narrativa de guadalajara

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Trece cuentos cortos de escritores tapatíos

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  • ~-------------r---~ .. ....... ~-~-- .. ---~

    Narrativa de Guadalajara

    EDHALCA Nuestre~ c~~Cl

    EDI TOR IAL

    ;-..-: (~) -..

  • Ilustracin de cubierta: Ana Luisa Medina

    Primera edicin: mayo, 2002.

    D.R. Edhalca y Nuestra Casa Editorial

    c-mail: [email protected] edhalca@hotmail. com

    Correccin: Isidro Delgado y Lourdes Gonzl

    ISBN en trmite

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningn medio, sin permiso previo de los editores .

    Impreso y hecho en Mxico / Printed and made in Mexico

    Mario Garibay Ancira

    Sombras ...

  • 4

    J (o tu Imito sin los anteojos, con ellos la realidad es spera, v ms si cruzas hecha esa porquera ntida que te vuelves lttando me coloco el filtro de la fealdad. Por eso me quedo :;entado, leyendo, para ver por medio de otros ojos que han :;llo capaces de mirar el mundo de manera diferente.

    Bien sabes que veo las cosas como son: npugnantes; y t eres la cosa ms nauseabunda que t~ngo ljliL~ ver todos los das.

    A estas alturas me da igual que pases o no por el u>rredor: sabes bien que tengo la curiosa costumbre de kvantar la mirada cuando veo sombras, y no s por qu lll hago, t eres la nica sombra que se mueve en esta lasa. Lo bueno es que me agradan las sombras y slo las pttcdo ver sin anteojos.

    Adoro las manchas, y las manchas son indefinidas: ~~~ fl:ontera confusa, casi inexistente, es el lmite de su belleza. Con frontera las manchas seran un asco y t eres la ,mica mancha con frontera, pues te mueves.

    As que djame en paz, sentado como siempre en 111i cmodo silln, en medio de mi habitacin, frente a la puerta abierta como garganta cancerosa, leyendo a gusto llticntras huelo el olor que despiden tus plantas y el pnistillo de todas tus flores vomitivas. Olvdate de m, que gracias a mi buena suerte no necesito los lentes para ll 'LT y las letras, si no te has dado cuenta, son lo nico 11nno que mi visin alcanza, pues ms all de estirar mi l>r:t/.o, no veo ms que bultos estables y manchas lit-rmosas que se pudren tan efmeras como silenciosas.

    Yo no s en qu entretienes tu vida simplona y l".lt'tpida, qu haces todo el da en este casern hundido por h >s aos? No creo que se te vaya el tiempo en la cocina, si tus ,uisos parecen plstico con chapopote. Acaso te la pasas hatTiendo y trapeando como la criada que nunca te has

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  • resignado a ser, a falta de dinero para pagarte la tuya? Admite que no se te da la limpieza. Te acuerdas que me dijiste un da que tu abolengo te impeda mover un dedo para que esta pocilga no se cayera? Pero tampoco te la pasas sentada bordando, ni mucho menos tocando el piano donde tus dedos torpes nunca lograron tm acorde limpio. Es cierto que sales al mandado y de pronto vas a misa, pero cada vez te ausentas menos.

    Es ms, ya tienes quin te traiga el pan en bicicleta hasta la puerta misma todos los das muy tempranito. Qu absurdo! Me da la impresin de que quieres ahorrar tiempo. Ah, pero tus macetas ... los geranios, las gardenias, los claveles, las rosas y no s cunta ms cursilera que te vienen por costumbres hortelanas de tu abuela ... eso por lo menos te lleva media maana; hasta ac oigo cuando les hablas estupideces que me llegan ininteligibles y que slo me distraen. Pero qu haces durante todo el resto del largusimo da que tu existencia miserable y gorda tiene que soportar? Yo por lo menos me cultivo, vivo otras vidas que me habra gustado vivir, contemplo la eternidad desde un silln; escudrio en la filosofa, en la historia, en la cienci,a, en la literatura lo que t, en tu cabeza de pjaro, ni siquiera lograras imaginar.

    En fin, yo seguir siendo feliz mientras t no dejes de cumplir las pocas tareas que te exijo como tu esposo; aunque ltimamente te haya dado por estar en la banqueta platicando con la vecina mientras a m se me puede ofrecer un caf o un cigarro.

    -Voy a la tienda. Quieres algo? -Un encendedor. Y te vas lenta y pesada, desenrollando tu

    agusanada humanidad por la misma calle donde has caminado ms de treinta aos. Mientras, yo me pongo

    6

    111i :; ;lltlLojos para ver dnde puse el libro que sigue y me :1 :111::1! de ver las cortinas radas, el piso quebrado, la ptll'JI:Ilksvencijada y al fondo, en el corredor donde estn 111; ,,,,,lL'las impecables, la mecedora maciza de tu abuela, donde yo no s qu tanto haces despus de hablar con tus ''' ' 'll males, mecindote como una loca y slo oigo crujir el Jllllcble que seguramente ya no aguanta el rigor de tu 1111 ll1struosidad.

    Creo que llevo ya ms de diez aos que no he liltrado tu imagen; slo me pongo los anteojos cuando vas :1 la tienda, o cuando desapareces despus de dejarme la lomida. Lo dems lo hago semiciego, pues con or tus pasos tengo para saber que sigues ah, cada da ms J .rotesca, indigna de que yo te vuelva a mirar aunque sea la hora que amanezcas tiesa y helada junto a m.

    Y cuando oigo que vas llegando de la tienda, r:'tpido me quito los anteojos y espero, como siempre, ver ; 1 parecer tu bu 1 to en el vano.

    -Aqu tienes. -Pnmelo sobre la mesita y llvate de una vez ese

    n~ nicero que raramente se te ocurre limpiar. -Como raramente se te o cune fumar .. . -Pero puedo hacerlo en cualquier momento y si el

    n.:nicero no est limpio no querrs levantar las cenizas y !:1 bachicha del suelo?

    - No han venido a traer el pan? No me gusta contestar preguntas estpidas. Sabes

    dL sobra que no escucho nunca la campana, pues mis llTimas me absorben por momentos hasta la mnima ;ti L'Jtcin que dedico cuando pasas por el conedor y, como ,;tsi siempre, alzo la vista para ver tu bulto. Aunque digas ll118 percibo perfectamente el crujir de la puerta, y utilices

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  • eso como un reproche, yo nunca oigo la campana. -Espero que no haya venido todava. Acurdate

    que sin pan no te gusta la sopa. -Con o sin pan nunca me ha gustado. -Pero bienquetelacomes! -No me voy a morir de hambre, pendeja. Y vete

    enseguida a la cocina, que es donde debes estar y no aqu alzndole la voz a tu marido, que te mantiene.

    Y aunque te vayas refunfuando, porque hasta ac te oigo, no te queda de otra. Yo no hago corajes, slo ~njo contigo para que no creas que me ablando. La autondad tiene que ser dura y a las mujeres no hay palo que no les venga bien. A doblar la espalda, gorda de mierda, aunque te truenen los ijares.

    Todava es temprano, afuera se escucha que barren las banquetas, cosa que t no haces, y el frillito se va quitando poco a poco. No tardars en traenne m~ c~f: que hasta eso es lo nico decente que te conozco; lo deJaras JUnto a mis anteojos y en silencio ver tu bulto en el conedor como un eclipse que enturbia la luz de la maana. .

    A veces esto huele a polvo, a veces a tus gmsos asquerosos; otras, a tu sudor que penetra en las paredes hacindolas vomitar salitre y, ltimamente, a algo que hace mucho tiempo no ola y que no recuerdo qu es. Prefiero oler este aroma inmutable de lo encerrado, ese aroma entre humedad y vestidos viejos que hay detrs de m, que se rehsa a salir por la puerta y lucha con toda la peste que de fuera logra por momentos irrumpir en mi imperio de manchas y letras. Cuando sucede, me acerco el libro a la nariz y aspiro profundamente mientras calculo

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    1 p w t111; r;'ditga triunfante de esta habitacin sofoque el tufo. 1 h.111l :;_ colltino leyendo.

    ll:t~c rato que lleg el pan. Yo no s qu afn el 111\ t 1 1 )( 11 ( 111 ~ te lo traigan. Este es el peor momento del da, t 11;111do trato de concentrarme mientras t les hablas a tus llllll"S y te pavoneas por el corredor como un eclipse que l"lllurbia la luz de la maf.ana.

    A veces esto huele a polvo, a veces a tus guisos .1:;qucrosos; otras, a tu sudor que penetra en las paredes lt:tlindolas vomitar salitre y, ltimamente, a algo que lt: ll'c mucho tiempo no ola y que no recuerdo qu es. l'rLI'iero oler este aroma inmutable de lo encerrado, ese .troma entre humedad y vestidos viejos que hay detrs de 111 , que se rehsa a salir por la puerta y lucha con toda la 1wste que de fuera logra por momentos irrumpir en mi 1111 pcrio de manchas y letras. Cuando sucede, me acerco el lt hro a la nariz y aspiro profundamente mientras calculo que una rfaga triunfante de esta habitacin sofoque el lttf'o. Despus, contino leyendo.

    Hacerato que lleg el pan. Yo no s qu afn el 11 tvo por que te lo traigan. Este es el peor momento del da, ' lldttdo trato de concentrarme mientras t les hablas a tus llt~r~s y te pavoneas por el corredor. Qu tanto haces t '1 1 ~~ veo tu sombra ir y venir, como cargando algo, de pmnto agitada, de pronto ms grande y por ltimo 111n:indose toscamente en la mecedora? Quin sabe qu 1.1nto murmuras que no te entiendo; ah, cmo te gusta lt:1hlar sola! Finalmente entras en la cocina y escucho que . tl1r~s la ventana. Por qu siempre abres la ventana de la ' 'lt' i na cuando acabas de regar tus plantas?

    9

  • -Ya sabes, nada ms no te despegues de m. -Me da no s qu con don Joaqun. -El pendejo no se pone los lentes. Dale ms duro,

    dale ms duro. As. .. -Segura que no se puede levantar? -Ese pobre paraltico no se va a levantar nunca.

    Adems ya te deberas haber acostumbrado a esto despus de tantas veces ... mmm, vamos a la mecedora.

    -Esa es la parte que ms me gusta. -Nada ms no te muevas bruscamente porque se

    me encaja la madera. -Ahora s te voy a hacer gemir. -Soy muy discreta ... mmm ... sigue, sigue ... -Tengo que seguir repartiendo pan. -Esprate, aguanta, no voy a abrir la ventana de la

    cocina hasta que me haga sangre contigo.

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    Mauricio Zabalgoitia

    < 'creal con fibra y un poco de leche

  • 12

    ( . ,..a/ nm.fibra y unpoco de leche, leche no, me da asco y hll'go traigo un circo en la panza. Cereal con fibra y

    . ? ? p . 'd' 1 Jlil'o ... naranJa .... manzana .... manzana. eno 1co a a 111:1110 y sensacin de que cada da nuevo ya no es nada. ,,1 h: qu sirve vestirse, comer, peinarse, tomar un bao? < 'igarro. Un cigarro encendido y fuera la idea de que no L :,ls haciendo nada, s estoy haciendo, fumando, produciendo humo, produciendo ideas que van con el 11111110 y flotan y terminan lejos sin servir de nada. Ideas tthsoletas, que no sirven, porque Europa est muy lejos y 111) recibir una beca, no ganar la lotera, no conocer a la .lorita millones necesito amor te invito a Europa. Si l:;loy aqu tumbado y formulando ideas que no sirven de 11:1da, debe entonces sucederme algo. Europa ya no 1111 porta, lo mismo me da Chipre, U ganda, Oceana ... Creo q 11c estoy tan mal, que ms all de Mxico todo se me hace id(:ntico, lejano y maravilloso para no fumar y no comer n :real con fibra y no tener que salir a buscar trabajo y no ILncr que aguantar a la histrica de Mam, a la bonacha de IV1am, a la simptica de Mam.

    Mam tom pastillas y est tirada en el bao.

