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Valor en kioscos $ 6 Ciencia y subdesarrollo: el impacto del modelo sojero el periódico de lavaca junio 2010 / año 4 / número 35 Terrorismo de barrio Barrio Villegas, Ciudad Evita. Territorio sin ley y sin derechos. Caso testigo sobre qué se esconde tras la careta de la inseguridad.

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Barrio Villegas, Ciudad Evita: El huevo de la serpiente: La noche del 10 de mayo, Penélope Lauman recibió tres tiros por la espalda. Sobrevivió para contarlo y revelar con su historia la trama de violencia de esas periferias sin ley y sin derechos. Zonas liberadas, donde dominan las pandillas que siembran miedo y droga entre los vecinos que se refugian tras las rejas y el silencio. Un caso testigo que desnuda las consecuencias sociales de un Estado que se muestra ausente e impotente. La pregunta que se hicieron entonces las amigas de Penélope abre un horizonte: ¿qué se puede hacer? Allí, donde habita el terrorismo de barrio y su vecina, la indiferencia. Apuntes sobre cómo vencer la parálisis y ganarle a la muerte.

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Valor en kioscos $ 6

Ciencia y subdesarrollo: el impacto del modelo sojero

el periódico de lavacajunio 2010 / año 4 / número 35

Terrorismo de barrioBarrio Villegas, Ciudad Evita. Territorio sin ley y sin derechos. Caso testigo sobre qué se esconde tras la careta de la inseguridad.

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l día en que la balearon, Pe-nélope Lauman, 28 años re-cién cumplidos, había llega-do a su casa del barrioVillegas, de Ciudad Evita, pro-

vincia de Buenos Aires, después de traba-jar en Mu. Punto de Encuentro. Era un po-co más de las once y media de la noche, ysalió al kiosco para comprar dos alfajores,para ella y para su hijo Agustín, 11 años.La calle 500 estaba como siempre. Vio aalgunas personas en la esquina, no lesprestó atención. Ni siquiera se quedó en elkiosco charlando un rato, para poder vol-ver rápido a casa: uno de dulce de leche,otro de chocolate. En ese momento sintiólos estampidos detrás suyo. Algo empezó

a quemarle a la altura de los riñones. Y al-go se derramaba por su espalda. Quiso co-rrer, pero sus piernas no. Penélope no po-día ver la sangre. Se desplomó de rodillas.Y dijo: “Agustín”.

Después de los disparos el barrio se con-geló en su propio silencio. El miedo clausu-ra cerraduras, oídos, bocas y ojos. Penélopegritó. Pidió ayuda. Jorge, hermano de unaamiga de Penélope, descifró esa voz y co-rrió a abrir la puerta. Sus padres le gritaronque no, que era peligroso. Jorge sólo infor-mó: “Es Peny”.

Salió a la calle. Penélope estaba de-sangrándose en el piso. Jorge golpeópuertas que no abrían. Era como estarencerrado al aire libre, sin salida. Algu-

nos vecinos se asomaron. Corrió unosmetros a lo de un remisero que se negóal traslado. Las amigas de Penélope supo-nen que eso se debió –en proporcionesdifíciles de estimar– al miedo, y a que lasangre mancha el tapizado.

El tiempo también iba desangrándose.La policía y la ambulancia no llegaban (yjamás llegaron: Villegas es un barrio ajenoa tales artefactos). Penélope se estaba mu-riendo. Hereda el nombre de la Penélopemitológica, la de la Odisea, que tejía y des-tejía para ganar tiempo en una espera per-manente. Para la Penélope real, con el cuer-po roto, esperar significaba la muerte.

Jorge se paró delante de un automóvilque pasaba. Era una pareja joven, en un

Fiat Uno. Subió a Penélope al asiento trase-ro. Bety, la madre de Jorge, se apretó adelan-te. El joven atravesó con el auto un terrenopara evitar toda una vuelta hasta llegar aCrovara. La vida se mide también en se-gundos y no le importaron los amortigua-dores. En el camino Penélope tuvo una es-pecie de sueño: estaban yendo al hospitalporque había un parto. La alucinación lamantenía alerta. “Hay que llegar” escucha-ba. No sabe si lo decían otros, o si era supropia voz.

Llegaron. Hospital Paroissien, de IsidroCasanova. Los médicos se abalanzaron so-bre ella, presionándola con ¿gasas? ¿trapos?Le tapaban las perforaciones de las balasque habían estallado dentro de su cuerpo.

El huevo de la serpienteLa noche del 10 de mayo, Penélope Lauman recibió tres tiros por la espalda. Sobrevivió para contarlo y revelar consu historia la trama de violencia de esas periferias sin ley y sin derechos. Zonas liberadas, donde dominan las pan-dillas que siembran miedo y droga entre los vecinos que se refugian tras las rejas y el silencio. Un caso testigo quedesnuda las consecuencias sociales de un Estado que se muestra ausente e impotente. La pregunta que se hicieronentonces las amigas de Penélope abre un horizonte: ¿qué se puede hacer? Allí, donde habita el terrorismo de barrioy su vecina, la indiferencia. Apuntes sobre cómo vencer la parálisis y ganarle a la muerte.

A los 30 días de haber ingresado al Hospital Paroissien, Penélope fue dada de alta. Losmédicos hablan de un milagro, pero los que la conocen saben que fue su fuerza la quela salvó. Sin un riñón, con medio hígado y varios órganos todavía en reparación, ella re-

pite: “Qué linda es la vida”. En la foto, posa delante del mural que pintaron los chicosdel barrio junto a la artista plástica Veroka Velazquez, el 25 de mayo, cuando todavíaPenélope estaba en coma. “Unión, paz, amor y respeto”, fueron las palabras elegidas.

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En un partido de fútbol un chico fue he-rido de bala. Sus amigos juraron venganzaarmada. Esta teoría se subdivide.

Teoría 1: Se la juraron a cualquiera queencontrasen después de las 10 de la no-che, tras una especie de “toque de queda”establecido en el barrio. Penélope fue lavíctima por azar de una batalla que des-conocía.Teoría 2: El pelo ondulado de Penélopetiene algún parecido con el de la madredel supuesto responsable de herir al chi-co. Por eso quisieron matarla (los códi-gos sicilianos ya son de museo). Teoría 3: Ninguna hipótesis tiene senti-do. Fue una agresión indescifrable paraquienes no suelen gatillar armas.

Un aspecto más o menos difundido es quequienes dispararon son adolescentes, perte-necientes a pandillas del barrio a las que seadjudica estar ligadas con “la droga”. La fra-se se escucha mucho en Villegas, en Argen-tina, en el mundo: la culpa es de la droga.

Pero las respuestas no explican y las ex-plicaciones no responden. Por eso Villegasse llenó de preguntas.

¿Cómo seguir viviendo?

a espera por los informes médicosde los mediodías se hizo eterna. Elclan de amigas de Penélope se ins-

taló en una galería casi al aire libre, en el pi-so, a compartir esa actividad llamada “estarahí”. Pura impotencia a veces, pero poten-cia de no dejarse infectar por la soledad.Esas chicas lloraron, durmieron, se consola-ron mutuamente, adelgazaron, putearon,lloraron otra vez. Penélope seguía en comafarmacológico. Ellas, al estar ahí, desafiabanal destino. Ágata (la hermana de Peny), Pa-ola, Nora, Mónica, Jesica, Anabella, Sole-dad, y también amigos y compañeros de

La presión era un dique para la inundaciónde sangre. No le dolía nada. Todavía no po-día saber que perdería buena parte del hí-gado, un riñón, que tenía bombardeados elestómago, los intestinos, los pulmones... Só-lo sintió que las compresas aliviaban el flu-jo de sangre. Y que estos médicos parecíansaber lo que estaban haciendo. Tuvo unacerteza: “Zafé”, pensó, aunque días despuésestaría al borde del abismo media docenade veces.

Perforada, desangrada, ya estaba por ca-er bajo el efecto de los calmantes en el qui-rófano, pero alcanzó a hacer un anuncio alos médicos: “Qué linda es la vida”. Y se lecerraron los ojos.

Los que dispararon por la espalda acer-taron tres veces. Las balas partidas estalla-ron dentro del cuerpo. Hirieron casi todo.Para saber si Penélope seguiría tejiendo suhistoria, faltaba conocer una respuesta: lade su corazón.

El índice en un gatillo

illegas es lo que podría llamarse unbarrio obrero, al que la desindus-trialización dejó casi sin obreros. Lo

que eran fábricas en Ciudad Evita hoy sonshoppings, supermercados o lugares untanto olvidados, donde las ratas no son unaespecie en extinción Los vecinos con es-fuerzo se han hecho o comprado casas sóli-das con jardincitos donde crecen más rejasque flores. Me dicen: “Es un barrio de clasemedia baja”. César agrega: “Es una villa decemento”. Pero en las villas suele haber co-medores, guarderías, centros comunitarios,lugares de lo común. No hay rejas ni estaespecie de silencio denso donde la descon-fianza es el modo práctico de lo que los ex-pertos llaman “ruptura de lazos sociales”.

Las horas de espera en terapia intensivadel Paroissien estaban hechas de rumores,angustia, y teorías. Venían del propio barrio.

Penélope en la Cooperativa lavaca. Paola preguntaba: “¿Cómo vamos a se-

guir viviendo?”. Mónica: “¿Cómo volvés atu casa sin pensar que te pueden matar?”.En esa espera llena de conversaciones (laspalabras alivian la angustia), surgió unaidea: frente a la sangre, el miedo y la muer-te, conviene hacer algo.

Empezaron a nacer proyectos. “Haga-mos una misa por Penélope”. Ninguna delas chicas es la católica del mes, precisa-mente. Ágata: “Cuando no sabés a qué re-currir, está la fe, ¿qué otra te queda?”. Lesquedaban otras: por lo pronto, armaron unvolante convocando a la misa y salieron apegarlo por todo el barrio. Es una descrip-ción que podría aplicarse a muchos luga-res. El título es “Por Penélope y por la paz”.Allí escribieron:

Nos quieren explicar lo inexplicable conla lógica de siempre: Penélope es la víc-tima inocente de una pelea entre bandasque se disputan el control de barrio. Susfamiliares y amigos sabemos que Pené-lope es la víctima inocente de algo másgrave: es víctima de la violencia, la cul-tura del odio y el terror a que estamossometidos en este barrio.Sabemos que en este barrio hay unamayoría de gente que intenta trabajar ysobrevivir y criar a sus hijos lo mejorque puede. Que todos los días convivecon la injusticia y la violencia que gene-ra la pobreza.Sabemos, también, que nuestros ado-lescentes tienen al alcance de la mano lopeor, lo fácil. Y lo difícil, lo cada vez másinaccesible, es que tengan una buenaeducación o buen trabajo.Sabemos que este barrio está marcado enel mapa con rojo, como una zona de peli-gro, de guerra cotidiana. Pero sabemostambién que no está en rojo para las po-líticas sociales ni las obras públicas ni laeducación ni la salud ni la seguridad.

Lentamente, nos fuimos acostumbran-do a este destino de pobres peleandocontra pobres, a la muerte en la es-quina, a la violencia en la puerta yal odio al otro, que es igual a no-sotros, sufre lo mismo que nosotros,pero es nuestro “enemigo”.Lentamente nos fuimos acostumbrandoa lo peor: a pensar que esto no tiene so-lución. A que la tranquilidad, la paz delbarrio ya no es posible.Así nos convertimos en rehenes de losque quieren que vivamos con miedo,sin justicia y sin seguridad. Y sin futuro.Sabemos que no va a ser fácil, sabemosque el miedo nos domina y sabemosque nuestros verdaderos enemigos sonaquellos que no quieren para el barriootro destino que el del terror.

Matémonos entre todos

gata: “Cuando salimos a pegar elvolante, cantidad de vecinos seacercaba diciendo que no se pue-

de seguir viviendo así”. Primera novedad:hablaban del asunto, en lugar de enrejarlo.Almacenes, peluquerías, kioscos, todos ex-hibían el volante. En ese momento se pro-dujo la notable intervención de una extra-ña entidad llamada “Policía”. CuentaÄgata: “Vino un patrullero para ver qué an-dábamos haciendo, y qué era ese papel”.En el barrio de la proliferación de armas yde miedo, la policía vigila a las sospecho-sas convocantes a una misa por la paz.

Uno de los amigos de Penélope, en elhospital, captó otra táctica policial: “Nos di-jeron que en esta semana hubo seis muer-tos por balas. Y no parecen muy preocupa-dos por encontrar a los responsables dealgo que ya escapa a la anécdota. Para mí laidea es que nos matemos entre todos”.

No se trata, entonces, de problemaspuramente delictivos o de drogas. No son

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Los chicos de Villegas prefieren no ir a la escuela del barrio, donde muchas veces los ti-ros se cruzan con las clases. En 2001, los docentes de la primaria N° 168 decidieron sus-pender la cursada una semana como forma de hacer evidente que no estaban garanti-

zadas las condiciones de seguridad ni de ellos ni de sus alumnos. “En medio de la clasede gimnasia tenemos que hacer cuerpo a tierra porque los tiroteos son muy comunes.Por lo menos hay dos o tres por semana”, comenta el profesor de Educación Física.

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den alquilar armas en los barrios), las ma-fias (con o sin uniforme) que genera el nar-cotráfico. Además, el reclutamiento de chi-cos para delinquir; la carencia de otrosproyectos y sentidos de vida, y una culturaque toma todo esto como lo normal: cosade todos los días.

La duda: ¿puede hacerse algo frente a to-do esto?

Mientras ese enigma flotaba en Villegasy en la espera de Terapia Intensiva, a Pené-lope le quitaron el respirador artificial. Frá-gil y con los ojos de sorpresa que corres-ponden ante semejante acontecimiento,empezaba a nacer de nuevo.

Antropología de los pibes chorros

as bandas, pandillas o grupos dedelincuentes, matones y sicarios,cada vez más jóvenes, que buscan

dominar territorios pero a la vez funcionan“tercerizando” sus servicios al mejor postor,no se han inventado en este extraño país.Han sido el fruto de esta extraña época anivel internacional. En Estados Unidos,Centroamérica y España se las llama ma-ras. El trabajo Maras y pandillas realizadoen Centroamérica por Demoscopía en 2007propone una definición de las pandillas:

“Aquellas agrupaciones juveniles establesque cuentan con una identidad grupalconstruida a través de la participación enactos violentos o delictivos, y que ofrecenunos patrones de identificación a susmiembros que les permite organizar su vi-da cotidiana”.

¿La droga tiene que ver directamente conla violencia? Nora: “A los paqueros les deci-mos los muertos vivos, los zombis. Yo creoque ni les sirven a las bandas, porque estánflacos, sucios, se sacuden, están destruidos”.Aunque el paco está de moda como cucosocial, algunas experiencias ratifican lo quese ve en Villegas: esa droga daña eficiente-mente al que la consume, pero la violencia,si necesitara alguna droga para inspirarse,parece estar más relacionada con pastillas ypsicofármacos de venta legal. Tal vez seamás ajustado pensar a la violencia comouna tecnología autónoma, capaz de encon-trar mil orígenes que la explican: drogas,narcotráfico, las ansias de poder (violenciapolítica, social y también doméstica), eltránsito, Dios, el fútbol, el alcohol, Alá, la te-levisión, la Franja de Gaza, la Patria, los vi-deojuegos o cualquier otra cosa. Los zombisson muchas veces más una consecuenciaque una causa de la violencia.

Otra consulta: ¿cómo juega la policía? Lamención del tema les genera mucha gracia.Mónica: “Para mí sería mejor que venga laGendarmería”. La idea de que tiene queexistir una policía que cuide de la policíanació en la Bonaerense durante el ministe-rio de Carlos Arslanián, pero cayó luego endesuso.

En ese paisaje, la clave violenta pareceentonces radicar más en el flujo de grupos,bandas o pandillas, que representan uno delos más acabados ejemplos de lo que pro-ducen los sistemas actuales de exclusión enlas grandes ciudades y sus periferias. El di-bujo se completa con desocupación, co-rrupción policial (con protección política),difusión masiva de armamentos (se pue-

Ideología y bizcochos

n buen día, realmente, Penélopeabrió un ojo. Hasta parpadear pare-cía un esfuerzo sobrehumano para

ella. Pero vio a una amiga, Melina, que ha-bía andado con algunos problemas perso-nales. Y habló, pese a la máscara de oxíge-no: “¿Cómo están tus cosas?”. Penélopeestaba convertida en una terminal de cañosy cables que la tenían conectada a la vida.Pero se preocupó por su amiga. Luego vio aMónica: “Suerte que el viernes fuimos abailar”, le dijo. Las chicas lloraban, peroahora de alegría. Acordaron otra idea: pin-tar un gran mural con la colaboración delos adolescentes dedicados al hip hop, enespecial los grafiteros.

Y empezaron a pensar cómo cambiarleel clima al barrio: una meteorología social.Vivir de otra manera. “Estamos a cinco cua-dras de la parte ‘linda’ de Ciudad Evita”ubica Paola, mientras todos tomamos matecon bizcochos ¿Cuál es la diferencia? César(el novio de Ägata): “Capaz que acá corremás la delincuencia, aunque no sé. Un díase me cruza un grupito de pibes con armas,preguntándome si yo iba al barrio de en-frente. Les dije que no, que venía acá, y medejaron pasar”. ¿Para qué hacían eso? “Paraocupar el territorio. Si no sos buena carapara ellos...” ¿Quiénes son “ellos”? Césardibuja como un globo en el aire: “¡Ellos! Losque están ahí. En todas partes”. Jesica: “Sonlos que piensan de esa manera. En la callese hace una junta de varios muchachos quetienen esa ideología”. ¿Cómo es esa ideolo-gía? “La ideología es hacerse temer y hacer-se conocer” señala César. “Ser el más peli-groso” ¿Para qué? Jesica: “Buscan cualquiercosa para justificar la violencia”. César: “Laidea es demostrar quién es el más terrible,el que se la banca más, el más violento, elque tiene más sangre fría”. Paola: “El temora esas pandillas hace que la gente se calle”.

El miedo como sistema de control esuna tecnología que tiene pioneros ilustresen los sistemas de poder, en general, y engrupos como los militares, las religiones, losvendedores de seguros, la clase política ymuchos medios de comunicación, aunqueninguno de estos clanes es catalogado porlos estudiosos como “pandilla”.

