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MENSAJE DE UNA CARMELITA DESCALZA
AL MUNDO DE HOY
JAVIER ONRUBIA REBUELTA
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JAVIER ONRUBIA REBUELTA
Mensaje de una carmelita descalza al mundo de hoy
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“…era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento,
y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos,
quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro Señor”.
Santa Teresa de Jesús, “Las Fundaciones”, 15,5
A la Comunidad de Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles,
que viven “solas con Él solo”.
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INTRODUCCIÓN
AS PÁGINAS que ahora te dispones a leer han sido escritas, en su mayor parte, en la soledad y el silencio de una celda de la hos-pedería del Yermo Camaldulense de Nuestra Señora de Herre-
ra, en Miranda de Ebro (Burgos). En este lugar, en el que todo su en-torno invita al recogimiento y la contemplación, he podido compartir –una vez más– durante unos días la vida de oración y trabajo de los Eremitas Camaldulenses de Montecorona. No podía haber sitio más apropiado para escribir sobre la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, una carmelita descalza fallecida el dos de octubre de 2004, a la que yo solamente vi en una ocasión, pero con la que me he encontrado a lo largo de mi vida en diversas ocasiones, en circunstancias sorpren-dentes e inesperadas como más adelante conoceremos. ¿Qué interés puede tener acercarse a la figura de esta religiosa ocho años después de su muerte? ¿Qué puede aportar al mundo de hoy una carmelita descalza? ¿Tiene algún mensaje válido que transmitirnos? Yo, sinceramente, creo que sí, que puede aportarnos mucho a este mundo desquiciado, en crisis permanente –tanto económica como es-piritualmente– en el que todo se mide según lo que produce material-mente, en el que se valora a la persona por lo que tiene, no por lo que es. Un mundo en el que no vemos la obra de Dios, sino una fuente in-agotable de miseria e injusticias, en el que los valores espirituales se relativizan y escasean las personas que pueden servirnos de referentes válidos en nuestro camino de crecimiento religioso. Por todos estos motivos conocer a la M. María Josefa, y a sus hijas espirituales, las
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Carmelitas Descalzas criadas bajo su atenta y maternal mirada y que hoy continúan su legado, aunque sea de una manera muy genérica y resumida, puede, sin lugar a dudas, ayudarnos a profundizar y fortale-cer nuestra Fe y nuestra experiencia religiosa, al ser ella un testigo real y creíble del Evangelio, un ejemplo seguro a imitar y seguir, cada uno según su estado de vida. Al escribir estas páginas me he propuesto recoger algunos reflejos, una pequeña muestra de esa profunda e intensa luz que brotaba de su vo-cación carmelitana, que vivió tan fiel y apasionadamente hasta su úl-timo aliento, y darlos a conocer, divulgarlos más allá de los muros de la clausura en los que vivió durante sesenta y seis años la Madre María Josefa.
Madrid, 15 de octubre de 2012 Festividad de Santa Teresa de Jesús
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CRONOLOGÍA DE LA MADRE MARÍA JOSEFA
1915 25 de noviembre, nace en Pamplona. El 27 de noviembre es bautizada en la Parroquia de San Agustín y re-
cibe el nombre de María Isabel Trinidad, pero siempre será llamada familiarmente Maribel. Sus padres fueron Isabel Garmendia Landa y Florencio Marco Pérez. Fue la quinta de seis hermanos: Tomás, Pilar, Charo, José Mari y Carmencita, que a los cuatro años murió víctima de una bronconeumonía.
1916 7 de mayo, recibe el sacramento de la Confirmación. A los cinco años se sabe que estudiaba en el Parvulario de las MM.
Ursulinas en Pamplona.
1924 El 25 de mayo hace la Primera Comunión en Jaca (Huesca), donde
su padre ocupa el cargo de Registrador de la Propiedad.
1927 A los doce años de edad va a estudiar interna a Madrid, al Colegio de
las Damas de Saint Maur, situado en el Paseo del Cisne, actualmente de Eduardo Dato.
En una excursión del colegio visita por primera vez el Cerro de los Ángeles.
1931 11 de mayo, es testigo directo de los asaltos y quema de varias igle-
sias y conventos en Madrid. Debido a la inestabilidad política y social sus padres deciden que re-
grese a Pamplona. En la capital Navarra participa en la “Juventud de Acción Católica”, dando catequesis a niños pobres y gitanos, y visitan-do familias necesitadas.
1936 18 de julio, inicio de la Guerra Civil. Ella la vive en Pamplona. Sus
hermanos participan como voluntarios en la misma.
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Le habla a su confesor el padre Lacoume de su vocación religiosa: quiere ser carmelita descalza en el Cerro de los Ángeles.
Antes de entrar en las Carmelitas Descalzas de Las Batuecas se es-cribe con la M. Maravillas de Jesús a través de doña Hortensia Gonzá-lez de Castejón, vecina suya en Pamplona y que tenía una hija en Las Batuecas, Mª Teresa.
1938 18 de noviembre, ingresa en el Desierto de Las Batuecas (Coria-
Cáceres), Salamanca, donde se encuentra refugiada – a consecuencia de la guerra– la comunidad de Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles (Madrid) y su fundadora, la M. Maravillas de Jesús. Siguiendo la costumbre del convento, ésta le da un nombre nuevo, María Josefa del Corazón de Jesús, en recuerdo de una de las fundadoras del Cerro fallecida en julio de 1936.
1939 4 de marzo, la M. Maravillas de Jesús sale del Desierto de Las Batue-
cas camino del Cerro de los Ángeles. M. María Josefa se separa por primera vez de quien la acogió en el Carmelo.
Mayo. M. María Josefa y el resto de novicias del Desierto de Las Ba-tuecas viajan con la M. Maravillas al Cerro de los Ángeles.
26 de junio, toma el hábito la Hermana María Josefa. Es la primera novicia del recién restaurado Carmelo del Cerro de los Ángeles. Para ello compone una consagración.
1940 27 de junio. Hace su Profesión Simple, por tres años en manos de la
madre Maravillas de Jesús, Priora del Cerro de los Ángeles.
1941 7 de septiembre. La Hna. María Josefa, enferma con fuertes dolores
de cabeza y sin poder retener alimento alguno, fueron inútiles todos los remedios aplicados y tuvo que pasar un año sin apenas alimentarse. Le dice a la M. Maravillas de Jesús cuando la visita en su celda: “Madre mañana me va a curar la Virgen”. Lo que ocurrió con visos de milagro. Al día siguiente sus dolencias habían desaparecido.
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1943 13 de diciembre, Profesión Solemne.
1944 Abril. Deja la M. Maravillas el Cerro de los Ángeles, para ir a la fun-
dación de Mancera. Fue una prueba dolorosa esta separación.
1947 21 de noviembre, es elegida subpriora del Cerro de los Ángeles.
1950 28 de noviembre, los PP. Carmelitas Descalzos vuelven al Desierto
de las Batuecas, gracias a la generosidad de la M. Maravillas de Jesús, que se lo ha cedido para que reiniciaran allí la vida eremítica. Desde esta fecha M. María Josefa no deja de ayudarles y les envía alimentos, un tractor, una lavadora, y consigue que les instalen el teléfono. Vive en Las Batuecas el P. Valentín de San José, O.C.D., confesor del Cerro de los Ángeles durante más de treinta años, y a quien la M. María Jose-fa quiere agradecerle la ayuda prestada a la comunidad de carmelitas. Tampoco olvida que Batuecas es la cuna de su vocación carmelitana.
1958 El 22 de agosto es elegida priora del Cerro de los Ángeles. Colabora
muy estrechamente con las fundaciones de la M. Maravillas de Jesús.
1960 El 11 de noviembre muere su madre, lo que le causó un dolor pro-
fundísimo, aunque siempre viéndolo a la luz de Dios.
