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Urban Moscú

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Moscú, además de su capital, es el corazón de Rusia y de las rutas comerciales y la sede del patriarca de la iglesia ortodoxa. Es una ciudad sólida y apegada a la tierra, poco permeable a la influencia extranjera y donde la vida cultural bulle con gran dinamismo. El río Moscova no invita a pasear por sus orillas. Es mejor subir al punto más elevado, en las colinas, y desde allí admirar las cúpulas doradas. Hoy la capital rusa ha sufrido una gran transformación que invita a su visita, con la rehabilitación de sus hermosos palacios e iglesias y la construcción del colosal proyecto Moscow City. En esta guía, un buen número de consejos de carácter práctico acompañarán al viajero. Toda la información necesaria sobre transportes, hoteles, restaurantes, lugares de ocio y compras, más un pequeño vocabulario con palabras y frases comunes. Se incluye además un plano desplegable con todos los ambientes de la ciudad de día y de noche.

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Urban

Moscú

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IntroduccIón

MOSCÚ★★

Fue necesario el asentamiento del me tropolita ruso en el año 1326 y el fin de los saqueos mongoles para que la capital del principado de Moscú asumiese el papel de capital de Rusia. Históricamente Moscú (11.150.000 hab.) se ha disputado la capitalidad del país con San Petersburgo –por mandato de Pedro el Grande– hasta que con la Revolución adquirió el título de capital oficial y epi-centro de la política. Una disputa que se extendía al arte, la literatura y la cultura en general. Las historias de San Petersburgo y Moscú han estado íntimamente relacionadas, ya que la una siempre alude a la otra. Un periodo de esplendor de una de ellas ensombrece inevitablemente a la otra, consecuencia ineludible del choque de unas tradiciones y modos de vida completamente diferentes.

Si San Petersburgo es la ventana de Eu­ropa, Moscú es el corazón de Rusia y de las rutas comerciales, la sede del patriarca de la iglesia ortodoxa, la verdadera ciudad rusa, a lo largo de su historia menos per­meable a la influencia extranjera. Puede que otra cosa que diferencie a Moscú de San Petersburgo, además de su apego al exceso, es su proximidad a Asia frente al europeísmo de San Petersburgo. “Tú, Russia... Rus’...sia mía... Asiática natura­leza” escribe en 1922 Serguéi Esenin, como advirtiendo que distinguirse de Occidente era uno de los problemas constantes de los artistas y de los escritores rusos, en particular de los moscovitas. Hay una intención de no occidentalidad en la “eslavofilia” moscovita y más tarde en el neoprimitivismo de un pintor como Mijail Larionov, en los encantamientos verbales de la “zaum’” (lengua transmental) de Ve­limir Hlebnikov. Las raíces orientales de Rusia y sus lejanas fronteras se perfilan también claramente en el misticismo que subyace en el tratado Sobre lo espiritual en el arte de Kandinski y en el suprematismo de Malevich.

Fuego y agua: Moscú en el siglo xIx

Si el paisaje y la literatura de San Peters­burgo nos hablan de una ciudad de agua, Moscú en cambio es una ciudad sólida y apegada a la tierra. El Moscova, que apenas toca la ciudad, no invita a pasear por sus orillas como ocurre con el Neva en San Petersburgo. Es mejor subir al punto más elevado, en las colinas, y desde allí admi­rar las cúpulas doradas. Desde arriba se tiene la sensación de que también Moscú oculta un mito cuyas huellas están aún por descubrir. Nikolái Karamzín en los últimos años del siglo xviii hace una descripción de

la ciudad vista desde lo alto: el amasijo de casas y cúpulas de las iglesias provoca en el escritor un sentimiento de confusión. Y si San Petersburgo se compara con frecuencia con Venecia, Moscú se compara con Roma, como hace Mijaíll Lérmontov en Panorama de Moscú. Du rante los siglos xviii y xix se vive la exaltación de la dimensión trans­cendental de Moscú frente a la laicidad de San Petersburgo. La efímera y artificial San Petersburgo es juzgada frente a una Moscú que impone su categoría de ciudad eterna y remota. Pushkin en su obra Evgenij Onegin habla del enfrentamiento entre “dos almas rusas”, y si bien la rivalidad entre las dos ciudades llega a su máxima expresión en la segunda mitad del siglo xix, las diferencias ya están presentes entonces. Pushkin, sin em bargo, habla de Moscú de modo más bien negativo: la ciudad es grande y bella, si bien ha perdido su esplendor aristocrá­tico de antaño; la nueva Moscú es para él una ciudad industrial y comercial donde los mercaderes han sustituido a la nobleza e invaden las tranquilas zonas al otro lado del Moscova.

Tólstoi, en cambio, algunas décadas más tarde interpretará Moscú con una clave más doméstica: la casa rusa y todos sus valores an cestrales son el símbolo de la vida moscovita, como contrapunto a la corte y los elegantes salones de San Pe­tersburgo, para el escritor si nónimo de hipocresía y falsedad. Tam bién en la lucha contra los elementos Moscú parece querer distinguirse de su rival. Si las inundacio­nes amenazan a la recién estrenada San Petersburgo, a Mos cú la consume el fuego para renacer luego con orgullo, como es­cribiera Pushkin: “En vano esperaba Na­poleón (...)/ a Moscú de rodillas/ con las llaves del antiguo Kremlin: /no, no fue ante él/ mi Moscú agachada...”. Estación de metro en Moscú

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IntroduccIón

MOSCÚ★★

Fue necesario el asentamiento del me tropolita ruso en el año 1326 y el fin de los saqueos mongoles para que la capital del principado de Moscú asumiese el papel de capital de Rusia. Históricamente Moscú (11.150.000 hab.) se ha disputado la capitalidad del país con San Petersburgo –por mandato de Pedro el Grande– hasta que con la Revolución adquirió el título de capital oficial y epi-centro de la política. Una disputa que se extendía al arte, la literatura y la cultura en general. Las historias de San Petersburgo y Moscú han estado íntimamente relacionadas, ya que la una siempre alude a la otra. Un periodo de esplendor de una de ellas ensombrece inevitablemente a la otra, consecuencia ineludible del choque de unas tradiciones y modos de vida completamente diferentes.