Otra característica es la mutación. Jesica:“Algunos mueren, otros se van, vienenotros. Algún ‘chuky’ siempre hay”. Ágata:“´Los chicos vienen de familias que ya estánen el bardo. Los padres tampoco trabajan, ono les dan bolilla. Dejan de ir a la escuela yse meten en la banda”. Nora: “El problemaprincipal es la droga”. Ágata: “Ves pibitos de7 años, 8, drogándose. Y enfrente está la ma-dre que no hace nada”. ¿Por qué no hacenada? Las chicas no encuentran explicación.César: “Si sentís que no hay futuro, que nohay vida, nada te interesa, ni tu hijo”. Ágatapiensa: “Además, como eso se ve cada vezmás empieza a parecer que es lo natural”.

problemas que se resuelven con la policía,que en el conurbano es parte del proble-ma más que de la solución. No son “ca-sos”: se trata de una dinámica sistemáticade exclusión y violencia contra las perso-nas. Si la violación de los derechos huma-nos se correspondía con la idea de terro-rismo de Estado, esta regresión o retrocesoglobal de los derechos humanos se corres-ponde con un terrorismo local, un “terro-rismo de Barrio”, que no necesita tanquesen la calle sino generar la noción de quetodo lo que ocurre es “natural”.

El sentido de las hostias

a convocatoria a la misa fue com-plicada. Mientras amigas y amigosde Penélope se reunían en la calle

donde ella cayó herida, empezaron a lle-gar mensajes de texto: con frases que pro-nosticaban chaparrones de violencia. Unade las chicas lloraba a gritos. Los que llega-ron desde Capital miraban un tanto páli-dos estas escenas. Los vecinos observabandesde atrás de las rejas. Un par de vecespasó un joven acelerando su moto muycerca del grupo, sin que quedase claro siera un provocador, o un estúpido.

La odisea hasta la iglesia San Antoniode Padua atravesó un pasillo de mono-block que parecía escenario de un video-juego de pandillas urbanas (eso tambiénes globalización). En la iglesia no habíanadie. El propio cura estaba con la sotanaa media asta y propuso dejar los rezos pa-ra otra ocasión. Un patrullero con la trom-pa rota, ante el pedido de garantizar la se-guridad, huyó esquivando vecinos: cadadetalle nutre y simboliza el microterroris-mo de barrio.

Las convocantes le insistieron al cura.Una de las amigas de Penélope, con santapaciencia, le propinó una frase inolvida-ble: “Padre, hay que tener fe”. El cura ini-ció la misa como si fuese un calvario.

Sorpresa: los vecinos empezaron a lle-gar de a dos, de a tres, hasta llenar la igle-sia, y terminó habiendo gente parada enel fondo. Nora leyó el texto del volante enel púlpito. El cura oraba de reojo. Las chi-cas no sabían bien cuándo pararse, cómoera lo de las hostias, qué había que cantar:la liturgia oxidada. Sin embargo, o justa-mente por eso, todo era conmovedor.

Al salir, el patrullero de la trompa rotapasó raudamente frente a la iglesia, peroel conductor se había ocultado la caracon un pañuelo (¿un admirador del sub-comandante Marcos?). La gente fue de-sandando el camino. Más de uno podíapensar que el éxito de la misa había sidoel de la inesperada llegada de tantos veci-nos. Pero las jóvenes del barrio no pien-san así: “No hicimos la misa para quevenga gente. La hicimos para que Penélo-pe se ponga bien”.

Las amigas de Penélope: Paola, Soledad, Jesica, Mónica, Nora. Al fondo, Ágata, su her-mana. Quieren organizar actividades para los chicos luego del horario de clases. Y unsueño que convirtieron en petitorio: tener un centro de rehabilitación en el barrio.

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quedemos quietos. Todos tenemos alguiena quien llorar y alguien que nos llore enun caso así. Me di cuenta de una cosa: si lagente ve que lograste pensar o hacer algo,se involucra. Apenas hablamos de hacerun centro comunitario, un trabajo paraque los chicos tengan dónde estar y quéhacer, la gente empezó a engancharse.Hay que darle un giro a la situación”.

Ágata: “Tenemos que ver cómo conse-guir un espacio y armar actividades de-portivas, talleres, cosas con los chiquitos”.Mónica: “Si vivimos en el medio de la in-justicia y la violencia, hay que juntarsepara afrontar el miedo y pensar. Es difícilhacer un lugar en la cabeza. Estos días tu-vimos dolor, angustia, impotencia. Pero site vengo con un discursito, no sirve. Cuan-do era chica nos daban clases sobre sida,violencia, lo que sea, y nosotras tirába-mos papelitos. La cuestión es hacer las co-sas en serio”. Paola: “El problema es cuan-do te acostumbrás a que esto es así.Nosotras de adolescentes aprendimos acorrer entre tiroteos. ¿Se acuerdan cuandovolvíamos de una fiesta de 15?”. Mónicaasegura que se salvó porque pesaba 47 ki-los, suficiente delgadez para quedar disi-mulada tras una columna: “Pero de ahíme iba a mi casa a dormir. Y la vida se-guía como si nada. Pero no es normal. Nopuede ser”. Dice algo asombroso: “Si teacostumbrás a vivir de esa manera, si na-da te conmueve, nunca cambiás nada”.

En el hospital, Penélope está en la ca-ma, dispuesta a conversar. Percibe que elproblema no son las bandas o pandillasdel barrio, sino el barrio en sí: “No haynada para que los chicos se incentiven ahacer algo interesante. Es lo que siempreme preocupó de Agus. Tiene 11 años. Esun nene. Otros chicos a esa edad ya quie-ren ser eso que ven en la esquina. Creenque eso es tener poder”.

Vienen a hacerle curaciones. Su cuerpoes una herida múltiple que va cicatrizan-do. Sus amigas se turnan para que siempreesté acompañada. Ya habrá tiempo parapensar cómo no acostumbrarse, cómo ha-cer del barrio un lugar donde estar sinmiedo. Por ahora Penélope sigue concen-trada en un proyecto que hace pocos díasresultaba una utopía: volver a casa. Y se-guir viviendo.

“Hacemos esto, pintamos, hacemos rap,eso te saca del bardo y de la droga. Acá noestamos robando. Igual hay gente que nosve como vándalos”. Les digo que debenser los viejos. Se ríen: “Claro. Los que letienen miedo a todo”.

Las chicas del barrio también andanembadurnadas. Mónica: “Yo no puedojuzgar a la gente que se queda encerrada yno le importa lo que pasa afuera. Porquesi en vez de Penélope, hubiese sido la se-ñora que compró antes que ella, yo hubie-se dicho: ‘qué bajón’, pero hubiera segui-do con mi rutina. No me hubiera sumadoa una lucha ¿entendés? Por eso yo les ha-blo a los vecinos y les digo: ¿qué van a es-perar, que les pase algo así a ustedes?”.

Mónica tiene un medio social de comu-nicación: el almacén de su papá, Cachito.“A cada uno que entra le doy volante dePenélope, parte médico, y le quemo la ca-beza diciendo que no puede ser que nos

a) El culto al machismo (y andar mos-trando pistolas grandes no requiere ma-yores interpretaciones); b) La glorificación de la competitividad(en Villegas se define como “cagar alotro”); c) Un paso más: el diseño de ese “otro”como enemigo. Lo que en la historia hu-mana ocurrió entre pueblos, países ytambién entre ciudades y barrios (obsér-vese que la violencia mayor de las hin-chadas de fútbol es contra los adversa-rios más cercanos), en los barriosactuales se transforma en guerra civil nodeclarada entre bandas de diferentes ca-lles, como pasa en Villegas.

Todo este caldo no lo inventaron las marasestadounidenses (donde se “censaron”26.000 grupos, con más de 700.000 inte-grantes). Esas bandas, como las centroame-ricanas, las parisinas, las por ahora másembrionarias de Argentina, todas las pandi-llas del mundo son un espejo que nos de-vuelve la imagen de esta época.

¿Se puede hace algo?

inguno de estos hallazgos sirve de-masiado cuando uno está en la es-pera de Terapia Intensiva. Explican

el problema, pero después ¿qué hacemos?El estudio de Demoscopía cuenta que mu-chos de los “mareros” lograron salir del es-quema cuando encontraron proyectospropios: la posibilidad de armar una fami-lia, tener hijos. Otra cuestión es que quealguien (a veces el Estado, a veces hay quehacerlo contra el Estado, o ignorándolo)brinde posibilidades reales de organiza-ción de la vida (volver a estudiar, tener untrabajo, generar las condiciones para quela persona empiece a pensar y pensarsede un modo distinto). Estos 35 números demu son muchas veces un catálogo de có-mo es posible crear esos espacios queabren vida, con una mezcla de fragilidad,química y fuerza similares a las que ha te-nido Penélope para dejar abierta la suya.

¿Y en Villegas? Después de la misa, laidea fue organizar la pintada de un muralde unos 80 metros. Allí se dibujó la silue-ta de cada uno de los que estaban, dejan-do sobre el muro la imagen danzante dedecenas de personas, agarradas de la ma-no. Lucas (16 años) y Egar (13) de la tribude Hip Hop sfc, les pusieron arte, color ypotencia a las palabras que todos eligie-ron: “Respeto”, “Amor”, “Unión” y “Paz”.Otra frase: “Por Penélope y por Villegas”.Nada rebuscado. Tampoco los colores. Pe-ro las palabras y los colores andaban me-dio olvidados en Villegas. Dice Lucas, agi-tando el aerosol como una maraca:

El nacimiento de estos grupos es parte de laeterna historia de la violencia estadouni-dense: además de leer trabajos antropológi-cos, conviene ver buenas series policialesnorteamericanas para entender el fenóme-no. Pero las maras se han globalizado. Entreel trabajo de Demoscopía y lo observadoen Villegas, pueden intuirse algunas de lascausas de la expansión de estos grupos:

La huida del Estado y las políticas neoli-berales (en el barrio nadie leyó este in-forme que no habla de Argentina, perotodos reconocen que el huevo de la ser-piente empezó a verse a mediados delos 90). La urbanización desbocada en todo elmundo (personas hacinándose en lasperiferias y barrios pobres, convertidosen feed lots humanos). La necesidad de identidades culturalesde los jóvenes, como forma de combatirsu propia marginación. “Ser algo”, “sermás” o simplemente “ser”: Hamlet co-mo tragedia suburbana. La brecha social (la creciente desigual-dad) y la discriminación cotidiana.

Se pueden seguir agregando ideas. La ine-xistencia de la ley o su manifiesta arbitra-riedad. El desprecio social. El ambientecultural (ya se sabe que una persona llegaa los 15 años habiendo visto unos 200.000homicidios y actos violentos por televi-sión, sin contar los noticieros). Cierto pro-ceso de cosificación de las personas quedaría para escribir otra revista entera. Elprestigio del que se ve dotado quien delin-que: “A las minas les gusta” me explicó ha-ce unos años uno de los detenidos en uninstituto para menores acusados de deli-tos graves. “Si no tenés plata, tenés queconseguirla, porque uno también quieretener esas cosas que te muestran por tele-visión” me explicaron jóvenes de la Uni-dad 48 de San Martín (que casi a los 25años, jamás habían tenido la más remotaoportunidad de trabajar). Desde un pun-to de vista aun más existencial: si las pro-puestas y proyectos de vida carecen deexcesivo sentido, si la vida misma pareceuna especie de encerrona aplastante, lamara o pandilla brinda esos modos deganar en intensidad, en organización dela vida cotidiana, en la posibilidad de es-tar en un grupo, que brinda identidad. Eltrabajo centroamericano agrega que lapandilla “suple necesidades afectivas ybrinda autonomía con respecto a la auto-ridad adulta”.

El psiquiatra español Luis Rojas Mar-cos, como jefe de los servicios de saludmental de Nueva York, detectó otras trescaracterísticas que alimentan estas formasde violencia:

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Decí MU, radiotodas las semanas

El documental sonoro de lavacaque se emite libremente en 99radios comunitarias

Podés sintonizarlo cuando quieras en:www.lavaca.org

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y saldremos a denunciar la inoperanciade la justicia, que en realidad confirmalo que estamos denunciando.

La razón por la que se acude a menores deedad es otro perfil de estos tiempos: sonmás fáciles de manejar, controlar y em-baucar y si los atrapan no pueden ser pe-nalizados como los adultos: son inimputa-bles, lo cual los reubica con velocidad en elcircuito “productivo” de estas bandas.

El plan criminal

as palabras y situaciones que sur-gen al conversar sobre estos temasparecen provenir de los tiempos

del terrorismo de Estado, pero son puropresente en estos terrorismos de barrio, lo-cales (y a la vez globales, en la medida enque se replican en muchas grandes ciuda-des y sus periferias).

Desaparición: “El caso de Luciano Arrugatendría que pasar de la justicia ordinaria ala federal, y así entrar en la definición de de-lito de lesa humanidad. Consideramos queel juez, al no permitirlo, está cubriendo a lospolicías, reteniendo la causa e impidiendoque avance. En el caso de la desaparición deJulio López se tardó dos años y medio enpasar de órbita, y eso que estamos en el pa-ís de los desaparecidos”. (Dato: la desapari-ción de Iván Torres en Comodoro Rivada-via, en 2003, sí fue considerada delito delesa humanidad y se tramita el juicio contrael Estado Argentino ante la Corte Interame-ricana de Derechos Humanos).

Zona liberada: “La policía de una jurisdic-ción libera un lugar, lo deja sin custodia,contratando o reclutando pibes que robenahí para ellos”. El mecanismo es heredadodel que se usaba durante la dictadura paraque los grupos de tareas militares pudiesensecuestrar personas, alertando antes a otrasfuerzas de seguridad para que no intervi-nieran en esa zona.

Torturas: “Después de muchos debates, enla Asamblea decidimos meternos dentrodel cáncer, y discutir con la policía. Lespropusimos terminar con la cultura de latortura: los golpes, la tortura psicológica, ytambién la picana, que sigue existiendo.Te encontrás con gente que reconoce esosproblemas y quiere cambiar, pero otros teniegan todo, o te admiten a lo sumo algúnmaltrato, lo cual es perverso”.

Ni error ni exceso: “A veces te dicen que si pa-só algo, es por algún descolgado, algún vio-lento. Nosotros percibimos una metodolo-gía, con patrones de comportamiento quese repiten. La potestad que le da el Estado aun funcionario policial sin preparación ysin valores, es lo que lleva justamente al

no les importa negociar con el diablo. Ahítenés las consecuencias: San Alberto, Lomasdel Mirador, Laferrere, Rafael Castillo”. Elmapa es enorme. Pimentel y la apdh reali-zaron la denuncia sobre el reclutamiento dechicos por parte de la policía a partir de ladesaparición de Luciano Arruga, 15 años, enenero de 2008. Tiempo después, el entoncesministro de Seguridad bonaerense CarlosStornelli terminó haciéndose eco. Más queconvicción, parece haber sido una revanchacontra la torpeza policial cuando se descu-brió que la desaparecida familia Pomar ha-bía muerto en un accidente, sin haber sidosecuestrada por naves extraterrestres ni nar-cotraficantes chechenios.

¿Qué pasó con la denuncia por reclutamientopolicial de chicos?

La causa está prácticamente inmovili-zada. En estos casos te quedás reman-do con un solo remo, dando vueltas. Sisigue sin haber novedades, vamos a pe-dir el cambio de fiscal (Juan Diomede)

Policía Departamental para que mandarana alguien a garantizar la seguridad porqueen la comisaria ni me atendían”.

Pimentel atribuye la inseguridad barrial“al papel nefasto de las comisarías localescuando entran en complicidad directa y for-man parte de bandas delictivas. Para mí –di-ce– son mixtas, porque tienen vinculacióncon algunos jueces y algunos políticos. Sonpolicías que en muchos casos reclutan chi-cos, como lo hemos denunciado, pero ade-más están implicados en secuestros extorsi-vos, piratería del asfalto, trata de personas,tráfico de droga… Por eso planteamos quehay una complicidad. Parte de la policía,parte de la justicia y parte del poder políticoestán involucrados en esto. Sin esa cobertu-ra no podría estar ocurriendo. Se lo dijimosal propio jefe de la Bonaerense (Juan CarlosPaggi): las comisarias son grupos estancosque funcionan según sea el comisario. Sinos topamos con alguno que tenga respetopor las leyes y derechos, puede andar más omenos bien. Pero están los otros, a los que

ualquier desprevenido consi-deraría que la denuncia judi-cial presentada por Pablo Pi-mentel es una paradoja. En laliteratura infantil, la policía y

los delincuentes son gremios distintos y en-frentados, pero el conurbano bonaerensesuele ser impermeable a esas ficciones.“Nos presentamos en la Fiscalía número 5de La Matanza para denunciar la metodolo-gía de reclutamiento de adolescentes y jó-venes en bandas para delinquir, por partede miembros de la Policía Bonaerense”. Pa-blo Pimentel integra la Asamblea Perma-nente por los Derechos Humanos de LaMatanza, vive allí, a pocas cuadras del lugardonde Penélope Lauman fue baleada, y hareunido suficiente experiencia sobre ma-tanzas y violencias como para diseñar unmapa que describe parte de la genética deesos territorios: “Tiene que ver con el rolque presta la policía en la complicidad conesas bandas. Por ejemplo, cuando se hizo lamisa por Penélope tuvimos que llamar a la

La ley de la transaZonas liberadas, secuestros, desapariciones y torturas forman parte del plan criminal.La diferencia: la policía terceriza el grupo de tareas, ahora a cargo de menores.

PABLO PIMENTEL, DE LA APDH DE LA MATANZA

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abuso de la fuerza y la decisión sobre la vi-da. Y no son errores o excesos, lo más gravees que es una convicción”.

Derechos humanos: “Hace un tiempo está-bamos haciendo un trabajo en un barrio,San Petersburgo, y los chicos del lugar de-cidieron pintar un cartel convocando a unencuentro con la Asamblea. Pasó un pa-trullero. Los policías bajaron y pregunta-ron qué era eso de los ‘derechos huma-nos’. Los pibes les explicaron. Los policíascontestaron: ‘¡Qué derechos humanos!¡Acá mandamos nosotros!’. Y le pegaroncuatro balazos al cartel”.

