mensaje del santo padre jmj madrid 2011

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  • 8/4/2019 Mensaje Del Santo Padre Jmj Madrid 2011

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    MENSAJE DEL SANTO PADRE

    BENEDICTO XVI

    PARA LA XXVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

    2011

    Arraigados y edificados en Cristo,

    firmes en la fe(cf. Col 2, 7)

    Queridos amigos

    Pienso con frecuencia en laJornada Mundial de la Juventudde Sydney, en el 2008. Allvivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espritu de Dios actu con fuerza, creandouna intensa comunin entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo.Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos

    jvenes y de toda la Iglesia. Nuestra mirada se dirige ahora a la prxima JornadaMundial de la Juventud, que tendr lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya

    en 1989, algunos meses antes de la histrica cada del Muro de Berln, la peregrinacinde los jvenes hizo un alto en Espaa, en Santiago de Compostela. Ahora, en unmomento en que Europa tiene que volver a encontrar sus races cristianas, hemos fijadonuestro encuentro en Madrid, con el lema: Arraigados y edificados en Cristo, firmes enla fe (cf. Col 2, 7). Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa ypara la Iglesia universal. Adems, quisiera que todos los jvenes, tanto los quecomparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir estaexperiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Seor Jessresucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.

    1. En las fuentes de vuestras aspiraciones ms grandes

    En cada poca, tambin en nuestros das, numerosos jvenes sienten el profundo deseode que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchosmanifiestan la aspiracin de construir relaciones autnticas de amistad, de conocer elverdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y unaseguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. Al recordar mi juventud,veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que ms ocupanla mente de los jvenes. S, la cuestin del lugar de trabajo, y con ello la de tener elporvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la

    juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida ms grande. Al pensar en misaos de entonces, sencillamente, no queramos perdernos en la mediocridad de la vidaaburguesada. Queramos lo que era grande, nuevo. Queramos encontrar la vida mismaen su inmensidad y belleza. Ciertamente, eso dependa tambin de nuestra situacin.

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    Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por as decir,encerrados por el poder dominante. Por ello, queramos salir afuera para entrar en laabundancia de las posibilidades del ser hombre. Pero creo que, en cierto sentido, esteimpulso de ir ms all de lo habitual est en cada generacin. Desear algo ms que lacotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente

    grande forma parte del ser joven. Se trata slo de un sueo vaco que se desvanececuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad est creado para lo que es grande,para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustn tena razn: nuestrocorazn est inquieto, hasta que no descansa en Ti. El deseo de la vida ms grande es unsigno de que l nos ha creado, de que llevamos su huella. Dios es vida, y cadacriatura tiende a la vida; en un modo nico y especial, la persona humana, hecha aimagen de Dios, aspira al amor, a la alegra y a la paz. Entonces comprendemos que esun contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente dela vida; eliminarlo equivale a separarse de esta fuente e, inevitablemente, privarse de laplenitud y la alegra: sin el Creador la criatura se diluye (Con. Ecum. Vaticano. II,Const. Gaudium et Spes, 36). La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo

    en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sinninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son elfundamento de la sociedad, provenga del Evangelio como el sentido de la dignidad dela persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia, se constata una especie deeclipse de Dios, una cierta amnesia, ms an, un verdadero rechazo del cristianismo yuna negacin del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que msprofundamente nos caracteriza.

    Por este motivo, queridos amigos, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios,Padre de nuestro Seor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia.Como escriba el apstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tenerraces y bases slidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienenpuntos de referencia estables para construir su vida, sintindose as profundamenteinseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y noexiste ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad,sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento.Vosotros, jvenes, tenis el derecho de recibir de las generaciones que os precedenpuntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modoque una planta pequea necesita un apoyo slido hasta que crezcan sus races, paraconvertirse en un rbol robusto, capaz de dar fruto.

    2. Arraigados y edificados en CristoPara poner de relieve la importancia de la fe en la vida de los creyentes, quisieradetenerme en tres trminos que san Pablo utiliza en: Arraigados y edificados en Cristo,

    firmes en la fe (cf. Col 2, 7). Aqu podemos distinguir tres imgenes: arraigadoevoca el rbol y las races que lo alimentan; edificado se refiere a la construccin;firme alude al crecimiento de la fuerza fsica o moral. Se trata de imgenes muyelocuentes. Antes de comentarlas, hay que sealar que en el texto original las tresexpresiones, desde el punto de vista gramatical, estn en pasivo: quiere decir, que esCristo mismo quien toma la iniciativa de arraigar, edificar y hacer firmes a loscreyentes.

