no toda la culpa la tengo yo(1)

6
Y estabamos ahí, sintiendo el cálido viento del sur en el rostro, el cabello moviéndose a todas direcciones, sin estar quieto ni un solo segundo, pero yo lo veía a él, entre otras 40 personas, él era el que más resaltaba, era a quien quería encontrarme subiendo o bajando la pirámide de aquel lugar desconocido para mí, en donde creía que si daba un paso en falso podría quedar herida gravemente. Las gotas de sudor corrían por todo mi cuerpo como si fueran insectos caminando encima de mí, pero yo estaba más feliz que nunca: era libre en aquel momento, como un ave en vuelo. Todos los días pensaba en él y cuando era de noche y estaba en mi cuarto yo solo quería que pasaran rápido las horas para volver a verlo otra vez: volver a ver su cabello (algo que me encantaba de él) volver a sentir su mirada, volver a ser yo. Lo más difícil de todo no era sudar, ni estar hambriento o sediento, ni tener que subir las pirámides o caminar mucho… no, eso para mí era lo más fácil del día. Eran solo unos cuantos kilómetros, subir unos cientos de escalones, escribir miles de palabras, sudar millones de gotas, nadie se muere por eso, al contrario, en los últimos días hasta me llegó a gustar. Aún recuerdo la primera vez que lo vi, yo era una niña, antes de ese viaje no contemplaba nada y todavía era menor de edad, no sabía nada de la vida. Él estaba ahí sentado, volteando a muchos lados, preguntándose ¿porqué estoy aquí? Yo nada más lo veía, y no pensaba nada, como si al verlo todo me invadiera una calma, como cuando estás en la playa justo en ese momento en el que vas caminando hacia el mar, observando el infinito horizonte, no puedes pensar en nada, sólo en lo que estás viendo, así me sentía yo. Pero no le presté mucha atención a esa sensación en ese momento, me di cuenta mucho después cuando ya todo se había desmoronado. En pocas palabras, él era la persona que me quería encontrar, la persona que estaba dispuesta a presentar a mis amigos, a traer a la casa para que conociera a mis papás, con quien quería ir al cine o ir por unas chelas o la persona con la que simplemente quería quedarme callada, sin decir nada, escuchando buena música como Zoé; pero en el fondo sabía que no iba a suceder, el destino

Upload: humberto-granados

Post on 13-Apr-2016

9 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

poesia

TRANSCRIPT

Page 1: No Toda La Culpa La Tengo Yo(1)

Y estabamos ahí, sintiendo el cálido viento del sur en el rostro, el cabello moviéndose a todas direcciones, sin estar quieto ni un solo segundo, pero yo lo veía a él, entre otras 40 personas, él era el que más resaltaba, era a quien quería encontrarme subiendo o bajando la pirámide de aquel lugar desconocido para mí, en donde creía que si daba un paso en falso podría quedar herida gravemente. Las gotas de sudor corrían por todo mi cuerpo como si fueran insectos caminando encima de mí, pero yo estaba más feliz que nunca: era libre en aquel momento, como un ave en vuelo. Todos los días pensaba en él y cuando era de noche y estaba en mi cuarto yo solo quería que pasaran rápido las horas para volver a verlo otra vez: volver a ver su cabello (algo que me encantaba de él) volver a sentir su mirada, volver a ser yo.

Lo más difícil de todo no era sudar, ni estar hambriento o sediento, ni tener que subir las pirámides o caminar mucho… no, eso para mí era lo más fácil del día. Eran solo unos cuantos kilómetros, subir unos cientos de escalones, escribir miles de palabras, sudar millones de gotas, nadie se muere por eso, al contrario, en los últimos días hasta me llegó a gustar. Aún recuerdo la primera vez que lo vi, yo era una niña, antes de ese viaje no contemplaba nada y todavía era menor de edad, no sabía nada de la vida. Él estaba ahí sentado, volteando a muchos lados, preguntándose ¿porqué estoy aquí? Yo nada más lo veía, y no pensaba nada, como si al verlo todo me invadiera una calma, como cuando estás en la playa justo en ese momento en el que vas caminando hacia el mar, observando el infinito horizonte, no puedes pensar en nada, sólo en lo que estás viendo, así me sentía yo. Pero no le presté mucha atención a esa sensación en ese momento, me di cuenta mucho después cuando ya todo se había desmoronado.

En pocas palabras, él era la persona que me quería encontrar, la persona que estaba dispuesta a presentar a mis amigos, a traer a la casa para que conociera a mis papás, con quien quería ir al cine o ir por unas chelas o la persona con la que simplemente quería quedarme callada, sin decir nada, escuchando buena música como Zoé; pero en el fondo sabía que no iba a suceder, el destino era sabio y no nos iba a dejar juntos, en fin, él tenía otras “cosas” en qué pensar.