Dilema del boludito

os balazos al cartel sobre derechoshumanos fueron denunciados. Elentonces ministro Carlos Stornelli

llamó a Pimentel anunciándole la visita dejefes policiales para que pudiera explicarlesla cuestión, y se involucraran en el asunto.Pablo relata: “Nos reunimos con un grupode oficiales encabezado por el comisarioClaudio Fernández, que era superintenden-te de la Región Oeste de la Bonaerense. Ha-bía además varios compañeros de la apdh.Yo le dije: ‘Fernández, sería jodido que estosea una cuestión ideológica’. Me contestó:‘No Pimentel, esto fue obra de un boluditoque vio peligrar su caja’. La frase es literal.La anotamos para poder presentarla comoprueba. Y le contesté: ‘No es un boludito. Es-to en la policía es cultural. Y masivo’. La reu-nión se terminó”. Como la apdh presentóel caso en la justicia, el comisario Fernándezfue citado a declarar y tuvo luego un careocon Pimentel, en el que negó todo lo quehabía dicho delante de varias personas. Porlo tanto quedan un par opciones:

Si fuera cierta la hipótesis del “boludi-to” y la caja, podrían haberlo sanciona-do, demostrando voluntad policial deno cubrir a sus propios corruptos. Si no es cierta esa hipótesis, tiene razónPimentel en su sospecha de que los ba-lazos tuvieron un contenido ideológico,de agresión hacia la sola mención delos derechos humanos.

El silencio del comisario resuelve el dilema:tanto lo ideológico como lo corrupto for-man parte de un contenido que se defiendecorporativa e institucionalmente.

Pimentel destaca que en esa experienciadel debate con policías, ha encontrado tam-bién otra clase de personas, capaces de re-conocer los problemas. “El comisario JoséRaggio, también de la Regional Oeste, medijo un día que vino a la apdh: ‘Tiene ra-zón, esto es incorregible, estoy cansado’”.

¿A qué se refería? Después de la desaparición de Luciano

Arruga, otro chico vivió un episodiomuy feo, donde un policía lo agarrócon el mismo discurso que a Luciano:“Che, acompañame, sos un buen pibe,charlemos”. Lo tuvo 13 horas dandovueltas por el barrio para que le marca-ra quién roba, quién y dónde vendedroga. Incluso lo mandó a comprar dro-ga. Le hablaba de fútbol y chicas, leprometió regalos. ¿Cuál era la estrate-gia? Que el pibe se preparara para ha-cerle el trabajo de inteligencia y él ma-nejaba todo desde la oficina.

La capacitación del buchón... Claro, pero ni siquiera para impedir eldelito, sino para ir a recaudar. El casode Luciano es el de quien se niega a tra-bajar para la policía de este modo, o ro-bando. Y por eso desaparece. En todoesto es que Raggio me daba la razón.

Masa encefálica

imentel reconoce que tuvo un“clic” con respecto al tema policialen 2001 cuando Sergio Daniel Dí-

az fue detenido por averiguación de ante-cedentes. Armaron el caso para mostrarlocomo un intento de fuga, aunque en reali-dad le habían destrozado el cráneo. “Fueun fierrazo, con pérdida de masa encefáli-ca. Multiplicá ese caso por mil en la pro-vincia, y sumale todo el país. Pero esa vezse lo dimos vuelta, tuvimos que desente-rrar el cuerpo, hacerle una autopsia, y con-denaron a perpetua al policía. Fue en2009”. La apdh recibió también a un po-licía que había cometido el “error” de de-volverle un auto robado a su dueño, sincobrarle el peaje cotizado en 1.000 pesos.“El comisario directamente le pegó untrompazo. Casi le saca la cabeza. El pibehabía cumplido su deber, pero terminó re-nunciando a la policía”. Otro caso: “Unsargento, tipo intachable, que no se metíaen los robos porque no los aceptaba, esta-ba persiguiendo a unos delincuentes. Suscompañeros venían detrás. Le dispararonpor la espalda. La viuda de este hombrenos pidió que no hiciéramos nada. Teníamiedo por sus hijos, lo que te habla deuna mafia”. Otro: “Un policía joven, delbarrio, era enviado a robar bolivianos queiban a La Salada con sus productos. O aexigirles coima. A cada uno que engancha-ban le cobraban 1.500 pesos. Imaginate.Pero este muchacho se negó, lo denuncióy lo separaron, acusándolo de tener pro-blemas psiquiátricos”.

Pimentel observa ambivalencia en elgobierno sobre estas cuestiones: “El matri-monio Kirchner ha puesto el título de loscambios que se tienen que producir y esouno lo apoya; pero falta el contenido. Lafalta de contenido son justamente estoshechos. Hay un círculo perverso que creatodo el sistema estatal que supuestamente

nos brinda protección, pero que generauna profunda inseguridad”.

¿Cuál es esa inseguridad? La de chicos como Luciano Arruga, aquien los que tenían que garantizarleseguridad, lo secuestraron, torturaron ydesaparecieron. La inseguridad es unEstado deficiente, hipócrita que propo-ne la defensa de los derechos humanospero tiene gente que los viola. Tenemoscomo nunca ministerios de DerechosHumanos o secretarías en todas lasprovincias, ciudades y municipios ynadie se hace cargo políticamente de ladesaparición de Luciano Arruga.

Una oferta que no se puede rechazar

l trabajo barrial en La Matanza lepermite a Pimentel descifrar va-rios enigmas: “Los pibes ven que

la oferta de salir a robar la hace la policía,la autoridad, y piensan que está todobien. Ojo: hablamos de chicos que hanvisto desde siempre armar o desarmaruna 9 milímetros, o vieron cómo su papále pegaba a su mamá, o cómo su mamá seprostituía, cómo sus hermanos se droga-ban, o iban a visitar a sus familiares a lacárcel. Cuando el agente del Estado que esla policía se acerca y les ofrece esto, a ries-go de que si lo rechazan van a tener pro-blemas, ¿qué va a decidir ese pibe?”. Soninteresantes las palabras –casi de agenciade empleo– de la oferta policial: trabajo(nunca robo, la frase es “trabajás con no-sotros”); dinero (“así vas a tener tu propiaplata”), y seguridad (“tu familia va a estarprotegida”). El estado de bienestar.

¿Se puede hacer algo frente a esto? Ade-más de las batallas judiciales, el trabajo enbarrios como San Petersburgo le hizo ver ala apdh cómo bandas, chicos que se droga-ban y hasta referentes tumberos, pudieronentrar en una nueva frecuencia. “Hubo unatrasformación al percibir la posibilidad detrabajar en serio, de hacer una placita, unacancha de fútbol, poner postes de luz, uncentro cultural juvenil. La clave fue cuandocambiaron la lógica de esperar que les traje-ran cosas y les solucionaran problemas,que es lo que hacen los punteros políticos,y los pibes dijeron: ‘lo hacemos nosotros’”.

La experiencia está naciendo. Dice Pi-mentel: “Si queremos hacer un proceso dedignidad, no puede ser que con discursosrevolucionarios y de izquierda se apliquenpolíticas clientelares que someten al pobrea un sistema de no crecimiento y someti-miento”. Y propone: “Tenemos que termi-nar con ese discurso de que la construcciónpolítica se hace con barro y con mierda”.Los jóvenes de San Petersburgo ya estánprobando. Nadie se preocupa demasiadopor el título, pero están dándole contenidoal asunto, aunque les baleen los carteles.

La causa que investiga la desapari-ción de Luciano Arruga está a pasosde girar a la órbita federal y ser en-cuadrada como delito de lesa huma-nidad. Las trabas, hasta ahora, las im-pone la justicia, a través del juezGustavo Banco quien se declaró “com-petente” para motorizar la causa anteel pedido de la querella para remo-verlo y saltar de órbita. El cambio decarátula, que desde hace casi un añoy medio se mantiene impunementecomo “averiguación de paradero”,ahora es estudiado por la Cámara deApelaciones y se espera respuesta enlas semanas próximas. Juan ManuelCombi (abogado de la familia Arruga)resume la importancia de catalogarla causa como “desaparición forzadade persona”: “Al pasar de foro, la cau-sa es imprescriptible, cobra otro gradode investigación y publicidad nacio-nal. No es lo mismo buscar un pibeque atacar una institución, una meto-dología y un delito”.

Paralelo al pedido de cambio de fuero,la fiscal Celia Cejas –de la Unidad Fis-cal de Investigaciones N° 1 de La Ma-tanza– presentó, junto a los abogados,cincuenta carilllas que sintetizan enocho puntos los delitos colaterales quesalpicaron la investigación: coaccionesagravadas, supresión de los documen-tos públicos (alteración de los librospoliciales), incumplimiento de deberesde los funcionarios, amenazas y apre-mios ilegales en la comisaría de Lo-mas del Mirador. Además, se pidió laindagatoria de dos de los ocho policíasen servicio la noche de la desapariciónde Luciano. El juez Banco aún no latramitó. Mientras tanto, los ocho policí-as continúan trabajando.

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El artista hiphoptero Mustafá Yoda fue uno de los invitados al taller de producciónmusical de la escuela primaria de Villa Corina. Les explicó a los chicos cómo trabajara partir de la simple rima de palabras y luego sacó su celular y los hizo escuchar tres

bases musicales sobre las cuales improvisó. Firmó decenas de autográfos -a los chi-cos, pero también a los grandes- y escuchó lo que el grupo de la escuela había gra-bado: el rap que formará parte de la muestra Ningún pibe nace para chorro.

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VILLA CORINA

Con un taller de producción musical o un festival donde se elige Miss Contami-nación intentan desafiar al destino del barrio y lograr cambios. Una experienciaconcreta sobre cómo la participación le gana a la violencia. Arte y protesta.

l barrio es un enjambre de pa-sillos que recorren primero losmonobloks, después las casi-tas y más allá lo que se pudoconstruir sobre esos terrenos

que el arroyo Sarandí convierte en ciénaga.Ninguno de los tres tipos de edificacionesescapan al deterioro que produce las arit-méticas de la pobreza: hay más gente queviviendas. Como también hay más genteque trabajo, más gente que oportunidades,más gente que futuro. Esa ecuación convir-tió a Villa Corina en una zona peligrosa, es-pecialmente durante la peligrosa décadadel 90, cuando fue bombardeado el cordónindustrial de la zona sur bonaerense. “Teníafama de pesada, pero eso lentamente estácambiando. Ahora hay mucho más presen-cia de organizaciones sociales. Y tambiénmuchas más ganas de participar”, cuentaNéstor Saracho, uno de los fundadores dela Asociación Civil Vecinos de Villa Corinapor un Futuro Mejor y responsable de la or-ganización de las actividades más novedo-sas del barrio.

Saracho llegó a ese barrio a los 12 añosy cursó el último grado en la Escuela N° 58donde hoy ofrece un taller de edición mu-sical. Su biografía dice que nació en Salta,pero su parto fue en Lavalán, el lavaderode lanas recuperado por sus trabajadoresen plena crisis de 2001. Desde entoncesacompañó el proceso de creación de va-rias cooperativas de trabajo, una experien-cia social cuyos desafíos sobre la autoges-tión, la participación y la producción decambios lo siguen desvelando hasta hoy.Marcado por esa perspectiva, comenzó amirar su barrio con otros ojos.

El primer proyecto que impulsó fue jun-tar firmas para exigir una tarifa única en lalínea de colectivo comunal. “En el conurba-no están las que se llaman las líneas 500,que no tienen legislación provincial ni na-cional. Por ejemplo, la cnrt no te toma unadenuncia y en algunos lugares tienen licita-ción municipal y en otros funcionan de ma-nera muy irregular. Pero el servicio queprestan es fundamental porque conectan lu-gares dentro del mismo partido que ningu-na otra línea hace. Vos te podías ir con unboleto de 90 centavos a recorrer todo el par-tido. En el último tarifazo aumentó el tripley por eso empezamos a juntar firmas. Lo-gramos que quedaran las tarifas más bara-tas y, de palabra, que los colectiveros cobra-ran el mínimo. Ahí comprobamos que lagente del barrio necesitaba proyectos con-cretos. Que en base a una problemática co-mún podía comenzar a pensar otras cosas”.

¿Por ejemplo?El presupuesto de Avellaneda, por ejem-plo, es poco más de 300 millones de pe-sos anuales. Se gastan millones en soste-ner el negocio de la recolección debasura, pero no hay un centro de rehabi-litación en el barrio. Un día hablaba conmi hermano, que está en rehabilitación,sobre cómo la adicción es un método decontrol social, que es un discurso quemuchos repetimos convencidos. Él merefutó: “Para mí es un método de des-control social… Es para que estemos des-controlados y nos bardiemos entre losvecinos y empiecen las trifulcas entrebandas, en vez de buscar una cosa en

común como, por ejemplo, organizarnospara que todos los ascensores de las to-rres anden bien”.

Así, de lo amplio y profundo a lo concreto,fueron encontrando una forma de relacio-narse con los vecinos, a los que convocarona charlar en reuniones que llaman “gruposde reflexión barrial”. Un ejemplo: en 2007el barrio fue sacudido por un hecho que seconvirtió en leyenda. “Los chicos de 10años nos contaban que una banda autode-finida como Los hijos de comisarios habíafusilado a 10 chicos al grito de ´Mueran losfuturos chorros´. Tomamos contacto con al-gunos familiares de los chicos que asesina-ron con la idea de reconstruir esa historiaen una jornada de reflexión colectiva. Ahísurgieron cosas muy interesantes. Losmuertos en realidad fueron 3 y los que dis-pararon no eran todos hijos de policías, si-no uno solo. Y estaban pasadísimos. Unodijo: ¿qué mirás? Y el otro le pegó un tiro.Lo que surgió, entonces, fue cómo el rumordel barrio construye una leyenda así, cómoel propio barrio se encarga de irradiar elmiedo”. El resultado de ese día se convirtióen las primeras estrofas del rap que los chi-cos de la Escuela N° 58 van a estrenar en lamuestra Ningún pibe nace para chorro, orga-nizada por lavaca, y que tendrá como unade sus sedes el barrio de Villa Corina.

El ritmo del cambio

éstor y sus amigos se acercaron a laescuela del barrio para presentarlea la flamante Asociación y termi-

naron creando un taller de producción mu-sical en el que los chicos aprenden la cultu-ra del hip hop. El proceso de esteaprendizaje es de por sí significativo. “Endos clases ya sabían cómo hacer músicacon las computadoras, pero para componerlas letras se necesitó un proceso más largo.La toma de la palabra es un problema con-creto”. Para lograrlo, tuvieron que organizar

una jornada que bautizaron de “composi-ción colectiva”, donde surgieron los dosgrandes temas que amordazan a grandes ychicos: el miedo y la vergüenza. Tuvieron,también, que convocar a Mustafá Yoda,que charló con los chicos sobre su expe-riencia. Y también organizar una jornadacon el artistas grafitero Marks, quien pintóen el patio de la escuela un pequeño muralpara enseñarles a los chicos de 5° y 6° gradolos secretos de su arte. Pintar y cantar seconvirtieron así en formas de exorcizar lasmordazas. E identificar más claramentequiénes las fueron construyendo. “En la jor-nada empezamos a hablar sobre a qué co-sas los chicos les tienen miedo. Surgieronvarias: una simple actividad infantil comojugar en la calle puede convertirse paraellos en una experiencia de terror porqueencuentran cartuchos de balas o porque elvecino les apunta con un arma porque es-tán haciendo ruido. Hablaron de los padresborrachos, de que todas las noches se duer-men con la música a alto volumen de lospibes que están tomando en la calle y queeso siempre termina en peleas… Despuéstodo esto fue derivando en los deseos delos chicos. Hablaron sobre cómo les gusta-ría que fuera la relación con sus padres. So-bre el abandono que sufren ya sea porqueel papá está preso o porque abandonó a lamadre. Cuando les preguntamos concreta-mente qué deseaban, una nena dijo que legustaría que los papás no discutan frente aella, que dejen de mirar la tele y que lepresten atención. Hablamos, entonces, delo que representa la televisión en sus vidas,porque es algo que está muy presente.

¿De qué manera?En todas las casas está prendida todo eldía. La primera adicción es ésa: la tele.

¿Es el gran enemigo a vencer?Hoy es un gran impedimento. Hay unafuerte dependencia porque todos sientenque no podés perderte el partido o la tele-novela porque quedás afuera. Es una for-ma de pertenecer. Y esa misma televisión

que consumís, es que habla mal de vos.Te convierte en espectador de tu miseria.

El efecto concreto tiene para Saracho una so-la palabra: sumisión. El antídoto, entonces,tiene también una sola palabra: imagina-ción. Con esa herramienta construyeron unade sus últimas movidas: el Arroyofest. “Pri-mero llegamos ahí por el tema del olor. Elarroyo Sarandí está a 12 cuadras del barrio ycuando el viento sopla para este lado, te ma-ta. Empezamos a investigar y encontramosque hay como un pequeño polo industrialclandestino, con curtiembres y químicas quehacen lo que quieren porque nadie llegahasta ahí para controlarlas. Hicimos una in-vestigación para ver quiénes eran esas em-presas. Organizamos reuniones, pero veníannada más que 20 vecinos. ¿Cómo lográba-mos más interés? Con imaginación, dijimos.Enzo tiró el nombre: Arroyofest. Y a otro se leocurrió convocar a un concurso de pesca. Ya otro elegir Miss Contaminación, una repre-sentando a Techint, otra a la Barrick Gold,otra los políticos cortos de vista (que ganó) yotra a las empresas truchas del arroyo Saran-dí.. Y en medio de los recitales de las bandas,intercalamos las exposiciones de los foros demedioambiente que la tienen clara y hacerato vienen organizándose. Unos hablarondel agua contaminada, otros de la costa Ave-llaneda-Quilmes que está apropiada por Te-chint para hacer un negocio inmobiliario.Los de Lomas contaron cómo se organizanlos vecinos desocupados para limpiar ellosmismos las cuencas. Todas las exposicionesno ocuparon más de 15 minutos para noaburrir y que la gente no se fuera. No querí-amos quedar como cabeza de gato”.¿Qué es eso?

Cuando mirás atrás y no hay nadie.Ahí te la ponen.

¿Lo lograron?Sí, porque participó mucha gente y to-da esa movida logró que el ConsejoDeliberante pida un informe y que sehaga cargo del tema la Secretaría deMedio Ambiente del municipio.

Si tuvieras que contarles a otros lo queaprendiste, ¿qué les dirías?

Que tenés que empezar a juntarte conotro al que le pase lo mismo. Aunque se-an dos nomás, sirve para empezar a ha-blar. Que hay que reflexionar y escribirlo que se piensa en esas charlas. Que laúnica forma de vencer el miedo es ésaporque si te guardás, te da más miedo.Que el miedo es un mecanismo de so-metimiento del poder que no quiereque hagas nada. Y que el tesoro de cual-quier causa vecinal, lo que te permite esmoverte libremente, es que nunca seapolitizado partidariamente. Ésa es la realpolítica. Pero para llevarla a la práctica, alo concreto, tenés que buscar nuevas for-mas que, por ahora, no están escritas.Por eso, una herramienta más importan-te es la imaginación.

