"nemtsov, el más vivo opositor a putin"

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Nemtsov, el más vivo opositor a Putin El asesinato del político ruso despierta a una sociedad adormecida BERNARD-HENRI LEVY 6 MAR 2015 - 00:00 CET Conocí a Boris Nemtsov en abril de 2000. Fue el día después de terminar la segunda guerra de Chechenia. Había ido a entrevistar al ministro de Asuntos Exteriores de la época, Igor Ivanov. Y había aprovechado para ver al día siguiente, en los locales de una asociación de madres de soldados, al que entonces no era más que un exgobernador de Nizhni Nóvgorod, durante mucho tiempo supuesto delfín de Yeltsin, pero al que Putin, el antiguo agente del KGB, había adelantado en el último momento. Boris Nemtsov no era aún la encarnación de la oposición democrática en Rusia en la que se convirtió con el tiempo. Pero tenía el encanto, el carisma y, en su bello rostro de boxeador golpeado y al acecho, la intensidad hipnótica propia de quienes, aunque no lo sepan del todo, han decidido consagrar su vida a una causa que les sobrepasa. Y recuerdo la cólera tranquila, casi lógica, con la que evocó algunos de los episodios más sangrantes de la caída de Grozni el mes anterior: tanta radicalidad no era frecuente entre unos demócratas contaminados por un nacionalismo ruso que perdura, todavía hoy, incluso en alguien como Jodorkovski, y hacía de aquel joven razonable y exaltado el opositor más lúcido y, sobre todo, el más entero ante la nueva tiranía granate que se cernía sobre Rusia. Quienes lo asesinaron el 27 de febrero de 2015, sobre el gran puente de piedra, a dos pasos del Kremlin, lo sabían. Sabían que eliminaban a quien, desde Chechenia hasta la inmensa avalancha de corrupción que supuso la organización de los Juegos Olímpicos de Sochi, pasando por la obstinada defensa de la libertad de prensa, había sido el más consecuente de los jefes de la oposición. Sabían que el hombre al que abatían y que desde hacía más de 10 años no había parado de denunciar la esencia mafiosa de la tiranía putiniana se disponía —así lo había anunciado— a divulgar un informe que demostraba la implicación directa de militares rusos en el Donbass. No podían ignorar que su objetivo de esa noche era el alma y la conciencia del partido de quienes, cada vez más numerosos incluso en Moscú, han comprendido que esta guerra en el este de Ucrania es una locura, no solamente criminal sino también suicida, y que está poniendo a Rusia de rodillas.

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Rusia-Siglo XXI-oposición política

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Nemtsov, el ms vivo opositor a Putin

El asesinato del poltico ruso despierta a una sociedad adormecida

BERNARD-HENRI LEVY 6 MAR 2015 - 00:00 CET

Conoc a Boris Nemtsov en abril de 2000. Fue el da despus de terminar la segunda guerra de Chechenia. Haba ido a entrevistar al ministro de Asuntos Exteriores de la poca, Igor Ivanov.

Y haba aprovechado para ver al da siguiente, en los locales de una asociacin de madres de soldados, al que entonces no era ms que un exgobernador de Nizhni Nvgorod, durante mucho tiempo supuesto delfn de Yeltsin, pero al que Putin, el antiguo agente del KGB, haba adelantado en el ltimo momento.

Boris Nemtsov no era an la encarnacin de la oposicin democrtica en Rusia en la que se convirti con el tiempo.

Pero tena el encanto, el carisma y, en su bello rostro de boxeador golpeado y al acecho, la intensidad hipntica propia de quienes, aunque no lo sepan del todo, han decidido consagrar su vida a una causa que les sobrepasa.

Y recuerdo la clera tranquila, casi lgica, con la que evoc algunos de los episodios ms sangrantes de la cada de Grozni el mes anterior: tanta radicalidad no era frecuente entre unos demcratas contaminados por un nacionalismo ruso que perdura, todava hoy, incluso en alguien como Jodorkovski, y haca de aquel joven razonable y exaltado el opositor ms lcido y, sobre todo, el ms entero ante la nueva tirana granate que se cerna sobre Rusia.

Quienes lo asesinaron el 27 de febrero de 2015, sobre el gran puente de piedra, a dos pasos del Kremlin, lo saban.

