mensaje para la jornada mundial de la paz 1999

14
MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 ENERO 1999 http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/ documents/hf_jp-ii_mes_14121998_xxxii-world-day-for-peace_sp.html EL SECRETO DE LA PAZ VERDADERA RESIDE EN EL RESPETO DE LOS DERECHOS HUMANOS 1. En la primera Encíclica, Redemptor hominis, que dirigí hace casi veinte años a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, ya puse de relieve la importancia del respeto de los derechos humanos. La paz florece cuando se observan íntegramente estos derechos, mientras que la guerra nace de su transgresión y se convierte, a su vez, en causa de ulteriores violaciones aún más graves de los mismos.(1) A las puertas de un nuevo año, el último antes del Gran Jubileo, quisiera detenerme una vez más sobre este tema de capital importancia con todos vosotros, hombres y mujeres de todas las partes del mundo, con vosotros, responsables políticos y guías religiosos de los pueblos, con vosotros, que amáis la paz y queréis consolidarla en el mundo. Esta es la convicción que, con vistas a la Jornada Mundial de la Paz, deseo compartir con vosotros: cuando la promoción de la dignidad de la persona es el principio conductor que nos inspira, cuando la búsqueda del bien común es el compromiso predominante, entonces es cuando se ponen fundamentos sólidos y duraderos a la edificación de la paz. Por el contrario, si se ignoran o desprecian los derechos humanos, o la búsqueda de intereses particulares prevalece injustamente sobre el bien común, se siembran inevitablemente los gérmenes de la inestabilidad, la rebelión y la violencia. Respeto de la dignidad humana patrimonio de la humanidad

Upload: calzalarga8712

Post on 17-Dec-2015

4 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

Mensaje del Papa Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero 1999

TRANSCRIPT

MENSAJE DE SU SANTIDAD

MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II PARA LA CELEBRACIN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ1 ENERO 1999http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_14121998_xxxii-world-day-for-peace_sp.html

EL SECRETO DE LA PAZ VERDADERA RESIDE EN EL RESPETO DE LOS DERECHOS HUMANOS1. En la primera Encclica, Redemptor hominis, que dirig hace casi veinte aos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, ya puse de relieve la importancia del respeto de los derechos humanos. La paz florece cuando se observan ntegramente estos derechos, mientras que la guerra nace de su transgresin y se convierte, a su vez, en causa de ulteriores violaciones an ms graves de los mismos.(1)

A las puertas de un nuevo ao, el ltimo antes del Gran Jubileo, quisiera detenerme una vez ms sobre este tema de capital importancia con todos vosotros, hombres y mujeres de todas las partes del mundo, con vosotros, responsables polticos y guas religiosos de los pueblos, con vosotros, que amis la paz y queris consolidarla en el mundo.

Esta es la conviccin que, con vistas a la Jornada Mundial de la Paz, deseo compartir con vosotros: cuando la promocin de la dignidad de la persona es el principio conductor que nos inspira, cuando la bsqueda del bien comn es el compromiso predominante, entonces es cuando se ponen fundamentos slidos y duraderos a la edificacin de la paz. Por el contrario, si se ignoran o desprecian los derechos humanos, o la bsqueda de intereses particulares prevalece injustamente sobre el bien comn, se siembran inevitablemente los grmenes de la inestabilidad, la rebelin y la violencia.

Respeto de la dignidad humana patrimonio de la humanidad2. La dignidad de la persona humana es un valor transcendente, reconocido siempre como tal por cuantos buscan sinceramente la verdad. En realidad, la historia entera de la humanidad se debe interpretar a la luz de esta conviccin. Toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26-28), y por tanto radicalmente orientada a su Creador, est en relacin constante con los que tienen su misma dignidad. Por eso, all donde los derechos y deberes se corresponden y refuerzan mutuamente, la promocin del bien del individuo se armoniza con el servicio al bien comn.