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    La primera imagen es la del rbol, firmemente plantado en el suelo por medio de lasraces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las races, sera llevado por el viento, ymorira. Cules son nuestras races? Naturalmente, los padres, la familia y la cultura denuestro pas son un componente muy importante de nuestra identidad. La Biblia nosmuestra otra ms. El profeta Jeremas escribe: Bendito quien confa en el Seor y pone

    en el Seor su confianza: ser un rbol plantado junto al agua, que junto a la corrienteecha races; cuando llegue el esto no lo sentir, su hoja estar verde; en ao de sequano se inquieta, no deja de dar fruto (Jer17, 7-8). Echar races, para el profeta, significavolver a poner su confianza en Dios. De l viene nuestra vida; sin l no podramos vivirde verdad. Dios nos ha dado vida eterna y esta vida est en su Hijo (1 Jn 5,11). Jessmismo se presenta como nuestra vida (cf. Jn 14, 6). Por ello, la fe cristiana no es slocreer en la verdad, sino sobre todo una relacin personal con Jesucristo. El encuentrocon el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuandocomenzamos a tener una relacin personal con l, Cristo nos revela nuestra identidad y,con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud. Existe un momento en la juventuden que cada uno se pregunta: qu sentido tiene mi vida, qu finalidad, qu rumbo debo

    darle? Es una fase fundamental que puede turbar el nimo, a veces durante muchotiempo. Se piensa cul ser nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay queestablecer, qu afectos hay que desarrollar En este contexto, vuelvo a pensar en mi

    juventud. En cierto modo, muy pronto tom conciencia de que el Seor me querasacerdote. Pero ms adelante, despus de la guerra, cuando en el seminario y en launiversidad me diriga hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza. Tuve quepreguntarme: es ste de verdad mi camino? Es de verdad la voluntad del Seor param? Ser capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposicin de l, a suservicio? Una decisin as tambin causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Perodespus tuve la certeza: as est bien! S, el Seor me quiere, por ello me dar tambinla fuerza. Escuchndole, estando con l, llego a ser yo mismo. No cuenta la realizacinde mis propios deseos, sino su voluntad. As, la vida se vuelve autntica.

    Como las races del rbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, as loscimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigadosen Cristo (cf. Col 2, 7), as como una casa est construida sobre los cimientos. En lahistoria sagrada tenemos numerosos ejemplos de santos que han edificado su vida sobrela Palabra de Dios. El primero Abrahn. Nuestro padre en la fe obedeci a Dios, que lepeda dejar la casa paterna para encaminarse a un pas desconocido. Abrahn crey aDios y se le cont en su haber. Y en otro pasaje se le llama amigo de Dios (St2, 23).Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios,

    findose de l y poniendo en prctica su Palabra. Jess mismo reprende a susdiscpulos: Por qu me llamis: Seor, Seor!, y no hacis lo que digo? (Lc 6,46). Y recurriendo a la imagen de la construccin de la casa, aade: El que se acerca am, escucha mis palabras y las pone por obra se parece a uno que edificaba una casa:cav, ahond y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremeti el ro contraaquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba slidamente construida (Lc 6, 47-48).

    Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que cav yahond. Intentad tambin vosotros acoger cada da la Palabra de Cristo. Escuchadlecomo al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con l a

    vuestro lado seris capaces de afrontar con valenta y esperanza las dificultades, losproblemas, tambin las desilusiones y los fracasos. Continuamente se os presentarn

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    propuestas ms fciles, pero vosotros mismos os daris cuenta de que se revelan comoengaosas, no dan serenidad ni alegra. Slo la Palabra de Dios nos muestra la autnticasenda, slo la fe que nos ha sido transmitida es la luz que ilumina el camino. Acogedcon gratitud este don espiritual que habis recibido de vuestras familias y esforzaos porresponder con responsabilidad a la llamada de Dios, convirtindoos en adultos en la fe.

    No creis a los que os digan que no necesitis a los dems para construir vuestra vida.Apoyaos, en cambio, en la fe de vuestros seres queridos, en la fe de la Iglesia, yagradeced al Seor el haberla recibido y haberla hecho vuestra.

