musica serial y aleatoria tesis de doctorado

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    TESIS DOCTORAL

    ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA MSICA SERIAL Y ALEATORIA

    Alicia Daz de la Fuente

    Departamento de Filosofa y Filosofa Moral y Poltica

    Facultad de Filosofa

    Universidad Nacional de Educacin a Distancia

    2005

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    Departamento de Filosofa y Filosofa Moral y Poltica

    Facultad de Filosofa

    ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA MSICA SERIAL Y ALEATORIA

    Alicia Daz de la Fuente

    Director de tesis: Dr. D. Simn Marchn Fiz

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    ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO

    EN LA MSICA SERIAL Y ALEATORIA

    . ndice ....... 3

    . Introduccin ....... 7

    1. Singularidades del arte sonoro ...... 13

    1.1. La msica como lenguaje .......13

    1.1.1. Sintctica y semanticidad del sonido...... 18

    1.1.2 Formalismo versus contenidismo .... 26

    1.2. La msica como actividad creadora y experiencia esttica ...33

    2. Fin de la tonalidad y quiebra de la representacin. La msica entre el azar

    y la serie. .......... 37

    2. 1. Antecedentes de la msica serial y aleatoria: la ruptura gramatical de

    Schoenberg y Kandinsky .... 37

    2.1.1. Fin de la tonalidad y quiebra de la representacin .... 37

    2.1.1.1. El significado de la vanguardia ... 38

    2.1.1.2. Debussy y el dominio de lo simblico .... 44

    2.1.1.3. Schoenberg, Kandinsky y la autonoma del sonido y el

    color ..... 53

    2.1.2. Tras la pista de una nueva gramtica . 76

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    2.1.2.1. Del Kandinsky analtico al Schoenberg dodecafnico. 76

    2.2. Radicalizacin de las vanguardias: determinacin o indeterminacin? .. 87

    2.2.1. Una apuesta por la indeterminacin 90

    2.2.1.1. El azar en el arte: del happening de Cage al dripping de

    Pollock ..... 90

    2.2.1.2. Principios esttico-musicales de John Cage ...99

    2.2.2. Una apuesta por la determinacin ... 112

    2.2.2.1. La matemtica en el arte: de la geometrizacin de Klee a

    las matrices boulezianas .... 112

    2.2.2.2 Principios esttico-musicales del serialismo de Pierre

    Boulez .... 121

    2.3. Consecuencias del serialismo y la aleatoriedad .. 131

    2.3.1. De la matemtica bouleziana a la fractalidad ... 134

    2.3.2. Ms all de Cage: la conquista de la intemporalidad ... 137

    3. El lenguaje musical como expresin de nuevos principios estticos.142

    3.1. La apertura del signo musical . 142

    3.1.1. Naturaleza del signo musical ... 143

    3.1.2. Semanticidad del signo musical .. 145

    3.1.3. Es la partitura grfica un cdigo notacional lingstico? .. 149

    3.1.4. La apertura del signo musical, propiciadora de la dimensin

    intersubjetiva del lenguaje ... 157

    3.2. El giro lingstico en las vanguardias musicales de los aos cincuenta del

    siglo XX. 162

    3.2.1. Quiebra sintctica y semntica de la msica aleatoria ..... 162

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    3.2.2. Proliferacin de signos y mutabilidad sincrnica .... 164

    3.2.3. Lenguaje serial y lenguaje aleatorio: homogeneidad psicoperceptiva,

    heterogeneidad gramatical .... 171

    4. Los modos de ser de la obra artstica .180

    4.1.Gnesis del acto creador:el azar y la matemtica como principios generadores

    de arte 180

    4.1.1. El nuevo juego de la reflexin potica .... 182

    4.1.2. Obras autogrficas versus obras alogrficas:

    denotacin y ejecucin ... 187

    4.1.3. Estatuto ontolgico de la msica serial y aleatoria .. 191

    4.2. Las distintas manifestaciones del serialismo y la aleatoriedad .. 199

    5. Una lectura deconstructiva de Cage y Boulez ... 204

    5.1. Anlisis esttico-musical del Concierto para piano preparado y orquesta de

    cmarade John Cage ..... 204

    5.1.1. Una nueva esttica a travs del azar . 208

    5.1.2. Concierto para piano preparado y orquesta de cmara .... 215

    5.1.2.1. Anlisis deconstructivo ..... 216

    5.1.2.2. Ejecucin y escucha .. 227

    5.2. Anlisis esttico-musical de las Estructuras para dos pianos Ia de Pierre

    Boulez. 231

    5.2.1. Una nueva esttica a travs de la hiper-formalizacin .... 236

    5.2.2. Estructuras para dos pianos ..... 240

    5.2.2.1. Anlisis deconstructivo ..241

    5.2.2.2. Ejecucin y escucha ..256

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    6. Los modos de ser de la experiencia esttica .. 266

    6.1. La experiencia esttica como proceso 266

    6.1.1. Aplazamiento y deconstruccin ... 271

    6.1.2. La interpretacin entre el azar y la serie .. 282

    6.2. Serialismo y aleatoriedad: un posible estrato comn .. 288

    6.2.1. Cuando serie y azar se dan la mano ..... 298

    .Conclusin 312

    .Anexo ... 319

    .Bibliografa.. 378

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    INTRODUCCIN

    Durante el siglo XX, el arte occidental ofrece una riqueza y diversidad tal

    que resulta difcil adentrarse en su estudio sin sentirse abrumado por la

    multiplicidad de sus propuestas estticas. Sin embargo, los escenarios se repiten

    con frecuencia y los hilos de ese complejo tejido que son las vanguardias artsticas

    retornan una y otra vez. Las preguntas se repiten; las respuestas se tornan cada vez

    ms singulares.

    En medio de esta infinitud de poticas, entre valientes proclamas y

    encendidos manifiestos, en un universo artstico cargado de luces y de sombras, se

    erigen dos grandes corrientes cuyos principios han definido en gran medida el

    rostro de la postmodernidad musical: el serialismo integral y la msica aleatoria.

    Pierre Boulez y John Cage, quienes determinaron la direccin de estas corrientes

    sin olvidar a tantas otras voces fundamentales como Karlheinz Stockhausen o

    Morton Feldman-, nos ofrecen un enclave privilegiado a partir del cual realizar

    una investigacin rigurosa. As, de la mano de sus principios esttico-musicales

    proponemos el estudio de la msica serial y aleatoria partiendo de la reflexin de

    su articulacin lingstica y concluyendo con el anlisis de la experiencia esttica

    que ambas suscitan.

    En el primer captulo nos preguntaremos por la sintaxis y semanticidad del

    lenguaje musical. Adems del significado puramente sonoro, puede remitir el

    signo musical a contenidos semnticos de otra ndole? Para responder a esta

    pregunta analizaremos, en primer lugar, las implicaciones significativas de la

    contextualizacin sgnica. Nos referiremos tambin al modo como opera la

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    conexin entre signo y estructura y, finalmente, constataremos cmo la

    singularidad del lenguaje musical, y muy especialmente del lenguaje de la msica

    serial1y aleatoria, impide ser estudiado a la luz de algunas teoras de la semitica

    actual, como las defendidas por N. Ruwet o K. Agawu. Alejados de toda postura

    contenidista, defenderemos la necesidad de remitirnos a las cualidades puramente

    sonoras como significativas del lenguaje musical, evidenciando las diferentes

    cualidades sgnicas de los lenguajes en estudio.

    En el captulo segundo abordamos la dimensin histrica de la msica

    aleatoria y del serialismo integral. Iniciaremos nuestro recorrido de la mano de

    Arnold Schoenberg y Wassily Kandinsky, representantes de una temprana ruptura

    gramatical en las primeras vanguardias artsticas del siglo XX, para analizar

    despus los principios esttico-musicales de John Cage y Pierre Boulez. Adems,

    estableceremos un paralelismo entre ambos compositores y la obra de Jackson

    Pollock y Paul Klee, para finalizar el captulo comentando brevemente las

    consecuencias del formalismo bouleziano y la indeterminacin cagiana en la obra

    de Iannis Xenakis, Francisco Guerrero, Morton Feldman y Luigi Nono.

    Constataremos, en el captulo tercero, que la revolucin operada en el

    campo musical a travs del desarrollo de la msica serial y aleatoria est

    1Como es bien sabido, el serialismo se refiere, de un modo genrico, a la organizacin

    secuenciada de los parmetros de un obra musical. El dodecafonismo y el serialismo integral

    seran, entonces, tipos particulares de serialismo, referido ste a la secuenciacin de varios

    parmetros sonoros y aqul a la serializacin exclusiva de los doce sonidos del sistema

    temperado. Sin embargo, y en pro de la simplificacin terminolgica, advertimos que en este

    trabajo emplearemos indistintamente los trminos serialismo y serialismo integral referidos

    siempre a la secuenciacin de varios parmetros del sonido, reservando el trmino

    dodecafonismo para la msica que, como acabamos de definir, serializa slo las alturas apartir del total cromtico.

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    ntimamente ligada tanto a sus particulares presupuestos creativos (produccin

    sonora por medios seriales o aleatorios) como a la renovacin de sus cdigos

    lingsticos, definidos, en gran medida, por las cualidades de los signos

    empleados en la articulacin del discurso. En este sentido, veremos cmo la

    msica serial emplea, mayoritariamente, signos de bajo contenido semntico

    mientras que la msica aleatoria se articula frecuentemente con signos de alto

    contenido semntico. Adems, veremos cmo la proliferacin, un tanto

    desordenada, de signos musicales desarrollada por los compositores que han

    cultivado la msica serial y aleatoria ha terminado por destruir las cualidades que

    Saussure atribuyera al signo lingstico, particularmente su inmutabilidad

    sincrnica.

    La dimensin gentica y pragmtica de los lenguajes en estudio ser

    abordada a lo largo del captulo cuarto. Los presupuestos creativos de la obra y

    sus implicaciones interpretativas, que hacen oscilar ostensiblemente la distancia

    entre denotacin y ejecucin, nos permitirn diferenciar ambos lenguajes desde el

    punto de vista ontolgico.

    El quinto captulo recoge los anlisis esttico-musicales de dos obras

    representativas de los lenguajes serial y aleatorio: lasEstructuras para dos pianos

    Iade Pierre Boulez y el Concierto para piano preparado y orquestade cmara de

    John Cage. Se impone en este captulo la necesidad de abordar ciertas cuestiones

    tcnicas desde el punto de vista sonoro, pero cuyas consecuencias son necesarias

    para completar el estudio esttico de ambos lenguajes. De las matrices de Boulez

    al empleo delI Chingpor parte de Cage, el anlisis musical de las citadas obras

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    nos permitir poner en prctica algunas de las cuestiones abordadas en referencia

    a sus cualidades sgnicas y sintcticas.