La historia contempornea ha puesto de relieve de manera trgica el peligro que comporta el olvido de la verdad sobre la persona humana. Estn a la vista los frutos de ideologas como el marxismo, el nazismo y el fascismo, as como tambin los mitos de la superioridad racial, del nacionalismo y del particularismo tnico. No menos perniciosos, aunque no siempre tan vistosos, son los efectos del consumismo materialista, en el cual la exaltacin del individuo y la satisfaccin egocntrica de las aspiraciones personales se convierten en el objetivo ltimo de la vida. En esta perspectiva, las repercusiones negativas sobre los dems son consideradas del todo irrelevantes. Es preciso reafirmar, sin embargo, que ninguna ofensa a la dignidad humana puede ser ignorada, cualquiera que sea su origen, su modalidad o el lugar en que sucede.

Universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos3. En 1998 se ha cumplido el 50 aniversario de la adopcin de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos . sta fue deliberadamente vinculada a Carta de las Naciones Unidas, con la que comparte una misma inspiracin. La Declaracin tiene como premisa bsica la afirmacin de que el reconocimiento de la dignidad innata de todos los miembros de la familia humana, as como la igualdad e inalienabilidad de sus derechos, es el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo.(2) Todos los documentos internacionales sucesivos sobre los Derechos Humanos reiteran esta verdad, reconociendo y afirmando que derivan de la dignidad y del valor inherentes a la persona humana.(3)

La Declaracin Universal es muy clara: reconoce los derechos que proclama, no los otorga; en efecto, stos son inherentes a la persona humana y a su dignidad. De aqu se desprende que nadie puede privar legtimamente de estos derechos a uno slo de sus semejantes, sea quien sea, porque sera ir contra su propia naturaleza. Todos los seres humanos, sin excepcin, son iguales en dignidad. Por la misma razn, tales derechos se refieren a todas las fases de la vida y en cualquier contexto poltico, social, econmico o cultural. Son un conjunto unitario, orientado decididamente a la promocin de cada uno de los aspectos del bien de la persona y de la sociedad.

Los derechos humanos son agrupados tradicionalmente en dos grandes categoras que incluyen, por una parte, los derechos civiles y polticos y, por otra, los econmicos, sociales y culturales. Ambas categoras estn garantizadas, si bien en grado diverso, por acuerdos internacionales; en efecto, los derechos humanos estn estrechamente entrelazados unos con otros, siendo expresin de aspectos diversos del nico sujeto, que es la persona. La promocin integral de todas las categoras de los derechos humanos es la verdadera garanta del pleno respeto por cada uno de los derechos.

La defensa de la universalidad y de la indivisibilidad de los derechos humanos es esencial para la construccin de una sociedad pacfica y para el desarrollo integral de individuos, pueblos y naciones. La afirmacin de esta universalidad e indivisibilidad no excluye, en efecto, diferencias legtimas de ndole cultural y poltica en la actuacin de cada uno de los derechos, siempre que, en cualquier caso, se respeten los trminos fijados por la Declaracin Universal para toda la humanidad.

Teniendo muy presentes estos presupuestos fundamentales, quisiera ahora resaltar algunos derechos especficos, que hoy parecen estar particularmente expuestos a violaciones ms o menos manifiestas.

El derecho a la vida4. Entre ellos, el primero es el fundamental derecho a la vida. La vida humana es sagrada e inviolable desde su concepcin hasta su trmino natural. No matar es el mandamiento divino que seala el lmite extremo, que nunca es lcito traspasar. La eliminacin directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral .(4)

El derecho a la vida es inviolable. Esto implica una opcin positiva, una opcin por la vida. El desarrollo de una cultura orientada en este sentido se extiende a todas las circunstancias de la existencia y asegura la promocin de la dignidad humana en cualquier situacin. Una autntica cultura de la vida, al mismo tiempo que garantiza el derecho a venir al mundo a quien an no ha nacido, protege tambin a los recin nacidos, particularmente a las nias, del crimen del infanticidio. Asegura igualmente a los minusvlidos el desarrollo de sus posibilidades y la debida atencin a los enfermos y ancianos. Un reto que suscita profundas inquietudes proviene de los recientes descubrimientos en el campo de la ingeniera gentica. Para que la investigacin cientfica en dicho mbito est al servicio de la persona, es preciso que est acompaada en cada fase por una atenta reflexin tica, que inspire adecuadas normas jurdicas para salvaguardar la integridad de la vida humana. Jams la vida puede ser degradada a objeto.

