mi experiencia en el poder de la cruz
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SEMINARIO DE EDUCACION
TEOLOGICA POR EXTENSION
MISION
RESUMEN DEL LIBRO:
MI EXPERIENCIA EN EL PODER DE LA CRUZ Henry Blackaby
MIGUEL ANGEL TORRES GALLARDO
PROGRAMA DE LICENCIATURA
SETE - HUANCAYO
CRISTOLOGIA II
TAREA 4:
Haga un resumen del libro: “Mi Experiencia en el Poder de la Cruz”
de Henry Blackaby.
INTRODUCCION
TOME SU CRUZ Y SIGA
Nos debiera interesar el conocer más en profundidad el significado de la cruz porque esta es parte
de nuestra vida misma. (Mt.10:38; Lc.14:27). Muchos cristianos se están perdiendo lo que Dios
quiere que experimentemos porque no han comprendido lo que significa “tomar la cruz”. Para ello
tenemos que recurrir a Las Escrituras y la guía del Espíritu santo quien es nuestro maestro por
excelencia.
PRIMERA PARTE
LA CRUZ EN EL CORAZÓN Y EN LA MENTE DE DIOS
La cruz no es más un misterio pues Dios en su misericordia nos ha concedido conocerlo. (Mt.13:11)
CAPITULO 1: La necesidad divina de la cruz
Muchos nos hemos preguntado porque Jesus tuvo que ir a la cruz, ¿no habría sido mejor salvar a la
humanidad de otra manera? En la escritura Dios nos aclara que no había otra manera por dos
razones primero el castigo eterno (Jn.3:16) y la seriedad del pecado que nos separa de Dios ahora y
para la eternidad poruqe nos hace enemigos de Dios. (Col.1:21)
Dios escogió salvarnos en primer lugar por amor de su gran nombre. (Ez.26:22-27) el pueblo de
Israel había hecho quedar mal a Dios ante las naciones, fue dios quien limpió su nombre al castigar
a su pueblo para enseñarles obediencia. Dios trata con el pecado de manera radical. Cuando
experimentamos a diario el sufrimiento, recordamos lo trágico que es el pecado.
Jesús refirió a sus discípulos la necesidad de la cruz para destruir el imperio del pecado y de la
muerte. (Mt.16:21) También el apóstol Pablo recuerda que Jesús tuvo que morir por nuestros
pecados según las Escrituras. (1 Cor.15:3) Jesús murió en la cruz para glorificar al Padre en primer
lugar y luego porque nos amó.
CAPITULO 2: Directo desde el corazón del Padre
La salvación de nuestras almas se concibió en el corazón de Dios Padre. (2 cor.5:18-19) Dios nos
reconcilió consigo mismo en Cristo Jesús. Fue el amor de Dios que planeó nuestra salvación aun a
costa de entregar la vida de su propio Hijo.(Jn.3:16)
Los sufrimientos del siervo, nuestro Señor Jesucristo, muestra que Dios lo castigó por nuestra culpa,
el castigo que merecimos fue sobre él. (Is.52:14). La escritura dice que este sufrimiento de su Hijo
era su voluntad, es más dice que esta fue agradable delante de Dios no tanto por el dolor se su Hijo
sino por los resultados que este traería. La salvación de su creación, de los hombres y mujeres
irremediablemente perdidos y condenados al castigo eterno en el infierno lejos de él.
(Is.52:15;53:12)
CAPITULO 3: Una promesa de sangre
Nuestro pecado le costó todo, su propia vida, su sangre. En el Antiguo Testamento se declara que
“sin sangre no hay remisión de pecados”, sin sangre no hay perdón. Sólo por pedro perdón a Dios
no somos perdonados, ni por nuestra sinceridad o arrepentimiento sino por la sangre de Cristo
derramada en la cruz. Si no fueses por la sangre derramada por Jesús, todos iríamos al infierno.
Este sacrificio en la cruz fue planeado desde el comienzo cuando Adán y Eva pecaron, Dios
prometió que de la simiente dela mujer llegaría la destrucción de la serpiente y su imperio aunque
este tenga un alto precio el cual fue la muerte de su Hijo. Los sacrificios de corderos que se ofrecían
solo eran una figura de lo que iba a venir: el sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo. (Jn.1:29) También en la pascua judía, es una ceremonia que recuerda que fueron librados
del ángel de la muerte al rociar los dinteles de sus puertas con sangre de un cordero sin marcha. Fue
en una pascua que Jesús entregó su vida para salvarnos.
