neruda y los escritores americanos en caballo verde para la poesa 0

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 Neruda y los escritores americanos en Caballo verde para la poesía TRINIDAD BARRERA 19 Es bien conocido que la llegada de Neru- da, desde Buenos Aires a España en el año 1934 1 , no pasó desapercibida. Su presencia ha sido comparada a la de Rubén Darío aunque entre la llegada del nicaragüense y ésta del chileno habían pasado por aquí Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo y Vicente Huido- bro, por citar sólo a tres de los grandes escri- tores del siglo XX. La intelectualidad espa- ñola que Neruda conoció era muy distinta a la que vio Darío, además, en su caso, ya había habido algún que otro conocimiento previo de su obra, Rafael Alberti, según cuenta en sus memorias, había visto en 1930 su Resi- dencia en la tierra. No es ninguna novedad decir que Neruda estuvo muy vinculado a España. La guerra ci- vil española sorprendió a Neruda en Madrid y precisamente la situación le servirá de inspi- ración para escribir España en el corazón, aun- que ya hacía tiempo que España estaba en su corazón y siguió estándolo. Aquí en Madrid vería la luz en 1935 su segunda edición de Re- sidencia en la tierra gracias a Cruz y Raya. Se- ría la primera edición completa en relación con la primera, chilena, de 1933. La edición española es conocida como «Edición Cruz y Raya» porque las ediciones del Árbol depen- dían de la editora y revista de ese nombre di- rigida por José Bergamín. A finales de mayo de 1934 Neruda llega a Barcelona, en calidad de cónsul de Chile, con la mirada puesta en Madrid a donde deseaba trasladarse; durante unos meses deberá oscilar entre las dos ciuda- des en espera del traslado. La llegada a Madrid es relatada por Sáenz de la Calzada quien cuenta que fue a esperarle a la estación del Norte en compañía de Federico García Lor- ca. En la capital encontrará también a Rafael Alberti. En el año 34 Lorca lo presenta como conferenciante en la Universidad Compluten- se de Madrid –pocos meses antes habían dado una conferencia al alimón en Buenos Aires. Sus palabras de presentación, cargadas de ca- lidez y deferencia, fueron un espaldarazo pa- ra el poeta chileno y resultan sumamente sig- nificativas de la acogida que tuvo el poeta por parte de los jóvenes poetas del 27. Acogida que pocos meses después se concreta en el ex- cepcional «Homenaje» que introduce la pu- blicación separada de Tres cantos materiales, reflejo sin duda de la fraternidad y el recono- cimiento que le rodea así como la atracción del modelo del intelectual de izquierdas en- carnado en Alberti. Bergamín, Alberti, Rosa- les, Aleixandre, Guillén, Hernández o Lorca son algunos de los nombres que hay que aso- ciar a su estancia en España por aquellos años que ha quedado ratificada también en su cola- boración en las revistas españolas más impor- tantes de entonces, Caballo Verde para la Poesía, El Mono azul , etc. Precisamente de la primera fue su director 2 . En sus memorias, Confieso que he vivido, podemos encontrar mayores detalles de su pa- so por España pero parece indudable que fue- ron las vivencias de aquellos tumultuosos años, las que ejercieron en él un influjo deci- sivo para su abierta inclinación hacia el mate- rialismo ideológico político 3 . T rinidad Barrera Catedrática de literatura hispanoamericana de la Universidad de Sevilla. Su actividad crítica se ha centrado en la narrativa y en la poesía contemporánea. Ha sido profeso- ra visitante en universidades europeas, latinoamericanas y norteamericanas. En narrativa es la autora de La estructura de  Abaddón el exterminador ,  De fantasías y galanteos (Estudios sobre Adolfo Bioy Casares) y de ediciones de José Eustasio Rivera y Bioy Casares; en poesía ha traba-  jado autores desde León de Mera hasta Baldomero Fernández Moreno y con espe- cial atención los movimientos de vanguar- dia hispanoamericanos. En literatura colo- nial, ha editado los Naufragios de Cabeza de Vaca, la Primera parte del Parnaso  Antártico , de Diego Mexía, y estudiado, entre otros a Colón, fray Gaspar de Carvajal y Bernardo de Balbuena. Es autora también de la Letteratura hi spano-americanay Del Centro a los Márgenes. Narrativa hispa- noamericana del siglo XX . NERUDA Y LOS ESCRITORES  AMERICANOS EN CABALLO VERDE PARA LA POESÍA T  RINIDAD B  ARRERA 1 Había estado en Madrid uno cuantos días en 1927. 2  Juan Cano Ballesta, La poesía española entre pureza y revolu- ción, Madrid, Siglo XXI, 1996. 3 Sobre su estancia madrileña, cfr. el reciente libro de Sergio Macías, El Madrid de Pablo Neruda , Ma- drid, Tabla rasa, 2004.