    3. Firmes en la fe

    Estad arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe (cf. Col 2, 7). La carta de lacual est tomada esta invitacin, fue escrita por san Pablo para responder a unanecesidad concreta de los cristianos de la ciudad de Colosas. Aquella comunidad, dehecho, estaba amenazada por la influencia de ciertas tendencias culturales de la poca,que apartaban a los fieles del Evangelio. Nuestro contexto cultural, queridos jvenes,

    tiene numerosas analogas con el de los colosenses de entonces. En efecto, hay unafuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de laspersonas y la sociedad, planteando e intentando crear un paraso sin l. Pero laexperiencia ensea que el mundo sin Dios se convierte en un infierno, dondeprevalece el egosmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y lospueblos, la falta de amor, alegra y esperanza. En cambio, cuando las personas y lospueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, seconstruye concretamente la civilizacin del amor, donde cada uno es respetado en sudignidad y crece la comunin, con los frutos que esto conlleva. Hay cristianos que sedejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atrados por corrientes religiosas queles alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, sencillamente handejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el planomoral.

    El apstol Pablo recuerda a los hermanos, contagiados por las ideas contrarias alEvangelio, el poder de Cristo muerto y resucitado. Este misterio es el fundamento denuestra vida, el centro de la fe cristiana. Todas las filosofas que lo ignoran,considerndolo necedad (1 Co 1, 23), muestran sus lmites ante las grandes preguntaspresentes en el corazn del hombre. Por ello, tambin yo, como Sucesor del apstolPedro, deseo confirmaros en la fe (cf.Lc 22, 32). Creemos firmemente que Jesucristo seentreg en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasin, soport nuestros sufrimientos,

    carg con nuestros pecados, nos consigui el perdn y nos reconcili con Dios Padre,abrindonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo quems atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso alos enemigos, y compartir este amor con los hermanos ms pobres y en dificultad.

    Queridos amigos, la cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negacin de lavida. En realidad, es lo contrario. Es el s de Dios al hombre, la expresin mxima desu amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazn de Jessabierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta miraral Crucificado. Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jess, signo del amor deDios, como fuente de vida nueva. Sin Cristo, muerto y resucitado, no hay salvacin.

    Slo l puede liberar al mundo del mal y hacer crecer el Reino de la justicia, la paz y elamor, al que todos aspiramos.

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    4. Creer en Jesucristo sin verlo

    En el Evangelio se nos describe la experiencia de fe del apstol Toms cuando acoge elmisterio de la cruz y resurreccin de Cristo. Toms, uno de los doce apstoles, sigui aJess, fue testigo directo de sus curaciones y milagros, escuch sus palabras, vivi el

    desconcierto ante su muerte. En la tarde de Pascua, el Seor se aparece a los discpulos,pero Toms no est presente, y cuando le cuentan que Jess est vivo y se les haaparecido, dice: Si no veo en sus manos la seal de los clavos, si no meto el dedo en elagujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo (Jn 20, 25).

    Tambin nosotros quisiramos poder ver a Jess, poder hablar con l, sentir msintensamente an su presencia. A muchos se les hace hoy difcil el acceso a Jess.Muchas de las imgenes que circulan de Jess, y que se hacen pasar por cientficas, lequitan su grandeza y la singularidad de su persona. Por ello, a lo largo de mis aos deestudio y meditacin, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de miencuentro personal con Jess, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al

    Seor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer. De hecho, Jessmismo, aparecindose nuevamente a los discpulos despus de ocho das, dice a Toms:Trae tu dedo, aqu tienes mis manos; trae tu mano y mtela en mi costado, y no seasincrdulo, sino creyente (Jn 20, 27). Tambin para nosotros es posible tener uncontacto sensible con Jess, meter, por as decir, la mano en las seales de su Pasin, lasseales de su amor. En los Sacramentos, l se nos acerca en modo particular, se nosentrega. Queridos jvenes, aprended a ver, a encontrar a Jess en la Eucarista,donde est presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; enel Sacramento de la Penitencia, donde el Seor manifiesta su misericordiaofrecindonos siempre su perdn. Reconoced y servid a Jess tambin en los pobres yenfermos, en los hermanos que estn en dificultad y necesitan ayuda.

    Entablad y cultivad un dilogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante lalectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Catlica; hablad con l en laoracin, confiad en l. Nunca os traicionar. La fe es ante todo una adhesin personaldel hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a todala verdad que Dios ha revelado (Catecismo de la Iglesia Catlica, 150). As podrisadquirir una fe madura, slida, que no se funda nicamente en un sentimiento religiosoo en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podris conocer a Dios y vivirautnticamente de l, como el apstol Toms, cuando profes abiertamente su fe enJess: Seor mo y Dios mo!.

