navidad y magos 1947

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“La NAVIDAD y los Reyes MAGOS * 1947 * A finales de año, más o menos a mediados de Diciembre, era la época de montar “el nacimiento” y de empezar a pensar que juguetes íbamos a pedir por carta a los Tres Reyes Magos de Oriente. Además de ayudar a la maestra en la instalación del “belén grande” - que se exponía en la iglesia parroquial - yo también tenía el privilegio de poder montar en casa un “pequeño belén” en el rincón de la cocina, encima de la repisa triangular de madera qué daba cobijo a una radio “Phillips” que mis tíos de Madrid habían regalado a mis abuelos. “Tener radio” era un lujo por aquél entonces y yo me quedaba boquiabierta con ella pues no podía entender – con mis inocentes siete años – cómo sencillamente “girando un botón” se OÍA a gente hablar, cantar y reír. Todavía me acuerdo del día que la trajeron a casa y – al escuchar las voces que salían de aquella “caja” – yo pregunté que “quién hablaba”. Mis ti@s - que se reían mucho con mi candidez – me contestaron que dentro de ella había “pequeños hombrecitos” que eran los que hablaban. Así pues, yo me imaginaba que allí dentro de esa caja mágica había gente como los liliputienses del relato de Gulliver. Bueno, sigo con los preparativos de la NAVIDAD. Los mayores, por su parte, también montaban en el escaparate de la tienda un “BELÉN” el cuál complacía los gustos artísticos de mis abuelos y a la vez servía de RECLAMO para clientes. El “belén” del escaparate me impresionaba muchísimo y no me cansaba de admirarlo. Era un paisaje tan mágico y maravilloso como el de mis libros y cuentos infantiles.

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NAVIDAD hace 66 años... en un pequeño pueblo de CASTILLA... llegan "Los MAGOS de Oriente" en sus camellos bellamente ajaezados...

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Page 1: Navidad y Magos 1947

“La NAVIDAD y los Reyes MAGOS * 1947 *

A finales de año, más o menos a mediados de Diciembre, era la época de montar “el nacimiento” y de empezar a pensar que juguetes íbamos a pedir por carta a los Tres Reyes Magos de Oriente.

Además de ayudar a la maestra en la instalación del “belén grande” - que se exponía en la iglesia parroquial - yo también tenía el privilegio de poder montar en casa un “pequeño belén” en el rincón de la cocina, encima de la repisa triangular de madera qué daba cobijo a una radio “Phillips” que mis tíos de Madrid habían regalado a mis abuelos.

“Tener radio” era un lujo por aquél entonces y yo me quedaba boquiabierta con ella pues no podía entender – con mis inocentes siete años – cómo sencillamente “girando un botón” se OÍA a gente hablar, cantar y reír.

Todavía me acuerdo del día que la trajeron a casa y – al escuchar las voces que salían de aquella “caja” – yo pregunté que “quién hablaba”.

Mis ti@s - que se reían mucho con mi candidez – me contestaron que dentro de ella había “pequeños hombrecitos” que eran los que hablaban.

Así pues, yo me imaginaba que allí dentro de esa caja mágica había gente como los liliputienses del relato de Gulliver.

Bueno, sigo con los preparativos de la NAVIDAD.

Los mayores, por su parte, también montaban en el escaparate de la tienda un “BELÉN” el cuál complacía los gustos artísticos de mis abuelos y a la vez servía de RECLAMO para clientes.

El “belén” del escaparate me impresionaba muchísimo y no me cansaba de admirarlo. Era un paisaje tan mágico y maravilloso como el de mis libros y cuentos infantiles.

Además de la GRUTA que cobijaba al Niño Jesús, la Virgen y San José – junto con el buey y la mula que le daban calor – estaban las lavanderas y pescadores al lado del río que nacía de una CASCADA.

Sobre el río de cristal nadaban familias de patos.Por los senderos se movían pastores y pastoras qué – con animales y productos de la tierra – se dirigían al Portal de Belén.

Alrededor de una HOGUERA había un grupo de pastores mirando al ANGEL que desde un árbol les anunciaba el nacimiento del Niño.

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También se veían varias casitas – con sus HILANDERAS al lado de la puerta – rodeadas de familias de pollos, conejos y pavos.

Por el puente cruzaba un burrito cargado de leña.

Al fondo a la izquierda, San José y la Virgen – delante de la puerta de la “Posada” – pedían un cobijo que el posadero desde la ventana les denegaba.

Al otro extremo, estaba instalado el PALACIO de Hérodes con sus soldados montando guardia y ya – mucho más allá en la lejanía – los Reyes Magos montados en camellos y rodeados de pajes con exóticas vestiduras.

