moulines - prologo y primer cap filosofia de las ciencias

11
1 MOULINES, C.U. (2006) La philosophie des sciences: L’invention d’une discipline, Paris, Éditions Rue d’Ulm. (Traducción interna de cátedra del prólogo y primer capítulo, pp. VII – X y 1-8) PROLOGO Se propone aquí al lector una visión de conjunto del desarrollo de la filosofía de las ciencias desde sus inicios institucionales hasta nuestros días. Esta visión no puede ser ni completa ni total mente neutra, necesariamente es expuesta desde una perspectiva particular –la mía–. Esta historia trata de volver a hablar de la parte de la herencia de nuestra disciplina que me parece más significativa y de poner el acento en los aspectos de su evolución que, desde el punto de vista actual, han tenido mayor impacto sobre sus desarrollos temáticos y metodológicos ulteriores. Sin embargo me veo forzado a ser lo menos subjetivo posible en el relato de la historia de la disciplina y a subrayar prioritariamente los aspectos positivos de los enfoques examinados. Cuando he formulado juicios críticos he tratado de hacerlos situándome en la lógica inherente a los autores considerados. Puede ser que el lector desee comenzar teniendo una respuesta general a la pregunta: “¿qué es la filosofía de las ciencias?”. Al día de hoy no existe ningún consenso sobre los contenidos ni sobre los métodos esenciales de esta disciplina. Cualquiera sea la posición global adoptada, está más o menos sujeta a controversia. Para definir nuestra disciplina, adoptaré más bien un punto de vista externo “institucional”. En todo el mundo las cátedras universitarias y los institutos portan en su denominación los términos “filosofía de las ciencias” o, más frecuentemente, “historia y filosofía de las ciencias” o también “lógica y filosofía de las ciencias” (una diferencia de denominación que no es inocente y que, como veremos, tiene sus raíces en la historia misma de la disciplina). Existe igualmente una asociación internacional denominada Logic, Methodology and Philosophy of Science, así como una Académie internationale de philosophie des sciences –ambas organizan regularmente sus congresos–. Han aparecido numerosas revistas tales como Philosophy of Science, British Journal for the Philosophy of Science, Studies in the History and Philosophy of Science, Philosophia Naturalis, Zeitschrift für allgemeine wissenschaftstheorie (que recientemente “internacionalizó” su título en Journal for the General Philosophy of Science); o bajo títulos más neutros, pero reconocidos como órganos más o menos oficiosos de la filosofía de las ciencias contemporánea: Erkenntnis, Synthese, The

Upload: abel-cravero

Post on 05-Jul-2015

115 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

1

MOULINES, C.U. (2006) La philosophie des sciences: L’invention d’une discipline, Paris, Éditions Rue d’Ulm. (Traducción interna de cátedra del prólogo y primer capítulo, pp. VII – X y 1-8)

PROLOGO

Se propone aquí al lector una visión de conjunto del desarrollo de la filosofía de

las ciencias desde sus inicios institucionales hasta nuestros días. Esta visión no puede

ser ni completa ni total mente neutra, necesariamente es expuesta desde una

perspectiva particular –la mía–. Esta historia trata de volver a hablar de la parte de la

herencia de nuestra disciplina que me parece más significativa y de poner el acento en

los aspectos de su evolución que, desde el punto de vista actual, han tenido mayor

impacto sobre sus desarrollos temáticos y metodológicos ulteriores. Sin embargo me

veo forzado a ser lo menos subjetivo posible en el relato de la historia de la disciplina y

a subrayar prioritariamente los aspectos positivos de los enfoques examinados. Cuando

he formulado juicios críticos he tratado de hacerlos situándome en la lógica inherente a

los autores considerados.

Puede ser que el lector desee comenzar teniendo una respuesta general a la

pregunta: “¿qué es la filosofía de las ciencias?”. Al día de hoy no existe ningún

consenso sobre los contenidos ni sobre los métodos esenciales de esta disciplina.

Cualquiera sea la posición global adoptada, está más o menos sujeta a controversia.