    5. Sostenidos por la fe de la Iglesia, para ser testigos

    En aquel momento Jess exclama: Porque me has visto has credo? Dichosos los quecrean sin haber visto (Jn 20, 29). Pensaba en el camino de la Iglesia, fundada sobre lafe de los testigos oculares: los Apstoles. Comprendemos ahora que nuestra fe personalen Cristo, nacida del dilogo con l, est vinculada a la fe de la Iglesia: no somoscreyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta granfamilia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. El Credoque proclamamos cada domingo en la Eucarista nos protege precisamente del peligrode creer en un Dios que no es el que Jess nos ha revelado: Cada creyente es como un

    eslabn en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fede los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros (Catecismo de la

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    Iglesia Catlica, 166). Agradezcamos siempre al Seor el don de la Iglesia; ella noshace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida (cf.Jn 20, 31).

    En la historia de la Iglesia, los santos y mrtires han sacado de la cruz gloriosa la fuerzapara ser fieles a Dios hasta la entrega de s mismos; en la fe han encontrado la fuerza

    para vencer las propias debilidades y superar toda adversidad. De hecho, como dice elapstol Juan: quin es el que vence al mundo sino el que cree que Jess es el Hijo deDios? (1 Jn 5, 5). La victoria que nace de la fe es la del amor. Cuntos cristianos hansido y son un testimonio vivo de la fuerza de la fe que se expresa en la caridad. Han sidoartfices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo ms humano, unmundo segn Dios; se han comprometido en diferentes mbitos de la vida social, concompetencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos. La caridadque brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y lasobras. Cristo no es un bien slo para nosotros mismos, sino que es el bien ms preciosoque tenemos que compartir con los dems. En la era de la globalizacin, sed testigos dela esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta

    esperanza. Ante la tumba del amigo Lzaro, muerto desde haca cuatro das, Jess, antesde volver a llamarlo a la vida, le dice a su hermana Marta: Si crees, vers la gloria deDios (Jn 11, 40). Tambin vosotros, si creis, si sabis vivir y dar cada da testimoniode vuestra fe, seris un instrumento que ayudar a otros jvenes como vosotros aencontrar el sentido y la alegra de la vida, que nace del encuentro con Cristo.

    6. Hacia la Jornada Mundial de Madrid

    Queridos amigos, os reitero la invitacin a asistir a la Jornada Mundial de la Juventuden Madrid. Con profunda alegra, os espero a cada uno personalmente. Cristo quiereafianzaros en la fe por medio de la Iglesia. La eleccin de creer en Cristo y de seguirleno es fcil. Se ve obstaculizada por nuestras infidelidades personales y por muchasvoces que nos sugieren vas ms fciles. No os desanimis, buscad ms bien el apoyo dela comunidad cristiana, el apoyo de la Iglesia. A lo largo de este ao, preparaosintensamente para la cita de Madrid con vuestros obispos, sacerdotes y responsables dela pastoral juvenil en las dicesis, en las comunidades parroquiales, en las asociacionesy los movimientos. La calidad de nuestro encuentro depender, sobre todo, de lapreparacin espiritual, de la oracin, de la escucha en comn de la Palabra de Dios y delapoyo recproco.

    Queridos jvenes, la Iglesia cuenta con vosotros. Necesita vuestra fe viva, vuestra

    caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza. Vuestra presencia renueva laIglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. Por ello, las Jornadas Mundiales de laJuventud son una gracia no slo para vosotros, sino para todo el Pueblo de Dios. LaIglesia en Espaa se est preparando intensamente para acogeros y vivir la experienciagozosa de la fe. Agradezco a las dicesis, las parroquias, los santuarios, lascomunidades religiosas, las asociaciones y los movimientos eclesiales, que estntrabajando con generosidad en la preparacin de este evento. El Seor no dejar debendecirles. Que la Virgen Mara acompae este camino de preparacin. Ella, alanuncio del ngel, acogi con fe la Palabra de Dios; con fe consinti que la obra deDios se cumpliera en ella. Pronunciando su fiat, su s, recibi el don de una caridadinmensa, que la impuls a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos

    vosotros, para que en la prxima Jornada Mundial podis crecer en la fe y en el amor.Os aseguro mi recuerdo paterno en la oracin y os bendigo de corazn.

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    Vaticano, 6 de agosto de 2010, Fiesta de la Transfiguracin del Seor.

    BENEDICTUS PP. XVI

    Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana