su carácter descriptivo no permitía adentrarse en el conocimiento de los procesos de transformación del espacio.

A finales del siglo XX, en el marco de la discu-sión generada por el paso de la modernidad a la posmodernidad, se originó un reposicionamiento importante entre los geógrafos que se vincularon con los aportes de la geografía social, adoptando algunos elementos de la concepción sobre la pro-ducción del espacio (Harvey, 1989, Soja, 1989), basándose en el texto de Lefebvre que lleva ese títu-lo. Éste fue publicado en Francia desde 1974, pero dado a conocer en la literatura anglosajona hasta 1991, versión que se presenta con un comentario final importante del mismo Harvey (Lefebvre,

1991:425-432). Con esta discusión, y otras que fueron importantes en su momento, se pasa de una concepción estática del espacio a una dinámica, en donde éste, al igual que el tiempo, se transforma, se usa, se produce y por lo tanto cambia (Ramírez, 2003: 37-40).

En ese contexto, sorprende y llama la atención la nueva mirada con la que el geógrafo español Joan Nogué presenta el libro de La construcción social del paisaje, que intenta, según él mismo argumenta, proporcionar una exploración metodológica y de pensamiento crítico que contribuya al debate sobre un tema novedoso que rescata al paisaje como un elemento clave para reconstruir la geografía cultural de inicios del siglo XXI. La interpretación que se da al paisaje como producto social que resulta de la transformación que ésta imprime sobre la naturale-za, derivando en lo que se denomina la dimensión cultural de la sociedad, es un elemento metodoló-gico innovador que es preciso aplaudir y reconocer.

La manera como se habla no solamente de los espacios visibles, los que se ven y son evidentes, sino también de aquéllos que son invisibles, que no se ven o se ocultan; de los paisajes efímeros de las me-trópolis contemporáneas, de los que producen mie-do o de los que se generan a partir del sentimiento, presentes en lo que se llama la ciudad oculta, son entre otros temas que se mezclan con los paisajes del cuerpo, de género y de otros generados por la nostalgia o por el recuerdo. Todos ellos constituyen piezas claves en la conformación de una nueva geo-grafía que genera visiones alternas a la tradicional del paisaje descriptivo, material, real y evidente al que estamos acostumbrados a evidenciar. En esta visión se construye otra, que si bien incluye a los antes mencionados, también hace una geografía de lo que está sin estar, una de lo subjetivo que no se palpa pero se percibe, una geopolítica que evidencia

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La construcción social del paisaje

lo que está atrás de lo que parcialmente se ve, y en donde se explican e interpretan los espacios del control y de la planificación a partir de elementos que reconstruyen la parte visible y evidente de procesos que están generando su creación.

El libro está divido en tres partes a las que se agrega la introducción elaborada por el mismo autor. En la primera se incursiona en el “El cuerpo como paisaje: identidad, género y sexo”, en donde se incluyen dos trabajos, el de Ángeles Durán y el de Josepa Bru, quienes incursionan en la visión más cultural de la propuesta que el libro presenta. La segunda se titula “Paisaje y conflicto social y político” y contiene tres aportaciones, ahí resaltan la de Don Mitchell, la de Carmen Pena y Mireia Folch-Serna, y en donde se parte de asumir que elpaisaje tiene una dimensión política oculta que puede evidenciarse a partir de reconocer lo que está detrás en los procesos que lo conforman. El texto concluye con la tercera parte que contiene siete trabajos que dan importancia a la “Construcción de los paisajes urbanos” con trabajos de Itizar Gon-zález, Oriol Nerl, Raquel Hemerly, Alicia Lindón, Daniel Hiernaux, Xerardo Estévez y Francesca Mu-ñoz en donde se descubre una posibilidad amplia de percibir las diferentes miradas con las que puede apreciarse el paisaje en diferentes ciudades.

Ante esta amplia gama de visiones que se abren a una mirada original sobre el paisaje, presenciamos la aparición de concepciones inéditas en la geografía en general, y particularmente en la latinoamericana, que hacen evidentes no sólo las percepciones que se tienen de las nuevas tierras que no son las del descubrimiento del siglo XVI al XVIII que presen-ciaron nuevos agentes que las miraron por primera vez, sino las del siglo XXI que ahí están sin estar o sin ser vistas por una gran cantidad de pobladores, no del todo evidentes materialmente, o para otros, a quienes es necesario darlas a conocer.

Pero a las visiones de quien percibe el paisaje, es preciso agregar también a quienes se miran al interior de ellos, es decir, a otros y nuevos agentes que se presentan como los directamente responsa-bles de la construcción de estos paisajes inéditos. Antes eran asociados a grupos pero ahora se iden-tifican por las condiciones específicas de su ser, de su estar o de su sentir. Así la particularidad del

género, la raza o hasta su condición creativa, como sería la de ser grafiteros, por ejemplo, expresa una posibilidad alterna de hablar de los paisajes que se generan de la necesidad inminente de reubicarlos entre los lugares importantes del reconocimiento de nuevos procesos y tendencias que permiten evidenciar la compleja y en ocasiones tan oculta realidad contemporánea, posibilitando, entre otras cosas, la renovación y el renacer de la geografía en su vertiente cultural.

La mirada con la que se percibe el paisaje per-mite ser visto como un descubrimiento que está lleno de experiencias y aspiraciones de los seres humanos: pensamientos, ideas, emociones que se conjuntan todos en un espacio que aglutina una forma específica de ser construido, representado o de imaginarlo, lo que se vislumbra como la nueva forma de concebir la construcción del paisaje. Este dinamismo que se le imprime, en donde constituye un elemento que no está dado sino que se encuentra en constante movimiento junto con los agentes que lo experimentan, es sin duda una mirada intere-sante que permite revivir y renovar otras, a veces antigua, de utilizar conceptos que son propios del quehacer geográfico.

De la propuesta presentada por Nogué sobresa-len algunos elementos que es importante enfatizar y entre los cuales se cuentan los siguientes. En primer lugar, el texto presenta una gama muy am-plia de áreas del conocimiento desde las cuales se construyen diferentes miradas para percibir el pai-saje. Así, intervienen arquitectos, historiadores del arte, gestores urbanos, sociólogos, y por supuesto, geógrafos, quienes desde diferentes posturas apor-tan aspectos y perspectivas diversas que permiten conjuntar una riqueza interesante en relación con la construcción de diferentes paisajes y cuyos temas también varían dependiendo del área en donde se originan, pero que se aglutinan en los tres grandes rubros en que se divide el texto. A lo anterior hay que agregar la amplitud de visiones provenientes de diferentes latitudes que lo integran, predominando las miradas de América, representadas por Brasil, México y Estados Unidos, y la de Europa en donde sobresale la visión española sobre todo.

En segundo lugar, a diferencia de lo que tradi-cionalmente se ha hecho con los estudios de paisaje,

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Blanca Rebeca Ramírez Velázquez

en donde la parte natural, y por lo tanto rural, habían tenido una relevancia mayor, en esta ocasión llama la atención el énfasis que se le pone al paisaje urbano. Si bien muestra la necesidad de ubicar esta perspectiva en una de las zonas más importantes del desarrollo social, económico, político y humano contemporáneo, que está sin duda en la ciudad, se manifiesta también en la necesidad inminente de priorizar estos paisajes. Pero al hacerlo, se elimina de la mirada a los paisajes rurales, por lo que pare-cería que por mirar los espacios “nuevos” aquellos que han favorecido su generación, como los rurales o naturales, no son importantes y se convierten a su vez también en espacios ocultos, que no se ven, en la perspectiva de dar énfasis a las miradas de lo “nuevo”. Pero lo que llama más la atención es la manera como se concibe ahora la transformación de estos lugares rurales en paisajes de abandono, de pobreza, en donde antes los cultivos les daban vida, lo que los convierte ahora en imaginarios de deso-lación, aunque no estén presentes en el desarrollo de los temas del libro. La ciudad se vuelve ahora el tema crucial para analizar en sus paisajes diversos. Lo interesante aquí es que integra sobre todo a la ciudad que no se ve o la que no está aceptada por el imaginario de quienes quieren la ciudad moderna, desarrollada y equilibrada. Las otras miradas sor-prenden y es preciso reconocer la importancia que éstas tienen en las visiones propuestas.

Por último, llama la atención la amplia gama de posturas teóricas a través de las cuales se puede analizar el tema del paisaje, ya que en el texto se incluyen desde análisis basados en el neomarxismo, como han sido los trabajos de Don Mitchell, otros que corresponden a la visión del posmodernismo, como el de Josefa Bru y Mireia Folch-Serra, pa-sando por algunos que no podrían ser incluidos en ninguno de los anteriores. Esto, más que una limitante del texto es, por el contrario, una gran riqueza. Pero lo que es importante resaltar, es que en todos los casos esta perspectiva de visiones amplias y diversas es caracterizada como crítica. Surge en-tonces la pregunta de ¿a qué se le está considerando como pensamiento crítico en esta contribución? Me atrevería a responder desde la perspectiva del lector que se adentra a un texto desde fuera, que al tratar de ver los temas de la realidad con una

mirada diferente del de la geografía paisajística de finales del siglo XIX o de principios del siglo XX, la que se presenta en el texto de Nogué es sin duda una visión crítica. Desde esta perspectiva, el pensamiento crítico no se adentraría a una teoría o a una metodología específica para analizar el paisaje, sino más bien a la búsqueda de todas las temáticas que no han sido observadas en momentos y en visiones anteriores, para ser analizadas desde la perspectiva de la diferencia. Esto nos recuerda la postura de Foucault, en donde la necesidad de percibir los espacios, otros que no son considerados por las instituciones o las visiones hegemónicas, constituyen el eje fundamental de lo que él llamó las heterotropías (1999:15-26).

Pero la mirada crítica del texto va más allá de la simple identificación de los temas con los que se puede analizar el paisaje geográfico. En el texto se resalta también como propuesta metodológi-ca la forma como en algunos casos se percibe la vinculación entre paisaje y proceso, morfología y transformación que no se integran en los estudios tradicionales del paisaje. La integración de morfo-logía con proceso, totalidad con fragmentos que se presenta en la realidad del paisaje y en la mirada de quien lo ve, se convierte sin duda en una propuesta interesante para los estudios sobre el territorio, que es preciso mirar, analizar y estudiar, y que sin duda se han profundizado en trabajos anteriores del mismo autor (Nogué y Romero, 2006). Sin embargo, a pesar de estas bondades, el pensamiento crítico es mucho más amplio que el presentado en este texto y habría que ejemplificarlo a partir de otras propuestas que complementen las que aquí se sugieren para la lectura.

RefeRencias

Foucault, M. [1999 (1967)], “Espacios otros”, en Versión, núm. 9, Universidad Autónoma Metropolita-Xochi-milco, México, pp. 15-26.

Harvery, D. (1989), The conditions of Posmodernity, Blackwell, Oxford.

Lefebvre, H. (1991), The production of space, Blackwell, Oxford.

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La construcción social del paisaje

Massey, D. (1985), “New directions in space”, en Gregory, J. D., Social relations and spatial structure, MacMillan, Basingtoke, pp. 9-19.

Nogué, J. y J. Romero (2006), Las otras geografías, Tirant Lo Blanch, Valencia.

Ramírez, B. R. (2003), Modernidad, posmodernidad, glo-balización y territorio. Un recorrido por los campos de las teorías, Miguel Ángel Porrúa, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.

Soja, E. (1989), Posmodern Geographies. The reassertion of space in critical social theory, Verso, London.

Wallerstein, L. (coord.; 1996), Abrir las ciencias sociales, Siglo XXI, México.

Blanca Rebeca Ramírez VelázquezDivisión de Ciencias y Artes para el Diseño

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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Gutiérrez Elorza, M. (2008), Geomofología, Pearson/Prentice Hall,Madrid, 898 p., ISBN 97884832-23895

Mateo Gutiérrez Elorza es profesor/investigador de la Universidad de Zaragoza, quien en 2001 publicó el libro Geomorfología climática, reseñado en esta revista (Lugo, 2002). Esta fue una obra bien acogida en los países de habla hispana, también traducida al inglés (Gutiérrez, 2005), hecho que lo animó a “afrontar la redacción de un libro de carácter general más amplio” (prefacio).

Se trata de una obra fundamental de la geomor-fología del siglo XXI, en la que destaca la actualiza-ción, con numerosos términos y conceptos que han enriquecido a la ciencia del relieve terrestre en los últimos veinte años. De 21 capítulos, los primeros 15 son los obligados de los procesos endógenos y exógenos en un texto de geomorfología, donde en cada uno se examina un proceso específico, y los 6 restantes son un complemento con un enfoque cli-mático, además con un sólido contenido social. El 16 y 17 se refieren a zonas áridas, especialmente los procesos y formas resultantes de la meteorización o intemperismo, a procesos de laderas, fluviales, eólicos. El 18 aborda los trópicos, en particular el intemperismo químico y la erosión en general. Los tres últimos (19-21) están dirigidos al cambio ambiental o climático en zonas glaciares, perigla-ciares, áridas y húmedas, y en relación estrecha con la actividad humana.

Sin demérito de la obra, el método de clasifi-cación de los temas puede no ser el mejor para el lector, por ejemplo, los procesos de la meteoriza-ción, eólicos, glaciares, periglaciares, fluviales y de laderas, se estudia cada uno en dos o más capítulos, lo que parece que sería mejor en uno solo, siguiendo a varios autores clásicos de la geomorfología. No altera el contenido, pero el orden de los factores puede facilitar la comprensión de los temas, sobre todo para el estudiante universitario.

Son pocas las páginas que no contienen por lo menos una figura que facilite la lectura, en es-pecial fotografías de muy buena calidad; también es un acierto el incluir varios mapas temáticos globales para apoyar temas determinados. Algo hoy día fundamental, incluye en todo proceso de la morfogénesis las velocidades de la erosión y la acumulación con datos recientes. Y lo que no ha sido común en los textos de geomorfología es la actividad humana en relación con el relieve. Toma en cuenta el crecimiento de la población, el am-biente, la contaminación, la actividad productiva; todo siempre con apoyo en cifras.

El índice temático, aunque incluye más de mil términos, resulta incompleto, algo importante de considerar para una obra de esta naturaleza que jue-ga además el papel de enciclopedia. Por otro lado, hay los errores menores, como mencionar en más de una ocasión al siglo pasado en referencia al XIX.

El autor es impecable e implacable con las citas a otros autores. La bibliografía es abundante e incluye lo mismo a autores originales que a nu-merosos de este siglo XXI (pp. 803-885), pero se excede al incluir muchas innecesarias que aluden a conceptos del dominio común. Hay que agregar otro problema de la geomorfología en lengua es-pañola, el de la terminología que varía de un país a otro por el uso de palabras coloquiales, tomadas de otros idiomas o traducidas de una u otra forma. Pero las diferencias se dan en un mismo país y esto lo vemos en las obras de destacados geomorfólogos españoles.

El libro en cuestión es hoy día indispensable para especialistas en geomorfología y para estu-diantes de nivel profesional y de utilidad para quien tiene que ver con las ciencias de la Tierra. Con toda seguridad, por su calidad, será un clásico de la geomorfología.

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Geomofología

RefeRencias

Gutiérrez Elorza, M. (2001), Geomorfología climática, Editorial Omega, Barcelona.

Gutiérrez Elorza, M. (2005), Climatic Geomorphology, Elsevier, Amsterdam.

Lugo Hubp, J. (2002), Gutiérrez Elorza, M. (2001), Geomorfología climática, en Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 47, Instituto de Geografía, UNAM, México, p. 152.

José Lugo HubpDepartamento de Geografía Física

Instituto de GeografíaUniversidad Nacional Autónoma de México

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Domínguez-Licona, J. M. (ed.; 2008),Diagnóstico de los recursos naturales de la Bahía y Micro-Cuenca de Cacaluta,Municipio de Santa María Huatulco, Oaxaca,Universidad del Mar, Huatulco, 453 p., ISBN 978-970-9932-03-4

Este libro es el primer intento por elaborar un ca-tálogo integral de los recursos naturales existentes en el área de Cacaluta, una zona de la costa oaxa-queña de sólo 49 km2 que encierra en sí una gran biodiversidad. Una zona, además, amenazada por el desarrollo turístico del Centro Integralmente Planeado de Bahías de Huatulco, lo cual hace más urgente su estudio. La obra es producto de un proyecto financiado con fondos provenientes de la SEMARNAT y el CONACYT que involucró tres años de trabajo y la participación de 27 investigadores provenientes de diversas disciplinas.

Lo primero que llama la atención de esta obra es su exhaustividad, algo que puede verse de forma obvia con una sola ojeada al índice. En efecto, la propia estructura del libro muestra que está organizado con la intención de constituirse en una descripción total del área en estudio. La primera parte (“Aspectos físicos”) se dedica a presentar los elementos abióticos que sirven de marco o escenario a los elementos biológicos. Así, el libro comienza con una descripción del relieve de la Micro-Cuenca, que incluye la localización y extensión de la misma, su morfometría y altimetría, junto con una descripción de las pendientes del área y una exposición de la evolución geológica de ésta. El capítulo incluye también referencias a la estructura lítica de la zona y a la “intrincada” (p. 42) tectónica regional, finalizando con una propuesta de zonificación geomorfológica. Luego de presentar un análisis de la calidad bacteriológica de los cuatro pozos que abastecen de agua a los usuarios de la zona, análisis que muestra que dicha agua no es apta para el consumo humano, el tercer capítulo se dedica a presentar el clima del área. La primera parte finaliza con un levantamiento de los suelos de la Micro-Cuenca, que se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas: la alta y la baja.