Optar por la vida comporta el rechazo de toda forma de violencia. La violencia de la pobreza y del hambre, que aflige a tantos seres humanos; la de los conflictos armados; la de la difusin criminal de las drogas y el trfico de armas; la de los daos insensatos al ambiente natural.(5) El derecho a la vida debe ser promovido y tutelado en cualquier circunstancia con oportunas garantas legales y polticas, puesto que ninguna ofensa contra el derecho a la vida, contra la dignidad de cada persona, es irrelevante.

La libertad religiosa, centro de los derechos humanos5. La religin expresa las aspiraciones ms profundas de la persona humana, determina su visin del mundo y orienta su relacin con los dems. En el fondo, ofrece la respuesta a la cuestin sobre el verdadero sentido de la existencia, tanto en el mbito personal como social. La libertad religiosa, por tanto, es como el corazn mismo de los derechos humanos. Es inviolable hasta el punto de exigir que se reconozca a la persona incluso la libertad de cambiar de religin, si as lo pide su conciencia. En efecto, cada uno debe seguir la propia conciencia en cualquier circunstancia y no puede ser obligado a obrar en contra de ella.(6) Precisamente por eso, nadie puede ser obligado a aceptar por la fuerza una determinada religin, sean cuales fueran las circunstancias o los motivos.

La Declaracin Universal de los Derechos Humanos reconoce que el derecho a la libertad religiosa incluye el derecho a manifestar las propias creencias, tanto individualmente como con otros, en pblico o en privado.(7) A pesar de ello, existen an hoy lugares en los que el derecho a reunirse por motivos de culto, o no es reconocido o est limitado a los miembros de una sola religin. Esta grave violacin de uno de los derechos fundamentales de la persona es causa de enormes sufrimientos para los creyentes. Cuando un Estado concede un estatuto especial a una religin, esto no puede hacerse en detrimento de las otras. Sin embargo, es notorio que hay naciones en las que individuos, familias y grupos enteros siguen siendo discriminados y marginados a causa de su credo religioso.

Tampoco se debe pasar por alto otro problema indirectamente relacionado con la libertad religiosa. A veces se crean entre comunidades o pueblos de diferentes convicciones y culturas religiosas tensiones crecientes que, por la pasin suscitada, terminan por transformarse en conflictos violentos. El recurso a la violencia en nombre del propio credo religioso es una deformacin de las enseanzas mismas de las principales religiones. Como han repetido tantas veces diversos exponentes religiosos, tambin yo reitero que el uso de la violencia no puede tener nunca una fundada justificacin religiosa, y tampoco promueve el auge del autntico sentimiento religioso.

El derecho a participar6. Cada ciudadano tiene el derecho a participar en la vida de la propia comunidad. Esta es una conviccin generalmente compartida hoy en da. No obstante, este derecho se desvanece cuando el proceso democrtico pierde su eficacia a causa del favoritismo y los fenmenos de corrupcin, los cuales no solamente impiden la legtima participacin en la gestin del poder, sino que obstaculizan el acceso mismo a un disfrute equitativo de los bienes y servicios comunes. Incluso las elecciones pueden ser manipuladas con el fin de asegurar la victoria de ciertos partidos o personas. Se trata de una ofensa a la democracia que comporta consecuencias muy serias, puesto que los ciudadanos, adems del derecho, tienen tambin la responsabilidad de participar; cuando se les impide esto, pierden la esperanza de poder intervenir eficazmente y se abandonan a una actitud de indiferencia pasiva. De este modo, se hace prcticamente imposible el desarrollo de un sano sistema democrtico.

Recientemente se han adoptado diversas medidas para asegurar elecciones legtimas en Estados que intentan pasar con dificultad de una forma de totalitarismo a un rgimen democrtico. Sin embargo, an siendo tiles y eficaces en situaciones de emergencia, tales iniciativas no eximen del esfuerzo que comporta la creacin en los ciudadanos de una plataforma de convicciones compartidas, con las cuales se evite definitivamente la manipulacin del proceso democrtico.