    Mam tom pastillas y est tirada en el bao, :;ollozando. Mam sali ayer con su nuevo novio -ste s Ira baja, l s lee, l ha ido a Pars y a Italia, l viva en Las 1 ,o mas de chico, a lo mejor y hasta ramos vecinos. Hijo,

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  • que.rido, traeme un vaso de limonada que a esta pobre mujer le va a reventar la cabeza. Mam se ve hermosa cuando se arregla y se pone vestidos entallados y se pinta l?s prpados de colores y se toma dos o tres tequilas y se ne ~e boba?as y ~os cuenta de Pars, de Acapulco y de Itaha .Ca mi y a m1 hermana Yutzil, Yutzil igual a maya, maya 1gual a fuimos al sureste, fuimos al sureste igual a tenamos una ~ombi. Tenamos una combi igual a hippies comet1ores, cmtas en el cabello, su padre estudiaba filosofa, ramos tan felices, estuvimos en 68, bla, bla, bla). El nuevo novio de mam parece ser que la enga, vende seguros, no ha ido a Pars y segn palabras textuales entre lgrimas y ojeras: "es un cerdo que ni siquiera ha ledo Condorito".

    Arte, poesa y sentanne a ver la calle.

    . Arte, poesa y sentarme a ver la calle es lo que he destmado para esta tarde. Mam duerme y Yutzil patas de tanque ve las caricaturas.

    En cambio yo me he propuesto escalar un poco ms en esa locur~ que inici quin sabe desde cundo y poco a poco he temdo que sortear, dosificar, utilizar cuando es neces.ario, como el recurso ese de contestar mongoladas, estup~dec~s cuando la gente se entromete contigo e invade tu pnvac1dad cuando, por ejemplo, vas en el camin, e~t~etenido en si por fin los astronautas sern capaces de viaJar a Marte o si las cucarachas sern la nueva raza i1~t~ligent.e que evolucione, as, tan simple, por fin podrs VIa.Jar/sahr/no estar/no ser un seor medio malencarado r?gordd:, dese.oso t~ dice: "Ya la viste, est bien buena"; tu extremado, mvad1do despertando de tus ms ntimos dilogos ves a una muchacha, casi una nia, con minifalda,

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    , ... ' .L con minifalda, de pie y tarareando la cumbia que .1d111 :1 :ti medioda y piensas qu asco, qu viejo tan 1 .dll'ltk, qu inferior y slo, temiendo una pltica ms Lll)':t . k contestas: "tengo miedo, los pulpos vienen del ,- .. ,:tlio" y susurrando: "Dios nos quiere castigar". 1 lll1111ccs, recuerdo, pienso, descubro que slo en mi lt:d,il:1cin puedo estar a salvo, leyendo, escuchando a \ '1' :ddi, pensando en la cpula de Boll y en la cetteza de 1' ll' dc~1c pasarme ALGO, de que ALGO me debe pasar, '" '' 1111 egosmo sintindome elegido, vivo mis tardes con l.1 pulica soledad de quien espera, LOS espera.

    Un ruido insoportable me despierta.

    . Un ruido insoportable me despierta y es Yutzil, lll r'IL~ndo en las escaleras. Le he dicho muchas veces que 11,, n1cde ~ndar corriendo con sus botas ortopdicas por la 1 ;~: : :1. Me mcorporo y descubro que no ha pasado mucho t.ll'' el sabor a farsa me impregna y el verano de Vi val di se qttnl atorado en el momento final, el disco est rayado y 11m tormenta comienza all fuera, en la calle. Me levanto, qllilo_ .el disco y. descubro que Mam ha despettad~ Luld)lcn, ahora gnta que vayamos a ver caricaturas a su ';tilla y a platicar. Me ilusiona la voz de Mam, me da un 111 )( ., ' de pena, lo pienso y lo descubro. Cuando entro a su " '' :nara la veo sonriente y veo sus prpados nebulosos, .11 11:1riz enrojecida. Tom Valium o alletas. En la tele 'l'lllos Los Picapiedra y los tres remos mucho. Un illlltn.cio de Barbie sirena y Mam que no se aguanta, se re " '""!ando la voz de la anunciadora dice : "Conoce a la 1 l:trhic Bulmica, aprieta su estmago y vers cmo 'u111 i 1:1 Coca-Cola, pedacitos de pastel y galletas.El 11\ q IIL'lo excusado rosa y la cafetera con las amigas se

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  • Venden por separado".

    ()u vamos a hacer.

    ,

  • Isidro Delgado Guerrero

    Antoito Pistilo

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    ,.,,., '''''" Nac en un pueblo rascuache del cual ni el 11111111" ' tn 'ttcrdo. Mis padres, al parecer, fueron don Pepe l'n~ldc ltumbre de alcohlica fama, y Mara Enfermina t\l\\ il\ . la pobre tan desdichada.

    Segn dicen los contares, mi madre, hija de mi f\ltwL t. ltw engendrada por un rico americano que vivi 1 H1l , . llllll 1 u 1s aos en la hacienda The Gold's K in;; (hoy "El \ 'r 1 11 tw 1t ") . 1 ,a pobre vieja era llamada por todos bastarda. lluu dd )'ringo don Edward, el cual junto con su prole, lllllltc 111'' e: tusa de la epidemia esa llamada Revolucin.

    1 h' mi abuela ni les cuento. Le llamaban en el pud ''" "L 1 \ legra"; decan que un da cualquiera lleg de ttul~ll .nk dnde y junto con otras parias fund el primer tlt!lllln ttnrlurno de la regin. Mi abuela, consentida de otutl gnn ' mi abuelo herrado, al quedar preada le am1 un C''il ;ndalo a ste, por el cual consigui pMtn 1111 tll:tdre, sangre de la blanca sangre, un ranchito en un J1Ut'llc 'ccino. Chico el rancho, por eso digo ranchito.

    :\ 111i madre casi nadie la quera bien en el pueblo; '~"~ dt11 ,;tsi. nadie; ni siquiera las parientes cercanas que illn 1 oo;l;s eran dos tas, hermanas de mi abuela, que 'WU1d11 c:;l:t enferm vinieron a saber de ella; y cuando llll' l!'t In ' icja mayor se quedaron con mi madre, dicen que ll11t tnd:trla. Mi madre que tena en ese entonces 17 aos, gntdnida como era, les confi lo poco que mi abuela

    Uthlu v:llt:tdo haciendo felices a los hombres del pueblo y nnl'lwt:ts encanas. Mi abuela muri de una linchada que r ptt:o~t tllll las viejas del pueblo. Calzonuda como era, no \i1hln qttnido dejar el lugar, cosa que ya haban hecho sus llllgn; co-rundadoras del centro de sana diversin,

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  • deleite de los machos que no fueron buenos par defenderla de las fricas beticas vacas echadas de s casa, dueas de sus jornales y de su amor, pero nunca des insano deseo.

    Al amparo de mis tas abuelas, la vieja pas largo y duros aos de mujer bastarda, a la que ni los perros se l acercaban. Reciba el peor de los tratos por parte de la viejas brujas, quienes se haban casado con dos vago ( c~da una con su cual , claro). Siendo la duea_de_todo, sl reciba migajas y era tratada como una suv1enta. D rancho aquel antes mencionado, herencia de mi madr reciban la renta las brujas y mi madre ni siquiera vea u taco de huitlacoche como fruto de su propiedad.

    A la edad de 28 aos mi madre conoci a mi padr alcohlico trotamundos, copia de aquel Pito Prez de 1 cuentos. Pues borracho y lo que fuera, al pobre diablo agradezco que se haya fijado en mi vieja, ya que por es tengo vida y cuento esto.

    Mi madre se enamor e inducida por mi padre, q tena buenos sentimientos y adoraba la justicia a pesar ser un vago, reclam a sus tas lo que le corresponda; y s su consentimiento se cas con aquel al que debo mi tris existencia.

    Entonces las viejas desgraciadas cambiaron con madre, no porque mi padre impusiera respeto, sino porq saban que si mi madre los calzones se amarraba, las ponia patitas en el cerro peln, vecino de aquel pueblo.

    Mis padres, a los siete meses de casad recibieron la dicha ms grande que pueden experiment los seres humanos: el nacimiento de su primer hijo, os yo. Y como en aquel tiempo los sietemesinos er desconocidos en el pueblo, la gente empez a correr chisme de que yo, Antoo Pistilo Always, haba hereda

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    1 dl'l lo11k mi madre. 1', 11 causa de las lenguas viperinas que terminaron

    l'"tiLI ,.,,11dlaenlapacienciademivieja,suficientepara IJIIl' "" qttisiera escuchar ms de chismes, dejamos el jlll 1 d 1 1\ 1 i madre se hart de ignorar a las chismosas con l;~ li111~11k esa de "no oigo, tengo orejas de palo" (quin d il il d.-. ir que Dios le concedera su deseo). Nos fuimos a 1 1' 11 .d Lllll:ho de mi madre, lejos de aquel pueblo del cual n 1 ,-llttll 11 hrL recuerdo.

    1 tiillll lo lo'ti; cinco meses comenzaron mis desgracias. Mi lllnol11 - ;, contagi de las viruelas y fue tan fuerte la lttl ' 11111 que la. pobre se qued completamente sorda. 11 '" t .. 1w()r fue que por cumplir con su obligacin de ,, .. ,, tt~otdrL. me pas la enfermedad; y aqu me tienen, llltlMittt.l lllttjcr me quiere. Pobre de m, estoy marcado de

    '~' 1': ll kc de hambre hasta que pude caminar, ya que ~lin11d" IIDraba, por causa de esa necesidad tan del tn1111111111 . ttti madre me ignoraba; siempre tan ocupada en 11\f llllllld" de silencio poco se acordaba de m. Por unos tfli1flr", ltli slguidor de aquel dicho de "al que no llora ni lli11n l11 1\L": mas cuando pude caminar que no fue muy hU'tle, od)li.ado por la necesidad, adopt otra forma de Vh.l1t , .t~'. IIiLIJdo aquello que dice: "al que no escucha ni pntn qi~t llorarlc".

    r--1 i ll;tllrc se encarg de sembrar durante siete aos, ljUI" al p;11-cn fueron los mejores de mi vida, sin contar UJIIdh. Itll'SL'S en los que sin morir, ya pareca el puro ti!ilpu-ll-1" Jl,ltiDdo ese tiempo lo recuerdo como todo un h1111 tlot ,. r-. k II:.LII,) ; lwblar y a trabajar un poco las tierras hu~ P"'') .:tlll:l vi ltnmhre); asimismo me mand a la ~'U.' III'Iil p:11 a JIIl' :tprL'IHiicra a leer y escribir; aunque

  • despus lo olvidara, me dijo, como s conociera mi futur ( 1 recordara su historia.

    1 :1 rancho donde vivamos estaba a mayor altura que e pueblo, el cual se encontraba ... sera a medio kilmetr menos que ms. Entre uno y otro se encontraba el ro qu cada ao se llenaba hasta los bordes.

    El ao que yo cumpl ocho, el ro sobrepas lo lmites del cauce y lleg hasta cinco metros sembrad adentro. Lo recuerdo bien porque ese ao nos dej m madre.

    Mi padre y yo estbamos preparando el terreno par la siembra, tenamos plisa porque las lluvias se nos hab adelantado. Mi vieja, haba bajado al ro para lavar la ropa.

    De pronto escuchamos el estruendo aquel qu hace el agua al crecer el ro. Volte con mi padre, lo mir los ojos y pegu una canera hacia el ro. Bajando la Iom tropec y llegu ms rpido abajo. Me levant espantado empec a gritarle a mi madre: mama, mama! , gritab en mi desesperacin. Cruc el terreno bajo hasta llegar a lamo del Cristo, en donde me detuve. Mama, mama, ro! (Ahora s que me detuve ah por temor). Cuando vi que no volteaba mi vieja y nos

    daba cuenta del peligro, a pesar de que toda la tierra s cimbraba, tom una piedra y se la avent, como ten mucho tino le di en la mera cabeza. Entonces volte y alegr. Pero ella se enfureci y me amenaz con la man Agan piedras y empez a lanzarme una tras ot mientras (tarugo!) me cubra detrs del rbol. Pero q recuerdo el peligro. Sin ms ni ms empec a saltar com loco hacindole seas hacia su espalda. Pens que jugab hurbndome de ella, y lo que hizo fue remedan solamente; y empez a rer. Pronto vi venir el agua en curva (a 150 metros, ms que menos, de don

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    1 ~d itlill 1 111:; l

  • ,i

    quL k ayude a tus tos. Ellos ya estn viejos, y en lugar de p;tg~tr los servicios de otro cualquiera, te pagaremos a ti, me dijeron. Yo, que en aquellas palabras despert a 1 ~11nbicin , acept.

