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MITO Y FORMA EN LAS NOVELAS DE NESTOR TABOADA TERAN
tesis de licenciatura
Rosario Rodríguez Márquez
La Paz - Bolivia diciembre,1981
MITO Y FORMA EN LAS NOVELAS DE NESTOR TABOADA I'ERAN
ESQUEMA
INTRODUCCION
CAPITULO I :
CAPITULO II:
DEL REALISMO A LA NOVELA ACTUAL
A. El realismo en Europa
1. La novela histórica (Walter Scott)
2. Realismo y burguesía
3. La novela realista (Balzac)
B. El realismo en Latinoamérica
1. Surgimiento
2. Diferentes 'tipos' de realismo
3. La novela denlos problemas sociales"
C. Realismo en Bolivia
1. Períodos
2. Características
EL REALISMO MITICO
A. Las crónicas como antecedente
B. Lo real ITIPTPvíJlesn en e:1. enfrentamiento mito VS. leyenda
C. Realismo mítico frente a. literatura fantástica, ma raviliosa y de ciencia ficción.
D. La realidad latinoamericana, trasfondo del realis mo mítico.
CAPITULO III: LAS NOVELAS
A. El Precio del Estaño
1. El mito, micronarración cerrada
2. El acontecimiento, principio organizador de la estructura
3. Conclusión
B. El signo escalonado
1. Personajes
2. El mundo representado
3. Estructura
4. La intercalación
5. Perspectivas de visión de lo narrado
6. La denuncia
7. El mito
8. Conclusión
C. Manchay Puytu-el amor que quiso ocultar Dios
1. Realidad mítica
2. Estructura en profundidad
3. Alternancia, intercalación
4. Manchay Puytu y verdad extratextual
5. La denuncia
6. Indicios
7. Personaje, tiempo y espacio
8. Un intento de interpretación
9. Quechua
D. La segunda edición de El precio del Estaño
1. Comparación
2. El mito invade toda. la estructura
3. Conclusión
CONCLUSIONES
APENDICE I: Bibliografía APENDICE II: Entrevista concedida por Néstor Taboada Terán
INTRODUCCION
I NTRODUCCION
".... "La novela e4 míto, lenguaje y e4.tkac tata. Y a/ 4cA cada uno de e4to4 tlitynínég e.4, 4ímuetdneamente, £04 otto4 dogs" .
CARLOS FUENTES
Esta tesis surge a raíz de la sorpresa que experimenté
ante La reedición de una novela del autor cuya evolución a-
nalizo. En erecto, si bien El precio del estaño (1960) me
había dejado una buena impresión en cuanto es una lograda
novela "realista", cuando comencé a leer la segunda edición
de 1a. misma (*) novela, puse ese apriorístico calificativo
-misma- en entredicho. Una lectura atenta sólo me llevó a
radicalizar esa primera impresión: realmente se trataba de
dos obras distintas. ¿Cuál era el cambio tan sustancial
que justificaba esa apreciación? Era sin duda una novela es
tructuralmente diferente con un manejo del lenguaje más de-
purador-. Aunque la tentación de reducir el cambio a un as
pecto meramente formal era grande, había un elemento: el mi
to que merecía un análisis más profundo. Empeñada en esta-
blecer el motivo del cambio, me asaltó la tentación de ave-
4.-1- _1
2.-
riguar cuáles las facetas de la obra novelesca de Taboada
Terán y acudí también a sus otras dos novelas.
El análisis me llevó a algunos problemas teóricos que
no lograron ser fácilmente resueltos. Tal el caso, por e-
, jemplo, de la falta de definición clara de una serie de con
ceptos, los más de ellos de "gran polisemia". Frente a es-
to decidí primero delimitar cómo se entenderán los términos
empleaddos en este trabajo.
Por otro lado, en la búsqueda de un patrón de descrip-
ción que me permita acercarme de manera más ordenada a las
novelas mismas, encuentro que unos se apropian mejor a una
o dos de las que pretendo abarcar, pero no son efectivamen-
te esclarecedoras para las otras, o a la inversa. De ahí
que resolví buscar une elemento intratextual, presente en to
das las novelas, que me guíe a través del análisis. El por
qué de la elección del mito se origina en que este elemento
no sólo ha sido conservado en la segunda edición de El Pre-
cio del Estaño, sino que al haber invadido toda la forma no
velesca ha modificado las relaciones de los demás elementos
Es, pues, además de una constante, un núcleo de sentido de
vital importancia.
Este trabajo no tiene, por supuesto, la pretensión de
querer resolver todos los problemas, si insisto en la impor
tancia del mito es porque entiendo que en él se reúnen (coin
3.-
ciden) las coordenadas fundamentales del sistema narrativo
de la obra de Néstor Taboada Terán. Simplemente, se busca-
rá un acercamiento o una lectura, a partir del mito, de las
obras literarias en cuanto tales, es decir como productos a
cabados: "la obra tal como está producida constituye el re
gistro definitivo del autor" (1). Concebidas las obras de
esta suerte, escapan, por ejemplo, a la vida misma del au-
tor, a aquello que el autor intentó hacer o dejar de hacer.
Las novelas, evaden todo esto, poseen 'existencia propia'.
No se quiere, de tal suerte, negar la validez de la o-
pinión del autor sobre su propia obra. Prueba de la impor-
tancia que damos a esto es la inclusión en nuestro trabajo
de una entrevista a Néstor Taboada Terán, lo que no invali-
da la afirmación anterior. Una vez fuera de las manos de
su creador, la obra tiene existencia propia y el crítico
puede coincidir con la opinión del autor o alejarse funda-
mentalmente de ella, y, en éste sentido, podría hacerse to-
do un análisis de que-se logro y qué no; pero, esta no es la
aspiración de este trabajo.
Tambien es indudable que hemos tenido que dejar de la-
do algo fundamental y que podría retomarse en un trabajo
posterior: el análisis de lo que ocurre o ha ocurrido en el
(1) Northrop Frye; Anatomía de la crítica; Ed. Monte Avila, Venezuela 1977; pág. 119.
4
interior de la formación social dada, en la que las novelas
están forzosamente ancladas.
Por otra parte, una lectura que busque analizar especí
ficamente la intenciónalidad del narrador, nos parece parti
cularmente importante en El Precio del Estaño, donde - como
ya veremos más adelante-, el emisor del mensaje busca un
'compromiso' de parte del lector. Pero también se podría
hacer un estudio similar en las otras novelas, puesto que
todas muestran un penetrante análisis del trasfondo políti-
co y socioeconómico oculto tras cada uno de los aconteci-
mientos. Lamentablemente, este tipo de lectura excede los
límites de este trabajo. Y aunque necesariamente -por la
índole de las novelas- nos aproximemos a él, no lo haremos
con el rigor que exigiría una lectura centrada fundamental-
mnte en ese problema. Y, finalmente, al pretender dar una
visión de conjunto de todas las novelas de nuestro autor, ne
cesariamente han tenido que escapar algunos elementos impor.
tantes- tal vez para una u otra de las novelas en particular.
Es el caso de los símbolos o motivos tales como demo —
nios, diablos, thaparankus, sapos, etc., puesto que su aná-
lisis detallado me hubiera distanciado de esa perspectiva
totalizadora centradad en el mito, objetivo último del pre-
sente trabajo.
Una vez señalados los límites -en el sentido de demar-
cación y no limitación- del estudio, entremos a la determi-
nación de nuestra tesis,
En un primer contacto con las distintas novelas de Nés
tor Taboada Terán observamos que El Precio del Estaño es u-
na obra fundamentalmente de denuncia, aquí lo que el autor
intenta es mostrar un hecho real: la masacre de mineros en
Catavi y, a partir de él, hacer una crítica de la sociedad
en que ese suceso se inserta. Contenido e intención son,
pues, básicamente identificables con las características de
la "novela social realista". Frente a El signo escalonado
l a observación no es la misma. Evidentemente, ya no nos en
contramos con una novela realista cualquiera -aunque la in-
tención de análisis social y denuncia están presentes-, lo
primero que nos desconcierta es la constante e indiferencia
da presencia del elemento fantástico en sus páginas. Luego
nos damos cuenta de que a esta inserción la acompañan dife-
rencias fundamentales en cuanto al manejo de técnicas es-
tructurales al punto que el efecto que permanece en el lec-
tor es el caos.
En la tercera novela, Manchay Puytu, esta sensación de
caos y la búsqueda de innovaciones técnicas se ha perdido ,
el elemento telúrico mítico predomina en la obra. Finalmen
te, delante la segunda edición de El Precio del. Estaño sen
timos extrañeza pues vemos que si bien el tema central se ha
mantenido, aún la primera impresión de lectura es diferente.
Algo ha cambiado sustancialmente en esta segunda edición y
6.-
percibimos la sensación, que luego confirmamos, de encon-
trarnos frente a una nueva obra.
1)e este primer contacto nace nuestra hipótesis: hay u
na evolución en las obras de Néstor Taboada Terán, A par-
tir de esta primera hipótesis y en el análisis de las nove-
las mismas surgen dos hipótesis complementarias:
lra. Esa evolución puede ser seguida a través de la ma
nera en que se inserta el mito en la obra.
Y, 2da. Quizas la más importante, la inserción del mi
to configura la forma, o la estructura, en la obra de Nés-
tor Taboada Terán. O sea que, para mí, es el mito el "cen-
tro ciclónico" originante de los cambios. Al centrar la a-
tención en el mito, puede tenerse la impresión de que este
análisis se concentrará únicamente en el "contenido" (enten
elido éste en la clásica disyunción forma/contenido) de la o
bra. Pero, entiendo que la forma de la novela constituye u
na totalidad en la que no se distinguen la forma del fondo,
(*), por tanto, lo que se pretende es una aproximación vuel
ta al estudio análitico de la obra en su conjunto.
Hecha esta alcaración retomemos la primera hipótesis .
Entiendo por forma -la función estética del lenguaje (Mukaravsky)
o función poética (Jakobson)- la construcción y moldeamiento del
o.,nsaje literario in dicotomía entre contenido y forma.
Como bien señala Mukarovsky (2), sólo en casos excepciona —
les una novela es la obra única de un autor, en general só-
lo es un eslabón en una cadena de obras. Y, en un mismo au
tor las estructuras van cambiando a medida que pasa el tiem
po, puesto que su relación con la realidad y su método crea
dor varía. Pero estas variaciones inmanentes al autor se re
lacionan estrechamente con las modificaciones de la litera-
tura nacional (que a su vez se ajusta a lo que ocurre en la
formación social donde se origina) y, además, -esto es muy
importante y no se debe olvidar-, del desenvolvimiento de la
literatura universal.
Un autor no permanece aislado, sino que depende de las
corrientes que segenera en el momento, del tipo de sociedad
en la que vive y del gusto predominante. De ahí que las o-
bras de arte vayan cambiando con el tiempo. Estos cambios
no se producen burscamente, sino que casi siempre una obra
de un autor guarda alguna conexión con la anterior o con las
anteriores, aunque también haya cambiado en algún aspecto.
Los primeros libros de algunos autores bolivianos de
nuestros días, se inscriben dentro de la corriente realista
o naturalista, -que en latinoamérica sobre todo, se caracte
ri:15 por constituir una 'literatura de denuncia'- pero lue-
go sus obras se circunscriben dentro de otra modalidad na-
rrativa: el realismo mágico o realismo maravilloso. Este cam
bio se opera, sobre todo, por la influencia del 'Boom' lati
noamericano que instaura dicha modalidad narrativa con el
8.-
mayor de los éxitos.
Las novelas de Taboada Terán muestran este paso. Así
El Precio del Estaño primera edición, es una novela realis-
ta, mientras El Signo Escalonado, Manchay Puytu y la segun-
da edición de El Precio del Estaño, son novelas real míti-
cas.
Si desde fuera puede parecer que este paso obedece só-
lo a cuestiones de moda y, sobre todo, a las influencias
que ya señalamos, ocurre, que, visto el problema desde las
obras mismas, comprobamos que en Taboada Terán es el mito
-ya presente y tratado en forma reveladora entre 1955 y
1960 en la primera novela- el que da lugar al cambio. Así
el cambio se produce a través de un elemento inmanente a la
obra y la inserción de la realidad mítica en la novela de
nuestro autor, obedece indudablemente a la especial manera
intuitiva cómo el hombre boliviano capta la realidad.
La esencia de la inserción del mito en las obras de Ta
boada Terán radica, pues, en el conocimiento y la fe en nues
tra "escondida realidad", aunque su modo de empleo en las -
novelas haya sido renovado en base al ejemplo de la 'nueva'
literatura latinoamericana.
Cómo configura el mito la forma de la novela? En tor-
no a esta interrogante se centrará nuestro estudio de las ya
9.-
mencionadas obras de Néstor Taboada Terán. En este sentido
el título de este trabajo, señala el marco en que pretende
circunscribirse. Por un lado, estoy determinando al mito
como rasgo estructural, puesto que lo considero lo bastante
importante como para poder servir de articulación a toda u-
na novela, y, además, al considerarlo así, pienso que es el
elemento generador de transformación en la evolución, a tra
vés del cual podemos seguir el cambio en las novelas que
nos ocupan.
Tratar de definir el mito no es tarea fácil, puesto
que un velo cubre su obscura naturaleza. Sin embargo, tene
mos algunas pautas para por lo menos aislarlo: sabemos que
el mito es una manera de conocimiento, distinta al conoci —
miento lógico, pero tan válida como aquél. En otras pala-
bras, el hombre posee diversos modos de aprehender la reali
dad, uno lógico y conceptual; el otro intuitivo y mítico:
Mito es pues el conocimiento intuitivo de la rea lidad -conocimiento primitivo-, despojado de tot: do razonamiento y lógica. El mito acumula una realidad inconcreta que se interpone, se superpo ne o se fusiona a la realidad lógica.
(3)
Levy Strauss, valiéndose de la disyunción saussuriana
(3) Oscar Rivera Rodas, El realismo mítico en Oscar Cerruto; Ed. Aba- roa; La Paz, 1973; pag. 36.
10.-
habla/lengua, se refiere así al tiempo mítico:
El mito está enmarcado en el tiempo como el ha-bla, por referir hechos acaecidos en el pasado ; pero es a la vez intemporal, como la lengua (en la cual por otra parte está narrado), en tanto posee un modelo válido para presente, pasadoy fu turo.
(4)
Esto correspondería a la diferencia que establece Lee-
nhart (5), entre relato mitológico (habla) y mito (lengua).
Para este autor, el relato mitológico "es el mito en tanto
forma o expresió estética. Pero éste se origina en el mito
vivo, es decir el mito en cuanto función humana. El mito es
sentido y vivido antes de ser inteligido y narrado, no es teo
ría sino un modo de aprehensión de lo real. Por esto el re
lato mitológico es necesariamente posterior al mito como
realidad viva y no puede comprenderse independientemente de
la conciencia en la que opera.
Néstor Taboada Terán -a través de El signo escalonado,
Manchay Puytu y la segunda edición de El Precio del Estaño-
no busca construir, al menos en primera instancia, una obra
que se justifique como novela por la técnica narrativa más
o menos novedosa. Salta a la vista que el autor quiere co-
municarnos algo fundamentalmente importante y que surge del
Levy Strauss, Claude, Antropología Estructural; Ed. EUDEBA, Bs. Ac 1 972. nán_ lq
reconocimiento de que existe en el hombre una disposición
mental no lógica, que domina su perspectiva de la realidad
en instancias determinadas: la función mítica, no racional,
no conceptual y que, sin embargo, convive con aquella per-
cepción que le permite conocer conceptualmente.
La convivencia de estas :disposiciones mentales, se evi
dencia y aflora con más frecuencia en el hombre latinoameri
cano por su especial perspectiva de la realidad, por esto ,
ninguna de las novelas de Taboada Terán se divorcia comple-
tamente del mito.
Hemos hablado también de 'forma'. Tratemos de ver,aho
ra, qué entendemos por 'forma novelesca, para, luego mos-
trar esquemáticamente cómo la inserción del mito da lugar
al cambio de la forma -o de la estructura- en la obra de
Néstor Taboada Terán.
Si concebimos la novela como una estructura, vemos que
está integrada por diferentes elementos. Dice Mukarovski:
Suele definirse la estructura como conjunto, cuyas partes entrando en él, adquieren un carácter espe cial. Suele decirse el conjunto es más que la su ma de las partes (...) En nuestra concepción, la característica específica de la estructura en el arte consiste en las relaciones mútuas de sus. com ponentes, relaciones que son esencialmente dinámr. cas."
(6)
12.-
Renato Prada desde el punto de vista semiológico lo
ne así:
la narración (novela, noveleta o cuento) cons tituye un sistema semiótico; es decir, un sistema (estructura dialéctica y abierta) de códigosysil nos que se combinan de una cierta manera, aten- diendo a especiales características reglas de jue go para tejer un discurso.
(7)
O Edelweis Serra:
La novela, como toda obra literaria, funciona co-mo una estructura integrada por planos estratifi-cados, simultáneos e interdependientes en recípro ca sustentación. Dichos planos o capas designa-dos estratos se comportan, pues, como un sistema de relaciones necesarias y eficaces constituyendo se en la forma de la novela.
(8)
Me interesa concebir la novela, ya lo dije, como forma
o estructura sin dicotomía entre el nivel de la expresión y
el nivel del significado. Y así concebida, estará compues-
ta (formada) por ciertos elementos "relacionados mutuamente"
(7) Renato Prada, "La literatura política de Augusto Céspedes"; Texto crítico 12; Universidad Veracruzana, Méx. 1979, pág. 25.
(8) Edelweis Serra, "Estructura y estilo de 'El Acoso', en Historia y mito en la obra de Alejo Carpentier; Ed. Fernando García Cambeiro Bs. As. 1972.
13.-
que se combinan atendiendo a reglas determinadas. Asi se
entenderá la forma en este trabajo.
Y si consideramos (sin pretender dar una definición)
que la novela está constituida por una serie de elementos,
componentes o materiales constructivos, que se asocian de
cierta manera obedeciendo a especiales reglas de juego para
tejer el discurso, tenemos que, dados estos elementos, las
diferentes combinaciones de los mismos producirán diferen-
tes figuras textuales (9). Por tanto, cada novela debe su
forma peculiar a cierta disposición de elementos que pue-
de analizarse y describirse.
La combinación de elementos se lleva a cabo gracias a
cierta energía organizativa que proviene del lenguaje, del
que la novela es una manifestación. Gracias a esto, combi-
nación corresponde a organización. Las combinaciones posi-
bles (novelas posibles) son innumerables y cada combinación
presenta uno o varios elementos más desarrollados que los o
tros. La forma definitiva de una novela dependerá, en gran
medida y como lo veremos después en nuestro análisis, del re
forzamiento que se haga de uno de los elementos. Así,en la
segunda edición de El Precio del Estaño, el reforzamiento
del elemento mítico dará como resultado una nueva novela.
(9) Sigo en esta idea de constitucién de la obra también a Jitrik, en América Latina y su literatura. op. cit. Págs 219 y sign.
14 . -
Y, desde el punto de vista de la crítica literaria, es
indudable que una novela podrá ser mejor comprendida al can
tarse el elemento cuyo desarrollo ha predominado. Por ende,
en la visión de una evolución, encontrar y entender el ele-
mento que da lugar al cambio, hará que se comprenda mejor
cada obra por separado, y, sobre todo, se visualizará mejor
y con más profundidad la mencionada evolución.
El mito es el elenento intertextual que nos permite se-
guir la evolución en Néstor Taboada Terán:
En la primera edición de El Precio del Estaño, el mito
es ya presencia; sin embargo, permanece como un satélite de
'la forma o estructura novelesca total -estructura temporal
y cronológica- que sigue en lo fundamental el curso de los
acontecimientos históricos extratextuales. En El signo es-
calonado, la realidad mítica más la realidad histórica con-
forman la realidad novelesca. El mito al ser insertado en
la estructura produce una especie de explosión. Explosión
que se manifiesta en búsqueda de caminos que permitan refle
jar mejor esa realidad. La estructura cronológica y lineal
del "realismo" no se adapta a esa 'nueva realidad' que se a
parta del 'cronos', de una lectura lineal de la realidad, y
busca otros caminos para su expresión, a través de su ins-
trumento: el lenguaje. La amplitud del mundo mítico, abre
el mundo novelesco en una actitud que en técnica literaria
se manifiesta en diferentes experimentaciones:
,1 1,1 nnIrculn Ae.
15.-
final abierto.
inserción de diferentes líneas narrativas que pueden guar
dar o no relación con la línea narrativa central.
— cambios de discurso.
empleo de diferentes narradores.
- empleo de distintos recursos como diálogos, monólogos, ac
tos teatrales, etc.
— dos líneas narrativas generales
Una-Objetiva (En ésta es im portante la secuencia—
cronológica).
Otra mítica (el tiempo es-tá mitificado y no se sujeta al 'cronos' ló-gico).
En Manchay Puytu, realidad objetiva y realidad mítica
forman un todo compacto e inseparable, y a partir del mito
se organiza toda la novela. Manchay Puytu es sobre todo un
mito de muerte y resurección, donde la visión de la reali -
dad 'en profundidad' se logra expresar a través de la estruc
turación en profundidad del lenguaje. En esta novela, el au
tor tras haber experimentado con diversas técnicas, narrado
res, discursos narrativos, etc, ha encontrado el camino que
mejor cuadra para la expresióh de su mundo novelesco. La
forma de la novela es una estructura donde todos los elemen
tos tanto a nivel del contenido, cuanto a nivel de la expre
16.-
sión, se someten y adoptan a esa visión mítica de la reali-
dad.
La segunda edición de El Precio del Estaño inserta al
lado del tema de la primera edición un otro hilo paralelo
que le sirve para lograr esa 'nueva forma' novelesca. Esa
vena es el relato paralelo y mitificado sobre la familia Pa
tiño. En la primera edición se relatan los hechos que lle-
van, a partir de un pie de huelga, a la matanza de mineros
en Catavi. La segunda edición relata eso y algo más: el
trasfondo de esa realidad, la visión en profundidad de ese
hecho, una realidad no tan concreta COMO los hechos históti
cos de la masacre, pero que conforman el mundo novelesco en
igual categoría.
El mito ya no permanece como una micronarración (*) ce
rrada en si misma, sino que invade la obra dando lugar a u-
na nueva 'forma' novelesca donde, a nivel de contenidos, se
ha insertado una otra historia, y a nivel de expresión o de
discurso, se ha modificado ésta o éste de tal suerte que se
( *) Adoptaremos de aquí en adelante el término de 'microna rración" o "unidad" narrativa de sentido", como la usa Edelweis Serra; es decir unidades sintáctivas superiores a la oración, en su posibilidad de correlación con otras unidades, con ciertos ele
mentos de la obra y con la novela entera. Pueden ser escénicas
dialogadas, asumir la textura del monólogo interior, del solilo-quio, etc. (Edelweis Serra, "Estructura de Pedro Páramo" en Nueva Narrativa Hispanoamericana; Ed. Universitaria, Santiago de Chile, septiembre 1973, pág. 211.
1 7.-
adapte a ese contenido,
Los elementos, partes o materiales constructivos de la
novela, son dispuestos de manera diversa y obedeciendo a o
tras reglas. El elemento mítico ha sido mucho más reforza-
do que en la primera edición. Por tanto, dados los elemen-
tos de la novela han sido combinados de maneras diferentes,
surgiendo una figura textual distinta. Ya la mayor acentua
ción, dentro de la combinación novelesca, del mito nos daba
una pauta, pero éste es sólo el punto de partida. El len-
guaje, que hemos señalado como 'fuerza organizativa' de la
combinación, juega un papel determinante en el cambio, y la
novela (segunda edición) es básicamente un trabajo sobre el
mito, siendo accesorias todas las demás circunstancias como
personajes, procedimientos de relato, narrador, etc.
Georg Lukács (10) al hablar de la disyunción epopeya /
novela dice que "la epopeya da forma a una totalidad vital
de por sí cerrada, la novela intenta descubrir y construir
dándole forma, la totalidad oculta de la vida". Retomando
esta idea podemos afirmar que esa búsqueda de totalidad es-
ta implicita en 'nuestras' novelas, ya que en su 'construc-
ción' se irán estableciendo las leyes propias del discurso,
leyes que determinaran la 'forma' especial de cada novela.
Así, la forma de la novela, concebida como un todo cons
(.1 0) Georg Lukács; Teoría de la novela; Ed. Siglo XXI, Barcelona, 1971
18.-
tituído por elementos que obedecen en su interrelación a u-
na serie de reglas internas, dependerá en su formación de
la prioridad que se de a uno o varios de sus elementos cons
titutivos; pero también a los elementos mismos que la cons-
tituyen. Así una novela que este constituida por 'x' ele-
mentos, no será igual a otra constituida por 'y' elementos.
E, igualmente, será distinta la 'forma' de una novela donde
se de preeminencia el elemento, personajes, por ejemplo que
la forma de una novela que v. gr. subraye el lenguaje.
Y la primera edición de0
El Precio del Estaño, difiere
de la segunda, porque en cada una de ellas el 'hecho masa-
cre' se experienta y se construye al narrar de modo diverso.
Puesto que dicho hecho no es el 'apriori intocable' el peso
que recaía en el acontecimiento en la primera edición, se
ve desplazado en la segunda hacia el mito.
Habiendo mostrado ya la manera en que el mito configu-
ra la forma novelesca, pasemos a puntualizar las relaciones
estructurales que ambas categorías establecen a partir de
diversos puntos de apoyo (narrador, personajes, tiempo, es-
pacio, etc.).
Hablaré del narrador porque entiendo que pertenece al
sistema narrativo tan sustancialmente como cualquier otro
de los elementos, personajes, tema, etc., elementos que se
reconocían antes como indispensables en toda arquitectura
narrativa. Si observamos la 'construcción' de una novela
1 9 . -
frente a la 'construcción' de un poema, notamos que lo que
caracteriza a la novela es su mediatez, esto es, esta liga
da a un narrador. El narrador constituye un elemento inma-
nente a la obra, no es simplemente otra palabra para desig-
nar al autor que es trascendente al texto y por tanto y en
este sentido, ajeno a la obra.
Evidentemente el término narrador implica la noción de
comunicación narrativa, dice Barthes:
(...), el relato como objeto es lo que se juega en una comunicación: hay un dador del relato y hay un destinatario del relato.
Al referirnos al narrador, podemos hablar, desde el pun
to de vista linguístico, de un narrador en tercera persona,
o un narrador en primera, según su posición respecto a la
historia: tercera si efa fuera, primera si está dentro. Y,
en la relación narrador-universo representado, en conexión
con el conocimiento que tiene de los 'hechos': -omnisciente:
sabe más que sus personajes, está en todas partes y todo lo
conoce; equiscientel el que conoce tanto cuanto conocen los
personajes, solo relata lo que acontece en un momento deter
minado: narrador testigo y, deficiente sabe menos que los
4
(11) Roland Barthes, "Introducción al análisis estructual de los rela-
tos" Comunicaciones; Ed. Niebla, 1976.
20.-
personajes.
Subrayando lo esencial, diré que el narrador se halla
realmente presente en la obra, es, pues, inmanente a ella y
se lo puede descubrir a través de algunos índices como ser
modalidades gramaticales, mecanismos o técnicas narrativas,
.etc. En el acto de la narración, el narrador es el que tie
ne en sus manos la transmisión del relato, y esta transmi-
sión se hace en el relato escrito, en miras a un receptor :
el lector.
El narrador es "el elemento narrativo que instaura el
personaje en la narración como uno de los elementos de ésta'
(12). El personaje es otro de los elementos constitutivos
del discurso narrativo en el que Jítrik pone especial énfa-
sis y dice:
.. es el elemento que en la narración tal como la conocemos representa la máxima inteligibili-dad de lo que se narra, es el elemento estructu rante más preciso en la medida en que el cuenta es contado por un ser humano a otros, lo que ac tualiza la relación antropomórfica que rige las acciones del hombre.
(13)
Jitrik ha hecho alusión a la 'proyección antropomórfi-
(12) Renato Prado, "El estatuto del personaje", Semioses; Universidad Veracruzana, Méx. 1979; pág,
21.-
ca' del personaje y por eso me parece importante en este mo
mento recordar lo que dice Barthes respecto al narrador y
a los personajes: éstos son esencialmente "seres de papel".
Me parece que ninguno de los análisis que se detenga en es-
te elemento narrativo puede olvidar este hecho. Si se lo ol
vida, se correrá el riesgo de confundir personajes con per-
sonas vivientes. Puesto que el personaje es inmanente al
texto, obedece a una red de relaciones textuales y no sólo
a una lógica de "relaciones psicológicas" por ejemplo. Sin
embargo, esto no quiere decir que nos vayamos al otro extre
mo y neguemos toda relación entre persona y personaje, pues
to que es indudable que el último tiene como modelo al pri-
mero. El personaje representa al hombre en la novela, pero
el hombre-persona es siempre un elemento extratextual.
El análisis estructural define al personaje no como un
ser, sino como el sujeto virtual de las acciones, atributos
y situaciones que le otorga el sistema narrativo mismo. Bus
ca, por tanto, no definirlo en términos de esencia psicoló-
gica, sino como un "participante", en esfera de las accio-
nes.
Así como podemos hablar de autor y persona fuera del
contexto de la novela, y de narrador y personaje dentro de
ella, es también posible diferenciar entre un 'tiempo de la
historia' y un tiempo del relato (tiempo del "discurso").
22.-
Existe un desface entre el 'tiempo de la historia'y un
tiempo del discurso' y mientras en el primero suceden diver
sos y muy variados acontecimientos simultáneamente, el dis-
curso tiene que poner, por su peculiar manera de ser un a-
contecimiento tras de otro, o arreglárselas de alguna mane-
ra para demostrar ese paralelismo en los acontecimientos
históricos. El manejo de "la sucesión natural" de los acon
tecimíentos es fundamental en una obra y puede determinar
la impresión que tenga el lector frente a lo que se narra .
La disposición de los acontecimientos en el relato a través
de la combinación de las frases, da en el caso del Manchay
Puytu y la segunda edición de El Precio del Estaño, esa vi-
sión en profundidad de la que hablamos. La forma de inter-
calar las distintas historias en el relato y que Todorov de
signa como "encadenamiento, alternancia, intercalación",
constituyen otro aspecto del tiempo del relato.
El "encadenamiento" consiste simplemente en yuxtaponer
las historias. Una vez terminada una se da comienzo recien
a la otra, y su relación se establece en base a que cada u-
na de las historias se construye de manera similar a la o-
tra.
La "inclusión" consiste en meter una historia dentro
de otra y finalmente, la "alternancia" se da cuando se cuen
tan dos historias simultáneamente, interrumpiendo la una pa
ra retomar la otra, y así sucesivamente.
23.-
Finalmente, tomaré en cuenta, además de los menciona-
dos, otros elementos de la forma narrativa que son caracte-
rísticos de las novelas que nos ocupan, y -excepto en la
primera edición de El Precio del Estaño, donde me regiré só
lo por su peculiar 'forma' como obra realista, centrando,
por tanto, mi lectura a partir del acontecimiento- me fija-
ré sobre todo en aquéllos que se distorsionan, se alternan
o varían a partir de la inserción del mito en las distintas
obras.
Me toca hacer ahora un brevísimo desarrollo del conte-
nido del trabajo. Pretendo mostrar a través de las diferen
tes novelas de Néstor Taboada Terán que hay una evolución
en este autor, evolución que conlleva el paso de una modali
dad narrativa: el realismo social, a otra: el realismo míti
co. Para tener claro el panorama, daremos en el primer ca-
pítulo una visión del realismo, cómo surge en Europa y cuá-
les sus principales características. Luego veremos su tras
plante a Latinoamérica y Bolivia sus rasgos peculiares y su
deslace con respecto a la realidad social. El cambio y la
transformación de esa forma literaria instituye 'la nueva
novela' y sus especiales características. De esta manera ,
tendremos delimitados los dos modos narrativos en que se cir
cunscrihen las novelas, objeto de nuestro análisis.
24.-
El segundo capítulo se organizará en torno al realismo
mítico como elemento central para comprender tres de las
cuatro novelas de Taboada Terán, encaminando así el análi-
sis a las obras mismas. En primera instancia, haremos una
alusión a las crónicas como antecedentes de esta modalidad
narrativa, puesto que la influencia de un cronista, Arzáns
de Orsúa y Vela se evidencia en Manchay Puytu. Luego, en
el deslinde leyenda/mito de esta novela, y en la oposición
con los otros dos géneros con los que guarda relación: lo
fantástico y lo maravilloso, se buscará demarcar el campo
de lo real-mítico. Pongo de relieve la 'especial' viven-
cia que del mito tiene el hombre latinoamericano; en éste
'modo de aprehender la realidad' hunde sus raíces el rea-
lismo mítico como modalidad narrativa.
Con la construcción de ese pequeño marco histórico-teó
rico de los dos primeros capítulos y siguiendo al mito como
hilo conductor, nos adentramos en el análisis de las nove —
las.
4
Nuestra lectura de El Precio del Estaño no se centrará
en el mito, mostraremos, más bien, como en esta obra las mi
cro narraciones míticas permanecen, por la actitud del na-
rrador, un tanto al margen del 'grito de protesta' y de los
hechos que busca mostrar y condenar. El acontecimiento es
el elemento núcleo en torno al que se estructura la forma
novelesca. El objetivismo, la verosimilitud, -que busca im
pedir las deformaciones de la subjetividad o la parcialidad,
25.-
vos de esta novela cuya finalidad última es lograr la credi
bilidad del lector a través de su relación con una 'verdad'
transtextual e histórica.
Pero a medida que el mito invade el contexto narrativo,
la forma de la novela va cambiando. Este capítulo procura-
rá mostrar a través del análisis concreto de las obras dos
cosas: -una, el paso de una modalidad narrativa realidata
(El Precio del Estaño primera edición) a una modalidad na-
rrativa real-mítica. El signo escalonado como búsqueda de
la instauración de esa 'nueva' modalidad narrativa y Manchay
Puytu como culminación, como encuentro en la búsqueda y,por
tanto, logro. La segunda edición de lE1 precio del Estaño ,
manifiesta la 'lectura' diferente de un mismo hecho históri-
co, a través de la modalidad narrativa del realismo mítico.
Y otra, ver cómo a través de la inserción del mito se
producen los cambios y las transformaciones en las formas
literarias de las novelas correspondientes.
Curiosamente, fue el impacto de un cambio bursco entre
una primera y una segunda edición de El Precio del Estaño el
que me llevó a descubrir en Mancha] Puytu una obra de es-
tructuración narrativa cuyo arte verbal busca plamar la for
ma del contenido.
CAPITULO 1
26.-
DEL REALISMO A LA NOVELA ACTUAL
...., como caisí todoá to tlkmíno4 cave en la teonía Ute4a/uí.a, et de Auteímo compoAta una giban poUsemía.".
TODORQV
Pretendo aquí referirme al realismo como género. Todo
rov pone de relieve el hecho de que la mayoría de las obras
de una época pertenecen a un género, es decir, permiten que
sus lectores o críticos las vinculen con otras ya conocidas.
"Las reglas del género constituyen para la obra literaria
un código necesario para su interpretación correcta". (1) En
el estudio de un texto, se puede ver si éste está de acuer-
do o no con la tradición reinante, esto es, si pertenece al
género al que corresponde la mayor parte de la producción
literaria del momento; -o si, por el contrario, se ajusta
al de una época anterior-; o si sus "formas literarias" son
portadoras de transformaciones, subversiones o cambios y,en
tonces, la obra puede convertirse en transformadora de las
formas literarias que ha encontrado en la formación social
(1) Tzvetan Todorov; Diccionario enciclopédico de las cien cias del lenguaje: Ed. Siglo XXI; Méx. 1979; ; nán
27.-
en que surge.
Enfrentados por primera vez con las novelas de Néstor
Taboada Terán, no pude dejar de percibir profundas diferen
cias entre ellas. Es a partir de esta primera impresión
que decidí estudiar la evolución de este autor, evolución
que implica la pertenencia de las mencionadas obras a géne-
ros diferentes.
Creo que es posible hablar de "evolución" en la novela,
:porque como ya lo señaló Pollmann en 1966
La literatura es efectivamente una sucesión ince sante de pérdida y transformación, es una evolu7 ción incontenible en la que cada momento nunca - se volverá a repetir, en la que cada detención y cada repetición se transforma en una pérdida de sustancia.
