mujeres/women, afganistÁn en la contra del heraldo de aragón

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4 64 l Martes 4 de noviembre de 2014 HERALDO DE ARAGON GA-2005/0354 IMPRESIÓN ER-0543/2008 REDACCIÓN EDITA: HERALDO DE ARAGÓN EDITORA, S. L. U. I Zaragoza: Paseo de Independencia 29. 50001 Zaragoza. Centralita: 976 765000. Suscripciones: 976 763211. Clasificados: 976 765011. Publicidad: 976 765010. Fax Redacción: 976 765001. Fax Publicidad: 976 765002. Apdo. Correos 175. E-mail: [email protected] I Huesca: Coso Bajo, 28. 22001 Huesca. T: 974 239000. Fax: 974 239005. E-mail: [email protected] I Teruel: José Torán, 6. 44002 Teruel. T: 978 608260. Fax: 978 608 280. E-mail: [email protected] I Madrid: Juan de Mena, 6, bajo B. 28014 Madrid. T: 915 714500. Fax: 915 714439. E-mail: [email protected] I Barcelona: AR Promedios. Avenida Diagonal, 612, 3º, 1ª. 08021 Barcelona. T: 934 141 117. Fax 934 145 946 I Depósito legal: Z-58-1958 © Heraldo de Aragón SA, Zaragoza 2014. La empresa se reserva los derechos de esta publicación. Su reproducción o difusión total o parcial requiere permiso previo escrito de la editora y se prohíbe a efectos del art. 32.1.2 de la Ley de Propiedad Intelectual. Control de tirada y difusión: Cristina Grande Inquietante TODAVÍA no habíamos or- denado los canales de televi- sión. No recordábamos cómo hacerlo. Teníamos que buscar el libro de instrucciones y to- do eso nos daba mucha pere- za a media tarde. Así que de- jamos puesto lo primero que salió. La película estaba em- pezada pero nos enganchó. Era ‘Señales’, del inquietante Shyamalan. Todas las pelícu- las de este director son in- quietantes: ‘El sexto sentido’, ‘La joven del agua’ y ‘El inci- dente’ eran las que yo había visto. Precisamente, esa mis- ma mañana había pensado en ‘El incidente’ mientras leía ‘El viento en la hojas’, de Gonzá- lez Sainz. No es que este es- critor soriano tenga mucho que ver con el director indio que creció en Filadelfia, pero la Naturaleza que describe tiene algo inquietante tam- bién. ‘La ligereza del peciolo’, por ejemplo, es uno de los re- latos más inquietantes del li- bro. Terminé de leerlo senta- da en un banco de la estación de Morata de Jalón, mientras esperaba que viniera a reco- germe Antoine y el sol aso- maba tímidamente entre las hojas amarillentas de unas acacias que crecen junto a las vías del tren. Las casualida- des no existen, dice Mel Gib- son al final de la película, después de haberse librado de los marcianos y de un es- cepticismo vital que le aleja- ba de su familia. Apagué la tele y le pedí a Antoine que encendiera la estufa de leña para celebrar la llegada del mal tiempo. Dentro de la es- tufa aparecieron cuatro go- rriones muertos que habrían entrado por despiste durante el verano. Quise quitarle im- portancia al asunto pero no lo conseguí del todo. Usted viste a su hija pequeña de chico. Pero ¿por qué? En Afganistán, por sus fuertes cre- encias religiosas, piensan que si en una casa hay muchas hijas, si vistes a una como a un chico y le pones el nombre de un niño, Dios se compadecerá de la familia y el próximo hijo será varón. Es el va- lor que se le da a la mujer. Y usted ¿estuvo de acuerdo? No. Pero mi marido lo cree así. Sin embargo, yo no he querido más hi- jos. Quería enseñarle una lección a mi marido, que tiene dos muje- res y cinco hijas: que lo importan- te no es el género, sino que crez- can como buenos seres humanos. Pero su hija crecerá y no podrá ocultar su cuerpo... Va a cumplir 11 y tenía 6 cuando empezamos a vestirla de chico. Yo le expliqué la situación y ella aceptó. Y siempre le he recorda- do que es una chica y que puede volver a la ropa femenina. Y le he enseñado que ser mujer es estu- pendo. Lo dejo a su criterio. Usted me está contando a mí es- ta situación. ¿No puede hablarla con su marido? Lo hablo. Y mi hija mayor, que tie- ne 14 ya, también. Además, mi hi- ja pequeña antes iba a un colegio mixto, pero ahora va a uno feme- nino, y tiene que llevar uniforme con falda. Pero para él es difícil de aceptar no tener un hijo varón. Usted ha estudiado, habla inglés, trabaja fuera de casa... ¿Por qué no es igual que su marido? El hombre domina la sociedad, ha hecho las leyes. Es difícil que yo sea igual. Y eso a pesar de que du- rante años me hice cargo de la fa- milia, incluso de su otra mujer y su otra hija, mientras él vivía la vida. Además de sus tradiciones, los talibanes impusieron muchas re- glas a las mujeres. ¿Es imposible escapar de ellas? De alguna forma lo estoy haciendo, pero he tenido que luchar. Ahora, he tenido que pagarle a mi marido para que me dejara viajar. Si no, no me hubiera dejado. La gente me pregunta por qué no me divorcio. Me lo ha quitado de la boca. Porque yo quiero estar con mis hi- jas, pero la ley se las daría a él. Y podría quedárselas o venderlas. Y por ellas me quedo, a pesar de ha- ber sufrido abusos cuando no es- taba de acuerdo en algo. Pero usted es la vicepresidenta Azita Rafaat, ayer, en el Centro de Historias de Zaragoza. GUILLERMO MESTRE «Las mujeres afganas somos un símbolo de paciencia» En la última Exdiputada en el Parlamento afgano EL PERSONAJE de un partido político: Derecho y Justicia. ¿Hay derecho y justicia en su país? No, por eso lo fundamos. Busca- mos una verdadera democracia, y mostrar que la igualdad de géne- ro no es algo en contra de la reli- gión o de la ley. No todos los hom- bres son malos en mi país. ¿Cómo es posible que usted pue- da cambiar cosas a través de la política pero no en su propia casa? Es distinto. Yo, fuera de casa, es- toy valorada, pero dentro no. La ley no me apoya y la sociedad no está preparada para aceptar esos cambios, siempre castiga a la mu- jer. Así que, cuando entro a casa, no puedo ser como fuera. Usted habla y posa para el libro ‘Mujeres. Afganistán’. ¿Cuál es el presente de la mujer en su país? Tras la caída de los talibanes, vi- no una nueva Constitución que ha traído avances. Por ejemplo, dice que el 25% de los parlamentarios deben ser mujeres. Pero será un camino largo. Y el futuro ¿cómo lo ve? Dependerá. Hoy, tenemos demo- cracia y el apoyo de la comunidad internacional. Pero los logros no se han completado por la corrup- ción, la insurgencia talibán... Yo he sido portavoz del equipo electoral de nuestro nuevo presidente, que trae nuevas ideas. Pero costará. ¿Qué ve cuando viene a Europa? Me encanta que haya igualdad, la importancia de la educación. Y, sobre todo, que aquí camino por la calle sin pensar que algo malo me puede pasar. Y ¿qué tiene Afganistán que po- dría exportar a Europa? Paciencia. Y las mujeres afganas somos un símbolo de ella. Siem- pre pensamos que mañana será un día mejor. CHEMA R. MORAIS

