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Crecientemente tenemos la sensación de habitar un campo minado, un mundo al borde del colapso. Las formas de vida y de convivencia tradicionales y humanas se derrumban totalmente. ¿Qué hacer? Habitar, reconstruir, apropiarnos de los territorios. Generar nuevos mundos es una necesidad vital que hemos de asumir desde abajo y es otra tarea de la arquitectura. En México como en el mundo las ciencias del hábitat están siendo fuerzas históricas autónomas para transformar el estado presente de las cosas.

MTRO. DAVIDFERNÁNDEZ DÁVALOS, S. J.RECTOR.

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ACTUALIDAD YCULTURA

Jimena de Gortari Ludlow. Territorios sonoros: la ciudad se escucha.

Gabriela Lee Alardín.Patrimonio cultural y desarrollo sustentable en México.

Elda Pasquel Muñoz. El Museo Nacional de Antropología. Un museo atemporal.

Valentina González Yáñez. Gente que cambia al mundo. Opinión. Diez estudiantes revelan por qué eligieron Arquitectura en la Ibero.

Tatiana Bilbao. No hago arquitectura, soy arquitecta.

Mónica Silva Contreras. La gestión internacional de técnicas y materiales. En la primera década del siglo XX.

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Mtro. David Fernández Dávalos, S. J. Carta del Rector. Nuestra gran arquitectura.

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José Luis Gutiérrez Brezmes.Nuestra arquitectura hoy.

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Alejandro Aguilera. 64 años formando arquitectos en la Ibero.

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14Juan José Kochen. ¿Arquitectura contemporánea?

Alejandro Hernández Gálvez.El arquitecto y la ciudad, aún.

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Juan M. Casillas Pintor. La vivienda autoproducida.Por una arquitectura participativa.

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Gerardo Velázquez Flores.Por una arquitectura sustentable. La reconversión de edificios.

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Valentina González Yáñez,Pedro Rendón e Iván Cabrera.Actualidad Ibero.Breves de la Universidad Iberoamericana.Por una vida y una educación igualitarias y sin violencia.

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26Pedro Rendón López. Ibero Líder. Educación que transforma. Entrevista. Oscar Hagerman. Arquitectura y compromiso social para la dignidad de las personas.

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La voz del libro / El eco de la lectura.Reseñas.Qué leer y por qué.

La llama inextinguible. Poesía. Octavio Paz. Nocturno de San Ildefonso (fragmento).

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Oscar Hagerman.Fotografía de Pedro Rendón López.

Beatriz Palacios. Música para camaleones.Discos.Qué escuchar y por qué.

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Arquitectura mexicana hoy

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Aviso de Privacidad.La Dirección de Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, con domicilio en Prolongación Paseo de la Reforma número 880, Colonia Lomas de Santa Fe, Delegación Álvaro Obregón, Código Postal 01219, en Ciudad de México, utilizará sus datos personales recabados para difundir el quehacer académico de la universidad e informarle sobre asuntos escolares, administrativos, culturales, deportivos y sociales, dis-tribución, ya sea de manera directa o a través de un tercero, de la Revista IBERO y de productos de comunicación. Para mayor infor-mación acerca del tratamiento y de los derechos que puede hacer valer, usted puede acceder al aviso de privacidad integral en la liga http://www.ibero.mx/aviso-legal-y-de-privacidad.

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En 1980, al recibir el Premio Pritzker de Arquitec-tura, el galardón más importante que se entrega en el arte de la construcción (“por su compromiso con la arquitectura como un acto sublime de imaginación poética”, en palabras del jurado), Luis Barragán afirmó: “En las arquitecturas sin pretensiones de los pueblitos y ciudades de provincia he amado las paredes blanqueadas, la paz de los patios o de los huertos, las calles llenas de colores, la simple majestad de las pla-zas circundadas por la sombra de los pórticos. Siendo católico, he visitado con frecuencia mo-numentales monasterios –hoy abandonados– de

los cuales hemos heredado la potente fe religiosa y el genio arquitectónico de nuestros antiguos colonizadores”.

Esta afirmación de uno de los más grandes arquitectos del mundo (nacido en Guadalajara en los albores del siglo XX) remite a las fuentes de la esplén-dida arquitectura mexicana, que goza de un merecido prestigio, caracterizada por su universalidad que se finca en el genio popular y en la recuperación y actualización de nuestro pasado. La arquitectura mexicana ha conseguido un reconocimiento internacional, justamente con figuras como Barragán, Mario Pani, Juan O’Gorman, Pedro Ramírez Vázquez, Teodoro González de León, Ricardo Legorreta, Oscar Hagerman, Juan Sordo Madaleno, Francisco Serrano Cacho, entre muchos otros de dilatada trayectoria.

Este reconocimiento se ha fortalecido con el surgimiento de nuevas ge-neraciones entre las que figuran nombres ya plenamente identificados por la importancia de sus obras, como Benjamín Romano, Javier Sordo Madaleno, Enrique Norten, Alberto Kalach, Fernando Romero, Tatiana Bilbao, Frida Escobedo, Fernanda Canales y muchos y muchas más, cuyas trayectorias se reconocen en estas páginas de IBERO, orgullosamente egresados, muchos de ellos, de nuestra Universidad, cuya Escuela de Arquitectura, hoy Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil, fue fundada en 1955 y, desde entonces, ha señalado rumbos, tendencias, búsquedas y logros.

La arquitectura implica proyección, diseño y construcción, y es un arte, pero también una ciencia que involucra una serie de disciplinas vinculadas a la ingeniería, el urbanismo, la movilidad, la accesibilidad y el respeto al entorno, tendentes al bienestar con un sentido de servicio a la sociedad. Es así como entendemos en la Ibero, y como se entiende hoy, en la arquitectura mexicana con un sentido de responsabilidad social, este ejercicio profesional eminentemente creador.

Nuestra gran arquitecturaCARTA DEL RECTOR

LA VERDAD NOS HARÁ LIBRESMtro. David Fernández Dávalos, S. J.Rector

DIRECTORIO

IBERO, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA es una publicación bimestral de la Universidad Iberoamericana, A. C., bajo la responsabilidad de la Dirección de Comunicación Institucional de la Ibero. Editor responsable: Carlos Alfonso Valle Cabello, [email protected]. Número de Certificado de Reserva al Uso Exclu-sivo 04-2015-121718193300-102, ISNN: 2594-2662 ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derechos de Autor. Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido: 16797, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Domicilio de la publicación: Prolon-gación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe, Ciudad de México, C. P. 01219. Teléfonos 59 50 41 97 y 59 50 41 98. Prepren-sa digital e impresión: Impresos Sandoval, responsable Alfonso Sandoval Mazariego. Calle Tizapan No 172 Local 1 Col. 3A Sección Metropolitana C.P. 57750 Cd. Nezahualcóyotl Edo. Mex. Teléfonos: 57934152 Y 54937224. Distribución: Servicio Postal Mexicano. Porte Pagado PP09-02080, Publicación Periódica, autorizado por SEPOMEX. La responsabilidad de los artículos publicados refleja, de manera exclusiva, la opinión de sus autores y no necesariamen-te el criterio de la Universidad Iberoamericana. No se devuelven ori-ginales no solicitados ni se entablará correspondencia al respecto. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la revista, sin autorización previa y expresa, por escrito, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Año XI, número 62, junio-julio de 2019.

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANACIUDAD DE MÉXICO

Mtro. David Fernández Dávalos, S. J.Rector

Sylvia Irene Schmelkes del ValleVicerrectora Académica

Consejo Editorial: Gonzalo Bustamante Moya / David Fernández Dávalos, S. J. / Miguel ÁngelGranados Chapa † / Alejandra Chong González /Alberto Irezabal Vilaclara / Vicente Leñero † / María Nieves Noriega de Autrey / Adriana de la Peza Vignau /Sylvia Irene Schmelkes del Valle / Ilán Semo

Comité de Asesores: Luis Felipe CanudasOrezza Ugalde / Erick Fernández Saldaña /Diego García Núñez / Thomas Legler / Ignacio Padilla † / Ana Bertha Pérez Lizaur / Alma Polo Velázquez

Director general: Carlos A. Valle CabelloDirector huésped: José Luis Gutiérrez BrezmesDirector editorial: Juan Domingo ArgüellesAsistente editorial: Beatriz PalaciosAdministración: Áurea MaristanyDiseño: Diana Karina Rivera Esparza /Ernesto Cerna Landa / Julio César López /Héctor Raúl Pérez CortésInformación: Jorge Cervantes MagañaRedacción: Valentina González Yáñez /Iván Cabrera Machorro / Pedro Rendón López

Versión electrónica: www.ibero.mx/revistaibero/Ventas publicidad: 5950-4000 ext. 7526,[email protected]

Nuestra portada:

Arquitecturamexicana hoy.Composición gráfica del equipo de diseño dela Direcciónde ComunicaciónInstitucionalde la Ibero.

ISSN 2594-2662.

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Nuestra arquitectura hoy AR

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n el Departamento de Ar-quitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil honramos nuestra historia; historia en permanente construcción alimentada con el trabajo de cada egresada y cada

egresado y de nuestro continuo afán por evolu-cionar y continuar formando a las y los mejores profesionistas que la sociedad necesita. Es una tarea delicada que demanda de todo nuestro es-fuerzo y sensibilidad frente a una realidad con acelerado dinamismo y dramáticos cambios en los problemas y necesidades de la sociedad.

Aunque esta publicación se centra en el área de arquitectura, es importante mencionar que, en 2017, llevamos a cabo una reestructuración académica agrupando los programas y saberes de

la arquitectura con los de la ingeniería civil y el urbanismo con la creación de un nuevo Departa-mento, el de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil, DAUIC.

Nos encontramos inmersos en un proyecto de exploración de las fronteras entre el urbanismo, la arquitectura y la ingeniería civil con el propósito de enriquecer nuestra visión y ampliar los carriles de las profesiones percibidos por las nuevas generaciones como camisa de fuerza. Estas y estos jóvenes, hoy nuestro alumnado, persiguen y demandan nuevas formas para su formación y pleno desarrollo, y esta-mos comprometidos a ofrecérselas. Nuestra interdis-ciplinariedad y trasgresión de fronteras comenzó a mostrar sus virtudes en todas las acciones de auxilio y reconstrucción que realizamos y seguimos realizando en apoyo a la sociedad afectada por los sismos del 2017 en diferentes lugares de nuestro país.

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JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ BREZMES

Arquitecto y maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México con experiencia

profesional de más de veinticinco años en los campos del diseño y la construcción. Asociado fundador y

vicepresidente para Educación de Sustentabilidad para México A. C. SUME (2011 a 2015) y presidente electo de

SUME para el período 2015-2017. Asociado Honorario de Libre Acceso A. C. (LACC) en 1999 y consejero en su

mesa directiva desde 2005. Responsable operativo del convenio de colaboración Espacios Dignos entre Libre

Acceso A. C. y la Universidad Iberoamericana Ciudad de México desde 1999. Con experiencia en la creación de

programas, leyes, normas y manuales sobre sustentabilidad, fue asesor en la comisión para la construcción de la

Norma Mexicana de Edificación Sustentable, publicada en el Diario Oficial el 4 de septiembre del 2013, la Norma

Técnica Complementaria de Diseño Arquitectónico del Reglamento de Construcción del D.F., publicada en la Gaceta

Oficial el 8 de febrero del 2011 y en Criterios para la accesibilidad de las personas con discapacidad del Instituto

Mexicano del Seguro Social, en 2009. Ha llevado a cabo evaluaciones y propuestas de accesibilidad en más de

quinientos inmuebles entre los que figuran aeropuertos, museos y edificaciones ocupadas por distintas instancias

de gobierno. Autor del libro Accesibilidad: Personas con discapacidad y diseño arquitectónico (Ibero 2011 y 2015)

y compilador y coautor de La Ibero y las personas con discapacidad y La Ibero y la sustentabilidad, ambos de 2013.

Desde 2017 es director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Ibero, con docencia e

investigación en las áreas de edificación sustentable y accesibilidad para personas con discapacidad.

Es más digno usar la inteligencia, con audacia y responsabilidad, para encontrar formas de desarrollo sostenible y equitativo, en el marco de una

noción más amplia de lo que es la calidad de vida.

Papa Francisco, Carta Encíclica Laudato si’, Sobre el cuidado de la casa común, 192, 24 de mayo de 2015.

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Agrupamos los programas y saberes de la arquitectura con los de la ingeniería civil y el urbanismo. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

En el Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Ibero somos el crisol de la pa-sional y en ocasiones estridente sensibilidad de las y los arquitectos con la serena racionalidad de las y los ingenieros civiles, de la intuición educada con la me-tódica racionalidad. Viajamos con naturalidad entre la íntima escala de la habitación y la de la vasta ciudad. Ponemos un pie en el territorio del arte y el otro en el de las ciencias exactas.

Hablar de los arquitectos y arquitectas de la Ibero es hablar de un grupo de profesionales de la arquitectura identificados por su compromiso y responsabilidad so-cial, por su buen sentido del diseño, una visión integral que concibe al objeto arquitectónico en armonía con su contexto y, más recientemente, con los valores de la sustentabilidad y la accesibilidad.

Hablar de los arquitectos y arquitectas de la Ibero también es hablar de una comunidad con sesenta y cuatro años de existencia, diversa y dueña de un fuerte

sentido de identidad alrededor de un símbolo singular; el “gallo” de Mathias Goeritz, un croquis que Mathias realizó como boceto para una escultura de madera y que regaló al doctor Felipe Pardinas, acabando por ser utilizado en la invitación a la inauguración formal de los primeros cursos de la entonces Escuela de Arqui-tectura de la Ibero, el 28 de febrero de 1955.

Nos encontramos inmersos en un proyecto de exploración de las fronteras

entre el urbanismo, la arquitectura y la ingeniería civil con el propósito de

enriquecer nuestra visión y ampliar los carriles de las profesiones percibidos

por las nuevas generaciones como camisa de fuerza.

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Mucho ha cambiado el mundo desde 1955, y, en nuestros días, el evidente deterioro social y ambien-tal que padecemos nos imponen reflexionar sobre nuestros muchos aciertos, pero especialmente sobre nuestros también muchos errores; errores que nos retan a construir nuevos paradigmas que garanticen un futuro de vida y equidad.

Como comunidad profesional y como institución de educación superior nos corresponde combatir la incertidumbre por el futuro con una esperanza sus-tentada en hechos, en nuestro talento y en nuestro cotidiano trabajo. Convencidos de que se predica con el ejemplo, en el Departamento nos hemos impuesto la ambiciosa meta de convertirnos en referente y “punta de lanza” en el desarrollo del conocimiento y sensibilidad necesarios para que la práctica de nuestra profesión sea solución en lugar de problema, para que sirvamos a la sociedad en lugar de servirnos de ella.

Para todo nuestro hacer en el Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil hemos adoptado como telones de fondo a la sustentabili-dad y a la inclusión, de manera particular a la ac-cesibilidad universal entendida como el atributo de calidad que permite que nuestro entorno construido

sea utilizable con igual dignidad por todos y todas, seamos como seamos física y culturalmente, seamos personas con discapacidad o sin ella. Temas en los que vamos de la mano aliados con la sociedad orga-nizada. A manera de ejemplo, en la sustentabilidad, somos miembros fundadores de Sustentabilidad para México A. C. (SUME), consejo establecido para México del World Green Building Council, y en la accesibilidad operamos desde hace veinte años un fructífero convenio de colaboración con Libre Acce-so A. C., asociación de personas con discapacidad. Tampoco nos han faltado cómplices empresariales que comparten nuestra visión y convicciones, y el ejemplo son nuestras tres cátedras fundadas: “Cátedra de accesibilidad y sustentabilidad LafargeHolcim”,

Hablar de los arquitectos y arquitectas de la Ibero es hablar de un grupo

de profesionales de la arquitectura identificados por su compromiso y responsabilidad social, por su buen

sentido del diseño, una visión integral que concibe al objeto arquitectónico en armonía con su contexto y, más

recientemente, con los valores de la sustentabilidad y la accesibilidad.

Nuestro símbolo: el "gallo" de Mathias Goeritz.

Escultura a partir del boceto que Mathias Goeritz regaló al doctor Felipe Pardinas.

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Como comunidad profesional y como institución de educación superior nos corresponde combatir la incertidumbre por el futuro con una esperanza sustentada

en hechos, en nuestro talento y en nuestro cotidiano trabajo.

Incluimos un espacio para prácticas profesionales supervisadas. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

Tenemos una gran responsabilidad para con la sociedad. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

“Cátedra Blanca Cemex”, y, la más reciente, “Cátedra Integral BOVIS”. También es importante mencionar que somos la universidad asociada para América Latina de la LafargeHolcim Foundation.

Nuestro enfoque ha sido y es preponderantemente social y profesionalizante, y así, el currículum de la Licenciatura en Arquitectura incluye un espacio para prácticas profesionales supervisadas que realizamos con el apoyo de una cartera de más de 300 empresas y despachos, muchos de los cuales son de nuestras y nuestros egresados. En nuestro ADN está el impulso emprendedor.

Sin duda somos privilegiados por nuestra formación, y con el privilegio adquirimos una gran responsabilidad para con la sociedad que nos ha hecho posibles.

Concluyo no sin antes expresar, a título personal, que me siento honrado y agradecido por la oportu-nidad de dirigir nuestro Departamento y reiterar mi compromiso con este retador proyecto educativo y con nuestra comunidad; comunidad reconocida por lo que hacemos, por cómo lo hacemos y por lo que nos motiva a hacerlo; motivación que, en resumidas cuentas, es un acto de amor por los demás y por nuestra profesión.

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64 años formando arquitectos en la Ibero

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esde la inauguración de nues-tra Escuela de Arquitectura, casi cuatro mil arquitectos han egresado; 3 964 para ser exactos: 1 449 mujeres y 2 515 hombres. Difícilmente se hu-biera imaginado en su inicio,

el éxito que habría de tener esa modesta propuesta y su impacto social en constante crecimiento. El doctor Felipe Pardinas (1912-1985), que en ese momento era director del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana, fue su promotor y quien convocó a un conjunto de arquitectos, que durante dos años se juntaron semanalmente para imaginar y dar forma al rumbo de una nueva institución. La mayor parte de las reuniones se llevó a cabo en la casa del arquitecto Enrique de la Mora, pero tambien otras ocurrieron en el restaurante “Jardín”, mejor conocido como “de los alemanes”, ambos en el Barrio de San Ángel. Asistían Enrique y Tatiana de la Mora, Felipe Pardinas, Augusto H. Álvarez, Enrique Carral, Ricardo de Robina, Vladimir Kaspé y, eventualmente, Mathias Goeritz.

Al considerar que estaría incorporada a la Escuela Nacional de Arquitectura, ellos concibieron a la nueva escuela como su complemento. Partiendo de la mis-ma base y de la misma formación de estudios que en la UNAM, se buscó dar a ese nuevo establecimiento un sentido y una orientación complementarios a los de la escuela grande. Así lo dejaron por escrito en un breve documento donde sintetizaron sus intenciones. Vislumbraron una escuela pequeña, donde tuviera un

papel central una cuidadosa selección de los estudian-tes, donde la relación entre profesores y alumnos fuera muy cercana. Quedaba claro desde el principio que la relación entre la Escuela de Arquitectura de la UNAM y el nuevo espacio de enseñanza debería ser múltiple, constante y que deberían sumarse para perseguir el mismo objetivo. Los fundadores estaban fuertemente vinculados a la UNAM, habían estudiado en ella o eran profesores ahí, y pensaron: “¿Qué mejor liga entre las dos escuelas que la de su personal docente?”.

Finalmente, los cursos iniciaron el 15 de febrero de 1955, a las ocho de la mañana con 45 alumnos inscri-tos en la primera generación. Sin embargo, la escuela fue inaugurada oficialmente el 28 de febrero por los doctores Nabor Carrillo y Manuel Pérez Alonso, Rec-tores de la UNAM y de la Ibero, respectivamente. En nombre de nuestra universidad habló el doctor Felipe Pardinas y, en la misma ceremonia, se entregó el acta de incorporación. El director de la Escuela Nacional era el arquitecto Alonso Mariscal, y de la nuestra, Augusto H. Álvarez.

La inauguración de una escuela privada de arqui-tectura en 1955 parecía una apuesta muy arriesgada, si tomamos en cuenta que apenas unos meses atrás, el 22 de marzo de 1954, se habían iniciado las actividades académicas en el campus de Ciudad Universitaria, en instalaciones nuevas y relucientes. Más aún si se tiene en cuenta el inicio modesto, en locales prestados, de la nueva institución. Toda la Iberoamericana, que recién había cambiado de nombre, tenía el mismo origen discreto, frugal, pero con ideales y principios claros.

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ALEJANDRO AGUILERA

Arquitecto. Estudió arquitectura y antropología en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, donde es

profesor desde 1976. Autor de varios libros; entre ellos, Objeto de reflexión: 60 años de arquitectura y Vladimir

Kaspé: Arquitectura racionalista.