1970 En el mes de enero, M. María Josefa hace que se trasladen los restos
del P. Alfonso Torres, S.J. a la iglesia del convento del Cerro de los Án-geles. Fue director espiritual de la M. Maravillas de Jesús y tuvo mu-cha relación con el Cerro. Igualmente se encarga de editar los escritos espirituales del P. Torres.
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1972 14 de diciembre, la Sagrada Congregación de Religiosos aprueba la
“Asociación de Santa Teresa”, «ad experimentum» por siete años, cu-yos fines son la ayuda mutua, tanto espiritual como material, de los Carmelos y preservar el legado de santa Teresa de Jesús.
1973 El 3 de marzo muere su padre en Pamplona. El 23 de abril muere súbitamente su hermano Tomás en accidente
de tráfico. El 12 de marzo es elegida 1ª Presidenta de la Asociación la M. Mara-
villas de Jesús, quien nombra consejeras a la M. Mª Josefa del Corazón de Jesús, Priora del Cerro de los Ángeles y a la M. Dolores de Jesús, Subpriora de La Aldehuela.
1974 11 de diciembre, muere en el convento de La Aldehuela, la M. Mara-
villas de Jesús. La fama de santidad que rápidamente se extiende por todas partes, hace que se piense en abrir la causa de canonización.
M. María Josefa colabora incansablemente desde el primer momen-to. Alquila una fotocopiadora gigante y monta una pequeña imprenta de offset en el Cerro de los Ángeles en la que se hacen los primeros bo-letines de la Causa.
1978 El 26 de noviembre muere inesperadamente su hermana Charo.
1981 22 de enero. Comienza, en la Iglesia del Carmelo de la Aldehuela, el
Proceso “sobre la vida, fama de santidad, virtudes en particular y mi-lagros en general” de la M. Maravillas de Jesús. M. María Josefa toma parte activa en este Proceso con sus declaraciones sobre los casi cua-renta años en los que trató a la futura santa Maravillas de Jesús.
14 de noviembre, M. María Josefa está presente en la exhumación y reconocimiento de los restos mortales de la M. Maravillas de Jesús, que son trasladados desde el cementerio del convento de la Aldehuela a la Iglesia.
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1986 Abril. M. María Josefa envía miles de hojas en las que pide fondos
para cercar toda la explanada y las ruinas del Cerro con una verja y co-locar una puerta que cierre el recinto religioso, para impedir así actos ofensivos y de vandalismo.
El 21 de mayo es elegida 3ª presidenta de la “Asociación de Santa Teresa”.
1989 8 de noviembre, M. María Josefa es recibida en el Vaticano por el
papa Juan Pablo II, a quien pide que las carmelitas descalzas puedan seguir viviendo fielmente su vocación, según el espíritu de Santa Tere-sa de Jesús.
1990 8 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada, el papa Juan Pablo II con-
firma las “Constituciones” de las Carmelitas Descalzas, por las que tan-to ha luchado y orado la M. María Josefa.
1993 13 de diciembre. Se celebra el cincuenta aniversario de la profesión
solemne de M. María Josefa. Celebra la Eucaristía en el Cerro de los Ángeles Mons. Mario Tagliaferri, Nuncio Apostólico en España.
1994 En marzo, se erige el Seminario de la Diócesis de Getafe en el Cerro
de los Ángeles. M. María Josefa ayuda al Sr. Obispo y a los futuros sa-cerdotes desde el primer día, con la oración y con todos los medios que estaban a su mano, sin calcular ni medir.
1998 El 10 de mayo es beatificada la M. Maravillas de Jesús. La Madre
María Josefa envía de regalo al Santo Padre de parte de toda la Asocia-ción, casullas, copones, cálices, corporales, etc. Y una lámpara de plata, como símbolo de la oración agradecida de toda la Asociación.
2003 4 de mayo. M. María Josefa, muy enferma, celebra con inmenso go-
zo, en el Cerro de los Ángeles, la canonización de Santa Maravillas de
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Jesús, haciendo repicar las campanas y pidiendo que la llevasen en su carrito de ruedas para ella misma tirar de la cuerda.
25 de septiembre. M. María Josefa sufre una caída que fue el princi-pio del fin. Sólo vivirá un año más.
11 de octubre. Abandona la clínica donde se encontraba ingresada y regresa al Cerro de los Ángeles. Ya no volverá a andar. Hace tiempo los médicos le han diagnosticado “fibrosis pulmonar”.
2004 2 de octubre. Primer sábado del mes del Rosario, muere M. María
Josefa, a los ochenta y ocho años, en su pobre celda del Carmelo del Cerro de los Ángeles en el que había vivido sesenta y seis años.
3 de octubre. Se celebra el funeral presidido por el cardenal D. Anto-nio María Rouco Varela y concelebrada por cerca de treinta sacerdotes. Sus hijas, las carmelitas descalzas, llevan la caja hasta el cementerio situado dentro de la clausura.
30 de octubre. A petición de quienes no habían podido asistir al fu-neral del día tres, se celebra una Misa en la que se leyó un telegrama del cardenal Ángelo Sodano, Secretario de Estado, de parte de su San-tidad Juan Pablo II.
A partir de su muerte muchas personas comienzan a encomendarse a ella para pedirle favores.
8 de diciembre. Solemnidad de la Inmaculada Concepción, la priora del Cerro de los Ángeles hace pública la “Carta de Edificación”, que re-coge alguno de los aspectos más destacados de la vida y la obra de M. María Josefa.
Es costumbre entre las carmelitas descalzas que, al morir una monja, se envíe a otros Carmelos, familiares, bienhechores y amigos la llama-da “Carta de Edificación”, en la que se da cuenta de las virtudes que más han destacado en la monja que acaba de fallecer, a modo de perfil biográfico laudatorio.
2005 Comienzan a llegar favores concedidos por intercesión de la M. Ma-
ría Josefa del Corazón de Jesús, extendiéndose su fama de santidad. También llegan ayudas para su causa por si algún día se abriera el Pro-ceso.
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16 febrero. Aprobación de la estampa, con la oración privada, por el Excmo. Sr. Obispo Joaquín López de Andújar.
2006 En octubre aparece el primer número de la “Hoja Informativa Madre
María Josefa del Corazón de Jesús, carmelita descalza del Cerro de los Ángeles”. También se imprimen varias estampas con fotografías de la M. María Josefa, una pequeña reseña biográfica y una oración para la devoción privada.
Aparecen la carta de edificación y estampas en inglés, francés e ita-liano.
2007 Las MM. Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles publican la
obra titulada “Breve biografía de la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, carmelita descalza”. Reúne multitud de datos, anécdotas y opi-niones sobre la Madre, así como numerosas fotografías a color.
2009 La Editorial “Paoline” publica la versión italiana de la biografía de la
M. María Josefa. Aparece la estampa en portugués, alemán y polaco.
2011 6 julio. Llega el “nihil obstat” de la Congregación para las Causas de
los Santos para abrir el Proceso de Canonización de la Madre María Josefa. Desde entonces puede anteponerse a su nombre “Sierva de Dios”.
Agosto. Las MM. Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles dis-tribuyen profusamente un tríptico sobre M. María Josefa titulado “La alegría de la entrega”, con motivo de la celebración en Madrid de la Jornada Mundial de la Juventud y la visita del papa Benedicto XVI.
2012 Febrero. Aparece en el Boletín Oficial de las Diócesis de la Provincia
Eclesiástica de Madrid el comunicado en el que se anuncia que ha sido acogida por el Cardenal de Madrid la petición del postulador para la apertura de la Causa de Canonización de la Sierva de Dios Madre Ma-ría Josefa del Corazón de Jesús.