Comienza así la segunda parte (“Aspectos bioló-gicos”), una de cuyas principales aportaciones es el haber mostrado de manera clara la enorme variedad de seres vivos que existe en la Micro-Cuenca. El primer capítulo es un estudio florístico limitado a la parte baja de ésta, un área de 8.9 km2 en la que se encontraron “145 especies, tres subespecies, cuatro variedades y una forma” (p. 133). Los siguientes dos capítulos exponen los resultados de una pros-pección de macroalgas y una caracterización de moluscos llevadas a cabo en la Bahía de Cacaluta y la isla del mismo nombre. Después, viene un ca-pítulo dedicado a la conservación de la avifauna de la zona, rica en especies y endemismos. La segunda parte se cierra con un listado de los mamíferos de la Bahía y Micro-Cuenca, que incluye “61 especies pertenecientes a 48 géneros en 25 familias y ocho órdenes” (p. 267), con especies tan destacadas como el zorrillo pigmeo o el murciélago pescador. Para pensar en la riqueza de mamíferos de la zona, basta con recordar que el área de Cacaluta contiene el 11.61% del total de especies de mamíferos de toda la República Mexicana.

La tercera parte (“Aspectos económicos, impac-tos ambientales y conflictos”) está centrada en ese particular mamífero que es el ser humano, debido a lo cual hace uso de aportaciones provenientes de las ciencias sociales, comenzando por la Economía. El primer capítulo realiza una presentación de diferentes técnicas para la valoración económica de los bienes y servicios ambientales y aplica estas técnicas a casos dentro del área en estudio, llegan-do a conclusiones como que los turistas “se dan cuenta de que los sitios naturales bien conservados son cada vez menores en número y, por tanto, están dispuestos a pagar para evitar que vayan en detrimento” (p. 299). Vienen luego dos capítulos dedicados a la contaminación por plaguicidas, un

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Diagnóstico de los recursos naturales de la Bahía y Micro-Cuenca de Cacaluta...

tipo de influencia antropogénica particularmente perniciosa, y un completo estudio del impacto ambiental causado por las actividades humanas en el área. Por último, esta tercera parte incluye un capítulo que presenta, desde el marco teórico de la conflictología, un panorama de los conflictos que alrededor de los recursos naturales existen en la zona (ocupación de la tierra, uso público del Parque Nacional Huatulco, etc.), así como de los intereses que están en la base de dichos conflictos.

La obra se cierra con una parte titulada “Re-flexiones de conservación”, constituida por un único artículo en el que los autores presentan, desde diversos puntos de vista (territorial, jurídico, am-biental, etc.) la problemática de la Micro-Cuenca, que tiene que ver en gran medida con la escasez de agua, la cual se hará mayor en caso de seguir adelante con los proyectos de desarrollo turístico de la misma. Además, proponen una serie de estra-tegias de gestión para la cuenca, que incluyen tanto modificaciones en el manejo del territorio como en la dinámica de realización de actividades turísticas, encaminadas a lograr un desarrollo sustentable del área. Esta perspectiva es un elemento presente en todo el libro y parece uno de sus puntos más des-tacables. En general, los autores de los textos nunca han perdido de vista la idea de que los diagnósticos son herramientas para perseguir fines concretos, en este caso la elaboración de estrategias que permitan un desarrollo de toda la zona que sea respetuoso con el medio ambiente y con los seres humanos.

El hecho de que el libro se haya escrito desde una perspectiva totalizadora no es incompatible con la admisión de su carácter provisional. Fácilmente se detectan ausencias, cuyo tratamiento ampliaría el espectro interdisciplinario de la obra. Ésta, por ejemplo, podría complementarse con un listado ictiológico de la Bahía, o un inventario de los ár-boles y arbustos de toda la Micro-Cuenca, así como una descripción detallada de su dinámica hídrica, algo que parece mencionado en varios lugares de la obra, pero que no se estudia de manera detalla-da. En el terreno de las ciencias sociales, se notan también algunas ausencias destacadas: la primera, un estudio (tal vez desde el marco suministrado por la historia ambiental) del modo en que el turismo ha modificado las condiciones ecológicas

de la zona. En segundo lugar, un análisis de corte sociológico o antropológico que muestre desde esa particular perspectiva la realidad social de la zona. Por último, una reflexión desde la ética ambiental, la cual podría llevar a interesantes consideraciones sobre el modo en que los seres humanos debemos relacionarnos con la naturaleza.

Estas ausencias no son señaladas como defectos del libro, sino como indicaciones de su fertilidad, del hecho de que casi todos los textos abren líneas para futuras investigaciones. Los propios autores de los capítulos son conscientes de este hecho, y su-gieren en sus escritos maneras de complementar lo allí expuesto. Estas sugerencias pueden convertirse fácilmente en nuevas investigaciones que enriquez-can nuestro conocimiento sobre la Micro-Cuenca. Con respecto a la obra en su conjunto, también puede representar un elemento de inspiración para futuros estudios, bien de otras cuencas de la costa oaxaqueña, un área poco estudiada, bien de toda la República. Por sus múltiples valores, entre ellos la impronta interdisciplinar de que hace gala, el libro permanecerá como una excelente ilustración del modo en que estos estudios pueden llevarse a cabo.

Cacaluta es un área en riesgo. De entre los varios proyectos que la amenazan, quizá el más peligroso sea el planeado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), tal y como aparece en el Plan Maestro de Desarrollo del CIP Bahías de Huatulco, que contempla la construcción de miles de habitaciones en un área limítrofe con el Parque Nacional y también la construcción de un campo de golf. Al respecto, cabe recordar los famosos nueve argumentos instrumentales que Warwick Fox (1995:160), basándose en un texto previo de William Godfrey-Smith, detecta como habitualmente empleados para defender el medio ambiente. Aunque varios de ellos son aplicables a este caso, cabe recordar especialmente el denomi-nado ′argumento de la catedral′; “las zonas natu-rales vírgenes [wilderness] deberían ser preservadas porque producen placer estético e inspiración espiritual” (Oelschlaeger, 1992:97).

Cacaluta es uno de esos lugares mágicos que hacen válido el argumento de la catedral; basándose en ello, sólo resta decir: FONATUR debería dejar en paz a Cacaluta; abandonar sus proyectos de urba-

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José María Filgueiras Nodar

nización salvaguardando así toda la zona como un espacio sin presencia humana permanente.

La obra de Domínguez-Licona, además de sus innegables logros científicos, precisamente a causa de los mismos, puede proporcionarnos sólidas bases para la defensa de esta idea.

RefeRencias

Fox, W. (1995), Toward a transpersonal ecology: developing new foundations for environmentalism, State Univer-sity of New York, Albany, New York.

Godfrey-Smith, W. (1979), “The value of wilderness”, Environmental Ethics, vol. 1, no. 4, pp. 309-319.

Oelschlaeger, M. (1992), The wilderness condition: essays on environment and civilization, Island Press, Was-hington, D. C.

José María Filgueiras NodarInstituto de Turismo

Universidad del Mar (campus Huatulco), Oaxaca

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Fagan, B. (2008),El Gran Calentamiento: cómo influyó el cambio climático en el apogeo y caída de las civilizaciones,Gedisa, México,350 p., ISBN 978-84-9784-261-7

La temática del libro sienta las bases para enmar-car el proceso del calentamiento climático actual dentro de un contexto histórico. En trece capítulos aborda el impacto de las fluctuaciones térmicas y pluviométricas, sobre diferentes asentamientos humanos distribuidos en prácticamente todos los continentes entre el año 800 hasta el 1300, periodo denominado Cálido Medieval. En cada capítulo recopila evidencias arqueológicas y antro-pológicas para explicar el auge y caída de diversas civilizaciones. Complementa sus hallazgos con argumentos científicos tomados de autores clásicos como H. Lamb, entre otros. Y hace una revisión de los resultados encontrados a partir de las nuevas herramientas proxies de investigación en clima, como son los anillos de crecimiento de los árboles (dendrocronología), núcleos de hielo, sedimentos lacustres, bandas de crecimiento de los corales y registros de polen. Cuenta además con tablas de integración histórica (líneas del tiempo), mapas, gráficos explicativos y con un apartado de notas; en estas últimas incluye comentarios, definiciones y referencias empleadas en el texto. Cabe destacar lo ameno que resulta el texto y su fácil acceso no sólo para público especializado.

En los primeros capítulos destaca las tem-peraturas alcanzadas durante el periodo Cálido Medieval ubicadas en un intervalo de 1.0 a 3.0° C, respectivamente, según la zona geográfica; afirma que éstas fueron suficientes para generar condi-ciones favorables de prosperidad para gran parte de Europa y los asentamientos escandinavos de Groenlandia; mientras que, en las zonas tropicales y subtropicales, las prolongadas sequías afectaron severamente a sus pobladores. Entre estos últimos se encuentran importantes asentamientos mayas, el reino chimú de las costas septentrionales de Perú y las comunidades nómadas del Sahel sahariano y el

sudeste asiático. Asimismo, señala que las sequías contribuyeron con la desaparición de Angkor Wat, los poblados indígenas del Cañón del Chaco y miles de agricultores del norte de China.

Dentro de los sitios que analiza se encuentran los asentamientos europeos, los mongoles, los euroasiáticos, gran parte del mundo musulmán, los inuits y qadlunaats (los dos últimos, habitantes del casquete Ártico), a los pobladores del oeste de Estados Unidos, la comunidades maya de México y Centro América, los señores de Chimor, en el Valle de Moche, en las costas de Perú, las comuni-dades polinesias asentadas en las Islas del Pacífico Meridional, la India y China.

Durante los 500 años estudiados por el autor, éste último enmarca los aspectos sociales y econó-micos de las sociedades humanas para evaluar el impacto, positivo o negativo, según la región, de un prolongado periodo de calentamiento del planeta, en el que reinaba la diversidad social, dentro de un gran tapiz de civilizaciones inestables, y en el que las guerras fueron interminables. Es importante señalar que mientras entreteje los argumentos so-ciales con los climáticos, menciona la ausencia de una línea recta sobre la cual transitar en lo que al clima se refiere, ya que, al igual que ahora, el cli-ma no fue constante ni homogéneo en el mundo. Señala, más bien, la existencia de procesos cíclicos en donde se mezclan distintas escalas espaciales y temporales.

Dentro de los procesos cíclicos alude al evento de El Niño, La Niña, La Oscilación del Atlántico Norte y la Oscilación Decadal del Pacífico, cuatro de las 17 señales a gran escala de los patrones cli-máticos que se conocen actualmente, para explicar la variabilidad de la lluvia y la temperatura en el planeta. Sin embargo, en ningún momento propo-ne relaciones causales entre el clima y los cambios

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económicos, políticos y sociales bajo un determinis-mo ambiental; premisa que, si bien fue descartada hace más de 75 años, es utilizada actualmente por políticos, medios de comunicación, e incluso por una parte de la comunidad científica poco cauta en sus afirmaciones.

Concluye con diversos argumentos, sólidamen-te sustentados desde el punto de vista científico, la falta de rigor en los resultados publicados actual-mente, por parte de muchos investigadores, que restringen su visión dentro de un marco deter-minista. Afirma que el punto del debate no debe centrarse en si el Periodo Cálido Medieval fue más caluroso que el actual. Ni si el efecto de posibles eventos extremos impactará en mayor o en menor medida, sino más bien, en la forma en la que como sociedad mundial enfrentamos el problema. Para lo

cual ejemplifica que el hambre no es la causa princi-pal de muerte en los países africanos, sino las enfer-medades asociadas a las malas condiciones de vida.

Asimismo, el incremento en la vulnerabilidad de muchos asentamientos humanos se incrementa como consecuencia de un mal manejo de la política interna de cada país, en el que predominan las so-luciones a corto plazo, basadas en relaciones causa-efecto, y no en propuestas integrales que impacten lo menos posible al delicado balance existente en el medio ambiente. Donde se vaya más allá de la escala local, para trascender a escalas globales inter-conectadas con las regionales y las locales.

Norma Sánchez SantillánDepartamento El Hombre y su Ambiente

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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Gilabert, C. y V. Martínez Hernández (2008), ¡La isla se queda! Una lectura del paisaje cultural de Puerto Vallarta, Centro Universitario de la Costa, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco,114 p., ISBN 978-85-286-0545-7

En este libro se conjugan dos visiones, la de César Gilabert Juárez y la de Virginia Martínez Her-nández. Ambos, profesores e investigadores del Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara, nos presentan este libro sobre el río ubicado al sur de Puerto Vallarta nombrado Cuale. Gilabert es doctor en ciencias sociales, ha trabajado varios temas enfocados a la región de los Altos de Jalisco entre los que destacan identidad, poder y espacio (Gilabert y Camarena, 2004), co-rredores y circuitos estructurales (Camarena et al., 2005), centros urbanos y zonas rurales (Camarena et al., 2003). Es miembro de la Academia Jalis-ciense y ha escrito artículos de divulgación sobre globalización e ideología (Gilabert, 2002, 2003), entre otros. Martínez, por su parte, es maestra en estudios regionales, ha trabajado principalmente sobre la costa de Jalisco aspectos como suelo eji-dal (Martínez, 2009) y actores sociales en Puerto Vallarta.

La obra se basa en un proyecto de investiga-ción. Nos sumerge en una problemática donde naturaleza y cultura es problematizada a partir de la construcción espacial del río Cuale. A lo largo de sus 114 páginas, se expone la manera en que los habitantes se han apropiado de la isla, ubicada en la desembocadura del río. Por medio de esta apropiación reconocen las necesidades y activi-dades que los pobladores tienen con su pasado, dando cuenta de la resistencia y adaptación que los habitantes tienen al Puerto Vallarta turístico. Finalmente, aclaran el derecho de los pobladores sobre la toma de decisiones para el futuro de la isla, toda vez que las acciones se han impuesto de manera vertical ya sea por el fideicomiso de Puerto Vallarta o por presión de grupos dominantes ¡La isla se queda! es un llamado de atención principalmente al gobierno local.

El texto cuenta con una tesis de base: “la con-formación del espacio comunitario y de sus repre-sentaciones espaciales no obedecen sólo a factores físicos naturales, pues son una elaboración cultural” (p. 15). A lo largo del texto se pone a prueba esta tesis y se enfatiza en las conclusiones la pérdida de un espacio como es la isla Cuale. El trabajo se basa en una perspectiva cualitativa, sólo que los autores son menos explícitos en indicar la selección de sus fuentes, los informantes clave o las características de su trabajo de campo.

El texto tiene una originalidad temática, pues en la búsqueda de información que se hizo no se encontraron en México o en América Latina otros textos que examinen los procesos sociales y sim-bólicos de una isla cercana a la desembocadura de un río. Nos percatamos de la combinación de las escalas para el análisis espacial. La escala global la utilizan para referir aspectos sobre la incidencia de los inversionistas en un contexto mundial. La escala regional les permite contextualizar una historia entretejida por las actividades económicas, recur-sos naturales y movimientos de población que los llevará directamente a lo local. Dentro del contexto de la ciudad y las vicisitudes en la isla identifican la apropiación y uso que se ha hecho de ésta a lo largo del tiempo.

En la primera mirada del libro, un geógrafo podría pensar que se trata de un trabajo de geografía cultural por el uso del término paisaje en el título y su relación con procesos de transformación. Sin embargo, al internarse en la lectura el texto discurre a través de una ecología cultural. En gran parte del occidente del país se construyó una ecología cultural sobre la relación existente del hombre con la naturaleza, observándose fenómenos culturales que se encuentran imbricados a aspectos sociales. Aquí, el aprovechamiento de los recursos trae

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José Antonio Ramírez Hernández

consigo problemas medioambientales e implica-ciones socioculturales con modificaciones a nivel local. Brigitte Boehm Schoendube propuso una metodología sobre la ecología cultural (2001). Las manifestaciones y huellas del artificio,1 para ella, conforman el espacio geográfico, donde grupos subculturales generan signos escritos en distintos tiempos con trazos que muestran la internalización de los significados, revelando expresiones de inclu-sión y exclusión geográfica. Al leer este pequeño libro se tiene la certeza de esta influencia de Boehm, mientras que por las referencias bibliográficas se observa una menor incidencia en los autores de las propuestas del geógrafo Joël Bonnemaison para el estudio de la cultura como proceso.2 Lo principal de los autores para su investigación procede de la historia regional y documentos de archivo.

1 El artificio para Boehm es un concepto complejo resultado de la acción creadora humana, es signo o letra que se con-vierte en texto que se interpretará. Su principal influencia es J. B. Jackson uno de los precursores del giro cultural en la geografía, él incluye procesos simbólicos en el territorio. La autora escribe:

El artificio, como tal, es cultura (suele referirse como cultura material); su ejecución es cultura (generalmente llamada tecnología); la conjunción de esfuerzos para lograrlo es cultura (con variaciones temporales y re-gionales); su impacto en el ambiente y en el paisaje es cultura (geografía, biología, física humanas), su mensaje es cultura (su representación), (Boehm, 2001: 60-61).

2 La geografía cultural a partir de la influencia del huma-nismo (paradigma donde pone en el centro al humano, pensándolo como un ser que percibe, siente, valora y da significados) ha desarrollado temas de política, poder, justicia, el cuerpo, diferencia, hibridación, trasnaciona-lismo, resistencia, trasgresión, representación (Duncan et al., 2004), enfatizándose en aspectos como son la movilidad de la población entre lugares y en los lugares mismos, así como en las identidades (Ogborn, 2008). Hace énfasis en las escalas pensando el lugar, el paisaje o el espacio como parte de procesos complejos que no están separados de un ámbito natural y uno sociocultu-ral, en las recientes concepciones de la geografía cultural la relación hombre-medio se han tratado de desbordar pues no son categorías opuestas; y la discusión no surge de la mera problemática de la naturaleza como recursos naturales, la complejidad es mayor al integrar variables que no son vistos como recursos naturales pero corres-ponden a aspectos espaciales. Por último, pero no menos importante, los mapas en geografía cultural son parte de la problemática que se representa.