Si San Petersburgo es la ventana de Eu­ropa, Moscú es el corazón de Rusia y de las rutas comerciales, la sede del patriarca de la iglesia ortodoxa, la verdadera ciudad rusa, a lo largo de su historia menos per­meable a la influencia extranjera. Puede que otra cosa que diferencie a Moscú de San Petersburgo, además de su apego al exceso, es su proximidad a Asia frente al europeísmo de San Petersburgo. “Tú, Russia... Rus’...sia mía... Asiática natura­leza” escribe en 1922 Serguéi Esenin, como advirtiendo que distinguirse de Occidente era uno de los problemas constantes de los artistas y de los escritores rusos, en particular de los moscovitas. Hay una intención de no occidentalidad en la “eslavofilia” moscovita y más tarde en el neoprimitivismo de un pintor como Mijail Larionov, en los encantamientos verbales de la “zaum’” (lengua transmental) de Ve­limir Hlebnikov. Las raíces orientales de Rusia y sus lejanas fronteras se perfilan también claramente en el misticismo que subyace en el tratado Sobre lo espiritual en el arte de Kandinski y en el suprematismo de Malevich.

Fuego y agua: Moscú en el siglo xIx

Si el paisaje y la literatura de San Peters­burgo nos hablan de una ciudad de agua, Moscú en cambio es una ciudad sólida y apegada a la tierra. El Moscova, que apenas toca la ciudad, no invita a pasear por sus orillas como ocurre con el Neva en San Petersburgo. Es mejor subir al punto más elevado, en las colinas, y desde allí admi­rar las cúpulas doradas. Desde arriba se tiene la sensación de que también Moscú oculta un mito cuyas huellas están aún por descubrir. Nikolái Karamzín en los últimos años del siglo xviii hace una descripción de

la ciudad vista desde lo alto: el amasijo de casas y cúpulas de las iglesias provoca en el escritor un sentimiento de confusión. Y si San Petersburgo se compara con frecuencia con Venecia, Moscú se compara con Roma, como hace Mijaíll Lérmontov en Panorama de Moscú. Du rante los siglos xviii y xix se vive la exaltación de la dimensión trans­cendental de Moscú frente a la laicidad de San Petersburgo. La efímera y artificial San Petersburgo es juzgada frente a una Moscú que impone su categoría de ciudad eterna y remota. Pushkin en su obra Evgenij Onegin habla del enfrentamiento entre “dos almas rusas”, y si bien la rivalidad entre las dos ciudades llega a su máxima expresión en la segunda mitad del siglo xix, las diferencias ya están presentes entonces. Pushkin, sin em bargo, habla de Moscú de modo más bien negativo: la ciudad es grande y bella, si bien ha perdido su esplendor aristocrá­tico de antaño; la nueva Moscú es para él una ciudad industrial y comercial donde los mercaderes han sustituido a la nobleza e invaden las tranquilas zonas al otro lado del Moscova.

Tólstoi, en cambio, algunas décadas más tarde interpretará Moscú con una clave más doméstica: la casa rusa y todos sus valores an cestrales son el símbolo de la vida moscovita, como contrapunto a la corte y los elegantes salones de San Pe­tersburgo, para el escritor si nónimo de hipocresía y falsedad. Tam bién en la lucha contra los elementos Moscú parece querer distinguirse de su rival. Si las inundacio­nes amenazan a la recién estrenada San Petersburgo, a Mos cú la consume el fuego para renacer luego con orgullo, como es­cribiera Pushkin: “En vano esperaba Na­poleón (...)/ a Moscú de rodillas/ con las llaves del antiguo Kremlin: /no, no fue ante él/ mi Moscú agachada...”. Estación de metro en Moscú

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IntroduccIónMoscú

Los salones filosóficosLa integración más o menos pacífica carac­teriza en parte toda la historia de Moscú, desde el siglo xix hasta nuestros días. En el siglo xix el salón es el motor cultural y núcleo del fermento ideológico de Rusia.

En los años treinta y cuarenta del siglo xix, abren famosos salones familias aris­tocráticas como los Homiakov, Aksakov,

Jazikov o Elaguin, sobre todo al oeste del Kremlin, en barrios como Arbat o Smo­lenskaya. En las novelas de Turguéniev, ambientadas en Moscú en las residencias aristocráticas de las afueras (Rudin, 1856; Nido de aristócratas, 1859; Padres e hijos, 1862), se describe con toda expresividad la costumbre social de reunirse en los salones.

El enfrentamiento con San Peters­burgo naturalmente encuentra su eco también en este uso social, de modo que entre 1830 y 1840 la oposición del alma “idealista y filosófica” de Moscú frente a la “cínica y epicúrea” de la capital es clamorosa. Quienes frecuentaban los sa­lones se interesaban por la evolución y el destino de la misión histórica del pueblo ruso. La Revolución Francesa y la época de Napoleón marcaron un duro distan­ciamiento de Occidente, cuyo modelo dejó de ser la única referencia para los rusos. Rusia busca una identidad propia que pueda oponerse a la europea y la encuentra en la figura de los zares Pedro y Catalina.

