memoria_e_identidad_indigena_del_cauca_mauricio_archila[1]

Upload: samiloa

Post on 08-Apr-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    1/60

    MEMORIA E IDENTIDAD INDIGENA EN EL CAUCA

    PorMAURICIO ARCHILA1

    Nosotros los indgenas tenemos claro que la identidad no es un concepto quese refiere a realidades fijas y acabadas, por el contrario su construccin est encontinuo movimiento, pues se trata de un proceso social. Hemos visto quenuestra identidad ha ido evolucionando en la lucha contra los que nos hanatropellado y robado nuestras tierras (Unidad lvaro Ulcu, # 9, julio 1988,pg. 10).2

    Creemos que el solo hecho de existir como organizacin social, ya es un pasoque nos lleva a tratar de construir una nueva sociedad con una historia y unaidentidad propias (UAU, # 13, junio de 1989, 2).

    Aunque no siempre el movimiento indgena colombiano ha concebido su identidad como

    un proceso social y en no pocas ocasiones ha apelado a ella en forma esencial, en laprctica la ha construido al calor de la lucha. Esta lucha, a su vez, se legitima en una largamemoria que se remonta a los tiempos precolombinos y se ancla en la resistencia a losintentos de colonizarlos ayer y hoy. Por tanto, como lo muestran las citas del epgrafe, paralos indgenas del departamento de Cauca3 memoria e identidad estn estrechamenteasociadas y mutuamente se alimentan. Pero adems, el movimiento indgena caucano esejemplar en el conjunto de los actores sociales colombianos. Si sobre el comn de nuestrosmovimientos sociales hay importantes investigaciones acadmicas, son pocos los actoressubalternos que se involucran en estas pesquisas.4 En el caso indgena que vamos a analizarhay un compromiso creciente de los mismos actores en la investigacin sobre su propiopasado y presente.5

    Si bien los indgenas en Colombia son el 3.43% del total de la poblacin,6la dinmica desus luchas, especialmente en el Cauca,muestra la intencin de convertirse en un actorsocio-poltico clave de nuestra sociedad trascendiendo sus espacios y demandas

    1 Ph. D. en Historia, Profesor Titular de la Universidad Nacional, sede Bogot, e investigador asociado deCinep. Agradezco la colaboracin Julin Glvis, estudiante de Historia de la Universidad Javeriana, por lajuiciosa lectura de los peridicos El Liberalde Popayn y Rumbo Popularde Cali.2 Peridico del Cric (Consejo Regional Indgena del Cauca) desde 1986 hasta 1992. De ahora en adelante secitar con las siglas UAU, seguidas del nmero de edicin, mes y ao y pgina. Lo mismo se har con UnidadIndgena (UI), expresin del Cric hasta 1986, y de la Onic (Organizacin Nacional de Indgenas de Colombia)desde ese ao hasta tiempos recientes. Aunque ha sido un rgano de prensa ms duradero, ltimamente supublicacin es cada vez ms distanciada. De hecho el ltimo nmero consultado corresponde a 2002.3 En el censo de poblacin de 2005 Cauca tena 1268.937 habitantes, el 15% de ellos indgenas. Su capitalPopayn contaba con 257.512 personas (Dane, 2005).4 Yo mismo he contribuido a esa reconstruccin histrica especialmente del movimiento obrero y de losrecientes movimientos sociales. Para un balance de la historiografa sobre actores sociales en el siglo XXvase mi artculo (Archila, 1994).5 Este artculo se nutre de estos aportes aunque sea de mi autora. Por el carcter inicial de esta investigacinan no ha sido discutida con las comunidades indgenas, por lo que las ideas aqu expresadas solo mecomprometen a mi. Por desigual abundancia de fuentes la mayora de referencias corresponde al periodo1975-1990, con avances sobre los aos restantes.6 Segn el censo de 2005 en Colombia hay 1392.623 indgenas (Dane, 2005).

    1

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    2/60

    particulares.Aunque comparativamente con otros pases latinoamericanos como Bolivia,Guatemala, Per o Ecuador, los indgenas colombianos tienen poco peso demogrfico en elplano nacional, no ocurre lo mismo en los mbitos local y regional, por lo que terminansiendo actores cruciales en esos espacios y cada vez ms lo son tambin en el conciertonacional.7Tal es el tema de esta artculo que, luego de un breve recuento sobre el origen del

    movimiento indgena caucano, abordar las siguientes preguntas: quines lo componen; qudemandan y cmo lo hacen; cules relaciones establecen con sus aliados y antagonistas;cmo construyen su cultura y su memoria, y qu le ofrecen a sus integrantes y al pas engeneral.

    Aunque existe la imagen extendida entre propios y ajenos de que los indgenas siemprehemos existido porque somos de aqu, no somos venideros () nosotros nos hicimosaqu (Gobernadores Indgenas, 1981, 58 y 50), no siempre han sido visibles como actoresde su propio destino. Si bien su memoria se remonta a los tiempos precolombinos, a lasluchas de resistencia contra los conquistadores y a las formas de supervivencia durante lostiempos coloniales y los primeros aos republicanos, su visibilidad social y poltica se lograen el siglo XX, especialmente desde los aos setenta. De hecho un componente de ladominacin de los pueblos originarios de Amrica fue invisibilizarlos, tratndolos comosalvajes menores de edad y luego como ciudadanos de segunda.8 Todava en tiemposrecientes las elites ilustradas intentan silenciarlos con el lenguaje liberal de igualdadciudadana, negando su historia y sus reclamos por la diferencia (Sawyer, 2004, 9).

    Con todo, el movimiento indgena colombiano ha logrado por momentos remontar estainvisibilidad histrica para tener presencia pblica. As en los primeros aos diez del siglopasado Manuel Quintn Lame lider un levantamiento indgena en el Cauca contra formasopresivas de trabajo el terraje y por al recuperacin de los resguardos y elrestablecimiento de los cabildos. Su lucha no tuvo cobertura nacional y l mismo sedesplazara luego al Tolima, pero encontrara eco en tempranas agrupaciones de izquierda,en especial el Partido Comunista de Colombia que incluira en sus filas a sus lugartenientes,Jos Gonzalo Snchez y Eutiquio Timot (Rappaport, 1990). Pero definitivamente es desdela creacin del Consejo Regional Indgena del Cauca (Cric) en 1971 cuando el movimientoindgena colombiano logra una visibilidad pblica.

    Es comnmente aceptado que en los aos setenta del siglo pasado se produjo el despertarindgena en Amrica latina (Gros, 2000). En ese momento confluyen factores estructuralesy coyunturales externos al movimiento, junto con la propia voluntad de accin de quieneslo integran. Dentro de los primeros cuentan procesos de larga duracin como lamodernizacin de la segunda mitad del siglo XX en Latinoamrica, reflejada en el cambiodemogrfico hacia lo urbano y la expansin del sistema educativo; la transicin econmica7 Por ello no compartimos la apreciacin de Len Zamosc (2007) al ubicar a los indgenas colombianos,incluidos los caucanos, como meras minoras que luchan por la supervivencia. Por el excesivo peso que l leasigna a la variable demogrfica en su mirada comparativa de los pueblos originarios de Latinoamrica,termina limitando el horizonte de lucha de aquellos que son minoras, pues supuestamente solo buscaranencerrarse sobre s mismos, atrincherarse en sus territorios y rodearse de protecciones para sobrevivir comoindgenas (Zamosc, 2007, 10). La historia que vamos a reconstruir muestra otro derrotero socio-poltico.8 Los mismos indgenas denuncian que desde tiempos coloniales se quiso hacerlos avergonzar de nuestraslenguas, de nuestros vestidos, de nuestras costumbres, de todo lo nuestro. Y a muchos han hecho creer quesomos brutos (Cric, 1983, 9).

    2

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    3/60

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    4/60

    Veamos en primera instancia quines lo conforman, qu identidades construyen y, ms defondo, a quin representan sus organizaciones.

    1. Quines lo conforman?

    En el departamento de Cauca conviven cuatro etnias indgenas principales: nasas (antesdesignados paces), guambianos, coconucos y yanaconas. Para comienzos de este sigloXXI se calculaba que eran casi 170.000, ms del 10% de la poblacin indgena del pas ycasi el 15% del total del departamento. La etnia ms numerosa es la nasa, con cerca de112.000 integrantes, que se proyecta al sur del departamento del Valle y occidente delHuila. Le siguen la guambiana con ms de 20.000 indgenas, la yanacona con algo menosde esa cifra y la coconuca con casi 7.000 (Laurent, 2005, cap. 9). Las dos primeras etniasconservan lenguas propias adems de costumbres y autoridades tradicionales. A ellas nosreferiremos principalmente en este texto.

    De inicio es preciso afirmar que el movimiento indgena caucano es muy heterogneo.11Porlo pronto alberga distinciones regionales y tnicas, para no hablar de las ideolgicas ypolticas. Pero incluso los nasas se diferencian por subregiones, por ejemplo entre los delnorte y los de Tierradentro.12 Pero no se pueden trazar fronteras definitivas en estaheterogeneidad y menos atribuirlas a razones naturales geogrficas o incluso meramenteculturales. Las distinciones tambin se han construido al calor de la lucha, trascendiendoregiones y etnias (Laurent, 2005). Estas y otras divisiones menores y coyunturales hacenheterogneo el movimiento indgena caucano y, como dice Joanne Rappaport (2005 A), sonexpresiones de disputas por la hegemona en el plano regional, asunto que abordaremosms tarde.

    Ya sabemos que las identidades son construidas; el caso que nos ocupa lo ilustra. Si se miraa vuelo de pjaro la historia del movimiento indgena colombiano de los ltimos aos,especialmente el caucano, se puede distinguir un cambio de nfasis identitario de la clase ala etnia. No son construcciones que se dan en el aire sino al calor y al servicio de lalucha, por lo tanto son identidades polticas (Gonzlez, 2006). Antes de abordar el temacomo tal aclaremos algunos debates tericos en los que se involucran tambin de losindgenas, pues son cruciales en su identidad de lucha.

    De una parte est la distincin entre raza y etnia. Como dice Peter Wade (1997, cap. 1),ambas son construcciones histricas para entender lase controlar y organizar lasociedad. El concepto de raza es ms antiguo y se asociaba a linaje. Para el siglo XIX seutiliz para diferenciar fenotipos disparidades fsicas con la idea de un progresoascendente de la humanidad desde lo primitivo hasta lo moderno. As se naturaliz laraza para justificar formas de dominacin que hicieron crisis con el nazismo a mediadosdel siglo XX. El concepto de etnia es ms reciente y apunta a diferencias no tanto

    11 Independientemente de la evidencia de la heterogeneidad no faltan las voces internas que piden uniformidadde pensamiento en aras de la unidad: si queremos salir adelante, tenemos que unir(nos) no solo en personasino en pensamiento. Tenemos que tener ideas iguales si no, no habr unidad (Gobernadores Indgenas,1981, 50).12 En el plano nacional hay tambin diferencias entre los indgenas andinos y los de las zonas planas yselvticas por sus tradiciones y especificidades en la lucha especialmente por el diverso acceso a la tierra.