    Finalmente, abordaremos la cuestin de la experiencia esttica. Trataremos

    de defender la posibilidad de respetar la fundamentacin de la experiencia esttica

    en la infinita variedad de sus expresiones. Concluiremos nuestro estudio

    insistiendo en las cualidades que anan la msica serial y aleatoria, tanto desde

    una ptica creativa, al constatar que la apertura autorial es propia de ambos

    lenguajes, como desde una ptica experiencial, defendiendo la afinidad perceptiva

    del serialismo integral y la aleatoriedad.

    Quizs sean ms las preguntas que plantea esta tesis que las que consigue

    responder. Los lmites de la esttica, particularmente en relacin a la cuestin de

    la recepcin artstica, se revelan una y otra vez, pero entendemos que, a pesar de

    ello, la pregunta es necesaria y pertinente.

    No pretenderemos en ningn caso universalizar nuestras conclusiones.

    Desde nuestro punto de vista, la pretensin de verdad, en el campo de la

    experiencia esttica, no otorga mayor solidez al anlisis de la obra artstica; tan

    slo revela la necesidad de autoafirmacin a la que aspira toda actividad humana.

    El anlisis esttico invita a la bsqueda de sentido y constatar la imposibilidad de

    una respuesta ltima verifica, en todo caso, la hiptesis de que el arte desborda

    tanto al creador como al receptor y que su interpretacin demanda una respuesta

    siempre abierta.

    De la mano de Foucault, Eco y Derrida, a travs de los escritos de Cage y

    Boulez, conducidos por las reflexiones de Pousseur o Ligeti, en dilogo con

    Gadamer, Genette, Wollheim y tantos otros, analizaremos las propuestas de la

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    msica serial y aleatoria persuadidos de que el horizonte est ms prximo a la

    flexibilidad interpretativa que al dogmatismo epistemolgico.

    Defenderemos tambin la necesidad de analizar la obra musical desde la

    vivencia profunda de una escucha atenta y, en lo posible, desprejuiciada. La

    experiencia esttica es, de algn modo, inefable, pero es necesario forzar su

    verbalizacin para volver fecundo el dilogo esttico. Tal es el fin de muchos de

    los escritos de Cage y Boulez y el de una buena parte de las obras de Eco y

    Foucault, cuyas apreciaciones sobre la msica serial y aleatoria revelan que

    desarrollaron en profundidad la experiencia de una escucha plenamente

    vivenciada. Buena prueba de ello son los trabajos realizados por Umberto Eco en

    la RAI de Miln en colaboracin con Luciano Berio, Bruno Maderna, Pierre

    Boulez, Karlheinz Stockhausen y Henry Pousseur, o las largas conversaciones que

    Michel Foucault y Pierre Boulez mantuvieron en Pars y que se reflejarn

    despus en las reflexiones sobre msica contempornea desarrolladas por

    Foucault y en la multiplicidad de escritos estticos del compositor francs.

    Es cierto que muchos creadores han hablado de su obra desde la ms frgil

    subjetividad carente de todo rigor epistemolgico; pero es igualmente penosa la

    situacin inversa, la del erudito que escribe farragosos volmenes de anlisis

    estticos sin haber experienciado el arte en su ms hondo sentido. Ni unos ni otros

    han de ser los mejores compaeros de camino en la reflexin filosfico-musical.

    La experiencia del arte es una vivencia intensa, enriquecedora y sorprendente; el

    anhelo de compartir tan inefable experiencia en relacin a la msica serial y

    aleatoria, as como de fundamentarla con un anlisis esttico riguroso, representa

    parte del impulso que anima la redaccin de esta tesis.

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    Ya hemos confesado que, quizs, no encontraremos demasiadas

    respuestas. Probablemente no hallemos ms que una invitacin a bucear en el

    profundo y agitado mar de la creacin contempornea. Podramos, entonces,

    preguntarnos si el reconocimiento de los lmites de nuestro estudio no debera

    conducirnos a un prudente silencio. Nos parece, sin embargo, ms fructfera la

    perpetua pregunta, por ms que la respuesta ltima se convierta en un continuo

    por-venir.

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    1. SINGULARIDADES DEL ARTE SONORO

    1.1. La msica como lenguaje

    La reflexin esttica sobre la msica ha dado lugar, a lo largo de la

    historia, a una infinidad de enfoques diversos. En su Crtica del Juicio, Kant

    constata que la msica, que habla mediante puras sensaciones2, es un vehculo

    idneo para elaborar juicios estticos. As pues, la msica, dice Kant, comunica

    ideas estticas, pero precisamente porque stas no son conceptos expresa la

    msica una indecible abundancia de pensamientos3. Por otra parte, la

    introduccin de la idea de lo sublime abre las puertas a una categora indefinible,

    una categora que excede toda posibilidad de representacin.

    El hecho de que la msica haya sido considerada un arte no representativo

    ha llevado a los filsofos del siglo XIX a situarla en el punto ms elevado de las

    denominadas bellas artes. Desde el siglo XIX la msica comenz a ser valorada

    como un arte capaz de expresar aquello a lo que el lenguaje ordinario no puede

    acceder. De este modo, Schopenhauer elev la msica a la ms alta categora por

    entender que slo ella poda referirse a la Voluntad; la msica, desde esta

    perspectiva, nos redime del sufrimiento de la vida. El romanticismo encontr en la

    msica el prototipo de la expresin de libertad e, incluso, la mxima expresin de

    2

    I. Kant, Crtica del Juicio, pg. 2883Ibd., pg. 289.

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    verdad. Se define, entonces, la msica como un lenguaje no sometido a las

    limitaciones de los conceptos; un lenguaje, en suma, capaz de expresar lo

    inefable. De este modo, el compositor trasciende lo sensorial y nos invita a gozar

    de un lenguaje autnomo que evita la limitacin de la palabra. As, Nietzsche, al

    comienzo deEl caso Wagner,llegar a afirmar que la msica libera a la mente y

    da alas al pensamiento.

    El siglo XX es tambin prdigo en este tipo de exaltaciones. En su famosa

    obraDe lo espiritual en el arte, Kandinsky afirma que

    el artista, cuya meta no es la imitacin de la naturaleza, aunque sea

    artstica, y que quiere y tiene que expresar su mundo interior, ve con

    envidia cmo hoy se alcanzan estos objetivos en la msica, la ms

    inmaterial de las artes.4

    A partir de todas estas reflexiones, la filosofa ha ligado el estudio de la

    esttica, y en particular de la msica, al anlisis de su condicin de lenguaje. Pero,

    qu tipo de lenguaje es, a fin de cuentas, la msica?, cmo podemos hablar de

    significaciones si el sonido carece de la conceptualidad que es la base del lenguaje

    verbal?

    Lo primero que ha de decirse es que el estudio de las cualidades del

    lenguaje musical exige una reflexin no slo en los distintos aspectos de su

    semanticidad, sino tambin en relacin a sus principios sgnicos, gramaticales,

    formales, etc. De todos ellos, la cuestin semntica se revela como uno de los

    4W. Kandinsky,De lo espiritual en el arte, pg. 49.

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    problemas ms complejos de la msica y, como recuerda Enrico Fubini5, permite

    ser tratado desde puntos de vista bien distintos: formalistas y contenidistas llevan

    dcadas debatiendo al respecto.

    Las preguntas no parecen sencillas: cmo proceder a un anlisis del

    modo en que se distribuye la expresin y del modo en que se gesta?, se pregunta

    Carmen Pardo. La respuesta se halla en el anlisis del lenguaje musical, puesto

    que si la msica dice, es porque es un tipo de lenguaje.6 Sin embargo, tendramos

    que poder explicar cmo dicela msica, y, una vez ms, no parece una pregunta

    fcil de responder: El decirmusical tiene que ver con su capacidad de conmover

    o se refiere ms bien a cualidades significativas puramente sonoras?

    Que el signo musical posee, en primer lugar, un significado puramente

    sonoro es algo que no puede discutirse, pero no se debe olvidar tambin que los

    distintos signos que configuran los elementos lingsticos de cada estilo musical

    imponen caractersticas semnticas muy diversas. Ya se ver cmo, por ejemplo,

    la msica serial maneja signos de bajo contenido semntico mientras que los

    signos propios de la msica aleatoria poseen, por lo general, un contenido

    semntico mucho ms alto.

    Aunque el significado musical da cuenta, en primer trmino, de

    frecuencias, duraciones, intensidades, es decir, de cualidades sonoras (puesto

    que se trata de un cdigo creado para representar sonidos), deberamos formular

    otra pregunta: al margen de esta significacin primera, puede remitir el signo

    musical a contenidos semnticos de otra ndole? La psicologa cognitiva estudia la

    5E. Fubini,Msica y lenguaje en la esttica contempornea, pg. 536

    C. Pardo Salgado, Signos errantes del universo sonoro: Entre expresin y significacin, enMsica lenguaje y significado, pg. 92.

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    cuestin de que todo oyente otorga al hecho musical un significado verbal que

    tiene que ver con relaciones semnticas establecidas con anterioridad y que se

    aplican a otros acontecimientos musicales en virtud de su afinidad sonora. Cuando

    esto ocurre, el signo pasa a desempear la condicin de tpico musical. Esta

    sera, por ejemplo, la razn de que el leitmotiv7wagneriano pueda, desde el

    sonido, conducir al oyente en la comprensin de la trama literaria de la pera. En

    todo caso, esas otras significaciones posibles que pueden despertar los signos

    musicales no sern nunca unvocas. En primer trmino, tendrn un carcter

    estilstico y contextual, y, adems, soportarn interpretaciones semnticas

    derivadas de la pura subjetividad del que escucha. Tan slo en casos muy

    concretos, como en los madrigalismos renacentistas o en la retrica barroca

    (Affektenlehre), podemos hablar de semanticidad literaria, y, aun as, pocos

    oyentes pueden hoy escuchar una obra de Monteverdi o de Bach y asimilar la

    semanticidad de la retrica que le es propia; para una amplia mayora de oyentes

    se ha perdido el nexo entre significante y significado.