Para definir nuestra disciplina, adoptaré más bien un punto de vista externo

“institucional”. En todo el mundo las cátedras universitarias y los institutos portan en

su denominación los términos “filosofía de las ciencias” o, más frecuentemente,

“historia y filosofía de las ciencias” o también “lógica y filosofía de las ciencias” (una

diferencia de denominación que no es inocente y que, como veremos, tiene sus raíces

en la historia misma de la disciplina). Existe igualmente una asociación internacional

denominada Logic, Methodology and Philosophy of Science, así como una Académie

internationale de philosophie des sciences –ambas organizan regularmente sus

congresos–. Han aparecido numerosas revistas tales como Philosophy of Science,

British Journal for the Philosophy of Science, Studies in the History and Philosophy of

Science, Philosophia Naturalis, Zeitschrift für allgemeine wissenschaftstheorie (que

recientemente “internacionalizó” su título en Journal for the General Philosophy of

Science); o bajo títulos más neutros, pero reconocidos como órganos más o menos

oficiosos de la filosofía de las ciencias contemporánea: Erkenntnis, Synthese, The

Page 2: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

2

Journal of Philosophy o Dialectica. Finalmente la serie de obras como Minnesota

Studies in the Philosophy of Science, Boston Studies in the Philosophy of Science o

también Poznán Studies in the Philosophy of Science, han sido –o son todavía–

publicadas regularmente. El objetivo de este libro consiste pues en una serie de

autores, de enfoques, de métodos y de resultados que son expuestos, o han sido

discutidos, en el curso del siglo XX, principalmente en las asociaciones y congresos,

revistas y compilaciones citadas. Entonces, podemos abordar de un modo menos

polémico la pregunta acerca del recorrido histórico de la filosofía de las ciencias de ese

modo “definida”.

Tres advertencias se imponen de entrada si queremos evitar posibles malos

entendidos en el espíritu del lector no iniciado. Conviene primero subrayar que la

filosofía de las ciencias se ha convertido en una disciplina fuertemente especializada,

que es necesario distinguirla de otras disciplinas que mantienen con ella relaciones más

o menos estrechas pero teniendo visiones y métodos claramente diferentes. En ciertos

aspectos la filosofía de las ciencias, que es una disciplina reciente, tiene relaciones

temáticas con otra disciplina más antigua: la teoría del conocimiento (o filosofía del

conocimiento) si bien estas relaciones no conciernen más que a una parte de dos

disciplinas que siguen una metodología bastante diferente. El objetivo de la reflexión

filosófica es muy diferente: mientras que la teoría del conocimiento se ocupa de las

condiciones y los límites del conocimiento humano en general, la filosofía de las

ciencias analiza la estructura y el funcionamiento de esa forma muy particular de

conocimiento que es el conocimiento científico, y más especialmente el obtenido por

las teorías científicas. Este libro se concentra así en la evolución de la filosofía de las

ciencias en sentido estricto, que no excluye el que contenga aquí o allá referencias a

los problemas, las corrientes de pensamiento o los autores que podrían también tener

un lugar en una historia de la teoría del conocimiento.

Pero su objeto –el conocimiento científico– no basta para caracterizar la

filosofía de las ciencias. Otras disciplinas toman ciertos aspectos de las ciencias como

objeto de estudio. Ahora bien, la disciplina que nos interesa aquí no es una sociología

de las ciencias, ni una historiografía de las ciencias, ni una ética de las ciencias –y aun

menos ese conjunto de reflexiones a las que se entregan fácilmente renombrados

practicantes de las ciencias cuando llegan a cierta edad–. La filosofía de las ciencias es

fundamentalmente una disciplina teórica de “segundo orden” respecto de las ciencias

existentes, es decir una “metaciencia”. Brevemente, el objetivo de la filosofía de las

ciencias es construir modelos (metacientíficos) para elucidar eso que es esencial en los

Page 3: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

3

conceptos, teorías, métodos e informes recíprocos de las ciencias establecidas. Y es

justamente en ese sentido que ella es clara y evidentemente una disciplina ante todo

filosófica.

Un término casi sinónimo del de “filosofía de las ciencias” en el sentido en que

lo entiendo aquí, más tradicional, es el de “epistemología”. Este tiene sin embargo

perfiles semánticos más generales y corresponde mejor, y más a menudo, a la teoría

general del conocimiento. No lo emplearé aquí más que ocasionalmente y para

referirme a aquello que recoge capacidades del conocimiento humano en un contexto

principalmente científico.