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MIS CUATRO ENCUENTROS CON LA MADRE MARÍA JOSEFA
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L DÍA TREINTA de noviembre de 1977 visité en su despacho del paseo del General Martínez Campos de Madrid al padre Gerar-do Escudero, director de CLAUNE (Claustros Necesitados). Al
explicarle mi interés en conocer su trabajo en favor de los monasterios de clausura, me explicó detalladamente todas las actividades que venía realizando CLAUNE desde hacía unos cuantos años. Al despedirnos me fijé en una vitrina de cristal en la que destacaba un voluminoso li-bro en el que en su portada aparecía el dibujo de una carmelita descal-za y que se titulaba “Si tú le dejas”. El padre Escudero me lo regaló y me insistió en que lo leyera, que era la biografía de una carmelita des-calza que era una santa. En ese momento tuve la primera noticia sobre la Madre Maravillas de Jesús. Varias veces más visité CLAUNE, y en una de ellas le comenté al padre Escudero mi idea de organizar las “Juven-tudes de CLAUNE” para dar a conocer la vida monástica entre los jóve-nes. La idea le entusiasmó y me dijo que podía contar con su ayuda pa-ra todo lo que me hiciese falta. En febrero de 1978, un reducido grupo de amigos, publicamos el primer número de “Claustro”, portavoz de las flamantes Juventudes de CLAUNE, que nos sirvió como tarjeta de pre-sentación cuando comenzamos a visitar la casi totalidad de los monas-terios y conventos de Madrd, Segovia, Ávila y Toledo, para dar a cono-cer nuestra existencia.
El dieciséis de septiembre de 1978 fui al carmelo del Cerro de los Ánge-les con algunos ejemplares de “Claustro” y me recibió en el locutorio la M. María Josefa, quien escuchó con mucha atención y una permanente sonrisa, mis explicaciones sobre por qué habían nacido las “Juventu-des de CLAUNE” y sobre nuestros proyectos, lo cual interpreté como que estaba de acuerdo con lo que escuchaba. Me animó mucho a seguir con esta labor y me pidió que la mandara veinticinco ejemplares de cada boletín que editásemos. La sugerí también la idea de hacer una cam-paña de propaganda entre los jóvenes para dar a conocer a la Madre Maravillas y me dio, haciendo gala de una enorme generosidad, una caja grande de cartón con estampas, reliquias y libros. Se lo agradecí,
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pero ni ella ni yo nos dimos cuenta de que yo había ido desde Madrid a Getafe en tren y desde allí al Cerro en taxi, pero este se había ido. Así que me tocó ir andando desde el Cerro a Getafe con la pesada caja en los brazos. Aquella entrevista siempre la recuerdo por la sonrisa de la M. María Josefa.
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En 1994, proyecté escribir un pequeño folleto con la historia de todos y cada uno de los conventos fundados por la Madre Maravillas y para ello solicité algunos datos a todas las prioras de los mismos. Todas me contestaron de forma inmediata y me hicieron llegar los datos pedidos y algunas fotografías. La M. María Josefa me respondió con una tarjeta postal del monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles, escrita a mano, en la que me felicitaba por la iniciativa y me ofrecía su colaboración. Por diversas circunstancias este proyecto no se pudo realizar. Yo guardé la tarjeta con mucho cariño y hoy la conservo como una verdadera reliquia.
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La primera semana del mes agosto del pasado año 2011 me encontraba haciendo mi retiro anual en el Yermo Camaldulense de Nuestra Señora de Herrera, en Miranda de Ebro (Burgos), –donde los Eremitas Ca-maldulenses ofrecen un extraordinario ejemplo de fidelidad evangélica vivida en el silencio y la soledad más absolutos– y en uno de esos días, estando yo en el Archivo clasificando y ordenando cientos de estampas y postales me fije en una estampa pequeña en la que reconocí el hábito de una carmelita descalza: era la M. María Josefa, con aquella sonrisa que yo nunca he olvidado. Diecisiete años después, aparecía otra vez en mi vida. Todavía me pregunto cómo fui capaz de encontrarla cuan-do había repasado una y otra vez aquel montón de imágenes, de tama-ños tan diferentes, y no la había visto antes.
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Terminado el verano, una noche antes de cenar, estaba en casa nave-gando por internet, cuando sin saber cómo ni por qué, encontré la no-ticia de que las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles habían
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publicado una biografía de la M. María Josefa. Al día siguiente, a pri-mera hora de la mañana, estaba yo en el Cerro comprando el libro. Lo leí inmediatamente y pensé que vidas como la suya debían ser más co-nocidas y salir del anonimato, traspasar los muros del Carmelo del Ce-rro. En el libro me encontré con numerosas fotografías en las que, en diferentes etapas de su vida, siempre aparecía la M. María Josefa y su sonrisa permanente, radiante, que denotaba una enorme alegría, no solamente exterior, sino también interior.
Ahora quiero compartir contigo las impresiones, recuerdos y lecciones de estos encuentros con la M. María Josefa del Corazón de Jesús, espe-jo de carmelitas descalzas, defensora infatigable del carisma teresiano y discípula aventajada de santa Maravillas de Jesús.
Celda de la Madre María Josefa
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ALGUNAS COSTUMBRES DEL CARMELO
UANDO el veinticuatro de agosto de 1562 fundó santa Teresa de Jesús el Monasterio de San José en Ávila puso en marcha la re-forma del Carmelo, obra de la que ahora celebramos el 450 ani-
versario. Estos han sido años de vida fecunda, generosos en frutos de santidad y que han dado lugar a multitud de costumbres, basadas en la larga experiencia vivida y en el propio ejemplo de la santa, “verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todo tiempo” como la califi-có el papa Benedicto XVI en la catequesis que la dedicó el dos de febre-ro de 2011.
Las actuales carmelitas descalzas siguen observando estas costumbres contrastadas con una fidelidad admirable, como un medio eficaz para mantener vivo el legado teresiano y como camino seguro para desarro-llar sus virtudes. Debido a la clausura, ocultamiento y discreción en la que transcurren sus vidas, estas costumbres resultan totalmente des-conocidas para la inmensa mayoría de la gente, por lo que considero que conocer algunas de ellas puede sernos de utilidad espiritual, fuera de cualquier interés vano o curioso.
Estas son algunas de esas costumbres.
1. El día a día de una carmelita descalza
El horario que observó la M. María Josefa durante los sesenta y seis años que vivió en el Cerro de los Ángeles es similar al que a continua-ción copio, y que nos vale para hacernos una idea bastante aproximada de cómo transcurre el día a día de una carmelita descalza. Las monjas suelen decir, a modo de resumen, sobre las variaciones del horario que observan que “a más sueño menos comida y a más comida, menos sueño”.
Horario de las carmelitas descalzas en el Cerro de los Ángeles
A lo largo de año sufre algunas modificaciones dependiendo del tiempo de ayuno (desde el 14 de septiembre hasta el día de Pascua de Resu-rrección)
6’30 Levantarse 7 Laudes
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7’20 - 8’20 Oración mental1 8’20 Tercia 8’30 Misa. Acción de Gracias. Rosario 9’30 Desayuno. Trabajo 12’50 Sexta. Examen de conciencia 13’15 Comida 14 Recreación 15 Recogimiento en la celda 16 Nona. Lectura espiritual 17 Trabajo 18’45 Tablillas. Punto de meditación2 19 Oración mental 20 Vísperas 20’15 Cena o colación 21 Recreación 22 Completas. Rosario. 22’45 Recogimiento en la celda 23’30 Maitines 24 Rosario. Visita al Santísimo. Tribuna3 0’45 Tablillas y celda4 1 Descanso
Se puede observar que la jornada de una carmelita descalza está, dedi-cada, básicamente, a la oración, al trabajo y al encuentro fraterno con las hermanas, lo que ellas llaman “recreación”.
