monólogos pruebas de acceso unne

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Ejemplos de monólogos pruebas de acceso

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PRUEBAS DE ACCESO UNNE

OBRAAUTORPERSONAJE

La gata sobre el tejado de zinc calienteTennesse WilliamsMargaret

Despertar de primaveraFrank WedekindIlse

La seorita JuliaRamn Mara de Valle-InclnJulia

Las criadasJean GenetClara

CelebracinHarold PinterSuki/Lambert

YermaFederico Garca LorcaJuan

Esparcid mis cenizas en EurodisneyRodrigo Garca2

La gaviotaAnton ChejovTrepliov

Muerte de un viajanteArthur MillerBiff

HamletWilliam ShakespeareHamlet

Palabra de perroJuan MayorgaBerganza

LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC CALIENTE de TENNESSE WILLIAMS

MARGARET- Ya lo s. Pero eres el cliente ideal para... ese sanatorio, y acabarn por enviarte all una temporadita. Claro que antes tendran que pasar por encima de mi cadver... De esa manera es como tu hermano piensa deshacerse de ti y disponer de todo el dinero... Qu te parece el panorama? Es que vas a consentir que nos cierren la bolsa y se salgan con la suya?... No contestas?... No, claro... es que t haces todo lo posible para ayudarles en sus proyectos. Has dejado de trabajar y te has dedicado nicamente a beber y a hacer excentricidades... Como la de est noche, por ejemplo... A las tres de la madrugada has tenido que ir a saltar las vallas del campo de deportes de la Universidad... Y cul ha sido el resultado de esa idea genial?... Romperte el tobillo!... Ya has visto el peridico? "Un conocido ex atleta ha organizado esta maana una gran exhibicin deportiva ante un pblico fantasma. Pero falto de entrenamiento, nuestro antiguo campen, se rompi un tobillo al saltar la primera valla." Ya sabes que tu hermano tiene influencias en ese peridico. Estoy segura de que ha hecho todo lo posible para, que publiquen la noticia. (Se acerca a BRICK.) De todos modos, an les llevas ventaja... No la desperdicies. (BRICK se ha dirigido a la galera.) Entiendes lo que quiero decir?

DESPERTAR DE PRIMAVERA de FRANK WEDEKIND

ILSE- Dio un tropezn en mi brazo al pasar... Yo estaba tendida sobre la nieve sin conocimiento... Me llev a su casa. En catorce das no sal de all... Qu temporada ms terrible...! Por la maana tena que ponerme su bata persa, y por las tardes me haca vestir con un traje negro de paje, adornados el cuello, pantaln y mangas con encajes blancos. Todos los das me fotografiaba de distinta manera. Unas veces apoyada contra el respaldo del sof, de Adriana, otras de Leda, otras a cuatro patas como Nabucodonosor. Y en medio de todo esto hablaba de asesinar, de suicidio, de asfixia. Al despertar tomaba una pistola, la meta en la cama y me la pona en el pecho. "Si pestaeas disparo". Estaba cargada con unas balas puntiagudas! Y, hubiera disparado, Mauricio, hubiera disparado...! Luego se meta el can en la boca como si fuera una cerbatana. Pero a su contacto se le despertaba el instinto de conservacin. Pum... y la bala se le hubiera incrustado en el espinazo!