Los cristianos que participamos de la cena del Señor recordamos el sacrificio de nuestro Señor
Jesucristo (1Cor.11:26) La cena del señor nos sirve para identificarnos con Cristo en sus
padecimientos, saber que estamos unidos a él y que un día estamos con él para siempre.
SEGUNDA PARTE
LA CRUZ EN LA VIDA DEL SEÑOR JESÚS
Fue demasiado doloroso y cruel el castigo que tuvo que sufrir Jesucristo por nosotros, tanto así que
antes Jesús le pidió al Padre que de ser posible evitara ese trago amargo (Mr.14:16), ante la negativa
del Padre Jesús asintió “sea conforme tu voluntad y no la mía”
CAPITULO 4: Su camino de obediencia
Jesús estaba orando con sus discípulos, cuando ellos se acercaron les pregunto quién ellos pensaban
que él era, a lo que Pedro le contesto que él era el Cristo, en ese contexto Jesús les da a conocer que
era necesario que fueses entregado a las autoridades religiosas para lo matasen y que resuctaría al
tercer día. Los discípulos no entendían de que estaba hablando.
El camino de Jesucristo en la tierra estaba lleno de sufrimiento. Fue perdurando en el dolor de la
aflicción que Jesús sostuvo la obediencia.(Hb.5:8) como resultado de su obediencia hasta la muerte
abrió en camino a la salvación de los hombres. Para empezar tuvo que renunciar a sus derechos y
privilegios en el cielo, se rebajó voluntariamente. (Fil.2:6-7) vivir en la cruz significa no tener más
derechos.
CAPITULO 5: Muerte verdadera
En su agonía en vida en el Getsemaní, Jesús sufrió un anticipo de lo que vendría después en la cruz
y porque fue victorioso esa noche llegó a la cruz decidido a pasar por la más profunda oscuridad
lejos del Padre llevando el dolor supremo del castigo por lo pecados de la humanidad.
La muerte que Jesús experimentó en la cruz fue mucho más que tan solo una muerte física, esta fue
una muerte, separación, inexplicable y dolorosa. Dios sufrió esta muerte para que nosotros no
pasemos por lo mismo.
CAPITULO 6: Cristo hecho pecado
Jesucristo murió por nosotros una vez y para siempre (Ro.6:10) todo eses sufrimiento fue por causa
del pecado, Él se hizo pecado por nosotros y sufrió la ira, el castigo de Dios Padre.(2Cor.5:21) el
que nunca cometió pecado y tuvo una vida perfecta en la tierra, fue hecho la esencia del pecado.
Gracias a su muerte y resurrección tenemos la posibilidad de reconciliarnos con Dios y vivir con él
eternamente lejos de la horrenda oscuridad total y eterna del abandono y separación de Dios.
(Ro.6:23)
Jesús caminó derecho hacia la noche terrible de rechazo y separación eterna, el soportó todo para
que nosotros no tengamos que pasar por ello. La gloria del evangelio es que a través de la muerte
del Salvador, el pecador vive. Si realmente nos identificamos con la cruz deberíamos odiar el
pecado, aborrecer y renunciar a ello. Debemos ver el pecado como él lo ve. (Ro.6:6) siendo así, ya
no debemos continuar en el pecado, siendo conscientes de lo que padeció Cristo, debemos luchar
contra el pecado, no consentir ni el mínimo de tentación que nos lleva a pecar. Nuestra identidad
completa se encuentra con Cristo en la Cruz.
CAPITULO 7: La cruz y la resurrección
Jesús entregó su vida voluntariamente nadie se lo quitó, él se ofreció. Él tiene autoridad para
entregar su vida y para volver a recibirla. Él es el dador de la vida y la vida misma (Jn.10:17-18).
Rechazó defenderse, no se resistió antes los abusos del juicio, el maltrato, el castigo y la muerte.
Como un manso cordero fue llevado al matadero (Is.53:7)
Él se quedaba callado porque ante Dios era inocente, no iba a perder tiempo discutiendo su
inocencia con los hombres. No importa lo que los demás digan o hagan, no es necesario reaccionar
o defenderse pues tiene la confianza y la paz de Dios mismo. Si conocemos la voluntad de Dios en
su Palabra, tenemos su paz y caminamos con seguridad aún en los momentos de dura prueba.