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dios, se rasgan las vestiduras por un pibefumando paco o aspirando pegamento,pero no les pasa nada cuando ven chicosrevolviendo la basura. Y aclarando quetambién hay una marginalidad, ponele lascomillas que quieras, en chicos de clasemedia y alta que se vuelcan a las drogas”.

La relación entre paco y violencia tam-poco parece una respuesta. Gustavo: “Loque sabemos que es explosivo es la mezcladel alcohol y psicofármacos de venta legal.Esa gente sacada que comete delitos, no lohace por efecto de la marihuana, el paco, nisiquiera cocaína. Pero, ¿es casualidad quese busque al paco como causante de la vio-lencia cuando la causa son drogas legales?”.

Mario es fiel a las preguntas: “¿Y el chi-co tirado en la calle fumando o aspirandono es violencia?”.

La otra distorsión del tema es ver ‘la dro-ga’ como un problema de clases pobres,

experimentadores esporádicos, otros sonabusadores, una minoría son dependien-tes. Preferimos hablar de ‘consumos proble-máticos’. Y nuestra manera de trabajar eshacernos preguntas, y no caer en esas res-puestas que generan control social, más re-presión, más cárceles y más leyes, quevuelven a ser respuestas más criminaliza-doras”. Todo este esquema penalizador, se-gún parece, no ha sido muy exitoso. “Y has-ta la palabra adicción se ha transformadono en un diagnóstico, sino en un insulto”.

Menem y el paco

ario recuerda que el problema delconsumo de paco, por ejemplo, seincubó en el menemismo. Y esta-

lló en 2001 “con una crisis social tremen-da, el desempleo, y la irrupción de unasustancia que costaba un peso, mientras lacocaína costaba 30. Así como comprába-mos marcas truchas en el almacén porquenadie tenía plata, estalló el consumo depaco”. ¿Y ahora? “Cuando se habla deconsumo en niños y adolescentes en si-tuaciones de alta vulnerabilidad, observa-mos que el problema no es el paco. Loscuran, los desintoxican, pero los devuel-ven al mismo contexto y todo vuelve aempezar”. Gustavo: “La sociedad, los me-

o dicen todos: el problema esla droga. “Eso es lo que se di-ce, pero apenas se piensa einvestiga el tema, se nota quehablando de ´la droga´ se en-

cuentra un chivo expiatorio. No se com-prende la cuestión en su complejidad, nose hace nada para resolverla, y se tapanproblemas de fondo”, dice el licenciadoGustavo Zbuczynski, psicólogo. Para su co-lega, el psiquiatra Mario Kameniecki, otroelemento turbio no es que faltan respues-tas, sino que sobran: “Las respuestas sonestereotipos, frases que se dicen para en-casillar los problemas y darlos por resuel-tos. Pero falta un paso, que es el de las pre-guntas. ¿Qué es la droga? ¿Todas soniguales? ¿En qué contexto?”.

La Asociación de Reducción de Dañosde la Argentina (arda) trabaja desde 1999,planteando reducir los riesgos y daños quecausan el uso de sustancias psicoactivas ile-gales o legales. Mario y Gustavo integranademás el Centro Carlos Gardel, de asisten-cia en adicciones, en Buenos Aires. “¿El pro-blema (de la violencia, la delincuencia o loque sea) es la droga, o ésa es la respuestafácil frente al caldo de cultivo de condicio-nes sociopolíticas que explotan y generanesos consumos?”. El doctor Kamenieckipropone algunas precisiones: “No todo con-sumidor de drogas es adicto. Algunos son

El paco y la duchaTrabajan sobre otros paradigmas para restablecer el nexo entre el barrio y el adicto.Aseguran que la violencia no la genera el paco, sino el abuso de las drogas legales. El rol de los contextos sociales y políticos que explotan el consumo abusivo.

ASOCIACIÓN DE REDUCCIÓN DE DAÑOS (ARDA)

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cuando es obvio que el motor de todo elnegocio funciona en sectores (empresarios,políticos, periodísticos, policiales, etc.) leja-nos a las villas. “Y de paso, de los bancosque lavan dinero del narcotráfico se hablapoco y nada”, sugiere Gustavo.

Discursos vs. experiencias

n los barrios, el trabajo de arda serealiza a partir de otros paradig-mas. “El barrio es discriminado

desde afuera, pero a su vez discrimina alusuario de drogas. Nosotros vamos por ca-pas, como pelando una cebolla. Se va a laiglesia, de ahí al centro comunitario, de ahíal comedor, hasta hacer contacto con losusuarios. En esas primeras capas, se tratade vencer el prejuicio, porque si se rechazaal que consume drogas, ¿cómo se hace pa-ra incluirlo?”, explica Gustavo. “Puede so-nar nimio, pero instalar una ducha en uncomedor comunitario fue importante. Elpibe puede bañarse, ir al comedor sin quelo echen por roñoso, ir a un encuentro so-cial, buscar un trabajo… Todo empieza porese gesto mínimo: poder ducharse”.

Ahí hay una primera posibilidad de dig-nidad. “En el proceso de conversar sobrelos consumos, sobre encontrar vías menospeligrosas (no compartir jeringas o canutos,por ejemplo) encontrás pibes preadolescen-tes en los que la sola idea de que alguien seinteresa por ellos, ya es causa de que aban-donen el consumo. El chico puede pensar:'Alguien espera algo de mí´´ . Es un efectosubjetivo, pero empieza a tener algo por

ARDA Asociación de Reducción de Dañoswww.infoarda.org.ar [email protected]

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ción y la Lucha contra el Narcotráfico)que manejaba fondos para estas comuni-dades a razón de 1.200 pesos/dólares porinternado, un suculento negocio a condi-ción de considerar que todos fueran‘adictos’. En esta etapa hay un nuevo des-lizamiento que califica a cualquier usua-rio de drogas como ´enfermo´. En todocaso, por la experiencia de todos estosaños, lo que observamos es que un nú-mero muy pequeño de personas queconsumen pueden efectivamente ser con-sideradas adictas o enfermas”.

En los barrios periféricos, sostiene lagente de arda, también es crucial la“prevención no específica”: lugares dejuego y deportes, proyectos artísticos ocomunitarios. “No es lo mismo un pibeabandonado, sin anclaje, que si está lu-chando para que su equipo del barriosalga campeón. Todo lo que se pueda cre-ar como propuesta de actividad no esprevención en drogas, pero termina sién-dolo. El problema es que no se elaboranpolíticas de alto impacto en ese sentido.Venimos de décadas de políticas de cri-minalización y prejuicio”. La salud (o lareducción de daños) tal vez empiece porrespetar tanto al otro como para escu-char, comprender y descubrir dónde con-viene poner una ducha.

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qué cuidarse”. Eso puede significar seguirconsumiendo (con otro cuidado) o no, perola apertura ya implica un cambio. “Lo he-mos visto. Por eso tampoco llegamos con eldiscurso ´la droga mata´. Porque el chico tie-ne hermanos o conocidos que fuman ma-rihuana hace 20 años, y están vivitos y co-leando. Entonces piensa: ‘es mentira que ladroga mate, así que voy a fumar paco’. Elabordaje en esos casos es para que se com-prendan los distintos tipos de drogas, susefectos, y tratamos en todo caso de lograrque esa comprensión y esa apertura del te-ma sirvan para postergar lo más posible laedad de iniciación, para que el chico tengaotro poder de discernimiento, otra posibili-dad de saber qué está haciendo”.

Los profesionales de arda consideranque los chivos expiatorios y lugares co-munes han servido también para ciertosnegocios. Gustavo: “Las comunidades te-rapéuticas fueron otra ‘respuesta’, quemarcó como ‘adicto’ a todo aquel que en-trara en contacto con la droga. Ha habidocasos de chicos encontrados en la callecon un porro, que pasaron dos años enuna comunidad terapéutica, encerrados ydesvinculados de su medio. Hubo un cre-cimiento exponencial en los 90, a travésdel sedronar (Secretaría de Programa-ción para la Prevención de la Drogadic-

En Sujetar por la herida (Paidós, 2010),uno de los estudios más completos so-bre el consumo de drogas en sectoresmarginales de los últimos años, suautora, la antropóloga María Epele,describe cómo la combinación entreuso de drogas, pobreza y juventud seconvirtió en uno de los nudos en quelo abyecto toma cuerpo, rostro y nom-bre en los nuevos mapas sociales.

“Es imposible –señala la autora- di-sociar claramente la lectura de losefectos de determinada sustancia delas consecuencias devastadoras dela pobreza, la desocupación la des-nutrición crónica, la falta de escola-ridad, la desintegración familiar y laviolencia asociada a la falta de de-rechos, abusos y persecuciones quevienen padeciendo los jóvenes deestos barrios”.

El desmantelamiento político, econó-mico y social de los años 90 no solohizo crecer abismalmente los nivelesde pobreza y marginalidad, sino quefue el asidero para la proliferación demedicamentos truchos dada la faltade control, y la aparición de nuevassustancias no aptas para consumo hu-mano producto renovación del nego-cio en torno al proceso de producciónde pasta base de cocaína.

La combinación de esos factores devi-no en el surgimiento, en los márge-nes de la sociedad, de nuevas formasy modalidades de consumo en torno asustancias existentes en el resto de loestratos sociales como los psicofár-

macos y el paco pero que, en sectoresmarginados, multiplicaron sus daños.No solo por la vulnerabilidad propiade usuarios con un estado de saludcon menor capacidad de resistencia,sino el fenómeno de doble exclusiónal que se vieron expuestos. Primerose los aisló irreversiblemente de cual-quier tipo de inserción social, a lo quese sumó luego la estigmatización ydiscriminación propias de los usuariosde drogas.

La despenalización de la tenencia dedrogas para consumo personal evita-ría que muchos pibes que fueron atra-pados con un porro o una dosis de pa-co, encima terminen en una comisaríao un juzgado.

La creación de un sistema de atenciónsocio-sanitario público, universal ygratuito seguramente le permitirá amuchas personas, ya sin miedo de irpresas o internadas a la fuerza, ejer-cer el derecho que les corresponde arecibir la mejor atención para sus pro-blemas de consumo.

Y hasta una eventual legalización se-guramente termine con el negociodel narcotráfico y la venta de sustan-cias no aptas para consumo humano.Pero sin un abordaje social y sanita-rio amplio que contemple la realidadpropia de cada sujeto y el contextoque lo rodea, será difícil desentramarlos problemas de consumo de drogasen situaciones de marginalidad y ex-clusión surgidas luego del terremotoneoliberal.

Sujetar por la herida

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Por Sebastián BasaloDirector de la revista THC

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l doctor Andrés Carrasco tie-ne dos sedes de trabajo. El La-boratorio de Embriología Mo-lecular de la Universidad deBuenos Aires, donde sus ex-

perimentos con embriones anfibios con-firmaron algunos de los venenos del mo-delo sojero, y el Bar de Cao, bello resabiode 1915 en el barrio de San Cristóbal, en elque suele instalarse con netbook y celular,y donde aceptó conversar sobre ciencia,modelos de producción, pensamiento crí-tico, neodesarrollismo, minería, soja, tec-nología, progresismo, comunidades que seorganizan, dependencia, democracia yfuturo, entre otros enigmas un tanto ine-xistentes en las agendas mediáticas y po-líticas. Carrasco cree que esa propia ine-xistencia es un símbolo de cómo opera elactual modelo, cosa que van experimen-tando hasta los embriones anfibios.

Cierra la netbook y menciona una pa-labra clonada al infinito en este Bicentena-rio: “La palabra es emancipación. Pero eslo que está pendiente: emanciparnos demodelos de pensamiento o epistemas quenos convierten en imitadores, en subordi-nados a formas de pensamiento único. Elpensamiento crítico es el que deja de obe-decer, el que pone una duda: ¿el pensa-miento único es el correcto, o lo están im-poniendo para que no pensemos de otramanera? Si compramos esa idea, que ya esun modelo civilizatorio, perdemos la liber-tad de tomar decisiones sobre nuestra vi-da y nuestro futuro”.

No te bañes en glifosato

iene 64 juveniles años recién cum-plidos, es médico egresado de lauba, militó en el peronismo en los

años 70 (“pero no en Montoneros, tenía-mos críticas a las formas organizativas, lasmismas que plantearon más tarde muchosde sus integrantes”). Desde 1980 hasta 1990desarrolló sus investigaciones en Suiza yEstados Unidos. En el año 2000 estaba par-ticipando con muchos de sus antiguoscompañeros en el frepaso, y el gobiernode la Alianza lo designó como presidentedel conicet (Consejo Nacional de Investi-gaciones Científicas y Técnicas). Más re-cientemente, Nilda Garré lo nombró en elMinisterio de Defensa como subsecretariode Ciencia y Tecnología, pero Carrasco de-cidió renunciar luego de dar a conocer, enabril de 2009, las investigaciones del Labo-ratorio de la UBA sobre los efectos del glifo-sato (el herbicida atado a la producción desoja transgénica). Había trabajado en em-briones anfibios, y confirmó estudios quevenían realizándose en Francia. Detectó:

1) En embriones inmersos en dosis1.500 veces menores a las de las fumi-gaciones: disminución del tamaño, alte-raciones cefálicas con reducciones deojos y oídos, pérdida de células neuro-nales, compromiso en la formación delcerebro. Sus conclusiones: “Podrían in-

dicar causas de malformaciones y defi-ciencias en la etapa adulta”. 2) En embriones inyectados con dosis300.000 veces inferiores a las de las fu-migaciones: malformaciones intestina-les y cardíacas, alteraciones en la for-mación de los cartílagos y huesos delcráneo, incremento de la muerte celu-lar programada.

El informe afectó las células neuronalesde quienes en el ámbito oficial y privadodefienden el modelo sojero, y Carrasco in-cluso recibió amenazas. Renunció a De-fensa: “Preferí no mezclar a otras personasen el revuelo. Además mi filosofía es noatornillarme a los cargos. Recomiendo pú-blicamente a todos los compañeros, o no,que tienen cargos públicos, que tenganuna profesión, un oficio, que no sea serpolítico, funcionario, diputado. Para mífue un honor tener cargos, pero soy médi-co, investigador, y cuando he aceptado unnombramiento es con la intención de ha-cer un aporte, pero sabiendo que volveréa lo mío. Hay que preservar los grados de

libertad de conciencia y trabajo”. Sobre los ecos de sus ensayos: “Es increí-

ble que la reacción haya sido por el informe,y no por los centenares de denuncias quevenían haciendo médicos rurales y vecinosde todo el país. Si yo no hubiera llegado aesas conclusiones, ¿quién tendría razón? ¿Elque está en el laboratorio o el vecino quemuestra lo que le pasa? Vivimos en un siste-ma de negación. Cuestiones como éstas nose estudian a propósito, para que no se co-nozca lo que provocan. Pero el glifosato noes el centro del problema, ni Monsanto (lamultinacional sojera). Lo más grave, lo en-fermo, es el modo de producción actual quetiene un efecto perverso sobre el ambiente,la salud humana y la sociedad”.

Magoya y los nuevos ricos

arrasco habla de ciencia, o de for-mas de pararse ante la vida:

La tendencia de la comunidad científicaargentina es ser legitimada por el exte-

rior. Es una comunidad subalterna, enel sentido de que está subordinada a laslógicas de los grandes centros científi-cos. Es bueno tener relaciones, no su-bordinación. Queremos ser del primermundo, y entonces creemos que hayque imitar al primer mundo, lo segui-mos. El verdadero primer mundo, encambio, piensa en sus propias necesida-des, sus propios proyectos. No imita nise subordina. Pero para colmo esta co-munidad no es consciente, o no recono-ce ese problema. Vive copiando formas,lógicas, hay un deslumbramiento porlas tecnologías. Es como el nuevo ricoque va al shopping y quiere comprarsetodo para ser como otro.

¿Y qué compra?Paquetes tecnológicos pero, primero, loque compra es modos de pensar. La de-pendencia es ideológica, siendo quehoy más que nunca el modelo de desa-rrollo de un país depende del pensa-miento y conocimiento que sea capazde generar. Más en un país dependien-te como el nuestro. No se trata de en-frentarse a países centrales, sino de te-ner políticas de desarrollo científico ypensamiento propios.

¿Por ejemplo?Lo primero es entender que la idea deciencia neutral y universal no puedecreerla ni Magoya. Se usan esas clasifi-caciones para que todos tengamos quehacer lo mismo. Pero es mentira. Cadaestructura de poder, histórica e ideoló-gicamente, ha tenido su propio pensa-miento, objetivos, desarrollo científicotecnológico, de acuerdo al perfil de na-ción que dibuja para sí. El desarrolloatómico de los norteamericanos no sedebe a un proceso de evolución cientí-fica determinado, sino a que queríantener la bomba atómica.

¿Y en nuestro caso? En Argentina tenemos un modelo deproducción que no es soberano. No lo esen minería, en agricultura, en energía.Lo están decidiendo otros. El factor nue-vo es que por primera vez las institucio-nes ligadas a la producción de conoci-miento han sido incorporadas a esadependencia. La famosa resistencia delos sectores universitarios y de pensa-miento crítico, ha cedido. Se doblan sinromperse. Y al doblarse ceden su autono-mía en función de participar del festín depertenecer al primer mundo, adoptandoun modelo de desarrollo supuestamenteexitoso pero diseñado no de acuerdo anuestros intereses, sino a intereses quenos perjudican. El conicet, por ejem-plo, está jugando ese rol.

Cavallo versión progre

Cómo juega ese rol? Esto nunca lo dije, pero cuando di-mos a conocer la investigación, no

se puede descartar que aprecid (la cá-mara que nuclea a los sojeros) haya

ANDRÉS CARRASCO, CIENTÍFICO

Sobre chanchos y caranchos

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Sus investigaciones en embriología molecular sobre las malformaciones y enfermedades que producen losherbicidas usados en la soja, abrieron un debate acerca del actual modelo de desarrollo y sus consecuen-cias que califica como “devastadoras”. Carrasco analiza aquí el rol de la ciencia como forma de controlsocial, la diferencia entre crecimiento y desarrollo, el progresismo que clona ideas de Cavallo, y la acciónde las comunidades en defensa de sus derechos. ¿A qué hay que temerle más: al conflicto o al consenso?

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es parte de una política. Mis colegas ymuchos compañeros está pensando así.Entonces aquel discurso de Cavallo triun-fó, perforó a esos ámbitos institucionales,se metió dentro de las universidades quese han convertido en varios casos enagentes de propaganda de esos paquetestecnológicos, y privatizan el conocimien-to. No es que vienen a comprar las uni-versidades, sino que las ponen en fun-ción de las demandas privadas que nosvan a llenar de felicidad por desborde.