Una segunda advertencia concierne a los límites disciplinares del objeto

estudiado por la filosofía de las ciencias. Se trata de ciencias, que en otras lenguas

europeas distintas del francés, son habitualmente denominadas empíricas (física,

química, biología, psicología, economía, etc.) –es decir disciplinas en las que la validez

depende, para decirlo de un modo muy indirecto, de que lo que nos dice la experiencia

sensible. Utilizaré pues la calificación de “empírico” para nombrar el conjunto de

disciplinas de la naturaleza o de la sociedad, excluyendo las disciplinas puramente

formales tales como la lógica o las matemáticas. Si bien este uso del término “ciencias

empíricas” no está muy difundido entre los autores de lengua francesa (que prefieren a

veces el de “ciencias de lo real”, lo que tiene el inconveniente de implicar una toma de

partido de orden ontológico), permite distinguir claramente la reflexión filosófica sobre

las ciencias de la naturaleza y de la sociedad, de la reflexión filosófica sobre la lógica y

las matemáticas “puras” (aun en el caso de aquellas disciplinas que aparecen como

fuertemente “matematizadas”). Entiendo aquí por “filosofía de las ciencias”

exclusivamente la filosofía de las ciencias empíricas. Esto implica que, en la historia de

nuestra disciplina, dejaremos completamente a un lado la filosofía de las matemáticas,

disciplina mucho más especializada que la filosofía de las ciencias empíricas y que ha

conocido un desarrollo extraordinario a lo largo del siglo XX. Ese desarrollo ha sido

totalmente independiente de las cuestiones filosóficas planteadas por las ciencias

empíricas, aun cuando las dos metadisciplinas se influyen mutuamente.

Una tercera observación es sobre el grado de generalidad que pretenden tener

las doctrinas sobre las ciencias que examinaremos aquí. Se trata de teorías generales

sobre las ciencias (empíricas) o, lo que resulta ser lo mismo, de teorías sobre las

ciencias (empíricas) en general. A lo largo del siglo XX, y sobretodo durante las últimas

décadas, se han realizado un número considerable de investigaciones extremadamente

interesantes sobre los problemas lógico-metodológicos o epistemológicos de las

Page 4: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

4

disciplinas científicas particulares, y también sobre las teorías estudiadas

individualmente. Existe así no sólo una filosofía de la física, de la biología, de la

economía, etc., sino también una filosofía de la teoría de la relatividad restringida, una

filosofía de la mecánica cuántica, una filosofía de la teoría de la evolución. … Es

corriente hoy día distinguir entre la filosofía general de las ciencias y la filosofía

especial de las ciencias, es decir la filosofía de las ciencias particulares. Numerosos

autores y grupos de investigadores que estudiaremos en este libro han aportado

contribuciones importantes no sólo a la primera sino también a la segunda. Sin

embargo, los problemas y métodos de análisis de una y otra (si bien están sometidas a

influencia mutua) no son idénticos. Discutir las diferentes contribuciones a la filosofía

especial de las ciencias en el siglo XX está fuera del propósito de la presente obra [ …]

CAPITULO 1

UNA VISIÓN DE CONJUNTO

Los comienzos institucionales

La filosofía de las ciencias, como disciplina filosófica dotada de un perfil

institucional propio, de una temática bien delimitada, con cátedras universitarias e

institutos dedicados a ella en forma explícita, nace prácticamente con el siglo XX. Para

ser más precisos, aparece en pocas décadas entre el final del siglo XIX y la Primera

Guerra mundial, primero en los países de habla alemana, luego en casi todos los países

de Europa occidental y central, los Estados Unidos y, finalmente, en Canadá y en

América Latina.

La primera cátedra claramente dedicada a una “filosofía inductiva” se crea en la

universidad de Zurich en 1870, con el objetivo de construir un puente entre la

epistemología tradicional y los desarrollos más recientes acerca del fundamento de las

ciencias “inductivas”. “Ciencias inductivas” deviene un término consagrado, durante

todo el siglo XIX y la primera parte del siglo XX, al conjunto de disciplinas incluidas hoy

día dentro de la categoría de “ciencias empíricas” (véase el Prólogo). La elección de

esta expresión encierra ya una toma de partido metodológico que va a marcar durante

algún tiempo el desarrollo de la disciplina que estudia estas ciencias: en aquel

momento parecía evidente que el método que caracteriza a las ciencias de la

naturaleza y de la sociedad es la inducción, por oposición a la deducción, método

específico de la lógica y de la matemática pura. Esta “evidencia” –o así supuesta– ha

sido abandonada luego de varios años de discusiones mantenidas en el seno mismo de

Page 5: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

5

la filosofía de las ciencias. Hoy ya no se habla de “ciencias inductivas”, y las razones de

este cambio terminológico constituyen también una parte importante de la historia de

la disciplina.

