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La guerra en la Edad Media . . Emilio Mitre HIS 1 69/266 266 190 ptas 8 , ._-,~ -,,--, ---

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La guerra en la Edad Media. . Emilio Mitre

HIS 169/266 266 190 ptas

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Guerrero en un relieve de la catedral de Estrasburgo, siglo XIV

Indice

LA GUERRA EN LA EDAD MEDIA

Por Emilio Mitre Fernández.Catedrático de Historia Medieval.Universidad Complutense. Madrid.

La guerra en la Baja Edad Media 4La guerra y sus factores. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 12La Guerra de los Cien Años: una síntesis de

conflictos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 26Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 31Textos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I-VIII

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Page 3: Mitre Emilio - La Guerra en La Edad Media

La guerraenla BajaEdadMediaEmilio Mitre Fernández

Catedrático de Historia Medieval. Universidad Complutense. Madrid

LA expresión crisis de la Baja Edad Media justificaban ciertas modalidades de guerra oes ya un lugar común dentro de la histo- que ennoblecían las funciones de sus prota-

riografíaeuropea. Múltiples han sido los estu- gonistas.dios acometidos desde las más diversaspers- Todas las actividades de la vida cotidiana,pectivas: las relacionesinternacionales,lavida incluso las más sórdidas, disponían de unasocial y económica, las actividades intelectua- especie de homologación mística. La guerra,les, las estructuraseclesiásticas...Las conclu- por supuesto, no se libró de este procesosiones tienen siempre algo en común: la es- mental. La vida del hombre era presentadatabilidad y el relativo esplendor alcanzados como una especie de combate que servíadepor el Occidente a partir del siglo XIempiezan propedéutica para la otra vida. Los sacramen-a quebrar en las últimas décadas del siglo XIII. tos y otros auxilios espirituales constituían las

Se ha destacado que la conciencia de cri- armas o, en su caso, las medicinas espiritua-sis estaba presenteya en las propias genera- les administradas por los sacerdotes, consi-ciones que la sufrieron. Así, en la Francia de deradps como médicos de las almas.principios del XIVse hablará de los buenos Distintas guerras emprendidas por la Cris-tiempos del Señor San Luis para idealizar los tiandadeuropea eran vistas como una espe-años centrales del siglo XIII. En Cataluña,a su cie de psicomaquia. Así,San Bernardo,a prin-vez, se recordaráel 1333como lo mal any pri- cipios del siglo XIIen su De laude novae mili-mer para definir el conjunto de desgracias tiae hablaba de malicidio para definir la muer-que, a partir de esta fecha, se abatirán sobre te del enemigo de la fe. Un siglo más tarde,la sociedad del Principado. Cuando los hom- el abad y cronista Pedro des Vauxde Cernay,bres de los siglos XIVYxv claman A fame, be- presentaba en su Historia albigensis la lucha110et peste, libera nos, Domine! están respon- entre católicos y heréticos en el sur de Fran-sabilizando al hambre, la peste y la guerra cia como un combate entre las fuerzas delcomo causas de sus desgracias. Cada uno Bien y del Mal.de estos factores por sí solo podía tener una Las analogías entre lo espiritual y lo militarlimitada incidencia en las poblaciones. Sin fueron harto frecuentes,según Contamine,porembargo, la concatenación y recurrencia de dos razones: porque la omnipresencia de lalos tres flagelos podían tener unos efectos de- guerra hacía que los oyentes comprendieranmoledores. mejor estos ejemplos, y porque una larga tra-

Resultaextremadamenteconvencional pre- dición mantuvo un despiadado combate entresentar el Bajo Medievo como una época par- las cohortes celestialesy las legiones diabóli-ticularmente sacudida por los conflictos béli- casoTales ideas se transmitieron al Bajo Me-cosoTodo el Medievo, en efecto, fue pródigo dievo con algunos autores -Bertolomé de Ur-en enfrentamientos militares de los que los bino, JuanGerson,Bernardinode Siena- quetestimonios narrativas han dejado cumplida seguían predicando la comparación entre lasreferencia.Sin embargo, hay algo que queda guerras temporales y las espirituales.fuera de duda: la mayor fuerza de los Esta-dos, la tendencia a la constitución de ejérci-tos permanentes y la mayor capacidad mortí- El principio de gUemljustafera del armamento, hicieron de la guerra unfenómeno que golpeó duramente las concien-cias de las sociedades de los siglos XIVYxv.Hacia 1386,el autor francés Honoré Bovet ensu Arbol de las batallas destacaba la genera-lidad y crueldad de las guerras del momento,diciendo que no había por entonces ningúnpaís de la Cristiandad, por muy pequeño quefuera, que gozara de verdadera paz.

Los mentoresideológicos del Bajo Medievoheredaron muchas de las viejas pautas que

4/LAGUERRADE LOS CIENAÑOS

La defensa del recurso a las armas en cier-tos casos habíaforjado el concepto de guerrajusta en el que confluyeron elementos roma-nos y canónicos.

San Isidoro (Etimologías, lib. XVIII, cap. 1)menciona cuatro clases de guerra: justa, in-

Retrato de Juan I de Castilla (del Libro de los retratosde los Reyes del Alcázar de Segovia)

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justa, civil y más que civil. Laprimerateníaqueacoplarse a alguno de estos tres principios:vengar un agravio, expulsar al invasor o serdeclarada por autoridades legítimamenteconstituidas. Desde la primera mitad del si-glo XII, la doctrina escolástica profundizó enestos esquemas. El camaldulense Gracianoañadiría una cuarta circunstancia a la guerrajusta: la conducción dentro de ciertos límites.

Ya en el Bajo Medievo, Juan de Legnanomenciona siete clases de guerra: cuatro jus-tas y tres injustas. Entre las primeras esta-ban: la guerra romana, conducida contra losinfieles; la guerra judicial emprendida contrarebeldes a fin de imponer el orden; la guerraconducida por autoridad legítima para repa-rar injusticias; y la guerra presuntuosa em-prendida por rebeldes a la autoridad de unjuez; la guerra temeraria e ilícita, similar a laanterior; y la guerra voluntariau ofensiva con-ducida por autoridades seculares sin permi-so del príncipe.

Una sociedad como la medieval, dominadapor valoresy coartadas religiosas,dispuso demúltiples motivos para justificar acciones ar-madas cubiertas con el manto de guerra jus-ta e incluso santa. La secularizaciónde lavidaintelectual-perceptible ya en el sigloXIIIse-gún la magistral obra de G. Lagarde- contri-buyó a enriquecer el concepto de justicia deciertas operaciones militares.Aunque se insis-tiese en argumentos no comprometidos conpresupuestos de orden espiritual, éstos noeran ni mucho menos rechazados.

Sin duda, el discurso pronunciado por JuanI de Castillaen las cortes de Segoviade 1386sintetiza perfectamenteesta actitud. Con mo-tivo de su enfrentamientodinástico con Juande Gante, duque de Lancaster, el soberanoTrastámara dirá que se estaban dando todaslas condiciones para que los castellanos to-maran las armas: defensa de la fe, defensadel rey legítimo,defensa de la tierray defensade sí mismos.

Antítesisy paliativosa la guerra:paz, treguay arbitraje

Incluso en casos de flagrante agresión, laguerra era presentadacomo el recurso últimopara la defensa de una causa justa.

La paz, por su parte, era presentada -in-cluso por autores que redactarontratados so-bre las virtudes del combatiente- como unbien digno de la más alta estima. La Iglesiahabíacreado en torno al Año Mil toda una ca-

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suística para combatir, o al menos, paliar laviolencia generalizada.Fue el principio de Pazy Treguade Dios predicadas con el ánimo deproteger de los efectos devastadores de lasguerras al personal no combatiente, cose-chas, animalesde labor, etc. Paralelamentesetrataba de limitar el número de días en que seconsideraba lícito hacer uso de las armas.

La idea fue tomada por los poderes laicosde Occidente a medida que se fueron recons-truyendo. Así, los soberanos del Sacro Impe-rio proclamaríanen numerosas ocasiones lasLandfrieden con intención de acabar con lasguerras privadasy reservarseel monopolio dela violencia. El modelo fue seguido por todoslos príncipes del Occidente con muy irregula-res resultados.

El Bajo Medievofue pródigo en escritos queensalzaban los beneficios de la paz. En tornoa 1324, Marsiliode Paduaredactabasu De-fensor pacis, tratado en el que no se hablabatanto de paz internacional como de paz civilalterada por el empeño pontificio de ostentarla plenitudo potestatis sobre el conjunto de lasociedad cristiana. En los años siguientes, enun Occidente víctima de la conflagración ge-neralizadade la Guerrade los Cien Años, tex-tos bajo el título de Le livre de la paix seríanredactados por Cristina de Pisan o el borgo-ñón Georges Chastellain.

De forma similar aparecieron otras obrasque cifraron la estabilidad general en la exis-tencia de un poder arbitral capaz de mediaren los más variados conflictos. El De Monar-chía de Dante, defenderá la existencia de laidea de imperio (romano,por supuesto) comoinstrumentode equilibrio de la Cristiandad eu-ropea. Por los mismos años, el consejero deFelipe IV de Francia, Pierre Dubois, abogaríapor una prevención de la guerra mediante ins-tituciones apropiadas. Para ello se precisaríala existencia de un arbitraje internacional almargen de toda autoridad imperial o pontifi-cia. Propone, para ello, una especie de con-federación de monarcas, cuyas diferenciasserían solventas por una asamblea de árbi-tros elegidos por su prudencia, experiencia yfidelidad.

En PierreDubois y en otros autores bajome-dievales se trata de reavivar el viejo ideal deconfrontación con el Islam como la mejor víade entendemiento entre los monarcas euro-peos. El peligro turco facilitaba el mejor pre-texto. A fines del XIV,el poeta francés Eusta-quio Deschamps se expresa ell estos térmi-nos. Medio siglo después el papa Pío 11hizouna invocación similar intimidando a Maho-

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Muerte de Pedro I de Castilla

met II con la potencia del pueblo cristiano,ilustrada en la suma de las virtudes militaresde los pueblos europeos. Por los mismosaños, Jorge Podiebrad, un husita moderadollegado a rey de Bohemia, propugnaría la or-ganización de una nueva Europa invocando lacaridad mutua y fraternidad en medio de unaloable unión. Sería la vía para terminar con lasmiserias y guerras que acosaban en los dis-tintos reinos. Tal proyecto era presentadocomo una alianza defensiva de la cristiandadcontra los turcos.

Los principios de unidad, paz, arbitraje,etc.,seguían, así, lastrados por inercias del pasa-do.

Sin embargo, ni la guerra continuada ni lapaz general darán el tono a la sociedad euro-pea del Bajo Medievo. El signo más caracte-rístico es el de la tregua. Según Honoré Bovetsuponía una esperanzade paz... y, de hecho,una paz siempre inestablealterada por el ejer-cicio de la violencia de quienes habían hechode las armas una profesión.Contamineha es-tablecido para la primerafase de la Guerrade

los Cien Años -grosso modo entre 1337 y1400- 28 años de guerraabierta por 36 años,correspondientes a distintos periodos de tre-gua oficial.

Resultadifícil, en muchas ocasiones, sabersi unas negociaciones se entablan con vistasa una tregua -suspensión temporal de hos-tilidades- o para fijar las condiciones de unapaz en firme tomada como fin acordado deuna guerra. Muchos conflictos, además, seextinguensin formalidades de este tipo. Será,por ejemplo, el caso de la Guerra de los CienAños, el conflicto más sangriento del Bajo Me-dievo: no concluye ni con un acuerdo de pazni con la renuncia de la monarquía inglesa asus derechos al trono francés. Llega su fin, lisay llanamente, con la expulsión de los británi-cos de este lado del Canal, salvo de la ciudadde Calais.

La guerrabajomedieval:artey técnica

Hacia 1519, Nicolás Maquiavelo inició la re-dacción de su Del/'artedella guerra, texto queha creado la imagen de la Italia del Renaci-

LA GUERRADE LOS CIENAÑOS/7

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miento como creadora y codificadora de unafilosofía y.un arte de la guerra. Sin embargo,en los siglos precedentes no faltaron los tex-tos orientados en esta dirección.

Los autoresdel Medievorecurrieroncon fre-cuencia a versionesde la obra de un contem-poráneo de San Agustín, FlavioVegecio, titu-lada De re mílítarí. Igualmente, interpretaronciertas obras del pasado clásico como exalta-doras de las virtudes militares. Entre ellas seencontraban las Décadas de Tito Livio, verti-das al francés y al castellano -aquí por elcanciller y cronista Pero López de Ayala- enla segunda mitaldel siglo XIV.De 1360eslare-dacción del De bello, de represalííset de due-//0 de Juan de Legnano, que habría de crearescuela en lo que a conducción de la guerrase refiere. Unos años más tarde, el alemánConrado Kyeserescribíasu Bellífortís,descrip-ción de los instrumentosmilitaresde la época.

La continuidad e intensidad de los conflic-tos bélicos bajomedievalesexigieronuna mo-vilizaciónde esfuerzoscada vez mayor. La fis-calidad de estos siglos tiene en la guerra uno-aunque, desde luego, no el único- de susmotores. Así la batalla por controlar el Estre-cho de Gibraltar, bajo Alfonso XI, provocó eldesarrollo de un impuesto que habría de sercaracterísticode la fiscalidad castellana: la al-cabala. En Francia, desde el principio de laGuerra de los Cien Años se va imponiendo lataílle o fouage. La guerra provocó, a su vez,que los presupuestosde la corona inglesa sedisparasen: según Pastan a lo largo del pri-mer tercio del siglo XIVse pasa de las 40/70mil libras anuales a Ia.sdoscientas mil.