Y yo me seguía preguntando ¿por qué tengo que ser yo la que siempre llega en mal momento a la vida de una persona? Mientras recordaba la primera vez que le hablé, o más bien que él me habló. No pude disfrutar mucho el momento porque ahí estaba Ella: alta, rubia, ojos verdes, hermosa.

-¿Qué quieren escuchar?- dijo él

-¡The Strokes!- no tardé en responder.

-¡Tú eres de las mías!- Escuché que me dijo, y fue en ese preciso instante en el que se unieron nuestras almas, y por más cursi que suene, en ese momento me enamoré. Ese día tomamos muchas fotos, recuerdo que traía puesto un vestido azul, de él no me acuerdo bien, pero no importa porque nunca olvidaré ese día, ni sus ojos negros, ni su sonrisa tan fina como una pluma, nada.

En el mar sientes una calma tan inmensa, que te dan ganas de quedarte ahí y no moverte nunca, sobre todo cuando estás con esa persona especial, y no voy a negar que no estaba con él, sí, lo

Page 2: No Toda La Culpa La Tengo Yo(1)

estaba, lejos de todos, lejos de todo… pero aún así sin poder hacer nada, pero con más ganas que nunca, con ganas de besarlo, de decirle lo mucho que me gustaba desde el principio, sin embargo las cosas no son tan fáciles.

Y creía que esto iba a terminar mal, lo creía desde el momento en que nos besamos, mucho después de haber viajado juntos con el grupo de la escuela y con los maestros. Pero no lo quería aceptar, se supone que cuando quieres a alguien darías todo por estar con esa persona, ¿no? Podría ser que sucediera, pudieron haber pasado muchas cosas entre él y yo, pudimos haber estado juntos durante mucho tiempo, llevar una relación de novios, que me invitara al cine, darle un bonito regalo por su cumpleaños, ver una película juntos, acostados en mi cama o en su cama. Pero no, ese tipo de cosas no pasa, o por lo menos a mí no me pasan. Me sentía muy mal por eso, pero qué puede hacer una niña tan simple como yo, comparada a una mujer como Ella; te dabas cuenta muy fácil que él se preocupaba por ella, siempre le cargaba su mochila, estaban juntos todo el tiempo, ¡no se separaban ni un segundo! ¿Cómo puede hacer la gente eso? ¿Cómo pueden quererse así, o lejos de quererse, cómo pueden soportarse a tal grado que cuando peleaban, un rato después hacían de cuenta como que no pasaba nada?

Disfruté mucho esos momentos que pasamos juntos sin su Novia, aunque haya sido un minuto, o segundos, no me importaba, de verdad yo sentía que había durado una eternidad. Yo sé que en otro momento, o en otra vida vamos a poder estar juntos, yo lo sé, es muy fácil saberlo, el destino por algo nos unió, pero lo que no sé es por qué lo besé.

Cuando encuentras a la persona que está destinada para ti, te das cuenta desde el momento en que lo ves, es lo que los sabios y los genios llaman: “amor a primera vista”. En este caso, eso fue lo que sucedió, hace mucho que no me pasaba algo así, pero tenía que llegar ese momento, y me daba miedo simplemente pensar en eso, pensar en que me iba a enamorar y probablemente no iba a ser correspondida. Lo peor de todo en esta historia es que sí fui correspondida, a pesar de no querer serlo, me sentí bien porque él me dijo que me quería, y no dejo a un lado el orgullo de haber provocado algo en él, incluso teniendo novia.

Escuchaba su sonido de placer, y ese sonido me llenaba tanto el alma, y entonces ahí estábamos, dos cuerpos pegados, sin nadie que nos pudiera separar, saboreando el gusto de nuestros labios, preguntándonos: “¿qué estamos haciendo?”, bueno la verdad él era quien me lo preguntaba, pero en realidad yo no le quería responder, o más bien no sabía cómo responderle, porque aunque aparentara saberlo, no… no lo sabía. ¡No sabía qué estábamos haciendo!

No sé si los rumores eran o no ciertos: “…es que en realidad no son novios, él siempre ha estado detrás de ella…” “… Ella sabe lo que quiere y lo maneja a su antojo…” “lo trae comiendo de la palma de su mano…” “… Ella se enteró desde el principio que le gustabas a él, por favor las mujeres no somos tontas en ese aspecto, a él se le notaba desde el principio…” “…Ella ya sabe que salieron…” –¡¿Qué?!- dije -¿Pero cómo se enteró?- Mi amiga me respondió, pero lo que me dijo era más obvio que nada, más bien me sorprendí porque sucedió muy rápido, y por lógica ella se

Page 3: No Toda La Culpa La Tengo Yo(1)

enteraría, por mucho que lo escondiéramos o no, él no es nada bueno mintiendo (otra de las cosas que me gustaban mucho de él).