A partir de 1840 los salones moscovitas son el caldo de cultivo de dos facciones enfrentadas: eslavófilos frente a occiden­talistas. En la explosiva Carta filosófica dirigida por Caadaev en 1836 a sus adver­sarios acusa a Rusia de carecer de ideas nacionales y de capacidad para contribuir al progreso de la humanidad. Frente a lo cual, los eslavófilos se oponen con un cristianismo autóctono, no corrompido por el Occidente de Roma; Rusia tiene una misión histórica en tanto deposita­ria de una fe y fraternidad verdaderas. Así la antigua capital se convierte en el polo ideológico del imperio, escenario de disidencias y contradicciones, donde conviven grandeza e intimidad, armonía y enfrentamientos.

Modernismo en MoscúLas dos primeras décadas del siglo xx en Rusia fueron una época de gran efervescen­cia intelectual. El hecho de poner en tela de juicio los valores tradicionales se va a traducir en una extraordinaria riqueza en la creación artística y literaria, además de que el substrato ideológico realista y social que había caracterizado al siglo precedente será terre no abonado para innovadoras propuestas.

El teatro es quizá el aspecto en que me­jor se expresa esta aparente contradicción, sobre todo porque acoge la llamada sínte­sis de las artes, propugnada por Wagner y asumida por Rusia con su particular acento. En 1898 abre sus puertas el Teatro del Arte (MXAT) de Moscú, cuyo fundador, el director de teatro Konstantin Stanis­lavski, impone un método de interpreta­ción basado en el realismo psicológico y la identificación del actor con el personaje, haciendo especial énfasis en los detalles históricos. En el propio seno del MXAT nace una corriente de oposición a este mé­todo. Inspirado en las nuevas tendencias literarias, Meyerhold, que no comparte las teorías de Stanislavski, se independiza y crea un teatro donde todos los recursos técnicos están al servicio de la creación de un universo escénico apartado en lo posible del mundo real.

En el ámbito estrictamente literario, la prosa encuentra su figura de mayor relieve en Máximo Gorki, cuya escritura realista –y junto al grupo de escritores reunidos en torno a la editorial Znanie– evolucionará hacia el realismo socialista. En poesía se imponen los aires nuevos del “modernismo”, en claro contraste con la tradición del realismo y del arte dirigido a fines sociales. La editorial Skorpion, cuya actividad tiene lugar entre 1899 y 1916, desarrolla una intensa labor de traducción de obras extranjeras y de divulgación de textos simbolistas. La revista El vellocino de oro (1906­1909), claramente occiden­talista, saca seis números en ruso y en francés en los que se hace una labor de promoción de exposiciones fundamental para la actualización y evolución de la cultura rusa.

A este fin responde el fenómeno de las grandes colecciones de arte moderno, abier­tas al público a pesar de ser privadas, como la expuesta en la residencia del comerciante moscovita Serguéi Šcukin, inaugurada en 1897. Šcukin era muy amigo de Matisse, quien gracias a él en los primeros decenios del siglo xx adquirió una gran popularidad en Moscú. Otro coleccionista, Morozov, sentía una especial predilección por los pintores “nabí”, como Vuillard, Bonnard y Denis. Tras múltiples vicisitudes, ambas colecciones se repartieron entre el Museo Pushkin de Moscú y el Museo Ermitage de San Petersburgo.

Futurismo y corrientes afinesSi bien es cierto que algunos movimientos artísticos y literarios de Rusia están estre­chamente ligados a la ciudad en la que na­cen (el “imaginismo” fue sustancialmente moscovita, mientras el “acmeísmo” flore­ció en San Petersburgo), el “futurismo” se afirmó en ambas ciudades, aunque en cada caso con ciertas peculiaridades. Los artis­tas más relevantes de la primera década del siglo xx en Moscú fueron los hermanos Burliuk, uno de los cuales, David, además de pintor y poeta era un brillante organiza­dor de eventos culturales y gran animador. En 1911 conoció a Maiakovski, cuyo ta­lento en seguida intuyó. La multiplicidad de facetas artísticas era una constante de los futuristas, de aquí que, como Maiako­vski, fueran pintores además de poetas, lo que explica que en el “libro futurista” figuraran ilustración y palabra, señal de una complementariedad entre las artes figurativas y la literatura que encuentra su correspondencia en la indivisibilidad entre vida artística y literaria.

Moscú revolucionarioLa Revolución de Octubre también dejó su impronta política en el arte y la crítica. Para gran parte de la “intelligencija” rusa la Revolución encarnó la realización de unos sueños y esperanzas propios, lo que representaba la ruptura definitiva con el pasado. En aquellos acontecimientos los artistas veían la continuidad, cuando no el cumplimiento, de la obra iniciada antes de 1917. Así que proclamaron su apoyo a la Revolución y adoptaron en sus declaraciones el lenguaje político de los bolcheviques. En 1919 el futurismo toma nuevo empuje bajo la sigla Komfut (Futurismo comunista). Los pintores y poetas nacidos en el seno del futurismo eran tan numerosos en el Frente Izquierdo de las Artes (LEF) que se agruparon en una organización propia, la MAF (Asociación de futuristas de Moscú). En general, los primeros años de la Revolución garanti­zaron a los artistas posiciones clave en la administración de la cultura del nuevo sistema. A la cabeza del Comisariado del Pueblo para la Instrucción Pública (Narkompros) estaba A. Lunacharski y, tras la reforma de la enseñanza artística, la educación en esta área quedó en manos de la vanguardia.

Monumento a Pushkin y arquitectura modernista en Moscú.

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IntroduccIónMoscú

Los salones filosóficosLa integración más o menos pacífica carac­teriza en parte toda la historia de Moscú, desde el siglo xix hasta nuestros días. En el siglo xix el salón es el motor cultural y núcleo del fermento ideológico de Rusia.

