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FACULTAD DE FILOSOFÍA Con Reconocimiento de Validez Oficial ante la Secretaría de Educación Pública No. 944895 de fecha 24 de marzo de 1994 LA DESTRUCCIÓN DE LA METAFÍSICA EN MARTIN HEIDEGGER TESIS PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN FILOSOFÍA P R E S E N T A MARÍA JIMENA CLAVEL VÁZQUEZ DIRECTORA DE TESIS: DRA. MARÍA DEL PILAR GILARDI GONZÁLEZ MÉXICO, D.F. 2012

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  • FACULTAD DE FILOSOFÍA Con Reconocimiento de Validez Oficial ante

    la Secretaría de Educación Pública No. 944895 de fecha 24 de marzo de 1994

    LA DESTRUCCIÓN DE LA METAFÍSICA EN MARTIN HEIDEGGER

    TESIS PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE

    LICENCIADA EN FILOSOFÍA

    P R E S E N T A

    MARÍA JIMENA CLAVEL VÁZQUEZ

    DIRECTORA DE TESIS: DRA. MARÍA DEL PILAR GILARDI GONZÁLEZ

    MÉXICO, D.F. 2012

  • A mi papá,

    a quien le dedico cada paso que doy.

  • AGRADECIMIENTOS

    A mi mamá, por su amor y apoyo, incondicionales e innumerables

    enseñanzas.

    A Adriana, guía, maestra y amiga. A Ígor, por cuidar de mí. A Tadzio,

    por acompañarme y aconsejarme.

    A Andrés, por ser una piedra de apoyo.

    A mi familia, por su amor y cariño.

    A mis amigos, por animarme. Especialmente a Fabiola, a José Luis, A

    Mariana y a Jamile.

    Agradezco especialmente a la Dra. Pilar Gilardi por seguir muy de

    cerca este proyecto y guiarme para concluirlo.

    Al Mtro. José Luis Rivera por su apoyo y revisión en este trabajo.

    Al Dr. Vicente De Haro, a la Dra. Virginia Aspe y al Dr. Luis Xavier

    López Farjeat por sus enseñanzas a lo largo de la carrera y la lectura de

    este trabajo.

  • 1

    ÍNDICE

    INTRODUCCIÓN ....................................................................................... 4

    CAPÍTULO I. La fenomenología hermenéutica como método de la

    investigación filosófica y el lugar de la destrucción en esta

    concepción metodológica. .......................................................................... 9

    1. La transformación de la fenomenología reflexiva en fenomenología

    hermenéutica. ............................................................................................ 9

    2. La fenomenología concebida como método y los indicadores

    formales. ................................................................................................... 12

    3. Exigencia y génesis de la destrucción. ................................................ 14

    CAPÍTULO II. Fenomenología y destrucción en Ser y tiempo. .......... 19

    1. La necesidad de reelaborar la pregunta por el sentido del ser. ...... 19

    A. La necesidad de reelaborar la pregunta desde los prejuicios del

    ser. .......................................................................................................... 19

    I. La universalidad del término. ...................................................... 25

    II. La indefinibilidad del ser. ............................................................ 28

    III. La evidencia del ser. .................................................................... 29

    B. La estructura de la pregunta. .......................................................... 31

    I. El sentido del ser como lo puesto en cuestión. ........................... 32

    II. El ente interrogado. ...................................................................... 33

    III. Lo preguntado. ............................................................................ 37

    2. El concepto de destrucción en Ser y tiempo. ........................................ 38

    3. La noción de fenomenología en Ser y tiempo .................................... 50

    A. El concepto de fenómeno................................................................ 52

    I. El fenómeno como apariencia. ...................................................... 53

  • 2

    II. El fenómeno como manifestación ............................................... 53

    III. El fenómeno en sentido fenomenológico. ................................. 55

    B. El concepto de logos. ....................................................................... 56

    C. El concepto preliminar de fenomenología. ................................... 58

    CAPÍTULO III. La apertura del Dasein. ................................................ 64

    1. La analítica como punto de partida de la ontología fundamental. 64

    A. La primacía del Dasein y la analítica existencial como punto de

    partida. .................................................................................................. 64

    B. La analítica existencial. .................................................................... 70

    I. Zu-sein. ............................................................................................ 70

    II. Jemeinigkeit. .................................................................................... 71

    2. La estructura ser-en-el-mundo y la apertura constitutiva del Dasein.

    ................................................................................................................... 72

    3. El encontrarse como modo de apertura a la totalidad de lo ente. .. 80

    4. El miedo y la angustia en Ser y tiempo. .............................................. 84

    A. El miedo. .......................................................................................... 85

    B. La angustia........................................................................................ 87

    5. El tiempo como éxtasis en Ser y tiempo .............................................. 94

    CAPÍTULO IV. La noción de metafísica en el horizonte de la

    ontología fundamental. ............................................................................ 99

    1. El tránsito de Ser y tiempo a ¿Qué es metafísica? ................................ 99

    2. El quehacer científico. ....................................................................... 100

    3. La angustia en ¿Qué es metafísica? como acceso privilegiado a la

    totalidad. ................................................................................................ 102

    4. La nada en ¿Qué es metafísica? .......................................................... 104

  • 3

    5. La trascendencia y el carácter metafísico del Dasein. .................... 106

    6. La filosofía como puesta en marcha del carácter metafísico del

    Dasein en Conceptos Fundamentales de la Metafísica. ........................... 108

    CONCLUSIÓN. ....................................................................................... 113

    FUENTES DE CONSULTA .................................................................... 117

  • 4

    INTRODUCCIÓN

    En el horizonte de la ontología fundamental, Heidegger propone un

    modo distinto de llevar a cabo el quehacer filosófico. La filosofía

    escapa de la racionalidad teórica y se coloca en lo más hondo de la

    existencia. Por lo cual, la filosofía comparte con la vida el carácter de

    estar siempre “de camino a…”. El quehacer filosófico es poner en

    marcha un carácter propio de la existencia. Por medio de la

    destrucción, Heidegger da cuenta de esto. De modo que la destrucción

    no es una parada del trayecto heideggeriano, sino un movimiento

    propio de la filosofía; movimiento que Heidegger llamará destrucción de

    la metafísica de la presencia. Ella da cuenta del horizonte desde el cual

    debe replantearse la pregunta por el ser.

    Martin Heidegger busca romper con la finalidad cientificista de

    la filosofía, impulso que todavía Husserl tenía. Para él, la filosofía debe

    desarrollarse desde el ámbito más fundamental y originario, y éste es

    el ámbito de la vida. De este modo, transforma la fenomenología

    reflexiva trascendental en fenomenología hermenéutica. La

    hermenéutica no es la mera interpretación de textos, sino que es un

    modo de la propia existencia. Para Heidegger, el Dasein es el ente que

    comprende el ser. El giro hermenéutico de la fenomenología se

    desarrolla en sus primeras lecciones. Heidegger pretende aprehender

    la vida tal cual es vivida. Ésta no se aprehende por medio de la

    reflexión, sino por medio de la comprensión. La fenomenología

    tematiza lo comprendido; para Heidegger, la interpretación desarrolla

    lo dado en la comprensión.

    Tras la transformación heideggeriana de la filosofía, se tomó un

    nuevo rumbo hacia la filosofía práctica y a la filosofía hermenéutica.

    Heidegger es uno de los pensadores más influyentes de la filosofía

    contemporánea. Algunos de sus alumnos fueron Hans Georg Gadamer

    y Hannah Arendt; también influyó fuertemente en la filosofía de

    Emmanuel Lévinas, entre otros. Estos filósofos resignificaron varias

    nociones heideggerianas. Así, por ejemplo, podemos ver en Gadamer

    la filosofía hermenéutica de la que hablábamos, la recuperación de la

    comprensión como apertura de sentido. En Hannah Arendt, es clara la

  • 5

    recuperación del ámbito práctico en el desarrollo de la filosofía

    política; para ella, el hombre no es un ser para la muerte, como dice

    Heidegger, sino para la vida. En Lévinas, por su parte, encontramos la

    resignificación de la trascendencia heideggeriana por el más allá del

    yo, hacia la alteridad.

    Ahora bien, la destrucción es un momento de la fenomenología

    hermenéutica que destaca el carácter histórico de la filosofía pero,

    igualmente, su carácter proyectivo; de modo que la destrucción no

    debe entenderse como un mero recorrido histórico. Esta revisión

    histórica encuentra su razón de ser en la constitución del Dasein.

    Desde ella, debe rescatarse el horizonte de comprensión de la pregunta

    por el ser.

    El objetivo de esta investigación es mostrar el desarrollo de la

    noción de destrucción en el horizonte de la ontología fundamental.

    Para ello, no era suficiente el estudio del §6 de Ser y tiempo, pues,

    aunque ahí Heidegger hace explícito cómo lleva a cabo dicha

    destrucción y en qué consiste, no es suficiente para mostrar que esta

    idea permea todo su proyecto en el horizonte de la ontología

    fundamental. Para ello, me centré en el análisis de Ser y tiempo, ¿Qué es

    metafísica? y Conceptos fundamentales de la metafísica, principalmente;

    aunque, igualmente recurrí a El trabajo de investigación de Wilhelm

    Dilthey (1925), Problemas fundamentales de la fenomenología (1927), y Kant

    y el problema de la metafísica (1929) como textos de apoyo para la

    comprensión de los anteriores.

    Ahora bien, para comprender cabalmente el pensamiento de

    Heidegger, es necesario tomar en cuenta quiénes son sus principales

    influencias e interlocutores. En la etapa que va de 1919 a 1930, la

    investigación de Heidegger pasa por Kant, Fichte, Lutero, Descartes,

    Natorp, San Agustín, Aristóteles, Platón, Parménides, místicos

    medievales, Husserl, Sexto Empírico, Santo Tomás, Dilthey, Hegel,

    Schelling y Leibniz.1 En Ser y tiempo, Heidegger dirá que la filosofía

    1 Cfr. XOLOCOTZI, Ángel, Fenomenología de la vida fáctica. Heidegger y su camino a

    Ser y tiempo, México: Plaza y Valdés, p. 210 - 217.