    Las singularidades del lenguaje musical elevan el arte sonoro por encima

    de toda definicin. Como afirma Christopher Norris

    la msica llega a ser ms que una fuente de imgenes y metforas

    estticamente atractivas. Adopta el papel central en una nueva manera

    7Tal y como lo define Alberto Gonzlez Lapuente, leitmotiv es un motivo musical de la

    pera, de esencia meldica, rtmica o armnica, que se relaciona con algn personaje o

    aspecto del drama musical, reapareciendo y transformndose a lo largo de la obra. Tiene

    sentido dramtico y musical al relacionarse con la sustancia de la accin y el desarrollo de la

    composicin de manera similar al tema. (A. Gonzlez Lapuente, Diccionario de la msica,Alianza, Madrid, 2003).

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    de pensar acerca del lenguaje, el arte y la representacin cuyos efectos

    alcanzan mucho ms all del discurso de la crtica de arte8.

    Las cualidades singulares de la msica y el modo como se relacionan tanto

    con el sonido en s como con las caractersticas personales del creador, el oyente y

    el entorno social de ambos, han suscitado modos diversos de anlisis. Uno de los

    ms atractivos y recientes es el planteado por Carlos Villar-Taboada, para el cual

    en msica podemos distinguir una morfoestructura que organiza la

    construccin formal (la relacin de la msica consigo misma), una

    logoestructura que regula la relacin inmediata con la subjetividad del

    oyente (la relacin de la msica con el hombre) y una semioestructura

    mediante la cual se vincula con la tradicin y la historia (la relacin de

    la msica con la cultura)9.

    Si a estas particularidades del lenguaje musical sumamos las

    peculiaridades propias de los lenguajes serial y aleatorio, hallaremos un inmenso

    espacio de sugerencias estticas y significaciones metafricas que hacen de la

    msica de vanguardia un ineludible tema de reflexin para estetas y lingistas.

    8Ch. Norris, Qu le ocurre a la posmodernidad?, pg. 286.9

    C. Villar-Taboada, Lenguaje y significado en msicas actuales, en Msica lenguaje ysignificado, pg. 104.

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    1.1.1. Sintctica y semanticidad del sonido

    La semiologa se ocupa del estudio del lenguaje musical desde hace slo

    algunas dcadas. Ha sido a partir de los aos setenta del siglo XX cuando la

    semiologa ha vuelto su mirada hacia las peculiares caractersticas del hecho

    sonoro, preguntndose por la naturaleza de su sintaxis, de sus signos y de su

    particular semanticidad.

    No entraremos de momento en la polmica de si la msica propicia un

    hecho comunicativo10, nos limitaremos, de momento, a tratar la cuestin de cmo

    las peculiares caractersticas del hecho musical hacen del estudio de sus

    cualidades sintcticas y semnticas una cuestin compleja, tanto en lo referente a

    sus definiciones como a la interrelacin entre ambas.

    Algunos autores afirman la imposibilidad de definir el significado de un

    signo artstico al margen de su estructura: la idea es inconcebible al margen de la

    estructura artstica11, afirma Y. M. Lotman. Desde este punto de vista no

    deberamos hablar de significado fuera de un contexto que lo determina. Como

    explica Nicholas Cook lo que importa, por lo tanto, no es el acontecimiento

    individual en s, sino su relacin con el contexto estructural en el que se

    produce12. Es la misma postura defendida por Goodman 13, para el cual el

    contexto determina la condicin artstica del objeto. Tal sera la razn por la que

    nuestra mirada no es la misma ante cualquier rueda de bicicleta que vemos girar

    10Este tema ser abordado en el apartado 3.1.4 del presente estudio.11Y. M. Lotman,La estructura del texto artstico, pg. 2312

    N. Cook, La forma musical y el oyente, en Quodlibetn 25, pg. 913N. Goodman,Maneras de hacer mundos, pg. 98

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    por la calle y aquella que Marcel Duchamp descontextualizara en 1913

    asignndola una categora esttica. A pesar de que un planteamiento de estas

    caractersticas pueda simplificar ciertos problemas relativos a la semntica de los

    lenguajes artsticos, creemos que, al mismo tiempo, impide abordar cualidades

    sgnicas en toda su hondura. Quizs lo ms conveniente, y as planteamos el

    presente trabajo, sea estudiar primero las caractersticas del signo musical para

    despus acotar su significado de acuerdo a un contexto que lo determina y

    finalmente considerar la intervencin del receptor (intrprete y oyente) que,

    abriendo la significacin primera otorgada por el creador, se convierte en portador

    de un sentido ltimo que, desde nuestro punto de vista, nunca ser unvoco.

    En todo caso, el modo como opera la conexin entre signo y estructura se

    ver clarificado, en relacin a la msica serial y aleatoria, a la luz de los anlisis

    que abordaremos en el quinto captulo. Resulta de particular importancia tener

    siempre presente que la cuestin del significado posee, en el lenguaje musical, una

    complejidad particular. El objeto artstico (en este caso, la partitura) requiere

    habitualmente de un mediador (uno o ms intrpretes) necesario para que la obra

    sea percibida por el receptor ltimo (oyente). Por ello, la apertura semntica

    propia de algunos cdigos musicales del siglo XX implica una doble reflexin: en

    primer lugar debemos considerar la apertura derivada de la propia naturaleza de

    los signos, frecuentemente ambiguos, los cuales exigen del intrprete continuos

    actos electivos que durante siglos han sido propios del creador; y en segundo

    lugar debemos considerar tambin el hecho de que el receptor, como interpretante

    ltimo, otorga significaciones segn sus propios modos de percepcin,

    mediatizados tambin por su entorno cultural, prejuicios, presaberes, etc. Este

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    enfoque, heredero de Peirce, no renuncia a la importancia del texto. El hecho de

    aceptar que el contexto determina, en cierta medida, el significado del signo, no es

    incompatible con la creencia en un papel activo por parte del receptor. Lo ms

    importante, y a esta cuestin apenas se le ha dedicado atencin, es diferenciar las

    diversas cualidades que posee el signo musical en el seno de cdigos altamente

    codificados (caso del lenguaje tonal o serial) o en cdigos de baja codificacin

    (caso del lenguaje aleatorio). En los primeros es posible poner el acento en el

    estudio sintagmtico/paradigmtico del discurso; en el segundo es necesario poner

    el acento en el papel co-creativo del intrprete.

    En su artculoLapplication du modle syntagmatique-paradigmatique

    lanalyse des fonctions harmoniques14, Yizhak Sada explica las ventajas del

    anlisis lingstico tonal a partir de una concepcin contextual del discurso

    armnico. As, el autor advierte sobre el hecho de que, a partir de dos sucesiones

    funcionales del mismo tipo, se pueden desarrollar valores estructurales distintos.

    Estas diferencias, explica Sada, se crean en funcin de sus condiciones

    contextuales15. De este modo, el estudio de los diversos desarrollos que los

    compositores tonales han otorgado al eje paradigmtico nos permite hallar

    diferencias estilsticas y autoriales16. N. Ruwet, el gran promotor de esta visin

    14Y. Sada, Lapplication du modle syntagmatique-paradigmatique lanalyse des fonctions

    harmoniques, en Analyse musical 1986/1, pg. 35-42.15Ibd., pg. 41: Ces diffrences sont crs par des conditions contextuelles16En este sentido, justifica Sada las diferencias estilsticas, o incluso autoriales, en relacin a

    la eleccin de un acorde u otro de los que configuran una misma clase gramatical (por

    ejemplo, la eleccin de un grado VI o III como funcin tnica dentro de un discurso tonal).

    Cualquiera de los elementos que forman parte de una misma categora lingstica podra

    desempear la funcin requerida, y es la eleccin de uno de ellos lo que define los estilemasydetermina las peculiares caractersticas del lenguaje de un compositor.

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    analtica, defiende el hecho de que la proyeccin del eje paradigmtico sobre el

    sintagmtico ayuda a la comprensin potica del lenguaje musical. Desde este

    punto de vista, y de un modo similar al postulado por Jakobson, Ruwet afirma que

    es posible acceder al anlisis del contenido potico a travs del estudio de los

    signos. Para ello, se basa en los principios de repeticin y variacin. A partir de

    esta concepcin, delimita unidades y las organiza jerrquicamente para sealar

    despus sus relaciones. Sin embargo, y esta es una de las cuestiones que iremos

    poniendo en relieve a lo largo del presente trabajo, la metodologa de Ruwet,

    como la de una buena parte de la semiologa actual, es inaplicable a los lenguajes

    objeto de nuestro estudio. Ni la msica serial ni la msica aleatoria ofrecen

    principios de repeticin o variacin tan explcitos que permitan delimitar sus

    estructuras y jerarquizarlas. Aunque resulte paradjico, el planteamiento

    estructuralista de Ruwet resulta inviable incluso para analizar el lenguaje serial,

    cuyos principios genticos son fuertemente estructuralistas pero cuya

    organizacin interna no se revela a travs de la lectura del discurso.

    Tampoco el mtodo schenkeriano resulta vlido para el estudio y anlisis

    de los lenguajes serial y aleatorio. Schenker concibe el discurso musical como una

    organizacin jerrquica en la que es preciso diferenciar los conceptos de

    estructura y prolongacin. Adems, seala la diferencia entre acorde

    gramatical y significante con el fin de distinguir la mera estructura intervlica de

    un acorde de su funcin dentro del discurso. Estos conceptos, que ayudan a la

    clarificacin de las secuencias armnicas propias de la tonalidad, resultan

    inoperantes aplicadas a otros lenguajes, y aunque podra plantearse la posibilidad

    de obtener derivaciones de su propuesta de anlisis jerrquico especialmente la

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    definicin del Ursatzo estructura subyacente- vlidas para lenguajes no tonales,

    resulta evidente que su planteamiento se revela intil como herramienta analtica

    para el lenguaje serial y aleatorio. El anlisis propuesto por Heinrich Schenker

    pretende poner en relieve aquellos elementos que definen la base del lenguaje

    (tonal). Es, en este sentido una propuesta uniformizante que olvida, en gran

    medida, las singularidades de cada obra. Como afirma Antonio Notario:

    Se trata, por tanto, de un anlisis reduccionista que, lejos de atender a

    la especificidad de cada obra, lo que busca es la confirmacin de un

    esquema epistemolgico17

    Nada menos apropiado para lenguajes que, como el serialismo integral o la

    aleatoriedad, tratan de ser vehculo para la creacin de obras que tengan su

    propio universo, su propia estructura y su propio modo de generacin en todos los

    planos18.

