nassim - viaje a la laguna (nov/14)
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Crónicas de un viaje a Santa Cruz de
Tenerife.
Por Nassim Bouderbane Marrero.
Segundo de bachillerato de
Ciencias Sociales.
Historia del arte.
Obra descrita: Casa de los Marqueses de
Torrehermosa.
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Tra
vesía
en
barc
o.
Después de once años sin viajar en barco, al fin pude hacerlo acompañado de mi clase con destino a Tenerife. Fui demasiado confiado, pensando que no me marearía, pero me equivocaba: el vaivén del barco acabó con mi estabilidad emocional, física y mental. A pesar de eso, me encantó caminar a la vez que la embarcación subía y bajaba. La primera hora de la travesía me la pasé escudriñando el mar en busca de delfines (que no vi ninguno) e investigando todos los rincones del transporte; la siguiente intenté dormir en un asiento para apaciguar mi desfallecimiento, pero solo conseguí atontarme.
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El
peri
plo
co
nti
núa:
el
tran
vía
.
Un aspecto que me sorprendió e hizo que sacara mi lado rebelde y gamberro fue el hecho de que, una vez en el tranvía, podías entrar sin pagar. Claro, corrías el riesgo de que el personal del tranvía pasara justo en ese momento y te pillara, pero con poquito de suerte…
Me senté al lado de mi compañero Santi y enfrente de Carmen y David. Mala decisión. En la calle que corría tras la ventana que tenía delante de mí y detrás de Carmen y David, no había nada interesante. Sin embargo, detrás mía sí habían cosas dignas de ser admiradas, no obstante… tenía que girar el cuello. Y no.
Un apunte importante: muchos chicos guapos en el tranvía.
Esperando al tranvía.
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Uno
de
los
obje
tivos
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rsión
: los
edifi
cios
a
anali
zar.
Una vez bienhallados en la Laguna, mapa en mano y desayuno en estómago, trazamos cada uno la ruta necesaria para llegar a nuestros respectivos monumentos. Mi ruta la completé acompañado de Manuel y Echedey, puesto que sus edificios estaban muy cerca. Se me olvidó mi mochilita del ‘todo a cien’ en la cafetería donde desayunamos minutos atrás, y mis compañeros, creo que algo molestos, tuvieron que cargar (aunque solo llevaba un libro y agua); este hecho hizo que mi conciencia chillara un poco en mi interior, pero la callé con un bofetón y proseguí mi viaje.
Después de entrar en alguna que otra tienda y de perdernos por una calle que no era la correcta, los tres encontramos los edificios de Manuel y el mío, que estaban colocados uno delante del otro.
Recuerdo que me llamó mucho la atención que las aceras y la carretera estuvieran fusionadas, sin un límite determinado. Los coches pasaban y los transeúntes cruzaban como Pedro por su casa. A todo esto, también me acuerdo de un coche con un cartel en lo alto que rezaba: ‘’FRANCO, RESUCITA’’. Bueno, al menos estaba bien escrito.
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La
Casa
de
los
Mar
ques
es
de
Torre
her
mos
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La Casa de los Marqueses de Torrehermosa se encuentra en el Casco Histórico de la Laguna, en la isla de Tenerife (en la calle La Carrera, para concretar más). Fue levantada tras el derrumbamiento de un antiguo edificio en 1736. Se puede apreciar que su fachada de tres pisos es característica del siglo XVIII; sin embargo, su interior ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de su historia. Destacan del edificio los remates de madera, de forma curva, en las ventanas del segundo piso y los vanos de la última planta.
Actualmente esta Casa se utiliza con fines hosteleros y es uno de los emblemas del Casco.
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La
Casa
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ques
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her
mos
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)
Me decepcionó el edificio. Me esperaba una entrada más ceremoniosa, más salpicada de ornamentos, y no ese cutre portal adintelado (y ese cutre nombre. ¿Aguere?). Esperaba, por así decirlo, algo más al nivel que se otorgaban los marqueses.
Además, era calcado al resto de edificios a la redonda.
Eso sí, La pintura amarilla le da un toque como más ‘’histórico’’, te provoca esa sensación de que estás ante un obra arquitectónica culturalmente importante.