(2)
Más adelante veremos en qué consiste esta pérdida y
transformación. En este capítulo, pretendo dar una visión
histórica del paso de la novela "realista" (con las comi-
llas quiero igual que Northrop Frye (3) mostrar mi desagra-
do por el término) a la novela "actual':
Leo Pollmann; "Das Egos in den romanischen Literaturen", Stutt-gart, 1966.
Northrop Frye; Anatomía de la Crítica; Editorial Monte Avila; Ca-racas 1977; pág. 182.
1
28. -
Rea mo en Europa
"La meta de ca4í todo4 104 gtandu uctí-tote4 eka la neptoducc4n poetíca de la tea/ídad; pana todo gran uctítoiL et ven_ dadeito e/ate/tío de la grandeza Utetatíá eta isíempAe La Wetídad Inerte a /a rea tídad, el apaisíonado anhelo de una teptj duccíón completa y /Leal de la ualídad (Shape4kea4e, Goethe, Ba/zac, Tolztoí)".
GVQRGY LUKACS
En la medida en que Néstor Taboada Terán toma un tema
histórico en su primera novela -la masacre de Catavi-, comen
zaremos nuestro estudio evolutivo analizando la novela his-
tórica de Walter Scott. Procederemos de esta manera puesto
que aunque existe una novela histórica anterior, las innova
ciones introducidas por Scott hacen de su novela la forma -
clásica de la 'gran novela realista'. Dichas innovaciones
son importantes no sólo porque expresan una radical confron
tación con el romanticismo, sino sobre todo porque nos ser-
virán de puente entre Scott y Balzac, el escritor más impor
tante del siglo XIX. Finalmente, centraremos nuestra aten-
ción en este siglo y en su rasgo fundamental: el realismo.
Balzac se considera seguidor de Scott y de Cooper en
cuanto estos autores son representantes de lo que él llama
"eclecticismo literario" dirección estilística que inten-
ta ser una síntesis de otras dos: la "literatura de las I-
29.-
deas" (literatura del racionalismo francés) y la "literatu-
ra de las Imágenes" (romanticismo).
Aboquémonos ahora a explicitar esta relación partiendo
de un breve estudio de la novela histórica.
Como ya dije, existe novela histórica antes de Walter
Scott, pero a aquella le falta precisamente el elemento his
tórico, esto es, la particularidad de los personajes deriva
de la especificidad histórica de su tiempo. Los temas de
Scott aunque están próximos al romanticismo, se interpretan
de manera diferente. Si para el romanticismo la figura cen
tral del relato histórico es el héroe en tanto individuo
aislado, psicológicamente magnificado (culto al héroe), pa-
ra Scott, como innovador, el héroe ya no ocupa este lugar y,
además, ha perdido sus atributos heroicos. El héroe "medio"
(mediocre, prosaico) de Scott se ve disminuído por la actua
ción de personajes secundarios más interesantes e importan
tes que él. El papel que juega este héroe "medio" -poner
en contacto dos bandos en lucha- está dado por la especial
interpretación que Scott da a la historia inglesa: ésta es
el resultado de incesantes luchas sociales. Scott plasma
esta concepción al presentarnos a un héroe, centro de la in
triga, que posibilita las relaciones humanas entre las di-
versas fuerzas sociales (piénseseen lvanhoe y su actuación
en el conflicto de la Inglaterra medieval -sajones contra
normandos-).
30.-
La aparición del héroe "medio" en la escena novelesca
no excluye la intervención de los grandes héroes históricos.,
Y aunque presentes tanto el uno como los otros, se encuen-
tran subordinados al acontecimiento. La primacía del acon-
tecimiento se nota sobre todo en los comienzos de las nove-
las de Scott puesto que el autor hace una larga presenta-
ción de los motivos que desencadenarán la crisis posterior
del pueblo. Una vez que muestra por qué la nación, o el pue
blo en particular, se ha dividido en dos campos antagónicos,
recién aparece el gran héroe histórico (Ricardo Corazón de
León en Ivanhoe, por ejemplo). Las figuras importantes re-
sultan, así, de la esencia de la época. Scott, en oposi-
ción al recurso romántico del culto a los héroes, no expli-
ca la época a partir de sus grandes representantes.
Las innovaciones artísticas introducidas por Scott son:
una vasta pintura de las circunstancias que rodean los acon
tecimientos, el carácter dramático de la acción y el rol
nuevo del diálogo en la novela. Acompañan a estas caracte-
rísticas otras no menos importantes, como ser el uso de la
'prosa' en vez de la poetización romántica y el anacronismo
necesario que se contrapone a la modernización típica de la
literatura romántica, modernización que permitía hacer alu-
siones a fenómenos 'actuales' y atribuir a los personajes
reacciones modernas; esto no sucede en la novela histórica
de Scott, que respeta la época en que se sitúa la trama de
la obra y sus típicas características.
31.-
La visión de mundo de Walter Scott está ligada estre-
chamente a la de las clases sociales que fueron precipita-
das a la ruina por la revolución industrial y el rápido de-
sarrollo del capitalismo. No siendo ni admirador ni detrac
tor del nuevo orden, busca la "vía media" entre los extre-
mos, esforzándose en mostrar la realidad histórica de esta
vía por la figuración de las grandes crisis de la historia
inglesa. Y se la cosmovisión de Scott se halla afectada
por el capitalismo y la revolución industrial, de la misma
manera, la "gran novela realista" posterior -heredera de la
novela histórica- se vincula con el desarrollo de la burgue
sía. ¿En qué se funda este vínculo?. Para determinarlo
desglo-semos los componentes de dicha relación. El realis-
mo como género específico y por tanto diferente a los ante-
riores, rompe definitivamente con la tradición del héroe co
mo una encarnación más de los eternos modelos de la antigue
dad. El repetido estereotipo de referencia mitológica mue-
re y, en su lugar, aparece un personaje real, un individuo
cualquiera que lleva un vulgar apellido, en suma, un bur-
gués. La individualización de este personaje conlleva, ade
más, su inserción en un cuadro no ya de convenciones, sino
de condiciones históricas, fechables. Estas dos condicio -
nes, anticipadas por Scott -la individualización y la espe-
cificación de situaciones-, constituyen esta nueva actitud
narrativa: el realismo.
Por otra parte, el nacimiento de esta novela realista
responde a una estructura mental de una clase o grupo social
siste en la descripción de una experiencia particular -una
32.-
determinado: la burguesía. ¿En qué medida podemos hablar de
una homología entre la estructura de la novela y la "visión
de mundo" de una burguesía en desarrollo?. Es posible com-
probar que la estructura categorial del pensamiento burgués
se encuentra en la novela, veamos por qué.
El concepto fundamental alrededor del cual se centran
las diferentes categorías de la visión de mundo de la bur-
guesía europea, es el concepto de libertad. La sociedad
Feudal tiene un claro oponente que es la ciudad; el " bur -
gos", lugar único y privilegiado que hace del hombre un ser
libre. Libertad significa, en este contexto, ruptura de
vínculos; pero en todo caso no se da un corte total: el in
dividuo está limitado por la obligación de respetar la li-
bertad de sus semejantes. El individualismo, segundo ele-
mento constitutivo de la burguesa cosmovisión, viene a ser
así la otra cara de la libertad llevada al extremo. La con
secuencia de esta conjunción de factores es la igualdad ju-
rídica, por cuanto ésta niega la existencia de privilegia-
dos incompatibles con la idea del individuo libre.
Estos tres elementos -libertad, individualismo e igual
dad jurídica- encuentran su expresión filosófica en las doc
trinas de Descartes y Locke, en tanto que las mismas cons —
truyen la realidad a partir de las percepciones individua —
les. Y el realismo como "método" aplicado a la novela, con
33.-
vida-, descripción que se funda en los caracteres origina-
les y específicos de una situación concreta. La vida, o lo
que es lo mismo el desarrollo temporal de una conciencia
central y organizadora, es el factor que convierte el "tiem
po" en uno de los actores más importantes de la novela como
género. Recordemos, además, otro vínculo: burguesía y capi
talismo, para entender cómo, en lo económico, el tiempo cam-
bia de "status" y se convierte en un valor: "time is mone',574
De esta manera la analogía que, según afirmamos, exis-
te entre novela y burguesía no se refiere al nivel de los
contenidos sino, más bien, a los valores que permanecen
subyacentes en el relato.
Por otra parte, el desarrollo desigual de la burguesía
en los distintos países europeos marca las diferencias espe
cílicas entre las manifestaciones literarias de los mismos.
Fi sustrato común lo constituye, empero, la decadencia
del antiguo régimen desde el siglo W11. La nobleza, debi-
litada por un constante ataque del poder centralizador real
y de la burguesía ascendente, termina siendo definitivamen-
te derrotada en la revolución francesa de 1789. En el trans
curso de este lento proceso, las prácticas caballerescas de
la nobleza se van degradando hasta dar lugar al "ideal" ca-
balleresco exclusivamente. La vida caballeresca como visión
de mundo ya no tiene lugar en el nuevo orden que surge. Fal
,an valores nuevos en esta época decadente, valores capaces
34.-
de conformar una visión de mundo original.
El caso de Inglaterra en el siglo XVIII es interesante
pues nos encontramos en este país con un panorama radical -
mente diferente. ¿Qué explicación se le podría dar, por e-
jemplo, a un Robinson, héroe positivo y optimista por exce-
lencia?. La respuesta debemos buscarla en la estructura ju
rídica, económica y filosófica de Inglaterra a finales del
siglo XVIII. En efecto, este país es el más avanzado de la
época desde un punto de vista económico y político. La bur
guesía había alcanzado muy temprano el poder económico y,
después de 1688 ("Revolución Gloriosa': que destituye a la
casa de los Estuardo), el poder político. La jóven y pode-
rosa burguesía inglesa tropieza con una nobleza aún fuerte
y susceptible de ofrecerle resistencia, incluso a nivel e-
cónomico. Ante la imposibilidad de desalojarla por comple-
to de la vida económica y política, la.burguesía llega a un
'acuerdo con la nobleza para participar alternadamente en el
gobierno (Declaration of Rights). El conflicto entre estas
dos clases se vuelve compromiso, compromiso a partir del
que ha surgido la Inglaterra de hoy. Los pensadores ingle-
ses más importantes -Locke, Berkely, Hume- escriben en una
época en que la burguesía, habiéndose apropiado del poder
político, ya no se encuentra en la oposición; Locke cobra
un sueldo del presupuesto público, Defoe es encargado de mi
siones diplomáticas. Robinson obtiene bienestar, seguridad
y orden de la naturaleza. Es un paradigma de virtudes bur-
35.-
guesas: aplicación, paciencia, ingenio práctico. Es la ex-
presión de un período único en la historia literaria. Toda
una sociedad, guiada por los grandes mitos y esperanzas de
la burguesía, expresa un mismo pensamiento coherente. Los
héroes positivos y optimistas, empero, no tendrán larga vi-
da, este período Fecundo es corto y no tiene continuación .
Inglaterra se encontrará posteriormente con la línea negati
va y pesimista francesa.
Francia en el siglo XVIII no crea novelas importantes
-es el ensayo el que triunfa-, pero el XIX francés, el si-
glo de los Balzac, Stendhal, Flaubert, etc., es testigo del
surgimiento de una novela tipo, estrechamente ligada a dos
factores:
-- la burguesía no esta más en ascenso.
-- sus ideales de libertad e individualismo, fundamen-
to del combate ascendente de esta burguesía, estan
- ya oficialmente proclamados (-Rev. Francesa - y
a la vez prácticamente negados -Restauración-).
La novela del nuevo siglo pondrá en su centro al héroe
defraudado. A diferencia del héroe inglés del siglo XVIII,
el héroe del siglo XIX es un factor de oposición y defiende
a nivel de la psicología o de la biografía, el individualis
mo que la sociedad burguesa había sostenido y, a la vez, a-
bogado. Es un género íntegramente ligado a la burguesía a
36.-
pesar de que no representó, como en Inglaterra, la expresión
de una clase.
Posiblemente la novela que mejor expresa el signo de -
época es Ilusiones perdidas de Balzac (1843). En ella no -
solamente se manifiesta a cabalidad la evolución de la posi
ción del escritor que pasa de ser el portavoz de su socie —
dad a ser el servidor rebelde de la misma, sino que, además,
expresa cómo la progresiva politización de la sociedad afec
ta también a la literatura. Los escritores no pueden ya man
tenerse al margen de la política y,a1 asumir una posición ,
adoptan precisamente la de la ideología prescrita: el libe-
ralismo. Por otra parte, en el terreno económico el capita
lismo y sus consecuencias -la objetivación y el dinero como
valor supremo- hacen de la literatura una mercancía. Todos
estos factores, ideológicos, económicos y políticos se ven
magistralmente retratados en la novela de la pérdida de ilu
siones de la burguesía.
Ahora bien, cómo se encuentran 'retratados' estos fac-
tores? Debemos partir del principio de que la creación li-
teraria es un tipo especial de reflejo del mundo externo en
la conciencia humana. De esta manera, el arte no debe ser
una copia Fotostática de la realidad (rasgo fundamental del
naturalismo) ni un jugueteo con las formas abstractas. Es-
ta cuestión nos lleva al problema estético central del si-
glo XIX: la oposición entre dos tendencias por igual radica
les - el arte por el arte y el arte comprometido- Balzac,
37.-
seguidor de Scott, se coloca en una posición intermedia -el
"eclecticismo" literario del que hablamos en un comienzo-
siendo así continuador de la herencia clásica que sostiene
que el gran arte debe representar al hombre en su integri-
dad, al hombre dentro de la totalidad del mundo social.
El tealí4mo en Latínoanilníca
"Todo4 ttabajan pon dan 6onma a la novela ptopía en cada pa;i4. De 4u e4/uenzo co-man ín4unge el netato amelacano. (.....) Todavía la teeníca, el mItodo 4on aje - no4 peno el mateníal y el ()Menú 4on pno pío4".
AUGUSTO GUZMÁN
Las formas novelescas y de ficción en Latinoamérica a-
parecieron tarde y este hecho obedeció fundamentalmente a
que la legislación indiana en dos cédulas reales -una de
1532 y de 1542, la otra-, prohibió la introducción de nove-
las y "todo género de mentirosas historias" a sus colonias.
Es por esto que recién en 1831, al producirse la inde
pendencia política, surge en México la primera novela lati-
noamericana que abriría el camino al género: El Periquino
Sarniento de J.J. Fernandez de Lizardi. Pero, Latinoaméri-
ca no contaba con una tradición cultural y literaria pre —
existente, y ésta no puede formarse en un abrir y cerrar de
ojos. Por tanto, después de la represión ideológica de la
colonia, aunque conseguida ya la independencia, las novelas
adoptan los grandes temas del movimiento libertario, pero
en cuanto forma, se adaptan a la novela europea. A este fe
nómeno obedece el hecho de que cuando en Europa ha caducado
un determinado movimiento literario, no aislado de lo polí-
tico y lo social, veinte o treinta años más tardé, los es-
critores latinoamericanos lo descubren y lo explotan. Nos
encontramos frente a una revolución de contenido y una re-
gresión formal. La clave de la definición de "lo americano'
como identificación literaria se da, pues, a través de la te
mática,
El realismo que nos ocupa, se manifiesta en Latinoamé-
rica a partir del siglo pasado. Busca fundamentalmente una
descripción y un análisis de la realidad social, y es un rea
lismo europeo que en muy buena medida procede de Francia
(Stendhal, Balzac, Zola). Ya Walter Scott en Inglaterra ha
bía abierto el camino con la novela histórica. Así lo reco
noce Blest Gana (4) cuando señala el valor de la obra de
(4) Citado por Bernardo Subercaseaux en "Nacionalismo literario, rea-
lismo y novela en Chile", Revista de crítica literaria latinoamá-
ricana; Año V, N° 9, Lima, Perú; primer semestre 1979; pág. 22.
39.-
Scott como apéndice de la historia, por su realismo y por —
que pinta la sociedad tal como es, sin idealizarla, innovan
do un género al que el crítico chileno denomina novela poli
tico-histórica. Del realismo "arte de la verosimilitud",
que "provoca la reacción ¡qué parecido a lo qué conocemos:"
(5) nace la idea de la literatura como copia o espejo de la
realidad. Y su calidad, su valor estético se mide en esos
moldes: una obra será mejor cuando refleje mejor "la reali-
dad", la cultura que la rodea. Válida, pues, sobretodo, co
mo documento, como cuadro de sociedad.
En las primeras obras realistas se nota particularmen-
te este valor documental. Los escritores se convierten, en
tonces, en cuidadosos observadores de la vida nacional; pin
tores de costumbres, cuadros de sociedad y del aparato gu-
bernativo de los primeros años de las distintas repúblicas.
Corresponde como principal representante de esta primera é-
poca, Alberto Blest Gana (1830-1920) comentarista de la vi-
da chilena, quien fue fuertemente influenciado por -La Come
dia Humana- de Balzac.
Otro tipo de realismo aparece con la obra de los natu-
ralistas que surgieron a comienzos de siglo siguiendo los
principios de la novela de Zola. Tal vez el más conocido
sea Federico de ('ambo (mexicano) con su obra Santa, réplica
de Naná. A partir de la segunda década de nuestro siglo ha
,liamos lo que J.A. Portuando (6) ha denominado "la genera-
40.-
ción de escritores de los problemas sociales". Bareiro Sa-
guier señala los siguientes acontecimientos políticos como
hitos históricos importantes del momento: la Revolución --
Méxicana en pleno proceso, un tiempo después la Revolución
Rusa y, en Hispanoamérica, la gestación de la reforma uni-
versitaria. Estos hechos marcan profundamente la literatu-
ra de la época, determinando su carácter de compromiso fren
te a los problemas sociales. La mayor parte de esta litera
tura es decididamente política, denunciadora y reinvindica-
toria, y "parte de ella se hace bajo los principios marxis-
tas, cuyo principal teorizador era Mariátegui" (7).
Esta "generación de los problemas sociales", dentro de
un enfoque de homología socioliteraria, coincide con un mo-
mento de penetración económica y de intervenciones armadas,
de parte de los norteamericanos, a latinoamérica. La nove-
la se torna de denuncia de esta realidad de usurpación de
soberanía y de abuso de parte del más fuerte. El 'gringo'
aparece como personaje negativo recurrente en este tipo de
novelas. Se escribe literatura antiimperialista y se bus-
ca, al mismo tiempo, analizar y descomponer el cuerpo sociaL
Conviértese la obra en instrumento de denuncia de la socie —
ciad en que se engendra, al poner de manifiesto los cánceres
que roen 'esa' sociedad. Son temas comunes en estas obras:
la explotación del indio y del minero, la falacia de los em
pleados del gobierno, la desocupación, el abuso de parte de
Rarirn Cnrmicar. £2,r, "Pnritc,rhFrr.
41.-
quienes detenían el poder, y el hambre del pueblo, etc. Se
consignan, pues, tanto el estado moral como como el mate-
rial de la sociedad y se busca, en la mayoría de los casos,
servir de instrumento de enseñanza, de instrumento de co-
rrección social.
El indigenismo, enfoca -que opuesto al indianismo- los
problemas del indio como elemento marginado dentro de la so
ciedad surge dentro de esa corriente social. Tiene mucha
importancia en la literatura latinoamericana, pero no puede
evitar caer en determinadas fallas como: -convertir a la
bra en mero folletín propagandístico-, o incurrir en el ma-
quinen esquemático caricartural, o, lo que es más grave por
ser inmanente a lo que en principio se busca evitar: caer
en la posición evidentemente 'humanitarista' que intente de
fender al indio de la explotación, pero condenando al mismo
tiempo su cultura. En efecto, supone que los criterios et-
nocéntricos de occidente son los válidos y los que deben,
por tanto, imponerse, puesto que las obras implican un pro-
yecto de igualación y de integración en "la sociedad blanca':
El autor degrada así al indio al ignorar el valor de su cul
tura y pretender que la otra cultura (la de occidente) es la
válida, la verdadera. Autores como Arguedas y Asturias rom
pen con esto al poner de manifiesto las normas de la cultu-
ra indígena mediante una valoración de la vigencia propia que
tienen las coordenadas de la civilización que se trata de
defender. De ahí, creo yo, la importancia de la inserción
del mito o de lo mítico en la novela actual, puesto que al
42.-
admitir como vigente el universo mágico de los indios, se le
reconoce validez y altura igual a la del mundo racionalista
de occidente.
Por otro lado, parte de esta narrativa social-realista,
al considerar la obra de arte, sobre todo en función a su
relación con "la realidad", centró su mirada en la naturalé
za bravía, ésta constituyó la realidad visible más importan
te. Surge la llamada "novela de la tierra", en la que el
hombre se enfrenta con la fuerza arrolladora del medio físi
co. La selva, el llano, la sabana, se convierten en los ver
daderos protagonistas de la obra, donde se oponen los con-
ceptos de "civilización" y "barbarie" (Doña Bárbara , Rómu7
lo Gallegos; La vorágine, José Eustaquio Rivera, etc.).
La aparición del modernismo en Latinoamérica importa u
na crisis del realismo en plena época realista. Los moder-
nistas -como bien indica Ramón Xirau:
No buscan una descripción ni un análisis de la -realidad social. Buscan una armonía que con Da-río debe definirse a través de una tradición. Es cribe Darío: "Si hay poesía en nuestra América ;- ella está en las cosas viejas: en Palenke y Uta-tlán, en el indio legendario y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de o-ro"; ... yo le pregunto por el noble Góngorayel más fuerte de todos, don Francisco de Quevedo y Villegas". Aparte de le vidente tradición simbo lista francesa (y en mi interior digo: Verlaine.
") Darío buscaba en estas "palabras liminares" a Prosas profanas dos raíces: la indígena y la del barroco hispánico.
(8)
43.-
El modernismo hispanoamericano acordó una gran impor —
tancia sobre todo en la poesía y a nivel expresivo, pero en
cuanto tema -tal vez por su afán cosmopolita- en general e-
ludió el medio circundante.
Pero esta especie de paréntesis abierto por el moder —
nismo se cierra, y el realismo resurge en el siglo XX, en-
contrando su más honda expresión en la novela mexicana de
1940, -entre la que se destaca la novela Los de abajo de Ma
riano Azuela-, y por otro lado, la novela de intención revo
lucionaria "Huasipungo" de Jorge Icaza,. En una palabra ,
"la novela de los problemas sociales", a la que ya hemos he
cho referencia.
Concluyendo diremos que, por lo visto hasta aquí, las
formas novelescas latinoamericanas, una vez establecido el
género mismo después del proceso de independencia política,
han sido, en lo fundamental, europeas. O, para decirlo en
otras palabras y aplicadas al género que nos ocupa: la tra-
yectoria del realismo como género en América Latina, ha se-
guido en lo fundamental formas novelescas europeas; se ha
variado, sin embargo, el tema o la historia, que es sacado
de la realidad en que la novela está inmersa.
En síntesis, la búsqueda de la identidad literaria me-
diante el cultivo de la novela social y comprometida repre-
senta una etapa importante en el proceso de la identifica-
ción social misma; pero, en general, el énfasis puesto so-
44.-
olvidando el fin esencialmente estético de la obra de arte:
El inquietante fresco de la explotación del con-tinente mestizo ha sido pintado a prisa,. con in-dignación, con figuras retorcidas, caricaturales, grotescas, en las que se ha puesto más 'tendón denunciadora y redencionista que voluntad de -crear un mundo novelesco.
(9)
Por eso, sólo a partir del modernismo o de la reciente
'nueva novela' o 'Boom latinoamericano', adopta formas pro-
pias. Y, aunque el Boom es deudor formalmente de algunas
teorías de la nueva novela francesa, por ejemplo, también es
indudable que él, a su vez, influye en la nueva novela euro-
pea. Por tanto, hay mayor coparticipación, las líneas direc
trices de ambos movimientos se entretejen, a veces; se dis-
tancian substancialmente, otras.
Todo lo que he señalado aquí se adapta a lo que podría
denominarse 'el realismo como género literario', pero también
es importante que no perdamos de vista la "vena" realista que
descubrimos como constante en las distintas producciones li-
terarias españolas y latinoamericanas, de las diferentes épo
cas (*). Y es importante que retomemos la idea aquí para ha
Realismo que está presente ya en el Cantar del Mío Cid y que ha-lla su apogeo en la novela picaresca ( o sea, que por lo dicho an
teriormente, ya lo aporta la primera novela hispanoamericana).
45.--
cer resaltar que esta tradición o vena realista aún se per-
sigue tanto en la nueva novela latinoamericana cuanto en la
boliviana, y su permanencia es constantemente buscada. Fren
te a la nueva novela latinoamericana, para retormar el en-
frentamiento y continuación que significa el realismo euro=:,
peo y el latinoamericano, se alza el "Nouveu Roman" europeo.
Pero, mientras este último se enfrenta conscientemente con
la novela tradicional procurando la ruptura con las pres-
cripciones de la novela tradicional, la renovación en la no
vela latinoamericana se relaciona con el mito, que es un im
portante componente de la cultura sudamericana.
Realímno en Bolívía
"Ante/3 de la tepúblíca y de la eolonía,la4o cíedad bolívíana no cultívo la novela cuy-
otígen temoto e4 la epopeya, "la antígua e- popeya de4ttonada", que díjo Menendez y Pe-layo. Loo aymana4 y quechua4 -do4 cívílíza cíone4 de una mÁóma taza a/canzanon apenas-
a componen. °talmente, pata la ttadícian, pe queffo canto4 líAíco y /dbulaz conta4. No hay pues nove/a quechua o aymata. La novena bolívíana pot el ídíoma de msu compo4ícían e4 ca)steilana; y, pon el lenguaje, de su tle níea oeeídental".
AUGUSTO GUZMÁN
La que se considera la primera novela boliviana, se es
cribió a mediados del siglo XIX, Soledad (1847) del argenti
no Bartolomé Mitre. Redactada en Bolivia, la trama también
se sitúa en nuestro país. Fuera de esta primera época roman
46.-
tica de nuestras letras, que abarca hasta el año 1905, pode-
mos dividir la novela "realiSta" boliviana en tres períodos:
Sin nombrar aquí una larga lista de autores bolivianos que
escribieron novelas realistas, me concretaré a señalar que
se puede hablar de un primer período realista de la novelís-
tica boliviana sitúandolo entre 1905-1932, novela costumbris
ta, social y pintoresca (Arguedas, Raza de Bronce, Vida Crio
11a; Chirveches, La Candidatura de Rojas, Casa Solariega, et
cétera.; Mendoza, En las tierras del Potosí, Páginas bárba-
ras; etc.) Esta etapa se cierra el año de la Guerra del Cha
CO.
Un segundo período que va de 1932 a 1959, ciclo de la
novela realista social boliviana. Históricamente, este pe-
ríodo -que se abre con la Guerra del Chaco y continúa aún
después de la revolución del 52- corresponde al de la lucha
Icor la justicia social, y también al de la turbación y ansie
dad política. La literatura muestra la horrible experiencia
de la Guerra del Chaco y las inquietudes arriba mencionadas.
Estudia y revela los problemas humanos de la mina, los trópi
cos, las ciudades y los campos. En esta etapa se pierde el
tema del "feudalismo rural" y su secuela de azotes, violacio
nes, etc. (Oscar Cerruto, Aluvión de Fuego; Luis Toro Rama -
110, Chaco, Cutimuncu; Augusto Céspedes, Metal del diablo,
etc.).
Finalmente, un tercer período hasta hoy. Muchas nove-
las todavía están marcadas por la impronta del ciclo ante-
47.-
rior, con leves transiciones de búsquedas formales y senti-
dos diferenciados: otras surgen con fracturas experimenta -
les de la nueva novela, huyendo del antiguo naturalismo.
Este último ciclo se abre el año 1959 con la publicación de
. Los deshabitados de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
En general, nuestra literatura recoge, casi simultánea
mente con los otros países latinoamericanos, el realismo y
el naturalismo importados de ultramar. Aparecen, como va-
riaciones de un mismo género, la novela histórica, realista
social, de la ciudad, rural o de la tierra, política e indi
genista. La vena que siguen nuestros escritores, es sobre
todo, naturalista, por eso no existió la novela psicológica
al estilo de Stendhal, por ejemplo.
Augusto Guzmán lo remarca:
No ha habido entre nosotros novela introspectiva a lo Joes o de realismo mágico a lo Kafka.
(10)
Los cuentos de Jaimes Freire de corte simbolista -mo -
dernista, constiturían la única excepción en la maraña real/
naturalista. En general nuestra literatura se centra en los
dos núcleos temáticos que fueron válidos para la literatura
realista latinoamericana en general:
— el que presenta la lucha del hombre contra la natu-
raleza.
48.-
- el que muestra al hombre frente a la injusticia so-
cial.
En lo que atañe a la literatura posterior a la Guerra
del Chaco, excepto temáticamente, tampoco varió sustancial-
mente, salvo honrosas excepciones (Siringa de J.B. Coimbra,
algunos cuentos de El embrujo del Oro, de Costa Du Rels y A-
guafuertes de Roberto Leytón) la narrativa seguirá siendo e
sencialmente naturalista. La publicación del Ulises de Joy-
ce y la de El sonido y la furia de Faulkner, dos obras funda
mentadas en la historia de la literatura, no tuvieron ningu-
na resonancia en la narrativa boliviana de esos años. Recién
en los años 1959 y 1960, que Shimose cita como capitales, se
abre el camino de la renovación. En esos años se publicaban
las novelas Los Deshabitados, de M. Quiroga. Santa Cruz, Cer-
co de Penumbras de Oscar Cerruto y Sequía de Luciano Durán
Boger(*).
Pero volviendo otra vez atrás, vemos que en nuestro
país el realismo 'tipo noticiero documental' se extendió lar
go tiempo hasta, salvo rarísimas excepciones, llegar a un to
tal estancamiento en sus formas y, mientras en otros países
las técnicas escripturales desarrollaban un complejo proceso,
de integración, nuestra narrativa se ahogaba en su simplici-
(*) Remito al lector al interesante artículo de Pedro Shimose: "Pano-rama de la narrativa boliviana contemporánea", Presencia Litera-ria, La Paz, Bolivia, Domingo 11 de mayo de 1975.
Frase de Doña Emilia Pardn Rajan rifnrIn Inrs, D ckcK, I --
49.-
dad y su interés es casi exclusivamente sociológico y docu-
mental. Un análisis de este tipo de obras sólo puede cen -
trarse en una lectura temática, política, o social. Puesto
que, dentro del contexto histórico social en que se producen
el ciclo de novelas realistas, la crítica al sistema de ex-
plotación del enclave y al aparato nativo que le sirve de a-
poyo, vehiculizan, en general, formas literarias caducas: pe
ro presentan una ideología crítica, como producción de sen-
tido, con respeto al sistema burgués dentro del que están
insertas.
Naturalmente, dentro de esa producción de sentido crí-
tico a la ideología de su tiempo hay gradaciones en las for-
mas-contenidos. Por ejemplo, las estructuras formales son
completamente elementales en En las tierras del Potosí deJai
me Mendoza; por el contrario, en Aluvión de Fuego, de Oscar
Cerruto, las preocupaciones por las formas del relato, son e
videntes, se observa una actitud nueva frente al lenguaje ,
las estructuras son más densas y presentan una lectura más
rica.
En general, se acusa a la novela realista/naturalista,
tanto Latinoamericana como boliviana de que no fue capaz de
concebir el lenguaje como otra realidad. Su tono pedagógico
e informativo la hace "más utilitaria y docente que artísti-
ca" (11). Por tanto, carece de calidad en cuanto a riqueza
SO.-
de estructuras y aparece, por el contrario, abrumada de da-
tos tomados de lo cotidilno, sin transformación.
Tal vez el lastre que acarreó la novela en América se
remonte a los tres siglos de restricciones a que la sometió
las leyes de Indias, donde nuestros escritores solamente po
lían producir libros de versos, de historia, de moral, de pe
dagogía y de religión.
La novela actual
"Lo que pnedomína, a paktín de £o año4 20 y 30 ez una lítenatuna que buzca "otna4nea lídad In pon ello Unen. que duentendet7 3e de la nealídad en que ha nacído".
RAMON XIRAU
Si la novela realista trató de mostrar fundamentalmen-
te la realidad visible y dentro de ella sobre todo la reali
dad social -la realidad por excelencia fue, pues, la reali-
dad exterior-; la novela actual busca dar una visión totali
zadora de la realidad -la psicología, lo inconsciente, lo i
51.-
maginario y lo fantástico tienen cabida en su realidad. Sá
bato lo expresa así:
Por su capacidad totalizadora, por la misma hi-bridez que tiene la novela -fíjese que la nove-la está en la mitad del camino entre las ideas y las emociones- la novela está destinada a dar una síntesis. Al menos, claro está, en las más vastas y profundas creaciones. No quiero decir que cualquier novelista lo logra. Pero en esas novelas cumbres, piense en esas novelas de las décadas anteriores, en La montaña mágica de Tho mas Mann, o en Ulises de Joyce, se da lá finte — gración de la conCilaia y la inconciencia, de la intuición y del concepto, de las pasiones y de las ideas. Es decir, no se manifiestaelmun do sin el Yo, y el Yo sin el mundo. Está lo ob jetivo y lo subjetivo, Esta lo objetivo y lo subjetivo, está todo integrado. Fíjese que siempre la novela tuvo esa inclinación totaliza dora, pero no se ha podido dar cabalmente hasta nuestra época.
(12)
Nos encontramos, pues, con una búsqueda literaria que
no se conforma con un realismo referido a los hechos. Abren
el paso a la novela actual, durante los primeros años de la
Guerra Mundial, lo que Octavio Paz llama "tradición de rup-
tura" a través de dos grandes movimientos, el dadaísmo (fu-
turismo y manifiesto futurista) y el surrealismo (primer ma
niliesto surrealista, suprematismo, ultraísmo). Aparecen
con una velocidad increíble una serie de escuelas, subescue
•(12) Ernesto Sabato; en la entrevista concedida a Gunther Lorenz; Diá-
logo con América Latina; Ed. Pomaire, Barcelona 1972; págs. 55 y
52.-
las e ismos, cuyas influencias repercuten en Latinoamérica,
adquiriendo personalidad propia, surgen así el creacionismo,
el ultraísmo, el estridentísmo, etc. Además de los movi-
mientos de vanguardia, influyen en muchos de nuestros auto-
. res las obras de Thomas Mann, Kafka, Joyce, Proust, Faulk-
ner. Después de los años veinte y bajo estas influencias -
se alzan los grandes escritores que buscan la renovación :
Neruda, Borges, Villaurrutia, Vallejo, Lezama Lima, García
Márquez, Carpentier, Cortázar -por dar algunos nombres-. Al
agotamiento de los temas corresponde una mayor manipulación
formal, una mayor profundización en los esquemas psicológi-
cos. El maniqueísmo cede el-paso a la hondura psicológica
y la novela, "En lo que se refiere al espíritu, implica u-
na síntesis de lo racional con lo irracional. Es papel del
mito en el hombre, la insobornable e indestructible actitud
mitopoética del hombre,...." (13).
Pero vista en su conjunto, la literatura latinoamerica
na posterior a 1920 presenta dos grandes tendencias que, en
los substancial, se oponen:
— la que hemos denominado realista (de preocupación
social), que en lo fundamental es continuación del género
real naturalista surgido en el s. XIX. Esta tendencia con-
sidera que la literatura debe servir a la revolución social
y política que agita al mundo. Prioriza por tanto el conte
53.-
nido de la obra y, en general, olvida la forma.