LA SEORITA JULIA de AUGUST STRINDBERG

JULIA- Lo dice usted por decir, sin contar con que mis secretos son harto conocidos. Mi madre no proceda de familia ilustre: su origen era, por el contrario, muy humilde. Fue educada en las ideas de su tiempo sobre igualdad y emancipacin de la mujer y senta una verdadera repugnancia hacia el matrimonio. Cuando mi padre se enamor de ella le manifest que nunca sera su esposa, aunque luego cambi de parecer y consinti en ello. Yo nac contra el deseo de mi madre, por lo que luego he podido entender. Decidieron educarme como a un muchacho medio salvaje, y por ello hube de instruirme en todo aquello que se suele ensear a los jvenes, para que ms adelante pudiera demostrar que la mujer posee iguales cualidades e igual resistencia que el hombre. Poda vestirme como un muchacho, ocuparme de los caballos, pero me impedan, en cambio, penetrar en la granja. Tena que lavar y aparejar los caballos, tomar parte en las caceras...; tena tambin que adiestrarme en las faenas del campo. Al distribuir los trabajos, haba costumbre de asignar a los hombres los quehaceres de las mujeres, y a las mujeres las ocupaciones de los hombres. Resultado de todo esto fue que el patrimonio comenz a resentirse y que la vecindad de las fincas cercanas se rea de nosotros. Al fin mi padre debi despertar de su letargo y rebelarse ante aquel estado de cosas, porque todo se trastoc segn su deseo. Enferm mi madre, y an ignoro cul fue su enfermedad; pero tena frecuentes calambres, se ocultaba en la granja y pasaba las noches a la intemperie. Entonces fue cuando sobrevino el terrible incendio del que usted habr odo hablar. La casa, la granja, los establos ardieron por completo, y en circunstancias que hicieron suponer intencionado el incendio, pues ocurri el hecho al da siguiente de vencer el trimestre del seguro, y la prima que mi padre envi a su tiempo quedse retrasada por negligencia del consignatario. (Vuelve a llenar el vaso y bebe).

YERMA de FEDERICO GARCA LORCA

JUAN- Dices que sali hace poco? (La hermana mayor contesta con la cabeza.) Debe estar en la fuente. Pero ya sabis que me gusta que salga sola. (Pausa) Puedes poner la mesa. (Sale la hermana menor.) Bien ganado tengo el pan que como. (A su hermana.) Ayer pas un da duro. Estuve podando los manzanos y a la cada de la tarde me puse a pensar para qu pondra yo tanta ilusin en la faena si no puedo llevarme una manzana a la boca. Estoy harto. (Se pasa las manos por la cara. Pausa.) sa no viene... Una de vosotras deba salir con ella, porque para eso estis aqu comiendo en mi mantel y bebiendo mi vino. Mi vida est en el campo, pero mi honra est aqu. Y mi honra es tambin la vuestra. (La hermana inclina la cabeza.) No lo tomes a mal. (Entra Yerma con dos cntaros. Queda parada en la puerta.) Vienes de la fuente?ESPARCID MIS CENIZAS EN EURODISNEY de RODRIGO GARCA

2

Hoy, para cualquier mente considerada normal un bosque es mil

veces menos atractivo que Eurodisney o un Centro de ocio con sus problemas de aparcamiento. Para una mente considerara normal, hoy, las sillas son ms apetecibles que los rboles tumbados. Y los vasos plsticos de usar y tirar nos atraen y deslumbran ms que el ro. Y las luces que cambian de color, capaces de generar ambientes agradables, son extraordinariamente ms deseables que una estrella. Y los colores y texturas de las nuevas baldosas nos embriagan como nunca lo haran la nieve o la arena del desierto. Y las seales luminosas nos llevan donde nosotros queremos, es decir: a desterrar de nuestros corazones la idea de andar perdidos. Y nos emocionamos frente a actores que representan ficciones para no entrar nosotros mismos en mundos inexplorados. Y ya nadie desea vislumbrar sombras. Por eso la iluminacin est cuidada y pensada para no enfatizar sombras en lugares pblicos.

Hice chasquidos con mis dedos y nadie se gir.

Y pens que los odos ya no podan escuchar este tipo de sonidos: chasquidos de dedos y lengua, suspiros profundos, rascarse uno la cabeza o la palabra basta susurrada.