  • 6

    que hay que destruir va de Parménides a Hegel. Para lograr una

    apropiación positiva de estos filósofos, es necesario comprenderlos.

    A continuación, haré un recorrido de lo expuesto en los capítulos

    que componen esta investigación. En el capítulo I, “La fenomenología

    hermenéutica como método de la investigación filosófica y el lugar de la

    destrucción en esta concepción metodológica”, me centré en el problema

    metodológico de la fenomenología. Este primer capítulo busca situar la

    cuestión de la destrucción y su génesis en algunas de las primeras

    lecciones dictadas por Heidegger. En estas primeras lecciones,

    Heidegger ya aborda el problema de la destrucción como un momento

    de la fenomenología hermenéutica. Para comprender esto, es necesario

    comprender primero el giro hermenéutico que Heidegger llevó a cabo

    con respecto a la fenomenología reflexiva de Husserl. Igualmente, es

    necesario comprender las transformaciones que algunos términos

    filosóficos sufrieron. Igualmente, considero necesario comprender

    cómo procede la fenomenología. Para lo cual, abordo el problema de

    los conceptos filosóficos que Heidegger llama, en sus primeras

    lecciones, indicadores formales.

    En el segundo capítulo, “Fenomenología y destrucción en Ser y

    tiempo”, analicé la noción de fenomenología que Heidegger plantea en

    la introducción de este Ser y tiempo, esto es, del §1 al §8. El problema

    principal de estos parágrafos es el olvido del ser y la necesidad de

    replantear la cuestión. Sin embargo, hay que sentar nuevas bases para

    ello. La pregunta por el ser, entonces, tiene que reformularse desde la

    comprensión del hombre como Dasein. En otras palabras, partir de la

    idea de que el Dasein es el ente que comprende el ser. De aquí se

    deriva la idea de que este ente es el lugar del ser. Este planteamiento es

    fenomenológico en tanto que establece la comunión irrebasable que

    hay entre el acceso y aquello a lo que se accede. Al plantear en qué

    consiste la fenomenología, Heidegger explicita qué entiende por

    destrucción. La destrucción se muestra como un momento de

    apropiación positiva de la historia de la filosofía. En esta apropiación,

    Heidegger caracterizará a esta filosofía como metafísica de la

  • 7

    presencia. Para él, la filosofía tradicional se guió por un planteamiento

    erróneo del concepto ‘ser’.

    En el tercer capítulo, “La apertura del Dasein”, tras recorrer el

    camino metodológico de Ser y tiempo, analicé la analítica existencial (§ 4

    y 9), la estructura ser-en-el-mundo (§12), el encontrarse (§29), el miedo

    (§30), la angustia (§39 y 40) y el tiempo (§65). En primer lugar, intenté

    mostrar que la analítica existencial es el punto de partida indiscutible

    para la pregunta por el sentido del ser. Para ello, fue necesario mostrar

    en qué consiste la existencia como apertura, la estructura ser-en-el-

    mundo y los modos de apertura. Aquí se concreta la idea del vínculo

    irrebasable entre acceso y aquello a lo que se accede, esto es, entre

    existencia y mundo. También intenté mostrar la relevancia que el

    encontrarse tiene en el replanteamiento de la pregunta por el ser con

    respecto al habla y al comprender como modos de apertura.

    Igualmente, analicé el miedo en contraposición con la angustia, temple

    de ánimo fundamental que abre a la totalidad en cuanto tal.

    Finalmente, expongo el carácter extático del Dasein.

    En el cuarto capítulo, “La noción de metafísica”, intenté mostrar

    el tránsito que hay de Ser y tiempo a ¿Qué es metafísica? (conferencia

    dictada en 1929) y Conceptos fundamentales de la metafísica (lecciones de

    1929 y 1930). En este punto mostraré cómo se va radicalizando la

    noción de filosofía en estos textos. Esta radicalización no es un giro; la

    idea de metafísica a la que Heidegger llega se encuentra ya en germen

    en Ser y tiempo.

    De la caracterización de la existencia como tiempo y como

    inmersión en la nada, Heidegger llega a la noción de la metafísica

    como constitutiva del Dasein. En Conceptos fundamentales de la

    metafísica, Heidegger muestra que la filosofía es la puesta en marcha

    del carácter metafísico del Dasein a partir de un estado de ánimo

    [Stimmung]. De manera que la filosofía es dar cuenta de la situación

    metafísica del Dasein. Para comprender el carácter trascendental de

    este ente se vuelve fundamental la noción fenomenológica de

    fenómeno que Heidegger expone en Ser y tiempo. En este punto radica

    la relevancia de la destrucción de la metafísica. Desde ella se hace

  • 8

    patente el horizonte de comprensión del ser por medio de una

    apropiación positiva de la historia de la filosofía.

    A lo largo de este recorrido, busqué aclarar en qué consiste la

    destrucción de la metafísica y en qué propuesta filosófica desemboca.

    Para ello me centré en los comentarios hechos por Franco Volpi, Arturo

    Leyte, Ángel Xolocotzi, Jesús Adrián Escudero, Tatiana Aguilar-

    Álvarez Bay y Pilar Gilardi.

    Ahora bien, la tarea de la destrucción de la metafísica requiere

    una ardua investigación para rastrear los argumentos de los filósofos a

    los que Heidegger recurre, y contrastarlos con la interpretación

    heideggeriana. Por lo cual esta investigación es únicamente una

    primera aproximación al problema de la destrucción de la metafísica.

    Por lo anterior, el objetivo primordial de esta investigación es

    identificar el lugar que ocupa la destrucción, es decir, su función

    metodológica en la fenomenología; y la noción de metafísica en la que

    desemboca.

  • 9

    CAPÍTULO I. La fenomenología hermenéutica como método de la

    investigación filosófica y el lugar de la destrucción en esta

    concepción metodológica.

    1. La transformación de la fenomenología reflexiva en

    fenomenología hermenéutica.

    En 1923, Martin Heidegger comentó acerca de los filósofos que habían

    influido en su trabajo. Con respecto a su maestro Edmund Husserl dijo

    que su pensamiento le había dado los ojos.2 Más adelante, en 1927, le

    dedicó Ser y tiempo. Como prueba de la gran influencia de Husserl

    sobre Heidegger no sólo tenemos las alusiones que este último hace a

    dicha deuda, sino que su pensamiento alude a ella constantemente. La

    relación entre los autores se mueve entre la admiración y el

    desacuerdo. La filosofía de Heidegger transformó nociones

    fundamentales del pensamiento husserliano, entre ellas, la de

    fenomenología. Heidegger transitó de la fenomenología reflexiva que

    Husserl propuso a una fenomenología hermenéutica.

    Ambos autores partieron de la máxima fenomenológica: “a las

    cosas mismas”. Esto es, la fenomenología exige juzgar a las cosas o

    acceder a ellas, desde sí mismas. De tal manera que la cosa no sea

    manipulada ni deformada por teorías o disciplinas ajenas a ella. La

    máxima fenomenológica es una indicación metodológica que no señala

    un carácter quiditativo del objeto, sino un cómo aproximarse a éste.

    Esta máxima implica que hay que tomar lo dado dentro de los límites

    de su propia donación; de manera que la cosa se dé o se muestre desde

    sí misma.

    Para Husserl, la fenomenología satisfaría la necesidad de

    fundamentar la filosofía como ciencia estricta, es decir, como saber que

    atiende los problemas teóricos con profundidad, pero igualmente

    posibilitaría una vida regida por normas ético-religiosas. La filosofía

    debe de ser ciencia de ciencias; por lo que, en primer lugar, se debe

    2 Cfr. XOLOCOTZI, Ángel, Fenomenología de la vida fáctica, México: Plaza y Valdés,

    p. 15.

  • 10

    conocer su validez normativa –debe partir de fundamentos últimos–; y,

    en segundo lugar, debe hallarse un principio de unidad teórica que, en

    el caso de la filosofía, son las condiciones de posibilidad del

    conocimiento teórico en general.

    En última instancia, la fenomenología husserliana busca

    responder por las formas y leyes puras del conocimiento que se da

    desde la intuición, es decir, desde el mero tener la cosa. Ahora bien,

    esta intuición es teórica (ya sea categorial o sensible) y se aprehende

    reflexivamente.3 La fenomenología husserliana tiene un estricto

    carácter teórico-cognoscitivo que encuentra su culminación en la

    fenomenología trascendental con la transformación de la actitud

    natural a la epojé y la reducción fenomenológicas.

    La fenomenología reflexiva trascendental es una ciencia de la

    subjetividad, ésta retrocede a la vida de la consciencia para

    fundamentar el conocimiento. Para lo cual es necesario renunciar a la

    actitud natural de la vida en medio del mundo y regresar a la vida

    originaria de la consciencia. El objetivo de Husserl son la claridad y

    distinción conceptuales, y su fundamentación.

    La pregunta que atraviesa la filosofía heideggeriana, en cambio,

    no es por el fundamento del conocimiento; desde un inicio, Heidegger

    tiene una inquietud ontológica. En 1922, dirá que la filosofía explica el

    sentido del ser de la vida4, pues sólo así se accede, a una, al ser. Así

    Heidegger establece que la filosofía está íntimamente ligada a la vida

    humana, pues comparte con ella su carácter de viajera, de estar “de

    camino a…”. Para Heidegger, sólo puede haber experiencia del

    fenómeno desde la vida misma.

    3 Cfr. XOLOCOTZI, Ángel, Fenomenología de la vida fáctica,…, p. 38 – 40. 4 Bajo el objetivo de acceder a la vida de manera inmediata y directa, Heidegger

    entiende la fenomenología “primero como ciencia originaria de la vida (1919),

    luego como ontología fenomenológica del Dasein (1922), un poco más tarde como

    hermenéutica de la facticidad (1923) y, por último, como analítica existenciaria

    (1925 y 1927)” (ESCUDERO, Jesús Adrián, Heidegger y la genealogía de la pregunta

    por el ser, Barcelona: Herder, p. 430).

