no quisiera parecer impertinente, pero

97
 VEGETAL

Upload: domingo-fernandez-agis

Post on 05-Nov-2015

16 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Novela.

TRANSCRIPT

  • VEGETAL

  • blanca

  • Para la Demarcacin de Gran Canaria del Colegio de Arquitectos de Canarias acoger y apoyar pro-yectos como Identidad y Memoria representa una proyeccin necesaria de su poltica cultural y poneen evidencia la consistencia de las lneas de actuacin que, en ese sentido, hemos seguido hasta aqu.Este proyecto significa, por otra parte, la realizacin de una actividad interdisciplinar entre dos formasde creacin artstica, como son la literatura y la pintura. En efecto, el proyecto consiste en una refle-xin paralela, desde cada una de esas dos perspectivas, acerca de lo que somos, del peso del tiempo,de la importancia de los surcos dejados por lo que hemos sido, sobre nuestra identidad. DomingoFernndez Agis teje su discurso sobre el ser humano y el tiempo a travs de las pginas de su novelaNo quisiera parecer impertinente, pero . En ella, dos personajes se encuentran en un lugar mgi-co, situado a medio camino entre lo que creemos ser y lo que hemos sido, entre las races, los sueosy lo que llamamos realidad.

    Por su parte, la pintora Pilar Rodiles elabora una cuidada reflexin sobre los mismos contenidos, utili-zando el lenguaje pictrico, haciendo visible lo invisible, sealando puntos de consistencia en lo que, ennuestra poca, parece estar aquejado de una incurable evanescencia. El resultado de este entrecruza-miento de lenguajes expresivos e ideas es particularmente interesante y pone de relieve algo que, sinduda, es muy relevante para un arquitecto: la posibilidad de recrear, de reinventar la realidad cada da,en un esfuerzo constante por hacerla habitable.

  • 4

  • 5Promover y apoyar las obras artsticas en nuestro Archipilago constituye una labor esencial para eldesarrollo de nuestra cultura y de las personas que la conforman. Las Islas Canarias es un lugar deencuentro de multitud de influencias y corrientes, un crisol de culturas que hace de ellas el lugar idealpara el nacimiento de iniciativas nicas y de una gran riqueza expresiva y conceptual.

    El proyecto del que forma parte este libro profundiza en la cuestin del ser humano y su entorno, ensu contexto espacial, pero tambin en el temporal, el actual y el ya vivido. La reflexin que suscita, ascomo el acercamiento al escenario en el transcurre el relato literario, la isla de Gran Canaria, puedeayudarnos a conocernos mejor a nosotros mismos y al espacio en el que da a da escribimos nuestrahistoria, a partir de la herencia dejada por nuestros antepasados.

    Un valor adicional del proyecto es la coexistencia de distintas formas expresivas, que hacen de cadauna de ellas una obra en s misma, aunque complementarias de otra superior, de mayor riqueza estils-tica. La interaccin de distintos autores y disciplinas da lugar a un estadio ms elevado en el que secrean mayores posibilidades de comunicacin con los destinatarios de la obra.

    Emalsa (Empresa Mixta de Agua de Las Palmas, S.A.) y Agua de Firgas confan en que Memoria e iden-tidad aporte su granito de arena al acervo cultural de Canarias, haciendo posible el desarrollo de losartistas que viven en nuestras islas, as como el enriquecimiento de todas las personas que deseen acer-carse a esta obra.

  • 6Con este libro, lector, te entretendrs, porque te invitar a pensar sobre lo humano y lo divino conms hondura de lo que suele hacerse en tertulias ad hoc o en sobremesas distendidas entre copas yamigos. No es la primera vez que Fernndez Agis nos sorprende con textos filosficos, con novelas parapensar y hasta con poesa de gran calado, en cuyo centro siempre est el hombre en el mundo.

    Hasta dnde se puede llegar, con la razn a cuestas, en medio del irrebatible desorden en elque nos movemos y somos?, vela alguien por nosotros, o ms bien nos hallamos solos, en medio dela naturaleza, procurando domearla y valernos de ella para mantener esperanzas y esquivar con acier-to los mltiples miedos que asedian a la extraa entidad que denominamos yo?

    De estos y de otros interesantes asuntos conversarn indefinidamente los dos protagonistasde este contemporneo dilogo filosfico, en el que cualquiera de nosotros se ver continuamenteimplicado. El tono antidogmtico y coloquial del discurso difumina el lmite del sujeto individual y decualquier posible radicalismo, no sabindose claramente dnde termina la opinin del uno y dndeempieza la del otro.

    La caverna platnica se torna galera subterrnea. En 1501, en el interior de una montaa de laisla de Gran Canaria, se iniciaron las obras necesarias para que llegara agua a la ciudad. Desde ese espa-cio oscuro, los dos interlocutores observan y analizan, mejor que si estuvieran fuera, el mundo de laluz. Se trata de un espacio simblico privilegiado, utilizado por el autor, para poner de relieve la impor-tancia de lo interno, del alejamiento y de la soledad a la hora de discernir y ver ms claro. De hecho,en plena luz somos ms ciegos que en las sombras.

    Dando una vuelta de tuerca ms al clebre mito platnico o, ms bien, trastocndolo de caboa rabo, se desmoronan los arquetipos y las Ideas puras, que no estn lejos, sino caticamente dispues-tas en la noche del hombre, en el lugar oscuro desde el que todo se puede conocer y entender mejor.En realidad, todo es ms simple de lo que creemos, si logramos borrar los espejismos que se fabricaun yo, demasiado valorado, que a la postre no es nada.

    A la no dualidad se la puede rastrear con la metfora del Bien (lnea de Platn), pero tambincon la metfora del Caos (infinito). Deca Wittgenstein que para filosofar hay que descender hasta elcaos primitivo y sentirse en l como en casa. Por esta va parecen querer discurrir nuestros dos inter-locutores. Para superar la dimensin temporal, los dos personajes, que ya existan en el siglo XVI, sonlos mismos que ahora se plantean preocupaciones ecolgicas y la ayuda que las nuevas tecnologas ylos ltimos avances cientficos podran prestar a las diversas experiencias vitales de los hombres .Latrampa que se le urde al tiempo histrico deja libertad suficiente al autor, para mirar con amplia pers-pectiva al ser humano y, al hacer un quiebro al tiempo real, deja con vida y, en cierto modo rescata, elconcepto oriental de reencarnacin.

    En realidad, la continuidad y la conexin de todo lo que existe, como se afirma en un momen-to dado de la extensa conversacin, es un requisito para dar coherencia a las ideas. Por otra parte, senos recuerda que el origen de todo debe permanecer siempre con nosotros, de modo que siemprepodremos modificar errores y gracias a l proporcionarnos seguridad en nuestro laborioso bregar porlos caminos. No se trata, pues, de borrar o suprimir, sino de hacer nueva masa con todo lo habido, siem-pre que podamos reutilizarlo para hacernos ms confortable el viaje.

    PRLOGO

  • 7Si intentara rastrear en la historia del pensamiento para detectar chispas de concordancias,paralelismos y afinidades con el sustancioso dilogo de nuestros innominados conversadores, creo quehallara bastante estoicismo moderado, una cierta proximidad con la mstica intramundana que resuel-ve lo trascendente hacindolo descender hasta imbricarlo con lo inmanente, una cierta dosis de vita-lismo, algo de spinozismo y ya situados en la modernidad tarda una seria advertencia contra los apo-calpticos defensores de una convivencia imposible con el caos. No obstante, apenas trato en este pr-logo de magnificar lo que se nos cuenta, entre otras razones, porque traicionara las intenciones deFernndez Agis. De lo que se trata es de que el lector se sienta implicado y seducido por cuanto losprotagonistas van, socrticamente, desentraando a partir de sus experiencias vitales, que podran serlas de cualquiera de nosotros.

    De hecho, se puede poner pasin en lo que se hace, crear a partir de lo que se tiene y dome-ar hasta el lmite todo lo domeable. As nos sentiramos ticamente satisfechos y humanamente feli-ces, dentro de lo posible. Quizs sea muy conveniente hablar menos y hacer ms. No en vano, nues-tro texto comienza con un intencionado: No quisiera ser impertinente pero, la verdad, hablas dema-siado. Seres humanos como Jean-Dominique Bauby, autor de Le scaphandre et le papillon nos handemostrado que somos capaces de conseguir mucho ms de lo que suponemos.

    Me parece, lector, que como asegura uno de los interlocutores: Slo quien sea capaz de unirla mirada del pulpo, la inquieta y viva mirada de la perdiz y la reflexiva ceguera tendr las condicionesnecesarias para mirar la verdad. Apliqumonos, pues, a intentarlo. Cuando termines tu lectura, proba-blemente pensars que vale la pena hacerlo.

    De momento, disfruta del apropiado y artstico envoltorio con que Pilar Rodiles nos presentael texto, lee a continuacin reflexivamente y aprecia la calidad del conjunto, porque como ya se hadicho, cinco menos dos no te va a dar nunca ms un precioso y exacto tres.

    LUIS NATERA MAYOR

  • BLANCA

  • 9No quisiera ser impertinente, pero

    Domingo Fernndez Agis

  • Blanca

  • 11

    Buscando hallareis.

    Johann Sebastian Bach

    En el umbral de la hembra oscura

    reside la raz del universo.

    Lao Tse,Tao Te King

    - No quisiera parecer impertinente pero, la verdad, hablas demasiado. Desde que me cruc con-tigo en el interior de estas galeras no he hecho otra cosa que escucharte. T me has visto bien?Levanta un poco ese carburero y alumbra por aqu. De verdad que no hay nada que llame tu aten-cin?

    - No s, me tienes perplejo. No deberas ser tan susceptible. Despus de tantos aos sin hablarcon nadie, no encuentro por qu te molesta tanto escucharme.Adems no tienes ni idea de estas cosasy tampoco te vendra mal un poco de curiosidad.

    - Mira quin vino a hablar, que levanta la luz y no se molesta en mirar lo que tiene delante.

    - Vale, vale, ya te veo, ya te estoy viendo. No me parece que haya demasiado que ver, te pongascomo te pongas. Podras haberte buscado unas buenas botas, que te protegieran de la humedad, yhaber tirado de una vez esas viejas calzas de pao que me llevas.Tampoco los leotardos son lo que sedice de ltima moda. Y qu me dices de esas bragas, de las que ya ni se adivina el color? Oye, que seha inventado una cosa ms prctica, a la que llaman pantalones. Mrame hombre. Ves? Toca, toca, a queson abrigaditos? Y cmodos, no me digas. Y una camisa en condiciones? Qu me dices de llevar unacamisa como Dios manda, en vez de esos jirones y colgajos?

    - Cmo te atreves! Qu sabes t, maldito ateo, lo que manda Dios? Desde que me conozco nome ha mandado que haga o deje de hacer nada de lo que me dices.

    - Mejor lo dejamos.

    - Mejor. No puedo replicar en serio a tanta palabra necia.

    - Te hablo de poltica porque creo, no ya que la poltica sea lo ms importante, sino que todo espoltica. No tanto lo que hacen los ministros, lo que hacan los validos de tu poca, sino lo que hacest y lo que hago yo, lo que hacemos todos.

    - Qu mana con mi poca, mi poca. sta es tambin mi poca. Es que no me tienes delante?

    - S que te tengo ante mis ojos. Puedo tocar esa nariz aguilea o pellizcar esa cara de aceitunaen salmuera que tienes. No estoy muy seguro, a pesar de eso, de lo que puedo ver o tocar.

    - Tambin t? Vivir mucho para ver mucho.

    - Si t apenas ves, hombre de Dios.