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  • Neruda y los escritores americanosen Caballo verde para la poesa

    TRINIDAD BARRERA

    19

    Es bien conocido que la llegada de Neru-da, desde Buenos Aires a Espaa en el ao19341, no pas desapercibida. Su presencia hasido comparada a la de Rubn Daro aunqueentre la llegada del nicaragense y sta delchileno haban pasado por aqu Jorge LuisBorges, Oliverio Girondo y Vicente Huido-bro, por citar slo a tres de los grandes escri-tores del siglo XX. La intelectualidad espa-ola que Neruda conoci era muy distinta ala que vio Daro, adems, en su caso, ya habahabido algn que otro conocimiento previode su obra, Rafael Alberti, segn cuenta ensus memorias, haba visto en 1930 su Resi-dencia en la tierra.

    No es ninguna novedad decir que Nerudaestuvo muy vinculado a Espaa. La guerra ci-vil espaola sorprendi a Neruda en Madridy precisamente la situacin le servir de inspi-racin para escribir Espaa en el corazn, aun-que ya haca tiempo que Espaa estaba en sucorazn y sigui estndolo. Aqu en Madridvera la luz en 1935 su segunda edicin de Re-sidencia en la tierra gracias a Cruz y Raya. Se-ra la primera edicin completa en relacincon la primera, chilena, de 1933. La edicinespaola es conocida como Edicin Cruz yRaya porque las ediciones del rbol depen-dan de la editora y revista de ese nombre di-rigida por Jos Bergamn. A finales de mayode 1934 Neruda llega a Barcelona, en calidadde cnsul de Chile, con la mirada puesta enMadrid a donde deseaba trasladarse; duranteunos meses deber oscilar entre las dos ciuda-des en espera del traslado. La llegada a Madrid

    es relatada por Senz de la Calzada quiencuenta que fue a esperarle a la estacin delNorte en compaa de Federico Garca Lor-ca. En la capital encontrar tambin a RafaelAlberti. En el ao 34 Lorca lo presenta comoconferenciante en la Universidad Compluten-se de Madrid pocos meses antes haban dadouna conferencia al alimn en Buenos Aires.Sus palabras de presentacin, cargadas de ca-lidez y deferencia, fueron un espaldarazo pa-ra el poeta chileno y resultan sumamente sig-nificativas de la acogida que tuvo el poeta porparte de los jvenes poetas del 27. Acogidaque pocos meses despus se concreta en el ex-cepcional Homenaje que introduce la pu-blicacin separada de Tres cantos materiales,reflejo sin duda de la fraternidad y el recono-cimiento que le rodea as como la atraccindel modelo del intelectual de izquierdas en-carnado en Alberti. Bergamn, Alberti, Rosa-les, Aleixandre, Guilln, Hernndez o Lorcason algunos de los nombres que hay que aso-ciar a su estancia en Espaa por aquellos aosque ha quedado ratificada tambin en su cola-boracin en las revistas espaolas ms impor-tantes de entonces, Caballo Verde para laPoesa, El Mono azul, etc. Precisamente de laprimera fue su director2.

    En sus memorias, Confieso que he vivido,podemos encontrar mayores detalles de su pa-so por Espaa pero parece indudable que fue-ron las vivencias de aquellos tumultuososaos, las que ejercieron en l un influjo deci-sivo para su abierta inclinacin hacia el mate-rialismo ideolgico poltico3.

    Trinidad Barrera

    Catedrtica de literatura hispanoamericanade la Universidad de Sevilla. Su actividadcrtica se ha centrado en la narrativa y enla poesa contempornea. Ha sido profeso-ra visitante en universidades europeas,latinoamericanas y norteamericanas. Ennarrativa es la autora de La estructura deAbaddn el exterminador, De fantasas ygalanteos (Estudios sobre Adolfo BioyCasares) y de ediciones de Jos EustasioRivera y Bioy Casares; en poesa ha traba-jado autores desde Len de Mera hastaBaldomero Fernndez Moreno y con espe-cial atencin los movimientos de vanguar-dia hispanoamericanos. En literatura colo-nial, ha editado los Naufragios de Cabezade Vaca, la Primera parte del ParnasoAntrtico, de Diego Mexa, y estudiado,entre otros a Coln, fray Gaspar de Carvajaly Bernardo de Balbuena. Es autora tambinde la Letteratura hispano-americana y DelCentro a los Mrgenes. Narrativa hispa-noamericana del siglo XX.