El botín obtenido en operaciones militaresopor rescatede prisioneros -vg. el muy creci-do de Juan 11de Franciaapresado por los in-gleses en Poitiers en 1356- contribuyerontambién a alimentar el esfuerzo de guerra.Pero en más de una ocasión sus efectos fue-ron contraproducentes:así, una Francia repe-tidamente esquilmada por las bandas arma-das, poco podía ofrecer a veces a las ávidasar8as de los poderes públicos. Petrarca diríaa mediados del siglo XIV,que el país era unmontón de ruinas. En 1435, Eneas Silvio Pic-colomini, enviaje al Nortede Europa,diríaqueen Francia escaseaban ya hasta las ruinas...Tales expresionestienen, sin duda, mucho deretórico, pero expresan bien la inseguridad ypenuria del territoriogalo durante buena partedel Bajo Medievo.

El número de combatientes movilizadospara las grandes campañas nunca fue muyelevado. Hay que desconfiar de las cifras da-

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das por los cronistas que tienden siempre ala hipérbole. Los treinta y dos mil soldados in-gleses sitiadores de Calais en 1346 consti-tuían un respetableejército. Un siglo después,Carlos VII de Francia no moviliza de una vezmás de veinte mil hombres para expulsara losingleses del país. Lo que parece claro es quelos poderes públicos van prefiriendo la calidady disciplina a la cantidad y el valor anárquico.

Las batallas campales que enfrentaron avarios milllares de combatientes no fueronmuy numerosas aunque algunas -Crecy,Azincourt, Aljubarrota, Nicópolis, Tannen-berg- fueran espectaculares y de decisivosresultados. Se prodigaron más otro tipo deoperaciones. Serán los golpes de mano ca-racterísticos de las zonas de frontera: caste-llanos contra granadinos, ingleses contra es-coceses... Serán las cabalgadas, incursioneshabituales en la Francia de la Guerra de losCien Años: consisten en la penetración de co-lumnas de soldados -bastan unos pocosmiles- hasta el corazón del territorio enemi-go a fin de destruir sus recursos económicosy minar la moral de la población. O será laocupación del territorio del rival merced a laconquista de importantes plazas. Así, Calais,tomada por los ingleses en 1347 les permitiótener una cabeza de puente a este lado delCanal durante toda la guerra. Laconquista deHarfleur, Caen y Rouen por Enrique V en losprimeros años del siglo XV,permitió a la casade Lancaster un dominio férreo sobre Nor-mandía. Por el contrario, su fracaso unosaños después, frente a Orleans les impidió laprogresión al sur del Loira.

La expugnaciónde ciudades -más que losencuentros a campo abierto- impulsó el de-sarrollo de un arma cuyos rudimentos en Oc-cidente parecen remontarse al cerco de Nie-bla, a fines del siglo XIII:la artillería. Dado suelevado costo, sólo los príncipesy algunas im-portantes ciudades pudieron permitirse el lujode disponer de un arma tan innovadora.El há-bil manejo de los cañones ayudó decisiva-mente a CarlosVII de Francia a expulsar a losingleses de las posiciones que antes habíanconquistado. Por los mismos años (1543), laartillería turca batía sin piedad los muros deConstantinoplay ponía fin al Imperio Romanode Oriente.En la recta final del siglo, la artille-ría real facilitaríaa los ReyesCatólicos la con-

Caballeros castellanos del siglo XIV(miniaturas del Librode los Caballeros de Santiago, Archivo Municipal

de Burgos)

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quista del reino de Granada cubierto por unared de importantes plazas fuertes.

A la par que la artillería-arma nueva- lasdos armas tradicionales de los conflictos me-dievales experimentaron un notable impulso.Desde tiempo inmemorial, el caballo era laseña de identidad del guerrero medieval. Allado de formaciones de caballería ligera (jine-tes castellanos, hobelars ingleses...)funciona-ba otra acorazada a las que se encomenda-ba la misión de romper las líneas enemigas.La armadura (loriga de mallas o conjunto deplacas metálicas articuladas) experimentó unperfeccionamiento progresivo. A mediadosdel siglo xv, el soldado de la caballería pesa-da (el hombre de armas por excelencia)teníaun impresionante aspecto. Sin embargo, lasarmas de tiro y su uso perfeccionado, le ha-bían convertido en un combatiente demasia-do vulnerable.

La artilleríapudo dar a fines del xv un golpemortal a la caballería,pero ya años atrás,el in-fante armado de alabarda, ballesta o arco lar-go, habíacausado graves estragos a la gentemontada. Las compactas masas de arquerosusadas por los inglesescontra los escocesesen Falkirk en 1298, y luego contra franceses(Crecy, Poitiers) o castellanos (Nájera, Alju-barrota) resaltaronel valor militar de las gen-tes de a pie, hasta entonces pieza secundariaen la estrategia militar.

Las marinas al servicio de los Estados delOccidente acabarían mostrándose tambiéncomo un importantearma, no sólo en los cho-ques frontales -tipo batalla de L'Ecluse en1340 entre ingleses y franceses- sino, ade-más, en otro tipo de operaciones: en el trans-porte de importantes efectivos humanos y vi-tuallas -caso inglés- o en el hostigamientodel comercio del enemigo. La guerra en laBaja Edad Media se libra,desde luego, en loscampos de batalla, pero también en las rutasmercantiles: Canal de la Mancha y Golfo deVizcaya, en donde se enfrentan las potenciascomprometidas en la Guerra de los CienAños; mar Báltico en donde chocan danesesy hanseáticos;o el Mediterráneo,escenariodela pugna por la hegemoníaentre genovesesyvenecianos o entre aragoneses y angevinos.

Los limitados recursos de los poderes polí-ticos bajomedievales impedían que la guerrafuera tan total como retóricamentedejan tras-lucir algunos textos de la época. Sin embar-go, la concentración de esfuerzos,el uso casiintegrado de las distintas armas y la progresi-va especialización de los combatientes, per-miten hablar de los siglos XIVYxv como del

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período en que la guerra y sus protagonistasapuntan ya hacia pautas más modernas, y,consiguientemente,más destructivas.

Imageny actuacióndelcombatiente.De la funcióna la profesión

Desde principios del siglo XI,y de la manode dos obispos -Adalberón de Laón y Ge-rardo de Cambrai-, el Medievo popularizóuna imagen de la sociedad. En ella se reco-nocía la existenciade tres categorías con susfunciones bien definidas. Los servicios quecada una de ellas prestaba a las otras doseran garantía de estabilidad. La masa consti-tuía el orden de los laboratores, identificados,esencialmente, con el campesinado. Una mi-noría regía los asuntos espirituales: eran losoratores. Otra minoría estaba al frente de losasuntos temporales: eran los bellatores, pug-natores o defensores.

Pese a los cambios que el desarrollo eco-nómico fue introduciendo en la sociedad eu-ropea, los ideólogos se mantuvieron sustan-cialmente fieles al sistema tripartito. Así se ex-presaron ilustres cronistas del Bajo Medievocomo el franco-hainuyerFroissarten la segun-da mitad del siglo XIVo el castellano Díez deGames y el borgoñón Georges Chastellain enel siglo siguiente. Una abundante literaturacontribuyó, a su vez, a glorificar las funcionesdel guerrero a quien se identificaba, funda-mentalmente, con aquel que se movía en lasesferas de la casta feudal. A fines del XIII,Ra-món Llull exaltó a la caballeríaen un texto (Li-bro de la orden de caballería),que es todo uncompendio de virtudes para los comprometi-dos en el ejercicio de las armas.Algo mástar-de, DonJuan Manuel haría algo similar en suLibro del caballero et del escudero. Distintosautoresdedicaron sus mejores páginas a can-tar las glorias militares tomadas como motorde la historia. Determinados caballeros aca-baron, a su vez, por ser protagonistas de im-portantes textos narrativas:el Príncipe Negro,Beltrán Du Guesclin, Pero Niño, el mariscalBoucicaut, etc.

Sin embargo, como ya advirtió Huizinga, loheroico empieza a ser sustituido por el artifi-cio de lo heroico. Contrasta la exaltación su-perlativa de unas virtudes caballerescas conla sordidez de unas guerras que, abiertamen-te, contradicen los principios éticos pregona-dos por la literatura.

En efecto, la imagen del combatiente comomiembro de una clase encargadade defen-

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der al conjunto de la sociedad, cuadraba yamal con la realidad del Bajo Medievo.Junto alos contingentes estrictamente feudales -losque luchan en virtud de su rango social y acambio de un beneficium recibido de su se-ñor- los príncipes fueron explotando otrasposibilidades que les brinda su creciente po-der. Podíanser los efectivosde las miliciasco-munales o los extraídos de la pura y simplemovilizaciónen masa (el arriere-ban)de todoslos habitantes del reino con capacidad paramantener las armas entre los 15/20 y los 60años. Los monarcas disponían así, de reser-vorios militares importantes en número, perodemasiado heterogéneosy, por ende, de du-dosa eficacia militar llegada la hora.

Elloexplica que príncipesy ciudades impor-tantes recurran con frecuencia a mercenariospara satisfacersus necesidades militares.A fi-nes del siglo XIIse hablará de brabanzones,aragoneses, triaverdinosy cote/eros,para de-finir las gentes armadas a sueldo (los routiers)contra los que el 111Concilio de Letrán lanzóun anatema especial. Las pautas morales es-

tablecidas consideraban poco admisible com-batir por dinero en vez de por obligación fun-ciona/.Con todo, el mercenariado siguió sien-do utilizado por los diferentes poderes públi-cos en sus conflictos armados. Así, veremosa los monarcas franceses reclutando contin-gentes de ballesteros provenzales y genove-ses que combaten junto a los procedentes delarriere-ban o del servitium debitum feudal.Efectivos al servicio indistintamente de uno uotro monarca combatirán durante la segundamitad del siglo XIVen los distintos teatros deoperaciones: son las llamadas compañías deaventura mandadas por personajes como Ai-merygot Marchés, John Hawkod o Arnaud deCervole. Después de 1400, un tipo similar decombatientes (los écorcheurs) sembrarontambién el pánico en territorio francés.

Los poderes públicos trataron de limitar laanarquía provocada por estas bandas a tra-vés de distintas reglamentacionesque, con eltiempo, perfilaron ejércitos profesionales convisos de permanencia. La recluta selectivapropició, desde principios del siglo XIV,la di-

LAGUERRADE LOS CIEN AÑOS/11

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vulgación de contratos (condotas, lettres deretenue, indentures...)por los que un príncipeo una ciudad adquiría los servicios de un ca-pitán y su gente por un tiempo determinado.Tales operaciones -caso de la Italiadel Tres-cientos y el Cuatrocientos- pueden permitirala larga a algunos de esos capitanes conver-tirse en amos de la situación.Casos como losde CastruccioCastracani,convertidoen señorde Luca en 1327,o de FrancescoSforza, du-que de Milán desde 1450, son altamente ilus-trativos.

En el Occidente, la creación de órdenes decaballería(la Bandaen Castilla, laJarreteraenInglaterra,la Estrellaen Franciao el Toisón deOro en Borgoña) supuso un intento de revita-lizarel viejo ethosmilitarfeudal conjugado conla estricta fidelidad de sus miembros al prín-cipe. Sinembargo, para lacreaciónde unejér-cito realfueron más eficaces las disposicioneslegales que, tras largas experiencias,posibili-taron la creación de unas fuerzasarmadas es-tables, dependientes de los reyes y pagadaspor ellos. El modelo más acabado fue ideadopor Carlos VII de Francia, a mediados del si-glo xv. La Gran Ordenanza promovió la reclu-ta de un determinado número de lanzas: uni-

dades de combate a caballo que constituye-ron un pequeño, pero efectivo ejército móvil.La Pequeña Ordenanza creó un cuerpo a piepara cubrir las guarniciones del país recién re-conquistado a los ingleses. El cuerpo defrancs-archers,exentos de impuestos y paga-dos por las parroquias, constituyó una econó-mica infantería nacional. Paralelamente, loshermanos Boureau dotaron a las fuerzas rea-les de una potente artillería.Algunos años mástarde, los Reyes Católicos tendrían en laGuerra de Granada un excelente banco depruebas para que, a partir de experienciasan-teriores (levas municipales, contingentes deHermandad, h.uestesseñoriales), se constitu-yera un ejército suficientementeoperativo.

Con todo, la nacionalización de los ejérci-tos dista mucho de ser una realidad a finesdel Medievo. El recurso a los mercenarios si-gue siendo moneda corriente.A mediados delsiglo xv, Gilles le Bouvier redactaba una obra-Oescription des pays- en la que se reco-gen, entre otras cosas, las virtudes guerrerasde cada pueblo. Los suizos, presentadoscomo gentes crueles y rudas, se llevaban lapalma en estos años, como servidores milita-res de los diversos poderes políticos.

La guerra y susfactoresDIVERSOSfactorespesanen losconflictos

armadosdel BajoMedievo.Algunosse-rán decisivos.Otros semejanmás simplespretextos.

Resultadifícilencontrarun conflictomilitardel BajoMedievoquepuedainvocarel factorreligióncomo único motor.Sin embargo,laubicuidaddel hechoreligiosoa lo largo detodalaEdadMediahacequemuchasguerrasseveancondicionadasporcircunstancias-omerascoartadas- espirituales.

