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Una mirada literaria del fútbol Número 0 Octubre 2012 Esse est percipi A. Bioy Casares y J.L Borges Primeros amores O. Soriano Relatores A. Dolina Escribe: Walter Vargas Entrevista a Juan Sasturain Entrevista a Juan Sasturain

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Centrofóbal, una mirada literaria del fútbol.

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Page 1: Nº 0 de Centrofóbal

Una mirada literaria del fútbol

Número 0

Octubre 2012

Esse est percipi A. Bioy Casares y J.L Borges

Primeros amores O. Soriano

Relatores A. Dolina

Escribe: Walter Vargas

Entrevista aJuan Sasturain

Entrevista aJuan Sasturain

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Para esta presentación, ordenamos tres relatos que imaginamos claves en la literatura futbole-ra por sus amplios miramientos: fútbol y amor con Soriano en Primeros amores, la suspicacia de Borges y Bioy en Esse est percipi, donde el deporte desapareció para ser sólo un mero relato con sus personajes y contextos, y la épica y la experiencia con Relatores de Alejandro Dolina. Para hacer un racconto de la historia de esta literatura, entrevistamos al periodista y escritor Juan Sasturain, quien entre varias cuestiones, repasa la introducción de los relatos de fútbol como ejes temáticos para adentrarse en las letras. “Escribo sobre lo que me pasa, y a mí el fútbol me pasa”, nos arrojó al momento de explicar su oficio. Sin dejar de lado a los escribas del país vecino, en la sección Visitan-tes recorremos las obras de los uruguayos Eduardo Galeano y Benedetti, quienes repre-sentan de algún modo, la mirada de su país en cada manera de expresión. En Especialis-tas, el periodista y escritor Walter Vargas nos deja su visión sobre el crecimiento de los autores de cuentos de fútbol. Para cerrar, en contratapa, tres poemas sobre el sentimiento: Nunca jamás de Walter Saavedra, Cancha rayada de Fabián Casas y Fútbol de Blanca Varela. Ahora a hacer rodar la pelota:Centrofóbal sale a la cancha.

LOSJUGADORES

STAFFDirección y CoordinaciónFrancisco Clavenzani y Félix Mansilla

Diseño e impresiónDominga?! (www.domingadg.com.ar)

IlustraciónAlan Dimaro

FotografíaNicolás Ferré

ColaboraciónWalter Vargas

[email protected]

@revistaCF

Revista Centrofóbal

Contacto:

F. CASAS(PAG. 24)

M. BENEDETTI(PAG. 23)

W. SAAVEDRA(PAG. 24) E. GALEANO

(PAG. 22)

J. L. BORGESA. BIOY CASARES

(PAG. 6)

A. DOLINA(PAG. 10)

B. VARELA(PAG. 24)

O. SORIANO(PAG. 8)

J. SASTURAIN(PAG. 12)

R. FONTANORROSA(PAG. 17)

W. VARGAS(PAG. 21)

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Centrofóbal sale a la cancha. Una publicación futbolera que intentará ser literaria o viceversa. Las letras y el fútbol tienen innumerables nexos y en esta flamante publica-ción trataremos de desandar ese camino.Llegó el momento de abrir paso y seguir el desarrollo que desde mediados del siglo XX viene construyendo la literatura de fútbol en la Argentina y alrededores. La génesis podemos situarla en el año 54 con Puntero izquierdo del uruguayo Mario Benedetti, pero ya en sus Aguafuertes, Artl había incluido un relato con el fútbol como eje en Ayer vi ganar a los argentinos. En los comienzos de los ’70 la antología de Roberto Santoro permitió el primer reconocimiento como fenómeno de masas en Literatura de la pelota, con relatos, poemas y cánticos de toda clase. Desde cualquier punto de vista y en la inmensidad de escritos de la historia, el fútbol está. Por eso, Centrofóbal es un proyecto que intentará dar a conocer aquellos cuen-tos de escritores que incursionaron en relatos con escenas y contextos que algo tienen que ver con la pelota. Junto a la publicación de producciones futboleras y entrevistas con especialistas en la materia, cada mes contendrá apertura para lograr y sostener un reconocimiento dentro del mundo de las letras. A modo de homenaje a quien consideramos uno de los mayores exponentes de dicha literatura, Osvaldo Soriano, creemos necesario destacar dos de sus frases en referencia a los objetivos propuestos a la hora de volcar la tinta al papel y el significa-do del fútbol: “Quizás lo único que me propongo al escribir es quitarle a la literatura cierta solemnidad que tiene. Tengo poca relación con la crítica. Me importan los lectores, divertirme escribiendo y abrir un mundo que mezcle la aventura con la políti-ca y el humor”. Y de su vínculo con el esférico, el Gordo tiró: “El fútbol tiene la signifi-cación de una guerra sin muertos, pero con conflicto. Con drama, reflexión e ironía. Y amalgama a la familia, cosa que no consigue la política”.Ante la inmensa producción de literatura futbolera, pensamos que las diferentes temáticas a tratar mes a mes, nos permitirán dar cuenta de muchas de las cuestiones que abarcan el fenómeno como parte de las diversas culturas que en él trascienden de modo particular y como parte contextual: la pasión, el recuerdo, los sentimientos, el amor, los Mundiales, las Selecciones nacionales, la amistad y toda la lista de temas agrupados para ponerlos en paralelo con el fútbol, como parte de excusas que atraviesan los diferentes motivos para contar una buena historia. En tanto, vehículo de difusión, Centrofóbal pretende poder ser un motor de impulso y acercamiento a la literatura, tanto para los gustosos del balón, para aquellos que lo miran de costado y para los que nunca se interesaron. Que empiece a rodar.

www.elortiba.org

ENCUENTRO EL

COMIENZA

Centrofóbal sale a la cancha.

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Ingresar en el mundo de la pelota puede ser un camino de ida(s) —y grandes vueltas. La exégesis de toda literatura que incluye al fútbol como eje giratorio, abre el camino a una y a muchas mane-ras de interiorizarse con la temática: toda la apelación a las formas de un mismo mundo desde cualquier punto abarcable. Esto hace que se entretejan cuestiones variadas: desde la ejecu-ción de El penal más largo del mundo de Soriano; a una cuestión política resuelta con un partido de fútbol, en El área 18 de Fonta-narrosa; o una propuesta para que el Vaticano tenga su selección de fútbol desde las letras de Sasturain en Dos arcos en Piazza San Pietro. La génesis de este tipo de literatura puede centrarse en la antología recopilada en 1971 por Jorge Santoro, donde a través de distintas miradas, escritores y un lado popular (cantos de la cancha, poemas con jugadores tan diversos como contenidos con el balón: Gelman, Borges, H. Manzi, Quiroga, Scalabrini Ortiz y Minogna), se encuentran reunidos por un hilo conductor claro y entendible que justi�ca cada una de las inclusiones propuestas por Santoro. Éste, sostiene que muchas de las situaciones de lo cotidiano poseen salpicaduras y paralelos con el fútbol: “Si diéra-mos en declarar que hay elementos latentes en los habitantes de la ciudad, uno de ellos sería el fútbol, cuya presencia resalta sobre otras, no por pura casualidad, sino porque hacia él conver-gen fuerzas de singulares características emocionales”. En el mismo sentido y haciendo eje desde la expresión a su aplicación general, Santoro re�exiona que “el lenguaje, bastón en el que se apoya toda relación humana, deja a cada paso, señales de esta presencia. Sirvan estos ejemplos cotidianos: ‘¿a papá con juego de alto?’, ‘el negocio es un gol de media cancha’ y aquella otra expresión tan grá�ca que le oímos a un �etero: ‘hoy, si no llueve, pega en el poste’ (…) ‘Lo culto’ entremezclado con ‘lo popular’, ya que el fútbol, el fóbal o la pelota, como ustedes quieran llamarlo, es algo que pertenece a cada uno de nosotros porque se impone a todos por pura presencia”.Pero el puntapié no acaba allí. Ya en el texto publicado en el

diario El Mundo el 18 de noviembre de 1929, Ayer vi ganar a los argentinos, Roberto Arlt cuenta su experiencia al presenciar la victoria del seleccionado argentino. Con la picardía típica de las Aguafuertes porteñas, el escritor y periodista anticipa un lugar —en el que no surcó detenidamente— donde el deporte insignia nacional es parte del paisaje cotidiano.Lo mismo sucede en el escritor argelino Albert Camus, quien alguna vez contó que “tras muchos años en los que el mundo me ha brindado innumerables espectáculos, lo que �nalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. No es casualidad, debido a que el argelino más reconocido en las letras fue alguna vez arquero y, cuándo no, centrodelantero.En el mismo sentido, la literatura futbolera tiene una mención en la novela El miedo del arquero ante el tiro penal, de Peter Handke. Si bien esta obra no se centra en el deporte, tiene parte de alegórico, algo de lo que Soriano contó en la nota preliminar del cuento El penal más largo del mundo: “Fue una de las novelas que más me impresionaron en los últimos años. (…) Mientras leía la novela de Handke, que apenas tiene que ver con el fútbol, recordé el penal narrado en este relato. Fue más emocionante de lo que dejan traslucir estas líneas, o al menos así lo viví yo enton-ces, y me pareció que valía la pena recordarlo”.

Escritores con la redondaSiempre los escritores han mencionado en una parte de su producción algo relacionado al fútbol. La incidencia general y popular de este deporte, hicieron que al menos algunas (in)olvidables escenas tengan algo de vínculo cercano/alejado con el juego. Así, las apariencias se acercan a ese lugar de expec-tativa en cómo se forma o deforma esa idea de fútbol como motivo y/o contexto enlazador. Mucho se ha escrito sobre este deporte —aunque sus creadores no estén vinculados de manera comprometida y reconocible— entonces, el campo de tratamien-to se conforma en apertura, porque el fútbol está: en los medios, en las conversaciones, en el recuerdo, en el signi�cado de uno de los puntos que lo convierten —real o simbólicamente— en un signo de lo patrio bajo el manto de toda una imaginería nacional detrás de una selección. Ese mundo de construcción constante incluye la literatura que lo re�eja. En el mismo sentido, Sasturain desde la Contratapa de Página/12, escribió: “El fútbol es hoy un fenómeno con la insidiosa capacidad de in�ltración ambiental y personal de una peste invacunable”. En ese reconocimiento, el tridente Soriano, Fontanarrosa, Sasturain está custodiado en el medio por Giardinelli, Dolina, Sacheri hasta llegar a la línea de

Introducción a la literatura de la pelota

Puntapié inicial

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cuatro en el fondo con otros desde peculiares aristas literarias: Constantini, Bayer, Benedetti, Galeano. La lista puede conti-nuarse con otros que siguen las zagas desperdigadas en las letras de este tiempo: Rodrigo Fresán, José Pablo Feinmann, Guiller-mo Saccomanno, entre muchos más.Algunos de los mencionados fueron magní�camente reunidos en Cuentos de fútbol argentino, trabajo recopilatorio de —quién otro sino— Roberto Fontanarrosa. En las primeras líneas de su prólogo, abre el paraguas: “No crecí queriendo ser como Julio Cortázar. Crecí queriendo ser como Ermindo Onega”.

La selección del NegroComo un libro de apertura contemporánea sobre autores de la literatura nacional, la recopilación de Fontanarrosa conjuga perspectivas amplias, desde lo más llano a lo puntual. La desapa-rición del deporte y el relato como muestra de su sola existencia en el texto de Bioy y Borges, o la amistad en los Apuntes del fútbol en Flores de Dolina, la imaginación pagana y el milagro del fútbol en Campitos de Sasturain o el sentimiento de una misma percep-ción representada desde la óptica de Inés Fernández Moreno en Milagro en Parque Chas. Es decir, la presentación espontánea desde una temática montada en el disperso diagrama del fútbol, abarcó en gran parte o en parte de ella, la atención de muchos escritores. Puro fútbol -recopilación de todos los relatos futbole-ros escritos por Fontanarrosa-: veintitrés relatos en donde resuenan tribunas, cantos, puteadas y el tacto cotidiano de su autor, un especialista en la materia. Producto de ello, El área 18 narra disputas diplomáticas, resueltas con partidos de fútbol.

Los agrupados de ApoDe igual modo, Alejandro Apo —sin duda el mejor interpreta-dor de esta literatura— reunió distintos autores con algo de la pelota entre sus letras y los recopiló en Y el fútbol contó un cuento, incluyendo memorables relatos. Los jugadores, la ma�a y la amistad en Puntero izquierdo de Benedetti, la construcción de un episodio futbolístico en Relatores de Alejandro Dolina, la descripción del interior provinciano en Atajó Roma de Aldo Niera o el �nal triste de un viejo que nunca vio a su equipo campeón en El hincha de Mempo Giardinelli. Las historias se entremezclan y aparecen más autores con sabor a fútbol: Pablo Ramos, Walter Vargas, Sebastián Jorgi, Antonio Dal Masetto y Jorge Valdano.Habida cuenta de la pluralidad de autores con textos de produc-ción futbolística, el fútbol aparece desde un lado literario, ordenado y alejado de lo más comercial del asunto, para ahondar en la memoria, entreverarse con el amor, recordar el olvido, sin dejar de mencionar el barrio, hablar de futuro, el sentimiento en presente y lo que alguna vez fue el pasado, con sus fracasos y resaltando las victorias. Habida cuenta de esto, la literatura futbolera muestra un desarrollo interior y con mejor recepción a ese público que desea el fútbol contado desde dichas perspecti-vas equidistantes de aquellas que se transmiten de forma agota-dora en los medios.Producto de la casualidad o de las buenas elecciones, el propio Apo ascendió a Primera a alguien que jamás había publicado un libro. Ése es Eduardo Sacheri, quien le envió tres cuentos que

luego conformarían su primera producción y estarían ubicados según los fue leyendo Apo en su programa radial Todo con afecto: Esperándolo a Tito (que le da nombre al libro); Me van a tener que disculpar (dedicado a Maradona); y La promesa (despedida de las cenizas de un amigo en una cancha de fútbol). Este libro —a un lado de haber sido reconocido literariamente— también contiene más de una docena de cuentos y relatos con la signi�cación puesta en las muchas aristas del juego, como son el amor, los odios, la vergüenza, los rencuentros y la pasión.

Los no tan visitantesHasta aquí, algunas muestras de la diversidad de autores que surcaron e indagaron la materia desde sus lugares y atravesados por el tiempo. A estos, debemos sumarles los escritores urugua-yos que también dejaron impronta en la literatura de fútbol. Entre ellos, podemos enumerar y sumar El césped de Mario Bene-detti y la vasta producción de Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra, que empieza: “Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía: durante el día era el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país. (…) Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identi-dad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: —Una linda jugadita, por amor de Dios”.Martín, el personaje catastró�co de El Césped, anticipa lo que en palabras reales alguna vez opinó Benedetti sobre el signi�cado de la pelota: “¿Sabés lo que pasa? Pasa que para mí la vida es el fútbol, más aún, mi vida son los tres palos”.

El fútbol visionado: el gol es la felicidadA través de una lectura crítica, Pablo Alabarces hace un repaso por la denominada Sociología del deporte por parte de la utiliza-ción política e ideológica del fútbol en las diferentes concepcio-nes de patria, como un juego masivo, representativo y aglutina-dor, como claro “operador de nacionalidad” a lo largo del siglo XX. En su doble hipótesis sobre la metáfora del fútbol como ‘máquina cultural’, el autor argumenta que “la construcción de identidades —históricamente masculinas, pero hoy también femeninas— en la Argentina están atravesadas por el fútbol como causa primera. A la vez, esas identidades juegan hoy en una tensión entre procesos de tribalización fragmentadora y la construcción de una representación nacional, en un momento particular de la historia que ha sido de�nido como etapa global de la cultura y la economía”.Del mismo modo, pero un tanto más literario Osvaldo Bayer deja su mirada en la historia del deporte en Fútbol argentino, donde reside el análisis cultural y la épica del fútbol desde los �nales del siglo XIX. Bayer, �naliza metafóricamente: “Un juego capitalista porque se requiere rendimiento, afán de ganar, de ser superior. Un juego socialista porque necesita del esfuerzo de todo el equipo, la ayuda mutua para obtener el triunfo, que es una vida mejor. El gol es de todos cuando todos trabajamos para él. El sueño, la esperanza, el gol. El gol es la felicidad”.

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Por H. Bustos Domecq (Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges)Viejo turista de la zona de Núñez y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de siempre el monumental estadio de River. Consternado, consulté al respecto al amigo y doctor Gervasio Montenegro, miem-bro de número de la Academia Argentina de Letras. En él hallé el motor que me puso sobre la pista. Su pluma compilaba por aquel entonces una a modo de Historia panorámica del periodismo nacional, obra llena de méritos, en la que se afanaba su secretaria. Las documentaciones de práctica lo habían llevado casualmente a husmear el busilis. Poco antes de adormecerse del todo, me remitió a un amigo común, Tulio Savastano, presidente del club Abasto Juniors, de cuya sede, sita en el Edi�cio Amianto, de avenida Corrientes y Pasteur, me di traslado. Este directivo, pese al régimen doble dieta a que lo tiene sometido su médico y vecino doctor Narbondo, mostrábase aún movedizo y ágil. Un tanto enfarolado por el último triunfo de su equipo sobre el combinado canario, se despachó a sus anchas y me con�ó, mate va, mate viene, pormenores de bulto que aludían a la cuestión sobre el tapete. Aunque yo me repitiese que Savastano había sido otrora el compinche de mis mocedades de Agüero esquina Humahuaca, la majestad del cargo me imponía y, cosa de romper la tirantez, congratulélo sobre la tramitación del último goal que, a despecho de la intervención de Zarlenga y Parodi, conviertiera el centro-half Renovales, tras aquel pase histórico de Musante. Sensible a mi adhesión al once de Abasto, el prohombre dio una chupada postrimera a la bombilla exhausta, diciendo �losó�camente, como aquel que sueña en voz alta: —Y pensar que fui yo el que les inventé esos nombres. —¿Alias? -pregunté, gemebundo—. ¿Musante no se llama Musante? ¿Renovales no es Renovales? ¿Limardo no es el genuino patronímico del ídolo que aclama la a�ción? La respuesta me a�ojó todos los miembros.

Esse estpercipi

Citados

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JORGE LUIS BORGESTRAYECTORIA: SU VASTA PRODUCCIÓN LITERARIA CONTIENE OBRAS COMO HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA, FICCIONES, EL ALEPH, EL INFORME DE BRODIE Y EL LIBRO DE ARENA.MANO HÁBIL: INTRINCADA PROSA CON ACENTOS MUY CARACTERÍSTICOS DE LA VIEJA BUENOS AIRES.CARACTERÍSTICAS: RETICENTE AL FÚTBOL, AUTOR DE ESSE EST PERCIPI JUNTO A BIOY CASARES, BAJO LA FIRMA DE H. BUSTOS DOMECQ, UNO DE LOS RELATOS QUE MEJOR RETRATAN LA IDEA DE UN FÚTBOL FICCIONADO. ARGENTINA

ADOLFO BIOY CASARESTRAYECTORIA: ENTRE SUS OBRAS SE DESTACAN LA INVENCIÓN DE MOREL (1940), PLAN DE EVASIÓN (1945), EL SUEÑO DE LOS HÉROES (1954), DIARIO DE LA GUERRA DEL CERDO (1969), DORMIR AL SOL (1975).MANO HÁBIL: UN ESPECIAL SENTIDO DEL HUMOR EN SUS ESCRITOS, COMO TAMBIÉN ANTIPATÍA POR LOS LUGARES COMUNES.CARACTERÍSTICAS: NACIÓ Y MURIÓ EN BUENOS AIRES. ENTRAÑABLE AMIGO DE BORGES, CON QUIEN INVENTÓ EL PERSONAJE H. BUSTOS DOMECQ, QUIEN FIRMA UNO DE LOS MEJORES RELATOS QUE FICCIONAN LA REALIDAD DEL FÚTBOL. ARGENTINA

—¿Cómo? ¿Usted cree todavía en la a�ción y en los ídolos? ¿Dónde ha vivido, don Domecq? En eso entró un ordenanza que parecía un bombero y musitó que Ferrabás quería hablarle al señor. —¿Ferrabás, el locutor de la voz pastosa? —exclamé— ¿El animador de la sobremesa cordial de las 13 y 15 y del jabón Profumo? ¿Éstos, mis ojos, le verán tal cual es? ¿De verás que se llama Ferrabás? —Que espere— ordenó el señor Savastano. —¿Que espere? ¿No será más prudente que yo me sacri�que y me retire? —aduje con sincera abnegación. —Ni se le ocurra —contestó Savastano. —Arturo, dígale a Ferrabás que pase. Tanto da… Ferrabás hizo con naturalidad su entrada. Yo iba a ofrecerle mi butaca, pero Arturo, el bombero, me disuadió con una de esas miraditas que son como una masa de aire polar. La voz presidencial dictaminó: —Ferrabás, ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde Abasto, por dos a uno. Hay juego recio, pero no vaya a recaer, acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente sabe de memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya puede retirarse. Junté fuerzas para aventurar la pregunta: —¿Debo deducir que el score se digita? Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo. —No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores, ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman. —Señor, ¿quién inventó las cosas? —atiné a preguntar. —Nadie lo sabe. Tanto valdría pesquisar a quién se le ocurrieron primero las inauguraciones de escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que no existen fuera de los estudios de grabación y de las redaccio-nes. Convénzase, Domecq, la publicidad masiva es la contramarca de los tiempos modernos. —¿Y la conquista del espacio? —gemí. —Es un programa foráneo, una coproducción yanqui-soviética. Un laudable adelanto, no lo neguemos, del espectáculo cienti�sta. —Presidente, usted me mete miedo —mascullé, sin respetar la vía jerárquica. —¿Entonces en el mundo no pasa nada? —Muy poco —contestó con su �ema inglesa. —Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la prensa amarilla. ¿Qué mas quiere, Domecq? Es la marcha gigante de los siglos, el ritmo del progreso que se impone. —¿Y si se rompe la ilusión? —dije con un hilo de voz. —Qué se va a romper —me tranquilizó. —Por si acaso, seré una tumba —le prometí—. Lo juro por mi adhesión personal, por mi lealtad al equipo, por usted, por Limardo, por Renovales. —Diga lo que se le dé la gana, nadie le va a creer. Sonó el teléfono. El presidente portó el tubo al oído y aprovechó la mano libre para indicarme la puerta de salida.

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Por Osvaldo SorianoSiempre que voy a emprender un largo viaje recuerdo algunas cosas mías de cuando todavía no soñaba con escribir novelas de madrugada ni subir a los aviones ni dormir en hoteles lejanos. Esas imágenes van y vienen como una hamaca vacía: mi primera novia y mi primer gol. Mi primera novia era una chica de pelo muy negro, tímida, que ahora estará casada y tendrá hijos en edad de rocanrol. Fue con ella que hice por primera vez el amor, un lunes de 1958, a la hora de la siesta, en una �la de butacas rotas de un cine vacío.Antes de llegar a eso, otro día de invierno, su madre nos sorprendió en la penumbra de la boletería con la ropa desabrochada y ahí nomás le pegó dos bofetadas que todavía me suenan, lejanas y dolorosas, en el eco de aquellos años de frondicismo y resistencia peronista. Su padre era un tipo sin pelo, de pocas pulgas, que masticaba cigarros y me saludaba de mal humor porque ya tenía bastantes problemas con otra hija que volvía al amanecer y en coche ajeno. Mi novia y yo teníamos quince años. Al caer la tarde, como el cine no daba función, nos sentábamos en la plaza y nos hacíamos mimos hasta que aparecía el vigilante de la esquina.No había gran cosa para divertirse en aquel pueblo. Las calles eran de tierra y para ver el asfalto había que salir hasta la ruta que corría recta, entre bardas y chacras, desde General Roca hasta Neuquén. Cualquier cosa que llegara de Buenos Aires se convertía en un acontecimiento. Eran treinta y seis horas de tren o un avión semanal carísimo y peligroso, de manera que sólo recuerdo la visita de un boxeador en decadencia que fue a Roca, al equipo de Ban�eld, que llegó exhausto a Neuquén y a unos tipos que se hacían pasar por el trío Los Panchos y llenaban el salón de �estas del club Cipolletti. Los diarios de la Capital tardaban tres días en llegar y no había ni una sola librería ni un lugar donde escuchar música o representar teatro. Recuerdo un club de fotógrafos a�cionados y la banda del regimiento que una vez por mes venía a tocarle retretas a la patria. Entonces sólo quedaban el fútbol y las carreras de motos, que empezaban a ponerse de moda.Cuando su madre le dio aquella bofetada a mi novia, yo estaba en la Escuela Industrial y todavía no había converti-do mi primer gol. Jugaba en una de esas canchitas hechas por los chicos del barrio, y de vez en cuando acertaba a meterla en el arco, pero esos goles no contaban porque todos pensábamos hacer otros mejores, con público y con nuestras novias temblando de admiración. Con toda seguridad éramos terriblemente machistas porque crecíamos en un tiempo y en un mundo que eran así sin cuestionarse. Un mundo de milicos levantiscos y jerarquías consagra-das, de varones prostibularios y chicas hacendosas, sobre el que pronto iba a caer como un aluvión el furioso jolgorio de los años sesenta.Pero a �nes de los cincuenta queríamos madurar pronto y triunfar en alguna cosa viril y estúpida como las carreras de motos o los partidos de fútbol. Yo me di varios coscorrones antes de convencerme de que no tenía ningún talento para las pistas. Mi padre solía acompañarme para tocar el carburador o calibrar el encendido de la Tehuel-che, pero mi madre sufría demasiado y a mí las curvas y los rebajes me dejaban frío. La pelota era otra cosa: yo tenía la impresión de ganarme unos segundos en el cielo cada vez que entraba al área y me iba entre dos desespera-dos que presumían de carniceros y asesinos. Me acuerdo de un número 2 viejo como de veintiséis años, de vincha y