    4

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    5/60

    fenotpicas cuanto culturales. En general tiende a reemplazar la primera categora es mspolticamente correcta, aunque muchas veces arrastra parte de su contenidodiscriminatorio, especialmente cuando se intenta definir fsicamente una etnia.

    Qu es ser indio? se pregunta Christian Gros a propsito de un sonado caso en los aos

    sesenta cuando unos pobladores de la Inspeccin de Yaguar en el municipio de Chaparral,departamento de Tolima, se autoproclamaron indios para reclamar tierras comunales. Losfuncionarios del Incora (Instituto Colombiano de Reforma Agraria) en su momento optaronpor definir la indianidad a partir de rasgos fsicos y por eso negaron la demanda (Gros,1991, 203 y ss). Tiempo despus, al abrigo de las polticas neoindigenistas del Estadocolombiano, ganaron su reclamo. Hoy la indianidad se define no por rasgos fsicos, nisiquiera culturales, sino por una apelacin poltica a tal identidad. Los casos abundan yespecialmente en la reciente ola de reindianizacin (Gros, 2000). Luego estamos ante unaidentidad construida cada vez menos sobre rasgos fsicos raza o culturales etnia.Quienes la reclaman lo hacen como un instrumento de lucha para preservar o recuperartierras comunales (Rappaport, 1994). Desde all emprenden un viaje al pasado para buscarsus races, recuperan tradiciones culturales y, en algunos casos, lenguas olvidadas,redescubren usos y costumbres, prcticas econmicas, mdicas y jurdicas tradicionales, ycomienzan a forjar un pensamiento propio.13

    Pero para llegar al punto de construir identidades tnicas, el movimiento indgena debideslindarse de una afiliacin simple a la clase campesina. En todas partes de AmricaLatina se ha vivido la tensin entre etnia y clase.14 Era fruto de las polticas estatales y delos discursos acadmicos, incluido el marxista, pero tambin fue resultado de lasconfrontaciones que vivan los pueblos originarios. As se observa en el origen del Cric:aunque consider llamarse sindicato con una clara apelacin a la clase,15 finalmente sedesign Consejo Regional para federar a los cabildos indgenas en una visin pan-tnica, yaque alberga nasas, guambianos, yanaconas y coconucos. De la misma forma en sus iniciosprioriz la lucha por la tierra, lo que lo acercaba a los campesinos agrupados en eseentonces en la Anuc (Asociacin Nacional de Usuarios Campesinos) y al conjunto de lasclases explotadas. Hasta la misma violencia en su contra marca esas identidades: laderivada de la lucha por la tierra con los gamonales de los aos 70 y 80 apelara al mundocampesino, mientras la reciente disputa territorial con los actores armados reafirmara laidentidad tnica (Villa y Houghton, 2004).

    En la historia de los indgenas caucanos aparentemente desechan el esencialismo de clasepara adquirir uno de etnia. El esencialismo es una propuesta terica y poltica que13 El caso colombiano no es nico en la historia reciente de Latinoamrica como lo muestran los mayas en

    Guatemala (Warren, 1998) y los indgenas de Cacha en Ecuador (Pallares, 2003).14Por ejemplo, en la revolucin boliviana de 1952, con una clara intencin poltica los indgenas, con suconsentimiento, fueron designados campesinos y se organizaron en sindicatos (Peeler, 2003 y Alb, 2008).15 De hecho su antecedente inmediato es el Sindicato del Oriente Caucano en Jambal creado en 1963 bajo elauspicio del clero y de su aparato agrario la Fanal Federacin Agraria Nacional (Bonilla, 1979, 355, Cric,1981, 11-12 y entrevista a Trino Morales, 2008). Vctor Daniel Bonilla insiste que la forma organizativasindical era ajena al mundo indgena, a pesar de que fuera impulsada desde los aos 30, porque supona unaafiliacin individual voluntaria y, segn l, los indgenas pertenecen colectivamente a los resguardos. Aunqueno le falta razn en este sealamiento, su interpretacin respira esencialismo, pues un indgena puede dejar depertenecer a un resguardo o afiliarse voluntariamente a l.

    5

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    6/60

    naturaliza las identidades apelando a esencias preestablecidas nacionales, de clase, gneroo etnia; de esta forma pretende construir sujetos homogneos para un actuarcohesionado.16 Decimos que aparentemente porque hay dos niveles en el discurso indgena.En uno reivindican un esencialismo tnico que se adopta para diferenciarse de los otros yluchar unidos (Rappaport, 2005 A).17 En otro nivel, las organizaciones indgenas son

    conscientes de la construccin instrumental que hacen de sus identidades y adoptan en laprctica un punto de vista pragmtico, especialmente para su accin gremial y polticacomo lo ilustrbamos en la cita inicial del epgrafe de este artculo.18

    El aparente trnsito de una identidad de clase a una tnica es todava ms complejo, pueslos dos polos de la tensin siempre estn presentes en el Cauca, as el nfasis vare con elpaso del tiempo. La consigna inicial del Cric fue Unidad, Tierra y Cultura, y desde losaos 80 la Onic (Organizacin Nacional Indgena de Colombia), adicionara el elementoAutonoma. Tierra y cultura estn estrechamente relacionadas: la madre tierra no esalgo fsico para la reproduccin material y menos una mercanca, es tambin el espaciosimblico de la cultura; y sta no se entiende sin una referencia territorial (Wade, 1997 y

    Rappaport 1990). De igual forma, desde el principio el movimiento indgena caucano seapoy en los cabildos y en sus autoridades tradicionales, manteniendo una dimensincolectiva que los diferenciaba an ms de los campesinos mestizos. Por eso proclamaba: elmovimiento indgena hace parte del movimiento campesino y nuestro puesto est en laAnuc () Pero a la vez los indgenas debemos contar con cierto grado de autonoma, enrazn de las caractersticas especficas, sobre todo culturales, que nos corresponden (Cric,1981, 162). Un par de aos despus una cartilla educativa de la misma organizacin tituladaNuestra lucha de ayer y hoy iniciaba afirmando: Los paces, guambianos, coconucos ydems indgenas del Cauca () somos campesinos; y ms adelante recalcaba que tambineran indios, para concluir que: los campesinos indgenas, como somos indios, tenemostambin otros problemas (Cric, 1983, 1-9). Con el tiempo cobrar ms fuerza lo indgenaque lo campesino, sin que esto ltimo desaparezca.19

    16 En el plano terico, aunque el esencialismo se nutre de la teora liberal y nacionalistas para la construccinde los Estados modernos, es reforzado por vertientes estructuralistas que enfatizar la preexistencia de esenciasms all de la accin humana. Por su parte el antiesencialismo tiene que ver con visiones construccionistas delas identidades que si bien se acercan a los giros actuales en las ciencias sociales, tuvo sus orgenes enposturas crticas del estructuralismo marxista como las de los historiadores britnicos. Un desarrollo deldebate terico para los movimientos sociales en Archila, 2003, Introduccin. El uso poltico del esencialismopor los indgenas responde a retos de la accin concreta, como veremos en estas pginas.17 La bsqueda de la esencia los lleva a veces incluso a cosificar la cultura segn sugiere Christian Gros alsealar que los indios hablan en no pocas ocasiones de la cultura como una cosa que se puede perder (Gros,2000, 76).18 Cristbal Gnecco teme que el antiesencialismo pueda desarmar las historias disidentes por lo que aboga porun esencialismo resignificado no como instrumento de dominacin sino de empoderamiento (Gnecco, 2007,

    190). En todo caso reconoce que es tambin una estrategia para construir identidad. Xavier Alb, por su parte,sospecha del esencialismo pues, a su juicio, entre ms apelacin a lo autentico ms se trata de unainvencin, aunque aclara que invencin no significa engao (Alb, 2008, 241). El tema de esencialismo ypragmatismo requerira alguna reflexin adicional que no puedo ampliar en estas pginas, pero ms queabogar a secas por el primero como estrategia de lucha y de identidad me acojo a lo sealado por Rappaport(1990) de una hbil combinacin de ambas en el movimiento indgena. As se puede ver en programasconcretos de educacin y salud; por ejemplo, luchar contra la ley 100 de 1993 por principio pero crear unaEPS propia para manejar la salud indgena y controlar sus territorios.19 John A. Peeler en forma lineal relaciona las identidades indgenas con la represin estatal en cinco pases deAmrica Latina Bolivia, Per, Ecuador, Guatemala y Mxico: entre mayor sea ella, ms proclives sern a

    6

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    7/60

    Por ello no es descabellado decir que, al menos para el Cric, el cambio identitario no es decampesinos a indgenas a secas sino de una dada a otra: de campesinos/indgenas aindgenas/campesinos. Con esto queremos sealar que los dos polos de la tensinetnia/clase no desaparecen, pero cambian en su nfasis con el paso del tiempo. Sin

    embargo, esta conclusin no puede generalizarse para todos los indgenas del Cauca. En elcaso del movimiento de Autoridades Indgenas expresado en Aiso (Autoridades Indgenasdel Sur Occidente) a principios de los aos 80, que a fines de ese decenio se convierte enAico (Autoridades Indgenas de Colombia), la identidad propuesta ser ms claramentetnica pero buscar establecer puentes con otros sectores sociales subalternos.20

    En tiempos recientes otro tipo de identidad se cruza con las analizadas, la de gnero.Aunque sigue subordinada a la tnica, comienza a aflorar en las mujeres indgenas. Ellashan participado desde el principio de la lucha, pero no han ocupado lugares destacadostanto en los cabildos como en el Cric o en Aiso. Por lo comn las culturas indgenasasumen una armona de la pareja entre el hombre y la mujer, mientras hablan de rolescompartidos. Son prcticas familiares ancladas en una cultura cuyos principios sondefinidos por Catherine Gonzlez como: relacionalidad, reciprocidad y complementariedady correspondencia (Gonzlez, 2006). Adems los indgenas asocian el papel de la mujer a lanaturaleza, pues ambas son fuente de vida (Piacu, 2005, 56). Pero su funcin va ms allde lo biolgico, ya que la mujer es crucial en la transmisin de la cultura y cosmovisinpropias. Incluso se aduce que ellas son ms permanentes en la lucha que los inestablesvarones (Acosta, 2007, 193), o que cuando viene la represin son la columna de defensa dela comunidad (Pancho, 2007, 57). En palabras de otra activista, ellas aportan la belleza yla logstica necesarias para el xito del movimiento (Piacu, 2005, 62).