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En Insurgentes Sur 1967, en la ex Hacienda de Guada-lupe (hoy Plaza Inn), sede en aquel momento, del Colegio Franco Español, propiedad de don Nicolás González Jáuregui, surgió el nuevo espacio de enseñanza. Una parte de esas instalaciones fueron prestadas para comenzar las actividades; así, todo se inició con 50 restiradores y 50 lockers. Allí permanecieron un año, hasta que, en febrero de 1956, se reubicaron en Palma 50, en San Ángel, en lo que hoy es el restaurante San Ángel Inn, donde la planta baja sirvió como escuela y lo que ahora es el comedor principal era el taller de proyectos o composición como se decía en aquel momento. Allí se permaneció hasta el principio de 1963: después de una breve estancia en Zaragoza 84, en Coyoacán, estuvimos veinticinco años en Cerro de las Torres 395, y ahora más de 30 años en el plantel de Santa Fe.

El primer director de la naciente escuela, como se dijo, fue Augusto H. Álvarez, y los primeros profesores Augusto H. Álvarez, Enrique Carral, Ramón Torres y Héctor Velázquez (Taller de Composición), Ricardo de Robina e Israel Katzman (Teoría de la Arquitectura), Carlos Chanfón (Descriptiva y Perspectiva), ingeniero Pierre Bourlon (Matemáticas), ingeniero Javier Cova-rrubias (Mecánica), Felipe Pardinas (Historia del Arte), Jorge Stepanenko y Ricardo Flores (Dibujo Natural), Mathias Goeritz (Educación Plástica). Los profesores

habían sido elegidos entre los mejores profesionistas, siendo la mayoría maestros de la Escuela Nacional de Arquitectura.

Los inspectores nombrados por la UNAM fueron los arquitectos Jesús Aguirre Cárdenas y Ramón Marcos. Luis Barragán hizo un donativo para la biblioteca y el señor Roberto Hill, de la American Book, obsequió la suscripción permanente para 50 revistas de arte y ar-quitectura. El consejo consultivo de la naciente escuela estaba formado por los arquitectos Alonso Mariscal, Enrique del Moral, Enrique de la Mora y Vladimir Kaspé. Como al principio estuvo incorporada a la Universidad

A través de los años, se han manifestado algunos rasgos comunes en nuestros egresados: se nota en su trabajo una

arquitectura que rehúye la estridencia, generalmente se aboga por una

arquitectura sensata, preocupada por hacer ciudad, contextualista y, desde

hace algunos años, se apuesta más porlas construcciones sostenibles y

de libre acceso.

Profesora Ana Barbará con estudiante, durante una clase de Proyectos. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

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Nacional, hasta mediados de los años setenta, los estudiantes recibían un doble título, uno de la UNAM y otro de la Ibero.

Al paso del tiempo se puede afirmar que, a través de los años, se han manifestado algunos rasgos comu-nes en nuestros egresados: se nota en su trabajo una arquitectura que rehúye la estridencia, generalmente se aboga por una arquitectura sensata, preocupada por hacer ciudad, contextualista y, desde hace algunos años, se apuesta más por las construcciones sosteni-bles y de libre acceso. Con esa sencilla fórmula se ha ido dejando huella por todo el país. La presencia de las arquitecturas de nuestros egresados es importante sobre todo a nivel nacional, aunque ahora también colaboran nuestros egresados en oficinas de algunos arquitectos muy relevantes internacionalmente.

Nuestros universitarios han contribuido a cons-truir un sentido de Comunidad Ibero, que integran egresados, profesores, funcionarios, y administrati-vos porque, juntos, han contribuido a construir una historia y un prestigio. Entre ellos, muchos egresados han tenido trayectorias importantes en diversos campos profesionales, porque hoy el trabajo de los arquitectos es muy variado. Actualmente, el territorio de la arquitectura se va ensanchando y se torna más complejo, más especializado. Es del interés editorial señalar a algunos egresados de nuestra institución: la selección es compleja porque las trayectorias profe-sionales de todos nuestros egresados son estimables y reconocibles; ellos se han desempeñado en muy variados campos de la práctica profesional, y hoy son funcionarios públicos, docentes, investigadores, urbanistas o artistas, aunque son muy abundantes los arquitectos proyectistas o constructores.

La selección es difícil, y lo fácil es olvidar a per-sonajes importantes. Sin embargo, para responder a esa inquietud y tratando de ser justos, las fuentes de información más accesibles son las publicaciones, libros y revistas que registran la obra de los arquitectos en México. De alli extraemos una pequeña muestra de

aquellos que se han destacado en el ámbito del diseño y la edificación. En el limitado espacio disponible, apenas se pueden nombrar a unos cuantos egresados. Lo más justo sería señalar a todos porque de todos estamos orgullosos, pero en el ánimo de resolver este trance se enlistan algunos arquitectos y se mencionan algunos ejemplos de sus proyectos y reconocimientos más importantes.

ALGUNOS DE NUESTROS EGRESADOS DISTINGUIDOS EN EL DISEÑO Y LA EDIFICACIÓN

Francisco Serrano Cacho. Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de las Bellas Artes 2003, Medalla de Bellas Artes de Arquitectura del INBA 2018. Algunas de sus obras: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Prepa Ibero, Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Centro de Artes de Zamora.Enrique Norten. Medalla de Bellas Artes del INBA 2018. En 2005 recibió el Premio Mundial de Artes Leonardo da Vinci del Consejo Cultural Mundial y fue el primer ganador del Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana en 1998. Algunas de sus obras: Extensión de la Biblioteca Pública de Nueva York, Escuela de Diseño, Cine y Televisión para CENTRO en la Ciudad de México, Museo Amparo.Benjamín Romano. La Torre Reforma de 246 metros de altura fue premiada como el mejor rascacielos del mundo por el jurado del International Highrise Award (IHA) 2018 en Frankfurt, Alemania. Entre muchas otras torres de oficinas y departamentos que ha proyectado y construido.Javier Sordo Madaleno. Recibió la “Medalla al Mérito en Ciencias y Artes 2016” en la categoría de Arquitec-tura que otorga la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México. Algunas de sus obras: Westin Regina Los Cabos, Parroquia de San Josemaría Escrivá, Hotel Grand Hyatt Playa del Carmen.Agustín Landa. Torre Pabellón Monterrey, Torre Ava-lanz, Cedetec-Cemex (Atizapán, Estado de México), Corporativo Cemex Ciudad de México.Aurelio Nuño, Clara de Buen, Carlos Mac Gregor. Biblioteca de la Facultad de Medicina UNAM, Poli-forum León, Colegio Alemán Alexander von Humboldt en Lomas Verdes.Alberto Kalach. Biblioteca Vasconcelos (junto con Juan Palomar, Gustavo Lipkau y Tonatiuh Martínez), Galería Kurimanzutto en Ciudad de México, Casa Vertical Torre 41.Bernardo Quinzaños e Ignacio Urquiza, Centro de

La presencia de las arquitecturas de nuestros egresados es importante sobre todo a nivel nacional, aunque ahora también colaboran nuestros egresados en oficinas de algunos

arquitectos muy relevantes internacionalmente.

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Nuestros universitarios han contribuido a construir un sentido de Comunidad Ibero. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

Colaboración Arquitectónica. Vinícola Cuna de Tierra, en Dolores Hidalgo, Guanajuato, que recibió Medalla de Plata en la Primera Bienal de la Ciudad de México y en la XII Bienal de Arquitectura Mexicana. En 2019 fueron nombrados como Emerging Voice de la Architecture Leage of New York. Fernando Romero. Premio Internacional Bauhaus en 2004 en Alemania. Proyecto del Nuevo Aeropuerto In-ternacional de la Ciudad de México que fue diseñado en colaboración con Foster+Partners, Museo Soumaya.Tatiana Bilbao. Premio Global de Arquitectura Soste-nible 2014, Premio Kunstpreis Berlin 2012 y Architizer Impact Award 2017. En 2010 fue nombrada como una Emerging Voice del Architecture Leage of New York. Jardín Botánico de Culiacán, Capilla de la Gratitud de la Ruta del Peregrino en Jalisco, Edificio Biotecnológico del TEC de Sinaloa.David Cherem, Isaac Sasson. Torre Cuarzo Reforma 26, en asociación con Richard Meier junto con el despacho mexicano integrado por David Cherem, Isaac Sasson y Abraham Cherem. Edificio Joselillo 3.Lucio Muniain. Hotel Puerto Vallarta, Casa GBN, Casa AR, Casa MO. Casa FC. Casa LM.Víctor Alcerreca, Hesner Sanchez y Fermín Andrade.

Museo de Divulgación Científica (Ciudad de México).José de Yturbe Bernal. The Westin Resort Spa, Puerto Vallar-ta, Villas Cozumel, Malinalco, Country Club, Haus Santa Fe.Fernando Rovalo, Jorge Ballina, José Creixell. Univer-sidad Iberoamericana Plantel Laguna, Torreón, Coahuila.Juan Sánchez Aedo. Grupo Architech, Centro Comercial Aristóteles 123, Centro Comercial Universidad 767, Plaza Cascada, WTC Centro Gastronómico, Centro Comercial Pa-seo Acoxpa, Pabellón Azcapotzalco, Gran Terraza Oblatos.Yuri Zagorin. Casa PH-N (Ciudad de México), Casa Puente.Derek Dellekamp. Edificio Ámsterdam 309, Edificio AR 58, Pabellón Temporal Casa de Suiza, Edificio CB 30 (con Juan Pablo Maza) Casa Silencio.Jaime Varon, Abraham Metta y Alex Metta de Migdal Arquitectos. Polideportivo La Plata (Pachuca, Hidalgo), Teatro Auditorio Gota de Plata (Pachuca, Hidalgo), Central Park Bosque Real, Vivienda Residencial, Huixquilucan, Estado de México.Bosco Gutiérrez Cortina. Casa Gutiérrez Cortina, Word Trade Center (Ciudad de México), Centro Insurgentes.Antonio Toca. En 1999 obtuvo el Premio Nacional Mario Pani del Colegio de Arquitectos de México. Algunas de sus obras: Centro de Ciencias de Sinaloa, Congreso del Estado de Sinaloa. Alfonso Govela. Rescate de la Aduana Marítima de Tampico, Centro Cultural de Hacienda, en el Centro His-tórico de la Ciudad de México. En 1995 gana el Concurso Internacional para el rescate del Templo de la Compañía de Jesús en Antigua, Guatemala.Erika Sorensen. Casa de la Cultura Tuxpan, Michoacán. Adecuación de la ex Hacienda de Belem de las Flores. Edificios “E” y “F”. Adriana León y Julieta de la Portilla. Escuela Técnica Núm. 10, Escuela Nacional de Artes Gráficas Ciudad de México.Jorge Gamboa de Buen. Director General de Grupo DANHOS, que ha desarrollado proyectos en la Ciudad de México como Reforma 222, Parque Delta y Parque Duraznos. Fue secretario de Desarrollo Urbano del Go-bierno del Distrito Federal y director general adjunto del Programa de Reconstrucción de Vivienda después del sismo de 1985.Pedro Cerisola y Weber. Gerencia General del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Fue titular de la Dirección General de Aeronáutica Civil en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y, posteriormente, titular de la misma secretaría.Víctor Cañas. Arquitecto, profesor universitario y ex diplomático. Algunas de sus obras: Casa Holmes, Casa Fischer, Casa Terry, Casa Rizzo, Casa Wagner. Primer lugar en IV Bienal de Arquitectura y Urbanismo en

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1998; primer lugar en la VII Bienal de Arquitectura y Urbanismo en 2005, Premio Maranta.Carlos Pascal, Gerard Pascal. Hotel Hilton y Hotel Real del Bosque en la Ciudad de México, Nisha (Acapulco, Guerrero), Baño Ritual Mirke Rajel, Casa de Meditación.Salvador Arroyo, Alejandro Solís y Rosa Eugenia Agraz. Edificio Sede de la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) en la Ciudad México.Alejandro Mendlovic Pasol en colaboración con José Antonio Sánchez Ruiz. Galería de Loma Linda (Ciudad de México).Christian Gantus y Claudio Gantus. Embajada del Reino de los Países Bajos en México, Rehabilitación de la Sala de Conciertos del Palacio de Bellas Artes.Michel Rojkind Halpert. Reconocido por la revista Architectural Record en 2005 como uno de los diez despachos en la arquitectura de vanguardia. Algunas de sus obras: Museo del Chocolate Nestlé (Estado de México), Nestlé Querétaro, Cineteca Nacional del Siglo XXI (Ciudad de México), Mercado Roma.Isaac Broid. Primer lugar en el premio Oscar Nie-meyer 2018 para la Arquitectura Latinoamericana. Remodelación del edificio que alberga el Centro de la Imagen, Centro Cultural Teopanzolco de ISAAC BROID+PRODUCTORA.Carlos Bedoya, Víctor Jaimes (en asociación con Wonne Ickx y Abel Perles) Productora. Call Center Churubusco (Ciudad de México), Centro Cultural Teopanzolco de ISAAC BROID+PRODUCTORA, Casa Díaz, Casa Alpes.Juan Pablo Serrano y Rafael Monjaraz. Viñedos de Coté (Querétaro), Colegio de la Imagen Pública (Ciudad de México), Pabellón Cultural de la Re-pública (Los Cabos, Baja California Sur), Hotel La Purificadora, en colaboración con Legorreta+Le-gorreta (Puebla).Federico Bautista Alonso. Central de Autobuses Puebla, Desarrollo Urbano de Ciudad Modelo 2016, Modernización del Estadio Hermanos Serdán, Am-pliación y remodelación del Estadio Cuauhtémoc, Cuartel Metropolitano, Construcción de Centro Integral de Servicios 2012-2013, Auditorio Metropoli-tano, Rehabilitación del Complejo Cultural Siglo XX.

Víctor Legorreta. Socio, director general y de diseño en LEGORRETA®. Algunas de sus obras: Biblioteca de Chulavista, California (Estados Unidos), Hotel Boutique Al-Najada (Doha, Qatar). Campus Center, Universidad Iberoamericana en El Cairo, Egipto, UHBK Escuela de Diplomacia de la Universidad de Georgetown (Doha, Qatar).Frida Escobedo. Ganadora del Young Architects Forum, en 2009, que organiza la Architectural As-sociation de Nueva York. Premio de Arquitectura Emergente, Architectural Review, en 2016. Algunas de sus obras: Pabellón temporal, Jardines de Ken-sington, Hyde Park, en el centro de Londres, Res-tauración de La Tallera (Cuernavaca), Intervención en el Museo Victoria & Albert, Librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica.Gabriela Echegaray. En el 2018, junto con Gabriela Gil, presentó una propuesta curatorial del pabellón México en la Bienal de Venecia, Echoes of Land, que reúne el imaginario colectivo y geográfico de la arquitectura mexicana y su territorio. En 2016 ganó el Premio Moira Gemmill de Arquitectura Emergente de los Premios Women in Architecture.Alejandro D’Acosta López. Parque Acuático El Co-romuel (Baja California), Vinícola Ombligo, en co-laboración con Claudia Turrent (Ensenada, Baja California).Juan Carlos Cano, Paloma Vera. Casa Presa (Hidalgo), Edificio Leones, Plaza Andaro en Avándaro, Estado de México.Juan Pablo Maza. Mini-Estudio (Ciudad de México), Centro Cultural Los Cabos (Baja California Sur), Edificio Doctor “G”, Edificio Proaño, Conjunto ha-bitacional Teoloyucan.Jorge Arvizu, Ignacio del Río, Emmanuel Ramírez, con Diego Ricalde. Estudio ERV, Casa CAP, Vinícola Cuna de Tierra (San Luis de la Paz, Guanajuato).Augusto Quijano. Gran Premio Medalla de Oro en la III Bienal de Arquitectura Mexicana por Taller de Arquitectura, Gran Premio Medalla de Oro en la VI Bienal de Arquitectura Mexicana, con la Casa de Huéspedes en Cholul, Yucatán. Primer lugar en la VI Bienal Internacional de Arquitectura de Sao Paulo, Brasil, Exposición General de Arquitectos, con la

Nuestros universitarios han contribuido a construir un sentido de Comunidad Ibero, que integran egresados, profesores, funcionarios, y administrativos

porque, juntos, han contribuido a construir una historia y un prestigio.

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Casa Larga, Mercado San Benito (Mérida, Yucatán).Enrique Duarte. Ampliación y remodelación del Aeropuerto Internacional de Mérida, Centro de Con-venciones en Ciudad del Carmen, Campeche, Hotel NH Collection, Mérida, Mercado Casa de Máquinas (Mérida, Yucatán.)Alejandro Medina Peniche. Academia de Karate Shotokan, en Mérida (en asociación con Enrique Duarte), Tribunal Superior de Justicia de Yucatán (con Gladys Rubi Díaz-Negrón), Hotel Grand Sirenis Mayan Beach, en Playa del Carmen, Quintana Roo.Luby Springall (asociada con Julio Gaeta). Memorial a las Víctimas de la Violencia (Ciudad de México), Parque Lineal Ferrocarril Cuernavaca, Catedral de Celaya (Guanajuato), Regeneración de la Nave Menor del Mercado de La Merced.Billy Springall, Miguel Ángel Lira. Torrelaguna, Office Building and Parking (Madrid, España), Liver-pool Galleries (Toluca, Estado de México), Call Center Banco Santander (Querétaro, México), Universidad de las Américas (Research Center for Information Technology and Automation), en Cholula, Puebla.José Castillo, Saidée Springall. Arquitectura 911+Hé-ctor Esrawe. Sala de Arte Público Siqueiros (Ciudad de México), Centro Cultural Elena Garro en Ciudad de México (en colaboración con Fernanda Canales), Pabellón Platah (Hidalgo), Edificio de Laboratorios Fílmicos y Servicios a la Producción de los Estudios Churubusco (Ciudad de México), Centro de Artes

Escénicas (en colaboración con Fernanda Cana-les+Alejandro Hernández).Fernanda Canales. The International Architecture Award, The Chicago Athenaeum Museum of Archi-tecture and Design, 2014. Premio a la mejor obra del año: Archdaily, 2014. Casa Maruma.Héctor Velázquez Graham. Casa O’, Casa Hernández (en colaboración con Ramón Torres).Fernando Vasconcelos. Hilltop House, UMAA en Llano Largo, Casa Saltiel, Casa Mérida.Daniel Álvarez. Casa El Ortigo, Edificio Tres Picos, Casa Hamui, Casa Cantil, Edificio Palmas, Centro Comercial Pirules, Plaza Metepec, Hotel Urbano.Rozana Montiel. Ganadora, en 2018, del MCHAP “Mies Crown Hall Americas Prize” para arquitectura emergente, con el proyecto Common Unity, Gana-dora del Premio Moira Gemmill para Arquitectura Emergente, Premio Emerging Voices 2016-The Ar-chitectural League of New York. Casa Negro y Mila (asociada con Viviana Martínez).Augusto F. Álvarez Fuentes. Socio y Director de Proyectos en Augusto H. Álvarez Arquitectos. Torre Altus, Edificio de Servicios para la Escuela Bancaria y Comercial (con Augusto H. Álvarez), Edificio de Oficinas Palmas 1005 (Ciudad de México).Raúl Morales y Juan Pablo Cepeda (MOCAA ar-quitectos). Medalla de Oro en primera Bienal de la Ciudad de México. Edificio Liverpool 1 (Ciudad de México).

El territorio de la arquitectura se va ensanchando y se torna más complejo. Fotografía de Alberto Moreno Guzmán.

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¿Arquitectura contemporánea?

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ubo una época en que la ar-quitectura sedujo a la políti-ca. La persuasión no siempre significó una prebenda pro-pagandística sino una toma de posición que concretó grandes obras de infraestruc-

tura, en su mayoría, de trascendencia colectiva. El cortejo ha sido históricamente pendular, a veces más próximo al gobernante, en ocasiones equidistante y recientemente ajeno, remoto, parcial, incierto.

La arquitectura mexicana del siglo XX dejó ritmos e instrumentos bien cimentados. Así se levantaron multifamiliares, escuelas, centros médicos, estadios, instalaciones olímpicas, museos, parques urbanos, hoteles, industrias, sistemas de transporte colectivo, comisiones hídricas, programas nacionales fronte-rizos, manuales de producción social del hábitat y ciudades satélite. La esperanza por el mañana exigía la construcción de un país en el cual “todo estaba por hacerse”. Los arquitectos de la modernidad tuvieron una profunda influencia en la retórica y el discurso hacia la modernización del país. Reflejo del progreso, la edificación mexicana transmitiría orgullo, identi-dad y confianza a pesar del régimen partidista. La estrategia tendría un sólido liderazgo con manos

derechas afines y medios masivos de interlocución sumamente convincentes.

La arquitectura del Estado compartió portadas con el Movimiento Moderno residencial, la de ex-portación a través de pabellones en exposiciones internacionales, la religiosa, la corporativa, la vaca-cional y la social a través de institutos de vivienda y programas de cooperación internacional. Durante la primera mitad del siglo pasado, arquitectos, inge-nieros, artistas, diseñadores y políticos coincidían en gremios, proyectos e intereses compartidos. Con el cambio de siglo, la llamada multidisciplina –siempre presente en el origen de la profesión– se ha exigido como parte del “programa” para el “cliente”. El ideal de colaboración no ha logrado sinergias ejemplares.

