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1 D.R Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, 2008 Módulo 4. Metodología para la prevención de la violencia juvenil . Descripción El módulo 4 fue desarrollado con base en el manual "Guía de recursos para municipalidades: prevención del crimen y la violencia en el ámbito comunitario en zonas urbanas de América Latina". Para conocer más sobre dicho manual, puede descargar el documento con los antecedentes, reconocimientos, derechos de autor, recursos, contactos y referencias bibliográficas (descargar documento ). Este módulo se compone de dos unidades semanales y una evaluación del módulo. El módulo 4 representa 10 puntos de la nota final del diplomado. En el listado de actividades se detallan éstas y su ponderación. Cada unidad semanal incluye lecciones y actividades de aprendizaje (anotaciones, reflexiones, foros y cuestionarios). Resultados de aprendizaje Al final el alumno será capaz de: Describir distintos tipos de violencia juvenil. Describir las tendencias recientes de la violencia juvenil en América Latina y el Caribe. Discutir los principales factores de riesgo, los activos con que se cuenta y los programas de prevención relacionados. Describir importantes componentes de la planificación comunitaria conjunta para la prevención de la violencia. Describir estrategias para desarrollar un plan de acción para la prevención de la violencia juvenil en el ámbito local. Temario Unidad 11. Introducción, contexto situacional y marco para comprender la violencia juvenil Lección 11.1 Violencia Juvenil: introducción y contexto situacional Lección 11.2 Contexto situacional y marco para comprender la violencia juvenil Unidad 12. Alianzas, Violencia juvenil: estrategias eficaces de prevención, y costos y beneficios Lección 12.1 Estrategias eficaces de prevención Lección 12.2 Costos y beneficios de la prevención, y resumen y conclusiones de las estrategias Lección 12.3 Estudios de caso relativos a la planificación y el desarrollo comunitario para prevenir la violencia juvenil

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1 D.R Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, 2008

Módulo 4. Metodología para la prevención de la violencia juvenil.

Descripción

El módulo 4 fue desarrollado con base en el manual "Guía de recursos para municipalidades: prevención del crimen y la violencia en el ámbito comunitario en zonas urbanas de América Latina". Para conocer más sobre dicho manual, puede descargar el documento con los antecedentes, reconocimientos, derechos de autor, recursos, contactos y referencias bibliográficas (descargar documento).

Este módulo se compone de dos unidades semanales y una evaluación del módulo.

El módulo 4 representa 10 puntos de la nota final del diplomado. En el listado de actividades se detallan éstas y su ponderación.

Cada unidad semanal incluye lecciones y actividades de aprendizaje (anotaciones, reflexiones, foros y cuestionarios).

Resultados de aprendizaje Al final el alumno será capaz de:

Describir distintos tipos de violencia juvenil.

Describir las tendencias recientes de la violencia juvenil en América Latina y el Caribe.

Discutir los principales factores de riesgo, los activos con que se cuenta y los programas de prevención relacionados.

Describir importantes componentes de la planificación comunitaria conjunta para la prevención de la violencia.

Describir estrategias para desarrollar un plan de acción para la prevención de la violencia juvenil en el ámbito local.

Temario

Unidad 11. Introducción, contexto situacional y marco para comprender la violencia juvenil

Lección 11.1 Violencia Juvenil: introducción y contexto situacional

Lección 11.2 Contexto situacional y marco para comprender la violencia juvenil

Unidad 12. Alianzas, Violencia juvenil: estrategias eficaces de prevención, y costos y beneficios

Lección 12.1 Estrategias eficaces de prevención

Lección 12.2 Costos y beneficios de la prevención, y resumen y conclusiones de las estrategias

Lección 12.3 Estudios de caso relativos a la planificación y el desarrollo comunitario para prevenir la

violencia juvenil

2 D.R Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, 2008

Unidad 11. Introducción, contexto situacional y marco para comprender la violencia

juvenil

Lección 11.1

Violencia Juvenil: introducción y contexto situacional

Contexto situacional

Definición de violencia juvenil

A fin de comprender tanto las causas como las soluciones, debemos, en primer lugar, explorar los distintos significados de la violencia y el tipo de violencia con el que trataremos.

A menudo, los términos violencia y agresión se utilizan como sinónimos, estando marcada la violencia por un grado de exceso superior. Los términos también difieren función de la edad del perpetrador.

Por ejemplo

Se ha suscitado mucha controversia en torno al término violencia y sobre cuáles deberían ser los actos a incluir en ese término. Algunos autores proponen definiciones más limitadas fundamentadas en condicionantes como:

Intencionalidad

Legalidad

Naturaleza de los blancos

Cada limitación lleva a una definición más específica con ventajas y desventajas asociadas. La mayor parte de los esfuerzos públicos para enfrentar la violencia se concentran en la violencia física y sexual. Sin embargo, esta definición se extiende a la violencia psicológica y a la intimidación.

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El limitar la definición de violencia a ‘conductas ilegales’ que ocasionan daños o lesiones es consistente con las

normas jurídicas. Tal definición es útil desde una perspectiva de control y políticas públicas porque incluye actos que en general son considerados como violentos, incluyendo:

Violación Asalto a mano armada Agresión grave Violencia de pandillas Homicidio

Uno de los problemas de esta definición es que…

la misma conducta puede ser considerada como ilegal o legítima en función de condiciones culturales e históricas específicas. A partir de esta perspectiva, una conducta sólo sería considerada violenta si hubiese alguna sanción oficial en contra de ella.

En realidad, más personas mueren a causa de suicidio que de homicidio. En Estados Unidos, el suicidio ocupa el tercer lugar en importancia como causal de muerte de jóvenes entre 15 y 24 años; las tasas de mortalidad son 1,7 veces más elevadas para los casos de suicidio que para el homicidio.

Aún así, la mayor parte de las estrategias locales de prevención de la violencia enfatizan la violencia contra terceros en el contexto de la seguridad comunitaria.

Para los propósitos de este curso, definiremos violencia como conductas

intencionales que amenazan provocar o provocan daño a terceros. Hay que subrayar que, en los datos oficiales, las tasas de homicidio son los indicadores que se utilizan con más frecuencia.

Tipos de violencia juvenil

La violencia no es un patrón de comportamiento único, sino varios. La naturaleza múltiple y compleja de la violencia origina la propuesta de varias pautas y esquemas clasificatorios.

Estudiosos del comportamiento y otros científicos han trabajado para desarrollar clasificaciones, agrupando categorías significativas de violencia que comparten características comunes vinculadas a causales y propósitos.

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Un enfoque ha sido clasificar la violencia según la motivación subyacente del agresor. Una distinción que se utiliza con frecuencia divide la motivación entre hostil e instrumental.

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Modelos biológicos de violencia ya han identificado patrones neurales específicos que caracterizan cada tipo de violencia.

Por ejemplo

Otra distinción entre clases de violencia que guarda cierta similitud con la clasificación hostil/instrumental es la diferencia entre:

Violencia defensiva

Violencia ofensiva

Tal distinción ha sido fundamental en los estudios de agresión entre animales, ya que la agresión defensiva u ofensiva se encuentra vinculada a la estimulación de distintas áreas del cerebro.

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A grosso modo, la agresión instrumental entre humanos es análoga a la agresión predatoria aunque se limite a la conducta intra-especies. En otras palabras, cuando los humanos matan animales para alimentarse ello no es considerado, por lo general, violencia ofensiva de la misma naturaleza que matar a un integrante de una pandilla rival.

De forma similar, la agresión emocional u hostil entre humanos se podría considerar como análoga a la agresión defensiva en respuesta a una amenaza o percepción de amenaza.

Distintos esquemas de clasificación sirven a propósitos diferentes. En la vida cotidiana se suele dividir la violencia en clases distintas según criterios que son de utilidad para la descripción, el diálogo y las políticas públicas. La violencia se puede agrupar en categorías que se basan en variables, como:

Algunos estudios han desarrollado sistemas de clasificación que pueden orientar los esfuerzos de prevención, intervención y control. Tolan y Guerra (1994 ) describen cuatro tipos de violencia juvenil: situacional, relacional, predatoria y psicopatológica.

Este esquema de clasificación fue propuesto para organizar los esfuerzos de prevención de la violencia juvenil, pues cada tipología de violencia requiere un tipo diferente de intervención. Por ejemplo, los programas de resolución de conflictos serían útiles para combatir a la violencia relacional, pero no a la predatoria.

Tipos de violencia

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¿Qué porcentaje de violencia juvenil en su ciudad se debe a la violencia predatoria?

¿Qué porcentaje de ella está vinculada a las actividades de las pandillas? Describa un incidente típico. ¿Qué porcentaje de violencia juvenil en su ciudad se debe a la violencia relacional? ¿Ocurre más a menudo entre familiares, entre vecinos o entre conocidos? Describa

un incidente típico.

