miserias y grandezas de los consejos locales

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MISERIAS Y GRANDEZAS DE LOS CONSEJOS LOCALES “…Que no haya peleas, que no haya envidias (…) que no lo saquen el cuero a nadie” Pedido del Papa Francisco a la multitud reunida en la vigilia de su asunción como pontífice el 19 de marzo de 2013 “Recen por mí para que no me la crea y sepa escuchar lo que Dios quiere y no lo que yo quiero”. Carta del Papa Francisco los obispos argentinos reunidos en Asamblea Ordinaria abril de 2013 La misión de los consejos locales Una de las riquezas de muchas de las órdenes religiosas es su modo de conducción colegiada. La Orden franciscana seglar comparte con otras, esa fortaleza. El Capitulo tercero de las Constituciones Generales de la OFS es un conjunto de inspiradas recomendaciones para la animación de un carisma tan “provocativo” como el franciscano. La tarea de los consejos es entre otras: Promover las iniciativas necesarias para favorecer la vida fraterna, para incrementar la formación humana, cristiana y franciscana de sus miembros, y para animarles en su testimonio y compromiso en el mundo; — Adoptar opciones concretas y valientes, adecuadas a la situación de la Fraternidad, entre las múltiples actividades posibles en el campo apostólico (Art.50) Este artículo muestra con claridad que el consejo debe cuidar a los hermanos en un verdadero “pastoreo” que incluye tanto la

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Page 1: Miserias y Grandezas de Los Consejos Locales

MISERIAS Y GRANDEZAS DE LOS CONSEJOS LOCALES

“…Que no haya peleas, que no haya envidias (…) que no lo saquen el cuero a nadie” Pedido del Papa Francisco a la multitud reunida en la vigilia de su asunción como pontífice el 19 de marzo de 2013

“Recen por mí para que no me la crea y sepa escuchar lo que Dios quiere y no lo que yo quiero”. Carta del Papa Francisco los obispos argentinos reunidos en Asamblea Ordinaria abril de 2013

La misión de los consejos locales

Una de las riquezas de muchas de las órdenes religiosas es su modo de conducción colegiada. La Orden franciscana seglar comparte con otras, esa fortaleza. El Capitulo tercero de las Constituciones Generales de la OFS es un conjunto de inspiradas recomendaciones para la animación de un carisma tan “provocativo” como el franciscano.

La tarea de los consejos es entre otras:

Promover las iniciativas necesarias para favorecer la vida fraterna, para incrementar la formación humana, cristiana y franciscana de sus miembros, y para animarles en su testimonio y compromiso en el mundo; — Adoptar opciones concretas y valientes, adecuadas a la situación de la Fraternidad, entre las múltiples actividades posibles en el campo apostólico (Art.50)

Este artículo muestra con claridad que el consejo debe cuidar a los hermanos en un verdadero “pastoreo” que incluye tanto la misión apostólica y compromiso seglar como el crecimiento espiritual de los hermanos. Es que no se darían aquellos sin éste.

Y el artículo 31 entre otras exhortaciones sobre el perfil requerido para los consejeros consigna:

2.El oficio de Ministro o de Consejero es un servicio fraterno, un compromiso de disponibilidad y responsabilidad respecto a los hermanos y a la Fraternidad, para que cada uno se realice en su vocación y cada Fraternidad sea una verdadera comunidad eclesial franciscana, activamente presente en la Iglesia y en la sociedad…. 3. Los responsables de la OFS de cada nivel sean

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hermanos profesos perpetuos, convencidos de la validez de la vida evangélica franciscana, atentos, con visión amplia y generosa, a la vida de la Iglesia y de la sociedad, abiertos al diálogo, dispuestos a dar y recibir ayuda y colaboración.

Compromiso con el mundo-opciones concretas y valientes-disponibilidad- responsabilidad-vida evangélica-diálogo:

Son valores que como una brújula guían a los hermanos profesos elegidos para un servicio tan decisivo para vida fraterna. Además del acompañamiento de los hermanos y la “inyección” en el mundo de los valores evangélicos.

