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Ministerios laicales en el orden del culto

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Ministerios laicales en el orden del culto

Page 2: Ministerios laicales

INTRODUCCIÓN

Eucaristía el paso de una actitud individualista al sentido comunitario

la acentuación del carácter celebrativo y festivo de la Eucaristía; la mayor conciencia de un derecho y un deber de participación;

el deseo de ejercer el sacerdocio universal; una mayor responsabilidad en los ministerios que competen a los fieles.

Es evidente que, con la reforma litúrgica, sobre todo desde el Vaticano II, se ha dado una importante renovación de los ministerios laicales en la celebración cultual. Muchas son las razones que han llevado a esta renovación, manifestada sobre todo en la

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Lectorado

Acolitado

ministro extraordinario de la comunión

Ministerios Instituidos

Conviene resaltar algunos elementos específicos de los ministerios laicales litúrgicos: Son ministerios más determinados y con menos margen para la espontaneidad que los pertenecientes al área de la Palabra o la caridad;

Motu Proprio "Ministeria Quaedam» y «Ad pascendam» del 15 de agosto de 1972, donde se instituyen los ministerios del «lectorado» y el «acolitado». Instrucción «Inmensae Caritatis» del 27 de abril de 1973 para facilitar la comunión sacramental en algunas circunstancias, donde se habla de la institución del «ministro extraordinario de la Sagrada Comunión». La «Ordenación General del Misal Romano», dedica el capítulo III a Los oficios y ministerios en la Misa», nn. 58-73.

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Teniendo esto en cuenta, podemos ya describir de motín aproximativo el estado actual de ejercicio de los diversos ministerios laicales litúrgicos.

El monitor

• Tiene por finalidad introducir, ambientar, animar, ayudar a comprender, celebrar y vivir el acto litúrgico, con verdadera actitud comunitaria y participativa.

El lector• «el lector queda instituido para la función que le es propia, de leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Por lo cual proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas...»

Las condiciones de institución son: — «Petición libremente escrita y firmada por el aspirante, que ha de ser presentada al Ordinario... a quien corresponde la aceptación. — Edad conveniente y dotes peculiares, que deben ser determinados por la Conferencia Episcopal. — Firme voluntad de servir fielmente a Dios y al pueblo cristiano. — Los ministerios (del lectorado y el acolitado) son conferidos por el Ordinario (el obispo, y en los institutos clericales de perfección, el superior mayor) mediante el rito «de institutione lectoris» y «De institutione Acolythi», aprobado por la Sede Apostólica»

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El «Profeta»Calificamos así a un ministerio que, si bien no está reconocido como tal por la Iglesia, ni figura en los libros de la reforma litúrgica, sin embargo, tiene una fuerte raigambre en la tradición bíblica y eclesial, y está comenzando a tener un puesto de hecho en algunas asambleas litúrgicas.

Se trata del ministerio que busca interpretar la Palabra, desde la clave de los signos de los tiempos y a partir de la propia experiencia y carisma, en orden a una mejor aplicación a la realidad y a una respuesta más comprometida a los problemas e interrogantes de los hombres, según el plan de Dios.

El «profeta» no pretende suplantar al «predicador», sino completarlo. Es un ministerio que, como se comprende, se realiza sobre todo en las «pequeñas comunidades eclesiales», por la intervención o comunicación espontánea en el momento de la homilía.

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El acólito• «El acólito queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio de él

cuidar el servicio del altar, asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la Misa; además distribuir, como ministro extraordinario, la sagrada comunión cuando faltan los ministros...»

El ministro extraordinario de la comunión• Es aquel a quien se le encomienda públicamente la misión de ayudar a

distribuir la comunión, durante la Misa, fuera de la misma, y con respecto a los enfermos, cuando no hay sacerdotes suficientes y existe una real necesidad

Instrucción «Inmensae Caritatis»

El lectorado y el acolitado, los dos ministerios instituidos, están estrechamente vinculados entre sí y son lo que bien puede calificarse de ejes fundamentales sobre los que gira toda comunidad cristiana: la Palabra y el altar Según la Instrucción, este ministerio

puede ser encomendado para un caso concreto, para un período determinado de tiempo, o de modo permanente; para distribuirse a sí mismos el pan eucarístico o para distribuirlos a los fieles y enfermos; lo concede el Ordinario del lugar y, con su permiso, los sacerdotes dedicados al ministerio para un acto concreto; los sujetos, por orden de preferencia son: el lector, el alumno del Seminario Mayor, el religioso, la religiosa, el catequista; pueden ejercerlo lo mismo los hombres que las mujeres; se requiere que la encomienda les sea hecha, después de una adecuada preparación, con el rito correspondiente, de modo que se evite el desconcierto que la ignorancia pueda suscitar en los fieles.