Lección 11.2 Contexto situacional y marco para comprender la violencia juvenil

Violencia juvenil en el continente americano

Tal como lo indican datos transnacionales e históricos, hace mucho que la violencia es considerada un problema y es perpetrada por y contra personas provenientes de todos los segmentos de la sociedad.

Aunque los datos globales sobre violencia a veces son incompletos, los existentes indican que las tasas de violencia grave, como los homicidios, varían mucho entre las distintas regiones del mundo.

Por ejemplo:

Tazas de homicidio

Promedio mundial cerca de 11 por cada 100.000 habitantes

América Latina y el Caribe casi tres veces la tasa promedio: 36,4/100.000 (OMS, 2003)

Guatemala, Colombia, Jamaica y El Salvador

exceden el promedio regional

Entre las ciudades de un mismo país también varia, en 1999

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Bogotá 42/100.000

Medellín, Colombia

162/100.000 aproximadamente cuatro veces más elevada

Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Centro de Referencia Nacional sobre la Violencia (2000). Santa Fe de Bogotá.

En muchas partes del mundo, las tasas de homicidio entre los jóvenes aumentaron en forma dramática entre mediados de los años ochenta y mediados de los años noventa.

En muchos casos, este crecimiento estuvo asociado a un incremento en la disponibilidad de armas de fuego y drogas. Aunque existe alguna evidencia de que esa epidemia llegó a su punto culminante a mediados de los años noventa, por lo menos en Estados Unidos, las tasas permanecen aún por sobre el nivel de las de los años previos a la década de los ochenta.

En muchas áreas urbanas la violencia juvenil parece venir incrementándose desde el año 2000. En realidad, el aumento de la violencia juvenil y de la violencia en general parece ser un fenómeno urbano.

¿Cuáles son las áreas de su comunidad más afectadas por la violencia?

Violencia juvenil en el continente americano

En muchas partes de América Latina y el Caribe, la violencia grave ha aumentado en forma consistente desde la década de los 80; las tasas regionales de homicidio sufrieron un incremento promedio de casi el 50% durante este periodo. En algunos casos estos incrementos fueron aún más dramáticos.

Por ejemplo

Ciudad / país Año Incremento de la tasa de homicidios

Brasil 1980 - 2002

de 11,4 a 28,4 por cada 100.000 habitante, aumentó más del doble

Sao Paulo 1980 - 2002 de 17,5 a 53,9, aumentó más del triple

Venezuela 2001 - 2002 30% menos referente a los 9.617 homicidios

del 2002

Información obtenida del Centro para el Control de Enfermedades (Marzo, 2004). Tendencias y características de los homicidios, Brasil 1980-2002. MMWR.

Drawng the line on guns (22 de marzo de 2004). Registro del Condado de Orange

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No sólo el homicidio entre jóvenes constituye un problema significativo a nivel mundial, sino también los niveles de agresión, intimidación, abuso y violencia doméstica. En una encuesta reciente en la que participaron niños de edad escolar de 27 países (OMS, 2003):

La mayor parte de los adolescentes de 13 años indicó participar con cierta frecuencia en acciones de intimidación.

Aunque los datos mundiales sobre el maltrato de menores son incompletos, la OMS estima que cerca de 40 millones de niños de 0 a 14 años sufren algún tipo de maltrato.

En todos los países en los que se han realizado estudios confiables, los resultados sugieren que entre el 10% y el 50% de las mujeres manifiesta haber sufrido maltrato físico en manos de su pareja, en algún momento de su vida.

¿Cuáles han sido las tendencias de perpetración y victimización por violencia juvenil en su ciudad en las últimas dos décadas?

¿Cómo se compara esto con las tendencias del país y de la región?

Documentación de las tasas de violencia juvenil. Sistemas de vigilancia y registro

En muchos casos, la documentación de la violencia juvenil es fragmentada y parcial, sobre todo en el ámbito local.

Como ya lo hemos comentado, las tasas de homicidio se utilizan frecuentemente como indicador general del nivel de violencia. La fuente de datos para esas tasas puede variar para reflejar las estadísticas sobre víctimas (número de personas asesinadas) o información relativa a los perpetradores (arrestos por homicidio).

Para obtener información sobre la perpetración de violencia juvenil, es importante analizar los datos de arrestos y asegurarse de que tales datos ofrecen información adecuada.

Por ejemplo

Es útil recopilar información sobre categorías de edad a fin de captar, de forma apropiada, los diversos riesgos de participación en actos violentos a distintas edades, así como información sobre distintos tipos de violencia.

En muchas localidades se cuantifica la violencia juvenil utilizando información sobre arrestos. La precisión y utilidad de esta información muestran una amplia variación. En muchos entornos, es poco probable que los delitos sean

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denunciados ante las autoridades, especialmente cuando el nivel de confianza en la policía y en el sistema judicial es bajo, generando así un subregistro de la violencia.

En otros, ciertos grupos de personas pueden ser arrestados por delitos violentos de forma desproporcionada. Una estrategia para incrementar la confiabilidad de los datos sobre la violencia es recopilar esta información de distintas fuentes.

Por ejemplo

Se pueden crear unidades de archivo central para procesar datos sobre violencia generados por distintos organismos.

Además de los datos en archivos, las encuestas a víctimas de la delincuencia pueden ofrecer información de gran utilidad, ya que éstas cuantifican la victimización en una muestra representativa de ciudadanos.

Vaya a la página del curso para ver el documento: Encuesta Nacional sobre Víctimas del Delito

¿Qué datos sobre violencia juvenil se encuentran disponibles localmente? ¿De qué forma se coordina y comunica esta información a los hacedores

de políticas públicas? ¿Qué datos adicionales podrían ser útiles para propósitos de

documentación y planificación de programas?

Marco para comprender la violencia juvenil

Factores de riesgo para la violencia juvenil y ventajas para un desarrollo saludable

Para poder prevenir eficazmente los comportamientos problemáticos como la violencia, es necesario comprender la forma en que dichas conductas se desarrollan, se sustentan o se acrecientan. Un enfoque bastante utilizado, basado en un modelo de salud pública, consiste en identificar una serie de factores de riesgo que aumentan las probabilidades de ocurrencia de comportamientos agresivos y violentos.

Por otra parte, se han identificado factores protectores o ventajas que potencialmente reducen la probabilidad de

la práctica de la violencia. En entornos o situaciones en los cuales la violencia es más probable, aquellos jóvenes que logran prosperar y mantenerse libres de ella a pesar de esas desventajas son denominados jóvenes resistentes.

Por medio de este enfoque es posible proyectar intervenciones para reducir los factores de riesgo, aumentar los factores protectores o desarrollar la resistencia.

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Marco para comprender la violencia juvenil

En los últimos años, las respuestas comunitarias se han dividido frecuentemente entre aquellas que enfatizan:

1. la identificación de factores de riesgo en la selección tanto de participantes como de tipo de intervención; 2. la identificación de ventajas importantes que se pueden fomentar o acentuar.

Como la investigación de factores de riesgo suele enfatizar lo que "anda mal” con la juventud y la comunidad, se ha adoptado un enfoque que enfatiza las ventajas y que busca reforzar lo que "anda bien” o, enderezar lo que debe enderezarse en las comunidades.

En realidad, muchos factores protectores reflejan el extremo opuesto del espectro de riesgo.

Por ejemplo

Por esta razón, y con el fin de orientar las intervenciones mediante el fomento de un desarrollo positivo, analizaremos ahora los factores de riesgo de la violencia juvenil, sin dejar de observar cómo éstos pueden transformarse en factores protectores o ventajas.

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¿Cuáles consideraría como factores de riesgo de la violencia juvenil en su comunidad?

¿Cuáles consideraría ventajas o factores protectores? ¿Qué caracteriza a los jóvenes resistentes?

Elabore un listado con cada grupo de respuestas en el Diario o en un documento aparte.

Los factores de riesgo de la violencia juvenil incluyen:

A continuación se presenta cada uno de ellos.

A nivel individual, los factores de riesgo pueden dividirse en: factores biológicos, problemas cognitivos/académicos y conductuales. En algunos casos, el riesgo en un área determinada, como el riesgo biológico, puede aumentar la posibilidad de riesgo en otra como el riesgo cognitivo/académico.

De la misma manera, el riesgo en un determinado nivel, como puede ser el abuso infantil en la familia, puede incrementar el riesgo en otro nivel como el desarrollo cerebral.

Los factores de riesgo biológicos están relacionados con algún tipo de daño neurológico. Ello puede ocurrir debido

a una serie de eventualidades, como lesiones o complicaciones relacionadas con el parto, desnutrición, exposición al plomo o trauma severo.