1) La ideade cruzaday su crisis:LacaídadeSanJuandeAcreenmanosde

los musulmanes(1291)pusofina laaventurade losoccidentalesenTierraSanta.Elulteriorprocesoa los Templarios(1307-12)lo fue aunaordenmilitara la que,entreotrascosas,la opiniónpúblicaacusabade haberdejadode servirsus interesesfundacionales.Pores-tas fechas,la ideade Cruzadahabíasufridoya numerosascríticas,especialmentepor serla plasmaciónde un abusivoidealteocrático

12/LAGUERRADELOSCIENAÑOS"

pontificio. Sin embargo -como ya hemosadelantado- algunos ideólogos del Occiden-te siguieron manteniendo el ideal cruzadistacomo medio de unión de la sociedad europeafrente a un enemigo común. Incluso algunosautores, que en su juventud fueron críticosante la predicación de la cruzada, llegados ala madurez, se manifestaron como sus since-ros admiradores. El caso de Eneas Silvio Pic-colomini puede resultar paradigmático: en1443 critica a Eugenio IV por promover unacruzada contra los turcos, pero, llegado apapa unos años más tarde, se convertirá enuno de los paladines de la idea...

Tanto en Occidente como en Oriente, ells-lam seguía siendo el objetivo número uno abatir mediante una guerra religiosa.

En la PenínsulaIbérica,ocupado el valle delGuadalquivir, los monarcas castellanos orien-tan su actuación militara controlar el Estrechode Gibraltar a fin de evitar nuevas sorpresasdesde el Magreb. ElPoemadeAlfonsoOnce-

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Los caballeros defienden Jerusalén (miniaturadel siglo XIVde la obra Descriptio Terrae

Sanctae)

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no, redactado a mayor gloria de este sobera-no, alcanzasus momentosmás dramáticos enla guerra contra granadinos y benimerines.Labatalla del Salado (1340) es equiparada altriunfo de las Navas de Tolosa contra los al-mohades y a una especie de desenlace en elenfrentamientoentre la cristiandad europea yla barbarie africana. Sigloy pico más tarde, lacampaña contra Granda emprendida por losReyes Católicos podía recubrirse también deun manto ideológico religioso.

En relación con el Este de Europa, el factorreligioso fue insuficientepara impulsar un es-fuerzo militar contra la agresión turca. Laderrota de los caballeros occidentales en Ni-cópolis (1396)fue un serioaldabonazo de avi-so. En los años siguientes, los esfuerzos paraunir a las cristiandades de Orientey Occiden-te (concilio de Florenciade 1439)a fin de su-perar el trauma del cisma y de conjurar el co-mún peligro otomana, se revelaroninútiles.Lacaída de Constantinoplaen manos de Maho-met 11acabaría hipotecando políticamente lascomunidades cristianas balcánicas durantevarios siglos.

La idea de cruzada en el más estricto sen-tido jurídico, se orientó tradicionalmente con-tra los enemigos de la fe cristiana: musulma-nes y, secundariamente, paganos del, áreabáltica. Existentambién otros brotes más es-pontáneos y, consiguientemente, más anár-quicos que se desarrollanparalelamentea losmovimientosoficiales. Enel Bajo Medievoaúnse manifiestanen estallidos como una cruza-da popular de pastoureauxhacia 1320que re-cuerda otra habida a mediados del siglo an-terior. O en pintorescos intentos como el delmaestre de Alcántara MartínYáñez de la Bar-buda que, en un arrebato emocional invadióel Reinode Granada en 1394 seguidode unaturba de desheredados, sólo para obtener unrotundo fracaso.

2) Guerra, cisma y herejía:La cruzada fue también el expediente utili-

zado por la Santa Sede para erradicar la disi-dencia religiosa en el interior del Occidente.Bajo el título de negotium {idei et pacis se ha-bíapredicadoa principiosdel sigloXIII la cru-zada contra los cátaros del Mediodíade Fran-cia con una terrible eficacia. A la postre fue-ron también los enemigos domésticos delPontificado los que sufrieron el peso de esteinstrumentoque, ante lasconciencias más crí-ticas, estabaexperimentandouna devaluaciónprogresiva. Así ocurrió, por ejemplo, con Pe-dro 111de Aragón, excomulgado por el papaMartín IVquien, en 1285, lanzó contra sus Es-

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tados hispánicos un ejército dé cruzados fran-ceses. La operación se saldaríacon un fiascototal.

El manto religioso cubrió muy variadas ope-raciones militaresde los siglos XIVYxv.Así En-rique de Trastámara en su lucha por usurparel trono castellano acusará en 1366 a su her-manastro Pedro I de tirano, pero también dehereje.En 1429,Juana de Arco arropó sus éxi-tos militares con una mezcla de vago misticis-mo y elementalpatriotismo...Sinembargo, se-rán el estallido del Cisma de Occidente en1378y ciertos brotes auténticamenteheréticoslas circunstancias que faciliten coartadas reli-giosas de más entidad.

El Cisma de Occidente fue utilizado por losdos bandos -romanistas y aviñonistas-para lanzarse terribles acusaciones. No sóloeran los papas respectivosobjeto de reproba-ción por la parte contraria, sino también losmonarcas que habían optado por una u otraobediencia. Estavenía en buena medida con-dicionada por el alineamiento político en laGuerra de los Cien Años. Los contendientesde este conflicto generalizado dispusieron,así, de un arma propagandística para des-prestigiar a sus rivales.

En concreto, en los años ochenta del si-glo XIVla acusación de cismático frente a unantagonista acaba siendo moneda corriente.Así, en 1383, con la cobertura jurídica de cru-zada amparada por Roma, el obispo de Nor-wich dirigió una operación contra las fuerzasfrancesas ocupantes de Flandes. Entre estamisma fecha y 1385, los partidarios de Juan Ide Avis -romanistas a la postre, como susaliados ingleses- acusarían de cismático aJuan I de Castilla, pretendienteal trono lusita-no y aviñonistacomo sus socios franceses. En1386,el propio Juan I de Castillaacusa de cis-mático a su rival Juan de Gante, duque deLancaster,...y los ejemplos se multiplicanhas-ta el aburrimiento.

El factor religioso, sin embargo, resultópoco decisivo en estos conflictos. Mucho másimportante lo fue en otra gravísimaconmociónque sacudió en el siglo xv toda la EuropaCen-tral: la herejíahusita.

El movimiento tiene una enorme compleji-dad, de ahí que resulte difícil su encuadra-miento en una sola categoría. Algunos auto-res como J, Macek han resaltado las circuns-tancias sociales en las que el husismo se de-senvolvió; circunstancias que harían de él notanto una herejía como un movimiento socialcon hondas raíces populares.

Aunque esto no pueda ponerse en duda, re-

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sulta igualmente incuestionableque son idea-les religiosos los que sirven de cemento deunión a los distintos grupos sociales que in-vocan el nombre de Juan Hus tras su ejecu-ción en Constanzaen 1415.Así ocurrirá entrelos moderados utraquistas, defensores de lacomunión de los laicos bajo las dos especies;y entre los radicales taboritas partidarios deuna verdaderasubversiónsocial amparada enuna violenta aplicación de los ideales evangé-licos.

Hay que tener en cuenta además otro he-cho: el que Roma recogierael guante, utilizan-do contra los husitas el arma tradicional de lacruzada. Fracasada en varias ocasiones, ob-tendría al fin una importantevictoria en Lipanyque erradicó las más violentasexpresionesdela herejíay posibilitó, en los años siguientes,la existenciade una iglesia autónoma checa.

El fenómeno husita anticipa, al menos ensus distintas manifestacionesformales, lo que

Izquierda: BeltránOuguesclin. Derecha:Juan" de Castilla(grabados de laHistoria de EspañaIlustrada, de Rafael delCastillo)

será el posterior estallido protestante. Lasguerras de religiónde la Europa moderna dis-ponen, así, de un magnífico precedente.

Conflictossacesoriosy gamas dinásticas

Las dos grandes monarquíascon aspiracio-nes universalesmantuvieronen el Bajo Medie-vo el principio de sucesiónpor vía electiva.Pa-pas y Emperadores lo eran merced a la vota-ción de cuerpos electorales a los que se ha-bía dotado de una regulación formal: el cole-gio de cardenales para los Pontíficesy un co-lectivo de siete príncipes (cuatro laicos y treseclesiásticos) para los soberanos del SacroImperio.

Ello no evitó el que los conflictos en estasdos altas instituciones menudeasen. Así, elImperio conoció dos importantes crisis suce-sorias:en 1314y 1410. De hecho, tres grandes

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familias-los Wittelsbach, los Luxemburgo ylos Habsburgo- ostentanla titularidad del Im-perio en distintos momentos a lo largo delBajo Medievo. En el campo pontificio, la másgravecrisis es lahabida a partirde 1378 comoresultado de una doble elección. Será la raízdel GranCismade Occidente liquidado oficial-mente en el Concilio de Constanza(1414-1418). Las elecciones de papa objetode contestación se seguirán produciendo enlos años siguientes, pero sin alcanzar tal do-sis de dramatismo.

En las monarquías del Occidente, la suce-sión por vía hereditaria en el primogénito sehabía consolidado a lo largo del PlenoMedie-vo. Esta circunstancia dotó de una cierta es-tabilidad política a las comúnmente denomi-nadas monarquías feudales que, progresiva-mente, fueron identificándose con entidadesseminacionales. No faltaron, sin embargo,complicaciones a la hora de aplicar este prin-cipio de sucesión. Así, a la muerte de AlfonsoX de Castilla (1284) aún no se había estable-cido debidamente la primacía: se dudaba sila corona había de recaer en el heredero delya fallecido primogénito -infante Fernandode la Cerda- o en el segundogénito vivo: elque había de ser Sancho IV...

El agotamiento de la línea directa de la di-nastía reinante, o el simple golpe de estadode un pretendientecontra el monarca legítimo,marcarán poderosamente las trayectorias po-líticas de las monarquías europeas desdeprincipios del siglo XIVhasta fines del XV.

Siguiendo un orden cronológico, nos en-contraremos con el siguiente panorama:

1) Guerra de los Cien Años: Supone elconflicto político -o cadena de conflictos po-líticos- más destacado de todo el mundo ba-jomedieval. (Por su trascendencia le dedica-mos un capítulo especial en este cuaderno.)

Primahoy la idea de que su estallido no fuecausado directamentepor unacuestión dinás-tica: la extinciónen 1328de la rama mayor delos Capeto, gobernante en Francia desde fi-nes del siglo x. Sin embargo, la coartada di-nástica será frecuentemente utilizada por lossoberanos ingleses para intervenirmilitarmen-te en Francia.

2) Los Trastámaraen el trono castellano(1366-9): Estamos ante otro episodio de laGuerra de los Cien Años, que trae la sustitu-ciónviolentade unmonarcalegítimo-Pedro-por su hermano bastardo Enrique de Trastá-mara. Más que un cambio de dinastía suponela sustitución de la rama mayor de la casa deBorgoña por otraespúrea.

18/LAGUERRADE LOS CIEN AÑOS

La definitivalegitimación del cambio sólo seproducirá diez años después. En efecto, losderechos esgrimidos por Juan de Gante, du-que de Lancaster,a la corona castellana (porsu matrimonio con una hija de Pedro 1)plan-tearán serios problemas a Enrique 11y, sobretodo, a su sucesor Juan 1.El conflicto se liqui-dará mediante una avenencia en 1388: com-promiso matrimonial de los herederos de losdos Juanes -Catalina de Lancaster y el In-fante Enrique- que obtendrían el título dePríncipesde Asturias.

En este conflicto -al igual que en otros deeste tipo- los contendientesesgrimieron,tan-to razonesmoralescomo estrictamentedinás-ticas. Así, Enrique11acusará a Pedro I de tira-no y enemigo de la fe cristiana,con lo que dioa la guerra el sentido casi de una cruzada yal fraticidio de Montiella dimensión de un au-téntico tiranicidio. En los años siguientes, tan-to Juan I como Juan de Gante -puenteandoindudables tachas familiares- fundamenta-rán su legitimidad, remontándose a genera-ciones atrás. El castellano invocará a los an-tepasados de su madre los infantesde la Cer-da; el inglés se remontará a su bisabuela (!)la infantacastellana Leonor,esposa de Eduar-do I de Inglaterra.

3) El ascenso de los Avis en Portugal(1383-5):Al morirFernandode Portugal (1383)el trono habíade recaer en su hija Beatriz,ca-sada meses atrás con Juan I de Castilla. Losrecelos de buena parte de la opinión públicaportuguesa, temerosa de una absorción porCastilla,abriránun graveconflicto.Tiene -en-tre otras- una dimensión abiertamentedinás-tica y, como el conflicto castellano antes cita-do, se inscribe también en la gran conflagra-ción que es la Guerra de los Cien Años.

La entronización del maestre Juan de Aviscomo rey de Portugalen 1385, supone un im-portante relevo dinástico sólo consolidado acosta de un sangrientoconflicto con sus veci-nos castellanos. Sus secuelas se prolonganaún hasta los inicios del siglo siguiente, cuan-do los Trastámararenunciana cualquier velei-dad, bien de absorción del reino lusitano obien de instalación,frente al de Avis, de otrosmonarcas más manejables: los infantes donJuan o don Dionís, hermanastrosde Juan deAvis refugiados en suelo castellano.

