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MUJER Y MAGIA EN LA ANTIGÜEDAD. E. Gallego - F. Moya. Quizá sea preciso justificar, en primer lugar, la presencia de un títu- lo como "Mujer y magia" en el Grupo de trabajo Mujer, ciencia y pen- samiento. Ciertamente, aunque a primera vista pudiera parecer lo con- trario, esta presencia halla justificación si miramos a la antigüedad, don- de no siempre era fácil, o más bien era muy difícil, separar la magia de otras actividades intelectuales, llámense ciencia, medicina, religión o filo- sofía 1 . N'o es fácil pues definir qué es "magia", y ha habido muchos inten- tos, pero una buena definición es la de Martín Antonio del Río en su obra Disquisitionum magicarum libri sex. Decía así: ars seu facultas vi créala et non supernaturali quaedam mira insólita efficiens, quorum ra- tio sensum et communem hominum captum superat- ("arte -habilidad y también "ciencia"- o facultad creada por una fuerza no sobrenatural ca- paz de producir ciertas cosas admirables e insólitas: la explicación de és- tas excede el sentido común y la capacidad intelectual de los hombres"). La magia implica, ciertamente, tener, disponer y usar de una serie de poderes extraordinarios. Los textos clásicos nos hablan de personas que tenían poderes enormes, no compartidos por el común de los mor- tales. Algunos de esos poderes, que eran reales y que se podían ver en acción en cualquier circunstancia, procedían en su integridad de la pose- sión de unos concretos y profundos "conocimientos". Comenzaremos por los considerados "fenómenos extraordinarios". Ciertamente existen y a algunos de ellos no les encontraba el pueblo la razón de su existencia y, por ello, como suele ocurrir con lo que escapa a nuestra comprensión, se creían el resultado de un poder o violencia ejercidos por personas dotadas de facultades "sobre-humanas". Destacan entre ellos los eclipses de Sol, pero sobre todo de Luna. Estos eclipses, en los que la Luna, un astro -también divinidad liga- da desde siempre a la magia- desaparecía, se juzgaban como el descen- so, obligado, forzado, del astro a la tierra, descenso que se atribuía a los carmina mágica, a los encantamientos de las magas, que pretendían aprovecharse de "la espuma" que la Luna dejaría en la tierra. 'Sobre estas relaciones puede verse G. Luck, Arcana mundi, Magia y Ciencias ocultas en el mundo griego y romano, versión española de E. Gallego Moya-M. Pérez Molina, Madrid. Gredos 1995. pp. 10-12. Citamos por la quinta edición publicada en Lyon el año 1608, p. 2.

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MUJER Y MAGIA EN LA ANTIGÜEDAD. E. Gallego - F. Moya.

Quizá sea preciso justificar, en primer lugar, la presencia de un títu­lo como "Mujer y magia" en el Grupo de trabajo Mujer, ciencia y pen­samiento. Ciertamente, aunque a primera vista pudiera parecer lo con­trario, esta presencia halla justificación si miramos a la antigüedad, don­de no siempre era fácil, o más bien era muy difícil, separar la magia de otras actividades intelectuales, llámense ciencia, medicina, religión o filo­sofía1.

N'o es fácil pues definir qué es "magia", y ha habido muchos inten­tos, pero una buena definición es la de Martín Antonio del Río en su obra Disquisitionum magicarum libri sex. Decía así: ars seu facultas vi créala et non supernaturali quaedam mira insólita efficiens, quorum ra-tio sensum et communem hominum captum superat- ("arte -habilidad y también "ciencia"- o facultad creada por una fuerza no sobrenatural ca­paz de producir ciertas cosas admirables e insólitas: la explicación de és­tas excede el sentido común y la capacidad intelectual de los hombres").

La magia implica, ciertamente, tener, disponer y usar de una serie de poderes extraordinarios. Los textos clásicos nos hablan de personas que tenían poderes enormes, no compartidos por el común de los mor­tales. Algunos de esos poderes, que eran reales y que se podían ver en acción en cualquier circunstancia, procedían en su integridad de la pose­sión de unos concretos y profundos "conocimientos".

Comenzaremos por los considerados "fenómenos extraordinarios". Ciertamente existen y a algunos de ellos no les encontraba el pueblo la razón de su existencia y, por ello, como suele ocurrir con lo que escapa a nuestra comprensión, se creían el resultado de un poder o violencia ejercidos por personas dotadas de facultades "sobre-humanas". Destacan entre ellos los eclipses de Sol, pero sobre todo de Luna.