Esta primera cátedra de filosofía de las ciencias en Zurich tuvo sólo un impacto

menor en la construcción de la disciplina, por razones inherentes a la política interna

de la universidad. Mucho más importante, en cambio, es la creación un cuarto de siglo

más tarde (en 1895), en la universidad de Viena, de una cátedra llamada “Historia y

teoría de las ciencias inductivas”. Esta cátedra es creada por Ernst Mach (Austria,

1836-1916), una de las personalidades científicas más notables de la época y

considerada retrospectivamente como uno de los pioneros de la filosofía de las ciencias

en su sentido actual. Cuando Mach se retira, la cátedra es asignada a Ludwig

Boltzmann y luego, en 1922, a Moritz Schlick. Éste reúne en torno suyo un grupo de

filósofos y científicos, constituyendo en 1928 la Asociación Ernst Mach, la cual, a su

vez, deviene la “vidriera institucional” del famoso Círculo de Viena, un grupo de

filósofos y de científicos que se revelará como decisivo (pero no exclusivamente) de la

constitución del perfil de la filosofía de las ciencias en el siglo XX. Durante el período

de entreguerras, se trazan definitivamente los rasgos esenciales de la temática y de la

metodología de la filosofía de las ciencias como disciplina relativamente autónoma.

“Prehistoria” y “Protohistoria”

La historia de la disciplina hunde sus raíces en la historia de la filosofía y, a la

vez, en la historia de las ciencias de épocas precedentes. Desde el instante en que una

ciencia se constituye como disciplina autónoma respecto de la filosofía (por ejemplo la

geometría y la astronomía en la antigua Grecia), los filósofos emprenden una reflexión

filosófica de “segundo orden” acerca de esa disciplina, es decir, una reflexión

metodológica y metateórica. Aristóteles puede ser considerado como el primer filósofo

de las ciencias en un sentido próximo a aquel en el cual lo entendemos hoy. En

particular, le debemos la idea de sistema axiomático como ideal de toda construcción

de una teoría científica. Y no se debe olvidar que la axiomática, de igual manera, ha

jugado un rol protagónico en la filosofía de las ciencias del siglo XX.

Habría, naturalmente, mucho para decir en lo que concierne a la evolución de

las ideas filosóficas sobre la ciencia desde Aristóteles hasta la Ilustración; filósofos y

científicos tales como Bacon, Descartes, Newton, Hume y los enciclopedistas nos han

provisto de reflexiones acerca de los conocimientos científicos de su tiempo que

fácilmente pueden ponerse en relación con la temática contemporánea de la filosofía

Page 6: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

6

de las ciencias. (Esto es especialmente cierto respecto de las Regulae philosophandi

que Newton colocó al comienzo del tercer libro de su obra esencial publicada en 1687,

Philosophiae naturalis principia mathematica, y que puede ser vista como un pequeño

tratado de metodología en su sentido actual.) Pero puesto que nuestro objetivo era

examinar la evolución de la filosofía de las ciencias contemporánea, nos proponemos

realizar un gran salto hacia delante y pasar a Kant sin más preámbulos.1

Una razón fundamental nos hace privilegiar a Kant en relación a otros

pensadores precedentes. La filosofía trascendental kantiana, en particular lo que

concierne a las tesis presentadas en la Crítica de la razón pura (1781) y en los

Principios metafísicos de la ciencia natural (1786), marca una etapa importante en lo

que puede llamarse la “protohistoria” de nuestra disciplina. Esto es cierto no solamente

porque el pensamiento kantiano ha influenciado fuertemente las discusiones filosófico-

científicas hasta mediados del siglo XX, sino también porque puede interpretarse la

propuesta kantiana como un primer ejemplo de metateoría sistemática, es decir, como

la construcción de un “modelo”, en sentido moderno (Kant mismo había utilizado

verosímilmente el término “Architektonik2”), de la estructura conceptual de las teorías

científicas.