4) Los Lancaster y el trono inglés: En1399 un auténticogolpe de estado acabacon el reinado de Ricardo 11,muerto misterio-samente meses después. Su primo Enriquede Lancaster, hijo de Juan de Gante, ascen-derá al trono encabezando una amplia coa-

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Batalla de Auray, 1364,en la que los franceses,mandados por Beltrán du Guesclin derrotaron a losingleses

lición nobiliaria hostil a los pujos autoritariosdel rey destronado. Como en el caso caste-llano no ~e puede hablar en puridad de unanueva dinastía -por más que esta figura seacomúnmente admitida- sino de una ramade la dinastía ya reinante: la Plantagenet. Ycomo en el caso castellano, estamos anteuna especie de revolución nobiliaria cuyosefectos tratarán de ser limitados por el.nue-vo beneficiario del trono.

5) El relevodinástico en la Coronade Ara-gón: La muerte en 1410 de Martín el Huma-no, último representantede la Casa de Barce-lona, provocó en la Corona aragonesa un va-cío de poder que varios pretendientestrataronde colmar. En 1412,el controvertido Compro-miso de Caspe eligió como nuevo monarca aun infante de Castilla: Fernandode Trastáma-ra, tutor a la sazón de su sobrino Juan 11.Taldecisión y sus secuelas han sido juzgadascon gran apasionamiento: desde iniquidadcontra Cataluña (L. Domenech i Montaner) aproceso de autodeterminación de un pueblo(R. MenéndezPidal). La entronizaciónde Fer-nando trajo un acercamiento dinástico entrelos dos principales Estados peninsulares. Y,casi de inmediato, provocó una breve guerraentre el nuevo monarca y otro de los candida-tos al trono: Jaime de Urgel,vencido y obliga-do a rendirseen Balaguer.Bajo los sucesoresde Fernando -Alfonso V y sobre todo, Juan11- los conflictos entre la nueva dinastía y las

institucionesdel Principado catalán desembo-carán en guerra abierta.

6) El caso napolitano: Aquí los aragone-ses obtendrán un éxito notorio que culminauna carrera iniciada en 1282 con las VísperasSicilianas. En 1421, Juana II de Nápoles, en-frentada a Luis de Anjou, prohijó a Alfonso Vde Aragón, a cambio de apoyo militar.

La cuestión se haría harto conflictiva a lamuerte de la reina, dados los recelos antiara-goneses de las principales ciudades italianas.Alfonso V se vio embarcado en una prolonga-da aventura militar,que empezó con un gravefracaso: su derrota y prisión en la batalla na-val de Panza (1435). Sin embargo, la habili-dad diplomática del aragonés y su renovadoesfuerzomilitardaríanal fin sus frutos: en 1442entraba triunfante en Nápoles.

Estos seis casos no agotan, ni mucho me-nos, la dimensión dinástica -bien sea primor-dial o simplemente accesoria- de los conflic-tos europeos del Bajo Medievo.Otros Estadosde menor envergadura política conocieron si-tuaciones similares, aunque, a veces, sin lle-gar a la guerra abierta:

- El pequeño reino de Navarra, estratégi-camente ubicado entre tres grandes potencias(Castilla, Francia y la Corona Aragonesa) co-noce distintas casas reales desde fines del si-glo XIII: los Capeto, los Evreux, los Trastáma-ra, los Foix y los Albret.

- Sobre Escocialos poderososvecinosdelsur mediarán en los conflictos dinásticos o pro-piciarán otros de forma artificial: caso de la pro-tección inglesa al clan de los Balliol, frente a lafamilia de los Bruce, desde finales del siglo XIII.

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- Elcaso mallorquín,endondeladinastíaindependiente establecida en el testamentode Jaime I fue violentamenteliquidada por Pe-dro IVde Aragón tras la batalla de Luchmajor(1349)~ El archipiélagobalear quedará,deesta forma, integrado definitivámente, en losEstados de la rama mayor de la casa de Bar-celona.

- El caso bretón. El ducado de Bretañaserá, desde 1341, víctima de una guerra en-démica entre dos familias: los Montfort y losBlois. En tierra bretona, precisamente, ingle-ses y franceses tratarán más de una vez desaldar sus diferencias.

- Elcasoborgoñón,surgidocon lamuer-te en 1364 del duque Felipe de Rouvresy laelevación, frente a otros candidatos, de unpríncipe de la casa real francesa: Felipe elAtrevido.

- El casode Artois,que se arrastraráen-tre 1302y 1329Yenfrentaráa su condesa Ma-tilde con su sobrino Roberto.

De hecho cualquier Estado señorial puedeplantear en el Bajo Medievo conflictos suce-sorios jurídicamentesimilaresa los de una co-rona real. Tampoco hay que olvidar que laEdad Media se cierra en el Occidente con dosgraves crisis sucesorias: la que entroniza enInglaterraa EduardoTudor y la que instalaenel trono castellano a Isabel la Católica.

GUemJsintestinas

Losautoresdel Medievo distinguieron -taly como hemos adelantado- entre guerra ci-vil y más que civil. La primera tenía lugar en-tre conciudadanos. Lasegunda también entreparientes.

Todo el Medievofue pródigo en conflictos li-brados en escalones inferiores al del Estadocontra Estado. Muchas de las guerras no su-peraron las pautas de lo jurídicamentefeudal:señores contra vasallos. El factor nobiliariocondiciona muchas veces la dimensión civilde las guerras medievales: se trata a menudode enfrentamientosentre facciones aristocrá-ticas que acaban arrastrando a toda una plé-yade de familiares y clientes en una cadenade venganzas y revanchas. Incluso los quepodrían definirse como conflictos internacio-nales de los siglos XIXYxx tienen una buenadosis de guerra civil moremedievale.

Dosescalones podríamos establecer:1) Unidades políticas tipo reino:La Guerra de los Cien Años, vista común-

mente como una confrontación anglofrance-

20/LA GUERRADE LOS CIENAÑOS

sa, tuvo también mucho de guerra civil fran-cesa en sus distintas etapas. Varias circuns-tancias contribuyerona ello: la cambiante mi-litancia de las bandas de combatientes quetanto luchan del lado Valois como del Planta-genet; la fidelidad de un importante sector dela población francesa (zona Burdeos-Gascu-ña) a la realeza británica a lo largo de casitoda la guerrá; y, sobre todo, la abrupta rup-tura que se produce en suelo francés desde1415-1419entre dos bandos formados en losaños anteriores. Uno, el borgoñón, partidariode la unión de las coronas inglesa y francesa,en manos de la familia Lancaster.Otro, el ar-magnac, partidario de una monarquía france-sa independiente y de la expulsión de los in-gleses del continente. Estecúmulo de circuns-tancias explica lo encarnizado del conflicto alque un poeta francés, Alain Chartier, califica-ba hacia 1420, de guerracivily másquecivil.

En el caso castellano, la guerra que entro-niza a los Trastámara es no sólo dinástica,sino también auténticamente civil, por másque sólo se hayaenfatizadoen el apoyo de lanoblezaa Enrique11.El recursode éstea lasciudades (Cortes de Burgos de 1367) parasancionar la usurpación o la cerrada defensaque de Pedro I hacen ciertas pOblacionessonhechos harto ilustrativos.Un siglo después, elconflicto que asientaen el trono a Isabel la Ca-tólica frentea su sobrinaJuana, adquiere tam-bién los tintes de una guerra civil.

El Portugal revolucionariode 1383-1385 estambién el de un conflicto civil abierto. Recien-tes investigaciones han matizado el viejo es-quema un tanto simplista de nobleza lusitanaprotrastamaristaen su totalidad frente al bajopueblo y burguesía plenamente identificadoscon el maestre de Avis.

En el caso de la Corona de Aragón los con-flictos internos van evolucionando a lo largode todo el Bajo Medievo. En un primer mo-mento serán las guerrascontra las Unionesdenobles (aragonesesy valencianos)aplastadaspor Pedro IV. Más adelante serán los conflic-tos derivados de la crisis dinástica y de la en-tronización de Fernando de Trastámara, noaceptado de forma unánime. Y será, al final,la gran conmoción catalana que enfrentaabuscarios y bigarios y, a la postre, a buenaparte de la opinión del Principadocontra el au-toritarismo de Juan 11.El grave problema rural-conflicto de los payesesde remensa- con-tribuye a enmarañaraún más el conflictivo pa-norama político-social de Cataluña en el oca-so del Medievo.

En Inglaterra, algunos conflictos internos

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Nobles castellanos del siglo XIV(de unaminiatura del Libro de la Coronación de

los Reyes de Castilla. Monasterio deEl Escorialj

~

LA GUERRADE LOS CIEN AÑOS/21

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-luchas en ocasionesentrefaccionesmino-ritarias- se saldancon lasangrientadesapa-rición del monarca: Eduardo 11(1327), Ricar-do 11(1400), Enrique VI (1461), Eduardo V(1483) Y Ricardo 111(1485). Lo dinástico que-da en los conflictos ingleses suplantado no yapor lo civil,sino por lo más que civil.La Guerrade las Dos Rosas, en efecto, se presentacomo un largo ajuste de cuentas en el senode la familiareal inglesa.

En Alemania, las luchas entre los grandespoderes se doblan con anárquicos enfrenta-mientos en nivelesinferioresde la nobleza: loscaballerosdel país (los rittet¡vana lanzarseen el bajo Medievoa una políticade auténticobandidaje que se convertiráen factor de gra-ve inestabilidad.

En Estados de menor extensión las guerrasciviles acaban haciendo también estragos yposibilitando,con ello, su absorción por veci-nos más poderosos. Así sucederá, por ejem-plo, con el ducado de Bretaña, dotado de unafuerte personalidad pero en permanente crisisinterna: desaparecerá como Estado indepen-diente con la unión matrimonialde Carlos VIIIy la heredera del ducado. En la Península Ibé-rica hay dos ejemplos notorios que beneficia-rán a la Corona de Castilla:el de Granada, víc-tima de las discordiasentre zegríesy aben-cerrajes; y el de Navarra,que lofue de la pug-na a muerte entre las facciones de agramon-teses y beamonteses.

2) Ambitos políticos de reducidas dimen-siones:

Enfrentamientos de facciones que cubrentodo un reino reflejanen ocasiones y aprove-chan en otras conflictosentre parcialidades lo-cales y regionales. Guerras civilesy pleitos di-násticosfueroncaldo de cultivo para ajustesde cuentas entre familias que se disputabanel poder dentro de las ciudades o en territo-rios de reducida extensión. En algunos casossólo se trata de la agudización de viejas ten-siones. En otros, la crisis económica creará si-tuaciones realmenteexplosivas.

En el ámbito ibérico presenciaremos cade-nas de enfrentamientos entre bandos familia-res: Oñacinos y Gamboinos en el PaísVasco,Fajardos y Manueles en Murcia, Lunas yUrreas en Zaragoza, Centellesy Soler en Va-lencia, etc.

Las ciudades italianas contaban con unaañeja tradición de luchas entre güelfos papa-listas y gibelinos imperialistas. A este conflic-to sucederá la pugna entre blancos y negrosque, en el caso florentino, costó el exilio a ilus-tres ciudadanos como Dante Alighieri. Los en-

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frentamientos estrictamentepolíticosy familia-res se entreveraroncon otros derivados de losrecelos entre los distintos gremios. La crisiseconómica se manifestaría en Florencia en1378 con una grave conmoción social: el tu-multo de los Ciompi.Como otras muchas re-vueltas, ésta también fracasará a la postre. Sinembargo, permitirá a una familia -los Medi-ci- dar importantes pasos para convertir elrégimen florentino en un gobierno desde elque se ejercerá un poderoso control.

Lacontinuada inseguridado ladebilidad delpoder central generan importantes movimien-tos de autodefensa.En Castilla, por ejemplo,serán las hermandades: una con carácter ge-neral aparece en 1282.Con alcance más res-tringido surgen otras asociaciones en los dis-tintos Estados europeos. EnAlemania, dondeel papel arbitral del emperador se va difumi-nando, aparecen diversas ligas de ciudades:en el Báltico y en el Rin desde fecha tempra-na; luego en otras zonas: en Lusacia en 1346o en Suabia en 1378.

Sin embargo, las guerras civiles y más queciviles lograrán en el Occidente otro efecto:potenciar la imagen del poder monárquico-allí donde consiguió reconstruirse- comoel único capaz de facilitar paz y estabilidad alconjunto de la sociedad. Elprecio sería la de-jación de algunas de las libertadestradiciona-les.

Guerras, fronteras y esferas de influencia

En el Bajo Medievo se dieron importantespasos para modernizar el sentido de la pala-bra frontera. Hasta entonces, lo que primabacomo divisoria entre las distintas entidadespolíticasera la marca -área un tanto difusa-y no la líneade separación perfectamentede-finida. Las propias relacionesde dependenciafeudal hacían difícil saber hasta dónde se ex-tendían las verdaderas esferas de influenciapolítica de los príncipes.

Las áreas fronterizas se convirtieron conharta frecuenciaen auténticos campos de en-trenamiento militar: castellanos y granadinos-incluso en períodos de paz oficial- prota-gonizan casi continuados golpes de mano; elborder que separaba a ingleses y escocesesera permanente línea de fricción; la Guyenafue también campo de confrontación entre losocupantes inglesesy sus vecinos franceses...Conflictos fronterizos de escasa envergadurapueden propiciar, a la larga, enfrentamientosa gran escala.Enciertoscasos permitirána al-

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~,-~~.-

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-- -- _."- --- ---Murallas de la ciudad de Torhn, construida por la ordenteutónica

gunos monarcas bajomedievales erigirse enlos futuros grandes poderes del mundo mo-derno. Este fenómeno en distintos nivelespuede apreciarse.