    Despus me di cuenta que no fue la necesidad de un hombre por lo que me haban contratado. Me trataban com bmro, sin contar que ese pobre animal infortunado recib mejores salarios que yo en cualquier otro rancho. Antoito a sembrar, Antoito a la lea, Antoito a traer agua. Tod yo. Pero no fuera para comer o para salir a pasear, porqu Antoito siempre se les olvidaba.

    Una tarde del mes de abril llegaba con la lea cuando sali' a mi encuentro una de las viejas.

    -Sabes ya lo ocunido al borracho de tu padre? -No. Qu con mi ap?, pregunt. -Lo encontraron muerto junto a el lamo. A

    parecer se ahorc o no s qu, me dijo. Acostumbrado a las desgracias y penas ya no llor

    ni una gota de lgrima. El viejo, en un momento de lucidez, intent'

    ahorcarse. Colg el extremo del arma serpentina de un rama del lamo. Pero el pobre no muri ahorcado; sin que eligi una rama muy delgada, confiando en s escasa carne, la rama no aguant su poco peso y cedi Al caer el viejo, por su mala suerte (que esta vez fu buena, pues se cumpli su deseo) , peg con la cabeza e la piedra que nos serva de asiento cuand descansbamos al almuerzo.

    < 'nn la muerte de mi padre no quise seguir en ague lugar. N ~~d~t poda retenerme all.

    !\ 1 da siguiente, muy temprano, fui como siempr

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    1 u 11 r 1 .1'11.1 de 1 da. A mi regreso, cerca ya de la casa, pude \ 1 " ,,. ,;posos de las brujas, cmo, en la loma, se dcq ldiLIIII; 1 han al suelo cayendo de sus caballos, con todo \ "" Lt 1" ' ll;tl me encargu de planear a temprana hora (la \ ~" 11Vil!1 /.1 , .; d u lee, muy dulce).

    1 l,:;pus de rer a mi antojo fui a la casa. Me iH n t!"'- .1 tina de las viejas que paciente descansaba rtplw,Ltd.l , una silla en el patio . Le ofrec un dulce, t 11illj lillllll'IIL'ndola a cerrar los ojos y abrir la boca. No s, 1'"' q1w ,,11tfl en m, la pobre; pero abri la bocota iuh ttlu. nTraba los ojos. Entonces, sin compasin ttl,ttt.t " 1, p11sc dentro dos abejas y le ayud , a cerrar la h111 1 "" qtlc tristemente se vive, se aprende y jams se ,,1\ hLil l:ste jueguito me lo ense su viejo jijo, \ h n 1 .t\ 1 momento abri desorbitadamente los ojos )' i!Pit" 1111 ,rito que bien pudo escucharse hasta en el rul"hlt 1 1 11 l'StO, la Otra, que Se encontraba en la COCina, al tnhHthtl ',;ti ir a socorrer a la que gritaba, se tropez con la !iH~tt 111 .1111pa que tambin prepar, con cierto tiempo) y l"'tlt't ;1 11wdio patio. Mientras rea, al ver a esta ltima ~(lti(ului,Lid;t, me dirig al lugar donde guardaban el ihw111 lHJH~ un tanto de lo que haba y sal feliz del ffttwhu :\lr;tvcs, el pueblo. Y la noche de ese mismo da tlfihl\-r ,.,1 nlro, lejos de aqul, del cual ni el nombre ft!Ph"tll

    1 >~ ~;pus de rer a mi antojo fui a la casa. Me

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  • Mariana Islas Figueroa

    El lugar que es Tess

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  • 30

    ,, ,, 1'1 ,.,.m,o del mio 99. Una llanta desinflada y lo nliHI! dltltltl vntrcmezclado con un sutil verde del paisaje. lrfj.., tw ;omca. Estbamos varados en la canetera, en lllh1 lllillllll

  • succionando mi dedo como un beb hambriento; sent 1 acogida de sus labios y aquella hmeda cosquilla cuando revolc mi dedo junto a la tibieza de su lengua.

    Puse todo mi empeo en apretar bien las tuercas, y para eso s me ayudo Ricardo, el magnfico amante del diluvio trado al mundo por las computadoras, que no sale de casa sin un libro de Borges en su mochila, que ama 1 fstfood, que puede bailar ms de 8 horas seguidas bajo los efectos de las pastillas en un rave; el miedoso a las alturas, incapaz de dedicarle albures a una chica, mi buen amigo; al menos se dign a mover un dedo.

    El calor nos estaba haciendo presas de la desesperacin, y ah estaba Tess, sacando el gallote, muy oportuno, como ella; as era como sola cooperar en Jos momentos determinantes, anuncindose casi en silencio, estiraba su sonrisa de diosa perfecta, mi Tess. No nos qued otra que reponernos en brazos de un humita benvolo. "Ponte", me deca Ricardo, y yo casi ni quise fumar, pero as, como que no quiere la cosa, me distraje con el follaje bailador, olvidando la preocupacin de llegar cuanto antes al siguiente pueblo, y pues as , as , me relaj de lo lindo, recargada entre las piernas de Tess. De eso pas a lo revuelto del cielo de esa tarde, que iba tornndose poco a poco oscuro, como lo ms profundo del mar; vi desprenderse del cielo una estrella y sent ~~1 resplandor que daba la cara de la luna con su conejo. Los ri !los y bichitos cantaban a ritmo electrnico, una l:tttcin de secuencias minimalistas, encendidas por el ,.,.,,toen su zumbido de introduccin al trance, y en eso ,::taha ntando sent mi piel incendiada, y no era ms que el 11 i11 tllt' \':t se dejaba sentir. Y claro, la pinche Tess dando 1.11.1, llll >di "tnc estoy meando", lo que Ricardo y yo slo

    1 1 d .. d " " p111 111111 ':1 tl'llLT 1c1en o puesveamear.

    32

    \:.1 dv si111pk era estar con ellos. La pasbamos ltit- 11 \1 uLI lo wo as. entonces, nunca te das cuenta de lo ~1111 ,- , , .. 1 ,.,1tonccs. de lo que tenamos Tess y yo, hasta el pi tu lw 1~ ,, -:tnh Si todo fuera as hoy, como en esta foto \ l .. ltl !t, .tlnl:tda como mi piel, si todava estuviera aqu la 1 !ilF; qt~t 1111 hi/.0 perder la cabeza, si todava fuera, dejara ..1~ huhl.u 1_'11 subjuntivo, y pensara: "voy por Tess y nos hHMHill t":l:1noche al antro de Obregn y la 68, pasamos fu 11 1~" , 11 do , bailamos, bebemos y regresamos maana l111i l;~ ll1;111:111a. bien crudotes, pero bien contentos", sin Mf\lllilltiW ; 11 los bolsillos rotos, y con un montn de ~~uhlw . 11 l'l seuelo del ojo , contento, y no acuoso, iflll!i~d" , h- parpadear, lastimado por la entrada de luz !!tltiillllfllh, ; causa de la ardorosa pasin de Tess en la ~AIInl ... ,so me acuesto en el suelo para dormir, los ftUthllltt. tulchones slo me remiten a su cachondeo IMJH!Jh\11!1 \ ll doquecedor, que no me puedo arrancar, y no 'lllll'fH, di' l:lll1CI110ra.

    11\ hldita sea! Vuelvan! Vuelvan aqu! Y kv;unos anclas para continuar sin la certeza del

    luaar "" dPnde desembarcaramos. La consigna: slo iJIWftnlllll pl:tya, cervezas, hamacas para tres. Ricardo dio el ~~ lfltr 1111111d de msica el carro. Voces metlicas y con tllilltnh 1w;posas, nos mojaron intermitentes, nos pusieron a m 11111 L1s sombras de la vegetacin, rodeadas por el ftrhmdtll pi;11L:ado de la lw1a y las estrellas. A Tess el ritmo lf liAiht L11il. 1 :r; inquieta y poda vestirse de cualquier ttWimll11 i\ 111 no 111e importaba mientras bailara ante mis f\jl1~ ,-,,v,mislas que la seguan desde el retrovisor en su ~hl11r11 ,-;ukllcioso y enigmtico. Hiciera lo que hiciera, t'fA 1111 k ;, ;t I11 dl' cuentas. Si se alzaba la blusa ante los i'tf!itllhllildn. njtl.'; d\' 1111 par de borrachos, en la cantina de Mlt!lill nwhlo ;i st rohaha U':. six del Seven Eleven,

    \\

  • quitadsima de la pena como era su costumbre; si se pon h~tsla su madre, no pudiendo dar ni tm paso, ni en defens propia. Todo tena arreglo. Casi todo, no?

    Quiz s encontramos algn pueblo, ya no recuerd bien; tal vez lo nico que alcanzamos a hacer fue llegar algn claro, para pernoctar ah. S, fue eso. Veo a Tes clarito; la veo moverse desenfadada, abriendo una lata d atn, empinando su chela y rindose de los irnicos chiste de Ricardo. "Acurdense del guardadito. Con es festejamos maana, cuando lleguemos a la playa", dijo dndole la importancia que l crea necesaria a su maldit caballo, su ms preciado tesoro, que guardaba par ocasiones en verdad especiales. Luego se acord de 1 noche que fuimos al lugarcito aquel de la zona rosa, quitadsimo de la pena cont de nuevo la historia. Me di risa. Esa vez fue cuando conocimos a Tess, la chica m rpida del smin para frer, del levantamiento de falda, d mariposas y flores en la espalda. De tma extraa manera los tres nos adaptamos a nuevas dinmicas, no ta desconocidas. El sabor de los labios de Tess aquella noche lo compart con Ricardo. Quedamos marcados e iniciamo un juego distinto de vida, que super el domin habitua que hasta entonces preferamos.

    Quiero tocarla, por favor!, Quiero tocarla, quier l~stm ah!