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El responsable de la colecta

Se trata, a nuestro entender, de otro ministerio, que se ejerce con normalidad en la celebración eucarística, por personas adultas, cuya función es ordenar la colecta dentro de la asamblea, hacerse cargo de contar el dinero, entregarlo a la «junta económica» o al «responsable de la comunicación de bienes», participar en las decisiones económicas de la comunidad, intervenir en la acción de la misma distribución de bienes a los más necesitados de la comunidad.

Este ministerio se ejerce de una u otra forma en todas las comunidades cristianas. En otro tiempo era el sacerdote quien se encargaba, casi en solitario, de la cuestión económica de la parroquia.

El mismo Misal Romano, al hablar de los oficios y ministerios en la Misa, se refiere a «los que hacen las colectas en la Iglesia.

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El encargado de la acogida

• Es aquella persona que va recibiendo a los fieles a la puerta de la iglesia, y tiene por función saludarlos fraternalmente, crear un clima de familiaridad y conocimiento mutuo, acompañarlos a los puestos que les corresponden, atender de modo especial a los enfermos

• Esta función suele hacerla, bien el mismo sacerdote, o el responsable, o el catequista de la comunidad, recibiendo a aquellos que con frecuencia vienen de lejos al centro de la misión.

El que acompaña con el instrumento musical

(organista)

• Desempeña un ministerio verdadero y tiene como función el animar y sostener el canto; el crear un ambiente con la música, propicio para la participación y la oración. Como se sabe es éste un ministerio litúrgico ya viejo en la Iglesia Occidental.

• Pero no tiene por qué llamarse necesariamente «ministerio de organista» 129, ya que puede haber otros instrumentos que cumplen la misma función.

El director de coro y el cantor

• El director de coro es aquella persona que dirige la Schola, ensaya adecuadamente al pueblo, elige los cantos para la celebración de acuerdo con el sacerdote, cuida de la correcta ejecución de las distintas piezas musicales

• En cuanto al salmista o cantor tiene por función cantar los versículos o estrofas, animar y sostener el canto del pueblo, mantener la variedad de la ejecución, ayudar a orar cantando... Con frecuencia suele unirse este ministerio al del «director de coro».

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Ministerios laicales en el orden de la caridad

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Los ministerios laicales en el orden del servicio en la caridad son la verificación ética y práctica del resto de los ministerios. Por la justicia y la caridad se manifiesta la autenticidad de los diversos órdenes ministeriales. Así como no hay existencia cristiana sin compromiso en la vida, tampoco hay verdadero equilibrio ministerial sin ministerios de promoción y liberación de la vida.

INTRODUCCIÓN

El hecho de situar este orden de ministerios al mismo nivel que los restantes es de suma importancia, ya que indica que son ministerios con los que debe contar la comunidad entera, que estos ministerios deben ser promovidos por el sacerdote lo mismo que los demás, sin pensar que a él le corresponde sólo la evangelización y el culto, mientras a los laicos les pertenece la promoción y la liberación humana

que la evangelización debe realizarse, no al margen, sino desde dentro de las situaciones humanas, conflictos sociopolíticos, tragedias y esperanzas de los hombres concretos.

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El ministerio de la hospitalidad y la acogida a los marginados

Es aquel que realizan las personas encargadas de acoger, orientar, ofrecer las primeras ayudas, a los transeúntes ocasionales, a los emigrantes o inmigrantes, a los forasteros de tránsito, a los jóvenes inadaptados, a los alcohólicos abandonados, a los excarcelados que no saben dónde ir, a los drogadictos, y en fin, a todos aquellos que se sienten marginados, incluidos.

La finalidad primordial de este ministerio sería acoger, escuchar, compartir y comprender, ayudar, dar cobijo, atender a sus necesidades psicológicas y humanas con todos los medios disponibles.

Naturalmente este servicio, que existió desde siempre en la Iglesia, sólo está organizado en aquellos lugares donde se dispone de medios y personal para ello como son Norteamérica y algunos países centroeuropeos (v.gr. Alemania, Francia...). En otros muchos sitios se realiza de forma más espontánea y en la medida de las posibilidades (v.gr. América Latina).

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El ministerio de la asistencia a los mayores

Pensamos que puede calificarse así al servicio que desde la Iglesia se ofrece en no pocos lugares respecto a las personas de la tercera edad y los ancianos

La función de este ministerio de asistencia, ya viejo en alguna medida en la Iglesia, será acoger a estas personas y ayudarles en sus problemas de todo tipo; pero sobre todo será hacer lo posible para que integren en su vida la fragilidad fisiológica propia de la edad; para que sean y se sientan útiles a la sociedad entera, para que no se les margine o recluya de la vida normal, para que superen la soledad y mantengan la ilusión de vivir, la fuerza para esperar y crecer.