Jesús sabía que después de morir iba a resucitar, que esa era la voluntad del Padre. La cruz no es el
fin de todo, ni un fin en si mismo; sino es un medio para alcanzar un fin: Glorificar a Dios. Nuestra
victoria viene después de la cruz, más allá de esta breve vida de tribulaciones y sufrimientos nos
espera una eternidad a lado de nuestro amado Jesús.
No hay victoria sin resurrección. Solo lo que la resurrección se cumplió el Plan de Salvación. Este
indicaba que el sacrificio de Cristo, su muerte en la cruz, había sido aceptado por Dios! El pecado y
la muerte habían sido vencidos en el cuerpo resucitado de Jesucristo.
TERCERA PARTE
LA CRUZ EN LA EXPERIENCIA DEL CREYENTE
Es el la cruz de Cristo que se origina la aventura emocionante en la vida del creyente. Cuando al ver
el sacrificio que hizo por nosotros nos mueve a aceptarle como nuestro salvador. Llegamos a ser
una nueva creación (2Cor.5:17) entramos en una relación nueva con Cristo, Él vive en nosotros.
(1Jn.5:11-12)
¿Ven los demás en mi vida a Cristo? ¿Puedo evidenciar en mi conducta que soy diferente, que he
cambiado, que soy nueva criatura? Si no es así solo traeremos burla y oprobio al nombre de nuestro
Señor Jesucristo. De ser así solo estaremos viviendo una religión más lejos de Cristo, es más
podemos parecer espirituales pero todavía no hemos renacido de verdad. ¿Dónde está la evidencia
de que mi vida ha sido transformada?
CAPITULO 8: Crucificado con Cristo
La cruz no es tan solo una doctrina sino una experiencia, un estilo de vida. (Gal.2:20) Pablo decía
estar crucificado juntamente con Cristo, también dijo que “el amor de Dios nos obliga, porque
estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron” (2Cor.5:14)
por este motivo tu y yo estamos muertos, estaba yo presente colgado en el madero con Cristo.
Debe llegar un punto en nuestras vidas que podamos, no tan solo decir, sino experimentar “He sido
crucificado con Cristo”. La cruz en la vida del creyente produce un cambio radical. Una vez que
conozcamos el real significado de la cruz, el egoísmo en nuestra vida desaparecerá.
CAPITULO 9: La cruz trae una vida plena
Pablo sabía que el centro de su vida giraba en torno a la cruz de Cristo, él sabía que la vida real
significaba “Cristo viviendo su vida en él”. Pablo nunca trato de vivir a su manera, con su propia
fuerza y su propia rectitud porque esto significa que Cristo hubiera muerto en vano. Cuando siga el
camino de la cruz verá y oirá cosas que nunca antes vio ni oyó.
Pablo no miraba nada de bueno en este mundo temporal. Sabía que las atracciones del mundo eran
solo un espejismo; nada de lo que este mundo ofrece es real. (Ga.6:14) Pablo podía ver el poder la
Cruz que otros no podían ver. (1Cor.1.18) Pablo no hablaba sobre una doctrina sino de una
experiencia de vida real y vital. Deberíamos preguntarnos. ¿Cómo afecta la cruz mi vida? ¿Estoy
experimentando la vida del Señor viviente, o el mundo aún tiene prioridad sobre cómo determinar
mi vida, gastar mis energías, pensamientos y todo lo que tengo?
CAPITULO 10: La fuente de todas las bendiciones
Gracias al sacrificio de Cristo en la cruz recibimos una inmensidad de bendiciones espirituales.
(Ro.8:32) todas las cosas nos han sido dadas con El. Dios ya hizo todo por nosotros, la cruz lo
contiene todo. No tenemos necesidad de algo más. El deseo de Pablo era ver a los creyentes
recibiendo esa plenitud de todo lo que trae la cruz por nuestro bien. Esto era tan real para Pablo que
estaba dispuesto a soportarlo todo por el evangelio.
Dios nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual, todo fue otorgado para nosotros y
nuestro beneficio. En él estamos completos. Dios ya ha provisto todos los medios necesarios para
vivir en santidad y honrarlo. Lo que debemos hacer es pedirle a Dios que nos muestre como hacer
uso de los recursos que nos ha dado. A entender a qué se refiere con “todas las cosas”, estas cosas
son las que ayudan a bien a los que a Dios aman. Aún las duras pruebas que tenemos en la vida
sabemos que tenemos victoria porque Dios está guiando nuestras vidas al algo mucho mejor.