    NERUDA Y LOS ESCRITORESAMERICANOS EN CABALLO VERDE

    PARA LA POESATRINIDAD BARRERA

    1Haba estado en Madrid unocuantos das en 1927.

    2Juan Cano Ballesta, La poesaespaola entre pureza y revolu-cin, Madrid, Siglo XXI, 1996.

    3Sobre su estancia madrilea, cfr.el reciente libro de Sergio Macas,El Madrid de Pablo Neruda, Ma-drid, Tabla rasa, 2004.

  • El Caballo verde nerudiano es una revistaplural que refleja, como dijo Lechner, granparte del inquieto cielo literario de su tiempo4.Fueron cuatro nmeros que vieron la luz en-tre octubre del 35 y enero del 36, el siguiente,un nmero doble, estaba dedicado a Julio He-rrera y Reissig y ya terminado qued en im-prenta, paralizado por el estallido de la guerracivil. En noviembre del 36 Neruda abandonaMadrid y se instala, tras un breve paso por Va-lencia, en Paris. En noviembre del 37 est yaen Chile.

    Durante mucho tiempo la revista CaballoVerde para la poesa fue juzgada exclusiva-mente por las editoriales nerudianas, por esoscuatro prlogos de sus respectivos nmeros,citados hasta la saciedad como signo del cam-bio de esttica en la potica nerudiana. Hoyda estudios detenidos5 han puntualizado queni fue una revista exclusivamente de poesacomprometida ni una amenaza abierta para lapoesa pura sino, como dijo Neruda, sin ex-cluir deliberadamente nada, sin aceptar deli-beradamente nada. Slo desde esa considera-cin puede entenderse la nmina de loscolaboradores. Resulta interesante detenerseen los hispanoamericanos para verlos en rela-cin con el poeta chileno y con la esttica quemarcan los respectivos poemas que entreganpara Caballo verde.

    Siete escritores hispanoamericanos suben ala grupa de su Caballo, cuatro argentinos,Ral Gonzlez Tun, Ricardo Molinari, JosGonzlez Carbalho y Miguel ngel Gmez,dos chilenos, ngel Cruchaga Santa Mara yLuis Enrique Dlano y un cubano, Flix PitaRodrguez. La nmina no es pequea, puesslo son diez los escritores no espaoles quepublican all, pero s desigual. De los argenti-nos, Tun y Molinari han sido ratificadospor la historia literaria como dos grandes fi-guras de la poesa argentina del siglo XX, me-nos fortuna han corrido las trayectorias de losotros dos. Incluso los dos primeros son poe-tas muy distintos entre s, lo que pone de re-lieve algo que se ha sealado desde los prime-ros comentarios a Caballo, que no es unarevista avocada directa y exclusivamente alcompromiso aunque ejemplos haya en sus p-ginas6. Ral Gonzlez Tun (1905-1974) esdesde luego ejemplo de ese compromiso. Muyamigo de Neruda quien lo cita repetidas vecesen su correspondencia, en sus memorias y ensus poemas. En la Carta a la Rubia (la es-

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    posa del escritor argentino Pablo Rojas Paz;Neruda,OC,V,1029-1031) de 19 de septiem-bre de 1934, antes de la aparicin de la revis-ta, Neruda le cuenta a Sara Torn de RojasPaz su traslado a Madrid como cnsul, su per-muta con la Mistral, sus fiestas y entre noticiasy aoranzas le pregunta, se cas Ral? . Ensu famoso y durante mucho tiempo ocultoMadrid (1935), Neruda en medio de impre-caciones contra la falsedad y la envidia delmundo literario que le rodea lo recuerda enuno de sus versos como un valor autntico:Gonzlez Tun lucha. Cuando muchosaos despus Neruda repasa la poesa argen-tina los nombres que afloran son Jos Pedro-ni, Ricardo Molinari, Ral Gonzlez Tun yOliverio Girondo (Neruda,OC,IV,1013). Loms probable es que conociera a Tun du-rante su estancia en Buenos Aires, a la que lle-g como cnsul en 1933.

    Adems de la corriente afectiva que lesuna, Gonzlez Tun fue un enamorado deEspaa y un defensor a ultranza de la Rep-blica. Comenz muy joven, en Buenos Aires,sus andanzas literarias, a los diecisiete publi-caba en Caras y Caretas, luego lo hara en Cr-tica y temprano tambin comenz a ponersedel lado de las injusticias participando activa-mente en la guerra del Chaco. Su andadura fuede la mano de las revistas ms sintomticas dela actualidad portea, Inicial, Proa de la quefue redactor y la emblemtica Martn Fierro.