— la de vanguardia, que he llamado la 'novela actual',
manifiesta el deseo de que las letras sirvan a su propia re
volución. Deseo de participar en la revolución de la expre
Sión y de la significación artística -sin tener por ello
que olvidar el contexto histórico social- y que se Consumó
en la tercera década de nuestro siglo.
la autentica realidad es mucho más que el contex to socio-histórico y político ....... un dentista pe- ruano y toda la población de Latinoamérica ....... cada hombre y los hombres, el hombre agonista,e1 hombre en la espiral histórica, el homo sapiens y el homo faber y el homo ludens, el erotismo y la responsabilidad social, el trabajo fecundo y el ocio fecundo; y por eso una literatura . que merezca su nombre es aquella que incide enelhom bre desde todos los ángulos (y no por pertene ,21- cer al tercer mundo, solamente o principalmente en el ángulo socio-político), que lo exalta, lo incita, lo cambia, lo justifica, lo saca de sus casillas, lo hace más realidad, más hombre ....... ,
(14)
Emir Rodríguez Monegal habla de tres momentos de ruptu
ra de la tradición central de la literatura latinoamericana:
- Uno en 1920 denominado de las vanguardias de los veinte ,
que significó una liquidación del modernismo y se produjo
bajo la influencia de los "ismos" europeos a los que ya
(14) Julio Cortézar, citado por Rubén Bareiro Saguier, en América Lati Ln
54.-
hice alusión. Constityó una exploración de algunos de los
valores básicos de la literatura. Así, Huidobro, en la bús
queda de la creación absoluta, experimentó con la técnica
del verso. Borges teorizó y practicó la afirmación del ca-
rácter abitrario de la narrativa. Representa la necesidad
de crear un mundo fántastico donde coexisten dos realidades
paralelas: la fantástica y el mundo del poeta. Neruda en
Residencia y algunos sarcasmos de Vallejo, mostraron la des
integración barroca del poema y del poeta, de la sintaxis y
la metáfora. Cuestionaron la forma de la ficción narrativa,
pero al mismo tiempo resaltaron su validéz. Surgen obras
muy importantes, pero el esfuerzo se desvanece un poco,pues-
to que es también la década de las grandes novelas realis-
tas: Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos; La
Vorágine (1924) del colombiano José Eustaquio Rivera; Don
Segundo Sombra (1926) del argentino Gúiraldes y, en nuestra
literatura, Raza de Bronce, aunque es un poco anterior 1919,
de Alcides Arguedas.
— El otro en 1940 con la crisis cultural motivada por la -
guerra española y la Segunda Guerra Mundial y que tenía
como antecedente el momento de ruptura anterior, son los a-
ños de la literatura comprometida. El Neruda de España en
el corazón (1937), los poemas bélicos de Tercera residencia
El poeta considera que el verso es un arma de combate. Sin
embargo, estos años son también los años de las preocupacio
nes existenciales: Octavio Paz, Nicanor Parra, Onetti y Le
55.-
zama Lima, Julio Cortázar, Cüimaraes Rosa; su obra revela u
na preocupación trascendente de diversas raíces que nada
tienen que ver con los planteos elementales de política li-
teraria. Buscan una vinculación de compromiso de la obra
con la creación literaria misma, y, por tanto, el lenguaje
adquiere vital importancia. Son innovadores, sobre todo de
una forma de lenguaje. Surge la noción de que forma y con-
tenido son inseparables puesto que no hay acceso al fondo
sino por y a través de la forma. En la siguiente década a-
parecen novelas importantes como Pedro Páramo de Juan Rulfo
(1955) La región más transparente, de Carlos Fuentes (1958),
Las armas secretas del argentino Cortázar, etc.
Pero es el año 1960 que coincide con la mayor difusión
de la Revolución Cubana, el año que marca el tercer momento
de ruptura. En la literatura de este año el escritor cree
que el único compromiso al que se debe es aquel que lo obli-
ga con la literatura misma. Su mirada esfá puesta más fija
mente sobre la obra misma, sobre su estructura y sobre su
lenguaje. Es el año clave por la calidad y la cantidad de
obras que da a luz. Tras una larga acumulación de experien
cias, tras la conquista de la imaginación y la libertad de
los cánones europeos, tras un incesante trabajo con las téc
nicas y el estilo, y, sobre todo, con el lenguaje, tras la
conquista y recuperación de los valores de la "cultura" pro
pia, surgen las novelas:
Hijo de hombre, del paraguayo A. Roa Bastos (1960), La muer
56. -
te de Artemio Cruz (1962) y Cambio de Piel (1967) de Carlos
Fuentes; Gran sertón: veredas (1963) del brasilero Joao Güi
maraes Rosa; Rayuela (1963) y La vuelta al día en ochenta
mundos (1967) de Cortázar; Sobre héroes v tumbas (1962)de
Ernesto Sábato en la Argentina; El paredón (1963) de Carlos
Martínez Moreno, y Juan Carlos Onetti con El astillero y Jun
tacadáveres (1961) (1965) en Colombia; La ciudad y losperros
(1963) y La casa Verde (1966) del peruano Mario Vargas Lio-
sa; Paradiso de José Lezama Lima y Tres tristes tigres de
Guillermo Cabrera Infante en Cuba; Cien años de soledad de
Gabriel García. Márquez ......
La penetrante presencia de la literatura latinoamerica
na y sus realidades se hace cada vez más evidente. La sín-
tesis adquiere importancia especial para la novela actual y
es que, evidentemente, los escritores latinoamericanos es-
tán buscando y haciendo eso: una síntesis, utilizando los
diversos aportes que influyen en 'nuestra cultura'. Su atan
de profundización no les permite mantenerse en la descrip-
ción lineal, superficial del medio social y se embarcan en
la difícil tarea de abordar su "realidad" en la diversidad
y complejidad, en la discontinuidad problemática, tratando
de abarcar al hombre también en su compleja y contradicto-
ria totalidad. Esto es, no sólo como hombre 'actuante','ha
cia el exterior' sino como ser subjetivo y complejo 'hacia
el interior'. De este intento Ya visión ae. Ya r_ealidad
1e enriquecida. Pero, el escritor actual está, además, cons
ciente, y esto a mi juicio es fundamental, que 'esta reali-
57.-
dad' susceptible de ser transferida como historia del dis —
curso, deberá transformarse para constituir la obra que es
en esencia lenguaje (y lenguaje escrito por ende y como tal
con sus propias reglas y su mundo inmanente). La función
de toda escritura consiste en transformar, creo, en y a tra
ves del lenguaje la realidad de referencia.
En nuestro país, lo que hemos denominado 'tercer peno
do' se inscribe dentro de la 'nueva novela'. Los deshabita
dos de Marcelo Quiroga Santa Cruz, muestra una nueva acti-
tud frente al lenguaje. Los rasgos discursivos sobresalten
tes que señala Juan José Coy son: su atemporalidad y su aes
pacialidad; los personajes también presentan una novedad en
relación a la literatura anterior: "Los apellidos de los
personajes son enteramente neutros" (15). La segunda obra
importante como precursora del período actual de renovación
de la narrativa boliviana, y fundamental para nuestro estu-
dio puesto que con ella se instaura la nueva modalidad na-
nativa del realismo mítico, es el volumen de cuentos de Os-
car Cerruto Cerco de Penumbras. Serie de cuentos donde lo
real y lo mítico se unen. El misterio, la muerte y la mu-
jer constituyen tres motivos recurrentes en la narrativa de
Cerruto, donde el mito de nuestra cultura convive con la
realidad cotidiana. La tercera novela importante de esta e-
(15) Citado por Pedro Shimose en el artículo antes mencionado.
58.-
tapa es Sequía de Luciano Durán Borger, de ella dice Pedro
Shimose que es "la primera novela objetivista que se ha da-
do en las letras bolivianas (...) Sequía atacaba las estruc
turas canónicas del lenguaje novelesco. (...) La técnica
narrativa es curiosa porque en ella no hay personajes, ni
diálogos." (16).
Siguiendo el camino emprendido por estos tres autores,
pero sobretodo la gran senda de la literatura latinoamerica
na actual, aparecen en Bolivia algunas novelas: Los funda-
dores del alba de Renato Prada Oropeza, Sombra de exilio de
Arturo Von Vacano; El Caldero de Gilfredo Carrasco; Matías
el Apostol Suplente de Julio de la Vega; Vigilia para el úl
timo viaje y El Gesto de Gastón Suárez, Tirinea de Jesús
Urzagasti y otras.
Dentro de esta corriente creo que se sitúan tres de las
novelas de Néstor Taboada Terán que serán objeto de este es
tudio, me refiero a: El Signo Escalonado, Manchay Puytu -el
amor que quiso ocultar Dios- y la segunda edición de El Pre
cio del estaño.
Toda esta reseña sirve para mostrar la evolución de la
novela. El paso de la novela realista a la novela actual,
cambio que en el caso de la novela latinoamericana implica
una liberación de la dependencia de los modelos europeos(es
to constituye un éxito para el escritor latinoamericano,
siempre en búsqueda de su identidad cultural y literaria) y
59.-
realismo mítico. Y, en función de nuestro trabajo específi
co, sirve para tener así delineados los rasgos fundamenta-
les de cada género (ya vimos con Todorov la pertinencia del
estudio de las reglas del género como código para la correc
ta interpretación de la obra literaria), en los que creo pue
den circunscribirse las novelas de Néstor Taboada Terán que
son objeto de mi análisis.
CAPITULO I I
60.-
EL REALISMO MITICO
"Como modalídad navtatíva víncuZada a /a Upología genenae de 104 dvscunuso4 exí4 Lentes en la tnadícíón occíde►tal. /uekza -y 4u de4alío- e4td en et modo como 4ígní6íca nueztAa ptopía ídentídad cal-tunal".
IRLEMAR.CHIAMP1
En la busqueda de esa "otra realidad", a veces de "orden
mágico, a veces de orden mítico, a veces de orden religioso" ,
no queda sino encontrar importantes vestigios y raíces vita
les sobre las que se pueda crear una "nueva realidad" tam-
bién con nuevos elementos Surge , entonces, en la litera
tura latinoamericana la modalidad narrativa que se ha deno
minado realismo mágico, mítico, maravilloso o fantástico.
Tres de las cuatro novelas de Néstor Taboada Terán se
sitúan dentro de esta modalidad narrativa, por tanto, me de
tendré un poco en el análisis de ésta.
La cnoníca3 como antecedente
"La4 cn6nícc4 dan ef gnan antedente de lo Real manavílto4o".
JOSE BRAVO
61.-
Existe la tendencia a remontar el origen del realismo
mítico, fantástico o maravilloso, característico de la lite
ratura latinoamericana actual, a las crónicas que durante la
conquista y la colonia se escribieron en América y se envia
ron luego a España. (*)
Dice César Fernandez Moreno (1) que el primer senti-
miento que surgió en los descubridores y conquistadores fue
el asombro, asombro que cundió tanto en éstos como en los
conquistados. En los primeros, al encontrarse ante una ci-
vilización que jamás esperaron, ante la riqueza, las costura
bres, etc.; en los conquistados al ver los caballos, las ar
mas de fuego, los hombres blancos y barbados, etc. De este
asombro mútuo nacerá todo el arte latinoamericano. El arte
en general, dice Fernandez, es la expresión del asombro, que
significa el deseo del artista de participar con los demás
lo que ha visto de extraordinario. Y, aunque la realidad a
que se enfrentaban los españoles formaba parte para los con
quistados de su cotidianidad y lo sorprendente lo consti-
tuía , por el contrario, el mundo de los invasores, sólo que
dó testimonio, por razones obvias, de la reacción de los eu
ropeos. En éstos el asombro, producto del enfrentamiento
con lo extraordinario, hace que hombres casi analfabetos es
criban contando las verdades que vieron o creyeron ver, de
donde surgen las crónicas, relatos donde se junta lo real y
( -1 César Fernandez Moreno, Edgardo Rivera Martínez, Augusto Tamayo Vargas, Alejo Carpentier.
\ r ' I •••
`3) Edgardo Rivera Martínez, "La literatura geográfica del siglo XVI
en Francia como antecedente de lo real maravilloso", en Revista de
62.-
lo maravilloso. Alejo Carpentier, de otro lado, en Tientos
y Diferencias se pregunta, "pero ¿qué es la historia de Amé
rica toda, sino una crónica de lo real maravilloso?" (2) .
En estas palabras se asocian lo real (historia) y lo maravi
lioso, teniendo como enlace la crónica.
Edgardo Rivera Martinez (3) considera que si bien las
crónicas fueron los primeros anuncios de lo real maravillo-
so, también la producción literaria posterior de la Edad Me
dia en Europa, sobre todo en Francia, habría contribuído a
mantenerlo vivo. Este autor explica que los relatos de la
conquista y del Nuevo Mundo se extendieron, como resultado
de la avidez medieval por lo sobrenatural y maravilloso,por
otros países de Europa, tejiéndose una serie de repeticio -
nes y variantes de los mismos en Alemania, Italia, Flandes,
Inglaterra y, sobre todo, en Francia. Para el español y el
europeo las notas de la desmesura, la extrañeza, el aisla-
miento y la diversidad estaban en el Nuevo Mundo, mundo don
de lo cotidiano era lo inverosímil, donde podían ser reali-
dad los sueños, donde parecían regir otras leyes. Y, pues-
to que la vida cultural durante la colonia estaba condicio-
nada por la metrópoli -como ya lo hicimos notar al hablar
de los orígenes de la novela latinoamericana-, en una espe-
cie de reflujo, esas versiones volvieron a América en el si
(2) Alejo Carpentier, Tiestos y Diferencias; Fd. Impresora Uruguaya; Montevideo 1967; p. 112.
63.-
glo XVI en forma de cosmografías y tratados (literatura geo
gráfica) que respondía a un gusto medieval de obtener cono-
cimientos universales y, por otro lado, al deseo de ver in-
corporadas al marco tradicional las cosas nuevas. En ellos
el Perú se constituyó en tema dominante de una leyenda aú-
rea y exotista que aún perdura.
Esto contribuyó a la persistencia de una actitud que
hizo que inclusive mestizos y criollos vieran en América u-
na realidad "diferente", próxima a las antiguas fantasías.
Hecho que al converger, según Rivera, con la rica imagina-
ción mítica de los pueblos precolombinos hace que:
Si en un sentido lo real maravilloso se ofrece co mo un retorno a nuestras fuentes, y como afirma:— ción de una identidad cultural multiforme pero in
confundible, es por otra parte evidencia de . esa
inagotable dualidad de sus raíces. Lo real mara-villoso, así, nos remite tanto a las consejas cen troamericanas y los mitos de la floresta como a las minuciosas y afiebradas fantasías de un "otro mun do" en la literatura medieval(4)
Es interesante esta idea en relación a nuestro trabajo,
puesto que Néstor Taboada Terán retoma en una de las nove-
las que nos ocupa -el Manchaypuytu- un capítulo entero del
libro Anales de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé
Arzans de Orsúa y Vela. Esto nos parece sintomático en cuan
to la obra de Arzans, evidentemente, es una crónica, mezcla
de historia, de hechos reales y hechos maravillosos y, en es
64.-
te caso específico, tal vez milagros o hechos fantásticos.
Alberto Crespo, que prologa la obra dice:
Existe en su obra, de todos odos una concurren-cia de esos tres elementos: la observación per sonal, sus lecturas y su fantasía, Esta última fue la que prevaleció al final, sobre las otras dos.
Había en él una neta propensión a la credulidad. Era una especie de cronista medieval, obsesiona-do por los pecados, los aparecidos y los hechos sobrenaturales. Pero es que Potosí en esos años era una ciudad con un extraño ambiente de miste-rio, curiosamente generado no por motivaciones extraterrenas, sino por el factor tangible y ma-terial de la riqueza argentífera que se extraía del cerro. (5)
En estas aseveraciones encontramos nuevamente una rela
ción, aunque de mera comparación, a los cronistas de la elSo
ca medieval.
La inclusión de todo un capítulo de la obra de Arzans
Orsúa y Vela y la de dos historias (la del bigardo y la del
ermitaño de la calavera) cuyos argumentos han sido sacados
de los Anales y que se insertan para dar una 'visión en pro
fundidad' del tema central en la novela de Néstor Taboada
Terán, e.xplicitan la influencia de la primera en la segunda
y el valor que da el autor en la creación de "su realidad
novelesca" a este tipo de obra, similar a aquellas a las
que Rivera Martinez hacía alusión.
Pero también creo, y quiero remarcarlo desde aquí, és-
65.-
ta es sólo una de las venas de lo real mítico (más tarde -
justificaré el empleo de este calificativo) en Taboada Te-
rán.
Otra coincidencia importante que Rivera remarca, es
que, en el sentir general en el siglo XVI en Europa, lo so-
brenatural constituía parte del mundo inmediato y de la vi-
da; Crespo, por su parte, afirma que Arzans participaba ple
namente de las creencias y actitudes mentales del Potosí de
comienzos del siglo XVIII, es decir de "esa sociedad sumer-
gida en lo mágico al mismo tiempo en lo material".
La literatura geográfica del siglo XVI en Francia y el
Manchay Puytu, la novela de Néstor Taboada Terán, se sitúan,
en una realidad histórica, Edad Media y siglo XVIII potosi-
no, donde lo extraordinario es visto como una 'realidad vi-
va', es decir experiencia de cada día, exactamente como el
hombre latinoamericano ve la "realidad", esa realidad que
el realismo mítico pretende reflejar.
Lo neat manavítlozo en e£ enItentamíento míto vis. leyenda
"El mato está 6undado en /o tea/, putada modo en que Lo ezta /a poeáía; eá decía, traduce una vendad eiscuttídiza, a /a ma-neta de la matetía puta de toas neopeat6-níco4, ímpozíble de áíjan o enuncíat con ceptuatmente".
LIDIA ARONNE AMESTOY
66.-
Esta modalidad narrativa de lo real maravilloso es, in
dudablemente, una característica fundamental en la narrati-
va latinoamericana actual, aunque sus rasgos discursivos no
hayan podido ser claramente definidos. Pero, está en todos
o casi todos los relatos y es, por tanto, una "realidad" en
el discurso de América Latina. En tanto modalidad narrati-
va, su energía e importancia yace en la manera como busca
expresar nuestra propia identidad cultural.
Oscar Rivera Rodas,(6) dice que la publicación de Cer-
co de penumbras de Oscar Cerruto consolida en Bolivia el ca
rácter común de la literatura latinoamericana denominada
"realismo mágico". Como datos; anteriores cita El embrujo
del oro de Adolfo Costa Du Rels, y Cuentos de dos climas de
Porfirio Diaz Machicado.
En general, vimos cómo la literatura en Bolivia se en-
casilló sobre todo en el realismo. La leyenda mítica de que
chuas y aymaras, como lo hace notar Enrique Finot (7), casi
nunca fue explotada por los escritores bolivianos. Por tan
to, este volver los ojos hacia esa realidad encantada que
forma parte de una vida mítica local, también en Bolivia
constituye una revalorización de la cultura de nuestros an-
(6) Oscar Rivera Rodas, El realismo mítico en Oscar Cerruto; Ed. Aba-roa; La Paz, 1973, pág. 10.
(7) "Debemos pasar por alto (por motivo alguno en alarde desdeñoso) la
leyenda mítica de aymaras y quechuas, que no ha sido nunca o casi
nunca aprovechada por los escritores de Bolivia como fuente de ins piración para el cuento o la novela. Contados eruditos y hombres
67.-
cestros, en el sentido a que ya hemos hecho referencia. Es
decir, al reconocer la validez de ésta se la coloca a la al
tura de la cultura occidental.
Este carácter de la actual literatura latinoamericana,
en su referencia constante a una realidad maravillosa, cons
tituye también una de las directrices de las tres últimas
novelas de Taboada Terán. Me refiero a El Signo Escalonado,
El Manchaypuytu y a la segunda edición de El Precio del Es-
taño.
Habiendo ya establecido en la introducción que el mito
será el elemento que permite seguir la evolución de Néstor
Taboada Terán, y que él cobra diferente importancia y juega
distinto papel en cada una de las obras estudiadas, en el a
nálisis específico del Manchaypuytu me encontré con el si-
guiente problema:
Consideraba a ésta una novela mítica (real mítica) con
todas las implicaciones que esto supone; sin embargo, su
fuente la constituía una leyenda. La novela me enfrentó a
la siguiente interrogante: ¿son mito y leyenda (mítico y le
gendario) dos términos para un mismo fenómeno? La leyenda
está alojada en los confines del tiempo. Y, si puede consi
dorarse nacida de un hecho histórico, resulta que al mentar
se el hecho histórico o 'una realidad histórica', se hace
referencia a un hecho que tuvo vigencia en el pasado y ya no
68.-
en la actualidad. El mito, en cambio, es vivencia y, por
tanto, realidad vigente en la actualidad, no en el pasado.
Debí, pues, partir de esta diferenciación que se con-
virtió en fundamental para la concepción del realismo míti-
co (término que considero, como se verá en el análisis, más
apropiado para la designación de este fenómeno, en las nove-
las estudiadas.
Muchos autores consideran que ambas palabras son sinó-
nimas, pero creo con Oscar Rivera Rodas (8) que las leyen-
das "son letra muerta, confinadas como están en los oríge-
nes de las sociedades primitivas, o en el sentido que cier-
tos fenómenos pudieran tener para las sociedades del futu-
ro".
Siguiendo esta línea de pensamiento añadiré que la le-
yenda es aquello que 'se dice' o 'se cuenta que' .... , pe-
ro en-lo que no se cree, queda como una mera historia cuyas
raíces se pierden en el pasado y que ya nadie puede estimar
dable en la realidad cotidiana. En contraposición, el mito
es realidad vigente y para acercarse a él es imprescindible
la fe. Mientrás la leyenda es sólo remota e informativa; el
mito es realidad vigente, y por tanto próxima _ y_naturalmen:
te creíble.
(') Oscar Rivera Rodas, op. cit. págs. 22 y 23.
69.-
Dice Cassirer:
...., no podemos menos que reconocer la diferen cia específica que existe entre el mito y el ar te. Una clave la encontramos en la afirmación de Kant de que la contemplación estética es por completo indiferente a la existencia o inexis-tencia de su objeto, pero, precisamente, seme-jante indiferencia es por entero ajena a la ima ginación mítica; en ella va incluido, siempre un acto de creencia. Sin la creencia en la rea lidad de su objeto el mito perdería su base. (9)
Del mito, no de la leyenda, surge el realismo mítico
latinoamericano que muestra realidades vivas para la menta-
lidad latinoamericana, experiencias cotidianas vividas y no
ficciones. Y, además, por la oposición que esta creencia
implica en relación a '10 fantástico' y 'lo maravilloso'.
Puede ser que dentro de la creación totalizada del mun
do novelesco que persigue la literatura latinoamericana ac-
tual aparezcan diferentes o diversos motivos que puedan per
tenecer a uno de los campos señalados (fantástico, maravi-
lloso, mágico y milagroso) y que Vargas Llosa (10) señala -
al hablar de la obra de García Márquez; pero olvidando, co-
mo bien señala Rivera Rodas, "la vigencia de la realidad li
gada naturalmente a las sociedades que cultivan su pensa-
miento según sus vivencias locales y telúricas" (11). Por
(9) Ernst Cassirer; Antropología Filosófica, Ed. Fondo de Cultura Eco-nómica, Méx. 1974, págs. 117 y 118.
(10) Mario Vargas Llosa; Historia de un Deicidio, Ed. Difusión, La Paz 1971; págs. 528 al 537.
70.-
tanto, creo que esos elementos no pueden ser analizados ais
ladamente o por lo menos sacados de su contexto general (la
obra). Tal vez podrán aislarse para fines de estudio, pero
sin perder nunca de vista el mundo en el que 'son'.
Así resulta que la "realidad" que se construye en la li
teratura latinoamericana actual es una realidad en la que
tiene cabida tanto el mundo 'real' como el 'mítico'. O, en
otras palabras, donde se habla con la misma fe de ambos.
Considero, pues, que esta modalidad narrativa de la nueva no
vela, asienta sus bases en esta 'creencia', en este acto de
fe. Por lo afirmado y en el enfrentamiento de mito vs. le-
yenda y mito vs. fantástico/maravilloso/, juzgo como más a-
certada la denominación de realismo mítico para este fenóme
no que se hace presencia en la narrativa actual, y, particu
larmente, para el tipo de "realismo" de las últimas novelas
de Néstor Taboada Terán (*). No se trata, pues, de un mero
(*) Ya Oscar Rivera Rodas (op. cit. pág. 10) mencionaba esta denomina-
ción como preferible, creo que la novedad está aquí en que partien
do de la obra misma del autor que nos ocupa, en concreto de Man7 chay Puytu, llegamos a toda esta revisión teórica del mito y la le
yenda, hasta poder generalizar algo válido para toda la literatura
latinoamericana actual. Nos encontramos frente a un realismo míti
co, no legendario, y es mítico porque implica precisamente ese ac-to de fe. Hemos llegado,a un enfrentamento entre mito y leyenda , parecido al que hizo que Propp enfrentara mito y fábula. Para mi
la leyenda está más cerca de la fábula que del mito. Porque aún
como hecho histórico -y por tanto creíble- se relaciona a un acon-
tecimiento que fue vigente en el pasado; pero que ha perdido su vi gencia en la actualidad, cosa que es totalmente opuesta a la esen-cia misma de 'lo mítico'.
71.-
capricho o un gusto por determinada terminología, sino que
en las palabras 'mito' - 'mítica' va implícita esta actitud
de credo y de consistencia cotidiana.
Pero aquí no acaba el problema, sino que enfrentados
al Manchaypuytu se replantea, porque nos preguntamos, qué
ocurre entonces con esta novela que tiene como base una le-
yenda. Hay lugar en esta obra para lo real-mítico? Para
mí, lo que hace Néstor Taboada Terán es esto: toma una le-
yenda, toma la 'letra muerta' que la constituye y le infun-
de vida al incertarla en un espacio y un tiempo determina-
dos. Y esa realidad cultural en la que es insertada la le-
yenda, es portadora de una cosmovisión especial: de una cos
movisión mítica. Convierte a la leyenda en "realidad vigen
te", pero no una realidad vigente cualquiera, sino una "rea
lidad latinoamericana vigente", esto es, conservadora de la
experiencia primitiva de lo telúrico y lo intuitivo o, di-
cho de otro modo, una realidad donde se funden lo racional
y las profundas raíces autóctonas dé un pueblo. En el dis-
curso lo real y lo no real se armonizan sin perceptibles
transiciones entre ambas instancias narracionales. Por e-
llo, si la novela histórica toma un hecho 'real' y narra e-
se 'hecho real', esta novela 'real mítica' (por llamarla de
alguna manera), toma la leyenda, la mitifica y pone en un
momento histórico determinado y relata el hecho 'real míti-
co'; experiencia de cada día o posible experiencia de cada
día, igual que un hecho real, pero buscando que sus formas
se adecúen a esa nueva realidad.
72.-
Como definir los rasgos discursivos de esta nueva for-
ma de expresión ha acarreado innumerables dificultades, se
han tratado de establecer sus fronteras a través de los gé-
neros literarios con los que guarda determinadas afinidades.
ReaU4mo mítíco Cuente a líteuttuut santd4tíca, matavílloa y de cíeneía /íecían.
"La lítekatuna latínoametacana, que no e4 líteAatuna ní de hadas ní de gnomo4 ní de duendes benélíco4; tampoco es lítena-tma donde lo 6antd4tíco ze ibutielva ín-vmíablomente en maní6utacíonu 6une,s-tcus".
OSCAR RIVERA ROMS
En el enfrentamiento del realismo mítico con la litera
tura fantástica, maravillosa y de ciencia ficción, tratare-
mos, al mismo tiempo, de delimitar y caracterizar mejor el
realismo mítico.
Como lo sobrenatural y lo maravilloso están presentes
en todos estos generos, muchas veces se confunden sus esta-
tutos narrativos, y, como ya hémos visto, se adoptan combi-
naciones con estas denominaciones -real fantástico, real ma
ravilloso - para llamar a la modalidad narrativa de la 'nue-
va' novela latinoamericana.
73.-
Partimos de estas tres manifestaciones literarias, ba-
sándonos en Callois (12) quien considera que son éstos los
frutos de la fantasía.
La literatura de ciencia ficción es la que menos inte-
resa para los propósitos de nuestro estudio, puesto que al
buscar el narrador de este 'tipo de literatura' explicar
los fenómenos que se van Tabulando, se pierde lo sobrenatu-
ral. Por tanto, la literatura de ciencia ficción, en esto
de tratar de explicar lo irracional y en su perder así lo
sobrenatural, se aleja del realismo mítico y, por tanto, de
nuestro trabajo.
En cambio, la delimitación y diferenciación con 'lo
fantástico' es más difícil, puesto que presenta varios pun-
tos de coincidencia: a) la problematización de racionali-
dad, b) la crítica implícita a la lectura novelesca tradi
cional, c) el juego verbal para lograr la credibilidad
del lector (lo que acarrea bastantes confusiones en la crí-
tica literaria), d) comparten los mismos motivos: apari-
ciones, demonios, metamorfosis, alteraciones en la causali-
dad, el tiempo y el espacio. (*)
Irlemar Champi (cuyo excelente trabajo seguimos, en lo fundamental,
en esta parte) menciona estos rasgos compartidos. Pero no se olvi
de que un mismo motivo -el diablo, por ejemplo- puede ser fantásti co, cómico, trágico, mítico. Puesto que el motivo es menos impor-tante como tal, que el modo cómo se lo utiliza.
(12) Citado por Oscar Rivera Rodas, op. cit. pág. 16.
74.-
Estas coincidencias, sin embargo, no evitan la diferen-
ciación de sus estatutos narrativos.
Louis Vax delimita así lo fantástico: "La narración
fantástica se esmera en presentar a hombres como nosotros ,
situados súbitamente en presencia de lo inexplicable. (...)
Lo fantástico debe introducir terrores imaginarios en el se
no del mundo real" (13). De aquí se desprende que en la re-
lación narrador - narratario, la narración fantástica busca
producir un efecto psicológico: el miedo. Este miedo cons
tituye un efecto del discurso, por tanto, está ligado con
el narrador. La actitud de narrador y personajes frente a
lo narrado es importante para la diferenciación y la deter-
minación del 'realismo maravilloso' y de 'lo fantástico'.
El miedo al que hacíamos referencia, se entiende, pues,
como un resultado de la forma de narrar. El narrador fan-
tástico busca despertar este sentimiento en el lector, éste,
evidentemente, no es el objetivo del narrador 'real mítico'.
En el primer caso, el narrador presenta el hecho sobrenatu-
ral como algo extraño: "Me llamó la atención ver,...",
con asombro que....", "me espeluzné al ver....", etc., és-
ta es, en general, la manera cómo el narrador de lo fantás-
tico introduce en el discurso el hecho sobrenatural. En cam
hio, el narrador mítico se enfrenta al fenómeno con norman
dad, lo cuenta sin ninguna de estas interrupciones, afronta
75,-
el hecho como algo cotidiano que no implica ninguna ruptura
con lo que pasa todos los días.
Los personajes de la narración fantástica se muestran,
generalmente, sorprendidos, aterrados, asombrados. En el
realismo mítico no ocurre nada de esto , la actitud de los
personajes es de credulidad y normalidad, no se desconcier
tan jamás ante lo sobrenatural.
Veamos, por ejemplo cómo reacciona la gente y la Orqho
María en El Signo Escalonado, frente al paso de la Carre-
ta.
La Opalita dormía profundamente y (...). Abrió la puerta y aguzó el aído. Si, ya era la hora precisa y presumió escuchar a lo lejos el carac terístico ruido de cadenas arrastradas que ante cedían a su llegada. Los martes y viernes lá ciudad se acostaba temprano porque la Carreta de Fuego bajaba de las montañas y recorría os-tentosa y ventolera por las calles principales.
Apagó la vela y arrimada contra la puer-ta cerrada la Orqho María le dió la espalda. (...) Pasó de retorno, se dijo, ahora que el camino está allanado me toca salir a mí.
(El signo escalonado; pág. 41)
La carreta transita esos días y a esa hora y, por tan
to, la gente no sale; pero a nadie desconcierta su paso. La
Orqho María espera que atraviese la calle para poder sa-
lir, como yoo cualquiera aguarda a que pase un auto para
poder crwar la calzada.
76.-
Nótese también la actitud del narrador, él está impli-
cado en la creencia, no duda de ella, ni se escandaliza.
El hecho sobrenatural puede afectar a los personajes
de diversas maneras, bien positiva o negativamente; pero
eso no le quita realidad; no tienen por qué asombrarse ni
por qué ponerlo en duda. Como no ponemos en duda que es po
sible que un auto arrolle a un viandante que cruza la calle,
es también posible que un hombre pierda su ajayu (alma) y
que, luego, uno y otro mueran en el accidente funesto.
Comparemos el párrafo anterior con una parte de uno de
los cuentos fantásticos de Edgar Allan Poe:
Ni espero ni quiero que se dé crédito a la histo-ria más extraordinaria, y, sin embargo, más fami-liar, que voy a referir. Tratándose de un caso en el que mis sentidos se niegan a aceptar su pro pio testimonio, yo habría de estar loco, sí asf lo creyera. No obstante, no estoy loco, y, con toda seguridad, no sueño. (...) A mí casi no me han producido otro sentimiento que el horror (..)
(14)
En la narración fantástica hay también un cierto borra
miento de la frontera de lo real y de lo extraordinario; pe
ro lo importante es que lo imaginario invade lo real y co-
mienza a amenazarlo, y entonces sentimos temor, o, sentimos
miedo por la ruptura de lo establecido. En el mundo mítico,
(14) Edgar Allan Poe; "El gato negro"; en Narraciones completas; Ed. A
77.-
'mundo real' y mundo 'imaginario' se hallan estrechamente
ligados, pero ni uno invade al otro, ni viceversa, simple-
mente ambos son componentes de 'una realidad'.
El miedo del lector (extratextual y subjetivo) no es la
condición estructurante del género discursivo fantástico,
sino que, volvemos a repetirlo, el miedo es entendido aqui
en su acepción intratextual, o sea como un efecto del dis-
curso buscado por el narrador. Esa búsqueda determina que
se sigan ciertos procedimientos narrativos para lograr esa
"emotividad inmanente".
En el enfrentamiento de lo real y lo irreal, la fantas
ticidad en el lector se logra por la vacilación que se mani
fiesta en él a través de un encaramiento en la narración de
dos opuestos: de un lado; una explicación racional, por e-
jemplo, el demonio, los fantasmas, el muerto-vivo, como una
alucinación, un espejismo o un juego de la ilusión; y, de o
tro, una explicación sobrenatural: ese demonio, los fantas-
mas, el muerto-vivo, existen, están aquí, 'son'. En este
juego entre uno y otro polo, se relativiza tanto lo natural
cuanto lo sobrenatural, de aquí surge, en lo fantástico, la
"problematización de la realidad" que mencionamos antes.
La narración fantástica parte de la realidad lógica,
racional, la ratifica y muestra como parte de lo cotidiano;
pero de pronto, inserta '10 sobrenatural' en contraposición.
No pudiendo dar una explicación lógica a ese fenómeno, el -
78.-
enfrentamiento es inevitable y el mundo racional se resque-
braja. El relato contrapone la causalidad convencional y
la no-razón. De esta manera la fuga de sentido es producto
de esa "neutralización referencial". Aflora el efecto de
fantasticidad como un temor al no sentido, lo insólito pro-
voca un efecto chocante en un universo reconocible y fami-
liar.
En el relato mítico, la "problematización de la racio-
nalidad" se logra por otro camino, se reconoce tanto valor,
'veracidad' y cotidianidad a lo intuitivo y sobrenatural co
ano a lo lógico y racional. El discurso real maravilloso in
.troduce lo 'sobrenatural' sin explicación alguna, así el na
rrador evita el enfrentamiento (típico de lo fantástico) de
la explicación natural y la sobrenatural; tampoco se ocupa,
este tipo de narrador, de lograr la credibilidad del lector:
la introducción de la historia del Khoyaloco (*) en el cau-
dal narrativo de El precio del estaño, sin más ni más, es
ya muestra de la postura típica del narrador 'real mítico',
y prelude la actitud de Néstor Taboada Terán en sus demás o
bras, en la relación narrador y hechos sobrenaturales.
Irlemar Champi (15) opone al efecto de fantasticidad
de la literatura fantástica el efecto discursivo del encan-
(1 Ver capítulo siguiente.
(15) Irlemar Champi, "Realismo maravilloso y literatura fantástica", en
ECO 1\1 . 229, Noviembre 1980; pág. 94.
79.-
tamiento de la literatura real maravillosa. Este efecto en
el lector proviene del hecho de que lo insólito entra a for
mar parte de una misma realidad con lo cotidiano. El rea-
lismo mítico o mágico funde lo real y lo irreal, y el efec-
to de encantamiento del lector surge de la contiguidad de
estas dos esferas unidas por la causalidad interna de esta
modalidad narrativa, -lo que Borges llamó causalidad mágicaí
que establece un vínculo, una fusión entre lo real y lo má&i
CO.