    Por el hecho de que ambos lenguajes gestan su propio cdigo a travs del

    desarrollo discursivo, tampoco la bsqueda de estructuras fundamentales, que, en

    una lnea muy prxima a Schenker, defiende la gramtica generativa de Chomsky,

    se ha podido aplicar al estudio de una buena parte de la msica occidental de los

    aos cuarenta y cincuenta del siglo XX19.

    17A. Notario Ruiz, De la verdad en las artes sonoras: Perspectivas adornianas, en Msica

    lenguaje y significado, pg. 49.18P. Boulez, Puntos de referencia, pg. 12019

    No obstante, se han elaborado diversas tentativas a este respecto, como la de Fred Lerdahlexpuesta en Atonal prolongation structure, en Contemporary Music Review1984/4

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    Estas dificultades han sido denunciadas por algunos estudiosos de la

    semitica musical, si bien las soluciones estn an por llegar:

    Sin duda, la revolucin que ha supuesto el desarrollo de la msica

    serial y la atonalidad, es el desencadenante de este desconcierto terico

    que parece reinar ante la desaparicin de la identificacin del concepto

    de tonalidad con el de estructura musical, en lo que se refiere al

    sistema20.

    La msica reclama, desde hace dcadas, modos particulares de anlisis. Un

    anlisis abierto que ya no pretenda o anse las reglas al uso de una forma

    cannica, sino la bsqueda de un principio de relaciones mltiples21.

    Quizs por esta dificultad que ciertos lenguajes artsticos, en virtud de sus

    singularidades, ofrecen al anlisis semitico, se han buscado otros enfoques que,

    casi siempre, reclaman encuentros interdisciplinares. Tal es el caso de la

    psicologa experimental, que trata de establecer nexos entre acontecimiento

    musical y respuesta psicolgica. Jean Jacques Nattiez ha analizado los resultados

    de la psicologa experimental, pero encuentra que los estudios se realizan con una

    direccin excesivamente definida:

    20S. Alonso,Msica, literatura y semiosis, pg. 7821

    M. Cureses de la Vega, La msica como lenguaje de transgresin, en Msica lenguaje ysignificado, pg. 86

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    Se trata de inventariar, clasificar y compatibilizar respuestas verbales

    asociadas a la msica por oyentes-cobayas convenientemente

    elegidos22.

    Tambin la psicologa cognitiva trata de aportar luz al fenmeno de la

    percepcin musical y desde los trabajos iniciales de Imberti (Entendre la musique

    1979-,Les critures du temps1981-, ) a otros estudios ms recientes como

    los de Sloboda (The Musical Mind: the Cognitive Psicology of Music 1993-,

    Musical Perceptions 1994-, ) los estudiosos se enfrentan al hecho de que

    nuestro conocimiento del discurso sonoro est mediatizado por las caractersticas

    subjetivas del oyente. Adems, nuestro modo de conocer es siempre circular, no

    lineal (tal y como ha explicado Neisser en relacin al crculo de la percepcin),

    de modo que la utopa del estudio de la escucha humana en trminos de rigurosa

    cientificidad se revela cada vez ms difcil.

    Con todas estas aportaciones, la semiologa musical se ha preocupado

    durante los ltimos aos de estudiar no slo los signos y sus relaciones sino

    tambin su capacidad para otorgar sentido, capacidad que ha de someterse

    tambin a la percepcin subjetiva del espectador. De este modo, conceptos como

    el de competencia musical (definido por Gino Stefani en 1998 como la

    capacidad de producir sentido mediante y/o en torno a la msica) o el de tpico

    musical (tratado por autores como Agawu, van Dijk o Eco como

    correspondencias semnticas en obras distintas que comparten una trama afn y

    22Il sagit dinventorier, de classer et de compatibiliser les rponses verbales associes la

    musique par des auditeurs-cobayes convenablement choisis, en J.J. Nattiez, La smiologiemusicale dix ans aprs, en Analyse musicale 1986/1, pg. 28

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    ligado, generalmente, a la narratologa greimasiana) contribuyen a buscar nuevas

    soluciones a preguntas planteadas hace ms de tres dcadas.

    Concluimos, pues, este apartado recordando que durante los aos setenta y

    ochenta del siglo XX la semitica aplicada a la msica pareci avanzar en la

    bsqueda de un cientifismo analtico, pero a finales de siglo, y de un modo

    progresivo, se ha ido tomando conciencia de las limitaciones del estudio semitico

    y estructuralista. Aunque hay autores, como Tarasti, Nattiez o Molino, que

    continan apoyndose en la semitica como herramienta vlida para alcanzar la

    objetividad metodolgica, muchos de los estudiosos del discurso musical desde la

    cognicin y la significacin, tal y como afirma Rubn Lpez Cano23, son

    conscientes de que hay nuevos problemas que abordar, como la imposibilidad de

    aislar objeto y sujeto de estudio o la necesidad de tener en cuenta la existencia de

    pre-saberes. Y, sobre todo, los estudiosos de la semitica musical aceptan que, en

    una gran medida, conocer significa interpretar, lo cual, inevitablemente,

    transforma el marco epistemolgico de la semitica. Este planteamiento, que liga

    significado a interpretacin y ana la nocin de msica como texto y como

    relacin sgnica, ser el defendido a lo largo de esta tesis.

    23

    R. Lpez Cano, Entre el giro lingstico y el guio hermenutico: tpicos y competencia enla semitica actual, 2001 (http://www.geocities.com/lopezcano/artculos/EGL.html)

    http://www.geocities.com/lopezcano/art%EF%BF%BDlos/EGL.html
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    1.1. 2. Formalismo versus contenidismo

    Tal y como advierte Enrico Fubini, la vieja polmica entre una concepcin

    formalista o absolutista de la msica y una visin contenidista o referencialista

    contina viva:

    de una parte, los formalistas puros, para quienes la msica no expresa

    nada ajena a ella misma y al mundo de los sonidos; de otra parte, los

    contenidistas, para quienes la msica tiene la virtud de expresar estados

    de nimo, emociones o dicho de otro modo, la msica puede referirse a

    un mundo que no se reduce meramente a los sonidos24.

    La posicin formalista tiene a Hanslick como primer defensor, mientras

    que Hegel aparece como primero y principal representante de la concepcin

    contenidista. De este modo, Hanslick habla de las formas sonoras en movimiento

    como el nico contenido y objeto de la msica, mientras que para Hegel la msica

    toma por contenido as como por forma, lo subjetivo como tal. Dos posiciones

    aparentemente irreconciliables pero que, como afirma Carmen Pardo, quizs no se

    encuentren tal alejadas, ya que

    en ambos casos, la msica se hace significativa desde su naturaleza

    extra-representativa, lo que puede conducir tanto a la afirmacin de que

    24E. Fubini,Msica y lenguaje en la esttica contempornea, pg. 53.

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    el contenido de la msica es lo indecible, como a la proposicin de que

    la forma es el contenido de la msica25.

    En su libro Msica y lenguaje en la esttica contempornea se refiere

    tambin Fubini al intento de Derick Cooke de defender su tesis contenidista

    construyendo un vocabulario de trminos musicales26. Cooke ha definido las

    relaciones armnicas de acuerdo a sus emociones implcitas. Aunque su

    planteamiento se revela, desde nuestro punto de vista, sumamente simplista, an

    hoy hay autores que defienden planteamientos similares, aunque con enfoques

    diversos y en muchas ocasiones ms refinados.

    Kofi Agawu, en su libro Playing With Signs: A Semiotic Interpretation of

    Classic Music defiende la existencia de dos tipos de semiosis en el lenguaje

    musical: la intraversiva (referida a ideas puramente musicales) y la extraversiva

    (referida a ideas extramusicales). Desde nuestro punto de vista, la mayor

    dificultad que plantea la teora de Agawu es que las propiedades referenciales que

    asigna a cada significante son unvocas. El significante se plantea, as, como una

    particular disposicin de los elementos musicales (meloda, armona, ritmo) que

    se revelan, segn Agawu, ligados a significados caractersticos (doliente,

    amoroso, pastoral). Creemos que tal suerte de vocabulario musical no puede

    ser defendido ms que en casos muy concretos, como es el caso ya citado de las

    figuras retricas del Renacimiento o el Barroco musical. Y, an as, tales figuras,

    que conforman un vocabulario conocido en la actualidad slo por musiclogos

    25C. Pardo Salgado, Signos errantes del universo sonoro: Entre expresin y significacin,

    enMsica lenguaje y significado, pg. 96.26Vase D. Cooke, The languaje of Music, Oxford University Press, Londres, 1959.

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    y expertos en dichos lenguajes musicales, no tratan de ligar el significado a

    emociones o sentimientos que han de despertarse en el oyente en el momento de

    su percepcin. Las sensaciones, como advierten los psiclogos, son difcilmente

    universalizables.

    A pesar de todo, los intentos de objetivar la manera como sentimos que la

    msica nos conmueve es tan antiguo como la msica misma. Ya los griegos se

    refirieron al ethos de los modos, al estado de nimo que suscitan las diversas

    escalas, y desde entonces los planteamientos han sido muchos y diversos. Algunos

    tericos tratan de resolver el problema remarcando la naturaleza metafrica del

    lenguaje musical, pero, como dice Treitler, la metfora habita en un reino en el

    que rige la imaginacin, no la lgica27. Y por ello nos propone aceptar el hecho

    de que las vivencias que la msica suscita son, inevitablemente, mltiples:

    Creo que haramos mejor si aceptramos su autoridad y aprendiramos

    de la multiplicidad de modos en los que debemos abordar la

    interpretacin de la msica si hemos de aproximarnos a nuestra

    vivencia de la misma, incluso si ello no puede producir las

    formulaciones de una teora consistente28.

    De este modo, Treitler nos invita a perdernos en las infinitas sensaciones

    que la msica suscita ajenas a toda definicin. La msica nos envuelve, excita

    nuestras sensaciones y despierta emociones diversas: la msica habita en un

    27L. Treitler, Qu obstculos deben superarse, si se da el caso de que queramos hablar de

    significado en las artes musicales?, en Quodlibetn 7, pg. 4928Ibd.

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    terreno en el que la metfora comunica, () sus significaciones son

    multidimensionales29. De ah la dificultad de definir la significacin musical. Sus

    propuestas no pueden quedar encerradas en la conceptualizacin del lenguaje

    verbal: Tal vez la msica se siente significativa simplemente porque es

    expresiva, pero esta expresin y esta significacin bien podran estar en la msica

    misma30.