1) Elcaso italiano:Las más pujantes ciudades de la península

acabarán por neutralizara las demás y con-vertirse en cabezas de entidades políticas detipo medio y en poderes económicos de pri-mera magnitud. Milanesesen Lombardía;ve-necianos en la costa dálmata y la Terra Fer-ma del bajo Po; florentinossobre toda Tosca-na; genoveses en la costa ligur; pontificios enla Italia central y angevinos primero y luegoaragoneses en Nápoles... fijarán las ~randesesferasde influenciasobre territorio italico. Lapaz de Lodi de 1454 permitió la creación deuna política de equilibrioentre las grandesciu-dades-repúblicaque se prolongará hastafina-les de la centuria.

2) El caso ibérico:Hasta fines del Medievo, los límitesentre los

distintos Estadosexperimentanescasasvaria-ciones. Las diversas guerras habidas no de-terioraron -pese al descalabro frente a Por-tugal- la hegemonía de la Corona Castella-na. Incluso ciertos Estados señoriales fronte-rizos de ambiguo estatuto jurídico (Cameros,Molina o Villena) acabarán englobándose ensu esfera de acción. La gran novedad se pro-

-....""" -,.

ducirá al clausurarse la Edad Media con la de-saparición de dos Estados periféricos: Grana-da y Navarra.

3) Tierras al Oeste del Rin:A principios del siglo XIVera difícil saber

hasta dónde llegaba en esta zona la autoridadde los monarcas franceses y la de los empe-radores germánicos. Un siglo más tarde, la si-tuación se hizo más compleja con la forma-ción de los Estados del duque de Borgoñaque cubrían desde los PaísesBajos hasta lasdos Borgoñas: la ducal al Oeste y la condal(el conocido como Franco Condado) al Este.Tan prometedora entidad política fue víctimade sus contradicciones internas -territoriosdemasiado heterogéneos- y de las fracasa-das aventuras militares del último de sus du-ques (Carlosel Temerario) contra suizos y 10-reneses.A su muerte en 1477 sus poderososvecinos - Valois franceses y Habsburgo im-periales- se repartiránlos despojos borgoñe-seso De rechazo, crearon una rivalidad quemarcó profundamente las relaciones interna-cionales en los inicios de la Edad Moderna.

4) Las fronteras orientales: en los límitesde la Cristiandad:

El drang nach Osten (marcha hacia el Este)había sido uno de los objetivos de la germa-nidad en la Plenituddel Medievo. La Gran Lla-nura Central Europea se convirtió, así, en unagigantesca frontera móvil que permitió impor-tantes avances a señores, órdenes religiosasy campesinos alemanes sobre áreas pobla-

LAGUERRADE LOS CIEN AÑOS/23

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das por elementos eslavos. La Orden Teutó-nica fue la más eficaz punta de lanza de estaprogresión: a principios del XIVconstituyó so-bre el Báltico un Estado apoyado en una te-mible maquinariabélica. Los caballeros teutó-nicos llegaron a su máximo esplendor con elmaestreWinric de Kniprode (1351-1382).Des-de este momento, sin embargo, la unión delreino de Poloniay el Gran ducado de Lituaniabajo la dinastía Jaguellón puso freno a estahegemonía.En 141O,la Orden sufríauna duraderrota en Tannenberg. En los años siguien-tes, polacos y lituanos consolidaron sus posi-ciones en un espacio que cubría desde el Bál-tico a los cursos bajos del Dnieper y Bug. Acosta de sus vecinos, el reino de Polonia seconvertíaen la potencia más importante de lacristiandad latinaen la EuropaCentro-Oriental.

Muy desiguales fueron los destinos de losEstadossituados entreel Danubio Medioy losUrales. En el área rusa, Moscú acabará impo-niendo su autoridad sobre otros principadoscomo Vladimir, Susdal y Riazan. Su máximoprestigio lo conseguirá,sin embargo, en luchacontra los tártaros. En 1380, el príncipe mos-covita Dimitri Donsky obtenía sobre ellos unaimportantevictoria en Kulikovo.Posterioresre-trocesos no privaron a esta batalla del senti-do de mito histórico:a fines del Medievo,Mos-cú se alzaba como símbolo del renacimientopolítico del pueblo ruso y como la terceraRoma.

Era la respuesta a la caída en 1453 deConstantinopla(SegundaRoma)en manos delos otomanos. Los Balcanes,e incluso toda lallanura danubiana se convertían, desde estafecha, en una frontera demasiado vulnerable.Las preocupaciones cruzadistas de Pío 11te-nían, así, una justificación.

5) Guerras e identidades nacionales:Factores religiosos, económicos o dinásti-

cos alimentaron guerras en las que, en repe-tidas ocasiones, se invocaron la defensa de latierra y el odio contra el enemigo. Algunosconflictos del Bajo Medievo dieron al trastecon la independencia de ciertos territorios.Otros, por el contrario,contribuyerona alimen-tar y afirmar el sentimientode nación.

Francesese ingleses se sintieron más pro-fundamente convencidos de su identidad através de su enfrentamiento en la Guerra delos Cien Años. Así, los ingleses abandonaránel uso del francés en sus relaciones por con-siderarla lengua del enemigo. Del otro lado,echar a los ingleses de Franciaacaba convir-tiéndose en objetivo preferente.

En la PenínsulaIbérica los sentimientos de

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independencia contribuyeron a fortalecer losespíritus en distintas contiendas. En Portugalse hablará de buenos y de malos portugue-ses para definir a quienes militan respectiva-mente en las filas de Juan de Avis y en las deJuan I de Castilla. En Cataluña, los sentimien-tos pactistas alimentaron la confrontación en-tre las instituciones del territorio y los monar-cas Trastámarahasta el punto de llegar a unasangrienta guerra sólo concluida con el totalagotamiento de la capital del Principado.

En la periferia de las dos grandes monar-quías del Occidente los sentimientos de de-fensa de la tierra alimentanel odio de peque-ñas entidades políticas contra sus poderososvecinos. Serán los casos de galeses y esco-ceses contra ingleses. O los de flamencos ybretones contra franceses. Hacia 1370, Gui-lIermode SaintAndré, consejero del duque deBretañaJuande Montfort,redactaríaunopúscu-lo en el que junto a las excelencias canta-das de su país se vierten duras críticas contralos franceses, acusados de gentes afemina-das y sin escrúpulos...

En la Europa Central, la herejía husita senutrió de unos sentimientos nacionales po-tenciados desde la Universidad de Praga,muy recelosa de la presencia germánica.Como contrapartida, los pueblos fronterizoscon el Cuadrilátero de Bohemia llegarán acreartoda unaequivalencia:checo = heré-tico. Enotra de las fronteras del Reich, los ve-cinos de los valles de Uri, Schwitz y Unter-walden fundarían en 1291 una liga que, en-frentándose a austriacos y borgoñeses, sen-taría las bases de una Confederación Helvé-tica independiente del Imperio.

Con todo, los principales logros del patrio-tismo se alcanzan merced a una síntesis delealismo dinástico y de identificación de lasdinastías con los países sobre los que go-biernan. Ser natural del reino fue una garan-tía para ciertos monarcas en sus luchas di-násticas: lo fue para los Valois contra losPlantagenet; lo fue para los Avis frente a losTrastámara y lo fue para los Trastámara fren-te a Juan de,Gante.

Los Estados nacionales son una creacióneuropea en la que las guerras del Bajo Medie-vo han tenido un importante papel. Que talcreación sea un logro positivo o no, es temaque entra en el terreno de lo opinable.

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II

Batalla naval de La Esclusa en la que los barcosbritánicos batieron a los franceses apoyados por

Castilla (arriba). Entrevistade Eduardo 1/1de InglaterrayFelipe VI de Francia (abajo)

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La Guerra de los Cien Años:una síntesis de conflictos

AFelipe, que se hace llamar rey de Francia.En estos términos se expresaba Eduar-

do 111de Inglaterraen carta a Felipe VI de Va-lois en 1337. El soberano inglés negaba, así,la legitimidad del destinatario. Como contra-partida alegaba sus derechosa lacorona fran-cesa rechazados unos años antes (1328) poruna asambleade baronesque optaron por Fe-lipe tras de la muertesin descendenciamascu-lina del último monarca de la rama mayor delos Capeto: Carlos IV.

Tradicionalmentese ha sostenido que estadisputa dinástica (Valoiscontra Plantagenetyluego contra su rama menorlos Lancaster)fuela causa y el alimento continuado de un con-flicto que en los medios académicos segui-mos designando como Guerra de los CienAños. Las matizacionesson obligadas.

La coartada dinástica, en efecto, fue utiliza-da por los monarcas ingleses cuando lo cre-yeron conveniente. Sin embargo, hubo otrascircunstancias que mantuvieronviva la llamade este conflicto... o síntesis de conflictos.Fueron, así, los intereses mercantiles en elárea de Flandesy en las rutas del Canal de laMancha-Golfode Vizcaya.Fuerontambién losconflictos periféricos atizados por Londres yParís en Flandes, Bretaña, Escocia o los rei-nos ibéricos. Y fueron -ahí se tiende a radi-car los orígenes de la guerra- las friccionesprovocadas por la presencia inglesaen Guye-na, último resto del viejo imperio que Enrique11Plantagenet (1154-1189)se habíalabradoen Francia. El eje económico Burdeos-Ingla-terra explica la fidelidad de las poblacionesdela región a la corona británica. Por otro lado,el deseo de los monarcas Capeto de inteNe-nir en los asuntos internos de Guyena causómás de un apuro a los soberanosde Londres.Para Eduardo 111en 1337 la reclamación de laCorona francesa, era la mejor baza para man-tener su presencia en el Golfo de Vizcaya.

De las victorias inglesasa la paz deBretigny

En 1340, la escuadra de Eduardo 111obte-nía una rotunda victoria sobre la de Felipe VIa la altura de L'Ecluse, antepuerto de Brujas.En los meses siguientes,estallabauna guerra

26/LA GUERRADE LOS CIEN AÑOS

civil en Bretaña,que fue utilizadapor ParísyLondres para tomar este ducado como cam-po de experimentación militar. La frontera en-tre Guyena y el territorio de Tolosa se convir-tió también en frente de batalla.

Sin embargo, las grandes decisiones ven-drían en la zona de Normandía-Paso de Ca-lais, en donde los dos monarcas se enfrenta-ron directamente. Crecy-en-Ponthieu fue unhecho de armas verdaderamenterevoluciona-rio: las masas de arqueros del rey inglés y desu heredero Eduardo (el Príncipe Negro) die-ron buena cuenta de la valerosa e indiscipli-nada caba!lería francesa el 26 de agosto de1346. En los meses siguientes los británicosexplotarían este éxito, con la conquista de laplaza fuerte de Calais. En ella tendrían unamagnífica cabeza de puente para trasladarfuerzas desde la isla con casi total impunidad.

La PesteNegra,que se cebó en el Occiden-te, a partir de 1347, y mediaciones de diversotipo enfriaron la pasión bélica que, sólo a par-tir de 1355, cobró renovado impulso. El Prín-cipe Negro fue otra vez el protagonista princi-pal. En una gran cabalgada recorrió todo elMediodía de Francia,desde Burdeos al Medi-terráneosin encontrargran resistencia.Y pocomás tarde, derrotabay hacía prisioneroal nue-vo monarca francés -Juan.!1 el Bueno- enun choque en las cercanías de Poitiers.

La debilidad de la situación internade Fran-cia se puso de inmediato al descubierto. Du-rante algunos meses,el país vivióuna conmo-ción auténticamente revolucionaria: los bur-gueses de París,encabezados por el prebos-te Esteban Marcel exigieron una radical depu-ración de la administración; el rey de Navarray conde de Evreux,Carlos 11el Malo maniobróen medio de la anarquía general para acre-centar su poder; y, como remate, estalló unasangrienta rebelión de campesinos hartos delas exacciones y de los excesos de las gen-tes de armas: la jacquerie.

La crisis fue superada gracias a la actua-ción del heredero de la corona francesa, eldelfín Carlos. Elmovimientocampesino fue rá-pidamente aplastado y la agitación burguesaperdió toda su fuerzatras el asesinatode Mar-cel. Frentea los ingleses, el delfín-regentedelreino por la prisión de su fJadre- logró, tras

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Esquema de labatalla de Crecy yrepresentación deun caballero demediados del

siglo XIV(SanJorge atacando aldragón, catedralde Basilea)

algunos tanteos, que se suscribiera un acuer-do. Fue la paz de Bretigny-Calais, de 1360.Eduardo III renunciaríaa la corona francesa, acambio de un amplio botín: un fuerte rescatepor Juan 11,una GranAquitania y los enclavesde Calais,Guinesy Ponthieu.Esto suponía untercio del territorio francés. Un alto precio porlograr el fin de las hostilidades.

En el año 1364 moría Juan 11y el delfín-re-gentequedaba entronizadocomo CarlosV deFrancia.

Hombre de delicada salud, Carlos V fuemás un monarca de despacho que de acción.Tuvo la habilidad de rodearse de eficaces co-laboradores de muy distinta extracción social:sus hermanos Felipe (duque de Borgoña des-

FRANCESES I INGLESES

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Trincheras.........

Empalizadas 111/111 ""111

de 1365 Y señor de Flandes desde 1384) yLuis (conde Anjou y lugartenienteen el Medio-día); cualificados jefes miltares como BeltránDu Guesclin o Juan de Vienne; y destacadosfuncionarios como Raúl de Preslesy Nicolásde Oresmes.

