no llaman a la puerta

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Page 1: No llaman a la puerta
Page 2: No llaman a la puerta

No llaman a la puerta

Manuel Arduino Pavón

Page 3: No llaman a la puerta

Extracto gratuito destinado a promoción de la obra No llaman a la puerta del autor Manuel Arduino Pavón, publicada por la editorial Enxebrebooks.

Se puede adquirir la obra completa en formato electrónico o papel en http://www.descubrebooks.com

Page 4: No llaman a la puerta

NO LLAMAN A LA PUERTA

El último hombre con vida en el planeta está sentado en la hamaca de la casa de frente a la puerta.Mirando enajenadamente la puerta.Solo quedan dos segundos.Nadie llama a la puerta.

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Page 5: No llaman a la puerta

Después la puerta permaneció cerrada durante unos milenios.El xenabrio llegó a la casa petrificada y se quedó

contemplando la puerta.Llamó a la puerta.Ya era demasiado tarde

Page 6: No llaman a la puerta

La abrió.No encontró nada.Ni los restos de un hombre siquiera.La puerta se cerró sola.El xenabrio tocó su amuleto verde.El amuleto verde se ocupaba de todo.No llamaron a la puerta.Era el último de los xenabrios.

Page 7: No llaman a la puerta

Encontró una hamaca, una pieza extraña.Se sentó.Se quedó contemplando la puerta, la hoja maciza y

oscura.La miró enajenadamente.Tocó su amuleto verde.Llamaron a la puerta.Si no fuera por el amuleto verde la soledad se volvería

algo intragable.

Page 8: No llaman a la puerta

El último de los xenabrios abrió la puerta.Todo estaba claro.El amuleto se movía a sus anchas por la casa.Era el último de los xenabrios ante la misma puerta.En unos minutos más se terminaría todo.Cerró la puerta con cuidado.Se sentó en la hamaca a contemplar la puerta.Lloró unas lágrimas de plomo.No le volvió a pedir al amuleto verde un imposible.El tiempo se había extinguido.Alguien llama a la puerta.El amuleto verde bandido.

Page 9: No llaman a la puerta

Solo unos minutos lo separan del fin.El xenabrio no abre la puerta.Conoce la compasión del amuleto verde.Todos llaman a la puerta, vienen por él, vienen a

rescatarlo.La compasión lo puede todo.El amuleto verde abre la puerta.El tiempo pasó.Nadie cerró la puerta del todo.

Page 10: No llaman a la puerta

La puerta semiabierta en la casa, otros dos mil años.Solo un anderoide.El tiempo se acaba.El último de los anderoides.Y la puerta semiabierta.Es una burla de algún tipo de compasión.De una compasión de estúpidos cuentos.

Page 11: No llaman a la puerta

No puede ser que exista una casa de diez mil años.Una puerta semiabierta de diez mil años.Ahora que todo se acaba.Lo mejor es cerrar la puerta y olvidarse de todo.El anderoide se marcha rumbo a la muerte total.La puerta total.

(Quizás el último intento tampoco sirvió de nada).

Page 12: No llaman a la puerta

NO LES CREAN UNA PALABRA A MIS ANTEOJOS

Son unos estúpidos arrogantes.Pretenden saberlo todo sobre mí, sobre mis hábitos,

sobre lo que hago y lo que dejo de hacer.Pero lo cierto es que desde su pretendida altura

funcional no conocen nada de mí.Como que los compré en una subasta de usados por

unas escasas monedas.Y esa es la única razón por la que uso anteojos usados:

para no ver las terribles cosas que hay que ver.Por nada excepcional.Son presumidos y odiosos, como debió de ser su dueño

original, como debieron ser todos los pensamientos grasientos del miope que los encargó a la óptica

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Page 13: No llaman a la puerta

Y yo tuve la desgracia de dar con un par de anteojos insubordinados e impertinentes.Era lo mejor que había disponible.Ya casi no veía lo que hacía con mi cuerpo y mucho

menos lo que los demás hacían con sus cuerpos, con los muebles, con los automóviles, con los corchos de las botellas de sidra.Gracias a Dios en la última subasta que visité

remataban unos anteojos.Me los prometieron de color caoba, pero como yo

apenas si veía el inmediato pasado, me parecieron maravillosamente azules.Azules y dorados, como unos anteojos selectos

propios de la monarquía belga.Pero la miopía pagó más por ello de lo que valían en

realidad.La necesidad de tener nuevos anteojos me condenó,

me transformó en una víctima más de la maldad.De la maldad de los anteojos usados, la peor de las

maldades, si es que las hay.

Page 14: No llaman a la puerta

No los arrojo por la ventana a la calle porque al menos me permiten ver la calle, y la ventana.Y salvo por mi relación estrecha con la ventana y con

la calle, que alcanzo a visualizar a través de la ventana, el mundo me parece cada día más un detestable basurero.Tal vez viva en medio de un basurero, y mi miopía,

mi cruel miopía, me oculte la verdad.Pero los anteojos, por más ladinos y taimados que

sean, a veces me insinúan que la verdad está más allá.Más allá de la ventana y de la calle.Más allá del inmenso basurero.Más allá incluso de ese par de anteojos.En unos conceptuosos anteojos de titanio, buenos

para resaltar los cipreses y para ocultar los puchos pisoteados de la realidad.

Page 15: No llaman a la puerta

No les crean ni una palabra a mis anteojos.En lo posible ignórenlos.Cuando estoy con gente no hacen más que rumiar su

maledicencia en mi perjuicio.Probablemente el dueño original de estos anteojos

fuera un delator profesional.Y si hay algo que no soporto es el espíritu de un

delator profesional.Si al menos me delataran las enaguas rosadas de la

vecina del sexto piso nada sería tan frugal y patético.

Page 16: No llaman a la puerta

Algún día tendré nuevos anteojos viejos.En otra subasta, en una barata, en un paño en la

calle, en las manos de un inmigrante indocumentado.Y entonces mis ojos volverán a soñar.Y los oídos del pueblo, entre los que revistan

mis propios oídos, solo conocerán la pura verdad descarnada.Por ejemplo qué soy, qué fui y qué habré de ser, por

los siglos de los siglos, aquel adorado torero digital.

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Manuel Arduino Pavón, nació en Montevideo en 1955. Actualmente reside en Buenos Aires. Estudió Literatura en la Universidad de la República de su país.

Desde 1979 ha publicado más de cincuenta obras en Uruguay, en Argentina, España, México, Costa Rica, Holanda, Canadá y los EE.UU.

Con excepción de la dramaturgia, lo intenta todo: ensayo (esotérico), aforística, narrativa, obras misceláneas y poesía.

Su principal cualidad es la versatilidad, que le permite deambular por territorios tan antagónicos y sentirse a sus anchas en todos ellos. Una inclinación natural a la experimentación literaria lo acompaña desde sus primeros años en el oficio, pero los años de vida  le permiten atenuar o pronunciar esos rasgos estentóreos según sean las circunstancias.

La casi totalidad de su obra ha sido publicada fuera de su país.

Una marcada inclinación cosmopolita y universal colorea sus trabajos, de forma que nunca se considerará exactamente como un representante típico de la literatura iberoamericana o uruguaya.

En la actualidad atiende una pequeña librería esotérica en Buenos Aires.

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