Por ejemplo, los estudios recientes sobre la primera etapa del desarrollo cerebral identificaron un estado

denominado „hiperestimulación‟, relacionado con la exposición, el inicio de la vida, el estrés crónico y traumático tal como la violencia doméstica.

Esta información fue obtenida en National Clearinghouse on Child Abuse and Neglect (2001). Understanding the effects of maltreatment on early brain development. -Centro Nacional para el abuso y la negligencia infantil (2001). Comprendiendo los efectos del abuso en el desarrollo temprano del cerebro- Washington, DC: Departamento de Salud y Servicios Humanos. Disponible en:http://www.calib.com/home/ (Únicamente en idioma inglés)

Ejemplo: "Hiperestimulación"

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“La hiperestimulación se presenta con más frecuencia entre los muchachos adolescentes. Al igual que en el Trastorno de Estrés Postraumático, la hiperestimulación ocurre cuando el sistema de „alarma‟ del cerebro se sensibiliza en exceso a señales amenazadoras, lo que a menudo genera una respuesta agresiva o violenta.

Ello ocurre comúnmente como respuesta al estrés crónico y traumático, como el abuso infantil en una etapa temprana del desarrollo. El cerebro del niño se adapta a un mundo peligroso e impredecible, permaneciendo siempre alerta al peligro, hipervigilante a potenciales señales de amenaza o peligro.

El cerebro, literalmente, sensibiliza las vías para la respuesta de miedo y crea memorias tales que hacen que esta respuesta sea casi automática. Ello puede generar una reactividad desmedida a supuestas amenazas, así como también, una provocación real a terceros con la finalidad de incrementar la previsibilidad de la amenaza.”

Varias características infantiles relacionadas con el funcionamiento cognitivo/académico ya han sido identificadas como factores de riesgo de la agresión.

Por ejemplo, existe amplia evidencia basada en investigaciones de que la agresión sufrida a temprana edad está vinculada con:

la hiperactividad,

la falta de autocontrol,

un cociente intelectual deficiente,

deficiencias académicas,

una pobre destreza verbal.

Es más, muchas de esas características no sólo pronostican un comportamiento agresivo en edad temprana, sino también un comportamiento violento al inicio de la edad adulta.

Hay ciertas evidencias de que esta constelación de factores de riesgo está vinculada a deficiencias en las funciones ejecutivas de los lóbulos frontales del cerebro. Estas funciones están implicadas en el sostenimiento de la atención, la concentración, la planificación, la formulación de objetivos, el automonitoreo eficaz, la autoconciencia del comportamiento y las inhibiciones respecto a conductas inadecuadas o impulsivas.

Además de problemas cognitivos que influyen sobre el aprendizaje, los niños más agresivos también desarrollan patrones específicos de cognición social, como dificultades para solucionar problemas interpersonales (sociales).

La agresión en una edad temprana es el factor de riesgo conductual más estrechamente vinculado a la agresión incesante durante la adolescencia y la edad adulta. Estudios realizados en todo el mundo han concluido de forma consistente en que la agresión infantil durante los años de educación primaria es una de las mejores y más consistentes pronosticadoras de violencia juvenil. La violencia grave durante la adolescencia también conlleva un pronóstico de conducta violenta en la edad adulta.

Familias

Dos dimensiones fundamentales del funcionamiento familiar han sido estudiadas como factores de riesgo de agresión y como posibles metas de intervenciones preventivas:

Métodos de dirección de los padres y sus destrezas para solucionar problemas.

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Características del entorno emocional de la familia.

Desde la perspectiva de las ventajas o los factores protectores, las familias en donde los padres demuestran una efectiva dirección y destrezas para resolver problemas, y que cuentan con un entorno emocional positivo, tienen mayores probabilidades de tener hijos socialmente competentes en vez de agresivos.

Las técnicas de dirección de los padres y sus destrezas para resolver problemas han sido estudiadas a fondo, y se descubrió que era más probable que los padres de niños agresivos utilizaran técnicas como las siguientes:

Disciplina inconsistente, a veces intransigente, a veces permisiva.

Se basan en la coacción y poseen destrezas inadecuadas de gestión del comportamiento.

Disciplina indebidamente estricta y/o abusiva.

Bajos niveles de monitoreo y supervisión por parte de los padres, sobre todo en lo que concierne a los adolescentes.

Falta de información sobre el desarrollo infantil y uso ineficiente de los recursos familiares.

Valores distorsionados compartidos que refuerzan el comportamiento violento y delictivo.

Ejemplo: ¿Aumentan el riesgo de agresión los castigos corporales?

“Se ha discutido mucho sobre el efecto de las palmadas y los castigos corporales sobre la agresividad infantil. Algunos creen que cualquier tipo de violencia física contra el niño, incluso una palmada, puede generar un entorno que ratifica la agresión y que elevará las probabilidades de que el niño se comporte en forma agresiva. Muchos de los padres de familia que participaron en una encuesta reciente realizada en Estados Unidos, América Latina y España, opinaron que el castigo corporal era necesario para sus hijos. Sin embargo, la encuesta también concluyó que era más probable que los padres que habían sido castigados durante su niñez castigaran a sus hijos con palmadas, los golpearan con un objeto, abofetearan a su pareja, golpearan a su pareja con un objeto y golpearan a alguien ajeno a la familia. Aunque es improbable que el hecho de dar palmadas a los hijos, en ausencia de otros factores de riesgo, pueda provocar agresión o violencia, la práctica sí juega un determinado rol en la agresión futura.”

Artículo obtenido en: Organización Panamericana de la Salud (2004). Proyecto Activa: Actitudes y normas culturales frente a la violencia en ciudades seleccionadas de América Latina y España. Disponible en: http://www.paho.org/default_spa.htm (En español)

Se ha descubierto que algunas

características del ambiente emocional

de la familia pueden representar factores

de riesgo de la agresión.

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También hay evidencias que indican que los estilos de vinculación entre padres e hijos, caracterizados por una relación cercana con la persona que les brinda cuidados durante la infancia, difierentre los niños agresivos y los no agresivos: los agresivos demuestran vínculos más inseguros. De forma similar, las relaciones familiares que se caracterizan por ser abusivas aumentan significativamente el riesgo de que los niños demuestren conductas agresivas y violentas.

Coetáneos o iguales

Los grupos de coetáneos -o iguales- en la infancia ejercen una influencia significativa en el desarrollo y comportamiento de los niños, particularmente a medida que crecen y durante la adolescencia.

En la mayor parte de los casos, esas influencias son positivas y representan un marco en el que el niño aprende a esperar su turno, cooperar y desarrollar habilidades sociales. Los grupos de iguales son definidos, por lo general, por la similitud tanto en lo que se refiere a los valores como al comportamiento de los niños.

Ello significa que los niños agresivos tienden a socializar con otros niños agresivos y que comparten normas similares un cuanto a la idoneidad de la agresión. Podría ser simplemente que se identifican y se unen, o que los niños agresivos y delincuentes tienen que elegir entre un número más limitado de iguales no agresivos, puesto que también es más probable que sean rechazados por los demás.

Es un hecho bien documentado que en la adolescencia, los jóvenes que participan en actos violentos y delictivos también tienden a tener amigos delincuentes. Sin embargo, tal asociación suele formalizarse en la adolescencia, y los actos graves de violencia y delincuencia, a menudo, están relacionados con las pandillas.

Esto se hace particularmente evidente en comunidades urbanas de escasos recursos económicos, en donde las pandillas callejeras ejercen una profunda influencia en la vida de los niños, adolescentes y adultos.

Ejemplo: Pandillas y violencia juvenil

“En todo el mundo existen pandillas juveniles. En general se componen de adolescentes y jóvenes adultos del sexo masculino, aunque actualmente las muchachas están comenzando a formar sus propias pandillas. Tienden a desarrollarse en torno a aspectos raciales o étnicos, vigilar un territorio específico, funcionar como una organización que puede formar parte de un grupo más grande, y exhibir símbolos de su organización en ropas, tatuajes, gestos y lenguaje. Aunque las pandillas representan una pequeña proporción de la población adolescente, ellas son las responsables de un alto porcentaje de la violencia juvenil grave.

En Estados Unidos, la actividad pandillera data de principios del Siglo XIX, cuando surgen pandillas juveniles del seno de ciertas poblaciones de inmigrantes. Sin embargo, algunos estudios han documentado una proliferación más acentuada de la actividad de pandillas a partir de los años ochenta.