En los años treinta y cuarenta del siglo xix, abren famosos salones familias aris­tocráticas como los Homiakov, Aksakov,

Jazikov o Elaguin, sobre todo al oeste del Kremlin, en barrios como Arbat o Smo­lenskaya. En las novelas de Turguéniev, ambientadas en Moscú en las residencias aristocráticas de las afueras (Rudin, 1856; Nido de aristócratas, 1859; Padres e hijos, 1862), se describe con toda expresividad la costumbre social de reunirse en los salones.

El enfrentamiento con San Peters­burgo naturalmente encuentra su eco también en este uso social, de modo que entre 1830 y 1840 la oposición del alma “idealista y filosófica” de Moscú frente a la “cínica y epicúrea” de la capital es clamorosa. Quienes frecuentaban los sa­lones se interesaban por la evolución y el destino de la misión histórica del pueblo ruso. La Revolución Francesa y la época de Napoleón marcaron un duro distan­ciamiento de Occidente, cuyo modelo dejó de ser la única referencia para los rusos. Rusia busca una identidad propia que pueda oponerse a la europea y la encuentra en la figura de los zares Pedro y Catalina.

A partir de 1840 los salones moscovitas son el caldo de cultivo de dos facciones enfrentadas: eslavófilos frente a occiden­talistas. En la explosiva Carta filosófica dirigida por Caadaev en 1836 a sus adver­sarios acusa a Rusia de carecer de ideas nacionales y de capacidad para contribuir al progreso de la humanidad. Frente a lo cual, los eslavófilos se oponen con un cristianismo autóctono, no corrompido por el Occidente de Roma; Rusia tiene una misión histórica en tanto deposita­ria de una fe y fraternidad verdaderas. Así la antigua capital se convierte en el polo ideológico del imperio, escenario de disidencias y contradicciones, donde conviven grandeza e intimidad, armonía y enfrentamientos.

Modernismo en MoscúLas dos primeras décadas del siglo xx en Rusia fueron una época de gran efervescen­cia intelectual. El hecho de poner en tela de juicio los valores tradicionales se va a traducir en una extraordinaria riqueza en la creación artística y literaria, además de que el substrato ideológico realista y social que había caracterizado al siglo precedente será terre no abonado para innovadoras propuestas.

El teatro es quizá el aspecto en que me­jor se expresa esta aparente contradicción, sobre todo porque acoge la llamada sínte­sis de las artes, propugnada por Wagner y asumida por Rusia con su particular acento. En 1898 abre sus puertas el Teatro del Arte (MXAT) de Moscú, cuyo fundador, el director de teatro Konstantin Stanis­lavski, impone un método de interpreta­ción basado en el realismo psicológico y la identificación del actor con el personaje, haciendo especial énfasis en los detalles históricos. En el propio seno del MXAT nace una corriente de oposición a este mé­todo. Inspirado en las nuevas tendencias literarias, Meyerhold, que no comparte las teorías de Stanislavski, se independiza y crea un teatro donde todos los recursos técnicos están al servicio de la creación de un universo escénico apartado en lo posible del mundo real.

En el ámbito estrictamente literario, la prosa encuentra su figura de mayor relieve en Máximo Gorki, cuya escritura realista –y junto al grupo de escritores reunidos en torno a la editorial Znanie– evolucionará hacia el realismo socialista. En poesía se imponen los aires nuevos del “modernismo”, en claro contraste con la tradición del realismo y del arte dirigido a fines sociales. La editorial Skorpion, cuya actividad tiene lugar entre 1899 y 1916, desarrolla una intensa labor de traducción de obras extranjeras y de divulgación de textos simbolistas. La revista El vellocino de oro (1906­1909), claramente occiden­talista, saca seis números en ruso y en francés en los que se hace una labor de promoción de exposiciones fundamental para la actualización y evolución de la cultura rusa.

A este fin responde el fenómeno de las grandes colecciones de arte moderno, abier­tas al público a pesar de ser privadas, como la expuesta en la residencia del comerciante moscovita Serguéi Šcukin, inaugurada en 1897. Šcukin era muy amigo de Matisse, quien gracias a él en los primeros decenios del siglo xx adquirió una gran popularidad en Moscú. Otro coleccionista, Morozov, sentía una especial predilección por los pintores “nabí”, como Vuillard, Bonnard y Denis. Tras múltiples vicisitudes, ambas colecciones se repartieron entre el Museo Pushkin de Moscú y el Museo Ermitage de San Petersburgo.

Futurismo y corrientes afinesSi bien es cierto que algunos movimientos artísticos y literarios de Rusia están estre­chamente ligados a la ciudad en la que na­cen (el “imaginismo” fue sustancialmente moscovita, mientras el “acmeísmo” flore­ció en San Petersburgo), el “futurismo” se afirmó en ambas ciudades, aunque en cada caso con ciertas peculiaridades. Los artis­tas más relevantes de la primera década del siglo xx en Moscú fueron los hermanos Burliuk, uno de los cuales, David, además de pintor y poeta era un brillante organiza­dor de eventos culturales y gran animador. En 1911 conoció a Maiakovski, cuyo ta­lento en seguida intuyó. La multiplicidad de facetas artísticas era una constante de los futuristas, de aquí que, como Maiako­vski, fueran pintores además de poetas, lo que explica que en el “libro futurista” figuraran ilustración y palabra, señal de una complementariedad entre las artes figurativas y la literatura que encuentra su correspondencia en la indivisibilidad entre vida artística y literaria.