A mí, como todavía era muy pequeña, únicamente me dejaban participar yendo a buscar MUSGO a la Cuesta de Manciles y escorias de carbón cerca de la vía del tren.

Las escorias de carbón servían para fabricar el portal de Belén, la cascada y las montañas del fondo por donde venían los Reyes.

Los senderos – entre el musgo – se rellenaban de SERRÍN proveniente de la carpintería de nuestro vecino de al lado.

Para el agua de la cascada y del río utilizaban un material muy fino hecho de estrechas tiras de papel de CELOFAN rizado transparente que venía en la parte de arriba de las cajas de pastas más ricas que vendía mi tía y que, por supuesto, eran una tentación irresistible para mis goloseos de cría.

Para el cielo utilizaban papel de SEDA de color azul con estrellas, luna y cometa de larga cola de papel de PLATA pegadas en él.

Todo el conjunto estaba salpicado de HARINA blanca que hacia las veces de nieve.

Pero lo mejor era cuando cada noche el abuelo conectaba las luces.Toda la escena brillaba con las pequeñas bombillitas de colores que iluminaban de color AMBAR el Portal de Belén y las ventanas del Palacio de Herodes.

La hoguera de los pastores brillaba en color ROJO y VERDE era el color de las luces de la cascada donde nacía el río.

Las Navidades me encantaban.

Tenía vacaciones en la escuela.

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Así que aparte de algunos “deberes” que bajaba a hacer por las mañanas junto a mi abuelo - pues allí en el TALLER hacía más calor al haber debajo del suelo un sistema de calefacción construido por él – al cuál alimentaba con paja – y al que llamaban GLORIA – yo me pasaba las horas leyendo CUENTOS de Hadas y Aventuras.

Estas actividades las interrumpía de cuando en vez para ir a “trastear” a la tienda.

Por esas fechas – además de “lo de siempre” – había piñones, almendras garrapiñadas, TURRÓN, peladillas, polvorones, higos y pasas secas, avellanas y CASTAÑAS entre un sinfín de cosas. Vamos, ¡un festín! .

Eran fechas en las cuales la TIENDA se llenaba de gente y en las CALLES – apenas alumbradas con bombillas que proporcionaban una tenue luz AMBAR – había mucho IR y VENIR.

Nunca olvidaré las castañas cocidas con piñones, las manzanas asadas al horno y cubiertas de azúcar o el turrón de guirlache que hacia mi abuela junto con el espectáculo de luces, velas, INCIENSO y villancicos de la MISA del GALLO.

El día 24 de DICIEMBRE – después de la Misa de Medianoche – venían a casa familiares y amigos. Se montaban partidas de cartas con apuestas de “perra chica” o “perra gorda”, es decir, de 5 ó 10 céntimos de peseta.

No me dejaban participar pero yo me entretenía mirando las CARTAS de mi abuela y observando atentamente las “señas” que los mayores se hacían entre ellos. Unas veces “alzaban los ojos”, otras hacían “un guiño”, otras “torcían el morro”.

Los días siguientes a Navidad también se pasaban bien.El 28 de diciembre – Los Santos Inocentes – intentábamos pegar en la espalda de cualquiera que se pusiera cerca un “muñeco de papel”. Luego los que los viesen gritarían : ¡Inocente! ¡INOCENTE ! …

NOCHE VIEJA - el día 31 – también era día de FIESTA.

Despedíamos el año volviendo a reunirse la familia para compartir comida y juegos.

El día de AÑO NUEVO – aunque algo cansados – todavía quedaba humor festivo.

Los días anteriores a REYES – y sobre todo la víspera – la tienda de mis abuelos permanecía abierta hasta pasadas las once de la noche.

Había mucha animación ya que en la tienda – aunque mayormente lo que se vendía eran ULTRAMARINOS - también se vendían JUGUETES.

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Por supuesto, yo por aquel entonces aún no relacionaba la compra de juguetes de los mayores con los Reyes Magos, como tampoco relacionaba a la cigüeña con el volumen de torso y caderas de las mujeres. ¡Inocente! ¡INOCENTE! … … …

Aquel año yo estaba más preocupada que de costumbre.

Había cumplido los siete años y mi abuela solía repetirme que ya empezaba a “ser mayor” para estar todo el tiempo jugando con muñecos.

Esto implícitamente significaba que los REYES MAGOS dejarían de traerme juguetes y ya sólo me traerían “cosas prácticas” como calzado, ropa o libros.

Por otra parte, yo tenía un SUEÑO que incluso a mí me parecía imposible.

Hacía poco tiempo que había aparecido en el mercado una MUÑECA que batía todas las expectaciones - que una niña de aquél tiempo podía imaginar - acerca de una muñeca. ¡ Claro que era carísima !