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Entrevista a Azita Rafaat, uno de los testimonios que recoge el título MUJERES/WOMEN. AFGANISTÁN de Gervasio Sánchez y Mònica Bernabé.

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64 l Martes 4 de noviembre de 2014

HERALDODE ARAGON

GA-2005/0354

IMPRESIÓNER-0543/2008REDACC I ÓN

EDITA: HERALDO DE ARAGÓN EDITORA, S. L. U. I Zaragoza: Paseo de Independencia 29. 50001 Zaragoza. Centralita: 976 765000. Suscripciones: 976 763211. Clasificados: 976 765011. Publicidad: 976 765010. Fax Redacción: 976 765001. Fax Publicidad: 976 765002. Apdo. Correos 175. E-mail: [email protected] Huesca: Coso Bajo, 28. 22001 Huesca. T: 974 239000. Fax: 974 239005. E-mail: [email protected] I Teruel: José Torán, 6. 44002 Teruel. T: 978 608260. Fax: 978 608 280. E-mail: [email protected] I Madrid: Juan de Mena, 6, bajo B. 28014 Madrid. T: 915 714500. Fax: 915 714439. E-mail: [email protected] Barcelona: AR Promedios. Avenida Diagonal, 612, 3º, 1ª. 08021 Barcelona. T: 934 141 117. Fax 934 145 946 I Depósito legal: Z-58-1958 © Heraldo de Aragón SA,Zaragoza 2014. La empresa se reserva los derechos de esta publicación. Su reproducción o difusión total o parcial requiere permiso previo escrito de la editora y seprohíbe a efectos del art. 32.1.2 de la Ley de Propiedad Intelectual. Control de tirada y difusión:

Cristina Grande

Inquietante

TODAVÍA no habíamos or-denado los canales de televi-sión. No recordábamos cómo hacerlo. Teníamos que buscar el libro de instrucciones y to-do eso nos daba mucha pere-za a media tarde. Así que de-jamos puesto lo primero que salió. La película estaba em-pezada pero nos enganchó. Era ‘Señales’, del inquietante Shyamalan. Todas las pelícu-las de este director son in-quietantes: ‘El sexto sentido’, ‘La joven del agua’ y ‘El inci-dente’ eran las que yo había visto. Precisamente, esa mis-ma mañana había pensado en ‘El incidente’ mientras leía ‘El viento en la hojas’, de Gonzá-lez Sainz. No es que este es-critor soriano tenga mucho que ver con el director indio que creció en Filadelfia, pero la Naturaleza que describe tiene algo inquietante tam-bién. ‘La ligereza del peciolo’, por ejemplo, es uno de los re-latos más inquietantes del li-bro. Terminé de leerlo senta-da en un banco de la estación de Morata de Jalón, mientras esperaba que viniera a reco-germe Antoine y el sol aso-maba tímidamente entre las hojas amarillentas de unas acacias que crecen junto a las vías del tren. Las casualida-des no existen, dice Mel Gib-son al final de la película, después de haberse librado de los marcianos y de un es-cepticismo vital que le aleja-ba de su familia. Apagué la tele y le pedí a Antoine que encendiera la estufa de leña para celebrar la llegada del mal tiempo. Dentro de la es-tufa aparecieron cuatro go-rriones muertos que habrían entrado por despiste durante el verano. Quise quitarle im-portancia al asunto pero no lo conseguí del todo.