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Por ejemplo, la Encuesta Nacional de Pandillas Juveniles de 1999 estimó el número de pandillas y sus integrantes en 26.000 y 840.500, respectivamente. La mayor parte se ubica en grandes ciudades, como Los Ángeles y Chicago. Los datos recientes recabados en América Latina también señalan un rápido crecimiento del problema de las pandillas. Por ejemplo, la OMS estima que existe entre 30.000 y 35.000 integrantes de pandillas en El Salvador y un número similar en Honduras. También hay problemas de esta naturaleza en ciudades del norte y sudoeste de México, donde la inmigración desde Estados Unidos es mayor.

Las encuestas sugieren múltiples razones por las cuales los jóvenes ingresan en pandillas, entre ellas, la falta de oportunidades, la desorganización social del barrio, la descomposición de la familia, un bajo desempeño académico, la escolaridad interrumpida, el castigo corporal severo o la victimización en el hogar, el menoscabo de los sistemas policiales y del orden la localidad, y el hecho de tener amigos, hermanos u otros familiares ya involucrados en pandillas.”

¿Hasta qué punto la violencia de pandillas representa un factor importante en la violencia juvenil en su ciudad? ¿Cómo ha cambiado esto en la última década?

Las escuelas que los niños frecuentan, los barrios en que viven y el contexto social más amplio en el que crecen y se desarrollan tienen una influencia significativa en su desarrollo.

En general, jóvenes que crecen en barrios urbanos pobres, con pocos recursos, escuelas inadecuadas y altas tasas de criminalidad corren más riesgo de involucrarse en la violencia que jóvenes que viven barrios más pudientes.

Aún así, hay ciertos factores en cada contexto que ejercen impacto sobre la violencia. Discutiremos ahora el impacto de las escuelas y del contexto social más amplio. Luego enfocaremos el tema del riesgo específico presente en las comunidades urbanas desposeídas, y cuáles son los factores que parecen contribuir a ese riesgo.

Escuelas Además de su rol de promover el buen desempeño académico (un activo para un desarrollo saludable), las escuelas pueden influir sobre la agresión de diversas maneras. Se ha demostrado que algunas características de la organización escolar y de las prácticas específicas de los profesores pueden aumentar el riesgo de agresión infantil o promover comportamientos positivos.

Por ejemplo, un comportamiento positivo del alumno es más probable en una escuela que estimule su participación

en la toma de decisiones, que enfatiza la excelencia, que posee un liderazgo de alta calidad, y que enseña claras normas formales e informales de conducta que se hacen respetar y se aplican consistentemente. También hay evidencias de que el comportamiento de los profesores y la organización social del aula pueden ocasionar tanto un desarrollo positivo como la agresión.

Por ejemplo, los estudios sobre la interacción profesor-alumno sugieren que los patrones coactivos de interacción

pueden generar y perpetuar el comportamiento antisocial del niño en el aula. Por otra parte, algunos estudios han puesto de manifiesto que algunos profesores, sin darse cuenta, refuerzan el comportamiento agresivo en el aula, porque su atención se enfoca hacia el alumno que crea disturbios en lugar de hacia aquel que exhibe un comportamiento adecuado.

Es más, se ha demostrado que las expectativas de los profesores en cuanto a aquellos alumnos que ellos consideran potencialmente violentos influyen sobre el comportamiento de estos últimos.

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Piense en algunos problemas apremiantes presentes en el sistema educativo de su comunidad.

¿De qué forma se relacionan esto con los problemas de violencia juvenil?

Algunos factores sociales pueden crear condiciones que contribuyen a la violencia juvenil. En algunos casos, esas condiciones están directamente relacionadas con crisis económicas o con un menoscabo sustancial del estándar de vida y la infraestructura básica.

Ello puede provocar:

La desestabilización de los controles formales e informales.

Una mayor desigualdad de ingresos.

La falta de viviendas o la sobre ocupación de las mismas.

La falta de oportunidades.

La frustración.

La rebelión.

El incremento de estructuras que favorecen la ilegalidad.

El aumento en el consumo de alcohol.

Una mayor disponibilidad y uso de armas de fuego.

Un incremento general de la violencia.

Sin embargo, estos cambios suelen ser el resultado de influencias políticas e históricas complejas que son difíciles de modificar en el corto plazo, sobre todo a escala nacional o regional.

Además de las condiciones sociales, algunos factores culturales pueden aumentar o disminuir la probabilidad de que una sociedad sufra los embates de la violencia.

Sociedades y culturas más tolerantes respecto a la violencia, y que propagan tales creencias por medio de rituales, costumbres, exposición en los medios, normas y leyes, tienden a tener tasas de violencia juvenil más elevadas.

En determinados entornos, la violencia es considerada como un mecanismo normativo y apropiado, tanto en beneficio personal como en la resolución de conflictos. Dicho factor suele complicarse con el hecho de que las condiciones sociales y económicas desventajosas son influidas por, y ejercen influencia sobre esas normas emergentes. En algunas comunidades la violencia se convierte en una divisa normativa de interacción y relación social.

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El riesgo específico en comunidades urbanas desfavorecidas

Dedicamos una sección especial a las dimensiones específicas del riesgo en comunidades urbanas desfavorecidas, porque la violencia interpersonal es uno de los problemas más apremiantes que enfrentan los residentes de zonas urbanas de escasos recursos en todo el mundo.

Los datos sobre índices de violencia señalan consistentemente que

Lo anterior es particularmente cierto en América Latina y el Caribe, donde la brecha entre ricos y pobres suele ser grande y donde es frecuente encontrar bolsones urbanos de extrema pobreza.

Aunque resulte fácil y conveniente señalar aquellos factores obvios como la pobreza y la falta de oportunidades, si queremos comprender el riesgo en este contexto, debemos analizar con mayor detenimiento las dinámicas presentes en estas comunidades y la forma en que éstas afectan el comportamiento infantil.

Los entornos urbanos pobres pueden ejercer influencia sobre la propensión individual a la agresión, así como sobre las circunstancias propicias para el aprendizaje de la agresión a través del tiempo. Estas comunidades brindan un amplio contexto de desarrollo situado dentro de un marco histórico, político, nacional y global más amplio.

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En muchos casos, estos entornos reflejan un contexto no compartido por la corriente principal de la sociedad, que define sendas únicas de desarrollo para los niños urbanos pobres. En muchas comunidades, ciudades y países, el paisaje urbano ha sufrido transformaciones profundas durante las últimas décadas. Aunque los cambios no son los mismos en cada ciudad y país, en muchos casos dichas transformaciones incluyeron:

Un éxodo de puestos de trabajo

Mayor desempleo

Períodos más prolongados de desempleo

Distanciamiento del trabajo convencional y de los valores y destrezas conexos dentro de los ambientes urbanos.

Otras transformaciones han incluido

El éxodo de las familias de las clases trabajadoras a los suburbios

La permanencia de familias de bajos ingresos en las zonas urbanas centrales debido a la baja en los precios de los inmuebles y alquileres

El incremento de la segregación racial o económica

En algunas ciudades, especialmente en los países más pobres de América Latina y el Caribe, la situación de las áreas urbanas simplemente va de mal en peor, con una creciente influencia de mercados ilegales.

Aún así, si hemos de comenzar a enfrentar las manifestaciones de riesgo de violencia en las áreas urbanas, debemos tratar de captar las dimensiones específicas del riesgo en esos escenarios. Aunque la pobreza es un claro indicador de desventaja, no capta de forma adecuada las dimensiones de la misma.

Efectivamente, ese reconocimiento es uno de los avances alcanzados por los estudios sobre la violencia, los cuales solían asociar la desventaja meramente con la pobreza.

Tres dimensiones de la desventaja son de particular importancia para comprender su vinculación con la violencia juvenil y también pueden proporcionar una perspectiva útil para los esfuerzos de prevención:

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19 D.R Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, 2008

La ecología del riesgo: vínculo entre influencias individuales y contextuales

Aunque hemos analizado diversos factores individuales y contextuales que aumentan o disminuyen el riesgo de la violencia juvenil, continúa siendo evidente que no hay un factor que pueda, aisladamente, explicar gran parte de los distintos comportamientos agresivos entre la población, y mucho menos pronosticar quién será agresivo o violento.

Cualquier factor, estudiado en forma aislada, nos ofrece una teoría distinta de la violencia, pero no una perspectiva integrada sobre la forma en la que la violencia se desarrolla. Incluso si se la considera colectivamente, esa lista de factores de riesgo (así como los factores protectores o activos) no nos indica la mejor manera de enfocar los programas de prevención e intervención o las políticas directas.

Lo que importa es no sólo considerar los factores aislados de riesgo, sino las conexiones entre dichos factores que reconocen la ocurrencia de la violencia como un hecho subordinado a múltiples niveles de influencia y que son parte de un sistema más amplio que da forma a dichos factores. En otras palabras, un enfoque en sistemas tipifica los distintos niveles de la vida de un niño y ofrece una perspectiva apropiada para los esfuerzos de intervención. Ello se considera un modelo ecológico.