De esta manera, los autores en su primer capí-tulo aclaran la función del territorio como un con-junto de procesos sociales y hechos físicos, empero, cuando actúan aspectos del orden cultural, emergen símbolos. En esta adaptación y posterior creación del entorno surgen las técnicas, que tienen un papel preponderante, pues a partir de ellas se buscan las estrategias adaptativas que llevan a la comunidad a transformar la naturaleza en términos culturales. De ahí se desprenden símbolos relacionados a la geografía o a la propia vida diaria, donde aparecen las respectivas jerarquías identitarias, capítulos adelante retomarán a Gilberto Giménez (2006) para aclarar la concepción de identidad partiendo de una relación afectiva con el territorio. El uso y aprovechamiento de los recursos naturales son da-tos relevantes que permitirán una lectura del paisaje rica en símbolos. Los autores entienden el paisaje cultural como un resultado de procesos históricos socioculturales generados por la apropiación del territorio.3

En los dos siguientes capítulos se exponen las referencias para comprender a Puerto Vallarta como un paisaje turístico y un breve estudio de larga du-ración sobre la conformación física y poblacional de la Isla Cuale.

Para el cuarto capítulo diferencian el uso uti-litario y el simbólico del río con el fin de aprove-charlo como recurso natural. En el quinto capítulo, exponen el origen de la zona minera del Cuale. Para el sexto capítulo se expone el tema del uso y aprovechamiento del río, el cual permitió habitar las riveras del Cuale, dando paso a las “ramaditas” (techos temporales de palma en las riveras del río) y los “puentes” (desde los que eran hechos de tronco de palmera hasta los más modernos) por dar un ejemplo.

En el siguiente capítulo exponen como en 1942 una crecida del río obligó a los habitantes que te-

3 La diferenciación de un paisaje natural y cultural ac-tualmente es menos convincente en la geografía. A partir de la década de los ochenta el concepto paisaje tomó una dirección hacia lo simbólico, entendiéndose como una serie de procesos naturales, sociales, económicos, culturales y políticos intrincados que permiten acceder a la totalidad de la realidad.

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¡La isla se queda! Una lectura del paisaje cultural del Puerto Vallarta

nían su residencia en la isla, fueran reubicados hacia la colonia Emiliano Zapata. Más tarde la porción del río que se encontraba habitada se convertiría en un parque.

En el octavo capítulo analizan la implemen-tación de la acción federal, llamada La Marcha al Mar, que tuvo fuerte impacto en el crecimiento de la población de este puerto, y con ello el pobla-miento de la isla. En esta coyuntura se consolida la organización de los habitantes, surgen líderes que obtienen relevancia en la política municipal. Esta experiencia es un antecedente que les permite asociarse y cooperar entre sí a los colonos.

En el capítulo noveno se expone un nuevo pro-ceso de rehabitación y reubicación de los habitantes de la isla. Para 1967 se acelera del desalojo de los habitantes a terrenos que más tarde tendrían por nombre Colonia Díaz Ordaz. Sin embargo, algu-nos habitantes regresaron a habitar la isla, pero no por mucho tiempo, pues otra crecida del río daría paso una reubicación hacia las colonias Palo Seco y Palito Verde.

En el capítulo décimo, los autores dan porme-nores de la creación del fideicomiso Puerto Vallarta y como en el contexto del desarrollo turístico se construyen locales comerciales en la isla, durante este lapso se congregan jóvenes y adultos para su descanso. Aclaran el entramado institucional “tra-dicional propio de un pueblo, basado en relaciones corporativas (casi pre modernas), donde la impor-tancia de la influencia y la amistad podían hacer más que cualquier procedimiento legal” (p. 85).

En el décimo primer capítulo se exponen par-ticularidades del uso de la isla, como es el caso de actividades artísticas que tienen referente en todo Puerto Vallarta. En la segunda mitad de la década de los ochenta se le permite al ayuntamiento la ad-ministración de la parte oriente, para la realización de actividades culturales. En el 2002 se declara zona cultural donde se llevan a cabo eventos, cursos y exhibiciones artísticas.

En el último capítulo problematizan lo visi-ble. Las vicisitudes por las que ha pasado la isla se sumaron al pasillo artesanal para la isla Cuale, decisión del gobierno municipal para reubicar a los comerciantes semifijos que ocupaban los parques públicos de Puerto Vallarta. Hay un manejo poco

democrático del paisaje: el comercio no controlado, las redes de poder que vulneran la legislación, la contaminación de la isla que se suma a la depreda-ción de la fauna. Estas consecuencias son parte del deficiente ordenamiento territorial de la isla, reflejo de la maximización de los recursos por capitales de importancia.

En un libro que cuenta con doce capítulos, cortos en extensión, se intuye que hay mucha más información de la que se ofrece al lector. La tem-poralidad de las fuentes es variada. En sus fuentes secundarias se retoman temas de la conformación misma del entorno de Puerto Vallarta; otras fuen-tes son actuales, principalmente las conceptuales con las cuales los autores analizan aspectos como los recursos naturales, la historia y las relaciones sociales en el espacio estudiado. Por su parte, las fuentes primarias son del siglo XX, se apoyan en dos archivos uno nacional y uno local, se utilizan actas de cabildo del Ayuntamiento de Puerto Va-llarta, así como documentos del Registro Agrario Nacional; vienen a enriquecer los hallazgos que han hecho en las entrevistas a personajes claves, como son líderes involucrados en la conformación de la isla Cuale. Sin embargo, no aclaran ¿cómo se lleva a cabo la decisión para consultar esos archivos, ¿por qué esos y no otros?, ¿cuál fue el criterio para elegir a las personas entrevistadas?, ¿qué técnica de observación se utilizó?

El texto no cuenta con ningún mapa. Los ma-pas son una tecnología que enriquece el trabajo de las ciencias sociales. Si bien los autores tienen una capacidad descriptiva relevante, el diseño de mapas permitiría distinguir el cambio geográfico que los autores estudian en la isla Cuale, de una manera sintética y novedosa. Para eso, se requiere la selección de las variables (cualitativas y/o cuanti-tativas) para la preparación de los mapas temáticos como parte constitutiva del proyecto y del estilo de trabajo.

Para finalizar, diremos que ¡La isla se queda! Una lectura del paisaje cultural del Puerto Vallarta analiza la conformación de la isla Cuale, permi-tiendo la comprensión de procesos sociales a partir de los recursos naturales. Los resultados desde un enfoque de ecología cultural llevan a los autores a reconocer la fuerza del paisaje, identificando en lo

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José Antonio Ramírez Hernández

cotidiano la herencia de amplias escalas. El paisaje que se muestra es cambiante, sus creadores vivieron procesos de adaptación básicos, instaurando y mo-dificando las técnicas creadas por las necesidades de una comunidad, con los modos de vida marcados por complejos procesos socioculturales, los cuales, Gilabert y Martínez retoman para argumentar que la isla es de los vallartenses.

RefeRencias

Boehm Schoendube, B. (2001), “El lago de Chapala: su ribera norte, un ensayo de lectura del paisaje cultural”, en Relaciones, El Colegio de Michoacán, Zamora, vol. XXII, núm. 85, pp. 58-83.

Camarena Luhrs, M., A. Valdez Zepeda, C. Gilabert Juárez y M. Salgado Viveros (2003), “Centros urba-nos, zonas rurales y espacios flexibles de transición: el espacio producido en los Altos de Jalisco”, en Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, vol. IX, núm. 27, pp. 155-178.

Camarena Luhrs, M., A. Valdez Zepeda, C. Gilabert Juárez y M. Salgado Viveros (2005), “Corredores y circuitos que estructuran la región de Los Altos de Jalisco”, en Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, vol. XI, núm. 32, pp. 151-191.

Duncan, J. S., N. C. Johnson and R. H. Schein (2004), A companion to cultural geography, Blackwell, Mas-sachusetts.

Gilabert Juárez, C. (2002), “La Guerra preventiva y el fin de la diplomacia”, en Revista de la Universidad

de Guadalajara, Guadalajara [http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/noalaguerra3.html : consulta 15 de febrero de 2010].

Gilabert Juárez, C. (2003), “El delirio de los gobernantes. Una semiótica del poder”, en Córdova P., L. Cortes y A. Velasco (coords.), El laberinto de la cultura. Estudios de Semiótica, Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, Universidad de Guadalajara, p. 242-251.

Gilabert Juárez, C. y M. Camarena Luhrs (2004), El alte-ño global trayectorias evolutivas del Los Altos de Jalisco. Evolución política y sociocultural en la era de la sociedad global, El Colegio de Jalisco, Zapopan, México.

Giménez, G. (2006), “El paisaje como territorio, paisaje y referente de identidad”, IV Encuentro del Seminario Permanente de estudios de la Gran Chichimeca, El Colegio de Jalisco, 4-5 de octubre.

Martínez Ramírez, V. (2009), “La urbanización del suelo ejidal, o de cómo la <irregularidad> se convirtió en la <regularidad> para acceder a la tierra”, en Núñez Mar-tínez, P. (coord.), Sociedad y Economía: estudios sobre Puerto Vallarta y su región, Centro Universitario de la Costa, Universidad de Guadalajara, pp. 52-65.

Ogborn, M. (2008), “Topographies of culture: geo-graphy, meaning and power”, Longhurst, B., et al., Introducing Cultural Studies, Pearson, pp. 107-139.

José Antonio Ramírez HernándezPosgrado de Geografía

Facultad de Filosofía y LetrasUniversidad Nacional Autónoma de México

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Mendoza Vargas, H. y C. Lois (coords.; 2009),Historias de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas, (Colección: Geografía para el siglo XXI, Serie: Libros de Investigación, núm. 4), Instituto de Geografía, UNAM / Instituto Nacional de Estadística y Geografía,México. 494 p., ISBN 978-607-02-0419-7

La correlación entre historia y geografía puede no ser el foco central de la obra Historias de la Carto-grafía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos pro-blemas, pero en última instancia el libro provee una contribución invaluable a un tema que dice respec-to al quehacer de historiadores y geógrafos: cómo entender a los artefactos del pasado en su contexto de confección. Héctor Mendoza Vargas y Carla Lois presentan una perspectiva renovada sobre la historia de la cartografía en copioso volumen que remite a dos puntos intrínsicamente vinculados al desa-rrollo del saber cartográfico. En el pasado, dicen los coordinadores, los mapas antiguos han servido como legitimadores de proyectos oficiales, o bien han sido desechados por los especialistas debido a sus “debilidades” técnicas, por lo que los artículos reunidos en este libro discuten ambas visiones a partir de un interés compartido por contextualizar históricamente representaciones cartográficas en diferentes momentos y espacios de Iberoamérica. A lo largo de la obra, la contextualización histórica se convierte en un recurso metodológico que per-mite no sólo una crítica al discurso oficial –que en muchas ocasiones ha utilizado y todavía lo hace, a los mapas, como verdad incuestionable–, sino también a aquellos que simplemente han ignorado o minimizado la importancia cognitiva de estas imágenes en razón de sus “imprecisiones”. Presentar a los eventos del pasado con la máxima fidelidad posible a las fuentes es, en este sentido, preocu-pación compartida por historiadores y geógrafos, pero cualquier vestigio –como la documentación escrita o las imágenes– aislado de su coyuntura de producción dice muy poco acerca del fenómeno que se pretende desvelar. La selección de trabajos publicados en este libro remite directamente a esta cuestión y ensaya respuestas originales a este problema metodológico.

Desde hace algún tiempo el Instituto de Geo-grafía de la Universidad Nacional Autónoma de México viene introduciendo a los lectores a los nuevos senderos de la historia de la cartografía y a las correlaciones entre geografía e historia a partir de la organización de simposios y de la pu-blicación de libros innovadores en esta materia.1 Además de la mirada renovada presente en estos foros, debe resaltarse la perspectiva comparada de sus organizadores, lo que sin duda representa un marco distintivo con respecto a la producción intelectual latinoamericana de décadas pasadas que insistía en una visión homogénea, en especial cuando el área de estudio era el subcontinente. En la obra en cuestión también se percibe esta voca-ción comparativa tanto en el aspecto geográfico como cronológico; los capítulos del libro recorren diversos espacios iberoamericanos desde el siglo XVI hasta el XX, teniendo como hilo conductor las sugerencias de John Brian Harley acerca de la relatividad histórica de los mapas (Harley, 2001). Lo que confiere al libro una coherencia interna que al mismo tiempo preserva las especificidades propias del área o época analizada. Cabe al lector, por tanto, dibujar las aproximaciones y distancia-mientos entre los casos específicos examinados a lo largo de la publicación.

Los tres artículos de la primera sección “Las representaciones cartográficas” ponen énfasis en la importancia de entender los planos cartográficos según los paradigmas de la época en que fueron confeccionados. Este acercamiento metodológi-co permite a Francisco Javier Moreno Núñez en

1 Véanse: Mendoza et al. (2002); Ribera Carbó et al. (2007). Para una reseña de los eventos que antecedieron a la publi-cación del libro aquí presentado, véanse Troncoso (2006) y Oliveira (2008).

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Maria-Aparecida Lopes

“Deconstruyendo un mapa, reconstruyendo un pasaje: la Pintura de Huaxtepec, 1580” explotar las simbologías de la Pintura de Huaxtepec, cuyo paisaje revela, poco años después de la conquista, trazos hispanos y mesoamericanos. Por medio del estudio de Francisco Roque de Oliveira “Uma cidade, duas simbologias. Cartografía européia e chinesa de Macau dos séculos XVI e XVII”, se apre-cia la combinación de patrones estéticos orientales y occidentales en los mapas antiguos de Macao; y en “Orden simbólico y orden práctico: operacio-nes gráficas sobre la ciudad (Buenos Aires, 1740-1820)”. Graciela Favelukes discute la transición entre dos formas de ordenamiento de Buenos Aires a lo largo del siglo XVIII. Si al momento de la ocu-pación inicial de la ciudad la concepción del diseño reflejó una sociedad de tipo estamental, con el pasar de los años y también debido a la propia extensión poblacional, los requerimientos del orden urbano pasaron a responder a otras necesidades conformes con los parámetros de una nueva racionalidad que intentaba regularizar los “desaliños” sufridos por la traza fundacional.

“Las cartografías del territorio: estudios de caso” es el título de la segunda sección del libro cuyos artículos se refieren a la forma como los mapas han sido utilizados por los gobiernos y/o grupos de interés para justificar guerras, invasiones, po-sesiones de territorio, cobro de impuestos, entre otros. Ejemplo de este último es el Plan catastral del término de la Villa de Llívia de 1849 tal cual informa Francesc Nadal en su capítulo “El atlas parcelario del municipio de Llívia (Cataluña) de 1849”. El autor muestra que debido a su ubicación en la frontera entre España y Francia, entre otros motivos, el municipio de Llívia cuenta con un conjunto importante de mapas catastrales, entre ellos el de 1849 elaborado por expertos franceses para medir tierras y para intentar poner término a las contiendas de tipo fiscal en esta región flui-da, como lo es toda el área delimitada por líneas internacionales artificiales. Al igual que en el caso de la carta de Llívia de 1849, el Mapa de la parte norte de Marruecos de 1905, también fue producido para atender a un requerimiento específico de los poderes gubernamentales, en este caso dice Luis Ur-teaga en “El mapa del norte de Marruecos a escala

1:500 000 y la conferencia de Algeciras de 1906”, se trata del interés del Estado español por justificar sus pretensiones coloniales en África, y más espe-cíficamente en el reparto de Marruecos entre los países de Europa occidental. Por lo apurado que se hizo, afirma Urteaga, el mapa posee imprecisio-nes, pero estas últimas ilustran los mecanismos a los cuales los cartógrafos tuvieron que recurrir, en la primavera de 1904, para comprobar el conoci-miento que de la región tenían los españoles, antes de la conferencia de 1906 que decidiría el destino colonial de Marruecos.

En el capítulo “Construyendo el territorio. El desarrollo de la cartografía en Nueva España”, José Omar Moncada Maya reitera algunos elementos mencionados en los artículos anteriores en lo que dice respecto al papel de la cartografía en el con-texto de conquista y control de un territorio. Pero este control, como nos revela Moncada Maya no es absoluto, en la toponimia y en la simbología de las cartas novohispanas, por ejemplo, se denota el empleo de emblemas mesoamericanos e hispanos. Por lo que tales imágenes, dice el autor, trascienden sus imperfecciones técnicas, mejor aún, precisa-mente debido a ellas, se revelan como artefactos invaluables para historiadores y geógrafos, en la medida en que hablan de los paradigmas científicos de la época en que fueron elaborados. Control y defensa del territorio animaron la producción de mapas del Pacífico novohispano en el siglo xviii, tal como describe Guadalupe Pinzón Ríos en su artículo “Los mapas del Pacífico novohispano: apropiación y defensa de los litorales durante el siglo XVIII”. En su cuidadoso análisis, la autora muestra como los poderes imperiales españoles reconocieron la necesidad, ya no de conquistar, pero de asegurar la posesión de estos territorios en el Pacífico ante la presencia de enemigos de la corona española. Control en este caso representaba más que la fundación de asentamientos, implicaba el establecimiento de rutas comerciales, caminos e instituciones para conectar de forma definitiva y fluida a esta región (en este sentido, de frontera) con el centro de poder de la Nueva España. En el último artículo de esta sección “La exploración de la Patagonia Central y los mapas de Llwyd Ap Iwan” Fernando Williams examina el papel de los

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Historias de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas

topónimos en la confección de piezas cartográficas de la Patagonia y su función simbólica en el proceso de apropiación galesa de la colonia en el extremo sur de América.