    - Gracias, gracias por tu amabilidad.Te atreves a poner a prueba mi paciencia, pero qu me dicesde ti. Cuando te vi entrar por la boca de la galera es cierto que no pude distinguir otra cosa que elbulto. Bueno, as fue. No esperaras otra cosa? Aqu adentro los ojos se acostumbran a la semioscuri-dad y veo mejor cuando miro hacia el interior que cuando me pongo a observar la entrada por si entra

  • 12

    alguna alimaa. No te insulto, no te insulto. No me mires as. Es que pasan aos sin que ninguna per-sona se atreva a entrar aqu. nicamente entran bichos. Insectos lo que ms, ranas y sapos, conejos,algn perro perdido y, de vez en cuando, un perro salvaje que ha olisqueado alrededor de la entradauna posible presa. No me quejo. Los aos van pasando y, a fuerza de tiempo, he ido conociendo gente.Te puedo decir por eso que no te creas gran cosa. Digas lo que digas de mi aspecto, el tuyo s que esinaceptable. Con ese trapajo de lana con el que te abrigas y esos calzones llenos de rotos, que vas ense-ando el culo.Y, anda que las sandalias que me llevas! Para eso mejor ir descalzo. Me recuerdas a unermitao con el que tuve tratos.Al principio se crea que era el hambre lo que le haca verme. Menudodesgraciado. Luego fue convencindose de que yo era tan real como l mismo lo pudiera ser. Lo malofue que entonces le dio por pensar que no exista ya como una persona de carne y hueso. Hablaba desu transformacin -transustanciacin deca el muy blasfemo.

    - Cada cual se convence de lo que quiere, faltara ms!

    - Eso s que lo tengo bien aprendido, nadie se deja aconsejar, nadie escucha de verdad. A lo msque llegan es a poner cara de inters, por educacin la mayora de las veces. Pero interesarse, lo quese dice interesarse, no se interesan ms que por lo que estn ordenando en su cabeza, por lo quequieren ocultar o decir, segn convenga. Los que ocultan son los de ms luces porque los otros, losmajaderos redomados, vociferan al menor intento que haga uno de meter baza, y se te tiran al cuellosi les llevas la contraria. No s si la gente se vuelve loca aqu dentro o vienen ya tocados cuando remon-tan la vereda que lleva hasta la bocamina. El ermitao aquel se las daba de frailecico pero era un tunan-te. Un hombre espiritual, no se lo crea ni l! T pareces ms convencido de tus razones, pero eres tanempecinado como el ermitao. Cuando te vayas, por mucho que hayamos discutido, seguirs con lasmismas ideas. Seguirs con la monserga esa del capitalismo que ha alcanzado ya su punto cenital.Seguirs con que el dinero es hoy el nico Dios que respetamos, el nico al que rendimos culto deverdad.

    - S, claro que seguir a lo mo. Acaso no es verdad que no hay ms Dios que el dinero? No teimaginas lo que ocurrira si un da nos levantramos y el dinero hubiera desaparecido? Cuntos pro-blemas no se solucionaran con que slo ocurriera ese sencillo hecho?

    - No s lo que ocurrira. De dinero a m no me hables.Ya me dirs lo que s yo de dinero, contres maravedes que por llevar algo llevo en la bolsa. Te puedo asegurar que no soy el ms indicadopara discutir contigo ese asunto. He visto juguetear con monedas a muchos de los que han aparecidopor aqu. Echaban mano al bolsn o al bolsillo para ver lo que llevaban que pudiera serles de utilidad,cogan unas monedas y empezaban a hacerlas chocar entre s, como si ese sonido pudiera darles laclave que necesitaban para salir. Yo los dejaba hacer, s que algunos hbitos son difciles de erradicar.Los ha habido que han acabado por arrojar las monedas contra la pared, pero no han faltado tampo-co los que las han conservado hasta el final. Algo podran haber comprado si yo me hubiera decididoa venderme. Pero no he llegado a caer tan bajo por mucho que me hayan querido hacer caer.

    - Vale, vale, pero yo lo que digo es que podemos escapar del dominio absoluto del dinero, quepodemos trascender la sociedad de mercado y dar carpetazo para siempre a esta etapa de la Historia.Creo que podemos acabar con esa aberracin que se ha dado en llamar capitalismo.

    - Y qu? No entiendo tu empeo. Conozco males ms antiguos y puedo imaginar otros nuevosque no tienen nada que ver con el dinero. Llevo mucho tiempo lejos de lo que tanto te abruma.Rememoro cada da unas palabras que Torcuato Tasso escribi en su Gerusalemme liberata, las quetienen que ver con mi historia, ya he dicho que me interesa lo mo. Si pienso en Tancredo y Clorinda

  • 13

    es porque luch contra m mismo al perseguir a quien amaba, al correr espada en mano detrs dequien quera ocultrseme hacindose pasar por un enemigo despiadado. Me pregunto por qu lasmujeres tienen ese empeo en parecer lo que no son. Para m la mujer es la simulacin llevada al vir-tuosismo y el simulacro entendido como supremo signo de virtud. Qu horror pensar una y otra vezen lo injusto y cruel que fui! Hrrida memoria. Qu rabia saber que ni supe encaminar su alma haciaDios ni apartar la ma de la senda del Demonio. Menudo Tancredo he sido! Menudo Tancredo soy! Sindarme cuenta de qu es lo que tengo delante de los ojos.

    - Hombre, hombre, has dicho una gran verdad. No te das cuenta de lo que tienes delante de losojos, por supuesto que no. Me has contado cosas extraas. Has hablado de la gente que has conoci-do y de todos, menos de tu Clorinda, tienes algo malo o regular que decir. Seguro que no te dabascuenta entonces ni te das cuenta ahora de las buenas cualidades que cada uno tena.Yo, ni siquiera enlos aos que pas en el partido puedo decir que me encontrara con gente mala, mala. Hasta los made-ros tienen su lado humano. Un amigo los llamaba los infrahumanos, pero no es as.Tambin el maderotiene su corazoncito, aunque sea un corazn de madera. No me extraara que, cuando me d la vuel-ta, hables mal de m al primero que se te cruce en el camino.

    - No hace falta que te des la vuelta, ya hablo mal de ti ahora. Quin sabe? A lo mejor contigome pasa al revs y hablo bien cuando te haya perdido de vista.

    - Mi Clorinda se llama Yolanda. He estado a punto de decir se llamaba. Estoy casi seguro quedebera haber dicho se llamaba, por mucho que siga estando entre los vivos, para m es casi seguro quese llamaba.

    - Sea una cosa o la otra, yo slo te digo que le das demasiada importancia a cosas que no la tie-nen.

    - Demasiada importancia! Es que no te das cuenta de que la sociedad se desmorona? Esta socie-dad no es ya viable. Ha creado unos modelos de relacin, de comportamiento, de vida, que estn decli-nando y hay que prepararse para sustituirlos por otros. No nos puede coger el derrumbe sin ningnsitio en el que cobijarnos.

    - A m no me hables de derrumbes. Estas galeras son slidas.Yo mismo orden su construccinhace ms de cuatro siglos y s muy bien lo que pueden resistir. Qu crees? En este tiempo la tierra hatemblado varias veces y aqu las tienes, casi igual que el primer da. Exagero un poco. El primer da no,pero s el primer ao. Entonces naci este musgo que sigue siendo el mismo que puedo acariciar ahora.

    - S, las paredes estn llenas de musgo, ya me haba dado cuenta. Parecen recubiertas de moque-ta.Y en la entrada crecen el culantrillo y las pamplinas.

    - Pamplinas las que t tienes con eso de la moqueta.Te dolera la espalda de tumbarte sobre ellaen tu apartamento, seguro que estaba sucia. La habras ensuciado a conciencia con tu descuido.

    - Si lo hice por descuidado no lo hice a conciencia, no te parece?

    - Que si me parece. Conocindote ya me dirs. Pero no, a pesar de eso no pongo en duda loque has contado.Ves, esas historias de mujeres s que me entretienen, aunque estoy seguro que exa-geras y no eres gran cosa como amante. Lo que me molesta es que seas tan apocalptico, siempredejando caer esas sentencias. Por lo menos, si quieres ser apocalptico, aplcate el lema que cantaba unanarquista que estuvo aqu durante la ltima guerra. Canturreaba siempre dos o tres cosas. Algo ascomo follar, follar y follar que el mundo se va a acabar y ni Dios ni Patria ni Rey. Lo primero me pare-ca una ordinariez, pero esto ltimo me sacaba de quicio. Ms de una vez pens que se mereca que lodenunciara. Claro que yo no valgo para eso y, por si fuera poco, ya sabes que he hecho solemne pro-

  • 14

    mesa de no salir de aqu. La palabra es la palabra. Me esconda en el fondo de la galera o me muda-ba a otra hasta que el aburrimiento me haca volver a buscarlo. Bueno; que eso de hacer poltica deuna forma tan fsica, tan agradable, no me parece del todo mal. No como lo tuyo, que no es ms quepalabrera.

    - Palabrera ser lo que t dices.Verborrea mejor dicho.

    - Yo hablo de la realidad, de lo que importa.

    - Te equivocas, lo que importa no es la poltica. Lo que importa es no estar solo. No vivir nimorir solo. Eso es lo que importa!

    - No s. Acaso no es ms importante cmo vivimos que con quin?

    - No entiendo cmo puedes separar las dos cosas. No puede separarse la forma en que se vivede las personas que te acompaan, que estn contigo, las que dan sentido al esfuerzo de levantar losprpados cada maana.

    - Buen ejemplo viniste a poner, t que llevas aos y aos sin cerrar los prpados. Por cierto, tie-nes prpados? Es que te veo unos ojos tan redondos, tan abiertos, que pienso que te los han sajado.He odo hablar de ese refinamiento oriental de cortar los prpados y me pregunto si no te habr toca-do a ti la china.

    - S que los tengo. No juego, no me ha tocadonada, no me gusta arriesgar nada.

    - Pues creme que lo haces, arriesgas ms de loque te imaginas.

    - Tengo prpados pero no puedo cerrarlos, esos. Mira, con el dedo puedo estirarlo y bajarlo. Esto lohago unas cuantas veces al da. Primero con un ojo yluego con el otro. Cerrarlos por las buenas no puedohacerlo. Estuve mucho tiempo con ellos de par en pary cuando intent hacer la prueba ya no poda.

    - La prctica que lo es todo, amigo mo.

    - No es slo la prctica.Yo no quera cerrar losojos. Mi obligacin era mantenerlos abiertos puestoque haba conseguido mantenerlos abiertos mirando cara a cara al horror.

    - Y qu fue lo que viste que te afect de esa forma?

    - Si te interesa de verdad y tienes paciencia, en su momento lo sabrs.An no ha llegado ese dapero estoy casi seguro que llegar.

    - Qu da? Aqu dentro no existen los das.Tanta oscuridad. Parece que puedes coger la oscuri-dad con las manos, que puedes amasarla y hacer crecer esa masa con todo lo que te angustia. Si apren-diera a hacerlo! Quitarme todo ese peso de encima! Hacer una masa informe con todo eso y lanzar-la lejos de m. Eso es lo que ms podra reconfortarme ya que he llegado hasta aqu.

    - No te creas.Yo lo he hecho incontables veces y la bola siempre acaba encontrando el caminode regreso. Las penas no necesitan ojos, ni manos, ni odos, ni nariz. Siempre encuentran la forma demetrsete dentro. Ellas tambin se han acostumbrado a estar donde estn.

    - En el fondo los cambios no le gustan a nadie.

  • 15

    - Ni al ms pintado. La gente viaja para volver a lo que conocen, sea malo o bueno.

    - Claro, lo que nos hace dao quiere que seamos su hogar.