LAS CRIADAS de JEAN GENET

CLARA (de pie en combinacin, de espaldas a la coqueta. Su ademn tiende el brazoy su tono, sern de un trgico exacerbado). Y estos guantes! Estos eternos guantes. Mira que te lo he dicho y repetido que los dejaras en la cocina. Con eso, me figuro, esperas enamorar al lechero. No, no, no mientas. Es intil. Culgalos encima del fregadero. Cundo comprenders que esta habitacin no hay que profanarla? Todo, absolutamente todo lo que viene de la cocina es esputo. Sal. Y llvate tus esputos. Pero para. (Durante este discurso, SOLANGE estaba jugando con un par de guantes de goma y observaba sus manos enguantadas, a veces juntando los dedos y otras veces separndolos.) No te prives, hazte la mosquita muerta. Y sobre todo, no te des prisa. Tenemos tiempo de sobra. Sal! (SOLANGE, de repente, cambia de actitud y sale humildemente sujetando con la punta de los dedos los guantes. CLARA se sienta ante la coqueta. Olfatea las flores, acaricia los objetos de aseo, se cepilla el pelo, se arregla la cara.) Prepare mi vestido. De prisa, no tenemos tiempo. No est aqu? (Se vuelve.) Clara! Clara! (Entra SOLANGE.) Prepare mis trajes. El vestido blanco de lentejuelas. El abanico, las esmeraldas. Squelas. Quiero escoger yo misma. Y claro est, los zapatos de charol. Esos que tanto codicia usted desde hace aos. (SOLANGE saca del armario algunos estuches. Los abre y los dispone sobre la cama.) Para su boda, me figuro. Confiese que la sedujo. Que est usted embarazada. Confiselo. (SOLANGE se pone en cuclillas sobre la alfombra y escupiendo sobre los zapatos les saca brillo.) Ya le dije, Solange, que evitara los esputos. Que duerman en su cuerpo, hija ma, y que se pudran en l. Ja! Ja! (Re nerviosa.) Que el caminante extraviado se ahogue en ellos. Ja! Ja! Es usted fesima, tesoro mo. Inclnese ms y mrese en mis zapatos. (Alarga el pie y SOLANGE lo examina.) Se figura que es cosa grata para m saber que mi pie est envuelto entre los velos de su saliva? Entre la bruma de sus pantanos?

LA GAVIOTA de ANTON CHEJOV

TREPLIOV (deshojando una flor)- Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. (Se re.) Ves? Mi madre no me quiere. A ver! Ella desea vivir, amar, ponerse blusas claras, y yo he cumplido ya veinticinco aos, le estoy recordando constante- mente que ya no es joven. Cuando yo no estoy, ella tiene slo treinta y dos aos; cuando estoy, tiene cuarenta y tres: por esto me odia. Adems, sabe que yo no acepto el teatro. A ella el teatro le gusta; le parece que, con el teatro, presta un servicio a la hu- manidad, al sagrado arte; en cambio, yo creo que el teatro contemporneo no es ms que rutina y pre- juicios. Cuando se levanta el teln y a la luz crepus- cular, en una estancia de tres paredes, esos grandes talentos, sacerdotes del sagrado arte, representan de qu modo las personas comen, beben, aman, cami- nan y llevan sus chaquetas; cuando de unas escenas y frases triviales intentan sacar lecciones de moral, de una moral canija, sin complicaciones, til para la vida domstica; cuando, en mil variantes me sirven siempre la misma cosa, la misma cosa, la misma co- sa, huyo y huyo, como Maupassant hua de la torre Eiffel, cuya vulgaridad le aplastaba el cerebro.

MUERTE DE UN VIAJANTE de ARTHUR MILLER

HAPPY- Claro que s! Una mujer con carcter y capacidad de resistencia! Como mam, sabes? Vas a pensar que soy un cabrn, pero esa chica, Charlotte, con la que estuve anoche, est prometida y se casa ms o menos dentro de un mes. (Se prueba un sombrero nuevo.) Pues s, su novio es candidato a la vicepresidencia de la empresa. No s qu me pasa, a lo mejor es que tengo un sentido de la competencia demasiado desarrollado, vete a saber, pero la cuestin es que la deshonr, y la cosa no acaba ah, porque ahora no puedo librarme de ella. Y l es el tercer ejecutivo al que se la juego. No te parece una cosa sucia? Y para colmo asisto a sus bodas! (En tono indignado, pero riendo:) Es como eso de que no debo aceptar sobornos. De vez en cuando los fabricantes me dan cien dlares para que el almacn les haga un pedido. Ya sabes lo honrado que soy, pero, mira, es como lo de esa chica. Me detesto por hacerlo, porque no la quiero, y, sin embargo, lo hago... y me encanta!