    A pesar de privilegiar la armona sobre las desigualdades de sexos, las indgenascrecientemente reconocen que hay sobrecarga de trabajo en la familia y hay discriminacinde gnero en las organizaciones. La mujer indgena sigue cumpliendo las laboresfemeninas en el hogar y en la comunidad. Una activista nasa al respecto seala: an nohemos ganado la suficiente equidad (por lo que) iniciamos pelendonos el derecho a asistira las reuniones () y a las decisiones. Y agrega ella, ahora las comunidades nosreconocen y nos elijen en cargos de direccin (Pancho, 2007, 58). Pero esto no solo es unproceso reciente, sino que sigue siendo muy limitado, pues en 2005 no ms del 10% de lasautoridades comunitarias eran mujeres (Galeano, 2006, 110).21 Ms an, en esta lucha

    desechar la identidad campesina para adoptar la tnica, que se supone es menos confrontacional y provocamenos reacciones de la derecha (Peeler, 2003). Esto no parece ser cierto, al menos para en Colombia. Inclusoel impacto del neoliberalismo complica ms las identidades indgenas en Amrica latina: por una parte parece

    acomodarse mejor con la identidad tnica que con la de clase (Alb, 2008, 235 y Kaltmeier, 2007); por otraparte al agudizar la pobreza en los pueblos originarios hace re-emerger el discurso clasista (Len Galarza,2007).20 En la selva y las regiones planas del pas, los indgenas tambin enarbolan una demanda ms cultural ya quela disputa no es tanto de tierras, e igualmente tendrn contactos, a veces conflictivos a veces de colaboracin,con los colonos (Laurent, 2005).21 En tiempos recientes ha adquirido notoriedad la dirigente nasa Aida Quincu una consejera mayor segn lanueva estructura del Cric, cuyo marido fue asesinado por el Ejrcito pocos das despus de que regresara alCauca la Minga de los Pueblos (0ct-nov, 2008), de la que Quincu fue vocera. Pero su caso sigue siendoexcepcional en el mundo indgena caucano y colombiano. As lo reconoca Unidad Indgena a raz del Tercer

    7

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    8/60

    dentro de las comunidades y las familias, las indgenas no suelen recurrir a la categora degnero ni al modelo militante del feminismo occidental, pues los consideran ajenos a sucultura. Apelan a sus tradiciones, recordando entre otras a la cacica Gaitana o a la capitanaMara Ramos (UI, 80, diciembre 1986, 6), e intentan explicar su forma de participarsilenciosa como una particularidad cultural que encierra el ms adentro de la

    comunidad (Piacu, 2005, 58).Y all es cuando lo tnico termina predominando sobre otras identidades, en este caso degnero. As desde fines de los aos 80 el tema de la mujer se hace visible en los congresosde las organizaciones indgenas, pero asumido como parte de la dinmica tnica (UAU, 11,diciembre 1988, 16). Por ejemplo, la Onic constituy un comit provisional de mujeres parapreparar su tercer congreso en 1990, y les insista en que les falta conciencia pues vemos amuchas mujeres que se avergenzan de ser indgenas y cuando van a trabajar a las ciudadesabandonan su cultura y cogen (sic) las costumbres del blanco (UI, 92, octubre 1989, 12).Un par de aos antes en un encuentro nacional de mujeres indgenas, previo a uno detrabajadoras convocado por la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), se concluy:nosotras las mujeres indgenas debemos contar con las autoridades existentes en nuestrascomunidades () con nuestros cabildos para que orienten nuestro trabajo y estimulennuestra participacin (UI, 84, octubre-diciembre 1987, 12). En consecuencia habra quedecir que para muchas mujeres indgenas existe la trada identitaria etnia/clase/gnero, en laque el mayor peso est en lo tnico pero sin ocultar los otros dos componentes. 22

    2. Organizaciones y representacin

    Visto el asunto de las identidades debemos tocar el de a quin representan lasorganizaciones autodenominadas indgenas, especialmente en el caso del Cauca. Es biensabido que el vocablo representacin es equvoco. Hay dos acepciones que se ponen enjuego en la historia que reconstruimos: una ligada a las prcticas de delegacin de poder yla otra de carcter esttico como reproduccin de la realidad. En el primer sentido hay unasustitucin del pueblo por unos delegados provenientes de su seno. Eso es lo que, entreotros, Pierre Rosanvallon llama la ficcin democrtica (Rosanvallon, 2004, Introduccin),pero recordemosque ficcin no quiere decir que sea falso. En este acpite retomamos laacepcin poltica: se trata de la sustitucin del otro legitimada con procedimientos deeleccin que constituyen la llamada democracia liberal. Pero siempre existe el peligro deque el pueblo real quiera volver a representarse directamente por mecanismosinstitucionales como la revocatoria del mandato del elegido o extralegales la accindirecta, que al contrario de lo que piensa Tilly (2004) no deja de aparecer en el horizonte delos movimientos sociales contemporneos. De modo que el asunto de la representacin

    Encuentro Nacional Indgena realizado en Bogot en junio de 1994. Dicho evento no fue convocado por ellasy la secretara respectiva de la Onic llevaba dos aos de inactividad. Algunas se quejaron de que mientras enlas luchas ellas estaban al frente, cuando se iban a tomar decisiones no se las consultaba. El artculo citadoculminaba diciendo que poco se haba avanzado en este tema, lo que indicaba la despreocupacin por estosasuntos en la organizacin indgena nacional (UI, 108, octubre 1994, 12).22 Al igual que otras mujeres subalternas la violencia ha involucrado crecientemente a las indgenas en labsqueda de la paz, como se expres en un encuentro de mujeres indgenas en Bogot en 2002 ( UI, 117,diciembre 2002, 2).

    8

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    9/60

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    10/60

    a los cabildos un arraigo democrtico que no tienen otras organizaciones sociales ygremiales en el pas, para no hablar de las polticas. Pero al mismo tiempo el Cric gesta otrotipo de organizaciones de base como cooperativas, empresas comunitarias una herencia delos tiempos de la reforma agraria y la Anuc que luego desechar y diversos proyectosproductivos. En otras esferas estimula la creacin de escuelas bilinges, experiencias de

    salud sobre la medicina indgena y en tiempos recientes incluso la elaboracin decosmovisiones propias (Rappaport, 2005 A). Es decir, el Cric tiene una base en formastradicionales de pertenencia, los resguardos/cabildos, pero simultneamente hasta 2001se dota de modalidades modernas de estructuracin: Junta Directiva, formada por todos losgobernadores de cabildos afiliados, y Comit Ejecutivo elegido en los congresos, condistribucin de cargos dentro de ste. Paralelamente promueve una amplia red asociativa encasi todos los planos de la vida indgena.

    La participacin del Cric en las luchas indgenas es otra dimensin de su representacin.Si nos atenemos a la Base de Datos de Luchas Sociales de Cinep vemos que fue elconvocante mayoritario de las protestas indgenas en el Cauca entre 1975 y 2006, con 92 delos 200 registros contabilizados. Por tanto, el Cric no era solamente una organizacin quereciba delegacin de los cabildos, sino que figuraba como propiciadora de accionessociales colectivas. Se trata, por tanto, de una representacin compleja que abarca amuchos representados en diversas formas y niveles organizativos.

    Sin embargo, con lo dicho no se agota el problema que nos ocupa. Aunque su mbito deaccin es regional, no se puede negar su proyeccin nacional. 25 De alguna forma se puedesuponer que siendo los indgenas del Cauca los mejor organizados y los que ms impactonacional han tenido por sus acciones reivindicativas, podran ser considerados como unarepresentacin de todos los indgenas colombianos, al menos antes de la creacin de laOnic.26 No es por ello extrao que las organizaciones nacionales tales como la Secretara deAsuntos Indgenas de la Anuc y la misma Onic, en sus inicios hayan estado presididas pordirigentes del Cauca. Claro que con la creacin de esta ltima, en la que estuvocomprometido el Cric, se establece una divisin del trabajo entre la organizacin regionaly la nacional, aunque el peso caucano siempre ser notorio en la direccin de la Onic.27

    25 As siempre lo ha reconocido el movimiento indgena nacional como lo ratifica el actual presidente de laOnic, Lus Evelis Andrade, en reciente entrevista (febrero de 2007) aparecida en www.delorigen.com.ar/luis.Por su parte, Abadio Green, de origen cuna en Antioquia y expresidente de la Onic, dice: pertenezco a laescuela del Cric, ah comenc a formarme a nivel poltico y organizativo (revista Etnia y Poltica, # 5,diciembre 2007, 56).26 La frase citada de Gustavo Meja en diciembre de 1971 se presta a esta lectura, pues no circunscribe launidad al Cauca. No sobra sealar que la etnia nasa tiene una proyeccin ms all del Cauca hasta partescolindantes de Valle y Huila, y que sus orgenes histricos parecen estar en el valle del ro Magdalena del

    ltimo Departamento (Rappaport, 1990).27 En su Segundo Congreso nacional en febrero de 1986 se present una divisin entre los indgenas de laselva y los andinos, supuestamente orquestada por el guambiano Trino Morales para excluir a los segundos,siendo l de esa zona! En posterior reestructuracin de la directiva nacional, adems de las acusaciones demalversacin de fondos al sucesor de Morales, a ste se le critic de politiquero, autoritario y paternalista.(Otra versin de estos sucesos en la entrevista a Trino Morales, 2008.) El resultado de la reestructuracin fueel ascenso de Anatolio Quir, coconuco, a la presidencia, con lo que se revela de nuevo el peso caucano en elmbito nacional a pesar de que se proclam que no hay consejos regionales superiores a otros ( UI, 80,diciembre 1986, 2; vanse tambin los nmeros 76, abril 1986, 2 y # 81, enero-febrero 1987, 3). En los aosnoventa indgenas de otras regiones ya asumen la direccin del movimiento nacional.

    10

    http://www.delorigen.com.ar/luishttp://www.delorigen.com.ar/luis
  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    11/60

    Esto sin hablar de su proyeccin poltica en la agrupacin electoral Alianza Social Indgena(ASI) desde los aos 90. En sntesis, el Cric propicia una amplia red de organizacioneseconmicas, sociales, culturales y ahora tambin polticas, ms all de sus fronterasregionales. Todo ello hace ms compleja la representacin del Cric.

    Hasta el momento hemos visto que el Cric es una organizacin que no solo recibedelegacin de los cabildos sino que toma iniciativas organizativas y de movilizacinlocales, regionales y hasta nacionales. As aparece amoldarse a lo que en el lenguaje de laizquierda del momento era una organizacin gremial sui generis, sin duda,supuestamente restringida a la accin reivindicativa. De hecho los indgenas del Caucahaban criticado a la Anuc, lnea Sincelejo ala radical influida por la izquierda,especialmente maosta, de quererse convertir en partido poltico haciendoanarcosindicalismo o ms propiamente anarcogremialismo (UI, 25, octubre 1977, 2).28

    Continuamente el Cric se deslind de los partidos polticos tanto tradicionales como deizquierda (UI, 12, abril 1976, 2), pero sin negar una proyeccin poltica regional y nacional.Varias veces se present como una organizacin gremial abierta a influencias polticas quecualifiquen la lucha indgena (UI, 25, octubre 1977, 2). Con todo, el discurso oficial delCric, al menos el que se refleja en las fuentes consultadas, era muy cercano al de laizquierda partidista del momento, conformando lo que recientemente se llama izquierdasocial, o mejor socio-poltica (Rodrguez et al., 2004 y Harnecker, 2002).29

    Esta posicin poltica de parte del Cric, como tambin su estructura organizativa, generarontensiones en el seno del movimiento indgena del Cauca. Algunos gobernadores decabildos, especialmente guambianos, comenzaron a distanciarse de la organizacin a la queconsideraban burocrtica y llena de colaboradores externos (Rappaport, 1994). Dichosgobernadores queran una representacin propia de su mundo, ms directa y al mismotiempo ms acorde con sus tradiciones. As lo confesaba Lorenzo Muelas, guambiano ylder del grupo de Gobernadores en Marcha, que a principios de los ochenta conformaraAiso y en los noventa Aico: Nosotros, el Movimiento de Autoridades nunca quisimostener una junta directiva como ellos, nosotros ramos los dirigentes pero no como un cargode presidente o tesorero o fiscal, nosotros hemos querido ser distintos () Nosotrostuvimos profundas divergencias con el Cric porque el Cric tambin quera hegemona(citado en Laurent, 2005, 255, el destacado es nuestro).