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La
Casa
de
los
Mar
ques
es
de
Torre
her
mos
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A pesar de su carcasa, el interior del hotel (la Casa de los Marqueses) me pareció precioso. Me daba un poquito de miedo entrar, puesto que todo llevaba la etiqueta ‘lujo’ y yo iba vestido con una sudadera sucia que no me pertenecía. El interior estaba rebosado, o casi, de huéspedes almorzando tranquilamente, en medio de adornos y motivos navideños. Tuve las ganas de pasearme por el edificio y sacar fotos, pero no sabía si estaba permitido; no quise preguntar por si algún responsable no me permitía la entrada sin pagar, así que aproveché y le pedí a Manuel que sacara una foto a la segunda planta de la Casa, que fue lo que más hermoso me pareció.
Antes de salir, un poco triste por tener solamente tres fotografías, decidí hacerme una más imitando al típico botones de hotel.
La
Casa
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los
Marq
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s de
Torre
herm
osa
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Segunda planta, sacada in fraganti.
Entra, sin miedo.
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La
expo
sición d
el
Casc
o
Hist
órico
.
Tras reencontrarnos todos y volver a tener mi mochila entre mis brazos, una señora que no paraba de repetir que la alcaldesa de Córdoba estaba reunida, nos brindó una brillante exposición sobre el Casco Histórico y las casas que lo habitaban. Me quedé impresionado al ver el interior de las viviendas, las entradas que simbolizaban la riqueza e influencia de quienes vivían en ella, las columnas de madera encima de basas pétreas, el jardín con las fuentes (no recomendado a aracnofóbicos) y las dobles plantas.
Me apasionó el arte discursivo de la instructora, yo y otros compañeros nos quedamos embobados escuchando todo lo que decía como si fuera un domingo de misa. Afortunadamente, nos consiguió entradas para ver la exposición de cuadros de un autor cuyo nombre no me acuerdo, pero sí de algunas pinturas (el del hombre pescando en el desierto y el de una mezcla de colores simbolizando la galaxia).
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Fin
del
tray
ecto
. Uno de mis objetivos en Tenerife era probar el Burguer King. Tal cual. Como no lo encontré, me tuve que contentar con un McDonald (minutos más tarde advertí que se encontraba a unos metros), que estaba delicioso; aprendí, gracias a Manu, a usar el easy order. Posteriormente, procedí a dar un paseo con Carla, Adriana, y resto de la gente. No se cómo expresar lo que sentí al ver a tanta gente demostrando su arte (haciendo acrobacias, tocando la guitarra, disfrazados…) con un cuenco delante, para dejar el dinero. Por un lado, me divirtió ya que vi las cosas entretenidas que hacían y el esfuerzo que una persona es capaz de hacer por el dinero, además de la generosidad de otros; y por el lado contrario, me dio lástima.
Esta vez fui preparado en el viaje de regreso y me tomé una pastilla contra el mareo. Funcionó. Me acurruqué como un gato en un asiento y nadé entre la vigilia casi todo el trayecto. Me di cuenta, un poco antes de salir del barco, que el mensaje de la recarga telefónica que hice no había llegado pues el dependiente había escrito mi número mal. Pero ya era tarde, él estaba en Tenerife y yo en Gran Canaria.
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Expe
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co
sas apre
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as:
Positivas: El simple hecho de viajar. Probar por primera vez el tranvía que nos hace falta en Gran Canaria. Darme cuenta que Tenerife es mil veces mejor que la isla donde vivo. Visitar el interior de una iglesia y ver los pináculos tan altos. Empaparme de la historia de la Laguna. Realizar una visita guiada con una excelente intructora y ser testigo de una exposición de arte. Entrar en casas con importancia histórica. Ver muchísimos chicos guapos, esos que no abundan en Gran Canaria. Las dos deliciosas hamburguesas que me comí. Ver Tenerife iluminada en la noche. Y, por supuesto, haber pasado un día con los compañeros riendo y aprendiendo (y otras muchísimas experiencias más).
Negativas: Se han esfumado debido a la comparación contra los aspectos positivos.
¿Fin?