La dimensión técnica en el proceso de ela-boración cartográfica es el tema que une a los artículos de la sección “La cartografía, la técnica y la planificación: aspectos técnicos de la produc-ción o del uso de las cartografías”, en la cual dos colaboraciones tratan de Brasil. En el artículo “A Comissão de Triangulação do Município da Corte, 1868-1878” Manoel Fernandes de Sousa Neto rela-ta dos intentos fallidos de llevar a cabo el proyecto de triangulación de la capital del imperio brasile-ño, Río de Janeiro en el siglo XIX, uno iniciado en 1862 y el otro en 1870. A lo largo del texto el autor argumenta que los miembros de la segunda comisión hicieron críticas incisivas a la primera –ya fuera por sus elecciones técnicas, como por ejemplo en la utilización de instrumentos considerados imprecisos, u otras fallas–, pero estas críticas, dice, no estaban dirigidas a sus colegas ingenieros, sino al Estado monárquico. Sin embargo, Sousa Neto no documenta esta aseveración; hubiera sido inte-resante que se ensayaran respuestas a dos preguntas que derivan de la lectura del artículo: primera ¿cuáles fueron las condiciones o las razones que motivaron a los expertos de la comisión de 1870 a cuestionar el gobierno imperial? y ¿en qué aspec-tos específicamente?, segunda ¿a cuál elemento o elementos se podría atribuir la no concreción de los proyectos de triangulación de Río de Janeiro? Respuestas a estas interrogantes, aunque parciales, hubieran enriquecido las hipótesis del autor. En el otro artículo sobre Brasil intitulado “O mapa fabricado entre o campo e o gabinete: dimensões técnicas e discursivas da Comissão Geográfica e Geológica de Minas Gerais, Brasil (1891-1930)” Maria do Carmo Andrade Gomes presenta resul-tados parciales de su copiosa investigación sobre la comisión y su programa cartográfico para el estado de Minas Gerais. A partir de un análisis minucioso de los reportes técnicos de los topógrafos y trian-guladores, la autora devela una serie de conflictos entre éstos y los vecinos de las áreas investigadas. Estos conflictos, que denotan una desconfianza de estos últimos con respecto al Estado, afirma Gomes,

no pueden ser sintetizados en una disputa entre el saber científico y la ignorancia, revelan más bien choques entre diferentes prácticas y visiones de mundo presentes en el contexto en cuestión.

Marta Penhos en “En las fronteras del arte: topografía, cartografía y pintura en la Expedición de la América Meridional a fines del siglo XVIII” muestra las correlaciones entre la pintura panorá-mica moderna y la cartografía. En ambas formas de representación, afirma, la visión panorámica “des-cribe” e ilustra a un territorio desde un punto alto y esta mirada, que devela un área dominada, está inspirada en un patrón estético utilizado en la car-tografía por lo menos desde el siglo xvi. Lo notable de este artículo es que a partir de las conclusiones de la autora se entiende perfectamente uno de los puntos altos de este libro: la forma cómo diferentes sistemas de representación de una determinada época o varias –ya fuera la cartografía, la pintura, la literatura, entre otros– se relacionan.

En “De Palas a Minerva: panorama de la repre-sentación técnica en el Río de la Plata 1789-1866” Teresa Zweifel desglosa los procesos cognitivos técnicos presentes en la cartografía de la región del Río de la Plata entre fines del siglo xviii y me-diados del siguiente. Periodo en el cual se transita entre formas diferentes de medir y representar el espacio geográfico, uno bajo el impulso burocráti-co español de las últimas décadas coloniales, otro bajo la influencia de los proyectos nacionalistas del Estado independiente argentino. En este último periodo, en Argentina así como en otros lados de América, la cartografía ganó un papel destacado, entre otros motivos porque el avance sobre dichas zonas vacías requirió de la producción de cono-cimientos técnicos de la región que se pretendía conquistar o incorporar al Estado-Nación. Por esta razón dice Carla Lois en “Técnica, política y ‘deseo territorial’ en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941)”, el Estado argentino se encargó de la tarea de la producción de estudios geográficos y cartográficos con el objeto de proyectar una visión global de un territorio que en realidad todavía estaba por construirse.

Los artículos de la última sección del libro intitulada “El Estado y la cartografía: mapas nacio-nales, profesionales e ingenieros militares”, centran

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Maria-Aparecida Lopes

la mirada en los conflictos causados a raíz de la ejecución de proyectos estatales, que requerían de producción cartográfica, y la forma como los veci-nos en los ámbitos local y regional respondieron a lo que consideraban ser una forma de intervención estatal en su modus vivendi. Reflexionar sobre los discursos que emergieron a partir de la revolución de 1910 en México es sin duda una tarea abierta, así lo demuestra Raymond B. Craib en “El archivo en el campo: espacio, conocimiento y deslindes en la reforma agraria mexicana”. Dos importantes conclusiones derivan de su artículo. Primero, los burócratas encargados de implementar la reforma agraria en diferentes rincones del país no pueden ser encajados en un grupo monolítico, lo que el autor observa a partir de las interacciones de estos últimos con los campesinos de las áreas investigadas. Segun-do, al contrario de lo que una visión global puede sugerir, los trabajos de deslinde llevados a cabo en México después de 1920 no fueron necesariamente resultado de una imposición del Estado sobre los actores locales, ya que los agentes de la reforma agraria tuvieron que “negociar” con los vecinos y sus concepciones sobre el espacio y la forma de aprovechamiento del mismo. No obstante, sobre este último punto el lector esperaría encontrar citas literales de los documentos analizados que pudieran ilustrar estos ámbitos de conflicto e interacción.

En “Cordillera, frontera e identidad: representa-ciones cartográficas de la gobernación de Chile en el siglo XVI” Alejandra Vega Palma presenta una hi-pótesis convincente sobre el proceso de formación de identidad territorial de la gobernación de Chile. La autora nota que el proceso de nombramiento de la cordillera de los Andes, punto estratégico para el imperio español en Sudamérica, fue relativamente tardío. El acto de nombrar, nos recuerda, significa tomar posesión y el hecho de que en los textos españoles, a lo largo del siglo XVI y en buena parte del siguiente, la cordillera siguiera sin nombrarse, dice, puede ser asociado con una falta de control por parte del gobierno metropolitano sobre esta región, o más aún de que este proceso, al igual que el de formación de una unidad territorial estaba en curso. En efecto, en este periodo, la gobernación de Chile pasó por una transición entre dos formas de representación cartográfica: una en la que la

cordillera no representaba una barrera natural, y otra según la cual definitivamente la cadena mon-tañosa, como frontera, pasó a dibujar los límites de Chile con el mar. “Paradigmas en la cartografía cubana del siglo XIX” de Jorge Macle Cruz es una invitación a reflexionar sobre otro problema que los Estados modernos enfrentaron: la falta de téc-nicos habilitados para realizar obras de medición e intervención en los territorios que los gobiernos pretendían controlar, motivo por lo cual vía de regla recurrieron a ingenieros militares para llevar a cabo tales tareas, como ocurrió en Cuba a lo largo del siglo XIX. Malena Mazzitelli Mastricchio en “Lí-mites y cartografía en la frontera argentina durante el último tercio del siglo XIX”, también destaca el papel de los ingenieros militares en las comisiones de límites argentinas en el proceso de delimitación de sus fronteras internacionales.

María del Carmen León García en “Cartografía de los ingenieros en Nueva España, segunda mitad del siglo XVIII”, relata el copioso trabajo de los ingenieros militares en la producción cartográfica de la Nueva España durante las reformas borbóni-cas, periodo que de hecho coincide, en su segunda mitad, con el fortalecimiento de la estadística. Curiosamente estos mapas, organizados por el Estado español para proporcionar conocimientos más precisos sobre sus territorios ultramar, fueron utilizados como modelos de otros mapas elaborados a lo largo del siglo XIX, como por ejemplo en los de Manuel Orozco y Berra, para justificar proyectos nacionalistas mexicanos. En el último capítulo del libro “El mapa geológico de México y Brasil, 1850-1900”, Héctor Mendoza Vargas y Silvia Fernanda de Mendonça Figueirôa discuten el papel de la geología en la elaboración de mapas temáticos que buscaban representar y divulgar información reco-pilada sobre los recursos naturales de ambos países, en la segunda mitad del siglo XIX, con vistas a un mejor aprovechamiento de los mismos.

La obra Historias de la Cartografía de Ibero-américa. Nuevos caminos, viejos problemas invita a una reflexión renovada acerca de las formas de representación del espacio a partir de estudios de caso centrados en Iberoamérica, pero que sin duda pueden ser extendidos a otras regiones. En sus páginas se discute el papel de la cartografía

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Historias de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas

en los procesos de apropiación de un territorio y su relación con los poderes políticos –Estados, gobiernos, imperios, grupos de interés, entre otros actores– al igual que, y esto a mi modo de ver, constituye uno de los aspectos que debe ser destacado del libro, se desarrolla una exposición cuidadosa sobre la necesidad de entender a las cartas antiguas con respecto a la epistemología en que fueron confeccionadas. El libro también muestra el largo proceso de adopción de parámetros de conocimiento europeos en América, y la forma como éstos fueron fincándose como científicos, y por tanto “neutrales”. Pero como señalan diversos artículos, este fue un proceso paulatino en el cual antiguas formas de ilustración, como las mesoame-ricanas, por ejemplo, pervivieron, al menos por un periodo. Como reflexión final queda la idea de que un mapa está muy lejos de ser un artefacto neutral o un dibujo fiel de un espacio, es antes que nada una representación fincada en una visión de mundo, como lo es toda actividad humana. Sin embargo, vale insistir, con base en estas cartas los gobiernos toman acciones, elaboran proyectos y diseñan estrategias que tienen consecuencias directas para los vecinos de una región o para el equilibrio, o no, en el escenario internacional.

RefeRencias

Harley, J. B. (2001), The new nature of maps: essays in the History of Cartography, in Laxton, P. (ed.), Andrews, J. H. (introd.), The Johns Hopkins University Press, Baltimore, London [hay una edición en castellano en el Fondo de Cultura Económica, México, 2005].

Mendoza Vargas, H., E. Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (eds.; 2002), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España 1820-1940, Instituto de Geografía UNAM/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/Agencia Española de Coope-ración Internacional, México.

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Ribera Carbó, E., H. Mendoza Vargas y P. Sunyer Martín (coords.; 2007), La integración del territorio en una idea de Estado. México y Brasil, 1821-1946, Instituto de Geografía UNAM/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México.

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Maria-Aparecida LopesCalifornia State University, Fresno

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Sampaio, M. (2009),A construção da geografia universitária no Rio de Janeiro, FAPERJ, apicuri, Rio de Janeiro,231 p., ISBN 978-85-61022-18-1

Mônica Machado Sampaio, doctora en Geografía por la Universidad de San Pablo (Universidade de São Paulo, USP) y actualmente profesora del De-partamento de Geografía de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro y de la Universidad Cató-lica de Rio de Janeiro, viene de publicar su tesis de doctorado: “La construcción de la Geografía Uni-versitaria en Rio de Janeiro”. Desde hace algunos años, la geografía brasileña se ha destacado por el fortalecimiento de sus estudios históricos y episte-mológicos, participando en una actitud reflexiva, preocupada por hablar de las prácticas académicas de los geógrafos, poniendo en crisis los supuestos científicos con que la investigación geográfica se desarrolló a lo largo del siglo XX. La tesis doctoral de Sampaio es partícipe de este impulso de apertura teórica en el que se renuevan las ciencias sociales contemporáneas.

Los precedentes de esta búsqueda intelectual pueden encontrarse en los trabajos de varios geógrafos brasileños como Ruy Moreira, Antonio Carlos Vitte, Roberto Lobato Corrêa, por citar algunos. El camino intelectual de Ruy Moreira se ha construido a través de las investigaciones sobre la historia de la geografía, la epistemología de la geo-grafía a la que ha opuesto una “ontología de la geografía” como ámbito en el que se puede pensar un modelo teórico legítimo para la geografía con-temporánea (Moreira, 2007). Otra tentativa es la de Roberto Lobato Côrrea, que se ha propuesto discutir los lugares teóricos en que el conocimiento geográfico de Brasil se ha edificado (Corrêa, 2008). Otra más es el esfuerzo de Antonio Carlos Vitte por reunir un grupo de trabajo sobre temas de historia y epistemología de la geografía, resultando en un acercamiento estrecho entre filosofía y geografía (Vitte, 2007). Las líneas de investigación desple-gadas por estos autores son heterogéneas, más no

por ello dejan de resultar significativas en el proceso de conformación de un espacio de investigación y comunicación de la Historia de la Geografía. En este sentido, la tesis doctoral de Sampaio puede verse como uno de los resultados de la formación de estas redes académicas. No es el resultado de un esfuerzo aislado de investigación sino el de la formación académica y el trabajo organizado en comunidades de investigación.

El trabajo de investigación de Mônica Sampaio se ha dividido en cuatro partes, que se muestran en cuatro capítulos en este libro. El primer capítulo se dedica a la revisión histórica de la Universidad del Distrito Federal (Universidade do Distrito Federal, UDF). Paralelamente con el primer desenvolvimien-to de la república como forma política moderna (instituida en 1889 en oposición a la monarquía) en los primeros años del siglo XX, las universidades aparecen como instituciones clave en el proyecto político republicano y nacionalista brasileño que tuvo vigencia hasta 1930. La Universidad del Dis-trito Federal fue el contexto en el que se intentó por primera vez profesionalizar los estudios geográficos en Brasil. La creación de esta institución, en 1935, está relacionada con el proyecto educativo de Anísio de Teixeira (1900-1971) quien importó el modelo de educación aprendido en la Columbia University, llamado Escuela Nueva (Escola Nova) para aplicarlo a la realidad brasileña. Esta voluntad modernizado-ra, de orientación liberal y progresista, se tradujo en la conformación pedagógica de la UDF, que dio lugar a las ciencias sociales como saberes capaces de organizar eficazmente a la nación y formó una élite intelectual-profesional especializada en la adminis-tración objetiva del país. Los cursos de Geografía de este primer proyecto educativo se inscribieron en la primera división pedagógica de esta universi-dad, dentro de la Escuela de Economía y Derecho

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A construção da geografia universitária no Rio de Janeiro

de la Universidad del Distrito Federal (Escola de Economia e Direito da Universidade do Distrito Federal) constituida por las secciones de: Ciencias económicas, Ciencias sociales, Ciencias geográficas e históricas, Ciencias jurídicas y Ciencias políticas y de administración. A pesar de que el programa de la carrera de Geografía estaba englobado en el programa de Historia, la enseñanza geográfica mantuvo cierta autonomía, dice la autora. La es-cuela de Economía y Derecho definió el objetivo claro de estudiar a Brasil en tanto nación, cosa que no se había hecho hasta el momento (p. 65). El propósito de los cursos de geografía era conocer a cabalidad el territorio nacional de Brasil, así como su población. Los cursos de los primeros profesores de esta institución son testimonio de la actitud con la que se objetivó la enseñanza de la geografía; estos fueron investigadores que trabajaron en dos niveles: por un lado, se dedicaron a crear profesionales de la geografía, de acuerdo con el modelo científico que permeaba en las ciencias sociales y, por otro lado, fomentaron la exploración del territorio brasileño como la herramienta disciplinaria encaminada a la formación de una geografía nacional. El ejemplo del profesor Delgado de Carvalho es un punto visible de este proceso. Carvalho había empezado a publicar trabajos de geografía desde los primeros años del siglo XX, como: Un Centre Économique au Brésil: L’Êtat de Minas (1908); Geographia do Brasil (1913); Le Brésil Méridional: étude économique sur les états du sud (1910); Météorologie du Brésil (1917); Physiografia do Brésil (1922); Metodologia do Ensino de Geografia: introdução aos estudos da Geografia Moderna (1925) e Introdução aos estudos à Geografia Política (1929). El hecho de publicar textos geográficos en francés revela que la tradi-ción disciplinaria de la geografía francesa tuvo resonancia en la creación de la geografía moderna brasileña. En este momento, no sólo se habían formado profesionales de la geografía fuera de Brasil, principalmente en Francia, también Anísio de Teixeira mantuvo una política de importación de maestros extranjeros y a la par envió alumnos fuera del país. Ejemplo de ello es el paso por la UDF de Pierre Deffontaines, geógrafo francés que se estableció en Brasil después de haber hecho su tesis con Jean Brunhes, alumno de Paul Vidal de la

Blache. Deffontaines fue un personaje clave en el desarrollo de la geografía moderna brasileña, como se corrobora en la creación de diversas institucio-nes de orden geográfico, en las que participó. Su primer curso en la UDF, titulado: Qu’est-ce que la Géographie Hummaine, trataba sobre la condición del quehacer geográfico como un trabajo de análisis de los paisajes, basado en la interacción hombre-medio, la actividad primordial que funcionó como supuesto teórico de la geografía vidaliana.1 Es ver-dad que la preocupación por definir el fenómeno nacional, y su especificidad geográfica, que fue la construcción de una noción de territorio nacional de Brasil, facilitó la traducción de la escuela de geografía francesa (que en este momento tenía a Vidal de la Blache a la cabeza), aquélla centraba su preocupaciones epistémicas en las definiciones legítimas de la nación y sus divisiones. El impulso liberal y de apertura teórica de la UDF tuvo un corto aliento, puesto que hacia 1937 (apenas dos años después de su creación) la iglesia católica, preocupada por el tipo de enseñanza que esta universidad ofrecía, intervino en las orientaciones pedagógicas de esta escuela, también, el gobierno federal, proclive a la postura eclesiástica, ejerció un mayor control en las decisiones de la universi-dad. De esta manera, en 1939, la Universidad del Distrito Federal se extingue para formar parte de la Facultad Nacional de Filosofía de la Universidad de Brasil (Faculdade Nacional de Filosofia de a Universidade do Brasil).