El crítico brasilero resalta una característica de es-
ta causalidad que me parece fundamental: es aunque velada y
difusa, omnipresente.
Nace, pues, una nueva categoría del realismo: el rea-
lismo mítico, que se somete a sus propias e inmanentes re-
glas de causalidad y produce un efecto propio: el "efecto
del encantamiento" que apunta hacia el concepto de sistema
del lector. "El encantamiento es un efecto que altera el
concepto endurecido que tenemos sobre el sistema, porque
revisa la pérdida de la imagen del mundo que lo fantástico
atestiguaba". (16) Restituyéndose en el lector la fe en la
trascendencia de un estado extranatural, en las leyes meta-
empíricas.
(16) Irlemar Champi, op. cit. pág. 89.
80.-
La imagen órganica del mundo es rescatada al negarse
la separación de elementos contrarios y opuestos: realidad
vs. irrealidad. Este rescate es posible sólo en los térmi-
nos' de una especial concepción de mundo, en la cosmovisión
del hombre latinoamericano:
A través de la modalidad narrativa del 'realismo mítico' ingresa en la novela la realidad maravi-llosa del hombre latinoamericano, realidad mara-villosa que sólo es posible por la intuición que de ella tiene su gente, se basa, pues, en una vi vencia humana.
(17)
ViVencia extratextual y causalidad interna del relato,
que justifica la convivencia de lo natural y lo fantástico,
tienen que ver con las profundas raíces autóctonas de nues-
tros pueblos, como lo prueban El signo escalonado, El Man-
chay Puytu y El precio del estaño (segunda edición). Y el
lector reconoce, en la ausencia de vacilación del discurso,
la presencia trascendente de la mitología, como una posible
explicación. Es decir, se adivina o se intuye -a travésdel
vínculo mágico esparcido por el discurso-, que existe una
posibilidad de explicación del prodigio, a través de una cau
sa trascendente: la mitología.
Una vez esbozadas las características independientes
de los términos de la oposición propuesta -realismo mítico
Frente a lo fantástico y lo maravilloso-, detengámonos en
sus connotaciones ideológicas.
81.-
La literatura fantástica, como género surge en una época determi-
nada y, por tanto, en estrecha relación con un momento so-
cial. Aparece al final del llamado 'siglo de las luces'
(siglo XVIII), época en la que entran en crisis los discur-
sos religiosos que ponían de acuerdo lo natural y lo sobre-
natural. Es un período donde domina el espíritu filosófico,
por tanto la literatura fantástica absorbe las nociones de
los verosímiles exclusivos y el principio de la no contra-
dicción. Así, como ya lo vimos, se antagonizan lo verosí-
mil real y lo verosímil fantástico.
Por otro lado, lo fantástico y lo real maravilloso, en
cuanto perspectiva, ya no de efecto discursivo inmanente,
sino en su función social y moral, también se oponen. El
realismo mítico, a partir de la realidad novelesca, trata
de rechazar la oposición naturaleza/sobrenaturaleza, buscan
do romper con las limitaciones y condicionamientos que im-
plica este antagonismo.
La literatura fantástica busca una especie de catarsis
-produciendo, además del miedo, asco y repulsión en el lec-
tor- a través del enfrentamiento con el mal, la fealdady la
sordidez en un mundo donde el bien siempre triunfa.
La literatura real-mítica a través de la armonización
de lo real y lo no real postula un reconocimiento de lo fa-
miliar colectivo, escondido por la represión de la raciona-
82.-
lidad, a través de las mitologías, las creencias religiosas,
las tradiciones populares. Lo racional y lo irracional son
puestos en un plano de igualdad que refleja nuestra condi-
ción latinoamericana.
Lo fantástico busca una catarsis del lector a través
de la liberación de los monstruos que amenazan sucquilibrio.
Lo real maravilloso, una instauración de nuevos valores que,
en general, se oponen a 'lo racional' Por tanto, mientras
lo fantástico tocaba la sensibilidad del lector en cuanto
ser individual, lo real-mítico lo hace en cuanto ser colec-
tivo.
Continuemos adelgazando nuestros términos mediante una
última confrontación de los elementos de la oposición. Si
al denominarse el fenómeno literario latinoamericano como
real fantástico, se corre el riesgo de ver en él una conti-
nuación de la literatura fantástica, al denominarlo como ma
ravilloso se puede pensar que es una manifestación de lo ma
ravilloso 'puro'.
El efecto de percepción de lo maravilloso se alía con
los sueños y los deseos del hombre. En el universo maravi-
lloso, éste se pone al lado del mundo real sin ir contra él
ni destruir su coherencia: lo imaginario no nos intranqui-
lila como lo fantástico, porque no nos zi enaza.
Por ello afirma Callois (18) que la incorporación de lo
83.-
sobrenatural a lo natural resulta "benéfica" en lo maravi-
lloso y "funesta" en lo fantástico. Estos atributos se jus
tifican, creo yo, en cuanto a la función que ejerce lo so-
brenatural intratextualmente en relación a los personajes
del relato: los del relato fantástico se muestran aterrori-
zados, espantados, desconcertados; los del relato maravillo
so 'encantados'.
También se puede interpretar esta afirmación de Callois
desde el punto de vista de la relación narrador-narratario.
En el relato fantástico, el narrador presenta el hecho de
la sobrenaturaleza al lector como un hecho "funesto", una
amenaza, puesto que produce temor. En cambio, en el relato
maravilloso, el narrador presenta, casi siempre, lo sobrena
tural como un "deux ex machina' para lograr el triunfo de
'los buenos', y con ello la complacencia del lector. Si bien
es cierto que hay también hadas malas y genios malos, en
el enfrentamiento buenos/malos, del relato maravilloso, los
últimos salen siempre perdiendo. O sea que, en el primer
caso (literatura fantástica) el acontecimiento sobrenatural
es funesto porque viene a enfrentar dos referenciales anta-
gon'izados. Y, el 'efecto de fantasticidad' del discurso e-
laborado por el narrador a partir de un valor referencial
doble (naturaleza-sobrenaturaleza) es funesto tanto para el
narrador, -puesto que así lo presenta invariablemente: "A
mí no me ha producido otro sentimiento que el horror", dice
el narrador en primera persona del relato fantástico que ci
tamos-, cuanto para el lector, ya que el narrador busca des
84.-
aunque el discurso maravilloso no busca provocar tan direc-
tamente un efectu :_ vo, el relato lo implica, puesto que
el narrador muestra y el narratario ve lo 'sobrenatural' en
el mundo creado como un elemento que acude en beneficio de
los buenos y en detrimento de los malos. O, por lo menos,
en el mundo narrativo tiene lo sobrenatural más poder en los
buenos que en los malos. Por ello se crea un 'efecto de
complacencia, de maravilla' (*), ante la intervención de lo
sobrenatural.
Esta separación tan rigurosa no es posible en el rea-
lismo-mítico, por cuanto en él la incursión de lo sobrenatu
ral puede, como ya lo hicimos notar, afectar benéfica o fu-
nestamente a los personajes. Lo importante en el realismo-
mítico es que tanto narrador como personajes se enfrentan a
él como a algo que forma parte, bien sea 'benéfica' o 'malé
ficamente' y del hecho cotidiano, de la realidad ordinaria
que los rodea,
El mundo naravilloso se aleja totalmente de 'lo real',
por eso en sus fronteras no existe lo imposible, Este su a
lejamiento de la realidad se manifiesta en su 'no represen-
tación tética'. Las fórmulas de rechazo a la realidad con
que comienzan los cuentos de hadas nos son bien conocidas :
(*) Por denominarlo de alguna manera. Callois habla de "efecto de en
cantamiento"; pero, lo llamo de otro modo para no confundir -pues
to que son totalmente diferentes-, el efecto de lo 'maravilloso'
'puro', con el de lo real-mítico, para el que adoptamos ya, tomán
85.-
"Había una vez..."; "En cierto reino..."; "Erase una vez..
..", etc. Fuera de la realidad cotidiana, el narrador in-
venta un mundo maravilloso donde no hay ambiguedad de los
caracteres: buenos vs. malos se antagonizan en constante
lucha: Esta simplista reducción " funciona como instrumen-
to de distanciamiento pedagógico para juzgar simbólicamente
la moral común". (19)
Además, en contraposición al narrador fantástico en el
que prevalece una actitud racional, en el maravilloso reina
la conducta irracional. Mientras que tan distante de uno
como del otro, en el narrador real-mítico predomina una ac-
titud de fe en la escondida realidad que pretende mostrar
(instaurar) a través de la narración, fe en esos hechos que
forman parte del conocimiento intuitivo.
El relato maravilloso puro no siempre comparte los moti
vos que son comunes tanto a la literatura real-mítica cuan-
to a la fantástica: apariciones, demonios, etc. Si bien es
tos elementos pueden aparecer en su universo maravilloso,
las hadas, los gnomos, los geniecillos del bien y del mal ,
son sus motivos recurrentes.
En contraposición con la narrativa realista donde la
causalidad es explícita, es decir, donde hay continuidad en
tre causa y efecto; con la literatura fantástica donde se
86.-
explícita o cuestiona la causalidad (causalidad conflictiva)
para luego eliminarla; y con la causalidad siempre presente,
aunque difusa del realismo-mítico; la causalidad en la na-
rrativa varavillosa está simplemente ausente. Los prodigios
se suceden sin explicación y esto no ,causa ningún escándalo
a la razón.
Lo maravilloso 'puro' igual que lo real-mítico, instau
ra lo prodigioso en el discurso sin ninguna explicación; pe
ro, en contraposición, se distancia por completo, rompe ,
con la realidad.
El rasgo más fuerte y característico de lo real míti-
co lo constituye la fusión y entre lo real y lo mítico (fan
Místico, sobrenatural) en la narración: la coexistencia en-
tre lo insólito y lo cotidiano, puesto que el primero está
en la realidad, Forma parte consustancial de ella.
La "tea.eídad" latínoameníeana, tnanáiondo de£ )tealímo mí-
t e .
"Pena pewsubu. ademd4, que esa puzencía y vígencía de ,ef, /wat matavíteo,so no exa pitívUegío áníeo de. Haítí, 4íno patnímo-nío de toda La Amlia.ta enteite.
ALEJO CARPENTIER
87.-
Quiero, además, retomar* para remarcarla, la "realidad"
que origina el fenómeno de 'lo real mítico', o, la cosmovi-
sión latinoamericana en la que se sustenta el realismo míti
co.
Asturias en una entrevista concedida a Gunther Lorenz,
explica a través de algunos ejemplos lo que constituye el
'realismo mítico' y dice:
Un indio o un mestizo, cuenta haber visto cómo una nube o una piedra enorme se transformó en una persona (...) Pero cuando se vive entre e líos. uno percibe que estas historias adquie-7 ren peso:(...) Una mujer que al buscar agua en la fuente se precipita al abismo o un jinete que se cae del caballo u otros accidentes dia-rios (...) Para el indio o el mestizo (.....) el jinete no se cayó del caballo porque había tomado unas copas demás sino porque una piedra contra la cual se rompió la cabeza al caer "lo llamó" o por el arroyo en que se ahogó lo lla-mó. (...) El realismo mágico tiene por cierto una relación directa con la mentalidad origi - nal del indio.
(20)
Evidentemente, pienso que esta especial cosmovisión,es
ta "realidad". constituye la vena fundamental y primigenia
del realismo mítico en la obra de Néstor Taboada Terán.
Veamos apropósito, cómo interpretan dos de los perso-
Ya nos referimos a ella en este mismo capítulo, en la parte 'lo
real maravilloso en el enfrentamiento mito vs. leyenda.'
(20) Miguel Angel Asturias, Diálogo con América Latina; Ed. Pomaire, Barcelona 1972: oáas. 265 y 266.
88.-
najes un agujero encontrado en la pared del cuarto de María:
Cerca a la patilla que hacía de catre, en la pa red de la cabecera, advertí que colgaba un phu= ilu como cortina y le pregunté qué era lo que o cultaba allá. Y de un tirón descubrí un forado y una hoya profunda de aguas pútridas -baba del diablo- que se la estaba comiendo a la casa.. Desgracia, desgracia, tengo que repararla de in mediato, me dije antes de que sea tarde, con ta piales y piedras. No puedes hacer nada porqué es el Ukhupacha, el mundo subterráneo, me res-pondió mortificada. ¡Un hambriento Ukhupacha:.
(Manchad Puytu, pág. 28)
Un agujero en la pared producido por una cañería que -
pierde agua es para el cura "la baba del diablo que se está
comiendo la casa" y portadora de desgracia, Para María, el
Ukupacha o mundo subterráneo que la está llamando.
Esta dimensión de la realidad, esa perspectiva de vi-
sión propia de nuestro país y de nuestro Continente, con la
que nos topamos a cada momento y que, como veremos en el si
guiente capítulo, pugna ya por aflorar en el discurso nove-
lesco de la primera edición de El precio del estaño, es la
que se plasma en el contexto narrativo de nuestro autor.
Nosotros no llegamos a lo maravilloso, lo sobrenatural,
por mera avivación imaginativa sino, por el contrario, por
enfrentamiento con lo cotidiano, puesto que en 'lo cotidia-
no' sobrevive con plena vigencia 'lo maravilloso', lo mági-
co, lo mítico, como base de nuestra "realidad". Por tanto,
en Néstor Taboada Terán lo maravilloso surge espontáneo en
89.-
el contacto con la realidad boliviana.
También Alejo Carpentier se ha referido a esta "reali-
dad" -él la denomina "maravillosa", como a algo que late en
la realidad ordinaria del hombre latinoamericano.
En torno a las obras que nos ocupan podríamos aplicar
lo que dice Sábato sobre el realismo mítico de Asturias y
Rulo: el "centro de gravedad" del realismo mítico de El
signo escalonado", Manchay Puytu y El precio del estaño-se-
gunda edición, "está colocado en realidades indígenas y ru-
rales", donde la substancia espiritual está acuñada por una
metafísica mitológica. Las novelas de nuestro autor consti
tuyen un intento de lograr la visión de esa realidad a tra-
vés de distintos procedimiento's artísticos.
Bosquejando brevemente el capítulo diré que las raíces
del realismo mítico se remontan, como modalidad narrativa,
a las crónicas escritas en América durante el descubrimien-
to y la conquista. Y, por otro lado, a la literatura geo-
gráfica del siglo XVI en Francia y otros países de Europa.
MancliáLyuytu explicita la influencia de una crónica: Ana-
les de la Villaimperial de Potosí de Arzans de Orsúa y Ve-
la.
Pero el realismo maravilloso se origina, fundamental-
mente, en el mito como vivencia de la "realidad", como modo
de aprehender esa "realidad". En el enfrentamiento con una
90.-
de las novelas de Taboada Terán en la que encontramos dos e
lementos al parecer opuestos: leyenda/mito, determinamos
que la denominación realismo mítico es la más apropiada pa-
ra designar a la literatura latinoamericana actual, puesto
que en el término mito (mítico) va implícita una actitud de
credo y de coexistencia cotidiana en la que asienta el mito
su 'ser'. Néstor Taboada logra a partir de la leyenda e in
sertándola en una realidad cultural portadora de una cosmo-
visión mítica, crear en MancharPuytu un universo novelesco
real-mítico.
Surgen en el análisis los dos rasgos, en Taboada Terán,
más importantes de la modalidad narrativa que nos ocupa: su
relación con las vivencias "locales y telúricas" y la convi
vencia en el discurso de lo real y lo mítico. Partiendo de
una homología: la presencia de lo sobrenatural y lo maravi-
lloso en los relatos fantásticos, maravilloso y real mítico,
determinamos otras características importantes de la modali
dad narrativa que nos ocupa.
La literatura fantástica busca, a través de sus proce-
dimientos narrativos, despertar en el lector el miedo, el
terror (en su acepción intratextual: emoción significada en
el discurso con los datos del relato). Para cumplir este
objetivo presentando el hecho sobrenatural como un elemento
que invade lo real y comienza a amenazarle. Se logra así
el "efecto de fantasticidad" en el lector, El narrador fan
iástico introduce el hecho sobrenatural como algo extraño y
91.-
los personajes de la narración se muestran sorprendidos, a-
terrados. La narración maravillosa, igual que la real míti
ca, instaura sin ninguna explicación los acontecimientos in
sólitos en el caudal de la narración; pero una diferencia
fundamental los separa, el relato maravilloso rompe del to
do con lo real, por eso en él la 'causalidad' está totalmen
te ausente. En sus fronteras todo es posible y los prodi-
gios se suceden sin explicación alguna.
La literatura real-mítica en oposición a ambas manifes
taciones de lo sobrenatural, no pretende despertar el efec-
to de fantasticidad y miedo de la literatura fantástida. Na
rraclor y personajes afrontan el hecho sobrenatural como al-
go cotidiano. No implica, por tanto, una ruptura que oca-
sione sorpresa. El mundo real y el mundo imaginario convi-
ven sin amenazas, de aquí nace el "efecto de encantamiento",
apropiado a la interpretación no antitética de la diégesis
(unidad descriptivo-narrativa), a partir de la contiguidad
de esas dos esferas. Busca recuperar en el lector la fe en
la trascendencia de un estado extranatural, en las leyes me
taempíricas.
CAPITULO III
92.-
LAS NOVELAS
"No cAeo en la Utekatuna compnometída , Loa líbnois o son bueno4 o un malo4, La etíqueta no Lo utiva a nadíe".
NESTOR TABOADA TERAN
Habiendo ya determinado gracias al primer capítulo, cuáles
los grandes campos (géneros) en los que pueden circunscri-
birse las novelas que nos ocupan y cuáles, en general, sus
rasgos peculiares más importantes, y una vez aclarado el pa.
norama sobre el realismo mítico que, como modalidad narrati
va típica de la literatura latinoamericana actual hunde sus
raíces, en cuanto antecedentes en las crónicas, y, en cuan-
to esencia, en un modo de captar la realidad: un conoci-
miento indígena - mítico opuesto al lógico - racional del
pensamiento occidental, pasamos a la lectura de las novelas
objeto de nuestro análisis.
No partiremos para ésta de un molde teórico preestable
cido, pretendiendo que las cuatro obras se adecuen a ese mol
de, sino que tanto nuestra terminología cuanto nuestro aná-
lisis e interpretación se adaptarán libremente a la reali-
dad particular de cada novela. El mito, que hemos estable-
cido como hilo conductor intertextual, nos servirá de base
en nuestra aproximación.
93.-
Así, en un primer acercamiento nos concentraremos en
la inserción de este elemento en cada novela y los materia-
les constructivos con ella directamente relacionados; inme-
diatamente, veremos los elementos sobresalientes del discur
so novelesco que hayan sido suspendidos, insertados, cambia ,
dos o distorsionados por la inserción del elemento mítico en
la obra. Finalmente, trataremos de dar una mirada de con-
junto en torno a cómo la inserción del mito ha determinado
un cambio general en la 'forma' novelesca.
En un acápite aparte veremos en confrontación con la
primera edición, la segunda edición de El precio del Estaño.
Esta lectura corroborará nuestra hipótesis: al ser reforma-
do el modo de empleo del mito en la obra (el mito ya no co-
mo una micro narración cerrada en sí misma), se origina una
nueva novela.
EL PRECIO DEL ESTAÑO
"Realímlo, en Int op,(níón, compnende ade-majá de la veitaeídad de detalleis una ne-pnezentacíón venídíca de caAactete4 típí co4 bajo c.íheanis.tancá.a4 típíca4",
ENGELS.
94.-
míto, mícnonanAacíon ce/t./Lada.
Desde la primera novela de Néstor Taboada Terán nos en
contramos con la inclusión del mito Sin embargo, en El Pre
cio del Estaño* la estructura cronológica y lineal de la no
vela -y su ajuste a hecho reales e históricos-, hace que el
mito quede como un satélite dentro de la novela, una espe -
cie de micronarración, pero cerrada en sí misma.
A pesar de que esta novela trata de mostrar la reali -
dad 'tal como históricamente fue', a pesar de que el autor
no quiere apartarse de la 'verdad' estratextual, aparece el
mito porque, como ya lo explicamos, él forma parte de nues-
tra realidad. Pero para no quitar verosimilitud a la nove-
la el narrador lo asocia, en primer lugar, a un personaje
secundario no identificado con la clase trabajadora, vendi-
do a los opresores, que no goza de las simpatías del narra-
dor y que está trastornado, loco.
Veamos cómo se mete este micro relato en la instancia
narrativa: El Khoya loco acaba de ser echado de la chiche-
ría y se interna por una de las callejas de Llallagua:
En las citas de las novelas usaremos las siglas P.E. para aludir
al Precio del Estaño, S.E. El signo escalonado, M. a Manchay Puy tu y P.E.2 para la segunda edición de El Precio del Estaño.
95.-
Desorientado bajó zigzagueando las callejuelas en tinieblas, parecidas a las galerías de la -mina.....
A la vuelta de un muro de piedra quedó petrifi cado de espanto. Quiso gritar, pero no pudo. Gritando él desaparecería la visión.. Se frotó los ojos. No, no era un alma del otro mundo. Una dama elegantemente vestida venía hacia el. A estas horas, y en este lugar, y sola, era sin duda una aparición.
(P.E., p. 233)
El personaje siente miedo, terror ante la 'aparición'.
El hecho insólito hace dudar, tanto al narrador cuanto al
personaje, entre la realidad. y la irrealidad de la "apari-
ción", porque todavía no hay esa fusión de coexistencia en-
tre lo natural y lo sobrenatural que se logra en las siguien
tes novelas. La actitud del personaje es todavía la de un
personaje fantástico ante la sobrenaturaleza. Sin embargo,
a través del diálogo se borra esa primera impresión. El Kho
ya loco y la extraña conversan sobre los hechos de la comu-
nidad minera y sobre el esposo de la desconocida. El narra
dor describe el "palacio circundado de lacayas"(éstas son por
tadoras de mala suerte - según se ha dicho en otra parte de
la obra). El relato se cierra: "El Khoyaloco y la apareci-
da se hundieron en la oscura seducción del placer inaudito"..
El único comentario y alusión que se hace en torno a -
este hecho, aparece dos capítulos después:
(Toribio Ayarachi y su madre:)
La madre esperaba con el desayuno y la novedad: - La. °legaría ha venido. Dice que los soldados
lo habían encontrado muerto al Khoyaloce en un muladar de Llallagua, cerca de las lacayas. Completamente desnudo....
- ¿Qué cosa? - Sí, muerto y desnudo. Los lekelekes, como si
se tratara de un burro hediondo, estaban revo loteando encima y tuvieron que llamar a un a-yakhatati de Uncía... Servite, tu chocolate se está enfriando.
- Pobre hombre.... - Se cree, pues, que la viuda le ha aparecido.. E insistentes golpes dados a la puerta sobresal tarona madre e hijo".
(P.E., p. 243)
Los acontecimientos sacan a madre e hijo de este diálo
go. Y ningún personaje más en la obra vuelve a comentar el
hecho. En la breve narración que del suceso hace la madre
a Toribio, y aunque se: usa la forma impersonal del verbo, e
lla parece creer que evidentemente la viuda "le ha apareci-
do" y ha ocasionado la muerte del Khoyaloco*. Las l acayas
y los lekelekes que según la mitología aymara. son portado-
res de muerte, acompañan el relato del hecho.
Además de esta micronarración mítica, aparece en la no
Estamos frente a una realidad mítica donde tiene vigencia lo sobre
natural. Ya en esta novela está, pues, la utilización de un mito
correspondiente al medio quechua, que puede estar emparentado con
el mito kallawaya del pilulo, que es un espíritu que puede apare-
cer en forma de hombre o de mujer, y que después de conducir a sus
víctimas a través de precipicios y barrancos, hace el amor con sus
97.-
vela una anterior también relacionada con el Khoya Loco:
En Huanuni, tiempo ya, en la draga solitaria, en el bochorno del mediodía, habíasele presentado el príncipe de las tinieblas. Ocupando una hoya da rodeada de deshechos de metal y después de de sayunar el bultito de su merienda. El sol estaba en el centro del azul y sus rayos informaban del día luminoso . Cuando acercaba la cuchara a la boca sintió en la espalda el latigazo de fuego; plato y cuchara volaron por el. aire. Retorcién-dose de dolor, lívido, vió frente a él la espe-luznante figura del demonio, el tío de las minas. Caminando como tigre enfurecido y agitando la co la de la que salían chispas. (...) Otro latiga7 zo de fuego y la hemorragia le ahogaba: en su re dedor todo comenzó a dar vueltas: la hoyada, el sol, el plato, la cuchara, el plato, la hoyada, el sol.... Y al anochecer los mineros encontra -ron el cuerpo inanimado de Quiñones. El rostro ensangrentado. En el hospital recobró el conocí miento. "El tío! ¡El tío: ¡El tío:"
(P.E., p. 68)
Este relato es mucho más breve que el de 'la viuda', pe
ro presenta similares características. El narrador lo in-
troduce como carta de presentación del personaje En efec
to, a más de dar su nombre -Fermín Quiñones- y su ocupación
-trabaja en la policía del arrabal-, el párrafo transcrito,
constituye la presentación de este personaje. Debo hacer -
notar que también en esta micronarración hay una actitud en
el narrador parecida a la del otro microrelato: aunque des
de el principio se introduce el hecho prodigioso como algo
evidente y real, no se lo comenta; es un hecho cotidiano y
ahí esta, nada más.
98.-
Son significativos además dos fenómenos, primero, que
este tipo de hechos se asocien sólo y exclusivamente con es
te personaje; y segundo, que una narración de esta naturale
za introduzca al personaje en la obra y otra lo elimine (de
saparición del personaje en el marco novelesco). El apodo
"Khoyaloco" puede considerarse como tina especie de justifi-
cación de la inserción de los hechos insólitos en medio de
los hechos reales. Inserción que presenta peculiares carac
terísticas, como ya lo he hecho notar. Sin embargo, toda-
vía se busca que los hechos sobrenaturales sólo sean consi-
derados como rasgos peculiares de este especial personaje,
y aparentemente sólo una más de las supersticiones o creen-
cias populares a las que se hace alguna vez referencia en la
obra con mero afán informativo: "-Por qué siempre a es-
ta lacaya? -preguntó-la Maximilia- Por qué no vamos por o-
tro lugar? Las layacas traen desgracias". (p. 37) U otras
que no sólo son características en nosotros, sino en los
países más diversos: "No era supersticioso, pero ese domin
go 13 esta resultando funesto". (p. 53)
También podría interpretarse el mito en la primera no-
vela como un elemento de catarsis, el enfrentamiento del
Khoyaloco con esta realidad tiene siempre consecuencias fu-
nestas para el personaje, en el primer caso, en su enfrenta
miento con 'el tío', sufre una terrible paliza. En el se-
gundo, el encuentro con la viuda, tiene como consecuencia
su muerte. No debe olvidarse que el Khoyaloco en la obra es
99.-
el traidor de su clase, el 'vendido' a los intereses de los
gringos y la Patiño. En este sentido, la realidad mítica
se emplea con un trasfondo pedagógico: si traicionas a tu
clase serás castigado y el instrumento de castigo yace en
el mito.
Resulta interesante y significativo comparar las micro
narraciones míticas con las dos alusiones que se hacen en la
obra a la leyenda:
La luz en el templo era di. usa. -En el Altar Ma-yor estaba la Bella e Inmaculada Virgen del Soca vón, Madre de los mineros de Bolivia, rodeada de innumerables ángeles y santos barbudos que, orgu liosos y risueños, ocupaban estrechas hornacinas. (...) La leyenda decía que la Santa del Socavón había salvado, en muchas oportunidades a la ciu-dad pervertida por el maléfico de la fortuna. La Virgen, armada de una espada flamígera en lid he roica, había dividido en dos a un monstruo, eñi forma de serpiente, que estuvo presto a destruir todo rastro de vida. En su estertor fue conver-tido en piedra.
(P:E., p. 45)
Las palabras: "la leyenda decía" hacen al narrador
transmisor de algo que 'se dice"; no lo compromete en esa
creencia. Como hecho legendario, la historia se remonta al
pasado histórico. Creo que es clara la diferencia entre -
los párrafos comentados anteriormente y éste, que significa
tivamente se relaciona con la religión cristiana, no con la
telúrica.
1 0 0.-
No podemos introducir forzadamente hechos reli-giosos dentro de una realidad que tiene su pro-pia religión inmersa en la naturaleza de las co sas ordinarias y las actividades cotidianas.
(1)
Una vez también se alude a la leyenda en relación a Pa
tiño:
La leyenda contaba que en este lugar el minero Simón había defendido con sangre su minita....
(P.E., p. 249)
También aquí se hace alusión a un hecho remoto y aun-
que verdadero e histórico (*), completamente alejado de las
circunstancias del presente novelesco. Tan alejado como es
tá, en ese momento, el minero Simón de la realidad del pro-
blema que enfrentan "sus mineros".
Es clara la diferente postura que asume el narrador
[rente a uno y otro tipo de "realidad". A pesar de esto, la
estructura novelesca de El Precio del Estaño no se altera
por la presencia del mito, ya que éste, como lo señalamos
anteriormente, permanece como un satélite de la "'ficción rea
lista".
( ) Se refiere al enfrentamiento de Simón Patino con Artigue por la
posesión de la "Salvadora", que luego se explicita en la segunda edición.
En torno a la presencia de una estructura mítica den-
tro de una obra realista, dice Northrop Frye:
..... Con todo. la presencia de una estructu- ra mítica en la ficción realista plantea determi nados problemas técnicos para hacerla plausible — y los recursos usados para resolver el problema pueden recibir el nombre general de desplazamien to.
(2)
Néstor Taboada Terán no utiliza ningún "recurso de des
plazamiento"para hacer plausible la inserción del mito. Sim
plemente, el hecho insólito se introduce en el conjunto na-
rrativo sin ninguna problematización por parte del narrador,
inexplicablemente cauto y lacónico en esto. El procedimien
to del relato arreglado de modo lineal y cronológico, para
que parezca verdadero, sólo permite que el elemento foráneo
se inserte con cautela en la obra. De ahí que no da lugar a
mayores comentarios en la novela, se lo ignora casi por com
pleto, constituye una especie de 'impase',
Pero, a pesar de todo, la manera de introducirlo es pe
culiar ya: es algo que convive con lo real y que no despier
ta sospecha en cuanto a su. veracidad, en uno de los casos ,
en la madre de uno de los nersonaies de la obra Y en el
otro, 'el tío y el. Khoya relato se mezcla al cau-
dal narrativo ti r o ninguna muestra de asombro; simplemente ,
r, ín 11i 9\ My-Irtkr,,
102.-
se lo narra como un hecho más.
Estas dos micronarraciones son los únicos 'hechos' in-
cluidos en la obra que-en contraposición a todo lo demás-la
razón no sabría aceptar. En los otros momentos de la narra
ción, el autor pone especial cuidado en que los aconteci-
mientos se presenten de suerte que sean fácilmente captados
y aceptados por la razón. Busca obtener la credibilidad
del lector, impedir las deformaciones de la subje-tividad o
la parcialidad y asegurar una representación tética (real).
En tanto, los pasajes ya mencionados dejan en el lector una
especie de asombro, un cierto malestar: la historicidad de
la obra, su inminente apego a los 'realia' (hechos reales e
históricos) hace que estos episodios no concuerden con el
resto del discurso novelesco. Todavía el relato realista
no encuentra una armonía convincente con lo mítico.
E acontecímíento, pn.íneípío oitganízadon de la. e4ttuettota.
A pesar de que la primera edición. de El Precio del Es-
taño aparece en. 1960 (*) puede ser considerada, en líneas ge
( ) Pedro Shimose (Presencia Literaria, La Paz, Domingo 11 de mayo de 1975) señala los años 1959 y 196o como capitales para la narrati-
"1".. AfIrnrttna 4NcteNc nlirse knr.c>n trrthiílm cii anari
103.-
nerales y siguiendo la ruta abierta por Pisagua de Alcides
Arguedas (1903), una obra documental-realista, que tiene co.
mo núcleo temático el conflicto del minero enfrentado = la
injusticia social.
Y aunque inserta en su contexto narrativo al mito, cons,
tituye un mensaje estructurado según ciertos principios:
los principios de la novela realista social; las otras nove
las, en cambio, obedecen a otros principios: los de la nove
la real mítica. Sin embargo, aunque estén estructuradas en
base a principios distintos, ambas pueden ser objeto de un
análisis descriptivo que descubra la coherencia de sus mate
riales constructivos o elementos. Pretendemos ahora que a-
flore tal coherencia en la novela que nos compete.
El acontecimiento, uno de los materiales constructivos
a que hemos hecho referencia y fundamental en la novela rea
lista, es en El Precio del Estaño histórico (pasado en rela
ción al acto de la enunciación) y objetivo (el valor refe-
rencia) del enunciado puede ser comprobado). El hecho exis
tió fuera del discurso y al autor le interesa mostrar esa -
existencia extra-textual y verificable:
El día 21 de diciembre de 1942, tuvo lugar una espantosa matanza de mineros. (...) Aconteci-miento imponente, que ha tenido repercusión mundial, he trasladado a la novela, utilizando como documento fundamenta' el informe del se-ñor Martin C. Kyne, vicepresidente del Sindica to de Empleados de Almacenes (Department Store) de los EE.UU., (...)
(Precio del Estaño)
104.-
Por la cita, notamos que el autor se halla preocupado -
por dar al contenido de su novela un valor referencial his-
tórico, por instaurar un discurso literario 'verdadero'. La
alusión al documento -como ratificación de que el hecho his
tórico básico al que se refiere la obra existió-, implica u
na limitación para el narrador en cuanto no podrá exceder li
hremente los límites de los documentos que maneja. Eviden-
cian este aspecto y la búsqueda de una mayor verosimilitud,
la constante inserción de entrecomillados,zbastardillas.
La inserción de una tabla de "CRONOLOCTA DE LOS ACONTE
CIMIENTOS", al principio de la novela constituye otro claro
código veridictivo que manifiesta la intención "realista" ,
no mítica o maravillosa del narrador.
Pero juntamente con los pasajes o incidentes basados
en situaciones históricas sólidamente documentadas y que in
tegran el texto en su parte esencial, se hallan otros he-
chos- 'meramente construidos' que sin distorsionar los he-
chos históricos, sirven para rellenar los vacíos que deja-
ría.la escueta enunciación de los datos. El discurso nove-
l esco se distancia de los hechos 'meramente históricos' en
cuanto se aproxima a la situación e interioridad de los per
sonajes individuales.
La función del narrador en un relato tal, es clara, Om
nisciente en cuanto a su conocimiento y observador en terce
ra persona, el que relata ostenta una actitud crítica fren-
105.-
te a lo relatado. Esta actitud critica se convierte en mu-
chos pasajes en una protesta más abierta, en una toma de pos
tura Frente a los acontecimientos, La. denuncia es una cons
tante y muchas veces se hace a. través de la sátira, de la i
ronía, de la sorna y del humor amargo. Ul carácter políti-
co-social de la sátira y la ironía en las obras de Néstor
Taboada Terán remite a un transtexto: el sistema político
y social que se critica y ridiculiza. La ironía se valedel
texto literario para referirse a una. realidad transtextual:
l a corrupción oligárquico Feudal, que vicia la realidad bo-
liviana, unida a una situación de dependencia de los intere
ses extranjeros y, sobre todo, del norte. Esto es evidente,
sobre todo en el Precio del Estaño, de donde se desprende
el carácter caricaturesco de 'los hombres de estado' que
surgen en la novela: el Presidente y sus ministros son per-
sonajes caricaturescos, es decir marcadamente referenciales,
pero la deformación caricaturesca se hace en base a algo
pre-existente. En este tipo de novelas el 'nivel de conte-
nido' está por encima del 'nivel de expresión'. Así el re-
lato es un medio para lograr un fin: mostrar y denunciar u-
na realidad que se busca criticar, En el caso de El Precio.
del Estaño, la masacre de mineros y el aparato político-eco
nómico-social que se esconde tras el hecho. El Precio del
Estallo es un llamado a la conciencia social.