Carlos V Y la «reconquistu» francesa

Carlos supo devolver el prestigio anterior yexteriorde la monarquía.Como rey, su primeréxito fue la victoria obtenida en Cocherel, fren-te al turbulento rey de Navarraque, desde esemomento, perdió mucha de su influencia po-lítica en Francia.

LA GUERRADE LOS CIEN AÑOS/27

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Para neutralizar la preponderancia inglesa,Carlos buscó apoyos internacionales. Los lo-gró merced a la intervenciónen el conflicto ci-vil que en Castilla enfrentaba a su rey Pedro Icon su hermano bastardo, Enrique de Trastá-mara, cabeza de una.amplia coalición nobilia-ria. Con el apoyo de mercenarios mandadospor Du Guesclin, Enrique se proclamó rey. Lareacción de Pedro I no se hizo esperar: con elconcurso de refuerzos dirigidos por el Prínci-pe Negro, señor de la GranAquitania, recupe-ró el trono tras la batalla de Nájera (1367).

Sin embargo, la incapacidad de Pedro Ipara pagar a sus aliados provocó la retiradadel heredero del trono inglés. El TrastámarayDu Guesclin retornaron a Castilla. En Montiel(1369)el pleito dinástico se saldó con la muer-te de Pedro. En el nuevo monarca, Enrique 11,tuvo Carlos V un buen aliado para activar lasoperaciones militaresque se habían reanuda-do en territoriofrancés. Elpretextofue una vie-ja ficción jurídica: el supuesto derecho de Pa-rís a actuar como instancia suprema en plei-tos surgidos en los territorios cedidos en Bre-tigny. Algo que el PríncipeNegro consideró in-tolerable.

Du Guesclin, elevado a condestable porCarlos V, impuso una táctica agotadora desus oponentes: nada de grandes batallascampales, pero sí permanente hostigamientocon pequeñas partidas. La victoria de la ma-rina castellanasobre la británicaen La Roche-la (1372) fue decisiva para el desarrollo de lasoperaciones militares. En los meses siguien-tes, los ingleses fueron expulsados de buenaparte del territorio que ocupaban. En 1375 sesuscribió una tregua en Brujasa la que los bri-tánicos acudieron por primera vez como per-dedores. Las muertes entre 1376 y 1380 delPríncipe Negro, Eduardo 111,Carlos V, DuGuescliny Enrique11hicieron presagiar un pe-riodo de apaciguamiento.

Haciael signodela treguaenel Occidente

Los jóvenes Ricardo 11en Inglaterra,CarlosVI en Franciay Juan I en Castilla, marcan unrelevo de generaciones. Las operaciones mi-litares, enfriadas durante algún tiempo, sereactivaron a partir de 1383 con la crisissu-cesoria abierta en Portugala la muerte del reyFernando. .

Juan I de Trastámaradefendió los derechosal trono de su esposa Beatriz, hija del difuntomonarca. Sin embargo, el escaso tacto des-plegado en ello despertó suspicacias en am-

2B/LAGUERRADELOSCIENAÑOS

plios sectores de la opinión portuguesa quetemían, con ello, una absorción del reino lusi-tano por partecastellana.Un bastardo de san-gre real, Juan, maestre de Avis, se puso alfrente de este movimiento que concentró auna buena parte de las fuerzas burguesas ypopulares del reino junto a algunos miembrosde la pequeña nobleza. En frente, Juan deTrastámara contó con las simpatías de ciertonúmero de magnates lusitanos.

El movimientoencabezado por Juan de Avisfue también la oportunidad de la monarquíain-glesa para abrir brecha en el eje militar fran-co-castellano. Elduque de Lancaster,Juan deGante, mentor de su sobrino Ricardo 11,mo-vió los hilos para atizar el conflicto.

En el frente lusitano Juan 1de Castilla sufriódos graves descalabros militares: uno anteLisboa en 1384. Y otro, mucho más grave, alaño siguiente, y a campo abierto: las fuerzasde Juan de Avis --proclamado ya, rey de Por-tugal por sus parciales- y sus auxiliares in-gleses causaron una tremenda derrota a loscastellanos en Aljubarrota.

Para Juan de Gante era la oportunidad es-perada a fin de reivindicarsus derechos al tro-no castellano por su matrimoniQcon una hijadel difunto Pedro 1.Sin embargo, las opera-ciones planeadasno trajeron el resultadoape-tecido por el duque de Lancaster. Desembar-cado en Galicia, sus fuerzas avanzaron haciala Meseta, pero se vieron detenidas delantede Benavente. Las ciudades castellanas semantuvieron fieles a Juan I de Trastámara,bien respaldado también por su colega fran-cés. El desgaste de los contendientes impo-nía, por tanto, una solución pactada. Juan I deCastilla y Juan de Gante llegaron a un acuer-do: fue la tregua de Bayona, por la que el in-glés renunciabaa la corona castellana,a cam-bio de una renta vitalicia y del matrimonio desu hija Catalina con el infante Enrique, here-dero de la corona castellana.

Úl EuropadelsistemadeLeulinghen

En otros frentes de batalla, tampoco loscontendientes habían llegado a obtener sus-tanciosas ventajas. De ahí que en Leulinghense suscribiesen unas tíeguas generales por

Losarquerosinglesesintercambiansusdisparosconlos francesesenunabatallade la Guerrade los CienAños(arriba).Batallade Crecy:losarquerosingleses

batena losballesterosgenovesesal serviciodel reydeFrancia(abajo)

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las que los distintos Estados se comprome-tían a respetarse mutuamente.

Aunque no se tratara de una paz en el sen-tido estricto, Europa conoció, a partir de en-tonces, un largo periodo de apaciguamiento.En 1396, incluso, Ricardo 11y Carlos VI se en-trevistaban en Ardres (cerca de Calais) presa-Qiandotiempos de bonanza: el inglés se pro-metía con una princesa francesa, y ambosmonarcas se comprometían a trabajar para li-quidar el Cisma de Occidente.

Vanaesperanza. En Inglaterra,el autoritaris-mo y la francofiliade Ricardodespertaronam-plios recelos. En 1399 una conjura nobiliariadestronaba al soberano y entronizaba a Enri-que (IV)de Lancaster,hijo de Juan de Gante.En la nueva casa real, los sectores inglesesmás belicistas veían la posibilidad de reanu-dar hostilidades contra el enemigo de Francia.

La oportunidad fue madurando en los añossiguientes. La demencia de CarlosVI desper-tó las ambiciones políticasde los duques Luisde Orleans y Juan sin Miedo de Borgoña. En1407 el primero caía asesinado y Francia co-nocía una polarización suicida. Dos partidosirreconciliables acabaron formándose: el delos borgoñones, apoyado en los sectores re-formistas del reino; y el de los armagnacs, detendencias más pronobiliarias. París conociólas sangrientas alternancias de unos y otrosen el poder. En 1413, un nuevo monarca in-glés, EnriqueV, empezó a sopesar las posibi-lidades de reanudar las aventurasmilitaresenFrancia con todas sus fuerzas.

El imperialismolancasterianoy la DobleMonarquía

Enel veranode 1415,efectivos ingleses to-maban la importantebase naval normanda deHarfleur.EnriqueV se replegó luego hacia Ca-lais perseguido por las fuerzas francesas delbando de los armagnacs.Junto a Azincourtserepitió un viejo lance: la arquería inglesa y lacaballeríadesmontada causaban un desastretotal en las filas enemigas.

Aunque el inglés retornó a su reino, la másabsoluta desmoralización cundió sobre Fran-cia. Conscientede ello, EnriqueV volvió a cru-zar el Canal en 1417, ya en plan de conquis-tador y en disposición de reivindicar los viejosderechos dinásticos de Eduardo 111.Ante se-mejantepeligro, borgoñonesy armagnacs op-taron por limar diferencias mediante una en-

/;-~-1r€vista en Montereau. El resultado fue trági-',co:'pomo lejana venganza por la muerte de

30/LAiGUERRA DE LOS CIEN AÑOS

Luis de Orleans, un escudero del delfín Car-los (erigido en cabeza de los armagnacs) diomuerte a Juan de Borgoña. Su hijo Felipeoptó, ante ello, por negociar con los inglesesque, en aquellos momentos (1419), 'habíanocupado casi toda Normandía.

Enrique V ofreció una solución al inoperan-te Carlos VI y a su entorno. Se plasmó en lapaz de Troyes. Por ella, el inglés casaría conCatalina,hija del soberano francés, y retendríaNormandía a título personal. El vástago deesta unión ostentaría las coronas francesa einglesa que conservaríansus leyes particula-res. Elduque Felipede Borgoña, señorde am-plios Estados, se convertiríaen pieza clave deese nuevo orden europeo. El sacrificio erael delfín Carlos, a quien se desposeía de susderechos al trono.

El acuerdo de Troyesfue aceptado en algu-nas zonas de Francia,especialmente en don-de los aliados anglo-borgoñones ejercían suautoridad: Borgoña, Normandía, la cuenca deParísy Guyena. Pero fue rechazado en otras,especialmenteen el Sur,en donde el delfínen-contró apoyo. En1422 morían Carlos VI y En-riqueV. Este dejaba un heredero de pocosmeses -Enrique VI- cuya regencia fue to-mada pQrsu tío, el duque de Bedford, el máscapacitado jefe militar inglés. Por su parte, eldelfín era reconocido por sus parciales comoCarlosVII de Francia,y establecía una corte yuna administración paralelaa la de Parísen laciudad de Bourges.

Durante siete años, la suerte de las armasen una Franciadividida fue contraria a los del-fineses, mote dado a los partidarios de Car-los VII, por los afectos a la tesis de la DobleMonarquía. Las intrigas palatinas y la inope-rancia de algunos jefes militares de Bourges,dieron claraventaja militaral bando anglo-bor-goñón. En los primeros meses de 1429, Or-leans, llave del Loira, se hallaba acosada porlas fuerzasdel duque de Bedford. Con su caí-da, esperaba penetrar hasta el corazón delos dominios de Carlos VII.

Contra todo lo previsto, a principios demayo, un pequeño ejército de socorro forza-ba el dispositivo de cerco, y ponía en fuga alos ingleses.

La victoriafinal de losValois

Juana de Arco, la joven iluminada que diri-gió la operación, lograba el necesario impac-to psicológico para galvanizara las desmora-lizadas fuerzas delfinesas.

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El lance fue explotadoa fondo en las sema-nassiguientes,merceda otras pequeñasvicto-riasmilitaresy, sobre todo, gracias a la consa-graciónde CarlosVII en la catedral de Reims,siguiendoel viejo ritualde los reyesde Francia.Los anglo-borgoñonesnunca pudieron haceralgo semejantecon su rey EnriqueVI.

Juana era el símbolo de un nacionalismofrancés en el que se mezclaban vagos senti-mientos religiosos con el odio hacia el enemi-go inglés y sus colaboradores. Los fracasosposteriores de la joven delante de París yCompiegne y su posterior juicio y ejecuciónpor los ingleses en Rouen no cambiaron elsigno de unas operacionesmilitaresque, des-pués de muchos años, empezaban a favore-cer a Carlos VII.

En los años siguientes el Valois alternó eluso de las armas y la diplomacia. Así, en1435, una magna conferencia internacionalreunidaenArras presenció la reconciliacióndeCarlosVIIy Felipede Borgoña.El monarca pa-gaba un alto precio -reconocer la autonomíatotal del duque en sus Estados-, pero dabaun golpe mortal al principio de la Doble Mo-narquía.Al año siguiente, Carlos entraba enunParísexhaustopor la guerra. Laopinión ge-neralizadaen Francia se tornó hacia el Valoisque, así,vio facilitada la tareade recuperaciónterritorial.Una agitación nobiliaria con la con-nivencia inglesa (la Praguerie de 1440) fuevencida por el monarca, con relativafacilidad.Demostró, con ello, que la realeza francesaestabaen situación de imponersea las distin-tas facciones que años atrás habíanllevado alpaís a la quiebra.

Un último intento -treguas de Tours de1444- por establecer la concordia entre elValois y el Lancaster no supuso más que undescansoen un conflicto al que empujaron denuevo los sectores más belicistas de Franciae Inglaterra.

Con unas fuerzas perfectamente equipa-das, CarlosVIIemprendió en 1450 una rápidaofensiva sobre Normandía. Un desesperadointento inglés fue deshecho en Formigny.Todo el territorionormando se vio librede ocu-pantes.

Al año siguiente le tocó el turno a Guyena.Burdeos y Bayona cayeron en manos de lasfuerzas reales francesas. Sin embargo, la fal-ta de tacto de las nuevas autoridades provo-có la rebeliónde unas poblaciones unidas du-rante siglos a la monarquía británica. DesdeLondresse hizo un esfuerzo supremo: fue en-viado un ejércitoque recuperóel territorioperoque, a la postre, sufrió un decisivo descalabro

en Castillón. En el campo de batalla quedabatendido Juan Talbot, el último de los grandesjefes militaresingleses.Enoctubre de 1453 lasfuerzas de Carlos VII (el Victorioso)recupera-ban definitivamenteBurdeos.

1453 se acostumbra a considerar como elpunto final de la Guerrade los Cien Años. Sinembargo, ningún acuerdo de paz se firmó en-tre París y Londres. En manos inglesas aúnquedaba la plaza de Calais, rodeada de terri-torios del duque de Borgoña.Sólo en 1558se-ría recuperada por la monarquía francesa.