    Uno de los grandes estudiosos del significado musical es, sin duda alguna,

    Leonard B. Meyer. Partiendo de las formulaciones bsicas de la Teora de la

    Gestalt, Meyer se sumerge en el estudio de las emociones musicales.

    Para ello, analiza los principios de percepcin de modelos en base a la

    llamada ley de la buena continuacin31 cuyo axioma fundamental es la ley de

    Pragnanz32. Dicha ley explica cmo nuestra percepcin acta buscando

    semejanzas con acontecimientos ya conocidos, de modo que, como afirma Meyer,

    aplicado a la meloda nos demuestra que

    un tema o un motivo que est bien formado ser percibido siempre

    como una identidad, como el mismo tema, a pesar de los cambios que

    29Ibd., pg. 52 y 5530C. Pardo Salgado, Signos errantes del universo sonoro: Entre expresin y significacin,

    enMsica lenguaje y significado, pg. 96.31Vase L. B. Meyer,Emocin y significado en la msica, pg. 9932Dicha ley postula que la organizacin psicolgica ser siempre tan buena` como las

    condiciones predominantes lo permitan. En esta definicin el trmino buena` es impreciso:

    abarca propiedades tales como la regularidad, simetra, sencillez () En: L. B. Meyer,Emocin y significado en la msica, pg. 103

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    pueda haber en la instrumentacin, la tesitura, la dinmica o la

    armonizacin33.

    Es decir, que en base a acontecimientos conocidos (por ejemplo, la

    escucha de una exposicin de fuga para un conocedor de dicha forma musical)

    nuestra percepcin genera expectativas (la audicin de episodios, bloques

    temticos, estrechos) con el fin de comprender el discurso, as que cualquier

    desviacin de la norma (por ejemplo, una mutacin en el motivo) actuar como

    vehculo portador de emociones. Dicho de otro modo: la satisfaccin o frustracin

    de expectativas est, para Meyer, en la base de la experiencia emotiva propia de la

    contemplacin esttica34.

    Ya veremos que este principio se ajusta con dificultad al anlisis de la

    msica serial y aleatoria, donde la generacin de expectativas es una cuestin

    harto difcil. La explicacin, segn Meyer, sera que dichos lenguajes no estn

    bien articulados, pues

    una serie de estmulos est bien formada cuando su desarrollo, su

    articulacin en fases de actividad y en fases de descanso, sus modos de

    continuacin, sus formas de complecin y de conclusin, e incluso sus

    alteraciones e irregularidades temporales, son inteligibles para el

    oyente ejercitado y le permiten predecir con cierto grado de

    33Ibd., pg. 10334Esta misma postura ha sido defendida por otros autores, tanto en el mbito de la psicologa

    como en el de la reflexin filosfica. Vase, a este respecto,: C. Villar-Taboada, Lenguaje ysignificado en msicas actuales, enMsica lenguaje y significado, pg. 102.

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    especificidad y certeza cules sern las etapas posteriores del proceso

    musical concreto35.

    Sin embargo, muchas obras creadas a finales de la dcada de los aos

    cuarenta del siglo XX y a principios de los cincuenta, tratan precisamente de

    evitar que el oyente pueda generarse expectativas. Por ello, y desde la ptica de

    Meyer, los lenguajes objeto de nuestro estudio no responderan a las condiciones

    que la Teora de la Gestalt considera necesarias para hablar de un lenguaje

    correctamente articulado. De momento, apuntaremos que, aun estando de

    acuerdo con el hecho, evidenciado por la psicologa, de que el campo de estmulos

    se organiza sobre la base de experiencias pasadas, no hay que confundir la

    inteligibilidad intelectual de un discurso con el inters esttico que suscita. La

    literatura nos viene demostrando desde hace tiempo que la ruptura de la sintaxis y

    la desarticulacin del discurso pueden convertirse en categoras estticas.

    La msica ha sido, en los ltimos aos, objeto de atencin por parte de la

    psicologa, la psiquiatra, la biologa Todas ellas tratan de arrojar luz sobre

    cuestiones fundamentales: Por qu la msica nos conmueve?, podemos explicar

    qu elementos son los responsables de suscitar emociones en el oyente? En su

    libroLa msica y la menteel psiquiatra Anthony Storr especula con la posibilidad

    de que quizs sea el hecho de que, al principio de la vida, es, decir, en el vientre

    materno, podamos or antes que ver lo que provoca que el sentido del odo est

    relacionado de un modo tan marcado con las emociones36. Por otra parte, la

    35

    Ibd., pg. 172-17336A. Storr, La msica y la mente, pg. 48.

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    vinculacin estrecha que la msica posee con el tiempo y la memoria es tambin

    responsable del juego emotivo que aqulla suscita en el oyente:

    Sin duda, uno de los fenmenos ms interesantes y polmicos del arte

    musical es su capacidad para suscitar emociones en quien se deja

    atrapar por su discurso. Probablemente, esta facultad emotiva radica en

    su aptitud como vehculo para escapar de la percepcin cronomtrica

    de la temporalidad: induce a la sensacin de un devenir del tiempo

    flexible, subjetivo e ilusorio. Los eventos musicales que se suceden en

    una pieza van marcando hitos en nuestra memoria, proporcionando

    puntos de referencia para el presente, jugando con las expectativas del

    receptor y determinando el grado de previsibilidad y sorpresa de los

    sonidos. El recuerdo revive las experiencias pasadas y actualiza,

    diferencia, el punto de partida de la imaginacin en cada nuevo viaje,

    que queda as siempre individualizado37.

    En efecto, tal y como apunta Carlos Villar-Taboada, la memoria juega una

    papel fundamental en la cuestin de la emocin musical. Son muchos los

    elementos que configuran el tapiz de las implicaciones emotivas de la escucha

    musical, razn por la cual las preguntas siguen abiertas.

    Al margen de todos los intentos abocados a explicar la emocin que la

    msica suscita, un estudio filosficamente riguroso de la percepcin musical debe

    detenerse tanto en el hecho de la percepcin, en trminos de contemplacin

    37

    C. Villar-Taboada, Lenguaje y significado en msicas actuales, en Msica lenguaje ysignificado, pg. 97.

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    esttica, como en la cuestin fundamental de su articulacin lingstica. Por ello,

    transitaremos ambos caminos y, acompaados tambin del anlisis de algunas de

    sus obras, trataremos de responder a las cuestiones ms imperantes de la msica

    serial y aleatoria: su fundamento estructural como articulacin lingstica y la

    multiplicidad de sus significaciones.

    1.2. La msica como actividad creadora y experiencia esttica

    A lo largo del siglo XX, e incluso desde las ltimas dcadas del siglo XIX,

    hemos asistido a una progresiva difuminacin de las fronteras entre los espacios

    tradicionalmente reservados a creadores y receptores de arte. Durante siglos, la

    reflexin esttica estuvo dirigida exclusivamente hacia el objeto artstico y hubo

    que esperar al siglo XIX para que el auge progresivo asignado al concepto de

    genio desplazara el inters filosfico a las singularidades del sujeto creador.

    Finalmente, es el siglo XX el que descubre la importancia del sujeto receptor: su

    mirada, ms all de la mera dotacin de sentido, se concibe como mirada

    potencialmente creadora por cuanto tiene la capacidad de otorgar al objeto

    categoras estticas.

    De este modo, a mediados del siglo XX se reivindica el papel activo del

    espectador. Como explica Hans Robert Jauss:

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    Se rebasa as y provocativamente- la funcin potica asignada al

    lector en la historia ms reciente de la aisthesis: la de provocar, en l,

    una imaginacin y reflexin personal propia38.

    El nfasis de esta imaginacin y reflexin personal, el nfasis, en suma,

    de la mirada del espectador, ha conducido a la reflexin esttica, como ya anunci

    el propio Jauss, a un autntico cambio de paradigma, llegndose a afirmar que

    sin la actividad del receptor no hay obra. Desde este punto de vista, la obra,concebida primeramente como texto, tiene un valor potencial que slo a travs de

    la recepcin se constituye en obra artstica. De ah la definicin de arte como

    proceso: si el creador inicia la obra a travs de la gnesis creativa, el receptor

    deber concluirla asignando al objeto su ms honda significacin. Evidentemente,

    y puesto que son muchos y diversos los posibles espectadores de la obra artstica,

    las significaciones habrn de multiplicarse hasta el infinito. La obra suscita

    innumerables lecturas y el papel del artista queda socializado.

    Esta transformacin progresiva del modo de apreciacin artstica alcanza

    su punto culminante en las denominadas por Umberto Eco obras abiertas. En

    ellas el receptor puede no slo otorgar significaciones diversas a la obra, sino

    intervenir en su aspecto puramente material. Pensemos, por ejemplo, en los

    happenings de Cage y Vostell o en las composiciones de Tudor y Wolff.

    Slo aceptando la apertura del significado artstico a la luz de la

    participacin activa del espectador puede comprenderse el nacimiento de la

    conciencia esttica moderna. El artista, en muchos casos, acta ms como un

    38H. R. Jauss,Experiencia esttica y hermenutica literaria, pg. 151

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    contemplador que como un manipulador de la materia, mientras que el receptor es

    invitado a intervenir en la obra de un modo muy explcito, convirtindose, as, en

    un autntico co-creador.

    Como ha expuesto Jos Luis Molinuevo con acertada claridad:

    () sigue abierta la cuestin en el arte actual sobre a qu llamar arte

    cuando Duchamp dice que cualquier cosa puede ser una obra de arte,

    Beuys completa diciendo que cada hombre es un artista` y Valry

    remata asegurando que sus versos tienen el sentido que se les quiera

    dar39.

    En efecto, las fronteras entre los dominios del arte y los objetos cotidianos,

    entre artista y receptor, entre actividad creadora y experiencia esttica, se tornan

    cada vez ms ambiguas.