    Ricardo se par, se le antojaba caminar por ah. "Vo :1 tLtr un rol", y lo perdimos de vista. Tess y yo nos quedm11os :a,n ella y yo, acruntcadas en el asiento trasero del Jetta d llllt'SI ro amigo, manosendonos hasta quedamos bie1 dunnid:1s, msica de A ir tras bambalinas, despus de nuestr J,, l1;1 ;lllt:t/.l.li1ca, del chorro aquel de luz, vomitado porTess ad,,hl~t IH'' las dos. Inyectarme o no inyectmme?. Tess n dl-'hll, IJ;hnl" pensado mucho tiempo. No le cost nad

    34

    llteMil lt" L' d,lltdt l{icanln haba dado ya inicio al ritual de httlH ti I"''"'''Ft edad :ttdrlt l'ttdt itmginarla. Puedo, de hecho. Lneas blancas y ~Ulllll I,J.IItlll lln da con Tess era como un juego de domin: PI illll h,, hl da las pieza.s estabm1 revueltas, su posicin era hWtt:!l'lil N', 1 T:t l~tcil adivinar el acomodo, pero al fmal, ~l..,ttlttl"ullllltl;tl precisin, tan absurda y enajenante. Tess t'tM lu ;.; J'l!':;t :;_ sus actos y palabras erm1 cada maldita pieza. UflilFtt ' 1111 1\ iv:mlo quebr ese orden. El agua comenz a tttfHUIHll'-t' dtl cerebro de mi amigo. Tess perdi el ritmo, pui p!1uw1.1 \ L':l .. "\\ll1at the fuck!". Lo perdi inmenso y d~ ~1uL1 .,.~ , de ser el juego de domin todos esos das Juttli'ls 111 1 "1"' volver a traer la magia, y tirarse y revolverse, ~'HI" '" l1: 11 i: 111 las fichas sobre la mesa. El magnfico lt!t-Uiltul.w.t 1:111 distinta, en todas aquellas posiciones, se lllfthf 11111 l:tl'n:sin que introdujo la ltima gota de la turbia ~In il In Wlla de Ricardo. . 1 h -1 , L'slar ms atenta, pero todo se me olvidaba con ~. l llltli;th:t siempre en la situacin; quiz de ms, en la.ahh, :\.itt:llll'Cit'l y d mico rastro que encontramo,s de l

    . .. ~U l''"lllo cuerpo ... algunas palabras que balbuceo antes tll .n11 ,., , tlt'ltla tk que se haba metido caballo, se lo haba

    ilwttV!itd, ludo, y el lono azul de sus labios agotados, lo palhln de .11 rosl ro, LT

  • ~: ;~, qu~ comenz a chillar, a gritar, a golpear las cosas a su ; tir~__lkdor puestas, toda esquizofrnica, cuando cuatro das dc~pus hizo consciente el hecho de que de plano no lo volveramos a ver ms, que la ltima vez con Ricardo fue ;tquella en el claro, junto a la carretera, quin sabe dnde chingados, porque en realidad, nunca supimos donde estuvimos. Yo slo recuerdo que habamos estado cachondeando, que despus de un rato sent fi-o, y ella, ese ensordecedor lugar llamado Tess, vea que la cara de nuestro amigo se estaba comenzando a desdibujar como la de los muertos de hace mucho tiempo, a pesar de haber sido la ltima en verlo dar la carcajada, en contener el aire y at1ojar el cuerpo. No encontrbamos consuelo, ms que nuestra rota compaa y todos Jos suspiros con sabor a l que dejbamos en el aire, que se iban reconstruyendo en un imaginario Ricardo, junto a la taza de caf y los cigarros que tanto le gustaban, y que ahora Tess y yo consumamos enloquecidas, tratando de llenarnos, cuando nada poda parar de un tajo el sentimiento de impotencia, la tristeza que nos quedo con nombre de Ricardo.

    No nos atrevimos a viajar de nuevo . No tuvimos el valor de hacer una vez ms el estpido acto del cq u i 1 i brista. La cuerda haba perdido la tensin adecuada, y nos bamos a caer, nos bamos a dar en la madre, porque tu 1 nos gustaba poner la red, ni a Ricardo le gustaba. l era la red, l era nuestra seguridad, el tercer pasajero. Nuestro ::111ninistrador de sueos, de viajes, de libros, de msica. Ntll'slro Ricardo.

    Dt'lllde est la luz! Dnde estn las voces!

    11 >t 'lluk L'sl (m todos! 1 U : t igual. Primero fue Ricardo. Luego Tess.

    11t-.::1 1 .1 ~ :;:l;cia nia que me dej. No dijo mucho, slo '1'"" k~~-~ " ''lth; ,kn1asiado a Ricardo, que le traa mala

    36

    !ill 1 t 1 w '1,' l:i :; pl;ty;t s. y las drogas la bamos a matar. t H 11111 ' 1 d' ni;t , q tll' vendra a encaj ar como la mula de l:!"'i" '' 1111 l1t : l1ti1 . c.k nuevo. y no. Cerr la puerta y no J'lhh .,. 1 1 .q 1:11 lk' .s':gu iria. Y qu ms da, luego se fue el rt;;!l1 d1 1111 \ td:L iodida Vicia, gueparagu iba a querer, sin l;!illfl 1111'' . ,, Li ching

  • ,........,...,-~~------~----------------------------~-~.-~~

    .ILss Rodrguez Gurrola

    1 ~:1 diluvio de enero

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  • 40

    ,. lt~ l(,,,,,or un/turco de/a bruma comenz a dividirse ti i11ittw ':t 'w ro. al p-una ranr.hera de las muchas que f!ti~h-" 11 r .p;tn idas en el territorio de la zona norte de lilhrwn, \ '1'"' nttllC:l supimos reRimentc cul haya sido.

    1 "llttvi:l ci'lacomo un diluvio. cmno salida de una ~lhtlllw vuln;t abierta en el cielo. que obligaba a la Pttfiid\ ;1 11;1 1 ' C en que viajbamos a descend er Pfp~nll;~tJI . Oamos el angustioso rugir de su motor lu~hil uii!IJ:t l:1 fuerza del viento. Hastu entonces nos dlmw 1 lfi'IILt de pcr qu el tenmr de los huicholes a lfj\I~IIR " lltl\ t:t ~:.

    . '" "" los ms viejos recorrlaban algo parecido. El ~J~ n 111 ri por las laderas llevndose sus casas y sus

    111111DIIf~'~, 1, r; ancianos tambin fueron arrastrados por la rnn111111 1 >icen que en 1nedio de las aguas, sin decir llllht k' ;tillaban su mano para decirles adis a Jos ojos

    llll't 'IL los comuneros, que desde la orilla los \.1111 ~;mirada. Era el destino, ern la voluntad de , , Jt:tdpus se pudo ver, apenas dibujada

    11

  • ( 'nhtdm 1t .qu;t has la los pies. l111 re la lluvia, la improvisada pista donde habramos :11crrizar.

    Los huicholes, al igual que muchas etnias Mxico, no acostumbran vivir en comunidades grandes, son por lo general solitarios, viven en coamiles dispersos en la vastedad de su territorio.

    ILtd1 11u~; impidi el paso a la ceremonia, era _,.., , .. ~~ 111 ,. \ 1. :1 i(ramos. Todos de pie iniciaron el ritual.

    '\.ftitlttdol ,. o "maracame" ms viejo, permaneca _ittll"""'' del saln. Lentamente levantaban un pie, t~l """ l'll un movimiento casi imperceptible pero

    de Bolafos es, sin embargo, un lugar a donde acuden decenas a diversos asuntos.

    Los gobiernos mestizos, como as llaman a los indios, aprovecharon el hecho de que en esa localidad 1 huicholes tenan radicado su centro ceremonial, para estableciendo las sedes de sus distintos programas asistencia social y de cierta infraestructura, aprovecua1.1uu tambin, de esta forma, su natural afluencia que por siglo haban conservado.

    Apenas la nave haba tocado tierra, y ya los indi se arremolinaban para esperar el descenso de pasajeros. Normalmente pacficos y silenciosos, esta se les oa gritar. Nos pedan que regresramos, que reunin no era para "ladinos".

    -No podemos regresar -intentaba explicarles profesor Tobas-. El avin como quiera pudo llegar, no podr elevarse de nuevo.

    -Vyanse a pie! -nos gritaban. -No vinimos por gusto -ataj de pronto el Li

    l'r:1dcra, representante agrario que encabezaba el grup 1 k1nos venido porque sabemos que van a sacrificar a 111 ,, i i 1110 . Dizque para que deje de llover.

    l:so es cosa de nosotros. Son nuestr t Ltd it iLilL'S , nuestras costumbres. Deja la cosa as. Y dc ,11 111:1 ~; dio la vuelta y se encamin hacia el Kali t"IH'I'II' tk ~;a ln de sesiones, seguido por los indi

    42

    htwln qtll llls cuerpos se mecieran como una enorme J~!l.'llil

    \ , 1 "'llltanecicron hasta las tres de la tarde, m dtF; Lll';t ~; horas en las que el humor de los cuerpos

    alc.l ... ,, (' 1 l.1 t r: 111spiracin se nos haba alojado en la raz t'f\';ihlll

    Al~u~~-~~ Lnccndi dos velas para iluminar la cara ' \ fliiLtd"' l.a danza se detuvo y en Wirrrica

    .......... - ,, 1111 : 1~. palabras. Despus, fueron saliendo del 11"-'1~1, w "f'IIIparon en pequefos corrillos y entraron a tlllf'''"" q1w :;e enfilaban formando un rectngulo.

    ltn 'illlll d profesor inquiri sobre lo que haba ti"'"'" itlamc". Unos le contaban una historia, otros

    hthtlll ~1 rielo y algo le decan en su lengu~, pero le d111 L1 misma versin, todos los cuentos eran ,,,,lo rllincidan en que las lluvias de enero no

    Hl' y l'lllll'dir que nos furamos. 1'11 1:~; l'lH>:I'.~Is comenz a verse el calor de las

    t\i, 1'111 l'lill ~;l L'ntenda que estaban comiendo. 111~ llll'ih,. n :11 mismo profesor que haba

    \hllltlllll'llos dm:mte casi un ao. Las autoridades II\W; ltahi;lll iw;lalado una telesecundaria, y l haba

    1 h~llllllll;11 sr a la siena, bajaba a Colotln .... , .... ,,,..nlc lt,:. di:t; ,dlimos del mes a cobrar su cheque, y

    nu gtlll' dL PL't 11cfios regalos, mismos que los !itW,IIIilllll'llk gu:mlaban o se los quitaban sus pue'11llllll'; 1 , . i ul'l l 11 qul~ tuvieran en sus manos.

    1\

  • En el edificio de la escuela resistimos la 11 mientras el piloto buscaba las partes duras de la pista p intentar el despegue. N o nos dimos cuenta que la an parablica utilizada para recibir la seal de telesecundaria haba sido destrozada. Lo supimos los nios gritaban que ya no habra clases, indicando sus dedos los restos de alambre y metal sobre el techo de escuela.

    La lluvia amain un poco y el piloto asegur q podamos regresar. No sin miedo, omos con alegra , ruido del motor romper el silencio. Slo faltaba profesor de montar la nave. A la distancia pud distinguir a los caciques y gobernadores que se acerca a nosotros.

    -Ey! Llvense a Pablo ... Llvense a Pablo. Se que gritaban, queran que subisemos a uno de sus j Subi y busc lugar junto al profesor.

    -No te enojes profesor, as es el costumbre, le muy qued0. Los dioses nos pidieron que matramos un gaviln, lo matamos y el agua segua. Despus pidieron que matramos un venado, lo hicimos y llovi recio, a ti te consta.

    -Mira, a m no trates de convencerme, ya destruyeron la escuela.

    --Bueno. la escuela no . ni nada, noms la antena.

    -Pues es lo mismo. Ahora cmo tendremos 1 clases?

    ---Pos lo que no queremos son clases. No qu qttl ks sigas enseando a despegarse de nosotros, p:tdt~ ~:. No queremos que se vayan de La ntw:lros hijos.

    11 .avin comenz a moverse, saliendo poco

    44

    p.,, ., d. 1 1,111 : ,' 1 1 , i:'d(l \ u ~; e i n1crrumpi por el miedo, y P'" , 1 ,- lllt1 11d d1 1;, mquina que ahogaba, con sus !;'illld,-. , lllttllutdl L1lluvia. - 11111"' ' 'll l;. v nronto la nave comenz. a gi rar f\11111'" " e o1 r 10 l.' hi 11 : ' -/\ l11jo tos indios corran de nuevo al k~lii'1' 11 l'ltH1di('\l1l8Vt!elta m8s para tornar altura. al Jv~I ~~J" , ti'" :: !11'qtl clo s grupos de h'..choles, quiz ftttnili w, ' 1~~' ::.T ti;m la s veredas de la sierra, salan del KMii"~l tlllit\'ITi

  • 1 1 111 1/1 s < ,'( ncclez Salmern

    l'ristcza sin gotas

    46

  • 48

    Sei tuforse un uomo tu sei pagliaccio.

    Leoncavallo

    ,,. ha condensado en suspiros grises, ltKJ!fillo.l,... 'r:;ordccc con sus gritos de colores

    '"'~~'ll:ll.a cnn volverse depresin. Ahora t~liiiA ~11 '''"'"1:' i11misericordiosa al inferior. A quin

    '' th111 a ' f'.l : u 1 il losa be, es impredecible.

