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latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com
No. 59
Dirección General:
Mario Eduardo Ángeles.
Textos: Andree Fragoso.
Fotografía: Andree Fragoso
Consejo Editorial: Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Cristian Martín Padilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y
Jesús Reyes.
Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Paulina Romero, Flor de Liz, Tzolkin
Montiel.
Contacto:
latestadural i terar ia@gmai l .com
México, Febrero 2014.
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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-
res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.
CONTENIDO
Mi Elisa promiscua
(fragmento)
Mariel
El último suspiro
Encuentro de entresueños
La Testadura 4
Mi Elisa promiscua
(fragmento)
El rincón de los drogalescentes
La Testadura 5
Mi Elisa promiscua (fragmento)
…Haz sentido cuando piensas que ya
no puedes más y deseas dejar caer tus
sueños rotos por la borda y lo único que
quieres es sentarte en aquel sillón viejo
de tu recamara y encender el gallo que
escondes en tu cajita de madera, pones
música y te acomodas haces todo un ri-
tual para hacerlo prender, te dejas llevar
y comienzas a bombardearte pensando
cosas que a ningún lado te llevaran…
La Testadura 7
A mí me pasa muy seguido pero en-
tonces entre el humo encerrado en mi
habitación recuerdo las palabras de Elisa
y sonrío, me desvanezco y me dejo envol-
ver por su aroma que aun sigue en mi
cuarto, las noches que pasamos juntos y
dormíamos hasta tarde sin importar lo
que el día de mañana nos aguardara,
cuando amanecía y la observaba despei-
nada con el maquillaje corrido y desnuda,
por mi mente venia aquella imagen de
una tarde de verano cuando la conocí en
ese entonces no sabía nada sobre ella y
me enamoré de sus ojos pachecos refle-
jando los rayos del sol que los hacían ver
La Testadura 8
como dulces gotas de miel, y desde el
momento aquel escribo y escribo, y escri-
bo sobre ella y su forma de moverse al
compás del viento, y cuando me canta al
oído cuando ya está muy borracha, cuan-
do me deja días enteros y mi vida se vuel-
ve un lio, cuando va en busca de dinero
de otros tipos. He decidido dejar de escri-
bir hoy sobre Elisa, pues tomó sus cosas y
se fue para siempre dejándome aquí en-
cerrado en estos cuatro muros impregna-
dos de su olor y mis sábanas manchadas
de su color, con un gallo pa’ acordarme
de ella, y de aquellas noches jadeando
como un perro tras su hermoso cuerpo
La Testadura 10
canela, ya no voy a escribir más sobre
Elisa ni de su cabello suave y largo que-
brado como mis ojos ahora llorando, tal
vez sea porque ando en el viaje con la
nostalgia atorada en la garganta, todo
por escribir sobre ella, y yo que ya no
quiero hacerlo ni quiero acordarme de
sus labios rojos, ni de las yemas de sus
dedos paseando por mi cuello ni de sus
manos delgadas recibiendo mi dinero.
Salí a caminar a encontrarme con la estú-
pida sociedad “Y entonces fingí que esta-
ba bien, todos me creyeron. Pero yo, sab-
ía que todo lo que sentía dentro de mí,
me dolía” todo por aquella mujer de piel
La Testadura 11
canela llamada Elisa…
La Testadura 12
Mariel
La Testadura 14
Mariel
... Mariel estaba ahí se había escabu-
llido por la ventana del cuarto.