A más de seis décadas de distancia, el camino, la política, la profesión, el país y el contexto son otros. La arquitectura actual, pulcra y límpida –como se fotografió la modernidad– ya no es posible, no exis-te, y no sólo por una cuestión temporal, sino por la situación política-social. El palimpsesto construido suma cada vez más capas; complejas, tangibles e invi-sibles. Es por ello que la aproximación actual debiese asumir un umbral de mediación para trabajar la preexistencia. No se trata de una lectura meramente patrimonial, historicista, estética o estilística, sino

JUAN JOSÉ KOCHEN

Maestro en Análisis, Teoría e Historia de la Arquitectura por la UNAM. Con estudios de arquitectura y comunicación,

escribió para el periódico Reforma, fue editor de Arquine y consultor de la Subdirección General de Sustentabilidad

y Técnica del Infonavit. Es autor de La utopía como modelo y ha sido becario del Consejo Nacional de Ciencia y

Tecnología (Conacyt), de la Graham Foundation for Advanced Studies in the Fine Arts y del Programa Jóvenes

Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Actualmente es director general de Fundación ICA

y profesor en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Ilustraciones de Ximena Ríos-Zertuche

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del intercambio mutuo y alteridad, de entendimiento y saberes transversales.

La preexistencia es natural, territorial, geopolítica, comunitaria, construida o deconstruida. Es la sinéc-doque del programa, la retícula de la hoja milimétrica. El reconocimiento, estudio, diagnóstico y posible de-finición a este enfoque no sólo permitiría soslayar la nociva tabula rasa, sino a la vez reafirmar que el futuro de la arquitectura no es arquitectónico y que la arqui-tectura no es suficiente. Y, sobre todo, que requerimos un estereoscopio de amplia reflexión para encuadrar las múltiples salidas de la profesión.

Diagnosticar y reconfigurar el tablero de la modernidad¿Para qué sirve un arquitecto? La ecuación deriva mayoritariamente en la elaboración de plantas, cor-tes, fachadas, maquetas, renders y perspectivas. La enseñanza arquitectónica acota pocas variables para la resultante sin proponer verdaderos signos, signifi-cantes y significados. ¿Adónde voltear? Por lo pronto, a diagnosticar y reconfigurar el tablero de la moderni-dad. Sólo así recalibraremos la brújula de la profesión y catapultaremos a futuros arquitectos, ingenieros, constructores, empresarios, urbanistas, gestores, artis-tas, investigadores, editores, curadores, museógrafos y docentes.

Hace más de ocho décadas un grupo de arquitectos se reunió en el Colegio de Arquitectos de México con la intención de debatir sobre el futuro de la disciplina. Alfonso Pallares transcribió y editó las intervenciones para poseer un soporte editorial contundente: Las pláti-cas del 33. Las discusiones giraban alrededor de un par de preguntas: ¿hacia dónde debería ir la arquitectura posrevolucionaria? y ¿a quién tendría que estar dirigida?

Los radicales defendían la idea de una arquitectura técnica-racionalista, ahistoricista, comprometida con el contexto socioeconómico de México. Los moderados o tradicionalistas, en cambio, exigían una arquitectura historicista, artística, enfocada en una estratificación de la sociedad de la cual se derivaban distintos géneros arquitectónicos. Las discusiones fueron más allá del estilo arquitectónico: se fundamentaron en los idea-les revolucionarios y los acontecimientos políticos, sociales, económicos e históricos propiciados por la Revolución. La arquitectura no estaba en el centro de los comentarios sino en la periferia.

La arquitectura actual, pulcra y límpida –como se fotografió la modernidad– ya no es posible, no existe, y no sólo

por una cuestión temporal sino por la situación política-social. El palimpsesto construido suma cada vez más capas;

complejas, tangibles e invisibles.

El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco (1964), construido en la "herradura de tugurios" y los patios de maniobras de la Estación Buenavista de Ferrocarriles Nacionales, fue diseñado por el Taller de Arquitectura de Mario Pani, construido por ICA y financiado por Banobras.

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Este ejercicio no se ha repetido. Más allá de la responsabilidad de los profesionales, las escuelas se han vuelto inmunes a las problemáticas del pre-sente. En los planes de estudio de las universidades no se incluyen materias o temas de ciencia política, infraestructura o desarrollo urbano. Poco se analizan la estructura y las formas del poder, la arquitectura que bien conocieron José Luis Cuevas Pietrasanta, Mario Pani, Juan Sordo Madaleno, Pedro Ramírez Vázquez o Teodoro González de León.

Los arquitectos (de)construyen ciudad y respon-den directamente –como planteaban los “radicales” del 33– a las condiciones políticas y sociales de su entorno. La inercia aún guía el conocimiento de lo que en algún momento se proyectó como el deber ser de la enseñanza sin reconocer la manera en que ha cambiado tanto el papel del arquitecto como la actualización de su formación en las aulas.

En 1981 Alberto González Pozo escribió sobre el papel del arquitecto en la revista Vivienda, que pu-

blicó el Infonavit de 1975 a 1994: “Las definiciones tradicionales de lo que constituye parte esencial de la tarea del arquitecto ya no bastan, porque no concuerdan con diversas situaciones objetivas… El arquitecto es solamente uno entre varios o muchos agentes del proceso de producción del espacio… Por eso, es conveniente replantear la esencia de lo que el arquitecto hace, de tal manera que se rescate el común denominador que caracteriza sus tareas en situaciones históricas y socioculturales diversas; nos interesa una definición de “amplio espectro” que incluya todas las facetas conocidas del quehacer arquitectónico”.

Se pregonaría la labor de división y especialización del trabajo, así como la conciencia del arquitecto como un profesional que ofrece un servicio a la sociedad. Si bien los arquitectos hemos sido críticos con el sistema político que define el carácter de una ciudad, no incurrimos en la realidad y coyuntura de las problemáticas del país. Esto se agrava al acotarnos

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La inercia aún guía el conocimiento de lo que en algún momento se proyectó como el deber ser de la enseñanza sin reconocer la manera en que ha

cambiado tanto el papel del arquitecto como la actualización de su formación en las aulas.

El palimpsesto construido suma cada vez más capas; complejas, tangibles e invisibles. Es por ello que la aproximación actual debiese asumir un umbral de mediación para trabajar la preexistencia.

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La generación de conocimiento surge de centros de enseñanza con

sólidas misiones y objetivos que logran transformarse para hacer, precisamente, escuela. El cambio

de siglo ha apuntado prácticas complementarias y, al mismo tiempo,

el sentido de la reflexión histórica se ha vuelto incesante para la comprensión

del presente.

En "Tiempo de ruptura", Jörn Rüsen escribe que "en todas las operaciones o dimensiones culturales de la apropiación del mundo y de la comprensión de sí mismo, se trata de la apropiación simbólica del tiempo".

en la receta programa-cliente-proyecto, cuya medicina está acompañada de planos por kilo, metros cuadrados reducidos y maquetas recicladas. Obviamos los fun-damentos del proyecto, la conciencia detrás de ellos y los cimientos para referir las líneas trazadas. Existe un superávit de diseño y un déficit de referencias.

Así como José Villagrán irrumpió en los años treinta con el discurso arquitectónico, otros como Federico Mariscal, Jesús Acevedo, Alberto T. Arai, Alfonso Pa-llares, Enrique del Moral, Enrique de la Mora, Enrique Yáñez y Hannes Meyer emitieron un juicio y sacudieron a su manera las convenciones o las metodologías de su tiempo. Los arquitectos modernos hicieron escuela de una u otra manera, sin embargo, sus discípulos poco han aportado para promover aprendices. Así, la ense-ñanza de la arquitectura ha derivado en la del diseño en abstracto.

Al hacer conciencia sobre la preexistencia en sus múltiples umbrales detonamos otras formas de hacer arquitectura. La densidad de experiencias en el tiempo provoca actitudes y nociones de cambio. La generación de conocimiento surge de centros de enseñanza con sólidas misiones y objetivos que logran transformarse para hacer, precisamente, escuela. El cambio de siglo ha apuntado prácticas complementarias y, al mismo tiempo, el sentido de la reflexión histórica se ha vuelto incesante para la comprensión del presente.

Así hemos visto y destacado proyectos que revaloran la preexistencia: edificios modernos y centralidades urbanas históricas; bordes, fronteras y periferias natura-les o geopolíticas; asentamientos humanos irregulares, informales o formales; estructuras e infraestructura para comunicaciones y transportes; industria y equipamien-to, entre otros. Propuestas que aportan una valoración crítica sustantiva sobre la idea de una vida previa a la construcción, no sólo como ruina contemporánea sino como catalizador de mejores y óptimos espacios para el desarrollo urbano.

En concreto: el Centro Cultural San Pablo, el Centro Cultural de España, el Jardín Botánico de Culiacán, el Cen-tro Cultural Elena Garro, La Tallera Siqueiros, el Centro de las Artes de San Luis Potosí, el Estadio Fray Nano, el Centro Cultural Teopanzolco, el Museo Regional de Cholula, el Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano, el Centro de Desarrollo Comunitario Los Chocolates, el Museo Nacional de la Revolución y la Plaza de la Constitución, la Universidad del Medio

Ambiente, el Jardín Natura o Parque Bicentenario, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, el Museo Amparo, la Ciudad de los Libros y la Imagen, entre otros. La forma de rehabitar cada vez más se traslada a viviendas colectivas y residenciales de colonias fun-dacionales para cambiar su uso y adaptarse.

Cambiemos la serie de prefijos de segunda mano: rehabilitar, reciclar, regenerar, reconvertir, reinvertir, remodelar, rediseñar por la de habitar la preexistencia como un gesto amplio que contiene todos los usos de la arquitectura. De tal forma pasemos del “re” como repetición por el “pre” como indicador de anteriori-dad en el espacio o en el tiempo. El valor de la obra preconstruida a partir de la gestión e interacción, del ratio equilibrado entre ideas con hechos y convicción con empatía.

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os arquitectos son anteriores a la arquitectura. No se trata de una pretensión ni mucho menos. Simple historia de la palabra. El arquitecto es el jefe, el primero –arche– entre los constructores –tecton–, y los griegos empezaron a usar

esa palabra, arquitecto, equivalente a maestro de obras o sobrestante, antes de que se usara la palabra arqui-tectura, que es ya una derivación latina. Vitruvio, el arquitecto romano autor del documento descriptivo y normativo más antiguo que se conserva en la tradición arquitectónica occidental –y hay que subrayar eso: esa idea de la arquitectura que hoy nos parece natural tiene un origen temporal y geográfico preciso–, habla en la primera línea del primero de sus diez libros del saber del arquitecto, y no de la arquitectura. Architecti est scientia pluribus disciplinis et variis eruditionibus ornata [cuius judicio probantur omnia] qua ab ceteris artibus perficiuntur. La traducción puede llevarnos unas líneas más que el original pues, para empezar, hay que aclarar qué dice Vitruvio al calificar el saber del arquitecto como una ciencia.

Por supuesto, no hay que imaginar batas blancas y laboratorios –aunque en los años veinte del siglo pa-sado así se vistieran Ernst May y su equipo al estudiar cómo debía ser la vivienda mínima. Ciencia traduce para Vitruvio lo que los griegos llamaban episteme, un saber construido y probado colectivamente, a diferencia de la opinión, que es particular. Ese saber colectivo, además, está adornado o, mejor, enrique-cido por diversas disciplinas y varios conocimientos.

El arquitecto y la ciudad, aún

Vitruvio concluye diciendo que el saber del arquitecto sirve para juzgar lo que otras artes perfeccionan. Del maestro constructor griego pasamos ya con Vitruvio a una especie de gestor que decide si lo que otros han hecho, aun sin saberlo hacer él mismo, resulta apropiado para lo que se está construyendo.

Vitruvio agrega al final de ese primer párrafo que la obra del arquitecto se sostiene en dos apoyos: fabrica, que podríamos traducir como saber hacer, y ratiocinatione, la capacidad de explicar por qué se actuó de tal o cual manera. En el siglo XVII se empezó a traducir fabrica como práctica y ratiocinatione como teoría, y se volvió costumbre, alterando radicalmente el orden vitruviano que va del saber hacer al poder explicar para así enriquecer el saber hacer, constru-yendo una espiral virtuosa, mientras que la teoría supone un conocimiento anterior a su aplicación en la práctica, dominios que, aunque conectados, parecen estáticos en comparación al dinamismo implícito en el par fabrica y raciocinio. Pero ese, aunque sustancial para la formación de la disciplina arquitectónica, es otro asunto. Vayamos a la ciudad.

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Del maestro constructor griego pasamos ya con Vitruvio a una

especie de gestor que decide si lo que otros han hecho, aun sin saberlo

hacer él mismo, resulta apropiado para lo que se está construyendo.

ALEJANDRO HERNÁNDEZ GÁLVEZ

Arquitecto y editor. Ha participado en diversos concursos, entre ellos la rehabilitación del Zócalo (finalista), la

recuperación del Archivo General de la Nación (primer premio) y el plan maestro para el barrio La Merced de la ciudad

de México (tercer premio). Es coautor del libro 100x100 Arquitectos del siglo XX en México y autor de Sombrillas,

sombreros, sombras: de algunos principios de la arquitectura. Colabora en publicaciones nacionales y extranjeras. Es

director editorial de la revista Arquine y académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

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En su libro La ciudad antigua, el historiador francés del siglo XIX Fustel de Coulanges se detiene a explicar que, entre los romanos, había una diferencia también sustancial entre lo que entendían como civitas, que hoy traducimos como ciudad, y lo que llamaban urbs, urbe –aunque esa palabra no fue corriente en español y otras lenguas modernas sino hasta mediados del siglo XIX. La civitas, dice, es el acuerdo entre un grupo de personas, una colectividad que se asume como tal. Un contrato social, pues. La urbe era en cambio el lugar de residencia de ese colectivo. Sin ciudad, entonces, no hay urbe. Y la ciudad tarda en conformarse lo que tardamos en construir acuerdos. En cambio, la urbe se funda de golpe. Primero se construye el nosotros de la ciudad y luego se establece una urbe. Por supuesto

La ciudadanía romana operaba, literalmente, at urbi et orbi. Coliseo romano. Grabado.

Si el arquitecto puede utilizar su capacidad de juicio sobre asuntos

y quehaceres que no domina es porque ejerce una virtud particular:

la prudencia.

faltará hacer las casas y los palacios, las plazas y los mercados y todo lo que, por llamarlo así, equipa a la urbe. Puesto así, la ciudad queda por fuera del dominio del arquitecto, pues es uno más en el congreso humano que se autodetermina como ciudad. La urbe, en cambio, es el lugar donde su saber opera y puede dar razones para decidir su posición geográfica, su orientación, la forma de sus murallas y la posición de sus puertas. Pero, de nuevo, vamos muy rápido. Retrocedamos un poco, de los romanos a los griegos.

Massimo Cacciari, filósofo italiano contemporáneo y, en algún momento, alcalde de la ciudad de Venecia, ha escrito sobre la diferencia entre civitas y polis, la “ciudad” griega. Dice que a ésta se pertenece y no de manera voluntaria. Por eso el extranjero o el esclavo jamás pueden llegar a pertenecer realmente a la polis como politei –que sólo por abreviar traduciremos como ciudadano. La ciudadanía romana era distinta. Un esclavo liberto era ciudadano al igual que lo era quien nacía dentro del imperio, aunque no en la urbe que se asentó entre las siete colinas. La ciudadanía romana operaba, literalmente, at urbi et orbi.

Volvamos a Vitruvio o, más bien, a la traducción de sus diez libros que, del latín al italiano, hizo a medio siglo XVI Daniel Barbaro, que no era arquitecto, aunque

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Del Renacimiento a la modernidad, por ejemplo, la noción del arquitecto artista se fue

transfigurando en la del arquitecto autor, quien en lo que diseña

expresa fundamentalmente algo que surge de su propia interioridad.

la banqueta, el centro comercial o el puesto de jugos en la esquina. Civitas y polis son dos maneras de en-tender la relación entre un conglomerado humano y los espacios que ocupa, pero hay otras. Y todas hoy, en la era de las ciudades llamadas globales, han sido rebasadas o devoradas por otra cosa. Hay restos de la polis y de la civitas y de otros espacios comunes dentro de nuestras urbes modernas, eso que a mediados del

Grabado de uno de los libros de arquitectura de Vitruvio.

colaboró de cerca en el diseño de su famosa villa con su arquitecto, Palladio. Al traducir a Vitruvio, Barbaro no sólo despliega su conocimiento de arquitectura, que era vasto, o su erudición, amplísima, sino que establece a la figura del arquitecto como modelo ejem-plar para otras, en particular para el príncipe o aquel a cargo de tomar decisiones políticas. Si el arquitecto puede utilizar su capacidad de juicio sobre asuntos y quehaceres que no domina es porque ejerce una virtud particular: la prudencia. De cara a la ciudad y a la urbe, príncipe y arquitecto –ambos los primeros en cierta jerarquía– comprueban lo que otras artes perfeccionan y terminan decidiendo por otros.

La polis y la civitas difieren porque la primera determina a quienes la forman y la segunda es de-terminada por quienes la conforman. Pero en ambos casos, polis y civitas, hay modos específicos en que el espacio está imbricado en esa conformación. El ágora, el foro. También, por supuesto, el mercado, el templo, el palacio y la vivienda popular. Y la calle,

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La Ciudad de México. Pintura de Juan O'Gorman.

Frank Lloyd Wright.

siglo XIX Ildefonso Cerdá, ingeniero de puertos, puentes y caminos y quien desarrolló el plan de crecimiento de Barcelona, calificó de un mare magnum. Parece que no hay manera de darle forma. Crece demasiado rápido y hay demasiados actores involucrados. Unos con de-masiado poder actuando incluso a distancia gracias a las finanzas y la tecnología. Otros, afectados directos,

pero a veces sin el poder de cambiar sus condiciones de vida, debido a la desigualdad y a la marginación. En esas nuevas formas urbanas, ¿qué papel pueden desempeñar los arquitectos?

El maestro de obras, el gestor, el diseñador, el artista o autor, todas son figuras históricas del arquitecto. El que sean históricas implica que tuvieron un origen, un momento y que, tal vez, pueden tener un final. Pero no implica que no puedan convivir dos o más figuras, do-minando una y marginada otra. Del Renacimiento a la modernidad, por ejemplo, la noción del arquitecto artista se fue transfigurando en la del arquitecto autor, quien en lo que diseña expresa fundamentalmente algo que surge de su propia interioridad. Howard Roark, el protagonista de la novela de Ayn Rand –y supuestamente inspirado en Frank Lloyd Wright– sigue siendo el modelo para muchos arquitectos que imaginan una alteración en sus proyectos como una afrenta a su propia integridad, lo que sea que eso quiera decir. En el entorno urbano contemporáneo, ¿qué puede hacer un arquitecto-autor como Howard Roark? Puede diseñar los emblemas de las grandes corporaciones, algunos lo hacen, pero quizá no mucho más. Quizá ni el arquitecto ni el príncipe puedan ya decidir por otros, sino tratar de articular una pluralidad de voces a veces discordantes. La prudencia que advertía Barbaro sigue siendo una virtud necesaria en ese caso, pero la figura del arquitecto deberá transformarse y de hecho ya lo está haciendo.

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La vivienda autoproducida Por una arquitectura participativa

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través de la historia, las múltiples definiciones sobre la casa son muy variadas. Definiciones como choza, jacal, cabaña, cuarto, etcé-tera, se refieren siempre a la arquitectura autoproducida,

anónima, popular, regional, vernácula. En México, a lo largo y ancho del país, podemos encontrar diferentes versiones de la casa autoproducida; dependiendo de la región y la cultura del lugar, la vivienda tiene expresiones tan antiguas como la casa maya –con tres mil años de tradición– o tan contemporáneas como el llamado “estilo remesa”, que expresa las aspiraciones y logros económicos de quienes se van y regresan a construir.

Los asentamientos humanos siempre han estado vinculados a sistemas sociales y climáticos, a los cuales responden para producir el hábitat humano. Actualmente enfrentamos una situación de crisis económica y socioambiental que se refleja en la arquitectura mediante la carente relación de las construcciones con su entorno natural y sus recursos.

Ante esta situación, para contribuir a la búsque-da de respuestas ante dichas problemáticas, una solución apropiada se orienta hacia el concepto de

la producción social del hábitat, que es la acción consciente de balancear todos aquellos procesos generadores de espacios habitables que se realizan bajo autoproductores en colaboración con otros agentes sociales. Como ejemplo de la producción social del hábitat se presenta el caso de “La Casa de la Partera”, proyecto de incidencia del Depar-tamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil, desarrollado desde 2016 y a través del cual se han logrado construir cinco casas de parto en el municipio de Tenejapa, Chiapas, con la colabora-ción de los estudiantes de arquitectura junto con la comunidad, las parteras y sus familias.