    Pese a esta inocultable vocacin martinfie-rrista est considerado un escritor de Boedo yno de Florida pero es que por Martn Fierropasaron todos. En esta ltima comenz a co-laborar muy pronto. Ya en el nmero 8-9(1924) aparecen tres poemas de su primer li-bro El violn del Diablo que vera la luz en1926. Desde entonces hasta el nmero 44-45(1927) colabora asiduamente publicando suspoemas e incluso en este ltimo nmero ter-cia en la famosa polmica de El meridianoen carta a Benjamn Jarns donde ataca a Es-paa y a Madrid en trminos muy lejanos a losque pocos aos despus despertara esta tierra,su situacin poltica y su pueblo con los quese solidariz sinceramente:

    Espaa, por culpa de quienes no supieron salvarla atiempo, cabe, con todo su glorioso ayer, en el fretrode una antigua frase Old Spain... Cuando yo decidapartir ir a Nueva York antes que a Madrid (385)

    4Jan Lechner, Introduccin aCaballo verde para la poesa.Reimpresin anasttica de laedicin de Madrid 1935/1936,Darmstadt, Kraus Reprint, 1974.En adelante CV.

    5Juan Cano Ballesta, op.cit.; Anto-nio Jimnez Milln, Sobre unapoesa sin pureza. Notas acercade Caballo verde para la poe-sa, Analecta Malacitana, 3,1980, pp. 243-260; Jos Ma-nuel Lpez de Abiada, Notassobre Caballo verde para lapoesa, Cuadernos Hispanoa-mericanos, 430, 1986, pp. 141-163.; Sebastin de la Nuez, Lapoesa de la revista Caballo ver-de de Neruda, Anales de Lite-ratura Hispanoamericana, VI, 7,1978, pp. 205-257.

    6Jan Lechner, op. cit., y CanoBallesta, op. cit.

    Portada. Caballo verde para lapoesa.

    Ral Gonzlez Tun.

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    Hay millonarios.Se han visto marchas de hambre sobre

    [flamantes villasy de burgueses muertos vientres agujeradosy filas de mineros fusiladosy judas violadas y suicidios y ahorcados.Hay caretas de gases, alarmas con incendio,amuebladas con crmenes, motines con

    [auroras,bombas, espas, microbios de servicio

    [secreto,rumor de yataganes y de banderas rojas.Hay bronca.Hay la revuelta prxima que estallar de prontocomo la luz tan sbita que inventa una ventana.Hay posibilidades para la poesa.Hay maana.

    En este poema est el poeta social, de cor-te proftico, que se levanta contra la injusticiaya sea social o econmica y contra todo tipode discriminacin. Los poemas revoluciona-rios escritos por esas fechas van a dar a sulibro La rosa blindada (Homenaje a la insu-rreccin de Asturias y otros poemas revolucio-narios) (1936) que con Las puertas del fuego(1938) y La muerte en Madrid (1939) diseanplenamente al poeta comprometido que es elque recoge Neruda en su revista, un poeta detotal fidelidad con su ideario, acorde en estaocasin a la cacareada poesa sin pureza.

    El poeta que supo blindar la rosa, supo porende combinar esttica y poltica, poesa comoarma de combate, identificacin entre los finesdel arte y los fines de la revolucin que se aco-moda a las propuestas del surrealismo en susegundo manifiesto, movimiento con el que sesinti identificado. Si hemos de hacer caso aCano Ballesta7, la poesa de Tun influy enMiguel Hernndez con quien le una granamistad, siendo para l un ejemplo, entreotros, que le encamin hacia la poesa revolu-cionaria.

    Para hacer honor al espritu variado delCaballo nerudiano, la otra gran figura poticaargentina elegida para el nmero 1 es RicardoE. Molinari (1898-1996). Molinari, pertene-ciente tambin a la generacin martinfierrista,es un poeta muy distinto a Gonzlez Tun.Ambos fueron incluidos en la Exposicin de laactual poesa argentina (1921-1927) de PedroJuan Vignale y Csar Tiempo y ambos cola-boraron en Martn Fierro, aunque antes Mo-linari, como Gonzlez Tun, lo haba hecho

    No fue as, tras su segundo libro, Mirco-les de ceniza (1928), marcha a Europa graciasal dinero obtenido al ganar el Premio Muni-cipal de Poesa y es Pars el destino elegido,all contactar con el surrealismo que dejarsu huella en el libro siguiente. Corra el ao1929. Su siguiente visita a Europa fue conmotivo de su viaje de boda y eligi Espaaadonde llega en 1935. La etapa que aqu inte-resa, considerada adems como la ms nota-ble de su obra, es la que circula entre La calledel agujero en la media (1930) y La rosa blin-dada (1936).

