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Mystic River (2003) Clint Eastwood Mystic River se estructura en torno a dos hechos terribles que reúnen a los mismos protagonistas en diferentes momentos de su existencia, la infancia y la vida adulta. Dave Boyle, Sean Devine y Jimmy Markum son tres amigos de infancia que se entretienen escribiendo sus nombres en el cemento fresco de una acera cuando un desconocido les recrimina su actitud y se lleva en el coche al primero de ellos (que no termina de escribir su nombre). Allí acaba la amistad, la infancia y la inocencia de Dave. Jamás se recuperará del horror sufrido (agresión sexual, violación) tras aquel rapto. Años después, otro tremendo suceso vuelve a reunir a aquellos niños, ahora adultos: Katie, la hija mayor de Jimmy, aparece asesinada y el detective de homicidios Sean Devine se encargará de la investigación. Además, una de las últimas personas que vio viva a la joven es Dave Boyle. Comienza entonces una larga investigación policial que avanza en círculos concéntricos, adentrándose no sólo en el terreno criminal propiamente dicho, sino también sacando a flote otros aspectos, en especial la vida familiar del triángulo central de personajes y el pasado (la mirada se vuelve una o otra al episodio de la infancia en el que Dave fue secuestrado, algo que ninguno ha olvidado). Esos círculos se irán cerrando progresivamente sobre las claves que los explican, que no es únicamente la identificación del criminal (algo que acaba siendo simplemente un dato más), sino también la confirmación de que el cáncer de la violencia carcome y destruye la sociedad (por ejemplo, de nada sirve que la policía detenga a los criminales; otros han dictado sentencia y la han ejecutado), de que el ser humano ha creado una sociedad sórdida, turbia, que genera la violencia que después sufre, y que condena a los individuos a la incomunicación y a una vida atormentada (Dave sobrevive a duras penas, huyendo de sí mismo, silenciando su drama, dominado por el miedo). El título de la película resume magníficamente todo ello: alguien dice que el Mystic, el enorme río cruza la ciudad de Boston, en cuyos barrios más empobrecidos transcurre la obra, es “el río que lava y entierra nuestros pecados”; metafóricamente, es el agua que intenta lavar la podredumbre que se acumula en sus orillas, aunque eso basta para extirpar el mal de raíz, para regenerar un cuerpo que padece una profunda infección. En suma, estos personaje parecen condenados a no escapar a la tragedia, la fatalidad los persigue desde el día en que sucedió el tremendo episodio de la infancia; el resto de sus vidas es un intento inútil de sustraerse a lo inevitable, es el tiempo que tarda en darles alcance la larga mano del destino (el tiempo, por

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Analisis de la pelicula "Mystic river"

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Page 1: Mystic river

Mystic River (2003)

Clint Eastwood

Mystic River se estructura en torno a dos hechos terribles que reúnen a los mismos protagonistas en diferentes momentos de su existencia, la infancia y la vida adulta. Dave Boyle, Sean Devine y Jimmy Markum son tres amigos de infancia que se entretienen escribiendo sus nombres en el cemento fresco de una acera cuando un desconocido les recrimina su actitud y se lleva en el coche al primero de ellos (que no termina de escribir su nombre). Allí acaba la amistad, la infancia y la inocencia de Dave. Jamás se recuperará del horror sufrido (agresión sexual, violación) tras aquel rapto.

Años después, otro tremendo suceso vuelve a reunir a aquellos niños, ahora adultos: Katie, la hija mayor de Jimmy, aparece asesinada y el detective de homicidios Sean Devine se encargará de la investigación. Además, una de las últimas personas que vio viva a la joven es Dave Boyle. Comienza entonces una larga investigación policial

que avanza en círculos concéntricos, adentrándose no sólo en el terreno criminal propiamente dicho, sino también sacando a flote otros aspectos, en especial la vida familiar del triángulo central de personajes y el pasado (la mirada se vuelve una o otra al episodio de la infancia en el que Dave fue secuestrado, algo que ninguno ha olvidado). Esos círculos se irán cerrando progresivamente sobre las claves que los explican, que no es únicamente la identificación del criminal (algo que acaba siendo simplemente un dato más), sino también la confirmación de que el cáncer de la violencia carcome y destruye la sociedad (por ejemplo, de nada sirve que la policía detenga a los criminales; otros han dictado sentencia y la han ejecutado), de que el ser humano ha creado una sociedad sórdida, turbia, que genera la violencia que después sufre, y que condena a los individuos a la incomunicación y a una vida atormentada (Dave sobrevive a duras penas, huyendo de sí mismo, silenciando su drama, dominado por el miedo). El título de la película resume magníficamente todo ello: alguien dice que el Mystic, el enorme río cruza la ciudad de Boston, en cuyos barrios más empobrecidos transcurre la obra, es “el río que lava y entierra nuestros pecados”; metafóricamente, es el agua que intenta lavar la podredumbre que se acumula en sus orillas, aunque eso basta para extirpar el mal de raíz, para regenerar un cuerpo que padece una profunda infección.