Kant toma como objeto de reflexión dos teorías ya bien establecidas en su

época (la geometría euclidiana y la mecánica newtoniana) y se pregunta acerca de la

estructura conceptual subyacente que podría aclarar la manera en que ellas ofrecen un

conocimiento preciso y eficaz de la realidad empírica, siendo no obstante tan

“abstractas”. La concepción general kantiana de los juicios sintéticos a priori, las

categorías y las formas puras de la intuición (espacio y tiempo) puede ser interpretada

como una metateoría general de las teorías de las ciencias empíricas matematizadas

(representadas por lo que hoy llamaríamos la geometría física y la mecánica clásica).

Estos elementos a la vez sintéticos (es decir, con un contenido sustancial) y a priori (es

decir, independientes de la experiencia) nos permiten comprender por qué la

matematización de las ciencias de la naturaleza nos ha dado un conocimiento cierto y

exacto de la realidad empírica.

Pocos son los filósofos de las ciencias que aceptan todavía, hoy día, el conjunto

de la metateoría kantiana. Sin embargo Kant ha establecido las bases de la discusión

sobre un número de temas centrales de la filosofía de las ciencias, como la función de

las matemáticas en las ciencias empíricas, la naturaleza de las leyes científicas, el valor 1 Para más informaciones acerca de las ideas filosóficas sobre la ciencia antes de Kant, ver P. Wagner (dir.) Les Philosophes et la science y J. Losee, An Historical Introduction to the Philosophy of Science. 2 Ver, por ejemplo, Crítica de la razón pura, B860, A832.

Page 7: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

7

del principio de causalidad y aún la esencia del espacio y del tiempo. Más

particularmente, la doble distinción kantiana analítico/sintético y a priori/a posteriori, lo

mismo que la existencia de elementos sintéticos a priori en nuestro conocimiento

científico, ocupan un lugar central en los debates epistemológicos del siglo XX, tanto si

estas categorías conceptuales han sido reinterpretadas como si han sido precisadas de

una manera diferente a la del modelo kantiano, como veremos más adelante.

No puede decirse que los filósofos del idealismo alemán posteriores a Kant

hayan contribuido de manera significativa a la filosofía de las ciencias en el sentido en

que nosotros la entendemos aquí. Su objetivo, sobre todo en Hegel y Schelling, era

más bien construir una filosofía de la naturaleza, es decir, una especulación directa (de

primer orden) sobre la realidad empírica a partir de sus respectivos sistemas

metafísicos. Estos filósofos adherían poco al espíritu de la ciencia moderna tal como se

había desarrollado a partir del siglo XVII, de hecho, estaban en franca oposición (como

lo muestra las críticas acerbas de Hegel respecto de Newton). Extrapolando un poco,

se podrían interpretar las “filosofías de la naturaleza” de Schelling y Hegel como

tentativas para proponer programas de investigación alternativos a aquellos que

habían constituido las ciencias luego de la “Revolución Científica” del siglo XVII. Estos

programas, sin embargo, casi no han tenido repercusión sobre la investigación ulterior,

al menos en el campo de las ciencias de la naturaleza.

Luego del paréntesis del idealismo alemán, Auguste Comte (Francia, 1798-

1852), fundador del positivismo, da un nuevo impulso a la filosofía de las ciencias en

tanto que reflexión de “segundo orden” sobre las ciencias establecidas durante el

segundo cuarto del siglo XIX. Comte construye un esquema clasificatorio y jerárquico

de las ciencias, en una perspectiva a la vez sincrónica y diacrónica, que le permite

explicar no sólo el desarrollo de las ciencias, sino también formular, por así decirlo, las

“normas de buena conducta científica”. Sus ideas, junto con el rechazo radical de toda

especulación metafísica, tuvieron una gran influencia en su época, no solamente entre

los filósofos, sino también entre los científicos, en particular en medicina y ciencias

sociales.

John Stuart Mill (Reino Unido, 1806-1873), otro pensador emblemático de este

período, presenta un espíritu similar aunque proviene de una tradición diferente a la de

Comte, es decir, de una tradición resueltamente cientifica y antimetafísica.