  • 11

    Heidegger parte de la misma máxima de la que su maestro

    partió. Sin embargo, la gran inquietud de Heidegger –notoria desde

    sus lecciones de 1919 en Friburgo– es que, para que la fenomenología

    sea realmente filosófica, tiene que estar anclada en la vida. Los

    periodos anteriores a la publicación de Ser y tiempo fueron momentos

    en los que, aquello que plasmó en su obra de 1927, se encontraba en

    gestación y desarrollo. Heidegger no abandona la fenomenología pero

    se da cuenta de que ésta tiene que transformarse. El objetivo de

    Heidegger es, en última instancia, una ontología fenomenológica5.

    A ojos de Heidegger, el carácter teórico-cognoscitivo de la ciencia

    originaria pasa de ser fundante a ser derivado. Para él, lo teórico remite

    a un ámbito ateorético (y no irracional ni místico) que debe abrirse

    desde sí mismo. Volver a las cosas mismas no implica una vuelta sobre

    la vida de la consciencia sino sobre la vida tal como es vivida: sobre la

    existencia.

    Así la intuición fenomenológica no es teórica sino hermenéutica o

    comprendedora: hay que volver a las cosas tal como nos son dadas.

    Esto es, las vivencias se dan en un mundo circundante, por lo que la

    aproximación a ellas no puede ser teórica sino hermenéutica. El

    carácter circundante de la intuición hermenéutica indica un “mirar

    alrededor” o el abarcar con la vista un horizonte. Esto se contrapone a

    la mirada teórica que se caracteriza por ver fijamente un objeto

    determinado.6 Para Heidegger, la ciencia originaria no regresa a la vida

    de la consciencia sino a la vida misma, aquello que nosotros mismos

    somos. La posición originaria de la vida tiene un carácter circundante

    práctico que pone de manifiesto el mundo circundante. La

    fenomenología accede a la vida sin modificar este carácter.

    Lo significativo de la vivencia, que para Heidegger es

    necesariamente circundante, remite al entorno en el que se da; a partir

    5 “el verdadero interés de Heidegger es repensar la cuestión del ser desde el

    horizonte de la vida fáctica (…) proyecto de una ontología fenomenológica (…).”

    (ESCUDERO, Heidegger y la genealogía,…, p. 431). 6 Cfr. ESCUDERO, El lenguaje de Heidegger. Diccionario filosófico 1912 - 1927,

    Barcelona: Herder, p. 170 y 171.

  • 12

    de ello comprendemos las cosas. En la vivencia originaria, éstas no nos

    son dadas como lo son en la intuición teórica, sino a través del trato

    con ellas7; en eso consiste la intuición hermenéutica. La comprensión

    antecede a la percepción y a la intelección; de manera que la vivencia

    se comprende en cuanto tal, y su significado no está fundado en lo que

    se percibe o se aprehende intelectualmente.

    La fenomenología hace expreso el ver circundante de las

    vivencias, de ahí que sea hermenéutica. La intuición hermenéutica

    consiste en dicho hacer explícito; de manera que la vivencia permanece

    inalterada pues la interpretación no es más que el desarrollo de la

    comprensión.

    La fenomenología hermenéutica de Heidegger deja a un lado el

    carácter reflexivo de la fenomenología husserliana. Para él, no hay tal

    giro reflexivo de la mirada fenomenológica ni un cambio de actitud; la

    fenomenología destaca o hace expreso lo significativo de lo entornado.

    A diferencia de la fenomenología trascendental, la vida es accesible en

    el trato con ella, esto es, en el vivir. Volver a las cosas mismas tal como

    son vividas es volver a las cosas mismas en el encuentro práctico con

    ellas. Por medio de la fenomenología es posible tematizar aquello que

    se da en el encuentro comprensivo con las cosas.

    2. La fenomenología concebida como método y los indicadores

    formales.

    En los primeros cursos, de 1919 a 1923, Heidegger comienza a forjar el

    giro hermenéutico que sufrirá la fenomenología. Ésta, dirá en varias

    ocasiones, es “la más alta posibilidad de la filosofía misma”.8 Desde un

    inicio, da cuenta del carácter metodológico de ésta; para él, la

    fenomenología permite la tematización del fenómeno de la vida, es

    decir, sólo así es posible acceder de manera inmediata a ella.

    La máxima fenomenológica de volver a las cosas mismas implica

    que la fenomenología no es una disciplina o técnica mediante la cual se

    7 Por ejemplo, al manejar un automóvil no entiendo cómo funciona su motor; sin

    embargo, trato con él, lo uso para transportarme. 8 ESCUDERO, Heidegger y la genealogía…, p. 430.

  • 13

    manipulen los objetos de conocimiento. La fenomenología, como

    método, parte del modo de ser del objeto analizado. La filosofía

    encuentra en Heidegger un nuevo eje temático: la vida; y ésta tiene un

    carácter ateorético. La noción de filosofía de Heidegger supone un giro

    de la mirada que va de lo teórico a lo preteorético.9 La teoría, en

    opinión de Heidegger, se deshace de la relación arreflexiva entre el

    hombre y el mundo.

    Si la filosofía tiene como eje temático la existencia y ésta exige

    una tematización propia, entonces, la formación de conceptos, como

    parte del acceso adecuado a la vida, se vuelve un problema filosófico

    central. El conocimiento del que parte la investigación fenomenológica

    ya no es la intuición teórica de Husserl, sino la intuición

    comprendedora de la que hablábamos anteriormente. Así, la

    tematización y conceptualización hermenéuticas se escapan,

    igualmente, del ámbito teórico. La conceptualización, para Heidegger,

    no es propia del quehacer reflexivo. Los conceptos propios de la

    filosofía pertenecen al ámbito preteorético. En un inicio, Heidegger

    llama a estos conceptos “indicadores formales”.10

    En las lecciones de 1919 y 1920, Heidegger destaca el carácter

    autárquico de la vida; según éste, la vida no necesita ir más allá de sí

    para “colmar sus tendencias genuinas”.11 Esto es, por la constitución

    misma de la vida, no es necesaria la reflexión para acceder a ella. Sin

    9 “El nuevo concepto de filosofía elaborado por Heidegger pretende introducir un

    cambio de la mirada: ya no se parte del ámbito teorético de la reflexión, sino de la

    esfera preteorética de la vida.” (ESCUDERO, Heidegger y la genealogía,…, p. 435). 10 Los indicadores formales [Formale Anzeige] aparecen en las lecciones de 1919 –

    1921; en las lecciones de 1923 estos se denominarán existenciarios [Existenzialien],

    término que Heidegger retoma en Ser y tiempo. Sin embargo, los vuelve a tematizar

    en las lecciones de 1929 y 1930, Conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo,

    finitud y soledad, como conceptos fundamentales [Grundbegriffe] o filosóficos.

    Heidegger utiliza también los términos: caracteres ontológicos [Seincharaktere],

    caracteres fundamentales [Grundcharaktere], estructuras fundamentales

    [Grundstrukturen] y determinaciones fundamentales [Grundbestimmungen]. (Cfr.

    ESCUDERO, El lenguaje de Heidegger,…, p. 86 y 87, 90 y 91). 11 GA 58, p. 31. Citado en XOLOCOTZI, Fenomenología de la vida fáctica,…, p. 111.

  • 14

    embargo, esto no quiere decir que la vida esté privada del mundo o

    aislada, pues sólo se entiende en su referencia al mundo. La

    intencionalidad teórica husserliana se transforma, en Heidegger, en la

    referencia mundana de la vida. En lo cotidiano, uno vive sin dar cuenta

    de estos caracteres, se vive con una cierta indiferencia con respecto a

    ellos. Sin embargo, la reflexión no logra sacarlos a la luz. Por medio de

    ella, la vida queda objetivada y pierde su carácter ejecutante.

    Los indicadores formales son el punto de partida de la

    tematización de tales caracteres de la vida. Su función es hermenéutica;

    esto es, un traer a la luz estos caracteres constitutivos de la existencia,

    los señalan.12 En tanto que indicadores, señalan una situación concreta;

    en tanto que formales, señalan un cómo abordarse tal situación

    concreta sin dar a conocer ningún tipo de contenido determinado; los

    indicadores formales indican cómo dirigirse a…. A diferencia de las

    categorías teóricas, Heidegger considera que los indicadores formales

    no marcan los límites entre una región del ser y otra. Ellos, en cambio,

    dirigen la comprensión de la propia existencia, comprensión que es

    constitutiva de esta última. De modo que, como conceptos filosóficos,

    los indicadores formales explicitan lo que es relevante con respecto a la

    comprensión de la existencia desde sí misma.

    Así, la fenomenología señala un modo de dirigirse a la vida. En

    consecuencia, ésta no se puede considerar como un método entre otros

    o una disciplina entre otras. La filosofía lleva por título fenomenología

    porque se dirige hacia y desde lo que es filosóficamente relevante, a

    saber, la existencia.

    3. Exigencia y génesis de la destrucción.

    En las lecciones anteriores a Ser y tiempo, Heidegger se concentra en el

    estudio de la fenomenología como método filosófico. Para él, la

    12 “Los indicadores formales surgen de la necesidad de la vida fáctica de

    interpretarse a sí misma mostrando al individuo la situación concreta en que vive.

    Los indicadores formales son conceptos vacíos y básicamente dinámicos que

    inician, de manera metódica, una actividad hermenéutica que suministra a la

    filosofía un punto de partida” (ESCUDERO, El lenguaje de Heidegger,…, p. 91).

  • 15

    fenomenología, como acceso hermenéutico a la vida, se constituye por

    tres momentos: la reducción [Reduktion], la construcción [Konstruktion]

    y la destrucción [Destruktion] hermenéuticas.13 Estos tres momentos

    describen cómo se tematiza la vida en el trato consigo misma.

    El primer momento, la reducción, no debe confundirse con la

    reducción trascendental husserliana. Ésta, junto con la epojé, permite el

    acceso a la región trascendental que constituye la vida de la

    consciencia. Por lo anterior, esta reducción responde al ámbito

    cognoscitivo buscado por Husserl. Al igual que Husserl, Heidegger

    quiere referir a un retroceso con el término ‘reducción’, pero éste no es

    el retroceso a la consciencia.14 Más bien se busca la reconducción al

    ámbito originario del encuentro, de lo entornado. De este modo, la

    reducción permite el acceso a la vida.