El Espíritu Santo nos ayuda a pedir conforme a la voluntad de Dios (Ro.8:26) debemos pedir con fe
que él nos dará lo que es mejor y pedirle en el nombre de Jesús (Jn.16:23) Ahora también tenemos
la libertad para acercarnos más a Dios, al lugar santísimo, (Hb.10:22) Allí donde mora su misma
presencia. Cuando despreciamos esta bendición estamos perdiendo muchas bendiciones y por ello a
veces vivimos vidas miserables, por no orar, por no morir a nosotros mismos.
CAPITULO 11: Victoria sobre el enemigo
La guerra espiritual llegó a un punto crucial, Satanás fue derrotado a través de la muerte y
resurrección de Cristo. La victoria ya fue ganada. Toda esta victoria sobre el diablo está a nuestra
total disposición. Mayormente ignoramos esta victoria obtenida y vivimos en derrota, sin embargo
como dice la Escritura somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó.(Ro.8:37)
También Pablo escribe que Jesús “desarmó a los poderes y las potestades” y “los humilló en público
al exhibirlos en su desfile triunfal” (Col.2:15) ¿Cómo podemos ignorar esta victoria tan grande?
¿Si Dios está de nuestra parte quien puede estar en contra de nosotros? Nada ni nadie nos podrá
separar del amor de Cristo. Debiéramos reflejar esa victoria en nuestras vidas diarias pero sucede
que no la vivimos, sino que la ignoramos o es más la olvidamos y hasta rechazamos
voluntariamente.
Dios utiliza la dolorosa disciplina para corregirnos y librar nuestra alma de la muerte. El diablo no
puede actuar más allá de lo que Dios le permita, sin embargo cuando Dios nos castiga como a hijos
él lo hace de una manera severa. Dios destruyó a la nación de Israel, su castigo fue severo. Dios
nunca permitió al diablo que hiciera algo así con su pueblo.
Es importante diferenciar lo que proviene como castigo divino de lo que es el obrar de Satanás. Si
es de Dios pues no nos resistiremos a ser corregidos y daremos gracias; si es de Satanás, estaremos
confiados que Dios está en control, que nada escapa a su voluntad, si lo permite es para nuestro bien
y que todo tendrá un buen final.
CAPITULO 12: Tome y lleve su cruz
Aquí se nos habla del costo de luchar personalmente contra el pecado. Enfrentarse contra el pecado
es el motivo central de la vida cristiana. Significa que esta lucha es central en nuestra vida. El que
no toma su cruz no es digno de él, tampoco puede ser su discípulo. (Mt.10:38; Lc.14:27) no hay
término medio en esto, lo tomas o lo dejas.
Debemos mirar al pecado como Cristo, como lo que es abominable y horrible, a veces pasamos por
alto las consecuencias desastrosas que trae. No podemos seguir jugando con el pecado, debemos se
radicales y destruir todo aquello relacionado al pecado en nuestras vidas. Llevar nuestra cruz y
seguirle significa odiar el pecado y vivir vidas en santidad y en obediencia a Dios.
CAPITULO 13: Lo que nuestro pecado es en realidad
El pecado es tan malo como Dios dice que es. Dios no estaba jugando con el pecado cuando
permitió que su Hijo sea crucificado. Él intenta terminar para siempre con cada pecado de la vida de
cada persona que llama, algún día estaremos en su presencia y seremos sin mancha, esa es la meta.
Entonces no es correcto pensar que podemos cometer pecados “inocentes” como las “blancas
mentiritas”, debemos rechazar toda oferta de pecado por más inocente y superficial que parezca,
pecado es pecado y debiera ofendernos, debiéramos sentir repugnancia y destruirlo. Siendo así
debemos pedir en oración que el Espíritu Santo nos haga sensibles frente al pecado en todas las
áreas de nuestra vida.
Las figuras que tenemos del sacrificio de los mansos corderos por el pecado de los hombres, nos
debe llevar a pensar en el alto costo de la vida de nuestro Señor, quien tuvo que dejar su sangre en
la cruz para satisfacer las demandas por nuestro pecado. Una vez Dios quiere que odiemos el
pecado como él lo hace. Es por eso que cuando tomamos la cena del Señor debemos examinarnos
para no tener ningún pecado que no haya sido confesado.
