mi lucha capitulo i.doc

2
Capitulo primero Mi Patria Muy útil me resulta hoy el capricho del destino al disponer que Braunau del Inn fuera el lugar de mi nacimiento. Esta pequeña localidad se encuentra en la frontera, entre los dos Estados alemanes cuya reunión constituye una empresa que nosotros, los jóvenes, como digna de llevar a cabo consagrándole todos los recursos que estén a nuestro alcance. El Austria alemana tornara al seno de la gran Patria germana, pero ello no ocurrirá por razones económicas. ¡No, no! Aun cuando la reunión fuera, contemplada desde este punto de vista, una cuestión indiferente, mas todavía: aunque fuese perjudicial, tendrá que venir. La comunidad de sangre exige la nacionalidad común. El pueblo alemán tendrá derecho a encarar una política colonial en tanto resulte importante para reunir a sus propios hijos en un estado común. Mientras no habite dentro de los confines de la nación hasta él ultimo alemán, mientras aquella no posea la certeza de que puede alimentar a todos sus ciudadanos, mientras su propio pueblo padezca necesidades, Alemania carecerá de derechos morales para adquirir territorios en el extranjero. Es así como la pequeña población fronteriza se convierte para mí en el símbolo de una gran empresa. ¿No somos iguales a todos los demás alemanes? ¿No es, por ventura, menester que nos unamos? Este problema comenzó a bullir ya en mi cerebro de niño. En respuesta a mis tímidas preguntas vime obligado, con secreta envidia, a aceptar el hecho de que no todos los alemanes podían tener la dicha de pertenecer al imperio de Bismarck. No quise ser funcionario. Ni las homilías ni la más persuasiva de las argumentaciones sirvieron para vencer mi repugnancia. No quise ser funcionario y me rehusé a ello. Todo intento de citar el ejemplo de mi padre para despertar mi amor o mi vocación hacia aquel oficio producía efectos diametralmente opuestos. La idea de tener que permanecer sentado en una oficina, de no poder ser dueño de mi propio tiempo, y de consumir mi existencia llenando formulas se me antojaba odiosa e inconcebible. Hoy, al pasar revista al efecto que produjeron en mí todos esos años advierto dos hechos que se destacan con relieve propio: 1)me convertí en un nacionalista, y 2)aprendí a ver y a comprender la historia en un sentido verdadero. La antigua Austria era un Estado compuesto de muchas nacionalidades. Siendo relativamente joven tuve oportunidad de participar en una lucha de nacionalidades en la antigua Austria. Teníamos una sociedad escolar y expresábamos nuestro sentir por medio de acianos y por medio de los colores negro, rojo y oro; había vítores y cantábamos el Deutschland Übre Alles con preferencia al Kaiserlied austriaco, pese a las amenazas y castigos. De esta manera, la juventud era educada políticamente a una edad en el súbdito del llamado estado nacional sabe muy poco, por lo general, acerca de su nacionalidad, exceptuando su lenguaje. Salta a la vista que, ni aun entonces, podía yo contarme entre los indiferentes.

Upload: nicolas-schvemler

Post on 10-Nov-2015

214 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

capitulo 1 de mi lucha

TRANSCRIPT

Capitulo primero

Capitulo primero

Mi Patria

Muy til me resulta hoy el capricho del destino al disponer que Braunau del Inn fuera el lugar de mi nacimiento. Esta pequea localidad se encuentra en la frontera, entre los dos Estados alemanes cuya reunin constituye una empresa que nosotros, los jvenes, como digna de llevar a cabo consagrndole todos los recursos que estn a nuestro alcance.

El Austria alemana tornara al seno de la gran Patria germana, pero ello no ocurrir por razones econmicas. No, no! Aun cuando la reunin fuera, contemplada desde este punto de vista, una cuestin indiferente, mas todava: aunque fuese perjudicial, tendr que venir. La comunidad de sangre exige la nacionalidad comn. El pueblo alemn tendr derecho a encarar una poltica colonial en tanto resulte importante para reunir a sus propios hijos en un estado comn. Mientras no habite dentro de los confines de la nacin hasta l ultimo alemn, mientras aquella no posea la certeza de que puede alimentar a todos sus ciudadanos, mientras su propio pueblo padezca necesidades, Alemania carecer de derechos morales para adquirir territorios en el extranjero. Es as como la pequea poblacin fronteriza se convierte para m en el smbolo de una gran empresa.