Saban que eliminaban a quien, desde Chechenia hasta la inmensa avalancha de corrupcin que supuso la organizacin de los Juegos Olmpicos de Sochi, pasando por la obstinada defensa de la libertad de prensa, haba sido el ms consecuente de los jefes de la oposicin.

Saban que el hombre al que abatan y que desde haca ms de 10 aos no haba parado de denunciar la esencia mafiosa de la tirana putiniana se dispona as lo haba anunciado a divulgar un informe que demostraba la implicacin directa de militares rusos en el Donbass.

No podan ignorar que su objetivo de esa noche era el alma y la conciencia del partido de quienes, cada vez ms numerosos incluso en Mosc, han comprendido que esta guerra en el este de Ucrania es una locura, no solamente criminal sino tambin suicida, y que est poniendo a Rusia de rodillas.

En definitiva, igual que los asesinos de Anna Politkovskaia en 2006, los de Serguei Magnitsky y Stanislav Markelov en 2009, adems de otros, han matado a aquel cuya voz estridente y, aun estrangulada, que no callaba jams era el honor del pueblo ruso; ese mismo pueblo ruso cuyos ms altos valores se encarga Vladmir Putin al mismo tiempo de desfigurar.

Boris Nemtsov era el anti-Putin.

Mientras que uno reivindica a Stalin y al peor de los zares de la historia rusa, Nicols I, el otro era el heredero conjunto de Sajarov, de Solzhenitsyn y de los disidentes de la era sovitica. Y es evidente que su muerte es un duro golpe para la autntica gran Rusia, esa que es grande no por las armas, sino por el espritu y por ese insaciable deseo de libertad que va desde los decembristas a Pasternak, pasando por ese himno a las libertades cherquesas de Pushkin y por Lermontov, a los que Boris Nemtsov tena sin duda en mente durante nuestra entrevista de hace 14 aos

Nadie sabe, en el momento de escribir estas lneas, quin ha ordenado el crimen.

Y podemos confiar en que el tortuoso Putin mostrar, llegado el momento, al culpable idneo, cuya personalidad vendr a confirmar las furiosas teoras de la conspiracin con las que nutre a su pueblo.

Pero lo que s sabemos ya es que semejante horror tan slo era posible en una Rusia abandonada, desde hace 20 aos, a una violencia de Estado impune.

Lo que es seguro es que Boris Nemtsov seguira an con vida y habra encabezado este domingo la manifestacin contra la guerra a la que acababa de convocar, tres horas antes de sucumbir, en la emisora de radio Ekho Moskvy, si no estuviramos saliendo de 20 aos de cacera de opositores en la que todo el que profesa su fe en la democracia ha sido metdicamente arrastrado por el barro y reprimido.

Y cabe decir lo mismo de este asesinato que del de Jean Jaurs, del cual la historia recuerda menos el autor directo que el viento de locura que lo hizo posible y que soplaba, desde haca aos, en la prensa de extrema derecha, nacionalista y antidreyfusiana.

Ojal pueda la comparacin detenerse aqu.

Y ojal pueda la muerte de Boris Nemtsov no tener el mismo significado retrospectivo que la del ltimo poeta del internacionalismo anterior a 1914.

Es el deseo que ha formulado el pueblo, no slo de Mosc, sino de numerosas ciudades del pas, que sali en masa a la calle el domingo pasado para rendir un ltimo homenaje al hroe ruso asesinado.

Podramos haber imaginado una oposicin atontada, paralizada, intimidada por esos cuatro tiros de pistola (tantos, en palabras de su amigo Kasparov, como hurfanos ha dejado tras de s).

Pero no.

Sucedi lo contrario.

Lejos de entrar en vereda y ceder al terror, fueron decenas de miles de hombres y mujeres que, como en el caso de los franceses y Je suis Charlie, acudieron a decir Je suis Boris a un Vladmir Putin que jams ha tenido un adversario tan vivo como este muerto.

Estas marchas dignas y hermosas en las que vimos banderas ucranias entrelazadas con banderas rusas es el primer retroceso real del partido de la guerra en Europa.

Bernard-Henri Lvy es filsofo.

http://elpais.com/elpais/2015/03/04/opinion/1425475422_135656.html