Un modelo ecológico nos permite considerar efectos directos dentro de un determinado nivel y, simultáneamente, ser conscientes de los efectos indirectos de otros “niveles anidados”. Hemos enfatizado tres factores de riesgo:

Factores individuales

Relaciones interpersonales cercanas (familiares, iguales)

Factores comunitarios/societarios

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También es importante entender que esos tipos de riesgo están interconectados (o anidados) de tal forma que lo que sucede en un determinado nivel afecta el desarrollo en los demás. En otras palabras:

Por ejemplo

Según podemos ver a través de este ejemplo, la planificación de la intervención debe entonces considerar los múltiples niveles que impactan en el niño y sus efectos sobre el desarrollo de éste.

Es importante efectuar intervenciones que se concentren directamente en la persona y que al mismo tiempo ejerzan influencia sobre los sistemas en los que el individuo se desarrolla.

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Una forma de fortalecer a la comunidad para poder prevenir la violencia es diseñar intervenciones que tengan el potencial de ejercer un impacto simultáneo en cada uno de esos tres niveles.

Por ejemplo

Idealmente, el impacto de esas intervenciones estaría orientado a los grupos de jóvenes en situación de mayor riesgo. En la próxima unidad ilustraremos una gama de perspectivas que pueden ser eficaces en cada nivel.

Elabore un listado con las principales ventajas individuales, ventajas familiares y ventajas relativas a los grupos de iguales en su comunidad.

¿Qué avances económicos y sociales ocurrieron en su ciudad durante la última década? ¿Qué recursos sociales se encuentran disponibles

actualmente? ¿De qué forma han trabajado los residentes y la policía para reducir el peligro?

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Unidad 12. Alianzas, Violencia juvenil: estrategias eficaces de prevención, y costos y beneficios

Lección 12.1

Estrategias eficaces de prevención

Al igual que no hay una única causa de la violencia juvenil, tampoco hay una sola solución. Debido a esta complejidad se han desarrollado programas de prevención que se enfocan en una amplia gama de factores de riesgo en diversos contextos y que aplican a niños de distintos grupos de edad.

Incluso algunas estrategias generalmente vinculadas al control de la violencia, como los programas de detención doméstica para infractores, están tratando de evitar la violencia futura.

Un desafío claro para los hacedores de políticas públicas y proveedores de servicios es decidir qué tipos de programas destinados a qué grupo de personas provocarán el mayor impacto en el ámbito local.

Programas comunitarios

Las decisiones sobre los tipos de programas que habrán de incluirse en una estrategia comunitaria están frecuentemente vinculadas a factores tales como:

Problemas específicos de violencia juvenil

Disponibilidad y lagunas en los servicios

Restricciones económicas

Consideraciones políticas y opinión pública

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Por ejemplo

Si una ciudad pretende responder a un creciente problema de violencia juvenil, hay que asignar recursos para enfrentar este problema antes de poder extender dichos recursos hacia programas de desarrollo infantil, como enriquecimiento preescolar o visita a nuevas madres, cuyos efectos tardarán más de una década en materializarse.

Pasaremos ahora a discutir los tipos específicos de programas que se enfocan en factores individuales y contextuales de riesgo y que han probado ser eficaces para prevenir la violencia.

Sea cual sea la combinación o secuencia de programas que se seleccione, es crucial que reflejen lo que se conoce sobre las „mejores prácticas‟.

Después de analizar tipos específicos de programas, sugeriremos estrategias eficaces para cada nivel de intervención.

Recomendaciones generales para programas de prevención de la violencia juvenil

Ofrecer programas que se enfoquen múltiples niveles de riesgo.

Empezar temprano. El camino hacia la violencia empieza aún antes del nacimiento.

Involucrar a las familias. Ellas representan la influencia más constante en la vida de los niños y son particularmente importantes durante los primeros años, cuando se están desarrollando los patrones.

Identificar a los jóvenes que corren mayor riesgo de violencia y ofrecerles servicios especializados y personalizados.

Cimentar factores de ventaja y estimular el desarrollo saludable. Éste es el mejor antídoto contra la violencia y los comportamientos problemáticos.

Intervenciones centradas en el niño

Las intervenciones preventivas centradas en el niño y en contra de la violencia juvenil más comunes son las que tienen por finalidad desarrollar las destrezas, los factores de ventaja y los demás factores individuales positivos que ayudarán a disminuir el riesgo.

Como ya lo hemos mencionado, los factores clave de riesgo individual de violencia son los siguientes:

Daño neurológico

Hiperestimulación

Hiperactividad

Bajo autocontrol y alta impulsividad

Deficiencias académicas y bajo cociente intelectual

Destrezas verbales poco desarrolladas

Falta de destrezas sociales e interpersonales de resolución de problemas

Comportamiento agresivo a una edad temprana

En función de estos factores de riesgo, la mayor parte de los programas centrados en el niño giran alrededor de cuatro áreas de riesgo:

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Algunas intervenciones son específicas para un área determinada, como el enriquecimiento académico, mientras otras representan enfoques con bases más amplias. Algunos de los programas son ofrecidos por profesionales, mientras otros capacitan a proveedores específicos de cuidados, tales como los maestros.

Los esfuerzos de prevención suelen diferenciarse por el grupo de edad que atienden:

Intervenciones para niños de cero a cinco años de edad

En la última década se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre el inicio del desarrollo cerebral y su relación con el aprendizaje y el comportamiento. Aunque anteriormente se pensaba que los bebés nacían con su estructura cerebral genéticamente predeterminada, los nuevos estudios señalan la importancia que también reviste el entorno al inicio de la vida.

Nos hemos dado cuenta, cada vez con mayor claridad, que las actividades que estimulan el aprendizaje temprano son de importancia crítica. Al reconocer esta necesidad, una estrategia común para las intervenciones preventivas orientadas a este grupo de edad es enfatizar la educación y el enriquecimiento preescolar. Varios estudios indican que estos programas son eficaces para promover el desarrollo saludable y disminuir el comportamiento agresivo y violento del niño.

Esta estimulación y este aprendizaje temprano son particularmente importantes para niños criados en comunidades de escasos recursos, donde hay pocas oportunidades.

Ejemplo Head Start

En Estados Unidos, una intervención exitosa que es implementada hace varias décadas es el programa Head Start. Este programa fue proyectado como un

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programa de enriquecimiento académico para niños económicamente desfavorecidos de corta edad. Fue implementado originalmente como una breve experiencia preescolar de verano, antes del ingreso al jardín de infantes. A medida que evolucionaba, el programa se tornó en una iniciativa más integral, comenzó a edades más tempranas y duró más tiempo.

También dio origen a otros numerosos programas de enriquecimiento preescolar, como el Houston Parent-Child Development Center y el Perry Preschool Project. La mayor parte de esos programas genera mejoras académicas y algunas mejoras conductuales de corto plazo.

Sin embargo, para que sus efectos perduren, los programas también debenfatizar la aptitud social y conductual y brindar apoyo continuo a medida que los niños crecen.

Intervenciones durante la niñez

Hay muchos tipos de programas de prevención de violencia para niños; la mayoría de ellos son implementados en el ambiente escolar. En general, tales programas pretenden mejorar la aptitud social y conductual de los niños, y se les conoce como programas de desarrollo social.

Muchos de ellos utilizan un plan de estudios específico que se extiende a lo largo del año y es entregado por los maestros o las maestras. Estos programas, por lo general, proporcionan capacitación en destrezas sociales, como:

Identificación de emociones

Manejo de la ira

Resolución de conflictos

Razonamiento moral

Desarrollo de conciencia social

Resistencia a la presión de grupo

Resolución social de problemas

En algunos casos, esos programas forman parte de un esfuerzo más amplio de toda la escuela para reducir el comportamiento agresivo.

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Por ejemplo, una conocida intervención anti-intimidación que se desarrolló

originalmente en Noruega ha probado ser eficaz en reducir los niveles de agresión e intimidación en escuelas y comunidades. Además de clases específicas para combatir la intimidación, se trata de implantar patrones normativos más amplios que sancionen la agresión y las conductas agresivas.

Obtenido de Olweus, D., Limber, S., y Mihalic, S. (1998). Bullying prevention program: Blueprints. Disponible a través del Centro para el Estudio y la Prevención de la Violencia, Universidad de Colorado: www.colorado.edu/cspv (Disponible únicamente en inglés)

Sin embargo, aunque numerosos estudios publicados han demostrado que este tipo de programas puede reducir los niveles de agresión, son menos eficaces entornos urbanos en desventaja económica puesto que cuentan con pocos recursos. Para ese tipo de intervención tal vez sea necesario cierto grado de disposición del entorno. En otras palabras, escuelas o comunidades que sólo cuentan con recursos de subsistencia seguramente no estarán en condiciones de proveer capacitación adicional en desarrollo social. En realidad, este tipo de programas puede sobrecargar aún más los recursos ya de por sí limitados.