Primerosamores

Citados

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medalla de la Virgen, que para asustar a los delanteros les contaba que debía una muerte en la provincia de La Pampa.Lo recuerdo con cierto cariño, aunque me arruinó una pierna, porque era él quien me marcaba el día que hice mi primer gol. Pegaba tanto el tipo, y con tanto entusiasmo que, como al legendario Rubén Marino Navarro, lo llamaban Hacha Brava. Jugaba inamovible en la Selección del Alto Valle y en ese lugar y en aquellos años pocos eran los árbitros que arriesgaban la vida por una expulsión.Mi novia no iba a los partidos. Estudiaba para maestra y todavía la veo con el guardapolvo a la salida del colegio, buscándome con la mirada. Un día que mis padres estaban de viaje le exigí que viniera a casa, pero todo fue un fracaso con llantos, reproches y enojos. Tal vez leerá estas líneas y recordará el perfume de las manzanas de marzo, su miedo y mi torpeza inaudita.Por un par de meses, antes de que yo la conociera, ella había sido la novia de nuestro zaguero central y alguien me dijo que el tipo se vanagloriaba de haberle puesto una mano debajo de la blusa. Eso me lo hacía insoportable. Tan celoso estaba de aquella imagen del pasado que casi dejé de saludarlo. El chico era alto, bastante �aco y pateaba como un caballo. Yo me mordía los labios, allá arriba, en la soledad del número 9, cuando me fauleaban y él se llevaba la gloria del tiro libre puesto en un ángulo como un cañonazo. Si lo nombro hoy, todavía receloso, es porque participó de aquella victoria memorable y porque sin su gol el mío no habría tenido la gloria que tiene.Mi novia admitía haberlo besado, pero negaba que el odioso personaje le hubiera puesto la mano en el escote. A veces yo me resignaba a creerle y otras sentía como si una aguja me atravesara las tripas. Escuchábamos a Billy Cafaro y quizás a Eddie Pequenino pero yo no iba a bailar porque eso me parecía cosa de blandos. En realidad nunca me animé y si más tarde, ya en Tandil, caí en algún asalto o en una �esta del club Independiente, fue porque estaba completamente borracho y perseguía a una rubia inabordable.Pasábamos el tiempo en el cine, acariciándonos por debajo del tapado que nos cubría las piernas, y creíamos que su padre no se enteraba. Tal vez era así: andaba inclinado, ausente, masticando el charuto apagado, neurótico por el humo y el calor de la cabina de proyección. Pero la madre no nos sacaba el ojo de encima y aquella desgraciada tarde de invierno irrumpió en la boletería y empezó a darle de cachetadas a mi novia.Después supe que hacíamos el amor todos los días, pero en aquel entonces suponía que había una sola manera posible y que si ella la aceptaba, el más glorioso momento de la existencia habría ocurrido al �n. Y ese instante, en una vida vulgar, sólo es comparable a otro instante, cuando la pelota entra en un arco de verdad por primera vez, y no hay Dios más feliz que ese tipo que festeja con los brazos abiertos gritándole al cielo.Ese tipo, hace treinta años, soy yo. Todavía voy, en un eterno replay, a buscar los abrazos y escucho en sordina el ruido de la tribuna. Sé que estas confesiones contribuyen a mi desprestigio en la alta torre de los escritores, pero ahí sigo, al acecho entre el 5 que me empuja y Hacha Brava que me agarra de la camiseta mientras estamos empata-dos y un wing de jopo a la brillantina tira un centro rasante, al montón, a lo que pase. Se me ha cortado la respira-ción pero estoy lúcido y frío como un asesino a sueldo. Nuestro zaguero central acaba de empatar con un terrible disparo de treinta metros que he festejado sin abrazarlo y en este contragolpe, casi sobre el �nal, intuyo secreta-mente que mi vida cambiará para siempre.El miedo de perderme en la maraña de piernas, en el in�erno de gritos y codazos, ya pasó. El 10, que es un veterano de mil batallas, llega en diagonal y pi�a porque la pierna derecha sólo le sirve para tenerse parado. Inexorablemen-te, ese gesto fallido descoloca a toda la defensa y la pelota sale dando vueltas a espaldas del 5 que gira desesperado para empujarla al córner. Entonces aparezco yo, como el muchachito de la película, ahuecando el pie para que el tiro no se levante y le pego fuerte, cruzado, y aunque parezca mentira aquella imagen todavía perdura en mí, cualquiera sea el hotel donde esté.Igual que la otra, a la hora de la siesta, en una butaca rota del cine desierto. Nos besamos y sin buscarlo, porque las cachetadas todavía le arden en la cara, mi primera novia se abandona por �n y me recibe mientras sus pechos que alguna vez consintieron la caricia de nuestro despreciable zaguero central tiritan y trotan, brincan y broncan, hoy que nuestras vidas están junto a otros y mi hotel queda tan lejos del suyo.

OSVALDO SORIANOTRAYECTORIA: ARQUEROS, ILUSIONISTAS Y GOLEADORES (SEIX BARRAL 1996). ALLÍ SE ENCUENTRAN EL PENAL MÁS LARGO DEL MUNDO, LAS HISTORIAS DEL MR. PEREGRINO FERNÁNDEZ Y NACIMIENTO DE SAN LORENZO DE ALMAGRO.MANO HÁBIL: LA DESCRIPCIÓN DE LOS PERSONAJES Y EL PAISAJE. LAS HISTORIAS DEL INTERIOR, DONDE CRUZA MITO Y REALIDAD, DAN CUENTA DE SU BUENA UBICACIÓN EN LA CANCHA. CARACTERÍSTICAS: SOÑADOR NOCTÁMBULO. EL FÚTBOL, LOS GATOS Y SAN LORENZO DESPEJABAN SUS NOCHES DE INSOMNIO. ARGENTINA

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Relatores

Citados

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Por Alejandro DolinaLos griegos creían que las cosas ocurrían para que los hombres tuvieran algo que cantar. Las guerras, los desencuen-tros, los amores trágicos, los horrendos crímenes, las gestas heroicas: todo tenía para los dioses impíos el único �n de proporcionarles tema a los cantores. La Historia pone al alcance del menos docto centenares de ejemplos de relatos que fueron más ilustres que los sucesos narrados.Resulta difícil concebir una idea más triste del destino humano. Sin embargo, a los juglares, cantores, cronistas y narradores de cuentos les complace pensar que el mundo se mueve para favorecerlos en su o�cio.Héctor Bandarelli, el relator deportivo de Flores, creyó pertenecer a la estirpe de Homero. Durante toda su vida se esforzó para que la narración deportiva alcanzara las alturas artísticas de la épica.En sus comienzos, Bandarelli hizo algo que nadie había hecho antes. Siendo entreala izquierdo del equipo de Empalme San Vicente, acostumbraba relatar los partidos que él mismo jugaba. Era héroe y juglar, Aquiles y Homero, Eneas y Virgilio.Según dicen, no era del todo imparcial en sus narraciones. Cuando se hacía de la pelota, comenzaba a elogiar su propia jugada.-Extraordinario, Bandarelli avanza en forma espectacular.Muchas veces, por elegir las palabras e impostar la voz, se perdía goles cantados. Cantados incluso por el mismo.A medida que pasaba el tiempo, el relator iba superando al jugador. Algunos viejos que lo vieron jugar cuentan que pasaba la mayor parte del tiempo parado en el medio de la cancha, relatando, casi sin tocar la pelota.Finalmente fue excluido del equipo. Sin rencor ni tristeza, siguió acompañando las modestas giras del Empalme San Vicente, sólo para relatar desde un costado de la cancha el partido que jugaban sus antiguos compañeros. Lo hacía sin micrófono y sin radio, de modo que nadie lo escuchaba, salvo algún wing peregrino que alcanzaba a oír de paso su voz emocionada.Después, según se sabe, el Empalme San Vicente dejó de jugar y sus futbolistas pasaron a integrar otros equipos.Y en ese momento, cuando todo hacía sospechar la decadencia de Bandarelli, el hombre dio un paso genial: descu-brió que su narración no necesitaba de un partido real. Era posible relatar partidos imaginarios, hijos de su fanta-sía.Parece una evolución previsible: los antiguos poetas cantaban hazañas más o menos reales. Después las inventaron.Lo mismo sucedió con Bandarelli. Y al no tener que ceñirse al rigor de los hechos ciertos, los partidos que relataba empezaron a mejorar: se lograban goles estupendos, los delanteros eludían docenas de rivales, había disparos desde cincuenta metros, los arqueros volaban como pájaros, se producían incidentes cruentos, los árbitros cometían errores perversos. De a poco, el artista fue incorporando elementos más complejos a su obra. El tiempo, por ejemplo, manejado en un principio de un modo convencional, pasó a tener durante el apogeo de Bandarelli un carácter artístico y psicológico. Los partidos podían durar un minuto o tres horas.