Moscú revolucionarioLa Revolución de Octubre también dejó su impronta política en el arte y la crítica. Para gran parte de la “intelligencija” rusa la Revolución encarnó la realización de unos sueños y esperanzas propios, lo que representaba la ruptura definitiva con el pasado. En aquellos acontecimientos los artistas veían la continuidad, cuando no el cumplimiento, de la obra iniciada antes de 1917. Así que proclamaron su apoyo a la Revolución y adoptaron en sus declaraciones el lenguaje político de los bolcheviques. En 1919 el futurismo toma nuevo empuje bajo la sigla Komfut (Futurismo comunista). Los pintores y poetas nacidos en el seno del futurismo eran tan numerosos en el Frente Izquierdo de las Artes (LEF) que se agruparon en una organización propia, la MAF (Asociación de futuristas de Moscú). En general, los primeros años de la Revolución garanti­zaron a los artistas posiciones clave en la administración de la cultura del nuevo sistema. A la cabeza del Comisariado del Pueblo para la Instrucción Pública (Narkompros) estaba A. Lunacharski y, tras la reforma de la enseñanza artística, la educación en esta área quedó en manos de la vanguardia.

Monumento a Pushkin y arquitectura modernista en Moscú.

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IntroduccIónMoscú

Murallas del Kremlin

En la situación extremadamente difícil en que se encontraba la joven república socialista entre 1917 y 1922 (guerra ci­vil, intervención extranjera, economía de guerra) la alianza entre todos los artistas de vanguardia, partidarios in­condicionales de la Revolución, se dio como un hecho natural; todos deseaban la transformación radical del país. Los futuristas colaboraban activamente en la realización de los grandes proyectos de propaganda revolucionaria (Agitprop). Fiestas, aniversarios de la Revolución y

congresos tenían lugar en escenografías monumentales. Para el primer aniversario de la Revolución, N. Al’tman, N. Puni, K. Malievich y Tatlin prepararon un gran­dioso espectáculo para el que llenaron Moscú y San Petersburgo de grandes murales abstractos, paneles, banderas e inscripciones. Esta atmósfera colorista y vivaz era muy del gusto de los futuristas, para quienes la revolución era un proceso dinámico en sí mismo. La vanguardia ar­tística gozó hasta 1922 de una posición privilegiada en las escuelas, lo que supuso una oportunidad única para liderar la re­volución cultural.

Pero en seguida se manifestaron ten­dencias restauradoras. La instauración en 1921 de la Nueva Política Económica (NEP) dio lugar a la reorganización de todos los sectores de la vida social. Una de las nuevas tareas era redefinir las fun­ciones del arte en la sociedad y el papel del artista en la formación de la nueva cultura. En 1922 los “artistas itinerantes” se integraron en la Unión de Artistas Ru­sos y crearon la Asociación de Pintores de la Rusia Revolucionaria (AHRR). Las intenciones de la AHRR eran claras: dejar constancia por escrito de los principales

acontecimientos revolucionarios para darles validez histórica (vida cotidiana, Ejército Rojo de obreros y campesinos, héroes de la Revolución y del trabajo). El llamado “realismo heroico” del AHRR se sustentaba sobre la tradición pictórica del siglo xix, es decir, era esencialmente académico e ilustrativo. Y al gozar desde 1924 del apoyo institucional, la AHRR llegó a ser la asociación artística más importante.

En 1930 derivó en Unión Federal de Artistas Soviéticos y más tarde en Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos. Los escritores proletarios se agruparon por su parte en torno a la RAPP (Asociación Rusa de Escritores Proletarios), asocia­ción que impuso a la actividad literaria un criterio ante todo social, además de político e ideológico. El grupo “Cultura proletaria”, nacido en 1906 y revitalizado con los acontecimientos de Octubre, fue la única institución cultural no sometida al control del Comisariado de Instrucción Pública. Las tesis del sistema fueron desa­rrolladas por Aleksander Bogdanov, teó­rico del movimiento anterior a octubre de 1917: para organizar sus fuerzas frente a la burguesía , el proletariado necesita un nuevo “arte de clase” cuyo espíritu será la consecuencia natural de las nuevas con­diciones socioeconómicas.

Los años veinte: bohemia y cabaretLa vida literaria de Moscú en los años veinte ofrece un panorama variado y dinámico. Junto a la popular “Cultura Proletaria” apa­recen grupos de orientación diversa, entre los que destaca el imaginismo, capitaneado por S. Esenin. Moscú recupera la capitalidad en marzo de 1918 y se convierte en la tierra mítica de artistas procedentes de toda la pro­vincia. El cambio geográfico y político del país se refleja asimismo en la importancia de sus centros culturales. Petrogrado , que con el nombre de San Petersburgo había sido el núcleo impulsor de las tendencias modernistas, queda relegada al rango de capital de provincia.

Muchos representantes de la antigua élite intelectual y literaria, sobre todo de San Petersburgo, rechazan la Revolución y emprenden el camino del exilio. A dife­rencia de Petrogrado­Leningrado, el Moscú de los primeros años postrevolucionarios mantiene su im pronta “rusa”, asiática, en el empeño sin miramientos de destruir lo viejo para construir lo nuevo, y generando en aquel caos ideológico y desorden econó­mico una situación paradójicamente crea­tiva. “La somnolienta Asia dorada / sobre las cúpulas se adormece”, escribe Esenin en Las tabernas de Moscú (1924), obra que causó un escándalo en aquellos años. La

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IntroduccIónMoscú

Murallas del Kremlin

En la situación extremadamente difícil en que se encontraba la joven república socialista entre 1917 y 1922 (guerra ci­vil, intervención extranjera, economía de guerra) la alianza entre todos los artistas de vanguardia, partidarios in­condicionales de la Revolución, se dio como un hecho natural; todos deseaban la transformación radical del país. Los futuristas colaboraban activamente en la realización de los grandes proyectos de propaganda revolucionaria (Agitprop). Fiestas, aniversarios de la Revolución y

congresos tenían lugar en escenografías monumentales. Para el primer aniversario de la Revolución, N. Al’tman, N. Puni, K. Malievich y Tatlin prepararon un gran­dioso espectáculo para el que llenaron Moscú y San Petersburgo de grandes murales abstractos, paneles, banderas e inscripciones. Esta atmósfera colorista y vivaz era muy del gusto de los futuristas, para quienes la revolución era un proceso dinámico en sí mismo. La vanguardia ar­tística gozó hasta 1922 de una posición privilegiada en las escuelas, lo que supuso una oportunidad única para liderar la re­volución cultural.