    Tambin la cuestin de la intencin de la obra artstica en relacin a la

    expresin que suscita ha sido y es largamente debatida. Creemos, siguiendo las

    definiciones propuestas por Beardsley40, que tanto la falacia intencional (que

    afirma que el significado de la obra coincide con la intencin del autor) como la

    falacia afectiva (que afirma que el afecto que acompa al autor en el momento

    de la creacin llega, a travs de la contemplacin de la obra, al receptor) son

    visiones parciales del problema. Las emociones que la obra artstica suscita

    desbordan la intencin del creador; si, adems, la obra requiere una intervencin

    creativa por parte del receptor, la ingenuidad de las falacias resulta mucho ms

    39

    J. L. Molinuevo,La experiencia esttica moderna, pg. 25840Vase: M. Beardsley y W. Wimsatt, The Verbal Icon, University of Kentucky Press, 1954

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    evidente. En la obra acaba por proyectarse no slo la psicologa del creador, sino

    tambin la psicologa del receptor, y ambas configuran un universo de

    significaciones posibles muy difcil de determinar. El juego de la reflexin

    esttica se revela, una y otra vez, infinito. A travs del estudio de la msica serial

    y aleatoria veremos cmo esa infinitud de significaciones posibles se explicita de

    modos muy diversos a travs de la diversidad de sus propuestas estticas.

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    2. FIN DE LA TONALIDAD Y QUIEBRA DE LA REPRESENTACIN.

    LA MSICA ENTRE EL AZAR Y LA SERIE.

    2.1. Antecedentes de la msica serial y aleatoria: la ruptura gramatical de

    Schoenberg y Kandinsky

    2.1.1. Fin de la tonalidad y quiebra de la representacin

    Durante el invierno de 1957, John Cage particip en la convencin de la

    Asociacin Nacional de Profesores de Msica en Chicago. Habindosele

    preguntado por el carcter experimental de la msica europea y americana en esos

    aos coment: un compositor conoce su obra como un leador conoce un

    sendero por el que ha pasado una y otra vez, mientras que un oyente se enfrenta a

    la misma obra como alguien que est en el bosque y se encuentra una planta que

    no ha visto nunca.41 En aquellos aos muchos oyentes quedaron desubicados ante

    el desarrollo de una infinitud de poticas que no siempre fueron capaces de

    asimilar. An hoy, casi medio siglo despus, hay oyentes para los cuales la msica

    de Cage, Boulez, Stockhausen, o tantos otros representantes de las vanguardias

    musicales de los aos cincuenta, sigue pareciendo experimental. Todos ellos

    fueron herederos de Schoenberg, Webern, Cowell, maestros de cuyas fuentes

    bebieron muchos de los jvenes compositores europeos y americanos a mediados

    del siglo XX. Y es imposible comprender las rupturas que trajeron consigo en el

    campo de la creacin, de la interpretacin, del lenguaje y de la propia escucha sin

    41J. Cage, Silencio, pg. 7.

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    considerar antes estos precedentes. Por ello iniciaremos nuestro viaje hacia la

    msica de Boulez y Cage partiendo de sus predecesores: desde el impresionismo

    de Claude Debussy hasta el expresionismo y posterior lenguaje dodecafnico de

    Arnold Schoenberg. A travs de sus composiciones el lenguaje musical de

    occidente fue convulsionado hasta abandonar, finalmente, todo nexo con la

    tradicin tonal anterior.

    2.1.1.1. El significado de la vanguardia

    Bajo el trmino vanguardia solemos agrupar una gran cantidad de

    manifestaciones artsticas, actitudes, lenguajes, etc., muy dispares entre s42.

    Tomado en su sentido etimolgico, el trmino vanguardia artstica implicara un

    arte que va a la cabeza, un arte partidario de la renovacin, un arte que abre

    caminos. Sin embargo, es evidente que todas las pocas han dado a luz

    movimientos de talante renovador. Entonces, a qu momento histrico nos

    referimos cuando hablamos de la vanguardia?

    Habitualmente aplicamos la expresin vanguardias histricas a los

    movimientos artsticos surgidos desde fines del siglo XIX hasta el primer tercio

    del siglo XX. Aunque tras esta convencin historiogrfica se esconden ciertas

    vaguedades, resulta evidente el hecho de que, durante esos aos, se desarrollaron

    en Europa algunos de los movimientos artsticos ms radicales cuyos principios

    estticos rompieron abiertamente con la tradicin. Tal hecho puede reconocerse

    42Vase, al respecto, el artculo de Jaime Brihuega Las vanguardias artsticas: teoras y

    estrategias, publicado en Historia de las ideas estticas y de las teoras artsticascontemporneas, pg. 127 a 146.

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    en el campo musical analizando los fundamentos del lenguaje impresionista,

    responsable de una primera ruptura con el mundo de la tonalidad propio de la

    msica clsica y romntica de los siglos XVIII y XIX, y, sobre todo, a la luz del

    expresionismo, con el cual la msica europea termina por desvincularse de sus

    viejos cnones estticos.

    Emplearemos, pues, el trmino vanguardias histricas referido a los

    movimientos artsticos ms renovadores que se desarrollaron en los ltimos aos

    del siglo XIX y el primer tercio del XX. Adoptaremos, adems, la premisa

    defendida por Jaime Brihuega43para el cual es ms exacto hablar de las

    vanguardias que de la vanguardia, ya que desde fines del siglo XIX son

    muchos los movimientos que han propuesto nuevos modos de entender el arte,

    expresados en manifiestos, proclamas y todo tipo de textos y gneros de

    expresin.

    Simn Marchn, en su ensayo Modernidad y vanguardia en las artes,

    invita a considerar la vanguardia como

    el paradigma de unas renovaciones formales que se aceleran

    como rupturas radicales. Iniciadas con la quiebra de la representacin

    entre las palabras o las imgenes y las cosas, con el estallido de los

    referenciales ligados a la lgica de las equivalencias entre los

    significantes y los significados, culminan en la tabula rasaque supuso

    43Ibd., pg. 128

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    el alcanzar el grado cero de la expresin en cada una de las artes como

    punto de partida para instaurar nuevos lenguajes y nuevos mundos44.

    Comprobaremos cmo los lenguajes objeto de nuestro estudio representan,

    desde nuestro punto de vista, la culminacin de las vanguardias histricas.

    Podramos tambin identificar la vanguardia con una actitud crtica ante

    la convencin45, un talante inconformista que conduce al artista a la bsqueda de

    nuevas expresiones estticas, o bien, siguiendo los principios de Peter Brger,analizar las vanguardias como autocrtica del arte en la sociedad burguesa 46. A

    este respecto, Brger nos recuerda cmo el dadaismo, el ms radical de los

    movimientos de vanguardia europea, ya no critica las tendencias artsticas

    precedentes, sino la institucin arte tal y como se ha formado en la sociedad

    burguesa.47Slo despus de esta ruptura el arte, desconectado de toda funcin

    social, manifestar su plena autonoma.

    Sin embargo, y a pesar de la inmensa pluralidad de sus manifestaciones,

    puede hablarse de ciertas caractersticas comunes a una buena parte de las

    vanguardias, como el deseo de abandonar la institucin social del arte y la

    pretensin de identificar arte y vida. Recordemos, por ejemplo, alguno de los

    ready-madede Marcel Duchamp, como laRueda de bicicletade 1913 o la Fuente

    de 1917, con los que su autor comenzaba a transformar la pintura en un producto

    44S. Marchn, Modernidad y vanguardia en las artes, enRevista de Occidenten 252, mayo

    2002, pg. 11245Peter Brger, Teora de la vanguardia, pg. 6 (del prlogo de Helio Pin).46

    Ibd., pg. 60 y ss.47Ibd., pg. 62

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    de la vida del siglo XX48. A pesar de ser obras que critican abiertamente las

    viejas premisas del arte y su institucin, hoy forman parte de los museos, lo cual

    merecera, sin duda, un profundo anlisis sociolgico49. En todo caso, las

    vanguardias histricas pueden ser interpretadas como paradigma de las

    revoluciones formales que configuran nuestra modernidad hasta el punto de

    parecer alcanzar el grado cero de cada una de las artes como punto de partida

    para instaurar nuevos lenguajes50.

    Adorno deca que la ruptura con la tradicin era el elemento sustantivo de

    lo moderno o lo nuevo, esto es, de la vanguardia, pero hemos de reconocer

    que el grado de renovacin o ruptura de una obra no siempre es fcil de definir.

    De todos modos, el estudio de los manifiestos que respaldan el nacimiento de las

    nuevas poticas y, lo que es ms importante, el estudio de las obras de arte en s

    mismas, revelan un salto cualitativo en la poca a la que nos estamos refiriendo

    que, quizs, se torne especialmente claro en el mundo de la msica, donde la

    unicidad del lenguaje tonal imperante desde el barroco hasta el siglo XIX dio paso

    a una pluralidad de lenguajes nunca conocida hasta entonces. La sociedad no pudo

    seguir el vertiginoso ritmo evolutivo que los compositores impusieron al arte y la

    generalizada incomprensin hacia los nuevos mundos sonoros propiciaron el

    desprecio hacia una msica que se negaba a cumplir las expectativas del pblico.

    48J. Mink,Duchamp, pg. 41.49Vase el libro monogrfico Duchamp de Juan Antonio Ramrez, editado por Siruela

    (Madrid, 1993), en el que se analiza ampliamente el sentido de los ready-mades,

    advirtiendo que con ellos el artista pretenda, entre otras cosas, desacreditar el sistema

    consagrado de las bellas artes (pg. 29).50S. Marchn Fiz,Las vanguardias histricas y sus sombras, pg. 8.

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    Es por esta razn por la que Schoenberg, compositor prototipo de las vanguardias

    musicales europeas, lleg a afirmar que

    ningn artista, ningn poeta, ningn filsofo y ningn msico,

    cuyo pensamiento se desenvuelve en la ms alta esfera, habrn de

    descender a la vulgaridad para mostrarse complacientes con un slogan`

    tal como Arte para todos`. Porque si es arte no ser para todos, y si es

    para todos no ser arte51.

    Esta afirmacin revela un distanciamiento entre creador y pblico anlogo

    al planteado por Kandinsky en su famoso libro De lo espiritual en el arte,

    simbolizado a travs de la metfora del tringulo:

    La vida espiritual, representada esquemticamente, es un

    gran tringulo agudo dividido en secciones desiguales, la menor y ms

    aguda dirigida hacia arriba. Cuanto ms hacia abajo, tanto ms anchas,

    grandes, voluminosas y altas resultan las secciones del tringulo.

    El tringulo se mueve despacio, apenas perceptiblemente hacia

    delante y hacia arriba () En el extremo del vrtice ms alto a veces se

    halla un solo hombre. Su contemplacin gozosa es igual a su

    inconmensurable tristeza interior. Los que estn ms prximos a l no le

    comprenden, indignados le llaman farsante o loco. () En todas las

    secciones del tringulo hay artistas. Todo el que ve ms all de los lmites

    51A. Schoenberg,El estilo y la idea, pg. 83-84.