-No puedo cortar con ella, no ahorita- Estas fueron una de las muchas palabras que me dijo hirientes. –Le debo muchas cosas- Yo no quería que cortaran, bueno al principio esa no era mi intención, ¿cómo iba a quererlo? Eran personas tan semejantes, se vestían igual, hablaban igual, caminaban igual, sería un desperdicio si hubieran cortado… almas gemelas.

-Mi papá dice que a veces tanta perfección aburre- Dijo mi amiga, yo solo me quedé pensando en si eso era cierto o no, porque de lo contrario ¿porqué se habrá fijado en mi, porqué le habré gustado tanto? ¿por qué teniendo a alguien como ella, la tuvo que engañar… porqué conmigo? Mi cabeza estaba llena de dudas en esos momentos, pensaba un segundo en él, y ya no podía dejar de pensarlo en todo el día: pensar en cómo me abrazaba, la manera en que me besaba, la manera en que por el momento que pasamos juntos nos convertimos en otras personas, personas sin miedo, sin defectos, sin rencores, sin compromisos… en pocas palabras dos personas que liberaron su alma. Y yo no quería que se acabara nunca ese momento, pero claro que yo sí pensaba en ella, lo besaba y me venía a la mente su cara, su cabello largo, sus dientes perfectos, su hermosa figura de mujer. Sin embargo no me sentía mal por ella, después sí, pero en ese hermoso momento no. Más bien me sentía mal por él, en sus pensamientos lo único que había era confusión, y por más que yo le hiciera preguntas (el famoso porqué) él me respondía: “no sé”. Pero un “no sé” tan diferente, tan pesado, lleno de cargas emocionales, por ese momento sí le creí.

Yo no esperaba ya nada más de él, pasó lo que pasó y punto, fue solo un desliz. Esto fue lo que pensé en el metro bus, cuando íbamos de ida cada quien a nuestro lugar. Me dije: esto es fácil, me olvidaré en unos días de él y ya. Sí, como no. Esa misma noche vinieron los remordimientos junto con la cruda, daba vueltas y vueltas en la cama, preguntándome cosas, repasando momentos de nuestra conversación, repasando los besos que nos dimos.

Al otro día, todo parecía irreal, me sentía como en una película de amor, donde al final ella siempre se queda con el amor de su vida, después de pasar por la ex novia enloquecida, la mamá que no los deja estar juntos, los amigos molestos. Tenía ganas de contarles a mis amigos lo que había pasado, claro solo a los amigos a quienes les tengo más confianza, no quería que se armara todo un lío, aparte mis amigos no me juzgarían, porque esta vez yo no tuve toda la culpa.

Pero tenía ese presentimiento… ese pésimo presentimiento de que todo lo que sube tiene que bajar, es la simple y sencilla ley de gravedad, que no solo se incluye en los cuerpos y volúmenes, también se incluye en los sentimientos, en el amor.

Quería dejar de hablarle, y estaba a punto de borrarlo de mi lista de contactos: facebook, live, celular… ¡de todo! Eso era lo que normalmente hacía “¿con que no? Pues entonces te elimino, a ver qué sientes” Era fácil, en verdad no me costaba trabajo eliminarlos, con un simple click desaparecían por completo de mi vida. Pero a él no le podía hacer eso, por mucho que me hubiera dicho cosas que no eran verdad, o por mucho que me hubiera lastimado, no podía hacerlo… ¡No quería hacerlo!

Page 4: No Toda La Culpa La Tengo Yo(1)

Después de ahí, las cosas fueron de mal en peor, simplemente le dejé de dar importancia, como cuando un niño tiene obtiene un nuevo juguete, y deja al juguete que antes era nuevo por este otro nuevo juguete, con el que hace todo, lo lleva a todos lados, e incluso se duerme con él. Así le pasó a él conmigo, dejé de ser “el juguete nuevo” para convertirme en el “juguete sin importancia”. No importa, para mí él siempre será el juguete nuevo, nunca lo olvidaré, pero eso sí, siempre me quedará en duda el porqué de las cosas que sucedieron así, el porqué de ese repentino cambio que dio. Y después de todo lo que pasó, muchas veces me dieron ganas de decirles a los dos sus verdades: que ella había dicho que ni siquiera andaban, que él la había engañado, que yo lo sabía todo de los dos. Por respeto a mí misma no lo hice, hubiera sido peor, hubieran terminado odiándome más de lo que alguna vez me odiaron.

Ahora que pienso en eso, no puedo negar que me duele. Pero tampoco puedo negar que me sentí muy bien, y que fue una de las mejores experiencias de mi vida: conocerlo. Porque por más que busque y por más que lo intente, nunca conoceré a alguien como él otra vez, porque él es único, y eso es lo que más duele… ¿Porqué no hay dos como tú? O más si se puede.