El debate de fondo

sted estuvo en el gobierno. ¿Por quéocurre eso con funcionarios que dicenprovenir de otra lógica, más crítica?

Buena pregunta. El gobierno tiene co-sas elogiables, algunos aspectos dedistribución de riqueza, política de de-rechos humanos, tendencia a naciona-lizar algunos puntos de la economía.Se me pueden pasar cosas técnicas,pero intuitivamente estoy de acuerdo.El problema es que todo eso tiene mu-cho de simbólico y fácil. Hay cons-trucciones disonantes. Se habla de de-rechos humanos, pero por otro ladono se discute el modelo que está ata-cando esos derechos. Lo que me pre-gunto es si las cosas que yo planteocomo relativamente fáciles y que unove como positivas, no están evitando ladiscusión de fondo: de qué modo se es-tá legitimando ese modelo de desarro-llo. Es equivalente a las cosas por lascuales peleamos en los 70. Antes era loideológico, lo político. Nadie hablabadel agua y los recursos naturales, salvoPerón. (En 1972 Juan Perón, aún en elexilio, escribió un “Mensaje Solidario alos pueblos y gobiernos del mundo”,donde denuncia el despilfarro de recur-sos naturales, la contaminación am-biental ligada al empobrecimiento so-cial, el sometimiento tecnológico, laausencia de políticas propias en los pa-íses del Tercer Mundo, y varias cuestio-nes de premonitoria actualidad perofuera de la “agenda” de los 38 años pos-teriores). Los conflictos de los próximos20 años van a pasar por esto que hoyse discute del tema medioambiental,aunque en realidad se trata de toda es-ta cuestión problema aún más profun-da que estamos conversando. Entonces,con o sin progres, lo real es que si mipensamiento no es conflictivo con elpensamiento hegemónico, estoy coope-rando con él.

El consenso

arrasco sigue fiel a su estilo de ha-cerse preguntas originales:

“¿Quién dijo que hay que

plantar 20 millones de hectáreas de sojapara darles de comer a los chanchos chi-nos? Por eso digo que no es un problemade rentas, o de aplicarle el 80 por cientode retenciones a la soja. Por lo menos en-tendamos que esto no nos conviene co-mo país. Y pongamos equipos a trabajarpara ver cómo hacer las cosas. Pero no sehace, al menos mientras se siga creciendo,porque se confunde ‘crecimiento’ con ‘de-sarrollo’. Que ciertos grupos ganen másno quiere decir que esté cambiando la ba-se de la economía. Me parece que el go-bierno, con la capacidad que ha demos-trado de reordenar las agendas políticas,podría empezar con este tema. ¿Hay vo-luntad para empezar?”

No se la percibe demasiado. Pero ahí está el problema. Porque estosdebates los resuelve el Estado, o los re-suelve la gente de otra manera. El con-flicto no desaparece por decreto. En LosToldos con la soja, en Andalgalá con laminería, las comunidades plantean elconflicto y el Estado les manda la gen-darmería. No digo que sea el gobiernonacional, pero los provinciales no es-tán en conflicto con la Nación en esostemas, y a nivel nacional que no me di-gan que no saben lo que está pasando.Saben lo mismo o más que lo que sa-bemos usted y yo. Y mientras tanto mesorprende mucho que la gente de esoslugares habla de genocidio. A mí mecuesta usar esa palabra. Pero ellos sien-ten que está desapareciendo no el cuer-po, sino lo que tienen y han construidocomo seres humanos, se pone en telade juicio su tierra, su lugar, su econo-mía, su cultura. En vez de ser matadosfìsicamente, se sienten matados en sudignidad porque los están saqueando.En esas cosas noto las paradojas con laLey de Medios.

¿Por qué? Porque me parece bienvenida esa in-tención de romper las hegemonías delos medios. Pero, ¿por qué lo hace elgobierno? ¿Kirchner le pega a Magnetto(Héctor, ejecutivo del Grupo Clarín)por su poder mediático, o porque ade-más es socio de todos estos negocios?Porque es Papel Prensa, pero Clarín yLa Nación son Expoagro, son actoresconcretos de estos negocios. No sentar-se con Magnetto y sí con Grobocopatel(Gustavo, llamado “el rey de la soja”)me parece una contradicción. Se hablade la oligarquía, pero la oligarquía hoyestá desarmada arrendándole los cam-pos a Grobocopatel. Entonces hay algoque no pega.

El doctor Carrasco considera que la cien-cia está jugando un rol de control social,de adormecimiento de los debates:

Soy un convencido de que la política esel lugar donde se resuelven los conflic-tos y se negocian los intereses. Y la con-vivencia es un conflicto permanente.Pero la tecnología, la ciencia, van inten-tando ocupar el lugar de “la verdad”.Está muy cerca del lugar de la religión:un pensamiento mágico, que cree quepuede plantear cuál es la verdad, en elterreno secular en lugar del religioso.Un nuevo dogma, ahora representadopor la ciencia, frente a la cual, como esuniversal, neutral y objetiva, debe ha-ber consenso.

¿Y qué busca ese dogma científico?El control social. Cuando desaparece elconflicto, hay control social. Y la herra-mienta es el consenso. Pero en realidad,todo avance o retroceso en la historiaes por la resolución de conflictos, nopor su eliminación y el consenso.Cuando se sustituyen las razones políti-cas por razones tecnocráticas, tambiénes control social. Yo le tengo miedo a lapalabra consenso. No puede haber con-senso entre una vaca y un carnicero. Silogro el consenso, mato el conflicto,mato a la vaca, y alguien se hace cargode dominar la situación.

Según esta idea, cualquier noción genuina dedemocracia peligra cuando lo que domina esel consenso.

Exacto. Porque los avances van a existiren la medida en que existan y se resuel-van conflictos. No hay que temerles. Alrevés, yo puedo lograr un consenso enel que la ciencia dice qué es la enferme-dad, y genera negocios para los grandeslaboratorios transnacionales. Dondepuedo definir qué es normal y qué no–el caso de la homosexualidad durantemucho tiempo, por ejemplo-, y diseñarperfiles, conductas, personalidades. Através de los medios se pueden inventarpeligros o estados de ánimo detrás delos cuales viene el remedio salvador.

Carrasco reconoce algo: “Si no hubieranexistido las Madres de Ituzaingó en Córdo-ba, denunciando la contaminación y lasenfermedades, yo no me hubiera puesto ainvestigar en el laboratorio. Lo más nota-ble de esta época es la cantidad de comu-nidades que entraron en estos temas,arrastrando incluso a legisladores y fallosjudiciales como los que frenan y alejan lasfumigaciones de los pueblos. Eso no solu-ciona el problema, pero abre la discusiónsobre el modo de producción, sobre el rolde las empresas, sobre qué tipo de desa-rrollo queremos. Y esas comunidades lohacen apelando no sólo a la racionalidad,sino también a sus derechos, al sentido co-mún, a la belleza del lugar en donde vi-ven, y a la vida”. Mientras Carrasco expe-rimenta con embriones, y las empresascon seres humanos, queda propuesta unaagenda para no temerle a los conflictos.

apretado a determinados sectores delgobierno para que el conicet emitierasu famoso informe diciendo que no ha-bía ninguna evidencia de que el glifosa-to tuviera que ver con la salud humana.A pesar de que en el propio informe in-cluyen evidencias en contrario. No esque defiendan al glifosato –que es unaporquería-. Lo que defienden es un ins-trumento esencial para este modelo deproducción. Atacar al glifosato era ata-car a los paquetes tecnológicos, y eso escuestionar el modelo. Por eso el coni-cet aparece con ese informe vergonzo-so, para cerrar el debate.

No lo lograron. ¿Sabe por qué no lo lograron? Porquelos efectos de todo esto siguen afectan-do a cantidad de personas, generandoenfermedades de todo tipo, y frente aeso las comunidades siguen moviéndo-se, organizándose. Hay un estado colec-tivo de denuncias que obligan a seguirdiscutiendo. Pero además fracasaron enningunear o falsear este tema porqueson tontos. No se cierran los debates demanera autoritaria, con sectores empre-sarios exigiendo que el gobierno coo-pere con ellos en defensa del modelode producción y con el gobierno com-placiéndolos. Lo que más me preocupaes que están convencidos: piensan queesto es el desarrollo, y me consta queocurre en ese ámbito “progre”, diga-mos. Eso es la desaparición de la acti-tud crítica del pensamiento científico.

¿Cuál es la consecuencia?Que ahora, como nunca, hay una políti-ca de devastación del territorio, se hanlanzado como caranchos a llevarse ri-quezas energéticas, mineras, del suelo yel agua. Es claramente un sistema depre-dador. Por eso no discuto regalías, por-que sería ponerle precio a la depreda-ción. Lo que discuto es la lógica, que esanterior a este gobierno, porque se plas-ma en la época de la dictadura y fueavanzando según el momento. Pero loque no veo es que este gobierno estécon disposición para discutir estos te-mas. Hay una criminalización local enlas provincias a quienes se oponen a es-tas cosas, y una legitimación de estosmodos productivos que me resultan unapolítica neodesarrollista trasnochada.

¿Cómo sería ese neodesarrollismo trasnochado?La idea de que mucha tecnología en esemarco de dependencia del que hablába-mos, va a traer mucha justicia, distribu-ción... Me recuerda la idea del “derrame”de Domingo Cavallo, pero más “progre”.(La “teoría del derrame” indicaba que cre-ando riqueza para colmar a los sectoresaltos, algo de esto finalmente se derrama-ría sobre el resto de la sociedad; final-mente se derramaron varias cosas, salvola riqueza). La diferencia es que con Cava-llo todos salíamos a protestar. Pero hoy ya

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ción de la jornada laboral de 11 a 8 horasy el descanso dominical, entre otros pedi-dos. El gobierno del presidente HipólitoYrigoyen ordenó un operativo policial quedejó un saldo que pasó a la historia con elnombre de Semana Trágica y consistió en700 muertos y 3.000 heridos.

Volvamos al presente: Ismael llegó hace19 años desde Perú. Primero ingresaron suhija y su esposa al Movimiento y luego,en diciembre de 2002, entró él, queriendosaber qué era. En la práctica fue apren-diendo. Ahora es parte de la dirección ydurante la construcción del barrio Monte-agudo fue el responsable de la caja diaria.Ismael cuenta que el terreno pertenecía aBunge y Born y que en el momento de lafirma de la venta nadie quiso salir en lafoto. Detalla orgulloso que para el proyec-to del barrio Monteagudo, el estudio dearquitectos Zurdos y Pfeifer diseñó 326 deviviendas; un jardín maternal, 10 localescomerciales, un salón de usos múltiples yuna estación de radio.

Ya con el título y los planos en la ma-no, a mediados de 2004, llegaron al terre-no 30 integrantes del mtl. Ismael era unode ellos. Para su sorpresa, no fueron bien-venidos. “Estaba oscureciendo y los veci-nos llamaron a la policía; luego hubo al-guna marcha en contra de la instalacióndel barrio piquetero. Aguantamos todo es-to sin responder, porque estaban los sue-ños de los compañeros en el medio y ha-bía que hacerlo.”

La construcción del complejo deman-dó la contratación de 400 trabajadores queen su gran mayoría estaban desocupadosdesde varios años atrás. Ismael cuenta quésignifica esto en la práctica: “Se cansaban,les dolía el cuerpo y al otro día faltaban.Además, debían romper con años de acos-tarse y levantarse tarde. Había que com-prender que era todo un proceso devolver-les la capacidad de trabajo” En ese sentido,Marisol cree que por momentos fueron de-masiado permisivos. Pero se ilumina al re-cordar otro de los logros: la incorporaciónde las mujeres a la construcción. “Las mu-

uso del baño, de la cocina. Nosotros llega-mos a tener diez casas alquiladas dondelos compañeros empezaron a entender eluso del espacio común y a recobrar valo-res. Y también a poder convivir en lugaresmás amplios”. De esta iniciativa tambiénse desprenden números: los subsidios queel Estado porteño desembolsaba paramantener la estructura de los hoteles mu-nicipales y albergar a 200 personas llega-ban a casi un millón y medio de pesosanuales. A la gente del mtl le costó 500mil pesos el alquiler de las casas en el mis-mo período. Calculen.

El segundo paso fue el que los llevó adonde están hoy. En el marco de la Ley N°341, que determina “el otorgamiento decréditos hipotecarios para el acceso a la vi-vienda para familias en situación críticahabitacional”, obtuvieron una clave: esalegislación habilita a las organizacionessociales que exigían respuestas al temahabitacional a obtener financiación paraconstruir sus viviendas. Pero para hacerlo,tenían que construir otra cosa primero:una cooperativa. Marisol aclara que selanzaron a esa aventura sin meditar entorno a las ideas del cooperativismo, sinosólo con la urgencia de tener un techo.Otras organizaciones sociales armaron 2, 3ó 10 entidades de este tipo. Ellos sólo una.La llamaron Cooperativa mtl. Ahí fuecuando les hicieron una pregunta crucial:¿Ustedes están locos?

Un barrio con historia

n octubre de 2003 la entonces Co-misión Municipal de la Vivienda–actualmente Instituto de la Vi-

vienda (ivc)– les otorgó un crédito de 16millones de pesos, a pagar en 30 años. Elterreno elegido está delimitado por las ca-lles Monteagudo, Famatina, Cortejarena eIguazú, en el barrio de Parque Patricios.Muy cerca de allí, a fines del 1918 los Talle-res Metalúrgicos Vasena fueron el escena-rio de una protesta obrera por la reduc-

referente Carlos Chile y otros cinco com-pañeros, bajo la bandera roja y negra delmtl. La organización nace en torno al pro-blema habitacional de la Capital, que paralos sectores más desprotegidos se traduceen desalojos y la falta de acceso a la vi-vienda. “Nacimos en 2001 –explica Mari-sol– más allá de una situación difícil a ni-vel global había una política marcada deexpulsar a los pobres de la ciudad”. Porentonces el mtl hizo pie especialmenteen La Boca, Barracas y San Telmo, nutridopor la histórica la ausencia del Estado enmateria habitacional y por esa gente atra-pada en un inquilinato. “Gente que arran-ca de la pobreza en alguna ciudad de Perú,Bolivia o Chile y viene a Buenos Aires aagrandar los asentamientos porque nohay ninguna perspectiva de cambiar susuerte, de mejorar”.

Entre 2003 y 2006 el movimiento re-sistió 56 desalojos de carácter masivo. Al-gunos respondían a su propia poblacióny otros eran casos como el del ex Padelai,donde no vivía ningún integrante delmtl. Para Marisol ayudar a resguardar eltecho de esas personas fue un deber mo-ral. Así fueron tejiendo “acciones de resis-tencia que no sólo se implementabandesde el punto de vista organizativo –sin-tetiza Marisol– sino desde la defensa delderecho de vivir en la ciudad. Y a esto sesuma la defensa desde lo legal”. Dentrode esa red, el mtl nuclea alrededor de5.000 familias en la Capital Federal, delas cuales 1.500 están en emergencia ha-bitacional.

Cuenta Marisol que la primera tareafue romper el destino que el Estado les da-ba a quienes reclamaban un techo digno:primero el desalojo, luego el pasaje tem-porario de una familia entera a una piezade hotel, y por último, nada. “Armamosuna base de datos de propietarios que nosalquilaban casas a precios razonables. Por-que en ese momento se mandaba a lagente desalojada a hoteles municipales,que eran como cárceles donde todo estabacondicionado: el tránsito en los pasillos, el

ligieron colores suaves parapintar las paredes de los edifi-cios: amarillos, rosas, verdesy grises. La construcción for-ma tiras, unidas en sus extre-

mos por pórticos de ladrillo a la vista. Haypatios centrales con plantas y arbustos.Murales. Paredes todavía en blanco. Lasrejas son negras e intuyo que permanecengran parte del tiempo entornadas y no ce-rradas con llave. El ascenso y descenso alos departamentos es a tracción a sangre,no hay ascensores y las escaleras llegan alcuarto piso, en armonía con la respiración.

En las ventanas hay ropa colgada se-cándose al sol y en las veredas, cada tantoun perro –que no necesita de paseador nide peluquería canina– mira cómo pasa eldía con los ojos chiquitos. De lejos, se veuna torre de 50 metros de alto que es eltanque de agua del barrio y que muypronto –en días nomás– será el lugar don-de terminará de instalarse la antena detransmisión de Radio Sur.

Estoy en el barrio del Movimiento Tie-rra y Liberación, conocido por sus siglas,mtl, y sus marchas de protesta. Pero acáno hay gomas quemándose ni capuchasni palos, tampoco hay piquetes y su con-secuente caos vehicular. Es que si uno usasus propios sentidos percibe que en el ba-rrio Monteagudo viven personas muy par-ticulares, personas que soñaron en con-junto y trabajaron para concretarlo. Y deesta manera hacen la otra historia.

Los siete locos

arisol nació en Chile y hace 20años que llegó con sus valijas, re-cuerdos y una mirada: “Cuando

iba a la escuela se veían los cuerpos de laspersonas asesinadas por la dictadura dePinochet y eso determinó en mi genera-ción una fuerte toma de conciencia. Demuy jovencita comencé a militar, a hacertrabajo poblacional”. Ya en la ciudad deBuenos Aires, esta tarea la reinició junto al

En 2003 los integrantes del Movimiento Territorial Liberación (MTL) decidieron ya no ser ni inquilinos ni ocupas.Formaron una cooperativa, le compraron el terreno a Bunge & Born, eludieron la foto con los empresarios y constru-yeron un barrio que alberga a más de 300 familias de la agrupación. El barrio está ubicado en Parque Patricios yahora tiene hasta su propia radio, montada por un equipo de profesionales de la comunicación social.

BARRIO MONTEAGUDO

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Sintonizando el futuro

Mariano Randazzo está al frente de Radio Sur, que ya puede escucharse en Internet y enbreve podrá sintonizarse en el dial. Ismael y Marisol, frente al mural que decora una delas paredes del barrio del MTL. Trabajaron en él 400 integrantes del movimiento. La

gran innovación: muchas mujeres se hicieron cargo de la construcción y aprendieron asíoficios de los que hoy viven. Todo el complejo demandó 36 meses de obra y las casas seadjudicaron de acuerdo al compromiso asumido durante todo ese lapso.

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jeres del campo popular son castigadas demuchas formas. Son mujeres que comenguiso y tienen varios hijos, y el mercadolaboral las discrimina hasta por su figura.No valora la inteligencia o capacidad quetienen. Para nosotros, ese aporte fue funda-mental. Y un acierto: ellas conformaban el80 por ciento del Movimiento y fueron lasprotagonistas también de este barrio. Mu-chas son ahora electricistas, ceramistas, tra-bajadoras calificadas”.