Nuestro pecado es rebeldía contra Dios, es transgredir la Ley de Dios. Dios tiene el derecho de
esperar que sus hijos lo busquen para conocer y comprender la voluntad del Padre. Pecado también
es transgredir, sobrepasar los límites que puso Dios para guardarnos, también está la palabra
iniquidad que quiere decir desviación o perversión del modelo o diseño divino. Toda forma de
pecado trae la muerte. Ni que decir de las terribles consecuencias del pecado que inevitablemente
tendremos que sufrir aunque los pecados hayan sido perdonados. Hay cosas que nunca volverán a
ser como antes, perderemos muchas bendiciones y por el contrario nuestras vidas quedaran
marcadas por el dolor y es sufrimiento.
Nuestro pecado también afecta a los que nos rodean, a nuestras familias, iglesias, trabajo, etc.
Si continuamos cargando con nuestro pecado nuestro corazón y nuestra vida, esto puede hacerse
más profundo y prolongar un peso en los corazones de nuestros seres queridos. Entonces no es
suficiente con confesar el pecado sino también debe haber una actitud de arrepentimiento, significa
un cambio de actitud.
CAPITULO 14: Su pecado y la cruz de Cristo
Es imposible que uno sea salvo si no ha evidenciado un cambio de actitud en su vida. Es solo Dios
en su misericordia que puede producir un verdadero arrepentimiento. Nosotros somos como las
ovejas que no podemos encontrar el camino a casa si alguien no nos guía.
No es la fe en Cristo que nos salva sino es la gracia de Dios y su provisión. La fe es esa mano
extendida que recibe el regalo de la salvación. (Ef.2:8) Creer en el es absolutamente esencial.
Debemos considerarnos muertos al pecado, si hemos muerto también resucitaremos con Cristo, esto
quiere decir que no solo no llevaremos la misma vida de antes, sino que podremos experimentar una
renovación de vida. (Ro.6:4)
CAPITULO 15: Libres de pecado
En Cristo tenemos poder sobre le pecado, este ya no nos domina, fuimos hechos libres de su
influencia. La nueva vida en Cristo produce gozo y paz que sobrepasan todo entendimiento. Hay un
sentido de libertad que no se puede comparar. Esta libertad de la esclavitud del pecado afecta a
nuestra actitud hacia Dios y el diario vivir.
Es importante diferencial el pecado y los pecados en nuestra vida. El pecado es aquello que produce
rebeldía contra Dios y que produce los pecados de cada día. Cualquiera que ha nacido de nuevo
todavía tiene que hacer morir cada día el pecado en su vida, pero nunca más practica continuamente
el pecado. Si seguimos las enseñanzas de Cristo y las practicamos, seremos verdaderamente libres
del pecado (Jn.8:31-32)
En el corazón de nuestro ser, Dios ha colocado su provisión para vivir libres de pecado todo lo que
podamos. Aunque aún cometamos pecados, ya no continuamos en pecado, ni permanecemos en
pecado. (1 Jn.3:9) el Espíritu Santo nos convence de pecado cuando esto sucede se entristece dentro
de nostros y no estamos tranquilos hasta confesarlos y restaurar nuestra relación con Dios.
El verdadero cristiano escapa la pecado con horror, no hay tal cosa que decir hoy peco y mañana lo
confieso, total “allí donde abunda le pecado, sobreabunda la gracia”, esto es jugar con fuego y
tentar a Dios. De ninguna manera los que hemos muerto al pecado ¿Cómo podemos seguir viviendo
en él? (Ro.6:25) el que muere queda liberado del pecado (Ro.6:6-7) entonces cuando el pecado
llame a su puerta usted dirá que No, lo le dará la mínima opción de entrar.
CAPITULO 16: El camino de la rendición
Jesús dijo: el que pierde su vida por causa de mi la hallará. (Mt.10:39). Hay cristianos en otras
latitudes que día a día sufren persecución por su fe. Los misioneros en Liberia son maltratados por
los rebeldes, muchos de ellos quieren volver a su país de origen sin embargo algo les detiene al
recordar que “el siervo no es superior a su maestro, ni el siervo superior a su amo” si el mundo trató
mal al Señor no debemos sorprendernos que nos maltraten a nosotros por hacer su voluntad y seguir
sus pasos. Es un costo muy alto, padecer pro predicar el evangelio y hasta entregar la vida en
martirio. Si el Señor nos llama para ir a las misiones, debemos estar listos para obedecer su voz
cueste lo que cueste. ¿Estamos dispuestos a pagar el costo?