Rodrigo entró a su habitación sin en-
cender la luz ni cerrar la ventana, tan sólo
su puerta con seguro, se sentó en su ca-
ma tocándose la cabeza sintiéndose peor
que mierda, se quitó la jersey de Chicago
Bulls que llevaba puesta, los pantalones
y aquellos Vans negros que él amaba
tanto, se recostó, encendió su Ipod se
La Testadura 15
puso sus audífonos y reprodujo una can-
ción era: Hiding Tonight de Alex Turner,
con la vista hacia el techo se perdió en
algún oscuro recuerdo…
Mariel apenas respiraba, escondida
detrás de una cortina que colgaba cu-
briendo alguna ropa, el pedazo de tela
era algo transparente, ella podía verlo a
través de la oscuridad y una lagrima re-
corría su mejilla, apretaba con fuerza su
mano derecha donde sostenía el puñal y
comenzó a sentir húmeda su mano... san-
graba!... y a ella no le importaba ni sentía
dolor, ya no sentía dolor, y decía con pa-
labras mudas:
La Testadura 16
-¡YA TE CARGÓ LA CHINGADA
CABRÓN TRAICIONERO!-
Por la ventana entraba aquel viento
de otoño con su olor a naturaleza muerta,
Rodrigo seguía ahí recostado en aquella
fría cama envuelto por la oscuridad con
aquel olor a hojas secas, a muerte. Segu-
ía reproduciendo aquella canción y re-
cordó lo que había hecho, sabía que no
había sido correcto, él amaba a Mariel
como nunca a nadie había amado en su
vida. Pero el deseo y la tentación tenían
nombre se llamaban Amanda quien sedu-
jo a Rodrigo, él no se aguantó y se la co-
gió casi todas las noches del verano que
La Testadura 17
había pasado, lo hacían de una forma
inigualable pero era puro sexo nada más,
él no podía resistirse a tocar el cuerpo de
Amanda y era tan solo eso una poderosa
y vaga atracción. Mariel se había ido todo
el verano con sus padres, Rodrigo la ex-
trañaba tanto, se sentía tan solo. Hasta
que conoció a Amanda en una fiesta ella
era una chica a la cual nadie podía re-
sistírsele tenía un hermoso cuerpo, cabe-
llo negro que le llegaba hasta los hom-
bros y flequillo, tenía fama de ser bi
sexual y “buena onda” bebía demasiado
y fumaba marihuana, actuaba de una
forma tan natural y liberal que contagia-
La Testadura 18
más, y así lo hizo con Rodrigo que era un
chico que todo en él era misterio, estaba
muy delgado media 1.70 y su sonrisa
enamoraba, esa noche ambos bebieron
se pusieron hasta la madre y terminaron
en la cama, prometieron jamás volverse a
ver, pues Rodrigo amaba a Mariel; pro-
mesa que rompieron una y otra vez…
¿Cómo carajos iba a entender eso
Mariel?...
Jamás lo entendería y cuando menos
se lo esperaba él, Mariel ya lo sabía todo,
por eso estaba ahí detrás de aquella cor-
tina corrediza.
Rodrigo decidió dejar de pensar en
La Testadura 19
aquellas cosas y se dispuso a dormir
(cosa que no consiguió), como no podía
dormir sin música pero tampoco con
audífonos encendió su Pioneer SMC-3-K
que estaba en el buró junto a su cama
puso su IPod y dejó correr la lista de can-
ciones ‘’para el momento’’ enseguida
sonó una canción que le recordó a Aman-
da [–Grabemos una porno-Comisario P.]
La recordó y también lo excitado que se
ponía cuando pensaba en ella, cuando la
desnudaba y besaba salvajemente cada
parte de su cuerpo, cuando ella paseaba
sus uñas por su espalda y gemía de pla-
cer, el cuanto se excitaba…
La Testadura 20
Mariel seguía ahí observándolo sin
casi respirar… Siguió corriendo la lista de
canciones. Y la mano de Mariel aun san-
graba estaba inmóvil sin decir nada ob-
servándolo pensando en todo lo que ella
había hecho por él y él le respondió trai-
cionándola, de repente todo quedó en
silencio absoluto durante unos 5 segun-
dos y el aparato comenzó a tocar [Mariel
– Comisario P.] Rodrigo abrió sus ojos y
se le enchinó la piel, sus ojos se volvieron
cristalinos, sonrió amargamente y los
cerró de nuevo por su mente pasaron
todos los bellos recuerdos que tenía so-
bre Mariel, la recordaba y todo su cuerpo
La Testadura 21
se inundaba de amor ‘’Era el amor de su
vida’’ según él, pero, ¿cómo era posible
traicionar de esa manera a quien consi-
deraba el amor de su vida?
Mariel al escuchar aquella melodía se
estremeció tanto y apretó el mango del
puñal y sus grandes ojos azules como el
cielo celeste derramaron lágrimas de
nuevo, al minuto 1.50 que había corrido
de la canción Mariel recorrió la ligera
cortina sin hacer un ruido, dio unos cuan-
tos pasos sigilosos y se detuvo al lado de
la cama, observó a Rodrigo recostado
boca arriba con los ojos cerrados perdido
entre la música y aquellos hermos os
La Testadura 22
recuerdos sobre Mariel.
Entonces ella tomó el puñal con sus
dos manos y con fuerza apuñaló a Rodri-
go una y otra vez sin ningún temor, Rodri-
go abrió sus ojos cafés la miró y dos lagri-
mas rodaron sobre su rostro no podía
creerlo, él sabía que iba a morir que era
el final, sonrió un poco y dijo:
-Mariel Oh bella Mariel!...
Palabras apenas audibles, ella lo
miró con odio infinito y placer de vengan-
za, él sin más fuerzas tan sólo cerró sus
delicados y pequeños ojos cafés y un frio
recorrió la habitación, él estaba ahí en
una cama fría y llena de sangre se había
La Testadura 23
ido y el amor de su vida Mariel se había
encargado de eso.