La vivienda vernáculaAños de adecuación y resistencia, pero sobre todo de eficiencia en su funcionamiento, han logrado que la vivienda vernácula permanezca en el pai-saje campesino. La vivienda vernácula parte del entendimiento profundo del entorno, del lugar y sus recursos, del clima y de la cultura local. El reconocimiento, registro y estudio de estas arqui-tecturas sin arquitectos constituyen una búsqueda de alternativas sustentables para el desarrollo de las futuras generaciones. La arquitectura vernácula es un ejemplo de relación armoniosa con el entorno natural y la cultura de que forman parte.

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JUAN M. CASILLAS PINTOR

Arquitecto por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, con Maestría en Diseño, Arquitectura y Construcción

Sustentables. Se ha orientado a realizar proyectos de incidencia regenerativa, a través de la educación, el diseño y

la implementación de soluciones apropiadas. Es académico de tiempo completo en la Ibero, donde busca integrar

a la docencia, la perspectiva de responsabilidad e incidencia socioambiental, realizando ejercicios de diseño y

construcción en respuesta a situaciones de atención prioritaria. Cuenta con más de veinte años de experiencia

profesional en las áreas del diseño, la construcción e implementación de proyectos socioambientales.

Introducción

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La producción social del hábitatLa producción social del hábitat surge como concepto dentro del contexto del dialogo entre múltiples acto-res, al interior de la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC), en torno al hábitat popular y la defensa de su derecho. En tanto ha sido una construcción colectiva, definir este concepto ha sido un proceso dinámico de diálogo y construcción conjuntos. Cuando se habla de producción social se refiere a los procesos de organización colectivos que buscan mejorar el hábitat. La producción social del hábitat se relaciona directamente con la organización de personas y su actuar colectivo: se trata de la acción por y para la gente, donde prima la comunidad y no la individua-lidad en la construcción del hábitat. Los principios y valores que mueven la producción social del hábitat son aquellos referidos a la democracia, participación y organización ciudadana, equidad y solidaridad, valores y principios que se relacionan directamente con el proceso de producción del hábitat, teniendo en cuenta, además, la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente. Es importante tener presente que la producción social de hábitat es un proceso producente en que la participación de diferentes agentes sociales posibilita la creación de hábitat y vivienda.

Desde una perspectiva más integral, tanto el hábitat y la vivienda son vistos y conceptualizados como un

proceso, como producto social y cultural, como acto de habitar, alejándose se visiones reduccionistas donde la vivienda se ve únicamente como una mercancía de intercambio, ya que, finalmente, el de la vivienda es reconocido como un derecho humano básico. Entre las actividades que se desarrollan en ese hábitat po-pular para su concreción se destacan la producción de materiales, los modos de comercialización y finan-ciación, las complejidades de gestión, los procesos colaborativos de diseño, etcétera. La autoconstrucción y la autogestión, cuando se ven apoyadas por otros grupos a través de programas o ayudas, multiplican y potencian el esfuerzo de los habitantes.

La Casa de las ParterasEste proyecto ha sido realizado desde la perspectiva de la producción social del hábitat. El objetivo central es valorar, preservar y potenciar la práctica de las parteras tradicionales, así como aprender de ellas para recuperar gradualmente la solidaridad y el espí-

La vivienda vernácula parte del entendimiento profundo del entorno,

del lugar y sus recursos, del clima y de la cultura local.

La producción social del hábitat se relaciona directamente con la organización de personas y su actuar colectivo. Fotografía de Onnis Luque.

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ritu comunitario. La Casa de la Partera surge de la necesidad de un espacio adecuado, y con mejores condiciones higiénicas, para que las parteras tzeltales puedan atender a las mujeres de su comunidad. En el municipio de Tenejapa, Chiapas, más del 90% de los nacimientos son atendidos por parteras, quienes han disminuido la mortandad materna e infantil en los últimos años.

A través de la construcción de veinte casas de parto, el proyecto busca detonar la revalorización de la labor de las parteras y proporcionar un es-pacio físico adecuado para las labores de parto, beneficiando con ello a los más de cuarenta mil habitantes de las comunidades donde opera la Red de Parteras Tradicionales “Un Solo Corazón”, que ha gestionado, coordinado, y construido las casas en colaboración con los estudiantes de Arquitectura de la Ibero, la fundación Mesoamérica Profunda y la plataforma Impulsa Ibero que apoya proyectos sociales a través de fondeo colectivo.

Desde la perspectiva académica, el propósito es detonar un profundo sentido de responsabilidad en los estudiantes, al explorar el potencial de la arquitectura como una herramienta de incidencia socioambiental, además de generar un espacio académico y práctico de acción-reflexión en torno al papel actual de los arquitectos en la producción

social del hábitat. Asimismo, se busca detonar el empoderamiento, la autonomía y la autogestión de las comunidades mediante los principios aca-démicos de pertinencia social y calidad académica de la Ibero. Más allá de los objetos arquitectónicos, los procesos con la gente se vuelven el centro de los proyectos, razón por la cual los alumnos han desarrollado habilidades para contribuir en los procesos participativos de diagnóstico, diseño y construcción de las casas de parto. Su experiencia los ha llevado a formar capacidades para dialogar con las parteras, de escuchar y conocer sus nece-sidades para, posteriormente, proponer, corregir y mejorar sus proyectos. Asimismo, los principios éticos del taller han permitido construir métodos donde se dé la participación de las parteras, y de las comunidades del pueblo originario tzeltal de

La producción social del hábitat surge como concepto dentro del contexto

del diálogo entre múltiples actores, al interior de la Coalición Internacional

para el Hábitat (HIC), en torno al hábitat popular y la defensa de su derecho.

Años de adecuación y resistencia, pero sobre todo de eficiencia en su funcionamiento, han logrado que la vivienda vernácula permanezca en el paisaje campesino. Fotografía de Juan M. Casillas Pintor.

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Desde la perspectiva académica, el propósito es detonar un profundo sentido de responsabilidad en los estudiantes, al explorar el potencial de la arquitectura

como una herramienta de incidencia socioambiental, además de generar un espacio académico y práctico de acción-reflexión en torno al papel actual de los

arquitectos en la producción social del hábitat.

El Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Ibero ha participado directamente, a través de sus estudiantes y profesores, en el proceso de diseño y construcción colaborativa de cinco casas de parto. Fotografía de Juan M. Casillas Pintor.

Bibliografía

Ortiz, E. (2002), “Con los pies en la tierra”, en Vivitos y coleando,

México, HIC-al y Universidad Autónoma Metropolitana.

Vizcarra de los Reyes M. (2017), Naturaleza en el habitar,

México, UNAM.

Marzioni G. (2012), Hábitat popular: Encuentro de saberes,

Argentina, Nobuko.

Tenejapa, en los procesos de diseño y construcción de los espacios a partir de una arquitectura participativa.

El Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana ha participado directamente a través de sus estudiantes y profesores en el proceso de diseño y construcción colaborativa de cinco casas de parto, mismas que se encuentran en operación en las comunidades de Kokil, Kokolté, El Retiro, Chulha y Bawits. Las tres primeras casas de parto se realizaron con recursos gestionados por los estudiantes y con el apoyo de la plataforma Impulsa Ibero, ante la cual se gestionó parte de los recursos para finalizar los proyectos. Las dos últimas casas son resultado de la implementación del premio Cemex-Tec 2017 en la categoría “Transfor-mando comunidades” obtenido por cinco estudiantes de Arquitectura de nuestra Universidad.

La implementación del proyecto La Casa de la Partera ha contribuido para el fortalecimiento de la Red “Un Solo Corazón” y para el empoderamiento de las parteras, sus familias y comunidades, para mul-tiplicar los conocimientos y generar una incidencia regenerativa.

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Oscar HagermanArquitectura y compromiso social para la dignidad de las personasPEDRO RENDÓN LÓPEZ. Redactor de IBERO

Una sociedad nueva y moderna no es necesariamente la que haga edificios espectaculares, sino la que, respetando a todos los seres humanos, logre que las personas vivan dignamente.

Oscar Hagerman

Oscar Hagerman en su estudio, con uno de sus proyectos. Fotografía de Pedro Rendón López.

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n alguna ocasión, el arquitecto Oscar Hagerman trabajaba si-multáneamente en dos proyectos muy distintos. El primero, en una residencia en un fraccio-namiento elegante, cuya dueña le dijo: “Si no me consigue ese azulejo morado para mi casa,

me voy a morir del disgusto”. En el segundo, en una casa humilde, en un conjunto de vivienda social, su dueña le comentó: “Si viera lo triste que es cuando llueve y el agua empieza caer dentro de la casa, y se moja una con su familia, y sube una al techo tratando de arreglar la gotera, pero no puede”.

Ese shock que le causaron la señora que se moría por tener un azulejo morado, y la que requería un techo que no dejara pasar el agua, pudo mucho en el corazón del arquitecto Hagerman, quien empezó a trabajar con la gente de menores recursos, “cuyas necesidades son más importantes”. Y, como siempre hay otros arquitectos dispuestos a trabajar con la gente con mucho dinero, “no era necesaria mi presencia ahí”.

Con 82 años a cuestas, este hombre nacido en La Coruña, España, ha dedicado toda su vida profesional a trabajar por y con los más necesitados. Pero, antes, desde su más tierna infancia, ya se habían despertado en él las vocaciones de ser arquitecto y de servir a los otros, cuando a principio de la década de 1940, en pleno franquismo, le prometió a su abuelita “que cuando yo fuera grande, le iba a hacer una casa a ella. Y al preguntar quiénes hacen las casas, me dijeron que los arquitectos, y desde entonces nunca dudé que quería ser arquitecto”. De ascendencia sueca, por vía paterna, el pequeño Oscar dejó de vivir bajo la dictadura franquista cuando tenía ocho años, y su padre, quien trabajaba para la compañía Svenska Kullagerfabriken AB (SKF), aceptó que esta fabricante de rodamientos lo enviara a Cuba.

Acostumbrado a escuchar, Oscar Hagerman habla de manera pausada y serena, y antes de responder a cual-quier pregunta detiene su mirada, esa, que parece alegre y dulcificada por las tantas praderas verdes y majestuosas montañas que ha observado, y con la que escudriña en su pasado para rescatar el recuerdo que traerá a colación.

¿Le marcó de alguna manera especial su estancia en Cuba, la del también dictador Fulgencio Batista?

Nosotros vivíamos en una colonia muy buena en La Habana, teníamos todo, y no padecimos ninguna carencia; yo de hecho estudié en La Salle. Pero sí me marcó vivir en Cuba, donde tuve contacto con mucha gente de bajos

ingresos; había grandes diferencias entre las clases sociales y era notable la discriminación hacia la gente negra.

Cuando tenía 15 años, junto con su familia, se instaló en México. ¿Cómo se sintió con este nuevo cambio?

México ha sido desde siempre, para mí, un lugar muy especial, donde en seguida me sentí bien recibido y con amigos. Tengo muy presente de México, donde finalmente me quedé, el primer contacto que tuve con su gente, que fue cuando un grupo de indígenas llegó a vender artesanías a mi casa. Luego me di cuenta de que había muchos grupos indígenas y me llamó la atención la pobreza en que vivían.

Concluida su educación media superior, en el desapa-recido Instituto Patria, que la Compañía de Jesús tenía en la hoy Ciudad de México, Oscar Hagerman entró a la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde tuvo grandes profesores: el maestro Villagrán, el maestro Candela, el maestro Benlliure, “y muchos otros de primer orden”, dice, y agrega: “La UNAM de aquel entonces era maravillosa en arquitectura; teníamos los mejores maestros de México, porque para ellos era un orgullo ser profesor de la UNAM. Esos grandes maestros nos daban clases estupendas y nos hacían querer la arquitectura, apasionarnos con ella”.

Al egresar de la licenciatura el joven Oscar entró a la Sociedad Cooperativa Artesanal Don Emiliano, en Ciudad Nezahualcóyotl. Explica: “Hacía un poco de todo, porque ayudaba en todo. Trabajé seis años con los artesanos y aprendí mucho de ellos, de maderas, de técnicas de carpintería, de maquinaria y de diseño. Este pequeño taller, dirigido por un ex jesuita, funcionaba realmente como una cooperativa, con asambleas todos los viernes en donde la gente decía lo que quería, y donde laborá-bamos en comunidad, como en un pueblo. Además del aprendizaje, que fue como otra carrera, me acerqué mucho a la gente de Neza, municipio mexiquense que en aquel entonces tenía la mayoría de sus calles sin pavimentar”.

E México ha sido desde siempre, para mí, un lugar muy especial, donde en seguida

me sentí bien recibido y con amigos. Tengo muy presente de México, donde

finalmente me quedé, el primer contacto que tuve con su gente, que fue cuando un grupo de indígenas llegó a vender

artesanías a mi casa.

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¿Y qué lo motivó a diseñar muebles?Desde que estaba en la universidad me fascina-

ban los muebles, y siempre me llamó la atención el mobiliario, al que considero la más pequeña de las arquitecturas. Creo que el mobiliario ayuda mucho a la arquitectura, y cuando se integran con el mis-mo espíritu, es maravilloso, porque hablan el mismo lenguaje, y se ve una hermosa armonía en el interior de los inmuebles, que es donde uno vive. [Esa misma armonía es la que se siente en la sala y comedor de su departamento, donde varias de las sillas fueron diseñadas por él, como la que está hecha con madera de otate reciclado.]

Tomando como cimiento su deseo de construir-le una casa a otro, en este caso a su abuelita, ¿cuál podría decir que es su filosofía en el ejercicio de la arquitectura?

Al principio, como todos los que estudiamos arqui-tectura, empecé con trabajos para mi familia. Antes de salir de la universidad hice los planos para la casa de mis padres, y poco a poco fui haciendo diferentes planos para familiares (Casa Valle de Bravo, 1969 –de Oscar y su esposa Doris–; Casa de la Familia Hagerman Sánchez, Ciudad de México-1983; Casa de Carlos Ruiz Galindo,

Valle de Bravo-1989) y amigos. Pero el momento que fue un parteaguas fue cuando visité a una maestra de mi hija, en la sierra norte de Puebla, donde trabajaba un grupo de amigos míos, que más tarde fundaría el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (CESDER). En esa región hice, entre otras, mi primera secundaria en zonas rurales, la Escuela Secundaria Tetsijtsilin, ubicada en San Miguel Tzinacapan, un pequeño pueblo nahua rodeado de montañas. A partir de este proyecto dejé las ciudades y me dediqué por completo a trabajar en las comunidades rurales e indígenas. Fue un proceso natural, porque entré a trabajar al CESDER, donde asesoraba a las comunidades en torno a las escuelas

Entre todos los hombres de la comunidad cargaron el techo del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA). Fotografía cortesía del ISIA.

Como la gente de la comunidad ayudó a construir la techumbre, dijo que su trabajo no se podía deshacer, y entonces entre todos los hombres de la comunidad cargaron el techo

y lo pusieron en unas columnas enfrente, donde se levantaron el

comedor y las oficinas.

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que había que construir. Después me empezaron a pedir proyectos en diferentes partes de la República.

El arquitecto Hagerman ha construido, entre otros inmuebles, viviendas, casas para niños de la calle, al-bergues para jóvenes, iglesias, clínicas y bibliotecas. De su trabajo en favor de la educación, entre otras están las siguientes obras: en Puebla, una pequeña escuela en La Cañada, 1987; una escuela telesecundaria en La Unión, 1990, y albergues del CESDER. En la Sierra Huichola (Jalisco), la escuela secundaria Tatutsi Maxakwaxi, 1993. En Chiapas, la secundaria de Guaquitepec, 1995; y el Bachillerato Bartolomé de Las Casas, 1998. Y en Oaxaca, el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA), 2006, universidad indígena jesuita.

El mobiliario ayuda mucho a la arquitectura y cuando se integran con el mismo espíritu es maravilloso. Las sillas de Oscar Hagerman.

En el caso específico del ISIA, ¿qué caracteriza su arquitectura?

Ahí trabajamos mucho con las personas que, ante los pocos recursos, pensaban que la mejor techumbre sería de palma, de la que había mucha en el terreno donde se construía el Instituto, y ellas, al construir los techos, aportarían algo a la Escuela. Entonces hicimos los techos de palma, y creo que eso le dio un carácter muy especial e identitario, porque las personas en aquel entonces construían sus viviendas con techos de palma. La Secretaría de Educación nos permitió dejar los techos de palma en las oficinas y el comedor, pero el resto nos pidió cambiarlos por otros de madera y lámina. Como la gente de la comunidad ayudó a construir la techumbre, dijo que su trabajo no se podía deshacer, y entonces entre todos los hombres de la comunidad cargaron el techo y lo pusieron en unas columnas enfrente, donde se levantaron el comedor y las oficinas. A este proyecto, en el que al empezar yo era el único arquitecto, pronto se incorporaron algunos arquitectos de la Ibero de México, y fue un trabajo muy bonito porque se integró mucho a la comunidad y tratamos de hacer las cosas que ellos hacían en ese momento.

Para la construcción de sus proyectos, realizados ade-más de los estados ya mencionados, en Morelos, Estado

Desde que salí de la universidad, a los 24 años, en seguida me di cuenta de que ellos y ellas, los más pobres, eran con quienes tenía que trabajar, porque los arquitectos no trabajaban en zonas

de pobreza, o muy pocos lo hacían.

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de México, Yucatán, Zacatecas, Guerrero, Sinaloa, Veracruz y Chihuahua, Oscar Hagerman suele recurrir a materiales locales y tradicionales, como barro, adobe, madera, piedra, palma y bajareque.

¿Cuáles diría que son sus principales contribu-ciones a la arquitectura popular, especialmente en el medio rural e indígena?

Una cosa que aprendí fue a fijarme en lo que hacía la gente; esto era muy importante, porque yo llegaba a una comunidad y lo primero que hacía era hablar con las personas, oír lo que ellas esperaban de un proyecto, por ejemplo, una escuela, y fijarme cómo construían, no en el pasado, ni pensando en el futuro, sino en el momento actual. Por eso todas mis obras son diferentes unas de otras. En Chiapas construía con techo de lámi-na, en la huichola con techo de tierra. En unos lugares construía con techos a dos aguas, en otros con techos a un agua y en otros más con techos a cuatro aguas; y era porque la gente construía así, y yo seguía lo que la gente hacía. Entonces creo que una de mis aportacio-nes a la arquitectura rural ha sido esa: saber aprender de lo que la gente hace y seguir lo que la gente hace.

Usted tuvo la fortuna de viajar por el país en com-pañía de Mariana Yampolsky, la gran fotógrafa que retrató al México rural. ¿De alguna manera esos viajes alimentaron su trabajo arquitectónico?

Yo ya llevaba muchos años colaborando en el CES-DER cuando empecé a trabajar con Mariana, pero ella para mí fue muy determinante; su increíble sensibi-lidad le permitía llegar a un lugar y enseguida captar los detalles, lo que era importante y ver todo en su conjunto. Fue precioso recorrer toda la República mexicana con Mariana, visitar las viviendas y pre-guntar a las personas qué les gustaba y qué no de sus casas. Pero la gente también nos hablaba de muchas otras cosas: de sus carencias (como la falta de atención médica), de sus tristezas, de sus alegrías. Esos viajes me marcaron mucho. En primer lugar, al ampliar mi horizonte, porque visitamos todos los estados de la

República. En segundo, porque era un México en el que todo el mundo tenía confianza: llegabas a un lugar, te recibían como si fueras amigo de toda la vida y al rato estabas sentado en la cama hablando con toda la familia reunida, platicando de su casa, de su vida, de los hijos que habían migrado a Estados Unidos. Las personas nos contaban cómo construían sus viviendas con los materiales que tenían a la mano. Por eso creo que mis viajes con Mariana fueron muy valiosos para que yo entendiera cómo es la vivienda rural, que actualmente estoy haciendo mucho gracias a que tengo una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

Ahora que se ubica en “la época de mi vida en la que estoy más tranquilo y llevo las cosas con más calma”, Hagerman también se dedica al diseño de muebles, y a la enseñanza de cómo hacer esto, en la UNAM, por ejemplo, en particular en el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial (CIDI). Explica: “Siempre me ha gustado dar clases, creo que es una manera de permanecer en lo que uno enseña. En mis más de 40 años de maestro le he dado clases a más de mil alumnos, a quienes insisto en una cosa: en el diseño es muy importante la ergo-nomía, porque soy de los que creen que, por ejemplo, una silla tiene que ser cómoda, si no, no es una buena silla; eso es lo que trato de enseñar. Por eso al principio siempre hacemos un respaldo y un asiento de silla que sean cómodos, sin entrar en cuestiones de diseño, que luego sí desarrollan durante el semestre, a partir de ese trazo ergonómico original, el que yo en mi caso aprendí hace muchos años cuando diseñaba muebles para una fábrica. Y aunque mis estudiantes modifican ese trazo conforme pasa el tiempo, muchos lo siguen para hacer sus diseños de muebles; y eso es lo que más gusto me da: pensar que el día que yo me marche dejo algo para que otras generaciones hagan un poco mejor los muebles”.

Oscar Hagerman y su esposa Doris Ruiz Galindo, que también ha dedicado su vida profesional a las comuni-dades indígenas, recibieron el Doctorado Honoris Causa en Educación para el Desarrollo, por parte de la Ibero

En 2016, el cineasta Carlos Hagerman, hijo de Oscar y Doris, también egresado de la Ibero, quiso hacer un homenaje a sus padres, en el documental El patio de mi casa, una película donde el amor filial, de él y sus hermanos, se une al

reconocimiento de la obra de dos personas excepcionales que han entregado su vida al mejoramiento de México.

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Ciudad de México y la Ibero Puebla, distinción que, en su momento, “fue una sorpresa muy grande, que me dio mucho gusto recibir, y más porque también se lo dieron a mi esposa, lo que fue algo importante en nuestras vidas”.

Un reconocimiento por una vida dedicada a ayudar a los otros, a los más pobres, a los más necesitados; lo que va totalmente en la línea de la filosofía jesuita.

Desde que salí de la universidad, a los 24 años, en seguida me di cuenta de que ellos y ellas, los más pobres, eran con quienes tenía que trabajar, porque los arquitectos no trabajaban en zonas de pobreza, o muy pocos lo hacían.

Fue así como Oscar Hagerman encontró la mejor ar-quitectura: no en las obras monumentales de las gran-des ciudades, sino en la sencillez y austeridad de la vivienda rural e indígena de un México que se niega a ser olvidado, donde las familias todavía se reúnen a conversar y donde las decisiones de la comunidad se toman de manera colectiva. Habitantes de una nación que aún no quiere reconocer que está conformada por pueblos originarios que también describen este país en

tseltal, ayuuk (mixe), náhuatl, maya, huichol o cualquier otra de las 64 lenguas, pero donde los pobres habitan al amparo de un techo de palma, por ejemplo, que ellas y ellos ayudaron a construir con el apoyo del arquitecto Oscar Hagerman, este arquitecto que, junto con su esposa, psicóloga egresada de la Ibero, trabaja en bien de las comunidades indígenas de México.

Elena Poniatowska escribió: “Así como Oscar escogió lo más cotidiano, se acercó también a la vida de los que nada tienen, los campesinos que salen a trabajar con el sol y se duermen a la hora en que se va la luz y, por lo tanto, están mucho más cerca de la tierra y de su nobleza. Más que otros arquitectos, Hagerman sabe que la casa, por más pobre que sea, es un recinto sagrado y un lugar de encuentro y de reconocimiento entre los miembros de la familia”. En 2016, el cineasta Carlos Hagerman, hijo de Oscar y Doris, también egresado de la Ibero, quiso hacer un homenaje a sus padres, en el documental El patio de mi casa, una película donde el amor filial, de él y sus hermanos, se une al reconocimiento de la obra de dos personas excepcionales que han entregado su vida al mejoramiento de México.

Aulas de la Universidad Mixe en Jaltepec, Oaxaca. Foto de Oscar Hagerman-Wordpress.

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n el volumen de sus Obras completas2, el arquitecto ja-ponés Kengo Kuma comenta lo difícil que fue ver la des-trucción causada por el sismo y el tsunami que azotaron la región de Tohoku, en Japón, en 2011. Tohoku es una región

rica en recursos naturales y, en alguna época, fue una zona donde se construía vivienda tradicional hecha por albañiles artesanos, pero la devastación no se dio en esa ciudad del pasado, esa ciudad que está presente en el recuerdo; más bien devastó la ciudad “moderna” de casas prefabricadas tipo “americano” comenta Kuma, casas en serie construidas sin el cuidado de los artesanos de antaño. El arquitecto lo asocia a una devastación como la del arca de Noé sobre una sociedad arrogante y corrupta: el terremoto y el tsunami interpretados como la ira de los dioses, por olvidarnos e ignorar el poder de la naturaleza. Todo esto es relatado como una oportunidad para repensar las cosas y hacerlas de otra forma, de la manera correcta.

Por una arquitectura sustentableLa reconversión de edificios

Al igual que en Japón, en México somos susceptibles a los embates de los sismos; no tenemos tsunamis, pero sí una masa lodosa sobre la que se asienta nuestra ciudad, por haber edificado sobre un lago, que es igual de peligrosa por su comportamiento gelatinoso en los sismos. También nosotros deberíamos replantearnos nuestras ciudades, estas ciudades grises llenas de edificios olvidados que, en lugar de mejorar el entorno y el aire mismo que respiramos, lo contaminan. En la capital del país surgen nuevos edificios sobre los espacios cedidos por los abatidos por la naturaleza; en muchos casos, no surgen con una visión susten-table, sino con una ambición puramente económica. En la mayoría de los casos, los edificios afectados son reforzados y readaptados para seguir funcionando como lo hacían antes, sin ninguna mejora. Y también permanecen los que, por falta de recursos, o por un sinnúmero de razones, no se tocan y permanecen en la ciudad dañados y olvidados en un recordatorio de una realidad infranqueable y constante.

En muchos centros urbanos del mundo, como en la gran mayoría de ciudades de Europa, los arquitectos principalmente hacen reconversiones o remodelaciones de edificios, y no todos tienen una obra arquitectónica construida desde cero (desde el croquis de conceptos o ideas generadoras); esto se debe a la gran cantidad de edificios existentes que forman las ciudades, estos edificios que requieren de una actualización. En uni-versidades de Europa se ofrecen programas de retrofit de edificios, algo que no existe en Latinoamérica.

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Deberíamos replantearnos nuestras ciudades, estas ciudades grises llenas de edificios olvidados que, en lugar de mejorar el entorno y el aire mismo que

respiramos, lo contaminan.

GERARDO VELÁZQUEZ FLORES

Arquitecto egresado de la Ibero, cuenta con una maestría en Diseño Bioclimático por la Universidad de Cardiff, Reino

Unido. Profesor de tiempo completo, y coordinador de la Jefatura del Ciclo de Proyectos (área básica), imparte un

taller de proyectos de Arquitectura Bioclimática, para enseñar a los alumnos de mitad de carrera a diseñar para

que los edificios funcionen adecuadamente con el clima y el sitio, en la búsqueda del confort y la calidad de vida

para el usuario. Recientemente publicó el libro Reconversión sustentable de edificios1, en cuyas páginas se pueden

consultar algunos de los conceptos mencionados en este artículo.

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La gran mayoría del parque de edificios existentes, aquellos en los que vivimos a diario, requieren de una intervención, no cualquier intervención, por cierto, sino de una verdadera reconversión que los haga sus-tentables, realizada desde la raíz; no se trata de una remodelación superficial, pues eso no contribuye gran cosa a cambiar el enfoque del edificio: se requiere de un proceso cuidadoso que ayude no sólo a que el edificio funcione más eficientemente en todos sentidos, sino que también mejore la calidad de vida de sus habitantes. Esto es especialmente importante en México ya que cons-truimos para que los edificios perduren muchos años,

a diferencia de países del primer mundo en donde los edificios tienen un tiempo de caducidad, se demuelen y se vuelve a construir.

Edificio ubicado en Insurgentes Sur, Niza y Liverpool, Ciudad de México. Fotografía de Gerardo Velázquez.

La gran mayoría del parque de edificios existentes, aquellos en los que vivimos a diario, requieren de una intervención, no

cualquier intervención, por cierto, sino de una verdadera reconversión que los haga

sustentables, realizada desde la raíz.

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A los arquitectos recién egresados y a los futuros arquitectos que aún están estudiando, les toca la tarea de cambiar el rostro de nuestras

ciudades, por una cara mucho más empática con la existencia misma,

en la búsqueda del confort y la calidad de vida de sus habitantes.

La visión del futuro de los artistas del siglo XX siempre fue la visión de ciudades contaminadas, densamente pobladas, con rascacielos alcanzados por vehículos voladores, pero con la grave y triste constante de no considerar vegetación: no había un solo árbol o planta en estas representaciones, la decadencia absoluta del hombre. La vegetación convive en simbiosis con el hombre y con el mundo animal, haciendo intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, por lo que no se concibe un mundo en el que no exista vegetación; en todo caso, no un mundo sustentable.

Partiendo de este punto, y actuando localmente, cualquier edificio que se proponga realizar, sea de la escala que sea, y sea cual fuere su objetivo de uso, debe

Antes y después de la reconversión sustentable. Edificio M16. Minerva 16, Ciudad de México.

Intervenir un edificio existente presenta la oportunidad de revisar, medir y evaluar las condiciones del inmueble físicamente, sin tener que suponer cómo funcionaría si fuese nuevo; también da la oportunidad a los arquitectos de consultar con los usuarios previos sobre las condiciones de confort, y se puede analizar su desempeño térmico, hígrico, lumínico, acústico e incluso olfativo, en la bús-queda de sanar el síndrome del edificio enfermo.

La arquitectura bioclimática y sustentable deberá ser el eje generador y principal motor de la recon-versión: cada decisión deberá cumplir con estos criterios, sin dejar a un lado la estética y la propuesta arquitectónica que mejoren tanto la calidad de vida de los usuarios como la calidad de la calle y el barrio. Debemos comenzar a trabajar con la filosofía de pen-sar globalmente, actuar localmente (think global, act local)3. La intervención puntual de una edificación comienza a permear en la calle con los vecinos, se transmite al barrio y forma parte de la ciudad que, al final del día, contribuirá a la mejoría del planeta.

Por supuesto, se debe comenzar con un análisis de sitio muy detallado, con la revisión exhaustiva de las condiciones climáticas del lugar, del asoleamiento, del viento; proponer una serie de estrategias que consideren el manejo del clima y el sitio, lo mismo que de la tempe-ratura, la energía, el agua, la envolvente y los materiales. También, el manejo de la calidad del ambiente interior y la belleza y calidad de vida para el usuario.

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considerar vegetación; nuestra reglamentación lo debería exigir, no sólo por el hecho de cumplir un lineamiento de área libre que, en sí misma, está diseñada para infil-trar agua al subsuelo. En los Estados Unidos, para que el gobierno apruebe un proyecto arquitectónico para su construcción, además de contar con todos los proyectos ejecutivos ya conocidos en nuestro país (como lo son el arquitectónico, estructural, instalaciones, etcétera), adi-cionalmente se debe presentar un proyecto de paisajismo, lo cual, cambia radicalmente la cara de las ciudades.

Oficinas de Alterra, Wageningen, Holanda. Copijn Tuin arquitectos de paisaje. Fuente: doelbeelden.nl

1 Velázquez Flores G., Reconversión sustentable de edificios, México, Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2017.

2 Kenneth Frampton (2018), Kengo Kuma Complete Works, USA, Thames & Hudson.

3 La idea básica tras esta filosofía se atribuye a Sir Patrick Geddes en 1915 en su libro Cities in Evolution.

4 Wilson, Edward O., Biophilia, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1984.

Pensando en embellecer nuestras ciudades, ¿qué es más bello que la naturaleza misma? Enverdecer nuestras ciudades de manera inteligente haría un cambio impor-tante en muchos sentidos. Inteligente desde el punto de vista de dotar estratégicamente de vegetación a la ciudad, que nos pueda ayudar a mejorar las condiciones de confort para los habitantes de los edificios y para la ciudad en general; además, esto eliminaría el problema del fenómeno de la isla de calor, que ocurre cuando se eleva alrededor de cuatro grados centígrados la temperatura de la ciudad; por otra parte, cuando se utiliza la vegetación endémica, que no necesita más agua que la de la lluvia misma que se precipita sobre la ciudad, evitamos plantas que requieran un cuidado excesivo.

La Ciudad de México tiene uno de los climas más benignos del mundo. Especialistas de la certificadora de edificios alemana Passiv Haus comentan que vivimos en zona de clima feliz, happy climate. Dicho esto, en nuestra ciudad no deberían existir edificaciones frías en invierno ni calientes en la primavera (nuestra temporada de calor), a menos que los sitios sean desfavorables en cuestión de

orientación o problemáticas ajenas al proyecto. Con un buen proyecto bioclimático, se podría resolver adecua-damente cualquier edificación.

A lo largo de los años, el ser humano ha conformado el medioambiente para adaptarlo a sus necesidades. Ha logrado la armonía cuando entiende su papel en la Tierra, cuando fluye con los elementos naturales, el clima, el sol, el agua, el viento, el fuego y la tierra. Entender que somos parte de la naturaleza debería ser una premisa fundamental en el planteamiento de los proyectos arquitectónicos, haciendo del respeto por la Tierra un elemento generador del proyecto. Edward O. Wilson planeó que la biofilia es la afinidad natural del ser humano por la vida, la esencia de la humanidad y lo que nos conecta con todas las otras especies, y la definió como la tendencia innata de dirigir nuestra atención a la vida y a los procesos vitales4. Así, nuestro medio construido de ninguna manera se debería imaginar independiente o ajeno a la naturaleza. Cuando los arquitectos entendamos que nuestra existencia depende de la simbiosis que tene-mos con el mundo vegetal, proyectaremos considerando la vegetación en cada una de nuestras obras, en un lugar de privilegio dentro de las edificaciones.

Hoy en día, existen ya algunas corrientes que están abor-dando este enfoque de una manera más activa; regenesis sería la más enfocada en regenerar nuestro hábitat, desde el punto de vista del diseño arquitectónico. La bioclimática y la biomimesis son fuertes apoyos en la búsqueda de la transformación de nuestro medio construido.

Finalmente, además de la importancia de la vegetación del entorno, contar con hortalizas dentro de las edificaciones, ya sea a nivel de suelo o en la azotea, muros o terrazas verdes comestibles, crea una relación importante del usuario con el edificio, una relación de cuidado y de cariño. “Mi edificio me alberga y me nutre”. Además de esta relación psicológica, ingerir hortalizas libres de pesticidas y químicos trae muchos beneficios al organismo. Dicho todo lo anterior, a los arqui-tectos recién egresados y a los futuros arquitectos que aún están estudiando, les toca la tarea de cambiar el rostro de nuestras ciudades, por una cara mucho más empática con la existencia misma, en la búsqueda del confort y la calidad de vida de sus habitantes.

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l sonido de la ciudad está normalmente asociado con el ruido; no somos capaces de escuchar más que una combinación de fuentes sonoras que alcanzamos a distinguir cuando la inten-sidad de una sobrepasa al

resto. Las ciudades nos suenan a coches tocando sus cláxones o acelerando, sirenas que tratan de abrirse paso en el permanente tráfico, helicópte-ros que sobrevuelan, vendedores que reproducen sonidos pregrabados; sonidos que se combinan y conforman un continuo sonoro (Atienza, 2008). Nuestra ciudad nos suena caótica y confusa; las fuentes sonoras nunca se extinguen por completo.

En El arte de los ruidos, Luigi Russolo menciona que el ruido nace en el siglo XIX y que, al momento de escribir ese texto, el “ruido triunfa y domina soberano sobre la sensibilidad de los hombres”. Supongo que nunca imaginó que ese ruido que menciona haya alcanzado los índices que tenemos en la actualidad: dos siglos al menos –asociado con la Revolución Industrial– de ruido permanente y con intensidades que se incrementan todos los días. ¿Será que nuestro oído está educado a esta “vida moderna” como continúa el manifiesto? El ruido como fenómeno de molestia y de reglamen-tación ha sido una constante en las ciudades. Ya

Territorios sonoros: la ciudad se escucha

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JIMENA DE GORTARI LUDLOW

Arquitecta por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en el subsistema de Restauración y Regeneración

Urbana, con especialidad en Museografía por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía

“Manuel del Castillo Negrete”. Doctora por la Universidad Politécnica de Cataluña con la tesis La revalorización de

los sonidos y la calidad sonora ambiental del Barrio Gótico, Barcelona, con postdoctorado por el Departamento

de Ciencias Sociales y Humanidades de UAM-Cuajimalpa. Es investigadora en acústica urbana, paisaje sonoro,

contaminación acústica, salud urbana y espacio público, y autora del libro Guía sonora para una ciudad. Es consejera

ciudadana de la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México. Actualmente es

profesora de tiempo completo del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Ibero y funge como directora de tesis de posgrado

en su área de investigación. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I.

A city without sound does not exist. Every location, passageway, alley, road, park, contains its own world of isolated sound events and patterns

(Nilsen, BJ, 2014, p. 57).

desde la antigua Roma se contaba con leyes que no permitían la circulación de los carruajes en las noches; sin embargo, desde hace alrededor de medio siglo el tema del ruido –identificado como contaminación acústica– es un tema de preocupa-ción a nivel mundial y que está adquiriendo cada día más importancia al relacionársele con la salud.

En este texto no se pretende hablar del ruido; lo que aquí se quiere mostrar es el (los) sonido(s) sin categorías, sin mediciones, sin hablar de calidades. Mostrarlos como un documento que enseña sobre el (los) territorio(s) –el territorio sonoro– como experiencia cotidiana que se considera necesaria para entender la complejidad de la(s) ciudad(es), ya que habitamos muchas ciudades contenidas en una sola y las recorremos diariamente sin percatarnos. (Silva, A., 2000).

Según Juhani Pallasmaa (2008:51), “la vista aísla mientras que el sonido incluye; la vista es direc-cional mientras que el sonido es omnidireccio-nal. El sentido de la vista implica exterioridad, pero el sonido crea una sensación de interioridad. Contemplo un objeto, pero el sonido me llega; el ojo alcanza, pero el oído recibe. Los edificios no reaccionan a nuestra mirada, pero nos devuelven nuestros sonidos al oído.

“Oír estructura y articula la experiencia y la comprensión del espacio. Normalmente no somos conscientes del significado del oído en la expe-

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3737Capas del territorio urbano. (Gráfico por Ainara Ricchiutti.)

riencia espacial, a pesar de que el sonido a menudo provee el continuum temporal en el que se insertan las impresiones visuales. Por ejemplo, cuando a una película se le quita el sonido, la escena pierde su plasticidad y sentido de la continuidad y de la vida.

“Cualquiera que se haya medio despertado en la noche por el sonido de un tren o una ambulancia en una ciudad, y en su sueño haya experimentado el espacio de la ciudad con sus incontables habitantes diseminados por los edificios, conoce el poder que el sonido ejerce en la imaginación; el sonido noctur-no es un recordatorio de la soledad y la mortalidad humana, y le hace a uno ser consciente de toda la ciudad que duerme. Cualquiera que se haya sentido embelesado por el sonido del agua goteando en la oscuridad de una ruina puede dar fe de la extraor-dinaria capacidad que tiene el oído para esculpir un volumen vacío de la oscuridad. El espacio que traza el oído en la oscuridad se convierte en una cavidad esculpida directamente en el interior de la mente.”

Algunos autores mencionan que ninguna ciudad suena igual a otra y es que en la sonoridad de los espacios intervienen factores físicos, pero también sociales y culturales. El sonido de una ciudad depende sin duda del carácter local.

Consideramos que el sonido forma parte esencial en la transformación de un espacio a un lugar. El mostrar un paisaje sonoro determinado nos da cuenta de una práctica cultural o una muestra del mismo; el sonido le da vida al territorio, es cambiante, tiene un(os) significado(s).

Se concibe a la ciudad como un espacio en cons-tante cambio con sus elementos tangibles e intangi-bles. Pocos de estos elementos, si no es que ningún otro, son tan cambiantes como los sonidos de una ciudad. Hay que añadir que el sonido es una pre-sencia permanente; escuchamos las 24 horas de los 365 días del año y percibimos el sonido de forma omnidireccional; es por ello que debe incorporarse a la experiencia de la ciudad y, por supuesto, al diseño de los espacios. Pero ¿cómo conseguir este objetivo si no sabemos escuchar?, ¿cómo pretender escuchar más allá del continuo sonoro de la ciudad a la cual se preconcibe como ruidosa?, ¿cómo aprender a diseñar de otra forma si en los reglamentos no se integran aspectos culturales y únicamente se basan en números abstractos?

La ciudad es –entre muchas otras cosas– un con-junto de sonidos que provienen de las actividades de sus plazas, de sus calles, de sus mercados, etcétera.

¿Cómo aprender a diseñar de otra forma si en los reglamentos no

se integran aspectos culturales y únicamente se basan en números

abstractos?

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Todos ellos con el componente de la actividad que depende de los horarios, pero en los que siempre aparecen sonidos más allá de las intensidades que puedan registrar y del territorio en el que se presentan.

Consideramos que los territorios están definidos por los sonidos –entre otros muchos aspectos–, y por el tipo de sonidos y el entendimiento que se tiene de ellos y no sólo por sus intensidades. Nos dotan de un sentido del lugar, nos proporcionan información sobre un sitio y están dotados de una correspondencia con el territorio en el que aparecen.

“La presencia del sonido contribuye al proceso mediante el cual los ambientes se convierten en lugares, imprimiéndoles una atmósfera particular generadora de múltiples y variados sentimientos y sensaciones” (López Barrio, 2000).