    Al llegar a Madrid se encuentra con varioshechos de cabal importancia para su toma deconciencia, la insurreccin de los mineros as-turianos de octubre del 34, prtico de la gue-rra civil que premonitoriamente anuncia enel poema de Caballo. Los hechos exigen surespuesta. Junto a Pablo Neruda estuvo, co-mo representante de la delegacin argentina,en el I Congreso Internacional de escritorespara la defensa de la cultura, celebrado en Pa-rs en junio de 1935. Firma, junto a Neruda,Serrano Plaja y otros, un texto elogioso so-bre la figura de Barbusse recin fallecido ysobre la importancia de dicho Congreso(Los escritores y el pueblo, octubre de1935) justo por la misma fecha en que sale ala luz su poema en la revista nerudiana. Elviaje a Paris de 1935-36 coincide con el co-mienzo de su actividad militante se habaafiliado al Partido Comunista en 1934 y conel inicio de la Guerra civil espaola. Volvi aEspaa, al frente, como enviado especial deldiario Crtica y estuvo en el Congreso Anti-fascista en 1937. Neruda en Espaa en el co-razn al recordar su casa de las flores invocaa los amigos y les dice: Ral, te acuerdas? /te acuerdas, Rafael? / Federico, te acuer-das...?

    Todos estos datos explican el tono que res-pira el Poema caminando (CV,I,17-18), enla lnea de su Juancito Caminador su alterego, flneur comprometido con lo que ve ensu deambular de lo que hace un inventario, laspertenencias de un mundo y sus injusticias,grifos secos que suenan / la msica del aguasubterrnea tan cerca.... pozos negros conpeones ahogados. Un hay insistente reco-rre el largo caminar del hablante lrico quepasa de imgenes surrealistas del comienzo aclaras y rotundas admoniciones:

    Con Picasso en Pars en 1949.

    7Cano Ballesta, op. cit.

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    en Inicial (1923-1926). Molinari seincorpora a la gran revista ultrastacon posterioridad a Tun, concre-tamente en el nmero 39, marzo del27, y prcticamente colabora en to-dos sus nmeros hasta el final de lamisma. Sus contribuciones ponen derelieve al poeta de El imaginero(1927), su primer libro, del que ade-lanta algunas composiciones, su pa-sin por Alfonso Reyes, por Gngo-ra, o su implicacin en la polmicadel meridiano, en respuesta a EvarMndez, donde se coloca del lado de

    su pas rechazando el meridiano madrileo, entodo caso meridiano de trastornos marro-ques y de Primo de la Costanera (MartnFierro, 42,4).

    Desde los poemas de este primer libro sepuede apreciar el particular lirismo de Moli-nari, una poesa

    atenta a los ejemplos del romanticismo francs e in-gls, que desconfa del culto a la novedad de muchosde sus camaradas y propende a la reflexin filosficaen detrimento de la imagen tctil o sensorial8.

    Se puede decir que su poesa, de corte in-timista, no es en absoluto una autobiografasentimental aunque propende a la elega, al en-simismamiento sin coordenadas espaciotem-porales, lo que dificulta el rastreo biogrfico atravs de sus versos. La herencia espaola dela lrica del Siglo de Oro y de los cancionerosmedievales halla eco en sus versos, un buenconjunto de libros, marcados por la intros-peccin, que l mismo edit en sus primerostiempos.

    Estuvo en Espaa en 1933 donde conocia algunos miembros de la generacin del 27 yotros poetas del momento, Alberti, Lorca, Al-tolaguirre, Moreno Villa, Gerardo Diego, etc.Probablemente Neruda lo conociese durantesu estancia en Buenos Aires, en casa de RojasPaz, y sin dudas, as lo dice, lo considera unade las tres o cuatro voces importantes de lapoesa argentina. En la Oda a Federico Gar-ca Lorca recuerda a sus amigos y lo cita jun-to a Oliverio, Norah, etc. Es el primero quepublica en Caballo, junto a Tun. El poemaque le enva a Neruda para su insercin esNao damores que incluira luego en susElegas de las altas torres (1937), con pequeasvariantes. El original de Caballo verde apare-

    ce desnudo, sin dedicatorias ni referencias deescritura. Al incluirlo en las Elegas est dedi-cado a Alfonso Reyes y termina con un pa-rntesis indicativo de fecha y lugar de escritu-ra, Baha de Ro de Janeiro, 25 de abril de1933.