Mariel tomó el puñal y lo guardó, tapó
el cuerpo de Rodrigo con una ligera sába-
na, lo besó en la frente, lo observó un
momento, sonrió, dio media vuelta y salió
por la ventana.
Caminó relajada e ida por las calles
alumbradas por los faroles y entre el vien-
to arrastrando las hojas secas caídas de
los árboles, se escucharon algunas sire-
nas que se dirigían hacia la calle Herra-
dura, Privada 4 #23, Mariel conocía per-
fectamente la dirección, era la casa de
Amanda a quien encontraron muerta sus
La Testadura 24
padres, apuñalada sobre su cama …
Mariel recordó y un escalofrío se apo-
deró de su cuerpo, entonces siguió cami-
nando hacia su casa decidida a olvidarse
de lo que había hecho.
La Testadura 25
El último suspiro
El rincón de los drogalescentes
La Testadura 27
El último suspiro
Camina por la cuidad y evita voltear a
tus lados, todo se borrará…
Traes la nariz congelada por el frio y
tus manos escondidas en los bolsillos de
tu chaqueta tratan de calentarse, surgen
en tu mente recuerdos que jamás olvida-
ras y hace unos cuantos momentos en
aquel puente los miedos se esfumaron
con todo y el humo de la pipa ¡Oh! si esa
pipa que dejó en tu boca esa esencia
La Testadura 28
rica.
Las luces de los autos caen sobre tus
ojos como reflectores que atacan a un
artista en plena presentación o al menos
eso pudiste sentir, no puedes olvidar lo
que acaba de pasar, los pedos de tu casa
ya te tienen harto y tratas de huir de ellos
cada día más, cada día necesitas de más,
te sientes estúpido, inservible, después
tus sentimientos de culpa se te olvidan y
recuerdas que eres un chingón, pintas
cuadros hermosos, escribes cosas mara-
villosas y la gente te ama y eso te hace
sentir mejor, después de la nada recuer-
das lo que pasó el fin de semana y te ríes
La Testadura 29
estúpidamente porque aun puedes perci-
bir el sabor de su boca tienes el dulce
sabor de su piel en mis labios tus manos
se contagiaron de la suavidad de su piel
blanca y su mirada sigue clavada en la
tuya como desde ese momento, qué más
da, es tu amiga, pero ya no la veías así
querías poseerla de nuevo como nunca,
pues esa noche que ya estaban hasta la
madre tú le habías hecho el amor y te
volviste loco y no podías dejarla ir nunca
más, ella hizo que te olvidaras de todos y
cada uno de tus pedos…, sonríes con tus
labios secos, tus ojos rojos y tus mejillas
quemadas de frio, vas escuchando música
La Testadura 30
con tus audífonos (Beach Fossils - Beach
Fossils (Full Álbum)
Subiste al puente enojado, fumaste
hierba, se te bajó el coraje y bajaste bien
pacheco, y sentías como el viento te aca-
riciaba la cara, la sensación te gustaba,
te sentías como un niño en el verano LI-
BRE y ahora ibas envuelto en hermosos
recuerdos, ibas perdido en perfumes inol-
vidables de piel que se quedan grabados
en la mente del ser humano cuando se
enamora de alguien… De repente PUM!!
Todo se borró, no sabes más de ti, tus
audífonos volaron a 6 metros lejos de tu
cuerpo, tu reproductor se desmadró, la
La Testadura 31
música se apagó ahora solo escuchas
ruidos estruendosos y sientes un frio re-
correr cada parte de ti… Sentiste como si
se hubiera desconectado la antena de un
televisor y hubieses perdido la sintonía…
Ahora te levantas no sientes nada y ves a
toda esa gente histérica gritar, pero tú no
sientes nada todo te da igual quizá es un
sueño dices [se comienza a escuchar de
algún lugar que no se logra explicar aque-
lla canción [Marc De Marco – Dreamin ]]
y tus labios se mueven al compás de la
canción…
Entonces conforme vas cantando co-
mienzas a alejarte indiferente de la multi-
La Testadura 32
tud y tomas el camino que jamás habías
tomado para llegar a casa de Anna… esta
vez caminaste más rápido como si sintie-
ras que no tuvieras tiempo de llegar, en-
tonces la vez ahí parada en su puerta
fumando un cigarrillo… Y le gritas:
-¡ANNA!,
Enseguida ella volteó, sonrió y corrió
hacia a ti, te abrazo muy fuerte, te sacu-
dió la chaqueta y preguntó:
-¿dónde te habías metido?, tú sonreíste y
contestaste:
-Ya vez mis locuras… Necesito decirte
algo…
y ella te miró extrañada y dijo:
La Testadura 33
-Claro ¿Quieres pasar?-
Tú asentaste con la cabeza, ambos