    Los objetos mundanos son significativos en tanto que

    entornados; es decir, los objetos mundanos no sólo pertenecen a un

    entorno, sino que tienen un carácter de proximidad a él15. De manera

    que el objeto de la filosofía tiene un carácter significativo y no

    objetivado. Esto es, la reducción se entiende como una vuelta a la

    significatividad que es característica de las vivencias del mundo y que

    es, en última instancia, un carácter de ser16.

    Aunque en Ser y tiempo Heidegger no habla explícitamente de la

    reducción, en las lecciones Problemas fundamentales de fenomenología

    (1927), vuelve a ella y la caracteriza como la “reconducción de la

    mirada inquisitiva desde el ente comprendido ingenuamente hasta el

    ser”.17 El retorno al ámbito de lo entornado implica, necesariamente,

    13 En Ontología. Hermenéutica de la facticidad (1923), Heidegger habla de una

    deconstrucción crítico-fenomenológica. (Cfr. HEIDEGGER, Martin, Ontología.

    Hermenéutica de la facticidad, Madrid: Alianza, §19). 14 Heidegger critica la concepción husserliana de reducción desde sus lecciones en

    1919 y 1920. (XOLOCOTZI, Fenomenología de la vida fáctica,…, p. 125 ss). 15 Cfr. ESCUDERO, El lenguaje de Heidegger,…, p. 170. 16 Cfr. XOLOCOTZI, Fenomenología de la vida fáctica,…, p. 138. 17 HEIDEGGER, Martin, Los problemas fundamentales de la fenomenología, Madrid:

    Trotta, p. 47.

  • 16

    una vuelta al ser desde la vida fáctica como acceso. Este primer

    momento muestra que la vida es ateorética, esto es, significativa.

    A ojos de Heidegger, este primer momento es de carácter

    negativo pues es, realmente, una desviación de la mirada de los entes

    al ser. Tras él, es necesario un segundo momento positivo que

    Heidegger llamará construcción fenomenológica. En ésta, aquello que

    es comprendido en la vida entornada se hace expreso por medio de

    categorías adecuadas al fenómeno mismo de la vida. La reconstrucción

    o construcción transforma la comprensión que la existencia tiene de sí.

    En Problemas fundamentales de la fenomenología (1927), Heidegger

    dice que por medio de la construcción fenomenológica es posible

    acceder al ser sobre la proyección de un ente, a saber, el Dasein:

    El ser no es tan accesible como el ente, no nos encontramos con facilidad

    frente a él, sino que, como se mostrará, debe ser siempre traído bajo la

    mirada en una libre proyección. Designamos este proyectar un ente, dado

    previamente, sobre su ser y sus estructuras como la construcción

    fenomenológica.18

    Sin embargo, la construcción requiere de un último momento. La

    filosofía necesita conceptos (los indicadores formales) que sean

    adecuados al fenómeno de la vida y expliciten sus caracteres

    primordiales. Pero la construcción no parte de cero, trabaja con

    conceptos que han sido heredados de la tradición. Así, desde las

    primeras lecciones, Heidegger habla de una destrucción [Destruktion]

    fenomenológica.

    Este término aparece por primera vez en las lecciones

    homónimas de Problemas fundamentales de la fenomenología (1919-1920).

    Con dicho término Heidegger refiere a la destrucción que Lutero

    propone frente a Aristóteles y que el reformador hace desde conceptos

    aristotélicos.19 Sin embargo, es hasta las lecciones de Hermenéutica de la 18 HEIDEGGER, Martin, Los problemas fundamentales de la fenomenología,…, p. 47. 19 Lutero pide a los que son verdaderamente cristianos que renuncien a la filosofía

    aristotélica. El reformador propone una destrucción de la filosofía griega, bajo

    conocimiento de la misma pues dicha destrucción lleva consigo un sentido

  • 17

    facticidad e Introducción a la investigación fenomenológica, 1923 y 1923-

    1924 respectivamente, cuando la destrucción adquiere fuerza

    metodológica.

    Desde un inicio, Heidegger declara que la destrucción que él

    propone no tiene una connotación negativa pues no supone deshacerse

    de la tradición. Más bien, la destrucción parte del desmontaje de la

    tradición. De este modo es posible dar cuenta de los supuestos desde

    los cuales partió la tradición filosófica, esto es, acotar los límites de la

    tradición. En consecuencia, la destrucción puede dar cuenta de las

    posibilidades positivas de la propia tradición.

    En este punto, Heidegger asocia la destrucción al desmontaje o

    deconstrucción [Abbau]. El autor se refiere al desmontaje que debe

    hacerse de la tradición filosófica y sus conceptos, con especial énfasis

    en el concepto de vida humana o existencia. Si la pregunta capital de

    las primeras lecciones del joven Heidegger es por el acceso a la vida,

    entonces, es necesario deconstruir los conceptos de la tradición para

    des-cubrir aquellas máscaras que no permiten el acceso al carácter de

    significatividad de la vida.

    La destrucción fenomenológica es una apropiación positiva de la

    historia de la filosofía, ya que busca deshacerse de los prejuicios

    interpretativos que nublaban la vista de la tradición para regresar al

    ámbito originario de la vida.

    En las lecciones de 1927, Problemas fundamentales de la

    fenomenología, dice Heidegger:

    constructivo. De modo que Lutero se apropia de términos como physis, energeia y

    kynesis, para explicar cómo debe ser la vida dirigida hacia Dios. Para él, habría que

    despreciar una vida que privilegie el acto sobre el movimiento, pues el acto implica

    siempre una privación. Esto lo dice en el contexto de la interpretación de una carta

    del apóstol San Pablo que dice que hay que buscar “la transformación mediante la

    renovación”.

    Heidegger retoma esta idea de destrucción que “dará como resultado un aprecio

    originario por la conceptualidad filosófica”. (Cfr. MASÍS, Jethro, “Aristóteles como

    protofenomenólogo: la destrucción fenomenológica heideggeriana como

    apropiación originaria de la conceptualidad filosófica” en Princípios: Revista de

    Filosofia (UFRN), Vol. 17, No 28, p. 5 – 36, 2010.

  • 18

    La construcción de la filosofía es necesariamente destrucción, es decir, una

    deconstrucción de lo transmitido llevada a cabo mediante un regreso a la

    tradición, que no significa una negación de ella ni un prejuicio que considere

    que la tradición no es nada, sino, por el contrario, una apropiación positiva

    de ella.20

    Es notorio que ninguno de los momentos anteriores se entiende sin el

    otro. La reducción implica, necesariamente, una construcción; y ésta, a

    su vez, implica necesariamente una destrucción.

    En Ser y tiempo, Heidegger únicamente hablará explícitamente

    del tercer momento, la destrucción. Es necesario comprender que no

    hay un giro temático en su filosofía, sino más bien una radicalización.

    Como veremos en el análisis de Ser y tiempo, la destrucción implica el

    desmontaje de la tradición. Por medio de dicho desmontaje es posible

    ver desde dónde está hablando la filosofía clásica. Al ver los límites de

    ésta y su horizonte, es posible, de igual modo, realizar una apropiación

    positiva de la misma. Dicha apropiación lleva, irremediablemente, a

    una superación de la metafísica clásica hacia una filosofía que tiene al

    tiempo como horizonte de sentido.

    20 HEIDEGGER, Los problemas fundamentales de la fenomenología,…, p. 49.

  • 19

    CAPÍTULO II. Fenomenología y destrucción en Ser y tiempo.

    1. La necesidad de reelaborar la pregunta por el sentido del ser.

    A. La necesidad de reelaborar la pregunta desde los prejuicios del

    ser.

    La inquietud ontológica que estuvo latente en las primeras lecciones

    del joven Heidegger se concreta en Ser y tiempo. Tras un fuerte periodo

    de investigaciones metodológicas, Heidegger declara al inicio de esta

    obra que la pregunta metafísica por excelencia ha caído en el olvido. Su

    planteamiento no ha sido correcto y, por lo tanto, debe replantearse21.

    Su aseveración es difícil de comprender pues, ¿cómo se explica

    que tras dos mil años de filosofía occidental aún no se haya planteado

    correctamente la pregunta, y no se diga responderla?: “¿Tenemos hoy

    una respuesta a la pregunta acerca de lo que propiamente queremos

    decir con la palabra ‘ente’? De ningún modo. Entonces es necesario

    plantear de nuevo la pregunta por el sentido del ser”.22 Es así como, desde

    un inicio, Martin Heidegger introduce la idea de una superación de la

    metafísica como momento fundamental e indisoluble de su proceder.

    Dicha recreación, como se verá, es consecuencia de la destrucción

    o desmontaje de la metafísica clásica. Es decir, sólo tras mostrar el

    horizonte desde el cual hablaba la tradición es posible una 21 A lo largo de Ser y tiempo, Heidegger habla del replanteamiento o repetición (die

    Wiederholung) de la pregunta por el sentido del ser. Este término quiere decir

    ‘repetir’. Jorge Eduardo Rivera dice en su traducción a Ser y tiempo que: “Esta

    palabra alemana podría traducirse también como ‘retoma’, es decir, una vuelta a

    tomar lo que ya había sido emprendido antaño” (Cfr. Ser y tiempo, p. 459). Más

    adelante, Heidegger dotará esta palabra de un segundo sentido. La Wiederholung

    constituye, también, un modo de la temporalidad del Dasein, a saber, el haber-

    sido. En esta investigación no abordaremos este segundo sentido de repetición o

    recreación, únicamente el primero que alude al proyecto de la ontología

    fundamental, esto es, la repetición de la pregunta por el ser. 22 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, trad. por Jorge Eduardo Rivera, Madrid:

    Trotta, p. 23. A lo largo de este trabajo, se respetan los subrayados y las cursivas de

    las ediciones consultadas; sólo en caso necesario se dejará saber si el subrayado es

    nuestro.