    1 nlttttt'' :1 pc~;ar de sus dolores reumticos, por ti~ 11, . lt"r:1:. l1ajo el sol de medioda, gritando y

    1 , Hll, k. '1'"' tkjaban ver una escritura rpida y nwdn 1 :1 prd1licidad estaba en todos los rincones

    l11 .\1olo11dr:ldo por el cansancio se sent n '"''lt'nrpl:1r la pequea plaza. Hoy era su da;

    IHI llllrta l'swr:mza. Un buen lugar, un buen In, ljlll' podi:r salir mal. Pensativo sigui su

    hnd11 111'; 11111na:; del pueblo, donde se encontraba dD fi1111J'illl:l q1rt lll :libcrgara durante la noche. tM t!CIIIv '" rrlir:lh:l para luego rer y comentar con

    !!ti nt1 ;rl); :rp:1ricncia. l, se senta halagado, itmlw.o,t"dn' :trlo erala funcin. llylll ,.11111111:rndo hasta llegar a su destino.

    1,111 lu ;urrri:::ls que encontr en el pueblo se D ~IIIHN d' oltll'llido de la nica lata de atn que le tn !HI I~M" I 'n 1 :st;r vez no contaba con ninguna 'ffllllllll!d ilii dt'lJIIL~ preocuparse. Hoy era el da.

    Dlltnhteto .t ttrhrira hasta el tope de monedas ~~uu1rhm 11 llq:11 :!1 tl!ro pueblo, y de ah a otro,

  • hasta encontrar a su hijo. Tom una breve siesta. Cuando despert

    feliz, emocionado. Haba decidido ser diferente, olvidar pasado y mofarse de s mismo y de su tragedia. Era su da.

    Apresurado guard sus herramientas de trabajo un maletn negro, muy grande; sonri al pensar que bi poda caber, en lugar de aquellas, un enano, como pequeo que lo acompa por muchos afios. Se cnfu en su traje brilloso, arregl su caray su pelo arcoris. con rumbo a la plaza. El cansancio de su paso q reflejado, sobre la terracera, como enormes hue Camin con dificultad a causa de que el viento le roba su peluca.

    Lleg a la plaza . Organiz impaciente herramientas de trabajo sobre una mesa. Era la hora la cita y an no haba nadie que le observara. impacient ms porque el aire se empcfiaba aduearse de su peluca.

    La gente comenz a llegar parsimoniosam una, dos, tres, diez .. . El nmero segua en aumento. faldas y sombreros levitaban, primero juguetones, 1 frenticos. El infame no saba qu sostener. De p corra para alcanzar su sombrero, cuando ya se iban l globos; de regreso tropezaba con sus zapatos, sostena su peluca. Vaya que la gente se rea. No era lo q l haba pensado: se burlaban de su tragedia, no de gracias que todava no haca. Qued paralizado ante enormes bocas del pblico. Cambi de semblante: sus oj ahora del color de su nariz, gritaban.

    1 ,a depresin lleg ele ilm1ediato. La gente rLIiwiu L'll sus casas, olvidndose por completo del l'. Lil in ~;o , ya sin peluca, que mostraba su pelo lt1.11111 d,, dL tristeza. Mir su sombrero en la rama de un

    50

    ~ a-n~h w\1, 1 L. dJl, .,, '"' 1:1 dn:sc da con los otros. 1 >ilulil "'" 1 '*U' !Ik . 1 ' IIILih:t_dcsdesusventanas, delpobre

    - ....... ,, l'11nd ' "11 1111 di,, de la plaza, que suspiraba con tcllil\ r lttd" 1' 11 :IJ'.II:t de muchos al.os. ste cay de

    o~- ltt rl 1'' '" 111m, reflejado su rostro de pliegues tttflilftl, ''"'" ,k quitarse aquella pintura, la nariz

    htll~ndt ., ... 1 .:p,r:tdamente. Fue intil. Volvi a !Hi ""' h11111nh Todo segua igual. Entonces lti ifll .~ 11111" k dijera cuando se fue de su lado:

  • 1 ws .11/1/('JJ/a Malpica

    lovur < ~,torce y avenida Plaza

    52

  • 54

    " .\',,,ft 1 mede ocurrir una solo vez. J L. Borges

    ,.,fJHII '/"' ' los hombres del viejo Packard negro 1'11!;!111'11 :1 :1 qlll' disminuye la velocidad de su

    , !i~' . "''''"!.' l11 ~: :mteojos oscuros, hurga entre 1~!! ,kl l' ' ''t.ii . Ht de lino verde, encuentra unas

    t ~~~~ h ,,., . . 11 , q ;tiTO . Ah, por fin el humo corre Maf\l~lht qw "1" ,,,l. la garganta cuando uno est dt iq1c111 '1'11 ' ,: : it~occnte, que l no sabe de qu ilhl''''-''-" 1111 110 sabe cul pasta, y los que nhtll '"' .11 :: ::>nrisas que la oreja, porque

    f!j tlhh f,, , JI :tpl:lr el gatillo que escuchar a ese ~ ht t ' tlllll':' ld:IIILa, el que sube de prisa al viejo

    ; Jn,l,, ,, .,11k \ se aleja de los cuatro italianos t!i '"' ,,,.,,,, bi gote recortado, traje a rayas,

    IUI!In w, 1" d:1111:ls , quienes no van a darle otra tlt' e1111 q.11 lo robado, porque al Snake nadie

    tlil H '1'1' , padeciendo una miopa illllh" .,os, algo de astigmatismo y,

    Ulllililhtt "'''' '' i ~~;oscuros para la fotofobia. Y, , ~'R'IIIlt' l~:witll que acababa de llegar al piso

    nli1HIHI1:t1Ltrina de charleston del Kit Kat

  • Enrico decidi bajar, ya tarde, ms por la curio que le despertaba el parecido de su joven vecino con bailarina del club. que por el alto volumen de Caruso y Di quella pira, porgt1e, italiano al fin, l tam disfrutaba de la pera; pero al ver que era ella, la bailari quien sala del piso cuatro, Enrien sigui de largo por escalerillas Art dec hasta la puerta. Desde all vio a bailarina abordar el taxi que la esperaba en la esquina bulevar catorce y la avenida Plaza, y enfilar hacia el lago.

    Mientras suba de nuevo, Enrico pens que vecino y la joven debieran ser hermanos, o inclusi gemelos. Y para conocerla, se hizo amigo de Pao Despus se les vea entrar y salir del cuatro al quin lo, sombrero y anteojos, ambos con trajes verdes, sin ningn vecino pudiera distinguir a Enrico de Paolo en los corredores.

    Luego de unas semanas. era la bailarina q entraba y sala del piso cuatro al quinto en las ma acompaada de Enrico o de Paolo, y del quinto a cuarto, por las tardes, con Paolo o Enrico. De noches sola, siempre del piso cuatro, para abordar un taxi enfilar hacia el lago.

    Por el retrovisor la ciudad es una mancha gris Enrico limpia con el filo de la ua y luego talla en cada uno de los incipientes bulevares, destilad clandestinas, rascacielos, casinos y burdeles, contra el de su camisa blanca y ese olor a maderas que desprende cuerpo con el roce. El espejo est limpio, sin sombra algn Packard oscuro, de grandes ruedas blancas, tilda! y vidrio, como aquella sonrisa antes de l:ll')'.a, debajo de un sombrero, que le dijera, de parte S11:tkc. que no le juegue chueco a los amigos, si no qm 11:1d:1r e llago Michigan encerrado en su coche.

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    ~kJ.II l:lt ' it1d:1d,junto ala hermana del illt'lllll c_;ulicientes para que Enrico

    ftl!iW alltld 111 ,-,ilrL los muelles, se tomase unos fttinpt11lilt .1 .1 1 :1 'ndad que el Snake se la haba

    , ' 1''" .1 .dt) 'dlcLde, nos vemos en tu piso, pm d,- .!1.1~. p ,,u antes de las once ... llllil IIJ.t. ;, dijo, al ordenar el ltimo

    1 IHillll .,. , ,.; pur.os, cigarrillos y habanos, P~iwlt

  • acerc a la cama. Enrico l1:1~ ht a su cuarto; por cada dos sothOI prenda: y entonces la cmh;~tn fl la si !la y el saco sobre d camisa blanca, la ligera 1111 su joven vecino del h11kvf quien para entonces u~;], l!i\l sombreros, unos ;nl1l'ltjlt\l como parte del rito dL lnn botn, ste cay a la du~l cuando la joven Sl' anH't!O esperaban los cuatrol~t .. nJIDil ver, tal vez por lit n11opl\1 armas, y menos v 1. mnl luzparabuscmnll' t\l rod hasta la otra puv111 calle. Enfrcnll' sl' lutl mi viejo Buick olivu,

    ML~t la lhtvt Saqu otra llitH, hombres L'Stahun del coche. pr~nd' mi viejo l\11irk armas. colllmlltl un lado . Alnlr el fondo y lllllll a un l'allni vcntanilln displlt~Htl el ,n ~ndi

    All lntwu ill 'lllllriU,

    ~fllil , d o;J una """ d ,, , -ro en htllo'il de SU 1~ ,, ' , 1rd a ltlol., !'laza.

    "". tr:jes y \111 L olivo, ,\1 .tl~tr un

    ,,, .. ' 1lrran. t 1, , .. cuatro - ,k L 1 puerta

    1 ,, \ ' dirig tLd 1; 111 sus

    ',,Jiicron 11 de la

    rhllli.l :;, ya flillttill IS en

    .--:taba

    la maleta. Enrico baj a su auto, aparcado en l; ;n; . \1 dejar la maleta en el asiento, observ un Packanl lll'"l"

    1

    estaciOnado en el garaje de su edificio, sin IIIL'.'.''' ocupante. Enrico dirigi la mirada hacia la ventanilla d~ s11 piso, pero el sollo hizo bajar la cara, de inmediato. 1 Jn;t bala, disparada del piso por abajo del suyo, le roz l:t cabeza. Enrico subi a su auto, ech una miradita ;j Packard negro y arranc, rumbo al sur de Chicago.

    Ya nadie lo persigue. Aparca junto al lago. A 1: 1 izquierda del Michigan, unas pequeas aves sobrevucl:m las aguas. Enrico apaga el cigarrillo y arroja la colilla. Los lentos crculos arrastran los residuos de tabaco por d coche. Enrico se quita los zapatos, los calcetines, l'l pantaln de lino y los calzones. Desnudo, saca del Buick olivo la maleta de Paolo. Hurga entre pasta y joyas y encuentra un vestido de tono verde claro, con remate de cuentas, unas medias de nylon, zapatillas, collares, sombrero, mitones y una boa de plumas. Enrico se coloca las prendas, sube al auto y comienza a polvearse las mejillas, a pintarse los labios y los ojos. Enrico enciende el auto, sube la ventanilla y un aroma a maderas se escapa uc su pecho al frotar los collares el vestido.

    El Snake supo luego que encontraron un automvil en el fondo del lago, y el cuerpo de Paolo. De l:1 maleta, ninguno de sus cuatro matones pudo decirle nad;1. Tampoco de la joven del traje verde claro, la amanll' dl' Paolo, quien no volvi a su piso del bulevar Catorce v la :tvenida Plaza. "

    59

  • Mara Cristina Preciado Nez

    El Tnel

  • El abismo est frente a m. Desde hace tiempo tom la fom1a de tnel. En l transito desde hace tres aos. Algunas veces, olvido la existencia de otros espacios ajenos a este universo de curvas y altas velocidades. Las voces ausentes de rostros, las palabras abandonadas en cada estacin, provocan un espacio en donde habita tu silencio.

    Fui el discpulo tic! que anot en su pstumo evangeliario, el matiz oblicuo de tu mirada perdida a travs de la ventana, en la nocturna profundidad de este artificio humano. Desde mi asiento de conductor, un da comenc anotar tu presencia . Ignoro el momento en que te volviste imprescindible ami camino.

    Mi senda nunca vara, slo la direccin se invierte. A veces pienso que soy como el pequeo dios que conduce en sus rutas a los hombres . Soy la gua puntual de sus destinos. Y aunque stos varen en cada estacin, todos coinciden en un slo punto: en m. Bueno. En realidad no en m, sino en este arteracto mecnico que llaman metro . Sin embargo, l no ha venido a formar parte de mi cuerpo y de mi mente; soy yo, tal vez, quien se integr a la unidad metlica de su estructura. Desde hace tiempo comprend que todo mi ser ha lkgado a formar un ente nico con el metro. Cuando estoy solo, lejos de l, me siento incompleto.