Esta “recreación” la incluyó santa Teresa en sus “Constituciones” (26,27 y 28) como elemento muy importante de la vida comunitaria. Cuando la santa le mostró a san Juan de la Cruz la forma de vida que ella consideraba como propia del Carmelo, le instruyó sobre la oración,
1 En el coro, en silencio y de rodillas. 2 Tablillas: especie de pequeñas tablas de madera con que la monja encargada de semana despierta a la comunidad por la mañana y recita la sentencia espiritual en el tránsito -pasillo- de las celdas; “Alabado sea Jesucristo y la Virgen María, su Madre; a la ora-ción, Hermanas, a alabar al Señor”. 3 Tribuna que da a la Iglesia. 4 Menos jueves y sábado que es hasta la 1.
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el trabajo, las penitencias y “del estilo de hermandad y recreación que tenemos juntas” (“Las Fundaciones”,13,5). Tan importante considera-ba este acto comunitario, una fiesta alegre que sirve para conocerse y generar vínculos de fraternidad, que no permitía que ninguna monja dejase de asistir. Cada hora de recreación comienza –después de las comidas principales- con un gozoso “¡Alabado sea Jesucristo! ¡Por siempre sea alabado!”. En verano suele celebrarse en la huerta del Carmelo, y el resto del año en una sala reservada para esta tarea. En este tiempo se habla, se ríe, se comparten experiencias y recuerdos, se trabaja y la Priora comenta o lee algún tema de interés para la comu-nidad.
Igual tiempo que a la recreación –dos horas– se dedican a la oración mental, que se hace de rodillas y en el coro5.
Como en otras órdenes contemplativas las Carmelitas Descalzas acu-den siete veces al coro (Sal 118,164) a celebrar la Liturgia de las Horas, que también se conoce como Oficio Divino.
Veamos ahora cuales son las horas principales:
Laudes. Es la primera oración de la mañana y tiene un sentido de ala-banza. Está dirigida a santificar el día y a glorificar a Dios. Consta de la invocación inicial, un himno, los salmos, una lectura, el cántico evan-gélico “Benedictus” (Lc 1,68-79), las preces, el Padrenuestro y la ora-ción conclusiva.
Vísperas. Se celebra al caer la tarde. Tres son los grandes temas que aparecen en esta Hora como primordiales: la acción de gracia por todo lo recibido durante el día, la memoria de la Redención y la esperanza de la Vida eterna. Tiene el mismo esquema que Laudes, salvo el cántico evangélico, pues se dice el “Magnificat” (Lc 1,46-55).
Completas. Esta hora, similar a las otras, incorpora un examen de con-ciencia individual y un breve acto penitencial comunitario. Se procla-ma el “Cántico de Simeón” (Lc 2,29-32) y la antífona Mariana.
5 Coro: Lugar donde las monjas hacen la oración, rezan el oficio divino y desde donde siguen la Misa.
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Maitines. Es la última oración comunitaria del día, en la que se alter-nan salmos y lecturas. Antes de retirarse a descansar la madre priora bendice a todas las monjas.
Tercia-Sexta-Nona. Son conocidas como “horas menores” y se celebran en el periodo de tiempo que va de las 8,20 de la mañana a las 16 horas, y están orientadas a la santificación del trabajo y el recuerdo de la Pa-sión de Nuestro Señor.
Característico de las carmelitas descalzas es el rezo diario de los 15 misterios del Santo Rosario.
Como pobres que son –“la santa pobreza” según la calificó santa Tere-sa– las hermanas deben de trabajar para procurarse el sustento coti-diano y para socorrer a aquellas personas que lo necesitan y se acercan ellas demandando alguna ayuda. La santa escribe en las “Constitucio-nes” (24):
“Cada una procure trabajar para que coman las demás. Ténga-se mucha cuenta con lo que manda la Regla: que quien quisiere comer, que ha de trabajar y con lo que hacía San Pablo”.
Es habitual que solo se trabaje en aquellas labores que puedan reali-zarse en soledad –en la celda, no en un espacio comunitario– y silen-cio, para no perder el recogimiento ni la conciencia de encontrarse en presencia de Dios. El trabajo se convierte así en una obligación medi-da, no en un fin absorbente. Además de en las “Constituciones” y en el “Comentario al Padrenuestro”, la Santa desarrolló, con su habitual sencillez y claridad, en casi todos sus escritos lo que debe de ser el tra-bajo para una carmelita descalza.
La Madre María Josefa trabajó siempre, y era una consumada artista con el hilo y la aguja. En El Cerro se guardan algunas muestras de las primorosas labores hechas por ella, en la soledad de su celda, con pa-ciencia, amor y delicadeza.
En la actualidad, en los diversos conventos de carmelitas descalzas que conozco, las monjas, además de las tareas propias para el buen gobier-no de la comunidad (Priora, supriora, maestra de novicias, tornera, ropera, enfermera, sacristana o provisora) hacen trabajos de bordado, carpintería, muñecas de fieltro, rosarios, bolsos de jarapa, telas, pelu-
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ches, encuadernación, imágenes de escayola, lamparitas, marcos, figu-ras pintadas, estuches de viaje, cuadernos con lápices de colores y artes gráficas.
2. La celda
Un lugar privilegiado donde la carmelita descalza vive su vocación más íntimamente es la celda, pues en ella reza, trabaja, medita, estudia y lee, además de descansar en las horas establecidas para ello.
Santa Teresa –“Constituciones” (8)– dice sobre la celda:
“Todo el tiempo que no anduvieren con la comunidad, o en ofi-cios de ella, se esté cada una por sí en las celdas o ermitas que la Priora las señalare; en fin, en el lugar de su recogimiento, haciendo algo los días que no fueren de fiesta, llegándonos en este apartamiento a lo que manda la Regla, de que esté cada una por sí. Ninguna hermana pueda entrar en celda de otra sin licencia de la Priora, so pena de grave culpa”.
La santa hace referencia a la “Regla Primitiva” de la Orden de la Virgen María del Monte Carmelo, dada por san Alberto, Patriarca de Jerusa-lén, confirmada, corregida y enmendada por el papa Inocencio IV, da-da a los eremitas del Monte Carmelo entre 1207 y 1209. En este anti-quísimo texto, origen de la legislación carmelitana, leemos sobre la celda:
“…cada uno tenga su celda, apartada conforme le fuere señala-da por la disposición del Prior, y consentimiento de los demás Hermanos, o de la más acertada parte de ellos.
Estése cada uno dentro de su celda, o cerca de ella, meditando de día y de noche en la ley del Señor, y velando en oración, si no fuere ocupado en otras justas ocupaciones”.
La celda suele medir entre 1,85 x 3 ms., de techo bajo, ventana peque-ña, sin pintar, con las paredes muy blancas de cal, una cruz desnuda, sin Cristo –la cruz “a secas” según dice San Juan de la Cruz–, una es-tampa de papel y un pequeño hueco en la pared para guardar la ropa mas imprescindible. La puerta se abre hacia dentro. El ajuar de la car-melita descalza es muy escaso: una tarima de madera con un jergón de
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paja para dormir, un corcho que hace a la vez de asiento y de alfombra, su caja de labor para trabajar y una palangana, una jarra de barro un cacharro de barro. No hay ni estufa, ni espejo, ni nada superfluo que pueda distraer a la religiosa. En la celda siempre se encuentra un Evangelio, la Regla, las Costumbres y el Ceremonial de la Orden y las obras completas de santa Teresa y san Juan de la Cruz.