Pero en seguida se manifestaron ten­dencias restauradoras. La instauración en 1921 de la Nueva Política Económica (NEP) dio lugar a la reorganización de todos los sectores de la vida social. Una de las nuevas tareas era redefinir las fun­ciones del arte en la sociedad y el papel del artista en la formación de la nueva cultura. En 1922 los “artistas itinerantes” se integraron en la Unión de Artistas Ru­sos y crearon la Asociación de Pintores de la Rusia Revolucionaria (AHRR). Las intenciones de la AHRR eran claras: dejar constancia por escrito de los principales

acontecimientos revolucionarios para darles validez histórica (vida cotidiana, Ejército Rojo de obreros y campesinos, héroes de la Revolución y del trabajo). El llamado “realismo heroico” del AHRR se sustentaba sobre la tradición pictórica del siglo xix, es decir, era esencialmente académico e ilustrativo. Y al gozar desde 1924 del apoyo institucional, la AHRR llegó a ser la asociación artística más importante.

En 1930 derivó en Unión Federal de Artistas Soviéticos y más tarde en Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos. Los escritores proletarios se agruparon por su parte en torno a la RAPP (Asociación Rusa de Escritores Proletarios), asocia­ción que impuso a la actividad literaria un criterio ante todo social, además de político e ideológico. El grupo “Cultura proletaria”, nacido en 1906 y revitalizado con los acontecimientos de Octubre, fue la única institución cultural no sometida al control del Comisariado de Instrucción Pública. Las tesis del sistema fueron desa­rrolladas por Aleksander Bogdanov, teó­rico del movimiento anterior a octubre de 1917: para organizar sus fuerzas frente a la burguesía , el proletariado necesita un nuevo “arte de clase” cuyo espíritu será la consecuencia natural de las nuevas con­diciones socioeconómicas.

Los años veinte: bohemia y cabaretLa vida literaria de Moscú en los años veinte ofrece un panorama variado y dinámico. Junto a la popular “Cultura Proletaria” apa­recen grupos de orientación diversa, entre los que destaca el imaginismo, capitaneado por S. Esenin. Moscú recupera la capitalidad en marzo de 1918 y se convierte en la tierra mítica de artistas procedentes de toda la pro­vincia. El cambio geográfico y político del país se refleja asimismo en la importancia de sus centros culturales. Petrogrado , que con el nombre de San Petersburgo había sido el núcleo impulsor de las tendencias modernistas, queda relegada al rango de capital de provincia.

Muchos representantes de la antigua élite intelectual y literaria, sobre todo de San Petersburgo, rechazan la Revolución y emprenden el camino del exilio. A dife­rencia de Petrogrado­Leningrado, el Moscú de los primeros años postrevolucionarios mantiene su im pronta “rusa”, asiática, en el empeño sin miramientos de destruir lo viejo para construir lo nuevo, y generando en aquel caos ideológico y desorden econó­mico una situación paradójicamente crea­tiva. “La somnolienta Asia dorada / sobre las cúpulas se adormece”, escribe Esenin en Las tabernas de Moscú (1924), obra que causó un escándalo en aquellos años. La

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Embajadas y consulados

■ PARA VIAJAR POR RUSIA

Advertencias

La información contenida en las si-guientes páginas se ha contrastado de-tenidamente antes de imprimirse. Sin embargo, teniendo en cuenta que los datos indicados están sujetos a varia-ciones, aconsejamos a los lectores que se cercioren antes de emprender el viaje. Cualquier sugerencia u observación será bienvenida.

Organización del viajeNo existen especiales dificultades a la hora de organizar un viaje a Rusia. Sin embargo, a veces no es fácil encontrar información turística oficial para todas las ciudades.

Pasaportes y visados. Se permite la entrada solo a las personas que cuenten con un pasaporte y un visado válidos. Normalmente, las agencias turísticas se encargan de solicitarlos, pero cualquier persona puede hacerlo. Los representantes diplomáticos expiden el visado al presen-tar una invitación o la confirmación de una reserva hotelera. En el primer caso, es necesario conocer un ciudadano ruso, o bien una empresa que tenga relaciones con el país de origen, mientras que para la reserva hotelera, nos deberemos dirigir a una agencia de viajes, o bien contactar directamente con el hotel en el que preten-damos alojarnos. Para la concesión del vi-sado hace falta tener un seguro médico que cubra la estancia en la Federación Rusa.

Los visados se expiden sin problemas; no obstante, hay que tener en cuenta que su concesión es facultad exclusiva de los funcionarios del Ministerio de Exteriores que, en caso de denegación, no tendrán obligación de ofrecer explicaciones de clase alguna. Las tarifas del Consulado Ruso en España para tramitar el visado son: tramitación normal 35 euros, trami-tación urgente (menos de 3 días laborales): 70 euros. Estas tarifas válidas para los ciu-dadanos de la Unión Europea. La tarifa es igual a la que cobran los países de la UE para tramitar el visado a los ciudadanos rusos. Es posible que algunos consulados todavía apliquen las tarifas antiguas.