Estos eclipses, en los que la Luna, un astro -también divinidad liga­da desde siempre a la magia- desaparecía, se juzgaban como el descen­so, obligado, forzado, del astro a la tierra, descenso que se atribuía a los carmina mágica, a los encantamientos de las magas, que pretendían aprovecharse de "la espuma" que la Luna dejaría en la tierra.

'Sobre estas relaciones puede verse G. Luck, Arcana mundi, Magia y Ciencias ocultas en el mundo griego y romano, versión española de E. Gallego Moya-M. Pérez Molina, Madrid. Gredos 1995. pp. 10-12. Citamos por la quinta edición publicada en Lyon el año 1608, p. 2.

Se creía por tanto que la Luna se oponía a ese descenso y se resis­tía, con sufrimiento, y que podía ser ayudada desde la tierra para que las magas no consiguieran su propósito. Esta ayuda se la prestaban "golpe­ando el bronce3", haciendo ruido, sin cesar, hasta que la Luna volvía a aparecer en el cielo, señal inequívoca de que no habían conseguido su propósito.

Como hoy sabemos, y sabían algunos en la antigüedad, no sólo era un fenómeno natural, sino que se podía predecir con suficiente antela­ción, por lo que era fácil atemorizar y dominar a las gentes amenzándo-las con que podría ocurrir si no hacían tal o cual cosa; o de otro modo, era habitual aprovechar la coyuntura y manipular el miedo de las gentes ignorantes, para sacar provecho4.

A estos fenómenos -naturales- se añaden otros injustificados o in­justificables, como la facultad de "detener los ríos", mover de sitio los ár­boles o sembrados, modificar el curso del sol. hacer cambiar el tiempo; son poderes que suelen aparecer en la lista de facultades de una maga que se precie y que pueden responder, sobre todo algunos de ellos, a un profundo conocimiento de la naturaleza.

Sin embargo, al lado de estos, existen otros poderes que derivan de conocimientos más concretos y más asequibles, en especial de las pro­piedades naturales que tienen plantas, animales, piedras; son conoci­mientos científicos de los que en la actualidad nos servimos\

Propiedades curativas o provocadoras de alguna reacción visible la tienen, y las tenían naturalmente, una serie de sustancias vegetales (ha­blamos de las opiáceas, mandragora o plantas "carnívoras", etc.).

Además de que algunos animales tienen propiedades especiales, que conocían muy bien algunas personas, los batracios por ejemplo6, tam­bién el que otros se comportasen de modo extraño se consideraba fruto de poderes extraordinarios (la serpiente puede ser paralizada, pues que­da inmóvil al comprimirle la cabeza, lográndose una especie de catalep-sia, o "encantada con el sonido de la flauta"). Así, quien era capaz de ac­tuar de este modo contaba con el respeto y admiración de los demás, es­tableciendo una distancia intelectual nada despreciable.

'Se consideraba que tenia poderes apotropaicos. 'Ejemplos de esto tenemos en la historia de Roma (Tácito, Anales I 28) y también se cuenta que Colón consiguió- di­cen- controlar una revuelta gracias a un eclipse interpretado a su favor. Sobre este "poder de la magia" y su presen­cia en la literatura puede verse F. Moya del Baño, Garcilaso, Egl. II v. 1085. "Una nueva lectura y su ascendencia clá­sica', en CoroHas Patológicas in honorem I. Guillen Cabañero, Salamanca 1983, pp. 455-473. 'Estas propiedades las describieron científicos antiguos, como Aristóteles, Eliano o Plinio, por citar unos ejemplos y la composición de muchos productos farmacéuticos siguen avalando la bondad de esos conocimientos. •Su relación con la magia está muy atestiguada. Cf. F. Moya, "Nota a Lucano VI490", Myrtia 1, pp. 121-126.

Hierbas o animales proporcionaban diversas sustancias para la pre­paración de filtros y remedios, y se comprobaba su eficacia. Ahora bien, su preparación o aplicación se acompañaba de fórmulas mágicas y oscu­ros rituales que, sin duda, podían coadyuvar a la eficacia de la pócima, pero de ello se derivaba que las gentes atribuyesen todo el efecto -o la mayor parte- a lo "no natural". Como es lógico, estos personajes podero­sos se cuidarían muy bien de no facilitar las cosas a eventuales competi­dores.