Si pudiésemos ver la celda de la M. María Josefa, observaríamos que en la misma no hay ninguna cruz “a secas”, sino una pequeña mesa. Es tradición en el Carmelo que en la celda de la Priora no figure la cruz, pues ya tiene su “cruz” al ser elegida para esa tarea tan importante y de suma responsabilidad. En sus “Constituciones” (34) santa Teresa es-cribe:
“El oficio de la Madre Priora es tener cuenta grande con que en todo se guarde la Regla y las Constituciones, y celar mucho la honestidad y encerramiento de las casas, y mirar cómo se hacen todos los oficios y también que se provean las necesidades, así en lo espiritual como en lo temporal, con el amor de madre. Procure ser amada, para que sea obedecida”.
En los museos teresianos del Monasterio de la Encarnación y el Car-melo de San José (Ávila) podemos ver las celdas que ocupó santa Tere-sa –antes y después de la Reforma– y en el Museo de Santa Maravillas de Jesús, en el Carmelo de La Aldehuela (Getafe, Madrid), tenemos la oportunidad de contemplar una reproducción exacta, tal y cómo es hoy, de la celda de una carmelita descalza, idéntica a la de san José de Ávila diseñada por la propia Teresa. En las otras fundaciones teresia-nas se conservan las celdas en las que ella vivió, pero seguramente es en el Carmelo de Beas de Segura (Jaén), donde podemos apreciar la sencillez y la austeridad de las celdas carmelitanas.
3. El hábito
Santa Teresa quiso que sus hijas vistiesen un hábito pobre, sin ninguna elegancia, mortificado y decente. En las “Constituciones” (12) define cómo tenía que ser:
“El vestido sea de jerga o sayal burielado sin tintura, y échese el menos sayal que se pueda para ser hábito. La manga angosta,
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no más en la boca que el principio, sin pliegue, redondo, no más largo detrás que delante, y que llegue hasta los pies. Y el escapu-lario de lo mismo, cuatro dedos más alto que el hábito. La capa de coro de la misma jerga blanca, en igual del escapulario, y que lleve la menos jerga que se pueda, atento siempre a lo necesario y no superfluo. El escapulario traigan siempre sobre las tocas. Sean las tocas de sedeña, y no plegadas. Túnicas de estameña y sábanas de lo mismo. El calzado, alpargata, y por honestidad calzas de sayal o de estopa”.
Es evidente que este hábito que visten durante todo el año resulta muy incómodo, especialmente en verano, pues es muy grueso y pesado –completo puede pesar unos cinco kilos–, pero ellas sufren estas inco-modidades por amor de Dios y espíritu de sacrificio. En invierno, si hace mucho frío, las monjas suelen ponerse lo que ellas llaman “man-teo”, una capa corta o chal del mismo tejido que el sayal.
Mención especial merecen las alpargatas de cáñamo que utilizan, pues se han convertido en una de las señas de identidad de las Carmelitas Descalzas, que exterioriza la interioridad de lo que ellas quieren ser.
Durante un tiempo las monjas de la santa llevaron los pies totalmente descalzos, pero luego consideró que por modestia debían de usar al-pargatas, como las usaban los pobres de su tiempo. Santa Maravillas de Jesús en 1947 expuso varias veces al padre Silverio de Santa Teresa –eminente carmelita descalzo y gran historiador del Carmelo Teresia-no– su interés por saber si las alpargatas y las calzas que usaban las Carmelitas serían iguales a las que santa Teresa ideó para sus monjas. El padre la indicó que cuando fuese por Burgos viese la alpargata de la santa que allí conservan las carmelitas descalzas como una de sus más queridas reliquias. Camino de Batuecas visitó el Carmelo de Burgos, sacó un patrón y tomó medidas. De vuelta a su convento tejió ella misma una alpargata según el patrón que llevaba: suela, talón y parte delantera que deja al descubierto los dedos de los pies. El 8 de sep-tiembre de 1947 escribía a Batuecas:
“De allí (San José de Ávila) me escriben muy contentas de hacer-lo y nosotras también lo estamos, porque indudablemente es muchísima mayor austeridad que pasaremos buen frío y da de-
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voción que en estos tiempos de tanta ofensa a Dios, precisamen-te por buscar los placeres, pide el Señor a sus Carmelitas más penitencia”.
El P. Silverio había sugerido a las monjas que para ser verdaderas “descalzas” debían de llevar alpargatas. El 19 de marzo de 1948, festi-vidad de san José y la Virgen de los Dolores, en los conventos de santa Maravillas de Jesús todas se “descalzaron”.
En este momento, alguna carmelita descalza está en su celda o en re-creación haciendo sus alpargatas.
4. La arquitectura de los Carmelos
Los conventos ideados por la santa debían ser siempre pobres, peque-ños, apartados, humildes, sencillos y limpios. Así lo recoge en las “Constituciones” (31):
“La casa jamás se labre, si no fuere la iglesia, ni haya cosa cu-riosa, sino tosca la madera; y sea la casa pequeña y las piezas bajas: cosa que cumpla a la necesidad, y no superflua. Fuerte lo más que pudieren, y la cerca alta, y campo para hacer ermitas, para que se puedan apartar a oración, conforme a lo que hacían nuestros Padres santos” y en “Camino” (2,9-10):
“Muy mal parece, hijas mías, de la hacienda de los pobrecitos se hagan se hagan grandes casas. No lo permita Dios, sino pobre en todo y chica. Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tu-vo casa, sino en el portal de Belén adonde nació, y la cruz adon-de murió. Casas eran éstas adonde se podía tener poco recrea-ción. Los que las hacen grandes, ellos se entenderán; llevan otros intentos santos; mas trece pobrecitas, cualquier rincón les basta. Si porque es menester por el mucho encerramiento tuvie-ren campo (y aun ayuda a la oración y devoción) con algunas ermitas para apartarse a orar, enhorabuena; mas edificios y casa grande ni curioso, nada. ¡Dios nos libre! Siempre os acor-dad se ha de caer todo el día del juicio; ¿qué sabemos si será presto? Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece pobreci-llas no es bien, que los pobres verdaderos no han de hacer rui-do”.
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Nada en un Carmelo es superfluo, ostentoso ni va contra el espíritu de pobreza. El mobiliario se reduce al mínimo y es tremendamente fun-cional. Banquillos de madera en lugar de sillas; en las ventanas tela de saco en lugar de visillos; la vajilla de barro en lugar de cristal…. Las pa-redes blancas, en las que se pintan sentencias de la Sagrada Escritura o de santa Teresa y san Juan de la Cruz, que sirven para mantener viva la piedad de las monjas. También en las oficinas –pequeñas dependen-cias del Carmelo donde trabajan las monjas–, en el locutorio –lugar donde se reciben las visitas– y el torno –lugar que se utiliza para co-municarse con el exterior– podemos leer estas sentencias edificantes, siempre muy bien escogidas y que te inducen a la reflexión de manera inmediata: “Hermano, una de dos, o no hablar, o hablar de Dios. Que en la casa de Teresa esta ciencia se profesa”..
Santa Teresa tuvo ya desde su infancia una manifiesta vocación eremí-tica, que dejó patente en sus escritos más importantes:
“De que vi que era imposible ir a donde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecillas que luego se nos caían… (“Vida”, I, 5).
“… porque el estilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas…” (“Camino”, 13,6).
“…y campo para hacer ermitas, para que se puedan apartar a oración…” (“Constituciones”, 31).
“También mirar en la manera del hablar que vaya con simplici-dad y llaneza y religión, que lleve más estilo de ermitaños y gen-te retirad que no ir tomando vocablos de novedades y melindres, creo los llaman, que se usan en el mundo, que siempre hay no-vedades.” (“Modo de visitar los conventos”, 42).
En el Cerro de los Ángeles hay levantadas seis ermitas, tres en la huer-ta y otras tres dentro del convento. Las de la huerta son: Virgen de Muskilda –tiene su ermita en el Valle de Salazar, Navarra, y fue muy venerada por la madre María Josefa desde su infancia–, Nazaret y la Santa Reliquia. Las del interior: Ermita de Santa Teresa, Ermita de la Cruz y Ermita de Duruelo.