  • 20

    recuperación positiva de tal tradición. La destrucción no se entiende de

    manera negativa –hacer tabula rasa–, si Heidegger habla de un olvido

    de la pregunta por el ser por parte de la tradición, es porque sólo

    puede olvidarse y, asimismo, recuperarse lo que ya se tuvo o se tiene

    pero no de manera explícita.23

    Tras lo que parece ser el fracaso de la tradición metafísica,

    Heidegger buscará destruirla y recrearla en el sentido anterior. Dicho

    propósito se hace aún más notorio cuando Heidegger alude al

    parricidio platónico en el Sofista; si bien Platón se propuso acabar con

    Parménides, el padre de la metafísica, podría decirse que propiamente

    es el filósofo alemán quien concreta dicho proyecto. En el Sofista, obra

    que Heidegger cita al inicio de Ser y tiempo, se lleva a cabo el parricidio

    platónico.24 Sin embargo, a ojos de Heidegger éste no sería un

    parricidio ya que la filosofía platónica todavía se juega en un mundo

    ideal inmóvil.

    Para el filósofo alemán, la filosofía occidental, la filosofía que

    debe superarse, es desde su comienzo una filosofía que excluye al

    tiempo y al movimiento.25 Esto se ve clarísimo en Parménides, quien

    clausuró el camino del no ser y del movimiento:

    23 “Pero en esta labor que él mismo llama ‘destrucción de la historia de la filosofía’,

    se apropia de determinadas nociones fundamentales, por un lado ‘tomando’ y por

    el otro resignificando radicalmente” (GILARDI, Pilar, “Sobre la noción de a priori

    en la estructura ‘ser-en-el-mundo’ del Dasein” en Ámbitos fenomenológicos de la

    hermenéutica, México: Eón, 2011, p. 151) 24 En esta obra, Platón introduce el concepto de diferencia, y de este modo el no-ser

    adquiere una realidad. Parménides decía que aquello que no-es no existe ya que,

    de existir, caeríamos en una contradicción. Frente a ello, Platón propone que, al

    hablar del no-ser, “no hablamos de algo contrario a lo que es, sino sólo de algo

    diferente”. Por ejemplo, el objeto B es igual a sí mismo, pero es diferente del resto

    de los objetos. En tanto que diferente, no-es tales objetos. De este modo, aunque el

    no-ser no es absoluto, adquiere realidad en tanto que lo diferente. (Cfr. PLATÓN,

    Sofista 255c – 257d). 25 Como veremos más adelante, Heidegger llamará a la tradición filosófica

    “metafísica de la presencia” pues privilegia al ámbito de lo actual y estático frente

    a lo que cambia.

  • 21

    Un solo camino narrable - queda: que es. – Y sobre este camino hay signos -

    abundantes: – que, en tanto existe, es inengendrado e imperecedero; –

    íntegro, único en su género, inestremecible y realizado plenamente – (…)

    Tampoco es divisible, ya que es un todo homogéneo, – ni mayor en algún

    lado, lo que impediría su cohesión; – ni algo menos, sino que todo está lleno

    de ente; por ello - es un todo continuo, pues el ente se reúne con el ente. –

    Pero inmóvil en los límites de grandes ligaduras – existe sin comienzo ni fin,

    puesto que la génesis y la destrucción – se pierden a lo lejos, apartadas por

    la fe verdadera. – Lo mismo permanece en lo mismo, y descansa en sí

    mismo, – y así permanece firme en su posición, pues la poderosa Necesidad

    – lo mantiene en las ligaduras del límite (…) En efecto, fuera del ente – en el

    cual tiene consistencia lo dicho – no hallarás el ente. – Pues no hay ni habrá

    nada ajeno aparte de lo que es (…).26

    Así, todo lo que percibimos inmediatamente no es más que un engaño

    que esconde lo que realmente es: el ser. Éste es lo inmóvil y perfecto:

    homogéneo, esférico, uno y limitado que se coloca fuera del tiempo.

    Parménides delimitó el campo de la filosofía al eterno presente, del

    cual sólo los bicéfalos se atreven a salir. Denominó “bicéfalos” a

    quienes siguen el camino del engaño y quieren hablar de lo que no-es

    como si fuera.

    Para Parménides, la verdad exige necesidad, uniformidad y

    homogeneidad ya que el conocimiento sólo puede versar sobre lo

    estable y universal que permanece a pesar de cualquier vicisitud, pues

    esta presencia posibilita el conocimiento. Esto lo hereda la tradición

    metafísica. Por ejemplo, Platón distingue al mundo de las ideas del

    mundo doxástico. Este último es un mundo de sombras y apariencias,

    a diferencia del mundo ideal, el cual debe alcanzarse desde nuestro

    mundo.

    En opinión de Heidegger –y esto es lo que intenta mostrar en Ser

    y tiempo–al indagar en este mundo de “apariencias” descubriríamos

    que está atravesado por el tiempo. De este modo, el panorama cambia

    radicalmente. En la introducción de Ser y tiempo, Heidegger adelanta 26 PARMÉNIDES, “El discurso de la verdad” en Filósofos presocráticos, trad. por

    Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá, Madrid: Gredos, p. 479 y 480, frag. 1050,

    Simplicio, Física 145, 1-28 y 146, 1-24.

  • 22

    que el horizonte de la cuestión por el ser es “la interpretación del

    tiempo (…)”.27 Sólo así, mediante el replanteamiento de la cuestión

    fundamental, Heidegger logra el parricidio que Platón comenzó y, de

    este modo, da un paso al frente y supera la metafísica que ha

    permeado la filosofía occidental, desde Parménides hasta Hegel.

    En Ser y tiempo, Heidegger se propone, en parte, mostrar los

    cimientos del planteamiento histórico de esta cuestión. De este modo

    podrá replantear la pregunta por el sentido del ser desde un horizonte

    más originario. Para él, la filosofía anterior había dado por supuestas

    tanto la pregunta como la respuesta por el ser. La tradición profundizó

    en una noción errada del ser que lo asumía y trataba como si fuera un

    ente. Por ello Heidegger exige explicitar el sentido de la cuestión y

    replantearla adecuadamente, esto es, abordarla hermenéuticamente. La

    tarea que el pensador alemán tiene en mente implica partir de la

    comprensión metafísica que ha permeado la historia de la filosofía y

    transformarla en su sentido más originario.28

    Ahora bien, la filosofía que debe superarse va desde el

    planteamiento de Parménides hasta encontrar su culminación en la

    Lógica de Hegel.29 27 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 23. 28 “La reconstrucción o interpretación es, entonces, una transformación del

    comprender.” (XOLOCOTZI, Ángel, Fenomenología de la vida fáctica. Heidegger y su

    camino a Ser y tiempo, México: Plaza y Valdés, 2004, p. 177) 29 Es posible encontrar múltiples similitudes entre el sistema hegeliano y algunas

    concepciones de la filosofía de Heidegger. Sin embargo, es necesario comprender

    que estos dos filósofos se mueven desde horizontes completamente distintos.

    Hegel forma parte de lo que conocemos como idealismo alemán. Heidegger, en

    cambio, vive la vuelta a Kant con el neo kantismo y la depuración de la filosofía

    del sistema hegeliano.

    El sistema de Hegel no sedujo a Heidegger. Para Hegel, el espíritu subjetivo

    deviene en espíritu absoluto mediante el movimiento dialéctico. La consciencia,

    para Hegel, se desarrolla en la Naturaleza y en la Historia. Sin embargo, la

    interpretación del tiempo y la historia en Hegel dependen, aún, de la visión de un

    sujeto como principio filosófico absoluto.

    La radicalidad que Heidegger le atribuye a Hegel se debe, en primer lugar, a que el

    primero ya no se mueve en términos de sujeto y objeto o, incluso, de la consciencia.

  • 23

    Martin Heidegger denuncia que, en la tradición filosófica: “lo

    que, en el supremo esfuerzo del pensar, le fuera antaño arrebatado a

    los fenómenos, si bien fragmentaria e incipientemente, se ha

    convertido desde hace tiempo en una trivialidad”.30 El pensamiento

    despojó al ámbito fenoménico de lo que le pertenece –la pregunta por

    el ser– hasta trivializarlo y, finalmente, olvidarlo. Heidegger no sólo

    muestra cómo procede la tradición, también señala que es necesario

    volver al ámbito fenoménico para rescatar la problemática31.

    El sentido del ser ha quedado eclipsado tras prejuicios y

    obviedades que, por su parte, dan cuenta de cómo el ámbito del

    pensamiento teórico se apoderó de la pregunta metafísica. En la

    filosofía clásica, a ojos de Heidegger, una filosofía dogmática, la

    cuestión se trivializó por completo: “Se dice: el concepto de ‘ser’ es el

    más universal y vacío. Como tal, opone resistencia a todo intento de

    definición”.32 Este concepto no necesita definición, es comprensible por

    todos. La absoluta comprensión del término reside en su vacuidad: su

    comprensión es asequible para cualquiera porque es un concepto que

    no encierra nada ya que es la mera predicación ‘A es B’; de este modo,

    el ser se agota en la relación de términos.

    Heidegger trasladó la pregunta al ámbito más originario de la vida como su acceso.

    En segundo lugar, en la filosofía heideggeriana vemos algo que sería impensable

    para Hegel: el abandono de la razón, “…si en Hegel todavía se puede hablar de ‘la

    razón’, en Heidegger ya no, sino en todo caso de su agotamiento y evaporación en

    esa ficticia tarea de reconciliación.” (Cfr. LEYTE Arturo, “Hegel y Heidegger,

    ‘Fenomenología del espíritu’ y ‘Fenomenología del tiempo’, conferencia dictada en el

    “Encuentro internacional de Heidegger ‘80 años de ser y tiempo’”, agosto 2007, p.

    1). Mientras Hegel identifica al ser con lo racional, Heidegger deja atrás la

    racionalidad como ámbito originario (lo cual tampoco implica que caiga en el

    sinsentido, la razón teórica, más bien, pasa a ser derivada). El autor de Ser y tiempo

    toma al tiempo como horizonte de la problemática filosófica. Más adelante

    veremos que, para él, el tiempo se entiende como desistimiento y éxtasis. 30 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 25. 31 Como veremos más adelante, en esto consiste la destrucción: mostrar el

    horizonte desde el cual parte la tradición, y recrear o replantear la filosofía desde la

    recuperación positiva de la tradición. 32 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 25 y 26.