Pero, al lado de estos conocimientos naturales, científicos, que pues­tos en práctica adoptan una suerte de poder excepcional, sobre-humano, hay otros poderes a los que se puede denominar propiamente superio­res, que derivan de la posesión de una fuerza extraordinaria que, al pa­recer, poseen algunos seres, o del uso de fórmulas, símbolos, secretos e incomprensibles pero que. al parecer, funcionan. Se trata, en este caso, de la dynamis o la simpatía cósmica, la comunicación entre seres y fuer­zas de la naturaleza, que exceden el conocimiento; se trata de la llamada "magia superior", definida como una actividad que excede a la inteligen­cia del hombre".

Pero estamos hablando de mujer y magia, y lo que es cierto es que e.stos poderes se atribuían en especial a las magas o hechiceras. Había hombres con poderes extraordinarios*, aunque, hay que admitir que, por lo general, son las mujeres las que predominan en esta ciencia de la ma­gia.

La presencia femenina en la magia se observa ya desde sus raíces, que son prehistóricas. La magia, como la religión, cuyos límites no son ni mucho menos separables, está ligada a la percepción de la naturaleza y el papel de ésta en la vida de los hombres, y parece fuera de duda que "durante un largo período, denominado comúnmente Neolítico, existieron comunidades", como bien dice Caro Barojag, "en que la mujer cultivó la tierra y dio lugar a sistemas matrilineales, en que sirvió asimismo de sa­cerdotisa y en que se dio culto a "Diosas madres" con carácter ctónico y con carácter lunar también algunas de ellas".

Es innecesario insistir en el papel que en la magia va a tener la tie­rra y el conocimiento de las plantas por ella producidas (y, por tanto, la mujer ligada a esa tierra), así como el de la Luna, que permanecerá inse-

Ό. G. Luck, op. ctt., pp. 13-15 o J. Cara Barcia, Las brujas y su mundo, Madrid, Akal, 1992. (1• edición en Revista de Occidente, 1961), p. 33. 'Hay que mencionar, por ejemplo, el nombre del mítico Orfeo, que con su canto (recordamos que canto, encantar, fór­mula mágica están muy relacionados), o al mismo Pitágoras. \J. Caro Baraja, op. cit., p. 26.

parable de la magia y de la mujer"1, pues no hay que ignorar el significa­do vital que la Luna y la noche tienen para el hombre, en especial para un hombre cuya vida transcurre en el campo y que es afectado por los contrastes entre día / noche, Sol / Luna.

Así pues, hay coincidencia en asignar a la gran diosa Tierra el origen de la magia, al menos algunas creencias y rituales mágicos fundamentales11. Y para ir centrándonos ya en el mundo clásico12, se sabe muy bien que en tiem­pos históricos (lo decimos con palabras de Luck'O la Tierra recibió culto en Grecia y otros países mediterráneos bajo diversidad de nombres: Ge o Gaia, Demeter, Ceres, Terra Mater, Berna Dea, Cybele. Ishtar, Atargatis, etc, y se está de acuerdo en que debió de existir un importante culto a una Madre Tierra en la Grecia prehistórica mucho antes de que llegaran los invasores indoeu­ropeos conocidos como los helenos. Asimismo es de importancia capital te­ner presente que la llegada de un nuevo pueblo y la presencia de otra reli­gión hace inevitable el conflicto entre la antigua y la nueva religión. Por eso, esas mujeres ligadas a la tierra, cuyos "secretos" conocían, y que eran o podí­an ser sacerdotisas de esa misma Tierra, considerada divinidad, pudieron ser vistas con recelo; sus conocimientos "mágicos", sus poderes para curar, o para hacer mal, su "control", en fin, de la misma naturaleza tenían que resultar sos­pechosos y hasta temibles. Sin embargo, quizá no fuesen en principio más que eso, mujeres que tenían profundos conocimientos o sacerdotisas de una reli­gión que rendía culto a la Madre Tierra, cuyo "ministerio requería el conoci­miento de las propiedades de raíces, hierbas, hongos", es decir, de los dones de la tierra.