CELEBRACIN de HAROLD PINTER

SUKI- Podra describirte un par de archivadores o tres. Por detrs...En mis tiempos. Cuando era una secretaria eficiente. Visit la parte trasera de algn que otro mueble de esos...S, s. Escucha. Yo misma invertira en ti si tuviese dinero. Que por qu? Pues porque creo en ti. Eso de los archivadores pas cuando era secretaria Ahora no lo hara, por supuesto. De ninguna manera. Ni que decir tiene. La cosa era, mira, yo era tan excitable, que su excitacin me excitaba, pero ya no hara todas esas cosas, soy mayorcita y no una nia presumida, algo tontorrona y confusa. Pero que salvaje, ansiosa, coqueta y complaciente poda llegar a ser! Haba das en los que no daba abasto para llegar de un archivador a otro, estaba tan excitada, era tan tenaz y voluble que daba miedo, los tos no paraban de meterme mano, la de cosas que me pedan hacer, se sala de madre! Brbaro. Pero volviendo a lo que importa: Hacen bien en confiar en ti, por qu no iban a hacerlo?

CELEBRACIN de HAROLD PINTER

LAMBERT- No os vais a creer esto. No me vais a creer... y no lo digo slo porque est entre amigos... y s que se me conoce bien por confiar en mi familia y allegados... porque saben que les apoyo en primera instancia... confan en m visceralmente... desde lo ms profundo de su ser me respetan... de otro modo no dira esto. No os confiara lo que voy a decir si pensase que me detestis como a una alimaa... no podra ser abiertamente sincero si creyese que vosotros creis que yo soy un montn de mierda. Si pensase que vosotros querrais verme ahorcado, ahogado o descuartizado... Nunca podra ser franco u honesto, si as fuera... Jams... (Silencio.) Como iba diciendo, no vais a creerme, una vez me enamor y la chica de la que me enamor me correspondi. As fue, lo s. Era una chica con la que sola pasear a la orilla del ro. Daba largos paseos con aquella muchacha por el ro. Era tan inexperto...Estoy hablando de amor, to. Amor del de verdad, me cago en la puta, de caminar por la orilla del ro cogidos de la mano. Aquella chica estaba enamorada de m... trato de controslo.

HAMLET de WILLIAM SHAKESPEARE

HAMLET Delirio?

Mi pulso late acompasado como el tuyo y da una msica tan sana. No es locura lo que he dicho. Ponme a prueba y yo repetir mis palabras, de lo cual

huira la locura. Madre, por el cielo,

no pongas un blsamo a tu alma

que muestre mi demencia y no tu culpa. Ser una fina piel sobre la llaga,

mientras, invisible, la inmunda podredumbre por dentro todo infecta. Confisate al cielo, llora el pasado, evita tentaciones;

no quieras abonar la mala hierba

y hacerla ms frondosa. Perdona mi virtud,

pero en estos tiempos de molicie y saciedad

la virtud ha de excusarse con el vicio

e implorar que le deje socorrerle.

PALABRA DE PERRO de JUAN MAYORGA

BERGANZA- Aprovechar esa advertencia y esperar con ansia que me refieras tus sucesos. De quien sabe enmendar defectos en los cuentos de los otros, se pueden esperar novelas ejemplares. Y ahora, si me dejas hablar respetando el turno, te contar cmo viv en el campo. No faltndome all alimento, pronto se pas el dolor de tripas. Daba gusto a mi cuerpo y aun tena tiempo para el espritu. A la hora de la siesta, buscaba a mi seora a la sombra de un pino. (Se echa a los pies de la Granjera, quien lee en voz alta La Galatea de Cervantes. Berganza no comprende lo que oye.) Ese Cervantes escribe de odas. Dice que en el campo se pasan la vida cantando? Mi capataz cantaba, pero no canciones bien rimadas y no con voz delicada, sino ronca, que parece no que canta, sino que grue. Y no al son de rabeles o chirumbelas. Lo ms del da se lo pasaba espulgndose. Y no se nombraba Erastro o Lisandro, como los pastores de Cervantes, sino Antn Llorente. Se ve que muchos libros son cosas soadas. Ni en Antn Llorente haba rastro de aquella armoniosa vida, ni en la granja reliquia de aquellos amenos prados, claros arroyos y cristalinas fuentes... Lo que era maravilla era ver cmo nacan los pollitos, los corderitos, los cerditos, las terneritas, cmo los inflaban en tres meses, cmo inflados los troceaban, cmo los empaquetaban en bandejas transparentes..