Page 29: Mitre Emilio - La Guerra en La Edad Media

Infante medieval en un relieve de un sepulcro de la catedral deEstrasburgo

La guerraenla EdadMedia

Textos

- --~ - -- -- --

Page 30: Mitre Emilio - La Guerra en La Edad Media

Dante:Sobrelanecesidaddeunpoder

monárquicoarbitral

Lacaballeríacomoes-tadoidealdelos laicos

Disputaentrelosheral-dosdeFranciae lngla-te"a sobreel dominio

delmar

II/TextosLAGUERRADE LOS CIEN AÑOS

DONDEhayaun conflictodebe haber alguienque lo juzgue.Locontrario sería lo imperfecto sin su propia corrección, cosaimposible ya que Dios y la naturaleza no fallan en lo nece-

sario. Dos príncipes que no están sometidos el uno al otro, puedentener un litigio,bien por culpa suya, bien por la de sus súbditos. Con-viene, por tanto, que alguien juzgue. Como uno no puede procesaral otro puesto que no le está sujeto y el igual no tiene autoridad so-bre el igual, es conveniente que haya un tercero con mayor autori-dad y que tenga ambos bajo su jurisdicción. Este será el Monarca,o no lo será. En el primer caso, conseguiremos nuestro propósito.En caso contrario tendremos a un igual a aquellos, fuera del ámbitode su jurisdicción; de nuevo será necesario un tercero. De esta for-ma, o tenemos un proceso infinito, cosa que no es posible, o bienconvendrá acudir al juez primero y soberano. Mediante sus senten-cias se dirimirán, de forma mediata o inmediata, todos los litigios.Este juez será el Monarca, o el Emperador. La Monarquía es, por tan-to, necesaria para el mundo. Esto ya lo veía el filósofo [Aristóteles]cuando decía que los seres no quieren ser mal dispuestos; por loque es mala la pluralidad de principados y, consiguientemente, elPríncipe ha de ser uno. (DANTEALIGHIERI,«De Monarchia», lib. 1,cap. XII.)

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A lo que me preguntastes cual es mas honrado estado entre loslegos, sin duda de las preguntas que fasta aquí me fecistes,esta es la que mas ligeramente vos puedo responder. Et por

ende vos digo que el mayor e mas honrado estado que es entre loslegos es la caballería. Ca como quier que entre los legos hay mu-chos estados, así como mercadores, menestrales et labradores, etotras muchas gentes de muchos estados, la caballería es mas nobleet mas honrado estado-que todos los otros; ca los caballeros sonpara defender et defienden a los otros, et los otros deben pechar etmantener a ellos. Et otrosí, porque desta orden et deste estado sonlos reyes et los grandes señores, et este estado non puede haber nin-guno por sí, si otro non ge lo da, et por esto es como manera de sa-cramento, ca bien así como los sacramentos de Santa Iglesia son ensí cosas ciertas, sin las cuales el sacramento non puede seer cum-plido, otrosí la caballería ha mester cosas ciertas para se facer comodebe... La caballería ha mes ter que sea y señor que da la caballeríaet el caballero que la recibe, et la espada con qüe se face. Et así esla caballería complacida, ca todas las otras cosas que se y facen sonpor bendiciones e por aposturas et honras, et por esto semeja mu-cho a los sacramentos. Et por estas razones todas es el mas honra-do et mas noble estado que entre los legos puede ser. (DONJUANMANUEL:«Librodel Caballero et del Escudero», en Biblioteca de Au-tores Españoles, vol. 51, p. 236. Madrid 1952).

,IIES cierto que quien es mas fuerte en la mar puede titularse rey

del mar mientras que su poderío se mantenga. Es cierto que. [los ingleses] teneis magníficos navíos, pero por la sencilla ra-

zón de que vuestro reino es una isla y todo lo que entra y sale deella debe ser por mar.

Pero puedo demostraros que la potencia de vuestra flota no seusa de forma que os honre. Si vuestros predecesores o vosotros hu-bierais hecho la guerra a los infieles, se habría hecho constar en lascrónicas. Sin embargo, de su lectura se colige lo contrario. Enel es-

Page 31: Mitre Emilio - La Guerra en La Edad Media

..

trecho que va de Calais a Dover habeis usado vuestros navíos paraguerrear contra pobres comerciantes y para saquear sus mercan-cías, de forma que habeis actuado como ladrones del mar. Ello esdigno de reproche ya que, así, impedis el comercio en la Cristian-dad. Consiguientemente, no haceis la guerra a los infieles y haceisobjeto de guerra y saqueo a los cristianos.

Por todo ello, heraldo de Inglaterra, os desafío a que os mostreispor qué os proclamais rey del mar. Cuando el rey de Francia lo con-sidere oportuno os demostrará que está mejor preparado para elloque vosotros. «<Debatdes Herauts d'armes de France et d'Angle-terre», Ed. L. Pannier y P. Meyer. París, 1877,p. 25.)

..

J UNTOa Godofredo Tete-Noire había otros capitanes que reali-zaban hazañas. AimerygotMarchés, escudero lemosín del ban-do del rey de Inglaterra, tomó la plaza de Chaluset, en el obis-

pado de Clermont,en territorio de Auvernia. Aimerygoty sus gentescorrían el país a su antojo. Entre sus acompañantes estaba el bas-tardo de Carlat, el bastardo inglés, el bastardo de Compaigne, el gas-cón Ramón de Sors y el bearnés Pedro de Beam.

Cabalgando a la ventura Aimerygot con doce de los suyos, tomóel camino hacia Aleuze, junto al castillo de Saint-Flour, uno de losmás fuertes del obispado de Clermont. Sabía que el castillo solo es-taba guardado por un portero. Mientras cabalgaba en tomo al casti-llo, Aimerygotvio que el portero estaba sentado fuera de la muralla.Un bretón que era buen ballestero le preguntó si deseaba que ma-tara al portero de un solo tiro.Aimerygotcontestó que le gustaría ver-lo. Elballestero apuntó, disparó y el dardo alcanzó al portero. Le ha-bía apuntado a la cabeza y el dardo había penetrado en ella... Ai-merygot y sus compañeros se apresuraron a entrar por el postigo.Vieron al portero muerto y a su mujer, a su lado, aterrorizada. No lehicieron daño y le preguntaron donde se encontraba el castellano.Respondió que estaba en Clermont. Le propusieron perdonarle lavida a cambio de las llaves del torreón. Ella se las entregó ya que seencontraba indefensa. Luego la echaron fuera con las pertenenciasque podía llevar consigo.

La mujer se dirigió a Saint-Flour, lugar que se encontraba a unalegua. Los habitantes del lugar quedaron consternados al enterarseque los del partido del rey de Inglaterra habían tomado Aleuze. (J.FRO1SSART:«Chroniques», lib. 11,cap. XLVil.)

SON, pues, como dijimos, excelentes los frutos de la paz o latranquilidad, y de la contraria discordia intolerables los ma-les: por lo cual debemos desear la paz, buscarla si no la tene-

mos, encontrada guardarla y, con todo el empeño, rechazar la con-traria discordia. A ella cada uno de los hermanos ha de contribuir,y mucho más las agrupaciones y comunidades entre sí, tanto por elafecto dela caridad como por el vínculo o el derecho de la socie-dad humana. A ella también amonestó Platón, según Tulio en el Delos deberes libro primero, cuando dice: No hemos nacido sólo paranosotros, parte de nuestro existir lo reclama fa patria, parte los ami-gos. A la cual sentencia añade Tulio: Y, como place a los estoicos,lo que se engendra en la tierra, se crea para la utilidad de los hom-bres, y los hombres son engendrados para los hombres, y en esto he-mos de tomar por guía a la naturaleza, aportar lo nuestro a las ne-cesidades comunes. Y, porque sería de común utilidad, no peque-

Fecharías de un «1'OU-tier» en la Francia de lasegunda mitad del XlV:Aimerygot Marchés

Exaltación de la paz

en vísperas de laGuerra de los Cien

Años (hacia 1324)

TextosLA GUERRADE LOS CIEN AÑOS/III

Page 32: Mitre Emilio - La Guerra en La Edad Media

Lasucesiónal tronofrancésen1328

EustaquioDeschampsexhorta(hacia1395)alospuebloseuropeosa

queemprendanunanuevacruzada

IV{Textos LA GUERRADELOS CIENAÑOS

ña, más aún, de necesidad, desenmascarar el sofisma de la dichasingular causa de las contiendas, y para los reinos y comunidadesamenaza de males no pequeños, cada uno debe poner vigilante ydiligente cuidado, queriendo y pudiendo mirar a lo útil. Porque, deno saberlo, no se puede evitar esta peste ni cortar del todo su efec-to funesto para los reinos y las sociedades civiles. (MARSILlODEPA-DUA, «Eldefensor de la paz», Ed. L. Martínez Gómez, pp. 5-6, Ma-drid, 1988.)

Ala muerte del rey Carlos, los barones fueron convocados paratratar de la guarda del reino. Como la reina estaba encinta yno era posible prever el sexo de la criatura nadie osó, de for-

ma precaria, asumir las prerrogativas reales. Todo el problema erasaber a quién, por derecho de próximo parentesco, se le debía con-fiar la guarda del reino, sobre todo en razón del principio que enFrancia la mujer no había tenido acceso al poder real. De su parte,los ingleses declararon que su joven rey Eduardo era el más próxi-mo pariente, en tanto que hijo de una hija de Felipe el Hermoso y,por consiguiente, sobrino del difunto rey Carlos. Si la reina no traíaal mundo un varón, este príncipe debería asumir la guarda del reinoe incluso su gobierno, más que Felipe, conde de Valois, que no eramás que primo-hermano del difunto.

Numerosos juristas competentes en derecho canónico y derechocivil acordaron declarar a Isabel, reina de Inglaterra, descartada dela guarda y conducción del reino, no en razón de su grado de pa-rentesco, sino a causa de su sexo. Si hubiera sido varón le hubieracorrespondido el gobierno del reino.

La polémica prosiguió cuando se pasó a discutir la sucesión altrono. Los franceses no admitían fácilmente la idea de ser sujetadosa Inglaterra. Pues, si el hijo de Isabel tenían algún derecho que ale-gar, era en función de su madre. Si su madre no tenía ningún de-recho, sucedía lo mismo con el hijo. De otra forma hubiera sido re-conocer que lo accesorio quedaba por delante de lo principal. Ha-biéndose considerado esta sentencia como la más sensata, los ba-rones otorgaron la guarda del reino a Felipe, conde de Valois, querecibió el título de regente del reino. (lEAN VENNETTE,«Chronique»,Ed. Geraud, París, SHF, 1843, t. 11,p. 83.)

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TODOSlos príncipes de la Cristiandad / reyes, condes, duques,caballeros y barones / que tanto los unos contra los otros ha-béis / incendiado, destruido y matado, según sabemos / que

todo se perderá y nos destruiremos / si no hay piedad que sostengala fe / Somos hermanos, un pueblo y una ley / que Jesucristo quisoganar por su sangre / Pongámonos de acuerdo y emprendamos elcamino / para conquistar de corazón Tierra Santa / la cual por nues-tra iniquidad / por nuestra codicia, como orgullosos y felones / a losenemigos de Dios, lo que es lástima / hemos dejado durante muchotiempo. iOh desgracia! nos herimos / somos pocos y si nos desper-digamos / de tal forma que cada uno no tenga de qué / vivir,pense-mos en el buen duque Godofredo / que conquistó Jerusalén por bue-na guerra / él mismo cruzó el mar, como creo / para conquistar decorazón Tierra Santa.

Animémonos a emprender esta conquista / para hacer la cual he-mos de hacer largas treguas / si no hacemos la paz voluntariamen-te / Requiramos al rey de los francos y al de España / llamemos al

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de Aragón y al de Inglaterra / al Preste Juan, a los genoveses / a losvenecianos, a Chipre, a Rodas, al rey / de Portugal, llamemos a Na-varra / Papa y Emperador, aprestaos / para conquistar de corazónTierra Santa. (EUSTACHEDESCHAMPS,«Oeuvres complétes», Ed.Queux de Saint-Hilaire,t. 11,París, /878-/90/, pp. /38-/39.)

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TODOlo que se podía cultivar en estos tiempos en aquellos pa-rajes, tenía que serIo solamente en el interior o en tomo a lasciudades, plazas fuertes o castillos y lo suficientemente cer-

ca para que, desde lo alto de una torre o una garita, el ojo del ata-laya pudiera avisar de la llegada de bandidos. Entonces, una cam-pana, una trompa o algún otro instrumento daba la señal de reple-garse hacia un punto fortificado a todos aquellos que trabajaban enlos campos o en los viñedos.

Era cosa común o, al menos, frecuente que los bueyes y caba-llos de labor, una vez separados del arado, cuando oían la señal delatalaya, inmediatamente, sin que nadie les condujera, y gracias a unhábito adquirido, emprendiesen la carrera, enloquecidos, hacia al-gún refugio donde se consideraban seguros. Ovejas y cerdos habíanadquirido el mismo hábito. (TH. RAS/N: «Histoirede Charles VII»,t.11.Ed. Samaran p. 87.)