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Algunas veces, el relator omitía cantar un gol, pero daba claves y mensajes sutiles para que el oyente descubriera la terrible existencia del gol no cantado. Aparecían, cada tanto, unas historias laterales que provocaban un falso aburri-miento, que no era sino una trampa para mejor asestar la alevosa puñalada del gol sorpresivo.Todos recuerdan el famoso partido Boca-Alumni que Bandarelli relató en un asado del club Claridad de Ciudadela. En esta obra mezcló jugadores actuales con glorias de nuestro pasado futbolístico. Los viejos hacían fuerza por Alumni, los más jóvenes por Boca. Ganó Alumni, pero en su magistral narración, Bandarelli dejó caer -con toda sutileza- la sensación de que los boquenses, por respeto a la tradición, se habían dejado ganar.Las audiencias de Bandarelli no siempre fueron numerosas. Algunos partidos los relató solo, en una mesa del bar “La Perla” de Flores, ante el estupor de los mozos y parroquianos. Pero poco a poco, los muchachones del barrio fueron descubriendo sus méritos y con el tiempo hubo quienes pre�rieron escucharlo a él antes que ir a la cancha.En 1965, Héctor Bandarelli organizó su campeonato paralelo de fútbol. Todos los domingos narraba el encuentro principal, mientras un colaborador lo interrumpía para comunicar lo que sucedía en el resto de los partidos.Algunas �rmas comerciales de Flores lo ayudaron a solventar los nulos gastos del certamen a cambio de avisos publicitarios.Las narraciones tenían lugar en la puerta de la casa de Bandarelli y, cuando llovía, en la cocina. Hay que decir que el relator poeta nunca trabajó para ninguna emisora y jamás utilizó micrófono, salvo en la grabación que realizara del segundo tiempo de Barracas Central-Barcelona, ya en el �nal de su carrera.El campeonato paralelo terminó en un desastre. El artista no tuvo mejor ocurrencia que sacar campeón a Unión de Santa Fe y mandar al descenso a River, lo que irritó a muchas personas, que hasta llegaron a agredir a Bandarelli.Pero todos los que saben algo del relator coinciden en a�rmar que su mejor partido fue Alemania-Villa Dálmine, relatado en el Colegio Alemán de la calle José Hernández, a pedido de la Asociación Cooperadora.Ese encuentro fue un verdadero canto a la hermandad entre los hombres. Los zagueros entregaban banderines a los delanteros rivales en cada jugada. El árbitro abrazaba llorando a los futbolistas que quedaban en o�side. Los de Villa Dálmine hicieron una suelta de palomas celestes y blancas a los quince minutos del segundo tiempo para celebrar el segundo gol de la selección alemana. En el �nal, todos se abrazaron e intercambiaron obsequios.Fue inolvidable. En el Colegio Alemán, los padres lloraban de emoción añorando la tierra de sus antepasados. Algunos miembros de la Asociación Cooperadora le pidieron a Bandarelli que volviera a relatar el encuentro en diferido, pero el artista se negó.En el esplendor de su actividad, tal vez advirtiendo el carácter efímero de su obra, resolvió escribir libretos detallados que luego archivaba prolijamente. Desgraciadamente, sus familiares quemaron este valiosísimo corpus argumentando que juntaba mugre. Nos queda apenas un breve fragmento, correspondiente al encuentro Boca Juniors 3-Vélez Sars�eld 3."Solidario, agradecido, ayuno de envidias, Javier Ambrois entrega la pelota a Nardiello. El viento agita las banderas en los mástiles de la Vuelta de Rocha. Nardiello tira un centro rasante... Arremete J. J. Rodríguez, pero ya es tarde... tarde para remediar los errores del pasado... tarde para volver a unos brazos que ya no nos esperan... Ya es tarde para todo."Según sus seguidores, el libreto le quitaba frescura a Bandarelli y -como hemos visto- recargaba un tanto su estilo.Un día desapareció. Algunos dicen que se mudó, o que se murió, es lo mismo. La gente volvió a preferir los partidos sonantes y contantes de la radio.Los relatores de hoy tienen la posibilidad de seguir al maestro e intentar la �cción y la fantasía en sus narraciones. ¿Por qué depender de la actuación, muchas veces mediocre, de los futbolistas? ¿Por qué no crear con la voz jugadas más perfectas? ¿Por qué no dar nacimiento a deportistas nobles, diestros y mágicos que nos emocionen más que los reales?Se puede ir más allá. Todo el periodismo podría tener un carácter fantástico y abandonar los vulgares hechos de la realidad para aludir a sucesos imaginarios: con�ictos, tratados, discursos, crímenes e inauguraciones de ilusión.En este último instante comprendo que nadie me asegura que estos artistas no existen ya. Tal vez, todo cuanto uno lee en los diarios no es otra cosa que un invento del periodismo de �cción.Sin embargo, esta clase de incredulidad conduce a sospechar la falsedad del Universo mismo. Suspendamos semejante astucia porque algunos hasta podrían pensar que el propio Bandarelli es imaginario y sus partidos, sombras de una sombra.

ALEJANDRO DOLINATRAYECTORIA: MEMORABLES RELATOS COMO APUNTES DEL FÚTBOL EN FLORES Y RELATORES, LO MARCAN COMO UN ESCRITOR CON TINTE FUTBOLERO.MANO HÁBIL: AL IGUAL QUE EN LA RADIO, SU PROSA TIENE ORALIDAD, TOQUES PICARESCOS Y ÉPICA BARRIAL. CARACTERÍSTICAS: HINCHA DEL XENEIZE, DEFENSOR DE LOS CUENTOS DE FÚTBOL COMO PARTE DE UN GÉNERO.

ARGENTINA

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El escritor y periodista, hace un repaso de la historia de los relatos de fútbol y analiza los textos claves que hicieron a la evolución de la temática. “Los permisos” paracomenzar a escribir con la pelota, la influencia de la mediatización del deporte y el relato de fútbol a pleno en la reedición de Picado grueso. A sus 67, asegura: “El fútbol es una metáfora de la vida: hay aliados, enemigos, dificultades y es imprevisible”.

Entrevista aJuan Sasturain

“EL FÚTBOLME PASA”

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Por Francisco Clavenzani y Félix Mansilla.Fotos: Nicolás Ferré.

“En la cabeza de los hombres argentinos el fútbol ocupa un lugar, siempre”.

Camina rápido a las chuecadas. Le dura el porte de centrodelan-tero. Abre la puerta y el frío le apura los pasos en la escalera que conduce a un departamento con pisos de parquet. Las paredes de la casa de Sasturain están cubiertas en más de un 30% por libros de todo tipo, dispersos en un orden moldeado por los tiempos —no distinguidos por pelo ni marca— pero aún así reconocibles y hallables. Hay muchos y viejos sobretodo, pero están esos que reconocemos como de ésta, nuestra época: tapas a todo color, cuerpos con lomos diversos y usados, leídos y consultados. Si uno piensa en todas las publicaciones de este escritor nacido bien en el interior de la provincia, allá en Gonzá-lez Chaves en 1945, el camino lleva el tiempo surcado por una variedad de aristas que van desde el relato corto a novelas con personajes que no se olvidan. Algunos de todos ellos se dejan ver entreverados en pilas de una repisa menos gastada que el resto de los anaqueles. En tanto alto se perciben, pero no cabrían en un rincón de 40 por 40. La �cción como eje central en Los sentidos del agua y La lucha continúa —esa que empieza con la atajada de Pirovano a un penal ejecutado por el Presidente—; La mujer ducha y El caso Yotivenko, representan ese molde de escritor de una clásica —no avejentada— estructura de relatos con escenas memorables. El policial novelado recorrido con la zaga del detective Etchenike en Manual de perdedores I y II y la lista sigue con Arena en los zapatos y Pagaría para no verte. Los dedos de Walt Disney, Parecido S.A y Brooklin y Medio, demuestran el encauzado andar por la literatura nacional. Su inmersión en el mundo de la historieta —Los Galochas dibuja-dos por Liniers y la zaga Perramus por su amigo Alberto Breccia— no deja a un costado su parte referencial de la litera-tura de fútbol —en la línea de ataque está junto a Soriano y Fontanarrosa. Éste último, dibujó los textos de El día del arque-ro. En una remontada más actual, La patria transpirada, Wing de metegol y el nuevo Picado grueso, producción publicada primera-mente por Ediciones Al Arco en 2006, que en marzo de este año editó Sudamérica, en una versión corregida y aumentada.En el camino cercado por miles de encuadernaciones del tiempo, un piano sin cola anticipa el pasillo que conduce a la puerta de su “sala de operaciones”, donde una chapa de bronce anuncia “Investigaciones Etchenike”. Allí, otras tres paredes atestadas como en un laberinto bibliotecario, Sasturain tiene dos computadoras que se adivinan apenas en una marea encua-dernada. Ficción, historia, drama, poesía y aventura se reparten en la sala de unos de los actuales motivadores de la literatura futbolera, del policial negro y la historieta. A media luz, los lomos dorados de ediciones antiquísimas parecen muros entre grises y en un apartado de luz por encima de la puerta, se presenta una publicación amarillenta de Navokov. Sobre un ventanal angosto y alargado que da a la calle Defensa, se amontonan—como vecinas de toda la vida— ediciones de cuentos y novelas de fútbol. Toma dos, los acomoda: Cuentos de fútbol argentino del Negro Fontanarrosa y Picado grueso. Todos tienen el fútbol como la excusa aparente, en donde reside el temple de escritor a�anzado en un camino presente y retros-pectivo para recorrer el universo de lo casi cotidiano. El Negro eligió la fantasía para su libro. Se quedó con Campitos. Afuera —en segundo plano— se escuchan las voces de gritos solitarios

en un viernes húmedo en la ciudad. Acomodado en una silla giratoria, el escritor interroga por arriba de sus lentes como inspeccionando en chino pícaro: —¿Graba bien esto?

¿Se podría considerar al cuento de fútbol como un género literario?No. Los géneros tienen que ver con las formas y no con los contenidos. Lo que pasa es que a veces se usa la palabra género en un sentido más amplío de lo que corresponde, como cuando uno dice ‘género negro’, por ejemplo, se re�ere a la literatura de contenido negro, pero no a una forma determinada de relato, porque son novelas o cuentos. Así que el género futbolero, si existe, tendría que ser una categoría transversal: que atraviese los géneros, a partir de una modalidad temática, desde la poesía, hasta el teatro, hasta la novela y el cuento. Lo que sí ha habido más, probablemente —por lo menos en la literatura argentina y la escrita en lengua castellana en las últimas décadas— son cuentos y crónicas. No creo que formalmente corresponda a un género determinado, sino que es una temáti-

ca, es decir, un tema determinado. Está tratado a veces como pretexto y a veces como objeto.

Las expectativas que corren según título y autor, marcan un cierto indicio de ‘algo que ver’ con el fútbol ¿puede con el tiempo tomar un reconoci-miento más formalizado? Hay cuentos que son de fútbol y hay cuentos que son con fútbol, que son dos cosas distintas. Un cuento de fútbol, podríamos llegar a suponer que es un cuento en el cual el juego en sí es insustituible para la comprensión del texto. En otros casos, si uno piensa en una novela como “El miedo del arquero ante el tiro penal” de Peter Handke (1971), no tiene un carajo que ver con el fútbol, el personaje alguna vez fue arquero. Yo tengo una novela que se llama “La lucha continúa”, en el que el protagonista es un ex arquero. El fútbol pasa por ahí, pero no es una novela de fútbol.

En alguna parte y como sea, el fútbol está presente ¿Hoy está mucho más tratado en la literatura?El fútbol atraviesa, pasa temáticamente por gran parte de muchos textos de la literatura contemporánea. Pasa más ahora, hay más ejemplos de referencias al fútbol ahora que en otros momentos de la historia ¿Por qué? Bueno, el fútbol tiene muchísima más presencia mediática y por lo tanto, en la vida cotidiana de la gente. En la medida que los medios han creado toda una realidad tan poderosa, una supra-realidad, que más allá que en tu experiencia personal ni juegues al fútbol, no vayas a la cancha, ni tengas una participación real en el juego, igual-mente el fútbol forma parte de tu rutina: como espectáculo, como participación efectiva, sentimental.

Alto al juegoSuena su celular. De la producción de un programa de radio una voz de mujer le pregunta si el sábado podrían hacer una entre-

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vista vía telefónica. Sasturain comprende pero no puede. Escucha, toma un trago de su vermut recién preparado y sigue escuchando. Responde.—Sábado no, estoy en otra cosa. Si quieren en la semana pode-mos grabar alguna cosa, pero el �n de semana viene complica-do.—¿Y a la mañana? —dice al otro lado de la línea una voz casi resignada.—Mañana viene complicado y el domingo, es sagrado —explica atento y futbolero a la brevedad. Apaga el celular.

¿Puede ser el fútbol siempre una buena excusa para escribir un cuento?Eso depende. Los temas no hacen a la esencia de la literatura, no hay grandes temas ni temas chicos, ni más importantes ni temas triviales. Depende, como siempre, de la escritura. Siem-pre es cómo está hecha: no qué se cuenta, sino cómo se cuenta. Esto puede ser un beso, un tropezón, la caída de un imperio o un gol. Lo que sucede es que el fútbol como fenómeno tiene tantas aristas, tantas vueltas, sobretodo en países como el nuestro y no en todas las culturas. En nuestra cultura, por las razones que se pueden analizar, o no, el fútbol es importante, algo en donde uno pone cosas. En la cabeza de los hombres argentinos el fútbol ocupa un lugar, siempre. A veces ese lugar lo ha ocupado durante mucho tiempo: los escritores siempre fueron hinchas de equipos, lo que pasa es que no escribían sobre eso.

A �nes de los ‘70, aparecen los referentes que luego en los ‘80 se desarrollaron dentro de la temática futbolera: ¿hubo una especie de apertura hacia ese tipo de literatura?Hubo un proceso en el que se publicaron más y se hicieron más visibles y aparecen más autores. El fenómeno vendría a ser que hubo más permiso para escribir sobre fútbol. Algunos escritores nuevos y otros que ya tenían trayectoria, le dieron expresión a esa cosa futbolera que ya venía con ellos. Un ejemplo muy lindo es el de Galeano, un hombre que venía escribiendo �cciones,

ensayos, política, historia, de divulgación en los años sesenta. Los primeros libros de Eduardo son de mediados de los años sesenta, muy precoces, hizo periodismo y otras cosas. Pero en determinado momento, avanzado ya los años noventa, escribió su primer libro sobre fútbol: El fútbol a sol y sombra (1995) ¿Podemos decir entonces que Galeano descubrió el fútbol, descubrió Peñarol, descubrió el Maracanazo a sus cincuenta años? No. De algún modo, hubo como un permiso personal en el cual el fútbol apareció como un tema en cual él encontró un motivo para escribir sobre eso. Además, encontró una demanda —usémoslo en términos marketineros— un espacio en el cual que apareciera un libro de Galeano hablando de fútbol no iba a signi�car que lo señalaran con el dedo como populista, cosas por el estilo, berreta, etcétera.