En su comunidad, ¿existen programas de prevención de la violencia en la o las escuela(s)?

¿En qué consisten?

Ejemplo: Estudio del niño del área metropolitana

“Se implementó una intervención preventiva de dos años en 19 escuelas de educación primaria de Chicago, Illinois. La mitad de estas escuelas se encontraba en comunidades urbanas centrales pobres y la otra en barrios urbanos de clase media.

La intervención ofrecía un plan de estudios de desarrollo social y un programa de capacitación para maestros, capacitación de pequeños grupos de iguales en situación de alto riesgo, y un programa de capacitación de padres/apoyo a la familia.

La capacitación se inició cuando los niños tenían entre 7 y 8 años o entre 11 y 12 años. El programa dio por resultado una disminución de los actos de agresión, pero sólo entre los niños de más corta edad que vivían en comunidades de clase media. En contraste, no se observaron cambios, más bien, un ligero incremento en los niveles de agresión de los niños mayores y de los que vivían en zonas urbanas centrales de escasos recursos.” 2

2 Metropolitan Area Child Study (2002). A cognitive-ecological approach to preventing aggression in urban settings: Initial outcomes for high-risk children. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 70, 179-194 -Estudio de niños en áreas metropolitanas. Un enfoque cognitivo-ecológico para prevenir la agresión en escenarios urbanos: resultados iniciales para niños de alto riesgo-

Programas para adolescentes

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Aunque existen numerosos programas para niños pequeños, hay muy pocos programas de enfoque individual específicamente diseñados para desarrollar destrezas y prevenir el comportamiento agresivo en la adolescencia.

En realidad, la mayoría de estos programas se implementa como programas de tratamiento para jóvenes en situación de riesgo o delincuentes. Cuando se ofrecen programas de prevención, suelen ser impartidos durante las clases sobre salud del ciclo escolar de secundaria. Muchos de esos programas enfocan el mismo tipo de destrezas de desarrollo social que se enseña a los niños más pequeños. En algunos casos, también incluyen educación cívica.

Por ejemplo, en el programa Capacitación Estudiantil por medio de Estrategias Urbanas, jóvenes de alto riesgo fueron matriculados en una clase

especial de estudios sociales para elevar su conciencia jurídica y social y su entusiasmo por el aprendizaje.

Durante todo el año escolar, el plan de estudios contempló las relaciones humanas, los asuntos jurídicos, la sociedad y la familia, los mercados laborales y las destrezas para la vida. Según informes de los involucrados y de los contactos oficiales, el programa ayudó a mejorar notas, propició una mayor participación escolar y redujo la incidencia de un comportamiento delictivo.

Gottfredson, D.C. (1987). An evaluation of an organizational development approach to reducing school disorder. Evaluation Review, 11, 7 39-763. (Evaluación de un enfoque de desarrollo organizacional para reducir el desorden escolar)

Desarrollo de las relaciones: familiares, entre iguales y mentores

Los programas descritos anteriormente se concentran directamente en reducir el riesgo individual. Sin embargo, como ya se mencionó, un enfoque ecológico enfatiza la importancia de los diferentes sistemas que afectan al niño a medida que crece.

Otro conjunto de programas pretende evitar la violencia juvenil al fomentar las relaciones del niño con otros „agentes‟ importantes de socialización. Dichos programas enfatizan las relaciones con los familiares, los iguales y los mentores.

Se han implementado programas familiares para niños de todas las edades; los programas para iguales y mentores tienden a ser utilizados con niños mayores, cuando la influencia de los iguales y los adultos ajenos a la familia es mayor.

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Los programas para familias tratan de ayudarlas brindándoles información y apoyo sobre:

La salud y el desarrollo del niño

El desarrollo de una estrecha relación positiva desde temprana edad con la persona a cargo de su cuidado

Capacitación a los padres en el uso eficaz de recursos

Aplicación de métodos de disciplina

Cómo afrontar problemas y desarrollar destrezas de crianza

Muchos de esos programas se destinan a los padres de niños muy pequeños. Aunque uno de los objetivos generales sea promover la salud y el bienestar de los niños y evitar comportamientos problemáticos, estos programas también son importantes como estrategias de prevención del maltrato infantil.

Una de las intervenciones más conocidas y exitosas para padres de niños de 0 a 3 años, utilizada en varias partes del mundo, es:

La visita domiciliaria

Este programa utiliza enfermeras y otros profesionales del área de la salud para realizar visitas domiciliarias regulares a familias de bajos ingresos para verificar algunos aspectos como métodos de crianza, seguridad en el hogar y hábitos personales de salud. La visita domiciliaria es eficaz para reducir los malos tratos al niño y promover un desarrollo cognitivo y social saludables. Estos programas también parecen redundar en beneficios significativos a largo plazo en cuanto a la reducción de la violencia y la delincuencia.

Olds, D.L. (1998). Long-term effects of nurse home visitation on children‟s criminal and antisocial behavior: A 15-year follow-up of a randomized controlled trial. Journal of the American Medical Association, 280, 1238-1244.

Una variación de la idea de la visita domiciliaria llamada Padres en rol de Maestros (Parents as Teachers – PAT)

envía a padres educadores a realizar las visitas domiciliarias durante el embarazo y hasta el segundo cumpleaños del niño. Los padres educadores verifican la salud y las fases de desarrollo del niño y discuten habilidades básicas de crianza. Los gerentes de caso también refieren a los niños o adultos a distintos tratamientos físicos y psicológicos cuando es necesario.

Dos pruebas aleatorias controladas realizadas en Estados Unidos no señalaron beneficios significativos en cuanto a los resultados con los niños. Sin embargo, los niños de un subgrupo latino mostraron beneficios significativos, sobre todo en el grupo de los que recibieron tanto educación para los padres como gestión de caso.

Aparte del programa PAT se han desarrollado diversas intervenciones que congregan a profesionales y paraprofesionales y ofrecen algún tipo de visita domiciliaria, como por ejemplo: Healthy Families America, Family, Infant, and Preschool Program (FIPP) y Home Instruction Program for Preschool Youngsters (HIPPY). Estos programas lograron mejorar la interacción entre padres/hijos y las destrezas cognitivas de los niños.

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Ejemplo: Exposición prenatal al alcohol y a la violencia juvenil

“El dicho que dice que “nunca es demasiado pronto” para la prevención puede constatarse en los efectos de la conducta maternal durante el periodo prenatal.

Por ejemplo, en los últimos años diversos estudios han comprobado que la exposición de las madres al alcohol y otras drogas, sobre todo al inicio del embarazo, puede perjudicar de forma significativa la formación del cerebro del bebé. Tales efectos pueden alterar el desarrollo de la corteza cerebral, reducir el número de neuronas que se crean y afectar la forma en que se utilizan los mensajeros químicos. No todos los niños expuestos desarrollan estos problemas neurobiológicos, pero muchos de ellos lo hacen. A su vez, estos problemas originan dificultades de atención, problemas de memoria y dificultades para formular pensamientos abstractos, y todo lo anterior representa factores de riesgo de agresión a una edad temprana. Muchos niños nacen con un tipo específico de retraso que se llama Síndrome de Alcoholismo Fetal, como resultado del consumo de alcohol por parte de la madre. Por este motivo, los programas educativos para mujeres embarazadas también son herramientas de prevención de la violencia extremadamente importantes y valiosas.”

Un enfoque ligeramente distinto al trabajo con familias que tienen hijos de corta edad abarca una mayor capacitación didáctica en destrezas específicas de crianza por medio de intervenciones que utilizan manuales. Tal vez el programa más conocido y más evaluado de este tipo para niños de corta edad es el siguiente.

Los Años Increíbles: Serie de Capacitación para Padres (Incredible Years Parent Training Series)

Este programa fue diseñado para niños de 2 a 8 años en situación de riesgo o que presentan problemas de conducta.

Uno de sus componentes es una capacitación semanal para padres sobre destrezas de crianza (BASIC). Un segundo componente ofrece capacitación adicional para padres sobre habilidades de comunicación y resolución de problemas (ADVANCE), y un tercero enfatiza la ayuda al niño en su trabajo escolar (SCHOOL). También hay planes de estudios separados para maestros y niños. Varias pruebas aleatorias controladas realizadas en Estados Unidos han detectado aumentos en las actitudes positivas de crianza entre los padres y una reducción de los problemas de conducta entre los niños como resultado de este programa de intervención temprana.

Webster-Stratton, C. (2001). Incredible Years Parent Training: Bluprints. Disponible en el Centro para el Estudio y la Prevención de la Violencia, Universidad de Colorado:

www.colorado.edu/cspv.