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En estas pequeñas edificaciones, en las que tan solo hay alguna ima-gen, un banquito y poco más, se retiran las monjas con permiso de la Priora cada cierto tiempo para disfrutar de un espacio de mayor sole-dad, silencio e intimidad y hacer realidad aquello que escribió san Juan de la Cruz (“Dichos de Luz y de Amor”, 115):
“Las potencias y sentidos no se han de emplear todas en las co-sas, sino lo que no se puede excusar, y lo demás dejarlo desocu-pado para Dios”.
Estas ermitas son muy características de la espiritualidad carmelitana, que no olvida que sus orígenes están entre los ermitaños que vivían en el Monte Carmelo de Palestina.
5. El número de monjas
Los veintisiete años que pasó santa Teresa en La Encarnación la dota-ron de una profunda experiencia sobre la vida comunitaria y sobre las ventajas y los problemas de la misma. Uno de estos problemas era el enorme número de monjas –alrededor de ciento ochenta–, lo que creaba muchos roces, problemas de convivencia e incluso escasez en las comidas, y lo más importante, no se vivía plenamente la Regla ni existía una comunidad unida y caminando al unísono.
Un año antes de fundar San José, en 1561, escribió a su hermano Lo-renzo indicándole que debían de ser quince las monjas del nuevo con-vento (Carta 23-XII-1561).
Más tarde consideró que el número ideal era el de trece:
“…solas doce mujeres y la priora” (“Vida”, 36,19); “…que no son más de trece, ni lo han de ser…” (“Camino”, 4,7); “…llegando al número de trece, que es el que estaba determinado para no pasar más adelante” (“Las Fundaciones”, 1, 1).
El motivo de elegir este número lo encontramos en las “Constitucio-nes” (28):
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“…todas se amen en general, como lo manda Cristo a sus Após-toles muchas veces. Pues (siendo) tan pocas, fácil será de hacer”.
Las sucesivas fundaciones la hicieron ir cambiando de parecer, y la de Malagón (Ciudad Real), en 1568, constituyó la primera excepción. La dinámica interna de cada comunidad, el equilibrio entre las monjas de diversas edades y el asegurar la supervivencia de cada convento fueron motivos que la llevaron a modificar su idea inicial. En el Capítulo de los Descalzos de 1581, celebrado en Alcalá de Henares (Madrid), se es-tableció como definitivo que el número de monjas en cada casa fuese de veintiuno. Hoy se mantiene esa costumbre, salvo en aquellos con-ventos que tienen el espacio suficiente para acoger más religiosas, pero son una excepción notable, como el del Cerro de los Ángeles donde hay veinticinco celdas.
6. La capa de Santa Teresa
Reliquias de la Santa Madre se conservan muchas y muy repartidas por toda España; además de sus restos mortales contamos con los ma-nuscritos originales de sus principales obras. Pero hay una que siem-pre estuvo muy presente en la vida de M. María Josefa: una de las ca-pas usada por santa Teresa.
Las carmelitas descalzas visten durante la Santa Misa, para rezar en el coro y para otros actos comunitarios una capa blanca, que sirve para realzar la solemnidad de estos actos tan importantes para las religio-sas.
En 1940, doña Cecilia de Urquijo y Ussía, madre de la M. Dolores de Jesús, consiguió rescatar una capa de la Santa, que había estado desde hacía tiempo en la Iglesia de San José, antiguamente perteneciente a los PP. Carmelitas Descalzos, situada en la madrileña calle de Alcalá. Doña Cecilia entregó esta preciosa reliquia a la comunidad del Cerro. La capa estaba bastante deteriorada, toda ella muy vieja, sucia y llena de agujeros causados por la voracidad de las polillas. Santa Maravillas de Jesús, en carta al P. Silverio de Santa Teresa, OCD, fechada el ocho de marzo de 1940, da algunos detalles sobre la misma:
“Nos la trajeron, padre nuestro, en una urna cerrada, que habí-an perdido la llave, y sólo tenía un rinconcito del cristal roto. La
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capa estaba adornada con flores, también polvorientas de tra-po.
La recibimos en la puerta reglar con capas y velas encendidas, y la llevamos procesionalmente al coro, donde cantamos la antí-fona de nuestra Santa Madre” (C. 6871).
Igualmente escribió a las carmelitas descalzas de Batuecas (C. 878), dándoles cuenta del lamentable estado de la capa y enviándolas una foto de la misma. Recordemos que fue en Batuecas donde la M. María Josefa ingresó carmelita, el dieciocho de noviembre de 1938.
La M. Maravillas solicitó al P. Silverio el permiso correspondiente para restaurar la capa, y concedido el mismo, fue la M. María Josefa quien se encargó de hacerlo, pues era una verdadera experta con el hilo y la aguja. Con mucho amor, paciencia, delicadeza y horas y horas de tra-bajo en su celda la prenda quedó como nueva.
En la solemnidad de Santa Teresa –quince de octubre– es tradición que la M. Priora se ponga todos los años la capa para comulgar, por lo que M. María Josefa pudo hacerlo durante los muchos años que ella fue priora del Cerro. También se expone ese mismo día en la Ermita de Santa Teresa, donde las hermanas pueden ponérsela, sentir muy de cerca esta prenda cada una de ellas y pedir a la santa lo que deseen.
¿Qué pensaría M. María Josefa cada vez que sentía sobre sus hombros esta reliquia, cada vez que pasaba sus manos por donde las había pa-sado la Madre? Para mí la imagen de la M. María Josefa vistiendo la capa de Santa Teresa, es una clara manifestación, todo un símbolo del testimonio de la fidelidad total y absoluta de la que siempre hizo gala M. María Josefa al legado de la Santa y de su lucha permanente por conservarlo y transmitirlo intacto para las nuevas generaciones de carmelitas descalzas en particular y de la Iglesia en general.
Este episodio de la capa me recuerda aquel del profeta Elías, padre es-piritual del Carmelo, quien a punto de abandonar este mundo le transmitió a su discípulo Eliseo sus enseñanzas y sabiduría entregán-dole su manto. También me viene a la memoria la santa, cuando en Beas, dio a una de sus hijas más grande y querida, Ana de Jesús –“la
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capitana de las prioras”– su capa como señal de estima diciéndole, como lo narra el P. Bertoldo, biógrafo de Ana de Jesús:
“Hija cambiemos las capas: tome la mía que es nueva y a propó-sito para vuestra reverencia que es joven, y deme la suya que por estar vieja y muy gastada, me estará muy bien a mí”.
En la actualidad la capa se conserva en una vitrina en el interior del Carmelo del Cerro, venerada por toda la comunidad de carmelitas des-calzas, que todos los años esperan devotamente que llegue el día quin-ce de octubre para acercarse más profundamente a su santa fundadora.
El conocer y observar alguna de estas costumbres empujó a María de Salazar –otra de las grandes herederas del carisma teresiano– a escri-bir en su obra “Libro de las Recreaciones”:
“Me llamó el Señor a la religión viendo y tratando a nuestra Madre y a sus compañeras, las cuales movían a las piedra con su admirable vida y conversación, y lo que me hizo ir tras ellas fue la suavidad y gran discreción de nuestra buena Madre. Y creo verdaderamente que si los que tienen oficio de llegar almas a Dios, usasen de esa traza y maña que aquella Santa usaba, llegarían muchas más de las que llegan”.
No hay mejor epílogo para este capítulo que las palabras de esta admi-rable hija de la Santa.