El segundo capítulo de este libro trata sobre la transferencia de la Universidad del Distrito Federal a la Universidad de Brasil. Sampaio ofrece en este capítulo una descripción de las directrices en las que se desarrolló esta Universidad. Creada en 1937 con financiamiento del gobierno federal, la Universidad de Brasil (Universidad do Brasil) tuvo como propó-sito formar élites intelectuales en estrecha relación con la burocracia estatal. La Facultad Nacional de

1 Sobre el concepto de “paysage” (paisaje) en la metodología de los vidalianos vid. Lévy, Lussault (2003:697-701), tam-bién vid. Besse (2000). Sobre el desarrollo de la geografía vidaliana en Francia vid. Robic (2006). Una recopilación de análisis sobre la “escuela francesa de geografía” se puede encontrar en Berdoulay (1995).

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Filosofía (FNFi) de esta universidad, estrechamente relacionada a la iglesia católica, absorbió a algunos profesores de la Universidad del Distrito Federal, como Carlos Delgado de Carvalho, y ejerció una verdadera autoridad en el control pedagógico como en la selección académica de los profesores. La au-tora refiere la anécdota que caracteriza la situación autoritaria en la que se desenvolvía esta escuela al contar cómo se le pedía consejo al embajador de Mussolini en Brasil sobre la selección de profeso-res italianos en la Facultad (p. 99). El proceso de consolidación de esta facultad comienza en 1945 (en el que, paralelamente, consigue su autonomía) y culmina en 1968. Durante este periodo se forta-lecen las actividades de investigación al instituirse la investigación de tiempo completo en la FNFi. Sampaio pone de relieve el hecho de que la FNFi fueun proyecto que pretendía formar intelectuales que sirvieran al Estado, sin embargo, en el plano estratégico, la FNFi era un polo de atracción del modelo centralizador del Estado de Vargas, la idea, dice Mônica Sampaio, era dotar de grandes recursos a la facultad para concentrar el mayor número posible de intelectuales. En particular, los geógrafos contaron con cuantiosos recursos para desarrollar el trabajo de campo y la investigación, no obstante, argumenta Sampaio, los temas de sus investigaciones estaban coartados por las posturas políticas estatales. Así, la autora periodiza la carrera de Geografía de la FNFi, de acuerdo con dos mo-mentos: el primero que va de 1939 a 1955, en el que la carrera de Geografía está anexada a la carrera de Historia, y el segundo, de 1956 a 1968, en el que la carrera de Geografía consigue su autonomía y se refuerzan las labores inquisitivas de los geógrafos. Un papel importante juega en ello Hilgard Stern-berg (1917-) quien asume la cátedra de Geografía de Brasil en 1944. Este geógrafo, formado con Pierre Deffontaines y en los Estados Unidos, con-tribuyó a la renovación científica de la Geografía que se desató en los años cincuenta en Brasil. En 1952, fundó el Centro de Investigaciones de Geo-grafía de Brasil (Centro de Pesquisas de Geografia do Brasil, CPGB) bajo auspicio de la fundación Rockefeller. Su trabajo de comunicación entre las metodologías geográficas estadounidenses y fran-cesas le valieron el reconocimiento internacional.

Su historia está trabada con la de México, al haber sido invitado como profesor visitante por la Uni-versidad Nacional Autónoma de México (UNAM), según cuenta la autora, sin mencionar la fecha en que esto ocurrió. En el periodo de 1939 a 1968 se formaron no solamente las carreras de geografía en el ámbito universitario, también campos de trabajo en los cuales pudieran absorberse los profesionales de la geografía. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística, IBGE) fundando entre 1937-1938, la Asociación de Geógrafos Brasileños (Associação dos Geógrafos Brasileiros, ACG) fundada entre 1934-1936 y el Consejo Nacional de Geografía (Conselho Nacional de Geografia, CNG) fundado en 1937, fueron instituciones de carácter federal que construyeron una verdadera red de trabajo con las universidades. Estas instituciones fueron el lugar preferido de la investigación geográfica en la primera mitad del siglo XX. Realmente formaron los trabajos de investigación geográfica en Brasil (interesados en el ordenamiento territorial de la federación) e influyeron en las discusiones sobre la autonomía de la carrera de Geografía frente a la carrera de Historia.

En el tercer capítulo de este libro, Sampaio expone el último trayecto de la Geografía uni-versitaria con la conformación de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (Universidade Federal do Rio de Janeiro, UFRJ) que en 1965 surge como consecuencia de los cambios que se aplican en la Universidad de Brasil. La UFRJ se estructuró a partir del modelo estadounidense, en unidades departamentales, en las que la carrera de Historia pasó a formar parte del Centro de Filosofía y Cien-cias Humanas (CFCH) y la carrera de Geografía se integró en el Centro de Ciencias Matemáticas y de la Naturaleza (CCMN). La decisión de colocar a la Geografía dentro del área científica dependió del golpe militar de 1964. La autora da testimonio de la preocupación existente entre los geógrafos por no obtener recursos suficientes, si se identificaba a la geografía con las otras ciencias sociales (p. 161). Encontrándose en un nuevo escenario, en el que los geógrafos debieron definir su trabajo frente a los geólogos, éstos estructuraron los posgrados de geografía de acuerdo con nuevas necesidades. El

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periodo de 1968-1970 es el de la creación de los posgrados en la UFRJ. La geógrafa Bertha Becker, al haber asumido la dirección del Instituto de Geo-ciencias de la UFRJ, en el periodo de 1976-1986, condujo a una especialización mayor a la geografía, desarrollando por separado la Geografía Física, la Geomorfología, los usos de la percepción remota,la Geografía Política, la Geografía Urbana y Regional, etc. Ella fue quien contrató a Milton Santos en la UFRJ y creó en 1987 el Laboratorio de Gestión del Territorio (LATGE). En este instituto confluyeron por primera vez (en buena medida por el carácter que Becker había obtenido de su formación con Sternberg y Deffontaines) nos dice Mônica Sampaio, los saberes especializados de las áreas físicas y humanas de la Geografía. De esta manera, durante el periodo de 1975 a 1979 se asiste a una explosión de tesis de posgrado en el área de Geografía Física (lo muestra Sampaio a través de diversas tablas y gráficas que se insertan en la última parte del libro) que en el transcurso de 1975-1980 apenas llegan a ser ocho, es decir, el 33% de la producción total de tesis, y en el pe-riodo de 1991-1999, 73 llegando a conformar casi el 50% de la producción total de las tesis en estos años. Dentro de la Geografía Física los responsables de este crecimiento fueron las tesis en las áreas de Geomorfología, Geoecología y Procesamiento Geográfico. En el periodo de 1975-1999 las tesis de Geomorfología representan el 55% respecto del total de tesis de Geografía Física, las de Geoeco-logía representan el 20% y las de Procesamiento Geográfico representan el 19%. En el caso de la Geografía Humana, para el mismo periodo, se observa que predominan los Estudios Urbanos con 42% respecto de la producción total de las tesis, seguido de las de Geografía Económica, con 20%, de Geografía Política, con 17% y Geografía Agra-ria con 15%. La autora también refiere otro dato fundamental para la comprensión del desarrollo universitario de la Geografía en Brasil tal como, en este mismo periodo, el 69% del universo completo de tesis de posgrado estudia la escala local, frente a la escala regional que comprende sólo el 20% de las tesis realizadas. Dentro de este universo, la Geografía Física produce el 91% de sus tesis a escala local frente a 4% de escala regional, lo que

resulta sorprendente. El mapa que presenta Mônica Sampaio en su tesis doctoral es revelador: la mayor parte de las tesis de la UFRJ se concentran en Rio de Janeiro. La explicación de este fenómeno, propone la autora, puede que se deba a la insuficiencia de recursos para hacer estudios de escala regional, también propone otra alternativa que se refiere al propio transcurso político de la universidad. Al haber ganado su autonomía la UFRJ también se deshizo de los intereses geográficos que articulaban la investigación precedente: la constitución del proyecto territorial de la nación brasileña. Parece que se perdió el interés que pudiera hacerse en la construcción de un marco teórico amplio para hablar de región. Por consiguiente, la Geografía brasileña de este periodo se define por la ruptura con el ámbito teórico heredado de la tradición francesa, y en particular con el concepto vidaliano de región.

Así es que el trabajo de investigación de Mônica Sampaio, su tesis de doctorado en la USP, puede dividirse en dos directrices. La primera es el tra-bajo de reconstrucción narrativa, a partir de las cuantiosas fuentes consultadas de los programas y composición curricular, de la Universidad del Distrito Federal, Universidad de Brasil, precedentes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Este paciente trabajo logra con éxito hacer una historia de los rasgos principales de aquellas universidades. La segunda directriz de investigación está en el ámbito de la reflexión y se trata de localizar las prác-ticas de enseñanza y de investigación, producidas en estas universidades, de acuerdo con el desarrollo de la geografía brasileña en tanto disciplina. Ahora bien, este segundo objetivo no se puede cumplir del todo, puesto que faltan referencias al desarrollo disciplinar de la Geografía en la Universidad de San Pablo y que se atisban como necesarias para trazar la historia disciplinaria de esta Geografía. También, a pesar de que se identifican bien a los personajes con los que cuenta la Universidad en su transcurso histórico, la realidad es que las posturas discipli-narias de estos personajes no resultan claras y en varios casos están inconexas; éstas se conforman con subsumir las posturas de los personajes menciona-dos a las posturas teóricas de la Geografía francesa y estadounidense. En definitiva, la capacidad que

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podría tener esta investigación en presentar un movimiento intelectual general y propio, producto de la actividad reflexiva de la autora, se pierde al no hallar un marco de exposición adecuado para los datos que se muestran en las fuentes.

Al comienzo de su libro, Mônica Sampaio co-loca un epígrafe que cita La Historia en Migajas de François Dosse. El texto habla de la escuela como lugar de la reproducción de la memoria, que tiene usos políticos, que se localiza en un ámbito especí-fico y que cumple con las necesidades de sus actores presentes (p. 25). Con este epígrafe la autora revela la actitud teórica con que cumplirá la investigación que se abre en las páginas del libro. La Historia en Migajas de François Dosse, fue asimismo una tesis doctoral, la del historiador francés en la que abordó la historia de la Escuela de los Annales, de acuerdo con su dimensión estratégica (Dosse, 2006). Publi-cada originalmente en francés en 1987, lo que se propuso Dosse con esta investigación es articular las prácticas sociales de los investigadores franceses, llamados Escuela de los Annales, con los discursos teóricos, e incluso políticos, que produjeron sus principales actores. La premisa del libro de Dosse es que los discursos académicos contienen en su lenguaje estrategias políticas, asimismo la acción política de los académicos no puede traducirse sólo en la acción pública, la mayoría de las veces se halla

en la retórica de los lenguajes de conocimiento. Esta articulación teórica supone un tipo de narrativa que difícilmente puede lograr el efecto de reunir en un mismo texto a los dos ámbitos, el de la acción y el del lenguaje. La premisa teórica de Sampaio, al final del libro, sigue siendo una premisa, no actúa como un dispositivo teórico que sea capaz de ex-plicar la configuración disciplinaria de la geografía universitaria de Río de Janeiro.

Sin embargo, a pesar de esta deficiencia, A cons-trução da Geografia Universitária no Rio de Janeiro es una investigación que no tiene precedentes en el ámbito brasileño y constituye una fuente pri-mordial para estudiar el desarrollo intelectual de la geografía brasileña. Puede que en el futuro, este libro sea un hito en la bibliografía con la que cuenta la actitud reflexiva de la disciplina hacia sí misma. Esta actitud, dispuesta por la Historia y la Episte-mología de la geografía, tiene buenos exponentes en Brasil,2 no obstante, en México no se cuenta con ningún trabajo equivalente.3 Este libro está hablando de la posibilidad que tiene la geografía mexicana de pensarse a sí misma. La geografía bra-sileña se encuentra hoy en día en un estado de rede-finición de sus fronteras epistemológicas, de asi-duo debate de la historia de su formación y de las prácticas de investigación que la articulan. En la medida en que esto sucede se vislumbra el lugar que ocupa la geografía en el espectro de las inves-tigaciones científicas y sociales. En México, este trabajo no se ha constituido y se encuentra sólo en un estado embrionario. La experiencia brasileña muestra como la historia de la disciplina geográfica en la universidad es un acto imprescindible para pensar la legitimidad que pueda tener el proyecto geográfico en el futuro. Sólo los geógrafos que sean capaces de hacer mapas, explorar, analizar y al mismo tiempo comprender su historia, estarán del lado del siglo que comienza.

2 Me refiero a los trabajos citados de Ruy Moreira, Antonio Carlos Vitte, Roberto Lobato Corrêa, entre otros.3 Aunque quizás pueden mencionarse aquellos trabajos que participan de esta actitud reflexiva (Mendoza, 2009; Coll, 2008). En su artículo, Atlántida Coll define algunos parámetros de investigación con los que se puede hacer una historia de la geografía universitaria de México.

Figura 1. Producción del cuerpo docente del posgrado de Geografía de la UFRJ según división espacial, 1975 a 1999 (p. 190).

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A construção da geografia universitária no Rio de Janeiro

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V Olimpiada de GeografíaMérida, Yucatán, junio de 2009

Sus orígenes se remontan a 2003 cuando se verificó la I Olimpiada Mexicana de Geografía en la Trini-dad, Tlaxcala (la temática abordada fue la región montañosa central); la II Olimpiada se realizó en 2004 (Saltillo, Coahuila; temática desiertos); la III tuvo verificativo en 2005 en la ciudad de Monte-rrey, Nuevo León (zonas semidesérticas y desarrollo industrial); la IV versión (2007) se efectuó en la ciudad de Veracruz (puertos marítimos). La V en la ciudad de Mérida, Yucatán (áreas naturales pro-tegidas), bajo la dirección de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a través de Fernando García García y Elda Luyando López.

El concurso está dirigido principalmente a jóve-nes estudiantes de nivel de enseñanza media y sus objetivos primordiales son: promover el estudio de la Geografía y de las ciencias de la Tierra; estimular el desarrollo de jóvenes talento en éstas y otras disci-plinas afines, y seleccionar a los mejores estudiantes del país para integrar equipos que representen a México en certámenes internacionales.

Esta Olimpiada del conocimiento se divide en cuatro etapas: la primera comprende el concurso en las escuelas y la presentación del examen Local (opción múltiple); la segunda abarca el Examen Estatal (opción múltiple); la tercera corresponde al Examen Nacional (exámenes escritos y orales tanto de opción múltiple como de respuesta di-recta y una práctica de interpretación de mapas) y selección de los cinco mejores estudiantes; y la cuarta etapa implica la grabación de un programa de televisión (Canal 2 de Televisa) y la selección de los tres ganadores que participan en la Olimpiada Internacional de National Geographic. En 2009 esta etapa se anuló debido a la falta de tiempo para la grabación del programa.

Los resultados obtenidos por la delegación mexicana de Geografía en los años anteriores, son

los siguientes: en la VI Olimpiada Internacional de National Geographic en Tampa, Florida, del 12 al 17 de julio de 2003, se obtuvo el lugar 15 (de 19 países participantes).

En el VII campeonato mundial de Geografía, en Budapest, Hungría del 10 al 15 de julio de 2005, nuestra selección estuvo integrada por Mauricio Madera García, de Sonora; Mariana Sánchez Villareal, de Nuevo León y Francisco Xavier Que-zada Figueroa, de Guerrero, quienes obtuvieron el décimo lugar de 18 países participantes.

En la Olimpiada Internacional de Geografía (IGEO) que se llevó a cabo en Brisbane, Australia del 28 de junio al 3 de julio de 2006 con la parti-cipación de 23 naciones, fue la primera ocasión en que un país de habla hispana (México) representó al continente americano. El representativo nacio-nal ganó una medalla de plata por conducto de Gabriel Cortés Giefer, de Jalisco; dos de bronce a través de Carlos Alberto Johansen Campos, de Morelos y Antonio Reyes Lúa, de Guerrero; y una mención honorífica con Alejandro García Horton, del Distrito Federal, quienes superaron las etapas del examen escrito, examen multimedia y ejercicio de toma de decisiones; todo en inglés.

La Olimpiada Regional de Geografía Asia-Pa-cífico se llevó a cabo por primera vez en Hsinchu, Taiwán, del 7 al 18 de julio de 2007. Nuestra selección estuvo representada por Gabriel Cortés Giefer, de Jalisco (medalla de oro), Alejandro Gar-cía Horton, del Distrito Federal (medalla de plata), Gonzalo Guerrero Acuña, del Distrito Federal (medalla de bronce) y Adrián Mendoza Velazco, del Distrito Federal (medalla de bronce).

En el octavo campeonato mundial de National Geographic celebrado en San Diego, California, del 5 al 10 de agosto de 2007, México resultó campeón del mundo gracias a la destacada parti-

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V Olimpiada de Geografía

cipación de Carlos Elías Franco Ruiz, de Zapotlán de Juárez, Hidalgo (medalla de oro), Emmanuel Johansen Campos, de Jiutepec, Morelos (medalla de oro) y Ángel Aliseda Alonso, de Guadalajara, Jalisco (medalla de oro); de un total de 18 países participantes.

En la VII Olimpiada Internacional de Geo-grafía, celebrada en Cártago, Túnez, del 7 al 12 de agosto de 2008, México destacó con Francisco Xavier Quezada Figueroa, de Guerrero (medalla de oro) y Emmanuel Johansen Campos, de Morelos (medalla de plata), de 24 naciones participantes.