    Es un bello canto a un amor perdido,porque tengo pegado en el pecho/ toda tunoche de pasin horrible, un amor clandes-tino, fugaz, precipitado, una sombra de sue-o, cargada de nostalgia que deja al poeta bo-rracho de recuerdo:

    (Si pudiera encontrarte. Si pudiera bajar a Ro,esta noche;andar por las calles oliendo las hojas gruesas delos rboles;abandonarme en la tierra hasta llenarmede piojos. Distrado)

    Unos piojos que se suavizan en la ver-sin posterior y se convierten en piedad, loque vela intencionadamente el texto hurtn-dole un contexto referencial mucho ms ex-plcito con la palabra piojos. Una poesa...oliente a orina y a azucena... donde la entra-da en la profundidad de las cosas es un actode arrebatado amor, dira Neruda en su pri-mer prlogo, el del nmero 1, el que acogelos versos de Molinari bajo su divisa. Aquno haya ningn atisbo de poeta social, sinollanamente el poeta ntimo, melanclico, degastado sentimentalismo, dira Neruda,cargado de humanidad, intentando exorcizarlos recuerdos de un amor marcado por la im-posibilidad. Un lirismo el suyo de intensotemblor romntico, como lo califica JosOlivio Jimnez, que debi ser muy del gustonerudiano.

    Fue biblifilo y cuid al mximo la publi-cacin de sus libros, muchos de ellos edicio-nes del autor y algunos en plaquettes, y el mis-mo Lorca ilustr su poemario El tabernculo(1934).

    En el nmero 4, enero del 36, aparecenotros dos poetas argentinos, Jos GonzlezCarbalho (1900-1957) y Miguel ngel Gmez(1911-1959). De ambos podramos decir queson poetas olvidados, ms an el segundo, qui-zs la historia literaria los ha encasillado comomenores, adems, Gmez, en el momento depublicar en la revista nerudiana, era muy jo-ven, tendra 23 aos, estaba pues comenzandoy no eran los casos de los anteriores.

    8Luis Bagu Qulez Introduc-cin a Ricardo E. Molinari,Mundos de la madrugada(19271991). Antologa poti-ca, Madrid, Huerga y Fierro,2003.

    Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernrdez yRicardo Molinari.

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    Gonzlez Carbalho, sin embargo, pertene-ca a la misma generacin de Tun o Moli-nari, muri relativamente joven y en su habertiene unos once libros no siempre bien valo-rados por la crtica es demoledora la que lehace Gullo en Martn Fierro a su obra El librode ngel Luis. Muy amigo de Rojas Paz al queprolog una antologa, Neruda debi cono-cerle en casa de ste. Como poeta indepen-diente de los cenculos del ultrasmo lo con-sidera Anderson Imbert; Ghiano, en su Poesaargentina del siglo XX (1957)9, le dedica trespginas y lo incluye, como Molinari o Tun,en el apartado Imaginismo y formas de con-tencin (1925-1940) aunque su valoracinfinal no es muy halagea, pues termina pordecir que la preocupacin creadora de Gon-zlez Carbalho no se alcanza totalmente en supoesa por una insistencia simblica que con-cluye en retrica.

    Una visin elegaca del mundo mueve par-te de sus versos y en esa lnea se inserta elpoema que Neruda le publica, La muerteverdadera. Neruda pregunta por l en laCarta a la Rubia ya citada y probablemen-te lo conociese, como al resto de los argenti-nos amigos, durante su estancia bonaerense.No tenemos mayores datos de esa relacin,aunque lo encontramos citado en el CantoGeneral, en el XII, Los ros del canto (III:A Gonzlez Carbalho en Ro de la Plata)(Neruda, OC, IV,378), sin embargo no lo citaen su artculo La literatura argentina dondes cita a Molinari y a Tun.

    El poema que aqu se publica no alcanza lacalidad de los anteriores comentados, algunasimgenes afortunadas Agua inicial en la pri-mera lluvia/ del mundo... se deslizan al ladode otras tpicas, Ro que une los tiempos yel espacio. Hay algo al menos que justifica suinsercin, el carcter premonitorio de sus ver-sos en la antesala de tiempo de muerte comosi de un consuelo previo se tratara:

    La muerte no es la rosa artificial,Ni el agobiado luto de esa muerteIncinerada, madre de los llantos.Es algo ms; es una edad del hombre.