  • 24

    Heidegger profundiza en tres prejuicios que están anclados en la

    filosofía clásica, que no permiten profundizar en la cuestión y que

    muestran la necesidad de repetirla. El autor advierte que no discutirá

    alrededor de estos prejuicios, únicamente los mencionará.33 La

    destrucción que Heidegger lleva a cabo no implica una completa

    eliminación de consideraciones anteriores. Por el contrario, tal

    destrucción sólo es posible si los prejuicios se toman en cuenta como

    un punto de partida que guíe el camino. Como se verá más adelante,

    Heidegger considera que cualquier pregunta debe estar guiada por lo

    preguntado mismo, de este modo, el camino a seguir ya está marcado

    aunque sea difusamente. En el caso de la destrucción, se toman en

    cuenta tematizaciones anteriores del ser para que la cuestión se ponga

    en marcha. El autor no alude a estos prejuicios sino con el objetivo de

    que sean el punto de partida de la cuestión ya que ellos expresan “lo

    presupuesto con respecto a la aprehensión del ser”34, esto es muestran

    simultáneamente el olvido y la familiaridad con la cuestión.

    Asumir la tradición, en todo caso, implica reconocer los

    prejuicios que permean nuestra comprensión del ser. El filósofo es una

    especie de arqueólogo que debe desempolvar los conceptos de la

    tradición para traerlos a la luz. La destrucción de la tradición ilumina

    los presupuestos de la filosofía clásica y moderna. Para poder rastrear

    el camino que la filosofía ha de seguir con respecto a la cuestión del ser

    es necesario reconocer y desempolvar estos prejuicios.35

    33 Siguiendo a Ángel Xolocotzi, estos prejuicios son distintas consideraciones del

    ser que, al parecer, obstaculizan el planteamiento. Heidegger no los elimina, al

    contrario, los toma como punto de partida. (Cfr. XOLOCOTZI, Ángel, “Los

    prejuicios del ser. Reflexiones entorno (sic.) al inicio de ‘Ser y Tiempo’” en Lámpara

    de Diógenes, enero-junio, julio-diciembre, año/vol. 6, número 10 y 11, Puebla:

    Benemérita Universidad de Puebla.) 34 XOCOLOTZI, Ángel, “Los prejuicios del ser. Reflexiones entorno (sic.) al inicio

    de ‘Ser y Tiempo’”, p. 120. 35 “El problema estriba en que la tradición nos transmite en bruto el uso y la

    aplicación de los conceptos sin una comprensión clara de su sentido. Por eso, el

    primer paso de toda investigación fenomenológica consiste en reconocer el peso de

  • 25

    I. La universalidad del término.

    El primer prejuicio que Heidegger nota en la tradición filosófica es la

    universalidad transcategorial lógica que se le atribuye al ser. Éste es un

    término omniabarcante que sobrepasa el alcance del género y de las

    categorías. Heidegger encuentra el origen de este prejuicio en

    Aristóteles, asimismo es discutido por Tomás de Aquino y durante

    toda la Edad Media, hasta el siglo XIX con el idealismo hegeliano.36

    Para comprender cabalmente lo que el autor quiere decir,

    considero pertinente revisar los pasajes citados por él mismo. En

    primer lugar, hace referencia a un pasaje de Aristóteles: “Lo que es, es

    lo más absoluto de todas las cosas”.37 El Estagirita busca distinguir la

    universalidad del ‘ser’ con respecto a la que se predica del género. Para

    ello, el filósofo griego explica, por medio de una reducción al absurdo,

    que es imposible considerar al ser como un género. El argumento es el

    siguiente:

    1. Todo género tiene una diferencia específica.

    2. La diferencia específica no es parte del género.

    3. Si el ‘ser’ o lo ‘uno’ (lo mismo) son un género, deberían tener

    una diferencia específica.

    4. De haber tal diferencia específica, ésta no podría pertenecer al

    ‘ser’ ni a lo ‘uno’ (lo mismo) (por 2).

    la tradición y reconocer, en un ejercicio de autorreflexión, los prejuicios con los que

    opera (…) Ese esfuerzo de desmontaje desenmascara los preconceptos operativos

    en toda interpretación y los devuelve a su origen (…) encarna un procedimiento

    básicamente metodológico dirigido a apropiarse el pasado que permite sabernos

    en deuda con él. El pasado, desde una perspectiva formal, tan sólo suministra una

    orientación de sentido que la interpretación ha de seguir.” (ESCUDERO, Jesús

    Adrián, “Heidegger y la indicación formal: hacia una articulación categorial de la

    vida humana” en Diánoia, vol. XLIX, núm. 52, (mayo 2004), p. 29) 36 Nuevamente, Heidegger enfatiza el nombre de Hegel como la culminación de la

    tradición anterior. (Cfr. HEIDEGGER, Ser y tiempo,…, p. 26) 37 τὸ ὄν ἐστι καθόλου μάλιστα πάντων. “(…) pues estos son los más universales

    de todos”. ARISTÓTELES, Metafísica, trad. por Tomás Calvo, Madrid: Gredos, 1001

    a 21.

  • 26

    5. De ahí que la diferencia específica no sería una (lo mismo) ni

    sería en lo absoluto.

    6. Por lo tanto, ni el ser ni lo uno son un género.

    La discusión de Aristóteles gira en torno a los principios de los

    platónicos y los pitagóricos (lo uno –lo mismo– y el ser), si estos

    pueden considerarse como un género. El filósofo griego cae en cuenta

    de que ambos principios van más allá de una consideración categorial:

    no son un género ni pertenecen a uno. Esto desemboca en la

    imposibilidad de la definición, que se da en términos de género y

    diferencia específica. Heidegger precisa que sólo “la región suprema

    del ente”38 es susceptible de definición; aquí, el autor comienza a

    dibujar la diferencia ontológica: si bien el ser no se puede definir no

    sucede lo mismo con el ente. Estos términos no se identifican, sin

    embargo, el “ser es siempre ser de un ente”39. El filósofo griego,

    continúa Heidegger, dirá que la unidad del ser es la ‘unidad de la

    analogía’: “(…) ‘lo que es’, sin más precisiones, se dice en muchos

    sentidos”.40 La analogía es la unidad transcategorial frente a la

    multiplicidad del ente.

    Tomás de Aquino, por su parte, retoma la discusión sobre la

    universalidad del ser: “Aquello primero que cae bajo la aprehensión es

    el ente, cuya intelección –comprensión– está incluida en todo lo

    aprehendido”.41 El contexto de esta frase es una discusión acerca de la

    ley natural en la Suma teológica. Tomás de Aquino se pregunta cuántos

    son los principios de la ley natural, si uno o más de uno. Para lo cual,

    realiza una analogía entre los principios de la acción y los principios

    del pensamiento. De estos últimos retoma la aprehensión del ser que

    acompaña a todo lo que se aprehende.

    38 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 26. 39 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 32. 40 ARISTÓTELES, Metafísica, trad. por Tomás Calvo, Madrid: Gredos, 1026 a 35. 41 "Illud quod primo cadit sub apprehensione est ens, cuius intellectus includitur in

    omnibus, quaecumque quis apprehendit.” (Cfr. TOMÁS DE AQUINO, Suma teológica, I-

    II, q. 94 a. 2).

  • 27

    Esta universalidad, más adelante, dará lugar a la discusión de los

    trascendentales, términos que se predican de todo lo que existe: ‘uno’,

    ‘bien’, ‘verdad’ y ‘ser’.42 La tradición enfrenta nuevamente la cuestión

    de cómo existe la unidad en la pluralidad. A pesar del debate

    medieval, la universalidad del ser perseveró en la incomprensión.

    Hegel, por su parte: “determina al ser como lo inmediato

    indeterminado”.43 Mientras la tradición medieval había considerado al

    ser como el término trascendental por excelencia, Hegel coloca al ser en

    el terreno de lo indeterminado. Según Hegel, el ser se identifica con la

    nada en su indeterminación y dicho par (ser-nada) se resuelve en el

    devenir temporal.44 Heidegger considera que lo que distingue a Hegel

    de la tradición filosófica es que, por medio de la definición antes

    mencionada, el término ser ya no está atravesado por la discusión de la

    unidad del ser frente a la multiplicidad de las categorías.

    Si bien, por medio del análisis de la tradición, se puede adelantar

    que el “ser es siempre ser de los entes” es necesario señalar que esto no

    esclarece cuál es el sentido del ser. La universalidad que la tradición

    acusa muestra que es necesario replantear la pregunta por el sentido

    del ser.

    El autor concluye que la discusión sobre la universalidad del ser

    más que esclarecer la cuestión la ha vuelto oscura. A pesar de ello, tal

    universalidad resulta relevante. Se atisba, de este modo, que el ser se

    42 Es sumamente discutida la pertinencia de agregar la Belleza como uno de los

    trascedentales. A principios del siglo XVIII, Felipe el Canciller establece fijar la

    noción de trascendentales, esto lo hace a partir de las nociones de uno y ser en

    Aristóteles. Este filósofo francés no incluye la belleza como uno de los

    trascendentales. Sin embargo, contemporáneos suyos discuten en sus comentarios

    a Pseudo Dionisio si debe o no agregarse lo Bello a la lista de los trascendentales.

    Algunos de estos contemporáneos son: Guillermo de Auvergne y Roberto

    Grosseteste. (Cfr. ECO, Umberto, Arte y belleza en la estética medieval, Barcelona:

    Lumen, p. 32 - 36). 43 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 26. Cfr. HEGEL, G.W. F., The Science of

    Logic, Nueva York: Cambridge University Press, trad. por George Di Giovanni,

    2010, 21.68. 44 Cfr. HEGEL, G.W.F., The Science of Logic, 21.68 y 21.69.

  • 28

    da en todo lo que es, lo cual debe llevar a indagar con mayor

    profundidad.