En la escuela las niñas no hablaban de otra cosa que no fuese la “MaRíquita Pérez”.

Yo las escuchaba en silencio y fantaseaba acerca de “cómo podría ser” en la realidad semejante muñeca.

¡ Una muñeca que abría y cerraba los ojos, lloraba, andaba y,por si fuese poco, decía “mamá y papá” !

Cosas similares a esas hablaban de otra nueva muñeca que se llamaba “Cayetana”.

Yo no tenía muchas esperanzas de conseguir semejante muñeca de los Reyes Magos pues - aún dentro de mi inocencia - si me había percatado de que los juguetes que los Reyes Magos traían a las niñas de “familias ricas” eran muchos y más bonitos que los que traían a las niñas de familias con menos recursos económicos.

* * * * * * * *

Mi familia era de un término medio. Yo no tenía tantos juguetes como la hija del banquero o la del maestro pero sí tenía más juguetes que las niñas que vivían en los arrabales - donde estaban las tenerías - o en las granjas fuera del pueblo.

Por otra parte, yo tenía la gran suerte de que tres de mis tíos vivían en Madrid y en cuyas casas los REYES MAGOS sí me dejaban los juguetes más impresionantes.

Asimismo, en verano cuando venían al pueblo a veranear o a las fiestas patronales siempre me traían cuentos, juegos, caramelos y pequeñas chocolatinas “Néstle”.

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En esos momentos incluso las niñas ricas llegaban a envidiar mi buena suerte.

* * * * * * * *

Yo por si acaso – y como “la carta a los Reyes Magos” era algo tan secreto que ni siquiera mi abuela se atrevería a fisgarla – aquel año pedí a Melchor, Gaspar y Baltasar las siguientes cosas:

“una muñeca” a poder ser la MaRíquita Pérez. “un cabás de madera” para reemplazar al viejo de cartón.“un plumier de 2 pisos” para que me cupiese el lapicero, pluma y pinturas ”Alpino”.“cuentos de hadas” y “una anguila de mazapán” con plateados confetis de anís.

El 5 de Enero yo me sentía “como un flan”

Por una parte, no sabiendo todavía si los Reyes me traerían alguna bonita muñeca.

Por otra parte, pensando en intentar “no dormirme”, pues como cada año desde que tenía uso de razón, quería permanecer despierta toda la noche para poder VERLOS! …

A las 10 de la noche, después de cenar, mi abuela y yo realizamos el RITUAL de todos los años.Mis zapatos más nuevos – perfectamente embetunados – eran colocados delante de las altas cristaleras del balcón de mi dormitorio junto con tres copitas de anís y un platito con turrón y pastas para reconfortar a los Reyes Magos en su largo recorrido de casa en casa.

Luego mi abuela me subió a la cama que previamente había calentado con un ladrillo de teja sacado del horno y envuelto en una funda de tela de lienzo y me dijo:

“A DORMIR que sino los Reyes no te traerán nada”

Hice verdaderos esfuerzos para permanecer despierta – ya que sería fabuloso poder ver a tan poderosos y vistosos personajes – pero el dios MORFEO volvió a vencerme una vez más.

Así que – como todos los años – me quedé dormida hasta el día siguiente cuando mi abuela zarandeándome me despertó para decirme:

¡ Vamos, Finita, que ya han llegado los Reyes!

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Salté de la cama y corrí al balcón y … … ¡ sorpresa ! … ¡SORPRESA! … encima de mis pequeños zapatos había una preciosa muñeca.

No era ni la “MaRíquita” ni la “Cayetana” pero sí que era muy bonita y me miraba con una dulce sonrisa.

Se llamaba DELIA y no era de cartón sino que era de “porcelana” y tenía pelo; abría y cerraba los ojos y lloraba … ¡Que maravilla! … y ¡por si fuese poco! estaba vestida con un elegante abriguito rojo con botones blancos, zapatos de charol negro y calcetines blancos – que al igual que su “culotte” – habían sido hechos a “ganchillo”. ¡Qué mañosas son las “Reinas Magas”! ¿no?

A su lado, un pequeño armario de madera con “espejo de luna” y dentro de

él -colgados de pequeñas perchitas - había jerseys, faldas escocesas y ropa

de verano.

¡ Nunca había sido tan feliz como aquél 6 de Enero de 1947 !

HOY, cuando los años han pasado - y ya no puedo creer en los Reyes Majos, las hadas madrinas y los duendes protectores, ni en la cigüeña que trae a los niños desde París - todavía guardo en mi alma aquellos felices momentos e ilusiones qué aún hoy en día logran que siga sintiéndome FELIZ y en PAZ Profunda. ***