    - Podra pasar una vida hablndote de otras cosas, de esas que tanto te cansan, pero no me sien-to bien aireando pesares.

    - Pues no deberas callarte eso. Al fin y al cabo son las penas lo que ms nos une. Es ms senci-llo comprender un dolor y compartirlo con quien lo padece que compartir una alegra.

    - Quiz porque las alegras son menos.

    - Quiz.

    - Por eso cuando alguien quiere compartir una alegra invita a beber. La bebida extiende entrelos que le acompaan la ilusin, una alegra ficticia que se comparte, sobre todo por el hecho de saberque ellos no van a pagar la cuenta.

    - Te encuentro ms pesimista de lo que en ti es habitual. Aleja esos pensamientos de tu cabezaque nada bueno te van a aportar.

    - No puedo hacerlo. Ya me gustara a mi! Lo cierto es que estoy aqu por algo y para algo. Creoque para aclararme yo mismo sobre ciertos extremos antes de regresar.

    - Bueno, no sera mala forma de aprovechar el tiempo. Resignarte a aprovecharlo de la mejormanera a tu alcance me parece una actitud inteligente. Eso no va a decirte por qu ests aqu, pero spuede darle un sentido a tu estancia. Me parece bien.

    - Me alegra que te parezca bien. Aunque, qu ms da! Si no te lo pareciera vendra a ser lomismo.

    - No te creas. No es lo mismo estar solo que no estarlo.Te lo puedo decir con conocimiento decausa. He pasado mucho tiempo sin tener a nadie con quien hablar y no es tan agradable como a algu-nos les parece. La soledad slo les gusta a los que estn rodeados de gente. Cuando esperas y nadie

  • 16

    llega se hace insufrible. Entonces la soledad es uno de los peores castigos que a uno puedan imponer-le. Estar solo es estar siempre en mala compaa.

    - Ser as si t lo dices. Si lo pienso bien, nunca he estado solo. Al cruzar este umbral tuve laprimera sensacin de soledad que recuerdo. No era como cuando esperaba a alguien que saba queno me fallara sin una buena razn. He estado solo, como todo el mundo, pero si sabes que no tienesms que abrir la puerta para encontrar a alguien no puede decirse que eso sea soledad.

    - Eso creo yo, que he vivido tantos aos sin puertas que cerrar ni abrir, con los velos y las puer-tas que abre la luz y la oscuridad cierra. Cierran ms los recuerdos, los malos y los buenos recuerdos.Los recuerdos te cierran los ojos del entendimiento, que al fin y al cabo es lo que cuenta. El tiempoque viv fuera de estas galeras es poco menos que nada si lo comparo con los aos transcurridos desdeque me arrastro por aqu dentro. Aquel tiempo no es casi nada para quien recuente aos y sucesos;para m es lo esencial. Lo que soy se hizo entonces y no ha hecho otra cosa que ir deshacindose muylentamente. Es vivir pasar el tiempo bebiendo este agua tan cargada de sustancias que no deberanestar en ella, este agua en la que est disuelto hasta el ltimo grano de polvo que sacud de mis ropasaquellos das? Hasta yo mismo dira a veces que no, que esto no es vida. Me callo porque he aprendi-do a ser prudente, a callar cuando hay que callar. No creas que no me ha costado.

    - A m no me parece que te haya costado tanto. Callas poco, cuando me gustara que callasesms, y hablas menos de lo imprescindible si lo que necesito es or una voz amiga.

    - Tienes razn. Reconozco que tiendo a encerrarme en mis recuerdos, ya te lo he dicho. No esbueno, lo s. De hecho muchos das slo consigo decir algo despus de un gran esfuerzo. Supongo quea ti no te parecer suficiente, pero es as.

    - No, si tampoco me puedo quejar. En la vida, que es una apabullante continuidad, un tejido sincortes que se extiende en todas las direcciones, queda bien poner de cuando en cuando algn puntoy aparte.

    - S, pero ninguna marca, aunque est hecha a sangre y fuego, deja un surco bastante profundo.En esa continuidad estamos ms perdidos que ningn otro ser porque buscamos un sentido, una direc-cin en la que valga la pena echar a andar.

    - Pero cuesta mucho conocer, ni siquiera la ausencia puede ser captada al primer golpe de lossentidos, la sentimos dentro.

    - Nos irrita buscar las razones por las que la sentimos dentro. Cuando escucho, discrimino losruidos. Escucho gotas que caen en las galeras, pequeas venas de agua que se abren camino en las entra-as de la montaa, las voces de los que se han perdido y de los que querran perderme. Cuando huelo,reavivo el recuerdo de los olores. Un matiz da para mucho, pues aqu dentro la variedad odorfera escorta. De esa forma, el olor del musgo hmedo me recuerda el de una capa de invierno que guardabaen mi ropero, mientras que el olor del musgo recin pisado me trae a la memoria los mejillones que meservan en una cantina prxima a la drsena de San Telmo. La nariz se hace ms imaginativa, aprende asacarle partido a lo poco que hay por aqu. He comprobado que el olfato es el sentido que menos seresigna. La vista y el odo se van perdiendo por falta de uso, por el mediocre partido que de ellos sacoen estas oquedades silenciosas. El olfato, por el contrario, se acrecienta y se rebela ante la amenaza deatrofia. Le sigue, tal vez el tacto, pues es mucho lo que antes no distingua con este sentido y ahora sdistinguir. El gusto adquiere mucha ms profundidad. No sabra si situarlo antes o despus del tacto.

    - Es como si hubiera sentidos apropiados para la abundancia y otros que son los ms tiles enlas pocas de penurias y carencias. Gracias a estos ltimos aprendemos a entender lo que antes ni

  • 17

    siquiera sospechbamos y sacamos fuera parte de lo que permaneca oculto. Despus es cuando unopuede darse cuenta de lo que dices. La continuidad y la conexin de todo lo que existe para ti es unaidea, o mejor, un requisito para darle coherencia a tus ideas.

    - En mi caso no es una idea ni tiene nada que ver con las ideas; llevo comprobndolo desde queel dolor por lo que dej fuera se transform en melancola.

    - De acuerdo. Pero, por qu descalificas las ideas? Qu tienes en contra del pensamiento?Siempre que quiero hablarte de lo que me interesa me dices que no son ms que ideas. Como si lasideas no valieran nada para ti.

    - No, no es que no valgan nada. Pero, lo que ilumina la llama que sale de esta espita es lo que deverdad importa. Lo que t quieres alumbrar con tus ideas nunca alcanzar este grado de claridad, ymira que no te estoy hablando de la luz del sol. La luz del sol es tan fuerte que nos ciega. Por eso exis-ten las ideas, no crees? Cerramos los ojos y creamos ideas para ver mejor. Demasiada claridad nosquema hasta las pestaas.

    - Por primera vez estoy del todo de acuerdo contigo.Viviendo aqu me he dado cuenta que esverdad: la luz del sol me deslumbraba. En el interior de estas grutas es ms fcil ver claro. Las calles, enlas que crea ver hasta el detalle ms insignificante, no eran ms que pozos ciegos. Las calles, esas callesque ya no serpentean ni huelen a orines, siguen siendo pozos ciegos. Seguro que lo son ahora muchoms que entonces; a ms anchura menos luz.

    - No me negars, de todas formas, que s se puede ver claro entre las retamas y los pinos queesconden la bocamina a los ojos de los excursionistas. Ya s que no habrs salido al sol, pero en lasnoches de luna no me dirs que no has probado suerte, aunque fuera sin alejarte demasiado de laentrada del tnel.

    - De eso no quisiera hablar, si no te importa. Bastante pavor me producen los pasos del ejrci-to de senderistas que se acercan por aqu los fines de semana. Podran honrar a Dios como es menes-ter, en lugar de andar por ah dando resbalones y bastonazos. Qu mana con hacer que todo sea paratodo el mundo! Venga a caminar y caminar, para llegar siempre al mismo sitio y de paso inquietar la inti-midad y turbar la paz de los que no queremos otra cosa que tenerlos lejos.

    - Como quieras, tampoco es cosa de importunarte, lo deca por curiosidad.

    - Ya. Que todava sientas curiosidad es buena y mala seal, segn se mire.

    - Tu dirs.

    - Pues digo que es buena seal porque indica que te vas haciendo a esto. Es mala, precisamentepor eso mismo. Mi cabeza est donde tiene que estar. Me consuela saberlo. Para m empez el 26 de abrilde 1501. Ese da nuestros reyes concedieron el permiso para que el Cabildo hiciera las obras necesariascon el fin de llevar el agua a la ciudad. La Cdula hizo felices a casi todos. Siempre hay quien se lamentade lo que es bueno para la mayora.Ya se sabe, en ciertos negocios se precisa de la escasez de muchospara que prosperen unos pocos. Quitando a stos, la gente sinti que estaba prximo el fin de las penu-rias. Se empez a especular con las tierras que podran ponerse en regado y a jugar con la idea de unapoca de prosperidad general que se aprestaba a desplegarse como el azul horizonte del Jardn del Edn.

    - Ves, la especulacin, el afn de ganar, el deseo de acumular riqueza, yo te hablo siempre de estascosas y t me dices que son slo ideas.Ya ves que no.T mismo lo acabas de decir.

    - S, pero lo que yo te puedo contar, lo que para m cuenta, no tiene nada que ver con el FondoMonetario Internacional, el Banco Mundial o la Organizacin Mundial del Comercio. Yo no entiendo

  • 18

    para qu sirven esas entidades, caso que merezcan tal nombre. No entiendo que alguien haya visto lanecesidad de crearlas, por eso entiendo todava menos que alguien se empee en que desaparezcan.

    - No entiendes que estamos hablando de lo mismo. De la quintaesencia del mal, de la lgica dela acumulacin. Es imposible que el mundo sobreviva si no rompemos con esa lgica perversa.Te digoy te repito que esta sociedad va hacia la autodestruccin si no se reorganiza desde la base, desde abajo.No nos vale ya el orden que se nos quiere imponer y mantener desde arriba, desde esas institucionesque al desgaire acabas de citar.

    - Yo no s lo que acabo de citar. He repetido los nombres que se me han quedado en la cabe-za despus de orte repetirlos en oracin, pero no s qu hay detrs de ellos.

    - Ya te lo digo yo, ya te lo he dicho. Detrs de ellos est el mal.

    - Pero hombre, eso es una enormidad. Cmo va a estar el mal, que nos acecha desde todas par-tes, agazapado en un gabinete o en un edificio? El mal puede estar saliendo de tu boca cuando dicescombatirlo. Satn, el apedreado, estar ahora mismo recorriendo estos pasillos. No te fes de lo queves demasiado claro. Nada que no sea confuso es verdadero.Ves, cuando acercas la llama a esta escu-dilla te das cuenta que es distinta de lo que creas al tocarla tan slo. Ves como estas muescas sonhojas de helecho? Te das cuenta de la forma en que se trenzan unas con otras? A que es bonito? Perono te fes, no te fes.

    - Si algo no soy es confiado. Recelo de casi todo, pero cuando veo algo claro, lo digo y lo defien-do. Nuestras cabezas estn colonizadas por el pensamiento nico, hasta veo que t mismo ests prxi-mo a caer en sus redes. Los valores humanos han sido arrinconados. Slo nos queda una cosa por hacer.

    - Cmo una cosa! A nadie le resta slo una cosa por hacer. Siempre podemos hacer dos o trespor lo menos. Y a m me acusas de estar sometido al pensamiento nico?

    - Todava no, pero te falta poco.

    - No hay que ser tan pesimista, si no cae lluvia caer roco. Qu sacas con pensar en un mundosin alternativas! Eso es como no pensar.