El narrador recompone los hechos dentro de una visión
comprometida efectivamente, y así los hechos sufren la inge
rencia de esa visión:
106.-
Afuera, en la plaza Murillo, el bullicio de los automóviles, y colectivos, (...} El precio del estaño.... Los intereses comunes de la Patiño Mines ti Enterprises Consolidated Inc. y el Go-bierno_ (...) Eran capítulos del drama que habían tenido la virtud de enmudecer a los re- presentantes de los partidos políticos. "Esta reunión no es para velar difuntos, señores, por favor, opinen, digan algo. ¿Nada?
(P.E., p. 58)
El narrador se vale de diferentes recursos, para mostrar
sus simpatías y sus antipatías. Veamos, por ejemplo, cómo
el humor irónico se manifiesta a través de la gradación:
(Del ministro de Gobierno dice:) Los padres que tuvieron siete hijos, no pudieron controlar los ímpetus del muchacho y éste ensayó todas las tendencias. Fue rojo, fue amarillo, fue pardo.
(El P.E., p. 58)
o, sobre el Ministro de Trabajo:
Médico y político y escritor no sobresalía en el país ni como médico ni como político ni como es-critor.
(id. pág. 7
Hay igual intención irónica en el empleo de los adjetivos:
El campamento (...), como el de todas las minas fabulosas, era pobre.
107.-
o adjetivos empleados en sentido contrario al que se quiere
significar:
La dadivosa Patiño.
(pág. 121)
El humor en la obra nunca llega a ser festivo, siempre
tiene un resabio amargo porque invariablemente está relacio
nado con la pobreza, el sufrimiento, la explotación de los
mineros o con la dependencia:
Inspirado por lo más negativo de la nacionalidad que es el extremismo. Indudablemente, el costo de vida estaba subiendo -el pan, la carne, la ga solina- por factores ajenos a la voluntad nacio: nal, pero no tanto como para desesperar y llevar al país a aventuras.
(P.E., pág. 76)
Con los militares del Regimiento "Sucre" y cara-bineros y policías civiles, los presentes ascen-dían a una treintena. El Delegado Militar hizo las presentaciones del caso y formose fila india para saludar a Hutcheson.
(P.E., pág. 163)
Vi narrador está demasiado comprometido con la reali -
dad que muestra para poder permitirse un humor festivo: lo
mismo ocurre en todas las demás obras,
1 08.-
Para el narrador del Precio del Estaño , el acto polí-
tico se impone como consecuencia inevitable de los sucesos.
El dador del relato no puede determinar los hechos, éstos
están fuera de su campo de acción, él sólo puede narrarlos
y condenarlos. Al hacer esto, resalta las deformaciones
aberraciones de la realidad que muestra la obra e insta al
lector a tomar partido, y, entonces, el lector receptor con
llena o absuelve, tal como quiere este tipo de narrador rea-
lista. La principal característica de El Precio del Estañó,
como novela 'realista' se logra así, a través del narrador,
que persigue -igual que los narradores de los grandes rea-
listas: Manuel Gálvez, Rómulo Gallegos, Jorge Icaza, etc.-,
un contacto con la 'realidad'. En este sentido, mostrar u-
na realidad es denunciarla.
En cuanto a los personajes que instaura el narrador, de
hemos decir que no se puede hablar de un héroe o varios hé-
roes: la masa obrera asume ese rol en la novela, y lo hace
como conjunto, en sus ambiciones por una vida mejor y en su
búsqueda de sobrevivencia, el autor no se detiene en pintu-
ras psicológicas detalladas: esto no es necesario para la
marcha de los acontecimientos. Los personajes que en el re
lato se colocan de 'el otro lado' de la masa obrera, ya lo
dijimos, constituyen una especie de Fantoches caricaturales,
sólo hay una excepción: el Delegado Militar, este personaje
cuyo papel es evidentemente fundamental para la trama, esca
pa a los esquemas pre-fijados de explotadores vs. explota-
,Jos, donde los explotadores son necesariamente malos y los
explotados, poseedores de todas las virtudes. Dentro de la
red de relaciones textuales, este personaje juega un papel
ambiguo; está obsesionado con una masacre de mineros ante
rior, ejecutada por el Cnl. Ayoroa y que él no quiere reno
tir. El discurso novelesco se torna. también. ambiguo, pues-
to que da lugar a dos o más lecturas: - o, los acontecimien
tos han sido ya fijados por los intereses de los dueños del
poder (Patiño y sus colaboradores y, tras ellos, los intere
ses norteamericanos) y los militares son a veces, aún a pe-
sar de sus intenciones, juguetes dolos hilos invisibles (o
visibles) que manejan el país; - o, los acontecimientos es-
tán regidos por una especie de destino, de azar. que condu-
ce irremediablemente al Delegado Militar y a los mineros a
la masacre. Esta alternativa es inmanente al discurso y a-
bre el camino a la duda en el receptor o lector. La ambi-
guedad (*) constituye una apertura del contexto narrativo
y un elemento nuevo e interesante de la obra.
En general, los personajes de la novela pertenecen a
dos bandos claramente diferenciados: uno, el de los trabaja
dores (proletariado); otro, -menos homogéneo-, el de losliom
bres de estado', los personeros de la Patilla Mines (**), los
políticos, etc. Y, la fábula se presenta al lector median-
(*) Según Carlos Fuentes, la ambiguedad es una de las características
de la 'nueva' novela latinoamericana.
(") Este segundo bando presenta, en lo que se refiere a los 'persone-ros• de la Patiño, una escisión: unos están en la ciudad, mezcla-
110.-
te un procedimiento compositivo: el paralelismo que busca
mostrar esas dos facciones. Pero, además de paralelas, es-
tas secuencias llevan en sí otro procedimiento compósitivo
recurrente en la obra, que consiste en combinar la narra-
ción de los acontecimientos con la evocación o los recuer-
dos personales de uno de los personajes.
La técnica del 'flash back' es un recurso empleado con
siderablemente en toda la novela para evocar el pasado me-
diato o inmediato de los personajes, para describir su tra-
yectoria vital, sus motivaciones y la lógica de sus actos..
En consecuencia, paralelamente, los diferentes capítu-
los de las distintas partes nos muestran, por un lado, los
mineros, su sindicato, sus aspiraciones, sus acciones, algu
na visión rápida de rasgos personales de vida, su ambiente,
etc.; por el otro, El Presidente de la República, sus minis
tros, los problemas políticos y económicos que vive el país,
los personeros de la Patiño Mines infiltrados en el gobier-
no, la infiltración americana, etc. Y. por otro lado, en
el capítulo primero de la primera parte, se dispone la na-
rración alternativa de lo que ocurre en la asamblea minera
!a historia de Isidoro Callata, -nneN de les dirigentes mi
neros- y su compañera: la Olegaria. VII el capítulo segun-
do de 1J mi~ parte se narra lo que ocurre en la gerencia
3 a!po de la vida ante
Hemos hablado de partes y capítulos porque en su estruc
tura externa, la novela está dividida en tres partes, cada
una de las cuales tiene diferentes capítulos.
La primera parte está constituida por 15 de estos capí
tulos, y en la tabla cronológica se puede ver que se rela-
tan los hechos comprendidos entre el 28 de septiembre y el
8 de diciembre: "Representantes del comercio, la banca y la
industria reunidos en el Palacio Quemado dan su asentimien-
to a la promulgación del Código del Trabajo " La segunda
parte comprende otros quince capítulos que abarcan los acon
tecimientos que van hasta el 15 de diciembre en la tabla
cronológica; también la tercera parte está constituida por
15 capítulos y abarca los hechos que van hasta el 29 de di-
ciembre en la tabla.
Sólo uno de los capítulos (el primero de la tercera par
te) se refiere directamente a Simón Patiño. Antes se habla
de la empresa, sus gerentes, sus empleados dentro del gobier
no, etc.; pero ahora, se alude a Patiño como persona. Este
capítulo constituye una especie de biografía del Rey del Es
taño, donde no se ocultan los es[uer'os que hizo éste para
triunfar en las minas.
La sincronía en la división de las partes y los tres
primeros capítulos de la. primera parte hacen pensar que el
autor estructurará su obra también de manera simétrica en
cuanto al tratamiento de los tres principales ámbitos que la
112.-
novela toma en cuenta: esto es: el minero, sus problemas ,
la mina el sindicato, sus personajes representativos; la ge
rencia. Rocky D. Hutcheson, el Khoya loco, la Patiño Mines,
etc.; el palacio de gobierno, el presidente, los ministros,
los problemas de estado, sus relaciones con la Patiño Mines,
etc. Pero, en la obra no se da una estructuración rigurosa
sobre todo porque la sucesión cronológica, a la que se da
Fundamental importancia, ocupa un papel preponderante. Así
los capítulos obedecerán siempre a uno de estos mundos na-
rrados, pero la "dispositio' estructural responderá más a
problemas de orden histórico cronológico que a exigencias
directamente deducibles de la estructura interna de la nove
la misma.
De todo el análisis resulta que El Precio del Estaño
nos enfrenta a un mundo representado donde la fábula o his-
toria está construida mediante una técnica de presentación
sucesiva de acontecimientos, que se ordenan bajo la mirada
de un narrador omnisciente que insta al lector a tomar par-
tido en torno a lo que se narra. La narración sigue el or-
den cronológico de los acontecimientos, la técnica del flash
back, empero, sirve para dar alguna visión de pasado. El es
tilo, un tanto descuidado busca la claridad y la verosimili.
tud. Se narra, básicamente, los antecedentes y la masacre
de los mineros en Catavi; como telón de Fondo, se muestra
la urdimbre política a través de una visión de la sede de Co
bierno.
113.-
Como personaje central tenemos a la masa obrera; •los
personajes individualizados no son estudiados en profundi-
dad psicológica, son una especie de caricaturas, lo que im-
porta es el curso de los acontecimientos. El espacio es
simplemente el marco de la acción y el tiempo es esencial-
mente cronológico. El libro busca sobre todo la denuncia
social, por eso Antonio Arze dice que pertenece al "realis-
mo proletario". El principio organizador de esta novela es
el tema, se insertan con cautela dos 'historias míticas, pe
ro todavía éstas pueden ser consideradas como meros elemen-
tos del carácter del protagonista. Dentro del realismo se
perfila ya, a pesar de todo el elemento mítico.
EL SIGNO ESCALONADO
"Hoy no 4610 la novela está en eondícío -nes de dan te4tímonío del mundo externo y de La uttuctutaz tacíonale4, -,no -que puede expteáat tamban el mundo ínte tíot. Puu ademd's de /os azpeeto3 que -e: tan ptopío4 de la novela del 4410 pwsa---- do, íncmpota hoy domínío)s que en otro! Uempo4 e5tuvíekon ite4eAvado4s a la magía y a la mítología,"
ERNESTO SABATO
La enredada selva de secuencias narrativas y la dislo-
cada construcción literaria de El signo escalonado obedece
114.-
a una combinación y transformación de elementos narrativos
• y descriptivos, que sin embargo está destinada a enfatizar
el contenido del mensaje: El signo escalonado, igual que El
precio del estaño, es un llamado a la conciencia social, pe
ro es sobretodo, un intento de aproximación a la realidad
mítica, buscando que el destinatario o lector participe de
la experiencia que entraña y aspira a comunicar.
En el discurso noveles¿o la realidad mítica ya 'no' es
una narración, ni siquiera varias micro narraciones, sino
que invade toda la novela para constituir junto con lo real
objetivo una realidad total. Se ve en la obra la tentativa
de unir magia, imaginación popular y crtica social.
Así, el compromiso político con su época y sus proble-
mas es muy importante, sin embargo, lo mítico juega un pa-
pel fundamental en la obra. Y, juntamente con los proble-
mas vitales de lucha social y de clase, se descubre un tras
fondo mítico de profundas raigambres mestizas. En otras pa
labras, en El signo escalonado pueden apreciarse dos elemen
tos muy fuertes constitutivos de la historia: el sentido so
cial y la fijación del elemento mítico y la magia. Y el "e
Fecto del encantamiento" al que hicimos alusión en el capí-
tulo anterior, proviene en El signo escalonado de la cons-
trucción cliegética que no antagoniza el prodigio o la magia
y lo real.
Así, Forman parte de esta realidad total de la que ha-
115.-
blancos los Fetos o criaturas extrañas -de mal augurio- alos
que se atribuyen distintos poderes como elementos de mal au
turio. La carroza de fuego que pasa a 'x' hora de la noche
y cuyo paso respeta toda la población ho saliendo de sus ca
sas. Los Qharisiris, degolladores inmortales o ladrones de
almas, "devoraban el alma de niños y adultos en los silen-
cios del desierto" (pág. 13). Los yatiris o brujos y los a- _
adiyimos indígenas. Las mariposas negras-thaparankus, 'el
duende', el janphatu-sapo, etc.
Pek5onaLeis
Pero la consustanciación con las manifestaciones de lo
mítico como formas auténticas de concepción del mundo y de
la vida, va surgiendo progresivamente en la obra, a partir
de la Orqho María y sus artes mágicas.
La °rollo María -María del Cerro, su asociación con lo te
lúrico esta dada desde el nombre, es el personaje principal
de la realidad mágica. Es una maga o hechicera, dotada por
t anto de conocimiento fuera de lo común y versada en las ar
tes secretas .de la hechicería.
116.-
En una atmósfera de magia y encantamiento se produce
el encuentro de la Orqho María con otros dos de los perso-
najes de la novela: el Umalu Cayetano y el Obispo católico:
Eran. Fetos repulsivos, disformes, en plena (...) Al intentar cruzar la calle no advirtió que la carreta doblaba la esquina y corría en su direc-ción (...) ¡Ay, Arcangel San Miguel, si no estu viese protegida por el Señor de los Milagros qué sería de mí!
(S.E., p. 18)
A partir de este momento el Umalu Cayetano se ve vincu
lado al oscuro mundo de la magia, embrujado por la Orqho Ma
ría se irá convirtiendo, lenta e irremisiblemente, en sapo
gigante.
Soportaba con estoicismo su lenta y segura trans formación. Su metamorfosis. A ratos sentía mie do, un miedo apretado en la garganta henchida. — (...) Y lejos de las miradas indiscretas camina ha desnudo, a saltos.
(S.E., p. 154)
Así se va metamorfosenado el pobre Umalu. El miedo
que experimenta no es por desconcierto ante la ruptura de lo
natural y lo sobrenatural, sino porque dentro de la cotidia
nidad del personaje surge algo que le afecta negativa y fu-
nestamente. "Soportaba con Estoicismo" y "segura", por tan
to hay una aceptación de la transformación de parte del per
sonaje y del narrador, como algo real e inevitable.
117. -
Así explica ssirer la metamorfosis dentro del mundo
mítico:
Su visión de la vida es sintética y no analítica; no se halla dividida en clases y subclases. Es sentida como un todo continuo que no admite esci-sión, ni distinción tajante. Los límites entre las diferentes esferas no son obstáculos insupera bles sino fluyentes y oscilantes; no existe dife rencia específica entre los diversos reinos de lá vida. Nada posee una forma definida, invariable, estática; mediante una metamorfosis súbita, cual-quier cosa se puede convertir en cualquier cosa. Si existe algún rasgo característico y sobresa- liente del mundo mítico, alguna ley que lo gobier na, es ésta de la metamorfosis.
(3)
Este rasgo de la metamorfosis, aunque en forma más su-
til y menos explícita, puede descubrirse también en las o-
tras obras: en El Precio del Estaño el Khoyaloco se trans
forma de vivo en muerto; en el Manchay Puytu se busca la
transformación contraria: de muerta en viva.
Pero, volviendo a nuestro personaje, en María se juntan
la fe telúrica y la fe católica, cosa que confirma su confe
Sión con el obispo:
Por la ventanita de malla fina se percib1an voces apagadas. Y tu, hija, ¿qué tienes para revelarme a mi? Redivivo el cóndor de piedra de Santa Bár-
() Ernest Cassirer, op. cit. pág, 126.
118.-
bara volaba con alas de fuego (...) y la ciudad en pleno cataclismo de horrores asediada por hor das de luciferes que haciendo challaj-challaj rrastraban de los cabellos a las mujeres para fornicarlas contra su voluntad paciente.... El Obispo escuchaba. (...) Yo hablo contigo, tú ha blas con el Papa Santo de Roma y el Papa Santo Je Roma habla con Dios. Debe hablar el Papa con Dios antes que seamos devorados por los mons-truos míticos y antes que Lucifer triunfe sobre la bondad y la verdad.
(S.E., p. 19)
Y en ella siempre aparecen ambas religiones mezcladas, in-
cluso en los ritos. En el capítulo de expulsión de la pes-
te las palabras del rito, que se convierten en 'leit-motiv'
del capítulo, dicen:
Que entre el bien y salga el mal así como Cristo entró en Jerusalén.
(S.E., p. 85)
Como se ve María tiene una visión muy especial de la religión
católica. La religión es duramente criticada en la obra,
sobre todo a través de las micro narraciones que se relacio
nan con el Obispo.
La Orqho María es, además, un personaje que grafía cla
ramente la ruptura del esquematismo caricatural: ayuda a la
gente a espantar la peste, pero también es la asesina de su
marido, aunque esto se justifica en cierta manera, puesto
que lo que hace ella es, en última instancia, un canje: cam
119.-
bia- su vida por la de su marido. Pero, además es rencorosa
ya que se venga del Umalu que la atropelló sin querer: ma-
tando a su mulo y convirtiéndolo a él en sapo; pero, por o-
tro lado, María está dispuesta a interceder por la absolu-
ción de los representantes del proletariado que han sido con
donados a ser fusilados. Por tanto, es buena, es mala? La
Orqho no es ni buena ni mala, y en el discurso narrativo no
es importante hacer la definición ni la delimitación. La Or
qho María 'es' simplemente y vive de acuerdo a la red de re
laciones del sistema textual de este especial mundo donde
la inserta el narrador y a su especial cosmovísión.
Nadie está libre y nadie duda de los poderes de María
del Cerro y esto lo confirma la visita de dos poderosos del
Gobierno para insinuarle convierta en escarabajos sumisos a
los ciudadanos. Igual que en la segunda Edición de El Pre-
cío del Estaño, hay una intención de poner las fuerzas ocul
tas en manos de los poderosos, o, mejor, de los
sos de aliarse con estas fuerzas.
podero
Por el otro lado, sin estar ligados directamente a es-
te mundo, sobresalen otros dos personajes: Damián, protago-
nista de la mayor parte de las secuencias, representante
del proletariado consciente, En la novela se lo presenta
como un ser bastante idealizado, culto y con convicción de
clase, un hombre-símbolo, proletario o, un proletario-hom-
bre símbolo. El recorrido de Damián por las minas y la ciu
Jad en busca de trabajo y de una condición mejor de vida, de
120.-
lata el tradicional simbolismo del viaje del hombre por el
laberinto del mundo y de la existencia, viaje en busca de
sitio y reposo en un medio hostil; pero en la novela no es
la búsqueda individual, sino la búsqueda colectiva del pro-
letariado la que se quiere significar.
La co-protagonista -compañera- ayudante de Damián es u
na pampina llamada Fresia. Pertenece al otro grupo de "mar
ginados" que, repatriados pero sin trabajo, luchan para po-
der sobrevivir. Fresia -tal vez por su misma condición de
pampina- ignora un poco el mundo de la magia y los ritos
.que instaura la Orqho María; pero su ignorancia no la man-
tiene impune, la peste y la muerte la atacan, pues descono-
ciendo sus reglas y su poder se atreve a recoger las mone-
das que arroja la Orqho María, en una especie de ritual pa-
ra alejar la peste. Esto es intratextualmente una reconfir
mación del método que une lo cotidiano y la magia.
A estos personajes se unen una serie de otros, algunos
de Ficción y otros tomados de la realidad extratextual. En
general, hay una mejor pintura de personajes que en El Pre-
cio del Estaño, pero el rasgo más importante es la conviven
cia en este mundo de Presidentes, ministros, magos, yatiris,
proletarios, pampinos, chilenas, yugoslavos, mestizos, in-
dio- , alma, pest(.' que camina, jampliatus, etc., y las rela-
'reale-'e mágica..z que se establecen. entre ellos. To
-ecindad,
121.-
Mundo ftepfte3cntado
En el mundo mítico de El Signo Escalonado se tejen una
serie de hilos premonitorios subterráneos, ligados a un des
tino o una fuerza irrenunciable e inevitable.
Así Damián estaba con el Umalu Cayetano en la carreta
cuando la Orqho María se les atravesó en el camino: ambos
están perdidos:
Con. gesto adusto la Orqhb María le miró en los o jos, sacudió su manto sucio de tierra y se per- dió detrás de la esquina diciendo a voces: ¡Por esta santa cruz de mis dedos juro que el Umalu Caye tano no tendrá salvación! El carretero hizo tre molar el cuero. ¡Arre, mulo, arre: Nos ha crul zado aquella curcuncha que es como si nos hubie-se atravesado el mismo Demonio, estamos jodidos.
(S.E., p. 18)
Fresia recoge las monedas malditas, por tanto, es pre-
visible su perdición. La aparición de los 'fetOs repulsi-
vos', "demonios de mal aguero", anticipa la peste que asola
rá la ciudad.
La lluvia de mariposas nocturnas o thaparancus descabe
:ados, las desgracias de la guerra. Los motivos recurren-
tes de los sapos y los diablos adquieren dimensión simbóli-
ca como material del discurso.
1 2 2 . -
Cassirer dice:
La percepción mítica se halla impregnada de cua-lidades emotivas: lo que se ve o se siente se ha lla rodeado de una atmósfera especial, de ale 17 gría o pena, (...) No es posible hablar de las cosas como de una materia muerta o indiferente . Los objetos son benéficos o maléficos, amigables u hostiles, familiares o extraños, fascinantes y atrayentes o amenazadores y repelentes.
(4)
Y, evidentemente así es enianovela, veamos por ejemplo
cómo se interpretan la peste y el viento:
Avergonzado en su soledad, el mal extraído del cuerpo de los enfermos esperaba la llegada de al gún mortal para encarnarse, antes que el viento agresivo terminara llevándoselo lejos.
(S.E., p. 127)
Me parece que es como la locura 'Ate' para los griegos,
, un ser independiente y vivo que se apodera de un
mortal. Igual aquí la peste se apodera de un cuerpo, del
que además necesita También es un mundo donde las almas
pueden ir y hablar con los vivos:
Por favor, creyó percibir una voz desgarrada y fría que plañía, ábreme la puerta, María del Ce-rro. No le era desconocida esa voz. Por qué vienes a turbar mi tranquilidad? Tratas de ator mentarme? No estás feliz ni conforme en la otra
123.-
vida? El ánima trató de justificarse y le pidió perdón. La Orqho María. (...)
(S.L., p. 216)
Lo real se deshace frente al misterio que genera la
creencia y entonces nos encontramos frente a la palabra má-
gica y resbaladiza, traductora de la atmósfera difusa y en-
cantatoría que tenemos delante, donde se consagra el domi-
nio de lo ambiguo.
Las relaciones que sostienen los diferentes personajes
entre sí y con el mundo representado son en extremo compli-
cadas y hacen de El signo escalonado una "forma compleja
del relato literario", relato compuesto por varias histo-
rias.
La -¿Iltekcalac„1.6n de hí4ton,Laó
La historia básica es la de Damian y Fresia que concen
tra el interés episódico y se relaciona con otra muy impor-
tante, la de la Orqho María, por las consecuencias ya anota
das: Presia muere por recoger las monedas que aquélla tira;
Damián acompaña al Umalu Cayetano cuando se les cruza María
124.-
en el camino v esto, en la red de relaciones del sistema
textual, acarrea necesariamente mala suerte.
La historia del Umalu que guarda relación de dependen-
cia mágica con la de la Orqho María. La historia de Valen
tín (medio hermano de Damián) y Eulalia que pone de relieve
sobre todo el aspecto costumbrista y se relaciona con al-
guien de clase intermedia: el reenganchador, adulador del
explotador y desentendido de los problemas de su propia cla
se. Otras historias: La de la Pickerina, la de Yolanda (o
tra pampina) su marido y Espiridión, etc.
Tres historias de amor: la de Francisca y Edmundo, la
de Pachacho y•Regina, y la del Obispo con dos religiosas:
la generala de laTruzada Pontificia" y otra monja llamada
Martina. La primera se retoma el momento después del suici-
dio de la protagonista y además del tema amor/muerte, esta
historia se relaciona con la historia básica, igual que la
segunda, porque Edmundo y Pachacho son los dos personajes
que casi al final de la novela simulan el fusilamiento de
Damián, a quien dejan luego libre. Aunque "para los regis-
tros" Damián ser5, un Inuerto, es un muerto-vivo, es decir
que 1 simulación de rusilamjn/(:) es (-emo una especie de re
surección. resurección de esperaP7a en las posibilidades
del proletariado, puesto que Damián es un representante de
esta clase y un representante con conciencia de clase y dis
puesto a "l uchar por ella. En la historia de Pachacho y Re-
1 2 5 . -
Bina, él mata a la muchacha. Por tanto, una coincidencia -
trágica une a los tres hombresde la última escena. "Somos
una especie de viudos trágicos soñando con placeres perdi-
dos" (S.E., p. ). En estas dos historias, la primera co-
mienza con &muerte de la protagonista, por tanto, nos en-
teramos de la historia a través de una visión retrospectiva.
La segunda, por el contrario, se muestra desde su origen
hasta culminar con la muerte de Regina.
En el discurso narrativo de estas historias, el autor
ensaya ya la técnica en profundidad que luego se volverá u-
na constante en Manchay Puytu. Veamos cómo se alterna el re
lato de Sor Martina y el Cantar de los Cantares:
La condenaron a pasar el oficio de rodillas y vi vir separada de la grey. Y para evitar visitas inoportunas en su celda la vigilancia se tornó estricta de noche y de dia. Soportaba al princi pío con mansedumbre, llorándo en silencia. Yo 4oll de mí amado, y conmígo .tiene 312 contentamíen to: Después denunciaba en voz alta...
(S.E., p. 122)
Pero en esta parte las partes que se citan del Cantar
de los Cantares van en otro tipo de letra para mostrar su -
diferencia con el resto del discurso.
Pero en otro de los subcapítulos se relata, con el mis
mo procedimiento la salida de Sor Martina del Beaterio en
alternancia con lo que la monja va pensando:
126.-
Y no obstante su confesión y los ruegos y petito ríos confidenciales se le había negado la absoIj ción. Después de todo, se dijo, es preferible — el mal menor, ser trasladada a Sucre que seguir soportando en vida la reclusión con torturas in-sidiosas. Pendí. a Faípe ef heAm~ y quede co-mo Juana fa toca.... Está ví4to que no poditemo isac/Latízak Lo vívído. Me ganó gítana, 4ín du da ea má4 ¿O ta que. yo. La multitud no escucha:- ba los requerimientos (...)
(S.E., p. 210)
Con el mismo recurso, se cuentan alternadamente el en-
cantamiento del mulo del Umalu y el canje que hace la Orqho
María a la muerte, su concubino. Además este capítulo es
particularmente interesante porque hay en él un claro afán
de búsqueda de ambiguedad (ambiguedad en los signos linguís
ticos) en el discurso. En varios párrafos el lector debe
releer para saber si se trata del mulo o del concubina. Es
te efecto es voluntariamente buscado por el autor para mos-
trar el borramiento de las fronteras espacio temporales en
el mundo mítico.
y después le envolvió la garganta como si pade - ciera de anginas. Apagó la vela y se entrego al descanso, hasta su completa y definitiva. recupe-ración. Tuvo pena, Mucha pena por su machito . Sabía que el mulo estaba triste.
(S.F., p. 7R)
En general, los párrafos que se alternan son demasiado extensos
y el recurso aparece sólo en uno que otro subcapitulo.
127.-
La superposición espacio-temporal y la variación temá-
tica son una constante en la obra. Además de estas histo-
rias en las que se ensaya la narración en profundidad, se a
ñaden noticias periodísticas que hacen alusión a situacio-
nes políticas en otros países latinoamericanos. El diario -
de un guerrillero nicaraguense. Dos actos de drama que
muestran una sesión de las cámaras y, acompañando todas las
historias, el discurso sobre la situación general del país
en este momento de crisis, la política, la dependencia, los
funcionarios de gobierno, la Patiño Mines, etc. Toda esta
variación temática envuelta con el manto del realismo míti-
co que se filtra, que penetra por todos los resquicios de la
novela.
Mientras en El Precio del Estaño (primera edición) se
narraban los acontecimientos que llevaron a la masacre y és
tos constituían el hilo de la 'historia' al que todos los
demás se sometían en relación de dependencia, en El signo
escalonado, las transcripciones periodísticas, y el diario
de Sandino permanecen como unidades temáticas que tienen po
tencialmente valor de símbolo, y que sirven para completar
la dimensión de la colectividad con sus eternos problemas fel
cíales y su lucha por superarlos.
Pero casi nunca(*) cruzan sus hilos con lo que podría-
(*) Una ver: Fite.sía hace alusión a Sandino: "Yo me había acostumbrado a él (...) su plática de países remotos, de Nicaragua y Sandino y
128.-
mos llamar 'la línea narrativa central'. El 'diario' de
Sandino, que acaba en un manifiesto, corre paralelo a ésta.
Las noticias periodísticas permanecen en un mundo paralelo
y constituyen una especie de 'leit-motiv' en torno al tema
de los golpes de estado militares.
Pero además, muchas de las historias que se cruzan o
mezclan con la historia central están relacionadas sólo ar-
tificiosa o tangencialmente.
Las historias incrustadas en el cuerpo de la novela pro
lucen la segmentación técnica del relato, de ahí por qué los
hechos aparecen perturbados, dislocados. Y además percibi-
mos un cierto divorcio entre los distintos polos (historias)
que asisten un tanto por separado.
Por otra parte, la intercalación de historias se mate-
rializa a través de la acumulación superpuesta de planos es
pacio-temporales, de elementos:narrativos y descriptivos
profundamente imbricados, verdadero laberinto exploratorio.
De esta manera, la estructura de El signo escalonado -
revela una técnica experimental de tipo barroco que explici
tamos a continuación.
1 29.-
ESTRUCTURA
Como ya olmos, surgen en el caudal narrativo unas y otras his
torias que no tienen que ver aparentemente con la historia
central. Este quebrantamiento único narrativo a nivel de
discurso implica un cambio. Pasamos así del discurso narra
tivo literario, al diario documental de un guerrillero nica
raguense; tampoco las transcripciones periodísticas están
al mismo nivel de la diégesis (historia), sino que signifi-
can otro cambio de discurso, esta vez del narrativo litera-
rio al documental-periodístico; o, al acto teatral, en el ca
so de la sesión en el Parlamento. Al alterarse un elemento
del sistema de relaciones: lo extraordinario cohabita con
lo cotidiano, el sistema total de relaciones cambia y la es
tructura general de la obra varía.
Los diferentes tipos de discurso que se insertan, ha-
cen que 'el contar' y 'el transcribir' tengan un ritmo des-
acompasado. No se integran en el discurso en forma fluida
y natural, esto crea en el lector una especie de sobresalto
o extrañeza, de ambiente propicio para lo mágico; lo irreal
que se introduce.
Y al ser insertada esa realidad mítica en la novela, se
produce una especie de explosión en la estructura novelesca,
explosión que se manifiesta en búsqueda de caminos que per-
mitan reflejar esa realidad. El doble mundo constituye una
1 30 -
especie de trampa mágica para la estructura, puesto que al
instaurar un mundo que es 'otro mundo' instaura también una
serie de elementos 'ajenos' a la estructura lineal y crono-
lógica del mundo 'realista'. Aquí sería válido retomar la
frase de Octavio Paz (5) cuando habla sobre la Fiesta: "el
caos regresa y reina la licencia", rompiendo con el afán or
denador del mundo de nuestra anterior novela El precio del
estaño.
En efecto a diferencia de, su primera novela basada e-
sencialmente en una historia, El signo escalonado, en líneas
generales, se estructura en base a la segmentación de las
distintas historias que luego van siendo narradas fragmenta
riamente. A esta segmentación se suma la narración de los
hechos ordinarios y los extraordinarios sin cortes, ruptu-
ras, enfrentamientos o explicaciones. Es como si la visión
caótica que se busca dar a través de la segmentación y la
multiplicidad de historias, quisiera representar el caos del
país y esa visión del mundo típica del latinoamericano, tam
biefl caótica para el extraño.
Es seguramente esta visión caótica la que lleva a Gaby
Vallejo de Bolivar. (6) a afirmar que la obra está "estructu-
(5) Octavio Paz; Laberinto de la soledad ; Editorial Fondo de
Cultura Económica; Méx. 1979; pág.
(6) Gaby Vallejo de Bolívar; "La dimensión mágico-mítica en El signo
escalonado"; Presencia Literaria; La Paz, octubre de 1976.
1 31 . -
rada a manera de Collage", pero lamentablemente como a su -
articulo "sólo y sobre todo le interesa el ingreso al mundo
mágico" no hace ningún comentario más acerca de la estructu
ra de la novela. Pero, evidentemente esa es la impresión
que da la estructura o forma de la obra que nos ocupa. Ta-
boada Terán salta de una historia a otra, de una técnica a
otra, de un género a otro, del mito a la transcripción pe-
riodística, etc.
Prefiero a modo de ilustrar esta idea, pensar en la no
vela como un rompecabezas con varios motivos. Cada Moti-
vo tiene sus piezas, capítulos y es, en cierta manera, un
tanto independiente de los otros, aunque guarda relación
con el todo. De ahí que un motivo o un pedazo del rompeca-
bezas tiene muy poco que ver con el motivo central, pero de
alguna manera tiene que ver con el conjunto.
Se establece así una suerte de alternancia narrativa :
Damián/Fresia - Orqho María - Edmundo/Francisca - Regina/Pa
chacho - Cnl. Clicerio Reinoso-Obispo/Martina/Obispo/Genera
la de las cruzadas pontificias, etc., etc.
Hn estas secuencias se halla el núcleo constructivo de
la novela, puesto que a partir de ellas surge el encadena-
miento laberíntico de las unidades para constituir fragmen-
t ariamente el enunciado entero
132.-
Enunciado fragmentario y caótico que no es ordenado ya
-como en el Precio del Estaño- a través de la mirada de un
narrador omnisciente en tercera persona.
Penpectíva3 de ví4íán de lo nannado
Así, también desde el punto de vista del narrador, ve-
mos la tendencia de incorporar nuevos recursos. No nos en-
contramos ya frente a un narrador único en tercera persona
como era el caso del narrador de El Precio del Estaño.
En la 'introducción', de estilo entrecortado y que ins
taura al personaje Damián en el discurso, el narrador es un
narrador espectador (no omnisciente - no protagonista - man
tiene distancias). No obstante, este narrador en tercera
persona, que acompañará algunas de las micronarraciones re-
lacionadas con Damián y las demás secuencias 'narradas', va
ría respecto a su conocimiento o información, en relación a
los personajes, entre la equisciencia y la omnisciencia. A
demás, se introduce un nuevo procedimiento: la narración en
primera persona. A las narraciones en tercera, y por tanto
relatadas desde el punto de vista de alguien que ve todo
Gesde Cuera, se une la voz de Fresia que como protagonista-
133.-
mera (yo-Fresia), en la micronarración referente a Pachacho
y Regina, se entremezclan la narración en primera, donde el
yo corresponde a Regina (yo-Regina) y la narración en terce
ra de un narrador espectador.
Surge también otro narrador en primera que relata los
'hechos' de Nicaragua de los que parece ser protagonista
(yo-César Augusto Sandino, guerrillero nicaraguense). No
podemos dejar de sentir que el yo-narrador correspondiente
al guerrillero nicaragüense, parece permanecer, por la poca
o ninguna relación que guarda con la trama de la obra, en u
na relación extra-textual a la novela. Las fechas que pre-
meditadamente parecen introducirse siempre en estas micro -
narraciones que se relacionan con Nicaragua y que aluden a
acontecimientos o hechos históricos 'reales' y por tanto ex
tra-textuales, parecen reafirmar esta impresión.
Por otro lado, encontramos la inserción de las noti-
cias periodísticas, que en general se asocian con golpes de
estado de parte de militares en otros países de latinoaméri-
ca y el anuncio de 'reconocimiento' inmediato a estos nue-
vos gobiernos, de parte de los poderosos del norte.