Por tanto, no es extraño que sean mujeres, Circe, Medea, las que en­contramos en los textos clásicos ejerciendo la magia; podían ser sacerdotisas del culto a la Madre Tierra o, incluso, ellas mismas podían ser diosas de una religión anterior; tampoco es extraño que ellas, las grandes brujas de la mito­logía, aparezcan en los textos como mujeres terribles. Esta visión altamente ne­gativa puede derivar, como hemos dicho, de que los griegos no entendieran o entendieran mal la naturaleza de algunas religiones y cultos extranjeros14.

"Tierra es elemento femenino, la Luna está relacionada con mes lunar, idea del mes, menstruación, y de ahí puede derivar la asociación Luna-divinidad/ mujer-ser humano, como recoge Caro Baraja, op. cit. p. 35. "Cl. Luck, op. cit., p. 37, el cual remite, además, a obras tan importantes como las de A. Dieterich, Mutter Erde, 3' ed. (Leipzig: Teubner, 1925); I. F. Burns, en Encyclopaedia of Religión and Ethics, ed. J. Hastings, 12 vote. (New York: Scrfener, 1908-21), v. 4, p. 145, E. 0 . James, The Cult ol the Mother Goddess (London: Trames and Hudson, 1959). "Puede verse, Caro Batoja, op. cit. pp 3643. "Cl. op. cit., p. 37. "Cf. Luck, op. cit. p. 38 que dice que que los griegos se esforzaron, al parecer, muy poco por entender esa antigua religión, y que, por eso, gran parte déla ciencia de la magia puede simplemente reflejar las creencias y rituales de antiguas religiones en países de los que los griegos tenían solamente un conocimiento vago; las doctrinas y ritos de una religión extranjera, continúa, eran probablemente relatados de un modo engañoso y entendidos no como religión, sino como una especie de perversión de la religión. Al mismo tiempo, puesto que esta religión (o lo que fuese) era tan exótica, tan diferente, tan antigua, los griegos debieron de sospechar que los mágoi tenían acceso a conocimientos secretos.

Las mujeres son. pues, las que están en los textos clásicos ejercien­do y dominando las artes mágicas desde las primeras obras que conoce­mos.

Circe (una antigua diosa prehelénica quizá, como hemos recorda­do), es hija del Sol". Ella conoce muy bien las propiedades de ciertas hier­bas -producidas por la tierra (recuérdese la Madre Tierra y la relación re­ligión y magia) y de ese conocimiento se aprovecha para "dominar", para ser dueña de la naturaleza. Homero en Odisea X 210-347 presenta a esta famosa maga con la que se va a encontrar Ulises.

En este texto (del siglo VIII a.C) aparece magníficamente descrito el poder de Circe (fuera de la casa de Circe, leemos, se veían leones y lo­bos monteses hechizados por ella gracias a un bebedizo; actúan como pe­rros, que mueven la cola y dirigen pacíficamente a los extranjeros). Se ha­bla primero de los poderes de Circe, antes de que la veamos en escena: ella está dentro, aunque se la oye "cantar" (puede tratarse de los carmi­na, ensalmos, gracias a los que también actúa). Después de acoger a los visitantes, compañeros de Ulises. los invita a comer y a beber, pero tam­bién les ofrece -y ellos beben- un "licor" que les hará perder la memoria. Acudirá a continuación a su vara, (se puede pensar en la "varita mágica") con la que los golpea y conduce a las zahúrdas: se habían transformado en cerdos, aunque sin perder su mente humana.

Mientras suceden estas cosas, Ulises, que ha quedado en la nave y se ha enterado de que algo raro ha pasado, decide ir a ver a Circe, em­presa por demás arriesgada. Nada puede hacer contra el poder de esta maga•, la magia supera las fuerzas humanas, pero podrá conseguirlo gra­cias a la ayuda que le presta Hermes, otra divinidad ligada también a la magia16. Para ello le dará "una raiz" con poderes "salvadores", capaz de proteger su vida. La ayuda de Hermes es inestimable, pues le previene de que Circe lo va a recibir en su mesa y que tratará de hechizarlo con un "brebaje", pero contra ello tiene el remedio, la triaca17.