    Razn tiene Muelas al sealar que se trataba de una disputa por la hegemona delmovimiento indgena en la que aparentemente se ponan en juego distintos modelos derepresentacin.30 Decimos aparente porque no creemos que haya una tajante distincin

    28Unidad Indgena coment sobre el IV Congreso Campesino en Tomala (Sucre) en febrero de 1977, cuando

    se dio ese paso por parte del Ejecutivo de la Anuc agrupado en la ORP Organizacin Revolucionaria delPueblo: Despus de este congreso es difcil seguir considerando a la Anuc como la representante de losintereses de los pobres del campo (UI, 20, marzo 1977, 2, el destacado es nuestro).29 Para muestra un botn: cuando se estaba preparando el V Congreso del Cric a inicios de 1978 UnidadIndgena present un proyecto de plataforma poltica como resultado de criterios construidos a lo largo desiete aos de luchas. Se dijo que para caracterizar al movimiento indgena se parte de la doble realidad depueblos sojuzgados y oprimidos por el colonizador, y de clase o conjunto de clases explotadas ( UI, 28,febrero 1978, 2). El tema de la izquierda socio-poltica lo desarrollaremos ms adelante.30 Dicha hegemona es la que Florencia Mallon (1995) designa comunal o dentro de las comunidadesindgenas de Per y Mxico que ella compara, a diferencia de la hegemona nacional, que se da en un

    11

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    12/60

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    13/60

    Ahora bien, no siempre estuvieron en pugna estas dos tendencias del movimiento indgenacaucano. A mediados de los ochenta convergen en la denuncia de la presencia de actoresarmados, estatales e irregulares, en sus territorios defendiendo el principio de autonomapor medio de las declaraciones de Vitonc, en febrero de 1985 y de Ambal, en abril de1986, refrendadas a fines de 1988 (UAU, 11, diciembre 1988, 13). Pero las relaciones

    siguieron siendo agrias y se polarizaron ms en vsperas de la Asamblea Constituyente.

    36

    Todava hoy las viejas heridas no se han curado a pesar de los acercamientos vistos, deconvergencias recientes como la de la zona de distensin social en el resguardo de LaMara y de la reincorporacin de algunas autoridades guambianas al Cric desde 2001.

    Con todo insistimos en que las distinciones entre las dos expresiones del movimientoindgena caucano ambas proyectadas nacionalmente no son esenciales, ni se puedenafiliar a una u otra etnia; a pesar de que los guambianos tuvieron ms peso en Aiso, tambinhay nasas all afiliados y viceversa con el Cric. Son distinciones socio-polticas construidasy alimentadas por prcticas cotidianas que constituyen formas diferentes de representaciny de ponderar una identidad poltica en la disputa por la hegemona del movimientoindgena regional y nacional.37 Esto ratifica nuestra afirmacin inicial: estamos ante unmovimiento social heterogneo atravesado por tensiones y conflictos internos. Pero esto noha impedido el despliegue unitario de protestas que han tenido impacto poltico ms all delas comunidades. Desarrollemos este aspecto.

    3. Repertorios de accinAnte todo miremos la informacin que nos ofrece la Base de Datos de Luchas Sociales delCinep sobre las protestas indgenas en el Cauca entre 1975 y 2006. En estos 32 aos seregistraron 200 acciones sociales colectivas promovidas por los indgenas de esedepartamento, casi dos terceras partes del total de las 359 luchas tnicas a nivel nacional, loque ratifica el peso de esta regin en el movimiento indgena nacional. Ahora bien, ladinmica de la protesta no es pareja a lo largo de los aos estudiados ni en el plano nacionalni en el regional. Segn la misma fuente hay una disminucin en trminos absolutos de lacantidad de luchas indgenas en el Cauca: entre 1975 y 1979 se libraron 49 mientras en losaos ochenta se lanzaron 32, en los noventa 44 y en lo que va del siglo XXI 75. Si elpromedio anual en el primer periodo fue de casi 10, en el segundo y tercero estuvo entre 3 y4, para repuntar en los ltimos aos a una media superior a 10. Claro que en el planonacional ocurri algo similar y no solo para los actores tnicos.38 En cuanto al conjunto delas luchas agenciadas por minoras tnicas en Colombia que incluye tambin a losafrodescendientes tenemos estas cifras por subperiodos: 93 entre 1975 y 1980, 76 para losaos ochenta, cifra que baja a 68 en los aos noventa y asciende notoriamente a 122 entre2001 y 2006. Es decir tanto en el plano nacional como en el regional hay dos ciclos altos de

    36 As, por ejemplo, en forma exagerada el Cric denunci que ante una bomba que se puso en su sede y elposterior allanamiento de la misma, el movimiento de Autoridades Indgenas no conden estas afrentas, sinoque las aprob (UI, 92, octubre 1989, 6). Ver declaracin de Aiso en El Liberal37 Catherine Gonzlez coincide con esta interpretacin cuando seala que la tensin entre Cric y Aiso noradic en diferencias ideolgicas sino en disputas de poder entre los lderes de los espacios organizativos(2006, 66).38 Remitimos a los reportes de la citada Base de Datos en la pgina institucional www.cinep.org.co. Para unanlisis de las luchas sociales vase tambin nuestro trabajo conjunto Archila et al., 2002.

    13

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    14/60

    protestas al inicio y al final del periodo estudiado con un relativo reflujo en los aosintermedios. En los dos extremos la participacin de los indgenas del Cauca ha sidonotoria.

    Esta misma tendencia se ve con relacin a las modalidades de lucha: las invasiones o

    recuperaciones de la madre tierra en la regin es decir las ms confrontacionalesfueron 29 en el ltimo quinquenio de los aos setenta, bajaron a 9 en los aos ochenta y a 4en los noventa, para repuntar a 23 en lo que va de este siglo, siendo 2005 el ao msnotorio con 18 de tales acciones.39

    En cuanto a los datos sobre adversarios de las luchas indgenas en el Cauca, la mismafuente muestra la disminucin del peso de los entes privados, generalmente grandeslatifundistas de la regin, a favor del creciente peso del Estado en sus distintos niveles: 61contra 116 protestas. Otro elemento que resalta como cambio con el paso del tiempo es elcreciente antagonismo de los indgenas caucanos con los actores armados irregulares: de 2luchas contra ellos en los aos ochenta se pasa a 23 desde los aos noventa hasta 2007. Y elmayor peso de esta animadversin lo ocupa la insurgencia: 14 del total de luchas libradaspor los indgenas del Cauca contra solo 5 que denuncian a los paramilitares, mientras hay 6que se oponen indiscriminadamente a toda violencia de actores armados irregulares.

    Sobre las demandas de los indgenas caucanos entre 1975 y 2007, la Base de Datos deLuchas Sociales resalta que la tierra fue el motivo principal en 70 protestas mientras eltema de derechos humanos fue reclamado 63 veces. Claro que muchas ocasiones ambosmotivos estaban cruzados como ocurri en 1984 con las tierras del resguardo de LpezAdentro, por cuya defensa fue asesinado el sacerdote nasa lvaro Ulcu, entre otros lderesindgenas. Uno de los acuerdos logrados a raz de la movilizacin que produjo esteasesinato fue la entrega de tierras a los indgenas comenzando por las de Lpez Adentro (ElLiberal, 27 de noviembre, 1984, 9). Solo hasta 1996 el Incora reconstituy el resguardo deCorinto incluyendo el famoso predio en disputa. Algo similar ocurrira a raz de la masacrede 20 comuneros en El Nilo en diciembre de 1991: pocos das despus el gobierno secomprometi a adquirir 15.663 hectreas para las comunidades afectadas, con lo que seinici una larga lucha ante el incumplimiento estatal, segn lo narra Hctor Mondragn(2008). En septiembre de 1995 se firman los acuerdos de La Mara (Piendam) pararatificar lo pactado y un ao despus el gobierno de turno suscribe el acta de Norivao porpresin la Comisin Interamericana de Derechos Humanos. En 1998 el presidente Samperreconoce la responsabilidad del Estado en la masacre y ratifica la adquisicin de tierra paralos afectados, compromiso que hasta 2005 no se haba cumplido totalmente, por lo que losindgenas presionan por medio de nuevas recuperaciones de tierra. En septiembre de eseao el Ministro Sabas Pretelt de la Vega promete adquirir las 6.615 hectreas faltantes. Sibien destina dinero con tal fin, por trmites burocrticos no se adquieren las dichas tierraspor lo que nuevamente las comunidades invaden los terrenos demandados. En 2006 haynuevas negociaciones y los indgenas seleccionan 12 predios prioritarios en zonas planas,pero esas tierras no son adquiridas por el Estado y ms bien se arriendan a empresasproductoras de etanol, en especial las de Ardila Llle (Mondragn, 2008, 408-412). El

    39 A partir de este momento incorporamos los datos ya procesados de 2007 sobre las luchas indgenas delCauca, que fueron 12. Un anlisis de las recientes recuperaciones de la madre tierra en Prada, 2005, 27.

    14

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    15/60

    problema sigue sin solucin como lo recalc la reciente Minga de los pueblos de fines de2008.

    En consecuencia, podemos afirmar que, al contrario de lo que ocurre con el grueso de lasluchas sociales en el pas,40 en el Cauca indgena la tierra es el principal motivo de

    movilizacin. Esta es una demanda estrechamente asociada con la exigencia en torno a losderechos humanos, los cuales adquieren ms notoriedad desde los aos 90.41 Si nosatenemos a la plataforma de lucha del Cric de 1971 no es extrao que el eje de la luchaindgena sea la tierra: los dos primeros puntos de los seis originales se centraban en larecuperacin de las tierras de los resguardos y la ampliacin de stos (Cric, 1981, 12-13). 42

    Y aunque el tema de derechos humanos no se consagra claramente en dicha plataforma,adquiere relevancia para el Cric a fines de los setenta, cuando parte de su Ejecutivo fuedetenido por supuesta militancia en el M-19 (Movimiento 19 de abril), en el marco delEstatuto de Seguridad del gobierno de Julio Csar Turbay Ayala 1978-1982 (UI, 34,marzo 1979, 2-3 y 7, y # 35, mayo 1979, 3-4 y 10). Por ello la organizacin se sum a losforos que sobre este tema se desarrollaron en el plano nacional. Pero ms all de lospronunciamientos programticos, la dinmica de la lucha concreta muestra una alternanciaen las prioridades de los motivos: luchas por la tierra al inicio y al final de los aosestudiados y derechos humanos en los periodos intermedios.43 Todo ello conforma unacomplejidad en los repertorios de accin del movimiento indgena caucano que vamos atratar de entender a continuacin.