Muchos autores, sin ser recurrentes en el tema, alguna producción con el fútbol en el medio publica-ron, caso de Bioy Casares y Borges.Por ejemplo, en el Negro Fontanarrosa desde que comenzó con la �cción, uno de los temas que aparece ya en sus primeros cuentos, incluso antes de salir editado por De la Flor, hay un cuento llamado La barrera. Es decir, el Fontanarrosa narrador y el narrador futbolero, vienen juntos. Él fue un escritor que venía con el fútbol puesto, entonces, ahí se nota en qué medida si un tipo viene escribiendo de fútbol lo reconozcan como escritor. Es decir, si es un escritor que después escribe de fútbol está todo bien.

¿Se puede considerar como el puntapié de los cuentos de fútbol la antología de Roberto Santoro, Literatura de la pelota?Santoro hizo la primera antología grande con muchísimos textos de muchos autores. Después, aparecieron Cuentos de fútbol argentino (1999), y otra que tuvo ‘más reconocimiento’ hecha antes por (Jorge) Valdano en España (Cuentos de fútbol, 1994). La que hizo el Negro y que escribimos un montón de nosotros; algunos futboleros y otros que escribieron sobre fútbol y no son futboleros, como el caso de Bioy y Borges (Esse

JUAN SASTURAINTRAYECTORIA: EL DÍA DEL ARQUERO (DE LA FLOR 1986) CON ILUSTRACIONES DE FONTANARRO-SA – WING DE METEGOL (LIBROS DEL RESCOLDO 2004) – PICADO GRUESO (AL ARCO 2006/SUDAMERICANA 2012) – LA PATRIA TRANSPIRADA (SUDAMERICANA 2006).MANO HÁBIL: DESCRIPCIONES CERTERAS DE PERSONAJES, DIÁLOGOS GRÁFICOS, ÉPICA DEL PASADO COMO EJE CENTRAL Y ACTUALIDAD ÁCIDA.CARACTERÍSTICAS: HINCHA DE “BOQUITA”, ESPECIALISTA DEL GÉNERO NEGRO, FUTBOLERO, EX CANILLITA. ARGENTINA

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est percipi) a través de Bustos Domeq, otro, de (Héctor) Liberte-lla (La cifra redonda), Lucha Valenzuela (El mundo de los inocen-tes), que miran el fútbol un poco de costado. Es decir, en todos hay presencia del fútbol, lo que pasa es que no era tan frecuente. Pasaban por el fútbol algunos. Todos nuestros grandes escrito-res algún textito sobre fútbol tienen, los uruguayos sobre todo. Hasta Onetti escribió sobre Rampla Juniors y Benedetti tiene el cuento Wing izquierdo. En Argentina, esto parece más difícil: dependemos de algunos autores que empezaron a escribir sistemáticamente sobre temas y lugares recurrentes.

Algo de eso traía Soriano en sus textos: los paisajes con vientos del sur…Osvaldo ya en los setenta cuando era periodista de La Opinión, antes de publicar su primera novela Triste solitario y �nal (1973), escribió entre otras cosas el texto Obdulio Varela / El reposo del centrojás (del julio de 1972), es decir, que había en él esas cosas. Eso es Soriano, no la literatura futbolera. Son virtu-des del escritor. No te puede gustar el ballet, pero lees a ciertos tipos y decís ‘la puta, acá hay algo’. Hay zonas de la realidad que uno no tiene presentes, que vemos a través de esos universos y zonas a partir de la potencia de un escritor. Osvaldo, entre otras cosas, transmite extraordinariamente bien los climas.

Ver para LeerYa despojado de la responsabilidad de responder a llamados constantes, Sasturain se relaja, toma aire toma un sorbo y ojea por arriba de esos lentes diminutos. Con la misma mirada, se lo ve en una foto color un poco pixelada en un estudio de Telefé, donde realizó desde 2007 el ciclo Ver para leer, un recorrido audiovisual hacia la literatura donde Sasturain debía resolver inconvenientes cotidianos a través la narración anecdótica de los clásicos, sumando entrevistas con personajes vinculados a las letras. A partir de aquella experiencia en la que tuvo que “aprender muchas cosas de la tele”, el escritor alguna vez descri-bió en El engrupido (Arte de ultimar, en Página/12) que “me ha tocado en suerte hacer un programa de televisión sobre libros en el último año en un canal de aire y eso –nuevo para mí– me ha hecho más visible (no mucho), reconocible (no tanto) por la gente que mira la tele”. Leve respiro, trago al vermut, y la entre-vista sigue ya sin pausas.

En el fútbol se reúnen muchas cosas: ¿Esto hace que la temática no tenga receso y se amplíe cada vez mejor?El fútbol es muchas cosas al mismo tiempo. Primero que nada es un juego, lo que pasa adentro de una cancha, que consiste en una competencia, sino sería malabarismo. Por otro lado, el fútbol es un espectáculo desde el momento en que es visto por alguien. Por lo tanto, es también de algún modo, un hecho comercial, un negocio. Y luego, con el tiempo, cada vez más ha sido una transmisión, un relato. Esto no impide que porque sea un negocio no sea un juego, que sea un relato, algo que se escucha y algo que alguien narra. A mí la idea del fútbol como un relato me parece maravillosa, porque eso es lo que en el fondo es, un relato. Cada partido de fútbol es una historia irrepetible, es una historia nueva, un acontecimiento.

¿Cree que la literatura futbolera se expande por narrar esa otra parte del relato que no se cuenta en los medios?Sí, porque hay ciertas tendencias a analizar al partido de fútbol

que tienden a recortarlo estadísticamente, de resolverlo a través de los números, con un resultado y un montón de porcentajes que explican ese resultado. Eso no es cierto, eso es mentira: todo lo que los números cuentan no dan cuenta de lo que hace que el partido sea el partido. Pero el partido es otra cosa, es un relato: porque hubo una pelota que pegó en un palo, un tropezón, otro que no pudo jugar, uno que le erró, otro que se lesionó, otro que lo echaron porque el réferi se equivocó. Hay una altísima dosis de azar: si fuera reducible al resultado solamente, a nadie le importaría.

No tendría la gracia y no existiría el Prode (risas).Hay un ejemplo muy claro de eso. Si vos te enterás antes del resultado del partido, no te interesás en verlo: el trámite, lo que allí pasa es todo lo que hay. Todo lo demás es mentira, es un resultado, pero lo que importa es el cómo fue, qué pasó, que nos cuenten, que nos enteremos, que veamos. En eso reside la grandeza. Como el fútbol es tan azaroso, lleno de tantas posibi-lidades, incide y es lo más parecido a la vida cotidiana: en que los roles cambian continuamente. Jugar al fútbol es una metá-fora de la vida: hay aliados, enemigos, di�cultades y es imprevi-sible en gran medida.

Hay toda una re-signi�cación del fútbol: patria, reconocimiento, representación ¿Hay una expro-piación de todo ese peso según las épocas que atra-viesa?Hay una cosa que pasa, que es el sentido común de la época. El fútbol como fenómeno social ha sido ideológicamente, podría-mos decir, anatemizado tanto por izquierda como por derecha. Por izquierda, porque el fútbol era una alienación, el pueblo en lugar de ocuparse de hacer la revolución y salir adelante con la bandera, se distraía —como unos pelotudos— detrás de la pelotita, de agarrarse a trompadas por una camiseta y no por la lucha de clases. Hay algo de verdad en eso, supongo que sí, pero no lo agota, no es todo. Por derecha, porque era ‘cosa de negro’ ¿Qué es el fútbol? el lugar de la irracionalidad, de tipos que no piensan ‘¿cómo puede calentarse alguien por un lateral mal cobrado?’, ‘¿cómo podés poner toda esa energía en esas pelotu-deces?’ Además, para la derecha el fútbol es el no pensar, la brutalidad: ‘los tipos que se dedican a eso no piensan’, es el lugar del desafuero, salirse y olvidarse de sí mismo, toda una teoría catártica y alienación futbolera, esas únicas explicacio-nes. Eso tiene connotaciones políticas muy claras: ‘Cuál es el comportamiento de los futboleros? y… terminan votando a quien no deberían, estos hijos de puta, negros de mierda, en lugar de votar a quien deben —es decir, a sus representantes de clase o a los ilustrados— votan al peronismo, por ejemplo. ‘Estos negros de mierda no piensan, qué podés esperar de un tipo que va a la cancha’.

¿Se re�ere a las posiciones que toman los diferentes conceptos de la cultura según los gustos y las pasiones?De algún modo, los prejuicios culturales tienen un alto conteni-do político. Es toda una concepción de la cultura y el fútbol formaba parte de la incultura. En determinado momento, �nes de los sesenta y comienzo de los setenta, también en el campo del debate cultural y político, se discutió sobre qué era la cultu-ra. Hablamos de cultura popular, música popular. No estará en las bibliotecas o en el cine, pero acá hay cosas, hay algo que tiene que ver con la identidad, con el sentimiento y con la estética también, con la creación. Hay mucha basura como en

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todos los ambientes, pero hay mucha belleza también, y hay valores de pertenencia, de identi�cación. La discusión sobre el concepto de cultura popular, opuesto al anterior más elitista, incluye este tipo de cosas. Los permisos para empezar a escribir de estas cosas, revalorizar todo lo que eran las formas de la cultura popular entre otras formas de identi�cación popular, el fútbol es una de ellas. Cuando desaparecen otro tipo de víncu-los, ahí aparecen esos vínculos más espurios, sucios a veces, pero son genuinos también.

Lo vivible del fútbol pareciera que hoy pasa sólo por la televisión…La popularidad del fútbol en la mediatización es absoluta: es el espectáculo más grande del mundo. Hay más países en la FIFA que en la ONU, tiene más espacio la identidad futbolera que la identidad de país. No existe audiencia mayor a nivel universal que la de los mundiales. Hoy, una de las cinco personas más conocidas del mundo es el petiso Messi. Nosotros somos del país donde nació Maradona. Todo esto es un dato. Obviamente, es una enfermedad, un síntoma de cómo están las cosas, que tiene que ver con el poder de los medios, que son noventa guitas aparte. Por eso, todo el mundo casi tiene que escribir sobre el fútbol, porque está siempre adelante tuyo, no te podés hacer el pelotudo, aunque sea para negarlo. La oferta futbolera de los medios es excesiva e insoportable, inclusive para los que nos gusta el fulbito.

¿Hay toda una sobrexposición mediática-comercial la que deja a un lado el juego en sí? Lo que creemos muchas veces es que las distintas cosas que el fútbol es no anulan a las otras. Aunque las opaque, las distraiga, incluso la crítica corra los ejes y hable del negocio, los números y de la especulación, creemos que el carozo —que es el juego, los jugadores, la competencia, lo que pasa y es la belleza del juego— vale la pena lo que sucede adentro de una cancha. A los que nos gusta el fútbol, lo demás nos importa un carajo.

El primero del escritorSasturain habla de los grandes escritores que ayudaron a imagi-nar el fútbol y el boxeo a través de la literatura, las crónicas de textos inmortales. Inmortales como su primer gol en la primera de Independiente de Dorrego narrado en el documental Saluda-blemente en pelotas de Natalia Toth: “En este arco y más precisa-mente ahí (señala el ángulo superior a la derecha del arquero) entró un sobrepique tirado desde el borde del área, tiradito un poco en posición de número diez, a los ocho/nueve minutos del primer partido que jugué en Primera contra Ferroviario (el clásico de Dorrego). Tenía unos botines nuevos que me había regalado mi viejo, marca Fulbense, tres tiras. Me quedaban grandes, tenía un algodoncito en la punta. La pata me crecía todavía en ese momento. Hice goles más importantes que montonazo de cosas, es un momento de felicidad absoluta; no se parece a nada y está a la altura de la primera encamada, que el punto �nal de la primera novela. En aquel momento fue absoluto e irrepetible”, cuenta con el mismo tono de narración ronca. Afuera de la sala de operaciones se escuchan saludos de bienvenida que enseguida se apagan. En ese instante, continúa la consulta primaria.

¿Qué fue lo que lo condujo puntualmente a escribir sobre

fútbol?El hecho de que me gusta el fútbol y porque ocupa gran parte de mí cabeza. Y nada más. Escribo sobre las cosas que me interesan y a mí el fútbol me interesa. Entonces, en lugar de reprimir aquello diciendo que son boludeces, veré por qué carajo me interesa. El amor, la política, el fútbol, los hijos. Uno escribe sobre lo que le pasa y a mí el fútbol me pasa. —Su mirada queda clavada en el vaso de trago largo. Lo toma y espera ultimando.