Usted viste a su hija pequeña de chico. Pero ¿por qué? En Afganistán, por sus fuertes cre-encias religiosas, piensan que si en una casa hay muchas hijas, si vistes a una como a un chico y le pones el nombre de un niño, Dios se compadecerá de la familia y el próximo hijo será varón. Es el va-lor que se le da a la mujer. Y usted ¿estuvo de acuerdo? No. Pero mi marido lo cree así. Sin embargo, yo no he querido más hi-jos. Quería enseñarle una lección a mi marido, que tiene dos muje-res y cinco hijas: que lo importan-te no es el género, sino que crez-can como buenos seres humanos. Pero su hija crecerá y no podrá ocultar su cuerpo... Va a cumplir 11 y tenía 6 cuando empezamos a vestirla de chico. Yo le expliqué la situación y ella aceptó. Y siempre le he recorda-do que es una chica y que puede volver a la ropa femenina. Y le he enseñado que ser mujer es estu-pendo. Lo dejo a su criterio. Usted me está contando a mí es-ta situación. ¿No puede hablarla con su marido? Lo hablo. Y mi hija mayor, que tie-ne 14 ya, también. Además, mi hi-ja pequeña antes iba a un colegio mixto, pero ahora va a uno feme-nino, y tiene que llevar uniforme con falda. Pero para él es difícil de aceptar no tener un hijo varón. Usted ha estudiado, habla inglés, trabaja fuera de casa... ¿Por qué no es igual que su marido? El hombre domina la sociedad, ha hecho las leyes. Es difícil que yo sea igual. Y eso a pesar de que du-rante años me hice cargo de la fa-milia, incluso de su otra mujer y su otra hija, mientras él vivía la vida. Además de sus tradiciones, los talibanes impusieron muchas re-glas a las mujeres. ¿Es imposible escapar de ellas? De alguna forma lo estoy haciendo, pero he tenido que luchar. Ahora, he tenido que pagarle a mi marido para que me dejara viajar. Si no, no me hubiera dejado. La gente me pregunta por qué no me divorcio. Me lo ha quitado de la boca. Porque yo quiero estar con mis hi-jas, pero la ley se las daría a él. Y podría quedárselas o venderlas. Y por ellas me quedo, a pesar de ha-ber sufrido abusos cuando no es-taba de acuerdo en algo. Pero usted es la vicepresidenta Azita Rafaat, ayer, en el Centro de Historias de Zaragoza. GUILLERMO MESTRE

«Las mujeres afganas somos

un símbolo de paciencia»

En la última

Exdiputada en el Parlamento afgano

EL PERSONAJE

de un partido político: Derecho y Justicia. ¿Hay derecho y justicia en su país? No, por eso lo fundamos. Busca-mos una verdadera democracia, y mostrar que la igualdad de géne-ro no es algo en contra de la reli-gión o de la ley. No todos los hom-bres son malos en mi país. ¿Cómo es posible que usted pue-da cambiar cosas a través de la política pero no en su propia casa? Es distinto. Yo, fuera de casa, es-toy valorada, pero dentro no. La ley no me apoya y la sociedad no está preparada para aceptar esos cambios, siempre castiga a la mu-jer. Así que, cuando entro a casa, no puedo ser como fuera. Usted habla y posa para el libro ‘Mujeres. Afganistán’. ¿Cuál es el presente de la mujer en su país? Tras la caída de los talibanes, vi-no una nueva Constitución que ha traído avances. Por ejemplo, dice que el 25% de los parlamentarios deben ser mujeres. Pero será un camino largo.

Y el futuro ¿cómo lo ve? Dependerá. Hoy, tenemos demo-cracia y el apoyo de la comunidad internacional. Pero los logros no se han completado por la corrup-ción, la insurgencia talibán... Yo he sido portavoz del equipo electoral de nuestro nuevo presidente, que trae nuevas ideas. Pero costará. ¿Qué ve cuando viene a Europa? Me encanta que haya igualdad, la importancia de la educación. Y, sobre todo, que aquí camino por la calle sin pensar que algo malo me puede pasar. Y ¿qué tiene Afganistán que po-dría exportar a Europa? Paciencia. Y las mujeres afganas somos un símbolo de ella. Siem-pre pensamos que mañana será un día mejor.

CHEMA R. MORAIS