    Desde sus orgenes el Cric se sum a los grupos campesinos y populares que se oponan alEstado en sus intentos de controlarlos, por medio de represin e integracin, mientrasexigan su presencia efectiva en la implementacin de una reforma agraria cada vez msaplazada. Pero incluso desde el principio insistan en que su lucha por la tierra era tambinuna defensa de sus autoridades y de su cultura. Al final de los aos setenta, en plenomandato de Turbay, a estas demandas se sumaron las denuncias de la creciente violacin dederechos humanos contra los pueblos originarios, y el rechazo de un Estatuto Indgena

    40 En donde se observa un cambio de repertorio de los motivos ms materiales a los polticos y culturales,como lo hemos ilustrado en otra parte (Archila, et. al., 2002).41 Ello coincide, a grandes rasgos, con la evolucin de la violencia en el Cauca. A juicio de Villa y Houghton(2004) entre 1971 y 1982 la violencia all estaba enmarcada en la lucha por la tierra. La presencia delnarcotrfico y el paramilitarismo, as como el desborde de la insurgencia, modificarn est tendencia a partirde la segunda mitad de los ochenta.42 Los restantes eran: fortalecer los resguardos, no pagar el terraje, difundir las leyes sobre indgenas (en esemomento la 89 de 1890), y defender la historia, lengua y costumbres propias. Con el tiempo se agregaronotros tres puntos: formar profesores indgenas; fortalecer las organizaciones econmicas; y proteger losrecursos naturales (UAU, 21, septiembre 1996, 6-7). Vale la pena recordar que la primera plataforma

    rechazaba la Ley 89 de 1890 porque trataba al indgena como menor de edad. Como dice Gros, ello reflejabauna demanda por inclusin ciudadana lucha por la igualdad mientras en la segunda plataforma, emitidameses despus y que se convierte en la definitiva, se apelaba a los derechos particulares lucha por ladiferencia (Gros, 1991, 187-190). Ello refleja el cambio en el nfasis identitario de clase igualdad a etnia diferencia.43 Un tema que se mete en la agenda de las organizaciones indgenas del Cauca desde los noventa es el de loscultivos ilcitos. En las fuentes que revisamos aparece en 1992 como una preocupacin de los cabildos y delCric, los que proponen salidas concertadas como una erradicacin manual voluntaria (UAU, 23, febrero 1992,4 y # 25, julio 1992, 5). Ver declaracin del Cric al respecto en El Liberalde la misma poca. Esto ilustracmo ellos van respondiendo a nuevos problemas que la realidad colombiana les pone.

    15

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    16/60

    que en forma inconsulta estaba imponiendo dicho gobierno. En cuanto a este Estatuto, losindgenas reclamaban ms bien la aplicacin de la ley 89 de 1890 y exigan que cualquieraccin estatal deba ser consultada con las comunidades, especialmente en el aspectoeducativo (UI, 45, noviembre 1980, 8-10). El gobierno de Turbay respondi convocandoeventos de bolsillo para aclimatar su poltica.44 Curiosamente esta ofensiva estatal, que

    termin naufragando, propici el encuentro nacional de diversos pueblos en Lomas deHilarco (Tolima) en octubre de 1980 y luego en el Primer Congreso constitutivo de la Onicen febrero de 1982 en Bogot. Ante las tretas del gobierno de Turbay, Unidad Indgenasaca un editorial titulado apropiadamente Los indgenas y el Estado en el cual se dice queste histricamente ha atacado a los indgenas, a veces hace leyes para protegerlos, pero nolas cumple, por lo que ellos tienen que luchar. Concluye el editorial sealando que noesperan que el Estado les solucione sus problemas, solo la lucha lo har, pero s creemostener derecho a un tratamiento distinto de parte del Estado (UI, 54, febrero 1982, 2).

    En parte ello fue lo que ofreca el nuevo gobierno presidido por Belisario Betancur 1982-1986. Adems de la sorpresiva aceptacin de reunirse con los gobernadores guambianos afines de 1982, lo que hizo pblica la divisin del movimiento indgena en el Cauca al serexcluida la directiva del Cric el flamante presidente prometi dilogo y consulta a lascomunidades en vez de represin. En ese evento, Betancur ofreci un Plan Integralconsultado con las comunidades, agilizar el reconocimiento de los resguardos, campaas deeducacin y salud adelantadas por profesionales nativos, reconocimiento de las autoridadesindgenas, respeto del patrimonio cultural y arqueolgico de la regin, apoyo a proyectos dedesarrollo autogestionados, exencin del servicio militar obligatorio e impulso a lainvestigacin antropolgica y etnolingstica (El Liberal, 16 de noviembre, 1982, 2). Todoello fue considerado positivo por el Cric, claro que inmediatamente su directiva acot, enuna misiva dirigida al mandatario nacional, que no pueden ser ingenuos ya que hay unalarga experiencia de promesas oficiales incumplidas (UI, 61, febrero 1983, 2-3). Parece quela sospecha sobre las buenas intenciones de Betancur tena bastante asidero, pues al final desu gobierno la Onic rechaza la actitud antidemocrtica y autoritaria de buscar imponerproyectos oficiales sin consultar a las comunidades. Se refieren en concreto a la creacinoficial de un Consejo Nacional Indgena (Coni), ente que desconoce el papel que reivindicala Onic como vocero nacional indgena y el nico rgano consultivo ante el gobierno (UI,78, junio 1986, 2-3 y 15). Este ltimo sealamiento no deja de llamar la atencin, pues seha pasado de la confrontacin con el Estado a una nueva actitud de concertacin, tendenciaque se consolidar con el siguiente mandatario, Virgilio Barco 1986-1990.

    Mientras tanto ocurri un hecho que sera ilustrativo de los repertorios analizados y quereaviv las tensiones dentro del movimiento indgena caucano y nacional. Se trata delacuerdo entre el Cric y Fedegan (Federacin Nacional de Ganaderos) a principios de 1984por medio del cual la agremiacin de ganaderos ofreca tierras a los indgenas por mediodel Incora y el Cric se comprometa a no afectar las fincas sin previa oferta al Incora(Cric-Acin, 2002, 27).45 Unidad Indgena calific dicho acuerdo como un arreglopacfico para darle solucin a los problemas de tierra y para impulsar la produccin

    44 A modo de ejemplo mencionamos el Tercer Congreso Nacional Indigenista, de carcter oficialista,realizado en Belalczar en enero de 1979 y el llamado a un Encuentro sobre desarrollo comunitario eintegracin indgena en febrero del mismo ao en Silvia (El Liberal, 18 de enero y 31 de enero, 1979, 1).45 Una ampliacin de este acuerdo y su contexto en la entrevista a Marcos Avirama (2009).

    16

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    17/60

    agropecuaria en beneficio de todo el Departamento (UI, 68, julio 1984, 2 y 3). Lacoyuntura era complicada no solo por la crisis agraria que se viva en la regin,especialmente en la produccin del fique, sino por la tensin que estaba creando lamencionada disputa por la tierra de Lpez Adentro. Obviamente ese acuerdo no fue bienrecibido por Aiso y sus solidarios, que lo consideraron una traicin a la autonoma

    indgena (Ibid., 3). Ms all de estas acusaciones lo que se percibe es una nueva actitud delmovimiento indgena ante sus tradicionales adversarios, pero el acuerdo no pudo frenar laviolencia contra las comunidades.46

    Pues bien, cuando recin se posesion Virgilio Barco Unidad Indgena, ahora vocero de laOnic, dice que aunque sobre los pueblos originarios poco ha dicho el nuevo mandatario, laorganizacin espera entablar un dilogo sin intermediarios con l, mientras denuncianuevas violaciones de derechos humanos (UI, 79, septiembre 1986, 2). En el nmerosiguiente se insiste en que la Onic est dispuesta a cooperar dentro del dilogo, como unorganismo de consulta para asuntos relacionados con los indgenas de Colombia (UI, 80,diciembre 1986, 2). En trminos similares un ao despus la Junta Directiva de la Onic ledirige una carta al Presidente Barco en la que, adems de denunciar la violencia paramilitary la militarizacin de los territorios ancestrales, exigen la presencia efectiva del Estado pormedio de programas consultados con las comunidades, especialmente un PNR (PlanNacional de Rehabilitacin) apropiado a sus necesidades, mientras demandan el fin delcontrato con el Instituto Lingstico de Verano despus de 25 aos de vigencia y que losdineros que se gastarn en el V Centenario del descubrimiento sean mejor invertidos enlas comunidades (UI, 84, octubre-diciembre 1987, 3).

    En estos pronunciamientos la Onic recoga lo que desde el Cauca demandaba el Cric. Enlos primeros nmeros de su nuevo rgano de prensa Unidad lvaro Ulcu llamaba adeclarar al Departamento zona de rehabilitacin en vez de seguirlo estigmatizando comopeligroso por los brotes de inconformidad social, econmica y poltica (UAU, 3,noviembre 1986, 2). El estigma no era contra el Departamento en general y menos contra larancia elite payanesa, sino contra los sectores populares que se oponan a las polticasoficiales, incluidos los indgenas.47 Por esto, para ellos, una rehabilitacin adaptada a suscondiciones era la salida a la precariedad social y econmica, y una mejor solucin a laviolencia regional que la militarizacin (UAU, 4, abril 1987, 2). Y es que la agresinarmada contra las comunidades no cejaba, aunque ya los victimarios no eran solo lasbandas de pjaros al servicio de los terratenientes; ahora tambin figuraban paramilitares,sectores de las fuerzas armadas y la insurgencia. Para el Cric, la solucin no era msviolencia sino el dilogo y la concertacin, como se practic con Fedegan. Por elloproclama: creemos como organizacin que a esta violencia institucionalizada no se deberesponder con violencia porque eso sera dejarnos provocar y actuar sin razonamiento(UAU, 10, septiembre 1988, 2).48

    46 Esto explicar en parte el surgimiento del el Movimiento Armado Quintn Lame Maql una autodefensaindgena de la que hablaremos en el siguiente acpite.47 As se constata en una denuncia que se hizo desde San Andrs de Pisimbal en Tierradentro, cuando el 17de abril de 1988 lleg un helicptero del que bajaron ocho militares quienes convocaron a la comunidad allreunida a una misa presidida por uno de los militares revestido con ornamentos litrgicos. El sacerdote-militaren la homila trat al Cric de organizacin subversiva y comunista (UAU, 9, julio 1988, 3).

    17

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    18/60

    Las respuestas a estos llamados fueron ms asesinatos de comuneros y un atentado contra lasede del Cric en Popayn el 6 de septiembre de 1989. Ante este dilogo de sordos que msbien termina alimentando la violencia, los indgenas entienden que no basta con lospronunciamientos, sino que deben acudir a las vas de hecho, en especial al bloqueo de lava Panamericana, pues segn ellos, el nico medio para denunciar nuestros problemas es

    a travs de la movilizacin de masas (UAU, 4, abril 1987, 14).