Contrariamente a Comte, Mill no se interesa tanto en la cuestión de la clasificación y de

la evolución de las ciencias, sino, sobre todo, en el desarrollo de una metodología

Page 8: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

8

empírica general. A largo plazo, los trabajos de Mill han tenido un impacto mayor sobre

la filosofía de las ciencias que los de Comte.

Durante la mayor parte del siglo XIX, la propuesta kantiana permanece más

bien en las sombras. Esto se debe en parte a la evolución interna de la filosofía misma

(recordemos el predominio del hegelianismo, por un lado, y del positivismo, por el

otro), pero también al hecho de que los desarrollos más importantes de las ciencias

empíricas durante el curso del siglo parecen completamente independientes de las

preguntas sobre los “fundamentos” del conocimiento científico que Kant había

planteado. Además algunos resultados científicos obtenidos durante este período, en

particular, el desarrollo de las geometrías no euclidianas hacia la mitad del siglo,

aparecen como una refutación definitiva de la idea kantiana de la existencia de un

elemento sintético a priori en los fundamentos de las ciencias. Paradójicamente, la

discusión en torno de la significación de las geometrías no euclidianas, y de otros

resultados científicos desconocidos por Kant, como la nueva fisiología de la percepción,

es lo que conduce poco a poco a algunos pensadores a interesarse nuevamente por

Kant. Más que el contenido de los postulados kantianos, es la manera general en la

cual Kant se plantea estas cuestiones lo que atrae a quienes se preguntan por las

características esenciales del conocimiento científico. Hermann von Helmholtz

(Alemania, 1821-1894) es quizá el ejemplo más impactante de este cambio de actitud

intelectual. Fisiólogo, físico y matemático, además de epistemólogo, sus

investigaciones sobre la psicofisiología de la percepción, la termodinámica y la

geometría tienen una gran repercusión sobre la ciencia de su tiempo. Sus reflexiones

de “segundo orden” sobre sus propias investigaciones y las de sus contemporáneos

científicos, más o menos inspiradas en Kant, van a orientar al menos una parte de la

fase de germinación de la filosofía de las ciencias contemporáneas.

Los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX son testigos de una

verdadera “resurrección” del interés por Kant, tanto en los medios filosóficos en

sentido estricto como en los investigadores que se preocupan por los fundamentos de

las ciencias. Es precisamente en esta época cuando comienza a establecerse el perfil

de la filosofía de las ciencias como disciplina autónoma. Entre los “filósofos puros” de

este período, cabe mencionar, sin duda, la escuela neokantiana, y en lo que concierne

a la reflexión sobre las ciencias de la naturaleza en particular, a Ernst Cassirer

(Alemania, 1874-1945). Durante muchos años, y hasta mediados del siglo XX, Cassirer

tratará de mostrar la compatibilidad de la epistemología kantiana con los nuevos

resultados científicos (no sólo en geometría, sino principalmente en física). Debemos

Page 9: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

9

reconocer, sin embargo, que el neokantismo simplemente no participó de la

constitución de la temática específica de la filosofía de las ciencias contemporánea. El

rol primordial en la construcción de nuestra disciplina es desempeñado por un cierto

número de científicos de orientación filosófica quienes, si bien criticando las tesis

kantianas, retoman las preguntas planteadas por Kant, sea de una manera directa, sea

por la lectura de las reflexiones kantianas de autores de la generación inmediatamente

precedente, Helmholtz en primer lugar. Y aquí ingresamos al núcleo de nuestro tema.

Las cinco fases de desarrollo

A modo de hipótesis de trabajo para orientar nuestra exposición, postulamos

que, en el desarrollo de la filosofía de las ciencias desde los últimos años del siglo XIX

hasta el fin del siglo XX, pueden distinguirse cinco grandes fases. (Entiéndase bien,

hablamos aquí de “fases” y no “períodos históricos” en sentido estricto: se trata más

bien de maneras diferentes de comprender la tarea de la filosofía de las ciencias, que

se suceden más o menos, pero que pueden perdurar en el tiempo y a veces

evolucionar en paralelo.)