En el Consulado Ruso en Madrid para tramitar el visado hay que pedir cita previa (www.rusmad.com) así como en el Con-sulado Ruso en Barcelona (www.rusbar.com). En sus páginas web se encuentra toda la información necesaria y los pasos para solicitar el visado ruso. Los pagos se aceptan solo con tarjeta de crédito, no se acepta el efectivo. Una persona puede tramitar los visados de varias personas presentando su documentación.

Desde febrero de 2012 ambos con-sulados recomiendan usar las oficinas de la Central de Visados Rusos (www.centraldevisadosrusos.com) en Madrid y Barcelona. El 1 de junio de 2012 entró en vigencia, por orden del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa el Formulario Electrónico de Soli-

citud de Visados. La gestión a través de esta empresa resulta mucho más sencilla que a través del consulado, aunque cobran 30 € por gastos de gestión. Para los que deseen conseguir una carta de invitación para un visado de negocios o un voucher para un visado turístico pueden utilizar los servicios de la empresa Escalis (www.escalisgestion.com), que tramita la carta de invitación en 24 horas. Al llegar a Rusia, el hotel se ocupará de refrendarlo. En el caso de invitación personal, deberemos dirigirnos con nuestro anfitrión a la co-misaría de policía (O.V.I.R.). Conviene leer detenidamente la página web de los consulados rusos en Madrid y Barcelona.Disposiciones aduaneras y controles de fronteras. No existe límite alguno con res-pecto a la introducción de divisas, cheques, objetos de valor (piedras, oro, perlas, etc.), que quedarán registrados en la correspon-diente declaración que se debe rellenar al entrar en el país y antes del control. Al llegar, se pasa por el control de pasaportes, donde se retira una de las tres partes del visado y se recogen los equipajes (en caso de llegar al aeropuerto). A continuación se pasa el control de aduanas, en el que se debe presentar una declaración firmada (el módulo se distribuye en el avión o se encuentra sobre los mostradores del ae-ropuerto o en los puestos fronterizos de carretera): en esta declaración se especifica que no se importan armas, droga, objetos de anticuario ni moneda rusa; se declara la cantidad y el tipo de divisa (no es nece-sario mencionar las tarjetas de crédito) y el número de bultos (incluido el equipaje de mano). El documento aduanero refren-dado, que se debe conservar, es esencial para la repatriación de la divisa no gas-tada, los cheques y los objetos de valor. A la salida, se debe rellenar una segunda declaración restando la divisa gastada; la

policía retira las dos declaraciones e ins-pecciona el equipaje. Cuando se compran objetos antiguos o de valor se debe solicitar un recibo para la aduana (normalmente, lo entregan sin necesidad de solicitarlo): los oficiales de aduana pueden pedirlo. Las exportaciones de caviar están permitidas solo en pequeñas cantidades (300 gramos). En ocasiones, se solicita el recibo de com-pra; no olviden, por tanto, conservarlo.Vacunas y asistencia médica. No se pide ningún tipo de vacunación. Quien desee un visado múltiple por motivos de trabajo, tendrá que someterse a las pruebas de VIH.

El servicio médico de urgencias es gra-tuito y las farmacias están muy bien sur-tidas. También existen en Moscú centros médicos para extranjeros como el Ameri-can Medical Center, Grohol’skij pereulok 10, tel. 933 7700.

Embajadas y consuladosEmbajada de la Federación de Rusia en España: Velázquez, 155, 28002 Ma-drid. Telf. 91 4110807, 91 5622264, fax 915629712. www.spain. mid.ru; embrues@info nego cio.com.Consulado de la Federación de Rusia en Barcelona: Avenida Pearson, 34, 08034 Barcelona. Telf. 93 2801051, www.rusbar.com.Consulado de la Federación de Rusia en Madrid: Joaquín Costa 33, 28002 Madrid. Telf. 91 4112957, www.rusmad.com.Rusia no tiene oficina de turismo en Es-paña, aunque numerosos operadores tu-rísticos trabajan con el país.Embajada de España en Moscú: Ulitsa Bolshaya Nikitskaya, 50/8. Moscú 121069. Telf. desde España: 00 7 495 202 21 61/80, 00 7 495 202 26 10/57. Telf. 202 21 61/80-202 26 10/57; 916 54 34/00-787 71 39. Fax: 291 91 71. Fax asuntos culturales: 787 72 55. embespru@mail. mae.es

clima y tEmpEraturas mEdias anualEs

MoscúE F M A M J J A S O N D

Temperaturas diurnas-7 -6 0 9 17 22 24 22 16 8 0 -5Temperaturas nocturnas-14 -13 -8 0 6 11 13 12 7 1 -4 -10

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Embajadas y consulados

■ PARA VIAJAR POR RUSIA

Advertencias

La información contenida en las si-guientes páginas se ha contrastado de-tenidamente antes de imprimirse. Sin embargo, teniendo en cuenta que los datos indicados están sujetos a varia-ciones, aconsejamos a los lectores que se cercioren antes de emprender el viaje. Cualquier sugerencia u observación será bienvenida.

Organización del viajeNo existen especiales dificultades a la hora de organizar un viaje a Rusia. Sin embargo, a veces no es fácil encontrar información turística oficial para todas las ciudades.