La cruz no es algo que debamos soportar porque no tenemos otra alternativa, sino es algo que
voluntariamente elegimos soportar. Así como Jesús entregó su vida en obediencia al Padre al
escoger hacer su voluntad sin poner limitaciones, ni excusas. Cuando hablamos de la cruz de Cristo,
estamos hablando de entregarle nuestra vida de tal manera que Cristo pueda expresarse en nosotros
y a través de nosotros. (Fil.2:5)
Dios mostrará su grandeza a través de nuestra obediencia. Dios quiere darnos lo mejor, nosotros que
nos resistimos a su voluntad y preferimos conformarnos a vivir a medias cuando hay muchos más
que Dios tiene para nosotros. Jesucristo ha destruido el poder del pecado en nuestras vidas, y nunca
más viviremos bajo su dominio. (Jn.8:31-32)
CAPITULO 17: El camino del discipulado
La Biblia dice que nosotros somos ovejas del rebaño de Jesús, Sin embargo, como ovejas a veces no
seguimos a nuestro pastor, nos ponemos a deambular , nos distraemos con tanta facilidad mientras
seguimos las ultimas modas, celebridades o eventos. Olvidamos que todo aquel que se hace amigo
del mundo se hace enemigo de Dios. (Stg.4:4) La despreocupación y la simplicidad están entre los
fracasos más grandes de los creyentes de hoy en día. Sin la cruz no hay discipulado.
Dios nos creó para la eternidad, este paso por la tierra es sólo un tiempo de preparación. No
debemos vivir como cualquier persona natural sino debemos vivir enfocados en la eternidad, este no
es nuestro hogar, somos peregrinos y extranjeros en este mundo, tenemos un destino mejor ahora y
por toda la eternidad. Aunque el camino sea difícil sabemos que el gozo que hay en nuestro corazón
y la paz nos da seguridad que estamos andando en el camino correcto. (Hb.12:2)
La cruz es solo temporal, las tribulaciones pasan y la victoria se abra paso, mientras vivimos en este
mundo; sin embargo, aún mejor, un día no habrá más cruz cuando estemos con Él por toda la
eternidad. Muchas veces queremos un avivamiento pero este no vendrá si antes no hemos
experimentado la cruz, ese el doloroso proceso de morir a nosotros y renunciar a todo por amor a
Él.
Aquel que nos ha llamado a cargar la cruz también lo hará junto a nosotros. Debemos mantenernos
unidos a Cristo a través de su Palabra, cuando la leemos deberíamos preguntarnos qué me está
pidiendo Dios que haga? Debemos pedir la sensibilidad que nos da el Espíritu Santo para oír la voz
de Dios y seguir sus instrucciones. El cristiano anda de rodillas en el camino de la vida, una vida
constante de oración. A través de la oración le preguntamos al Señor cuál es su voluntad, no es para
pedirle que haga nuestro deseo, sino lo que él quiere hacer.
CAPITULO 18: El camino del testimonio y el ministerio.
Dios dejó en nuestras manos la responsabilidad de la redención del mundo entero, Nuestra
responsabilidad no es convencer a la gente sino hacerles conocer el mensaje de Salvación, el
Espíritu Santo se encarga de lo demás. Dios nos dio el ministerio de la reconciliación. (2Cor.5:18)
de gracias hemos recibido, gracia debemos dar; hemos sido consolados para consolar a otros.
Nuestra vida se convierte en la residencia de la presencia de Dios que suplica a todos aquellos que
nos rodean para que se reconcilien con él.
Dios ama al mundo, a sus habitantes, pero rechaza el sistema mundano que Satanás controla. Pablo
estaba comprometido con la evangelización del mundo anta entonces conocidos. Debemos
evangelizar comenzando por nuestras familias, centro de trabajo, centro de estudios, vecindario,
amistades, a cualquier persona que Dios ponga en nuestro camino.
En resumen la cruz de Cristo significa morir al pecado, renunciar a uno mismo y a lo que uno
posee, permitir que Cristo viva su vida en nosotros, ser un digno representante de Cristo de tal
manera que los demás vean a Cristo en nosotros. Jesús no rehuyó la cruz ¿Por qué nosotros no
movemos un dedo para llevarlo? Nos hemos conformado a decir “será la voluntad de Dios” y nos
hemos acomodado a vivir un cristianismo aparente, una religión más.
Oración: Señor Jesús, tu sufriste la cruz por mí, diste todo por mi. No me dejes vivir si no
puedo al menos vivir por ti, sólo así y entonces quizás alguna vez podría morir por ti.
Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
Jn.12:24 ---fin---