Los sonidos sin duda alguna marcan el tipo de uso del espacio. El sonido así aparece como elemento de interacción, como herramienta de trabajo, como elemento unificador (aglomeración a partir de muestras musicales y orales), por men-cionar algunas.

La instantánea de algunos territorios sonoros –no necesariamente emblemáticos– irá acompañada de las experiencias de los escuchas in situ: mostrar al visitante el relato que se puede hacer por medio de un mapa mental, un diagrama, un texto, una cita,

un conjunto de palabras o imitaciones de sonidos (se contempla la posibilidad de pedir a algunos actores sociales la elaboración de un diario sonoro en donde por espacio de un tiempo determinado se registren de forma gráfica o escrita los sonidos de todos los días) lo percibido y el cómo se vive en ese momento en particular. Estas historias en donde se conjuga el sonido con la traducción que hacen los escuchas contempla la posibilidad de contrastar la sensación diurna de la nocturna, ya que la luz tiene un papel esencial en las sensacio-nes de los sonidos.

En un mundo en donde la imagen ha eliminado a los otros sentidos, resulta interesante y necesa-rio mostrar los otros “ingredientes” del territorio y buscar que “entre cada noción y cada punto del itinerario se pueda… establecer un nexo de afinidad o de contraste que sirva de llamada instantánea a la memoria” (Calvino, I. 2007, p. 27).

Es así como se apela a la memoria, al relato, al recuerdo, a la referencia, al vínculo de lo tangible con lo intangible, a ese territorio que no se puede entender sin analizar el vínculo que existe entre los que habitan el espacio y el espacio en sí, de ese espacio como anhelo y como experiencia, en donde el sonido cobra un significado relevante y necesario a documentar.

La ciudad es –entre muchas otras cosas– un conjunto de sonidos que provienen de las actividades de sus plazas, de sus calles, de sus mercados, etcétera. Todos ellos con el componente de la actividad que depende de los horarios, pero en los

que siempre aparecen sonidos más allá de las intensidades que puedan registrar y del territorio en el que se presentan.

Cortes del territorio. (Gráfico por Ainara Ricchiutti.)

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BIBLIOGRAFÍAAmsterdam Academy of Architecture, Music, Space and Architecture, Research-Reflections-Projects 05.Atienza, R. (2008), Identidad sonora urbana: tiempo, sonido y proyecto urbano, 4emes Journées Européenes de la Recherche Arcuitecturale et Urbaine EURAU’08: Paysage Culturel, 16-19 Janvier, Madrid.Augoyard, JF. (1995), A l’écoute de l’environnement. Répertoire des effets sonores, París, Parenthèses.Blesser, B; Salter, L. (2009), Spaces speak, are you listening?, Londres, MIT Press.Calvino, I. (2007), Las ciudades invisibles, Madrid, Siruela.De Gortari, J. (2013), Guía sonora para una ciudad, México, UAM-Juan Pablos.Gandy, M; Nilsen, BJ (editors). (2014), The Acoustic City, Berlín, Jovis.

Labelle, B. (2011), Acoustic territories / Sound culture and everyday life, EUA, Continuum.López Barrio, I. (2001), “El significado del medio ambiente sonoro en el entorno urbano”, en Estudios Geográficos, vol. 62, no. 244, pp. 447-466.Pallasmaa, J. (2008), Los ojos de la piel, Barcelona, GG.Paquot, Thierry (comp.) (2015), Les situacionnistes en ville, Bulgaria, Infolio.Rodaway, P. (1994), Sensous Geographies: body, sense and play, Oxford, Routledge.Schafer, M. (1969), El nuevo paisaje sonoro.Silva, A. (2000), Imaginarios urbanos, Bogotá, Arango.Southworth, M. (1969), “The sonic environment of cities”, en Environment and Behavior, vol. 1, junio, pp. 49-70.

El sonido en el espacio. (Gráfico por Ainara Ricchiutti.)

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espués de tantos años, pensar en mi Universidad me emocio-na. Mi paso por ella fue muy representativo en mi vida, pero, al mismo tiempo me dan mu-chas ganas de regresar, y, sin-ceramente, de hacer las cosas de una forma distinta. Pasé por

la Universidad Iberoamericana con mucha prisa, con ganas de terminar pronto, sintiendo que el mundo real me llamaba y yo me estaba quedando atrás. Todo pasaba afuera del campus y me urgía salir a enfrentarme a la realidad. Tenía prisa, porque me había tardado en elegir la carrera de arquitectura. Pertenezco a una familia de arquitectos (mi abuelo, tíos y primos), y yo no quería hacer “lo mismo”, quería sentir que era diferente. Entonces, decidí estudiar diseño industrial.

Fue a la mitad del camino que me di cuenta de que lo mío es, y siempre ha sido, la arquitectura. Como dice mi papá, es algo que traigo en la sangre; siempre he tenido mucho interés en el mundo construido alrededor de mí, por el espacio y por su composición. Desde muy chica fui consciente de lo que pasaba en la Ciudad; supe cómo ir de un lugar a otro, y dónde estaba cada edificio. De niña, podía pasar horas jugando a construir una casa para las muñecas, sin necesidad de jugar con ellas cuando estaba completa. Recuerdo que, desde niña, empecé a trabajar en el desarrollo de mi conciencia del espacio

No hago arquitectura, soy arquitecta

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Si tuviera la posibilidad volvería a las aulas de la Ibero, disfrutaría cada

clase, cada tarea, aprovecharía cada momento para aprender más, para

leer más, para proponer más ideas en mil escenarios utópicos, que al final

creo que esas son las ideas que tienen impacto en el mundo real.

TATIANA BILBAO

Arquitecta por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. El trabajo del Estudio de Tatiana Bilbao busca

comprender la arquitectura desde lo multicultural y multidisciplinario para crear espacios humanizados, que

reaccionen ante el capitalismo global, con la finalidad de abrir nichos para el desarrollo cultural y económico.

Algunos de sus proyectos son el Jardín Botánico de Culiacán, el Máster Plan y la Capilla de la Gratitud de la Ruta del

Peregrino en Jalisco, un prototipo de Vivienda Sustentable de tan sólo 160 mil pesos y está en construcción el nuevo

edificio de la UDEM en Monterrey. Fue nombrada, en 2010, como una Emerging Voice por la Architecture Leage of

New York y ha sido reconocida con el Kunstpreis Berlín en 2012, el Global Award for Sustainable Architecture Prize

por la fundación LOCUS en 2014, al igual que el Impact Award, 2017 Honorees por ArchitzierA+Awards. Sus proyectos forman parte del acervo de la

Colección de Arquitectura del Centro Georges Pompidou en París, el Carnegie Museum of Art, el Art Institute de Chicago y el Frac Centre en Orleans.

Ha sido invitada como profesora visitante en diversas universidades como la Universidad de Rice, la Universidad de Columbia GSAPP, la Universidad de

Yale y Harvard GSD. Su trabajo ha sido publicado en A+U, GA Houses, Domus y The New York Times, entre otros importantes medios internacionales.

público. Cuando tenía 8 años estuve en una escuela que se encontraba en medio del bosque, que además de ser una gran experiencia, me ayudó a fortalecer mi relación con el ámbito urbano y apreciar la naturaleza.

Por todo esto, cuando decidí entrar a estudiar arquitectura, la gente de mi generación ya estaba a la mitad de la carrera y yo apenas empezaba. Por eso quería terminar de estudiar, a toda velocidad, sin darme cuenta de la gran oportunidad que re-presentaba ese momento en mi vida. Si tuviera la posibilidad volvería a las aulas de la Ibero, disfrutaría cada clase, cada tarea, aprovecharía cada momento para aprender más, para leer más, para proponer más ideas en mil escenarios utópicos, que al final creo que esas son las ideas que tienen impacto en el mundo real. Hoy en día me doy cuenta de que tenemos casi

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BIOINNOVA. Culiacán, Sinaloa. Fotografía de Iwan Baan.

Capilla Abierta de la Gratitud. Ruta del Peregrino. Lagunitas, Jalisco. Fotografía de Iwan Baan.

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Al graduarme, me di cuenta de que la Universidad, gracias a sus diferentes herramientas, que van

desde los profesores, los alumnos, la diversidad de carreras, hasta el espacio interno y externo, es

quien, al final, me da el título. Pero, con igual importancia, uno como

alumno tiene que ser y seguir siendo su propia carrera.

Los Terrenos. Monterrey, Nuevo León. Fotografía de Rory Gardiner.

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toda la existencia para enfrentarnos a la vida adulta, y en verdad muy pocos años preparándonos para ella.

Me gradué en 1996, con la tesis Un paseo por el Centro Histórico: Una propuesta para humanizarlo, en la cual se van desmenuzando diferentes posibilidades para la planeación urbana en este punto de la Ciudad. Con el paso del tiempo he visto cómo algunas de las propuestas que se presentan en este trabajo tienen similitud con otras que se han desarrollado para vol-verse una realidad con el paso de los años.

En la Universidad Iberoamericana tuve tres profe-sores que impactaron realmente, de manera profun-da, mi quehacer: Oscar Hagerman, Pablo Benlliure y Gigiola Carozzi. Al graduarme, me di cuenta de que la Universidad, gracias a sus diferentes herramientas, que van desde los profesores, los alumnos, la diversidad de carreras, hasta el espacio interno y externo, es quien, al final, me da el título. Pero, con igual importancia, uno como alumno tiene que ser y seguir siendo su propia carrera. Es como pretender que el gobierno debe dar todo a uno como ciudadano, cuando en la realidad uno se tiene que esforzar, cuestionar, observar, proponer, trabajar y aprender cada día.

Cuando salí de la Universidad, mi primer trabajo fue en la Seduvi (Secretaría de Desarrollo Urbano y Vi-vienda). Entré muy contenta, creía que desde ahí iba a poder aportar algo para la Ciudad. Me di cuenta de que, efectivamente, sí había mucho por hacer, pero no desde ahí. En el proceso supe que era más fácil intervenir el espacio público a través del quehacer privado, porque en una institución de gobierno hay muchos intereses que conciliar, tanto políticos como económicos y sociales, que te limitan demasiado. Pero, gracias a esta experien-cia, tuve contacto con estudios muy profundos de otras urbes y eso me permitió aprender mucho en términos de conocer bien una ciudad y cómo se puede impactar para mejorarla completamente.

Entonces fue cuando emprendí un nuevo camino. Empecé haciendo proyectos con amigos, tocando di-ferentes puertas, y, después de algunos años, compartí una oficina con un compañero de la Ibero, y empecé mi estudio de arquitectura. Hoy vivo convencida de que no hago arquitectura, soy arquitecta, y disfruto serlo en cada momento de mi vida cotidiana. Mi trabajo no se siente como trabajo: es lo que hago cada día y, mejor aún, es lo que me apasiona.

Algo muy importante es que siempre hay que saber estar del otro lado, ver mas allá de la burbuja que nos rodea. Creo que únicamente considerando y colabo-rando con el otro es cuando podemos abrir canales de comunicación para generar conocimiento para nosotros,

para todos; por ello la importancia de un espacio univer-sitario y un espacio de trabajo, pues es ahí donde uno se desarrolla, se cuestiona, rompe paradigmas y busca ser único. Y sólo a través de todo esto se puede aspirar a una transformación de la sociedad.

Por eso hay que disfrutarse como persona, encon-trar su vocación y trabajar cada día, porque tanto en la existencia individual y social, como en la arquitectura, sin belleza no hay vida que valga la pena.

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43Los Terrenos. Monterrey, Nuevo León. Fotografía de Rory Gardiner.

Casa Ventura. San Pedro Garza García, Nuevo León. Fotografía de Rory Gardiner.

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s sabido que, durante la pri-mera década del siglo XX en México, se construyó un gran número de obras de in-fraestructura, así como edi-ficaciones que significaron la difusión de materiales y técnicas constructivas mo-

dernas. Entre las primeras son bien conocidas las sedes institucionales del gobierno nacional, como el edificio sede del servicio de correos o el de la Secre-taría de Obras Públicas, así como las primeras sedes de centros de investigación en el país, como la del Instituto Geológico Nacional. A ello se suman edificios producto del capital privado, entre los cuales destacan los primeros edificios comerciales y de oficinas en la Ciudad de México.

La gestión internacional de técnicas y materialesEn la primera década del siglo XX

La incorporación de diversos materiales y sistemas constructivos resultó en la generación de vínculos y aprendizajes por parte de los profesionales de la cons-trucción en México. Además del sentido moderno de sus funciones, muchas de las estructuras construidas en los albores del siglo resultaron de procesos de gestión por parte de los primeros empresarios de la construcción modernos del país.

Apenas comenzaba el siglo cuando la empresa Milliken Brothers’ Structural Iron Works se abría paso en el mercado mexicano de la construcción. Fundada en Nueva York en 1887, asumía los retos estructu-rales de rascacielos o de cualquier otra edificación en lugares del mundo tan distantes como St. Louis, Honolulu, Cape Town o Johannesburgo. La contra-tista podía proporcionar, además de las estructuras, todos los componentes arquitectónicos y modernos

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La incorporación de diversos materiales y sistemas constructivos resultó en la generación de vínculos y aprendizajes por parte de los profesionales

de la construcción en México. Además del sentido moderno de sus funciones, muchas de las estructuras construidas en los albores del siglo resultaron de procesos de gestión por parte de los primeros empresarios

de la construcción modernos del país.

MÓNICA SILVA CONTRERAS

Arquitecta con Maestría en Historia de la Arquitectura y Doctorado en Arquitectura por la Universidad Central

de Venezuela. Desde 2010 es profesora de asignatura en el ciclo de Teoría e Historia de la Arquitectura en la

Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Ha estado a cargo de cursos de licenciatura y posgrado en diversas

universidades sobre historia de la arquitectura, así como de las técnicas constructivas en los siglos XIX y XX.

Tiene numerosos trabajos publicados en los que ha expuesto los resultados de investigaciones en historia de la

construcción que enfatizan el significado social-cultural de las técnicas y los materiales en el contexto en que se

insertaron como parte del valor del patrimonio construido. Datos precisos sobre la construcción de los edificios,

sus diseñadores y contratistas, que se mencionan en este artículo, pueden consultarse en su libro Concreto armado, modernidad y arquitectura en

México: El sistema Hennebique 1901-1914, publicado por la Ibero en 2016.

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equipos para el funcionamiento de edificios según el proyecto que facilitaran sus clientes. La estética de los edificios comerciales neoyorquinos se insertaba en la Ciudad de México con la construcción de la Casa Boker (1898-1900), diseño de los arquitectos de origen alemán Theodore William Emile de Lemos y August William Cordes. Poco después se importaba la estructura para la sede del servicio de Correos de México (1902-1907), con diseño del italiano pasado por Chicago Adamo Boari; luego la sede de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, según diseño de otro italiano, Silvio Contri; y más adelante el edificio para oficinas cons-truido por The Mutual Insurance Company of New York (1904-1908), nuevamente por los arquitectos De Lemos y Cordes. En tres de los edificios fue clave la figura del ingeniero mexicano Gonzalo Garita, responsable de la cimentación y dirección de los trabajos. Quedarían inconclusos, debido a la Revolución, el Teatro Nacional y el Palacio Legislativo, según proyectos de Boari y del francés Emile Bénard, respectivamente.

Mientras Milliken Brothers proporcionaba de manera directa estructuras y equipamiento para sus edificios, dos ingenieros navales mexicanos, Ángel Ortiz Monasterio y Miguel Rebolledo, se convertían en agentes del concreto armado con el régimen de franquicias con el cual François Hennebique manejaba su patente desde París. Así, a partir

Edificio para oficinas construido por The Mutual Insurance Company of New York, Ciudad de México.

Mientras Milliken Brothers proporcionaba de manera directa estructuras y equipamiento para

sus edificios, dos ingenieros navales mexicanos, Ángel Ortiz Monasterio

y Miguel Rebolledo, se convertían en agentes del concreto armado con el régimen de franquicias con el cual François Hennebique manejaba su

patente desde París.

de 1902, Rebolledo se haría cargo de la construcción de una cincuentena de obras, entre las cuales destacaron tanto edificios públicos como privados. Así como los edificios con las estructuras de acero neoyorquinas, con el concreto armado sistema Hennebique el diseño tampoco era responsabilidad de los contratistas. Muy pocos fueron proyectos de arquitectos extranjeros, como la tienda Las Fábricas Universales (1907-1909), construida por la Societé des Anciens Etablissements Dumesnil de París según la propuesta del arquitecto francés Eugène Ewald, con la supervisión de Miguel Ángel Quevedo y con Rebolledo como asesor de la obra en el sitio. Entre

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El cambio social requerido era visto como oportunidad de

aportes concretos por parte de los profesionales, tanto en la

búsqueda de identidad formal como en la voluntad por racionalizar los escasos recursos disponibles para beneficiar a la mayor cantidad de

población posible.

entonces bóvedas “guastavinas” en algunas impor-tantes obras, de las cuales pocas han sobrevivido. La azarosa vida de Prieto, sumada a la conflictiva situación mexicana a partir de 1910, causó el cese de la construcción con un material que se producía en el país y para cuya aplicación había abundante mano de obra.

Contratistas locales, algunos empleando materiales y técnicas tradicionales, otros incorporando productos

Casa Boker, Ciudad de México.

los edificios comerciales y de oficinas construidos en la Ciudad de México destacó el trabajo pionero de Nicolás Mariscal, José Luis Cuevas, Samuel Chávez o Manuel Gorozpe, entre otros diseñadores.

Los contratos comprometían la realización de las obras con materiales de calidad adecuada pues esta-ba en juego el prestigio de Hennebique, tanto desde la empresa parisina como el de los agentes locales. Comprometían también la realización de pruebas a las estructuras que convertían a los constructores, dondequiera que estuviesen, en parte central de las experiencias con el sistema. Telegramas, cartas, con-tratos, planos y resultados de ensayos cruzaron el Atlántico, generando un dinámico intercambio que evidenció comprometidos tiempos de ofertas, urgen-cias por proyectos de construcción para concurrir con ofertas ante comitentes y arquitectos.

Entretanto, como resultado de una relación fa-miliar, en 1902 llegaba a México Rafael Guastavino, un productivo constructor valenciano radicado en los Estados Unidos, donde construyó gran cantidad de notables edificios con grandes bóvedas tabicadas. Mediante el trabajo de Antonio Prieto se construyeron

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Edificio de Las Fábricas Universales, Ciudad de México.

importados o de industrias nacionales, como la creciente Fundidora de Fierro y Acero Monterrey o las prósperas productoras de cemento en el país, sumaban posibilida-des a la construcción en México. Una amplia variedad de opciones se ofrecía a arquitectos e ingenieros para la realización de sus proyectos. El conflicto revolucionario afectaría a algunas empresas, otras desaparecerían por diversas razones, mientras la casa Hennebique quedaría desconectada de sus socios internacionales debido a la Primera Guerra Mundial.

Las dificultades para producir y transportar materiales de construcción por la industria nacional hasta la Ciudad de México, así como la incertidumbre económica que generó el alzamiento a los constructores extranjeros, frenaron aquel impulso modernizador. Habría que es-perar el fin de los enfrentamientos armados para que la Fundidora Monterrey lograra una producción semejante a la prerrevolucionaria y que fuera posible transportarla para suplir a los constructores de la capital, con barras para la construcción en concreto armado y perfiles para la confección de armaduras compuestas sobre grandes luces. La producción cementera se multiplicaría para sustituir al material importado del tiempo anterior.

Para cuando México comenzara a reponerse, la ar-quitectura viviría cambios notables en su conceptua-lización y formas. El cambio social requerido era visto como oportunidad de aportes concretos por parte de los profesionales, tanto en la búsqueda de identidad formal como en la voluntad por racionalizar los escasos recursos disponibles para beneficiar a la mayor cantidad de pobla-ción posible. La dinámica industria de la construcción se adecuaría a las tendencias formales y técnicas requeridas por los diseñadores, con variedad de formas y materiales de revestimiento.

A pesar del retraso causado por la incertidumbre revolu-cionaria, los profesionales de la década de 1920 dispusieron de una importante experiencia acumulada, tanto en mano de obra como en la gestión de obras modernas. El cambio estético al final de esa década y el comienzo de la siguiente tuvo la mesa servida para los intereses de los arquitectos que trabajaron en los programas de construcción pública de gran alcance. La “arquitectura técnica” promovida por Juan O’Gorman fue el desnudamiento de los pórticos estructurales de concreto armado disponibles en México desde 1902, que abarataron la construcción de escuelas para hacer más con menos.

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Patrimonio cultural y desarrollo sustentable en México

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l patrimonio es dinámico y cambiante, como lo es su vínculo con el paisaje natu-ral y cultural, y con aquellos elementos que resultan sig-nificativos como deposita-rios de la memoria colectiva.

Los recursos culturales y naturales que constituyen el patrimonio son una riqueza frágil, y requieren políticas y modelos de desarrollo específicos, ya que una vez perdidos no son recuperables.