Hubo numerosos debates y asambleasen la construcción del barrio Monteagudo,pero Marisol me cuenta uno inimaginado.Horas y horas se discutió si la milanesaiba con una pasada de pan de rallado odos, o si tenía que ir acompañada de puréo de arroz. “Al incluir el comedor de obrabuscábamos que los compañeros tuvieranun lugar para distenderse y poder charlar,

y si bien sirvió para esto, para crear esaconciencia grupal, hubo primero que pa-sar una etapa donde tuvimos que discutirhasta por el menú”.

Como elegir al Papa

os referentes resaltan que el bro-che de oro de la obra es que lasviviendas fueron acordadas a tasa

0. Es decir: el dueño de un departamentode 38 metros cuadrados paga cuotas de180 pesos mensuales, a lo largo de 30años y en concepto de devolución de lafinanciación otorgada por el ivc. Tam-bién resaltan que la buena administra-ción logró que el costo total del complejohabitacional fuera un 25 por ciento pordebajo de los valores del mercado.

Marisol e Ismael coinciden en que laexperiencia hasta ahí fue difícil y maravi-llosa. Y que luego, cuando los departa-mentos ya estuvieron listos para entregar,lo difícil y maravilloso se intensificó aunmás. “¿Viste cuando se elige al Papa?” Conesta pregunta Ismael me da una idea decómo se eligió a los habitantes de cada de-partamento entre los integrantes del mtlde Capital. “Estuvimos encerrados durante3 meses. Éramos 13 personas tratando deresolver la ecuación dedicación+compro-miso+responsabilidad en las tareas delMovimiento. Yo temía que una vez queobtuvieran el techo nos cerraran la puer-ta, pero no fue así. Y cuando les abríamosla puerta de la vivienda, no te podías con-tener de la emoción. Nos agradecían, aun-que no tenían por qué. Fue el trabajo detodos, el sueño de todos”. Para Marisol to-

do lo malo pasó a un segundo planocuando los niños preguntaban qué habita-ción del departamento le correspondía acada familia y había que explicarles quetoda la casa era de ellos y que podían te-ner sus propios dormitorios.

Movilización y ladrillos

a construcción del barrio Montea-gudo llevó 36 meses y ese lapsono fue tiempo de paz con el ivc.

El Movimiento tuvo que manifestarse,acampar y tomar las instalaciones del Ins-tituto al ritmo en que les retaceaban losfondos para seguir construyendo. Aun así,antes de terminar este barrio, decidieronpresentar otro proyecto ante el mismo or-ganismo para construir viviendas que en

El barrio Monteagudo tiene 326 viviendas, un jardín maternal, 10 locales comerciales,un salón de usos múltiples y una estación de radio. Hay departamentos de 1, 2 y 3 dor-mitorios. Cada dueño paga 75.000 pesos a lo largo de 30 años, en cuotas de 180 pesos

mensuales. Para obtener esa financiación el MTL tuvo que movilizarse y acampar frenteal IVC varias veces durante la construcción del barrio. Ahora, ya presentaron otro proyec-to que contempla la construcción de un barrio similar en terrenos del barrio de Lugano.

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poco más: “No queremos tener muchosprogramas malos, como sucede general-mente en las radios comunitarias; es me-jor pasar música. Tampoco nos vamos aquedar en un discurso de izquierda quesólo analiza y critica, sino estar acorde alas nuevas experiencias que se van dan-do: autogestivas, cooperativas, de econo-mía social. Queremos mostrar que eso esposible”.

Pido ejemplos: “Microprogramas” diceRandazzo y pasa a explicar qué significa:“Las docentes que hacen un programa enuna radio comunitaria, pero no lo puedenproducir porque no saben y no tienentiempo saben que el programa es malísi-mo, y que nadie lo escucha. ¿Cómo hace-mos para que esas tres horas que las com-pañeras destinan a la radio sean másfructíferas? Primero, vemos elementos deproducción radiofónica: cómo pensar ide-as según los formatos que nos permite elmedio. O sea definir qué es una columna,un informe, un documental. Después, elesquema del tiempo de producción: si ledestinás diez horas por mes al proyecto,en vez de que sea fragmentado en cuatroprogramas de una hora, venís dos horaspor semana y hacés microprogramas. Laseñal de cable tn, del grupo Clarín, pro-duce seis veces y lo repite cuatro veces aldía. Nosotros también podemos hacereso, teniendo en cuenta todo lo que noscuesta. La idea es aplicar lo aprendido delprofesionalismo para jerarquizar la parti-cipación sin perder de vista lo social. Esun combo de militancia, educación y pro-fesionalismo”.

Mariano cree que es un error muy fre-cuente en el que se cae en las radios co-munitarias y también en los medios co-merciales que todos hablen de todo.Desde este espacio se pensó algo innova-dor: los conductores y columnistas ha-blan de lo que conocen y el resto se in-vestiga o se le pregunta a las personasque saben más.

Finalmente, la pregunta que dio origena todo lo que están soñando: ¿por quéexiste la necesidad de una radio para elbarrio? Mariano responde: “Grabamos loque esperan de la radio los compañerosdel barrio. Y lo que se escucha en esos tes-timonios es contundente: quieren una ra-dio que no pase cumbia y que hable delos problemas de la gente. Una compañe-ra boliviana grabó un saludo en aymará ypidió que se hable de lo que es tener unavivienda digna y que contemos su expe-riencia. En este barrio habita un proyectopolítico-contracultural y la radio está de-bajo de ese paraguas. Luego de hacer lasviviendas, se siguieron y se siguen arman-do cosas. No es casualidad que nosotrospodamos pensar otra forma de hacer la ra-dio y llevarla adelante, acá. No podría ha-ber salido de otro lado. Éste es el lugar pa-ra pensar la comunicación hoy”.

diantes de la uba y de escuelas privadasde periodismo, gente surgida de las expe-riencias de las radios comunitarias de fi-nes de los 80 y profesionales de los me-dios. “Todos estos grupos estánatravesados por un proyecto social, algoque tiene que ver con la militancia –expli-ca Randazzo–. Y lo que pretendemos esque la radio sea un desafío para todos. Enprimer lugar, construir colectivamente,porque lo que tiene uno le falta a otro.Muchas veces a los profesionales nos fal-ta una cuestión social de tener en claroqué rol cumplís en la sociedad, qué es lacomunicación. También hay desafíos enel lenguaje y en la forma de hacer perio-dismo. Entonces, la idea es que el proyec-to sea una oportunidad de construir el de-seo para los profesionales. Y para los queestán estudiando o aprendiendo, que seauna experiencia nueva, distinta de lasque ya existen. Es decir que lo que yaexiste sea el piso y no el techo”.

Una de las características importantesde Radio Sur es el valor que tendrá lamúsica. “Entendemos que la músicaconstruye un discurso político y que enesta ciudad, que es una capital cultural,hace falta escuchar mucha música que laradio no pasa”. Mariano argumenta un

dazzo es también realizador sonoro y edi-tor de programas como Marca de Radio (LaRed) y Dos Gardenias (Radio Nacional),entre otros.

Mariano comenzó a trabajar a los 15años en fm La Calle de Bahía Blanca, ciu-dad en la que nació. Cuatro años más tardese instaló en Buenos Aires con intencionesde estudiar, pero en los lugares que eligiópara hacerlo lo tomaron para trabajar: tea,deportea y luego éter. Se puede decir deél que es un profesional surgido de una ex-periencia de comunicación popular. Y apa-reció la coincidencia: “La gente del mtlquería una radio profesional de izquierda yque no les hable sólo a los convencidos. Yoestaba buscando eso”. Lentamente comen-zaron a tramar la Radio Sur 102.7. “A pesarde los tiempos, me di cuenta, como con unprimer amor, de que lo que me estaban di-ciendo era real y sincero. El compromisofue lo central”.

Los integrantes de la cooperativa yacompraron para la radio un transmisor de100 wats, mientras que la antena estásiendo emplazada a 50 metros de altura,sobre el tanque de agua del barrio. Estascaracterísticas permiten una cobertura po-tencial de 7 millones de oyentes. Para dar-se una pequeña idea de qué va la radio, sepuede escuchar la transmisión de pruebaen Internet. En muy poco tiempo se podráencender un aparato para sintonizarla.

Construyendo el deseo

l colectivo que maneja este pro-yecto se divide en tres grupos vin-culados a la comunicación: estu-

una primera etapa estarán destinadas a180 familias. Prevén levantarlo en un terre-no del barrio de Lugano.

Hoy, los habitantes de Monteagudo seorganizan con un delegado por tira, es de-cir, más o menos cada 30 departamentos,según la construcción. Realizan asambleasen las que deciden juntos las mejoras y di-rimen los problemas que puedan surgir.Tres personas se ocupan del consorcio ydel mantenimiento.

Radio Sur en el aire

n el proyecto original del barrioestaba incluida una estación de ra-dio. Para la dirección del mtl era

estratégico tener un medio de comunica-ción propio. Marisol recuerda qué pasócuando plantearon por primera vez laidea: “Muchos no lo entendían. Creíanque todos tenían que salir al aire y que leiban a mandar saludos a la mamá. Y no.La radio es un aporte al campo popular.Eso es muy difícil de dimensionar y a no-sotros también nos asustaba pensar quiénla iba a manejar”. Entonces, se juntaron,discutieron y llegaron a la conclusión deque debían incorporar a personas con ex-periencia, con profesionalismo, para to-mar la radio en sus manos y, a la vez, pararomper con la idea de que el Movimientoes sólo para trabajadores desocupados.

En marzo de 2007 se inauguró el ba-rrio y no por casualidad, a la celebraciónllegó Mariano Randazzo, militante del Par-tido Comunista –al que adscriben muchosreferentes de este movimiento– y docentedesde los inicios en la escuela éter. Ran-

El barrio se inauguró en marzo de 2007. Al principio, los vecinosresistieron la idea de tener instalado un movimiento piquetero.Hoy ya cayeron varios prejuicios. Internamente, están organiza-

dos con un delegado cada 30 departamentos y periódicamentese realizan asambleas donde resuelven los temas en común.Tres personas se ocupan del consorcio y del mantenimiento.

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Las emisiones de prueba de Radio Surse pueden escuchar en:www.radiosur1027.org.ar

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Además, planean abrir una escuela deoficios y contar con financiación estatalpara poder cumplir este objetivo que res-cata la cultura del trabajo: “Son desafíosque nos proponemos porque venimos decortar rutas para poder comer. Hoy nues-tra militancia está basada en la cooperati-va. Estamos convencidos de que el proyec-to de país tiene que venir de la mano deltrabajo, la educación, la salud”.

En cuanto a la reglamentación que rige alas cooperativas, Leonardo hace hincapié enque no está acorde a la realidad, ya que hayderechos laborales que no están contempla-dos. Considera que el Estado las califica des-de lo marginal, pese a que hay más de dosmillones y medio de puestos de trabajo pro-movidos en estos ámbitos. Junto a otras co-operativas, aspiran a defender sus derechosmediante la unión de voluntades. Para esoestán formando la Unión Productiva de Em-presas Autogestionadas. Una vez más recu-rren a las alianzas esenciales, a la oportunaprovidencia de San Cayetano y al empeñocotidiano para construir una esperanza tansólida y resistente como la madera.

ograr que cada pieza encaje ala perfección para obtener unmueble listo para usar no estarea fácil. Precisa de pacien-cia, esfuerzo, dedicación y en-

tusiasmo, los mismos requisitos que fueronnecesarios a la hora de fundar La Nacional,cooperativa de trabajo nacida en el año2001 para hacerle frente a la desocupación.Ante la falta de posibilidades de empleo,un carpintero, dos aprendices, un plomero,un gasista, un electricista y un fumigadorpropusieron un trueque de favores queconsistía en utilizar durante el día un sectordel local que ocupaba el movimiento Ba-rrios de Pie con el fin de establecer allí lacooperativa, a cambio de ofrecer durante lanoche un taller de oficios para capacitar alos chicos del barrio. Esto funcionó hastaque los invitaron a trasladarse a algún otroespacio debido a que la instrucción genera-ba mucho ruido. Con el alboroto a cuestas,comenzaron la búsqueda de un nuevo lu-gar donde retomar las actividades. “Era elmomento de la crisis de 2001, la mayoríade los compañeros tenía más de 50 años,otros no tenían estudios, estaban fuera dela selección de personal de cualquier em-presa, no había forma de inserción laboralque no fuera crear su propio trabajo. Todoesto surge de la necesidad. Veníamos demilitar en ollas populares, cortando rutas.Ser piqueteros era una circunstancia, éra-mos todos trabajadores desocupados, perotrabajadores al fin”, cuenta Leonardo Duva,miembro de La Nacional desde sus inicios,motoquero y fumigador y ahora carpintero,encargado de dar a conocer las bondadesdel proyecto y entablar diálogo con losclientes, labor a la que se la suele denomi-nar “relaciones públicas”. Mientras busca-ban un departamento donde su padre, elcarpintero experto de la cooperativa, pudie-ra vivir, dieron con una inmobiliaria en Bo-edo y un cartel prometedor: “Se alquila car-pintería”. Justo lo que necesitaban: un lugarpara trabajar y hacer ruido con las máqui-nas instaladas, ya que no contaban con pro-pias. Ese sótano fue su primer refugio. “Te-níamos lugar, teníamos las máquinas, asíque imprimimos volantes para atraer clien-

tes. Estábamos convencidos de que tenía-mos capacidad, que éramos buenos en loque hacíamos. Empezamos de a poco, losvecinos del barrio fueron los primeros enencargarnos trabajos”, recuerda Leonardo.

Uno de los desafíos era competir con losmuebles brasileños para armar, económicosy fáciles de instalar, aunque no se detuvie-ron a lamentarse sino que siguieron apostan-do a su potencial. Un día, la oportunidad decrecer vino de la mano del arquitecto de lavereda de enfrente: cruzó la calle con unapropuesta y preguntó si se animaban a cons-truir un stand publicitario. Y sí, se animarony hasta lo hicieron de cedro. El peso delmueble era contundente y su traslado desdeel sótano costó heroicos esfuerzos físicos.Luego llegaron nuevos clientes solicitandomás stands y sin preverlo fueron incursio-nando en el mundo de las exposiciones. Pe-ro ya no los fabrican de cedro, sino de fibro-fácil, para evitar dolores intensos en laespalda. A esta altura de las circunstancias, ellugar ya les resultaba chico. El gran inconve-niente era que si se iban de ahí, se quedabansin maquinaria. En esta ocasión, acudieron aun aliado popular y con merecida aureola: lepidieron ayuda a San Cayetano, quien notardó en demostrarles su infalibilidad encuestiones laborales. Esta vez, un psicólogoevocó a su padre carpintero y les ofrecióvenderles las máquinas que había heredado,a un precio diminuto. Aceptaron, elevaron elmonto a pagar, se mudaron contentos a Par-que Patricios y siguieron creciendo.

Las ventajas

n sus orígenes eran siete trabajado-res, actualmente son 16. Cada rubrode la cooperativa se maneja en for-

ma independiente y todos aportan para cu-brir los gastos fijos. Cobran todos una sumabásica y el dinero se distribuye teniendo encuenta el oficio y la responsabilidad. Cadatres meses se comparten los excedentes y elcriterio de reparto responde a valorizar vir-tudes como la capacidad, el mérito y elcompañerismo. Leonardo aclara: “Más alláde lo económico, la ventaja es la posibili-dad de proyectar todos los días, si estás ba-jo relación de dependencia es más difícilque lo hagas. Lo importante es recuperarun proyecto de vida. Planificar es funda-mental, sostiene a cualquier ser humano.Nadie se salva solo, solos no hubiéramospodido lograr todo lo que hasta ahora lo-gramos, convencidos de que podíamos ha-cerlo. Ése es el fruto que le encontramos ala cooperativa, lo que hicimos nos generóalgo que nos alegra el corazón, que es saberque lo logramos, pese a que muchos nosdecían que no íbamos a poder. La mayoríahabíamos perdido casi todo, desde casa, fa-

Se especializan en la construcción de stands y mueblesa medida. Y en crear de cada necesidad una solucióncolectiva. Entre San Cayetano y la autogestión.

Buena maderaCOOPERATIVA DE CARPINTERÍA LA NACIONAL

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milia, dinero, ahora lo recuperamos, tene-mos proyectos. A todo el mundo le deci-mos que se puede, cuando tenés ganas, vo-luntad y conocimientos, las cosas sepueden hacer bien”.

Ahora que otra vez les llegó el momentode mudarse porque no les renuevan el con-trato de alquiler, es hora de buscar nuevoshorizontes. Como cada situación que pare-cía ser desfavorable les trajo buenas opor-tunidades que supieron aprovechar, estavez creen que el escenario no será diferen-te. Las perspectivas anuncian mejores con-diciones, un local a la calle en donde pue-dan elevar el perfil, exponer lo que sabenhacer y asegurarse la venta diaria de distin-tos tipos de muebles que no pueden faltaren una casa. De esta manera esperan gene-rar más puestos de trabajo. Leonardo resu-me: “No estamos formados como empresa-rios, tenemos una visión de trabajadoresautogestionados. No especulamos, sabe-mos que no queremos volver para atrás ycreemos que las condiciones están dadas”.

En cuanto a los inconvenientes de traba-jar bajo sus propias directivas, asegura queel cumplimiento del horario es una ardua ta-rea que no siempre se concreta. Hacerse car-go y asumir decisiones también ofrece pormomentos algunas resistencias. Una de lasrecompensas más apreciadas aparece a lahora del almuerzo, cuando la mamá de Leo-nardo prepara la comida para todos y hacecircular los platos rebosantes de arroz conpollo o fideos con estofado, según el menúasignado para la nutrición de cada día.

Cooperativa La NacionalZavaleta 327, Capital Federal. 4912-6777www.lanacional-coop.com.ar

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ma tiene relación con lo folklórico en lamedida en que está mostrando culturasen continuo cambio, pero no en el senti-do que la mayoría entiende lo folklórico.Aplicamos la palabra folklore a cierta mú-sica, arbitrariamente, y lo atrapamos en latradición más cerrada, que es justamentelo contrario de su dinámica. Hablamosde folklore para referirnos a lo más ram-plón, ridículo y tradicionalista. Aunquepor suerte esa concepción está muriendo,sobre todo entre los más jóvenes.