    49

    De igual manera, lareaccin ante el atentado a la sede del Cric y el posterior allanamiento policial, fue unamasiva movilizacin que inclua, como era de esperarse, un bloqueo de la vaPanamericana. Pero la protesta fue reprimida, aunque en un principio haba sido autorizadapor las autoridades locales y regionales. Finalmente se lleg a un acuerdo con lagobernacin del Departamento que, a juicio de la prensa indgena, tiene como fin labsqueda de canales idneos de entendimiento por parte de las autoridades y los cabildosrepresentados por el Cric en la bsqueda de la paz (UAU, 14, septiembre 1989, 8).

    Los eventos descritos, si bien ilustran la tendencia que hemos sealado en las protestashacia una actitud ms pragmtica por parte de las organizaciones indgenas en susrelaciones con el Estado, tambin indica que ellas no desechan las formas de accin directaincluso de autodefensa, lo que configura un complejo repertorio que combina la luchainstitucional con la extrainstitucional. Desarrollemos este punto.

    No sobra sealar que, a nuestro juicio, el gobierno de Belisario Betancur realiz unainflexin en el discurso oficial ante la protesta social, sacndolo de la lgica de Guerra Fraal reconocer que sta tena causas objetivas en las desigualdades y desequilibrios del pas.Esto propici una nueva relacin con el Estado que incluso en el mbito indgena semanifest en el encuentro de gobernadores con el presidente en Guamba en noviembrede 1982. Igualmente Betancur impuls, en el marco de los acuerdos de paz con lainsurgencia en 1984, una apertura poltica descentralizadora, que ejecutara Barco y seraprofundizada en la Constitucin de 1991.

    Estos cambios estatales posibilitaron que el movimiento indgena realizara un acercamientoa otras expresiones de la institucionalidad colombiana, en concreto ante los procedimientosde la democracia liberal.50 Si bien es cierto que el Cric nunca fue totalmente abstencionista,durante mucho tiempo critic la comedia electoral y denunci la politiqueradivisionista que ella propiciaba (UI, 11, febrero 1976, 8). No debemos olvidar que ellospracticaban elecciones para el nombramiento de sus autoridades, pero desconfiaban de esosprocedimientos para una representacin por fuera de las comunidades. As en vsperas delos comicios de 1978 el Ejecutivo del Cric seala que no cree que las elecciones sirvan a lacausa indgena, pero es respetuoso de las comunidades que decidan participar, eso si ojalaen apoyo de los partidos de oposicin (UI, 28, febrero 1978, 10). Ocho aos despus laOnic indica que las elecciones nacionales se contraponen al movimiento indgena ya que

    48 Esta puede ser una velada mencin al Maql, con el que el Cric tendra contradictorias relaciones. Aosdespus un desmovilizado de esta autodefensa sera ms contundente en la condena de la violencia, pues laguerra no haba dejado nada bueno para la sociedad (El Liberal, 30 de mayo, 1991, 1).49 Para otros bloqueos de vas en ese ao vanse tambin UAU, nmeros 6 y 7, diciembre 1987 y marzo 1988.50 Este viraje oficial es lo que algunos tericos de los movimientos sociales llaman estructura de oportunidadpoltica (Tarrow, 1994). Una ampliacin de los avatares de los indgenas ante lo electoral en la entrevista aMarcos Avirama (2009).

    18

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    19/60

    ste se basa en autoridades y leyes propias, mientras el proceso electoral los divide encolores polticos (UI, 77, mayo 1986, 2). Con todo, el significado del proceso dedescentralizacin para los municipios no pasara desapercibido para el Cric. A mediados de1987 reconoce que la eleccin popular de alcaldes es un paso importante para elfortalecimiento de la democracia, pero cree que las comunidades no estn preparadas para

    ese salto (UAU, 5, agosto 1987, 2). Un ao despus se insiste en que sera difcil para losalcaldes elegidos gobernar con concejos municipales divididos entre distintos grupospolticos (UAU, 7, marzo 1988, 2).

    Todo parece indicar que, a pesar de las advertencias, algunas comunidades indgenasparticiparon en la primera eleccin popular de alcaldes en 1988, sin ningn xito en partepor la ambivalencia del mensaje del Cric. As, a los pocos meses ste seala que loscabildos deben capacitarse para proponer planes de desarrollo y controlar los recursoslocales, mientras rechaza las JAL (Juntas Administradoras Locales) aduciendo que dividena las comunidades. Lo curioso es que recomienda pensar hacia el futuro en elegir alcaldes yconcejales en donde los indgenas sean mayora, pero no por medio de la representacinelectoral directa sino de movimientos cvicos independientes (UAU, 11, diciembre 1988,18). En 1990 el Cric reconoce que la accin electoral indgena es difcil, pues el sistemapoltico les ha negado su participacin democrtica y cvica, donde en eventos pueda lacomunidad decidir sus representantes y se creen los mecanismos de discusin y decisin deplanes de trabajo, respetando y valorando las formas propias de organizacin de lacomunidad (UAU, 16, enero 1990, 2). Meses despus se cuenta que en algunos municipiosse eligieron concejales indgenas; 9 en Jambal, 4 en Purac y Toribo, 3 en Caldono yTotor y 2 en Morales. Aunque hubo candidatos indgenas a las alcaldas de algunos deesos municipios, no se logr su eleccin por inexperiencia propia y las prcticasclientelistas de los partidos tradicionales (UAU, 17, junio 1990, 2).

    El cambio hacia una decidida incursin electoral de los indgenas vino con la AsambleaConstituyente en la que deciden participar con Lorenzo Muelas por el recin constituidomovimiento Aico organizacin que tom la iniciativa y Francisco Rojas Birry por lavacilante Onic. Esta ltima decide participar en su Tercer Congreso en julio de 1990 peroreconoce que la coyuntura es un reto, pues no hemos participado nunca en este tipo deelecciones (UI, 97, noviembre 1990, 2). Por su parte el Cric siente que en la convocatoriaoficial, con apoyo de la Alianza Democrtica constituida por el recin desmovilizado M-19(AD-M19), se neg el carcter amplio y soberano de la Asamblea Constituyente al limitarel temario y su composicin, excluyendo la participacin de organizaciones socialesnacionales y regionales (UAU, 18, octubre 1990, 2). Atenindose a la tradicin de presionarprocedimientos institucionales por medio de la accin directa, en ese ao se acude en variasoportunidades a la movilizacin por una Constituyente amplia, democrtica y soberana(Ibid., 6). La decisin oficial de que los constituyentes fueran elegidos en circunscripcinnacional favoreci a los dos candidatos indgenas que sumaron votos tnicos con los desimpatizantes urbanos.51A ellos se unira a finales de la Asamblea Constituyente el caucanoAlfonso Pea, a nombre del desmovilizado grupo guerrillero indgena Maql.

    51 Los constituyentes indgenas buscaron la participacin de sus bases e incluso ms all de ellas, al menos asconsta en el caso de Rojas Birry, quien cre un equipo de apoyo que incluy a lderes caucanos y public unaCarta informativa sobre el desarrollo de la Asamblea (UAU, 19, febrero 1991, 6).

    19

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    20/60

    Todo parece indicar que los indgenas obtuvieron logros importantes en la nuevaConstitucin, considerada por algunos como la ms avanzada en asuntos tnicos para esemomento (Zamosc, 2007). En efecto sus voceros pudieron posicionar muchos de los temasque se propusieron al participar en la Asamblea Constituyente. La Onic, por ejemplo, en suTercer Congreso plante las siguientes demandas: consagracin del carcter multitnico del

    pueblo colombiano; reconocimiento de las culturas y lenguas indgenas; respeto a lamedicina tradicional; autonoma poltica, territorial y administrativa para fortalecer formasorganizativas; reconocimiento de los resguardos y de territorios indgenas consideradosbaldos, con derechos sobre el suelo y subsuelo; circunscripcin especial electoral paralograr representacin en los cuerpos colegiados; jurisdiccin propia; y exigencia deconsulta en leyes que afecten a las comunidades (El Liberal, 3 de julio, 1990, 10). Por elarticulado de la nueva carta de navegacin del pas, parece que consiguieron mucho de loque se proponan y hasta ms. As lo proclamaba el rgano de la Onic al exclamarcumplimos, y luego describir los logros en derecho a la cultura (identidad cultural,idiomas oficiales, educacin bilinge y bicultural, y proteccin del patrimonio); derecho alterritorio (inalienable, imprescriptible e inembargable); y derecho a la autonoma (entidadesterritoriales con gobierno y jurisdiccin propios) (UI, 100, octubre?, 1991). A ello se agregala representacin por medio de la circunscripcin especial, que les garantizaba dossenadores, y la consagracin de mecanismos de participacin de los que pronto harn usocomo la accin de Tutela (UI, 101-102, noviembre 1992, 7).

    La prctica electoral seguir siendo utilizada por los indgenas del pas, tanto por medio dela circunscripcin especial, como a veces tambin por fuera de ella. Con tal fin conformanfrentes electorales en los que hay notoria presencia de los indgenas del Cauca: Aicoderivada de Aiso y la ASI en la que participa el Cric, el desmovilizado Maql, sectoresurbanos de Popayn y la organizacin femenina La Gaitana (El Liberal, 25 de julio, 1991,2).52De esta forma las dos vertientes del movimiento indgena caucano se proyectaronpolticamente ms all de la regin. La Onic, por su parte, en el Congreso Extraordinario de1993 decide retirarse del escenario electoral para retrotraerse al gremial con el fin de ser laverdadera vocera de los indgenas del pas (UI, 105, agosto 1993, 2). Esto implic no soloun reajuste organizativo sino retomar la interlocucin con el Estado que haba cado enmanos de los senadores indgenas (UI, 106, diciembre 1993, 3). Este giro, que conllev elabandono de la personera electoral, no fue aceptado por todas las comunidades originariasdel pas, lo que provoc una disidencia que conform el Movimiento Indgena ColombianoMIC liderada por el dirigente del Putumayo, Gabriel Muyuy. El MIC desaparecera en1998 al perder Muyuy su puesto en el senado luego de un agrio enfrentamiento con otralista indgena.53 No ser est la nica tensin que generar la participacin electoral en el

    52 Segn la prensa regional la ASI originalmente adicionaba las siglas QL en referencia a Manuel Quintn

    Lame inspirador de la autodefensa indgena (Ibid.). Para una visin comprensiva de la accin electoralindgena vase Laurent, 2005. Ella, por ejemplo, acota que la ASI naci no en el Cauca sino en Yaguar(Tolima) como expresin de un movimiento ms popular que exclusivamente indgena (Ibid., 169).53 Lo ms dramtico fue el pleito legal que entabl Muyuy para derrotar a Martn Tengan (originario deNario y perteneciente a Aico), quien haba obtenido ms votos que su lista. El primero argument que sucontrincante no tena la edad que la ley nacional exiga para ser senador; mientras el segundo respondiaduciendo que para los indios el lmite de edad es diferente del occidental. Aunque eventualmente Muyuygan el pleito no se posesion porque el turno le correspondi al tercero de la lista de Aico. Virgine Laurent(2005, cap. 10), quien describe este episodio, llama la atencin sobre la argumentacin usada en el pleito, queremite a la tensin entre apelar a lo universal (Muyuy) o a lo particular (Tengan)!