    No s cundo comenc a esperar tu llegada cada maana. Te observaba cuando ocupabas, casi siempre, el mismo lugar a la ventana. All te acurrucabas. Parecns

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  • l::pn;Ir que del
  • destello que ilumina mi alma habita en el espacio interior que observo a travs del espejo retrovisor. Te busco en los asientos ocupados por otras personas. Ests all junto a la ventana y en el andn de la sptima estacin que me precipita a tu recuerdo.

    Me enseaste a salvar el abismo del tiempo. S lo que hay al final de este tnel. El verdadero viaje se iniciar cuando recobre tus pasos y me abrace a las lejanas que habitan dentro de m. All est la eternidad.

    -S. Yo s que observas. Percibo tu mirada en el breve espacio del e.~pejo retrovisor en que se aloja tu mirada. Acaso no comprendes mis palabras? Tal vez t puedas ayudarme. Tengo una carla para 1 i. N o me atrevo a entregrtela. Tal vez hoy la deje en la sptima estacin. .. quiz maana.

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    l 1

    '

    Ch.A. Lzaro nada

    Cristina

  • 68

    Un trozo de cartn st~eto a su mano izquierda con li11111:t de charco, era el juguete que sala, se introduca, junto l'PII ella, bajo las explosiones de diversos colores que Cristina identificaba por el chiflido de aquellos tubos rellenos de plvora precipitandose hacia la luz menguante de esa madrugada helada. A cierta altura el bang, boom! de los petardos, esparcC~. puntos luminosos de tonalidad verde, blanco, rojo: pero de toda la produccin el efecto que ms le arrebataba, era cuando la fbrica de estrellas hacia girar crculos que escupan brillantes, los cuales al caer, a ella se le a figuraban bailar antes de extinguirse sobre la tiena mojada.

    Alrededor del centro contina corriendo, las chispas de luz la barnizan y unas cuantas no rebotan, se desvanecen al tocarla. Su brazo izquierdo en posicin horizontal firme, es el cordn que la une con aquella nave que no soltar por nada y que la impulsa hacia las galaxias que imagina recorrer. Cristina despega tras un zumbido enrgico que sale de su boca. dejando una cascada de luz artificial y una estela de p 1 vora.

    No pasa nada, nada. No pasa nada. Poco a poco atraviesa el sitio, las

    parejas de baile; le tlt

  • Slo algunos coches mal estacionados y enseguida las vas del tren; doscientos metros e identilcar su casa, su catre, su rostro aslxiando la almohada.

    -Nadie quiere cuidarte -el recuerdo paulatino comienza a volverse negro-. Nadie quiere cuidarla. Esta noche quiero divertirme hasta las tres de la maana, Jos. Nadie quiere cuidarla. Seguramente la ven tan mal.. . es tan tarde. Y t, no vayas a chingarme la noche.

    El grito de su madre la oblig a contraer su abdomen; saba que la poda arrojar al tren porque todo era producto de las circunstancias en que vivan, su postura ante el mundo , hasta su individualidad , era slo el resultado de los actos realizados de su padre, de su madre, de la madre y el padre de su madre, y del padre y la madre de su padre; todo les haba sido heredado , todo.

    Ella nuevamente la intimida, tira dela oreja de su hija obligndole a quedar sostenida con las puntas de los pies.

    -No llores. No llores -y vuelve a insistir- no quiero que me chingues Cristina, o te cuelgo del rbol y ni quin lo impida.

    De sus ojos no brotan lgrimas. Retira de su oreja ambas manos para tomar del suelo, de bajo de la silla en la que estaba su padre, un trozo de cartn con el que se retira a esperar fuera de casa. El hombre al escuchar los gritos y sentir la presencia de su hija a sus espaldas, deja de lanzar restos de pan duro a su gato obeso, pues el tiempo libre, el tiempo en que su espalda dejaba de cargar los sacos de ocho kilos, en que sus fosas nasales no absorban ms cal, en ese tiempo, tiempo de descanso, el padre se dedicaba a alimentar a su animal que para l, para el gato, esos momentos eran de trabajo; debido a que el dueo poda pasar de dos a cuatro horas sin dejar de tirarle trozos al

    70

    hocico. Desaparece tras un muro ll1tidu put h-pt : dv chapopote, no sin antes advertirle a su IIJlljlJ qtw .,,',Ju contaba con treinta minutos para arreglarse.

    No pasa nada, nada. -Laniadebeandarjugandoporah. Ya \'slpw le

    gusta meterse debajo del castillo. Sus ojos tratan de divisarla al tiempo qtJL'

    pronuncia: es lo nico que tenemos. El marido la toma en un blando &pretn. Revisa entre las personas de adjunto. entre esos gestos apesadumbrados incapaces de divertirse ya que tampoco hallaron quien se encargara del nio recostado en los senos de la madre, del nio ebrio de cansancio nocturno que no sabe a quien reprocharle el legado de sus antepasados. Pero slo observa aquel espejo de su familia y de lo que haba sido su familia.

    La nicotina, la plvora, los hijos de su compadre Salvador y la ausencia de Cristina, aumentaron el calor de su cuerpo y el deseo de siempre aplicar la mejor solucin; descargar las tres balas del revolver en los nios. en los gestos de la familia de su compadre. Como si con eso lograr desaparecer el espejo, el fantasma que lo segua desde que tena memoria, desde que tena alcin por las armas, desde que tena la costumbre de estar tirado en la azotea esperando ver un espa para matarlo, para que no fuera a contar "de nuestra emancipacin".

    No pasa nada, nada. Un hombre vomita el alma y su compaera intenta

    hacerse el amor sola. No pasa nada, se activan los faros muy cerca de

    dla y el claxon de advertencia la ensordece junto con el recuerdo de aquella tarde que comienza a volverse negro.

    No ms autos. Son las dos de la madrugada. Se escucha el tren, la belleza de su canto trasformado en eco

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    ! )

    i '

  • filtrado t;ll los sueos de los ciudadanos. Cristina sobre l:1s vas mira alejarse los focos rojos del Cadilac que estuvo a punto de arrollarla. Se pregunta por su nave y por qu su padre haba puesto esa risilla al momento de entrar en su cuarto, donde l, desnudo comparaba su miembro erecto con su revolver de tres balas. Se escucha, por ltimo, el silbido prolongado silbido del tren que se aleja tras varias explosiones que iluminan, lejos de su cuerpo, la mano de Cristina aferrada a un pedazo de cartn en forma de charco.

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    -~.-.ww;. -., .. ,..,. _________ _

    Sergio }Jaro Alcaraz

    Sempiternos

  • 74

    Le parecen demasiados aplausos. Piensa ctt lu dll lu' \ considera que no es digno de ellos; en realid;td 1111111 a lnt comprendido por qu se aplaude en las confcrcllcl;t:; Se pone de pie todo el presidium cuando el rector se accnn a l con un pergamino que acredita el doctorado lloJtoJt~ Causa de la universidad de Gante. Siguen los aplau:;o:, Desde el ao pasado le avisaron que le entregaran l:;tt reconocimiento por lo que no estaba nervioso, lctlit preparado el discurso que iba a presentar desde hace algt.llt tiempo; aunque ms bien se trataba de una crtica a Latinoamrica y al partido liberal austriaco, que meses antes de esta conferencia haba llegado al poder: esos partidos ultraderechistas no deberan estar permitidos, afirm en su ponencia. , pens mientras conocidos y desconocidos lo asediaban. Despus, con cierta nostalgia, record otros reconocimientos; a los 71 aos todo se siente distinto.

    La lluvia de felicitaciones y abrazos lo tenan atrapado, su vista se encontr con el pasillo del auditorio por el que camin hasta la puerta como si con esa accin pudiese escapar de aquello; pero antes de llegar a la puerta sus ojos se detuvieron en una misteriosa persona , pens intrigado. . Lo afirmaba sin estar seguro. Era un hombre sentado dos filas antes de la puerta, y estaba ah desde antes de que empezara la ceremonia, ahora lo recordaba. Su cara le era familiar, esos anteojos redondos, ese peinado a la gutierritos. . Esa boca sobria, seria; esos ojos duros, inexpresivos ...

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  • lncrci b k'. S" d""""" rue ex ce! ente maestro. ~ ILil'l'l"l'i ;morciH.:spaflol. < IL'Iti;d!< lvnial!... 11

    No es para tanto.

    - Claro que s maestro. es p;tr;t eso y ms. Ahora, si uskd lo permite, pasemos a la rueda de prLnsa.

    -S, s, claro. Mientras caminaba hacia la sala en que la prensa se

    encontraba volteo para ver nuevamente a aquel hombre tan enigmtico, pero ya no estaba. , pens.

    En cuanto termin la rueda de prensa, los abrazos y las felicitaciones, era hora de descansar; se ofrecen a llevarlo al hoteL pero l no desaprovechar la oportunidad de caminar por las calles de Bruselas. La noche es perfecta, el clima, aunque fro, reconfortante; se respira tranquilidad, esa tranquilidad que da el tiempo. Pensar que esta ciudad fue capital de los pases bajos, que fue ocupada por los alemanes en dos ocasiones, y ahora est as, tan tranquila. con esa tranquilidad que da el tiempo, nicamente el tiempo.

    An recuerda la primera vez que estuvo en Bruselas, su Catedral Gtica lo impresion. Ha pasado mucho tiempo desde la ltima vez, todava recuerda que a dos cuadras de all existe un caf propio de los universitarios.

  • Sl rLtira el camarero y l vuelve a su memoria. En :11 '"~:1111 :1p;m.:cc una sonrisa al recordar qu nervioso l" :Lil :1 ~ 11:1rHio recibi el premio Prncipe de Asturias. Est 1 llll\l'llcldo de que es una tontera que le dieran el n ~ o11ocimicnto por la mejor novela. . Para l los crticos son una ~ ..pllic de buitres que desgajan las obras para vivir, son -:crLs que no han tenido el poder para crear y por eso se dedican a morder o lamer a los creadores, viviendo de los despojos que stos van dejando.

    En fin, qu puede hacer? Le gusta que lo reconozcan, que le pregunten, que lo escuchen, por eso escribe para que lo escuchen a travs de la literatura, libera sus ideas, sus sueos, sus temores y hasta sus teoras de cmo debera ser el mundo. Cuando ve uno de sus libros publicados siente que un pedacito de su alma est en esos cientos de pginas que algn estudiante lleva bajo el brazo, o alguna seora lee en el parque, o en eterna espera en el estante de una biblioteca ...

    -Su caf, seor. -Gracias -contesta rompiendo esa neblina de

    ensueo en la que se encontraba. . De nuevo observa a su alrededor y encuentra una

    silueta conocida. Las sombras cubran por completo aquella figura, no se poda distinguir ni el color del cabello. 1 klante, por el contrario, un rayo de luz iluminaba al hombre de anteojos redondos que haba visto en la l'< >11 ferencia; la sombra y aquel hombre charlan, o al menos l'So parece. Los observa por unos minutos y decide ir a investigar a quien pertenece esa figura y averiguar de una w:~. quin es ese hombre tan extrao. Camina unos pasos, v;cif:l, el caballero de los antojos lo ve fijamente y some, voltea :1 ver la silueta y asiente con la cabeza, camina ms

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    decidido. al estar frente a la mesa se i11rlim p:11:1 \'t'l dv quin se trata ...

  • -- l:spero no lo haya molestado; no era mi intencin i 11e1 m10darle .

    - En realidad no me incomoda, pero s me ha 1 lcsx~rtado una enorme curiosidad esa sonrisa y, sin que se 11 kmla, su singular apariencia.

    -Claro que no! Qu es lo que le extraa de mi persona?

    -No s. Tengo la sensacin de que lo he visto varias veces, y sin embargo no recuerdo haber hablado con usted en ningn momento.