En el mbito de la comunidad internacional, las naciones y los pueblos tienen derecho a participar en las decisiones que con frecuencia modifican profundamente su modo de vivir. El carcter tcnico de ciertos problemas econmicos provoca la tendencia a limitar su discusin a crculos restringidos, con el consiguiente peligro de concentracin del poder poltico y financiero en un nmero limitado de gobiernos o grupos de inters. La bsqueda del bien comn nacional e internacional exige poner en prctica, tambin en el campo econmico, el derecho de todos a participar en las decisiones que les conciernen.

Una forma particularmente grave de discriminacin7. Una de las formas ms dramticas de discriminacin consiste en negar a grupos tnicos y minoras nacionales el derecho fundamental a existir como tales. Esto ocurre cuando se intenta su supresin o deportacin, o tambin cuando se pretende debilitar su identidad tnica hasta hacerlos irreconocibles. Se puede permanecer en silencio ante crmenes tan graves contra la humanidad? Ningn esfuerzo ha de ser considerado excesivo cuando se trata de poner trmino a semejantes aberraciones, indignas de la persona humana.

Un signo positivo de la creciente voluntad de los Estados de reconocer la propia responsabilidad en la proteccin de las vctimas de tales crmenes y en el compromiso por prevenirlos, es la reciente iniciativa de una Conferencia Diplomtica de las Naciones Unidas, que, con una deliberacin especfica, ha aprobado los Estatutos de una Corte Penal Internacional, destinada a determinar las culpas y castigar a los responsables de los crmenes de genocidio, crmenes contra la humanidad, crmenes de guerra y de agresin. Esta nueva institucin, si se constituye sobre buenas bases jurdicas, podra contribuir progresivamente a asegurar a escala mundial una tutela eficaz de los derechos humanos.

Derecho a la propia realizacin8. Todo ser humano posee capacidades innatas que han de ser desarrolladas. De ello depende la plena realizacin de su personalidad y tambin su conveniente insercin en el contexto social del propio ambiente. Por eso es necesario, ante todo, proveer a la educacin apropiada de quienes comienzan la aventura de la vida, pues de ello depende su xito futuro.

Desde este punto de vista, cmo no preocuparse al ver que, en algunas de las regiones ms pobres del mundo, las oportunidades de formacin, especialmente por lo que se refiere a la instruccin primaria, estn en realidad disminuyendo? Esto se debe a veces a la situacin econmica del pas, que no permite retribuir convenientemente a los profesores. En otros casos, parece haber dinero disponible para proyectos de prestigio o para la educacin secundaria, pero no para la primaria. Cuando se limitan las oportunidades formativas, especialmente para las nias, se predisponen estructuras de discriminacin que pueden influir sobre el desarrollo integral de la sociedad. El mundo acabara por estar dividido segn un nuevo criterio: por una parte, Estados e individuos dotados de tecnologas avanzadas y, por otra, pases y personas con conocimientos y aptitudes muy limitadas. Como es fcil intuir, esto no hara ms que reforzar las ya notables desigualdades econmicas existentes no slo entre los Estados, sino incluso dentro de ellos. La educacin y la formacin profesional deben estar en primera lnea, tanto en los planes de los pases en vas de desarrollo como en los programas de renovacin urbana y rural de los pueblos econmicamente ms avanzados.

Otro derecho fundamental, de cuya realizacin depende la consecucin de un digno nivel de vida, es el derecho al trabajo Cmo se pueden adquirir si no los alimentos, los vestidos, la casa, la asistencia mdica y tantas otras necesidades de la vida? Sin embargo, la falta de trabajo representa hoy un grave problema: es incontable el nmero de personas que en muchas partes del mundo estn afectadas por el desolador fenmeno del desempleo. Es necesario y urgente que todos, especialmente los que tienen en sus manos los hilos del poder poltico o econmico, hagan todo lo posible para poner remedio a una situacin tan penosa. An siendo necesarias, no es posible limitarse a las intervenciones de emergencia en caso de desempleo, enfermedad o circunstancias semejantes que no dependen de la voluntad de cada sujeto,(8) sino que se ha de trabajar para que los desocupados puedan asumir la responsabilidad de su propia existencia, emancipndose de un rgimen de asistencialismo humillante.

