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MODERNISMO ¡TORRES DE DIOS! ¡POETAS! Son las últimas décadas del siglo XIX. En América Latina las sociedades coloniales se transforman dando paso a un proceso de industrialización creciente acompañado de innovaciones tecnológicas tales como el ferrocarril, el teléfono, el telégrafo, el cine, el avión y el automóvil. El sello de la época es el cambio que junto con la disconformidad por lo consagrado, determinan el surgimiento entre 1880 y 1916, en Hispanoamérica, del primer movimiento auténticamente americano: el Modernismo. En este movimiento se pueden señalar dos generaciones. En la primera se destacan el cubano José Martí, uno de los más importantes escritores de América, Julián del Casal, Manuel Gutierrez Nájera y José Asunción Silva. Pero es en la segunda generación, con el nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916), cuando el modernismo logra su apogeo. En la Argentina, su principal seguidor es el cordobés Leopoldo Lugones (1874 – 1938). Surge el culto por lo nuevo y la idea de un arte experimental. Simultáneamente se reacciona ante la incertidumbre de lo transitorio y fugaz, volviendo la mirada a los mitos universales o a lo genuinamente americano. Con el Modernismo se innovan los recursos métricos y rítmicos y se renueva el lenguaje de manera revolucionaria profundizando las metas de libertad y originalidad heredadas del Romanticismo. En este movimiento confluyen dos grandes corrientes estéticas provenientes de Francia: el Parnasianismo y el Simbolismo. El primero tiene como propósito la creación de una poesía de empecable perfección formal. Recupera una temática clásica y la trabaja con abundancia de imágenes visuales y escaso contenido emocional. El segundo, en cambio, busca exaltar el valor musical

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Page 1: Modernism o

MODERNISMO

¡TORRES DE DIOS! ¡POETAS!

Son las últimas décadas del siglo XIX. En América Latina las sociedades coloniales se transforman dando paso a un proceso de industrialización creciente acompañado de innovaciones tecnológicas tales como el ferrocarril, el teléfono, el telégrafo, el cine, el avión y el automóvil. El sello de la época es el cambio que junto con la disconformidad por lo consagrado, determinan el surgimiento entre 1880 y 1916, en Hispanoamérica, del primer movimiento auténticamente americano: el Modernismo.

En este movimiento se pueden señalar dos generaciones. En la primera se destacan el cubano José Martí, uno de los más importantes escritores de América, Julián del Casal, Manuel Gutierrez Nájera y José Asunción Silva. Pero es en la segunda generación, con el nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916), cuando el modernismo logra su apogeo. En la Argentina, su principal seguidor es el cordobés Leopoldo Lugones (1874 – 1938).

Surge el culto por lo nuevo y la idea de un arte experimental. Simultáneamente se reacciona ante la incertidumbre de lo transitorio y fugaz, volviendo la mirada a los mitos universales o a lo genuinamente americano.

Con el Modernismo se innovan los recursos métricos y rítmicos y se renueva el lenguaje de manera revolucionaria profundizando las metas de libertad y originalidad heredadas del Romanticismo.

En este movimiento confluyen dos grandes corrientes estéticas provenientes de Francia: el Parnasianismo y el Simbolismo. El primero tiene como propósito la creación de una poesía de empecable perfección formal. Recupera una temática clásica y la trabaja con abundancia de imágenes visuales y escaso contenido emocional. El segundo, en cambio, busca exaltar el valor musical de la palabra, su capacidad de sugerencia. En lo temático se acerca a aspectos misteriosos y fantásticos de la realidad.

El Modernismo se nutre de ambas tendencias y surge así el arte por el arte orientado exclusivamente hacia la belleza, sin fines didácticos ni de servicio a una causa política. Toma temas de la cultura universal, recrea mitos y evoca lugares exóticos.

Asimismo, produce importantes innovaciones en el plano formal que se concretan en la idea de un arte combinatorio en el que se fusionan lo pictórico, lo musical y lo literario. Son las llamadas transposiciones estéticas.

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En esta etapa, que se conoce como preciosista, la literatura es prácticamente inaccesible para el lector común, ya que los poetas modernistas se tornan cosmopolitas y elitistas, como lo manifiesta el siguiente poema:

VI

Puso el poeta en sus versos

Todas las perlas del mar,

todo el oro de las minas,

todo el marfil oriental;

los diamantes de Golconda,

los tesoros de Bagdad,

los joyeles y preseas

de los cofres de un Nabad.

Pero como no tenía

Por hacer versos ni un pan

Al acabar de escribirlos

Murió de necesidad

-Rubén Darío, en Abrojos

La aspiración es construir un arte exquisito opuesto a la vulgaridad y a la mentalidad mercantil del burgués clásico. Así los modernistas se apartan de un arte popular para producir una escritura reservada a una minoría intelectual. Utilizan un vocabulario culto, sofisticado, muy alejado del habla cotidiana, y además, el poeta es endiosado.

¡Torres de Dios! ¡Poetas!

¡Pararrayos celestes

Que resistís las duras tempestades

Como crestas escuetas,

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Como picos agrestes,

Rompeolas de las eternidades!

-Rubén Darío. “¡Torres de Dios! ¡Poetas!”

Por la actitud elitista y evasiva que los acercó a temas exóticos o pocos comprometidos con su mundo social, por ostentación de sus conocimientos, por encerrarse dentro de sí mismos, se los conoce popularmente como los poetas de la “torre de marfil”.

La torre de marfil tentó mi anhelo:

Quise encerrarme dentro de mí mismo

Y tuve hambre de espacio y sed de cielo

Desde las sombras de mi propio abismo.

-Rubén Darío “Yo soy aquel que ayer nomás decía…..”

Rubén Darío fue el máximo representante del Modernismo y de él afirmó Borges: “Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Quienes alguna vez lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos”.

Pintura Impresionista

El artista plástico ya no le interesa la búsqueda del detalle sino el intento de aprender lo fugaz- luz, color y movimiento en un todo, en el que la luz y su velocidad tienen la virtud de poner a toda la naturaleza en movimiento.

Se trata de un verdadera carrera contra reloj, en la que es necesario seguir la marcha del sol, resolver, siempre de prisa, la duda entre lo que es del todo necesario pintar y aquello otro que simplemente se debe desvelar o apuntar, en un complicado proceso que requiere una intuición cercana a la genialidad.

El modernismo literario trabajó con la palabra para provocar impresiones fugaces, momentáneas y luminosas.

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LA ETAPA MUNDONOVISTA

A la primera etapa de experimentación sucede otra más auténtica en la que los escritores interiorizan los principios modernistas y se manifiestan con distintos tonos, temas y preocupaciones como el eterno misterio de la vida y de la muerte. Aparece también el paisaje y el hombre de América con sus inquietudes y sus esperanzas. Los poetas abandonan el “país azul” de Rubén Darío y comienzan a insinuarse una nueva poética que transmite el ideal panamericanista y desembocará, posteriormente, en la poesía social de posguerra. Es la etapa mundonovista.

La situación histórica conducirá a los modernistas a abandonar la “torre de marfil” para atender las urgencias que le plantea la realidad de su época. Surge la preocupación por la identidad americana. Muchos de ellos viven en países próximos a los Estados Unidos y sienten la amenaza de su incipiente imperialismo.

No hay que olvidar que ese país lleva a cabo su “conquista del Oeste” expandiéndose primero a través de la compra de territorio como Luisiana ( a Francia en 1803) y la Florida (a España en 1819), pero más tarde avanza sobre territorios de México, apropiándose de Texas y llegando a entrometerse en asuntos internos de la zona del Caribe con famosa “política del garrote”.

Ya entonces, el modelo en el que se pretende encuadrar a América Latina es el de los países agroexportadores al servicio de quieres producen bienes industriales.

Cuando España pierde sus últimas colonias en América (Cuba en 1898) por la guerra contra Estados Unidos, los pueblos en Hispanoamérica advierten que deben unirse para preservar una identidad común.

“Política del Garrote”: Theodore Roosevelt (1858- 1919) afirmó que EEUU deberá ejerce una “poder policial” sobre Latinoamérica. Esto lo lleva a la práctica interviniendo militarmente en República Dominicana en Cuba para controlar ambas economías.

Por todo lo anterior, los modernistas, sin renunciar a la belleza, incorpora en temática la preocupación por lo americano; de ese modo vuelven su mirada al pasado aborigen y denuncian los males sociales y políticos de su época. Indagan, protestan, critican, con la finalidad de contribuirá la formación de un pensamiento americano. Por ello, la literatura se torna más sencilla, más accesible, aun cuando permanezcan resonancias eruditas.

Rubén Darío, figura central, abandona el jardín preciosista de su primera época poblado de cisnes, pavos reales, nenúfares y góndolas, alejados totalmente de la realidad cotidiana, y toma conciencia de la situación que vive Hispanoamérica.

El primer distanciamiento de España muda a una actitud de aproximación ante la necesidad de consolidar lazos que unan a los latinoamericanos frente al avance de EE.UU.

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Escritores como el cubano José Martí y el uruguayo Enrique Rodó, aunque adhirieron a la estética modernista, mantuvieron siempre un fuerte compromiso social que, en el caso de Martí, se acompañó con un protagonismo en la lucha por la independencia de su patria que lo llevó a morir por ella en la batalla de Dos Ríos.