Se han implementado y evaluado varios otros programas de capacitación y de desarrollo de habilidades para padres de niños y adolescentes. La mayor parte de estos programas se basa en el aprendizaje de teorías del comportamiento e intentan enseñarles a los padres distintas destrezas, como por ejemplo:

Disciplina eficaz

Monitoreo del comportamiento del niño

Refuerzo de las conductas prosociales

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En general, la evidencia sugiere que la capacitación de los padres es eficaz para prevenir y tratar la agresión de niños y adolescentes, sobre todo cuando dicha capacitación es integral y está respaldada por recursos adicionales para la familia.

Sin embargo, las familias de bajos ingresos que viven condiciones de estrés crónico y persistente parecen tener menor probabilidad de beneficiarse con los programas tradicionales de capacitación para padres. El éxito limitado de estos programas podría deberse a varios factores.

Por ejemplo, muchos de ellos han sido desarrollados para familias de clase media y culturas que enfatizan la

participación del niño por medio de una estructura “autoritativa”. Pero en determinados ambientes culturales, el respeto por la autoridad es sumamente importante y no se permite, ni mucho menos se estimula, que los niños discutan o participen la formulación de normas.

Además, los padres que están sometidos a múltiples factores de estrés pueden sentirse agobiados por las presiones cotidianas. Aún cuando las intervenciones logren cambiar las prácticas de crianza en el corto plazo, en última instancia el comportamiento de los niños y sus padres puede responder a innumerables factores contextuales de gran peso que un programa de capacitación de padres, por sí solo, no puede cambiar. Los programas de capacitación de padres, como mínimo, deben desarrollarse teniendo en cuenta las demandas contextuales del entorno.

Los programas como los que se describieron anteriormente suelen ofrecer un conjunto de lecciones específicas. Como contraste, otras intervenciones enfatizan la construcción de redes de apoyo a los padres. }

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Programas familiares

Las intervenciones con grupos de iguales tratan de evitar o modificar el comportamiento agresivo y violento cambiando la naturaleza del grupo:

intentando modificar sus normas,

promoviendo la participación de los jóvenes con iguales prosociales, y

reorientando las actividades de los grupos de iguales antisociales y de las pandillas juveniles.

Desgraciadamente, hay evidencias muy limitadas de la eficacia de tales programas, y algunos de ellos tuvieron resultados negativos.

Los esfuerzos para desarrollar una „cultura de iguales‟ antiviolencia en general han fracasado en escuelas, instituciones y ambientes comunitarios. En algunos casos, el comportamiento antisocial incluso aumentó. Ello se hace más evidente cuando los grupos son conformados por jóvenes violentos o delincuentes.

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Desgraciadamente, la mayor parte de las intervenciones antiviolencia agrupan a los jóvenes agresivos juntos, y con frecuencia se transforman en „escuelas de entrenamiento‟ para la violencia.

También se han vuelto muy populares algunos programas de mediación de iguales en los que unos ayudan a los otros a resolver disputas. Aunque tales programas se han popularizado en todo el mundo, hay pocas evidencias de su eficacia para prevenir la violencia.

Quizás la necesidad más urgente en la lucha contra las influencias negativas dentro de un grupo se da en el área de prevención de las pandillas.

Debido a la compleja interacción de algunos factores que hacen que el joven ingrese a una pandilla, hay diversos tipos de programas de intervención orientados hacia la prevención, la intervención y la supresión.

Las estrategias de prevención tienen el propósito de evitar que los jóvenes ingresen pandillas mediante

programas de educación.

Ejemplo de programa de prevención en Estados Unidos

Es el Programa de Educación, Capacitación y Resistencia a las Pandillas (Gang Resistance Education and Training Program – G.R.E.A.T.) de la Agencia Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (Federal Bureau of Alcohol, Tobacco and Firearms – ATF). En este programa, agentes de policía ofrecen un curso de

nueve semanas a los alumnos de educación primaria sobre la forma de evitar involucrarse con pandillas y resistirse a utilizar la violencia. El programa ha tenido éxito en aumentar las actitudes prosociales y en reducir algunos tipos de delincuencia, aunque su impacto sobre la participación en pandillas sea menos

claro.

Además de programas de prevención, algunos programas de intervención tratan de evitar que los jóvenes se

involucren actividades relacionadas con las pandillas, ofreciéndoles oportunidades alternativas, como programas después del horario escolar, consejería y capacitación profesional.

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Las estrategias de supresión utilizan tácticas policiales que identifican, aíslan y sancionan a los delincuentes. En

general, el modelo que parece ser más eficaz contiene múltiples elementos e incorpora prevención, intervención social, tratamiento, supresión y movilización comunitaria.

Ejemplo de dos estrategias coordinadas

El programa Little Village, implementado en Chicago, Illinois, Estados Unidos, utilizó dos estrategias coordinadas: por un lado, incrementar la supervisión y supresión por parte de los agentes de libertad condicional y policías a fin de controlar a los jóvenes violentos y, por otro, estimular a los jóvenes en situación de riesgo para que participen actividades convencionales mediante la educación, el empleo, la capacitación profesional, el apoyo a la familia y la consejería. Los resultados preliminares de la evaluación del programa de Chicago y otras ciudades son positivos y sugieren que un programa integral como éste, que abarca diversos factores de riesgo simultáneamente, puede ser necesario para evitar la violencia y la delincuencia vinculadas a las pandillas.

Howell, J.C. (1998). Youth gangs: An overview. Washington, DC: Departamento de Justicia, www.ojjdp.ncjrs.org. (Disponible únicamente en idioma inglés) Se puede obtener mayor información en el National Youth Gang Center, www.iir.com/nygc. (Disponible únicamente en idioma inglés)

También es importante mencionar que otras evaluaciones de programas de prevención e intervención señalaron la necesidad de estructurar los programas para que los integrantes de las pandillas pasen menos tiempo juntos (en lugar de más) en esas nuevas actividades.

Por ejemplo, un programa ofrecía refuerzo escolar, eventos atléticos y actividades sociales para 800 miembros de

cuatro pandillas distintas. Sin embargo, después de la intervención, se percibió un incremento en el comportamiento delictivo, probablemente debido al hecho de que los miembros de las pandillas habían pasado más tiempo los unos con los otros.2 Por otra parte, los esfuerzos que ponen demasiado énfasis en la supresión suelen ser menos exitosos, sobre todo en América Latina y el Caribe, donde hay menos oportunidades de involucrar a los jóvenes en actividades positivas que complementen los esfuerzos de supresión.

Klein, M. (1971). Street gangs and street workers. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.

Cuando las relaciones con los adultos o los iguales prosociales están comprometidas, una relación con otra persona cariñosa que ofrezca apoyo puede representar un factor protector contra la violencia juvenil.

En muchas comunidades hay mentores naturales (como tías, tíos y vecinos) que desarrollan esas relaciones con los jóvenes incluso sin intervenciones planificadas. Sin embargo, se han desarrollado varios programas estructurados para aquellos jóvenes que no cuentan con estos mentores naturales.

Los programas de mentores…

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Tratan de poner en contacto a niños y jóvenes sin buenos sistemas familiares o comunitarios de apoyo (como niños en hogares monoparentales o que viven la pobreza), con mentores adultos que no pertenecen a la familia. Los mentores son voluntarios reclutados en empresas, escuelas y otros ambientes de la comunidad.

En general, los programas de mentores de buena calidad pueden generar importantes beneficios para los jóvenes. Las evaluaciones de programas de este tipo, como el programa Big Brothers/Big Sisters, que se han realizado recientemente en Estados Unidos, indican que con ellos fue posible obtener éxitos académicos y reducir las tasas de violencia y delincuencia entre los participantes.

Big Brothers/Big Sisters of America (1998). Mentoring Program: Blueprints. Disponible en el Centro para el Estudio y la Prevención de la

Violencia, Universidad de Colorado: www.colorado.edu/cspv.

¿Existen algún programa de mentores en su comunidad? ¿Sería posible implementarlo?

¿Qué se necesitaría?

Mejoras en escuelas y comunidades

Las intervenciones que tienen el propósito de mejorar las escuelas incluyen:

Facilitar el acceso a la enseñanza,

incrementar la calidad de la enseñanza disponible,

mejorar directamente el ambiente de las aulas o

mejorar las características de la organización escolar.

Aunque muchas de esas intervenciones se hayan concentrado principalmente en el desempeño académico, algunos estudios han examinado los efectos sobre el comportamiento de los alumnos, incluso en el caso de la agresión.

Las intervenciones a nivel comunitario representan intentos aún más amplios de modificar el entorno en el que los niños crecen. Estas intervenciones pueden concentrarse en un barrio o comunidad específicos o en sistemas determinados que provocan impacto sobre los niños de una comunidad.

