mundo interpersonal del infante

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    El mundointerpersonal del infanteStern, D. (1991).

    Buenos Aires: Paidós, pp. 373.

    Stern representa quizá una de las formas másacertadas de con gurar al infante desde la es-fera psicoanalítica, donde supo interpretar lospostulados de Margaret Mead, en su mirada aldesarrollo psíquico del infante.

    Sorprende por demás en su texto la mezclaentre la losofía y el psicoanálisis, hecho fun-damental para entender su obra; plantea unmodelo esférico de capas concéntricas que am-plían en forma progresiva la estructura psíqui-ca del niño, aduciendo que en el centro de estaestructura se encuentra el self ; de allí emergeel concepto de la intersubjetividad, en que lahistoria personal se entreteje en las diferentescapas, las cuales no son excluyentes ni tampocoindependientes.

    Para Stern, cuando se lastima el self o las capas

    subsiguientes, este se proyecta a la super cie ycuanto más temprano sea el daño, mayor re-presentación en la vida posterior del individuo;es así como las experiencias desagradables semagni can en la super cie con consecuencias afuturo, explicándose de cierta manera las altera-ciones de la vida sentimental de individuos conagresiones en su infancia.

    La noción del sí mismo, self-selvt , es el yo másla representación mental de todos los objetosque existen en el yo. La totalidad en mi mente alo largo de la vida que antes no estaba y ahoraestá. No se puede ser nada si no se es yo prime-ro; esto hace que posteriormente se siga siendoun yo único e irrepetible.

    De esta manera, Daniel Stern intenta aclarar ladiferencia entre el infante observado y el infan-

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    te clínico, identi cando al infante clínico comoel niño enfermo que creció hasta convertirse en

    paciente psiquiátrico y que es producto de larelación conjunta del adulto y el terapeuta quetiene una teoría sobre la experiencia del infante.

    Este infante recreado está constituido por re-cuerdos, reconceptualizaciones presentes en latransferencia, e interpretaciones teóricamenteguiadas, y el infante observado, equivalente alniño sano, de nido como un instructor paradar sentido a la totalidad del primer periodode la historia de la vida del paciente, una his-

    toria que emerge en el curso de la narracióncon algún otro.

    Historia que es descubierta y modi cada porel narrador, la cual solo llega a decirse por elnarrador y no por la verdad histórica de lo quesucedió; en otras palabras, la vida real se expe-rimenta pero no se traduce tal como fue vivida,sino que hace parte de un simple relato, es decir,en palabras de Stern, el pasado es una cción.

    Ambos enfoques son indispensables para lapresente tarea de pensar en el desarrollo delsentido del sí mismo del infante.

    El infante clínico insu a vida subjetiva en elinfante observado, mientras que el infante ob-servado señala las teorías generales sobre lascuales se puede erigir la vida subjetiva inferidaen el infante clínico.

    Discute los modelos de desarrollo descritoshasta el momento, explica las diferencias entreFreud, Erickson, Kleim, Mahle y Kohut; es en-fático en que los abordajes lineales se alejan dela realidad del infante clínico y acerca del infan-te observado.

    Considera que el sentido del sí mismo es unconstructo a partir de un modelo esférico de

    crecimiento concéntrico donde se represen-tan los rasgos clínicos de todo el ciclo vital

    y no de las fases de la vida; por lo tanto lamaduración de cada individuo no se da por laedad o rangos etarios, sino por la adquisiciónde sentidos y funciones.

    Los sentidos del sí mismo considerados porStern permiten entender que, si son dañadosen la infancia por el establecimiento de las rela-ciones primarias, pueden dañar severamente eldesarrollo social y llevar a la locura.

    El daño del sentido de la agencia puede llevar asensación de enajenamiento de la propia acción,experiencia de pérdida del control de los agen-tes externos: la pérdida del sentido de cohesiónfísica que puede llevar a una fragmentación dela experiencia corpórea, despersonalización deexperiencias extracorpóreas y desrealizacion; elpaciente percibe que existe una metamorfosis,un cambio corporal, una desconexión de la re-presentación mental del cuerpo como unidad;sin el sentido de la continuidad, se puede pre-sentar disociación temporal, estados de fuga,amnesias. El daño del sentido de la afectividadpuede dar lugar a anhedonia, estados disocia-dos; de igual manera, la pérdida del sentido delsí mismo subjetivo que permite la intersubje-tividad puede llevar a soledad cósmica o en elextremo trasparencia psíquica. El sentido decrear organización da paso al caos psíquico, elsentido de trasmitir signi cado, lo que es nece-sario para que no exista la exclusión de la cultu-ra, poca socialización y ninguna validación de laexperiencia personal.