El temor del poder

ara Blanca, Raíces se define por loque representó en la radio sentarpor primera vez a antropólogos,

historiadores y filósofos frente al micrófo-no “para, desde una visión Latinoamerica-na, conversar sobre las relaciones, las in-fluencias, las tendencias...”.

¿La fusión?¿Qué es fusión? Vos hacés música o es-cribís con lo que te nace o te brota, con tuépoca, con tu historia, con tu sensibili-dad. En todo caso la creación es muchomás rica que el rótulo que necesitamospara explicarla. Sí es cierto que hoy haymuchísimo acercamiento de lo académi-co hacia otras culturas, y eso da como re-sultado una producción mucho más ricade libros, investigaciones, análisis, que tepermiten informarte y formarte, que teamplían la mirada. Pero esa diversidadde estudios no implica que se hayanabierto en la misma proporción los cana-les de divulgación y distribución de eseconocimiento. Los periodistas que nosocupamos de esto seguimos marginados.

¿Considerados alternativos?Exactamente. Cuando, en realidad, paraun periodista lo que lo define no es elmedio para el cual trabaja, sino cómopercibe lo cultural, qué olfato tiene paraatraparlo, cómo investiga o se acerca aesas temáticas. Eso no es valorado cuan-do te apartás de la agenda y justamente,ésas son herramientas de la profesiónque más se ponen en juego cuando teapartás de ella. Yo pertenezco a una ge-neración súper veterana, que se ha for-mado en lo más estricto de la cultura oc-cidental y el pensamiento único yhemos tenido que poner en juego sobretodo nuestra condición de periodistaspara poder ampliarla, es decir, la curiosi-dad y la necesidad de leer tu época, pa-ra poder salir de ese libreto. Mi profesiónme siguió y me sigue enseñando. A mícausa mucha gracia cuando periodistasque se definen como cultos se aferrana sus verdades, muchas de ellas deca-dentes. Porque tenemos que ponernospermanentemente en duda, en interro-gación: nuestra profesión, nuestra for-mación, todo. Hay que interrogar a la li-teratura, a la historia, a la culturaargentina toda, o al menos reconocerque hay gente que se dedica a eso ypuede enseñarnos mucho al respecto.Gente que plantea dudas y pone los sig-nos de preguntas donde hasta no hacemucho tiempo había sólo respuestas ta-jantes, inmóviles. Si fuéramos un poqui-tito menos soberbios, si tuviéramos unpoquito menos de prejuicios, si intentá-ramos ser medianamente cultos de ver-dad, tendríamos que entender al folklorecomo la cultura humana que tiene máspoder de movilización, de reflejar loscambios, las rupturas, las combinacio-nes, las posibilidades de integración. Esel que te da individual y colectivamentey en esa tensión, las mayores posibilida-des de entendimiento y comprensión delpresente, el pasado y el futuro, tal comolo entienden los pueblos andinos: estátodo ahí y siempre en juego.

Pero eso da mucho trabajo…Te da mucho laburo porque vivís condudas, buscando la otra cara de la ver-dad. Y claro: cómo no te van a echardespués. Es lógico. Porque los poderesa lo que más temen es a eso: a los sig-nos de interrogación.

taba chocha, porque era una época muy flo-reciente y vanguardista. Pero además erauna época en la que Clarín tenía una comi-sión interna que te defendía”. Al clima dehumillaciones, entonces, se respondía conasambleas y paros que llegaron, incluso, aincluir un piquete al auto de Magnetto parabloquearle la salida del diario, cosa que lo-gró sólo después de firmar un aumento sa-larial, según recordó este año en su maravi-llosa nota de despedida de Clarín elperiodista Armando Vidal, que por cierto eldiario no publicó.

Clarín logró dirimir este tipo de tensio-nes en forma terminante y sin costo eco-nómico, con la llegada de la dictadura. Pri-mero despidió a la comisión interna,luego a los candidatos a reemplazarla ypor último, a los activistas. Blanca cayó enla segunda tanda. “Recibir el telegrama re-presentó quedarme sin trabajo en todoslos medios y durante todo el Proceso”. Suregreso a la profesión fue triunfal y demo-crático. Ya eran tiempos de Raúl Alfonsíncuando Jacobo Timerman la convocó parahacerse cargo de la sección Espectáculosdel diario La Razón, donde se convirtió enjefa de un dream team exquisito: GerardoFernández y Ernesto Schoó eran los críti-cos de teatro y Homero Alsina Thevenet yun joven Luciano Monteagudo, los de ci-ne. El periodismo seguía siendo un territo-rio masculino, pero Blanca ya habíaaprendido qué podía aportar una mujer aloficio para ganarse el respeto de semejan-te grupo de profesionales. Sacó sus uñaséticas y sembró un hito: fue la única jefa

de ese diario que presentó su renuncia pa-ra desafiar una orden de Timerman. Losorprendente no fue sólo que el terco Jaco-bo retrocediera, sino que Blanca jamás sejactara de haberlo logrado.

La democracia, también, la llevó al mi-crófono de Radio Municipal con un pro-yecto propio, que llamó Raíces y con cualtransita desde hace 26 años diferentes ra-dios que la acogieron y la despidieron conigual fervor. Un programa diario, que des-de hace tres años ocupa las tardes en eldial de La voz de las Madres, dedicado a di-fundir las culturas, definición a la que só-lo es posible llegar después de que Blancaresista durante toda la entrevista cualquierotra etiqueta.

¿Se trata de una forma de abordar el folkloreen su sentido más amplio?

El folklore es lo más inasible que hay.El propio origen de su palabra te dauna idea de su dinamismo: el saber po-pular. Es algo en continuo devenir…

Agua corriendo…Exactamente. Puedo decir que el progra-

i una raíz nutre y ancla, laque Blanca Rébori representaestá arraigada en el suelo delperiodismo como un ombú.Y si creció sólida y robusta es

precisamente porque tuvo que enfrentarsea la naturaleza misma de esa profesiónque le mostró desde el primer día no laaridez del piso, sino la rigidez del techo,ese que para las mujeres periodistas de suépoca ni siquiera era de de cristal, sino dehierro. Blanca lo comprobó cuando tenía20 años y entró al despacho del mítico di-rector de La Razón, Félix Laiño. “Algún lu-gar debe haber en la sección modas”, leofreció amablemente. “De modas no sénada ni quiero aprender porque no me in-teresa”, fue la respuesta que le cerró esapuerta. “El periodismo era un mundo devarones a tal punto que cuando logré, fi-nalmente, colaborar en Clarín decían queotro me escribía las notas, porque eranbuenas. Así que le pedí a mi jefe que medejara usar una máquina de escribir y mesenté ahí mismo a hacer la nota. Así mefui ganando el respeto y el empleo”. Esta-mos hablando del diario Clarín, sí, perotambién de otra cosa. Blanca la llama “lapre-historia”, pero en realidad son lostiempos en que se construyó eso que esta-mos viendo caer hoy: un diario prestigio-so. Es difícil reconocer en la decrepitud ac-tual aquel escenario que rememoraBlanca, donde ejercía su oficio de editorOsvaldo Bayer –“mi mejor jefe, lejos”– oredactaban la sección política jóvenes im-berbes como Horacio Verbitsky, “que sesentaba detrás de mí y al lado de LuisGuagnini”, uno de los 84 periodistas desa-parecidos durante la última dictadura. Fuela época en que Blanca publicaba sus agu-dos reportajes a los nuevos referentes dela época, como aquel que todavía puedeleerse en Internet a un joven James Petraspresentando su libro Ni Marx ni Jesús, pu-blicado con su firma el 8 de julio de 1971.

La firma, justamente, fue lo primero queperdió cuando comenzó otro capítulo de lahistoria de ese diario, cuya trama ya puederesultar más familiar. “Con el ingreso deHéctor Magnetto como gerente, el predomi-nio de lo comercial se notó inmediatamen-te. Por esa época ya estaba en Espectáculosy comencé a tener que dar muchas explica-ciones y por escrito, en memorandums quetenía que entregar a mi jefe, Rómulo Berru-ti, por cada nota en la que criticaba un es-pectáculo. Terminó pasándome lo mismoque a Tomás Eloy Martínez en La Nación.Un día vi entrar a la redacción y en patota alos cuatro grandes popes de las empresasdistribuidoras de cine. Luego, me informa-ron que ya no podía firmar. También mecambiaron de sección: pasé al teatro off. Es-

Comenzó a trabajar en un diario Clarín que hoy parece de cuento, con OsvaldoBayer de jefe. Desde hace 26 años hace Raíces en radio, desafiando etiquetas. Pero es sobre todo una maestra del oficio que deja en su trabajo una huella ética.

La raíz del oficioBLANCA RÉBORI

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Raíces se emite de lunes a viernes de15 a 17 en AM 530 La voz de las MadresSe puede escuchar también online en:www.madres.org

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es algo parecido a una odisea. En palabrasde Mirta: “Fue descabellado, pero bastantesobreros se sumaron a la iniciativa. Decirbastantes, significa, que en un plantel de470 trabajadores, siete personas es mucho.”

De los siete obreros que comenzaron,sólo quedaron dos: Lucho Díaz y MiguelBadilla. Con el tiempo se fue conforman-do el grupo que existe hoy en día. OrianaAliste Sangregorio y Mauro Granatelli sondocentes, por ejemplo. Dice Mauro: “Enuna marcha a favor de los maestros mecrucé a un amigo y me propuso sumarmea la obra porque faltaba un actor. Justo enese momento me había pintado la posibi-lidad de hacer algo distinto a lo que hacíahabitualmente que era manifestarme ydar clases. Y me enganché. No tenía expe-riencia teatral. Pero durante los ensayosme di cuenta lo que significa esto de Za-non. Ellos me dieron la certeza de que esposible otra realidad y con mi granito dearena siento que les estoy devolviendo al-go de todo lo que lograron”.

René es constructor y conoce a Luchodesde 1997, cuando comenzaron a estudiaractuación.

Decididos entonces a interpretar en lastablas el proceso de recuperación de la fá-brica, consideraron que la fecha de estre-no sería nada más y nada menos que “Eldía D”. Pero antes debieron sortear variosobstáculos. El horario, fue uno de ellos.Todos trabajan en horas diferentes y com-binar para los ensayos fue todo un lío.

Cuentan que la obra no la pudieron ter-minar para el día previsto. Que se concre-tó finalmente en noviembre de 2008 yque se sienten orgullosos de representar alos trabajadores de una fábrica recupera-da. El estreno fue en la planta y ese díanadie trabajó. “Nosotros hace 7 años quedecidimos poner las máquinas en marchaporque consideramos que era nuestrafuente de trabajo y nuestra vida. Hoy deci-dimos parar la producción para ver laobra”, sentenciaron los trabajadores.

¿Qué los motiva a seguir?, les pregunto alos actores. Nelly es la que responde sin du-dar: “La primera vez que presentamos TercerFuego teníamos mucho miedo. No sabíamossi les iba a gustar. Sin embargo, al terminar laobra, vimos muchas caras con lágrimas enlos ojos y nos devolvieron un aplauso enor-me. Y un trabajador nos dijo: ́ Las situacionesque se muestran son tal cual las vivimos. Re-flejan nuestra lucha´. Eso nos dio la fuerzanecesaria para seguir”. Pero hay algo másque estimula a estos actores amateurs y pro-fesionales, obreros, cosmetólogas, docentes yconstructores que trabajaron en la obra. To-dos y cada uno de ellos están unidos a lahistoria de una manera muy especial. Ellostambién, en algún momento y de maneradiferente, dijeron basta.

parada entre filas de butacas que confor-man la sala-auditorio del recuperado hotelBauen. Mirta se disculpa: “Perdonen mi in-terpretación, salí a reemplazar a Orianaque es docente. Después de 40 días de pa-ro se restablecieron las clases y como ellaes suplente tenía que estar presente en elcolegio sí o sí”. Y resuelve aclarar cual-quier duda. Alguien del público se animay pregunta: ¿por qué Tercer Fuego? “Así sellama la parte creativa de la fábrica”.

Mirta aprovecha el envión y sigue: “Co-menzamos a trabajar con los obreros deZanon en un proyecto de investigación re-levando datos. La idea principal era contarla historia de Sacco y Vanzetti (dos inmi-grantes italianos ejecutados en EstadosUnidos por crímenes que no cometieron),pero luego nos dimos cuenta de que se ve-nía encima el día D”. Aclara, para que nocaigamos en un error histórico, que ellosllaman “día D” al “Día del posible Desalo-jo de la fábrica”. Está hablando del 20 deoctubre de 2008. Aclaradas entonces lasdudas, Mirta sigue narrando: “Resolvimosponer en escena los 278 testimonios quehabíamos recogido inicialmente. Conside-ramos que la obra puede modificarse, losactores cambiar, pueden existir diferentessensaciones y distintos sentimientos, perono se van a perder las voces de aquellosobreros que hicieron esta historia”.

Armar un taller de teatro en una fábrica

o primero que se ve al iniciarla obra es una fila de autóma-tas que hacen movimientosmecánicos, repetitivos e idén-ticos por varios minutos. No

se hablan, no se miran, no se sienten. Lafábrica, hace nueve años atrás, era esa es-cena. Luego, se muestra a los obreros ju-gando un partido de fútbol, conversandosobre lo mal que olía la situación dentrodel predio, y se expone la dificultad delgrupo por encontrar un nombre a lo queestaba pasando.

Surge en el escenario la fecha clave: 15de julio de 2000. Daniel Ferrás, un mucha-cho de 22 años, se descompensa dentro dela planta. La empresa no tenía las medidasde seguridad suficientes y Daniel muere ca-mino al hospital. Los actores/obreros correndesesperados. La muerte del compañerolos hace salir por primera vez a la calle, y elsilencio va tomando voz. Ese hecho provo-có lo que vino después: despidos, quemade los telegramas frente a la Casa de Go-bierno, amenazas de desalojo, días de an-gustias y espera. Hasta que aparece el mo-mento más esperado. El 2 de marzo de2002, ayudados por los mapuches que ofre-cieron sus canteras de arcilla, los obrerosdeciden reactivar la producción. Se pren-den las luces, estallan los aplausos y unocomprende en ese momento, que hay ve-ces en que la diferencia entre la vida y lamuerte reside en una palabra: basta.

Eso es Zanon.

La creación

caba de terminar la función deTestimonios y Mirta Sangregorio,directora de teatro e ideóloga del

Grupo de Teatro Tercer Fuego, se encuentra

La historia de la recuperación de la fábrica de cerámicos Zanon llegó al teatro ypasó por Buenos Aires. Escenas de una batalla que comenzó por decir basta.

Gracias por el fuegoGRUPO DE TEATRO TERCER FUEGO

¿Con quién querés compartir tu mesa?Te proponemos que hagas pasar a tu casa el trabajo de campesinas y campesinos, de los trabajadores de fábricas recuperadas, el de propuestas de autogestión cooperativa.

Pasamos por todos los barrios, cada mes, llevando los productos de la solidaridad para el consumo familiar: vinos, salsa de tomate, miel, dulces, yerba, quesops, aceites, fideos y más de 100 productos.

Puente del Sur 4450-7730 [email protected] www.puentedelsurcoop.com.ar

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Grupo de teatro Tercer Fuego de Fantispatwww.obrerosdezanon.com.ar/teatro

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Mueve tu cucu

artín y Pablo desparraman sus de-finiciones de precisos observado-res mientras dan cuenta de uno de

los nuevos proyectos: un canal de la villa.“En la primera etapa se va a enseñar aproducir, dirigir, a filmar, a iluminar, aguionar y después los vecinos van a hacerpilotos de un programa semanal de televi-sión. Hasta esa instancia tenemos garanti-zado el financiamiento, después no sabe-mos qué va a pasar pero algo va a pasar”,sostiene Martín en una definición que ex-plica buena parte de la Odisea: avanzarcon las ideas aun sin tener resuelto los re-cursos económicos. “Aun no tenemos an-tena, no tenemos nada pero seguro algova a pasar”, agrega, como desentendién-dose de la cuestión: la locomotora siguesu marcha. “La idea no es que el canal tra-te sobre la villa exclusivamente, es su mi-rada al mundo, no es para adentro sinopara afuera, aunque también con cosasdel barrio: programas de servicios, porejemplo”.

El tren de iniciativas que serpentea lavilla tiene múltiples vagones en funcio-namiento aunque no todos lo hagan ensimultáneo: actualmente, los sábadosfunciona el taller de producción televisi-va y acaba de inaugurarse, en una bai-lanta del barrio, una exposición visualcon las mejores tapas de la historia deldiario Crónica, elegidas por los vecinos,que resignifica, tremendamente, la no-ción del periodismo como arte.

“En todas las casas de la villa hay algúnpóster de Crónica pegado”, me informaMartín. “Si eso no es arte, no sé cómo sellama”, me advierte y añade que tambiéneso es cumbia.

La cumbia mágica revela, así, su secretode mago.

Donde todos dijeron “nada por aquí”,ellos encontraron “mucho por acá”: unaciudad sin Fantasmas no es una Odisea.

artín Roisi y Pablo Antico sondos locomotoras que, aunqueno levanten mucho humo ensu andar, avanzan como leo-nes recién desenjaulados. Am-

bos integran Fantasma, un grupo tropicalvanguardista que fusiona cumbia villera,música electrónica y hip hop; y son los ger-minadores de Odisea 20, una propuestacultural dentro de la Villa 20 de Lugano,que rescata y valora el arte villero y lo con-vierte en magia.

No lo hacen con un golpe de abracada-bra. En el medio, entre el conejo que salede la galera y los momentos previos, tie-nen un intenso trabajo en y con el barrio,donde el eje principal es barrer con las es-tigmatizaciones que fluyen en buena par-te de la sociedad, que sólo reconoce laviolencia que sale de las villas pero no laque ella recibe, y, menos, que de ahí pue-dan salir palabras tan ´blancas´ como arte,cultura y otras por el estilo.

Pablo y Martín hicieron magia: privile-giaron ver, donde todos veían falta de…,una oportunidad para proponer y hacercosas. Y se subieron al tren. Así, en plenacrisis de 2001 comenzaron a germinar pro-yectos que hoy son tan reales que cuestapensar cómo no existieron desde antes:galería de artes y talleres para chicos yadultos, cine, editorial, sello de música,club social y productora de cine y tevé,entre otros increíbles proyectos que se re-troalimentan entre sí. De esta manera,constituyeron una plataforma artística cu-yos productos son hechos, exclusivamen-te, por los habitantes de la villa. “Es un lu-gar repleto de arte y cultura virgen. Lavirginidad está en el espíritu de la genteque es artista, que no tiene ni idea del mo-do de expresar eso: son obreros, que talvez dibujan increíblemente pero no seimaginan que hay un mundo con el quepueden conseguir cosas a raíz de eso”, di-ce Martín, brindándome pinceladas de loque pasa en el barrio. “Sin llamarse ellosmismos ‘artistas’, tienen un alto grado decreatividad, una increíble estética y unaprofunda mirada. Justamente es esa rique-za creativa lo que queremos mostrar”.