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Por ejemplo, los esfuerzos con base en la comunidad incluyen programas de:

Revitalización del barrio

Proyectos de desarrollo económico

Programas de vivienda

Más oportunidades de recreación

Compromiso positivo para los jóvenes

Programas de policía comunitaria

Desarrollo de coaliciones antiviolencia, reducción de la disponibilidad de bebidas alcohólicas

Cambios en las políticas de los organismos que prestan servicios a la juventud

Algunos de los esfuerzos han incorporado una serie de programas comunitarios.

¿Existen algunos de los programas previamente mencionados en su comunidad? ¿Cuáles serían prioritarios y factibles de implementar?

En realidad, en lo que concierne al número de programas ofrecidos, aquellos con base en la comunidad ciertamente están entre los más populares. Sin embargo, esa popularidad no ha sido acompañada de cuidadosas evaluaciones en lo que se refiere a sus efectos sobre la violencia, y los datos sobre su eficacia son limitados.

Programas en escuelas

En muchas ciudades y países del mundo, el sistema escolar público tiene que enfrentar grandes desafíos. La igualdad de oportunidades de acceso a una enseñanza de calidad es limitada, sobre todo durante los años preescolares y la adolescencia.

Sin embargo, estudios realizados en países en desarrollo señalan que un mayor acceso a educación de buena calidad puede reducir significativamente la delincuencia, aunque el impacto de ese hecho sólo se manifieste cuando los niños lleguen a la adolescencia.

Las reformas institucionales, como la asignación de más recursos a la enseñanza primaria de calidad, la universalización de la enseñanza secundaria, el incrementar la calificación de los maestros y la concesión de mayor autonomía a las escuelas locales, pueden mejorar el sistema educativo.

Las prácticas específicas en el aula de clases también pueden mejorar el nivel académico y el comportamiento

social del niño. Tales intervenciones generalmente se concentran en dos áreas docentes: las prácticas de enseñanza y la gestión del aula.

La mayor parte de las intervenciones con docentes se han concentrado en modificar las prácticas de los maestros que aumentan el riesgo de que los jóvenes caigan en conductas agresivas.

Ejemplo

El Modelo de Instrucción Directa ofrece un plan de estudios secuenciado que enfatiza la capacitación en habilidades básicas, el refuerzo sistemático para las

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respuestas correctas y el empleo eficaz del tiempo de clase. En una evaluación nacional de este método realizada en Estados Unidos, en la que se comparaba este modelo con otras doce estrategias de enseñanza utilizadas con alumnos de educación primaria de escasos recursos, este modelo produjo los mejores resultados en lo que concierne a destrezas académicas y sociales.

Becker, W.C., y Carmine, D.W. (1980). Direct instruction: An effective approach to educational intervention with disadvantaged and low performers. En: B. B. Lahey y A. E. Kazdin (Eds.), Advances in clinical child psychology (Vol. 3, pp. 220-240). Nueva York: Plenum Press.

Otra estrategia para lograr una gestión más efectiva del aula es el aprendizaje cooperativo. Enseñar a niños en

grupos más pequeños, aplicando una orientación cooperativa y de equipo, ha dado por resultado una realización más exitosa de las tareas y una mayor autoestima del alumno que a través de actividades escolares individualistas.

La premisa es que, cuando el éxito de un estudiante depende del éxito de los demás integrantes del grupo, los alumnos aprenden a cooperar y a ceder para llegar a acuerdos. Este enfoque también puede facilitar la gestión del aula.

Otras estrategias de gestión del aula que han tenido éxito en prevenir el mal comportamiento del alumno incluyen:

Establecer reglas claras de comportamiento

Proporcionar instrucciones claras

Mantener expectativas consistentes

Alabar a los alumnos por su buen comportamiento y por su buen desempeño

Enfrentar el mal comportamiento de la forma menos desestabilizadora posible.

Además del ambiente del aula, la organización de la escuela también puede tener un impacto significativo sobre el desempeño y la conducta de los alumnos.

Ejemplo de programa de reorganización escolar

Tal vez el programa de reorganización escolar para escuelas urbanas en áreas de bajos ingresos más conocido y exitoso sea el Comer School Development Project, un proyecto de desarrollo escolar que lleva el nombre de su creador, James Comer. Se trata de un esfuerzo implementado en diversas escuelas norteamericanas ubicadas en barrios urbanos centrales, a lo largo de varios años.

El programa contempla la creación de tres equipos:

El equipo de planificación escolar, que es el organismo de dirección y administración

El equipo de salud mental, responsable por evitar comportamientos problemáticos en la escuela

El programa de padres, que utiliza las organizaciones de padres ya existentes como base para incrementar la participación

El programa también se ha personalizado de acuerdo con las necesidades de los alumnos pobres y excluidos, y pone especial énfasis en la organización de las actividades escolares y del aula a fin de promover el sentido individual y

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cultural de orgullo y éxito.

Programas en comunidades

Según el modelo ecológico presentado anteriormente, las comunidades proporcionan un contexto importante para el desarrollo que, a su vez, influye sobre las familias, grupos de iguales e individuos.

El cambio de prácticas y oportunidades en una comunidad debería tener un impacto mayor y de más largo alcance en prevenir la violencia juvenil que el cambio de algún sistema o grupo de personas determinado.

En esta sección ofrecemos un resumen de algunos de estos esfuerzos. Debido a su importancia, también presentamos dos estudios de caso de esfuerzos comunitarios.

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Lección 12.2

Costos y beneficios de la prevención, y resumen y conclusiones de las estrategias

Costos y beneficios de la prevención

Aunque existe poca información disponible sobre los costos reales asociados a la violencia en América Latina y el Caribe, podemos considerar distintos tipos de costos 1:

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Cuando se calculan los costos reales de los programas de prevención se demuestra que estos son significativamente más bajos que los costos correspondientes a las intervenciones y el tratamiento.

Por ejemplo

Estrategia Costo

Terapia Familiar Multisistémica (MST) cerca de US$4.000

Encarcelamiento. US$20.000

En un estudio sobre la eficacia en relación con el costo de la prevención e intervención temprana en California, Estados Unidos, se estimó que las intervenciones exitosas con los padres evitaron 157 delitos graves por cada millón de dólares gastados. Si se compara este costo con el costo de la encarcelación, se verifica que las intervenciones realizadas con los padres son cerca de tres veces más eficaces en términos de costo que la política de imponer sentencias estrictas para infractores serios y reincidentes 2.

1. ¿Cuáles son los costos directos de la violencia juvenil en su ciudad? Si no los conoce, ¿de qué forma podrían ser calculados?

2. ¿Cuáles son los principales costos no monetarios de la violencia juvenil

en su ciudad?

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3. ¿Cuáles son los principales efectos multiplicadores económicos de la violencia juvenil en su ciudad?

4. ¿Cuáles son los principales efectos multiplicadores sociales de

la violencia juvenil en su ciudad?

Estrategias eficaces de prevención: resumen y conclusiones

Distintos programas de prevención de la violencia han demostrado ser efectivos para distintos grupos en diferentes tipos de comunidades y en distintos países. Aún así, basándose en informes, evaluaciones e investigaciones, ciertos tipos de esfuerzos parecen adecuados.

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Lección 12.3

Estudios de caso relativos a la planificación y el desarrollo comunitario para prevenir la violencia

juvenil

Descargue el archivo Estudios de caso relativos a la prevención de la violencia juvenil, léalo detenidamente,

luego responda las preguntas de esta lección en el Diario.

¿Qué actividades conjuntas se llevaron a cabo en su ciudad durante los

últimos cinco años para evitar la violencia juvenil?

¿Qué medidas se pueden tomar para aumentar la „disposición‟ de la ciudad/comunidad a fin de desarrollar una estrategia integral de prevención de la violencia juvenil?

¿Qué sectores de la ciudad participarían y apoyarían un programa conjunto de prevención de la violencia juvenil? ¿Por qué?

39 D.R Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, 2008

Con base en las percepciones del público y en los datos disponibles, ¿qué aspectos del problema de la violencia juvenil ocasionan más preocupación entre los residentes (por ejemplo, actividad de pandillas, mercados ilegales, delitos callejeros)?

Con base en lo que ha aprendido, ¿qué tipos de programas serían útiles?

¿Cuáles son los próximos pasos para la planificación y la acción conjuntas de prevención de la violencia en su ciudad?

¿Qué sectores/organismos/individuos tendrían la responsabilidad de ejecutar estos pasos?

¿Cuáles son los principales desafíos que usted puede anticipar y cómo se pueden superar?

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Como cierre de la Unidad 4, vea el siguiente caso:

La Estrategia de Boston: Una historia de alianzas improbables