    -Se equivoca usted , se ha comunicado conmigo en repetidas ocasiones.

    -En serio? Disculpe, pero no acierto a recordar. -Haz memoria Carlos -interrumpi Arreo la. -Pues en verdad no recuerdo haber tenido el gusto

    de hablar con usted, pero estoy seguro de que lo he visto muchas veces.

    - S? Y dnde? -No s. Estuvo presente en el premio

    Cervantes? -No. -En el premio Biblioteca Breve del67? -No. -En el Rmulo Gallegos? -No, no. No siga buscando un evento, yo lo conoc

    en una universidad y termin en su biblioteca. -En mi biblioteca? N o, pues no recuerdo. -Tal vez si le doy mi nombre recuerde. -Si tiene la gentileza.

    80

    J1 l ! J j

    l 1

    1

    El hombre lo mira a los ojos y SL' 1\' l ' :ll)'il ,,11\lr In mesa para que Carlos pueda verlo ms cerca.

    -Me llamo Han-y. -Harry? -S. Harry Haller. -Harry Haller. Es curioso se llama cultHJ l'!

    personaje de ... Un escalofro recorre su cuerpo, se yergtH' t'll ;11

    silla, parece que al fin ha reconocido a aquel IHJIIIhJt .

  • N o s, no s ... se parece a Hesse ... Claro, hombre! Claro! Se parece a Hesse

    1 H lrquL: es Hesse. -Por favor. Creo que has estado bebiendo. -Hennann, ya dile, me esta desesperando el

    l~achctn ste. -Disclpelo Carlos, usted ya sabe como es

    Arreo la. -S, lo s, pero dgamc quin es usted en verdad. -La verdad es que soy Hermann Hesse desde

    1877. -Eso es imposible, Hesse muri en 1962. -Hesse no muri -explic Arreola-, ni

    Cervantes ni Quevedo ni Quiroga ni muchos ms. Nunca murieron, decidieron dejar su mundano cuerpo que es distinto.

    -Sabes lo qu ests diciendo? -Por supuesto, Carlos. En este momento ests

    confundido, como yo lo estuve, para eso me ha trado este caballero -sealando a Hesse-. l y los dems me han pedido que te enseara el camino porque eres uno de los elegidos.

    -Elegidos? -S, s. No interrumpas, por favor. T sabes mejor

    que nadie que la Literatura es una puerta que nos permite salir de este decepcionante mundo; los libros son ventanas que nos dejan ver nuevos mundos; sin embargo, muchas veces, estas nuevas realidades carecen de vida, de un alma; esto es porque no cualquier autor es capaz de transmitir esa L'ncrga vital que contiene toda obra maestra. Para ello se necesita de mucho conocimiento, se requiere una narrativa

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    patiicular y nica, pero sobre tudu ~;~ 1np11r1r un compromiso enom1e para con el papel y la pl11111;1 , t wllt''

    -Cierto. -As es, pero estars de acuerdo conlnlo l'll qtw

    estos elementos no son suficientes para tr;tsp;~;;ll lit frontera que el tiempo nos marca; para una ohr;1 Jlllnl:i 11 ms all de su tiempo es necesario que el autor ,T l".ll' munJo material y superfluo, slo cuando se lleg; .1 ~-~;k punto la obra se consagra y se vuelve inmortal. -No me vayas a mal interpretar, no estoy diciendll qul cuando morimos lo que escribimos adquiere valor, si11u que para obtener un valor que perdure es necesario inmolar la prisin que nos mantiene atados a este tiempo.

    -As es, seor Fuentes -interrumpi Hesse.- Usted es sin lugar a dudas uno de los escritores ms grandes del siglo XX; sin embargo, no ha sido capaz de desprenderse de las necesidades materiales de su sociedad, de su tiempo, incluso ha encaminado su escritura hacia. aquello que le aporte beneficios econmicos ...

    -igame! -No interrumpa, seor; la razn por la que

    estamos aqu es para darle una ltima oportunidad. -Darme una ltima oportunidad? -Como lo oyes, Carlos -interrumpi Arreola. -Djeme explicarle -continu Hesse-. Desde hace

    siglos existen los Sempiternos, un grupo de escritores que ofrendaron su cuerpo para depositar su espritu en sus obras y de esta manera hacerlas inmortales.

    -Esto es absurdo. -No, Carlos, no lo es -dijo Arreola-. Si piensas un

    poco podrs recordar cmo algunos libros son capaces de integrarte en su historia, a pes:.r de que tienen siglos, y

    83

  • :;lll a l;lccs de mostrarte personajes tan reales que podras jttl:lr que los has visto en tu estudio mientras lees.

    -Es verdad, pero eso no quiere decir que ... -Cmo que no, eso quiere decir que no ests

    llycndo un pedazo de papel con garabatos impresos, eso quiere decir que ests dentro de un mundo que vive por s mi smo y que cambia cada vez que lo lees; aunque aparenta seguir siendo el mismo; un texto evoluciona con el tiempo. es por eso que no queda en el olvido. es por eso que no puedes decirme que no tienen vida.

    -Pero eso es distinto . -Por qu ha de ser distinto? -cuestion Hesse-.

    No es lo que estamos diciendo? Vamos seor Fuentes, no trate de encontrar una explicacin lgica para la Literatura, no la hay. La Literatura es un ente vivo que necesita alimentarse como cualquier otro ser, y ese alimento que le menciono somos nosotros, nuestras almas permiten la existencia de la fantasa y la esperanza, de los sueos y los horrores.

    -Me est usted diciendo que para que nuestros libros sean famosos es necesario morir... Perdn, abandonar nuestro cuerpo.

    -No Carlos, no se trata de fama, sino de vida. Para que tu obra valga la pena es necesario dar tu alma -dijo .Juan Jos y despus dio un sorbo a su copa.

    -Debo entender que t ya has legado tu alma a los libros?

    -Carlos, t viste en que estado me encontraba la tlll i m a vez que nos vimos.

    S. estabas como para caer en coma. As es mi buen Carlos, he tomado una decisin.

    1 s IHlr L'Sll que mi cuerpo est all, en Mxico, sin m. Est

    84

    ' f 1 ' '

    f 1

    solo, como una caja de zapatos, yo vivo c11 111i s libros desde hace mucho tiempo.

    Hesse se inclin y tom la mano dL :tll'llll's y apretndola le dijo :

    -El asunto, seor Fuentes, es que uslnl h:1 :; ido escogido por los Sempiternos para unirse al 1:-'JIIpo . 1 ,; pregunta que he venido a hacerle es si est disptlc::to :1 vivir en el tiempo.

    -Me est preguntando si deseo morir. -No caballero. le estoy preguntando cunto a111:1 a

    la Literatura. -Cunto amo a la Literatura? -S, Carlos -intervino Arreola-, ser un inmortal

    constituye un abandono de todo lo que has conocido y amado hasta hoy. Es algo as como si fueses un monje en un monasterio, dejars para siempre a tu familia, a tus amigos, tus bienes.

    -Qu me importan los bienes! -Todos sabemos que s te importan .. . -La pregunta sigue siendo la misma, seor

    Fuentes -sentenci Hesse. Carlos se yergue y retira la mano que Hesse le

    sujetaba. Contempla unos minutos el rostro de Arreola y despus ve fljamente a Hermmm. Trata de encontrar alguna charada en lo que est pasando; pero sus comensales estn demasiado serios, esperando su respuesta; los nervios lo traicionan, est sudando fro, quisiera desaparecer, se frota las manos, no sabe que decir, cierra los ojos, trata de pensar ...

    -Su orden. -Eh? El mesero se encuentra a su lado, baja la mirada y

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  • dL~;Ltthrc que est en la misma mesa en la que se encontraba :u11cs de ver al hombre de anteojos redondos ...

    - Su orden .. -Caf ... un caf por favor. -Algo ms. -No, no, nada ms ... -Enseguida se lo traigo . Voltea rpidamente al rincn baado de oscuridad,

    no est la silueta, no est el hombre de anteojos redondos, en su lugar est la mujer rubia con olor a jazmn. Lo ve a los ojos, su mirada se le clava con una frialdad que nunca haba sentido, no puede sostener la mirada y termina por bajarla, observa que la mujer lleva un vestido verde, verde vida; vuelve a levantar la vista y se da cuenta que le muestra un sobre. La rubia se levanta y se dirige a la salida; l se levanta y camina hacia la mesa, toma el sobre, saca una tarjeta de su interior que dice:

    -.J_.,,_~ue h

  • Esteban Salvador Garcfa

    Vagabundo de media noche

    ! ' ' 1

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  • 90

    1 1

    ' 1 1 1

    Esta noche me recuerda a algunas de la 1: k ( 'ttlllo l'll Id televisin la avenida Jurez lbrega y cubierta co11 llltd alfombra reluciente de agua sucia. tan suci:t nttlHt Cicciolina y su cartel de "Club Privado". priv:1du lk :at libertad quedar el joven vestido de mujer que rcctr:ulo sobre la pared espera no s qu. -Qu!, le dijo ese bun :~rht' tronndole la frente al hombre de la gabardina azul-pnlici;t que a estas alturas de la encuesta poltica es tan puta co111o la mujer que est afuera de la tienda Levi's. Levisus tda:; , son hennosas, grandes y apretables como la garganta del chofer del taxi que me moj al pasar, al pasar por el Jard11 de la Revolucin, veo unos putos besndose y acaricindose. acaricio mi navaja reluciente y fra, como sta noche en el corazn de "la ciudad eterna", eterna como la lujuria de dos jvenes que se tocan afuera de una tienda de helados, tan helados y fros como mis testculos, testifican esta pesadumbre de tiena balda que se halla atestada de perros muertos, botellas de refrescos y unos quejidos poco usuales, usualmente todo est quieto como si esto fuera tm cementerio perdido, perd el rumbo sobre las calles, a dnde ir?, a dnde voy? Voyeurista de bafto pblico de damas y escaparates de maniques en rop:1 interior, tan interior como la comida que vomita una mujer sobre una alcantarilla sin coladera, coladero para que se vayan los caudales y la tape la cncer-bera-gena basura de plstico, tan plstico como el cuadro de un anuncio dl'l Wonderbra. Me siento, ha acaparado mi atencin. 111v calienta el ambiente como si esto fueran las propi~; entraas uterinas de la camioneta pick-up que deja csr:1par su furor hasta el cogote que me duele, pero me gust -y

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  • qttt . d~. ~:dt: mi bautismo hasta el cncer mortal. si me llldtin:t jubilado y jbilo hubiera tenido, si me hubiera ,~to~::tsl:tdo tanto para descansar en Isla Cozumel e Isla 1\lttjcrcs, porque en esa esquina mataron a piquetes con ptttt:tlcs unos putos a un tipo que no lo hizo, hizo de cuenta 'ttl' todo sera mejor si te mueres de algunas heridas que del plomo de las comidas enlatadas o por la negligencia de la sociedad, sociedad y de la alta se ve que tiene la rubia del Mercedes blanco, no me mira, a pesar de que tiene una belleza ultrajada como de actriz pomo, si esas mujeres son unas busconas, lo sern ante todo decentes, garraspeo en un tosido para llamar su atencin, no me mira, como si ver al que te observa fuera soslayable por no vestir un Dior's, un Versace, es ms ni un Robeti's sinttico, tan sintetizado como la msica de Pet Shop Boys que escucha en su cmTo, canoaje victoriano posmodemo. Se va la rubia en la luz verde y me levanto para espulgar los restos de una cajita feliz, feliz me pongo ante el privilegio de saborear este emblema de la modernidad, como el sistema patentado (Copyright) de encontrar pareja por telfono pblico, tan pblico como el que unas muchachas se besen tomadas de la cintura desnuda, como la sangre afuera de sus venas que se me unt en los dedos no s dnde, del suelo?, de los pasamanos de las escaleras?, me la limpio en las rodillas, es de quien sabe qu persona infeliz, golpeada tal vez, mutilada tal vez, atropellada tal vez, tal vez cada como las hojas que anuncian la obra del To Vania Redemptor, rnkntor de la came, como el hombre que sube al cano de 111rn hombre entrecano y entretenido le veo con la bragueta 'kl qttc subi a redimirlo, qu remedio, qu cura lll'l.l"'i lar:'tn las banquetas quebradas, las puertas abolladas, e 1 tt i tlll que se convulsiona en la acera de enfrente, el ;ttll't;lltll qtw escupe sangre al toser afuera del templo, el