    - No digo que no haya alternativa. Claro que la hay. Existen salidas.Tenemos que someternos aun proceso de descolonizacin ideolgica para poder incrementar las posibilidades de participar en lagestin de nuestro futuro. Hay que autogestionar el futuro. No podemos dejar que nos sea impuesto.

    - El futuro no existe, te lo digo yo. Apenas dejas de preocuparte por l, desaparece como porensalmo. No pierdas tus energas en batallar contra entelequias. Piensa en lo que hueles, en lo quecomes, en lo que tocas. Piensa en cmo mejorar eso, en que no te falte si no puedes mejorarlo. Astenemos que vivir. Si piensas que el futuro es una gran cosa que ests obligado a construir, perders.No se puede ganar una batalla luchando contra las sombras.

    - Cmo puedes haber vivido tanto tiempo teniendo tan poca imaginacin?

    - Te prevengo contra los poderes de la imaginacin, est sobrevalorada. Empez a estar sobre-valorada desde que olvidamos las razones de los antiguos para despreciarla. Bastante tenemos con lamemoria. Todo el mundo abusa de la imaginacin como de la puta del barrio. Santa Mara Egipcacairredenta! Piensa en la imaginacin desbordante de los que martirizaban a los cristianos. La parrilla, loshierros candentes, el plomo derretido, el desmembramiento, sajar los pechos, arrancar los ojos.

    - Menuda imaginacin! Piensa t en lo que han ido haciendo por ah los cristianos, que tampo-co se han quedado cortos imaginando formas de torturar los cuerpos y martirizar las almas. SerSatans un invento suyo para hacernos arder en vida en el Infierno?

  • 19

    - Ya lo he pensado, lo he pensado tanto que ahora no lo entiendo. Durante un tiempo pensabaque no haba nada que entender, luego aparecieron las dudas, pens de verdad, y conclu que no tienesentido que la Iglesia, que es madre de todos, haya hecho tanto dao.

    - As que no eres un meapilas. Eso est muy bien. Me tenas preocupado con tanta invocacin ala Iglesia y a los santos. No podra soportar la compaa de alguien que es incapaz de reconocer la pre-sencia del mal all donde ste se encuentre. Aunque sea en el alma de su madre. Lo que apesta, apes-ta, y nadie puede negarlo.

    - Yo tampoco dira eso, los errores o los excesos de algunos, su maldad si quieres, no deben apar-tarnos de aquello que nos puede dar consuelo en los momentos difciles. Una madre siempre ser unamadre y la Iglesia siempre ser la Iglesia, a pesar de cuanto puedan haber hecho sus ministros paradecepcionarnos.

    - Ya veo que sabes vivir con el desencanto, que sabes utilizarlo para seguir adelante.Yo no puedohacer tanto. Cuando algo huele mal, me alejo. No quiero saber nada ms.

    - Pero luego abrazas causas perdidas. Rechazas unos brazos clidos y te arrojas en otros fros, esoes lo que haces.Yo hablo con los ngeles y tambin con los demonios. Me gusta or lo que unos y otrostienen que decirme. Reflexiono sobre sus palabras y tomo mis decisiones. O no las tomo y me quedoen la duda, que tampoco es tan malo dudar. No s por qu tienes que estar tan seguro de todo. Estan necesario creer que lo sabes todo, que tienes las respuestas?

    - La duda a m me mata. No podra vivir sin saber a qu atenerme.

    - Dudar no es tan malo. No te habras equivocado tanto si le hubieras dado una oportunidad ala duda.Tu prisa en tomar decisiones, la imperiosa necesidad que tienes de estar seguro, la poca fe enel curso de las cosas, todo esto te ha llevado a donde ahora ests.

    - Estoy donde quera estar.

    - Eso es lo que t dices. Pero lo dices por no ser capaz de admitir tus errores. Incluso en estasituacin sigues cerrndote a la duda.

    - Y qu ganas con tanto dudar? La incertidumbre no te deja avanzar, te empantana. No habrallegado a ninguna parte pensando como t.

    - De hecho has llegado al mismo lugar en el que yo estoy.

    - S, pero t llevas aqu una eternidad y yo espero estar muy poco tiempo.

    - Eso ya se ver. De momento aqu estamos los dos.

    - Y no me importa. Creo que tenemos que volver a lo concreto, adentrarnos en las entraas dela Naturaleza, vivir en lo prximo y no en lo que est tan lejos de nosotros que no nos ve, ni nos oye,ni nos dice nada. El mundo se ha empequeecido, pero yo no puedo alargar la mano y acariciar a esenio que se atiborra a manteca de cacahuete.Tampoco puedo hablar, hablar de verdad, con ese seorque lee su peridico mientras apura su taza de caf.

    - Claro que puedes hacerlo! El otro tal vez no lo note, quiz no sienta ms all de una leve extra-eza, una ligera incomodidad, pero t si puedes hacer lo que dices. Puedes acariciar al nio, puedes hablarcon quien quieras. No es seguro que te escuche, nunca es seguro que a uno lo estn escuchando.

    - No me digas esas cosas que me acabarn dando escalofros.

    - Qu tontera! Ya es hora de olvidarse de esos prejuicios, de vencer esas absurdas reticencias.Estamos donde estamos y somos quienes somos.

  • - No ests tan seguro, ahora soy yo quien duda. No es que no sepa donde estoy, lo que ignoroes cmo estoy aqu.Todava no s qu es esto en realidad.

    - Hombre, todava con esas. Esto es la realidad, no lo dudes. Para una cosa de la que puedes estarseguro sin el menor riesgo, sin la menor posibilidad de equivocacin, me sales con esas.

    - Qu quieres! No es tan fcil para m.

    - Confieso que para m tampoco lo fue. No creo que para nadie lo haya sido.

    - Eso es lo que dices t.Yo creo que existen muchas realidades. Est la realidad del mercado mun-dial, de las multinacionales. Est la realidad de la pobreza, del tercer mundo. Est la realidad de los ind-genas expulsados de sus tierras. En fin, que la realidad no es tan unitaria como a ti te lo parece.

    - Eso es porque t no miras debajo de la superficie.Te quedas en la envoltura exterior. Cuandote metes en las entraas, la realidad es slo una, no hay ms que lo que hay.Ya me gustara a m queno fuera as. Sera ms cmodo un mundo compartimentado, en el que cada uno conociera un terre-no y se moviera en l. Qu bueno sera! Cuntos problemas se evitaran! Pero no. Las cosas son comoson y si las miras bien, si ves las races, te dars cuenta que es una misma tierra la que las alimenta.

    - Bueno, pues con ms razn. Esa realidad nica de la que hablas est podrida. La crisis ecolgi-ca es palpable, evidente.T mismo has visto como se filtran las aguas fecales y los deshechos por algu-nas galeras.

    - Es verdad. Me lo tengo prohibido a m mismo, pero a veces no me queda ms remedio quepasar por esos sitios.

    - Claro, como a m no me quedaba ms remedio que tragarme recin desayunado el pestazo dela depuradora al entrar en la ciudad. A esta isla, entre todos, vamos a acabar hundindola en el mar.

    - Tampoco seas tan pesimista. Lo que va a suceder es que nos hundiremos nosotros. Los msavispados huirn a tiempo y los dems se quedarn aqu y volvern a inventar el chicle de tabaiba.

    - Pues no me parecera tan mal. Estoy convencido que hay que buscar la autonoma, la autosu-ficiencia. Si pudiramos alimentarnos de lo que nos da la tierra nos evitaramos muchos disgustos.

    - S.Aristteles escribi en su Poltica que el ideal para una ciudad sera la autarqua, pues la depen-dencia econmica genera una dependencia poltica del gnero que sea. Pero ya en su poca los griegosse vieron obligados a comerciar. De no haberlo hecho habran empobrecido su vida y la nuestra.

    - No s muy bien por qu. Habran vivido de la tierra, habran sido sociedades rurales, en lugarde modelos para las futuras sociedades urbanas. Eso no est mal. Si pudiramos recuperar la vida rural,

  • evitar las aglomeraciones urbanas con todos sus problemas de contaminacin, transporte, caresta,abastecimiento, sera genial.

    - Eso te lo parece a ti, que nunca has vivido de esa forma. Pero cmo vas a convencer a la gentepara que se quede en el campo si piensan que les conviene ms la vida de la ciudad. Adems, en qucampo, aqu no hay ms que casas para que las familias vengan a hacer el asadero del domingo sin quenadie los moleste. Quedan algunos bancales, cuidados por los nostlgicos.

    - Eso podra cambiar. Si la gente toma conciencia de lo que a la larga le conviene, tendra quecambiar.

    - Pero hombre, entre los de arriba y los de abajo, t sabes cuntos somos? Si cada uno tuvieraque procurarse lo que va a comer la mayora no tendra nada que llevarse a la boca, viviramos otravez como en la poca de las Cruzadas. La miseria no le gusta a nadie. No puedes convencer a nadieprometindole una vida peor de la que tiene.

    - Y qu me dices de los islamistas? Podran aceptar lo que la sociedad occidental les ofrece, perono lo quieren. Defienden sus tradiciones, su religin, no quieren saber nada de nuestra forma de vida.

    - Buen ejemplo me pones! Esos fanticos quieren una sociedad de miseria, con un inquisidor encada casa. No les interesa que la gente conozca otras formas de vida, que contraste ideas. No les con-vienen los que dudan.

    - No s. Sus vidas me parecen ms autnticas. Son coherentes con lo que predican, con lo quepiensan. Aunque slo sea por eso, me merecen un respeto.

    - Respetar. No tenemos la obligacin de respetar lo que no sea respetable. Si no te dejan elegir,si te tienes que atener siempre a un pauprrimo declogo de normas que pretenden dar respuesta acualquier situacin que se presente en la vida, si ni siquiera puedes afeitarte la barba, por cmodo quesea llevarla, qu clase de vida es esa. No me parece digna de respeto.

    - S, ya s, lo de la barba, las mujeres y todo eso. Pero piensa que toda sociedad tiene sus nor-mas y las hace cumplir.

    - Claro, lo que sucede es que tenemos que pelear para que las normas se ajusten a los deseosy aspiraciones de la mayora.

    - De acuerdo. Veo que has aprendido a apreciar la democracia y eso me gusta. Tiene mritoviniendo de ti. Pero, por esa misma razn, si la mayora quiere vivir de acuerdo con lo que pregonanlos islamistas nadie tendra el derecho a oponerse.

  • 22

    - Claro. As sera si ellos, como han hecho siempre todos los fanticos que llegan a ocupar elpoder, no negaran la posibilidad de vivir de otra forma, de tener otras ideas. Entonces es cuando rom-pen las reglas del juego. Lo que la mayora quiere en un momento no tiene por qu quererlo parasiempre. La gente tiene el derecho a cambiar de opinin.

    - Es verdad, pero entonces para ti es ms importante el derecho a cambiar de opinin que elderecho de la mayora a que sus opiniones sean respetadas.

    - No, no es ms importante. Para m lo ms importante es el derecho a cambiar, a vivir otra vidadiferente a aquella a la que te haban condenado, el derecho a ser otro. Ningn dogmtico acepta esederecho. Hasta hace poco nadie lo aceptaba. El criminal haba nacido criminal y el hombre de bien hom-bre de bien. ramos lo que ramos y ninguna importancia tena lo que queramos ser. Ms que lademocracia, me importa que consigamos apreciar y proteger este derecho.Yo no era lo que soy y mealegro de haber dejado de ser lo que era.

    - Me confunde un poco tu retrica, suena escolstica, pura verborrea que ya era vieja antes quet hubieras nacido.