    Gonzlez Carbalho es autor tambin deuna antologa muy conocida ndice de lapoesa argentina contempornea (1937). Me-nor fortuna ha corrido Miguel ngel Gmez,incluido en la generacin posterior a los cita-

    dos, la de 1940; Ghiano se limita a citarlo enun par de ocasiones sin entrar en ningunaconsideracin de su obra. Su primer libro, Larosa sobre los vientos es de 1934, despus ven-dra Aurora (1941), Tierra melanclica (1943)con el que gan el Premio Municipal, y Can-cionero (1953). Muri asesinado en 1959. Suinsercin en la revista nerudiana vena avala-da con la reciente publicacin de su primerlibro. Gmez fue un gran animador de activi-dades poticas y de revistas. Fund el grupoCanto integrado entre otros por EnriqueMolina, Olga Orozco, Daniel Devoto y J.R.Wilcock. Mantuvo una interesante relacinepistolar con el poeta de Orihuela, MiguelHernndez, con el que lleg a intercambiaralgunos poemas. Una carta del poeta deOrihuela al argentino cita a Tun y a Moli-nari con lo que se cierra el crculo de las amis-tades argentinas nerudianas. El que Nerudareproduce en Caballo verde lleva por ttuloCosta mortal y est formado por tres tiem-pos que marcan el naufragio, en la lnea resi-denciaria nerudiana, imbuido de un surrealis-mo particular:

    Ramas del moho ya la sien orillasEn el polen desierto de sus porosDonde su carne para flor es isla.Prpado intil, peso de su rostro.Mar no esquivan, ni bocas, las corrientesArrojadas al valle de los ojos.

    Surrealista es tambin el nico poeta cu-bano que escribe en la revista, Flix Pita Ro-drguez (1902-1990), poeta, narrador, ensa-yista, autor teatral, periodista, fue hombre demltiples vertientes, activo colaborador de lasprincipales revistas cubanas de las dcadas delveinte y treinta, Revista de Avance, Social,Suplemento literario del Diario de la Marina.Visit Paris en 1929 y, como Carpentier, es-tuvo en contacto con las principales figurasdel surrealismo parisino. En compaa deJuan Marinello, Carpentier y Nicols Guillnform parte en 1937 de la delegacin cubanaal II Congreso de Intelectuales para la defen-sa de la Cultura que en plena guerra civil tu-vo lugar en Valencia. Con anterioridad habaestado en Europa, Italia en 1930, Espaa en1933. Entre 1938 y 1939 fue Jefe de redaccinde La Voz de Madrid en la capital francesa.Fue desde el primer momento un poeta so-cial, comprometido con la causa republicana

    9Juan Carlos Ghiano, Poesa ar-gentina del siglo XX, Mxico-Buenos Aires, Fondo de CulturaEconmica, Coleccin TierraFirme, 65, 1957, p. 162.

    Flix Pita Rodrguez.

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    Neruda y los escritores americanosen Caballo verde para la poesa

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    espaola y aos ms tarde con la revolucincastrista.

    Neruda lo conoci en sus aos de andan-zas por Francia y Espaa. El largo poema queaparece en el nmero 3 de Caballo no lleva t-tulo y se instala en la lnea surrealista, muy alhilo de las Residencias nerudianas:

    Abriendo manantiales donde la pulpa tiernase pertenece en dobles, materiales extravos.Convenciendo grutas que oscilan y no pierden, de pie,

    [sus infalibles profundidades,pasando bajo agosto de llamas y lagartosy flores amplias que ondulan su vivir enterrado.Mixtificando fibras de cobre y algodonesan de una tierra roja la ampulosa blancura.Haciendo que semillas podridas no se obstinen,invoquen leyes, nieguensu anuencia para seguir ahondando en la rebusca;tras el fragor, el clima, el titubeo de barreras de hormigas que no saben si deben.

    Fernndez Retamar dej dicho de l quequizs sea el nico cubano surrealista ya quesu poesa responde a la carencia de normasfijas de expresin, lo que lo convierte en unpoeta cercano a esta escuela. Hasta 1948 noaparece su primer libro potico, Corcel de fue-go. El cubano, como el argentino Gmez, enel momento de publicar en la revista nerudia-na, son jvenes promesas, casos muy distintosa los de Tun, Molinari o incluso GonzlezCarbalho que ya tenan libros en el mercadoy eran poetas conocidos.