La realidad deja mucho que desear. Muchas veces se experimente que el consejero es más un funcionario que un servidor. El tiempo para estar con el hermano fuera de los ámbitos formales del encuentro es nulo. A veces se observa una “servicialidad insaciable” por acumular cargos en distintos niveles con lo cual se desnaturaliza la esencia misma del servicio que es un “compromiso de disponibilidad”.

La comunicación del mensaje evangélico

Tanto las Reglas de los frailes de la Iº Orden, las clarisas, los hermanos de la TOR y la de la OFS tienen como introducción el recuerdo de que la forma de vida es el Evangelio. De donde se sigue que quien intenta vivir el Evangelio está cumpliendo con todo el “cuerpo jurídico”.

Y el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 2196 consigna lo que el Maestro consideró como el resumen de la Ley y de todas las leyes:

En respuesta a la pregunta que le hacen sobre cuál es el primero de los mandamientos, Jesús responde: «El primero es: “Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos» (Mc 12, 29-31).

El apóstol san Pablo lo recuerda: «El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13, 8-10).

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¿Hace falta recordar esto?

No habría que aclararlo si no fuera que tan a menudo cae en el olvido. Todos los franciscanos, más aún los llamados a ser servidores en los consejos deberían estar absolutamente convencidos de que todos los hermanos, son regalos que el Padre nos envió, incluso los enfermos y pecadores. La diversidad y multiplicidad de talentos contribuyen a la riqueza de la fraternidad (aún las enfermedades y pecados) y su cultivo redundaría en una acción evangelizadora audaz y comprometida. La vida fraterna YA es un acto evangelizador, un anuncio.

Lamentablemente por descuido de una espiritualidad tan sencilla de concebir, se cae en todo lo contrario. Uno tiene la impresión más confirmada que desmentida por la praxis de muchos consejos de todo nivel, que la única preocupación es mantener en funcionamiento una estructura olvidando para qué esa estructura fue concebida. Como dice nuestra Eladia Blázquez:” Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir

porque no es lo mismo que vivir honrar la vida”

Muy pocas veces se manifiesta una voluntad genuina de acompañar apostolados individuales asumiéndolos como fraternidad sean en los ámbitos laborales o en instituciones en donde el profeso trata de vivir la Regla y su espíritu. ¡Qué bien nos vendría reflexionar si no somos nada más que una ONG piadosa, ni siquiera filantrópica o caritativa!

Miserias en los actos electivos

Tan así es la obsesión por mantener una burocracia eficiente en la Orden que en muchos capítulos electivos se procura cubrir muchos más servicios que los necesarios previendo las futuras renuncias de los consejeros.

Las primeras miserias se descubren en los lobbys previos a toda elección. No hay delegación de los votos, ni estudio de los candidatos. No hay proyectos presentados que se hagan públicos de antemano. Suele apelarse a la espontaneidad supuestamente inspirada (…) en un esfuerzo por parecer ángeles, que luego es desmentido por las intensas campañas a favor o en contra de alguno. Y siempre se termina votando caras sin conocer corazones. Parecería que la única carta de presentación es el ofrecimiento para el servicio. No se imagina uno a los cardenales reunidos en cónclave “ofreciéndose a ser papa”. Es el discernimiento de los hermanos en base a la trayectoria lo que debiera influir en las decisiones.

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Otra miseria expuesta en los actos electivos es la aceptación o no de las candidaturas dependiendo de quien ya ha sido elegido. Si el que eligieron ministro me gusta acepto ser votado, si no paso. Otra desmentida a la creencia de que nuestra mayor riqueza es la diversidad. Cuando todos nos queremos todo anda bien pero arar con los bueyes que uno tiene, eso es vivir el carisma. Un hermano raramente es un amigo: es otro hijo de Dios como yo por el bautismo y si lo trato de amar es con el amor ágape, ése con el que me ama el Padre. No por mis merecimientos sino por su exquisita gratuidad.