    20

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    21/60

    movimiento indgena. Para solo mencionar las ms destacadas recordemos la aceptacin deJess Piacu, en contra la voluntad de la organizacin a la que pertenece la ASI para sercandidato vicepresidencial de la AD-M19 en 1994; o la adhesin del mismo senador aHoracio Serpa en las elecciones presidenciales de 1998 siendo que la ASI, despus deapoyar a Noem Sann en la primera vuelta decide el voto en blanco para la segunda; 54 o el

    reciente aval otorgado por esta misma organizacin al candidato presidencial AntanasMockus en 2006, cuando las bases parecen haber estado ms inclinadas a votar por eldirigente de izquierda Carlos Gaviria.

    Estos avatares han llevado a no pocos dirigentes y analistas del movimiento indgena acuestionar la accin electoral. Por ejemplo, en varios artculos de la revista Etnia y Poltica(# 5, 2007) dedicados al tema Pablo Tattay opina que la participacin electoral esimportante, pero no suficiente y no es lo principal (Ibid,, 55). Abadio Green por su parte esms tajante al decir: la participacin electoral () acab con las unidad del movimiento(ella) nos ha desunido y debilitado (Ibid., 61 y 65). A su vez Lisandro Domic, tambindirigente indgena de Antioquia y nacional, se muestra desencantado con la ASI, a la queantes adhiri: La ASI ha perdido su camino y su rol (sic), ya no juega tanto a lo indgena y(hace) alianzas equivocadas (Ibid., 70). El analista Juan Houghton es ms radical alreiterar que el drama del movimiento indgena colombiano es que su programa poltico enbuena medida fue capturado por la Constitucin de 1991, lo que explicara la ausenciaactual de dicho programa y sin ste es difcil establecer alianzas (Ibid., 76-83). A pesar destas y otras crticas, los indgenas del Cauca y de Colombia siguen participandoelectoralmente y, por momentos, como en los aos noventa, sus frentes electorales fueroncasi la nica expresin de los sectores de oposicin al establecimiento.

    Pero es claro que los indgenas no se limitan a la accin electorale institucional. La presindirecta no cejar a pesar de lograr canales institucionales de participacin abiertos por lanueva Constitucin, como se constata en la temprana movilizacin para que se le diera lacredencial de senador al caucano Anatolio Quir de la ASI en noviembre de 1991, puesel gobierno aduca que ya los indgenas haban obtenido dos candidatos Gabriel Muyuypor la Onic y Floro Tunubal por Aico (UAU, 22, diciembre 1991, 2-3). En octubre de1992, a raz del V Centenario de lo que los indgenas designaron en consonancia con suscongneres del continente Autodescubrimiento, se lanzaron a varias marchas a pesar dela prohibicin estatal que quera resaltar los actos oficiales (UI, 102-103, noviembre 1992,14). A las luchas de los aos noventa con innumerables enfrentamientos con la fuerzapblica, que ya hemos referido anteriormente, se suman las notorias acciones en lo que vade este siglo como la minga por la vida de mayo de 2001 en protesta por la masacre de ElNaya ocurrida un mes antes, marcha que lleg a Cali y cont con la presencia delgobernador indgena del Cauca, Floro Tunubal (El Liberal, 1-20 de mayo, 2001)ANALIZAR INFORMACION AL RESPECTO; el Congreso Itinerante Indgena contrala violencia que arriba nuevamente a Cali en septiembre de 2004; y la reciente Minga delos pueblos de octubre y noviembre de 2008, que adems de desplazarse a dicha ciudademprendi el camino hacia Bogot en frustrados intentos de dialogar con el presidenteUribe Vlez. Cuentan tambin las valientes acciones de resistencia civil contra los54 En esa oportunidad Piacu acept su error y se someti al castigo de su comunidad de Tierradentrodentro del ritual indgena de refrescamiento inmersin en la laguna de Juan Tama a medianoche,mientras seal la falta de coherencia de la ASI, organizacin que solo lo amonest (Laurent, 2005, 443-451).

    21

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    22/60

    actores armados regulares e irregulares en los que los indgenas oponen sus cuerpos a lafuerza de las armas (Pearanda, 2006). Y para no extendernos ms, como ejemplo de laconfluencia entre lucha institucional y extrainstitucional, sealemos la huelga de hambreque realizaron los congresistas indgenas el 4 de abril de 2000 en solidaridad con losUwas, quienes venan realizando una amplia movilizacin nacional e internacional para

    preservar sus territorios sagrados ante el avance de las multinacionales petroleras (Laurent,2005, 429-437). De esta forma se constata que el movimiento indgena nacional, yespecialmente el del Cauca, ha seguido articulando la lucha electoral con la accin directa.

    En sntesis, en la historia analizada constatamos un cambio en el repertorio de la accinindgena hacia un mayor pragmatismo poltico y una nueva forma de relacin con elEstado, sin perder sus banderas fundamentales de lucha y sus formas de presinextrainstitucional. Si bien la tierra sigue siendo el eje de la lucha, cobran crecientevisibilidad los temas relacionados con los derechos humanos y las demandas culturales deidentidad. Todo ello conforma un nuevo escenario de accin que implica cambiantesrelaciones con otros actores sociales y polticos, como veremos a continuacin. Estosvariados repertorios de accin es lo que los mismos indgenas y no pocos analistas hanllamado resistencia. Aclaremos este concepto y su relacin con el de autonoma.

    Segn Roland Anrup (2007) y Nidia Catherine Gonzlez (2006), los indgenas del Cauca,en particular el Cric en los ltimos tiempos, distinguen entre resistencia contra las polticasque los oprimen o explotan y autonoma con relacin a los posibles aliados a los que exigenrespeto de lo propio. La primera se orientara contra los enemigos: las clases dominantes,principalmente los terratenientes, el Estado, sus fuerzas armadas, los paramilitares en susdistintas modalidades. La segunda se referira a la necesidad de preservar los elementosterritoriales, polticos y culturales propios ante eventuales aliados como otros sectorespopulares y las izquierdas legales y armadas.55 Pero no es por casualidad que los mismosindgenas hablen de resistencia civil ante todo tipo de accin armada que los involucre enla guerra.

    Entonces estamos ante una reconceptualizacin de la lucha indgena y no propiamente antedos categoras para la construccin del enemigo y del aliado. No son conceptos quedesignen modalidades distintas de lucha y califiquen a sus adversarios y menos que losenumeren. Ya en una exposicin de Pablo Tattay (Revista Etnia y Poltica, #5, 2007) sobrelas relaciones entre movimiento indgena y movimiento popular, este colaborador del Cricseala que la larga lucha en el Cauca indigena hoy se expresa como resistencia al modeloeconmico neoliberal, la dominacin poltica y la guerra (ver tambin Caviedes, 2007). Porsu parte Catherine Gonzlez insiste en que hoy se habla de resistencia ms que de lucha,pues engloba tanto acciones institucionales participacin electoral, por ejemplo comoextrainstitucionales v.gr. protestas. Pero, a juicio de ella, la resistencia tiene comofundamento ltimo la autonoma (Gonzlez, 2006, 89). Entonces, son conceptoscomplementarios. La misma autora enumera varias fases de la resistencia histrica nasa enlas que se ha acudido a veces a la resistencia armada confrontacin y a veces, la mayora,a la pacfica negociacin.56 Concluye, apoyndose en fuentes indgenas, que laresistencia pacfica ha sido ms eficaz y ha mostrado mayor madurez poltica.55 Incluso Anrup (2007) llega a decir que los indgenas caucanos consideran a la guerrilla como otra fuerzaresistente ante la opresin, por lo que invocan ante ella la autonoma.

    22

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    23/60

    Podemos concluir esta seccin sealando que los variados repertorios de lucha indgena,institucionales y extrainstitucionales, son hoy reconceptualizados como resistencia y desdeesa perspectiva se mira el pasado remoto y cercano. En esta lucha los pueblos originariosdel Cauca han enfrentado variados enemigos y, por supuesto, han contado con muchos

    aliados, aunque las relaciones con ellos nos hayan sido siempre cercanas y estn marcadaspor la necesidad de autonoma. Analicemos este tema.

    4. Alianzas y divergencias sociopolticas

    Ante todo el movimiento indgena del Cauca se sinti parte del pueblo explotado por lo queproclamaba desde el comienzo la alianza y unidad de los oprimidos contra los opresores(UI, 1, enero 1975, 5; y # 3, marzo 1975, 6-7). Claro que prontamente se aclaraba que ellono significaba bajar las banderas de lucha por la defensa de la cultura propia y que taldefensa haca parte de la lucha contra los explotadores (UI, 4, abril 1975, 2-3). Segn se vioantes, esto hace parte de la construccin de una identidad que integraba la dimensin declase campesinos con la tnica indgenas. De ah que durante esos aos el Cric hayalibrado una dura batalla por diferenciarse dentro de la organizacin campesina hastaculminar en la ruptura de 1977,57 ruptura que a juicio de Unidad Indgena no propici elmovimiento indgena, sino que fue resultado de la imposicin de una organizacin polticade corte maosta la ORP en la directiva de la Anuc. 58 Aunque hubo intentos deconvergencia con agrupaciones campesinas como uno organizado por sectores disidentes dela Anuc en el Magdalena Medio en 1983 (UI, 63, junio 1983, 14), ya el movimientoindgena haba decidido conformar su propia organizacin nacional, la Onic. Pero ello nosignific que abandonara su sitial como parte del conjunto de los explotados del pas. En ellenguaje de la poca el Cric afirmaba en 1981: Somos una organizacin gremial y como

    56 Las siete fases son: armada contra la conquista, negociacin con los colonizadores; concertacin con elEstado del siglo XIX por polticas indigenistas; lucha ideolgica y armada de Quintn Lame a comienzosdel siglo XX; nueva institucionalizacin (1971-1990); reconocimiento de la autonoma (1991-2000); yresistencia actual (2001-).57 El Cric denunci continuos intentos divisionistas de la Anuc en el movimiento indgena como el de 1975,cuando quisieron montar una Secretara de Asuntos Indgenas de bolsillo y apoderarse del peridicoUnidad Indgena, que se editaba sin su apoyo. En ese intento supuestamente participaron Lorenzo Muelas,Julio Tunubal y Javier Calambz, quienes se han distinguido ltimamente por su furibunda campaa dementiras y calumnias contra las directivas del Cric (UI, 6. julio 1975, 5). Todo parece indicar que lasrelaciones de Muelas con el Cric eran agrias desde antes que apareciera el movimiento de AutoridadesIndgenas, cosa que l confirma en su historia de vida (Muelas, 2005). Al respecto ver la entrevista con TrinoMorales (2008) quien fue la cabeza de la Secretara de Asuntos Indgenas de la Anuc.58 Al respecto vanse los nmeros 6-9 de 1975 y 1976 y 19-20 de 1977 de Unidad Indgena. Los roces con laAnuc-ORP seguirn por un tiempo cuando este grupo quiso hacer otra divisin en el Cric criticndolo deaislacionista y de poco trabajo en las bases, denuncia que no tuvo acogida en la regin. En un plano diferenteya se dio un choque entre la lgica gremial del Cric y la poltica electoral, cuando la ORP decidi participaren las elecciones de 1978, ahora bajo el nombre de Movimiento Nacional Democrtico Popular (Mndp) en elfrente electoral liderado por el Moir Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (UI, 25, oct.19776, 2 y # 26, nov. 1977, 3). Luego este grupo poltico se dividira y un sector se vinculara al NuevoLiberalismo, para volver al escenario pblico cuando las siglas ORP fueron usadas por desconocidos parasecuestrar y luego asesinar a Gloria Lara en 1983. El calvario de los integrantes de ese grupo se prolongarahasta mediados de los 90 por lo que quienes sobrevivieron estn en el exilio (Gmez, 2007).