Claro que, no se trata tanto de suplir la tarea que debería desempeñar o acometer la sociedad, cuanto de cumplir un compromiso de la fe, promoviendo aquel grado de humanidad, de acogida, de amor y de integración social que merecen los mayores para una comunidad cristiana.

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El ministerio de la promoción social y cultural

Es el ministerio que busca promover socialmente a las personas, sobre todo en las zonas más deprimidas, haciéndoles conscientes de sus derechos y también de sus deberes por mejorar la condición de vida, culturizando y abriendo caminos para una mejor formación humana y cristiana

En este ministerio se pretende unir al progreso técnico con la promoción socio-cultural, y la liberación humana con la salvación cristiana

«Nuestra sociedad necesita una amplia labor de concienciación humana, de potenciación de las personas, de ayuda a la expansión del ser personal más que del hacer y del tener, ya servidos por otros caminos. Habría que crear escuelas de humanización y servicios de humanismo integral. Para hacer descubrir a los hombres su valor como personas, para enseñarles el respeto mutuo y la educación para la convivencia»

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El ministerio de la visita y atención a los enfermos

Sería el ministerio que tiene por objeto la atención a los enfermos, crónicos o permanentes, psíquicos o físicos, y que busca una atención material y espiritual, pero sobre todo su consuelo y su acogida, desde una actitud de compartir los dolores, angustias y esperanzas que les aquejan.

Este ministerio, de tan largo historial en la Iglesia 14\ por su creación y atención a instituciones sanitarias y hospitalarias, viene a tener hoy un nuevo rostro, debido a los cambios sociales y culturales que ha experimentado, como son entre otros: las proporciones que ha tomado la sociedad en los Estados modernos; los avances de la ciencia y la técnica médicos; las grandes instalaciones hospitalarias;

la medicina preventiva y la larga duración de las enfermedades; la desaparición del marco familiar sanitario y el necesario «exilio» de los enfermos a los hospitales; el paso de las instituciones sanitarias de las manos de la Iglesia a las del Estado; el cambio del «rol» del sacerdote respecto a la persona del enfermo.

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El ministerio de la «comunicación de bienes»

Creemos que debiera llamarse así al ministerio que tiene por objetivo la administración económica de los bienes de la comunidad, cuya finalidad primera debería ser la realización del ministerio de la comunicación de bienes («koinonia»), atendiendo a las situaciones y necesidades de los propios miembros y de los del grupo social al que pertenecen.

Existen al respecto organizaciones de nivel supra-parroquial, como es «Caritas» en la mayoría de los países, o «Adveniat», «Misereor», en el caso específico de Alemania.

También se realizan campañas en la Iglesia con objetivos semejantes, tales como «el Domund», o la «Campaña contra el hambre»... Pero no es éste el problema, sino su enraizamiento y su configuración ministerial, de modo permanente, en las comunidades cristianas.

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El ministerio de la asistencia a la familia Es aquel ministerio que tiene por objetivo ayudar a las familias necesitadas, bien con el consejo, el diálogo, la acción intermediaria, la educación pedagógica y moral, la reflexión humana y cristiana, la oración y la celebración... Tiene que ser ejercido por personas verdaderamente maduras y formadas, capaces de ayudar, aconsejar y formar

El último Sínodo de Obispos, dedicado a la familia, ha recordado la urgencia de este ministerio.

En el mensaje final se dice: «Interesa mucho a la Iglesia el apostolado o ministerio familiar. Bajo este nombre comprendemos la tarea que realiza todo el pueblo de Dios por medio de las comunidades locales, particularmente por obra de los pastores y laicos entregados a la acción pastoral familiar. Estos, actuando con los individuos, matrimonios y familias, les ayudan a vivir de modo más pleno su vocación conyugalLa Exhortación recién publicada por el Papa Juan Pablo II, el 22.11.1981, Familiaris consortio, Paulinas, Madrid 1981, nn. 70-76, pp. 118-129, recuerda los objetivos y los agentes de la pastoral familiar.

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Conclusión Terminemos esta ya larga descripción de «ministerios laicales» existentes hoy en la Iglesia. Conscientes de no haber dicho todo cuanto hubiera sido preciso de cada ministerio. También creo que han quedado ministerios por señalar.

«Actualmente encontramos en América Latina una gama muy variada de ministerios no ordenados. Bautizadores, catequistas, rezadores, cantores, animadores de oración, salmistas, fiscales, animadores parroquiales, misioneros laicos, presidentes de asambleas»

Los ministerios laicales más estables los constituyen en América Latina: «Los catequistas permanentes, los lectores, los acólitos, los guías, los grupos organizados para formación y estudios bíblicos, los animadores de comunidades y parroquias, los organismos permanentes de Caritas o instituciones, los dedicados a la actividad misionera, los ministros extraordinarios de la Eucaristía» Puebla, 421-422