    - Y qu? Todava yo fui educado por gente que pareca confiar, por maestros que combatan elerror porque el error exista y ellos lo tenan cercado. Ellos aportaron al mundo ms de lo que crees.Lo que importa se va abriendo camino como puede.

    - Ojal sea como dices! A m me gustara llegar a ser alguna vez la mejor persona de las que llevodentro.

    - Dicho as parece fcil. Cuando lo piensas te das cuenta que no lo es tanto. Llevo muchas per-sonas dentro y no siempre elijo la mejor para la misma cosa y segn el mismo criterio. Cambio de obje-tivos y de criterios y entonces cambia la persona elegida. No puedo decir que mi eleccin anterior seaun fraude, ni tampoco que sea una equivocacin o un desastre. Fue slo otra eleccin y ahora ya nome vale.

    - Por eso prefiero centrarme en objetivos que no admitan discusin, aunque ante ellos yo no seacasi nada y lo que pueda llegar a ser carezca de importancia.

    - No debes hablar de esa manera. Lo que t quieras y como t te quieras tiene que ser impor-tante siempre. Si deja de serlo, seguro que te ests equivocando. Si algo me hace renunciar a tanto novale la pena, por brillante que pinte el porvenir si no puedo ser en l lo que quiero ser no lo quiero,no es mi horizonte.

    - Es curioso que hables de horizontes t, que apenas si puedes ver unos pocos metros ms allde tus narices en esta oscuridad.

    - Te parecer extrao, pero no creo que mucha gente tenga tan claro lo que significa un hori-zonte, un punto al que dirigirse. Es cierto que lo tengo en mi cabeza, que no puedo mirar a lo lejos yver como se alejan o se acercan los barcos en la baha de Gando; all pas un tiempo esperando, entre-teniendo mi espera con lapas y cangrejos, pero no te creas que eso es tan importante. Esos horizon-tes que puedes ver no son otra cosa que metforas del horizonte que cada uno tiene que pensar.Tpeleas con otras armas y en otras guerras. Alguna vez te convencers de que esas guerras no son tuguerra.

    - Es mi lucha, te lo aseguro.Te hablo de mi lucha, de aquello con lo que estoy comprometido.

    - Extrao compromiso que no te deja ser el que eres. Extraas guerras que se libran con ene-migos imaginarios.

  • 23

    - No son imaginarios, son ms reales que t, por ejemplo.

    - No me digas. De verdad crees que tu conspiracin de capitalistas e imperialistas es ms realque yo?

    - Por lo menos sus efectos son reales. No me negars que se dejan sentir en el Mundo sus maza-zos y sus mordiscos, hasta aqu resuenan los chasquidos de las dentelladas. Son destructivos, son vora-ces, estn acabando con todo lo que daba sentido a la vida.

    - Hazme caso y ten presente las ideas de un ruso que luch contra el peligro de dejarse caeren el vaco absoluto, un tal Dostoievski del que habrs odo hablar. Hay que amar ms a la vida que alsentido de la vida. Que un hombre como l, dominado como estuvo por todas las pasiones humanas,incapaz de controlarse ante la pasin del juego, por ejemplo, a pesar de su inteligencia, te diga que hayque amar la vida por encima de cualquier otra consideracin o bsqueda es algo notable, algo que daque pensar.

    - Pero yo amo la vida, cuando lucho contra la crisis ecolgica que asola el Mundo lo demuestro.

    - No demuestras nada porque hasta ahora no te habas sumergido en el corazn del mundo.

    - No estoy seguro de haberlo hecho. No creo que el silencio y la oscuridad sean suficientes.

    - Claro que no lo son. Se puede llegar al corazn del mundo desde muchos sitios. Conoc a unoque consigui llegar desde los ojos de una mujer que se haba quedado dormida, en septiembre, sobreel suelo desnudo de su habitacin. Haca un da luminoso y el calor era intenso. La mujer se ase conel agua de un cntaro que guardaba junto a la puerta desde la noche anterior, para que los demoniosdel agua tuvieran tiempo de salir. Puso la toalla a secar sobre el alfizar de la ventana y se comi unade las cuatro naranjas que antes de dormirse haba dejado con descuido en el suelo. Luego abri unode los dos libros que posea, los nicos que haba en toda la casa, La vida es sueo, y se puso a leer elrelato aburrido de los desesperados guios de Segismundo. Se qued as hasta que la espalda empe-z a dolerle y en ningn momento not que alguien haba descendido hasta el corazn del mundoarrebatando su carne a la nostalgia desde detrs de sus prpados cerrados.

    - Podra ser, podra ser. No te negar que cada vez me extrao de menos.

    - No podra ser, es que es.Ya te lo digo yo.

    - S, pero t me dices cosas muy raras. Adems, me hablas de gente que te ha hablado de hom-bres y mujeres, me dices algo que te dijeron sin mencionar quin te lo dijo, me cuentas alguna cosade tu Beatriz Portinari, pero hasta ahora no me has dicho si alguna vez has convivido aqu con unamujer.

    - Una mujer aqu! Conmigo? Ests loco! Eso es imposible. No s del todo por qu, pero tepuedo asegurar que si en todo este tiempo no ha aparecido ninguna debe ser por algo y esa razntiene que ser poderosa. En estas galeras las nicas mujeres que podrs encontrar son las que los hom-bres han trado en su interior. Quiz son tantas que su aglomeracin produce cierto olor y si alguna vaa entrar lo percibe desde la bocamina y sale huyendo.

    - Todo puede ser. Pero tambin olan fatal las clases del instituto donde hice el bachillerato, enespecial despus de la hora de gimnasia, y sin embargo las chicas tenan que entrar. Se echaban colo-nia en abundancia, cuchicheaban entre ellas, pero se sentaban en sus sitios como los dems. Es ms,queran diferenciar olores, saberse capaces de encontrar alguna florecilla entre el estircol.Yo vengo deun mundo en el que para ver a una mujer a travs de una celosa hay que inventarse la celosa. Por esono entiendo que pueda haber algn sitio en el que est vedada la entrada a las mujeres.

  • 24

    - No, si no te estoy diciendo que haya una prohibicin ni nada de eso. Slo te digo que hastaahora no ha entrado ninguna y que, por el tiempo que llevo aqu, no creo que vayan a venir. Confiesoque me alegro que sea as. Me turbara mucho tener que compartir esta vida con alguna mujer. Prefierovivir y recordar. No poder ofrecerle un chocolate caliente o un lugar de descanso seco y confortablesera muy difcil de sobrellevar.

    - A m no me has ofrecido nada de eso y no veo que te inquietes por ello.

    - Hombre, es distinto. No compares.T te haces a esto, tratas de adaptarte, de comprender.Yote ayudo en lo que pueda. Pero es diferente. Al ser un hombre no tengo que preocuparme tanto, nisentirme tan mal al ver como batallas con las incomodidades. Las mujeres son otra cosa, uno no laspuede ver sufrir.

    - Me parece que si salieras fuera de aqu y vivieras un tiempo donde yo he vivido hasta ahora,advertiras que las cosas han cambiado. No creo que queden muchos con tus ideas. La mayora tieneuna actitud vengativa hacia las mujeres. Es como si quisieran hacerles pagar su afn de igualarse a loshombres. Ahora casi todos los hombres tratan mejor a sus amigos varones que a las mujeres. Hasta semeten en la cama con ellas llenos de odio y sed de venganza. Quieren arrancarles los orgasmos comoel matasanos te saca una muela. Luego el que ms o el que menos, presume, se cuelga del cuello colla-res con cuentas que representan las piezas cobradas. Incluso en los casos ms leves, la vida nos estallaentre las manos como si al combinar lo masculino y lo femenino estuviramos uniendo dos compo-nentes que por separado son inocuos, pero que al juntarse dan lugar a un terrible explosivo. El explo-sivo puede estar activado desde el primer da y ninguno de los dos advertirlo. Puede estar guardadodebajo de la cama, en el armarito del cuarto de bao, en la cocina junto al cubo de la basura, en cual-quier lugar. El caso es que el da menos pensado hacemos algo, un movimiento, una palabra, un grito, yel explosivo estalla. Los que sobreviven se van cada uno por su lado y llevando sobre s estigmas queles marcarn para siempre.

    - No te entiendo muy bien. He visto a hombres que han hecho dao a sus mujeres, pero se hanlamentado luego de lo que haban hecho. Causaban dao sin querer, por el hecho de hacer aquello alo que estaban obligados al ser hombres. A ninguna mujer le gusta que la abandonen, que su hombrese embarque en aventuras que ella no comprende o le parecen absurdas. El afn de gloria y la con-quista de poder y honores nunca han movido mucho a las mujeres. Ellas necesitan otras cosas o pien-san que les compensa quedarse donde estn y vivir con lo que tienen. Nosotros somos diferentes.

    - No generalices. La gente con la que t viviste fuera de aqu sera de esa forma. Hoy no encon-traras muchos con los que poder hablar. Se reiran de ti o te tomaran por loco.

    - Son ellos los que estn locos y a m no se me ha perdido nada en su mundo, no me interesaconocer gente as.

    - Tampoco es tan negro todo. Diferente s que es, pero no tan negro como podra parecer.Estamos aprendiendo a vivir con nuestras limitaciones, como siempre hemos hecho. Quin sabe, a lomejor hasta volvemos a tratar a las mujeres como debe ser. Claro que esto es ms difcil porque lascosas han cambiado tanto que no creo que a ellas les interesara volver a lo de antes.

    - No lo entiendo.

    - Hombre, piensa que en tu poca tampoco era todo de color de rosa. No tratabais igual a todas.Las de cierta clase social se llevaban todos los agasajos pero, qu me dices de las otras?

    - Te digo que a todas se las trataba con respeto. Haba desalmados que abusaban en ocasionesde su posicin, de su fuerza o de su rango, pero eran los menos.

  • 25

    - Mejor si era as.

    - Por la cara que pones se ve que no me acabas de creer.

    - He ledo cosas y lo que dices va en contra de lo que he ledo. La miseria, el servilismo, la injus-ticia, todo eso era moneda corriente en los aos en que empezaste a ocuparte de la excavacin deestos tneles.

    - Todo eso sigue siendo moneda corriente, por lo que yo s.

    - No te lo puedo discutir, siguen existiendo situaciones injustas, pero ya no es lo de antes, no sepuede comparar.

    - No siempre es bueno comparar, aunque a veces las comparaciones son muy elocuentes. Puedocomparar la madera de sipo con la de caoba, ver que la caoba es ms dura y oscura, aunque la de sipoes mejor para muchas cosas porque no siempre son las cualidades de la caoba las que nos convienen.Para m las montaas son el mar y el mar las montaas, y las montaas y el mar saben que lo s, decael maestro Shitao.

    - Profundas palabras, ya lo creo.

    - Que la madera, el mar o las montaas sepan cosas, que sepan que hay algunos que llegan asaber lo que saben los rboles, las rocas o las olas, es una de las verdades determinantes, de esas quehacen los surcos de la vida. Si no las descubrimos por nosotros mismos, esas verdades fundamentalesnos salen al encuentro, como para darnos una ltima oportunidad. Pero entonces se insinan solamen-te, no nos hablan a la cara. Ningn desparpajo, a lo sumo nos hacen algn guio desde detrs de unaesquina. Asoman la cara para retirarla antes que les golpee el viento. Los ms afortunados las presien-ten y los ms afortunados entre los ms afortunados se dejan llevar por sus intuiciones y se lanzan ensu bsqueda. Cuando hablo contigo presiento que has conseguido cazar algunas, te considero afortu-nado.

    - T tambin, por eso nos entendemos, por eso todava eres mucho ms que un recuerdo. Echode menos muchas cosas, no quiero ofenderte pero tengo que decirte que me siento muy solo aqudentro.