La "magia" que aparece en esta escena está relacionada directamen­te con el conocimiento de las propiedades de sustancias vegetales, a lo que se unen las palabras en una suerte de canto, con posibilidad de "lo­grar la hipnosis". La "planta" que Hermes dio a Ulises" y que le enseñó, además, a distinguir, era de raiz negra, su flor de color de leche, móly, y

"Además de que el Sol y Luna se consideran hermanos, por lo que la relación con el astro de la noche es de paren­tesco cercano, el Sol tiene, como es bien sabido, un papel primordial en la religión y por tanto en la magia, una suerte de religión. Cf. en este sentido Caro Baroja, op. cit. pp. 10-20. "Es el Theut o Thot egipcio o el Mercurio romano. "Palabra latina de origen griego, theriaca; se trata de un compuesto farmacéutico de muchos ingredientes y en espe­cial de opio; se emplea contra la mordedura de animales venenosos: indica también •remedio de un mal" -antídoto-prevenido con prudencia o sacado del mismo daño (una especie de vacuna).

era muy difícil de arrancar, aunque, se dice, para un dios es sencillo. Tam­bién le ayudará a que pueda Ulises luego comunicarse con los que ya murieron en una especie de descenso a los infiernos, por lo que el con­tacto con los muertos, con el fin de sacar provecho e información, apa­rece ya atestiguado.

Observamos igualmente desde el primer texto literario conservado cómo el poder de un mago siempre está, o puede estar, limitado o con­trarrestado por el poder de otro. Circe encuentra su contrapunto; Ulises, eso sí. con la ayuda de otro "mago" podrá eludir ese poder y conseguir la liberación de sus compañeros del hechizo a que habían sido someti­dos'8.

Otra maga famosa es Medea; aparece en la literatura griega y de modo especial se nos ha conservado en la obra de un autor del s. III a.C, Apolonio de Rodas; en sus Argonaúticas tiene un papel protagonista. Considerada bruja, quizá fuese una diosa menor de épocas lejanas. Sus artes las pone al servicio de Jasón, del que se enamora1'1.

El héroe griego ha ido en busca el vellocino de oro, que en la Cól-quide, tierra de Medea, guarda un dragón, empresa imposible de llevar a cabo por las propias fuerzas; sólo la ayuda de Medea le hará conseguir su objetivo al héroe.

Para que Jasón, que ha de enfrentarse al dragón, salga victorioso, tiene antes que ser protegido. La maga lo someterá a la celebración de un ritual a media noche, incluyendo la purificación en el río, un sacrificio a Hécate, a la que debe propiciarse -atraer su favor y colaboración- con el sacrificio de una oveja, con libación de miel. Además Medea le dará un filtro con el que deberá untar su cuerpo; este ungüento, dice, le propor­cionará valor infinito y lo igualará a los dioses, etc.

En este ritual mágico-religioso hay oraciones, sacrificio a la divini­dad (Hécate), purificación, elementos constitutivos de la magia que acom­pañan los efectos de las hierbas; el filtro o ungüento tenía, sin duda, la propiedad de lograr la aversión del dragón.

Hay muchos datos interesantes en esta historia-0; sin embargo, es­pecialmente digna de recordar es una manifestación especial del poder de Medea21, la destrucción de una criatura singular, Talos, una especie de

"También intenta Circe con la misma vara anterior que Ulises vaya junto a sus compañeros, es decir, convertirlo en cerdo, pero para que esto no se lleve a efecto, él, como le aconsejo Hermes, sacará su cuchillo (un tabú) y se lanzara contra ella: Circe se asustará y lo invitará a su cama. "La magia tiene un papel primordial en el mundo del amor, como es bien conocido. MSe mantienen en todas lasrecreaciones posteriores de la figura de Medea; así, en la Medea de Séneca, o antes en sus apariciones en Ovidio (Heroidas o Metamorfosis). "IV 1635-1690.

robot de bronce-, invulnerable, excepto por un único punto cerca del to­billo. Pero, sin ser inmortal, no era posible vencerlo, ni siquiera lo podí­an conseguir los más grandes héroes. Medea con la fuerza -dynamis- de su mirada lo logrará. Como se reconoce, es el texto griego más antiguo que describe el efecto del mal de ojo o fascinum y ofrece una explica­ción de los poderes que intervienen. Para hacerlo entona canciones de encantamiento, invoca al demon de la muerte, a las veloces perras del in­fierno, compañeras de Hécate, diosa infernal asimilada a la Luna.

El hecho se nos describe con toda suerte de detalles; Medea, de ro­dillas, hace una triple invocación, un triple canto; adquiere luego un as­pecto siniestro, y lanza su horrible mirada a la de Talo, que, herido de muerte, cae desvalido.