Con ese propósito, por ejemplo, gene-raron otro truco mágico: la realización de24 murales en diversos frentes de casasdel barrio con el propósito de rescatar yreflejar el imaginario colectivo de la villa.

“La gente eligió ídolos políticos y deporti-vos, imágenes religiosas, de fantasía, de lamúsica, de historia”, me cuenta Pablo. “Hi-cimos uno de la Torre Eiffel porque habíauna señora que estaba esperando la cigüe-ña”, narra en primera persona del plural,forma expresiva para resaltar la identidadglobal de la propuesta. “Nosotros sólo pre-sentamos el proyecto para conseguir laplata. Después fue todo respuesta del ba-rrio: desde el catering hasta la producciónde cada mural”, acota Martín.

Los 24 murales se reflejaron en Arte Vi-llero, un documental que retrata la fe, losídolos, los paisajes y las fantasías de unbarrio que vive la vida de las puertas pa-ra afuera.

Como todo lo que me describen meentusiasma, les propongo un ejercicio: queme cuenten la génesis, como si fuera unextranjero que no entiende nada. Martínme lo explica con estas referencias:

2001CrisisCaigo de clase socialDigo: ahora tengo menos plata y tengo

que consumir de acuerdo a lo que me entra.Empiezo a venir a las bailantas de acá

(acá es Constitución), que es el sol nacien-te de la cumbia villera en Buenos Aires.

La idea es aprender de cumbia con lasfonolas, que son como diccionarios de ca-da estilo.

Martín se pasó tres años aprendiendoese mundo nuevo que define así: “Esto eraLondres en el 67”. Un fenómeno reducidoa un par de cuadras que a partir de las0:30 se convertían en peatonales. “Acá lacosa pasaba en la calle, era algo espectacu-lar pero también si te quedabas hasta las 6de la mañana se transformaba en una ba-talla campal. Y eso también era parte deesa movida”, relata.

Es un grupo de cumbia y de vanguardia, producto de launión de artistas multidisciplinarios que, en paralelo,crearon un proyecto cultural en la Villa 20 de Lugano.

La cumbia hace magia

FANTASMA

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¿Qué fue lo que los impactó de la cumbiavillera?

Pablo: Que tiene unos componentes in-creíbles y vanguardistas de todo el de-sarrollo de lo que es la música electró-nica. A nosotros nos hizo flashear todaesa parte; después tenés la letras, quetodos sabemos de qué tratan, y te pue-den gustar o no. Pero la parte artística yvisual nos impactó mucho.

Imbuidos por esa marca, crearon Fantas-ma, que, lejos de ser sólo un grupo decumbia mágica, es la unión de artistasmultidisciplinarios como músicos, cineas-tas, artistas plásticos y digitales, que apli-can las nuevas tecnologías a la cumbia ypermiten que la cultura de las villas, “esegran patio trasero de la gran ciudad”, co-mo la definen, se vuelva global.

De Fantasma a Odisea 20 hubo un solopaso: ir a la Villa 20. Y tratar a sus habitan-tes como pares, como sujetos capaces decrear y plenos de saberes y decires.

¿Qué define al arte villero y cómo se expresaen la Villa 20?

Martín: No tiene ningún fin, es más puro,inocente, no tiene ninguna pretensión. Enla villa todo se vive en la calle. Todo se sa-be de todos: lo peor y lo mejor. Es comoMaradona, que es el villero por excelen-cia: vos sabés lo peor de él, lo viste, y lomejor también. En la villa pasa lo mismocon todas las personas: el que faja a lamujer, el que es borracho o el que tieneun solo plato de comida y te da la mitad.Todo se sabe. Y la mayoría son así: te danlo que no tienen. Eso es espectacular. Yovivo en la ciudad, en un departamento yno sé cómo se llama el vecino de al lado,no sé qué le gusta, qué música escucha.En la villa la música está muy presente enlos pasillos, se escucha fuerte y hay mu-chos estilos diferentes y se va generandouna cultura de mezclas genuinas, que sedan solas, no está predeterminado qué eslo que va a suceder pero sucede.

Fantasma City: el reciente álbum del grupo: http://www.fantasmax.comTrailer de Arte Villero: http://www.vimeo.com/2583476http://www.odisea20.com/

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mos: las guerras de bandas, sin querer,incluyen a todos.

¿De qué forma, por ejemplo? Que estamos jugando un campeonatode fútbol y en medio del partido se ar-man tiroteos y tenemos que tirarnos alpiso. O que ves a nenes de 6 años en lapuerta de la casa del transa para com-prarle paco. Son chicos que se manejansolos y que a esa edad ya están curtien-do la experiencia de un adulto. No es di-fícil suponer que esas sustancias son loúnico que los alimenta. Entonces lo quegeneran es un plan macabro y perfecto:ésos son los pandilleros del mañana.

Ese plan, precisamente, es el que con-virtieron en un tema cuyo título dice todo:Impunidad.

Tenemos frente a nosotrosun presente que duele,un presente de injusticiascaos, dolor y muerte.Siempre va a ser lo mismo:quien nos cuida nos daña.No quiero oír esas armas sonarno comprenden que sólo violenciahan de crear.

Así, al ritmo del reggae supieron retratar yrechazar lo que la vida (la muerte) les con-vidó desde niños; Ese gueto contaminadotambién les enseñó las amistades con lasque tejieron (buscaron) una amistad sana,musical, futura, esa palabra sin presenteen el barrio. Tiene sentido.

cuando las ganas superaban por mucho eltalento musical y “no sonábamos bien”,confiesa. Quizá para emparchar decepcio-nes decidieron reírse de ellos mismos, an-tes que nada ni nadie: Sentido Rústico, elnombre que los junta, nació como la ironíade ese fracaso. Que no fue. Porque los ver-bos están en pasado.

El obrero, el jardinero, el plomero y losmetalúrgicos se reunieron incansables hastamoldear un estilo propio y lograr que lo rús-tico aflore armónico. Los once de la bandase amigaron con sus instrumentos a fuerzade años y a años de fuerza. Por fin, el desa-fío tuvo lugar en un patio de Ciudad Evita:decidían mostrarse al público. Sentido Rús-tico nació en aquel patio barrial y, aunquenunca volvió, puede decirse que nunca sefue de allí. Willy y compañía recuerdanaquella ovación como si hubiese sido ayer.El primer paso estaba más que dado.

Su primer disco, Sembrando conciencia,redondea esas primeras etapas; el arte y di-seño y calidad del cd poco tienen que envi-diarle a las grandes producciones. Fue gra-bado en el estudio-living-comedoracompañados por otro vecino, Mariano

Costa (Ciudavitecos) y mezclado en los estu-dios Spiritual Records de la mano de PappiGuerrina (Todos Tus Muertos). Willy recuer-da: “Estábamos presentando un par de can-ciones del disco y veníamos tocando otrasantiguas y aprovechamos para grabar el re-cital. Después produjimos el dvd con unpoco de la historia del barrio”. La trompetade Ale, la bata de Neco, el saxo de Paul, lascongas de Jonatan y el trombón de Ambas-sador copaban la parte de atrás del escena-rio de aquel Niceto; un tanto más adelante,la voz de Willy y las guitarras de Lucas y Leocompletaban el despliegue escénico. A lasimágenes de aquella noche se les sumanotras del barrio, “para que conozcan el pro-ceso de antes de subir al escenario y veancómo es el barrio”, se repite Willy.

Territorio tóxico

Cómo es el barrio?Willy: Es raro. Hay mucha moviday gente que está viviendo en ma-

las condiciones. Hay como una modade pandilleros, de grupos que quierenmostrar que tienen el poder y ya nopor una cuestión de drogas.

¿Por qué es, entonces?Es una cuestión barrial, de territorio.No sé, yo digo que viene más de arriba:de los políticos y la policía. Por un ladole meten miedo al barrio y por el otro,le sacan el voto de alguna forma... Re-parten yerba y harina y juegan con lanecesidad. Éste es el mundo que tene-

a avenida Crovara separa de-rechos. En Villegas, la únicagarantía es la luz del sol. Lascasas son bajas y desaliñadasy obreras; se articulan en pasi-

llos y calles internas. Los niños patean lainocencia en plena calle. El sol baja: todosadentro. La escena transcurre rutinaria.Hasta que golpea.

Villegas, Ciudad Evita, provincia de Bue-nos Aires, Argentina, Latinoamérica, Plane-ta Tierra. Del otro lado de Crovara, Willyempuña su verdad: “A veces me preguntodónde hubiésemos ido sin la música”.Willy es diez veces hermano. Su padre eschileno y su madre una coplera de las mon-tañas del Jujuy. La familia unida fue el capa-razón contra las drogas y las armas. Willytiene una teoría: “En estos barrios, o la fa-milia se une tipo en clan cerrado o crecésen el desamparo. No hay términos me-dios”. En el ojo de la tormenta, Willy ycompañía enseñan en las letras armonía ypaz; junto a cuatro de sus once hermanos yotros tantos amigos del barrio, tejieron unfuturo al compás del reggae y sus valores.

El hermetismo familiar filtró en ami-gos. “Así te salvás”, dirá Paul, saxofonistade la banda. Las juntadas y ensayos fue-ron moldeando un sueño que no acaba enlo musical.

¿Por qué el reggae, entonces? Willy: El reggae matemáticamente esuna música mántrica: lleva el mismocompás de tiempo y siempre es lamisma base. Se denomina mántrico alllamado espiritual, a cierto estado demeditación. Y el reggae genera un mo-vimiento pendular que, si está bien to-cado, lleva a que el cuerpo se mueva. Paul: Elegimos el reggae porque nosgusta ese costado más espiritual.

Está claro: el reggae es para Sentido Rústi-co más un modo de vida que el géneromusical que interpretan. Ese contenido es-piritual –parido por la cultura rastafari ja-maiquina– los planta a un lado de la lógi-ca violenta y destructiva del barrio y, almismo tiempo, resalta su contenido calle-jero y “de los pasillos”. Paul extenderá elgénero como reggae roots, esto es, el reg-gae de raíz, más puro, “que contagia bue-na energía y es más del gueto”, dirá. Enese sentido, Willy escribe en Un lugar:

En mis sueños existe un lugardonde la muerte no es moneda corrientey donde la esperanza vivirá por siempre

Sentido Rústico es el recoveco que Willyreserva para sus sueños, ahí, entre lamuerte y la esperanza.

La primera ovación

ero hablemos de música. ¿Se pue-de? Sentido Rústico atraviesa la di-fusa frontera entre música y barrio.

Por eso, cuando Willy augura nuevo disco ymenciona el DVD, tropieza otra vez: “La ideadel documental es que conozcan no sólonuestra música sino de dónde venimos ycon eso se ve nuestro esfuerzo para cami-nar”. Willy habla de hace seis años atrás,

SENTIDO RÚSTICO

Formaron una banda con todo lo bueno de un barrio donde sobra lo malo. Hacen reggae con pasión y con letrasque reflejan el cotidiano. Una manera de cambiar su mundo y su barrio: Villegas, la ciudad de la furia.

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Sin transa, con rasta

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Info sobre fechas, fotos y más en:www.myspace.com/sentidorusticowww.fotolog.com/sentido_rustico

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www.lavaca.org

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Cianca-glini, Mariana Collante, Romina Dalfonso,María del Carmen Varela, Carlos Melone,Luis Zarrans y Franco Ciancaglini.Fotografía: Julieta Colomer, HernánCardinale y Mónica Bonavia.Diseño: másSustanciaCorrección: Graciela DaleoIlustración: Diego Parés, Mariano LucanoWebmaster: Diego GassiCoordinación: Magui Salazar y PaolaMéndezImpresión: Cooperativa de Trabajo Grá-fica Patricios. Av. de Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribución en Interior: DISA (Distribui-dora Interplazas SA). Pte. Luis S. Peña1832/6 (1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160MU es una publicación de la Coopera-tiva de Trabajo Lavaca Ltda. Hipólito Yrigoyen 1440 Ciudad Autónoma de Buenos AiresTeléfono 4381-5269.Editor responsable: Claudia Adelina Acuña www.lavaca.org

uenos Aires tiene un encantoespecial de noche. Ignoro silos porteños lo saben pero se-duce como una caricia distraí-da. Buenos Aires es una ciu-

dad pretenciosa, sucia, pedante y que nonos quiere a los africanos. Pero no hay na-da que hacerle: es linda de noche. Y de no-che caminé las cuadras de Congreso a Co-rrientes rumbo a un destino terrible.

Lovercraft era un escritor de ciencia fic-ción que tenía un talento fantástico para ha-certe sentir que lo horrible, lo espantoso, es-tá ahí sin que lo veas, sin que sepas de quése trata. Como las pesadillas en las que algoominoso te acecha en la esquina, detrás delplacard, en el descanso de la escalera. Ni élpodría haber descripto el horror que sentía.

Tratando de pasar de incógnito, estiloInspector Clouseau, me acerqué a la ven-tanilla del Teatro Premier a retirar mi en-trada asignada a “Prensa” (esa secta os-cura y temible), como quien retira supasaporte a un rito satánico.

Acto 1. Descubro que la función empie-za media hora más tarde que mis previsio-nes, pero la voz de la ventanilla lo niegacon reiterado desgano. Insisto que hay uncartelito que dice que sí, se acerca un se-ñor Gordo, Petiso y Pelado (a partir deahora GPP), me mira indolente y dice: “Lavieja de mierda se equivocó”. Arranca sinmás el cartel que daba lugar a la confu-sión, me mira y se va.

La voz de la ventanilla sigue clavada auna computadora mientras su expresiónde Homero Simpson me deja desolado.

Salgo a la civilización, me cruzo al SanMartín y descubro en el hall a dos pela-dos, guitarra y piano, tocando de formabella y ajustada tangos de Plaza y Piazzola.

No soy tanguero, pero me quedo.Eso tiene esta puta ciudad: en los Pagos

de la Magdalena no encontrás estos pela-dos ni flotando en el Riachuelo.

Realizo una compleja operatoria, celu-lar en mano y logro rescatar a Natalia, micompañera, que, parada junto al Obelisco,no encontraba la avenida Corrientes (sí…es cierto).

Acto 2. Vuelvo al Premier y hago unaconfusa cola de invitados, el triple de largaque la de entradas comunes. No éramosmuchos, pero aún así, era un caos. En la en-trada principal (o algo así) había vallas es-perando a la estrella del espectáculo y unos60 tarados alrededor de ellas. Yo, con Nata-lia y su asombro de “hay gente para todo”y la sombra rumiante y malhumorada deLovercraft, esperando, mientras GPP organi-zaba la fila sin éxito y con pésimo humor.Me hace pasar, finalmente, a donde una da-ma me da un papelito verde de canje y memanda… ¡A hacer la cola de nuevo! Y, porsupuesto, GPP me manda al fondo, que se-guía siendo corta y caótica.

Al costado nuestro, tevé, cámaras, los ta-rados de siempre, más el que suscribe tratan-

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en mu.

CRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

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do desesperadamente de pasar desapercibi-do. De repente GPP me hace pasar con carade indiferencia y la voz de la ventanilla meda las entradas. Y me manda a hacer la “otracola”. La reput... Ahí me avivo de que estába-mos todos de garrón. Eran los mismos queen la cola anterior, nuevamente en el caos.

La Estrella no llegaba y estaba muy cla-ro que no entrábamos al teatro porque de-bía verse un simulacro de multitudes paracuando llegara. Éramos 100 y parecíamos10 mil. Dos adolescentes detrás mío, posi-blemente fugadas de alguna institución derehabilitación de algo, comentaban histéri-camente por celular si la Estrella venía ono venía.

No venía.De pronto la fila se empezó a mover (¡mi-

lagro!) y… ¿quién cortaba los boletos?... ¡gpp! Como Dios, en todas partes.Nos sentamos en cuarta fila, la gente se

sacaba fotos como si estuviera en el zoo,gritaba entre sí, poco más de la mitad delteatro estaba vacía y el clima se parecía aun asado de ex compañeros de secundaria.Un aullido breve de las afueras indicó quela Estrella había llegado. Con media horade atraso, la función empezó.

Fortuna. Con Ricardo Fort y otros ejem-plares sudamericanos.

El fantasma de Lovercraft se sentó a miizquierda y estaba pálido.

Creo que tenía miedo.Acto 3. Seré breve por pudor y por si es-

ta revista cae en manos de menores. Loque siguió fueron dos horas increíbles,muy fuertes.

El teatro es una de las Bellas Artes.

Enfrente está el San Martín. No hay derecho…La función fue tan mala que aun con la

sala vacía era una falta de consideraciónpara con la condición humana.

Guión inexistente, realzando el chocola-te Fort, las condiciones amatorias y derro-chonas del (gordito y retacón) Ricardito o elniño Ricardo, chistes de notable visibilidadpopular (por lo obvios), un público que ac-tuaba como si jugaran Flandria y Atlas, gri-tando, puteando, piropeando –es una formade decir–, chiflando, riéndose cuando nopasaba nada, actores tan malos que Adria-na Salgueiro –sólo por ser algo prolija acto-ralmente– parecía Norma Aleandro.

Natalia cada vez se agarraba más fuertede mi brazo, no sé si para soportar lo queveíamos o para tratar de dormir. Que de to-das maneras era imposible porque cuandono gritaban los actores, lo hacía el público. YRicardito que transpira y transpira y transpi-ra en escena, respira mal, está todo el tiem-po agitado, tiene la ductilidad de un Poke-món y la versatilidad de un Power Ranger.

Hace de sí mismo. Y lo hace mal.Encima canta. No desafina, ése es su

mérito. Su expresividad romántica cuandointerpreta a Sandro me hace acordar a laiguana que tenía mi tío Juan José.

Final. Corrientes zapatea orgullosa ysoberbia, su borrachera de sábado a la no-che. El fantasma de Lovercraft me mira in-crédulo y desvalido. Como orgulloso hijode África, vuelvo en una cascarrientacombi a los Pagos de la Magdalena, mien-tras sonrío el suave placer de venganza.

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Fortuna

el periódico de lavacajunio 2010 / año 4 / número 35Valor en kioscos $ 6

Contratapa v2.qxp 6/15/10 5:05 PM Page 2