    23

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    24/60

    tal nos reafirmamos () nuestra lucha no la daremos aislados, ni podemos dejarnos aislaren la batalla por la liberacin nacional y el socialismo (Cric, 1981, 209).59

    En efecto el Cric se sum a grandes jornadas de luchas populares como el Paro CvicoNacional del 14 de septiembre de 1977. Luego de consulta con las comunidades hubo

    apoyo unnime a la jornada porque los indgenas no estamos al margen de los problemas ypenalidades que () sufren las masas explotadas de nuestro pas (UI, 23, julio 1977, 2).Luego aclaraban que si bien el Paro Cvico era una accin contra el gobierno no pretendatumbarlo y ms bien alimentaba la necesaria unidad popular. Por ello sera un paso, (pero)no una solucin milagrosa de los problemas de los explotados (UI, 24, septiembre 1977,2). En un balance de la jornada del 14 de septiembre se adujo que por tratarse de una nuevaforma de lucha, muchas comunidades no se prepararon suficientemente para la represinque se desat y la oleada divisionista propiciada por los terratenientes. Con todo losindgenas del Cauca participaron en la gran protesta con diversas acciones como bloqueosde vas, marchas y tomas de plazas pblicas en varios municipios (UI, 25, octubre 1977, 2).

    En posteriores luchas de carcter nacional el movimiento indgena caucano igualmente sesum a la convocatoria, aunque no ofreci mucha informacin sobre su real participacin.As, cuando se comenz a agitar el Segundo Paro Cvico Nacional de 1981, el Cric sepronunci de esta forma: los indgenas no hemos estado alejados de la situacin quepadece el pueblo trabajador colombiano () al igual que l sufre explotacin y represin() a nosotros los indgenas no nos faltan razones para protestar (UI, 42, julio 1980, 2).Ya en las inmediaciones del paro salud la incorporacin del rechazo al Estatuto Indgenaen el pliego de peticiones de las centrales sindicales considerado por el Cric como unverdadero Memorial de Agravios, pero critic las vacilaciones de stas para concretar lajornada de protesta. Adujo que las comunidades tenan sobrados motivos para lucharadems del referido Estatuto, tales como los asesinatos de comuneros y la militarizacin desus territorios, las exigencias de libertad de los directivos detenidos y de devolucin detierras en 43 haciendas, y en general la miseria de las familias indgenas agravada por lacrisis del fique. Culminaba este pronunciamiento con el anuncio de que el Cric se unir ala protesta de todos los sectores explotados y movilizar las comunidades en las cuales havenido trabajando desde hace diez aos (UI, 51, octubre 1981, 2 y 8). Pero luego no sedijo nada de cmo transcurri la jornada en el Cauca.

    Algo similar ocurri con el Tercer Paro Cvico de 1985, pero sin el despliegue informativode las anteriores protestas nacionales (UI, 73, junio 1985, 11; y # 74, agosto 1985, 7). Encambio s fue explcita la participacin indgena en el paro (laboral) nacional de octubre de1988, y en la posterior toma de las oficinas de la ONU en Popayn para pedir la libertad delos detenidos por la jornada previa y el despeje de las zonas militarizadas (UI, 88, octubre1988, 9). Unos meses antes el Cric y la Onic se haban sumado al Congreso deConvergencia convocado por la CUT con documentos discutidos por las bases, perorechazaron el sectarismo de algunas organizaciones de izquierda all presentes (UAU, 8,mayo 1988, 11).

    59 En esta cita hay una velada referencia a la tensin ya vista con algunas autoridades indgenas que criticanel carcter gremial del Cric. Lo curioso es que para romper el supuesto aislamiento esta organizacin adhiereal ideario estratgico de cierta izquierda del momento que propona la lucha simultnea por la liberacinnacional y el socialismo.

    24

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    25/60

    En el plano regional el Cric tambin estuvo presente desde sus orgenes en las luchasconvocadas por otras organizaciones populares, especialmente obreras, campesinas y depobladores urbanos. Por lo comn participaban con significativas delegaciones en foros,movilizaciones y en los rituales del primero de mayo. As lo hizo, por ejemplo, a fines de

    1989 cuando se realiz un congreso de reestructuracin de la Anuc departamental, que ajuicio del Cric termin manipulado por el gobierno (UAU, 14, septiembre 1989, 15 y #15,noviembre 1989, 10). Parece que fue mejor la experiencia de crear en 1989 una Asociacinde mujeres indgenas, campesinas y de pobladoras urbanas bajo el significativo nombre deLa Gaitana, la cual realizara jornadas como el Da Internacional de la Mujer el 8 de marzodel ao siguiente (UAU, 12, marzo 1989, 5 y #17, junio 1990, 14).60 A lo largo de los aosnoventa y lo que va corrido de este siglo las acciones de convergencia con otros sectorespopulares y de izquierda han continuado, especialmente en la oposicin al Plan deDesarrollo de la administracin de Andrs Pastrana (1998-2002) y la lucha contra elreferendo auspiciado por al actual mandatario lvaro Uribe Vlez en 2003, su reeleccin yel Tratado de Libre Comercio (TLC).61 Igualmente el espacio de convivencia que se crearaen el resguardo de La Mara en tiempos recientes, es otra expresin de la convergenciaregional y nacional alimentada por las organizaciones indgenas del Cauca.

    Como se desprende del anterior recuento, el movimiento indgena caucano, especialmenteel que se expresaba en el Cric, siempre estuvo dispuesto a sumarse a las luchas popularesporque no somos los nicos explotados (UI, 45, noviembre 1980, 8). Pero parasolidarizase con las otras organizaciones sociales exiga igualdad y respeto mutuo departe de ellas con el fin de que conjuntamente logremos construir una sociedad justa(Ibid.). En pocas palabras reivindicaban su autonoma como movimiento indgena:colaboraremos con todas las dems organizaciones populares () pero sin renunciar a laautonoma (UI, 52, noviembre 1981, 2). En realidad la proclamacin de esta exigencia que tambin se reclamaba ante el Estado no era principalmente ante las organizacionespopulares, sino de cara a los grupos de izquierda armados y desarmados. Pasemos a estepunto.

    Si bien, las comunidades indgenas del Cauca tenan lazos con organizaciones de izquierdacomo el Partido Comunista desde los aos 30 y ms recientemente con expresiones de lanueva izquierda de los sesenta, continuamente se opuso a los intentos deinstumentalizacin que estos grupos pretendan hacer con ellas, y ms si eran por la vaarmada. Las relaciones con la izquierda, que fueron ms fraternales en los primeros aosdel Cric, se deterioraron en el decenio de los ochenta, especialmente con la insurgencia. Asen el Sptimo Congreso del Cric, a finales de 1983, se defendi la autonoma tambin

    60 Un tema que no pudimos profundizar por falta de fuentes fue la relacin con las poblacionesafrocolombianas de Cauca. Sabemos que no siempre fueron armnicas y una autora menciona que losindgenas en algunos momentos conflictos les dicen que vuelvan a frica, reproduciendo el estereotipocomn en el pas de sealarlas como advenidizas, al contrario de los indios que son originarios (Ngweno,2005). En el plano nacional traemos a colacin la vocera que el constituyente Francisco Rojas Birry asumino solo de los indgenas sino de los afrocolombianos, pues quera ser la voz de los excluidos de siempre(para que) ahora sea escuchada (UI, 98, marzo de 1991, 3). Un desarrollo de las diferencias en laconstruccin de identidades entre estos dos grupos tnicos en Peter Wade, 1997.61 En la consulta interna de marzo de 2005 sobre el TLC votaron 51.330 indgenas, de los cuales ms del 95%lo hizo por el NO (Prez, 2007, 102).

    25

  • 8/7/2019 Memoria_e_identidad_indigena_del_Cauca_Mauricio_Archila[1]

    26/60

    contra personas y organizaciones que se consideran revolucionarias y que muchas vecespretenden llevarnos de las narices hacia objetivos que ellas solas han defendido (UI, 66,diciembre 1983, 2). Segn Unidad Indgena los que criticaban al Cric de aislacionista noeran los obreros y los campesinos, sino pequeos grupos que desean mangonear (sic)todos los movimientos populares (UI, 8, octubre 1975, 3). Y es que la izquierda partidista

    y militar comparta prejuicios elitistas con relacin al indio como menor de edad y al quelos iluminados deban conducir (Gros, 1991). En consecuencia, la lucha por la identidadtnica/campesina implic una distancia de la izquierda tradicional, que valoraba solo laclase desechando lo tnico como distraccin de la revolucin.

    Los primeros roces surgen en el seno de la Anuc cuando el grupo incrustado en suEjecutivo va propiciando una politizacin impuesta por lo alto, manejadaburocrticamente () permitiendo as la introduccin de posiciones (an en el campointernacional), que poco aportan a las masas campesinas (UI, 19, febrero 1977, 3). Luegovendrn los ya sealados choques con la Anuc-lnea Sincelejo y su grupo poltico, la ORP.Pero tambin hubo tensiones con otras organizaciones maostas que hacan presencia en elmundo rural.62 En los aos de la pugna con la organizacin campesina se denunci laaparicin por el Cauca de un grupo poltico que pretendi tomarse la directiva del Cric, 63 enlo que cont con ayuda de Julio Tunubal. Segn el mismo peridico este grupo exacerba elsectarismo y acenta los mtodos antagnicos con que ataca a otras organizaciones deizquierda (como lo muestran los) hechos sucedidos ltimamente, sobre todo en Bogot, 64 ynumerosas amenazas directas o veladas a distintos militantes revolucionarios. Por ello, espreciso denunciar ese sectarismo de los saboteadores de las luchas populares, que haceque el enemigo principal no sea el imperialismo y la oligarqua, sino sus contradictores(UI, 16, septiembre 1976, 2). En su testimonio Pablo Tattay nos ratific la tempranapresencia del PC-ML en la regin, organizacin con la que l y otros colaboradoressimpatizaban al principio, pero de la que se apartaron por tener una posicin vanguardistay, yo creo que, aventurera. Y continuaba ellos tenan cierta presencia en Jambal y laextendieron despus a Guamba () pero nosotros no le marchamos a su frente de guerra(Entrevista, 2000).65

    Superadas las pugnas en la Anuc por la separacin del movimiento indgena, ste deberenfrentar otras amenazas pero ahora desde la izquierda armada. Aunque como hemossealado existan viejos lazos con el Partido Comunista, e incluso algunos indgenasfiguraron como candidatos en las listas de la UNO (Unin Nacional de Oposicin) en elsegundo quinquenio de los 70, en 1981 se produce la primera denuncia contra el VI frentede las Farc Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que haba perpetrado la

    62 No sobra recordar que el Ejecuti