    - No creo que te sientas ms solo de lo que te podras sentir estando fuera. Llevamos con nos-otros lo que hemos sido y lo que podemos ser.Tan slo en algunos sitios se nos presenta la posibili-dad de cambiar, de dejarnos llevar hacia algo que presentimos mejor.

    - S, pero siempre encontramos lo que habamos llevado, el esfuerzo no cesa hasta que llegamosa donde ya habamos estado.

    - Me hablas de presentimientos y son ms que presentimientos. Hay sitios a los que pertenece-mos.Yo creo que, en realidad, pertenezco a este. A ti te parecer fro y lgubre. Para m es mi hogar. Laverdad es que, por ms que me lamente, ha sido aqu donde me he encontrado con lo mejor de m. Sinunca me hubiese adentrado en estas galeras no habra llegado a descubrir lo que soy, no me habrareconciliado con lo que merece la pena y tampoco habra rechazado todo lo que me avergenza.

    - Hay gente que sera capaz de matar o de morir antes de reconocer eso.

    - A la gente no le gusta reconocer ante nadie que se equivocan. Haran cualquier cosa para defor-mar el tiempo y el espacio de manera que acabaran teniendo razn.

    - Ni siquiera nos gusta reconocer los errores ante nosotros mismos. Miramos por encima del hom-bro por si hay alguien detrs, que nos ve torcer el gesto, que nos escucha murmurar algn lamento.

    - Te apetece una yerbita?

  • 26

    - Vale, habr que echar algo caliente al cuerpo.

    - Nos sentar bien templar la garganta, que la lengua ya la calentamos bastante con tanto hablar.

    - Es curioso, yo crea que me haba pasado la vida hablando.Ahora me doy cuenta que no habahablado casi nunca. Deca las cosas que haba pensado, que haba ledo, pero como estaba tan segurode todo no esperaba or nada importante de nadie. No hablaba.

    - Eso es cierto, el que no escucha no sabe hablar.

    - Cosa tan simple y tan olvidada.

    - Como casi todas las verdades, de puro simple nos incomodan, las tiramos al borde del caminocomo si fuesen monedas falsas, nos divierte pensar en las ilusiones que provocarn a los caminantesms confiados. Cuando las encuentren, los viajeros ingenuos empezarn a pensar enlo que pueden comparar con ellas. Una nube de ilusiones har que sus pies se desli-cen por los caminos como las truchas por el lecho de un ro. Llegarn a la ciudad yun coro de mendigos tuertos y desdentados presumir ante los pobres viajeros detener la vista aguda y fuertes los dientes.

    - Mueve un poco esas brasas, que se avive el fuego.

    - Si se tiene un poco de cuidado el fuego puede durar una eternidad. ste lorecuerdo siempre encendido.Te juro que se me ha olvidado cundo lo encend, note podra asegurar que fui yo quien lo encendi. Seguramente seran unas brasas dela fragua, que alguien traslad hasta esta hornacina. Si te fijas parece que la excavarona propsito para hacer las veces de cocina. En realidad no fue as. La barrena rompila roca ah arriba y el resto se hizo solo, siguiendo la veta que parece que la hubieranpintado.

    - S, cualquiera dira que la pintaron de blanco para enmarcar el lugar donde secocina.

    - Te gusta la yerbaluisa?

    - No la he probado nunca, no soy amigo de catar brebajes.

    - Sienta muy bien. Es lo que tengo ms a mano.Tambin hay tomillo y poleo,aunque creo que lo mejor es que te aficiones a la yerbaluisa, te calma la desesperacin. El coraznempieza a sonar ms acompasado desde los primeros sorbos.Tambin te alivia las ganas de estar conmujeres.

    - Las dos cosas son muy convenientes dadas las circunstancias en las que estamos, no te pare-ce?

    - Vaya que si me lo parece, si no de qu hubiera aguantado yo. Habra tratado de escaparmepara incordiar a los de fuera; el ojo siempre es joven. Se lo merecen, pero como t dices, sorbo a sorboaqu se va encontrando uno mejor.

    - No imaginaba que pudiera orte decir alguna vez palabras como esas.

    - De verdad que siento que todo te fuera tan mal ah afuera, pero me alegra que empieces a veresto de otra forma, no como un castigo. No es un castigo. Aqu ests a salvo, nadie va a venir a casti-garte por nada de lo que haya sucedido antes. Es fuera donde te castigan, donde te hieren en el lugarque ms te duele. Una vez traspasas el umbral no tienes nada que temer, al menos nada que proven-ga de fuera de ti.

  • 27

    - Gracias. Es duro, pero ya me voy haciendo a la idea.Aunque no todo es igual ah afuera. Hay ciu-dades en las que todava predomina, sobre los otros ruidos propios de las urbes modernas, el zumbidode las cigarras.Algunos llaman canto a ese ruido montono y potente. No, ni siquiera el sonido del tam-bor, el menos musical de todos, puede mantener una estricta monotona durante tanto tiempo. A tozu-das ganan las cigarras. No conozco el mecanismo por el que las cigarras arrancan a cantar en el mismoinstante y dejan de hacerlo como si un director de orquesta les indicara con su batuta que ha llegado eltiempo del silencio. Para ellas la hora, los grados de temperatura y otras magnitudes sobre las que nos-otros continuamos filosofando, deben ser nmeros exactos, precisos. Dnde han hallado esa virtud?

    - Hay formas de inteligencia ms all de la inteligencia humana, si es que identificamos lo huma-no con lo controlado, real o aparentemente por un yo. Esas formas de inteligencia surgen en organis-

    mos formados por numerosos organismos, pero no identificados con una conciencia o un cuerpo. Sucuerpo, como totalidad de las partes, existe; pero no existe una presencia consciente que se apercibade l.

    - Por otra parte, el propio cerebro humano, del que la conciencia y el yo son una burla, est for-mado por un gran nmero de elementos, las neuronas, infinitamente ms elementales que las cigarras.

    - Al orte hablar as recuerdo aquel jaiku del maestro Rijo, luna, cerezos, ..., ya no comprendoqu debe ser lo tercero. Me da la sensacin que sumas elementos de distinta naturaleza, dgitos queno se pueden mezclar entre s. Me alegra saber que todava hay ciudades en las que se escuchan lascigarras. Me alegra que, al recordar eso, me digas que an conservas esperanzas.

    - S, no sabra darme por vencido.

    - Ahora veo que haba generalizado mucho. En realidad ah fuera no puedes encontrar ningunaparte que merezca imponerse al todo y yo, por si fuera poco, estaba escogiendo la parte ms desagra-dable, la ms negativa, para imponerla sobre las dems. Luna, cerezos, qu puede seguir? Las series infi-nitas de seres y cosas; lo que se mueve, lo que se hace a s mismo; lo que existe, merece estar en la serie.

  • 28

    - Y de una u otra forma lo est.

    - Y tambin estoy yo y ests t, pues al pensar lo que debe estar, inventamos lo que debe ser.

    - Es bonito lo que dices y me siento halagado por hacerme partcipe de ello.

    - Creo que todava no te has dado cuenta, pero no es tanto pensar, al modo que t ests con-vencido que lo comprendes y lo piensas; lo importante es ver.Ya habrs notado algo, seguro que tetiene hablando solo. Habrs notado que aqu puedes ver, puedes rozar con los dedos, lo que fuera sloseras capaz de pensar en momentos de especial claridad. Cuando se cierra el mundo y nos vence laoscuridad, es posible que se encienda una luz, que se abra una puerta por la que introducirnos en elorden del pensamiento. Aqu no es necesario nada de esto, no nos vale porque no nos ayudara a lle-gar antes a donde estamos. Por lo que te vengo escuchando ltimamente, parece que empiezas a expe-rimentarlo, no sabes bien lo que es, pero empiezas a estar dentro, a formar parte de lo que cuenta.

    - Ojal sea as, lo cierto es que antes no vea mis recuerdos como ahora los veo. De nio imagi-naba cmo sera estar dentro de una televisin, con todos los personajes que habra all, desde el gordoSam hasta Espinete. Luego empec a rerme de m mismo cada vez que me acordaba de mis fantasasinfantiles. Ahora estoy dentro de la tele.Y me siento bien. Quema a veces esta humedad.Te rozas conella y sientes como una mano ardiente, que te pasa al lado del cuello y luego baja por tu espalda.

    - S.

    - Me cruzo con esas manos a cada momento.Al principio me hacan volver la cabeza, ahora tam-bin me voy acostumbrando.

    - Podramos ir hasta el lago, si te parece.

    - Bueno, como quieras. Es de los sitios que ms me gustan. Un espacio abierto, la quietud delagua, su transparencia.

    - Y lo fra que est, no lo olvides, el lago es como una nevera.

    - Si lo sabr yo! All dej enfriar las botellas de vino blanco que traje de Alemania. Quin me loiba a decir a m, comprar vino en Alemania. Prejuicios que uno tiene, porque el vino estaba buensimo.

    - A m me supo a malvasa. Claro que despus de tanto tiempo ya casi haba olvidado ese sabor.

    - Y qu me dices de la etiqueta? Ese Peter Mertes debe estar un poco majara.

    - Desde luego es chocante; se entiende el empeo de los musulmanes en evitar toda represen-tacin de Dios.Ya me dirs si algo as no merece la intervencin del Santo Oficio. Mira que poner aCristo debajo de una prensa de vino. Christus in der Kelter.

    - Hombre, ser por eso de que el vino es la sangre de Cristo.

    - Qu disparate! Llevar el simbolismo hasta esos extremos es ridculo.

    - S, pero dice mucho de la sencilla verdad de algunas creencias.

    - No s qu decirte. Si fuera tan sencillo nos valdra ms ser unos brutos que afinar la inteligen-cia para llegar a la verdad.

    - Si lo llevas al extremo, no te digo que no. Lo que sucede es que nos conmueven esas convic-ciones a prueba de bomba; la fe del carbonero.

    - Quin sera ese carbonero? Un bruto con gran corazn, seguro.

    - Yo conoc a un carbonero.Tena una bicicleta con la que recorra los barrios viejos repartiendosu mercanca, que entonces ya no era slo carbn. Ms que nada venda papas y, a pesar de ser bas-

  • 29

    tante mayor, era capaz de llevar un saco en el portaequipajes de su bicicleta; una de color negro conlas manetas de los frenos y el manillar niquelado, sin cambios de marchas y con las ruedas ms gordasde lo normal. Eso era a medioda y por las tardes, despus de cerrar. Su pequea tienda -poco msque un portal con una habitacioncilla detrs de unas cortinas de saco- se segua conociendo como lacarbonera, aunque apenas vendiera ya carbn. En invierno todava le compraban carbn algunas ancia-nas, para encender los braseros. A ellas no les daba vergenza encender el brasero en las puertas desu casas y esperar de pie junto a l, charlando con las vecinas, hasta que ya no echara humo para poderllevrselo dentro. Los que ya vivan en pisos y tenan estufas de butano miraban con lstima a las lti-mas clientes del carbonero. Me impresionaba ver cmo aquel hombre se mantena fiel a un oficio queya no tena sentido. Nadie le peda y nadie esperaba que se levantara al clarear la maana. Haca lomismo que haba hecho durante toda su vida, aunque supiera que iba a ser el ltimo en dedicarse aesa labor. Pedaleaba despacio, ensimismado, seguro de saber quin era y a dnde iba. Es su fe la queahora se echa en falta?

    - Es posible que sea as, no andamos sobrados de fe.

    - Alumbra un poco hacia el fondo, me ha parecido ver algo. No, no creo que fuera nada. La vistame juega en ocasiones malas pasadas.