Dimensiones de análisis del patrimonioEl concepto de lo que se considera patrimonio se ha ampliado drásticamente, en respuesta a la relación que construyen las sociedades actuales con su entorno, con su pasado reciente y remoto, y a la reivindicación de múltiples actores sociales y políticos por su derecho a definir los elementos que revisten valores patrimoniales. Se combina un gran número de variables para intentar precisar qué es el patrimonio, quién lo define, de quién y para quién es, y para qué se debe conservarlo. Los sitios patrimoniales tienen una dimensión geográfica y te-rritorial, acotada a un área que puede incluir objetos,

espacios y vistas; una dimensión material, referida a elementos tangibles; y una dimensión inmaterial, sujeta a la percepción cualitativa. Simultáneamen-te, los sitios patrimoniales revisten un significado cultural cuyos valores (estético, histórico, científico, social o espiritual) se materializan en determinados elementos. Por lo tanto, ninguna definición de un sitio patrimonial en términos físicos logra dar cuenta hoy en día de la realidad fragmentada del patrimo-nio cultural. Resulta de mayor utilidad pensar en el patrimonio como un proceso, y no como un objeto; como una estructura física, un vestigio arqueoló-gico, o un paisaje que funciona como un estímulo

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GABRIELA LEE ALARDÍN

Arquitecta por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, maestra en Conservación del Patrimonio y Centros

Históricos por la Universidad Católica de Lovaina y doctora en Urbanismo por la UNAM. Es miembro de la cátedra de

investigación Dinámicas Territoriales y Bienestar en la Ibero. Recibió el Premio INAH 2015, categoría “Francisco de

la Maza”, a la mejor tesis de doctorado. Autora de diversos textos sobre patrimonio arquitectónico y urbano, trabaja

también temas de historia urbana y desarrollo urbano sustentable. Desde 1997 es académica de tiempo completo del

Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Ibero.

El patrimonio cultural en su más amplio sentido es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio. Es

importante reconocer que abarca no sólo el patrimonio material, sino también el patrimonio natural e inmaterial.1

Los sitios patrimoniales tienen una dimensión geográfica y territorial,

acotada a un área que puede incluir objetos, espacios y vistas; una dimensión material, referida a elementos tangibles;

y una dimensión inmaterial, sujeta a la percepción cualitativa.

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o un soporte para la memoria, para las asociaciones históricas, y para definir su propio rol social. Los sitios patrimoniales son lugares para la reflexión, la conmemoración y el debate acerca de los valores del pasado en las sociedades contemporáneas.

Desde el siglo XIX la noción de patrimonio se sus-tentó en el valor histórico o estético de determinados monumentos o sitios, asentado en sus cualidades materiales. Así, desde sus inicios, la conservación patrimonial ponía el acento en el pasado, y de manera secundaria, en la interpretación o apropiación pre-sente de ese pasado. Prácticamente no se vinculaba de manera explícita a procesos de construcción de identidad, como sucede actualmente.

Las escalas del patrimonioDe acuerdo con la Unesco, el patrimonio cultural representa lo que tenemos derecho a heredar de nuestros predecesores y obligación de conservar para las generaciones futuras; reconoce veinte categorías, entre las cuales destacan cinco que se relacionan estrechamente con el entorno habitable:

• Patrimonio edificado: monumentos, obras ais-ladas o conjuntos arquitectónicos, y sitios naturales con intervenciones humanas2.

• Patrimonio urbano: sitios históricos, áreas pa-trimoniales (por ejemplo, centros históricos) o rutas culturales de diferentes escalas; incluye la morfología y la estructura urbana, el sistema de espacios urbanos, la relación con el paisaje natural, las prácticas socia-les y las funciones de los espacios arquitectónicos y urbanos3. Es la suma del patrimonio edificado, de su

entorno material y de su entorno cultural.• Patrimonio inmaterial: tradiciones, costumbres

y saberes que se materializan en objetos y sitios es-pecíficos que por lo tanto ameritan ser conservados; es un proceso de generación de conocimiento y de construcción de identidades que existe únicamente a través de la interpretación que de él realizan las comunidades y sociedades actuales4.

• Paisajes culturales: sitios en los que se manifiestan patrones espaciales de la interacción de las personas con el paisaje natural, y sus transformaciones a raíz de las dinámicas sociales; son un producto social abierto a múltiples interpretaciones5.

• Paisaje urbano histórico: es la suma del entorno geográfico, el entorno construido (histórico y contem-poráneo), los elementos que conforman la estructura urbana (infraestructuras, sistemas de espacios abiertos, patrones y trazas de organización espacial, y relaciones visuales), las prácticas y valores sociales y culturales, los procesos económicos, y las dimensiones intangibles del patrimonio que se relacionan con la diversidad y la identidad6.

Patrimonio y desarrollo sustentableLos paisajes, ya sean culturales o urbano-históricos, son un elemento territorial esencial para la interpre-tación y articulación de las distintas dimensiones y escalas del patrimonio, y su estudio permite explorar las complejas conexiones entre memoria, identidad y patrimonio7. Tradicionalmente, los esfuerzos de la conservación del patrimonio urbano se han enfocado

Ciudad de Guanajuato, declarada, por la Unesco, Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988.

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en el rescate de los centros históricos, que constitu-yen tan sólo un pequeño sector de las ciudades. Por ello, las prácticas de la conservación patrimonial se fueron aislando de los procesos de planeación y gestión del desarrollo urbano. Los centros histó-ricos se conservaron y rescataron, pero perdieron sus funciones tradicionales y muchos de ellos se encuentran en un proceso de transformación que amenaza su integridad y sus valores históricos, sociales, y artísticos. Actualmente, los organismos internacionales abogan por el rescate del patrimonio urbano, reconociendo que constituye un recurso clave para mejorar la habitabilidad de áreas urba-nas, fomentar el desarrollo económico y la cohesión social en un mundo globalizado.

La Nueva Agenda Urbana (ONU Hábitat, 2017) indica que se debe incorporar la conservación del patrimonio cultural y natural, incluido el patrimonio urbano, en la gestión territorial y urbana para lograr un desarrollo

sustentable equitativo e inclusivo; esto permite la cons-trucción de un futuro basado en el legado del pasado, y la posibilidad de construir una continuidad histórica, a través del cambio y la transformación.

En años recientes se han desarrollado varias propuestas metodológicas de aproximación integral para la conser-vación y gestión del patrimonio en entornos urbanos, así como herramientas de evaluación e indicadores. Estos

Los paisajes, ya sean culturales o urbano-históricos, son un

elemento territorial esencial para la interpretación y articulación de

las distintas dimensiones y escalas del patrimonio, y su estudio permite explorar las complejas conexiones

entre memoria, identidad y patrimonio.

Mitla, Oaxaca, declarada, por la Unesco, Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2010.

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Las políticas de conservación del patrimonio urbano se incorporaron a los instrumentos de planeación urbana desde los años noventa, pero en la práctica han resultado

insuficientes para asegurar la integración de la ciudad heredada a la ciudad del futuro, desestimando su posible contribución social, económica y cultural a la sustentabilidad.

Referencias:Carta de Washington: Carta internacional para la conserva-

ción de poblaciones y áreas urbanas históricas, Washington,

ICOMOS, 1987.

Carta internacional sobre turismo cultural: la gestión del turis-

mo en los sitios con significado cultural, México, ICOMOS, 1999.

Convención de Granada: Convención para la salvaguarda

del patrimonio arquitectónico de Europa, Granada, Consejo

de Europa, 1985.

Fairclough, Graham, Rodney Harrison, John H. Jameson Jnr.,

John Schofield, ed., The Heritage Reader, Londres-Nueva

York, Routledge, 2008.

Indicadores Unesco de cultura para el desarrollo, Manual

metodológico, París, Unesco, 2014.

Johnson, Nuala C., Richard H. Schein, Jamie Winders, ed., The

Wiley-Blackwell Companion to Cultural Geography, Londres,

Wiley Blackwell, 2013.

Nueva Agenda Urbana. Conferencia de las Naciones Unidas

sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat

III), Quito, ONU, 2017.

Nueva vida para las ciudades históricas. El planteamiento de

los paisajes urbanos históricos, Unesco, París, Unesco, 2013.

Recomendación sobre el paisaje urbano histórico, París,

Unesco, 2011.

1 Unesco, 2014, p. 132.

2 ICOMOS, Convención de Granada, 1985.

3 ICOMOS, Carta de Washington, 1987.

4 Fairclough, 2008, p. 3.

5 Johnson, 2013, “Introducción”.

6 Unesco, Recomendación sobre el paisaje urbano histórico, 2011.

7 Graham, 2008, pp. 37-39.

8 Unesco, 2013.

esfuerzos, liderados por la Unesco8 y retroalimentados por experiencias en varias ciudades del mundo, sub-rayan la importancia de contar con la participación de todos los actores sociales interesados en la conser-vación del patrimonio, elaborar un inventario de los recursos naturales y culturales con valor patrimonial, evaluar su vulnerabilidad frente a las presiones so-cioeconómicas y los impactos del cambio climático, e integrar la conservación patrimonial a la agenda de planeación urbana y territorial mediante alianzas y marcos de gestión local. Las herramientas de eva-luación incluyen indicadores para la participación comunitaria, la planeación urbana, la normatividad y los instrumentos financieros.

Patrimonio y planeación urbanaLa planeación urbana de las ciudades mexicanas pa-reciera estar históricamente disociada de las escalas y aspectos de la planeación que en la actualidad se reconocen como esenciales para cumplir con los cri-terios de desarrollo sustentable. Las políticas públicas promovidas en las últimas décadas que se aplican a unidades territoriales de escala regional, urbana, o local, carecen de una visión integral. Desde los años sesenta del siglo anterior se diseñaron planes de de-sarrollo para las ciudades mexicanas con el objetivo de articular el crecimiento físico con el desarrollo social y económico, en un esquema de planeación urbana centralizada que dejaba en segundo término los temas ambientales y culturales, así como la par-ticipación social. Las políticas de conservación del patrimonio urbano se incorporaron a los instrumentos de planeación urbana desde los años noventa, pero en la práctica han resultado insuficientes para asegurar la integración de la ciudad heredada a la ciudad del futuro, desestimando su posible contribución social, económica y cultural a la sustentabilidad. Más recien-temente, la agenda en materia de sustentabilidad ha trascendido al marco normativo federal y estatal, y existen también iniciativas interesantes promovidas por organismos de la sociedad civil. Sin embargo, falta mucho camino por recorrer para abordar la planeación y transformación del territorio y de nuestras ciudades

con criterios de desarrollo sustentable que vinculen explícitamente el amplio y diverso legado cultural de México con sus recursos naturales, para promover un incremento en los índices de bienestar social y económico de todos los ciudadanos.

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n 1964 el Museo Nacional de Antropología abrió sus puer-tas e inmediatamente recibió el elogio por parte de algunas de las principales publicacio-nes especializadas en arqui-tectura, como la Architectu-ral Review y de renombrados

arquitectos, como Philip Johnson (1906-2005) quien afirmó que era “el mejor museo en el mundo”. Pero ¿qué hizo que esta obra recibiera tanta atención? ¿Y cómo es que, a pesar de que han transcurrido 55 años y ha sufrido transformaciones, el museo siga siendo considerado uno de los diez mejores espacios museísticos en el mundo?

Las respuestas a estas preguntas están en la con-cepción espacial del museo, ideada a inicios de los años de 1960 por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez (1919-2013), Rafael Mijares Alcérreca (1924-2015) y Jorge Campuzano Fernández (1931-2018), comisionados en 1962 por el gobierno de México para diseñar un museo que albergara los objetos prehispánicos dispersos en distintos sitios del país.

El propósito era crear el primer museo moderno en México dedicado de forma exclusiva a sus culturas antiguas desde un punto de vista antropológico y etno-gráfico, así como ofrecer a los estudiosos un lugar donde poder llevar a cabo investigaciones sobre sus colecciones.

El Museo Nacional de AntropologíaUn museo atemporal

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ELDA PASQUEL MUÑOZ

Licenciada en Arquitectura y en Historia del Arte por la Universidad Iberoamericana. Obtuvo una beca Fulbright-

Laspau para realizar estudios de maestría en Historia del Arte en la Kent State University (Estados Unidos).

Es candidata a doctora en Educación por la Universidad Anáhuac y la Universidad Complutense de Madrid.

Actualmente es académica de tiempo del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la

Universidad Iberoamericana Ciudad de México, donde imparte los cursos de Historia y Teoría de la Arquitectura

de la Edad Media al siglo XVI y del Barroco al Neoclásico. Su área de interés se centra en el desarrollo de nuevas

estrategias didácticas para la enseñanza de la historia y la teoría de la arquitectura.

En respuesta a estos requerimientos, el grupo de arqui-tectos desarrolló un ambicioso programa que consistió en salas de exhibición, talleres, laboratorios, biblioteca, salones destinados a la investigación documental, espacios para la Escuela Nacional de Antropología e Historia (en 1979 la escuela se trasladó al sur de la Ciudad en la zona de Cuicuilco), bodegas, una sala de exhibiciones temporales, un auditorio, un teatro al aire libre, áreas de recreación, comedores para el personal, una cafetería y una tienda con objetos relacionados con las colecciones temporales y con la permanente. Para esto se eligió un sitio dentro del Bosque de Chapultepec, el cual resultó muy apropiado por la cantidad de referencias históricas que de éste se tenían, como haber sido sitio temporal de los mexicas antes de establecer su capital permanente, México-Tenochtitlan, en el centro del lago.

En 1964 el Museo Nacional de Antropología abrió sus puertas e

inmediatamente recibió el elogio por parte de algunas de las principales

publicaciones especializadas en arquitectura, como la Architectural Review

y de renombrados arquitectos, como Philip Johnson (1906-2005) quien afirmó

que era “el mejor museo en el mundo”.

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Desde el punto de vista urbano, el sitio se localiza junto a la Avenida Reforma, una de las principales arterias que recorre la ciudad de oriente a poniente y que conecta con las dos avenidas que corren de norte a sur, la avenida de los Insurgentes y el Periférico. Debido a que esta zona cuenta con una gran carga vehicular, el contexto del museo se concibió como una isla rodeada por una un área verde y se creó un pasaje subterráneo, perpendicular a Reforma, para dar acceso al estacionamiento del museo, en tanto que una gran plaza, situada en la parte superior de dicho paso, permitiera la entrada peatonal. La concepción de esta explanada tenía la intención de crear la sensación de los grandes espacios abiertos como los de Teoti-huacán o Monte Albán.

La fachada principal del museo de dos niveles está compuesta por tres volúmenes: dos flanqueando a uno central que se encuentra remetido y que corresponde al acceso principal. El nivel inferior, un cancel de vi-drio dividido en nueve tramos separados por pilastras, sostiene un gran bloque de concreto que recuerda las proporciones de construcciones de la arquitectura maya como las de Uxmal o Palenque. Al centro de este bloque, como único detalle decorativo, un relieve

del escudo nacional, para enfatizar con ello el carácter institucional del edificio.

La planta de conjunto es un gran rectángulo dividido por un eje longitudinal alrededor del cual se alinean una serie de espacios abiertos y cerrados. Dicha distribución recuerda la de Teotihuacán, que los arquitectos quizás utilizaron por razones simbólicas, ya que en tanto ésta fue la “Ciudad de los Dioses”, el museo sería el alber-gue en el que las imágenes de los dioses prehispánicos residirían desde entonces.

En un extremo del eje longitudinal se ubica un espacio abierto, la explanada de acceso que precede al vestíbulo, un recinto cerrado el cual funciona como elemento de transición donde, a la derecha, los arquitectos en la planta baja colocaron el área de exposiciones tempo-rales así como un auditorio, y en el nivel superior los diferentes espacios para la escuela de antropología; a la izquierda, en la planta baja, la tienda del museo, el guardarropas y el área de servicios, en el primer nivel, la biblioteca y el área de lectura.

Así como el muro de vidrio divide la explanada de acceso del vestíbulo, otro muro igual divide a éste del área

A pesar de que han transcurrido 55 años y ha sufrido transformaciones, el Museo Nacional de Antropología sigue siendo considerado uno de los diez mejores espacios

museísticos en el mundo.

Fachada principal del Museo Nacional de Antropología. Ciudad de México.

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de exposiciones que cuenta con una serie de galerías de planta rectangular a doble altura colocadas alre-dedor de un patio central, parcialmente cubierto con un paraguas de acero sostenido por una columna de concreto armado decorada con relieves. Esta columna tiene en su interior un ducto por el cual una corriente de agua sube para posteriormente, caer por fuera de ella hacia un piso de cantera. La cubierta, que se podría considerar una fuente invertida, es el punto central de la composición no sólo por su cualidad estética sino por su simbolismo. Los arquitectos le otorgaron al agua el mismo concepto que tenía para las culturas en Me-soamérica, como el origen de la vida, reforzando esta idea al colocarla a la entrada de las salas de exposición.

Al distribuir estas estancias alrededor del patio, se creó un patrón de circulación en el que los visitantes están obligados a salir de él después de la visita a cada dos de las salas. Éstas se encuentran rodeadas por pe-queños jardines que conforman espacios de exhibición al aire libre donde hay réplicas de esculturas o de mo-numentos intentando reproducir su contexto original.

La fachada que da hacia el patio central presenta un tratamiento similar al del acceso: una sobria planta baja que combina la piedra y el cristal, coronada mediante una planta superior con una celosía de aluminio que

tiene un complicado diseño que recuerda el trabajo en mosaico de piedra de los templos de Mitla, Oaxaca, y que sobresale del nivel inferior, creando un fuerte contraste de luz y sombra que nuevamente remite a los monumentos prehispánicos.

Todas las salas presentan el mismo tratamiento en la fachada con la excepción de la dedicada a los mexicas, en el extremo opuesto de la fuente y el acceso principal. Aquí la solución se da con base en dos superficies de piedra divididas por un vano frente al cual hay un pequeño espejo de agua con plantas características de la zona lacustre del valle de México, que representan el lago de Texcoco, sobre el que se fundó México-Tenochtitlan. Dicho trata-miento enfatiza el eje longitudinal de la composición, creando una tensión visual entre el espejo de agua (junto con la fachada que lo respalda) y la columna que aparece en el extremo opuesto, y, al igual que con muchos de los elementos compositivos, esta tensión tiene también un significado simbólico ya que en tanto la columna de agua simboliza el origen de la vida, reforzado por el movimiento vertical del líquido, la Sala Mexica, con su espejo de agua donde ésta, aparece estática y en posición horizontal, y representa el final del mundo mesoamericano.

Museo Nacional de Antropología. Un aspecto de la Sala Mexica.

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Con el empleo de materiales y tecnología avanzados, los arquitectos

fueron capaces de traducir, en términos modernos, las grandes

cualidades de la arquitectura prehispánica como la de Teotihuacán, donde el espacio aparece organizado alrededor de un eje axial, o como en

Monte Albán, donde la composición se crea alrededor de una plaza central.

Así, con el empleo de materiales y tecnología avan-zados, los arquitectos fueron capaces de traducir, en términos modernos, las grandes cualidades de la arqui-tectura prehispánica como la de Teotihuacán, donde el espacio aparece organizado alrededor de un eje axial, o como en Monte Albán, donde la composición se crea alrededor de una plaza central. Lo que hace que el Museo Nacional de Antropología sea un espacio memorable se debe a que, tanto de forma física como simbólica, se logró sintetizar la concepción espacial de la arquitectura prehispánica.

Museo Nacional de Antropología. El paraguas.

Museo Nacional de Antropología. La columna de agua.

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Diez estudiantes revelanpor qué eligieron Arquitecturaen la IberoEntrevistas y fotografías de VALENTINA GONZÁLEZ YÁÑEZ. Redactora de IBERO.

La Universidad Iberoamericana está considerada por especialistas como una de las mejores instituciones para estudiar la carrera de Arquitectura. Prueba de su gran prestigio en esta disciplina es la importante cantidad de egresados que tienen un lugar destacado en la arquitectura mexicana, cuya excelencia es reconocida también en el extranjero. Presentamos en estas páginas diez opiniones de alumnos que eligieron estudiar esta carrera en la Ibero y no en otra universidad.

ARANZA PIMIENTA SÁEZ

La Ibero es la mejor universidaden ArquitecturaCuando tenía que elegir carrera no estaba segu-ra de estudiar arquitectura, aunque desde pe-queña me llamó la atención. Una semana antes de las inscripciones, definí que sí era la carrera que quería. Encontré que la Ibero es la mejor de México. Además, me di cuenta de que su plan de estudios era el que mejor se adecuaba a mis necesidades. En general, la carrera ha cumplido mis expectativas, aunque pienso que está muy concentrada en el diseño y que le falta algo más en el tema de la construcción. Me gustaría incur-sionar en la residencia sostenible.

KAREN ROBLES MORENO

JUAN ESTRADA BROSA

El urbanismo es lo que másme apasionaSiempre me gustó el diseño de interiores. Re-cuerdo que en 2017 vi en el periódico que la Ibero obtuvo el primer lugar, a nivel nacional, en esta carrera, por eso elegí estudiarla en este campus. Sus instalaciones y todas las herra-mientas que nos brinda para estudiar son muy buenas. Hay muchos profesores desta-cados; enseñan muy bien. En un futuro me gustaría trabajar en un despacho. El urbanis-mo es lo que más me apasiona.