    II. La indefinibilidad del ser.

    Este segundo prejuicio se había dibujado en la historia de la filosofía

    desde Aristóteles. Dado que el ser es transcategorial y transgenérico es

    indefinible. Una de las reglas de la definición determinadas por la

    tradición es que: “definitio fit per genus proximum et diferentiam

    specificam”.45

    Heidegger alude a esta misma regla en una cita de Blaise Pascal

    en la cual habla de la imposibilidad de definir el ser: “No se puede

    emprender una definición del ‘ser’ sin caer en este absurdo: ya que no

    se puede definir una palabra sin comenzar por ‘es’, (…) Luego, para

    definir el ‘ser’, es necesario decir ‘es’, y así utilizar la palabra definida

    en la definición”.46

    Heidegger hace alusión a la diferencia ontológica al mencionar

    que “el ser no puede ser concebido como un ente”.47 Y agrega que “no

    se puede determinar el ser atribuyéndole una entidad” (enti non additur

    aliqua natura).48 Las determinaciones quiditativas son propias de los

    entes y no del ser. Esto quiere decir que sólo al ente se le puede atribuir

    una esencia y, por ende, definirse.

    Además, la definición parte de conceptos más generales en los

    que se coloca lo definido. Esto choca con la universalidad del ser, ya

    que no hay concepto más alto que el ser mismo. Tampoco podría ser

    “explicado desde conceptos inferiores”49 pues implicaría una

    degradación. Ambos requerimientos pertenecen al plano lógico, que es

    45 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27. 46 ‘’On ne peut entreprendre de définir l’être sans tomber dans cette absurdité : car on ne

    peut définir un mot sans commencer par celui-ci, c’est, soit qu’on l’exprime qu’on le sous-

    entende. Donc pour définir l’être, il faudrait dire c’est, et ainsi employer le mot défini dans

    sa définition.’’ (Cfr. PASCAL, Blaise, Pensées et Opuscules (ed. Brunschvicg) 6, París

    1912, p. 169, citado en HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, p. 27). 47 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27 48 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27 49 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27

  • 29

    posterior a la cuestión del sentido del ser, e incluso, tiene sus

    fundamentos en ella.50

    De la imposibilidad de definir el ser, para Heidegger, no se sigue

    su claridad; únicamente se sigue que, a diferencia del ente, el ‘ser’ no es

    definible. La razón de fondo es que el ser no es un ente, por ello agrega

    Heidegger en una nota al pie: “acerca del ser (Seyn) no puede decidirse

    nada recurriendo a este tipo de conceptos”.51 La definición es la “forma

    de determinación de los entes”.52 La aproximación al ser difiere

    radicalmente de la de un ente o una región de lo ente, por ejemplo, los

    entes físicos o naturales. Las ciencias, agregará más adelante el autor,

    se encargan de estudiar distintas regiones de lo ente, pero no podrían

    estudiar al ser ya que el ser no es un tipo de ente y el acceso desde el

    cual hay que aproximarse es distinto.

    El segundo prejuicio es, nuevamente, una invitación al

    replanteamiento de la pregunta por el ser. Éste apunta a una correcta

    tematización del ser como lo indefinible. Sin embargo, la perspectiva

    clásica no permite ahondar en su indefinibilidad pues lo haría desde

    conceptos inadecuados, términos lógicos que son propios del ente. Más

    bien se explica que sea indefinible porque no es un ente, es decir, por

    medio de la diferencia ontológica se puede entender que Heidegger no

    lo vea como un término susceptible de definición.

    III. La evidencia del ser.

    El término ‘ser’ se utiliza tanto en el ámbito del conocimiento científico

    como en el lenguaje ordinario que refiere al comportamiento con

    respecto a los entes y a uno mismo. Es decir, éste se utiliza en todos los

    ámbitos de la vida del hombre, desde las cuestiones teóricas hasta las

    prácticas.

    Para Heidegger, en nuestro trato cotidiano con los entes ya hay

    una comprensión del ser. Esto es, cualquiera comprende qué se quiere

    50 Esto se ve con mayor claridad en el texto ¿Qué es metafísica? que se analizará más

    adelante. 51 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27 52 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27

  • 30

    decir con: ‘El perro es negro’. A pesar de las larguísimas discusiones

    metafísicas a su alrededor y su oscuridad teórica53, se tiene una vaga

    comprensión54 del término ‘ser’55.

    Esta comprensión vaga del ser se da en lo cotidiano, por ejemplo:

    al decir que ‘la taza es mía’, que ‘el café está caliente’. La comprensión

    del ser parece constituir nuestro comportamiento con respecto a otros

    entes. Si esto es así, entonces, en nuestro comportamiento “subyace a

    priori un enigma”.56

    Esta comprensión del ser no clarifica la aproximación a este

    término, más bien la oscurece. Por medio de este tercer prejuicio,

    Heidegger muestra que es necesario replantear la pregunta; pues

    parece ser que esta comprensión constituye el comportamiento

    cotidiano del hombre.57

    Por medio del análisis de estos tres prejuicios, Martin Heidegger

    muestra la necesidad de replantear la pregunta por el sentido del ser,

    en lugar de ignorar esta problemática. Heidegger acusa a la tradición

    de obviar la respuesta a la pregunta; pero más importante, la acusa de

    53 No es excluyente que el término se comprenda prácticamente y no se tenga una

    tematización del mismo. 54 “(…) el hecho de preguntar muestra también la insuficiencia del saber del que se

    parte: no se interroga sobre lo que ya se sabe. Esta ambivalencia típica del

    preguntar tiene su correlato en la comprensión que el Dasein posee del ser; de

    alguna manera lo comprende, de lo contrario no podría preguntar por su sentido,

    pero no posee un saber explícito acerca de éste. Heidegger llama a esta

    comprensión de término medio y vaga, lo que no impide que sea el factum del que

    parte y al que vuelve constantemente.” (AGUILAR-ÁLVAREZ, Tatiana, El lenguaje

    en el primer Heidegger,…, p. 122). 55 Sin embargo, lo destacable aquí es que esa evidencia sólo puede ser tal en tanto,

    como señala Heidegger, ‘se hace uso del ser’, es decir, en tanto ser no es visto como

    un mero concepto instalado en un esquema genérico o analógico, ni en una

    tranquilidad debido a su indefinibilidad lógica, sino en tanto el ser es vivido en

    una ‘comprensibilidad de término medio’. (XOCOLOTZI, Ángel, “Los prejuicios

    del ser. Reflexiones entorno (sic.) al inicio de ‘Ser y Tiempo’”, p. 123.) 56 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 27. 57 Como veremos más adelante, esta comprensión propia del hombre es una

    estructura fundamental del Dasein.

  • 31

    no haberla planteado de manera adecuada. Los prejuicios son una pre-

    tematización del ser; sin embargo, es necesario replantear la pregunta

    para poder llevar a cabo dicha tematización.

    B. La estructura de la pregunta.

    Heidegger muestra por medio de los tres prejuicios de la filosofía

    clásica, que es necesario replantear esta cuestión. Para lo cual, hay que

    determinar cómo se estructura cualquier pregunta. A ojos de

    Heidegger, el preguntar es una búsqueda, y como cualquier búsqueda,

    debe estar guiada por lo que se busca.58

    Heidegger, en primer lugar, explica que la investigación teórica

    se pregunta por el ente, con respecto al “al hecho de que es y a su ser-

    así”.59 Una investigación de este tipo pretende alcanzar las

    determinaciones quiditativas del ente que guía su búsqueda. En

    palabras de Heidegger, la investigación es una “determinación

    descubridora”60 de las características universales y esenciales que

    componen el ente que es objeto de la investigación. Heidegger busca

    distinguir la cuestión filosófica de la cuestión teórica o científica, el

    objeto de la primera no es un ente determinado. Si bien Heidegger

    analiza a un ente determinado, al Dasein, resulta imperante aclarar que

    no lo analiza como objeto de la cuestión sino como acceso a la cuestión:

    sólo se puede dar lugar a la comprensión del sentido del ser desde la

    comprensión del Dasein. En cambio, como se dibujaba anteriormente,

    la ciencia estudia un ente determinado con respecto a sus caracteres

    universales, que se dan siempre y no según un aquí y un ahora.

    Ahora bien, tanto la investigación filosófica como la científica

    son, en última instancia, preguntas que se componen de tres

    momentos: (a) lo puesto en cuestión [sein Gefragtes], es decir, el sujeto

    58 “Así, pues, para formular una pregunta se precisa de una intuición originaria del

    objeto interrogado.” (HEIDEGGER, Martin, “El trabajo de investigación de

    Wilhelm Dilthey y la actual lucha por una concepción histórica del mundo” en

    Tiempo e historia, trad. por Jesús Adrián Escudero, Madrid: Trotta, p. 56). 59 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 28 60 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 28

  • 32

    de la pregunta; (b) un interrogado [ein Befragtes], a saber, el ente que se

    interroga; y (c) lo preguntado [das Erfragte], esto es, la respuesta que se

    busca, dice Heidegger, “aquello donde el preguntar llega a su meta”.61

    Ésta es la tarea que el autor se ha propuesto al inicio de la obra,

    cuestionar explícitamente por el sentido del ser.

    En este parágrafo, Heidegger trata cuáles son los tres momentos

    de la cuestión fundamental, esto es, la formulación de la pregunta por

    el sentido del ser se hace transparente. A esto se suma una última

    característica de la pregunta –a mi parecer la más relevante– ésta

    corresponde al comportamiento del ente que pregunta. Por esto, vemos

    que Heidegger comienza a enfatizar la primacía del Dasein frente a los

    entes.

    I. El sentido del ser como lo puesto en cuestión.

    Para introducir el tratamiento de este primer momento de la pregunta,

    Heidegger explicita que la diferencia ontológica consiste en que el ser

    es distinto de los entes, pero los determina como tales. Por lo cual es su

    horizonte de comprensión: “(…) aquello que determina al ente en

    cuanto ente, eso con vistas a lo cual el ente, en cualquier forma que se

    lo considere, ya es comprendido siempre”.62 Esta diferencia tal vez sea

    el punto de partida más relevante de la cuestión, ya que sólo se podrá

    plantear correctamente la cuestión si no se trata al ser como a un ente.