¿Se puede considerar que a partir de la difusión que les dio Alejandro Apo se expandió aún más la litera-tura futbolera?Alejandro tiene una cosa muy reveladora, la de convertir a un inédito en un edito. (Eduardo) Sacheri nunca había publicado hasta que Alejandro empezó a contar y a leer sus cuentos, los convirtió en relato. Un dato más respecto a la potencia del relato oral en el fútbol. En Fontanarrosa todos los escritos tienen que ver con la oralidad. Una de sus grandes virtudes como escritor, a secas, es la oreja que tiene el Negro, infalible para el diálogo. Entonces, se convierten en textos transmisibles

a través de otros soportes y que oralmente sirven. La radio es el medio en el cual el fútbol más se difundió. Los que hemos vivido en el interior y hemos sido chicos en época que no había tele, el fútbol era jugarlo y el equipo de mi pueblo. Pero en el lugar de la pasión, Boquita era eso: una transmisión radial de los domin-gos. Era un cuento y te agarrabas a trompadas por un penal que nadie había visto. Discutías por un relato. Era como ver una película o escuchar a Tarzán por la radio. El fútbol llega como un relato, de ahí, viene la épica.

¿Cómo las peleas por radio de Monzón en Argentina o el Maracanazo para los uruguayos?Una anécdota. Me contaba mi papá cuando yo era muy chico, que los uruguayos después de que ganaron el mundial del ’50, repetían la transmisión de Solé, unos de los más extraordinarios narradores uruguayos, Víctor Hugo es nieto de esa tradición, de aquellos que tenían que hacer imaginar. Es distinto un mundo con tele que uno sin tele. Hay que pensar en el origen de la litera-tura cuando las cosas aún no estaban escritas: Homero es un narrador, el juglar que cuenta el Cid no tiene otra forma, es el único que existe, el que cuenta él. Entonces, el único Maracana-zo que existe es el que cuenta Solé durante lo que duró el parti-do. Para los uruguayos que no estaban en el estadio lo único que existe es ese relato y alguna imagen ‘puta’ después. Pero lo único que existe es ese cuento. Cuando terminó el mundial, los uruguayos pasaban el relato de Solé todas las noches, todo el pueblo lo escuchaba de nuevo antes de irse a dormir. No importa si existió o no, supongamos que fue todo mentira, que nunca existió el Maracanazo, no importa: existe el relato. En el cuento de Bioy y Borges, el fútbol no existe más que como un relato. ¿Qué sabemos si el Cid existió, si Homero existió? Bueno, el fútbol tiene esa seducción. Todos los de Independiente hablan de Bochini ¿Quién vio jugar al Bocha? No importa si el que lo elogia no lo vio, estan las imágenes y el relato.

“Hay zonas de la realidad que uno no tiene presentes, que vemos a través lapotencia de un escritor”.

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Por Félix MansillaCuando uno habla de cuentos de fútbol, enseguida aparece el nombre de Roberto Fontanarrosa. Su interés dentro de la temá-tica signi�có también un punto de partida para una variada rama de escritores contemporáneos que, al mismo tiempo, supieron adentrarse de lleno a sus formas: Osvaldo Soriano, Juan Sasturain, Alejandro Dolina, Mempo Giardinelli, entre otros muchos que hablaron de o con el balón como excusa. Alguien que siempre se de�nió como un individuo normal, común, que escribía historias que muchos vivieron y que también podrían reconstruir en algunas líneas. “No esperen de mí, ética alguna. Sólo puedo prometerles, como el gran estadis-ta, sangre, sudor y lágrimas en mis escritos. El apetito por más y la ansiedad por saber qué es lo que va a pasar”. Como un re�ejo de tal de�nición, en Palabras iniciales, del libro Usted no me lo va a creer (2003), amplía aún más el concepto personal: “De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo

sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la de�nición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro”. Sin más, este rosarino canalla nacido en el ´44, pudo llegar a ser reconocido también por sus personajes grá�cos como Inodoro Pereyra o Boogie el aceitoso, pero sobre todo por su impronta y huella en la forma de dar vida a creaciones —tanto grá�cas como literarias— plagadas de argentinismos y costumbres con incomparables interpretaciones del mundo. Su forma de hablar sobre sí mismo, deja una senda que abarca lo mejor y lo peor de un personaje reconocido. Por eso el Fontanarrosa, en tanto escritor de relatos de fútbol y dibujan-te, ahuyentaba los secretos de un escriba galardonado y la entregaba así de corta y al pie: “Siempre me ha gustado dibujar, me ha gustado contar. O sea, el mío es un trabajo vocacional y el gusto lo sigo manteniendo”.

No se puede empezar a hablar sobre cuentos de fútbol si no repasamos a uno de los iniciadores que siempre llevaba un balón entre los pies de sus historias. Desde un relato costumbrista a un humor con el toque necesario para dejar a los lectores con un lección de barrio, vida y esférico, el rosarino supo definirse con simples palabras.

Referentes

salvadosporelpunk.blogspot.com.ar

Escritorcon pelotas

ROBERTO FONTANARROSATRAYECTORIA: SEMBLANZAS DEPORTIVAS (DE LA FLOR 1989) - EL ÁREA 18 (DE LA FLOR 1986)

PURO FÚTBOL (DE LA FLOR 2000) – NO TE VAYAS CAMPEÓN (SUDAMERICANA 2000) Y COMO

ILUSTRADOR JUGÓ EN EL DÍA DEL ARQUERO DE JUAN SASTURAIN (DE LA FLOR 1986)

MANO HÁBIL: EL HINCHA, SUS DESCRIPCIONES Y EL TIPO DE RELATO SON SU FUERTE EN LA

HOJA. EL HUMOR Y LA EMOCIÓN PREDOMINAN TODO EL TIEMPO EN SUS PRODUCCIONES.

CARACTERÍSTICAS: ROSARINO, CANALLA Y FUTBOLERO. HOMBRE DE CAFÉ. ARGENTINA

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Adentrarse en el mundo Fontanarrosa se parece más al registro de lo cotidiano que a las investiduras de la literatura clásica, no por su toque único, sino por destacar esas cosas que se palpan en el día a día; un café, el fútbol, las minas, el barrio, tópicos por demás claves a la hora de contar al menos una parte de la histo-ria. En la misma medida en que Raymond Carver representó lo cotidiano en Vecinos ( en Catedral y otros cuentos) o Soriano la política interna del peronismo en “No habrá más penas ni olvido”, su obra es un traslado metafórico plagado de parodias que están en el interior de �cciones con marcas características de paisajes cotidianos, personajes pícaros, inocentes, soñado-res y fanáticos, en gran parte, seducidos por una pelota rodan-do. Su estampa de escritor queda señalada tanto en las formas de sus relatos —introducciones implícitas que se estiran a medida que las historias �uyen— y, por otra parte y quizá lo más carac-terístico: los diálogos. A partir de breves descripciones, la prosa toma formas que son reemplazadas por los gestos de cada personaje —muchos reales: amigos, vecinos, parientes— donde el hilo de la conversación, describe el panorama en el cual se sumerge lo acontecido.

Puto el que lee estoTras su fallecimiento, el 19 de julio de 2007, muchas fueron las veces en las que programas de TV repitieron esa forma irónica del Negro para de�nir todo lo que hizo a lo largo de más de cuatro décadas. Una mala palabra nunca debe estar de más. Muchas veces cuestionadas, la utilización de este vocabulario tan hablado pero pocas veces escrito, fue una manera en la que Fontanarrosa tuvo el poder de desa�arlas. Él apuntó así: “Creo que la mala palabra hace reír porque rompe con un convencio-nalismo. Lo que divierte es la irreverencia. La irreverencia provoca alegría”. Y eso era Fontanarrosa, un hacedor de epope-yas que describió las calles de su Rosario natal o fue quien dibujó los paisajes de sábados y domingos de fútbol en casa con la radio de fondo, y en el diario Clarín con su columna en página 2 y en la revista Viva a través de las pictóricas historias del gaucho ‘renegau’. Con simpleza y desparpajo, desplegó una defensa a las palabras proscriptas ante el jurado y el público del Congreso de la Lengua en Rosario, en 2004. “No sé quién las de�ne como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas pelícu-las —como las que nosotros veíamos—, que en un principio eran buenos, pero que al �nal la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas. Lo que yo pienso es que brindan otros matices, muchas de ellas”. De todas formas, no se puede resumir la sumatoria del escritor a la literatura de estos lares por su de�nición sobre las malas palabras, pero sí poner atención a su dimensión para dar cuenta de los secretos para una mejor atención del lector. Su lenguaje verbal está íntimamente arraigado a sus modos de volcar sobre el papel. Así como por fuera de un ghetto o encumbrado en las formas de de�nir a alguien a�anzado en las letras, en dos líneas expresó que “uno pre�ere que guste el trabajo, pero a eso de escribir para los escritores yo no le encuentro la gracia. La cosa

son los lectores”.

El barrioConfeso hincha de Rosario Central —“mi nombre completo debería ser Fontanarrosariocentral”— jamás renegó de ser hincha de un equipo del interior y así distrajo los malos pases con el orgullo de llevar los bastones azules en la casaca. Uno de sus célebres cuentos, sino el más representativo de un hecho histórico, fue 19 de diciembre de 1971. En la trama, miles de rosarinos hinchas de ambos clubes viajaron al Monumental de Núñez para ver la semi�nal que de�niría quién era el mejor en la ciudad portuaria. Allí, el viejo Casale —personaje principal que nunca había visto perder a Rosario de visitante— es engañado y llevado por un grupo de amigos que lo arrastra hacia la Capital para que el canalla no pierda. La explicación de su sentimiento por la redonda está resumida en pocas líneas, cuando Casale ya está muerto, después de sufrir un infarto tras la victoria de Rosario: “¡Esa es la manera de morir para un canalla! (…) ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa”.En dicho cuento, Fontanarrosa expande descripciones de Rosa-rio ciudad antes del enfrentamiento. En la verdadera derrota, en este caso y en encuentros de fútbol de tal magnitud, el miedo juega un rol destacado. “Porque si llegábamos a perder, mamita querida, nos teníamos que ir de la ciudad, mi viejo, nos tenía-mos que refugiar en el extranjero, te juro, no podíamos volver nunca más acá. Íbamos a parecer esos refugiados camboyanos que se tomaron el piro en una balsa. Te juro que si perdíamos nosotros agarrábamos el ‘Ciudad de Rosario’ y por acá, por el Paraná, nos teníamos que ir todos, millones de canallas, no sé, a Diamante, a Perú, a Cuzco, a la concha de su madre, pero acá no se iba a poder vivir nunca más con la cargada de los leprosos putos, mi viejo”.

Una lección de vidaA un año de la partida del Negro, la periodista y escritora uruguaya María Esther Gilio, quien colaboraba en el suplemento Radar de Página/12, publicó una entrevista titulada “Yo quería hacer India-na Jones”. Allí, el rosarino fue indagado sobre su rol político en cuanto a los mensajes de sus dibujos y sus formas de expresar algunas formas de realidad. En un tramo en el que habla sobre sí mismo, Gilio interroga sobre en qué está pensado. El Negro responde: “En la gente que a veces me dice si yo hago humor para hacer pensar. Claro que no. Eso sería una pedantería. La gente piensa sola, no necesita mi provocación. Lo que yo busco es hacer reír. Porque, además, si no hago reír me ponen en la calle y se buscan a otro. Eso es así”.A menos de una semana de su fallecimiento, el rosarino dio su última nota a la revista Viva. Un año después, sus palabras �otaban como anticipatorias en la publicación de esa entrevista. Sin pudor, dijo: “Sobre todo, el fútbol, que te limpia el bocho. Ahora no descargo un carajo. ¿Sabés qué? Mi cielo tendría canchitas de fútbol. Sí. A mí no me va eso del Nirvana ni los jardines con minas tocando la �auta. A los dos días ya te querés cortar las pelotas. Con una canchita y un bar para ver los partidos me arreglo”.

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Libros para visitarCentrofóbal hizo una lista de textos de los últimos veinticinco años de literatura futbolera, indispensables a la hora de sumergirse en la temática, donde son recurrentes las excusas para tener al fútbol como protagonista. Recuerdos, amores, pasión y visibilidad cotidiana en obras de plumas destacadas y respetables.

Recomendados

Alejandro Apo con su programa radial Todo con afecto, que comenzó en Radio Continental (AM 590) en 1996, fue uno de los máximos difusores de la literatura de la pelota. Apo llevó el relato futbolero a la radio y luego al escenario, con musicalización de Marcelo Sanjurjo, en donde difundieron la gran cantidad de cuentos que hay sobre fútbol. En 2007 la Editorial Alfaguara le pidió al periodista que recopile algunos de los escritos, y Apo seleccionó a dieciséis escritores para que salgan a la cancha. Algunos de ellos como Sacheri, Fontanarrosa, Walter Vargas pioneros en esta temática; pero también aparece el ex futbolista Jorge Valdano, Alejandro Dolina y Mempo Giardinelli, entre otros. Una recopilación que atraviesa todas las aristas de la literatura futbolera y que Apo eligió para publicar. Un libro recomendable para aquellos amantes de esta temática, en donde podrán apreciar a diversos autores y también recordar anécdotas y personajes que dio nuestro fútbol.

Eduardo Sacheri, autor hoy de innumerables relatos y también novelas, publicó su primer libro de cuentos de fútbol en el año 2000. Esperándolo a Tito le abrió las puertas de la literatura futbolera a este escritor que en dicho libro nos introduce en su forma de sentir el deporte. “El sentimiento de barrio, el desafío de calzarse los botines y enfrentarse a otra barra o de jugar con una Tango, el registro de las voces del conurbano y sus personajes, ése es territorio de Sacheri”, relata Alejandro Apo en el prólogo del libro. Todos esos escenarios son atravesados por un autor ignoto en aquel momento, pero que hoy ocupa un lugar privilegiado en la literatura.

Walter Vargas, periodista y psicólogo social que cuenta con una mirada particular del deporte, publicó Del diario íntimo de un chico rubio (y otras historias futboleras) en 2004. En las páginas, el platense narra 17 relatos que marcan un poco lo que fue su infancia, ya que muchos trascurren en su ciudad natal.La adrenalina de jugar con amigos y festejar con pasión un gol, hasta rememorar la infancia y compartir el entusiasmo de un partido con el viejo, son el terreno de Vargas. Con su mirada diferente del fútbol, desarrolla diversas visiones que difunde en estos atrapantes relatos. De lectura ágil y envolvente, Del Diario íntimo de un chico rubio es para aquellos amantes de la buena escritura y del deporte.

Juan Sasturain, especialista y referente actual de la literatura futbolera, volvió al ruedo en 2006 con Picado grueso (Ediciones Al Arco), un libro con veintidós relatos con fútbol en el que asiste a los pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires, a las tribunas de cualquier partido y a todo lo cotidiano de este deporte tan popular veinte años después de El día del arquero (De la Flor), que contó con ilustraciones de Roberto Fontanarrosa.Este año fue reeditado por Sudamericana, en una versión corregida y ampliada, donde memorables relatos como El búlgaro, El último entrenador y No grites que es peor, dan cuenta del asentamiento y comodidad del autor en este tipo de literatura. El legendario relato Campitos, �naliza la selección de textos que a lo largo de la última década, tiene a Sasturain como máximo exponente.

Soriano por Soriano. Un año después de su muerte, se publicó Arqueros, ilusionistas y goleadores, una recopilación de todos los escritos futboleros del Gordo. Soriano en esas páginas, hace de él. Quien no conoce al autor, es bueno que sepa que hubiera cambiado todo el éxito como escritor para ser el 9 de San Lorenzo. Y el libro transcurre por allí: su sueño entreverado con anécdotas.No es que Soriano hable especí�camente de él, pero con el correr de las páginas el lector siente que el protagonista siempre es ese goleador frustrado. Hay historias variadas y un factor común: el picado y el interior. Así, el escritor explota su mayor cualidad: la descripción.

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Desde el tablón

La literatura atraviesa por el medio a ese personaje creativo que intenta distraer a un rival o que investiga hasta el nombre de la mujer del juez de línea para volverlo loco todo el partido. El jugador y el entorno futbolero entienden en el hincha la esencia del tan nombrado folklore del fútbol; y las letras no le son esquivas.

Por Francisco ClavenzaniEl puteador, el alabador, el incentivador, el de aplauso fácil: el hincha. Es que es así, no hay un estereotipo de hincha de fútbol y menos de un hincha del fútbol argentino. Por eso la literatura futbolera se nutre tanto “del tablón” y los gra�ca en cada uno de sus cuentos.El hincha es sin duda un enamorado del juego. Porque gane, pierda o empate está satisfecho porque acompañó a sus colores. El que alienta sin cesar, hace malabares por ver a su equipo en donde sea y muchas veces mientras más lejos llegó, más placer le da. El hincha verdadero es el que no insulta a sus jugadores, el que no rompe el club, el que no vive de ser hincha, el que se come la bronca ante un gol con la mano o un penal mal cobrado en el último minuto y descarga el dolor llorando, rezando o en el encuentro de otra acción no violenta.Si bien el hincha no pierde su condición y su amor por los colores en ningún ámbito, es en la cancha en donde se desvive. Así, cada reducto se hace famoso por la hinchada. Y lo que pasa en las tribunas repercute directamente en el campo de juego. La ansiedad, la motivación, la necesidad de un cambio; todo, absolutamente todo, repercute positiva o negativamente en los jugadores y cuerpo técnico. Además, en este contexto globalizado en donde las cámaras están atentas a lo que sucede en las tribunas, las hinchadas se desviven por encontrar elementos originales: forma de colgar banderas, ingresos a los estadios, instrumentos que acompa-ñan cánticos, trapos escritos y algunas cosas más que hacen a las hinchadas “únicas”.“Es este espacio sagrado la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades”, dice el uruguayo Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra, y allí radica una gran verdad. Porque las diferencias se esfuman en la tribuna. No importa de dónde proviene cada uno, todos están por un motivo mancomunado: apoyar a su club.Según el periodista Alejandro Apo, en nuestra narrativa es Roberto Fontanarrosa, quien “interpreta exactamente la locura y la pasión”. Y Fontanarrosa describe al hincha en todos lados; porque hincha no se es solamente en la cancha. En su cuento el El ocho era Moacyr, el rosarino narra una situación particular en el famoso café de Rosario, El Cairo. Un grupo de amigos se juntaban todos los días a conversar sobre diversos temas, pero la charla comúnmente derivaba a la pelota. Un día apareció un personaje nuevo que se sumó a la mesa de café y al estar vestido elegantemente y hablar poco, cada vez que se iba era tildado de

“medio trolo el muchacho”. Le decían “sobrecojines”. Al otro día, ese muchacho se soltó en la conversación y mostró sus preferencias por el fútbol, recordando datos que la mesa había olvidado. Así pasó a ser “un buen tipo”. Porque saber de fútbol para estos hombres del café era sinónimo de ser buena gente, y una cosa similar pasa en la hinchada, cuando alguien conoce al pibe de la Tercera que asoma o que a la distancia reconoce a un jugador que llama el entrenador para hacer entrar. Porque la pasión se vive y palpita en todo momento.

La pantalla y el fútbolEl cineasta y reconocido hincha de Racing, Flavio Nardini, escribió y llevó a la pantalla chica el cortometraje Tiempo de descuento en 1997. Allí se representa cómo la pasión del hincha excede todo y en cualquier circunstancia. Un grupo de secues-tradores tienen prisionero a un joven y deben matarlo, ya que la recompensa solicitada por el rescate no llegará.En ese mismo momento, se está jugando una �nal entre Racing y Boca, en donde la Academia podría consagrarse campeón después de 32 años. En su último deseo el secuestra-do pide terminar de escuchar el partido, pero dos de los tres secuestradores aducen que está jugando con los sentimientos del otro, quien era hincha de Racing. Finalmente les muestra un tatuaje y con el correr del partido el secuestrador hincha de Racing termina matando al otro que los carga. De esta manera, el indefenso secuestrado encuentra un “aliado” dentro de su enemigo y todo gracias al fútbol y la pasión.Así, la pasión, la locura, la sabiduría del hincha se entremezcla en nuestra literatura. Y como relatan en la película El secreto de sus ojos, basada en la novela de Eduardo Sacheri La pregunta de sus ojos, la pasión no sufre cambios: “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión”.

Sin diferenciasSi existe un hincha similar al argentino, ése es el inglés. Y si hablamos de ese espectador y lo entrecruzamos con literatura, es imposible obviar el relato de Nick Hornby, Fiebre en las gradas. En un sensato y apasionante relato, el autor narra en primera persona su pasión por el Arsenal de aquel país durante 20 años. Una lectura recomendable y atrapante, que lleva al lector a sentirse uno mismo, volviendo a vivenciar las cosas que hemos hecho por los colores.

El rincón donde el corazón late

más fuerte www.canchallena.com

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Por Walter VargasLa relación entre fútbol e intelectuales y fútbol y literatura, viceversa, no es cosa de hace un año, ni de cinco, ni de diez. Ya en Rey Lear, de Shakespeare, hay una referencia futbolera en boca de Kent: ¡ni que te echen la zancadilla, mal jugador de fútbol! Francois Rebelais, en Gargantúa, alude a quien jugaba el balón con las manos como con los pies. Martin Heidegger, una suerte de revolucionario de la �losofía, se abstraía de Ser y Tiempo en apasionadas tardes de Bundesliga (era hincha del Hamburgo) y un signi�cativo número de escritores célebres regalaron hermosas páginas futboleras en tiempos en los que los bienpensantes veían el fútbol con sorna, con franco desdén o en todo caso con menor valoración que al boxeo, más salvaje, sí, pero también, según encontraban, más estético y más, como decirlo, más ético.Antonio Machado y León Felipe gestaron sendos poemas tribu-tados al balompié, pero sin dudas dos de los más célebres perte-necen a Rafael Alberti y Miguel Hernández. Oda a Platklo, de Alberti, es un texto de cuño antológico: Porque volviste el pulso a la pelea/en el arco contrario el viento abrió una brecha. A su vez, Hernández contribuyó con su Elegía al guardameta, dedicada a Lolo, "sampedro joven en la portería del cielo de Orihuela", cuyo acto supremo y de�nitivo fue salvar su arco al precio de dar la cabeza contra un poste. Como un sexo femeni-no, abrió la ligereza del golpe una granada de tristeza/ aplaudie-ron tu �n por tu jugada/ Tu gorra, sin visera, de tu manida testa fue lanzada, como oreja tercera, al área que a tus pasos fue frontera/ Te arrancaron, cogido por la punta, el cabello del guante, si inofensiva garra, ya difunta.En este confín del planeta abrevaron en la poética de la número 5 luminarias como Catulo Castillo, Julián Centeya, Manuel Mujica Lainez, Héctor Negro, César Fernández Moreno, Baldo-mero Fernández Moreno, Enrique González Tuñón, Humberto Costantini, entre otros, sin olvidar, desde luego, una verdadera joyita como Literatura de la pelota, ofrenda póstuma de Roberto Jorge Santoro antes de ser desaparecido por la dictadura militar que devastó a la Argentina en el período 1976/1983.En materia de prosa futbolera han dejado testimonio popes del

porte de Camilo José Cela, Horacio Quiroga, Henry de Montherlat, Rubem Fonseca, Eduardo Galeano, Mario Bene-detti, Augusto Roa Bastos, Vladimir Nabokov, siguen �rmas, pero si de nuestro país hablamos disponemos del excepcional póker que componen, en estricto orden alfabético, Rodolfo Braceli, Roberto Fontanarrosa, Juan Sasturain y Osvaldo Soria-no. Nótese que Sasturain nació en 1945, que Braceli nació en 1940, que Fontanarrosa (el inobjetable Maradona del género) y Soriano constan en el in�nito cósmico, pero los cuatro ya hacían genuina literatura futbolera cuando lejos estaba de avizorarse una expansión que se esbozó hacia �nales del siglo XX y se consumó a comienzos del siglo en curso. En mucho contribuyó, sería injusto omitirlo, la aparición de Ediciones Al Arco, un sello plenamente dedicado a textos vinculados con los deportes, fundado por los periodistas Julio Boccalatte y Marcos González Cézer. Pero igual de justo es reponer, en todo caso, que Ediciones Al Arco surgió y se consolidó como un vigoroso correlato de un viento de cola que interpeló prejuicios, estimuló a los indiferentes y liberó a quienes se sentían en posición de contar sus propias historias. Dicho de otro modo, el sello edito-rial autorizó a todo el mundo, aun cuando no todos publicaran en Al Arco. De esos años provienen el portentoso Eduardo Sacheri y unos cuantos autores más que, en última instancia, no hacen otra cosa que corresponder a la quintaesencia de su cultura. ¿Cuántos pilares identitarios gozarán, como el fútbol, de una savia de tan rozagante argentinidad?Quedará por establecer el origen del viento de cola, y sus razones primigenias, si tales hubieran (¿el abierto reconoci-miento del fútbol como un suceso de impregnación extraordi-naria y su legitimación como fuente de divisas copiosas?), pero mientras elucidamos el asunto, lo justo y debido es disfrutar del existente. ¿Así que fútbol y literatura se han vuelto tan armóni-cos como madera y carpintería? Enhorabuena. Lo verdadera-mente raro, y difícil de explicar, es por qué en nuestras tierras los libros de historia ignoran olímpicamente (valga el futbolis-mo) la in�uencia de un quehacer tan difundido, tan descomu-nal y tan fundante. Pero no vayan a creer. Ese día no debe de estar muy lejos.

Mediante un repaso por las letras que reflejaron el deporte en sus interiores, el columnista de Especialistas abre el juego para demostrar que la literatura de fútbol necesita un reconocimiento en los altares de las letras. Por su modo de contar parte de la historia y los autores que la forjaron para un presente repleto de textos con pelota.

Fútbol y literatura en la Argentina

Especialistas

WALTER VARGASTRAYECTORIA: REGRESO DEL LLANTO (POESÍA, JUNTO A J.L.CUTELLO, 1988), PERCHAS FLOJAS (1991), DICCIONARIO DE EQUÍVOCOS (CON PATRICIA MERCADO, 2004), NOCHES DE SAL (2005) Y MARCHAR HACIA LA ESPERA (2007), FÚTBOL: OPINIONES Y MERODEOS (JUGADOS, 1999), DEL DIARIO ÍNTIMO DE UN CHICO RUBIO (2004) Y FÚTBOL DELIVERY (2007).MANO HÁBIL: SU MIRADA, DERIVADA DEL PERIODISMO DEPORTIVO Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL, HACEN QUE SUS TEXTOS CONTENGAN REFLEXIÓN Y ANÁLISIS BIEN ARGUMENTADOS.CARACTERÍSTICAS: APESAR DE SU TEMPERAMENTO, TRANQUILO, MANTIENE SU COSTADO POLÉMICO EN COMENTARIOS FUTBOLEROS.

ARGENTINA

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Visitantes

Los tipos pueden conmover con los corazones blandos, a los pensantes, a los re�exivos, pero llevan en el ADN ese toque derivado del amor a la pelota, y todo lo que ella toca, hace y convierte. Ambos hinchas de Nacional, surcaron la temática a través de narrativas que se posicionan desde un costado

atravesado y retocado por el propio enfoque cultural del fútbol; un miramiento más social del deporte, derivado del marco entero, soslayado en el amor, apuntado en un sentir propio. Así, en cada línea derraman esa forma de ser tan del otro lado del charco: con la historia de las épocas de oro, con resentimiento compartido y la gloria del Maraca-

nazo. En ambos, la pelota se entretiene con sus protagonistas, que son personajes con problemáti-

cas —simples/complejas/comunes— que se extien-den desde el interior del Uruguay más conocido: el

tranquilo, honesto, en voz baja.

La patria CelesteDesde ese traslado literario que aglutina un tipo o forma

del “ser uruguayo”, el paralelo con la de�nición de Pablo Alabarces en Fútbol y Patria, puede vincularse el

traslado sobre el terreno de lo conceptuado como patria desde la pelota. Alabarces, de�ne: “El

fútbol, espacio de la identidad cálida que sólo pide una inversión de pasión a cambio de

relato de pertenencia sin mayores riesgos, se torna identidad prima-

ria; no un relato entre los otros, sino el único sentido —trági-

co— de la vida”.

Los patasucia

EDUARDO GALEANOTRAYECTORIA: EL FÚTBOL A SOL Y SOMBRA (CATÁLOGOS 1995) REÚNE SU VISIÓN SOBRE LA HISTORIA DEL FÚTBOL MUNDIAL MIRADO DESDE AMÉRICA DEL SUR. A LO LARGO DE AÑOS EN LABOR PERIODISTA, CRONICÓ CAMPEONATOS DE NACIONAL Y PERIPLOS DE SELECCIONES CHARRÚAS.MANO HÁBIL: CAPACIDAD PARA AMPLIAR PERSPECTIVAS HISTÓRICAS Y POÉTICAS DEL FÚTBOL COMO REPRESENTANTE DE LA CULTURA LATINA.CARACTERÍSTICAS: : HINCHA DE NACIONAL, ARTESANO DE SUS OBRAS, GRAN NARRADOR.

URUGUAY

www.wikipedia.org

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Si bien el autor inspecciona dicha hipótesis en torno al uso de la patria como vínculo dentro de la historia de Argentina, se asemeja a la determinación de los escritores uruguayos en el sentido amplio de la existencia de una patria ‘futbolera’. Así, el trasladado circunda el aspecto homogéneo charrúa: un pequeño país que disfruta y sufre los resultados deportivos de la Celeste.El lado histórico de Galeano y el tacto costumbrista de Benedetti, se relacionan en su concepción y construcción del término patria, a partir de puntos descriptivos de paisajes del Uruguay profundo y personajes bien de�nidos desde la entonación de los diálogos o la forma en que se perciben dentro de cada escrito. En El césped, Benedetti explaya una historia de amor y amistad que se procesa en la vida de Benja —lateral de un equipo chico— que pierde a su amigo Martín (arquero), quien se suicidó tras un gol que el propio número ocho acertó en el último minuto de un parti-do que consagraría monetariamente al portero con un pase al fútbol europeo. A su vez, el cariño por una mujer que se cruza en su camino, es el motor que permite a Benja decidir abandonar el deporte. De esta manera, Bene-detti describe los días de los deportistas, divididos entre el juego y las conversaciones de café. En Puntero izquierdo, donde el protagonista central cuenta los vericuetos de un jugador que se disputa entre el sentimiento por su club y los trances con agentes de una ma�a de poca monta. De igual modo, Benedetti despliega belleza poética en Hoy tu tiempo es real, dedicada a Diego Maradona: “Vida tuya tendrás y muerte tuya/Ha pasado otro año, y otro año/Les has ganado a tus sombras, aleluya”.En su novela Andamios (1996), relacionó el anhelo de fútbol con el exilio: “Y ya que nadie te informa de cómo van Peñarol o Nacional o Wanderers o Rampla Juniors, te vas convirtiendo paulatinamente en forofo (Hincha, digamos) del Zaragoza o del Albacete o del Tenerife, o de cualquier equipo en el que juegue un uruguayo o por lo menos algún argentino o mexicano o chileno o brasileño”. Sobre los choques en el amor entre hinchas de Peñarol y Nacional, deslizó: “Que un hincha de Peñarol se enamore de una chica de Nacional, o viceversa, puede originar resentimientos familiares de la envergadura, que los conviertan en los Montescos y Capuletos

del subdesarrollo”.Del mismo modo, en El fútbol a sol y sombra, Galeano convierte la historia con una perspectiva desarrollada desde una matriz cultural latinoamericana donde existen los buenos, los malos, los traidores y los héroes. Su primera de�nición, El fútbol, abre así: “(…) El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucra-tivos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impe-dir que se juegue”. En tanto, arti�cio comercial, “la tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atro�a la fantasía y prohíbe la osadía”.Cada nota a Galeano por motivo propio o lanzamiento edito-

rial tiene algo de equipos uruguayos: anécdotas, épica y reconocimiento. En la revista

cultural ADN, en 2008, Galeano expuso que “son los dos

milagros: la literatura y el fútbol. ¿Cómo puede ser

que un país que tiene la población de un barrio de Buenos Aires o San Pablo haya ganado dos campeonatos olímpi-cos y dos mundiales y tenga 247 jugadores en distintos países del mundo? Es inexplica-ble. (…) El jugador uruguayo recibe la

pelota y medita, recuerda, piensa en su infancia. Claro, cuando hace el pase es tarde”.

MARIO BENEDETTITRAYECTORIA: PUNTERO IZQUIERDO (MONTEVIDEANOS 1954) ES UNO DE LOS PRIMEROS TEXTOS DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA EN RETRATAR ASPECTOS DEL MUNDO FUTBOLÍSTICO. EL CÉSPED, DE SU ÚLTIMA ETAPA NARRATIVA Y MÁS ESCRITOS EN DIARIOS URUGUAYOS Y POEMAS, ENTRE ELLOS, EL DEDICADO A MARADONA HOY TU TIEMPO ES REAL, REFLEJAN SU SED POR LA PELOTA.MANO HÁBIL: CONTIENE HISTORIAS INOLVIDABLES VINCULADAS AL AMOR, LAS TRAMPAS Y LAS DESILUSIONES CON FÚTBOL COMO CONTEXTO PRINCIPAL.CARACTERÍSTICAS: HINCHA DE NACIONAL, DEFENSOR DE LA CELESTE Y CRÍTICO DEL NEGOCIO DEL FÚTBOL. URUGUAY

www.deidayvueltastaffmediaonline.wordpress.com

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Nunca jamásPor Walter Saavedra

Cómo vas a saber lo que es el amor... si nunca te hiciste hincha de un club. Cómo vas a saber lo que es el dolor... si jamás un zaguero te azotó la tibia y el peroné.

Cómo vas a saber lo que es el placer... si nunca ganaste un clásico barrial. Cómo vas a saber lo que es llorar... si jamás perdiste un clásico sobre la hora con un penal dudoso.

Cómo vas a saber lo que es el cariño... si nunca acariciaste la redonda de chanfle. Cómo vas a saber lo que es la solidaridad... si jamás saliste a dar la cara por un compañero golpeado desde atrás.

Cómo vas a saber lo que es la poesía... si nunca tiraste una gambeta. Cómo vas a saber lo que es la humillación... si jamás te hicieron un caño. Cómo vas a saber lo que es la amistad... si nunca devolviste una pared.

Cómo vas a saber lo que es un orgasmo... si jamás diste una vuelta olímpica de visitante. Cómo vas a saber lo que es el pánico... si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe. Cómo vas a saber lo que es morir un poco... si jamás fuiste a buscar la pelota adentro del arco.

Cómo vas a saber lo que es la izquierda... si nunca jugaste en equipo. Cómo vas a saber lo que es la xenofobia... si en ninguna cancha te gritaron "negro de mierda".

Cómo vas a saber lo que es la soledad... si jamás te paraste bajo los tres palos a doce pasos de un rival. Cómo vas a saber lo que es el barro... si nunca te tiraste a los pies de nadie para mandar la pelota sobre un lateral.

Cómo vas a saber lo que es el egoísmo... si nunca hiciste una de más cuando tenías que dársela al nueve que estaba mejor ubicado. Cómo vas a saber lo que es el arte... si nunca inventaste una rabona.

Cómo vas a saber lo que es la música... si jamás cantaste haciendo equilibrio sobre un para-avalancha. Cómo vas a saber lo que es el suburbio... si nunca te paraste de wing.

Cómo vas a saber lo que es la injusticia... si nunca te sacó tarjeta roja un referí localista. Cómo vas a saber lo que es el insomnio... si jamás te fuiste al descenso. Cómo vas a saber lo que es el odio... si nunca hiciste un gol en contra.

Cómo vas a saber lo que es la vida, hijo mío... si nunca, jamás, jugaste al FÚTBOL.

Cancha RayadaPor Fabián Casas

Caminamos, con mi viejo, por la playa de estacionamiento.Es un día de calor sofocantey en el asfalto recalentado

vemos la sombra de un pájaro negroque vuela en círculos,

como satélite de nuestra desgracia.Una multitud victoriosa, a nuestras espaldas,

ruge todavía en la cancha.Acabamos de perder el campeonato.

La cabina del auto es un horno a leña;los asientos queman y el sol que pega

en el vidrio, enceguece.Pero no importa, como dos bonzos

dispuestos a inmolarse,nos sentamos y enciendo el motor:

Fabián Casas y su padrevan en coche al muere.

Contratapa

FútbolPor Blanca Varela

Juega con la tierraComo con una pelota

Báilala, estréllala, reviéntalaNo es sino eso la tierra

Tú en el jardínMi guardavallas,

Mi espantapájaros,Mi Atila, mi niño

La tierra entre tus piesGira como nunca

Prodigiosamente bella