Carmelo del Cerro de los Ángeles, Getafe (Madrid)
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UN MENSAJE PARA EL MUNDO DE HOY
ESPUÉS de esta sucinta aproximación a la vida y la obra de la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, hemos tenido la ocasión de acercarnos a una carmelita descalza que ha dejado
una huella muy profunda e importante no solo entre quienes la trata-ron directamente o la conocieron ocasionalmente, sino también en el mundo de las personas dedicadas a la vida contemplativa. Desgracia-damente es muy frecuente que haya quien, aún declarándose católico, no ven ninguna “utilidad” o “sentido” a que haya hombres y mujeres que viven su vida bajo una rigurosa clausura, en un clima de recogi-miento, silencio y soledad, comiendo frugalmente, durmiendo poco y en un ambiente de ascesis permanente. Esta vidas según ellos monó-tonas, no “producen” nada material, tangible. La vida de una carmelita descalza nunca puede ser monótona, pues acoge cada día como un don de Dios, nuevo, único e irrepetible. La rutina es algo ajeno a las hijas de Santa Teresa.
Creo que no viene mal recordar lo que el Concilio Vaticano II afirmó sobre los contemplativos:
“Los institutos dedicados a la contemplación, cuyos miembros se ocupan sólo de Dios en la soledad y el silencio, en continua ora-ción e intensa penitencia, mantienen siempre un puesto eminente en el Cuerpo Místico de Cristo. Ellos, produciendo frutos abun-dantes de santidad, son ejemplo al Pueblo de Dios. Ofrecen a Dios un eximio sacrificio de alabanza, ilustran al Pueblo de Dios con frutos ubérrimos de santidad y le edifican con su ejemplo e inclu-so contribuyen a su desarrollo con una misteriosa fecundidad. De esta manera son gala de la Iglesia y manantial para de gracias celestiales” (Perfectæ Caritatis nº 7).
El Papa Pablo VI, dirigiéndose a los Cistercienses en 1968, dijo:
“Vuestro testimonio es cierto, no todos lo perciben porque la vida contemplativa se acerca tanto al misterio de Dios, que el mundo no lo entiende, no hagáis por tanto esfuerzos para ser de alguna manera comprendidos por los hombres, porque esto tal vez os
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conducirá a pérdidas deplorables, sed lo que sois, y Dios cuidará de que la luz brilla ante los hombre”.
Se podrían añadir bastantes textos más de similar contenido pero creo que con estos dos basta.
Al inicio de estas páginas calificaba yo a la Madre María Josefa cómo espejo de Carmelitas Descalzas, defensora infatigable del carisma tere-siano y discípula aventajada de Santa Maravillas de Jesús. Veamos ahora el por qué de estos calificativos.
La Madre María Josefa atesoraba todas las virtudes que Santa Teresa pedía para sus hijas, lo que logró a base de mucha perseverancia, es-fuerzo y mortificación. Transmitía paz, dulzura y alegría, lo que por otra parte, es fácil de encontrar –habitualmente– en cualquier carmeli-ta descalza. Yo he tenido la oportunidad de conocer y hablar con una docena de ellas y cada vez que acudo al Locutorio de un Carmelo sigo admirándome y disfruto de su presencia y de lo que son capaces de en-señar con una sonrisa o un silencio.
Las hijas espirituales de la Madre María Josefa continúan hoy el cami-no de santificación que ella les enseñó diariamente durante 66 años. Todas ellas saben que es un modelo acabado de carmelita descalza, en-tregada dócilmente a la Voluntad del Padre. Seguir sus huellas conduce a puerto seguro.
Primordial en la vida de la vida de la Madre María Josefa fue el empe-ño que puso siempre en defender firmemente el legado de Santa Tere-sa de Jesús, –que ella tan bien conoció y vivió– pues sabía de los peli-gros que podía haber al intentar “adaptarlo” o “modernizarlo”. Siem-pre tuvo muy presente lo que escribió la Santa en “Las Fundaciones” (Cap. 29, 32):
“Miren que por muy pequeñas cosas va el demonio barrenando agujeros por donde entren las muy grandes. No les acaezca decir “En esto no va nada, que son extremos”. ¡Oh hijas mías, que en todo va mucho, como no sea ir adelante”.
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Bajo la excusa de ir abandonando cosas supuestamente “desfasadas” o “antiguas”, hay quienes han intentado hacer de Santa Teresa simple-mente una excelente escritora o una mujer aventurera, solapando sus facetas de mística, fundadora y legisladora, sin las cuales no se entien-den ni su vida ni sus obras.
La Madre María Josefa, según una carta del Padre Valentín de San Jo-sé, –carmelita descalzo, muerto en olor de santidad en el Desierto de Las Batuecas el catorce de junio de 1989– afirma que fue ella la que indicó a Santa Maravillas de Jesús la idea de formar una asociación pa-ra conservar y vivir las santas leyes de la Madre Fundadora, dando lu-gar así al nacimiento de la “Asociación de Santa Teresa”. La “Asocia-ción” nació el catorce de diciembre de 1972, con estas intenciones: “el seguimiento de Cristo según el Evangelio, observar el espíritu de los fundadores y los fines propios lo mismo que las sanas tradiciones de su Orden: ofrecer a la santa Iglesia la ayuda que ella le pide por medio de una vida dada totalmente a Dios en la soledad, en el silencio, en la ora-ción constante y en la austera penitencia”.
Será la primera creada canónicamente dentro de la Orden del Carmen en España. La Madre María Josefa fue su presidenta desde 1986 a 1998, desplegando un enorme e incansable trabajo, poniendo una for-taleza de ánimo constante, sólo buscando la Gloria de Dios, en el ver-dadero espíritu de la Descalcez.
Este sentido empeño de mantener intacto el legado de la Santa Madre pasaba por ver reconocidas las “Constituciones” que las Carmelitas Descalzas vivían. Tenía muy presente lo que escribió Ana de Jesús, ca-lificada por Santa Teresa como la “capitana de las prioras” y ejemplo extraordinario de fidelidad a Santa Teresa:
“Ella (la Santa) nos alcance ser sus verdaderas hijas. Por acá lo procuramos en guardar sus Constituciones sin faltar una letra” (Carta 64).
El día ocho de noviembre de 1989 la madre María Josefa fue recibida en el Vaticano por el Papa Juan Pablo II y le solicitó que las Carmelitas Descalzas pudieran seguir viviendo su vocación, siendo fieles al espíri-tu teresiano. Un año después, en la Fiesta de la Inmaculada Concep-
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ción, fueron confirmadas las “Constituciones” por las que tanto y tanto había rezado y peleado la Madre María Josefa y que le acarrearon no pocos ataques y sufrimientos. Estas “Constituciones” –conocidas como las de 1990– son seguidas por numerosos Carmelos de todo el mundo que honestamente y en conciencia consideran que son las que más se ajustan al genuino legado de Santa Teresa de Jesús, las que recogen el auténtico espíritu de la santa abulense, sin por eso considerarse supe-riores a nadie, pero tampoco inferiores.
Si ellas quieren vivir de esta manera y ser consecuentes con ello ¿qué problema hay? En un mundo que permite todo lo imaginable y prego-na la libertad absoluta, no se entiende que se cuestione a quien desea vivir, de manera voluntaria y consciente, de una forma determinada.
La tercera faceta que yo considero primordial en la existencia de la Madre María Josefa es su profunda, estrecha y filial relación con Santa Maravilla de Jesús. Se inició esta en 1938 cuando la Madre María Jose-fa ingresó en las Carmelitas Descalzas de Batuecas y continuó hasta la muerte de la Santa Maravillas en diciembre de 1974. La acompañó en sus fundaciones, la prestó siempre toda la ayuda que necesitó y la se-cundó en su afán por mantener intacto el legado de Santa Teresa.