El objetivo del certamen en 2009 es mantener el destacado desempeño del representativo nacional, ya que en el 2007 México obtuvo el Campeonato Mundial de la National Geographic Society en San Diego, California, y en 2008 ocupó el primer lugar en la VII Olimpiada Internacional de Geografía en Cártago, Túnez.

En esta quinta versión, las instituciones anfi-trionas fueron la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Yucatán, el Instituto Nacional de An-tropología e Historia (INAH), la Secretaría de Go-bierno del Estado de Yucatán, la Sección Sureste de la Academia Mexicana de Ciencias, la National Geographic en español y Televisa.

Las delegaciones que se dieron cita fueron 20 y provenían de los estados de Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Chiapas, Distrito Federal, Durango, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Pue-bla, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.

Los alumnos que concursaron en la etapa local fueron 65 mil, en la segunda seis mil y en la tercera 71 en total, quienes disputaron las cinco medallas de oro, cinco de plata y diez de bronce. Los temas de la disciplina geográfica que se incluyen en las dife-rentes etapas versan sobre Geografía física, humana, turística, lingüística, de las religiones, política, cul-tural, histórica, universal, entre otros conocimien-tos que se adquieren en la escuela, complementados con información que aparece en revistas de cultura general, periódicos, Internet, e-books y televisión.

Como parte del desarrollo de la competencia se tuvo una agenda cultural que incluyó visitar la

ciudad de las tres culturas (prehispánica, colonial y moderna) llamada Izamal, las Reservas de la Biosfe-ra Dzibichaltún y Celestún (cortesía del Gobierno del Estado de Yucatán) así como el recorrido en el Turibús por la ciudad de Mérida.

El miércoles 17 de junio, por la noche, se lleva-ron a cabo las ceremonias de Premiación y Clausura, donde los ganadores individuales de esta olimpiada con medalla de oro fueron: Fernando Soto Lugo (Nuevo León), Arihel de Jesús Hernández Muñoz (Veracruz), José Benjamín Álvarez Naranjo (Tabas-co), Freddy Javier Amaya Cel (Yucatán) y Andrés Fernández Macías (Distrito Federal). Las medallas de plata fueron obtenidas por Oliver Alain Landa Gómez (Veracruz), Edgardo Daniel Espinosa Ruiz (San Luis Potosí), Exiquio Maldonado Vidaurri (Nuevo León), Javier López García (Aguascalientes) y Claudia Flores Cascante (Veracruz).

Las diez medallas de bronce fueron ganadas por las siguientes delegaciones: tres por Hidalgo, dos por Jalisco, dos por Yucatán y una medalla de los representativos de Puebla, Coahuila y Estado de México.

Por equipos, los mejor posicionados fueron Veracruz con una medalla de oro y dos de plata, seguido de Nuevo León con una de oro y una de plata; Yucatán una de oro y dos de bronce; Hidalgo tres de bronce y Jalisco dos de bronce.

De esta manera el equipo nacional quedó integrado por Fernando Soto Lugo, Arihel de Jesús Hernández Muñoz y José Benjamín Álvarez Naranjo, quienes concursaron en el Campeonato Mundial de Geografía, 2009 efectuado en la Ciu-dad de México del 11 al 16 de julio.

La siguiente competencia internacional, donde asistirá nuestra selección, será la Olimpiada Regio-nal de Geografía Asia-Pacífico en octubre de este año cuya sede será Tokio, Japón.

A los organizadores(as), instituciones, autorida-des, delegados(as), maestros(as), pero sobre todo a los alumnos(as), muchas felicidades y éxito en los próximos compromisos por afrontar.

Naú Silverio Niño GutiérrezUniversidad Autónoma de Guerrero

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Seminario: Geografía e historia global Cátedra Elisée Reclus,Centro de Estudios de Geografía Humana, El Colegio de Michoacán,La Piedad, Michoacán 27-31 de julio de 2009

La Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus fue creada en 1997 por una iniciativa conjunta entre diversas instituciones académicas, con el objetivo de difundir las aportaciones que en el campo de la Geografía Humana han hecho los geógrafos franceses. La Cátedra funciona por un convenio de cooperación en el que participan el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (Instituto Mora), el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo (Centro Geo), el Colegio de Michoacán (Colmich), el Servicio Cultural de la Embajada de Francia en México y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroameri-canos (CEMCA). A la fecha ha recibido en México a más de veinte geógrafos franceses para impartir seminarios de las más variadas temáticas de la Geografía Humana.

El seminario “Geografía e historia global” fue impartido por Christian Grataloup, investigador y profesor de la Universidad Denis Diderot, París 7, Francia, y organizado en cinco sesiones, del lunes 27 al viernes 31 de julio de 2009 de 10 a 13:30 horas. Las conferencias se dieron en francés con interpretación simultánea al español por parte de un intérprete profesional. Al inicio de cada sesión, se entregó al público un índice de los temas que se iban a tratar y se constituyó un dossier con capítulos de libros y artículos seleccionados por el autor, para entregar a la Biblioteca Luis González de El Colegio de Michoacán y a las bibliotecas de las otras insti-tuciones que participan en la cátedra. El conferen-cista entregó además sus presentaciones en Power Point –en las cuales aparecen numerosos mapas, imágenes, gráficas y modelos de interpretación– al organizador del evento, quien posteriormente las puso a disposición del público interesado.

La sede del evento, el Centro de Estudios de Geografía Humana (CEGH) de El Colegio de Mi-choacán - Extensión La Piedad, presenta la ventaja de estar ubicada a cortas o medianas distancias de distintas ciudades donde están establecidas insti-tuciones académicas importantes, y de estar bien comunicada, por lo cual acudieron académicos y alumnos de varias universidades y centros de investigación del país, además de los miembros de la propia institución y personas de la ciudad interesadas por los temas tratados. Las sesiones del seminario fueron grabadas por el equipo decómputo del Colmich, por lo cual existió la posi-bilidad de conexión en vivo desde el portal de la institución. Posteriormente se subieron las graba-ciones del evento al mismo portal (www.colmich.edu.mx/Videos Colmich/Cátedras).

A este seminario asistió diariamente un pro-medio de 25 personas, profesores y estudiantes del CEGH del Colegio de Michoacán y de otros centros de investigación de la misma institución, así como de distintas instituciones académicas del país: Universidad de Guadalajara, Univer-sidad Michoacana, Universidad Autónoma del Estado de México, Universidad de Guanajuato, CIESAS-DF, entre otras. Acudieron en promedio 60.2% de profesores y 39.8% de estudiantes, la mayoría alumnos de maestrías en ciencias sociales. Asistieron tanto historiadores como geógrafos, arqueólogos y especialistas de otras disciplinas de las ciencias sociales.

El objetivo principal de las cinco conferencias tituladas “Los campos geográficos de la historia”, “Análisis espacial y territorio”, “Los retos de la globalización para la geografía histórica”, “Tempo-ralidades medioambientales e historia de las socie-dades” y “El interés del acercamiento geohistórico”, fue entender la construcción del Mundo. El autor

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Seminario: Geografía e historia global

presentó en un primer tiempo el Mundo Antiguo y su sistema, y contó después cómo la integración de América llevó a la construcción del Mundo tal como lo conocemos actualmente. Aportó elemen-tos nuevos de respuestas a las preguntas que se hacen siempre en cuanto a la invención del Mundo: ¿por qué fue Europa la iniciadora?, ¿cuál es el origen el subdesarrollo?, ¿por qué empezó la Revolución Industrial en Inglaterra? Este seminario permitió abordar la realidad de manera menos parcial y re-ductora de lo que se suele hacer habitualmente, a través de una geografía de las historias del mundo, que nos ofreció una visión global, tanto temporal como espacialmente.

La primera conferencia titulada “Los campos geográficos de la historia” empezó con una intro-ducción sobre los efectos epistemológicos de la mundialización y una reflexión sobre la noción de periodo. El autor estudió el ejemplo de “la Anti-güedad” y nos dio a entender que la periodización induce una geografía, lo que se puede resumir con la fórmula “un periodo es una región (y recípro-camente)”. Estos recortes espacio-temporales que permiten construir campos de inteligibilidad de las sociedades (o dominios de validez) no pueden considerarse como objetos naturales; son construc-ciones intelectuales. Ahora bien, la geografía ha tenido muchas veces la función social de naturalizar los recortes históricos. El ejemplo del macro-recorte mayor es la noción de “continente”, comprendido a menudo como una isla grande, fue desarrollado como un objeto histórico, una proyección de la visión europea sobre el Mundo, representación hoy profundamente integrada fuera de Europa (especialmente las nociones de Asia y África).

En la segunda conferencia “Análisis espacial y territorio”, el autor empezó con la siguiente pregunta: ¿Por qué mientras hay solamente una Humanidad, existen numerosas sociedades? La contradicción entre estos dos niveles geográficos supone una reflexión histórica sobre la distancia. El profesor Grataloup explicó la contradicción entre la movilidad de la especie humana, su capa-cidad para transformar la superficie de la Tierra en ecumene, y la necesidad –presente en toda sociedad– de construir cotidianidad diariamente. La noción de “cercano”, considerando su conno-

tación de parentela, fue el punto de partida para entender la dimensión territorial de cada sociedad. En esta perspectiva, las estructuras de parentela, las reglas resumidas a veces tajantemente por “la prohibición del incesto”, fueron estudiadas desde una perspectiva geográfica. Sin embargo, para no pecar de ingenuidad, se tomaron en cuenta las “obligaciones” (positivas y negativas) que implica el medio ambiente. Este coeficiente del medio, siempre variable históricamente, permite pasar de los modelos generales de difusión y de contracción territoriales al mapa de las sociedades, tal como se puede dibujar en distintas épocas. El ejemplo del papel ambivalente de la “discontinuidad” maríti-ma, que puede vincular tanto como separar, fue estudiado de manera precisa. El autor concluyó esta segunda conferencia hablando de las diferen-cias de temporalidad entre distancias espaciales (cuya historia es la de las comunicaciones) y las de los territorios, vinculados a la reproducción y transformación de la identidad. Citó el ejemplo del papel de las distancias en las independencias latino-americanas.

En la tercera conferencia titulada “Los retos de la mundialización para la geografía histórica”, Christian Grataloup hizo una amplia retrospectiva para proponer una lectura geográfica del largo tiem-po del Mundo. En efecto, si llamamos “Mundo” (con mayúscula) al conjunto de la Humanidad, es que consideramos que el proceso llamado de “mundialización” o “globalización” construye un nivel social pertinente, y se buscó saber desde cuán-do. La estructura teórica de la reflexión se fundó en la noción de posición (geográfica) relativa. La historia de las sociedades se sitúa en relación conlas conexiones que cada una tiene (o no tiene) con las otras. Se puede así hablar de mundos (plural y sin mayúscula), retomando el vocabulario de Fernand Braudel, para evocar la situación que prevaleció durante milenios. El autor acordó una especial atención a las dinámicas de un mundo especial, “el Mundo Antiguo”, en el cual las conexiones de ciertas sociedades entre ellas tuvieron consecuencias sobre toda la humanidad. El Mundo, tal como se construye a partir del siglo XVI, es una ampliación considerable de este sistema espacial particular. El autor presentó tanto los “grandes descubrimien-

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Virginie Thiébaut

tos” chinos como las aventuras marítimas de los europeos.

En la cuarta conferencia “Temporalidades medioambientales e historia de las sociedades”, el autor empezó con una pregunta importante y po-cas veces formulada: ¿qué significa la coincidencia (relativa pero importante) a mediados del siglo XX del mapa de los países en vía de desarrollo y del mapa de la zona intertropical? Intentar contestarla permitió a través de la historia de las plantaciones –y más específicamente de la caña de azúcar– pro-poner un modelo interpretativo de la situación del sistema mundo tal como transcurrió entre los siglos XVII y XX. El autor insistió sobre el papel de América, como punto de partida de las grandes transformaciones de los siglos XVIII y XIX. Al final de un largo recorrido cronológico, se pudo retomar el mapa del Mundo, con sus temporalidades largas y sus lugares de cambio.

En la última conferencia del seminario titulada “El interés del acercamiento geohistórico”, el pro-fesor Grataloup propuso una conclusión teórica. Retomó la idea de la importancia de una perspec-tiva geohistórica en el marco de una historia pro-piamente mundial. Primero situó históricamente al conjunto de las ciencias sociales como un hecho relativo a la construcción del Mundo por parte de Europa. Estudió de nuevo la noción de periodo y más ampliamente el principio del recorte de los objetos intelectuales de nuestras disciplinas. Las representaciones (en un sentido gráfico y mental) están ligadas a la génesis y luego a la difusión de un modo territorial especial, el Estado(-nación). La cartografía está especialmente vinculada a esta lógica. Para pasar de una ciencia mundializada, con una historia muy específica, a una universali-dad más grande, hubo que hacer un esfuerzo por situar de nuevo el conjunto de las historias en su geografía.

Durante los breves tiempos de discusión que hubo después de las conferencias entre el confe-rencista y el público, se habló de las relaciones que pueden existir entre la escala mundial o global quetrabaja el autor y las escalas regionales y localesque utilizan muchos investigadores en ciencias so-ciales. Se discutió sobre la enseñanza de la historia en México, que transmite una visión nacionalista

y sigue basada en los sucesos históricos relevantes y los hombres ilustres, y que casi no aborda una escala más global, a nivel de área cultural o de con-tinente. Se habló de la pertinencia de trabajar con tales escalas. Se estableció un diálogo especialmente productivo entre el conferencista y los arqueólogos presentes ya que el autor utiliza muchas fuentes arqueológicas y conoce las problemáticas de la arqueología mexicana.

En las tardes, como el seminario de la Cátedra coincidió con una sesión de trabajo del Seminario de Historia Geográfica de El Colegio de Michoacán, conformado por historiadores y geógrafos de varias instituciones académicas mexicanas, se organizaron actividades relacionadas con la geografía histórica, por ejemplo, la conferencia de Francisco Meyer Cosío de la Universidad Autónoma de Querétaro sobre las obras de geografía histórica de Peter Ger-hard y el Atlas Histórico de Enrique Florescano, y excursiones a los sitios arqueológicos de Plazuelas, Guanajuato y Zaragoza, Michoacán. Hubo una interacción muy fructífera entre el conferencista francés y los miembros del Seminario, sobre todo durante las visitas a sitios arqueológicos (Figura 1).1 Se discutió, especialmente, la relación entre las dos disciplinas –historia y geografía– tan estrecha en Francia y tan difícil de establecer en México.

En las conclusiones, el autor resaltó la necesidad de la geohistoria: de considerar el Mundo como una región, como un objeto de geografía global y de estudiar su génesis, ya que la región “Mundo” está presentada muchas veces solamente como un sistema. Se puede hacer esta historia mundial, gracias a la historia conectada (connected history), que estudia las relaciones entre las civilizaciones,

1 Durante la excursión a Zaragoza, la responsable de las ex-cavaciones, Eugenia Fernández-Villanueva Medina, explicó la importancia de este sitio arqueológico, de la época del Clásico (siglos IV-VII d.C.). Los asistentes pudieron notar la presencia de grandes estructuras, de un juego de pelota, de diversas calzadas, plataformas y unidades habitacionales, además de terrazas de cultivo. La presencia de numerosos petrograbados, que fueron empleados como un sistema gráfico de comunicación, según los arqueólogos que es-tudiaron el sitio, resultó de especial interés para Christian Grataloup, quien estudia las primeras formas de escritura y los ideogramas.

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Seminario: Geografía e historia global

los movimientos de personas, técnicas, ideas, virus, entre otros. El autor enfatizó la necesidad de utilizar además los trabajos de numerosos especialistas de otras ciencias sociales, resaltando el aspecto mul-tidisciplinario del trabajo. Explicó aparte que la construcción del Mundo en las últimas décadas, la conciencia del Mundo, tiene mucho que ver con la crisis ecológica. Frente a las amenazas de los equilibrios naturales del planeta, nació poco a poco un sentimiento de identidad “mundial” hasta ahora inédito. Surgió la cuestión de la gestión razonada de la Tierra y de sus recursos, lo que implica una responsabilidad nueva y compartida.

Con estas conclusiones, se acabó el evento de la Cátedra Elisée Reclus del segundo semestre del año 2009 titulado “Geografía e historia global” e impartido por Christian Grataloup. Se señaló que el próximo seminario de la Cátedra Elisée Reclus, organizado por el CIESAS y el Instituto de Investi-gaciones Dr. José María Luis Mora, se desarrollará en la Ciudad de México durante el primer semestre del 2010.

Virginie ThiébautCentro de Estudios de Geografía Humana

El Colegio de Michoacán

Figura 1. Excursión al sitio de Zaragoza o Cerro de los Chichimecas, municipio de La Piedad, Michoacán, 28 de julio de 2009. De izquierda a derecha: Esteban Cadena, Hilda Lagunas Ruiz, Eugenia Fernández-Villanueva Medina, Christian Grataloup, Carlos Herrejón Peredo, Marco Landavazo Arias, Virginie Thiébaut, José Luis Silva Moreno, Celina Becerra Jiménez, Alejandro Solís Matías.