En suma, estos personaje parecen condenados a no escapar a la tragedia, la fatalidad los persigue desde el día en que sucedió el tremendo episodio de la infancia; el resto de sus vidas es un intento inútil de sustraerse a lo inevitable, es el tiempo que tarda en darles alcance la larga mano del destino (el tiempo, por

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cierto, como si fuese un personaje más, se ha ocupado de extinguir los lazos amistad infantil).

La investigación policial saca a la luz el pasado de Jimmy: Katie no era hija de su actual mujer (con la que ha tenido otras dos hijas), sino de Marita, su primera mujer, muerta de cáncer mientras él estaba en la cárcel. Si Sean Devine había seguido el camino de la ley convirtiéndose en un detective de homicidios,

Jimmy se convirtió en cabecilla de su propia banda de delincuentes. Delatado por Rey Harris fue encarcelado durante dos años. Pero al salir se encontró viudo y con una hija pequeña. La muerte de Marita y su hija Katie produjeron en él un efecto redentor: abandonó el delito, volvió a su barrio y abrió un negocio (aunque antes saldó sus cuentas con Harris). Volvió a casarse aunque Katie siguió siendo la niña de sus ojos, y su asesinato no sólo acabó con ella, acabó también con el padre, enterrando al renovado Jimmy y dejando paso otra vez al antiguo jefe de la banda de delincuentes.

Todo ello, la investigación de la policía, la angustia de Dave (acompañada del miedo de su mujer, Celeste), el dolor y la rabia de Jimmy, están contados de manera prodigiosa por Eastwood. Por ejemplo: la escena en que Dave, acosado por la policía, revela a Jimmy que él vio a Katie la noche de su asesinato está narrada de tal forma que los

planos progresivamente acercan al espectador al rostro de los personajes (desde planos enteros a planos muy cortos). Cuando Dave desvela ese secreto, podemos apreciar, en una perfecta interpretación de Tim Robbins, el nerviosismo del personaje, su inquietud, su creciente desasosiego, de la misma manera que vemos el desconcierto no exento de rabia en la cara de Sean Penn, en las muecas incontroladas de su rostro, en su mirada fuera de plano. Por cierto, se trata de dos excelentes actores que realizan dos interpretaciones soberbias, premiadas ambas con un Óscar (mejor actor –Sean Penn- y mejor actor secundario –Tim Robbins-). Otras veces Eastwood recurre en la narración al montaje paralelo. Así sucede cerca del final de la película cuando se nos muestran de manera simultánea la escena en casa de Harris en que Brendan, con el arma del crimen, desenmascara a los verdaderos asesinos antes de que lleguen al lugar los policías, y la escena en el bar junto al río en que Dave es interrogado y asesinado. El descubrimiento de los asesinos no bastará para evitar un nuevo crimen, con lo que la espiral de violencia (ésa de la que no ha logrado escapar Jimmy, la misma que creó un trauma que nunca

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logró superar Dave, aquello contra lo que lucha inútilmente el detective Sean Devine) continúa alimentándose.

Otro ejemplo de montaje paralelo tiene lugar en la parte inicial de la película cuando se nos muestra simultáneamente la escena de la comunión de la hija de Jimmy y del descubrimiento de un cadáver. Tras la inserción del desayuno de la familia de Dave, en el que vemos que Celeste, inquieta, busca en el periódico la noticia del asesinato cometido por su marido la noche anterior, las dos escenas anteriores confluyen: la salida de la iglesia coincide con el paso de muchos coches policiales, y aparece entonces el denominador común de ambas: la muchacha encontrada muerta es justamente la hija mayor de Jimmy.

En fin, otros aspectos visuales muestran la maestría del director: cuando los matones de Jimmy se llevan a Dave vemos un plano similar al que observaron Jimmy y Sean niños en el momento en que se llevaron a Dave, lo cual no presagia nada bueno. Por si algo faltara para sugerir el sombrío destino que aguarda a Boyle, cuando Jimmy entra en el bar trae un abrigo de cuero y guantes en las manos. Por si el espectador no lo hubiera advertido, al chocar su vaso con el de Dave, la cámara nos muestra un plano corto no del rostro de Jimmy, sino del guante con que cubre su mano. Otro tanto se podría decir del uso de las gafas de sol en otras secuencias.

Las celebraciones del 4 de julio, que se muestran en el desfile final, vuelven a congregar a los diversos personajes con sus contradicciones, aunque nadie tan solo como Michael, el hijo de Dave y de Celeste, que apenas reconoce a su madre a pesar de que ésta se esfuerza en llamar su atención. De todos modos, tales celebraciones apenas bastan para ocultar los males que devoran a esta sociedad; por eso, la última mirada del director nos devuelve al río, el abismo donde se vierten y se pretenden olvidar los pecados, los delitos de un cuerpo social enfermo.