No somos iguales a todos los dems alemanes? No es, por ventura, menester que nos unamos?

Este problema comenz a bullir ya en mi cerebro de nio. En respuesta a mis tmidas preguntas vime obligado, con secreta envidia, a aceptar el hecho de que no todos los alemanes podan tener la dicha de pertenecer al imperio de Bismarck.

No quise ser funcionario. Ni las homilas ni la ms persuasiva de las argumentaciones sirvieron para vencer mi repugnancia. No quise ser funcionario y me rehus a ello. Todo intento de citar el ejemplo de mi padre para despertar mi amor o mi vocacin hacia aquel oficio produca efectos diametralmente opuestos. La idea de tener que permanecer sentado en una oficina, de no poder ser dueo de mi propio tiempo, y de consumir mi existencia llenando formulas se me antojaba odiosa e inconcebible.

Hoy, al pasar revista al efecto que produjeron en m todos esos aos advierto dos hechos que se destacan con relieve propio: 1)me convert en un nacionalista, y 2)aprend a ver y a comprender la historia en un sentido verdadero.

La antigua Austria era un Estado compuesto de muchas nacionalidades.

Siendo relativamente joven tuve oportunidad de participar en una lucha de nacionalidades en la antigua Austria. Tenamos una sociedad escolar y expresbamos nuestro sentir por medio de acianos y por medio de los colores negro, rojo y oro; haba vtores y cantbamos el Deutschland bre Alles con preferencia al Kaiserlied austriaco, pese a las amenazas y castigos. De esta manera, la juventud era educada polticamente a una edad en el sbdito del llamado estado nacional sabe muy poco, por lo general, acerca de su nacionalidad, exceptuando su lenguaje. Salta a la vista que, ni aun entonces, poda yo contarme entre los indiferentes. Pronto me transform en un fantico nacionalista alemn, bien que no lo fuera en el sentido en que hoy da lo concibe este partido.

Este sentimiento tom muy presto cuerpo dentro de m, de suerte que a la edad de quince aos yo sabia discernir la diferencia entre el patriotismo dinstico y el nacionalismo popular; yo conoca mucho ms acerca de este ltimo.

No sabamos ya nosotros, los muchachos que este Estado Austriaco no poda sentir amor alguno hacia nosotros, los alemanes?

Nuestros conocimientos histricos de los mtodos de la casa de Habsburgo estaban corroborados por lo que veamos todos los das. En el norte y en el sur, la ponzoa de extraas razas roa el cuerpo de nuestra nacionalidad y hasta la misma Viena se converta en una ciudad cada vez menos alemana. La Casa Real se hacia checa por doquier se la mirase; y fue la mano de la deidad, de la justicia eterna y del castigo inexorable quien decret que el mas saudo enemigo del germanismo en Austria, el archiduque Francisco Fernando cayera victima del plomo que l mismo haba ayudado a moldear. Y era l quien con ms ahnco trabajaba desde arriba para transformar el Austria en un estado eslavo!

El germen de la futura guerra mundial y del derrumbe general viva en la desastrosa conexin entre el joven Imperio Alemn y el estado-sombra de Austria.

En el curso de este libro discurrir sobre este tema hasta agotarlo. Baste con decir aqu que desde mi mas temprana juventud estuve convencido de que la destruccin de Austria era una condicin indispensable para la seguridad de la raza alemana y, por lo dems, que el sentimiento de la nacionalidad no se identificaba en modo alguno con el patriotismo dinstico y, tambin, que la casa de Habsburgo se hallaba entregada a la tarea de perjudicar a la germana estirpe.

Ya entonces advert las deducciones que fluan de todo cato: amor acendrado hacia mi patria austro-alemana y odio profundo hacia el Estado Austriaco.

La eleccin de un oficio habra de resolverse con ms prontitud de lo que yo me figuraba. La pobreza y la torva realidad me forzaron a adoptar una rpida decisin. Los escasos recursos de la familia se haban agotado casi, como consecuencia de la grave enfermedad de mi madre: la pensin que, como hurfano, me corresponda, no alcanzaba para vivir, de modo que era fuerza ganarme de cualquier modo la subsistencia.

Con fiera voluntad en el corazn y en la mano una maleta que contena trajes y ropa interior, me dirig a Viena. Esperaba poder detener la mano del hado adverso, tal y como lo haba hecho mi padre 50 aos antes. Yo quera ser algo, cualquier cosa, menos funcionario.