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Coloquio InternacionalGeografía e Historia Natural: hacia una historia comparadaInstituto de Geografía, UNAMCiudad Universitaria, D. F., 19 de agosto de 2009

El 19 de agosto del 2009 tuvo lugar el coloquio Geografía e Historia Natural: hacia una historia comparada, dentro del marco de la Tercera Reunión Internacional del proyecto del mismo nombre, que ha recibido financiamiento del Instituto Panameri-cano de Geografía e Historia (IPGH).1 El proyecto general incluye la participación de investigadores de Argentina, México, Costa Rica y Paraguay, bajo la coordinación general de Celina Lértora (CONI-CET, Argentina) y Luz Fernanda Azuela (Instituto de Geografía, UNAM).2

Durante el Coloquio se expusieron las ponen-cias de importantes académicos invitados y se pre-sentó el último libro publicado como resultado del trabajo realizado por los participantes del proyecto durante el 2008. Los trece ponentes −de distintas especialidades profesionales− provenían de Argen-tina, Costa Rica y México, otorgándole así al foro un carácter internacional y multidisciplinario. Los temas de las ponencias fueron variados y abarcaron desde las ciencias ambientales y los problemas del agua hasta tópicos de vulcanología y sismología, publicaciones científicas decimonónicas e insti-tuciones de estudios geográficos y naturalistas, en distintos siglos.

La inauguración del coloquio estuvo a cargo de Irasema Alcántara Ayala (Directora del Insti-tuto de Geografía), Paulette Dieterlen (Directora de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico) y Santiago Borrero Mutis (Secretario General del IPGH). Éstos expresaron su gusto y satisfacción por los resultados del proyecto, hi-

1 Financiamiento: IPGH (Geo. 2.1.2.3.1; Hist. 2.1.3.1.1).2 El equipo mexicano fue financiado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecno-lógica (PAPIIT, IN304407) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

cieron hincapié en la necesidad de promocionar un conocimiento profundo y multidisciplinario que logre la consolidación y desarrollo de los es-tudios geográficos e históricos en el Continente e instaron a apoyar proyectos en los que se generen herramientas conceptuales y metodológicas para aproximarse al conocimiento de la región. Por su parte, Celina Lértora mencionó que los objetivos del proyecto son el análisis del pasado de la geo-grafía y la historia natural en nuestros países y la elaboración de un modelo historiográfico que haga posible una historia comparada. Agregó que, tanto en Costa Rica como en Argentina, se ha abordado el estudio y análisis de cuestiones ambientales mediante la incorporación de herramientas ana-líticas provenientes de otras disciplinas. Dijo que la Historia de la Ciencia debe ser entendida como conciencia crítica de los científicos actuales y que los problemas deben pensarse desde la perspectiva de la política científica y sus procesos, siendo esto decisivo para el progreso.

Los ponentes argentinos se centraron en proble-máticas de carácter ambiental. Fue así que Celina Lértora (CONICET-FEPAI, Buenos Aires) expuso los “Proyectos ambientales en la Argentina del Novecientos. Segunda parte: 1900-1915”, en la que analizó proyectos ambientales de prevención y reso-lución de inundaciones en tres zonas argentinas. En 1900 se dictó una ley que ordenaba y reglamentaba las medidas preventivas pero no funcionó, por lo que en 1913 se realizó una revisión; resultando un decreto en el que se presentaba el balance técnico de los errores cometidos en 1900 entre las partes científicas, técnicas y políticas. Para Lértora, los fracasos se debieron a que falló la base científica y a que falló la política de estamento técnico (es decir, no hubo un acuerdo entre lo que se debía y lo que no se debía hacer).

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Geografía e Historia Natural: hacia una historia comparada

Por otro lado, Ignacio Daniel Coria (Decano de la Facultad de Química de la Universidad del Cen-tro Educativo Latinoamericano, Rosario) presentó “El estudio de impacto ambiental: características y metodologías”, en el que analizó dos metodologías para los estudios de impacto ambiental, las matrices de Leopold y de Battelle-Columbus. Coria señaló que la cuestión ambiental constituye el centro de la planificación y ejecución de distintos proyectos actuales, debido a que éstos provocan cambios irre-versibles en el medio ambiente. Enfatizó la necesi-dad de plantear medidas de mitigación apropiadas, concluyendo que los conflictos surgidos en torno a la materia se deben a la falta de unidad disciplinaria y a los distintos intereses de grupo.

Ana Mirka Seitz (Universidad del Salvador, Buenos Aires) y Marcela Hernández Carcagno (Pontificia Universidad Católica Argentina, Rosario) enviaron sendos trabajos sobre el tema del agua. Seitz presentó “Conocimiento situado MERCOSUR-ZICOSUR y los problemas del agua en el NOAA”, donde trató de las especificidades del abastecimiento del agua y sus polémicas dentro de la región del MERCOSUR (que comprende Argen-tina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y tomando en cuenta al ZICOSUR como realidad institucional.3 Hernández Carcagno abordó “Los problemas del agua en el Derecho Ambiental Argentino”, donde mediante un análisis jurídico contrastó el “Dere-cho de aguas” con el “derecho al agua” y concluyó que no se tiene una base sólida para probar que el primero es una herramienta útil para condicionar su ejercicio, mientras que la estructura federal complejiza la legalización del recurso.

También dentro de la problemática ambiental, pero desde una perspectiva histórica, se leyó la po-nencia de Francisco Enríquez Solano (Decano de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica), “La ecología de América según Cieza de León (siglo XVI)”. Cieza de León recorrió todo el

3 ZICOSUR: Zona de Integración del Centro-Oeste Sud-americano, institución integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay, que comparten problemáticas a nivel regional. NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration): Agencia federal estadounidense dedicada al análisis y gestión de los océanos y la atmósfera.

territorio andino como parte de la expedición de Pizarro y fue nombrado Cronista Oficial de Indias. En su obra, Crónica del Perú, habla del impacto que causaron los españoles en estas tierras desde una visión eurocentrista, justificada y legitimada. Enríquez señala que la obra constituye una valiosa fuente porque brinda una noción aproximada del entorno ambiental de la región en el siglo XVI.

Costa Rica también estuvo representada por Gerardo Soto y Flora Solano. El primero, prove-niente del Posgrado Centroamericano en Geología, Universidad de Costa Rica, presentó la ponencia “El mapeo geológico y vulcanológico en América Central hasta el inicio de la Segunda Guerra Mun-dial” en donde habló del desarrollo de este tipo de mapas a partir del decenio de 1850. Explicó que las investigaciones geológicas de la región fueron inspiradas por las exploraciones de Humboldt, la erupción del volcán nicaragüense Cosigüina (1835) y el libro de Stephens.4 Mencionó los cambios en los mapas y en los paradigmas geológicos a través del tiempo y señaló que la llegada de exploradores foráneos entre 1840-1860 despertó inquietudes sobre geología y fenómenos naturales e indujo la creación de mapas (Berghaus 1852, Seebach 1864/1892, Macdonald 1918, Sapper 1925/1937, Schubert 1935).

Flora Solano (Centro de Investigaciones Geofísicas de la Universidad de Costa Rica), en coautoría con Ronald Díaz (Escuela de Historia, UCR), presentó el trabajo titulado “Las revistas científicas de Costa Rica (1883-1910)”, donde explicaron su aparición como un proceso relacio-nado con la institucionalización de las ciencias físicas y naturales. Entre las revistas analizadas destacaron el Anuario Estadístico, los Anales, el Boletín del Instituto Físico-Geográfico y el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, entre otros. Los contenidos de estas publicaciones son muy amplios y variados −meteorología, aves, huracanes, historia natural, exploraciones, química, biología−, siendo un aporte para la sociedad costarricense y extranjera de la época.

4 Incidents of travel in Central America, Chiapas and Yucatán (1841).

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Sofía González Díaz

Los ponentes mexicanos presentaron trabajos históricos sobre la Geografía e Historia Natural a través del análisis de publicaciones, instituciones y personajes decimonónicos. Luz Fernanda Azuela (Instituto de Geografía, UNAM) habló de “El régi-men de cientificidad en las publicaciones del último tercio del siglo XIX”. Resaltó que la ciencia estuvo presente en las revistas literarias de la primera mitad del siglo XIX y aunque en esos años hubo algunas revistas científicas especializadas, fue hasta 1864 cuando la apropiación de los cánones científicos en algunas comunidades profesionales comenzó a separar la producción editorial entre legos y es-pecialistas. No obstante, los esfuerzos divulgativos continuaron mediante la búsqueda de un lenguaje adecuado para la instrucción y el entretenimiento de las clases populares.

La ponencia “Conocimiento local e historia natural” de Graciela Zamudio Varela (Facultad de Ciencias-UNAM) se acercó al proyecto de inventa-riado de los recursos naturales hecho por la comu-nidad científica mexicana a finales del siglo XIX. Su núcleo de análisis fue una visión imperialista de la ciencia y abordó el tema a partir de un ejemplo concreto: la polémica generada en torno al proceso de metamorfosis del ajolote y los trabajos derivados de ésta. Entre algunos de los trabajos mencionados estaban “Degeneración de la naturaleza americana” del Conde de Buffon, “Descripción metamórfica y costumbres de una especie nueva del género Siredon” de José María Velasco y “Ontogeny and Phylogeny” de S. Jay Gould.

Consuelo Cuevas Cardona (Centro de Inves-tigaciones Biológicas, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo) habló sobre los “Estudios geo-gráficos y naturalistas en el Instituto Médico Na-cional (1888-1915)”. En este Instituto se realizaron investigaciones sobre los efectos terapéuticos de las plantas y animales, con base en unos cuestionarios que se distribuyeron por todo el país, en los que también se buscó correlacionar las enfermedades con el clima. A partir de tales estudios surgieron publicaciones, como el Ensayo de Geografía médica y climatológica de la República Mexicana (1889) de Domingo Orvañanos y la Relación sucinta de los trabajos sobre climatología y geografía médicas (1898) de Fernando Altamirano, entre otros estudios.

En la ponencia “Jesús Sánchez, la Historia Na-tural y las publicaciones periódicas en el México de fines del siglo XIX”, Miguel García Murcia (Fa-cultad de Filosofía y Letras, UNAM) se refirió a un personaje poco conocido dentro de la historia de la ciencia mexicana. Murcia hizo un acercamiento biográfico al personaje, que se incorporó al Museo Nacional de México en 1869 y que llegaría a dirigir posteriormente. Jesús Sánchez promovió el estudio del ser humano como parte de la naturaleza y du-rante su gestión como director del Museo promovió esta línea de pensamiento, que podría considerarse precursora del enfoque antropológico. De acuerdo con Murcia, el análisis de la obra de Jesús Sánchez permite comprender las interacciones dentro de la comunidad científica mexicana estudiosa de la na-turaleza y la difusión del conocimiento naturalista a través de publicaciones periódicas especializadas.

Rodrigo Vega y Ortega Baez (Facultad de Filo-sofía y Letras, UNAM) se ocupó también del Museo, pero desde una óptica novedosa. En la ponencia “La mirada viajera sobre el Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia de México, 1864-1867”, el autor toma como punto de partida la definición del Museo como una “zona de contacto cultural” entre intereses científicos comunes de grupos locales e internacionales. Vega explicó que el Museo Nacional atrajo la mirada de los extranjeros que llegaron a México durante el II Imperio, quie-nes dejaron testimonio de su apreciación del Museo que albergaba los tesoros históricos y naturales del país. Los extranjeros regresaron a sus países con vestigios naturales representativos de la diversidad natural de la región, para integrarlos a sus propias colecciones e instituciones científicas.

Por último Ana Lilia Sabás (Facultad de Filoso-fía y Letras, UNAM) expuso el trabajo “La Geografía y la Historia Natural en El Ateneo Mexicano, 1844-1845”, donde explicó el empeño de promover la instrucción científica y la divulgación de conoci-mientos útiles entre las “clases menesterosas”, que tuvieron los ateneístas. Se refirió a las lecciones y lecturas públicas que organizaron para alcanzar sus propósitos, así como al periódico El Ateneo Mexicano que fundaron. La asociación contó con la colaboración de naturalistas, geógrafos y esta-distas como Francisco Ortega, Juan Orbegozo,

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Geografía e Historia Natural: hacia una historia comparada

José Fernando Ramírez y Manuel Orozco y Berra, quienes frecuentaron los temas de geografía e historia natural.

El Coloquio, como se puede constatar, fue rico en temas relacionados con la historicidad de la práctica científica, incluyendo los enfoques ambientalistas. Y aunque se advirtieron las dificul-tades para lograr una historia comparada amplia e incluyente, se reiteró el compromiso de establecer las líneas de convergencia y divergencia entre los estudios efectuados hasta ahora por el grupo de

trabajo. En todo caso, es encomiable la intención del proyecto Geografía e Historia Natural: hacia una historia comparada y desde luego, los resul-tados una vez publicados tratan temas relevantes e incluso inéditos, que deben difundirse para su debida valoración.

Sofía González DíazColegio de Historia

Facultad de Filosofía y LetrasUniversidad Nacional Autónoma de México

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A idéia de realização do II Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico só foi possível graças à realização do I Colóquio Brasileiro de História do Pensamento Geográfico, realizado no ano de 2008 em Uberlândia (Anselmo, 2008). A partir da experiência desse colóquio e do grupo de trabalho2 em história do pensamento geográfico, realizado durante o XV Encontro Nacional de Geógrafos (encontro da Associação de Geógrafos Brasileiros), se consolidou a idéia de retomar o encontro nacional. Uma equipe de São Paulo realizaria o evento na Universidade de São Paulo, porém durante toda a organização contamos com as colaborações de pessoas que estavam envolvidas no grupo de trabalho em outras universidades. O primeiro Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico havia ocorrido em 1999 na Unesp de Rio Claro, no estado de São Paulo. Portanto, passaram-se 10 anos entre a realização de um e outro evento, o que de fato é um elemento dificultador não só para a realização do evento em si, mas para a realização dos debates acadêmicos.

No grupo de trabalho que nos referimos acima, houve um acalorado debate acerca da discussão de qual seria o campo de estudos da chamada história do pensamento geográfico. As discussões sobre esse tema encaminharam a polêmica para o questionamento do que seria, na realidade, o con-ceito de “pensamento geográfico”. Ao aprofundar a

II Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico: avanços e estagnações,1

Universidade de São Paulo, São Paulo,9 e 12 de novembro de 2009

1 Evento ocorrido na Universidade de São Paulo entre 9 e 12 de novembro de 2009 – Anais disponíveis no site: http://enhpgii.wordpress.com/2 Tradicionalmente no Encontro Nacional de Geógrafos existem grupos de trabalho temáticos que têm o objetivo de fazer propostas práticas sobre determinado assunto. Os coordenadores desse grupo de trabalho foram Sérgio Nunes Pereira e Rita de Cássia Martins de Souza Anselmo.

questão, surgiu a problemática de para que serviria ou existiria esse campo de estudos sobre história do pensamento geográfico. Na hora em que a equipe de organização do evento discutia qual seria o formato do encontro, novamente essas questões vieram à tona.

A postura da equipe de organização do even-to diante de tais problemas foi pensar em uma estrutura de evento o mais abrangente possível. Além disso, tentamos englobar uma perspectiva interdisciplinar. Procuramos explorar as interfaces entre o caráter geográfico de pensadores sociais brasileiros, por exemplo. Além disso, no Brasil, graças a geógrafos como Antonio Carlos Robert deMoraes, entre outros, existe uma forte tradiçãode ligação e troca entre geografia histórica e história da geografia. Por isso, acabou criando-se um eixo dedicado ao tema. Também foi organizado um eixo para o debate das representações geográficas, tema que ganhou força na agenda da história do pensamento, há não muito tempo. Temos ai, uma preocupação com as visões e representações sobre processos e fenômenos eminentemente geográfi-cos. Apesar desse campo ser relativamente novo, nenhum dos campos ou temas presentes no I Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico minguou ou deixou de fazer parte da agenda de pesquisa. Certamente alguns campos não ganharam demasiada expansão, no entanto, penso que de uma forma geral eles continuaram a se desenvolver apresentando pesquisas importan-tes e que muitas vezes atingiram amplamente a comunidade científica. Nesse sentido, destacam-se os estudos que buscam entender o funcionamento das instituições do saber, os trabalhos sobre episte-mologia que têm um viés histórico e os trabalhos que versam sobre o ensino da geografia escolar. A geração que participou do primeiro encontro em

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II Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico: avanços e estagnações

Rio Claro foi muito influenciada pela agenda de pesquisa e as orientações oferecidas por Lia Osório Machado (2000). Uma das idéias centrais é que haveria um “pensamento geográfico” antes da institucionalização da geográfica enquanto ciência moderna. Lia se dedicou então a estudar os diversos ideários que, no século XIX, se dedicavam a pensar estratégias de políticas demográfica e de ocupação territorial no Brasil.

Tendo em vista esses prognósticos, o encontro foi organizado de acordo com os seguintes eixos: 1. Instituições do Saber Geográfico, 2. Geografia His-tórica e História Territorial, 3. História da Disciplina Escolar, 4. Epistemologia e Pensamento Geográfico, 5. Pensamento Social Brasileiro e Geografia e 6. Re-presentações acerca do Saber Geográfico.

Apesar de toda a preocupação com os eixos, quando recebemos todos os trabalhos, houve difi-culdade em organizar-los de acordo com os recortes feitos. As comunicações coordenadas3 acabaram, em alguns casos, envolvendo trabalhos de diferentes eixos de maneira que os pesquisadores pudessem debater, trocar informações e conhecimento sobre temas afins. Ao todo recebemos 141 trabalhos, dos quais cerca de 90 foram selecionados pela comissão científica. Dos 90 trabalhos 77 foram apresentados e integraram os anais do encontro (vide nota 1). 88 pessoas estavam envolvidas nesses trabalhos, das quais 30 eram mulheres (35%) e 57 eram homens (65%). Os eixos foram orientadores também das mesas redondas, sendo que cada mesa contava com a presença de dois professores e um moderador. Nas mesas redondas participaram efetivamente 17 professores de um total de 18 professores convida-dos. Desses 17, 9 eram mulheres (53%) e 8 eram homens (47%).