Progreso global en solidaridad9. La rpida carrera hacia la globalizacin de los sistemas econmicos y financieros, a su vez, hace ms clara la urgencia de establecer quin debe garantizar el bien comn y global, y la realizacin de los derechos econmicos y sociales. El libre mercado de por s no puede hacerlo, ya que, en realidad, existen muchas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Por encima de la lgica de los intercambios a base de los parmetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad .(9)

Los efectos de las recientes crisis econmicas y financieras han repercutido gravemente sobre muchas personas, reducidas a condiciones de extrema pobreza. Muchas de ellas slo desde haca poco tiempo haban alcanzado una situacin que justificaba su esperanza alentadora de cara al futuro. Sin ninguna responsabilidad por su parte, tales esperanzas se han visto cruelmente truncadas, con consecuencias trgicas para ellos y para sus hijos. Y cmo ignorar los efectos de las fluctuaciones de los mercados financieros? Es urgente una nueva visin de progreso global en la solidaridad, que prevea un desarrollo integral y sostenible de la sociedad, permitiendo a cada uno de sus miembros llevar a cabo sus potencialidades.

En este contexto, dirijo una llamada apremiante a los que tienen la responsabilidad a escala mundial de las relaciones econmicas, para que se interesen por la solucin del problema acuciante de la deuda internacional de las naciones ms pobres. A este respecto, instituciones financieras internacionales han tomado una iniciativa concreta digna de aprecio. Dirijo mi llamada a todos los que estn interesados en este problema, especialmente a las naciones ms ricas, para que den el apoyo necesario que asegure el pleno xito de esta iniciativa. Es preciso un esfuerzo rpido y vigoroso que consienta al mayor nmero posible de pases, de cara al ao 2000, salir de una situacin ya insostenible. El dilogo entre las instituciones competentes, si est animado por una voluntad de entendimiento, conducir estoy seguro de ello a una solucin satisfactoria y definitiva. De ese modo, ser posible un desarrollo duradero para las naciones ms desfavorecidas, y el milenio que tenemos delante ser tambin para ellas un tiempo de esperanza renovada.

Responsabilidad respecto al medio ambiente10. Con la promocin de la dignidad humana se relaciona el derecho a un medio ambiente sano, ya que ste pone de relieve el dinamismo de las relaciones entre el individuo y la sociedad. Un conjunto de normas internacionales, regionales y nacionales sobre el medio ambiente est dando forma jurdica gradualmente a este derecho. Sin embargo, por s solas, las medidas jurdicas no son suficientes. El peligro de daos graves a la tierra y al mar, al clima, a la flora y a la fauna, exige un cambio profundo en el estilo de vida tpico de la moderna sociedad de consumo, particularmente en los pases ms ricos. No se debe infravalorar otro riesgo, aunque sea menos drstico: empujados por la necesidad, los que viven mseramente en las reas rurales pueden llegar a explotar por encima de sus lmites la poca tierra de que disponen. Por eso, se debe favorecer una formacin especfica que les ensee cmo armonizar el cultivo de la tierra con el respeto por el medio ambiente.

El presente y el futuro del mundo dependen de la salvaguardia de la creacin, porque hay una constante interaccin entre la persona humana y la naturaleza. El poner el bien del ser humano en el centro de la atencin por el medio ambiente es, en realidad, el modo ms seguro para salvaguardar la creacin; de ese modo, en efecto, se estimula la responsabilidad de cada uno en relacin con los recursos naturales y su uso racional.

El derecho a la paz11. La promocin del derecho a la paz asegura en cierto modo el respeto de todos los otros derechos porque favorece la construccin de una sociedad en cuyo seno las relaciones de fuerza se sustituyen por relaciones de colaboracin con vistas al bien comn. La situacin actual prueba sobradamente el fracaso del recurso a la violencia como medio para resolver los problemas polticos y sociales. La guerra destruye, no edifica; debilita las bases morales de la sociedad y crea ulteriores divisiones y tensiones persistentes. No obstante, las noticias continan hablando de guerras y conflictos armados con un sinfn de vctimas. Cuntas veces mis Predecesores y yo mismo hemos implorado el fin de estos horrores! Continuar hacindolo hasta que se comprenda que la guerra es el fracaso de todo autntico humanismo.(10)