J ESUS y María.Gentiles y leales franceses de la ciudad de Tournai, la Don-

cella os hace saber la noticia de que en siete días ha expulsa-do a los ingleses de todas las plazas que mantenían en la orilla delLoira, bien por asalto, bien por otros medios. Ha habido numerososmuertos y prisioneros y se ha sembrado la confusión en la batalla.Sabed que el conde de Suffolk, su hermano Pole, el señor de Tal-bot, el señor de Scales y el señor Falstaff, junto con muchos caba-lleros y capitanes, han sido capturados. El hermano del conde deSuffolky Glasdale han muerto. Manteneos -os lo ruego- firmes yleales franceses. Os ruego también que estéis prestos para la con-sagración del gentil rey Carlos en Reims en donde nos estaremos.Os recomiendo a Dios para que os guarde y os dé gracia para sos-tener la buena causa del reino de Francia.

En Gien a 25 de junio. (Recogido en J. QUlCHERAT:«Procés decondamnation et de rehabilitation de Jeanne d'Arc.» París, S.H.F./847, t. V,p. 308.)

EN el año mencionado, Castruccio dañó e incendió los conta-dos de Florencia y de Prato, tal como hemos dicho poco an-tes. Logró en sus diversos ataques muchos prisioneros y el

mayor botín que obtuviera hasta su derrota, casi inestimable. DejóSigna bajo la guarda de los exiliados de Florencia y de 300 caballe-ros y devolvió al obispo de Arezzo los trescientos caballeros que ha-bía mantenido consigo, de continuo, durante la guerra, ricos con losdespojos de los florentinos. EllO de noviembre volviócon gran triun-fo y gloria a Lucca para festejar a san Martín. Salieron a su encuen-tro una gran procesión y todos los hombres y mujeres de la ciudad,como si fuese un rey. Para mayor escarnio de los florentinos hizoque avanzara delante de él el carro con la campana que éstos te-nían en su hueste, cubiertos los bueyes con armas de Florencia. Or-

El impacto de la guerraen la población civilfrancesa (hacia 1420)

Juana de Arco haceun balance de suséxitos militares

Operaciones delcondottiero italianoCastruccio Castracanien 1325

Textos LA GUERRADE'LOSCIEN AÑOSIV

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VictoriadelospolacossobrelosCaballeros

TeutónicosenTannenberg(1410)

ElcaudillohussitaradicalJuanZizka

haceunallamadaa lague"a religiosa(1422)

VI/TextosLA GUERRADE LOS CIENAÑOS

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denó que se tañera la campana y que detrás del carro avanzaran losmejores prisioneros de Florencia y micer Raimondo con pequeñasantorchas encendidas, dones para san Martín. Las enseñas real y dela comuna de Florencia iban colocadas en la parte posterior delcarro. Luego ofreció cena a todos -unos 50 de los mayores ciuda-danos-. Después los hizo aprisionar y les impuso insufribles gravá-menes. Ordenó que se les diera tormento y graves penas sin ningu-na humanidad. Por ello, muchos de los más ricos, para librarse delos tormentos, se rescataron por medio de grandes sumas. Castruc-cio obtuvo de nuestros prisioneros y de los franceses y forasteroscasi cien mil florines de oro, con los que proveyó a la guerra. (G/O-VANN/ V/LLAN/: «Crónicas Florentinas», Ed. y selección de N. Guiglie-mi. p. 52. Buenos Aires 1967.)

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APLASTADOSlos carros teutónicos, el ejército "realavanzó ha-cia la colina en la que se encontraba el campamento enemi-go. Varios de sus escuadrones habían sido puestos en fuga.

Las armaduras de los guerreros brillaban con la reverberación delsol. Preparado para proseguir la persecución, el ejército real se arro-jó sobre los adversarios. Después de vencer a un pequeño númeroque había osado resistir, empujó al resto de las fuerzas sin infligirlasdaño alguno siguiendo las instrucciones del rey a los soldados deno hacer uso de las espadas. Con una señal, Ladislao, rey de Polo-nia, ordenó a sus tropas perseguir al enemigo en fuga, pero abste-niéndose de causar una carnicería. La persecución duró varias mi-llas aún. Un pequeño número de los huidos escaparon, pero la ma-yor parte fueron hechos prisioneros, conducidos al campamento ytratados con clemencia por los vencedores. A la mañana siguientese entregaron al Rey. Muchos se ahogaron en un estanque distantedos millas del lugar del combate, a causa de la confusión y de la pre-sión que se ejercía sobre ellos.

La persecución cesó con la caída de la noche. En este combateencontraron la muerte cincuenta mil enemigos y cuarenta mil fue-ron hechos prisioneros. Fueron capturados cincuenta y un estandar-tes. Los vencedores se enriquecieron con los despojos del enemi-go. Aunque cuesta trabajo creer las cifras de muertos, hay un mediode confirmarlas: a lo largo de algunas millas, el camino estaba cu-bierto de muertos. La tierra estaba impregnada con su sangre y elaire se cubría con los gritos y lamentos de los moribundos. («Joan-nis Dlugossii seu Longini canonici Cracoviensis Historiae PolonicaelibriXl», t. 13.pp. 62-3. Cracovia 1873,Ed. A. Przezdziecki.)

MIS queridos hermanos en Cristo: ¡Quiera Dios que volvais avuestro primer amor para que podais cumplir las primerashazañas! Por el amor de Diosos pido que seais siempre los

hijos bien amados y que vivaisen el temor de Diosy que no os que-jéis cuando seais castigadO

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s por El, sino que penséis en Nuestro Se-ñor Jesucristo que multiplica vuestra fe (yo os pido) que os levan-téis con arrogancia contra los crímenes que cometen los alemanesy tomando ejemplo del coraje de vuestros padres luchéis, no sólopor la causa de Dios,sino por la vuestra propia. ¡y nosotros, mis que-ridos hermanos! Según la ley de Dios y del bien común, tenemosque esforzamos aún más para que cada hombre se levante con unmachete o con una piedra en la mano.

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Por esto, mis queridos hermanos, tenéis que saber que estamosreuniendo a gente de todas partes para que vayan contra los ene-migos y los destructores del país de Bohemia; por lo tanto, decidtambién vosotros a los sacerdotes que exhorten en sus sermones alpueblo para que combata a este Anticristo, e incluso vosotros mis-mos gritad en los mercados que todos los que puedan, viejos o jó-venes, estén preparados en todo momento.

y nosotros vendremos pronto, con la ayuda de Dios, a reunimoscon vosotros; tened, pues, preparado pan, cerveza y forraje para loscaballos, y tened todos un arma preparada porque ha llegado la horade pelear no sólo contra los de nuestro propio país, sino contra elextranjero. Acordaos de vuestro primer combate en el que los des-trozasteis, luchasteis pequeños contra grandes, poco numerososcontra una multitud, vosotros sin uniforme contra soldados con ar-maduras. Por lo tanto, el brazo de Dios no ha aflojado aún su fuer-za. j Esperad, pues, en Dios; estad preparados. Que el Señor Diososfortalezca! «Datum Orlíkf,VI,post navitatis Mariae anno 1422».

Administrador del pueblo de Tabor en eSpera de Dios. JEANZIZ-KA DEL CALIZ.'(Recogido por J. Macek en «Herejía o revolución? Elmovimiento husita»). Ciencia Nueva. Madrid, 1967 pp. 121-122.)

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, EN viernes a catorze días de octubre, partieron para entrar entierra de moros el maestre de Santiago, e don Pero Ponc;ede León, e don Aluar Pérez de Guzmán, alguac;il ma-

yor de Seuilla, con el pendón de Seuilla, e Juan Furtado de Men-doc;a, e Juan Fernández Pacheco, e Lope Vázquez de Acuña, e Gó-mez Suárez, fijo del mestre de Santiago, e los comendadores mayo-res de Castilla e de León, que eran todos fasta mil e quatroc;ientaslanc;as;e fuéronse derecho a Ortexica, vn castillo de los moros. Equi-siéralo el maestre combatir, e los moros que lo tenían diéronselopor pleitesía, con condic;ion que los dexasen yr en saluo, e que lesconprasen el bastimentoque ende tenían.E fiziéronloansí, e entre-gáronle luego a Ortexica, e él puso en él recaudo.

E partieron dende, e entraron por el puerto de la Ferradura,edexaron a mano yzquierda el Burgo, e Turón, Fardales, e las Cuevasde Cojaf,que son aquende (el) puerto. E fueronluego a Cac;arabo-nela, e enbió el maestre sus corredores de allí, por dos partes; enla vna enbió a su hijo Gómez Suárez contra Cártama, por do él sa-bía que estaua todo el ganado de los moros, e por otra en vió a donPero Ponc;e de León, contra otras aldeas del dicho valle.

Eentraronen Valde Cártama,e entráronloe quemáronlo,e que-maron vna aldea que llaman Utiua, que es a legua y media de Má-laga, e quemaron otras dos aldeas de Cártama, que les dizen a lavna Santillanae a la otra Luchar.E GómezSuárez,cuando vinoconlos corredores a la venida por Cártama, quemó el arrabal, e quema-ron a Palmete, que es de Val de Alora,e quemaron el arraual de Ara-na. E salieron por el puerto Llano, e arrancaron del canpo siete millvacas e doze mill ovejas, las quales traxeron a saluo al real.

E estouieron en esta entrada c;incodías, e mataron quantos mo-ros fallaron, ganaderos e otros, serían fasta cinquenta, e traxeron pre-sos fasta treinta e c;inco moros. E avn el maestre quisiera que es-touieran más dentro, sino talegas, que eran ya comidas, que los másdellos estouieron vn día e medio que no comieron pan ni bebieronvino; e por ende se vinieron. ,

E como quier que todos estos cauallerosson muy buenos caua-lleros, que farian todo bien do quier que fuesen, pero el maestre de

Incursióncastellanaenla fronteragranadinadurantela campañadeAntequera(J407)

Textos LA GUERRADE LOS CIEN AÑOS/VII

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UltimátumdeMahomet11a

ConstantinoXI envísperasdelasalto

otomanoaConstantinopla(1453)

Elpeligroturcosobrelascostasde

Italia (1480)

Santiago don Lorenc;oSuárez era buen cauallero, e muy esforc;ado,e muy cuerdo, e muy sabidor de la guerra, e muy acuc;ioso en ella.E en esta entrada, sin duda que él afanó mucho en ella, fasta no dor-mir de noche. E guardaba la caualgada de noche, e rodeáuala a lasalida, porque la no furtasen, porque se viese el trauajo que en elloavía tomado. «Crónicade Juan Il de Castilla»,Ed. J. M. Carriazo.Ma-drid, 1982,pp. 161-1.)

D ISPUESTOya todo para el ataque a Constantinopla, Mahometenvió un mensajero al Emperador que le dijo: «Todo está lis-to para la ofensiva que he preparado desde hace tiempo.

Quedas advertido. Confiamos a Dios la suerte de esta empresa. Anuestro requerimiento para capitual ¿qué contestas? ¿No piensasque es conveniente que salgas de la ciudad con todos los grandesde tu corte y sus riquezas? De esta forma tu pueblo no sufrirá dañoalguno ni de tu parte ni de la mía. En caso contrario, si rechazas mioferta y resistes, es seguro que perderás tu vida, tu riqueza y la delos tuyos. Entregarás, así, a tu pueblo a la dispersión en cautividadpor los Turcos a través del mundo». Elemperador, en presencia delsenado, respondió «Si quieres imitar a tus antepasados y tener lapaz con nosotros, daremos gracias a Diospor ello. Ellos tuvieron, enefecto, la amistad de mis antepasados. Esta ciudad ha servido de re-fugio y de patria a todos aquellos abrumados por la desgracia; nin-guno de los que la han sitiado ha vividomucho tiempo. Nuestras ciu-dades y nuestro país han sido tomados a la fuerza. Abandónalos y,como si hubieras obrado justamente, te concederemos un tributoanual tan elevado como nos sea posible. Así quedará restablecidala paz. Ignoras si tu esperanza es engañosa y si vas a convertirte enpresa de otros enemigos. En cuanto a entregar la ciudad no está enmi poder ni en el de ciudadano alguno. Un solo propósito nos es po-sible: morir y no tener ninguna consideración por la vida». (MIGUELDUCAS.'«Historia Bizantina». Corpus Scriptorum historiae byzanti-nae, vol.XXX/X,pp. 279-80.)

EN este tiempo vino grande ejército de turcos a Europa, a un lu-gar de Apulla que se dice Odranto, cerca de la mar y tomolopor fuerza de armas. En el cual, el capitán de los turcos dejó

gran guarnición y mucha gente, y se volvió a Asia, con propósito devolver con mayor ejército y tomar todos los señoríos de Italia, y to-mada Roma, extinguir y disipar los sacerdotes y el nombre Cristia-no. De lo cual, siendo avisados los Príncipes Católicos por cartas yembajadores de Don Fernando, Rey de Nápoles, cuyo era el lugarque los turcos habían tomado, determinaron socorrer a los peligrosque se ofr.~cíande Italia y de Sicilia.y siendo llamados hombres deEspaña expertos en la navegación, mandaron luego pasar a Italia ya Sicilia setenta naos llenas de gente de guerra, a velas y remos, ehicieron capitán de ellas a D. Francisco Henríquez, hermano del Al-mirante Don Alonso y tío del Rey Don Fernando. De las cuales unasluego salieron del puerto de Laredo, otras de Cádiz, y fueronse to-das a juntar en Cartagena. y de allí sucediéndoles el tiempo muypróspero, en pocos días, unas llegaron a Nápoles y otras a Palermo.Y, oyendo esto los turcos, que estaban en Odranto, hubieron granmiedo, y sin esperanza de ser socorridos, porque ya era muerto sucapitán se salieron huyendo... (LUC/OMAR/NEOS/CULO:«Viday he-chos de los Reyes Católicos».Ed.J.de León, pp. 55-56.Madrid /943.)