O evento foi pensado para ser completamente gratuito –coisa rara no Brasil, onde a maioria dos eventos de geografia cobra taxas abusivas, além do orçamento de estudantes. E tanto as comunicações coordenadas, quanto as mesas redondas foram

pensadas para que houvesse o máximo de tempo de debate possível.

Nas comunicações que tive a oportunidade de assistir, e através dos relatórios feitos pelos modera-dores, penso que tivemos uma grande diversidade de posições metodológicas. De uma certa forma, acredito que as formulações inspiradas na obra de Kuhn (1975) são preponderantes. A postura do físico Kuhn, certamente se remete a uma sociologia da ciência, porém, lhe oblitera o caráter históri-co. São identificadas as disputas entre os grupos acadêmicos, no entanto, o desenvolvimento da ciência seria linear e haveria uma superação de um grupo para o outro, através de novas descobertas e da resolução de problemas que os predecessores não seriam capazes de solucionar. Assim, com essa tendência há uma desconsideração dos contextos históricos, resultando em temos trabalhos com uma postura internalista, ou seja, que levam em consideração o desenvolvimento da ciência de uma maneira independente do espírito da época. Ou como se seu desenvolvimento dependesse somente dos cientistas neutros perante o mundo. Infelizmente penso que a perspectiva internalista e evolucionista de Kuhn ainda prepondera, mas sua hegemonia estaria seriamente fragilizada. Muitos continuam nessa posição devido ao fato de ainda não terem atentado para a necessidade do debate acerca da historiografia da ciência.

Além desse cenário de que existe uma certa estagnação quanto aos debates metodológicos na construção de uma história da ciência, um fato me espantou muito. Em algumas ocasiões presenciei colocações que claramente admitiam um déficit no desenvolvimento da geografia no Brasil. Ou seja, es-tamos atrasados em relação aos Estados Unidos ou outros países. Eis aí a amostra de um colonialismo intelectual que ainda nos assola. Se considera que só o centro do sistema é capaz de fazer ciência, e o papel da periferia seria uma reprodução precária. Déficit em relação a que? Qual é o parâmetro para saber se uma ciência está em atrasado ou à frente? Principalmente a geografia, uma ciência muitas vezes que se dedica a compreender os espaços em sua especificidade. Esse debate imbricado de ideo-logias e complicações das mais diversas ordens, que

3 Comunicações coordenadas foram os espaços em que os trabalhos inscritos pela internet foram apresentados. As sessões tiveram cerca de 1 hora e 30 minutos e foram moderadas por um coordenador.

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envolve decerto políticas científicas, é resolvido por alguns de uma maneira simples.

Por outro lado, temos posturas puramente ex-ternalistas que consideram o quadro histórico, os contextos sociais e culturais para o desenvolvimento da ciência. Elas apareceram mais timidamente. E em um número menor, temos trabalhos que pos-suem uma postura sociológica mais complexa no que diz respeito ao desenvolvimento da ciência. A tendência da postura sociológica é partir da análise das instituições do saber –ou espaços institucionais tomados em um sentido amplo (periódicos, con-gressos, etc.)– para fazer suas reflexões, porém sem ignorar os contextos históricos e culturais. Autores como Bruno Latour, Vincent Berdoulay, Horacio Capel e Pierre Bourdieu exploram essa perspectiva com diferentes tendências. Busca-se através do viés sociológico compreender as relações entre os in-telectuais, as pessoas de fora das instituições e os contextos políticos e culturais. Nesse sentido, para a maioria desses autores não faria muito sentido uma cisão entre internalistas e externalistas, já que elementos internos e externos ao desenvolvimento da ciência seriam considerados.4

Um fato que me pareceu muito interessante é que, no tocante à geografia histórica, temos uma hegemonia a meu ver, das abordagens que trabalham com a formação territorial e formação sócio-espacial. Destaca-se, portanto o uso tanto da obra de Antônio Carlos Robert de Moraes, quanto de Milton Santos. Me parece que o arca-bouço teórico dos dois autores tem fundamentado e instrumentalizado amplamente as pesquisa de geografia histórica.

Nas mesas redondas tivemos amplos e ricos debates. Infelizmente seria impossível tentar re-produzir nesta resenha todos elementos levantados. Portanto, vou me ater àqueles mais próximos ao meu tema de pesquisa e que tenho estudado mais detalhadamente. De uma maneira geral tivemos o predomínio da abordagem mais sociológica e contextualiza da história da ciência.

Na primeira mesa contamos com a exposição de Sérgio Nunes e de Perla Zusman. Perla apresentou uma perspectiva de estudo transnacional da história do pensamento que busca explorar os processos de trocas e difusão intelectual. Perla se pergunta quais são as idéias que viajam, quais permanecem nos locais de origens, como decorre o processo de uni-versalização e quais os processos de distorção de daí derivam. Sérgio Nunes analisou detalhadamente os Congressos de Geografia Brasileira realizados antes do processo de institucionalização. Esses congressos foram jogados em segundo plano após a criação das universidades. Evidenciou-se, como termos que nos são familiares, eram utilizados para designar outros campos de estudo. O mais interessante é que esses Congressos de Geografia Brasileira coexistem por um intervalo de tempo com os da geografia institucionalizada.

Na mesa sobre epistemologia, surge um debate há tempos latente, e que acreditamos ser funda-mental. Élvio Martins, se questionou porque nos trabalhos de geografia existe um grande número de citação de não-geógrafos, e um relativo abandono dos clássicos. A geografia estaria perdendo seu caráter autônomo enquanto campo do conheci-mento? Na minha opinião, esse debate vem desde meados do século XX, dentre outros elementos, com a crise da geografia francesa. Ele está refletido entre 1945-1950, de alguma maneira, no debate epistemológico entre Pierre George (Pailhé, 1981) e Jean Dresch (1980). Enquanto Dresch dizia que a geografia deveria ser uma ciência francamente interdisciplinar, Pierrre George queria explorar mais seu caráter único frente às outras ciências desdobrando as reflexões de Max Sorre sobre o espaço. Apesar de indicar essa necessidade, George não avança muito mais do que Sorre na discussão sobre o espaço, enquanto Dresch, até o final de sua vida, defende seu ponto de vista interdisciplinar. Como se sabe, após o afastamento de George do marxismo, essa idéia do espaço vai aos poucos se rendendo as pressões das “outras disciplinas”. A idéia de fundamentar o espaço epistemologica-mente vai progressivamente se esvaziando uma vez que George não consegue harmonizar a geografia regional francesa e o marxismo. Outros conceitos, como o de região se apresentam com forte peso na

4 Reconheço que o quadro que acabei de delimitar está muito pobre e simplificado. Para uma visão mais acurada recomenda-se Saldaña (1996).

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II Encontro Nacional de História do Pensamento Geográfico: avanços e estagnações

tradição das idéias e com amplo uso, aceitação e reflexões. Em 1970, com o novo fôlego da geografia marxista essa questão é posta novamente. O espaço ganha força como categoria de direito exclusivo da geografia. No entanto, não conseguimos ainda abrir mão das categorias das outras ciências nos estudos de geografia especial ou temática. A solução dada por Milton Santos (2002) para esse problema, foi internalizar as categorias e conceitos de outras ciências. Ou seja, fazer uma reflexão disciplinar, que não descarte as contribuições das outras ciências, mas que tenha um viés claramente geográfico.

Outro debate que me pareceu fundamental ocorreu na mesa sobre metodologia em história do pensamento geográfico. A historiadora Maria Amélia Mascarenhas Dantes disse uma coisa que os geógrafos da área não podem ignorar: o debate sobre história da ciência é uma discussão eminen-temente historiográfica. Portanto, não podemos nos esquivar de pensar a historiografia sobre a história de nossa disciplina. Daí a importância dos diversos enfoques de pesquisa, o cuidado com determinadas distorções ideológicas que podem nos atingir (eurocentrismo, anacronismo, colonialismo intelectual, entre outros).

Já o professor Nilson Cortez Crocia, que partici-pou da mesma mesa, defendeu uma posição de que a história da geografia deveria ter um caráter mais internalista. Segundo sua opinião, a sociologia do conhecimento não passaria de certos comentários sobre a vida dos intelectuais que não teria muito interesse na prática e nas reflexões sobre a ciência. Os contextos históricos, por sua vez, estariam mui-to propensos a encaminhar a análise para relações equivocadas. Tomando idéias dos geógrafos que trabalham sobre o tema nos EUA, para Crocia o sítio tem um valor fundamental. Seria um sítio do conhecimento geográfico. Essa perspectiva interna-lista teria a finalidade de aprimorar as ferramentas metodológicas e os conceitos em geografia.

Particularmente, penso que essa abordagem tem uma série de equívocos. Sem compreender os contextos e as instituições, não poderemos ir muito longe. Como nos mostra François Dosse (1994), a querela entre deterministas e possibilistas só pode ser compreendida completamente, através de uma óptica sociológica. Obviamente existe um

embasamento filosófico de uma postura possibilista – apresento a problemática simplificadamente – no entanto, os historiadores, como Lucien Lebvre, se posicionam a favor dos geógrafos em uma postura que institucionalmente se opõe aos sociólogos na disputa de campos estudos. Historiadores e geó-grafos (lembremos que a formação era conjunta) queriam se afirmar frente à morfologia social, aos discípulos de Durkheim e de Le Play, principais aglutinadores de pesquisadores na sociologia da épo-ca. Não podemos ignorar ainda a tentativa da geo-grafia francesa de se tornar independente de sua ligação com a geografia alemã através dessa opo-sição.

Sinteticamente, gostaria ainda de me remeter à exposição de Lincoln Secco que explorou as con-siderações do historiador e geógrafo Caio Prado Junior sobre a geografia de sua época. Ele debate as várias críticas desse marxista sobre a geografia de Aries de Casal e de Vidal de Blache. Penso que na sua exposição, Lincoln deu uma importância tanto ao “sítio” de Caio Prado, quanto ao seu ambiente institucional, suas relações e posicionamentos na sociedade e na comunidade científica. Lincoln chegou até mesmo a percorrer o trajeto de alguns trabalhos de campo de Caio Prado. Na mesa sobre geografia e pensamento social brasileiro, Rita de Cássia Anselmo procurou explorar o papel dos pensadores do ISEB5 e seus projetos intelectuais no tocante ao marxismo, à democracia e ao desen-volvimento social. Rita de Cássia vem, há tempos, estudando a perspectiva do pensamento geográfico através dos moldes teóricos de Lucien Goldmann através da idéia de visão de mundo.

De uma maneira geral, Milton Santos e Anto-nio Carlos Robert de Moraes, são os autores mais citados nos trabalhos. Isso porque as obras desses dois autores abarcam vários temas. A opção de fazer o encontro o mais abrangente possível fez com que de fato houvesse uma gama ampla de temas e conseqüentemente de autores citados pelos participantes.

5 Instituto Superior de Estados Brasileiros. Órgão surgido em 1955, ligado ao Ministério da Cultura que abrigava intelectuais de grande peso e que geralmente estavam rela-cionados ao marxismo.

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Breno Viotto Pedrosa

Infelizmente, ao final do encontro, nenhum grupo se comprometeu em dar continuidade e realizar a terceira versão do evento. Algumas pessoas da Universidade Federal da Bahia se ofereceram, porém nada foi firmado oficialmente. Existe um grupo grande de pesquisa em história do pensa-mento geográfico no Rio de Janeiro, o que certa-mente representa uma possibilidade. Torço para que esse problema se resolva e para haja um novo fórum de debates que congregue os pesquisadores de todo Brasil. A realização do evento que reuniu um grande número de pessoas certamente foi um avanço, mas a ausência de um novo espaço de debate resultará em grave estagnação.

RefeRências

Anselmo, R. de C. (2008), “I Colóquio Brasileiro de His-tória do Pensamento Geográfico”, en Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 66, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 172-175.

Dosse, F. (1994), A história em migalhas, Ensaio, São Paulo.

Dresch, J. (1980), “Reflexões sobre a geografia”, en Dresch et alli. Reflexões sobre a geografia. Edições da AGB, São Paulo, pp. 8-26.

Kuhn, T. S. (1975), A estrutura das revoluções científicas, Perspetiva, São Paulo.

Machado, L. O. (2000), “As idéias no lugar: o desenvolvi-mento do pensamento geográfico no Brasil no inicio do século XX” en Terra Brasilis, Revista de História do Pensamento Geográfico no Brasil, Rio de Janeiro, vol. 2, pp. 11-31.

Pailhe, J. (1981), “Pierre George, la geógraphie et le marxisme”, en Espace-temps, L’Assossiation Espaces-temps, no. 18-19-20, Paris, pp. 19-30.

Saldaña, J. J. (1996), Historia social de las ciencias en Amé-rica Latina, UNAM/Miguel Ángel Porrúa, México.

Santos, M. (2002), A natureza do espaço, Edusp, São Paulo.

Breno Viotto PedrosaDepartamento de Geografia

Universidade de São Paulo

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Investigaciones Geográfica es una revista científica mexicana de excelencia en el campo de la Geogra-fía; publica en español, portugués e inglés trabajos originales que son sometidos a evaluación por un comité de expertos. Los autores deberán considerar estas normas, también disponibles en el portal del Instituto.

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En caso de haber agradecimientos, éstos no ocuparán más de un solo párrafo, después de las conclusiones y antes de las notas.

Las notas que acompañen al cuerpo principal del escrito se numerarán en forma progresiva. Se sugiere elaborar un número mínimo de notas y de corta extensión.

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pas deben contar con: coordenadas, escala gráfica y leyenda explícita. Las fotografías pueden ser en blanco y negro. Se pueden enviar figuras a color; el costo será asumido por el(los) autor(es).

Las ilustraciones, mapas y tablas que no reúnan dichos lineamientos no serán aceptados.

Las referencias bibliográficas deben aparecer al final del escrito, como sigue:

• Publicación periódica:

Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio am-biente en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136.

• Publicación no periódica:

Luke Gallup, J., A. Gaviria y E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin Ame-rica, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C.

• Fuentes electrónicas: igual que las anteriores, pero al final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha de consulta], ejemplo:

Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].

• Disco compacto:

Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colec-ción Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]; INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom].

Dentro del cuerpo del trabajo se preferirá el sistema de referencia usado comúnmente por diversas publicaciones internacionales: Ejemplo (Coll, 2003:75).

Las Notas y Noticias son aquellas dedicadas a la divulgación de sucesos, eventos académicos relevantes tanto de la Geografía regional, nacional e internacional, así como de perspectivas de interés geográfico, podrán tener una extensión de hasta tres páginas.

Las Reseñas serán críticas y/o notas informativas sobre libros recientes tanto geográficos como de carácter interdisciplinario, de temas novedosos, de interés social y económico, del ambiente y de la tecnología geográfica, así como de la reflexión teórica, histórica y cultural del territorio. La exten-sión no rebasará de cuatro páginas.

Los editores del Boletín se reservan el derecho de devolver los artículos que no cumplan con las Normas para los autores.

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The headings referring to introduction, sections of the study, the sequence of all figures indicated throughout the text and conclusions, must be clearly indicated throughout the paper. If ack-nowledgements are included, these should not be longer than one paragraph and must be inserted after the conclusions and before the notes.

The notes that appear along the main body of the text will be numbered consecutively. It is sug-gested to use a minimum amount of notes, which should be kept as short as possible.

Maps, photographs and graphs will all be referred to as “Figures” and each one should be submitted in digital format in a separate file. If digital files are not available, the original figures should be submitted as “camera-ready” prints in separate letter-size sheets. Please number all figu-res. Tables must be numbered and referred to as “Tables”. Legends and figure captions or headings must be ordered in separate files. Photographs and raster files must have a resolution of at least 300 dpi, with a size not less than 20 x 26 cm in TIFF format. Any other illustration should be sent in Corel Draw, Adobe Illustrator or Freehand files. Files in Encapsulated Postscript (EPS) format are accepted as well. Maps should include coordinates in degrees and minutes, a graphic scale and an explicit legend. The title must lie outside the margins of the map and should include the source reference(s). In case of ancient photographs or images, the consent of use and printed reproduction granted to UNAM

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should be sent. Figures may be printed either in black and white at no cost, or in color, in which case the authors will assume the cost.

Pictures, maps and tables that do not fulfill these guidelines will not be accepted.

References should appear at the end of the paper, as follows:

• Periodical Journal:

Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente en el Caribe mexicano”, Investigacio-nes Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136.

• Non-periodical Publication:

Luke Gallup, J., A. Gaviria y E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin Ame-rica, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C.

• Electronic references: Same as above, but at the end must include between brackets [the complete link and the date of consultation], for example:

Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].

• Compact disc:

Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colec-ción Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]; INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom].

The reference system commonly chosen by most international journals will be preferred, for example: (Coll, 2003:75).

Notes and News are intended to spread infor-mation on events, academic meetings pertaining to local, national or international geography, as well as perspectives of geographic interest, and may be up to three pages in extension.

Reviews should be critical or informative notes about recent books concerning both geographic and interdisciplinary issues, dealing with novel themes, social and economic interests, geographic scopes and technology, and with the theoretical, historical and cultural analysis of the territory. Reviews should not exceed four pages.

The editors of the Bulletin have the right to reject those papers that do not fulfill these Guidelines for authors.

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Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, núm. 71, fue impreso el 30 de marzo de 2010, en los talleres de Impretei, S.A. de C.V., Almería 17, Col. Postal, Del. Benito Juárez, 03400, México, D.F.El tiraje consta de 300 ejemplares, sobre papel couché de 100 grs. Para la formación de galeras se usó la fuente tipográfica Adobe Garamond Pro, en 9.5/10, 10/12, 11.2/12.7 y 16/19 puntos.El diseño, formación y cuidado de impresión estuvieron a cargo de Lau-ra Diana López Ascencio, de la Sección Editorial de la Dependencia.

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