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    de su seccin es un profeta para su entorno y ayuda al movimiento del

    reacio carro52.

    Y de un modo muy similar a Schoenberg, advierte sobre el hecho de que

    el verdadero artista, que aporta un modo nuevo de ver el mundo, no puede ser

    comprendido por un pblico mayoritario. Por el contrario:

    Cuanto ms grande sea la seccin y cuanto ms bajo su nivel,

    tanto mayor ser la masa que comprenda el discurso del artista.

    Naturalmente cada seccin siente consciente o (la mayora de las veces)

    inconscientemente hambre de pan espiritual. Este pan se lo dan sus

    artistas; maana la seccin siguiente tender sus manos hacia l.53.

    Estos textos manifiestan esa actitud crtica que Brger considera intrnseca

    a todo arte de vanguardia. En ellos se evidencia no slo el talante renovador

    caracterstico de las llamadas vanguardias histricas, sino, adems, el

    distanciamiento progresivo entre arte y sociedad. Ambos hechos sern

    responsables de la emancipacin del arte y del nacimiento de una infinitud de

    poticas. Volveremos a este apartado al final del captulo, en relacin al desarrollode la msica serial y aleatoria.

    52

    W. Kandinsky,De lo espiritual en el arte, pg. 28-29.53Ibd.

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    2.1.1.2. Debussy y el dominio de lo simblico

    En el apartado anterior anticipbamos el hecho de que la esttica

    impresionista, cuyo representante ms significativo es Claude Debussy, representa

    el origen de las vanguardias musicales europeas. La historia musical de occidente

    se basa, desde la poca barroca, en el desarrollo del lenguaje tonal, un lenguaje

    que pretende ser mimesis, imitacin del mundo natural segn la organizacin de

    sus principios armnicos. Desde que Jean-Philippe Rameau publicara en 1722 su

    Trait de lHarmonie reduite ses principes naturels, la msica europea ha

    defendido la solidez de los principios tonales en razn de su derivacin de las

    leyes acsticas. Sin embrago, no hemos de olvidar que los principios armnicos

    del sistema tonal nunca se ajustaron de un modo estricto a dichas leyes, y, lo que

    es ms importante, fueron, adems, transformndose a lo largo de los siglos XVIII

    y XIX hasta desarrollar un lenguaje musical cada vez ms complejo y alejado de

    la fsica del sonido.

    Son muchos los factores que contribuyeron al fin de la poca tonal. Los

    ltimos aos del s. XIX son, en general, aos de paz y prosperidad para Europa.

    Desde que en 1871 finalizara la ltima guerra franco-prusiana, el continente

    europeo vivi una poca de cierta estabilidad poltica acompaada de grandes

    avances cientficos y tcnicos que generaron en la sociedad un sentimiento de

    tranquilidad y optimismo. Sin embargo, y paralelamente a estos acontecimientos,

    tuvieron lugar circunstancias que favorecieron el inicio de un vivir ms

    desasosegado. En el mundo cientfico, el desarrollo de la teora de la relatividad

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    de Einstein (1905) sugera la idea de un universo inestable y hasta imprevisible54;

    por otra parte, las teoras psicoanalticas de Freud (que fundara la Sociedad

    Psicoanaltica de Vienaen 1908) pusieron de relieve la presencia de un aspecto

    inconsciente en el ser humano que poda, en ocasiones, controlar la actividad

    consciente. La visin de un universo y una colectividad humana sobre la que

    planeaba la sombra de lo irracional condujo a muchos individuos, entre ellos un

    gran nmero de artistas, a alejarse de las alegres expectativas con las que pareca

    haber querido terminar el siglo XIX. Adems, la proximidad de la primera guerra

    mundial fue presagiada por muchos artistas (recordemos los gritosde Munch) que

    comenzaron a plasmar en sus obras un hondo sentimiento de preocupacin y

    pesimismo. El estallido de la guerra y la magnitud de la misma, nunca conocida

    hasta entonces, no hizo sino confirmar el desgarro existencial reflejado en el arte.

    Pero ya en la primera mitad del siglo XIX encontramos algunos sntomas que

    anticipan la quiebra artstica que vivir Europa en los primeros aos del siglo XX.

    Tal es el caso, por ejemplo, de Charles Baudelaire, precursor del simbolismo y,

    54En su libro De lo espiritual en el ar te, W. Kandinsky cita otro acontecimiento cientficoque, en su caso, tambin le influy profundamente en el modo de percibir el mundo y el arte:

    Fue la desintegracin del tomo. Esta fue en mi alma como la desintegracin de todo el

    mundo. De pronto caan los muros ms slidos. Todo resultaba inseguro, vacilante, blando.

    () Me pareca que la ciencia haba sido aniquilada: sus fundamentos no eran ms que una

    ilusin, un error de los cientficos que no construan, rodeados de un nimbo, su edificio divino

    con mano segura y piedra a piedra, sino que buscaban las verdades a tientas en la oscuridad y

    confundan una cosa por otra. (pg. 12 de la edicin Labor, Madrid, 1991). Recordemos que

    la teora de los cuantos de Planck fue formulada en 1900 y sirvi de base a la teora de larelatividad de Einstein.

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    quizs, primer poeta de la modernidad55. La fuerza de sus metforas y su defensa

    de una poesa pura sirvieron de punto de partida a poetas como Mallarm,

    Verlaine o Rimbaud.

    Baudelaire contribuy, adems, a romper antiguos cnones estticos, entre

    los que podramos destacar el tradicional concepto de belleza. Adorno, en su

    Teora Esttica, llama la atencin sobre cmo la poesa de Baudelaire encarna

    valores estticos completamente nuevos, y es en esta novedad donde reside su

    grandeza, pues lo nuevo es el signo esttico de una reproduccin ampliada y de

    una promesa de total plenitud56. En su Himno a la belleza escribe Baudelaire:

    Que vengas del Infierno o del Cielo, qu importa, / Belleza!, Monstruo

    enorme, ingenuo y espantoso! / si tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la puerta/ del

    Infinito amado que nunca he conocido?57

    He aqu el fundamento del arte moderno: no es posible definir el concepto

    de belleza; los juicios estticos no son universales. Y, aun si pudiramos definir

    las fronteras entre belleza y fealdad, tendramos que aceptar que todo puede ser

    contemplado estticamente. Cuando Baudelaire afirma que no importa si nuestro

    mirar se dirige al cielo o al infierno con tal que el objeto de nuestra

    contemplacin vuelva los instantes ms leves, est revolucionando la relacin

    entre tica y esttica, al tiempo que plantea la imposibilidad de un ideal artstico.

    55En su ensayo Modernidad y vanguardia en las artes, Revista de Occidenten 252, mayo

    2002, S. Marchn explica cmo Baudelaire contribuy a la disolucin del clasicismo en su

    teora sobre la modernitrecogida en el ensayoEl pintor de la vida moderna(1863).56

    Th. Adorno, Teora Esttica, pg. 36.57Ch. Baudelaire,Las flores del mal, pg. 141. (Traduccin de Luis Martnez de Merlo)

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    Como dice Simn Marchn: Desde el llamado Romanticismo Satnico y

    las Flores del Mal (1857) () el repliegue de lo esttico y la frustracin ante el

    ideal artstico del futuro o las expectativas del Mesas artstico se refugian en la

    propia interioridad psquica. () El esteta acaba por convertirse en un nihilista

    respecto a la propia existencia esttica ()58. Y ser precisamente esta ruptura en

    relacin a las creacin artstica y su contemplacin lo que servir de punto de

    partida para las grandes revoluciones estticas del siglo XX, desde Arnold

    Schoenberg a John Cage.

    De entre los continuadores del universo esttico de Baudelaire es Stphane

    Mallarm el que, desde nuestro punto de vista, mejor personaliza la ruptura

    definitiva con la esttica formalista de los parnasianos, siendo prototipo de un

    simbolismo que rechaza, ante todo, la antigua creencia en la existencia de

    analogas universales. Para Mallarm lo fundamental es crear nuevas

    correspondencias semnticas basadas en la capacidad simblica de las imgenes

    poticas, expresando, as, no la realidad sino la impresin que sta produce. Pero

    no hay que olvidar que, para Mallarm, dicha impresin participa a su vez de un

    azar que circunda el mundo y que mediatiza la voz del poeta, y es contra ese azar

    que hace naufragar la intencin potica como a un navo bajo la tempestad 59

    contra el que elev su voz, a sabiendas de que nada, en ltimo trmino, abolira el

    azar. Es sta la idea central de su famoso poema Un coup de ds en el que, en

    58S. Marchn Fiz,La esttica en la cultura moderna, pg. 21559Para la total clarificacin de este apartado, es preciso abordar la lectura del poema de

    Mallarm Un coup de ds. A tal efecto, sugerimos la versin bilinge de la editorial

    Hiperin, cuya traduccin corre a cargo de Ricardo Silva-Santisteban: Stphan Mallarm,Obra potica II, Hiperin, Madrid, 1993.

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    clave simblica, equipara la voz del poeta a una pluma solitaria enloquecida que

    se agita () en la tempestad () inutilmente hasta caer sepultada en () el

    abismo60. Y puesto que el acto creador (simblicamente, el golpe de dados) no

    puede abolir el azar, la voz ahogada del poeta es conducida al silencio,

    emergiendo la pgina en blanco como nica realidad ontolgica. Ya veremos

    hasta qu punto Mallarm se anticipa, con este pensamiento, a la esttica de John

    Cage.

    De momento, nos centraremos en esa idea tan mallarmeana de que la

    misin del poeta no ha de reflejar la realidad sino el efecto que sta produce, pues

    tal concepcin coincide por completo con el planteamiento de pintores y msicos

    impresionistas. Todos ellos representan, as, un nuevo modo de ver el mundo, un

    primer paso hacia una postura enteramente vanguardista que inicia el camino de la

    abstraccin. Valeriano Bozal, en un magnfico artculo sobre el lenguaje del

    sujeto61, se refiere a este nuevo mirar: el artista trabaja a partir de aquellos

    elementos que son propios de la mirada real de un sujeto62creando, as, un

    lenguaje que hace referencia a lnea y plano, ritmo cromtico, agregacin y

    desagregacin, etc., es decir, trminos que hasta ahora se haban considerado

    exclusivamente como rasgos formales y que ahora cobran un sentido nuevo:

    replantear la posibilidad misma de la representacin pictrica63. Se inicia, as, la

    quiebra de la representacin. Monet, desde una esttica impresionista, busca no

    60Del poema Un coup de ds (Un golpe de dados). Stphan Mallarm, Obra potica II, pg.