Se trata de los efectos de la dynamis o simpatía cósmica, presente en la "magia superior". En el caso de Medea se añade a los efectos de las hierbas, sacrificios, cánticos, en una palabra, a los ritos mágicos, el poder de la mirada.

Estas magas son seres algo lejanos: sin embargo, hay otras magas, no profesionales, que también ejercen esta actividad. En el poeta hele­nístico Teócrito aparecen sus actividades al servicio del amor, como lo ve­mos en su Idilio II, titulado "Las hechiceras".

Simeta ama locamente a Delñs y está dispuesta a recuperarlo de cualquier modo, y si no. como también se solía hacer, a hacerle el máxi­mo daño. Para la operación, un hechizo de amor, hace falta laurel, lana para "encadenar" con vínculos mágicos al desdeñoso hombre (hace once días que nada sabe de él). Lo hace en Luna llena: a ella "entonará sus en­cantamientos"; invoca igualmente a la otra diosa Hécate, la infernal, y le pide ayuda para que su hechizo tenga el poder de los de Circe o Medea.

Se repite como estribillo "Rueda mágica, trae tú a mi hombre a mi casa", a la vez que el giro de la rueda produce un sonido regular o "má­gico". Primero queman harina de cebada y la esparcen diciendo "los hue­sos de Delñs esparzo"; se quema el laurel para que así lo haga la carne de Delñs; se derrite la cera para que así se derrita de amor Delñs; gira el rombo para que así gire el amante su puerta: hace tres libaciones para que. en el caso de que Delñs ame a otra persona, se olvide de ese amor por completo. Si trido esto no surte resultado, piensa usar una planta, la hipómanes, que hace enloquecer a las yeguas, para que él venga a su casa enloquecido; piensa machacar un lagarto (serpiente) para hacer una

3Es una criatura mágica o superviviente de una raza antenor. la de bronce, raza considerada más poderosa que la de los hombres de la Edad heroica.

pócima, etc. etc. El joven, tal como se preveía, regresa; el ritual mágico llevado a cabo ha surtido efecto.

En este Idilio se mantienen como constantes las palabras mágicas imprescindibles, carmina, la eficacia del número tres, la del estribillo, y se añade la lana, rueda o bronce mágicos; en fin, un catálogo de útiles de magia que solían ser emplear las mujeres.

La literatura latina ofrece un buen número de textos en que apare­cen unidas mujer y magia, y aunque el predominio de "lo literario" per­mite observar la repetición de una serie de tópicos o lugares comunes, bajo ellos suele aparecer la pintura de la sociedad y el reflejo de unas prácticas usuales.

La magia sirve, como en Teócrito, para el amor; así está en la octa­va égloga virgiliana, en que se repite lo fundamental del mencionado Idi­lio de Teócrito.

Que el amor o desamor se consigue acudiendo a la ayuda de las magas se observa palmariamente cuando, por ejemplo, la amada de Pro-percio;> le echa en cara a su amante que su abandono no se debe a las cualidades excepcionales de la otra; no. afirma; él ha sido objeto de la efi­cacia de la magia.

Cintia. la amada del poeta, está enferma de amor, a punto de morir por causa del abandono que siente; él se ha ido con otra; pero la rival no es mejor que la amada, dice ésta; lo que ocurre es que es una maga, que conoce los efectos de las hierbas; con ellas la ha vencido. Sabe servirse perfectamente del rombo para hechizarlo, y conoce y usa los poderes de los batracios, de la rana: conoce las propiedades de ciertos huesecillos in­corporados -claro está a los filtros y pócimas- de las serpientes, a las que también domina y hace incluso, como hacen las magas estallar; gracias a ello el amante le ha sido arrebatado.

Pero otro tipo de magia negra, en la que se utilizaban órganos hu­manos, es pintado por Horacio en dos escenas significativas; una-' nos re­lata cómo en un antiguo cementerio unas magas buscan huesos para sus "trabajos": otra-', mucho más terrible, describe el asesinato de un joven, casi un niño, con el fin de utilizar su cuerpo en operaciones mágicas: en este caso el niño se venga de sus asesinas "maldiciéndolas", maldición que espera surta efecto.

"II I6,19-34. Puede verse F. Moya del Baño, "El realismo expresivo de Cintia•, Excerpta Philologica 1.2, pp. 529-543 en especial pp. 537-543. "Sátiras I 8. "Epodo 5.