    - Ves; siempre ests alerta y desconfiando de todo. Por qu no piensas que haba algo all y queen el tiempo que yo he tardado en alumbrar se ha escondido?

    - Por qu lo dices?, t tambin has visto algo?

    - Me ha parecido.

    - El agua sabe un poco a tierra.

    - S, y es bueno que sepa as, no s qu es lo que tiene pero nos mantiene a este lado de la raya.

    - Tambin ayudan los championes de la galera, digo yo.

    - Algo ayudan s, aunque me duele un poco el estmago cuando los como.

    - Acabaremos quedndonos ciegos?

    - No, ya me ves a m.Todo eso son cuentos, la poca luz deja ciegos a los que no tienen intersen ver. Creo que cada vez veo mejor.

    - A m me duelen los ojos, me escuecen.

    - Puede ser por los restregones que te das, pues ya no sabes muy bien si ests dormido o des-pierto. Si quieres convencerte de que la vigilia contina a base de restregones, te vas a poner los ojoscomo dos tomates.

    - Gracias por el consejo. Me cuesta acostumbrarme al zumbido de las horas. Me hace dao escu-charlo.

    - Fjate, para m es msica; me acompaa, me habla y nunca me siento solo.

    - A veces pienso si no es pedirnos demasiado. No s si ser capaz de soportarlo.

    - Sers, estoy seguro.

    - El mundo se hunde y yo aqu, acostumbrndome a ver pasar el tiempo. No s.

    - Echas de menos la lucha?

    - No, la lucha no tanto. Me reprocho si no estar abandonando el compromiso. De verdad loestoy abandonando. Claro que, desde otro punto de vista, con estar aqu estoy cuestionando el siste-

  • 30

    ma monetario y financiero, me estoy cagando en la lgica del inters capitalista y estoy apostando contodas mis fuerzas por el crecimiento cero.

    - No entiendo muy bien lo qu quieres decirme con ese galimatas, pero s, aqu el dinero no tevale para nada y crecer no creo que vayas a crecer ms. Aqu los nicos bichos que crecen son losinsectos albinos y alguna salamandra.

    - Mejor. No me gustan los bichos. Hasta esas araas rojas, con las patas tan largas me dan grima.S que no hacen nada, pero me da igual. No s; me imagino que si me duermo van a ponerse a cami-nar por encima de mis manos y mi cara y me da un asco que no lo puedo soportar.

    - No es para tanto. Es lgico que busquen alguna cosa que despida calor, pero mantienen a rayaa los mosquitos, que s son peligrosos.

    - Por eso te digo yo lo del compromiso. Mayor compromiso que ste no creo que pueda haber-lo. Un convento cisterciense sera como un hotel de cinco estrellas al lado de esto.

    - No he conocido esos lujos pero me hago una idea de lo que quieres decir.

    - No te haces cargo del todo. Los lujos que t has conocido me imagino que no pasarn de losque ofrecen en algunas fondas.Yo no me he hospedado en ningn hotel de ms de tres estrellas, peroya con eso me hago cargo de cmo puede ser uno de cinco. En cuanto a los conventos, me imaginola vida en ellos y no me parece tan mala.Yo no me recogera en la oracin. Me dedicara a leer y a pen-sar. El resto de las actividades que realizan los monjes no me desagrada.Trabajara encantado en el huer-to, aunque no s nada de plantas.Tendra que aprender, no creo que sea tan complicado.

    - Lo creas o no, es ms complicado de lo que parece. Cuidar las plantas no est al alcance decualquiera, ni siquiera de los que tienen los conocimientos necesarios. No basta el saber, la disposicines tan importante como el conocimiento. Hay que amar lo que se hace. Cuando se trabaja con algovivo tienes que poner mucho amor en lo que haces.

    - Tienes razn, pero sin conocimientos no se va a ninguna parte.

    - Ya, pero se aprende, teniendo buena disposicin se va aprendiendo poco a poco. En el fondoson el tiempo y la actitud los ingredientes ms importantes.

    - Veo que eres un optimista y un posibilista incurable.

    - Cmo no serlo? Cuando todo esto empez para m crea que no iba a sobrevivir ni dos sema-nas y ya ves donde estoy.

    - Y como ests. Es increble.

    - Para m lo era entonces, ahora lo veo como lo ms natural del mundo.

    - Oye, y esos animalejos que nadan en el fondo qu son. Parece que ms que nadar dan saltosdentro del agua. Fjate qu curioso.

    - Los llevo viendo toda la vida. No hacen nada, no estropean el agua y se pueden comer.Tienenun sabor parecido al de los cangrejos de ro. Pero tienes que coger un puado antes de echrtelos ala boca, porque si no es un aburrimiento. Es importante tener la sensacin de comer, pensar que pue-des saciarte con lo que tienes. Si no, no te sienta bien la comida y siempre te quedas con desconsue-lo en el estmago.

    - Y aquella claridad que se ve all enfrente?

    - Ah, eso. Si quieres iremos a recorrer otra maana esa galera.Viene a dar justo en medio de unbarranco. En la ltima guerra hicieron un agujero para disparar desde all a los que suban por la vere-

  • 31

    da. Haba un polvorn un poco ms arriba y no se fiaban. Muchas otras galeras dan a las cuevas dondeguardaban la municin. Ahora estn casi todas vacas, aunque en una encierran cabras.

    - Entonces, al menos durante esos aos esto estara muy movido.

    - S. Sobre todo muy ruidoso y apestando a meados y a colillas podridas. No lo recuerdo conninguna aoranza.Aquella gente estaba loca. Dispararon un poco al principio, luego no hacan otra cosaque esperar. Es decir, hablar. Se pasaban el da metindose unos con otros, que si tu hermana por aqu,que su tu padre por all. Qu gente ms animal! El final de la guerra les cogi de improviso y se pasa-ron meses ah dentro, sin saber qu hacer. Se le vea con miedo, les daba miedo la paz, volver a suscasas, dejar las armas atrs, ser ms o menos los de siempre. La paz puede ser dura para algunos, paraaquellos lo fue.

    - La gente se siente alguien cuando visten de uniforme y tienen armas. Esa sensacin de poder,de estar protegido, debe ser lo que los vuelve locos.

    - Seguro que es eso.Yo he ido armado durante aos y puedo decirte que no me hallaba sin mipual y sin mi espada.Tena que llevarlos, de lo contrario me senta desnudo.

    - Te entiendo; no he tenido nunca armas, pero te entiendo.Todas las navidades participaba en lacampaa contra los juguetes blicos. Pegbamos carteles en la calle y dbamos charlas en nuestroslocales. Ahora que lo pienso, slo acudan los convencidos, as que no creo que las charlas sirvieran demucho. De todos modos, las preparbamos bien, con un psiclogo infantil que pona sobre aviso a lospadres del dao irreparable que poda causar un juguete de guerra en los nios. Deca que la agresi-vidad no es innata, que se aprende con la experiencia. Si a uno le ensean a ser agresivo, acaba siendoagresivo. La violencia es fruto de las circunstancias vividas, es una pauta de conducta como hay otras.Se trata de aprender a manejar otras respuestas distintas a las respuestas violentas. De ah la importan-cia que tienen los juguetes.

    - Lo que se aprende a cierta edad nos acompaa el resto de nuestra vida.

    - Ya.

    - Uno cuanto ms olvida, ms recuerda lo que le sucedi de nio. Pero los juguetes no creo quetengan tanta importancia. Recuerdo haber luchado con un palo, haber tirado piedras con una honda.No me acuerdo de ningn juguete. Bueno, s que me acuerdo de uno. Un molinillo de papel de colo-res que me compraron una vez. Yo corra por la plaza de Santa Ana y el molinillo se mova. Corramucho para que fuera ms deprisa y luego tena que sentarme un poco a descansar. Pero no podaverlo quieto y, todava sin apenas aliento, me pona a soplar con todas mis fuerzas para hacerlo girar.Tambin recuerdo una especie de carro. En realidad era un cajn de madera y no tena ruedas. Dostablas salan por detrs y eran lo que iba rozando por el suelo.Tena un trozo de soga y un pedazo decuero que me enganchaba al cuello para tirar de l. Con ese cacharro iba de un lado a otro, buscan-do tesoros que transportar. Me gustaba el ruido acre de las tablas al remover la tierra. A veces cogadtiles o tunos, en sitios que slo yo conoca. Los esconda bien, tapndolos con ramas o con un pocode paja, para que nadie me los robara. Cuando llegaba a mi casa mi padre se alegraba y yo me sentaimportante, era un hombre que llevaba comida a su casa.

    - Curioso.Yo lo nico que recuerdo haber llevado a mi casa eran los panfletos multicopiados queesconda en la azotea, bien envueltos en plstico, entre los bidones del agua. Una vez me gan unabronca porque se rompi una boya de un bidn y empez a escaparse el agua. Los panfletos se estro-pearon casi todos con la humedad, no fue suficiente el plstico.

    - Qu forma tan tonta de jugar! No recuerdas ningn juguete o alguna cosa que te gustara de nio?

  • 32

    - Pues no, no me acuerdo de haber sido nio. Es algo que se me ha borrado casi por completode la cabeza.

    - Es una pena, tiene mucha importancia recordar esos aos, el recuerdo de lo que vivimos en laniez puede salvarnos.

    - O amargarnos, segn se mire.A lo mejor a ti no te hace tanto bien como crees recordar. Mejorno tener en la cabeza nada ms que lo que necesitas para actuar.

    - S, pero cuanto ms recuerdes mejor podrs actuar. Hasta lo que te pueda parecer insignifican-te, en un momento dado cobra gran importancia. Nunca se sabe en qu o para qu puede iluminar-te un recuerdo.Todos los recuerdos son valiosos, aunque sean tristes, y los de la infancia son los msvaliosos que hay.

    - Pues entonces es posible que siga teniendo problemas porque ya te digo que no me acuerdoapenas de cuando era nio. He estado mucho tiempo, demasiado, me parece ahora, preparndomepara algo que es seguro que ya no va a llegar. Si vieras a todo lo que he renunciado. Lo de la infanciaes lo de menos. Me he portado fatal con las personas que ms que han querido, les he hecho muchodao, pensando que los sentimientos crean ataduras y que dejarme llevar por ellos era apartarme demi camino. Todo estaba justificado si me permita permanecer disponible para la causa. He visto amuchos echarse a perder por los sentimientos. Gente que se ha enamorado, que ha tenido hijos. Enfin, todo eso que ya sabes.

    - Lo siento por ti, no saba que hubieras llegado a esos extremos. Renunciar a los sentimientos.No hay ninguna causa que se merezca que le sacrifiquemos lo mejor que tenemos.

    - Bueno, en el fondo no he podido renunciar a todos los sentimientos.Tengo muchos remordi-mientos. Me acuerdo de cuando en cuando de una chica que me ofreca su virginidad, que deca quelo nico que quera de mi es que fuera el primero, que no me pedira luego nada, que no me vendracon exigencias de ninguna clase.Yo la acarici, le ense cmo deba acariciarme y lo hizo hasta queme pas. Luego recobr el dominio de m y le dije que no poda ser, que no funcionara lo que ellahaba pensado. Insisti en que no me exigira nada, pero la dej as y le hice sentirse despreciada, utili-zada de la manera ms vergonzosa, slo porque tena miedo. No sospechar nunca que lo hice pormiedo. Crea que enfrentarme otra vez a la virginidad sera renovar ataduras que ya haba roto, tam-bin haciendo dao, pero sobre todo hacindomelo a m. Me avergenza pensar que fue mi miedo larazn ms poderosa, sentirme cobarde, mezquino.

    - Te entiendo. Quiero decir que entiendo tu reaccin, aunque me parezca imperdonable lo quehiciste. Sabes?, si antepones siempre al ser humano, si dejas las ideas, por bellas que sean, unos pasosms atrs, no te equivocas nunca. Bueno, te equivocas, pero no de esa forma, no para tener esos remor-dimientos. Adems, esos errores casi nunca tienen arreglo. Siembran la desesperacin y el rencor ydejan un rescoldo que no se apaga nunca.

    - Bah!, es tontera seguir dndole vueltas. Si empiezo a tirar del hilo voy a conseguir que me abo-rrezcas antes de tiempo.

    - Te aseguro que no. No entiendo que un hombre pueda comportarse de esa forma con unamujer, pero bien, quin puede entenderlo todo? En realidad te agradezco que me cuentes lo que tecausa dolor.Yo tambin lo hago, si uno se guarda sus angustias y sus pesares acaba enfermando.

    - S, pero a m me gustara volver atrs, solucionar algo. No s, podra hacerle el amor a esa chica.Tratarla con delicadeza, con respeto, darle todo el cario que sepa dar. Me gustara pensar que puedo

  • 33

    hacerlo, que puedo volver a verla, que puedo dejar de ir a las reuniones del grupo, dejar de escucharlos sermones, de impartir catequesis, pasar durante un tiempo las tardes con ella, subir a su habitacin,hacerla sonrer. Qu mierda de vida! La mitad del tiempo ciego y la otra mitad mirando para atrs.

    - La proporcin no siempre es esa, te lo puedo asegurar.

    - Ya, ya lo s. En tu caso no es esa la proporcin.

    - Pareces cansado. Refrscate un poco, este agua es especial. Metes la mano en ella y empiezasa sentirte de otra forma.Te aproxima a lo que hubieses querido ser y eso es algo que tambin puededar miedo .

    - Parece que aqu no hay tanta humedad, a pesar del lago.

    - La sala es grande y eso hace que el aire sea diferente. Es verdad que se est mejor que en otrossitios, lo que pasa es que es un lugar para venir acompaado. Cuando ests solo los espacios grandesno sientan nada bien. Uno se encuentra mejor, ms recogido, cuanto ms cerca tiene las paredes. Nopiensas tanto en el lugar vaco que hay entre tu cuerpo y el resto del mundo. Adems, me he dadocuenta que me gustan los mundos pequeos. Siempre me ha parecido un buen planteamiento de vidaocuparme en saber dnde est cada cosa, controlar el espacio que tengo alrededor.A sitios como steme gusta venir con alguien, no quiero encuentros imprevistos ni tampoco deambular solo entre el bos-que de rocas, escuchando como retumba el silencio entre ellas.

    - Supongo que debe hacerse duro recorrer solo una y otra vez un lugar as. Es bonito y gustacompartir la belleza. La belleza hace dao cuando junto a los tuyos no hay otros ojos que la vean, cuan-do no puedes ampararte en otro para soportar el desconsuelo de su imposible posesin.

    - Eso es muy bonito y sospecho que, como en todo lo que tiene belleza, tambin hay en esaspalabras verdad, pero para m no es lo que ms importa. Siento ser tan egosta, pero cuando llego allago lo que me preocupa de verdad es saber cmo estoy yo. Me meto entre los rboles petrificadosde la orilla, paso mis manos por sus fros y hmedos troncos, acerco mi cara hasta donde empiezan lasramas y suspiro. Hago examen de conciencia pensando en qu punto me encontraba la ltima vez quevine por aqu. Por eso es curioso que me pase ms tiempo aqu que en ningn otro sitio.

    - No te creas que es tan raro. Por lo que yo s, hay lugares en los que uno poda ser un granartista, otros en los que, de tener paciencia y or lo que retumba en tu interior, llegaras a ser un nota-ble cientfico, un eficiente inversor o un filsofo capaz de entender y explicarnos el mundo. Lo absur-do es que queremos ser varias cosas y en cualquier sitio, como si el lugar donde estamos no importa-ra, o no escuchasemos nuestra voz interior por ms que se quede afnica de tanto gritar.

    - S, ya puede desgaitarse.

    - La gente que he conocido no saba nada sobre voces de adentro. Les pareca cosa de locos ode aclitos eso de las voces. Es ms, para que oyeran las voces de afuera tenan que gritarles al odo.

    - Aqu no es tan difcil. En la oquedad retumban todas las voces, las de adentro ms an que lasde afuera. Ahora que lo pienso, a lo mejor eso es lo que me agobia al venir solo a esta sala, escuchodemasiado fuerte mis voces interiores. Me pesan esas voces ms que mis silencios de otras veces.Porque lo que me ocurre es que recuerdo lo que tena que haber hecho y en su momento no hice.Yo poda haber resuelto las cosas de otra forma, haberme tragado mi orgullo. Por qu me call? Porqu la dej darse la vuelta y alejarse con un paso en el que haba esperanza y duda, aunque preten-da ser firme y seguro? Ella slo me dijo que pensara si era capaz de olvidar, si poda dejar de mirarlacomo si hubiera cometido un crimen.Tena razn, nadie puede vivir con una persona que la mira como

  • yo la miraba. Hoy me parece imposible haber albergado tanto resentimiento, tanta desconfianza. Lo queyo vi era lo que quera ver. Rumiaba desde haca mucho la idea, necesitaba ver poco para convencer-me. Me dijo que no era lo que yo pensaba, pero no quise creerla en ese momento y luego estabademasiado inflado de orgullo como para pedir perdn. Hay veces que nos parece haber encontradonuestro lugar en la vida a travs de un sentimiento. En mi caso, me sent ms completo, ms centradoen m, con el resentimiento por creerme burlado que con la esperanza de que mi amor llegara a sercorrespondido.

    - No te extrae, los sentimientos negativos te obligan a recogerte sobre ti mismo, los positivoste abren a los dems, te dispersan. Siempre he pensado que haba una barrera de egosmo que cual-quiera que quisiera crecer emocionalmente tendra que superar.

    - Bueno, no entiendo muy bien lo que quieres decir con eso de crecer emocionalmente. Lo queyo veo es que tienes que negarte a ti mismo para llegar a ser mejor; hay que romper con tanta vesa-nia y tanta mezquindad.

    - A pesar de todo, mi sufrimiento tiene un sentido, me hace ser mejor persona, creo.

    - No te he conocido antes, pero me hubiera gustado. Siempre me ha gustado la gente distinta,lo diverso empieza donde y cuando nos paramos a mirar.

    - No vamos a ninguna parte sin respetar lo plural, la diversidad es un verdadero tesoro.

    - La gente que se cierra en s misma acaba convertida en insensible a cuanto queda fuera de susdogmas, son excluyentes, no se puede contar con ellos. Cuando se juntan unos cuantos de esos, se ocu-pan con todas sus fuerzas de eliminar a todos los dems. Rechazan la diferencia, la pluralidad. Los inte-gristas forman parte del enemigo, no nos liberaremos hasta que no desaparezcan del mapa.

    - Ah, si eso fuera tan fcil. Cuesta mucho ms conseguirlo que decirlo.

    - A ti que hablas de integristas te poda contar algo que tiene que ver con eso. Cuando creescon firmeza que alguien puede hacer entrar la noche en el da y el da en la noche, como me conta-ba Lahabid Mohamed, cuando crees alguien puede hacer salir la vida de la muerte y la muerte de lavida, corres el riesgo de entregarte sin pensarlo, puedes verte a ti mismo comprometido en el inten-to de sellar una ventajosa alianza.

    - Qu poca cosa somos!

    - Ya lo creo. Ante una fuerza as, pocos resisten la tentacin de apropirsela.

    - S, son los que dicen luego que Dios slo les habla a ellos, que slo a ellos les procura salud ysustento, que slo de sus enemigos se venga. La humildad, no la falsa humildad del humillado sino la

  • sincera conviccin de ser pequeos y estar solos, requiere un prolongado aprendizaje. En la infancia nosobligan a abandonar ese precioso camino, dicindonos que es un sendero equivocado. Hay que endu-recerse, nos dicen.

    - Tiene uno que aprender a rebelarse, hay que abrirle alguna ventana al corazn.

    - Te lleva aos conseguirlo. Ahora te puedo decir que su recuerdo ha sido mi sol en muchasnoches.

    - Es una suerte tener algo as.

    - Yo dira retener, yo dira que ha sido una suerte, al menos, haber retenido eso.

    - Quiz.

    - Pienso que es una suerte desear algo, aunque sea una desgracia desear lo que se necesita.Porque la necesidad acaba pervirtiendo el deseo, destruyendo su pureza. El deseo construye una feque le es propia; proporciona una confianza que nada ni nadie debera arrebatarnos. As que, rebajar eldeseo, mezclarlo con la necesidad, es renunciar a algo muy grande, quizs a una parte de lo que nosconstituye, de lo que nos hace ser especiales.Yo pido a Dios cada noche que me libre de la necesidad,para poder rendirle culto a lo que no necesito a travs de mis deseos.

    - Me parece grandioso pero, cmo sigues pensando en los das y en las noches? Yo ya prefieropensar que es mi nico da esta larga noche.

    - Lo que piensas es importante, pero el cuerpo se obstina en sus ciclos, en sus ritmos. El cuerpote dice que acaba de salir el sol o que ha llegado la hora del reposo.Te lo dice como mejor puede.Antes pensaba que a las cosas les da forma el despliegue del espritu, que surgen ante nuestra vistacada maana como si hubiesen sido levantadas durante la noche, slo para que nosotros las pudise-mos ver.Y era as. En cierto modo, se levantaron las cosas durante mil noches que son slo una en eltiempo de los tiempos.

    - Mjate un poco la frente y la nuca, que pronto te va a empezar a echar humo la cabeza.

    - No te burles de m, hablo completamente en serio.

    - Aqu todo es tan serio. No creo que sea culpa tuya, es el sitio; te lleva a lo esencial. Al principiobromeaba bastante sobre mi mala suerte. Cualquier cosa mejor que compadecerse de uno mismo.Luego se me han ido quitando las ganas de rerme de m. En fin, por qu bamos nosotros a compren-der la realidad?

    - Se me ocurre que somos los nicos que nos planteamos esa posibilidad y, no s, pero si nos laplanteamos deberamos ser capaces de resolverla.

  • 36

    - Eso es muy optimista, aunque es cierto que a veces el intento de comprensin predeterminaya que tiene que haber una solucin al problema y que es muy posible que la encontremos.

    - Bueno, pero, a escala personal, por qu iba yo a tener que comprenderme y por qu tengoque enfrascarme en resolver la trama que me atormenta desde que era nio?

    - No sabra decir, si es que me ests preguntando. De todas maneras, si te niegas a buscar nadaencontrars. Creo que lo difcil es empezar a ver la madeja. Una vez comprendido esto, lo dems tieneque venir dado, por duro que sea.

    - Me falta valor para asumir que es muy duro acabar admitiendo lo simple.

    - Lo simple no era simple en su momento. Estaba rodeado de una negritud terrible. Lo simplees simple ahora, o puede empezar a serlo, si es que estoy en posicin de hacerle frente.

    - La cobarda es una perversin de la prudencia, para el que ha conseguido sentir que existe lalibertad. Ser libre es ser honesto para decir no al yo, cuando es preciso abandonar un cascarn quenos asfixia.

    - Sigues buscando signos.Te gustara que algo o alguien te marcara el punto a partir del cual pue-des empezar tu nueva vida, pero eso ya ha sucedido, queda atrs. Es el miedo a dar los primeros pasos,a alejarte de lo familiar, lo que te hace buscar los signos. Los Karen de Birmania creen que el que nacecon la lengua negra est tocado