Gracias a Dios, son muchos los pasos que se han dado en algunas regiones hacia la consolidacin de la paz. Se debe reconocer el gran mrito de aquellos polticos decididos que tienen el valor de continuar las negociaciones incluso cuando la situacin parece hacerlas imposibles. Pero, a la vez, cmo no denunciar las masacres que continan en otras partes, con la deportacin de pueblos enteros de sus tierras y la destruccin de casas y cultivos? Ante las vctimas ya incontables, me dirijo a los responsables de las naciones y a los hombres de buena voluntad para que acudan en auxilio de los que estn implicados en atroces conflictos, especialmente en Africa, tal vez inspirados por intereses econmicos externos, y les ayuden a poner fin a los mismos. Un paso concreto en este sentido es seguramente la abolicin del trfico de armas hacia los pases en guerra y el apoyo a los responsables de esos pueblos en la bsqueda de la va del dilogo. sta es la va digna del hombre, sta es la va de la paz!

Mi pensamiento se dirige con afliccin a quienes viven y crecen en un ambiente de guerra, a quienes no han conocido otra cosa que conflictos y violencias. Los que sobrevivan llevarn para el resto de sus vidas las heridas de tan terrible experiencia. Y qu decir de los nios soldado? Se puede aceptar en algn caso que se arruinen as estas vidas apenas estrenadas? Adiestrados para matar, y a menudo empujados a hacerlo, estos nios tendrn graves problemas en su posterior insercin en la sociedad civil. Si se interrumpe su educacin y se daa su capacidad de trabajo, qu consecuencias para su futuro! Los nios tienen necesidad de paz; tienen derecho a ella.

Al recuerdo de estos nios quisiera unir el de los muchachos vctimas de las minas antipersonales y de otros medios de guerra. A pesar de los esfuerzos ya realizados para limpiar los campos minados, se asiste ahora a una paradoja increble e inhumana: desobedeciendo a la voluntad claramente expresada por los gobiernos y los pueblos de poner definitivamente fin al uso de un arma tan perversa, se han seguido colocando otras minas en lugares ya limpiados.

Grmenes de guerra se difunden tambin por la proliferacin masiva e incontrolada de armas ligeras que, al parecer, circulan libremente de un rea de conflicto a otra, sembrando violencia a lo largo de su recorrido. Corresponde a los gobiernos adoptar medidas apropiadas para el control de la produccin, la venta, la importacin y la exportacin de estos instrumentos de muerte. Slo de ese modo es posible afrontar eficazmente en su conjunto el problema del considerable trfico ilcito de armas.

Una cultura de los derechos humanos, responsabilidad de todos12. No es posible ahora extendernos sobre este punto. Quisiera destacar, sin embargo, que ningn derecho humano est seguro si no nos comprometemos a tutelarlos todos. Cuando se acepta sin reaccionar la violacin de uno cualquiera de los derechos humanos fundamentales, todos los dems estn en peligro. Es indispensable, por lo tanto, un planteamiento global del tema de los derechos humanos y un compromiso serio en su defensa. Slo cuando una cultura de los derechos humanos, respetuosa con las diversas tradiciones, se convierte en parte integrante del patrimonio moral de la humanidad, se puede mirar con serena confianza al futuro.

En efecto, cmo podra existir la guerra, si cada derecho humano fuera respetado? El respeto integral de los derechos humanos es el camino ms seguro para estrechar relaciones slidas entre los Estados. La cultura de los derechos humanos no puede ser sino cultura de paz. Toda violacin de los mismos contiene en s el germen de un posible conflicto. Ya mi venerado Predecesor, el Siervo de Dios Po XII, al final de la segunda Guerra mundial, haca la pregunta: Cuando un pueblo es expulsado por la fuerza, quin tendra el valor de prometer seguridad al resto del mundo en el contexto de una paz duradera? .(11)

Para promover una cultura de los derechos humanos que repercuta en las conciencias, es necesaria la colaboracin de todas las fuerzas sociales. Quisiera referirme especficamente al papel de los medios de comunicacin social, tan importantes en la formacin de la opinin pblica y, en consecuencia, en la orientacin de los comportamientos de los ciudadanos. Al mismo tiempo que es innegable su responsabilidad en aquellas violaciones de los derechos humanos que tienen su origen en la exaltacin de la violencia eventualmente fomentada en ellos, es justo reconocerles el mrito de las nobles iniciativas de dilogo y solidaridad que han madurado gracias a los mensajes difundidos en los mismos medios en favor de la comprensin recproca y de la paz.