A nivel narrador, estas transcripciones y los dos ac-
tos teatrales, implican una clara intención de poner al lec
tor en contacto con la situación sin ninguna mediatez, esto
sin la interposición de un' narrador.
1 34.-
Los cambios en las perspectivas de visión de lo narra-
do que hemos analizado, cumplen una función estructural en
la textura compositiva y por tanto también en el estrato se
mántico. Veamos.
L a denuncía
Al hablar de las micronarraciones en primera persona,
yo = Sandino, habíamos dicho que éstas se relacionaban con
una historia real y por tanto extra-textual. En efecto, es
te rasgo explicita el sentido social de la obra y desde es-
te punto de vista, estas secuencias son muy importantes en
relación a la realidad de dependencia e injusticia que se de
nuncia en la novela; como un intento y una realidad de su-
blevación y oposición a esa situación ("una voz que encarna
el sentimiento revolucionario").
Guarda también relación con la situación de denuncia
la inclusión de las notas periodísticas. El objeto de in-
culpación se amplía a Latinoamérica y, a nivel interno ya
no sólo se trata de los mineros sino de varios sectores de
las clases marginadas: los pampinos, los desocupados, los mi
1 35.-
neros, etc.
Resulta claro, e desee Js autor ¿c smpl -
riarrativo: del problema rse da:2, sai±treras al 7roblera
c dec;ocy:pac.,os, a 1.a U:t. err¿. sz ace v J p
a-,72 ierto se instaura como una duda del mismo narra-
de qué pasará en el futuro: es-
una limitación impllcita
Que los persona
Tomon'Ic en Q,u,e Damián
e' fusilamiento c;r Edn"de -c - vendo nor
encuéntrase con un.
crprendido retrocedió dos pasos. Lr., r)achetere de la muerte, pensc3. En el rostro 1-;uaran,1 del Paraguayo, con oí os profundamente mediterráneos, se dibujó ,uria so.nrisa cruel. Damiáo. apretó los dientes sin -perderlo de vista, con el dedo ecr
-sir -ces f 5u5es eertes. en las '71.. a -les se nrn
de3c::_ a'le ene nc 'Aubes pero que podria haber ocu-
r-: : 2ra dz '..errnlaoi¿sn- de la lectura ante
rior n.. ue IT.r 1 ic.:7„ un csci-':radó *ncompletc se" Que
se puede sospechar, boro nunca tener certeza.
A u a7: tlaro sent e es denuncia, dado por la re-
136.
ferencia extra textual, hay una marcada intención de que los
hechos históricos reales pasen a segundo plano, al contra-
rio que en la otra novela. Por ejemplo, en medio del rela-
to de la historia de Francisco y Edmundo nos enteramos de la
renuncia de Siles:
Así que hubo dos suicidios. Dos suicidios? Sí mayor Rivas, sonrío con intención el anciano: el de esta infeliz enamorada del Diablo y el del Doctor Hernando Siles que acaba de dimitir.
(S. E., p. 29)
E .e m i .t o
Y esto se debe a que el primer plano le corresponde al
mito. En efecto, el realismo-mítico de Néstor Taboada Te-
rán apunta a una problemática social real (realismo), pero
sobre todo a un despertar a los rasgos de nuestra cultura
mestiza, que sugiere lo arquetípico boliviano y una espe-
cial manera de conocer (conocimiento mítico).
A partir de esta doble preocupación se estructura la no
vela. No ob-tnnte. por tratare de una obra intermedia, am
1-)0S ele, 11wqt0 todavía no armonizan
cowp!,• 11-1,1ino, noticias pe-
137.-
riodísticas-, queda medio a un lado.
A pesar de esto, en lo que podríamos llamar el hilo
grueso de la historia conviven hechos reales y hechos míti-
cos; se juntan realidad natural y sobrenatural, personajes
históricos y tipos arcaicos de la cultura; la obra es racio
nal y mágica a la vez, histórica y atemporal. Mientras,por
ejemplo, los relatos de la Orqho María son como detenciones,
paréntesis en el tiempo cronológico (el lector tiene la im-
presión de que el tiempo no corre en estos relatos míticos),
la historia Damián/Fresia da una sensación opuesta.
Es así que El Signo Escalonado muestra dos caras; por
un lado la clara intención mítica en las más de las unida-
des de sentido o micronarraciones, donde el narrador no se
halla preocupado por dar al contenido de sus enunciados un
valor referencial histórico inmediato; en cambio, la marca-
ción de fechas, que son un claro código veridictivo en la
parte que alude a Nicaragua, muestra una clara búsqueda de
relacionar el texto con una transtextualidad (intencionali-
dad.-realista).
Según como entendemos en este trabajo la noción de "for
ma" o "estructura", en la novela que estamos analizando se
1 38.-
ha instaurado -al lado de una historia lineal y cronológica
un elemento 'nuevo': el mito ('nuevo al menos en la fuerza
que cobra inmanentemente en el texto!). Las 'reglas' de jue
go', las leyes que ordenan los elementos, partes o materia-
les de la novela han sufrido un sacudón: se ha perdido la
visión clara y regente de la anterior novela: mostrar un a-
contecimiento desde sus comienzos hasta su culminación o fi
nal. El 'mundo novelesco' que se desea expresar se ha am-
pliado, complicado, enredado con las nuevas leyes que impo-
ne el 'elemento extraño' en la textura novelesca. Ya no nos
encontramos frente a un mundo que se construye ordenadamen-
te:
comienzo camino final
sino frente a un mundo mucho más amplio donde la diversidad
de historias, tiempos, personajes, etc., es tan grande que
da la sensación de caos: la novela se estructura como un
rompecabezas ("collager") para dar precisamente esa 'sensa-
ción' de caos. Todo se experimenta. La novela es búsqueda
de expresión de ese mundo caótico y confuso donde conviven
lo real y lo supra-natural. Bolivia, pero inmersa en un caó
tico mundo latinoamericano de golpes de estado militares, y
en un enclave de dependencia. Un esto complejo ámbito sur-
u.e la Guerra como resultado de una serie de intereses crea-
dos, cuya delimitación se hace también difícil. Donde las
historias individuales convivei con la historia colectiva,
donde. cosas distantes. tal el caso de Sandino en Nicaragua-
139.-
lejanas, aisladas, entretejen, de alguna manera, una red de
relaciones sutil y aparentemente inexistente y que, sin em-
bargo, está ahí.
La forma o estructura novelesca se presenta así, como
una relación. La irrupción franca y total -en contraposi-
ción con El Precio del Estaño (primera edición) de lo míti-
co-mágico, da como reflejo en la forma de la novela una vi-
sión laberíntica de temas, personajes, técnicas literarias.
El sentido de fractura de la realidad alcanza su expre
sión en los cortes narrativos, en los cambios de las formas
de discurso, en la multiplicidad de líneas del discurso; es
to hace que sobrevenga en el lector una impresión laberínti
ca, pero también, "la realidad" en su complejidad irreducti
ble a la simplicidad donde parece haber la intención de
crear un ambiente propicio al mito que se inserta. Los de-
más materiales constructivos buscan adaptarse a él. En el
caso de los personajes, a través de la inserción de una ma-
ga como la Orqho; en cuanto a los procedimiento del relato,
estos buscan su apertura. Se expanden, se dilatan para po-
der adecuarse mejor a la realidad novelesca. En cuanto al
tiempo, se vuelve a veces retardado, a. veces subjetivo, a ve.
ces mítico. Se ensaya, entonces. el relato alternado para
dar cuenta de acontecimientos simultáneos, o que guardan u-
na relación mágica de similitud.
1 s como si el autor hubiera puesto un explosivo a la o
140.-
bra (el mito), este hubiera explosionado y el autor recogi-
do todas las partes como iban cayendo y reconstruido la his
toria, pero sin ordenarla, sino tomando cada una de las par
tes y leyéndola hasta el momento en que se interrumpe, para
luego tomar otra de esas partes y hacer lo mismo, y así su--
cesivamente.
En esas historias interpoladas está presente la doble
Ca: de la "realidad", real-histórica vs realidad mítica.
141 . -
MANCHAY PUYTU
el amor que quiso ocultar Dios
"Aparece todavía la ídea de utítídad polítí-ca y edílíeante de la novela peto mezclada ahorca con tazone4 que revelan 4u madurez /í teitahía, con jaícío4 en que convergen lai demanda4 de nacíonalímo y tealímo con exí gencía4 e&tetíca4 telatíva4 a /a aAquítectii /La de la obila y al Piatamíento del tema".
BERNARDO SUBERCASEUX
La itealídad mítíca
Comprobada la presencia notable de una realidad de do-
ble faz, dirigimos en este momento nuestra atención hacia el
modo en que ella emerge en el Manchay Puytu.
El mundo de esta novela es un mundo donde lo real y lo
mítico conviven sin márgenes que los separen. Esta convi-
vencia se logra a nivel de personajes, con la inserción de
Ñauparruna, por ejemplo; o de Coaquí, el viejo que tiene u-
142.-
na visión mítica de la vida y de la muerte; o de Fray Anto-
nio y María, del Bigardo, etc. Coexisten en este mundo hom
bres comunes, demonios, ajayos/almas que penan, etc. For-
man también parte importante de este mundo los sueños premo
nitorios y la inmersión o el enfrentamiento de los persona-
jes a hechos que se superponen a la experiencia ordinaria.
Retomemos parte de un párrafo ya citado: "Y de un tirón
descubrí un forado y una hoya profunda de aguas pútridas --
baba del Diablo- que se la estaba comiendo la casa". ... No
puedes hacer nada porque es el Ukhupacha, el mundo subterrá
neo, me respondió mortificada. ¡Un hambriento Ukhupacha: -
(M., pág. 28). Tanto la abertura como el mundo subterráneo
son entes vivos capaces de comerse una casa. La percepción
de los personajes se torna mítica, el hombre no se enfrenta
a una materia muerta sino a objetos maléficos que pueden a-
carraer su desgracia, su perversión o su muerte. Ejemplifi
ca la introducción de creencias -entre cristiano-religiosas
e indígenas- como percepciones naturales de la vida cotidia
na el siguiente fragmento.
Las malvadas perseguidoras del género humano lla madas Desdichas, emparentadas con el Demonio, e-s-
taban anunciando visitar el negocio para introdd cir infortunios. Y quién sabe si no la muerte misma. No otra cosa significaba la extraña e in usual aparición de una chicha enturbiada y agusá: nada, pese a que en su proceso se manteníalapro-
ligidad tradicional. (...) En vano añadían cabe zas de bueyes o corderos desollados, gallinas ;5- pichones para que tenga recia estabilidad, color áureo y sea agradable al paladar. Aseveraban los Potocos que sus enemistades habían echado ma no de oscuros mandatos perturbadores -el terril ble mal de ojo- y consultaron esta vez no a los
143.-
hechiceros 'lidio,. ;:nt, os curas de la Iglesia matr ,., dn mostrarles a tos San- tos mas severo~ de '1, treinta y tres Iglesias de la 1 ppe por ,Wpvas piadosas -joyas, mi- sas, cons'rucclon de capillas, altares y templos suhur'\ano podían desbaratar los maleficios del
y asegurar milagrosas prosperidades. Pa-ra tos ,J1icheros el mas grande era San Nicolás de Telentino y acordaron balo sus auspicios to-mar Ulla Misa de Sa1u1.1 en la Iglesia de San lide-lonso.
P. SO)
En la obra, ue telúrica le c: o!ica se oponen en cier
ta manera
El subtítulo de la novela: "el amor que quiso ocultar
Dios" es muy sugerente a este resuec'o. Evidentemente, a
través del texto se ve conirmado ese 'quiso' sólo como una
intención de hacer algo y su incapacidad de realizarlo. Se
ve aquí una clara negación de la omnipotencia del Dios cris
tiano. "Quiso" hacerlo pero no pudo, puesto que a través
del epílogo el autor nos muestra que a pesar de todo -y la
historia extra textual así lo confirma- el "Manchay Puytu"
fue y es muy conocido.
Tanto en el Manchay Puytu cuanto en El signo escalona-
do surge la oposición de las dos "creencias". En el signo
escalonado, el amor del Obispo por dos monjas sirve para de
bilitar la le catól ica. En Machay "uytu el amor del Tata
cura tiene el mismo fin respecto a la religión cristiana; el
inverso, respecto a la telúrica.
144.-
En ambas novelas se toca el problema del celibato. En
El signo escalonado en son de crítica, en Manchay en son de
justificación. Sin embargo, la mútua contaminación de civi
lización cristiana y cosmogonía indígena origina una parti-
cular manifestación que caracteriza al nativo hispanoameri-,
cano en el que se mezclan también, en particular mestizaje,
la visión de mundo heredada de sus antepasados y la que re-
ciben de los conquistadores.
La relación que existe entre mito y rito (ritual, jue-
go) es también muy importante:
El espíritu creador juega con las cosas que ama. De donde el que pueda considerarse fácilmente co mo cosa de juego toda actividad creadora cuyas posibilidades permanezcan incógnitas para la ma-sa.
(7)
El vestir y enjoyar el cadáver de María es como un jue
go de una niña con su muñeca, pero como hace notar Jung y A
ronne "juego por íntima virtud, juego por íntima necesidad"
(8), un juego que no se agota en sí mismo sino que persigue
algo duradero y vital: la resurrección.
Como Dante, Fausto y Cortázar, el 'tata cura' va en
busca de la mujer perdida; pero en nuestra novela se busca
(7) Cit. por Lida Aronne Amestoy; Cortázar la novela Mandala; Ed. Fer nyreifn (:arria rAmkpírn. RC / c_ 1 q72_
145.-
la recuperación a través del cuerpo.
Otro ritual que se repite en la novela es el baño del
cadáver de María. Mircea Eliade al referirse al simbolismo
del agua dice:
El contacto con el agua significa siempre regene ración; por un lado porque la disolución es se-guida de un 'nuevo nacimiento', por otro lado porque la inmersión fertiliza y multiplica el po tencial de vida.
(9)
Todos estos ritos se relacionan, pues con el fin que
persigue el protagonista: la resurrección de la amada; el ta
ta Antonio recuerda que es pecado lavar con agua caliente a
un muerto, por tanto lo pecaminoso está en la calidad del
agua, no en el acto de lavar un cadáver que persigue más
bien "un nuevo nacimiento".
En esta perspectiva se torna necesario considerar el
poder mágico de ciertos términos y pasajes y aún el proceso
cabalístico de algunas escenas que se reiteran a lo largo de,
la narración. En esta reiteración de las escenas rituales
del acto del amor del cura con la muerta, podría verse 'lo gro
tosco'; sin embargo, en el mundo mítico de la novela se jus
(9) Citado por José Carlos Garbuglio; El mundo mágico de Guimaraes Ro
146.-
tifica plenamente por dos hechos: primero, el fin inmedia-
to que persigue el protagonista y al que ya hicimos alusión:
la resurrección (resurrección del cuerpo, por la recupera-
ción del ajayo en la concepción indígena, y, por el otro la
do, resurrección de un muerto, hecho posible y absolutamen-
te creíble por la tradición religiosa cristiana establecida
por Jesús a través de la resurrección de Lázaro y del herma
no de Martha, hecho que se retoma en la novela (M. p. 69) .
Y, segundo, (elemento inmanente al mundo mítico de la obra)
como asentamiento o reconocimiento de la validez de la rea-
lidad mítica en la frontera vida-muerte.
Gana vigor en la novela la idea de un universo regido '
por la fuerza. de los opuestos, presente siempre. Además, esa
las cosas muestrawdoble faz que perturba la necesidad uni-
taria de aprehensión propia de la captación racional, con
lo que ésta queda descartada.
El mito es elemento fundamental en la cosmovisión lati
noamericana (sinónimo de mestizaje para nuestra 'realidad').
Igual que el carnaval es esencial en la cosmovisión medieval
- Bajtin (10). y elemento indispensable del folklore popular,
el mito es esencial en la visión de mundo latinoamericano y
participa con el carnaval de algunos Factores comunes. Por
(10) Mijail Bajtin; La cultura popular en la Edad Media y en el Renaci miento; Barra] Editores; Barcelona 1974.
147.-
ejemplo, la pérdida de la importancia del factor tiempo; la
desproporción; la sálida del mundo 'cotidiano' (por llamar-
lo de alguna manera) para sumergirse en un mundo donde se es
tablecen las propias reglas de juego; no en atención a las
del mundo 'real', sino a las del mundo carnavalesco o míti-
co, respectivamente, etc.
Procuraré mostrar que los problemas convergen, básica-
mente, hacia una visión mítica de la realidad. Reflector
de los demás aspectos, el mito asume una función transforma
dora de la forma de la novela, de vehículo de cambio de la
estructura.
A partir del mito, la novela se estructura de una manera pe
culiar. Pasemos a desentrañarla.
FAtnuctuna en y undaad
La novela realista produce la sensación de falta de re
lieve, justamente por el relato lineal. El mundo real-míti
co por esa su bi-valencia constituye una visión en profundi
148.-
dad de la realidad, y esta visión en profundidad la mani-
fiesta Néstor Taboada Terán a través de lo que llamaré 'es-
tructura en profundidad'. La técnica consiste en jugar con
el relato, como lo haría un director de cine al disponer de
dos o más cámaras. Por un lado se enfoca el conjunto, por
el otro o simultáneamente - aunque por fuerza al ser el re-
lato narración, el autor debe poner un elemento detrás de o
tro, cosa que no tiene por qué hacer la imagen- la parte. -
Narrando simultáneamente por una parte el todo y por la o-
tra la- parte, logra nuestro autor lo que con las cámaras se
conseguiría si una enfocara el todo y la otra la parte, y •
se insertara la parte en el todo. Esto hace que el todo
quede como en bajo relieve, y sobresalga (alto relieve) la
parte lográndose así el •'mismo efecto que en una talla. por
ejemplo, logra el artista barroco en el juego de bajos y al
tos relieves. Aclaremos que el autor introduce ambos 'espa
cios' narrativos, en una secuencia alternante, pero sin va-
lerse de nexos explicativos o aclaraciones respecto al paso
de una a otra perspectiva. Los diferentes planos de narra-
ción se presentan así entrecruzados y el borramiento:del 11
mite entre fronteras da también la sensación de un ambiente
'raro' (?), creo que se puede emplear aquí acertadamente el
término mágico.
Esta escritura (en profundidad) se adapta mucho mejor
que la escritura lineal escueta y ordena del realismo, al
mundo real mítico, caótico, surrealista y barroco.
149.-
Veamos un ejemplo de la estructuración del relato en
profundidad: es el momento en que, en la Iglesia Matriz,un
Notario lee el Edicto de las Delaciones de la Inquisición,
En este capítulo 'se relatan simultáneamente' la lectura del
Edicto, la historia del Ermitaño de la calavera, la entre-
vista entre el padre Antonio y el Negro Bienvenido Catanga.
O si sabéis que en poder de algún escribano, no-tario u otra persona están algunos autos, infor-maciones y probanzas tocantes a los delitos seña lados en este Edicto, si supiereis que alguna persona posee bienes confiscados por el Santo O ficio o que le pertenezcan en cualquier manera. Negro esclavo, agradece a Dios la oportunidad que te está dando! Y escrupulosamente le expli-có que le llevaría a la otra vida un mensaje con fidencial. Su existencia era un paciente suici7 dio, una lenta agonía. Tenía el cuerpo de la imilla en la casa ¿Conoces la casa? esperando la resurrección ¡El retorno del alma:. Para él Ma-ría Cusilimay seguía siendo su amor supremo. Ay, el demonio en forma de fraile, ni más ni menos . Si la encuentras en el Wakayñán regresa rápido a darme la buena nueva, te esperaré. Ay, ay, que-ría hablar y en vano movía su boca,- sus palabras salían sin sonido. Estaba visto que el Negro te nía mayor apego a la vida que a la muerte. Cosas raras están aconteciendo en la Villa, había di-cho Doña Dolores, a propósito del Ermitaño de la Calavera que murió dejando la confesión escrita de su horrenda venganza. ¡No tengo que irme a la tumba con el secreto a cuestas: Dejó dicho en el papel el asunto con tanto naturalismo y con tal riqueza de detalles que nadie osó dudar de la verdad. La Inquisición antes de enviar a la pira funeraria al caballero, buscaba confiscarle sus bienes, deudas y préstamos.
(M., p. 156 y 157.)
Ha sido una cita muy larga pero que considero necesa-
ria puesto que es particularmente ilustrativa del estilo de
1 50.-
la obra. Además, esclarece muy bien la manera de estructu-
rar el relato en profundiad, que no siempre es fácil de ex-
plicar en palabras. En este capítulo el autor juega con
tres micronarraciones. La centra', que en el enfoque del ca
pítulo en su totalidad se percibe en un primer plano, es la
de lo que ocurre (no es mero diálogo como se ha podido ver
por la cita) entre el Yaya Antonio y el Negro. La historia
del Ermitaño de la calavera (constituye una especie de con-
trapunto a la narración central; forma una micronarración
completa, con inicio, nudo y desenlace, tiene momentos de
tensión, y la intriga se devela después de la muerte del Er
mitaño y su condenación por parte de la 'Santa Inquisición'.
En tanto, la lectura del Edicto de las Delaciones constitu-
ye una especie de responsorio de los otros discursos narra-
tivos. Responsorio que es a la vez enumeración de las cul-
pas en las que se puede caer, y verdugo de los dos protago-
nistas de las historias: el Ermitaño, primero, el tata cu-
ra, después.
La técnica del párraro, además, muestra el deseo de
desdibujar fronteras. Asi los límites entre una y otra his
toria son borrosos y el mundo que se muestra confuso. Esta
misma sensación la podemos percihr ,,,T1 otra parte del capí-
tulo cuando el narrador introduce la historia del Ermitaño
al caudal de la narración:
(...) Ocultando el oscuro desaliento que parecía
151.
.1, t tue acercando el padre 'rodeado de un grupo de
.;ae c 'ciaban sus ocurrencias . 11ande, seducía
al,Lande yg. quf hombre aquel Er- linde esperaba desna
llo
,Ouien
reemos, que,
n, Primero, Primero,
qt_g~ vende sus
• ,:es en la pla d, -que hombre
rmitago t ..,nsar que es el
rmrtano. -• ,o; vennos a creer que
el e r a 'Ida. Otro medio im
Portante a
mon _'el toro canta-
(p. 158)
!ele a•Tetorías se ponen en la
\ de Jet reuita el mismo efecto de
1 ,orramtento nordes, meelantg. • n otro procedimiento.
Y, finalmente, creo que (‘sto es lo más importante-, a
través del continuo horramiento a lo largo de toda la obra
de las fronteras entre vida-muerte y muera-vida. Los lími-
t es de ambas realidades se desdibujan no sólo para los per-
sonajes sino también para el narrador (esto da lugar al es-
152.-
pacio mítico en que se desarrolla la obra). Sirva de ejem-
plo el párrafo que cito a continuación y en el que el narra
dor atribuye a la muerta una cualidad y una actitud que só-
lo puede atribuirse a un vivo:
Pacientemente la difunta esperó que cubriera el túmulo abierto. Falto tierra y tuvo que prestar se (...)
(M., p. 71)
Pero además María es la muerta-viva (M., p. 170), y es
particularmente ejemplificador del borramiento de fronteras
al pasaje siguiente:
;Ay! yo la he matado!, Jesús, Jesús, se tomo la cabeza, la razón se me turba, estoy desvariando, tengo que tranquilizar mi ánimo exaltado, anoti-ciarla que me encuentro junto a su cuerpo inerte que espera la señal del retorno para levantarse y caminar. Como Lázaro al borde de la resurrec-ción. Y escuchó que la difunta le decía con voz acongojada ¿por qué tienes que deseperar si yo no soy más que una India nacida para el sacrifi-cio? Y él enajenado no, no, no me puedes decir eso mamita.
(M., p. 134)
Los personajes, el narrador, y, por ende, el lector de
Néstor Taboada Terán a momentos parecen tomar conciencia de,
que María está muerta, y, por tanto, hay como refucilos que
parecen iluminar una realidad 'real' (por llamarla de algu-
na manera); pero esto no niega la validez de la otra reali-
dad (la rPa1 i rlarl miti cal InnrIP l oc límitPq PfltTP vida/mnPr-
153.-
Los temas vida/sueño/muerte se hallan estrechamente en
trelazados en la obra y contribuyen también al desdibuja-
miento de las fronteras entre vivos y muertos, a través del
que se consigue el "efecto discursivo del encantamiento't en
Manchay Puytu:
Alquimista del sueño, perturbado por sus desalien tos soñaba creyendo hall arse despierto.
(M., p. 104)
Otra manera de lograr la 'estructuración en profundi-
dad' consiste en narrar simultáneamente lo que pasa en el
mundo exterior (hechos que acontecen en la ficción noveles-
ca) y lo que ocurre interiormente en la conciencia del per-
sonaje central. Veamos en este caso la conversación entre
el Tata Antonio y el Ilustrísimo Obispo:
(...) desconcertado veía el viejo Prelado cómo empalidecía el sacerdote, estás débil sin duda por el largo viaje, Qué hago aquí sin tí, Ma-ría, criatura de Dios, Warmi que cantas en mi corazón? Debo retirarme, Ilustrísima, no me siento bien. Espérame en casa, urpila palomi-ta mía, voy ahora mismo. Sí ilustrísima,se ir guió rápidamente (...)
p. 34)
La adopción de estas técnicas permite dar una visión
totalizadora de la realidad, retratar el mundo (mestizo en
este caso) en su complejidad y romper la linealidad del len
154.-
guaje que, de otra parte, también se desdobla: de un lado
está el lenguaje narrativo que relata los 'hechos objetivos'
del mundo representado; y, del otro lado, un lenguaje líri-
co, erizado de subjetividad, ligado a la experiencia humanal
Y que se manifiesta sobre todo a través del M011151(TO interior.
Va los monólogos interiores de Manchay Puytu: la tensión ex
presionista del lenguaje apunta hacia el clímax de un alma
que ha llegado a las fronteras de la vida. La Ylarración
fluye desde la conciencia misma del protagonista representan
do su propio proceso de enunciación ya que el narrador es él
mismo.
- Pareciera que Manchay Puytu es sobre todo un dircurso
sobre la muerte, pero es también y necesariamente, desde la
posición del tata Antonio, un discurso con la muerte, y por
tanto, un discurso que en muchos casos -a veces María habla
con el Yaya Antonio desde el; Wankañan-, no encuentra res-
puesta, sólo silencio y soledad.
Entonces, el diálogo-monólogo se torna puro monólogo
interior, rico en connotaciones afectivas y todo configura
un detallado friso en dos planos simultáneos -interior y ex
terior - de barroco relieve.
El lenguaje adquiere as5'.. 1 (1 n(1 difusa, ambi-
gua: Marla está viva,; ilc,ría está muerta; la muerte existe,
y no existe; el amor es y no es culpable: el héroe se sien
155.-
te y no se siente culpable; la resurrección es y no es posi
ble.
(María) Yo, al principio, no sabía si estaba vi-va o muerta, caminaba (...)
(M., p. 116)
(Antonio) Quien sabe si no estoy muerto también y no sueño que me encuentro vivo.
(vl-, p. 99)
Durante mi ausencia murió la imilla que me acompa fiaba, llegaste a saber?.
(M., p. 161)
sin embargo
El cura le prodigaba su alma sin tasa ni medida. El amor. El tremendo significado del amor. Los ojos claudicantes de la difunta cobraban un ma-tiz singular, sonreía.
, p. 171)
En este sentido, la doble faz de la 'realidad' se tor-
na la norma y apunta a la zona de la ambiguedad donde el as
pecto referencial se diluye y lo inteligible se vuelve difu
so. La atmósfera ambigúa que atraviesa toda la novela no se
logra a través de la postura del narrador como en Roa, ni a
través del reconocimiento por parte del narrador de la biva
lencia de las cosas y la precaria capacidad del lenguaje de
156.-
reproducir la realidad (dificultad de contar) en Guimaraes
Rosa; sino a través del borramiento de Fronteras entre la
realidad objetiva y la realidad mítica (y en el caso espe-
cífico del Tata cura, entre la realidad objetiva y la reali
dad subjetiva).
La palabra logra a través de los recursos anotados cap-1
tar y traducir el mundo de las ambiguedades, y tanto el na-
rrador como el personaje y el lector participan de las mis-
mas perplejidades, dificultades y dudas de ese mundo ambi-
guo del que la novela busca ser expresión.
El realismo mítico constituye una nueva forma de expre
Sión, para una nueva visión de realidad. Visión de reali-
dad en profundidad (realidad objetiva más realidad mítica)
que significa un adentrarse en el alma del pueblo para dar-
nos su pecular vivencia de la realidad, donde la magia y
los mitos se funden con el acontecer cotidiano. Esta visión
en profundidad debe, necesariamente, en la novela, manifes-
tarse en lenguaje. Y Néstor Taboada Terán, a través de la
estructura en profundidad, logra hacer que el lenguaje sea
reflejo de esa visión en profundidad.
La novela del Manchay Puytu es una visión verbal de la
realidad, que resulta modificada por el realismo mágico co-
mo fundación de un mundo. La Función del lenguaje que pre-
domina en la obra es la descripción narrativa: el estilo
157.-
de la obra logra que el lenguaje instaure un mundo en pro-
fundidad a través de la palabra. En este sentido el proce-
dimiento de la estructura en profundidad lograda por el au-
tor es reflejo del mundo que se busca mostrar.
Estructuralmente la modalidad descriptiva del discurso
literario funciona como metáfora de una realidad connotati-
vamente modificada: la realidad real-mítica. En este senti
do la palabra en profundidad (estructurada en profundidad)
es la realidad vista en profundidad.
Attennancía, íntetca/acíon
A nivel de la historia,, la estructura en profundidad
se logra a través de una serie de historias que asocian es-
trechamente la vida y la muerte: la historia del Bigardo, es
pañol depredador de doncellas; la historia de la Sevillana;
la historia del erminaño de la calavera, etc., y que se al-
ternan con la historia básica.
Esta idea de asociación vida/muerte exteriorizase mu-
chas veces en la obra y una vez se explicita claramente en
la voz del tatacura: "Imitando el grito de los desespera-
158.-
dos comprendí entonces que el Amor, la Muerte y Dios eran la
misma cosa." (Pág. 223). A todas estas unidades narrativas
las acompaña -no separándose jamás de sus talones- la histo-
ria, la relación de los hechos históricos que muestran el
paso del incario a la conquista.
Pero, además se intercalan en el relato diversas leyen
das. Una de ellas es la de la Kantuta, que es narrada por
el alma de María Cusilimay durante una pausa en su peregri-
naje en el. Wakayfian, al Tata Antonio. Otra es la del Ukuma
ri, a la que se refiere el cura mientras saca la pantorri-
lla de María. Son leyendas insertadas en la leyenda básica
La presencia de esta última logra -puesto que se narra uti-
lizando la técnica en profundidad e que hicimos referencia-
romper un poco la tensión y hacer menos horrendo la descrip
ción del acto de Fray Antonio mientras saca la pantorrilla
de su amada.
(... ) el Jukumari vió que había sido abandonado por su mujer y su joven hijo. Con los ojos tris tes y melancólicos oteando el horizonte, echó flia. no de su quena y la impresionante música que in: terpretaba hizo llorar a las piedras. Levantó la pollera de la difunta hasta descrubrirle el si tío de la rodilla. Palpó cuidadosamente )
(M., p. 122)
159.--
A1anchay Puytt.t. vekdad extitatextual
Si la "estructura en profundidad" nos ha permitido des
cubrir una de las caras de esa 'doble realidad' de la que
hablé en un comienzo, es necesario ahora dirigir la mirada
hacia su opuesta: la realidad real y ver cómo se manifiesta
en el Manchay Puytu.
Valgamonos de una comppución con nuestra primera nove-
la El Precio del Estaño para establecer una característica
fundamental del discurso novelesco de la obra que nos ocupa
ahora.
- Soy partidiario - explicó el Secretario General-de actuar con cautela. Es mejor, compañeros, que declaremos previamente el pie de huelga, La Patiño Mines U, Lnterprises Gonsolídated Ene. y el Gobier-no pueden interpretar torcidamente- nuestras inten-ciones, acusándonos de haber ido a la huelga por razones extrañas a los trabajadores. Sugiero que el pie de huelga dure una semana, Si no hay arre glo en ese tiempo, el sindicato declararía recien la huelga general indefinida. Esto es más pruden te, compañeros,
(P.E. pág. 25)
[1 enunciado de este párrafo, tiene como referencia un
hecho extra-textual 'rea].', que en la "Cronología de los a-
contecimientos" del mismo libro se consigna así": 7 de no-
viembre de 1942.- En gran asamblea el Sindicato de Trabaja-
dores de Oficios adopta pie de huelga de 7 días.: Por tan-
160.-
to, busca su verosimilitud por el apego a "la verdad": an-
tes de que se produjera la huelga de obreros'el 42'y luego
la masacre de Catavi, los obreros, evidentemente reunidos
en gran asamblea, decidieron decretar pie de huelga durante
siete días. Si bien es cierto que el Secretario General pu
do haber empleado otras palabras y no exactamente éstas ( o
la idea pudo haber surgido de otro de los asistentes de la
asamblea), al no ser la novela un relato histórico, puede
permitirse estas libertades. Lo que se persigue no es una
reproducción exacta de los hechos -exigencia del enunciado- __
sino la reproducción de una realidad que sin alejarse de la
verdad, cree una reproducción a la Ve7 que verosímil y ape-
gada al hecho real: .estética. Simplemente lo que quiero
hacer notar es que nuestro primer libro está mucho más pega
do a la realidad real en su afán de verosimilitud y de de-
nuncia.
El Manchay Puytu, por el contrario, funciona en torno
reglas más distanciadas de la "realidad real". Se estable-
ce un sistema sujeto a sus propias reglas de juego, esto es
a las reglas de juego inmanentes al texto literario mismo :
un enunciado no será ni verdadero ni falso porque lo que se
asevera en él haya ocurrido o no en la realidad extra-lite-
raria, sino porque lo que se enuncia es verosímil dentro de
las reglas que instaura el propio mundo novelesco.
Y, así es tan verosímil un personaje como Francisco Pi
zarro o uno como Ñauparruna; o un discurso como:
Los Pizarra, Hernando y Gonzalo, tenían que reco conocer que él, junto con Don Vrancisco, había tomado un mundo donde Lodos los elep idos de Dios podían gozar y holgarse con repartimientos de in dios y ser señores de vasallos.
(M. p. 196)
Y Coaquí el viejo se dispuso a responder. Ha de bido ver el Cóndor Sagrado que cuando cruza el aire los que lo ven mueren.
(I., p. 24)
Como se puede apreciar la inten cionalidad de ambas no
velas en su relación con la "realidad" extra-textual es muy
diferente. En la primera novela se instaura un discurso li
terario que además de verosímil, es verdadero, el Manchay
Puytu, puede buscar o no una adecuación riel con la reali-
dad histórica, pero en general, sus enunciados obedecen ex-
clusivamente a las leyes intratextuales o inmanentes del ac
to de la enunciación literaria misma.
L a d e vi a vt e .{". a
En el Manchay Puytu no se procura, por lo menos en pri
1 62. -
mera instancia, mostrar un hecho histórico para denunciarlo,
sino más bien creemos que en las palabras de Raunarruna está la
clave: "Sin el pretérito no hay posibilidad de descubrir
el futuro". La obra es, pues, una búsqueda a través del pa
cado de las raíces de lo mestizo.
Esto, no quiere decir que la obra se halle exenta de de
nuncia:
Convocadas por la música de la aflicción de le a cercaron. también, cautelosas, las almas blandas -- y benignas de los jóvenes indios que habían ► uer to agobiados de trabajo forzado en los socavones del Sumaj Orqho, en el Mitanaj e y Yanaconaj e del Repartimiento y de la Encomienda....
(M., p. 137)
Pero, la denuncia es más sutil, menos directa. Sin em
Largo, el régimen de terror y sometimiento a que obliga la
colonia está vivo en la obra. Veamos lo que dice el Yaya
Antonio de la conquista:
Mi existencia no. fue más que un agónico relato en el letal proceso del miedo. He querido ver el rostro de Dios en el sufrimiento. ¡Vienen los cristianos, Wiraqochas jamushan!, (...) No venían a cobrarse los tributos sino los servi-cios de la Mita. De rodillas besando pies yl%1 nos les dimos la buena llegada. ¡Necesitaban mitayos para que en el. infierno de la mina, qui nientas cincuenta varas debajo de la tierra, rastrearan (...).