    De esta misma forma organiza los cuatro di-ferentes sentidos del sí mismo, cada uno delos cuales de ne un dominio distinto de laexperiencia del sí mismo y del relacionamien-to social. Estos cuatro sentidos del sí mismose con guran a partir del sentido del sí mismo

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    emergente que se forma entre el nacimiento ylos dos meses, el sentido nuclear que se forma

    entre los dos y los seis meses; el sentido de unsí mismo subjetivo entre los siete y los quincemeses; el sentido de un sí mismo verbal que seforma después del anterior.

    Para Stern el sentido del sí mismo organizadonace de la posibilidad de dar forma a un senti-do de sí mismo nuclear el cual necesita para sudesarrollo la agencia del sí mismo como condi-ción de autor de las propias acciones y las de losotros; es decir, empieza a ubicarse una condi-

    ción primaria de responsabilidad, lo que impli-ca el control de la acción generada por el sujeto;la coherencia del sí mismo, es decir, un senti-do no fragmentado con límites y un lugar deacción coherente con el propio desarrollo delindividuo; la afectividad del sí mismo, o sea laexperiencia cuali cada interior, que le permitela discriminación entre sus propios sentimien-tos y afectos y los de los otros y una historia delsí mismo, lo que conlleva una perdurabilidad enel tiempo y una relación continua con su propiopasado, situación que permite de cierta manerala autenticidad del ser.

    Al explicar el sentido del sí mismo, aclara queconserva los rasgos de la teoría psicoanalíti-ca tradicional, y la teoría del apego, aunque suintención no es organizar el desarrollo. El símismo se mani esta en todas las actividadesdel ser humano, partiendo de la experienciasubjetiva del infante.

    Describe el sí mismo emergente, el cual partede las integraciones aprendidas en los primerosdos meses de vida, del surgimiento de redes in-tegradoras que no se explican aún por una pers-pectiva subjetiva organizadora única, y que estárelacionado con el sentido del sí mismo nuclearque reposa en el funcionamiento de múltiplescapacidades interpersonales; lo que se traduce

    cuando posteriormente el mundo subjetivo delinfante se altera y la experiencia interpersonal

    ingresa al dominio del relacionamiento nuclear.De ahí en adelante se conforman nuevas or-ganizaciones que parten de estados nuclearessubjetivos, emergiendo del sí mismo subjetivo.

    Aclara que en los dos primeros meses el infan-te se ubica en una fase presocial, precognitivay preorganizada, donde empieza a construirsus primeros sentidos que le van a permitir lacuali cación posterior y los primeros contactosdistanciados no solo con su madre, sino con

    el mundo que la rodea; de allí que sus funcio-nes socializadoras se mani estan, por ejemplola sonrisa inicial y su deseo de exploración delmundo. Esto es primer puente de la construc-ción de lo verbal y lo afectivo, que implica su

    vida psíquica posterior y su propio aprendizaje.

    Posteriormente, y al interactuar con el entorno,la vivencia de experiencias fuera de su contex-to inmediato permite la identi cación y la tra-ducción de símbolos base de signi cados paraser comunicados y compartidos por medio dellenguaje, lo cual forma el sí mismo verbal queopera en el dominio del relacionamiento verbal.

    A la edad de tres meses el infante da la impresiónde ser una persona diferente, participa de ciertamanera en la interacción social, y está casi inte-grado cuando parece que pone en juego planes,acciones, afectos, precepciones y cogniciones du-rante un breve lapso y en una situación interper-sonal, encara el relacionamiento con otros conuna perspectiva organizadora que hace que se lesienta como si ya tuviera sentido de sí mismo entanto cuerpo distinto y coherente, con controlsobre sus propias acciones, propiedad de afecti-

    vidad, un sentido de continuidad y un sentido delas otras personas como interactuantes distintos yseparados. Y el mundo empieza a tratarlo comosi fuera una persona completa que realmente po-see un sentido integrado de sí misma.

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    Concluye diciendo que en las experiencias vi-tales los cuatro sentidos del sí mismo se en-

    cuentran presentes, todos los dominios delrelacionamiento se encuentran activos, ningu-no de ellos es más importante sobre los otros,aparecen en una sensación temporal ordenada:primero el emergente, segundo el nuclear, quese van traslapando entre ellos hasta lograr ex-perimentarlos en su totalidad en mayor gradode elaboración. Cada sentido de ne un domi-nio del relacionamiento que resulta en cambioscualitativos de la respuesta a la experiencia so-cial que permanece a lo largo de la vida.

    Daniel Marín Arias. DocenteFundación Universitaria Los Libertadores