Pasaportes y visados. Se permite la entrada solo a las personas que cuenten con un pasaporte y un visado válidos. Normalmente, las agencias turísticas se encargan de solicitarlos, pero cualquier persona puede hacerlo. Los representantes diplomáticos expiden el visado al presen-tar una invitación o la confirmación de una reserva hotelera. En el primer caso, es necesario conocer un ciudadano ruso, o bien una empresa que tenga relaciones con el país de origen, mientras que para la reserva hotelera, nos deberemos dirigir a una agencia de viajes, o bien contactar directamente con el hotel en el que preten-damos alojarnos. Para la concesión del vi-sado hace falta tener un seguro médico que cubra la estancia en la Federación Rusa.

Los visados se expiden sin problemas; no obstante, hay que tener en cuenta que su concesión es facultad exclusiva de los funcionarios del Ministerio de Exteriores que, en caso de denegación, no tendrán obligación de ofrecer explicaciones de clase alguna. Las tarifas del Consulado Ruso en España para tramitar el visado son: tramitación normal 35 euros, trami-tación urgente (menos de 3 días laborales): 70 euros. Estas tarifas válidas para los ciu-dadanos de la Unión Europea. La tarifa es igual a la que cobran los países de la UE para tramitar el visado a los ciudadanos rusos. Es posible que algunos consulados todavía apliquen las tarifas antiguas.

En el Consulado Ruso en Madrid para tramitar el visado hay que pedir cita previa (www.rusmad.com) así como en el Con-sulado Ruso en Barcelona (www.rusbar.com). En sus páginas web se encuentra toda la información necesaria y los pasos para solicitar el visado ruso. Los pagos se aceptan solo con tarjeta de crédito, no se acepta el efectivo. Una persona puede tramitar los visados de varias personas presentando su documentación.

Desde febrero de 2012 ambos con-sulados recomiendan usar las oficinas de la Central de Visados Rusos (www.centraldevisadosrusos.com) en Madrid y Barcelona. El 1 de junio de 2012 entró en vigencia, por orden del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa el Formulario Electrónico de Soli-

citud de Visados. La gestión a través de esta empresa resulta mucho más sencilla que a través del consulado, aunque cobran 30 € por gastos de gestión. Para los que deseen conseguir una carta de invitación para un visado de negocios o un voucher para un visado turístico pueden utilizar los servicios de la empresa Escalis (www.escalisgestion.com), que tramita la carta de invitación en 24 horas. Al llegar a Rusia, el hotel se ocupará de refrendarlo. En el caso de invitación personal, deberemos dirigirnos con nuestro anfitrión a la co-misaría de policía (O.V.I.R.). Conviene leer detenidamente la página web de los consulados rusos en Madrid y Barcelona.Disposiciones aduaneras y controles de fronteras. No existe límite alguno con res-pecto a la introducción de divisas, cheques, objetos de valor (piedras, oro, perlas, etc.), que quedarán registrados en la correspon-diente declaración que se debe rellenar al entrar en el país y antes del control. Al llegar, se pasa por el control de pasaportes, donde se retira una de las tres partes del visado y se recogen los equipajes (en caso de llegar al aeropuerto). A continuación se pasa el control de aduanas, en el que se debe presentar una declaración firmada (el módulo se distribuye en el avión o se encuentra sobre los mostradores del ae-ropuerto o en los puestos fronterizos de carretera): en esta declaración se especifica que no se importan armas, droga, objetos de anticuario ni moneda rusa; se declara la cantidad y el tipo de divisa (no es nece-sario mencionar las tarjetas de crédito) y el número de bultos (incluido el equipaje de mano). El documento aduanero refren-dado, que se debe conservar, es esencial para la repatriación de la divisa no gas-tada, los cheques y los objetos de valor. A la salida, se debe rellenar una segunda declaración restando la divisa gastada; la

policía retira las dos declaraciones e ins-pecciona el equipaje. Cuando se compran objetos antiguos o de valor se debe solicitar un recibo para la aduana (normalmente, lo entregan sin necesidad de solicitarlo): los oficiales de aduana pueden pedirlo. Las exportaciones de caviar están permitidas solo en pequeñas cantidades (300 gramos). En ocasiones, se solicita el recibo de com-pra; no olviden, por tanto, conservarlo.Vacunas y asistencia médica. No se pide ningún tipo de vacunación. Quien desee un visado múltiple por motivos de trabajo, tendrá que someterse a las pruebas de VIH.

El servicio médico de urgencias es gra-tuito y las farmacias están muy bien sur-tidas. También existen en Moscú centros médicos para extranjeros como el Ameri-can Medical Center, Grohol’skij pereulok 10, tel. 933 7700.

Embajadas y consuladosEmbajada de la Federación de Rusia en España: Velázquez, 155, 28002 Ma-drid. Telf. 91 4110807, 91 5622264, fax 915629712. www.spain. mid.ru; embrues@info nego cio.com.Consulado de la Federación de Rusia en Barcelona: Avenida Pearson, 34, 08034 Barcelona. Telf. 93 2801051, www.rusbar.com.Consulado de la Federación de Rusia en Madrid: Joaquín Costa 33, 28002 Madrid. Telf. 91 4112957, www.rusmad.com.Rusia no tiene oficina de turismo en Es-paña, aunque numerosos operadores tu-rísticos trabajan con el país.Embajada de España en Moscú: Ulitsa Bolshaya Nikitskaya, 50/8. Moscú 121069. Telf. desde España: 00 7 495 202 21 61/80, 00 7 495 202 26 10/57. Telf. 202 21 61/80-202 26 10/57; 916 54 34/00-787 71 39. Fax: 291 91 71. Fax asuntos culturales: 787 72 55. embespru@mail. mae.es

clima y tEmpEraturas mEdias anualEs

MoscúE F M A M J J A S O N D

Temperaturas diurnas-7 -6 0 9 17 22 24 22 16 8 0 -5Temperaturas nocturnas-14 -13 -8 0 6 11 13 12 7 1 -4 -10