Miserias en el funcionamiento de los consejos

Los estatutos actuales, para la Argentina por lo menos tratan de aclarar el tema de la toma de decisiones de los consejos. Dicen que es el Ministro con su consejo. Y uno se pregunta ¿El ministro escucha a los consejeros y después todos toman la decisión? ¿El ministro manipula la decisión influenciando a los consejeros y tomándolos como escudo? Volviendo a lo de la riqueza de los hermanos que el Señor me regala. Si se está plenamente convencido de la dignidad de mi hermano y de la sacralidad del vínculo ( con él o con cualquiera) serían impensables cualquiera de estas actitudes:

-No cumplir con las formalidades que hacen al buen funcionamiento del consejo y facilitan la participación, como establecer un orden del día, un tiempo limitado para las exposiciones, redactar las actas a tiempo supervisando su contenido.

-Dar a conocer los temas a tratar de antemano a algunos consejeros para comprometerlos a dar su apoyo utilizando el factor sorpresa sobre los que ignoran el orden del día.

– Manipular la convocatoria a las reuniones llamando con más anticipación a los que votarán favorablemente las mociones presentadas por el ministro y convocar a último momento a los que se considera hostiles ( incluso al Asistente)

La tentación al autoritarismo es muy fuerte. Hay muchas fraternidades “ministrocéntricas” y muy pocas “hermanocéntricas”.

Miserias en el tratamiento de los hermanos

La elección para un servicio muchas veces ejemplifica aquel dicho: “el poder no cambia a la gente sino la muestra tal cual es”.

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Muchos hermanos que acceden a los servicios, convengamos más por desinterés de los profesos que por talentos genuinos, cambian su forma de relacionarse con los demás luego de ser elegidos. A menudo sienten que adquieren un re-conocimiento de su valía, mejoran una autoestima tal vez en declive y pasan a ser algo así como observadores-controladores de la vida de los hermanos.

Más de una vez recurren a las polémicas, esas que condena San Pablo en sus dos cartas a Timoteo, y se erigen en jueces de sus hermanos, inclusive revolviendo en su vida privada más de lo que es caritativo, oportuno y necesario… Con la excusa de la conducción, no se privan de hablar y hablar del hermano diferente, ese que no encaja en el molde “supuestamente” franciscano. Es como tener impunidad para “sacar el cuero”.

La fraternidad como escuela de convivencia humana

A las fraternidades OFS pertenecen hombres y mujeres de las más variadas condiciones sociales, culturales, laborales. Intentar homogeneizar la vida de los que son admitidos a la profesión es desnaturalizar el carisma. Evidencia una falta de espiritualidad básica que se centra en la aceptación del otro tal cual es.

No todos ponen en común su vida. Hay un ámbito de intimidad personal y familiar que tal vez se desconoce. Por eso tan imprudentes y poco caritativos los juicios que se emiten desde los consejos sobre actitudes de los hermanos. Solamente un verdadero clima fraterno puede ayudar a conocer y acompañar a cada uno en su vocación cristiana para que sea más maduro existencialmente hablando. ¡Qué poco humilde! ¡Cómo habla! ¡Qué ignorante! “No tiene condiciones para el servicio”…. ¿Quién no ha oído estas frases en alguna charla informal?

Por eso son tan jugosas las palabras del papa Francisco:

“…que no haya peleas, que no haya envidias (…) que no lo saquen el cuero a nadie” La envidia es lo que absolutamente contradice aquello de “El Señor me dio hermanos”. Me tengo que alegrar de los talentos del hermano tanto como si fueran míos.

“Recen por mí para que no me la crea y sepa escuchar lo que Dios quiere y no lo que yo quiero”.

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La tentación a “creérsela” debe ser muy fuerte en un papa. No se comprende que tantos hayan caído en esa debilidad a partir del servicio como consejeros.

Muchos ex miembros del OPUS DEI describieron (en Internet hay muchas páginas ) cómo se ejercía la corrección fraterna en la institución. En todos los casos se ponía en evidencia un total desconocimiento de las motivaciones del hermano y absoluta falta de diálogo. Inclusive desoyendo el consejo de San Josemaría Escriva que los exhortaba a no juzgar, porque “el que juzga es el Señor”. Como decían estos ex numerarios: “El que juzga es el Señor pero el consejo le acerca el expediente terminado”