entraron a la casa y comenzaron a hablar
y hablar y hablar como si ya nunca jamás
tuvieran oportunidad de hacerlo, tomaron
vino, fumaron hierba y volvieron a hacer el
amor fue cuando ambos se dijeron ¡¡TE
AMO!! Realmente así lo sentían se entre-
garon a una inmensa pasión sus labios se
fundieron y se dieron cuenta que desde el
inicio ya eran uno mismo ya no sabían si
fumar más si beber más si volverse a be-
sar eternamente… hasta que ella se
quedó dormida entre tus brazos y tú la
observaste toda la noche acariciaste su
La Testadura 34
una y otra vez y de repente besabas su
hombro derecho, así hasta que amaneció
y desapareciste, no pudiste evitarlo te
levantaste y saliste sin siquiera abrir la
puerta, caminaste al horizonte donde
sale el sol y no sentías más que una liber-
tad profunda, te fuiste sin voltear atrás…
7:45 am Anna se levantó y no te en-
contró, más ella se inquietó por un mo-
mento, pero después se calmó, estaba
segura que llamarías… sonó el teléfono
de casa y ella contestó, en el identifica-
dor de llamadas aparecía el número de tu
casa y contestó diciendo tu nombre
La Testadura 36
entusiasmada… Recibió la llamada y su
sonrisa se borró, el teléfono calló al piso
junto con ella, lágrimas en sus ojos y con-
fusión inundaron el ambiente… le habían
llamado tus padres para decirle que hab-
ías muerto arrollado por un auto la noche
anterior alrededor de las 10:15 pm…
Entonces ella jamás lo creyó, y pensó
que tal vez había sido un sueño lo de la
noche anterior, camino como desespera-
da por todos lados sin saber qué hacer,
qué decir, qué pensar y volteó al tocador
de su recámara en donde encontró tu
chaqueta…
La Testadura 37
Encuentro de entresueños
La Testadura 39
Encuentro de entresueños
...Cierra sus pequeños ojos en la os-
curidad de su mente, y viaja a lugares que
sólo él conoce, donde la soledad lo
acompaña constantemente,; a lo lejos
puede observarla de nuevo, brilla su refle-
jo ante él como un sol primaveral, sus
deseos se volvieron realidad, todo es
mágico e indescriptible en aquel lugar.
Pero al abrir los ojos él sólo ve oscuri-
dad y ella en su mente no está más...
Por la mañana el salió, tomó el camino
La Testadura 40
de siempre y la encontró, se miraba tan
hermosa como en aquel entresueño que
tuvo la noche anterior, pero una vez más
a él, el miedo lo venció y no se atrevió a
hablarle , ella levantó su rostro para ver al
otro lado de la calle y su mirada se detuvo
frente a la de él, su cabello cubría casi la
mitad de su rostro y abrió su mirada tran-
quila como si estuviera ahí esperándolo,
sus ojos se inundaron de brillos de me-
lancolía y felicidad, sonrió levemente sin
mostrar un gesto más, recordando el sue-
ño en el que se había perdido la noche
anterior, había sido el mismo que él ima-
ginó, y de repente, él perdidamente la
La Testadura 41
le miró y también le sonrió, quedándose
ambos calle a calle perdidos entre sus
sueños e intensas miradas de amor, sin
decir una sola palabra escondiéndose del
mundo que no entiende nada, olvidando
a la gente que a su alrededor pasaba y
que con añoranza les observaban. De
compartir sus sentimientos tenían ganas
y cuando menos lo esperaban sus labios,
ya besaban.
[Mi mente…] Una mente sin recuer-
dos, que entienda que nada es eterno,
que los dolores no perduran para siempre
que se olvidan con el paso del tiempo, una
La Testadura 42
mente sin miedo que pueda entregarse,
enamorarse y del ayer olvidarse, que no le
importe nada del pasado, que este quede
borrado. Una mente abierta, descubierta
pero discreta…
Andrea Fragoso, Nací en la hermosa cd. de
México D.F. el 26 de febrero de 1993, comienzo
a desarrollar mis habilidades de lectura y escri-
tura desde la edad de 14 años, guardando en
mi interior mi amor por las letras, así es, hasta
el año de 2013 que comencé a publicar y a
mostrarle a las personas mis escritos como los
que podrás disfrutar el día de hoy, gracias al aliento y apoyo de
algunas personas muy cercanas las cuales agradezco de todo
corazón.
De mano en mano,
de pantalla en pantalla
¡Que la voz corra!.
La Testadura, una literatura de paso, hecha para olvidarse en salas
de espera y/o lugares públicos.