    159 y ss.61V. Bozal, Arte contemporneo y lenguaje, en AA.VV., Historia de las ideas y de las

    teoras estticas contemporneas, pg. 15 a 25.62

    Ibd., pg. 18.63Ibd., pg. 19.

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    tanto la captacin de la realidad en s, a cuya existencia comienzan a renunciar los

    artistas, como la constatacin de su continua transformacin. Es una pintura en la

    que prima la instantaneidad64(recordemos, al respecto, las mltiples versiones

    de El puente de Waterlooo El Parlamento de Londres). Y esa misma

    instantaneidad es la que Debussy busc para su msica.

    El tradicional lenguaje tonal estaba sometido a la llamada funcionalidad

    armnica, esto es, cada acorde tena una funcin armnica bien definida que le

    obligaba a conducirse de un modo concreto, sometiendo, as, su direccin a la

    progresin armnica del discurso. Debussy rompe, por vez primera, con esta

    obligatoriedad del lenguaje armnico, tratando a los acordes como entidades

    independientes, de tal manera que es su colorido y no la direccin armnica del

    discurso lo que determina su eleccin por parte del compositor. Aunque,

    evidentemente, esta transformacin tan sustantiva del lenguaje armnico no se

    realiz de un modo drstico, pues todava en la msica debussyniana perviven

    muchos rasgos del lenguaje tonal, hay que reconocer que la renuncia a la

    funcionalidad de los acordes fue un paso decisivo en el desarrollo de la msica

    occidental equiparable al descubrimiento de las nuevas tcnicas impresionistas en

    las artes plsticas y su peculiar modo de tratar la luz, la atmsfera o la indefinicin

    de las contornos. En el sonido, lo mismo que en la pintura, tambin comienza a

    primar la instantaneidad. La msica de Debussy se mueve en el terreno de la

    vaguedad; sus contornos, como la pintura de Monet, son indefinidos, sus colores

    cambiantes. Podramos establecer infinitas comparaciones entre las tcnicas

    empleadas por poetas simbolistas, pintores impresionistas y msicos de la escuela

    64S. Marchn Fiz, Fin de siglo y los primeros ismos del XX, pg. 21

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    impresionista francesa, pero nos detendremos slo en una, lo bastante significativa

    como para dejar clara la analoga entre las tres corrientes: Mallarm deca que la

    palabra es morada, queriendo simbolizar, con ello, que en una palabra tienen

    cabida una infinitud de significaciones posibles. Esa multiplicidad de

    significaciones se aproxima enormemente a un vaciado de significado, pues la

    utopa de significados potenciales acaba por destruir las relaciones entre

    significado y significante, de tal modo que el significante ya no es sino presencia

    de lo ausente.

    La apertura de la semanticidad propuesta por Mallarm se relaciona

    tambin con la manera como Monet representa el mundo: cada elemento puede

    ser narrado de mil modos distintos, puesto que la realidad se transforma

    constantemente segn la luz o la atmsfera que la rodea. De este modo, es intil

    buscar una lectura nica de un motivo determinado; las ms de cuarenta versiones

    de la catedral de Rouenson buena prueba de ello. El arte es armona65, deca

    Seurat, y por tanto el pintor sabe que en cada momento la realidad se le presentar

    armonizada de un modo distinto, lo cual, necesariamente, ha de quedar reflejado

    en su obra. El artista, de algn modo, renuncia a la verdad, pues sabe que no

    puede sino ofrecer meras aproximaciones de una realidad que se le escapa.

    Imposible desvelar el misterio. Como dijo el propio Debussy: la belleza de una

    obra de arte permanecer siempre en el misterio ()66. Indudablemente, si el

    artista acaba por aceptar la infinitud de significaciones, matices y caras de la

    realidad, si acepta el misterio de cuanto le rodea y renuncia a encontrar el

    65

    A. Aracil y D. Colomer, El siglo XX. Entre la muerte del Arte y el Arte Moderno, pg. 42.66C. Debussy,El Sr Corchea y otros escritos, pg. 203.

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    significado ltimo de su mundo circundante, entonces parece lgico aceptar, con

    mucha razn, que las cualidades estticas de una obra de arte hayan de

    permanecer tambin en el misterio; imposible reencontrar la mirada del artista,

    cada cual habr de permanecer con la propia. Por esta razn Claude Debussy huy

    continuamente de los formulismos del lenguaje tonal, ya que para la gramtica de

    la tonalidad los acordes poseen, en muchas circunstancias, un significado unvoco.

    Debussy emple, con frecuencia, la tcnica de repetir una misma meloda

    armonizndola de modos diferentes, como si la luz incidiera cada vez de un modo

    distinto sobre ella, como si tambin el sonido fuese morada. Buen ejemplo es el

    famoso Preludio a la siesta de un fauno, donde la meloda inicial de la flauta,

    presentada al comienzo de la obra, se repite literalmente ocho veces a lo largo de

    la pieza, pero siempre con armonizacin e instrumentacin distintas. El poema de

    Mallarm, a partir del cual Debussy compone su obra, est lleno de imgenes

    simblicas que ponen de manifiesto esa intensit mallarmene de pens de la

    que hablaba Thierry Maulnier67. Una presuncin de infinitud 68que abre las

    palabras a un juego de evocaciones continuas.

    Deca Mallarm que, aunque Debussy no hubiera escrito un preludio sobre

    el poema, los versos ya estaban orquestados. Desde luego, las imgenes musicales

    no faltan (la flauta, el otero de acordes rociado, el viento de los tubos) y qu

    duda cabe de que la propia imagen del fauno con su flauta tratando de cortejar a

    las ninfas tiene, en s misma, una esencia sonora. Pero la lectura de este poema

    no puede ser ligera. Deca Valry que para leer a Mallarm haba que aprender a

    67

    S. Mallarm,Antologa, pg. 1068Ibd., pg. 11.

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    leer de nuevo69, y es que las palabras estn moldeadas de tal modo que su

    significado no siempre se desvela en una primera lectura. Por cierto, que Valry

    lleg a afirmar que en este poema se encontraban los versos ms hermosos del

    mundo70: Tu sais ma passion, que pourpre et dj mr / chaque granade clate

    et dabeilles murmure71

    La apertura semntica iniciada por Mallarm, Monet y Debussy no es sino

    el comienzo de una apertura progresiva de los lenguajes que terminar por

    desembocar en las vanguardias del siglo XX. Recordemos, por ejemplo, cmo

    Hans Baumann, representante del dadasmo, afirm, en el Almanaque Dadde

    1920, que las ideas y las cosas no son para el dadasta ms que smbolos 72. La

    obra de Debussy, como la de sus contemporneos Mallarm y Monet, opera en el

    dominio de lo simblico, y es esa circunstancia la que quiebra el antiguo concepto

    de representacin y abre las puertas a muchos de los ismosdel siglo XX. Entre

    ellos, como veremos a continuacin, es preciso destacar el expresionismo de

    Schoenberg, cuya msica, a su vez, ser fundamento del serialismo posterior, del

    mismo modo que la msica aleatoria retomar elementos simblicos presentes en

    la obra de Mallarm, como su concepcin de la pgina en blanco.

    69S. Mallarm,Antologa, pg. 16 (prlogo de Jos Lezama Lima)70Ibd., pg. 1571

    t sabes mi pasin, que prpura y madura / toda granada brota y de abejas murmura.72R. Huelsenbeck con prlogo de S. Marchn,Almanaque Dad, pg. 29.

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    2.1.1.3. Schoenberg, Kandinsky y la autonoma del sonido y el color

    Resulta ya tradicional establecer relaciones entre el arte de Schoenberg y

    Kandinsky, sobre todo desde que en 1980 se publicara la correspondencia entre

    ambos (Briefe, Bilder und Documente, Residenz Verlag, Salzburg und Wien,

    1980)73, revelndose, as, no slo una estrecha amistad, sino, tambin, una clara

    proximidad de horizontes estticos. La etapa tonal de Schoenberg es equivalente a

    la etapa figuralista del pintor ruso. Ambos desarrollarn despus un estilo que ser

    denominado expresionista; tras l seguir una etapa dodecafnica en la msica de

    Schoenberg equivalente a la etapa analtica de Wassily Kandinsky. As pues, tres

    etapas estticas en cada autor entre las que puede establecerse una clara analoga.

    Para abordar el estudio de aquellos movimientos que sirvieron de punto de

    partida al desarrollo de la msica serial y aleatoria, resulta imprescindible partir

    de aquellos documentos que revelan el pensamiento esttico de Schoenberg y

    Kandinsky, as como la correspondencia que medi entre ambos y que se centra

    en el periodo de 1911 a 1914. En cuanto a los textos partiremos, para la reflexin

    sobre las dos primeras etapas creativas de ambos autores, de El estilo y la idea74

    73Existe una traduccin al castellano: A. Schoenberg-W. Kandinsky, Cartas, cuadros y

    documentos de un encuentro extraordinario, Alianza, Madrid, 1987, que ser la empleada en

    el presente estudio.74La primera edicin (inglesa), de 1951, recoge artculos de 1900 a 1950. Nosotros

    trabajaremos con la traduccin espaola: A. Schoenberg, El estilo y la idea, Taurus, Madrid,

    1963. El libro, agotado desde hace dcadas, acaba de ser reeditado por Idea Books (Huelva,2005)

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    de Schoenberg yDe lo espiritual en el arte75de Kandinsky. Tambin volveremos

    nuestra mirada hacia la edicin de las cartas antes mencionada, y cuya primera

    publicacin data de 1980, traducida al castellano siete aos despus.

    Si Monet anunci, en el campo de la pintura, una primera ruptura con el

    tradicional concepto de mimesis, el expresionismo termin por borrar todo resto

    de figuralismo en las artes plsticas; pues si el impresionismo an mantiene como

    centro de reflexin el objeto, por ms que ste sea considerado una realidad en

    transformacin continua, el expresionismo se volcar hacia el sujeto, haciendo de

    ste el centro de su reflexin y el punto de partida para el despliegue del arte. Por

    otro lado, el hecho de desligar el arte del objeto ofreci al lenguaje la oportunidad

    de replegarse sobre s mismo; en la pintura de Kandinsky el color acaba por

    volverse autnomo, del mismo modo que forma y contenido se divorcian. Simn

    Marchn nos explica cmo el nuevo juego de la reflexin potica, multiplicada

    como en una s