    Preguntar por el sentido del ser del mismo modo como se pregunta

    por la esencia de un ente es mitificarlo63, no preguntar, de hecho, por el

    ser. Heidegger retoma esta metáfora platónica del Sofista; para evitar la

    caída en el mito es necesario reconocer que el ser tiene un carácter

    propio. Para Heidegger, la mitificación del ser consiste en quererle

    61 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 28 62 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 29 63 En el Sofista, el extranjero se refiere a los filósofos físicos como narradores de

    mitos. Para hablar acerca de los entes, “cada uno de ellos nos narra una especie de

    mito, como su fuésemos niños”. Para el extranjero, ninguno se ocupó de que la

    mayoría comprendiera lo que decían; él, por ejemplo, jamás pudo comprender de

    qué se hablaba. De ahí que la cuestión por lo que no-es, no esté resuelta. (PLATÓN,

    Sofista, 242c – 243c).

  • 33

    atribuir caracteres propios del ente. El descubrimiento del ente –

    cualquiera que sea– se distingue del modo de mostrarse del ser. La

    pregunta exige no sólo un nuevo modo de mostrarse, también reclama

    terminología y conceptos nuevos y propios del ser desde los cuales

    pueda establecerse su sentido.

    II. El ente interrogado.

    Al igual que con el primer momento, Heidegger explica el segundo

    momento desde la diferencia ontológica: (1) el ser no se identifica con

    lo ente, (2) el ser siempre es ser de un ente. De ahí que, para el autor, el

    ser no se encuentre en una esfera separada de lo ente. El ente es lo que

    es: aunque no se identifiquen, el ser y el ente guardan una relación

    inquebrantable:

    Ente es todo aquello de lo que hablamos, lo que mentamos, aquello con

    respecto a lo cual nos comportamos de esta o aquella manera; ente es

    también lo que nosotros mismos somos, y el modo como lo somos. El ser se

    encuentra en el hecho de que algo es y en su ser-así, en la realidad, en el

    estar-ahí, en la consistencia, en la validez, en el existir, en el ‘hay’.64

    La multiplicidad de los entes se enfrentaría con la unidad del ser que

    se encuentra en cada uno de ellos, pero el ser no es una propiedad

    universal de los entes sino la condición de posibilidad de la

    comparecencia de cada uno de ellos y que, a su vez, se hace patente

    “en el hecho de que son y en su ser-así”.65

    La diferencia entre ser y ente es tan fundamental que, como

    dijimos arriba, los modos de acceso a ellos tienen que ser distintos.

    Ahora bien, el hecho de que el ser siempre se diga de los entes y que no

    exista separado de ellos66 implica que, para responder la pregunta por

    64 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 30 65 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 30 66 El autor constantemente juega con la distinción entre lo óntico y lo ontológico.

    Sin embargo, éstas sólo son dos indicaciones formales de un mismo ámbito. Lo

    ontológico se dice de lo óntico en tanto que es su condición de posibilidad, esto es,

    un análisis ontológico es la consideración del ser del ente.

  • 34

    el sentido del ser, es necesario ‘interrogar’ a los entes. Preguntarse si,

    para ello, debe interrogarse a todos los entes o sólo a algunos es

    mantenerse todavía en el plano lógico. Sin embargo, la solución

    heideggeriana no busca solucionar la unidad frente a la multiplicidad;

    ya sea que se apele a la teoría de la participación o de las formas, por

    ejemplo, sería igualmente permanecer en el plano lógico y categorial.

    Más bien, preguntarse por el ser es, en última instancia,

    preguntarse por la posibilidad de comparecencia de los entes. Por lo

    anterior, la pregunta debe plantearse teniendo como horizonte al ente

    desde el cual se da dicha comparecencia, desde el cual se comprenda el

    ser.67

    En opinión de Heidegger la pregunta misma aclara su horizonte.

    La comprensión del ser está anclada en el modo de ser de un ente

    particular, el Dasein:

    Dirigir la vista hacia, comprender y conceptualizar, elegir, acceder a…, son

    comportamientos constitutivos del preguntar y, por ende, también ellos

    modos de ser de un ente determinado, del ente que somos en cada caso

    nosotros mismos, los que preguntamos.68

    En una nota a pie, Heidegger aclara que el Dasein esencialmente

    guarda una relación con el ser por lo que el preguntarse es un modo de

    ser del Dasein. Éste se vuelve primario en el análisis del sentido del ser.

    El análisis heideggeriano conlleva circularidad, pues exige que se

    determine el ser de un ente para plantear la pregunta por el ser. La

    circularidad radica en que, analizar el ser de un ente implica ya una

    comprensión del ser.69 Los prejuicios que, en el capítulo anterior,

    67 En Problemas fundamentales de la fenomenología, Heidegger enfatiza el carácter de

    acceso del Dasein: “El modo de descubrir y el modo de estar-descubierto de lo

    subsistente debe evidentemente estar determinado por el ente que descubre y por

    el modo de ser de este.” (HEIDEGGER, Martin, Problemas fundamentales de la

    fenomenología, trad. por Juan José García Norro, Madrid: Trotta, p. 100). 68 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 30 69 Es improcedente objetar que hay una petición de principio en la argumentación

    heideggeriana, ya que se mueve desde conceptos ajenos a las categorías lógicas:

  • 35

    mostraron por qué es necesario replantear la cuestión son el punto de

    partida del análisis de Heidegger. El tercero de ellos adelantó que el

    Dasein está constituido por un carácter comprensivo. De manera que,

    el mismo análisis de la filosofía clásica permite dar cuenta de caracteres

    esenciales del ente en cuestión:

    Si la respuesta es ‘nueva’, es algo que carece de importancia y no pasa de ser

    una pura exterioridad. Lo positivo en ella debe estar en que sea lo

    suficientemente antigua como para aprender a hacerse cargo de las

    posibilidades deparadas por los antiguos.70

    La comprensión vaga y mediana del ser necesita aclaración

    posterior –requiere ser tematizada–, sin embargo, sólo ella puede dar

    cabida a la “elaboración del concepto de ser”.71 La pregunta, al ser una

    búsqueda, está guiada por lo buscado. De ahí la relevancia de los

    prejuicios del ser como una pre tematización. De no haber tal, la

    pregunta por el sentido del ser adolecería de guía. Esta pre-

    visualización72 es únicamente provisional, pero es la que permite

    plantear en un primer momento la cuestión.73 El Dasein se mueve en el

    mundo desde esta comprensión mediana del ser, la cual es constitutiva

    de este ente y es una anticipación a la respuesta de la pregunta:

    anticipación que, en la pregunta, ya es guía hacia la respuesta. De ahí,

    la primacía del Dasein sobre el resto de los entes para responder la

    pregunta.

    Finalmente, Heidegger se separa del método deductivo en el que

    se apoyaban tanto la filosofía clásica y medieval como el pensamiento

    “Sin embargo, ver en este círculo un circulus vitiosus y buscar cómo evitarlo, o por lo

    menos ‘sentirlo’ como imperfección inevitable, significa malcomprender radicalmente el

    comprender”. (Cfr. HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 127). 70 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, Madrid: Trotta, p. 43 71 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, Madrid: Trotta, p. 29. 72 “una previa visualización del ser”. HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 31 73 Además, no es necesaria una comprensión exhaustiva del ser para poder analizar

    el ser de un ente. La comprensión vaga y mediana del ser no ha impedido que, a lo

    largo de la historia de la filosofía, se desarrollen ontologías.

  • 36

    moderno.74 El autor delimita el acceso a la cuestión cuando dice: “en la

    respuesta a esta pregunta no se trata de una fundamentación

    deductiva, sino de una puesta al descubierto del fundamento mediante

    su exhibición”.75 El ser no es susceptible de ser demostrado ni

    deducido. Como fundamento, únicamente puede ser mostrado de

    manera indirecta. Heidegger busca el “cimiento” de los entes que,

    como tal, no es demostrable sino que únicamente puede señalarse.

    Más tarde, en el texto ¿Qué es metafísica? (lección inaugural

    pronunciada en el año de 1929 en Friburgo) el autor trata la cuestión de

    la metafísica. En primer lugar, la caracteriza como una pregunta que

    “abarca” a la totalidad. Esto no implica que quiera hacer de todos los

    entes su objeto de análisis; más bien, el preguntar por el sentido del ser

    atraviesa la totalidad de sentido de los entes.

    Además, agrega Heidegger en este texto, si la pregunta por la

    metafísica es la pregunta por la totalidad igualmente abarca al ente que

    se pregunta por ello, es decir, al Dasein:

    Por un lado, toda pregunta metafísica abarca siempre la totalidad de la

    problemática de la metafísica. Es esa propia totalidad. Así pues, toda

    pregunta metafísica sólo puede ser preguntada de tal modo que aquel que la

    pregunta –en cuanto tal– está también incluido en la pregunta, es decir, está

    también cuestionado en ella. De aquí deducimos que el preguntar metafísico

    debe ser planteado en su totalidad y desde la situación esencial del Dasein

    que pregunta.76

    En este mismo fragmento, Heidegger comenta que la cuestión de la

    metafísica se identifica con su objeto: “Es esa propia totalidad”. De este

    modo es notoria la impronta fenomenológica del filósofo alemán –que

    74 “…el análisis sólo puede ser fenomenológico, es decir, tiene que ocurrir

    ateniéndose a la cosa misma, a lo que se ve, sin introducir suposición ni principio

    alguno ajeno al asunto de que se trata” (LEYTE, Arturo, Heidegger,…, p. 98). 75 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo,…, p. 31 76 HEIDEGGER, Martin, “¿Qué es metafísica?” en ¿Qué es metafísica?, trad. por

    Arturo Leyte y Helena Cortés, Madrid: Alianza, 2003, p. 14.

  • 37

    se explicitará a continuación– según la cual no puede separarse el

    modo de acceso, al acceso y aquello a lo que se accede.

    III. Lo preguntado.

    Cabe aclarar que, en el planteamiento de Heidegger, podemos

    encontrar dos momentos que, en apariencia, se identifican. Sin

    embar