(M., p. 216)
1 6 3 -
La Tnquisición es la mano que porta el azote; La Igle
sía la que despierta el temor:
El miedo es el padre de la disciplina: Culti-varlo es imponer la obediencia. El orden o la hoguera... Se difundía desde el púlpito el es-panto, la pesadilla, el infierno.
, p. 219)
Le denuncia social subyace también en esta novela,a lo
largo de la obra. Los hechos históricos que corren parale-
los a las otras unidades de sentido, encierran muchas veces
l a denuncia. Asimismo, Ñauparruna la exterioriza frecuente
mente, o, ésta se deduce de los acontecimientos que se rela
tan, o se descubre en la voz del narrador, o se infiere de
de la situación del personaje central. Pero en general, la
denuncia no es el objeto principal de la obra, sino que se
busca la creación de un mundo total, en que la denuncia tam
bien tiene su rol.
La religión, que juega un papel importantísimo en la o
bra y se constituye en elemento fundamental de la conquista
y por ende del mestizaje, es presentada en su rol vital y re
presenta tamhb5n un elemento de denuncia.
164.-
1 n. Ci í e í o s
La manera cómo la obra presenta la historia -recorde -
mos que ya en el primer capítulo se nos da a conocer la
muerte de María y cómo su amante se entera del trágico fa-
llecimiento- hace pensar que todo es ya conocido; sin embar
go, encontrarnos, en una lectura cuidadosa, dos unidades na-
rrativas que mantienen la intriga y constituyen verdaderos
'nudos' del relato (o de un fragmento del relato)" (11). Me
refiero a los dos momentos en que en la obra se habla de re
surección:
(en el relato se alternan: el desentierro de Ma ría. y la resurección del lino. de Martha efectua da por Jesús).
Dice Jesús: Quitad la piedr. a, Martha, la heima-na del que se había muerto, le dice: Señor,hie de ya, que es de cuatro días. Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la glo-ria de Dios? Enconces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. De inmedia-to se dispuso a cavar la tierra con la champi..
p. 69)
Por otro lado se da también otro "Indicio": el capítu-
lo V[T del libro segundo relata cómo (aova Cusilimay perdió
una vez el alma y Ñauparruna fue en su auxilio y la recupe-
ró. Ambos indicios son muy importantes y se instaura desde
el interior del texto una duda en el lector, aunque no la
concientice: si la resurección es posible de acuerdo a am-
(mg crn(Inc rniiI,Tincne, -n1 crictinnn v n1 i ndlunnn-. y n1 a-
1 6S.-
mor del tata cura es tan fuerte, ¿podrá hacer resucitar
amante de Maria,, si Ñauparruna lo hizo una vez?
r(empo y epacío
Mientras en El Precio del Estaño se logra ese específi
co electo de verosimilitud mediante una estrategia narrati-
va concentrada en la disminución de la actividad subjetiva
individual y acentuando la colectivización de los referen-
tes, Manchay Euytu es un verdadero laberinto exploratorio
de la intimidad. de un personaje que, como personaje de le-
yenda, carecía de proCundídad psicológica.
El cura Antonio es el personaje nudo del relato. Este
hombre común. fasc=inado por la fuerza del amor, simboliza
al hombre boliviano o latinoamericano en su ambivalencia e-
sencial: indio y heredero como tal de una manera de conce-
bir el mundo v una especial manera de ser; y español por
conquista, (le donde le viene, por i mposición una cosmovi-
sión totalmente opuesta y un modelo de "manera de ser' con
trar o. Estos dos mundos, en simbiosis, se anudan en este
personaje para darnos una imagen del hombre mestizo, en
166.-
interior en busca de una identidad. Este es el papel estruc
tural del Tata cura en el cosmos y el mensaje novelesco, pa
pel engendrado no por el juzgamiento extra textual de la
realidad, sino dentro del contexto narrativo donde cosmovi-
sión mítica del mundo y visión de mundo española - católica
se entrecruzan en un mismo personaje.
Es, al mismo tiempo el punto de coincidencia entre:
el indio-su origen y cultura primitiva y el español-la conquista-su religión
raza dominada raza dominante
mundo primigenio del personaje mundo impuesto
mundo interior mundo externo impuesto a tra vés de la ley del mido.
regionalismo universalismo
conocimiento intuitivo--conocimiento mítico ,.conocimiento lógico
Sin embargo, el mundo primigenio e interior del perso-
naje va perdiendo fuerza por las influencias del mundo im-
puesto. Esta acción va desdibujando fronteras y aunque Ñau
parruna le diga: "Somos dos seres con concepciones diferen
tes del mundo, tatacura. Tú veneras las historias e imáge-
nes del orbe concebidas por la fecunda imaginería humana y
yo la naturaleza", (pág. 196), lo que predomina al final es
"pero al final hermanos". Antonio en el fondo (en su inte-
167.-
rra, a si) cultura ancestral y a su intrínseca necesidad de
la warmi-am', J, a warmJ hermana, la warmi amante. (Hombre-
indio chocado por preocupaciones e interrogantes ajenas a es '
t e su ser indio, a su cultura v a su religión).
Y, hemos hablado de regional_ i smo porque por obra de la
suma entre mundo primigenio v mundo impuesto, coinciden en
el personaje: regionalismo y universal ismo, a más de las dos
Formas de conocimiento: lógico e intuitivo, de cuya, adición
surge en el personaje el conocimiento y la visión mítica del
mundo,
AClora así en Hachay Pu tu un enfrentamiento constante
entre dos cosmovisiones y dos actitudes totalmente distin-
tas que, por razones de conquista, conviven en un mismo es-
pacio. En los personajes, estos opuestos (estas oposicio-
nes) obedecen a diferencias claras de dos razas.
Veamos un parrare) en que el autor, a través de la opo-
sición, muestra los rasgos caracteristicos de las dos razas,
pero valiéndose del contraste entre caballos y llamas:
Habla salido ,.!e Potosí anroximadnmente cinco me meses ha, escoltado por Funcionarios Españoles montados en hermosos corceles. En la Villa Im-
perial es tal el orgullo de los hijos dalgos que no desmontan de sus caballos aunque tuvie-ran que caminar dos pasos. A menudo encabrita-dos los soberbios jamelgos muerden, cocean se
niegan finalmente a trotar mostrando la influen
cia del temperamento de sus amos. Qué notable diFerencia con las llamas esbeltas, suaves y dó cites. Parecidas a los camellos, pero sin
168.-
bas, son de ojos dulces y bondadosos, bordea-dos de grandes pestañas. Sin bozales ni jáquimas, sin hierros que defiendan sus pezuñas.
(q„ p. 27)
Caballos y llamas se presentan casi como símbolos de am
bas razas y en este capítulo (el segundo del primer libro),
los caballos, que fueron uno de los elementos o instrumen-
tos de la conquista, aparecen siempre en oposición u opo-
niéndose al indio, aún en su mentizaje:
Quería escapar de la pieza monacal y en la cumbre del cerro encender fogatas de auxilio y contratar el caballo del mejor postillón para volar quinien tas leguas. iQué esperanza ser jinete! Recordé
—
que estaba vedado a los Indios utilizar caballos.
(\1. 29)
Entre líneas se lee también, la imposibilidad del in -
dio de igualarse al español.
También a nivel individual se manifiestan estas oposi-
ciones: El Bigardo y el Tata Antonio en su concepción del
amor, de la mujer, son un claro ejemplo de ello:
(Antonio) Soy pecador monógamo a sabiendas, bu milde iy no escandaloso. Sensitivo y no sensual Conocí en este páramo de aflicciones a una sola mujer-compañera, mujerThermana, con la cual me basta y sobre. Prometí serle fiel, leal toda la vida.
169.-
(VI español) Yo había adquirido cierta aureola romfmtica y las Indias parecían percibir lo que anhelaba de ellas y confieso con hidalguía que nunca me negue a ninguna. Y así, padre, se fue-ron abriendo todos aquellos accesos a los cuales Ilam¿. Me divierte el que tenga yo tamaño poder De jóvenes a mayores y de niñas a adolescentes conocieron mi vitalidad llameante de Español de novi lísima estirpe.
(M., P. 78)
También se oponen, en la historia del Bigardo, las reac
_iones de la amante india y de la "Sevillana".
Estos opuestas ,..pl los personajes van acompañados, como
se ha visto, de antítesis en las acciones. En la otra his
toria insertada: la del Ermitaño de la calavera, también se
usa la misma técnica:
Tanto el cura Antonio como el ermitaño Don Juan de To-
ledo, han robado un cadáver, pero los motivos que los mue-
ven son antitéticos: Don Juan de Toledo:- lo ha hecho por
venganza y odio.
Erav Antonio
- para comerce el corazón del burlador de su
honra.
- se queda con la calavera como recuerdo de
su venganza.
- por amor.
- para resucitar a la amada.
- se queda con la canilla y construye un puytu,
170.-
En contraposición al Tata cura surge un personaje le-
gendario al que ya hicimos referencia muy de paso y que
quiero retomar aquí: Ñaunarruna, sus raíces se hunden en la
mitología quechua: "poderoso e inmortal, el hombre antiguo
había nacido en los tiempos remotos de l a Creación del mun-
do incaico. Pertenecía a la ra a de los gigantes primige-
nios -seis varas de estatura-, feroces y sanguinarios cada
vez que soíuzgaban pueblos y naciones. Industriosos y fuer
tes levantaban edificios de magnitud, templos, cuarteles,
viviendas. En sus conquistas no llevaban a sus mujeres,
practicaban el ominoso pecado del amor de -hombre-a-hombre.
Indignado Qhon lljsi Wiraqócha no permitió la corrupción in.
dígena y los exterminó mediante una lluvia de fuego que ca-
yó desde las alturas durante tres días y tres noches. Y él,
que había escapado del aluvión de incandescencia, se trans-
formó en hombre de estatura normal. Por determinación del
Altísimo Creador Supremo estaba destinado a ser el génesis
testimonial de la prodigiosa aventura del hombre"(M., pág.
58). Por este peculiar origen, a través de Ñauparruna, se
evidencia el contraste entre 'el mundo de la conquista' y
las etapas retrospectivas de la historia que nos llevan has
ta el el incario. Y, por otro lado, el personaje esta inser -
to en un juepo de reelas míticas. Está predeterminado para
una labor, como evidencia la cita; por tanto no goza de li
bertad de elegir y sólo puede cumplir con el papel ya pre -
fabricado por la. tradición y por el 'Altísimo Creador' de la
mitología quechua.
171.-
En Manchay Puvtu Néstor Taboada Terán une dos hilos
narrativos: el amor monogámico, único e insustituible del
c ura indio y el del acto del amor como semental de la raza
conquistadora sobre la conquistadas a. través de la histo-
ria del Bigardo, que sostiene la tesis de que las indias
conocieron el placer sexual, sólo a la venida de los españo
les; tesis a la que se opone, indirectamente Ñauparruna
cuando expone 'la verdad de la conducta sextual en las ven-
turosas épocas precolombinas". Ñauparruna es un personaje
totalmente mítico, creado a partir de la cosmogonía quechua.
I n tanto, el Bigardo se mitifica a través de sus actos: el
depredador de 360 doncellas y por quien se inmolan volunta-
riamente esas trescientas sesenta mujeres.
En los personajes de Manchaypuytu lo general y lo par
titular se funden, de ahí el paso fácil al símbolo: por eso
el Tata Antonio simboliza toda la raza mestia en el choque
de dos culturas.
Ñauparruna, voz de la conciencia de la raza sojuzgada:
'lo ha visto todo' y como testigo no dejará que su raza ol-
vide y desconozca en el futuro lo que guarda la historia,
por esto también. el capítulo: "Donde Ñauparruna establece
la verdad de la verdad de la conducta sexual en las venturo-
sas épocas precolombinas". Así, también en esta obra -como
en El signo escalonado- uno de los medios de inserción de
los elementos míticos dentro de la textura narrativa, es el
personaje,
172.-
Toda la historia del cura indio se desarrolla en un
continuo desdoblamiento nostálgico de una vida que sólo lle
gó a vivir a medias ("mito del paraíso perdido y su repre-
sentación trágica y fugaz en el amor" (12); y ansioso de de
jar la que está viviendo
Néstor Taboada Terán a través del Tata cura busca dar
testimonio del hombre-mestiz:aje, el hombre-hecho, el hombre-
humanidad, logrando penetrar profundamente en la psicología
del mestizo, del momento social y del histórico, mostrándo-
nos su naturaleza humanizada, no simplemente retratada y,
el autor no pod-ía lograr un personaje completo si no lo
mostraba también por dentro. Y como, dadas las circunstan-
cias, gran. parte de la acción se sitúa dentro de la mente
de Vaya Antonio, el tiempo resulta sometido al ritmo de es-
te personaje y de ahí surge alterado, transformado.
Y, a través de este efecto de encantamiento, rompe con
la convención de tiempo progresivo y cronológico que se
vuelve mágico y subjetivo: "'hl tiempo mágico y secreto de
los amantes" (p. 173). Además, al haber una "vida anterior
a la vida" (p. 119) y, otro tiempo más allá de la misma, el
l empo" de esta vida se desdibuja, se estira, se alarga y
.se produce una deformación del 'tiempo cronológico' por una
concepción de vida distinta a la usual.
(12) Carlos Fuentes, op. cit., p. 20.
17 3 -
O, se alarga o se acorta de acuerdo a la visión del
personaje:
(Coaquí) Todas las noches, por tiempo casi im definido, te he aguardado vigilante en la cum bre del cerro."
1 24)
O, parece quedar fuera en las sesiones de Tata Antonio
y maría, o se personaliza para no interferir o perturbar la
paz de los amantes: "Y él te amo, cariñito mío, kantutita
del alma. NI tiempo simulaba transcurrir lentamente y el
religioso con seriedad apacentanto sueños de resurección".
(p. 123).
Al tiempo cronólogico regular sigue este 'otro' tiempo
inmanente al personaje, 'tiempo psicológico' que tanscurre o
se detiene o queda como suspendido en el espacio de la con-
ciencia sobre•todo, del tata Antonio. A esto obedece, for-
malmente, las escenas que se repiten una y otra vez, -en la
búsqueda de resurrección- y que no dan ninguna sensación de
avance. Ñauparruna es un personaje fuera del tiempo, él es
el 'espectador del tiempo'; pero él no pasa en el tiempo.
No el discurso que se relaciona con la historia, el tiempo
es un tiempo evocativo de mirada retrospectiva.
En resumen, se trata de un tiempo que ha pasado por el
174.-
tamiz mágico, que no siempre obedece a las leyes del tiempo
cronológico sino que establece sus propias reglas intra-
textuales.
En el Manchay Puytu, la fábula se ubica geográfica e
históricamente en un espacio y tiempo reales: Potosí en el
siglo XVIII. De ahí que el autor vuelve al clima, a los
personajes y a las anécdotas que tienen que ver con esta
ciudad y en ese siglo. Pero la imagen del espacio geográfi
co en que transcurren las acciones y experiencias narradas,
se elevan en interiorización porque se tratan de una imagen
construida sobre todo por el afecto:
Algunas mañanas lo cubría un manto de nieve como vellocino y en la 'Villa todo respiraban chujchuspor el frío intenso. Palpó las blancas nubes que se desplazaban obedeciendo el mandato del más a-lla. JAy, Jesús, mi Jesús! Besó las mejillas del aire sin mancha, compartiendo la dulzura de las horas al raso. Estaba sin duda en las puer-tas del cielo, frente al País de los Espíritus, a un paso del Wakayñán. Allá abajo, en aquel rescoldo de colores que era la Villa Imperial, ardía el Infierno con sus doscientas mil almas desventuradas.
(págs. 182 y 183)
Asimismo, el espacio se Mitifica en la reducción, se
torna una casa, unas gradas que crujen, un cuarto, una ca-
ma. O, es el sendero del Ukupacha o el mundo del Wakayñán,
o "el territorio de los ultrajes", donde se pierde el ajayu
de María.
175.--
Además de ese espacio 'mítico' intermedio que se esta
blece entre la vida y la muerte y en el que se desenvuel-
ven muchos de los personajes.
"Del enotJsmo ze puede decít que ez aptoba — cíbn de /a vída hasta. en /a mente".
GEORGES BATAILLE
Georges Bataille, dice Juan Liscano, consideraba que
la erótica esta ligada a la muerte, es "praxis en el instan
te de ruptura".(13).
En Manchay Puytu el tema mismo constituye por sí unas4
tuación límite en que erotismo y muerte se hallan estrecha
e indisolublemente ligados. Lo que hace el autor, es dete:
(13) Juan Liscano; "Gaitán Durán ; entre el erotismo y la pulsión de ,muerte", En ECO, mayo 1980; N° 223; p. 21.
176.-
nerse _en _el momento de goce traspasada ya la puerta de la
muerte, y desdibuja para el protagonista, los límites de
realidad-irrealidad, vida-muerte. Pero coincide con Batai-
lle puesto que también en la novela el erotismo es 'praxis
en el instante de ruptura': un corte en la continuidad (_del
tiempo normal) para alcanzar una soberanía ilimitada en el
momento de goce. Intensidad, cima, en lugar de tiempo li-
neal y discursivo. Pero para el Manchay Puytu la intensi-
dad no implica, como para Bataille, una forma de violencia,
de desencadenamiento ciego y de destrucción, sino más bien
una forma de deseo: el de recuperar a la amada para la vi-
da.
Manchay Puytu surge como un grito de rebeldía del es-
plendor y la violencia del erotismo sojuzgado por la visión
de mundo española-cristiana. El protagonista de Machay Puy
tu personifica el grito de rebelión del hombre que como tal
necesita de pareja, y el cual se niega ese derecho por la
imposición de una religión que en el fondo le es extraña.
Por eso se convierte en un cultor de la vida en el cuerpo
de una muerta.
En este sentido, Manchay Puytu es búsqueda desesperada
de la vida -a consecuencia de la muerte hecha presencia-, a
través del poder indestructible del acto sexual. Una an-
sia de clamar con Whitman: "La cópula tiene el mismo rango
que la muerte; y por el reconocimiento de esta igualdad, la
pretensión de superar a la última. Ansia de huir de la rea
177.-
lidad-muerte a una nueva realidad (deseada): vida-erotismo
triunfante. Mediante el acto sexual se busca el vencimien-
to del tiempo, el logro de la eternidad, en una medida de
intensidad, no de duración.
El deseo de la vida, la vida y el deseo, se unen a la
muerte por causas ajenas a la voluntad del protagonista dan
do lugar a escenas grotescas donde se produce el estallido
de la vida frente a la muerte. Y, en su incapacidad de lo-
grar lo que se busca, a pesar de la sugerencia de "una vida
más allá de la muerte" (04), se asienta el sentido trágico
de la obra.
Por ello hay una negación de la providencia (cristiana)
en la obra, no existe providencia, sino fatalidad terrena.
Manchay Puytu pretende gravitar sobre nuestra cultura,
como el mito de Tristán e Isolda sobre la cultura universal
y mientras éste se constituye "como contraparte de la histo
ria; como el canto carnal que estalla contra el orden medie
val, (15) Manchay Puytu se contrapone como ansia carnal
que se opone a la religión y al orden social de la colonia
(coloniaje español) Esto en cuanto a lo individual, en cuan
(14) Luis Antezana; "La vida más allá-.de la muerte", Hipótesis, revis-
ta boliviana de literatura, Nos. 5 y 6; Cochabamba, 1577.
(15) Juan Liscano; op. cit, p. 34.
178.-
to a lo colectivo Manchay Puytu es una búsqueda de las raí-
ces de lo mestizo: un remontarse en el tiempo hasta los
"tiempos remotos" del incario y aún antes, para ver la cos-
mogoníá quechua y aymara enfrentada a la española; ambas u-
nen pasado y presente para constituir la síntesis del mesti
zafe.
Todo en Manchay Puytu apunta a esa doble vertiente de
donde surge el mestizaje. Inclusive al retomar la herencia
de una tradición literaria, Néstor Taboada Terán es conse-
cuente. Qué es lo que la obra recupera de la tradición li-
teraria: -de la española- lo tradicional por excelencia El
Quijote, la más famosa novela hispana; de la tradición lite
raria quechua también lo más tradicional: la leyenda; del
choque de las dos culturas, la crónica. Tradición española
y tradición indígena se recuperan, pues, para dar la sínte-
sis de esta obra que es el canto del mestizaje.
A través de esta novela, hemos podido ver cómo la in -
serción del mito influye en todos y cada uno de los otros
elementos novelescos que se alternan y modifican para poder
dar la visión de la 'nueva' realidad; pero también y sobre
todo, esta inserción constituye la tentativa de regresión
al pasado, donde estaría el comienzo de todo y la posibili
dad de reencontrar la primera y primigenia existencia,exis
tencia sepultada en el tiempo mítico.
179.-
Vistas ya las novelas, objeto del análisis, me parece impor
tante destinar un último punto para analizar la manera cómo
nuestro autor integra -paulatinamente- el idioma quechua
en su obra.
El Quechua
"Ya la colonía ze plantea /a dízyuntí va: ¿utí/ízan /a lengua abon.ígen o la-
de loz conquí4tadoite47 Apenaz pxodu cada /a .independencia, e/ problema de /a expnezan -/a lengua nacíona.e-ze zuzcíta en todo e/ continente y petzízte-hazta-nueztitoz díaz-en--/apta-duccan lítexanía".
13AREIRO SAGUIER
Néstor Taboada Terán ha superado la duda y escribe en
castellano, pero en todas sus novelas se inserta el quechua.
Además en las diferentes obras, se nota un cambio, una evo
lución en el modo de introducir este idioma. A primera vis
ta notamos uno; tanto en la primera edición de El Precio
del Estaño cuanto en El signo Escalonado, encontramos al fi
nal un vocabulario de las palabras quechuas. Sin embargo,
180.-
este vocabulario ha desaparecido en Manchay Puytu y en la
segunda edición de El precio del Estaño. El vocabulario o-
bliga, en cierta manera, al lector -que desconoce el quechua-
a acudir a él para entererarse de lo que está diciendo. En
El Precio del Estaño el autor introduce el 'habla popular y
cotidiana', surgen algunos problemas de leísmo/loísmo pues-
to que, si bien se justifica su empleo invertido en momen-
tos en que se imita el habla popular, a veces el autor se
con-funde e invierte su uso en párrafos donde el que relata
es el narrador. Mezc lada al "habla popular" está la len-
gua aborigen, pero esta ingerencia parece trabar un poco
la lectura, por el problema de traducción al que ha hicimos
referencia. En cambio, el idioma nativo se introduce sin vio
lencias en el discurso del Manchay Puytu. En primer lugar,
la traducción se inserta inmédiatamente a continuación, yen
muchos casos nos da una sensación parecida a la que logra
el creacionismo cuando introduce palabras compuestas nuevas
como: golonlira, golonñiña, golongira, golonbrisa, etc. el)
Compárese, por ejemplo, con esta parte donde se relata la
llegada de los españoles en sus caballos:
(...), seres sorprendentes, blancos y barbudos, sentados en wachu-centauros, tinti-caballos ja-más vistos y con jauría de alqU-perros de firme dentellada (...)
(M., p. 60)
(*) Vicente Huidobro logra estas combinaciones en Altázar.
181.-
Pero sobre todo es muy importante el momento del dis -
curso en que se inserta el quechua: Por ejemplo, el de la
desesperación ante la noticia de la muerte de la amada o,
el de éxtasis amoroso de la pareja central cuando el amante-
indio vuelve inconscientemente a su idioma materno con las
palabras más tiernas y se mezclan los dos idiomas, el lector
no necesita traducción, pues imagina lo que se dice. El au
tor extiende la actitud sin violencias a otras situaciones.
Este es otro de los aciertos de Manchay Puytu.
ISumaj Maria, María bonita, yo no me he cansa-do de mirarme en tus ojos! (...) Sumidoen las tinieblas de la perplejidad, saqemani qhalla llajta, su voz le salía trémula. Animosa, al7 tiva, jovial la dejé, saqemani qhallallajta.
p. 25)
Pensó que por ahora lo importante era la sena ción de tenerla cerca, al alcance de sus an7 sias. A wan qhai samayniwan phukuykus kutiri chísaj, se dijo, ojllaykúsaj, muchayniwan ali yman rijcharichísaj.... Con el calor más tierT no de mi aliento conseguiré devolverla la vida y abrazándola y besándolalse despertará dulce- mente ...
CM., p. 85)
Y ya que he aludido al quechua como a algo común en to
das las novelas quiero aprovedhar el momento para referirme
a otros dos recursos comunes.
182.-
La ironía es un procedimiento semántico-estilístico co
mún a las cuatro obras. En general hace alusión a conteni-
dos trascendentes al relato mismo y el lenguaje narrativo
de todas las novelas alcanza una connotación especial a tra
vés de este recurso. El humor se vuelve instrumento de de-
nuncia.
Por otro lado, en todas las novelas aparece la técnica
grafemátíca de introducir las frases hechas o de rutina, se
paradas por guiones.
183.--
LA SECUNDA EDICION DE ' EL ' PRECIO DEL ESTAÑO
Creó que las variaciones' que se introducen en esta se-
- gunda edición -tanto a nivel del contenido, como a nivel de
la expreSión- son tan determinantes que dan lugar a un cam-
bio de la novela en' su conjunto (forma).
Al igual que en teatro donde una puesta en escena pue
de o es totalmente distinta de otra, en literatura un libro
escrito por 'x' podrá ser o será totalmente distinto aun li
bro escrito por 'y', aunque ambos tengan el mismo argumenta
Quiero dedirlque el-argumento-o tema-es-la-materia-prima--
con que trabaja el novelista, la manera cómo la trabaja de-
terminará aquello que resulte.
Pero, ¿puede un escritor tomar su propia obra como ba-
se? Creo que sí. Y éste, pienso, es el caso de El •Precio
del Estaño. En base a la primera novela y no modificando
sustancialmente la parte que se relaciona con el relato de
los 'hechos' acontecidos en Catavi, vemos que a nivel de mi
to algo importante ha cambiado, ya no ocurre como en la pri
mera edición en que éste permanecía como agazapado en sí mis
184.-
mo, como una micro narración cerrada -sino que crea una rea
lidad paralela. Segunda realidad manifiesta en los diferen
tes capítulos que se insertan sobre lo que podríamos llamar
'el trasfondo de los hechos'. La familia Patiño permanece
en el 'back ground' del problema minero boliviano y no sólo
tras éste, sino tras todo el acontecer político-económico
del país.
Al 'acontecimiento histórico'y objetivo como elemento
o material constructivo de la primera edición, se suma el
elemento meramente construido de una segunda realidad que,
a pesar de estar semi-oculta, no deja de ser menos verdade
ra o mejor, constituye el trasfondo, la esencia de la pri-
mera.
La primera edición de El Precio del Estaño es, en últi
ma instancia, la obra realista que muestra y denuncia la ma
sacre de mineros en Catavi. La segunda edición, el mito
del pacto del hombre (Simón Patino) con el demonio y la Pa-
chamama, y la masacre: la ofrenda a esa diosa.
Para quitar importancia a la sucesión cronológica de
los hechos a la que se sujetaba más o menos estrictamente
la primera edición, se ha quitado la tabla de "cronología
de los acontecimientos". Y, si bien es cierto que el autor
mantiene la 'nota introductoria (?)' en la que se hace alu-
sión al documento como ratificación de que el hecho históri
co básico al que la obra se refiere existió, éste es válido
sólo para la parte que se retoma de la primera edición; en
185.-
cambio en las secuencias nuevas que se alternan, el narra-
dor tienemás libertad.
El relato novelesco tradicional de la primera edición
es distorsionado, ampliado, para permitir la inserción de u
na realidad totalmente nueva:
Cargando en sus espaldas más de ocho décadas el Emperador.se va, se.acaba en su increíble ascen so y omnipotenCia, pen-só el Príncipe Feliz con:- templando a la belleza mejor pagada del mundo que dormía a su lado. (...) Una de las infan-tas ya había recibido la más grande dote que se registra en la historia, (i..) .Sintió,piedad - por el hermano mayor,- el Príncipe Idiota y por la Reina madre que arrastraba el trágico oropel de toda dinástía: la imbecilidad y la decrepi-tud.
(p. 21)
Si - en la- pr imeraledición _s e _hacía __alus ión_a =Simón _ -
fío (primer capítulo de la tercera parte), la intencionali-
dad de ambos actos de enunciación es bastante distinta: en
la primera edición dar una visión retrospectiva de las acti
vidades de Patino hasta llegar al momento del probleta sur-
gido en Catavi, y completar el cuadro realista con una vi-
sión de 'el poseedor de las minas' cómo las obtuvo y qué
piensa en torno al problema. En la segunda edición la in-
tencionalidad es bastante diferente: se aleja de la simple
enunciación de más 'datos' para completar'un cuadro' puesto
que "El Príncipe Feliz y su actitud con la amante en la ca-
ma, no tiene que ver, por lo menos inmediatamente, con lo
186.-
que está pasando en las minas.
Y, hasta el tono del discurso es distinto: en el prime
ro es meramente informativo, en el segundo, es de sorna.Los
denominativos que se emplean también se oponen, en la prime
ra edición se refiere al narrador a Simón Patiño como el
cholo o "un mestizo", aquí los términos se asocian con la
realeza y los cuentos: Príncipe Feliz, Príncipe Idiota, In
fanta, Emperador, dinastía, etc. Esto manifiesta la inten-
cionalidad maravillosa, no realista del narrador.
Esta historia que se alterna con la del problema mine-
ro y la masacre, se desarrolla -en cuanto a espacio geográ-
fico- a miles de kilómetros de Bolivia y el discurso busca
poner en evidencia esa distancia,. Se interpone un prisma
diferente: "el narrador presenta al lector (boliviano o la
tinoamericano, "esa otra realidad" como fantástica, por ex-
traña para nuestra forma de vida y sobre todo en contraste
con la vida en las minas: se, introducen nombres de revis-
tas internacionales conocidas como "Glamour", "Vague", "Har
pers", "Bazaar". El empleo de palabras en otros idiomas,pe
ro de uso generalizado en medios como el que se desenvuelve
el Príncipe Feliz, no la Olegaria o Isidoro Callata: "dolce
vita, jet-set, etc. Nombres de modelos internacionalmente
famosas y alusiones rápidas a sus vidas. Alusiones al arte
y a la vida de la aristocracia europea. El tema del placer
sexual -que juega un papel tan importante en la literatura
actual y que en la realista aparecía sólo como elemento de
187.-
trar el abismo que separa estos dos mundos -que, sin embar-
go y contradictoriamente, se hallan indisolublemente liga-
dos por:_ Patiño, la mina, el estaño.
En la primera ediciónse hacía alguna que otra vez men
ción a periódicos o revistas europeas, pero más serias y a
raíz del tema de la guerra que se relaciona unívoca y direc
tamente al tema de la novela: El precio del estaño.
En un interesante juego de opuestos que llega affiarcar
todo el sub-capítulo, se contrapone lo oriental 'exótico'pa
ra nosotros y también para El Príncipe Feliz- a lo indígena
éxotico para el medio en que vive el Príncipe (y que inclu-
ye a su compañera: "Después ella recordaría ni me imaginaba
ir alguna vez a la cama con este pequeño hombrecito sobrevi
viente de culturasantiguas". (p. 21). Sin embargo, él sien
te que sus lazos con esa cultura se han roto, a ella, a la
_va_asociado_siempre_Simón1Patiño-;_ liRey_
del Estaño:
¡Salud, salud! la mitad echaban al piso dicien-do para la Madre Tierra. La orgía atávica, du-raba hasta la llegada de la aurora del 7, (...) El Príncipe Feliz era diferente. Le gustaba vi vir el mundo de Ali Babá, de Simbad el Márino de Aladino. Vestirse con sedas estampadas y u-sar.turbantes.
(p. 22)
La historia del Rey del Estaño y su dinastía cumple
-en la segunda edición- el rol que, por ejemplo, jugaban en
Manchay Puytu las otras historias ligadas con el tema amor/
muerte (la del Bigardo, la del Ermitaño de la Calavera, la
188.-
de la Sevillana):dar una visión en profundidad; pero, a tra
vés de la otra cara de la moneda.
También se utiliza el relato en profundidad, veamos,
por ejemplo, cómo se alternan en la misma secuencia los pro
yectos del Príncipe Feliz con la muerte del Emperador y el
acto del amor:
Todo el dinero heredado será invertido y rein-vertido en México, Brasil, Portugal. La técni ca moderna de administrar grandes fortunas h."-á-
pretendido siempre ir hacia la diversificación Asi tu Duquesa ya no podrá hacer nada contigo. La belleza tan agresiva como angelical, más - cometedora que nunca lo besó en la boca mojada Me gusta México y ya tengo un hotel en la pla-za, fente al Angel de la Libertad, edificado especialmente para las entrevistas del presi-dente con sus importantes huéspedes. Puedes ir con tu marido cuando quieras..., Murmura-ban palabras incomprensibles, gemían quedamen-te. Los espejos mágicos devolvían con preci-clon dramática las imágenes de aquel enredo de lirante. Pero no te imaginas lo que es Puertb-
Vallarta.
(p. 26)
Ambos discursos -igual que en Manchay Puytu- se dan sin
separaciones, se entrecruzan y entrelazan, rompiendo la li-
nealidad del relato.
El mundo del Príncipe de este cuento podría esquemati-
zarse así:
189.-
Sueño realidad de espaldas a
Oriente Europa Bolivia
Contribuye a dar una ambiente fantástico, además de
este juego con la magia y el exotismo de oriente, el empleo
constante de la palabra magia: delirios mágicos, espejos má
gicos, escenas mágicas, montaña mágica, etc. Pero además ,
en toda la obra (me refiero también a los subcapítulos reto
'liados de la primera edición) el motivo del diablo se consti
tuye en un mitema recurrente: la palabra 'diablo' aparece
a cada momento. Este vaasociado al metal, estaño-metal
del diablo, pero sobre todo a Patiño. La asociación de Si-
món Patiño con lo telúrico es constante: "Claro que al Rey
lo protegen los Demonios de los Andes." (p. 26). "En la no-
che no había dormido bloqueado por las preocupaciones, fuma-
ba-de-continuo, acullicaba-coca -y el picchu enterraba para
la Pachamama". (p. 45).
Ya en la primera edición de El Precio del Estaño se in
sinuaba en el relato la relación entre Patiño, ofrendas, san
gre y Pachamama,
La sangre de los mercenarios de Artigue que ha-bía empapado el Espíritu Santo, sirvió de home-naje y alimento a la Madre Tierra, a la idola-trada y exigente PachaMama.
(p. 188 - la. ed.)
190.-
Pero es en la segunda edición -a través de una serie
de indicios- que el autor cons i gue presentar toda la nove-
la como el mito de ofrenda. En la primera edición -toda-
vía muy apegada al realismo- la masacre obedece a una serie
de intereses creados, a la dependencia de Bolivia del "Gran
de del Norte', a la ineficacia de la gente del Gobierno bo-
liviano que, por intereses personales, se pone al servicio
de la Patiño Mines y de los extranjeros. Su interés por la
denuncia directa no le permitía dar la visión mítica que del
hecho se da en la segunda edición.
Las ofrendas de Simón Patiño a la Pachamama van en gra
dación ascendente.
Ambicioso y ansioso de prosperar, apareció de pronto en las alturas de Intijaijata cargando en el lomo de una hermosa llama un par de cor- deritos, pollos al horno, ( las provisio- nes no eran para-ellos
-sino para-la Pachamamaí-- (...) Y aprendiz de brujo también, con los o-jos puestos en el futuro hizo buscar al mejor yatiri de Chayanta. (...), el yatiri vio que estaba todo dispuesto para el ritual de los sa crificios. Se alegró, era el reconocimiento su supervivencia de las raíces.
(p. 42, 2a. ed.)
Como resultado de la ofrenda:
Los diablos tradicionales de la Candelaria de-jaron de danzar. 1Se rieron las china' supay y muchas máscaras de estuco se rompieron.