Ya conocemos la opinión de la Madre María Josefa sobre la santa car-melita y sus desvelos y trabajos por verla en los altares. De la Madre Maravillas se conservan numerosas cartas dirigidas a la Madre María Josefa de las que se desprende la entrañable y sincera estima que sen-tía por ella, calificándola de “amadísima hija mía”, manifestando “lo muchisisisisimo que la echamos de menos” y agradeciéndola “toda su inmensa y continua caridad”.
Esta estrecha relación de la Madre María Josefa con Santa Maravillas de Jesús la convirtieron en una de sus más destacadas y notables discí-pulas. En el “Boletín de Santa Maravillas Jesús, C.D.” número 137, corres-pondiente al año 2004, se puede leer en el artículo titulado: UNA HIJA
INSIGNE DE SANTA MARAVILLAS:
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“Después de una larga enfermedad, el dos de octubre de 2004 en-tregaba su alma a Dios en el Carmelo del Cerro de los Ángeles, la Madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, hija queridísima de Santa Maravillas… La Madre María Josefa fue elegida priora del Car-melo del Cerro en 1958, y la Santa Madre Maravillas encontró siempre en ella una ayuda pronta, generosa y totalmente incon-dicional para cuanto emprendía para gloria de Dios. De ella es-cribió, entre otras cosas, la Santa en 1941: “La hermana Mª Jose-fa…no tienen idea lo que ha adelantado en virtud, siempre olvi-dada de sí, siempre sonriente. Nunca la he visto buscarse en na-da… ¡Qué agradable tiene que ser al Señor un alma así”. Y años después, dirigiéndose a ella: “Madre mía, que se parece a mí Cristo en la caridad, que es la mayor de las virtudes”.
La Madre Mª Josefa fue testigo cualificado en el proceso de Canoniza-ción de la Santa, y entre 1986 y 1998 desempeñó el cargo de Presidenta de la Asociación de Santa Teresa, fundada por aquélla. Durante largos años, trabajó con todo su empeño, entregando lo mejor de su vida y sus energías a favor de la Causa de Canonización de la Madre Maravi-llas y de su amada Orden del Carmelo”.
Pienso que no es necesario aportar más ejemplos sobre la relación que unió a estas dos ejemplares carmelitas descalzas.
¿Qué nos queda hoy de la Madre María Josefa? No solo tenemos sus restos mortales que esperan la Resurrección de la carne, tenemos tam-bién el intenso aroma que dejó a su paso por nuestro mundo, repar-tiendo amor, dulzura, simpatía y caridad. Estos valores que ella encar-nó continúan viviéndose hoy entre las Carmelitas Descalzas, muy espe-cialmente entre las que disfrutaron y aprendieron más de ella, las del Cerro de los Ángeles.
Resulta muy recomendable para quienes vivimos en esta sociedad, lle-na de ruidos, prisas y actos convencionales, sumergirnos durante un tiempo en el ambiente que rodea a un convento de Carmelitas Descal-zas. Se por propia experiencia que es una excelente terapia y fuente in-agotable de buenas y agradables sensaciones, sobre todo de silencio, sosiego y tranquilidad. Se palpa una pobreza alegre, una austeridad
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compartida de manera entusiasta, una alegría que estalla espontánea-mente en cualquier acto comunitario. He asistido a varias Profesiones Religiosas de monjas y siempre me conmueve profundamente el mo-mento en que la nueva religiosa abraza al resto de la comunidad, entre gestos de mutuo, intenso y nada disimulado alborozo.
Esta forma de vivir se convierte en un reproche mudo y escondido para quienes en el mundo no sabemos vivir sin tener junto a nosotros más cosas de las que necesitamos realmente, que acumulamos y acumula-mos por el mero hecho de satisfacer de manera inmediata cualquiera de nuestros deseos, sin acordarnos de que hay millones de personas en todo el mundo que malviven haciendo una sola comida al día o mueren por enfermedades que en nuestro país han dejado hace años de existir. El desapego hacia todo lo creado, dando a cada cosa el valor relativo que siempre tiene, es el fruto del “Solo Dios basta” teresiano y que las Carmelitas Descalzas tratan de observar en todos los aspectos de su día a día, especialmente en lo relativo a la pobreza.
Santa Teresa fue muy rotunda e intransigente con la pobreza en sus carmelos, y en las “Constituciones” que ella redactó escribe (10 y 21):
“En ninguna manera posean las hermanas cosa en particular ni se les consienta, ni para comer, ni para el vestir, ni tengan arca, ni arquilla, ni cajón ni alacena, si no fueren las que tienen los ofi-cios de la Comunidad, ni ninguna cosa en articular, sino que sea todo en común, Esto importa mucho, porque en pocas cosas pue-de ir el demonio relajando la perfección de la pobreza”.
“Siempre tengan delante la pobreza que profesan, para dar en todo olor de ella; y miren que no es esto lo que las ha de susten-tar, sino la fe y perfección, y fiar de solo Dios”.
Llevar esto a la práctica es vivir de forma heroica y radical –de raíz– el mandato evangélico que aparece narrado en los Hechos de los Apósto-les (2,44-45), aspiración máxima de cualquier comunidad cristiana y que acabaría con los gravísimos problemas de egoísmo, insolidaridad, desigualdad e injusticia que tiene nuestro mundo.
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Frente a nuestra actual sociedad, basada en el individualismo más fe-roz, el consumismo exagerado, el despilfarro inconsciente, la agresión constante a la naturaleza –obra de Dios– y el predominio de una visión económica de la vida, las Carmelitas Descalzas nos ofrecen un testi-monio de alegría, de paz y de sencillez, propio de quienes han elegido “la mejor parte” (Lc 10,42).
Esta otra forma de vida, exigente, plena, llena de gozo y que crece fra-ternalmente día a día puede iluminarnos a los que en medio del mun-do buscamos afanosamente una luz que nos guíe. Haciéndonos pobres evangélicos –en su doble dimensión espiritual y material–, teniendo solo a Dios, podremos proclamar llenos de júbilo como habitualmente lo hacía la Madre María Josefa del Corazón de Jesús:
“Cantaré eternamente la misericordia del Señor” (Sal 88).
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
“Madre María Josefa del Corazón de Jesús, carmelita descalza del Cerro de los Ángeles. Breve biografía”. Imprime CD, Alcalá de Henares (Madrid) 2007. 195 páginas. Ilustrado.
Hoja informativa de la Sierva de Dios Madre María Josefa del Co-razón de Jesús, carmelita descalza del Cerro de los Ángeles”. Se han editado hasta la fecha 12 números.
Archivo Carmelitas Descalzas Cerro de los Ángeles, Getafe (Ma-drid).
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Para una mayor información sobre la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, adquirir su biografía, solicitar estampas, etc, dirigirse a:
CAUSA DE CANONIZACIÓN SIERVA DE DIOS
MADRE MARÍA JOSEFA
CERRO DE LOS ANGELES Monasterio de Carmelitas Descalzas
Apartado de Correos 1045 28906 Getafe (Madrid)
O bien:
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Introducción ..................................................................................... 0 5
Cronología de la Madre María Josefa ............................................... 0 7
Mis cuatro encuentros con la Madre María Josefa .......................... 15
Algunas costumbres del Carmelo: 1. El día a día de una carmelita descalza ....................................... 19 2. La celda ...................................................................................... 23 3. El hábito .................................................................................... 25 4. La arquitectura de los Carmelos ............................................... 26 5. El número de monjas ................................................................ 28 6. La capa de Santa Teresa ............................................................ 29
Un mensaje para el mundo de hoy ................................................... 33
Bibliografía consultada ..................................................................... 41
—FINIS CORONAT OPUS—
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191
Capa de Santa Teresa de Jesús, que se conserva en el Carmelo del Cerro de los Ángeles
FRATERNIDAD CAMALDULENSE DE MONTECORONA
tf. móvil 600 692 039