    Cintio Vitier recoge a Pita Rodrguez en suCincuenta aos de poesa cubana (1901-1952)aunque se podra decir que ha gozado de ma-yor popularidad como prosista.

    La nmina chilena remite a dos figurasmuy desiguales, una de ellas es Luis EnriqueDlano (1907), escritor, periodista y funcio-nario del consulado chileno en Madrid. A lallegada de Neruda a la capital, del que fuerasecretario, contaba ya con una obra extensa.Su papel en la historia literaria no ha sidoprecisamente como poeta sino ms bien co-mo novelista o autor de biografas noveladasde personajes polticos como Balmaceda. Enesta ocasin, Neruda le publica en el nme-ro 2 una Oda a Lautreamont, de conside-rable extensin y dividida en tres partes, ho-menaje al autor de los Cantos deMaldoror. No olvidemos que Lautramontfue el gran dolo del surrealismo. De nuevo

    la huella de las residencias nerudianas afloranpor sus versos:

    Con palmeras sin sombra, con pirmides viudas,Sobre el mar donde entonces saluda mi estatura,En el viento de arroz que reparte navajas,En un barco de noche, sin piedad, en la lluvia,Con los ojos ajenos al tiempo permanenteY en los labios un ngel con un avin a cuestasY bajo el gran paraguas que tormentas oculta,Y con definitivos clavos, con llaves negras,Con rosarios de nudos en la voz y en las manosMarchamos Maldoror, buendoror y fatiga.

    Muy distinto es el otro chileno, el granpoeta ngel Cruchaga Santa Mara (1893-1964) cuya obra surge al final del modernismocon algunas inquietudes prevanguardistas. Suprimer libro es Las manos juntas (1915), des-pus vinieron La selva prometida (1920), Job(1922), Los mstiles de oro (1923), La ciudadinvisible (1928) y Afn del corazn (1933), to-dos ellos anteriores a la publicacin en la re-vista de su amigo Neruda. Otros muchos li-bros completan su bagaje potico. Fue muyamigo de Neruda con el que lleg a compar-tir el amor de Albertina, y ser Neruda quienle dedique una oda recogida en Odas ele-mentales (Neruda,OC,II,85-86), le prologuealgunos libros y mantenga con l frecuentescontactos, a veces a travs de cartas. Crucha-ga fue un poeta mstico en cierto sentido, unpoeta religioso con tonalidades bblicas yevanglicas que derivan en un barroquismoexpresivo. El dolor y la miseria del hombrecon la fe en la esperanza es uno de sus gran-des temas poticos.

    Su poesa evolucion desde una religiosi-dad inicial, en dilogo con Dios y el universo,a poemas breves, hermticos de cerrado sim-bolismo y verso libre hasta llegar a partir dePaso de sombra (1939) a los problemas delpueblo, la tierra y la salvacin de sus herma-nos de raza y patria, es decir al poeta social.

    El poema, incluido en l ltimo nmero dela revista, lleva por ttulo Presencia del Sury est dedicado a la muerte, como el de Gon-zlez Carbalho. Es un sentido canto de invo-cacin a la muerte como fiel compaera de lavida del hombre:

    Y sin embargo, ahora que los aos trepan la colina[del sueo

    y amanece cerca de la ciudad de la vejez

  • con tumbas y pjaros y soledades, eres una cancin noble, como de hiedra en un blasn vetusto...Ahora que el sol corri su cortina de humoy la tarde es el pas de la tristeza,acrcame el amor, anticpame el perdido reino.

    No deja de ser curiosa la constante alusina la muerte, directa o indirectamente, en lospoemas de estos siete poetas hispanoamerica-nos, parecieran preludiar los vientos negrosque se avecinaban.

    El saldo que arrojan estas publicacionesevidencian lo que decamos al principio, porCaballo Verde desfilaron corrientes ideolgi-

    cas y estticas muy distintas y de este corpusanalizado slo tenemos un ejemplo de poesamilitante, el de Gonzlez Tun, todos los de-ms se mueven en un intimismo con diversosgrados de reflexin, animismo o incluso diver-sos niveles de hermetismo surrealista. Desdeluego sobresale un denominador comn, elelemento corrosivo de las Residencias nerudia-nas que prcticamente se advierte en casi todoslos hispanoamericanos si exceptuamos a Moli-nari y quizs Cruchaga Santa Mara. Si hubie-ra que sealar un denominador comn por elque se igualan las colaboraciones de los poetastrasatlnticos ese sera el superrealismo.

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    Neruda y los escritores americanosen Caballo verde para la poesa

    TRINIDAD BARRERA

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