Mis intereses en el diseño me ayudaron a decidirTomé la decisión de estudiar arquitectura considerando lo que me interesaba y me gustaba. Investigué lo que ofrecía la Ibero y, por los intereses que tenía en el diseño, fue lo que me motivó a estudiar aquí. Es una carrera que exige mucho trabajo. En el futuro me gustaría hacer diseño urba-no o arquitectura vernácula, aquella que responde a la tradición de un lugar y que se adecua a las necesidades de la forma rústica, sencilla y tradicional.

BRUNO ZARRABE

Los egresados de la Ibero tienen una gran trayectoriaMi papá es arquitecto, por lo que siempre existió en mí la curiosidad y el acercamiento a lo que él hace. Se desarrolló en mí el gusto por esta disciplina, así que la elegí como carrera, y me encanta. Cuando comparé a las universidades que imparten arqui-tectura, la Ibero fue la que más llamó mi atención, pues tiene mucha fuerza en este ámbito. Está entre las mejores instituciones para estudiar arquitectu-ra, y sus egresados tienen una importante trayec-toria. Hubo un momento generacional en el que to-dos los arquitectos importantes salían de la UNAM y ahora hay una gran generación de importantes arquitectos que estudiaron en la Ibero.

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RICARDO CASTILLO DÍAZ

MARÍA MAGDALENA DEL RÍO GODÍNEZ

SANTIAGO IBARROLA MATEOS

DOMINIQUE DÍAZ HIERRO

Me gusta estudiar en estauniversidad jesuitaElegí estudiar arquitectura porque me llama-ban la atención las construcciones y las casas. Ya durante la carrera, en cuanto al diseño de los espacios, vi cómo las personas se relacio-nan con aquéllos y lo que genera una cons-trucción en un individuo: cómo se hace una construcción, cómo las personas se relacio-nan con esos espacios y la interacción con el entorno. Mi decisión estaba entre la UNAM y la Ibero, pero me gusta estudiar en esta uni-versidad jesuita; los profesores son buenos y me han ayudado en cuanto a la ideología que tengo, así como en otros ámbitos como la ar-quitectura sustentable. Todos los semestres han sido laboriosos, pero divertidos.

La Ibero es la universidad que tiene más renombre en México en esta áreaDesde niño me llamó la atención esta disci-plina, pues mi papá es arquitecto y mi mamá historiadora del arte. Siempre tuve la inquie-tud de desarrollar la parte creativa, por eso decidí estudiar arquitectura. Elegí a la Ibero porque es la universidad que tiene más re-nombre en México en esta área. Las trayec-torias de muchos arquitectos egresados de esta universidad me motivaron para elegirla. En un futuro, me gustaría tener un despacho, pero antes quiero trabajar en un lugar que me dé aprendizaje. Me gustan muchos temas re-lacionados con el diseño arquitectónico.

Estoy impresionado con mis maestrosDesde pequeño me gustaba dibujar y jugar con le-gos; disfrutaba mucho observar casas e imaginaba la posibilidad de diseñar una. También me gustaba la economía o las finanzas. Decidí estudiar arqui-tectura en la Ibero porque buscaba la mejor uni-versidad. Estoy impresionado con mis maestros, todos son excelentes, son muy buenos arquitectos. Las instalaciones me encantan por sus espacios. Me gusta mucho que las clases sean como talleres, muy dinámicas.

Los maestros te inspiran y motivanSiempre me ha gustado crear y dibujar. Me imagino un futuro haciendo algo trascenden-te que me dé satisfacción. Elegí a la Ibero tras una investigación sobre universidades. Su ambiente favorece el trabajo en equipo y obli-ga a tener más comunicación y habilidades esenciales que muchas instituciones olvidan. Además, cuenta con excelentes proyectistas; esto me inspiró para estudiar aquí. La calidad es excelente, la carrera es exigente, pero el producto final es tan bueno que lo vale. Los maestros te inspiran y motivan. Me imagino trabajar en un lugar que me permita la crea-ción de grandes proyectos, pero también que atienda necesidades.

El plan de estudios de la Ibero es muy buenoLa arquitectura es una de las herramientas con las cuales podemos hacer cambios sociales. La idea es crear atmósferas para que la gente pueda hacer sus actividades más fácilmente. No sólo se trata de pen-sar en la estética sino en la función, los materiales, la bioclimática, entre otros. El plan de estudios de la Ibero es muy bueno, pues trabajamos en talleres y no tanto en clases teóricas. Me gusta cómo se manejan las clases de proyectos, de construcción. Además, las instalaciones me gustaron mucho. La carrera ha sido pesada, pero es gratificante saber hasta dónde podemos llegar y lo que hemos crecido todos como generación, tenemos muy buenos profesores, algunas clases podrían mejorar, pero, en general, me quedo muy satisfecha con la formación que he recibido. Me gustaría trabajar en donde regrese a la sociedad algo de lo que he recibido.

SOFÍA RUEDA SUTER

PABLO GERMENOS GARCÍA

Me gustó que el plan de estudios estuviera enfocado en urbanismoOriginalmente, pensaba estudiar diseño industrial o urbanismo; me puse a investigar planes y me di cuenta de que en realidad la mejor decisión era es-tudiar una carrera que estuviera entre las dos y que fuera la carrera madre del diseño y después buscar una especialización. Me gustó que el plan de estu-dios de la Ibero estuviera enfocado en urbanismo. Los primeros semestres han sido los más pesados, pero conforme va pasando el tiempo trabajamos más rápido y sabemos cómo administrar el tiempo. Me gustaría especializarme en temas que tengan que ver con el ambiente. Hay varios despachos de arquitectura que lo hacen.

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A Por una vida y una educación igualitarias y sin violencia

Textos y fotos de VALENTINA GONZÁLEZ YÁÑEZ, PEDRO RENDÓN e IVÁN CABRERA. Redactores de IBERO.

Lanzan campaña contra la violencia de género

La campaña #ViolenciaEs, que puso en marcha la Universidad Iberoamericana Ciudad de México junto con el ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente), busca visibilizar y prevenir las distintas formas de agresiones de género de uso cotidiano, las cuales pueden estar naturalizadas entre las y los estudiantes, personal docente, administrativo y de servicios. Por medio

de imágenes distribuidas en áreas de los campus universitarios se ejemplifican frases sobre violencia de género, discriminación, y lo que significa el consentimiento en las relaciones íntimas.

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La Ibero y el feminismo en Oxford

La Universidad Iberoamericana Ciudad de México colaboró con la Universidad de Oxford, en Inglaterra, en el montaje de la exposición Mexican feminism in protest. The photography of Ana Victoria Jiménez 1964-1990 (El feminismo mexicano en protesta. La fotografía de Ana Victoria Jiménez 1964-1990). La exposición se montó con imágenes del Archivo Ana Victoria Jiménez, bajo resguardo del área de Acervos Históricos de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero que, además de fotografías (alrededor de tres mil), contiene libros, revistas y documentos varios (como volantes, carteles y postales) sobre los movimientos feministas en México.

Reconocimiento al protocolo de género de la Ibero

La Red Iberoamericana de Defensorías Universitarias (RIDU) reconoció al Protocolo para la Prevención y Atención de Violencia de Género de la Universidad Iberoamericana como un modelo a seguir para otras instituciones de educación superior que aún no cuentan con un mecanismo similar, ya que busca visibilizar y prevenir distintas formas de agresiones de manera puntual

y certera. Este documento institucional tiene el objetivo de que la comunidad universitaria esté protegida, conozca sus derechos y sepa que no se permite ningún tipo de violencia.

Nombramiento en la Vicerrectoría Académica

El Rector, maestro David Fernández Dávalos, S. J., en uso de las facultades que le confieren el Estatuto Orgánico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y el Estatuto Orgánico de la Universidad Iberoamericana Tijuana, nombró a la doctora Sylvia Irene Schmelkes del Valle Vicerrectora Académica. La doctora Schmelkes, quien asumió el cargo el 3 de junio de 2019, fue designada en atención a la excelente trayectoria académica y a su reconocida identificación con los valores y el Ideario de nuestras Universidades. Es licenciada en Sociología y maestra en Investigación Educativa por la Ibero, y doctora en Sociología por la UNAM. Ha sido directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, y presidió la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Es una de las mayores expertas en México en investigación e innovación educativas.

Doctora Sylvia Irene Schmelkes del Valle.

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Inauguran mural sobre la labor de los jesuitas

El mural Los jesuitas: presente, pasado y futuro, ubicado en el área del péndulo de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero (BFXC) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, fue inaugurado por los maestros David Fernández Dávalos, S. J., Rector, y Francisco Messeguer Guillén, autor de la obra monumental. El mural recoge parte de la historia de la Compañía de Jesús, desde su fundación hasta el actual Papa Francisco, vinculada con acontecimientos nacionales, la fundación de la Ibero y también con la presencia de algunos de los mártires jesuitas importantes para América Latina, como el Padre Ignacio Ellacuría.

La Ibero y San Ildefonso en favor de la cultura y la educación

La Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana y el Mandato del Colegio de San Ildefonso firmaron una Carta Intención para identificar y llevar a cabo las mejores fórmulas de colaboración interinstitucional y universitaria en torno a proyectos sociales, culturales, artísticos

y de desarrollo comunitario. El maestro David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Ibero, afirmó que este convenio refrenda el compromiso de nuestra casa de estudios por servir a las mejores causas de los pueblos, a partir de una postura comprometida y democrática, buscando el acceso a la cultura de todas y todos.

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A Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga

La Universidad Iberoamericana Ciudad de México, la Universidad Iberoamericana Puebla, la Universidad de Deusto, Microsoft y AT&T lanzaron el Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga. Capítulo México, con el cual pretenden visibilizar a las mujeres que, de forma callada e inadvertida para muchos, desarrollan, día a día, un trabajo

profesional ejemplar en el mundo de la ingeniería y la tecnología. El premio tendrá una dotación económica de 60 mil pesos, y se entregará en una ceremonia para dicho fin el 7 de noviembre de 2019, en la ciudad de Puebla. Para mayores detalles ir a premioadabyron.ibero.mx.

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La Azotea Verde

Con la finalidad de abrir nuevos espacios de encuentro para la comunidad universitaria y propiciar beneficios sociales, la Universidad Iberoamericana Ciudad de México inauguró la Azotea Verde. Con un área de mil 350 metros cuadrados y más de 29 mil plantas nativas de nuestro país, este espacio pretende ser un punto de encuentro, y un lugar donde se generen un microecosistema y un microambiente

que propicien beneficios ambientales para nuestra Universidad. Este sitio forma parte de la estrategia universitaria de protección a la naturaleza.

La Ibero y Peugeot en alianza en favor de la Pymes

La Universidad Iberoamericana Ciudad de México y la compañía automotriz Peugeot decidieron apostar por las pequeñas y medianas empresas (Pymes) mexicanas, al invertir en el talento y en el desarrollo de sus dueñas y dueños, a quienes ayudaron a fortalecer su gestión de manera integral a través de Negocios 360º, que forma parte del Peugeot Partnership Project. Esta propuesta de capacitación fue tomada por más de mil dueños de Pymes, en 23 estados de la República mexicana, por medio de 85 cursos.

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Celebran foro CLACSO sobre transformaciones en México

Nuestra institución fue sede del foro La investigación y las ciencias sociales de cara a las transformaciones en México CLACSO-Ibero. Este espacio representó una oportunidad para dialogar, fortalecer y profundizar las experiencias positivas que son necesarias para analizar aquellos criterios y prácticas que nos pueden alejar de la posibilidad de resolver los problemas nacionales y constituyó una ocasión para conocer las preocupaciones, estrategias y dificultades que debemos esperar para las ciencias sociales en el país.

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Qué leer y por quéEsta sección de IBERO ofrece a los apasionados de la lectura la recomendación de algunos libros que podrían entregarles experiencias imborrables y transformadoras.

Francisco Pineda Gómez, La guerra zapatista 1916-1919 [Era/Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2019]. Historia. 452 páginas.Con este tomo, y con el asesinato de Emiliano Zapata, concluye la tetralogía cuya cons-trucción inició Francisco Pineda Gómez hace treinta años: La irrupción zapatista, 1911; La revolución del sur, 1912-1914, y El Ejército Libertador, 1915. En este cuarto y último volumen, La guerra zapatista 1916-1919, el autor establece formas de entender lo ocurrido en México durante la guerra civil que se llevó a cabo entre 1915 y 1919, especialmente en Morelos y zonas aledañas. Junto a la resistencia denodada de los pueblos, se reconstruye en meticu-loso detalle cómo esa guerra civil devino en guerra contrainsurgente de exterminio y cómo culminó en genocidio.

Víctor Jiménez y Jorge Zepeda (coordinadores), Juan Rulfo y su obra. Una guía crítica [Editorial RM, México, 2018]. Ensayo literario. 400 páginas.Este libro tiene como punto de partida un género que es ampliamente conocido en el mun-do anglosajón: el Companion Book. No se trata, empero, aun en la lengua inglesa donde estas obras son muy comunes, de una forma única de abordar los distintos temas que tales guías o acompañantes del estudioso adoptan, pues la diversidad de enfoques es notoria. Ahora bien, al no haber la misma tradición en la lengua española esta Guía crítica de Juan Rulfo y su obra parte literalmente de cero, y sus coordinadores han innovado por nece-sidad, lo que también les permitió ajustar lo que aquí se ha solicitado o reunido al caso peculiar de Juan Rulfo y su legado.

Alejandra Costamagna, El sistema del tacto [Anagrama, Barcelona, 2018]. Novela. 184 páginas.Esta es una novela sobre el desarraigo y la pertenencia, sobre dos países separados por una montaña, sobre la familia, sobre las ausencias, sobre los recuerdos y las palabras. Se trata de una narración en dos tiempos, entre los que van asomando otros textos complementarios: entradas de una vieja enciclopedia, novelitas de terror, manuales de comportamiento para migrantes, dictados dactilográficos que parecen haber sido clavados con furia sobre el papel, fotografías a medio desteñir, cartas de un continente a otro y decenas de archivos dispersos. El sistema del tacto, finalista del Premio Herralde de Novela, aborda la búsqueda de la iden-tidad y su inevitable disolución con un estilo delicadísimo que deslumbra sin necesidad de alzar la voz. Una obra que confirma a Alejandra Costamagna como una de las escritoras más potentes y sutiles de la actual literatura latinoamericana.

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Jonathan Valencia. Actor, dramaturgo y productor teatral, realizó estudios de pedagogía, así como de actuación y canto en el Centro Artístico Ignacio López Tarso y en el Acting Studio Silvia Pasquel. Con la compañía Art-tremen2 realiza espectáculos para público infantil, y ha participado en diversas obras de teatro y festivales culturales del país.

Checkpoint, de David Krakauer [2016]; What it takes, de Shannon Gunn [2015], y Martes 13, de Pablo Hidalgo Jazz Quartet [2007]

La compositora e instrumentista brasileña Indiara Sfair en sus melodías evoca con la armónica la melancolía y la alegría del blues, logrando en este disco, acompañada por la guitarra de Joe Flip, sonidos mágicos, inspiradores, que remiten también a la frescura de la naturaleza. De este álbum de Joaquín Sabina, me gusta especialmente la canción que le da título: me parece poesía pura con música. En todas sus composiciones destacan las letras por cuestionar y narrar lo social y los sentires de la gente; cada estrofa contiene un pensamiento que realza la melodía. Sin duda

un cantautor complejo y completo. El disco Pulp Fiction es como la película: ecléctico, oscuro, pero predecible y muy divertido, lleno de humor negro. Las canciones del soundtrack, con ritmos de soul, funky y surf, interpretadas por grupos como Urge Overkill y Kool & The Gang, son ya un clásico.

Amazing Grace, de Indiara Sfair and Joe Flip [2017]; Lo niego todo, de Joaquín Sabina [2017], y Soundtrack Pulp Fiction [1994]

Roberto Uscanga. Actor, director y docente, es egresado del Centro Cultural de Teatro Virginia Fábregas. Ha participado en proyectos fílmicos como Morelos, y exitosas series televisivas, entre las que se cuentan Capadocia, Los miserables, El señor de los cielos y El Chapo. Como actor de teatro se ha presentado en diversos foros del país, y recientemente produjo y dirigió la puesta en escena El amor en los tiempos de Chéjov.

El clarinetista neoyorkino David Krakauer, considerado un virtuoso de este instrumento, junto con su grupo Ancestral Groove, en este disco revoluciona la tradición de la música klezmer de los judíos de Europa del Este mezclándola con rap, hip hop y funk. Su singular propuesta nos guía por una aventura musical. Shannon Gunn es una trombonista bastante influyente en la región de Washington, en Estados Unidos. Entre otros proyectos, lidera una big band de excelentes intérpretes, todas mujeres, The Bullettes, con quien grabó este disco, el cual reúne numerosas composiciones de la trombonista, que revelan expresiones personales y políticas,

así como exploraciones de ciertos puntos específicos de la música como el “tritono”. Este disco del flautista y compositor mexicano Pablo Hidalgo, con su Jazz Quartet, es un verdadero placer por la calidad de las composiciones y su nivel interpretativo, además de la capacidad de improvisación de Pablo y sus colegas. Un volumen que, aunque tiene ya algunos años, lo puedo escuchar de manera compulsiva.

Nathalie Braux. Compositora, clarinetista y saxofonista, es también investigadora musical, especialmente del género jazz, y docente en creación musical en el ITESO. Fundadora y directora de las agrupaciones Jazz Project y Sherele, esta última dedicada a la música medieval, ha grabado varios discos y se ha presentado en diversos escenarios del país. Asimismo, algunas de sus piezas han sido incluidas en recopilaciones como Jazz around the World del sello Putumayo.

ROBERTO USCANGA RECOMIENDA:

NATHALIE BRAUX RECOMIENDA:

Qué escuchary por qué

Música para camaleones está dedicada a la recomendación de obras musicales, para lo cual se ha invitado a melómanos, investigadores, expertos, editores, musicólogos y denodados amantes de la música. En esta ocasión agradecemos a Roberto Uscanga, Nathalie Braux y Jonathan Valencia el que hayan accedido a compartir su experiencia y su pasión.

BEATRIZ PALACIOS. Asistente editorial de IBERO.

Este disco reafirma el sonido característico de la banda inglesa U2, que muestra el lado más humano y terrenal de su principal letrista, Bono, quien decidió escribir todas las canciones como si se tratara de cartas íntimas e introspectivas para su esposa, sus hijos, amigos y fans. Esa intimidad se refleja puntualmente en las melodías y atmósferas que llevan al escucha por la alegría y la tristeza, la luz y la oscuridad. Con este álbum Duncan Dhu conmemoró el décimo aniversario de la agrupación. Fue su primera grabación en vivo, en un concierto realizado en el espléndido teatro de San Sebastián, España, en el que interpretaron sus mayores éxitos, mos-

trando todas sus facetas e imprimiendo nuevos sonidos. Con este disco, Adele nos puso a todos la piel chinita por su gran capacidad interpretativa, que en combinación con la música, hace vibrar los sentidos y logra transmitir una gama de sentimientos.

Songs of Experience, de U2 [2017]; Teatro Victoria Eugenia, de Duncan Dhu [1995], y 21, de Adele [2016]

JONATHAN VALENCIA RECOMIENDA:

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Nocturnode San Ildefonso Octavio Paz

Perteneciente a su libro Vuelta (1976), “Nocturno de San Ildefonso” es uno de los grandes poemas de Octavio Paz (1914-1998) y de la poesía

mexicana contemporánea. En San Ildefonso, Paz estudió la preparatoria y, en su nocturno, el hombre maduro observa al muchacho que fue,

caminando en el poema, entre San Ildefonso y el Zócalo, en las primeras décadas del siglo XX. Al pie de su nocturno, el poeta dejó la siguiente nota,

que consideró necesaria: “La Escuela Nacional Preparatoria ocupa el antiguo colegio de San Ildefonso, construido por los jesuitas a mediados del siglo

XVII y expropiado por el Gobierno liberal en el siglo XIX. Es uno de los edificios más hermosos de la ciudad de México.”

Barrio dormido. Andamos por galerías de ecos,entre imágenes rotas: nuestra historia.Callada nación de las piedras. Iglesias,vegetación de cúpulas, sus fachadaspetrificados jardines de símbolos. Embarrancadosen la proliferación rencorosa de casas enanas,palacios humillados, fuentes sin agua,afrentados frontispicios. Cúmulos,madréporas insubstanciales: se acumulansobre las graves moles, vencidasno por la pesadumbre de los años,por el oprobio del presente. Plaza del Zócalo,vasta como firmamento: espacio diáfano,frontón de ecos.

(fragmento)

Retrato de Octavio Paz, México, 1938. ©Fotografía de Enrique Díaz. Archivo General de la Nación,Archivo Fotográfico Enrique Díaz, Delgado y García, tema retratos, caja 67, subcaja 2.

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