Tiempo de opciones, tiempo de esperanza13. El nuevo milenio est ya a las puertas y su cercana ha alimentado en los corazones de muchos la esperanza de un mundo ms justo y solidario. Es una aspiracin que puede, ms an, debe ser llevada a trmino.

En esta perspectiva me dirijo ahora en particular a todos vosotros, queridos hermanos y hermanas en Cristo, que en las distintas partes del mundo tomis el Evangelio como norma de vida: haceos heraldos de la dignidad del hombre! La fe nos ensea que toda persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Ante el rechazo del hombre, el amor del Padre celestial permanece fiel; su amor no tiene fronteras. l ha enviado a su Hijo Jess para redimir a cada persona, restituyndole su plena dignidad.(12) Ante tal actitud, cmo podramos excluir a alguno de nuestra atencin? Al contrario, debemos reconocer a Cristo en los ms pobres y marginados, a los que la Eucarista, comunin con el cuerpo y la sangre de Cristo ofrecidos por nosotros, nos compromete a servir.(13) Como indica claramente la parbola del rico, que quedar siempre sin nombre, y del pobre llamado Lzaro, en el fuerte contraste entre ricos insensibles y pobres necesitados de todo, Dios est de parte de estos ltimos .(14) Tambin nosotros debemos ponernos de esta parte.

El tercero y ltimo ao de preparacin al Jubileo est marcado por una peregrinacin espiritual hacia el Padre: cada uno est invitado a un camino de autntica conversin, que comporta el abandono del mal y la positiva eleccin del bien. Ya en el umbral del Ao 2000, es deber nuestro tutelar con renovado empeo la dignidad de los pobres y de los marginados y reconocer concretamente los derechos de los que no tienen derechos. Elevemos juntos la voz por ellos, viviendo en plenitud la misin que Cristo ha confiado a sus discpulos. Es ste el espritu del Jubileo ya inminente.(15)

Jess nos ha enseado a llamar a Dios con el nombre de Padre, Abb, revelndonos as la profundidad de nuestra relacin con l. Su amor por cada persona y por toda la humanidad es infinito y eterno. Son elocuentes a este propsito las palabras de Dios en el libro del profeta Isaas:

Acaso olvida una mujer a su nio de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entraas? Pues aunque sas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Mralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada (49, 15-16).

Aceptemos la invitacin a compartir este amor! En l est el secreto del respeto de los derechos de cada mujer y de cada hombre. El alba del nuevo milenio nos encontrar as mejor dispuestos para construir juntos la paz.

Vaticano, 8 de diciembre de 1998.

(1) Cf. Redemptor hominis, (4 de marzo de 1979), 17: AAS 71 (1979), 296.

(2) Declaracin Universal de los Derechos Humanos, Prembulo, primer prrafo.

(3) Vase, en particular, la Declaracin de Viena (25 de junio de 1993), Prembulo, 2.

(4) Carta enc. Evangelium vitae (25 de marzo de 1995), 57: AAS 87 (1995), 465.

(5) Cf. ibd., 10, l.c., 412.

(6) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, 3.

(7) Cf. art. 18.

(8) Cf. Declaracin Universal de los Derechos Humanos, art. 25, 1.

(9) Carta enc. Centesimus annus (1 de mayo de 1991), 34: AAS 83 (1991), 836.

(10) Cf. a este propsito el Catecismo de la Iglesia Catlica, nn. 2307-2317.

(11) Discurso a una Comisin del Congreso de los Estados Unidos de Amrica (21 de agosto de 1945): Discorsi e Radiomessaggi di S.S. Pio XII, VII (1945-1946), 141.

(12) Cf. Carta enc. Redemptor hominis (4 de marzo de 1979), 13-14: AAS 71 (1979), 282-286.

(13) Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1397.

(14) Angelus del 27 de septiembre de 1998, 1: L'Osservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola, 2 de octubre de 1998, p. 1.

(15) Cf. Carta ap. Tertio millennio adveniente (10 de noviembre de 1994), 49-51: AAS 87 (1995), 35-36.