Las tablillas de execración atestiguan que existían una especie de trabajos destinados a dañar o eliminar a gente: en tablillas de plomo se escribía el destinatario y la serie de males que se querían para él, cla­vando agujas o sacrificando animales haciéndoles a ellos lo que se que­ría sufriese el "enemigo". Estas tablillas se arrojaban a pozos o se ente­rraban en cementerios; la seguridad de la eficacia de estas prácticas la constanta la historia. No sólo la muerte de Germánico que refiere Tácito26

se creía debida a la magia, sino que en la casa que él habitaba se en­contraron, dice, restos desenterrados de cuerpos humanos, encantamien­tos y maldiciones y el nombre de Germánico grabado en láminas de plo­mo, cenizas a medio quemar y cubiertas de sangre ennegrecida, y otros maleficios con los que se cree consagrar las almas a los númenes infer­nales. Esta operación contra Julio César Germánico la había llevado a cabo una mujer, Plancina, esposa de Pisón, enemigos ambos del tal Ger­mánico.

En fin, a la magia se puede acudir para todo, para tener poder, amor, para hacer bien, para hacer mal, y hay seres que, al parecer, pue­den servir de intermediarios, pueden comunicarse con otra clase de seres e incluso traer del más allá a los muertos, ejemplo de lo cual es otra mu­jer, la hechicera de Lucano-", experta maga que conoce no sólo las pro­piedades de diversas sustancias o animales, sino que es capaz de hacer volver a la vida a un muerto, para lograr que le transmita información so­bre el futuro.

Los poderes de esta maga, todos absolutamente, están enumerados abundante y prolijamente, en lo que podría considerarse "un manual de magia", pues nada falta en él.

Muchos textos hemos omitido:s; en ellos se suelen enumerar los po­deres de las magas; como es lógico se convinieron en un lugar común en la literatura y como tal perviven en la literatura occidental. La relación de estos poderes -hechos literatura- los vamos a oir en palabras de Garcila-so, que no hace sino recoger y recrear los poderes que a lo largo de coda la tradición literaria tienen las magas, asignados a un hombre, el sabio an­ciano que habita a las riberas del Tormes. Dice así:

"Anales II 69. "Se trata de la hechicera Ericto, que ocupa gran parte del libro VI de la Farsalia. "Valgan de ejemplo Virgilio. Eneida IV 450-705 (Dido aparece practicando un ritual mágico), Pelromo 130-131, El asno de oro de Apuleyo, etc. Puede verse con provecho el libro de A. Tupet, La magie dans la poésie latine, París 1976.

A aqueste Febo no le escondió nada-", antes de piedras, hierbas y animales diz que le fue noticia entera dada.10

Este, cuando le place, rios el curso presuroso enfrena con fuerza de palabras y señales; la negra tempestad en muy serena y clara luz convierte", y aquel día, si quiere revolvelle, el mundo atruena" La luna de allá arriba bajaría" si el son de las palabras* no impidiese el son del hierro que en la tierra había-'. Temo que si decirte presumiese de su saber la fuerza con loores, que en lugar de alaballe le ofendiese. Mas no te callaré que los amores con un tan eficaz remedio cura"4

cual se conviene a tristes amadores; en un punto remueve la tristura, convierte en odio aquel amor insano, y restituye el alma a su natura

Acabamos con estos versos nuestra modesta aportación a este Cur­so, con la que hemos querido recordar que la mujer, por su misma con­dición femenina, por sus trabajos en la tierra, que le permitían disponer de útiles conocimientos, o por sus ministerios "religiosos" que le propor­cionaban informaciones muy valiosas, sin excluir otros extremos, está li­gada desde la más remota antigüedad a la magia.

"Dios Apolo, identificado con el Sol, hermano de la Luna, también ligado a 'magia' y adivinación. "Tiene conocimiento, ciencia, pero una ciencia superior al resto. "Son los poderes sobre la naturaleza; hacer desaparecer la tempestad, hacer llover cuando hace sol, esconderlo y dejar el día obscuro, en noche, etc. "Logra que surjan truenos en un día que no parece destinado a ello. "es decir produciría un eclipse de luna. "el sonido y eficacia de los carmina mágica, de los encantamientos. "Se trata del sonido de bronces, o hierros, con el que se intentaba ayudar a la luna a no bajar, a no obedecer a las magas. "Es decir, se cuida de ellos.