(id. p. 44)
191.-
Después, en la segunda edición, aparece el enfrentamien
to con Artigue y su gente:
Llegó el yatiri de Chayanta y el minero Simón le informó que en los faldíos del Intijaijata se vertió sangre. ....................... - Yo no soy un asesino, yatiri, solamente re- solví defenderme, defender mi familia y mi
propiedad. ............................ Emponchado en su sonrisa triste el yatiri se sintió complacido. Era la mejor ofrenda rendi da a la Madretierra, la voraz y temeraria dei dad.
(id. p. 67)
Este el rito que se repetirá con la matanza de los mi-
neros en Catavi. La presencia del yatiri en el sacrificio
es, como se ha podido ver por las citas, una contante:. Signi
ficativamente aparece también e invoca a la Pachamama en el cam
po de matanza:
¡Ayudanos a restaurar el orden del mundo, PaCha mama! , clamaba el viejo yatiri de Chayanta.
(id. p. 252)
Esta invocación culmina la ofrenda.
El narrador explicita así el pacto de S. Patifjo y el
Diablo:
En pacto con el Tío, el Angel Rebelde de las mi nas, de él recibía sus inspiraciones y sus so--- plos. Le había abierto de par en par las puer.-
ira. Consagración
Ofrenda Llama, corderos; etc.
Oficiante:. Yatiri de Chayanta
Ofrendante: Simón Patiflo
Ultima Consagración
-mineros
-Ejército y al final Yati ri•de Chayanta -Simón Patiflo
192.-
tas del infierno por su aMbiCión, por su codi-cia, por su gula, por su soberbia.
Cid. p. 69)
Y ambos elementos: holocausto y pacto, se ratifican en
la última frase del libro, después de que los mineros vue-
lan en una "sinistra explosión": "Un rugido de triunfo sa-
lió de las fauces del Demonio agazapado". CP.E. 2a. ed. p.
253).
En esta segunda edición, lo sobrenatural que en la pri
mera aparecía sólo asociado a un personaje, es parte de lo
cotidiano. Simón Patiño igual que él se enfrenta al diablo
y a la China Supay, por tanto lo mítico convive con lo real
en la segunda edición y el mito no queda como una microna -
rración cerrada en sí misma.
CONCLUSIONES
193.-
CONCLUSI 0 N E S
ti ze trata de ,tuolvet 104 pub/emaZ dee. lenguaje en luncían 'de taz necuídadu naAAa,tíva,s, de £a4 neceztidadez de deiscx¿— bít una detefunínada nealídad, no a/ tevlz".
ERNESTO SABATO
Evidentemente creemos que de eso es de lo que se trata ,
la realidad que se procura 'describir' es una realidad real-
mítica profundamente legada a una manera de conocimiento
del hombre latinoamericano, y en función a esa realidad es
que se buscan 'innovaciones legítimas' que se constituyen
en los procedimientos adecuados para expresarla. De aquí sur
ge el realismo mítico y también de ahí el mérito de Manchay
Puytu.
Ha llegado el momento de hacer un balance del trabajo
en relación a las obras de las que me he ocupado.
He pretendido un acercamiento a las novelas que, sin re
girse estrictamente a uno de los métodos propuestos por el
194.-
estructuralismo, sea a la vez analítico o interpretativo. -
Partiendo de un elemento: el mito, que va variando en trata
miento e 'importancia en las distintas novelas, creemos ha-
ber llegado a una mejor 'lectura' de las mismas. Basándome
en la concepción de la obra cómo una estructura, forma o sis
tema integrado por unos ciertos elementos que atendiendo a
ciertas reglas de juego se unen para constituir la obra li-
teraria, y que la textura definitiva depende del ordenamien
to e importancia que se da a esos elementos,heintentado mos-
trar cómo el mito [uno de esos materiales constructivos) o-
casiona el cambio de forma o estructura.
' Mahchay Püytu, heMos dicho, es un logro en cuanto su ar
te verbal consigue plasmar la forma del contenido.
Pero, naturalmente, un logro implica una serie de pa-
sos previos que hayan hecho posible llegar a ese punto
En este sentido, El signo escalonado representa el a-
fán innovador y la búsqueda de caminos "para expresar esa
nueva realidad" de la que habla Sábato.
El ' signó tStaIonado ensaya "innovaciones formales, lin
guísticas, técnicas", y de esa experimentación deduce el au
to la 'estructura de la palabra en profudidad', como el re-
curso más apropiado para expresar este mundo novelesco 'in-
novado' por la inserción del mito.
•
19.5.-
Y remontándonos más atrás, la primera obra de nuestro
autor -El Precio del. Estaño- presenta un peCuliar tratamien
to del mito que es significativo y preludia lo que más tar-
de se logrará en Manthay Puytu.
Pero en qué consiste el logro a que nos hemos referido
al comenzar estas conclusiones? Creo que deberíamos partir
de la idea de que la novela es lenguaje y como tal su méri-
to radica en el manejo apropiado de ese elemento. Pero, al
ser éste un presupuesto válido, nos preguntaremos ahora por
qué hemos insistido tanto en el mito y aunque éste, desde
un punto de vista general y como lo hemos visto con Leen-
hart, es también lenguaje, fundamentalmente es un modo de
conocimiento. Parecería, pues, que he unido dos cosas dis-
tintas. Pero, ocurre que el 'realismo literario' como mo-
dalidad narrativa, trabaja con ambos materiales constructi-
vos. Por tanto si una novela-sobresale o logra su objetivo,
será -vista la modalidad narrativa de la que hablamos- por
el acertado manejo de ambos elementos y eso, creo, es exac-
tamente lo que ocurre con Manchay Puytu.
Por eso, hemos hablado de 'arte verbal' y 'forma del
contenido'. Entonces, la realidad mítica en relación a la
realidad objetiva (realidad ordinaria más realidad mítica -
realismo mítico) constituye una visión en profundidad, y am
bas juntas configuran o conforman la realidad total del mun
do novelesco. Esto en' Manchay Puytu se refleja a través de
196.-
una técnica en profundidad, ambas juntas conforman la reali
dad total. Y esto: técnica y realidad novelesca constituyen
la 'forma', la'estructura' novelesca como un todo, un todo
en profundidad, o algo así. Un todo que no da la sensación
de falta de relieve, sino que por el contrario pone énfasis
en ese relieve. Asíl si retomamos la imagen de Stendhal "U-
na novela es un espejo que paseamos por una carretera", re -
sulta que la novela ya no es camino, o por lo menos no sólo
camino, sino más paisaje. No es espejo porque el espejo al
reflejar las cosas, las pone en un mismo plano, esto quita
la visión en profundidad; las refleja, pero no en su reali-
dad: al volverlas imagen las vuelve unidimensionales, y es
eso lo que la modalidad narrativa del realismo mítico busca
romper. Y lo hace, a nivel de "realidades", insertando la
realidad mítica, mágica, fantástica. Y a nivel de estructu-
ra rompiendo la linealidad y cronología del relato. L a li
nealidad, dando esta visión en profundidad donde se superpo
nen unas y otras instancias del discurso; la cronología, en
frentando al tiempo cronológico de los hechos, el tiempo sub
jetivo o mítico que se le opone.
Si vemos las cosas ordenadamente como han ido surgien---
do en nuestro trabajo, tenemos que:
El realismo que como género nace en Europa en estre
cha relación con un momento social, el ascenso de la burgue
sía, no tiene en. Latinoamérica y por ende en Bolivia, ese a
197.-
sidero. De esa circunstancia, creo, surge la brecha que
precipita el paso de la novela real socialista a la 'nueva'
novela latinoamericana.
— Este 'calificativo de 'nueva' implica un cambio subs
tancial, lo digo con Pollmann;
El epíteto nuevo [además .de una novedad crono-lógica) debe tener el peso de una aseveración referida a la esencia; Este peso -no la signi ficación-, seria comparable con el que tiene "nuevo" en. el "dolce stil nuevo" de la lírica italiana, pero sobre todo el "nuevo" que -esta-blece San Pablo al hablar de "hombre nuevo". En este "nuevo" se da como premisa el abando DO del hombre viejo; se trata de una renova-
- clon sustancial, no temática o de contenido y justamente esto se da también en la "Nueva Novela".
C1)
— En ésta no sólo se ha modificado el 'contenido' co-
mo en la novela real-naturalista, donde con los elementos
de la novela europea se narraban hechos acaecidos en estas
tierras, sino una renovación que partiendo del mito se ex-
tiende a la 'forma' toda de la novela.
— En estrecha relación con la "realidad mítica que la
te en la realidad cotidiana del hobbre latinoamericano apa-
Leó Pollman; ' La ' "ratéVe:nolielá" en Francia y en lbetóáMárica; Ed. Gredos, Madrid, 1971, p4;7.
(1)
198.-
rece, pues, la 'nueva' modalidad narrativa del realismo míti
CO.
— La variación es, en primera instancia, de 'fondo' .
El tamiz de lo mítico invade toda la realidad novelesca. Po
driamos decir que la 'mimesis de la realidad' (Auerbach), se
logra a través de un prisma diferente. Y, este cambio de 'fa"
do', necesariamente afecta a la estructura toda de la nove-
la, de ahí que sostengo que al cambiar la "realidad que se
quiere describir", la forma de la novela es otra, diferente.
— Es particularmente ejemplificadora del paso del rea
lismo social al realismo mítico, la obra de Néstor Taboada
Terán.
— El-mito-como elelento siempre presenta en las_nove-
las de Tffloada Terán, puede servir de hilo intertextual para
el análisis de sus obras.
— El realismo mítico tiene como antecedente en la na
rrativa a las crónicas americanas y la literatura geográfi-
ca que en vista a ellas surgió en Europa en el siglo XVI.
— Pero esencialmente se origina en una perspectiva de
visión propia de nuestro país, y por ende de nuestro conti-
nente, con la que nos topamos a cada momento y que pugna por
aflorar ya en el discurso novelesco de la primera edición de
199.-
El Precio del Estaño.
Del mito, realidad vigente en la que el hombre latino-
americano tiene fe, y no de la leyenda, que hace alusión a
un hecho que tuvo vigencia en el pasado, surge el realismo
mítico latinoamericano.
— La denominación de !realismo mítico! es la más apro
piada para designar esta modalidad narrativa porque en el
• término mito/mítico va implícita esa actitud de credo y co-
existencia cotidiana.
— La modalidad narrativa del realismo mítico inserta
en el discurso la realidad ordinaria y el hecho mítico sin
disyunción ni explicación aclaratoria alguna. Ese, su ras-
go discursivo fundamental. En el mundo novelesco del rea-
lismo mítico lo extraordinario forma parte de-lo cotidiano
y cohabita con lo ordinario.
Abarcadas las novelas como conjunto y desde el punto
de vista de su evolución, podemos concluir:
— El Precio del Estaño, la primera novela de este au
tor, presenta los elementos novelescos típicos del realismo
y su combinación propia, sin embargo, ofrece en medio de los
hechos téticos, un mito inserto en el caudal narrativo sin
mayor explicación.
200.-
El realismo o naturalismo, recogió muchas veces las
creencias, las supersticiones las leyendas y los mitos; pe
ro siempre como una mera superchería, puesto que lo fantás-
tico no tiene cabida en el mundo de los 'realiai.
El libro que comentamos, en contraposición, presenta
un peculiar tratamiento del mito, que a mi entender es sig-
nificativo.
El PrttIO del E-staño se estructura en torno al aconte-
cimiento.
— El signo escalonado es la novela intermedia entre
El Precio del Estaño y el Manchay Puytu. Es una fórmula
donde conviven realidad ordinaria y sobrenatural. La seg-
mentación y multiplicidad de las narraciones constituye su
rasgo fundamental. Ya esta segmentación de las historias ,
el ensayo del relato en profundidad, etc. preludian al Man-
chay Puytu.
La conclusión más importante en cuanto a la última no-
vela de Néstor Taboada Terán es que estructura el relato de
tal suerte que logra reflejar la visión en profundidad a
través de lo que he denominado 'estructura en profundidadl.
La segunda edición de II Precio del Estaño ha cambiado
sustancialmente en relación a la primera, porque el mito sa
201.-
liendo de su encierro como micro relato aislado, irrumpe en
la textura narrativa.
En el análisis quedan confirmadas nuestras tres hipóte
sis: hay, evidentemente, una evolución en Néstor Taboada
Terán, este paso de la novela realista a la 'nueva novela'
puede ser seguido a través del modo cómo se inserta el mito
en la estructura novelesca.
En relación a nuestra tercera hipótesis: el mito confi
gura la forma de la novela, encontramos apoyo a nuestra ase
veración en las palabras de Ernesto Sábato:
En toda gran obra, el fondo y la forma son insepa rables. No quiero decir con esto que las innovar ciones formales, linguísticas, técnicas, sean ii5
1 necesarias o improcedentes. No, sino que hay que diferenciar entre las legítimas y las ilegítimas. Pues para mí son innovaciones legítimas en la me-dida de que son forzadas por la necesidad de ex-presar una nueva realidad.
C2)
La inserción de la realidad mítica, en el marco de la
tradicional novela "realista", provoca un desface entre lo
que se desea manifestar y el material para expre
sarlo. De ahí surge el afán innovador y de búsqueda de ca-
minos 'para expresar esa nueva realidad' en El signo escalo-
nado, que ensaya "innovaciones 'formales, linguísticas, téc
nicas" y de cuya experimentación deduce el autor la 'estruc
202.-
tura de la palabra en profundidad', como el recurso más a-
propiado para expresar este mundo novelesco 'innovador.
No debemos olvidar con Sábato, por otra parte, que "no
hay originalidad absoluta", muchos de los recursos técnicos
empleados por Taboada Terán han sido ensayados por otros au
tores. Lo importante es que uno de esos recursos sea ade-
cuado exactamente a la realidad que evoca la historia y,que
el discurso sea, a través del lenguaje, viva expresión de
aquella, de ahí su "legítima innovación".
Oscar Rivera Rodas hace una observación muy pertinente,
que también sirve como confirmación de la hipótesis" "No es
la palabra la que transforma la realidad, sino la realidad
la que modifica significados y palabras. LOS hechos buscan
su mejor modo de expresión...."(3). Si proyectamos esta i-
dea _a la inovela , la -novela _es_ Sa=_palabsa,_
mito, la realidad, y entonces podemos deducir que la reali-
dad insertada (mito) modifica el lenguaje, y por extensión
la forma toda de la novela.
Lás procedimientos que el artista emplea para plasmar
el mundo mítico, no están pre-fijados. Por este motivo creo
que El signo eStaionaclo es una búsqueda de esos recursos. -
'ET~thay ruytu, en cambio, es un encuentro del procedi-
(3) Oscar Rivera Rodas 'El- reálitMo míticó'én OStar
.Cerrúto; op. cit.
pág. 23.
203 .-
miento adecuado. En- El ' Pretib del Estaño -se unda edición,
se—aplica el procedimiento destubierto, perb en base a un
material preeidstente, por eso no se logra una visión de u-
nidad completa como - en Manchay Puytu.
El mundo mítico-maravilloso realmente existente, impo-
ne cierta configuración del 'mundo representado', por ello,
en general, ciertos procedimientos artísticos se adaptan a
él y otros no, o algunos se adaptan más a él, otros menos .
La virtud de Manchay Puytu consiste en haber encontrado el
procedimiento artístico que se adeclia más a la idea del hun
do representado'. El 'mundo representado' es un mundo real
-mítico, por tanto un mundo con una 'visión de la realidad
en profundidad'. El procedimiento encontrado consiste en
ordenar el lenguaje de manera tal que sea a su vez, repre-
sentación de ese 'mundo en profundidad', de ahí que conclu-
yamos diciendo:
El Manchay Puytu es el mito hecho novela, pero tam
bién la novela hecha mito.
Por tanto, la validez de la obra se basa en su realiza
ción como novela a través del lenguaje.
Considero que ha quedado claro que en el caso específi
co del autor que nos ocupa, el mito es el que hace posible
la modificación de la estructura de la novela. Podría adu-
204.-
cirse que no es así, que ocurre a la inversa: que es la a-
pertura de la novela la que hace posible que el mito entre
ella. CYa Joyce introduce la misa negra, Faulkner la magia,
Kafka el absuro, etc.). Pienso que si bien es posible que
así ocurra en la literatura europea, en la sudamericana, el
mito siempre presente en la realidad cotidiana y que apare-
ce, aunque tímidamente, ya en la novela realista, va empu-
jando a los novelistas a buscar un camino que posibilite su
inserción en la obra. Una estructura más amplia y por tan-
to más acorde con su a-lógicidad: la estructura abierta. -
Sea como fuere, no se puede negar que ambos elementos -mito
y estructura- se hallan indudablemente ligados en la 'nueva
novela iberoamericana' y creo haberlo mostrado a través del
análisis de las diferentes obras de Néstor Taboada Terán.
205.-
APENOTCE
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P. - Quí).síena pneguntante, en ptímet legan, ya que en
nueátto paZs, pon dívenAa nazone3, a veces laos obtaá /son e4
ctítaá con mucha antetíotídad y áu publícacíón 4e hace mucho
mécn tarde, ¿cuándo es e eáctíbíeton .A novelas El ptecío del
eátaño, Eí" áí9no eácatonado y Manchay Puytu?
R. - El Precio del Estaño alrededor de 1955 a 1960 en
la provincia Coroico de los Yungas de La Paz, El signo esca-
lon -13e de 1970 a 1975 en Cochabamba y después Buenos Aires,
los apuntes y borradores se salvaron de ser quemados en la pla
za principal de Cochabamba, junto a los libros y papeles con
fiscados en mi biblioteca por los irascibles muchachos de la
Cachiporra y Manchay Puytu el amor que quiso ocultar Dios de
1975 a 1977, en pleno exilio. Antes de disponerme a escri-
bir estos libros ya los tenía elaborados mentalmente. Los
fantasmas tratando de capturar su destino me persiguieron,
por cada título, muchísimos años.
P. - En todaá áuz novelas ese ínáetta el quechua, aun-
que de díletente maneta. Me guátatía conocen la nelacíón
qoe ( ene uáted con elite. ídíoma. (E.s tu ídíoma materna, ma-
tc~o juntamente con ce catettano, áequndo ídíoma, etc.).
¿Lo.!5 eáquemaá áíntáctícoá quechuaá, -I nItuyen en )s u-s pnopía3
conátnuccíoneá áíntáctícaá?
R. - "Me considero escritor nacional trilingüe. Caste
11ano, quechua y aymara, en ese grado de empleo. Mi madre o
218.-
fervor por aquella lengua. Y literato de aproximación nacio
nal soy receptivo de acuerdo con el territorio lingüístico
donde se desarrollan los acontecimientos de mis ficciones. -
Desde luego los esquemas sintácticos quechuas influyen en la
construcción regular de mis oraciones, es el prodigioso tor-
mento de las raíces.
P. - Wsted ha asido o ez mi/itante de/ matx,Umo nevolu-
cíonatío, ¿cómo c./Lee que eate hecho inl/uye en zuz nave/a4 ?
Cnee que, en ezte is entído, zuz nove/az puedan zet inc/uídaz
dentro de lo que ze ha denominado "/itetatuta comprometida"?
R. - La filosofía-ideológica, como visión totalizadora
del mundo, es una brújula que me permite no perderme en el
"bosque de la China". O en cualquier otra fronda. No creo
en la literatura comprometida, los libros o son buenos o son
malos, la etiqueta no lo salva a nadie. Ya lo dijo García
Márquez el deber de un escritor revolucionario es escribir
bien. Y el lumínico complemento de Cortázar en literatura,
no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un buen o
un mal tratamiento del tema.
P. - Yo .a tengo en mi te4íz p que hay una evolucíbn en
zu obna. Esa evo/ocian ta/ vez pueda zintetizatze como e/
paso de/ neal,Umo "teal" [o natuta/ízmo) a/ tealí4mo milico
(La actua/ novela /atinoamenicana). ¿Que opina uzted a/ /tez
pedo?
R. - Desde luego, eso se ve a las claras. Las persecu
ciones, confinamientos y destierros político-literarios con-
tribuyen mucho a la obra de los narradores. Si Cervantes
Saavedra no hubiese sido hospedado durante cinco años y me-
dio en una cárcel de Argel, donde aprendió a tener paciencia
en las adversidades, es posible que no hubiésemos conocido
Don Quijote de la Mancha. La experiencia humana se expresa
por la palabra. Siempre he creído que las dictaduras totali
219.-
tarias le hacen afinar la letra a los escritores. Yo tengo
que agredecer -cumplidamente- al régimen del Estado Nacional
Moderno, primer periodo, 1971-1978, haberme hecho madurar en
la Argentina para bien de la patria y sus instituciones tute
lares. Los frutos de "realismo mítico" dan mejores resulta-
dos en invernaderos internacionales.
P. - Puezto que es e da ese paso, ¿,lue conzcLentemente
buscado?
R. - Siempre uno busca conscientemente la superación.
Todos los escritores hacen malabarismos en su búsqueda por
encontrar nuevas técnicas de expresión. No es congruente
las leyes sino las excepciones de esas leyes. De 1960 de El
precio del estaño a 1977 de Manchay Puytu ha corrido mucho
río debajo del puente. Vi que no era bastante revelar la ser
vidumbre funcional de los seres, que otrora poseían un signi
ficado trascendente-mítico para la naturaleza y la humanidad,
con el clásico estilo lineal de Antonio Díaz Villamil o Ar-
mando Chirveches. Y, entonces, mi banade conciencia fue más
atrevida, más profunda si se quiere.
P. - ¿Qué LnI/uencía jugaton en uzted /04 ezchítonez
de lo que ze ha venado llamando el "Bomm" latínoametícano?
R. - Me satisfizo muchísimo. Los latinoamericanos re
legados y postergados por siempre en el mundo, como seres de
última categoría, infinitamente menos que los africanos, hi-
cieron sentir su palabra no sólo políticamente a través de
la revolución cubana de 1960 sino, lo que nos interesa, lite
rariamente a través del "Boom" ha sido descubierta otra vez
América Latina:. Con el "Boom" adquirí mayor confianza en la
proyección de mi labor creadora. Yo soy escritor desde 1948.
P. - ¿Que ottoz autotez, boUvíanoz, /atínoametícanoz
o exttanjen.oz, han ínIluído en zu obiLa?
220--
R. - Entre los bolivianos Alcides Arguedas. Sentía, -
con admiración, la intensidad de aquel espíritu tenaz en su
afán iconoclasta, su estilo combatiente. He necesitado mu-
cho tiempo para liberarme de su influjo. Hubo cierto tiempo
en mi adolescencia, que recitaba las "sabidurías" del joven
nazi de Pueblo enfermo, Giinther Gründel, contra los desola-
dos híbridos de América. Figúrese hasta donde nos puede lle
var con su brutal crudeza el humor negro de la civilización
contemporánea. Después vendrían el brasileño Jorge Amado, el
colombiano José Eustacglio Rivera, el mexicano Mariano Azuela,
los norteamericanos John Dos Passos y John Steinbeck y los
infaltables rusos Chejov, Dostoievsky e Ilya Ehrenburg. Muy
posteriormente me llegaría el salvavidas: los clásicos del
mundo.
P. - ¿Cnée que el }tfLeatísmo ha ínl,euído en '5 tis - obitaz átl - -( ma4?
R. - Si., en cierto modo.
12 Se han hecho a,egunoa tiLabajo citítíccus en toft.no a ob4a, ¿cuát e ,tee que ha 4-ido eL" cill'-tíco que ha penetrado
máis pno6undamente en crteac,lanW
R. - Perdóneme, pero creo que todavía ninguno. Se han
escrito comentarios en periódicos y revistas especializadas
y desde luego que hay chispazos geniales. Pero aún todavía
no ha aparecido el critico que ha penetrado en el mundo de
historia-y-ficción que he creado. Además considero que aún
os temprano, mis trabajos tienen que madurar todavía en la
conciencia de los lectores, transmitir sus valores, su fer-
mento.
P. - La ín,se ,ic. n de fa u/teafídad m-itíca" e4, cAeo, u- ua constante en bu ubn.a. E6tá ya joile ente en ELphecío_de£ -otaao y va ganando te4neno en derítá.6 noveta. ¿C6mo con
221•—
áíde/La usted usa nealaad?
R. - Nuesra realidad mítica se alinea junto a la "rea lidad moderna, en coexistencia pacífica. Aparentemente la
"realidad moderna", mermada de los mitos de orígenes prísti-
nos, retorna a la "realidad mítica" para recordarle al hom-
bre que no puede estar fuera de la mitología común. Los ri-
tos de la existencia moderna no son nada más que consecuen-
cia de los antiguos. Ayer mismo, en Cochabamba, al visitar
a un amigo, vi a una señora postrada en la cama. El amigo me
explicó que se trataba de su madre enferma, tenía japeka. Las
culpables eran las mágicas devoradoras hormigas negras que ha
bían construido sus fortificaciones en la puerta que da a la
calle. El amigo les dio de comer, mucha azúcar moscabada,go
losina predilecta de las hambrientas y la japeka estaba ce-
diendo. Estas son las dimensiones del hombre boliviano con-
temporáneo integrado en la mitología. Borges ha dicho no po
dríamos imaginar un presente puro, sería nulo. El presente
siempre tiene una partícula de pasado y de futuro.
P. - Cree usted que porque Manchay Puytu e3 una novela
mítica, o pon to menos más mítíca de E/ pnecíogeleátano, se ha alejado pon eso de la itealidad áocíat de nueátno país?.
no lo ha hecho, ¿Cómo sostiene esa nelacíón?
R. - Bolivia es un país complejo y difícil que vive de las glorias del pasado y penurias del presente. Existencia
incomprensible, mina de oro para los narradores con imagina-
ción. En todas mis obras, sueños recuperados, incluso en el
Manchay Puytu, no he rehuido el desafío de la proble-r
mática social -una de las claves centrales- que arrastra un
cortejo superestructural de costumbres, magia y folclore. Al
ofrecer una nueva dimensión, no una evasión, de nuestra cul-
tura nacional, racialmente mestiza, estoy dando -consciente-
mente- a mis personajes -seres humanos de torturada existen-
•ia- pautas y normas nuevas. Hormonas psíquicas, como llama
222.-
ba Ortega y Gasset a los mitos.
P. - En qenenal, Los títu/oá de áuá nove/aá, eátán eá-
tnechamente nelacíonadoá con el tema. de la4 míámaá, ¿pon que
el título Sígno eácalonado?
R. - Porque considero que el destino boliviano es de
signo escalonado, saltando de trecho en trecho para sobrevi-
vir a la aciaga vocación autodestructiva que nos han fijado
los dioses augurales. El futuro aspira a justificarse en el
pasado. Signo escalonado que arrastramos desde nuestro pri-
meros balbuceos, el janaj pacha, el tiempo oscuro de Tiwana-
ku.
P. - Como una cutíoáídad eápec4íca, y quízdá un tanto
al mangen de. .das pteguntaá anteníoneá, me llama la atencíón
Ea ínáencíón de dos poetaá en dos de taz novelaá; la pnímena
en EL pnecío del eátailo. Loes venáoá que. íntnoduce (págs. 209
y 231) pentenecen, según nota de píe de pa4ína a Oácan Can-
pío, ambos en el texto novelesco son atnauídoá al amante de
ea Patapollena, que apanece como un joven ínteneáado e ínma-
duAo y a cuyoá vetáoá se hace áíempne a/uáíón con humon. ¿Es
to áígnílíca que Taboada Te/L(1n ve a Oácat Canpío, con la pen
sonaLídad de su petáonaje? La segunda en EL áíqno eácaeona-
do, conneáponde a un poema de Oteno Reíche, publícado 4egán
fa novela en La Patnía de ()tuno y "ded-icado al tnabajo". ¿Cona
títuye esta un homenaje ímplícíto ae poeta, o con que objeto
áe ínáenta en La nove/a?
R. - ¿Y por qué no tres con César Cadima? ¿Y cuatro
con Tamayo? Los poemas que le llaman la atención, de corte
anarquista-literario, versos ultra, tomé para tipificar no al
autor sino al personaje. Mientras los trabajadores luchan y
mueren, los cantores épicos -que en Bolivia y en todas par-
223.-
tes existen por montones- ven desde las puertas entreabier-"
tas los holocaustos obreros y populares. Y en el segundo ca
so, no hay tal homenaje, simplemente se utiliza con humor a-
quel hecho. Una sociedad. de desocupación, hambre y tifus en
la cual los ilustres profesores ¡Oh profesores: se ~Rallen
enseñar a los hijos del infortunio versos dedicados al traba
jo, proficuo venero de riquezas.
P. - ¿Q.ul papa atitíbuye usted a la mezcla de tealísmo
mdoíco, ese contenido índíoena, y la ínAluencía que 4e peiLeí
be en Manchay Puytu de la henencía española, a ttavls del
Ouíjote, pon ejemplo? ¿Y qué telací6n exíste entre "u" lí-
tetatuta y la. .eitetatuAa española?
R. - He vivido a tiempo bajo la vara alta de la litera
tura española: los libros de caballería, la crónica y la pi
caresca, para llegar al corazón del Manchay Puytu. De esta
manera también conocí los fundamentos de nuestra cultura....
Mi admiración, reconocimiento y afecto por Miguel de Cervan-
tes Saavedra que con su locura redentora me enseño a ser cuer
do.
P. - En la mísma obra, .incluye usted un capítulo ente-
no que e3 tnan4e/Lípcan de la obra de AAzanys Okistla y Vela.
¿qué ínAtuencía ejetcío en usted el escnítot potosíno?
Aínes y pon qué ínsenta usted este capítulo?
¿Con
R. - Don Bartolomé es el mayor experto en potosinolo-
gía. Todo el que quiera tratar con cierta probidad aspectos
de la Villa Imperial debe consultar el legado de este gran
escritor. Para Manchay Puytu solicité su cooperación, natu-
ralmente. Y no escapé a la tentación de transcribir, textual
mente, homenaje de gratitud, un capítulo sobre el verídico y
despiadado cataclismo de agua y lodo, castigo del Dios de la
"7olonia a los pecadores de la-Triple "Ve".
224.-
19 - adnde colocatía uisted el centto de gravedad de
obstat,? Toda.t, tíenen un cenote de gkavedad coman, o ckee
que eje. centto de gravedad va cambíando? (Puíeto decjk, e.
la denuncía de la ínjwstícía u)cíat el centko de gravedad de
toda is u obra? O, pot el conttatío, étse ee ee centko en CC
pkecío del eAtan9 pot ejemplo, peto ya no la C en Manchay__
Puytu, y Ute 4e ditíge a un ptobeema mucho mft5 pflo(ando
pote ejemplo el ptoblema del me4tízaje, o )5e. dítíge a pkobte-
ma4 metalí4íco4 de la. condícían humana, pot ejemplo el pko -
()lema de Díoz, la muekte, etc.).
R. - Cada época tiene sus inconfundibles característi-
cas. Lo que se ha dado en llamar los hechos típicos en cir-
cunstancias típicas. Por ejemplo, los indios de El precio
del estaño, que tienen problemas de adaptación, como los mi-
timaes de la antigüedad, para recrear su prehistoria han con
sultado las pizarras de cotización de los metales de la bol-
sa de Nueva York, mientras que en Manchay Puytu lo único que
hacen es salir a las calles para reclamar al vecindario pon-
ga en admiración a la posteridad de los siglos al legítimo
heredero de la dinastía inkaika. El centro de gravedad, en-
tonces, es el mismo, la diferencia los orígenes, en los cua
les son más hondos los problemas del mestizaje con su tremen
da secuela espiritual. Después, lógicamente, aquellos hon-
dos problemas ya se llamarán escuetamente "herencia".
P. - Contítuye Manchay Puytu la -nte.3, o un expeo
kat en totno a la.a dote hettencíats que detekmínan "lo bolívía-
no"?
R. - Creo que es más lo segundo que lo primero.
P. - De 4a4 novelas,, Cl isígno e3calonado aníca de
6ínal abíento) ese la mU optímízmta, en et ntído que deja
abíetto el camíno locura un cambío. lag oLttal son el contnaitin
225.-
totalmente peímí3ta4:a ute kupeeto, ¿a que obedece us tv?
R. - Depende de la óptica. En Manchay Puytu las tin-tas no se han cargado demasiado, tiene un final esperanzador.
Es cierto, los cuerpos de fray Antonio y Maria Cusilimay han
ido a parar a la pira de la plaza de los suplicios .de Aranza
zú, pero sus almas en el Wakayñán se han encontrado. Sus al
mas disformes son muchos más patentes que las de sus retorcí
das configuraciones físicas. Ha terminado el martirio, ya no
existe el Gran Miedo. Han descifrado fray Antonio y María
Cusilimay el universo de Dios. ¡Dios no era el fin sino el
comienzo: Y se entiende que después han vivido felices, más
allá de la vida.
P. - en.eo que Manchay Puytu e.4 ea g an novela de.(' me tízaje, en 4entído a que en ella 4e unen una emoecíe de meta 6Uíca mítolégíca, ínI/uencíada pon Ea4 eneeneía, vafoneis y ke/ígí6n tetünica, enPtentada a la metaáaíca kacíonal y cn,125 tíana ímpontada de Empana. ¿qué opína uted?
R. - Como padre, quiero a todos mis hijos. A la fecha
el más afortunado, resultó Manchay Puytu, quizá por escarbar
los pretéritos humanos para arrancarles su secreto. Sober-
bios chullperíos (creencias, valores y religión telúrica),
donde se hallan amontonadas, como en el cuarto de los duen-
des, nuestras raíces.
P. - El pnecío de.(' ultano u una novela donde no hay p/Leoeupaeíón pote la 6o/cma, en eambío en novelaz potenío neo 4e. ducub/te una ceaita ínquíetud pon la mama. En eAe
tído, El 6ígno ecalonado contítuye una expeAímentacan en ite/acíón a tecníca3 ,e.ítekaía3; nan.nadone.)5 en loiLímelta y te/L-
ce/La pekona, dídlogo, mon(leoclo ,í nteníoneb, e4cena4 de dita
226.-
eupacan nevefa ia. /segunda edícan de Le pttecío def estane
¿Es veftdadeka e4ta apteciací6n en cuanto a. pk.eocupación
pon /a "(anea"?
R. - A medida que pasa el tiempo uno se vuelve más sen
sible. Documentado bigardo. Y tolerante además, incluso
con sus más antipáticos adversarios. Mi primera época, quie
ro llamarla asi, de adolescente luchador contra molinos de
viento, era la requisitoria contra las injusticias sociales
sin reparar en la forma. La forma era lo de menos, siendo
que es capital en toda obra literaria. Sin cambiar de lí-
neas de conducta, pero cada vez más cerca de Tamayo que de
Arguedas, en la segunda época, tuve que llegar a la orfebre-
ría. Lo que llama Borges poner música y usted estructura en
profundidad. Ese ha sido el hallazgo mejor en mi vida de es
critor. Tratar de escribir con propiedad.
P. - iPyé pet4ígue custed a tftayl. de u movefas, en
paktículan., y de mi () bita /ítekakía, en genena/?
R. - Decir mi verdad a todos los hombres de buena vo-
luntad. Si esa verdad es aceptable mejor y si no mucho me-
jor todavía, así salimos todos ganando.
P. - He trabajado en tAes novefas y en fu. .6 eaunda edíeícin de. Ef pnec,¿.o del estaao, y consíde/Lo que e4ta gun- da edícían, no es eso decíA no es Sólo una a e.gundct edí- can de una mísma obta)síno más bíen una nueva novela solvte un mísmo tema. ¿Qué op„(nían tíeme ef autor at /respecto, y qué ínIfuy6 o en víta a que íntnodujo vaníacíones tan utb--taneíate4 en fa. segunda edíeí6n7
R. - Después de veinte arios de editado El precio del -
estaño vi que no todo era malo, que había algo rescatable
227.-
Hice una reelaboración y ahora considero que con traje nuevo
puede ser presentado en sociedad. No es una nueva novela,
es la misma donde los pobres de Catavi siguen arrastrando
sus penas y mirando cautelosos de reojo, susceptibles de ser
vir en cualquier momento de carne y sangre de sacrificio a la
voraz Pachamama. La fabla alegoría en que la deidad llega
a tipificar lo que está sumergido en la naturaleza bestial -
de los seres humanos considerados invencibles.