    92

    ,. .

    anuncio oxidado de Coca-Cola que est arrih:ttkl ( ':trl's .lr. abandonado, que est a la izquierda del bar cl;tttsttr:tdo. que est a la derecha de una oficina de gobierno, hcrn 1111hros;t y mugrienta como la falda de una seora qtt~. :ttrull.;t maternalmente entre sus brazos una mucct 1 ~:ll hit qttl' tiene el cabello tieso, como mi miembro qut st t'ttlits:t cuando al pasar por una sex-shop me seduce l:l tnir:tr stts anuncios "Si t quieres yo quiero" , "Mujeres pico:;;:;" , "Kinky blondie" , "Chicks with digs" que me con!; 11 ;ttt :;u escandalosa historia por unos pesos desbalanct':tdos, inestables y devaluados como el ego de esa jovencita ruhia que acaba de anojarse a las ruedas rodantes, mientras rlllda el compact disc de los Rolling Stones y reproduce "Midnight Rambler" en el apartamento ms alto de utt edificio gris, tan gris como la ceniza del cigano que se ha consumido sin fumar en las manos de un militar, me acerco a l para revisar sus bolsos pero otro se me ha adelantado, frustrado, le arranco una insignia, "Patria, Honor y Lealtad" rezan las letras doradas que circundan una guila devorando una serpiente sobre un nopal, me alejo un poco de l y caminando hacia atrs lo dejo tirado entre bolsas y papeles, un gato con sarna se acerca y lo lame, tiene un ojo reventado, tal vez por un golpe, como el golpe montono y sincronizado que me asalta al darme la vuelta y seguir cm11nando. Ese golpeteo demoniacamente persistente dl las mquinas embotelladoras de la Pepsi, pepsina qt1v digiere mi vida en sus anuncios, pepsicologa de los mass-media que inventa un estilo de vida y la estrategia Lk penetracin, como en la joven que grita que por el amor de Dios no, que ella es virgen, tan virgen como la democraci;t y sus muertos, como esos dos cajeros del Sanborn's qtll' cayeron abatidos por las balas. Balarn todav:t lo ~; corderos?. o me la pasar en baladas de Tracy Ch;tppnt;ut v

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  • .lo;tii Manuel Serrat? Sera una defensora de oficio h:II:tdi '> y ,el baladrn me baleara?, o tendr que matarlo de !1: ti: t/ 1 1s intramusculares, intravenosos, intranasales, como l:t cocana que entra en unos juniors que estn en w1 Mustang escuchando "Overdose'' de ac/dc mientras se 11 1can las braguetas, las bragas de la muchacha salen volando por los aires, ondulantemente, como la bandera roja con una svstica que traen ammTada a la antena de sus motocicletas unos muchachos muy morenos y rapados, rapaces de semblante siembran desconfianza, como la luna llena y brillante a unos sujetos al acecho. Hago de cuenta que no vi el lquido hemtico pegado a las suelas de mis zapatos, como la lin1 uterina en un tmpax que flota sobre un charco, llegarn los insectos, depositarn en l sus larvas, se incrementarn las posibilidades de una epidemia, los gastos del seguro social, el descontento de la sociedad, la ofe1ia del partido de oposicin, las iniciativas de ley anuladas, como anular la huelga de unos obreros que son golpeados por policas antimotines, -pinches cabrones agitadores , les grita tan agitado el comandante, como lo estn los martinis y las cubas libres que beben dos hombres en un nicebar enfundados en tweeds de ejecutivos, ejecutantes de la masificacin, de la individualidad, del carisma gur de Jim Monison y Kurt Cobain, de sus puteras, putones de baja estofa, putas de la tica comercial, putos sobran lo que falta es que me hubiera pensionado en la lnea de produccin, el padrote de Polygram records, sus putas Black Sabbath, yo el cliente que paga per view produce ganancias, produce nuseas, pero no voy a vomilar. guardar mi cajita feliz en el estmago para las l'.r:11Hks recesiones y depresiones econmicas, cuando eso ;twnla. ya no caminar solo.

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    -

    ,

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  • Salvador Medel

    Esperar en martes

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    Ah estaban, muertos de miedo, ineales h

  • sobrehumano, producto de un terror increble que no cu111pn.:nda, una revelacin inconexa, instintiva. La vio, idCntica a un mico, arrellanarse entre las piernas de su mujer; tena los ojos desorbitados, engrandecidos hasta casi reventar, llenos con esa tristeza que slo transmiten los enfermos antes de morir. La pequea quiso decir algo y no pudo: el atrofiamiento larngeo la obligaba a emitir apenas sonidos cercanos a las palabras de los humanos. Ense nada ms su lengua, crecida, carnosa, autnoma.

    Peregrina pens en la desdicha de Tinita, aunque todos moriran inobjetablemente; pero ella , especficamente ella, nada tena que ver con la inundacin. Porque en la vspera la madre de Tinita haba escrito a Eugenio anunciando que esperaran "en martes" para ir por su hija, que el asunto con sus padres se haba arreglado: queran conocer a Tinita y a la gente, a la buena gente que se haca cargo de ella. Faltaba esperar, no haba ms.

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    Francisco Ramrez Arroyo

    Cuarenta minutos de nada

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    , 6:30A.M. ~P4R (-Te imaginas que la vida fuera como en los vidcu juegos o una charla de cibercaf? .. .

    Llegar frente a la mquina y por dos moncdt~: " v:t tienes 6 vidas" y nunca falta un acomedido que k dice :;t me das una vida yo te doy dos y de paso te traslado a 1 , n ,:; mundos. Los video-juegos son la manifestacin de l:t. ansiedades ontolgicas del hombre. Y yo crea que el problema ontolgico era de la competencia plena! No del filsofo, sino del nutrilogo!

    Lo mismo sucede en un ciber. Ests dentro de una charla simulada, con seres simulados, sexo simulado, lugares simulados... Y qu pasa cuando ya ests dentro de tal hecho? ... Volteas con el dependiente y le dices: "Dame una hora ms". l voltea y te dice : son doce pesos. No Es sorprendente pensar que el dependiente es una categora especial de semidis?! . . . Por doce pesos te da una hora ms, una hora ms de vida simulada, tan simulada como en la que vives! ...

    En conclusin, a cada nivel de simulacin le corresponde un dios especial.

    tP4R -Cre que nunca ibas a tirar. -Fjate, nuevamente aparece el concepto. Ests

    corroborando lo que dije : "cre que nunca ibas a tirar" , la simulacin de la vida . .. T crees que Zapata no dijo eso el da de la cita fatal con Gonzlez?

    -Guajardo. -Perdn, a fin de cuentas no importa el nombre,

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  • ;lf ,. lll'Lho . Todo es una simulacin. Amamos por 11itttd.ll t\ltl . simulamos ser hroes, simulamos amistades. ',,,, ~ :; l hizo millonario por la simulacin, Zapata muri l"ll Lt :; imulacin, Buuel tuvo fama por la simulacin ... ( . .

    -No vas a tirar? -Sigues. -tP3D -Decas? -Mira, acabas de mover tu pen de dama 3

    casillas, el previo fue pen 4 de rey. Qu pasa cuando nuestros lderes quedan descubiertos?

    -Corren un riesgo . -Cierto. Ahora, qu pasa cuando expones tus

    valores a tu contrario? -Corres un riesgo. -Cierto! No es la simulacin del juego, la

    didctica de tu vida diaria? -Cierto. -Ahora bien, yo tiro C3AD. Qu sucede? -Nada, yo tiro C3AD. Qu sucede? -Demasiado! Cuando alguien pretende

    despojarte de tus propiedades o ha ofendido a tu familia, no buscas un arma?, no sueltas de noche ese enorme perro que tienes en tu casa?

    -S. -Esta vida simulada en el tablero, no deja de ser

    ms que la misma simulacin de todo: tu perro simula la lcr!.a, un arma tu fuerza, la fuerza; pero la fuerza silllulaJay ... t...

    -.,Qu pretendes decinne con todo esto?

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    -Qu todo es mentira, nadie sabe en dlllllk l'~.tt't . 111 con quin, ni por qu. Esto es un simple viJco-jiiL'~'.tt.

    -Explcate.

    -Fjate bien: Imaginemos a tres nifos q lit' han nacido afianzados cada uno a una silla con una scpar:tcin de 5 metros entre s; no digo condenados, sino dcstittdd(J~; a crecer en esa silla, con su cuerpo rgido, mi r:lltdu siempre de frente y sin tener posibilidad del movimiL'.Illlt, slo mirando. Al frente, a una distancia de 4 metros, cxistl' un enorme espejo de 1 kilmetro cuadrado. Detrs de ellos hay un parque de diversiones en el cual decenas de ni'os juegan y corren con euforia. Tenemos a los nios de las sillas y a los nios que juegan en el parque ... Quin vive una simulacin?

    -Este ... -No me contestes! Los nios de las sillas han

    aceptado como la realidad, sin cuestionarlo, lo que sus ojos ven. No hay simulacin. Los nios del parque lo han considerado igual, su entorno es el real y no el simulado. Pero te pregunto ahora: Si los nios del parque lanzan pelotas de beisbol al gran espejo?, si los nios del parquL~ son tragados por la cuarta dimensin?, qu concluiran ambos?

    -Que todo era simulado. -As es. -Ya no quiero jugar. -No importa, ya ests en el juego).

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  • 6:SO A.l\1. 1 :1 joven prendi la luz. Tom su vaso con agua, dos p;1sl i ll;1s. Bostez y despus exclam: "La maldicin del Slll'J)o recurrente, el coqueteo de la mentira con... la verdad?". Lo que so hace unos instantes no sucedi nunca y sin embargo existi .. . Tena razn mi hijo del sueo, todo es una simulacin, volamos sin movernos de nuestro sitio. La libertad es una crcel abstracta que niega situaciones muy concretas! . ..

    7:00A.M. Tres nios frente a un televisor terminan de ver la pelcula del hombre que soaba la discusin de otros dos frente a un tablero de ajedrez. Ellos no comprenden nada de lo que vieron y prefieren ir a jugar al parque con sus amigos, cerca de un enorme espejo.

    7:10A.M. Mientras, son ledos sin saber lo que les espera. El espectador termin su lectura.

    ,Qu hora es en este momento?

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    INDICE

  • Mario Garibay Ancira Sombras......................................... 3

    Mauricio Zabalgoitia Cereal con fibra y un poco de leche 11

    Isidro Delgado Gucnero Antoito Pistilo.................................. 'J

    Mariana Islas Figueroa El lugar que es Tess............................. 2')

    Jess Rodrguez Gurrola El diluvio de enero............................... 19

    Lourdes Gonzlez Salmern Tristeza sin gotas................................ 4 7

    Luis Armenia Malpica Bulevar Catorce y avenida Plaza 53

    Mara Cristina Preciado Nez El tnel 61

    Ch.A. Lzaro nada Cristina .. 67

    Sergio Haro Alcaraz Sempiternos .... .. . 73

    Esteban Salvador Garca Vagabundo de media noche ,........... ll!J

    Salvador Medel Esperar en martes .. ~ 1)7

    Francisco Ramrez Arroyo Cuarenta minutos de nada .................... . )())

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    Este libro se termin de imprimir en Julio del2004, con un tiraje de 500 ejemplare~, ms sobrantes. La edicin estuvo al cuidado de Nuestra Casa Editorial y Edhalca. Guadalajara, Jalisco, Mxico.

    13 Coordinador 2000-2014.pdfAntologista y autor Lazaro.pdfPage 1antologista y autor 2 Lazaro.pdfPage 1

    2002 Antologia cuento .pdfPage 1Autor en antologia 2 Lazaro.pdfPage 1

    Autor en antologia2 Lazaro.pdfPage 1