La fase de germinación o de preformación (desde 1890 hasta alrededor la

Primera Guerra Mundial) está caracterizada sobre todo por las reflexiones

epistemológicas y metodológicas de algunos científicos (físicos y fisiólogos) y de

algunos filósofos dotados de buenos conocimientos científicos, así como por las

influencias más o menos directas de Kant y de la fisiología de la percepción del siglo

XIX. El empirio-criticismo y el convencionalismo representan las corrientes más

marcadas de esta fase. El interés por la historia de las ciencias juega aquí un rol

innegable, pero no decisivo.

La fase de eclosión (1918-1935) se caracteriza por la irrupción intensa y

generalizada de los métodos del análisis formal (lógica formal, axiomática hilbertiana,

teoría de conjuntos) y por el nexo con los problemas de fundamentación de las

matemáticas, así como por una voluntad neta de ruptura con las tradiciones

epistemológicas precedentes y una toma de posición polémica contra cualquier forma

de metafísica. Se considera que el proyecto kantiano debe ser abandonado

definitivamente. Es la época del positivismo y del empirismo lógico, del

operacionalismo y de corrientes emparentadas.

La fase clásica (desde 1935 hasta alrededor de 1970) presenta un alto grado de

continuidad, al menos temática y metodológica, con la fase precedente; sin embargo,

es a la vez más autocrítica y más “serena”. Aporta igualmente un gran número de

Page 10: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

10

resultados formales muy sólidos (pero a menudo negativos) y muestra una preferencia

por los estudios de detalle a veces extremadamente técnicos. No puede hablarse de

una escuela dominante, sino más bien de una “familia” con un aire vagamente

empirista en un sentido bastante amplio (que debería incluir el “racionalismo crítico” y

la concepción hipotético-deductiva del método científico). Hay un gran consenso

durante esta fase sobre el hecho de que la filosofía de las ciencias está definitivamente

consolidada como una disciplina. (En esta época aparecen la mayoría de los centros,

congresos, revistas, antologías, etc. que incluyen los términos “filosofía de las

ciencias”). Los filósofos de la ciencia posteriores, sobre todo aquellos que estaban en

desacuerdo con los acercamientos característicos de esta fase, se refieren a menudo a

ella como la “concepción heredada”, aunque el uso del singular es, aquí, bastante

inadecuado.

La fase historicista (desde 1960 hasta alrededor de 1985) se presenta

explícitamente a sí misma como oponiéndose frontalmente a los presupuestos de

contenido y de método de las fases precedentes, subrayando la importancia capital de

la historia de las ciencias para una filosofía “realista” de las ciencias. Al mismo tiempo

ignora, niega de modo explícito la utilidad de los métodos del análisis formal. El

empirismo lógico y el racionalismo crítico son arrojados al “cubo de desperdicios de la

historia” de la epistemología. Otro aspecto de esta fase, si bien casi nunca está

explícito, es una fuerte tendencia al relativismo epistémico y al sociologismo en lo que

concierne a los fundamentos del conocimiento científico.

La fase modelista (a falta de una denominación más adecuada) muestra, a

partir de los años 1970, una mirada bastante crítica respecto de los presupuestos de

la segunda y la tercera fase, pero sin el carácter polémico de la cuarta fase y sin

rechazar en bloque la utilidad, en algunos contextos, de los instrumentos formales de

análisis. Más aún que en las fases precedentes, es difícil hablar de una única corriente.

Se trata más bien de una familia mal definida de propuestas mucho más prudentes y

flexibles que las precedentes. Además, debe reconocerse que la falta de una

perspectiva histórica suficientemente distante torna difícil la identificación de los rasgos

más característicos de esta fase. Puede señalarse, sin embargo, dos “denominadores

comunes”: un giro “anti-lingüístico” en relación a las corrientes precedentes, que

privilegia la noción de modelo a la de proposición como unidad básica del conocimiento

científico, así como el rol central desempeñado por las reconstrucciones lo más

detalladas posible de teorías científicas concretas. Es sintomático de esta fase el

desarrollo de las así llamadas “filosofías especiales de las ciencias” – filosofía de la

Page 11: Moulines - Prologo y Primer Cap Filosofia de Las Ciencias

11

física, de la biología, de la economía, etc. No obstante, se encuentran algunas

propuestas relativamente sistemáticas alimentadas por ambiciones generalizadoras, las

más significativas son probablemente el estructuralismo (metateórico) y el empirismo

constructivo.

[Traducción: Sergio Barberis, Natascha Iconikoff]